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Antología
Introducción 7
Unidad Nº 1: ETIMOLOGÍA Y FUNCIONES DEL PROFETA
I.1.- Etimología del término Profeta. 8
I.2.- Nabi’, Ro’eh, Hozeh. 12
I.3.- Significado del término Profeta. 15
I.4.- El proceso de Canonización de los libros proféticos. 16
I.5.- Escenario profético y cúltico del A.T. 20
3
7.- Las Narraciones sobre profetas. 204
8.- Los Libros proféticos: Su formación. 208
9.- Breve Historia del movimientos profético. 217
4
Unidad XI: LA FUNCIÓN PROFÉTICA: PROFETAS HISTORIA Y ESCATOLOGÍA
XI.1.- La Palabra Profética de Dios en la Historia. 300
1.- Las dos concepciones antagónicas 302
2.- Punto de partida diferente 302
3.- El Dios de los profetas 305
4.- Temática profética 306
5.- Credibilidad del discurso profético hoy 308
Conclusión 311
XI.2.- Tiempo e Historia en el Antiguo Testamento. 313
I. Las Concepciones Tradicionales del Tiempo. 313
1. Tiempo fuerte, tiempo débil 314
2. Cada cosa a su tiempo 315
3. Vivir el tiempo "esencial" 317
4. ¡Oh tiempo, suspende tu vuelo! 318
II. Lo Imprevisto, el Recuerdo Histórico, la Historia para vivir. 320
1. Un futuro imprevisible 320
2. La experiencia del pasado 321
3. La historia como epifanía divina 323
Conclusiones 324
XI.3.- ESCATOLOGÍA E HISTORIA. 326
1.- "El despacho escatológico está cerrado" (E. Troeltsch) 326
2.- "El despacho escatológico hace horas extraordinarias" (H. von Balthasar ) 327
3.- Hermenéutica de afirmaciones escatológicas 330
4.- Filosofía de la historia y esperanza cristiana 331
5.- "Pensar juntamente Dios y la historia" (J. Moltmann) 333
6.- La función liberadora de la "reserva escatológica" 334
7.- Escatología en el horizonte de la teología de revolución y de liberación 336
8.- ¿Otra vez una nueva oscilación del péndulo? 337
XI.4.- PROFECÍA Y APOCALÍPTICA EN EL JUDAÍSMO POST-EXÍLICO
1.- Paso gradual de la profecía a la apocalíptica 339
2.- Coincidencias y distinciones entre profecía y apocalíptica 340
3.- Causas de la decadencia del ministerio profético 341
Conclusión 342
5
Introducción.
Cuando analizamos la historia de Israel en el siglo VIII a.e.c., se
debe obligatoriamente resaltar el surgimiento del llamado
"Profetismo Clásico" o profetas escritos. Dicho siglo recibió el
testimonio y presencia de cuatro profetas: Amós y Oseas en el Reino
del Norte; Isaías y Miqueas en el Reino del Sur.
Para alcanzar nuestro objetivo de acercarnos a lo que podría
haber sido, en parte, el fenómeno profético de Israel vamos a
reconstruir este fenómeno religioso desde sus orígenes en las
religiones del Antiguo Cercano Oriente, hasta llegar a su expresión
especial en Israel. La sociedad israelita acogió el fenómeno
profético, pero le dio un énfasis especial, de acuerdo con los
parámetros religiosos de la religión Yahvista. La crítica profética
surge con los primeros libros proféticos de Amós y Oseas en el reino
norteño, Israel.
La ciencia bíblica ha investigado este fenómeno religioso y
expondremos los principales resultados, para difundir cómo se
formó un libro profético, cómo el profeta elaboró sus oráculos, y
cómo sus discípulos recopilaron sus oráculos y compusieron el libro
perpetuando el nombre de su maestro. Además describiremos la
estructura de lo que la ciencia bíblica llama de “la función
profética”.
La presente antología está constituida de 12 unidades, las que en
su conjunto dan cuenta del estudio realizado por la ciencia bíblica,
respecto del fenómeno del profetismo clásico de Israel.
6
Unidad Nº 1:
ETIMOLOGÍA Y FUNCIONES DEL PROFETA
EN EL PROFETISMO PRIMITIVO
Objetivo de la Unidad:
Comprender el origen del término Nabi’ en el A.T., diferenciándolo de sus
conceptos paralelos de Ro’eh y Hozeh.
Identificar la relación existente entre el profeta (Nabi’) y el culto en el
A.T.
1
Hans de Wit. Proclamación Profética. Santiago: C.T.E., Extensión, Mecanografiado, (1985),
60 p. (Circulación Restringida).
2
Estudio científico de la lengua y de las manifestaciones a que ella sirve de medio de expresión.
3
William F. Albright. From the stone age to Crhristianity. Monotheism and the Historical
Process. 2° edic., Doubleday Anchor Book, 1957, p.303. El autor desentrañó el significado de la
palabra hebrea nabi’, él demostró que la interpretación común como ‘portavoz’ era incorrecta,
dado que nabi’ era invariablemente un favorito especial de Dios. Deja establecido el sentido
básico de ‘llamar’ en relación con el acádio nabu. Albright se apoya en los descubrimientos de
Mari del siglo dieciocho, en donde la palabra acádia nabu deja una clara evidencia de indicar a
una persona llamada por la divinidad para una misión específica. Así también el nabi’ hebreo era
alguien que había experimentado una vocación o llamado divino, y que era fundamentalmente
una figura religiosa y carismática independiente.
8
En su expresión hebrea Nabi’ es una forma qatil del verbo ‘nabû’.
Durante mucho tiempo la preocupación de los investigadores de la
gramática hebrea fue la de cómo interpretar la palabra Nabi’, la
que en su forma pasiva significa: “el que es llamado”. Hoy se tiene
alguna preferencia por su forma pasiva, lo que implica que el
término nabi’ significaría: “el que ha sido llamado”, o “el llamado”.
El sustantivo Nabi’ se encuentra 315 veces en el Antiguo
Testamento. En Génesis hasta Números se incluye solamente
cuatro veces, en Deuteronomio diez veces, en I y II Reyes 88 veces,
en Jeremías 95 veces, en Ezequiel 17 veces, en Isaías 7 veces, etc.
Al lado de la palabra Nabi’ se encuentran otras palabras que
derivan de este mismo término: Nebuá (awbn), cuyo significado es “la
palabra del profeta”; Nebía (abn), significa “profetiza”.
El Antiguo Testamento utiliza muchas veces el término Nabi’
sin hacer mucha diferenciación, indicando con ella a hombres y
mujeres que se ocupan de distintas formas de profetismo. Hombres
que han sido llamados por el Espíritu de Dios y que actúan como
Nabi’, es decir, como personas que entran en un trance de éxtasis
(de aquí el término ‘extático’) para realizar su función de profetas o
adivinos. Hombres que predican la conversión y el arrepentimiento,
hombres que transmiten las palabras actuales de Dios, etc.
A veces es muy difícil distinguir un nabi’ como indicación de una
profesión (profetas profesionales), o de un Nabi’ como indicación
para un determinado tipo o forma de actuar. Es decir, la indicación
de un aspecto exterior (un Habitus). La palabra Nabi’ indica a
ambos tipos de personas, esto es lo que torna ambiguo el término en
la Biblia y sólo su contexto en donde es usado nos aclara de qué tipo
de personaje se nos está hablando. Un claro ejemplo de esta
situación lo constituye el término Nabi’ empleado en 1Sm.10.11:
“¿Qué le ha pasado al hijo de Quis? ¿Con qué también Saúl anda entre
los profetas?”.
El verbo NB’ (abn) es denominativo del sustantivo Nabi’; quiere
decir que no es un verbo original, sino un verbo derivado de un
sustantivo (denominativo). El verbo es usado sólo en dos formas, es
decir: en la forma Hitpa’el y en la forma Nif’al, ambas son dos
9
formas especiales del verbo, la primera indica una acción reflexiva y
la segunda una acción pasiva.
El verbo Naba’ significa: “actuar como profeta”. Muy pocas
veces se usa el verbo para personas que sean profetas: Ejemplo,
1Sm.10:10 “Desde allí fueron a Guibeá y eh aquí que venía frente a él
un grupo de profetas (myabn); le invadió el espíritu de Dios y se puso
en trance en medio de ellos”. Otro ejemplo lo tenemos en Jeremías
20:1 “El sacerdote Pasjur, hijo de Immer, que era inspector jefe de la
casa de Yahweh oyó a Jeremías profetizar”.
Podemos decir que se ve un desplazamiento en el significado y el
uso de las dos formas del verbo naba’: en textos muy antiguos
donde se usa una forma reflexiva del verbo (Hitpa’el), el verbo tiene
la significación: de estar en éxtasis, una situación de trance, actuar
como extático, etc. Mientras que más tarde se usa una forma pasiva
(Nif’al) la que significa: transmitir, hablar como profeta.
Lamentablemente, no se puede concluir a partir de datos
etimológicos/lingüísticos que, poco a poco, el elemento extático en
la profecía de Israel fue desapareciendo.
Algunos textos aparecen en:
Nif’al : Am. 7:12; Jer.19:14; 26:18; Zac.13:3
Hitpa’el : Jer.23:13; 1Rs.18:29; 1Sm.18:10.
A veces los profetas de Israel son identificados con un término
mucho más antiguo como es la palabra ‘vidente’. El Hoze (hzxo =
vidente), ver por ejemplo 2Sm.24:11; 2Rs.17:13; Miq.3:5-7. Otra
palabra que identifica al vidente es el participio hebreo Roe (haro).
Otro sinónimo para profetas es la expresión: “Hombre de Dios” (ish
ha ‘Elohim = myhlah #vya). Así como se puede observar en los
siguientes textos: 1Rs.20:28; 1Rs.13:1sig. Y v.18.
A veces, con un mismo término son mencionados tanto el profeta
como el sacerdote, especialmente en textos que provienen de finales
de la monarquía. Algunos de estos textos son: Jer.5:31; 14:18; 23:11;
Zac. 7:13; Lamentaciones 2:20, etc.
El Antiguo Testamento menciona también la existencia de
grupos de profetas (myabn) o de “hijos de profetas” (myabnh ynb).
Términos que serán analizados más adelante.
10
Resumiendo, podemos decir que la palabra Nabi’ abarca una
multiplicidad de fenómenos y que etimológicamente hablando no
podemos distinguir – a través de ella- una característica en
particular. Tanto el verbo, así como el sustantivo indican un
fenómeno muy amplio.
11
llamado divino, y que era fundamentalmente una figura religiosa y
carismática independiente.
También – como ya lo hemos mencionado- a los profetas hebreos
se les aplicó otras dos palabras: ro’eh (har) y hozeh (hcwoh). La
primera es la forma participial activa del verbo ‘ver’, y
generalmente se traduce por ‘vidente’. La segunda es una forma
activa del participio de otro verbo que significa ‘ver’, pero dado que
no hay un equivalente exacto en nuestro idioma se la traduce
normalmente por ‘profeta’. En los contextos en que aparece
mencionada, ellas sugieren algún paralelo con las funciones
proféticas (Por ejemplo: 2Sm.24:11; 2Rs.17:13; Is.30:9ss.; 1Sm.9:9).
Se usan los términos en forma paralela para indicar en sentido
general la función profética. La LXX traduce el término en el
sentido de ‘la gente acostumbraba a llamar vidente al profeta’.
Según la opinión de Rowley, el término ‘vidente’ era un nombre
popular para el nabi’, de modo que el texto no se podría utilizar
para apoyar el argumento de que en el comienzo el vidente y el
nabi’ eran dos tipos distintos, uno de los cuales precedió al otro.
Mientras un nabi’ era llamado por Dios con algún propósito, un
ro’eh u hozeh era un adivino simplemente, sin ninguna honra
especial, que captaba, por medio de alguna forma de adivinación o
clarividencia lo que era invisible para el individuo ordinario, y
ejercía sus funciones sin ninguna vocación específica de Dios. Los
descubrimientos arqueológicos de Mesopotamia, indican una amplia
variedad de funciones de los funcionarios religiosos: el ashipu era el
sacerdote relacionado con el exorcismo y la sanidad; el baru era el
sacerdote o adivino; el apilu era el sacerdote de los oráculos; el
mahhum era el extático; el qosem era el adivino superior, y otros que
en la antigüedad pagana ejercían sus funciones sin estar
relacionados con un llamado divino.
A pesar de la cuidadosa estructuración de las funciones en
babilonia, en el A.T. hay una clara discriminación entre el uso de las
palabras ro’eh, hozeh y nabi’ (Cf. 1Cr. 29:29). Es frustrante descubrir
que los escritos canónicos hebreos en realidad no preservan el matiz
preciso de significado que tenían las palabras relacionadas con la
profecía y la adivinación en la antigüedad. Antes del tiempo de
Samuel, el mensajero divino era descrito como un ‘hombre de Dios’
12
siendo preferido este término por el de nabi’, y durante los
principios de la monarquía las dos expresiones parecen haber sido
sinónimas. La referencia en 1Sm.9:9 parece señalar a una época en
que ro’eh y nabi’ significaban cosas diferentes, y en un período que
coincide con la obra de Samuel, las funciones del ro’eh quedaban
comprendidas bajo las del nabi’ sin importar el sentido que esta
palabra haya tenido en una etapa previa de su historia.
El término hozeh, en el A.T., puede considerarse paralelo con el
verbo del cual derivó el término ro’eh. Ambos se usan en relación
con la adivinación (Cf. Zc. 10:2; Ez.21:21), con la percepción del
significado de los acontecimientos (Sl.46:8; Is.5:12), la evaluación
del carácter (1Sm.16:1; Sl.11:4.7), la visión de Dios (Sl.27:4; Is.6:5),
la actividad profética en general (Is.1:1; Ez.13:3), y la ejecución de
la venganza (Sl.58:10; Is.54:7). Tal parece que en un período
posterior se hizo poca distinción entre las dos palabras, y además
hay varios ejemplos en donde el mismo individuo es designado como
un nabi’ y un hozeh.
En el antiguo Israel se encuentran individuos con dones
proféticos o de adivinación en una amplia variedad de
circunstancias. A veces los videntes están asociados con santuarios
(Cf. 1Sm.9:6ss. Samuel en Ramá; 1Rs.14:1 Ahías en Silo; 2Sm.24:11
y 2Rs.3:11 el vidente Gad está unido a la corte real donde es
consultado). El nabi’, en cambio, se encuentra solo junto al camino
(Cf. 1Rs.20:38), en compañía de otros (Cf. 1Sm.10:5; 19:18; 2Rs.2:3;
4:38). A veces grupos de profetas forman parte de la comitiva real
(cf. 1Rs.18:19; 22:6), o también estaban asociados con el templo (cf.
Jr.23:11; 26:7; Lm.2:20). Los oráculos ocasionalmente eran dados
después de la consulta, o como resultado de un sueño (Nm.12:6;
Jr.23:28), embriaguez (Cf. Is.28:7; Miq.2:11), o por estimulación
musical (Cf. 2Rs.3:15; 1Sm.10:5).
4
T.H. Robinson, “Die prophetischen Bücher im Lichte neuer Entdeckungen”, ZAW 45, 1927,
pp.3-9. Citado por: Brevard S. Childs, Introduction to the Old Testament as Scripture. Fortress
Press, Philadelphia, 1979, p.307.
15
Sabemos que en el proceso de producción de los textos bíblicos,
éstos pasaron por una larga trayectoria de gestación y transmisión
con sus reglas y criterios, hasta que al final fueron incluidos en el
canon del Antiguo Testamento, siendo, así, considerados como
‘textos recibidos’ o ‘textos autoritativos’. Surgen muchas preguntas
acerca de la función de los llamados custodios de la preservación de
los textos autoritativos, o ‘tradentes, o escribas’ - en hebreo Soferîm
-, acerca de sus métodos, formas y criterios de interpretación de los
mismos textos. Sabemos que la actividad llamada exégesis
intrabíblica5 consistió en una interacción entre el texto recibido y
estable (texto escrito) y el escriba. No se trataba de un mero proceso
de reproducción del texto, sino de un proceso de interpretación,
actualización y ampliación del texto6.
También han surgido nuevas intuiciones respecto del extenso
problema teológico de los efectos del proceso canónico sobre el
desarrollo de sus diferentes partes, particularmente la relación entre
la Ley (Tora) y los Profetas. Lo interesante es que se ha trazado el
desarrollo canónico en la cual la profecía del Antiguo Testamento
ha sido resumida como un mensaje unificado de una salvación
futura (Cf. Sab. 48:17; Hech.3:24; 1Pd.1:10-12).
La forma canónica de los libros proféticos de la Biblia Hebrea
posee un orden diferente al canon de la Iglesia Cristiana. El canon
hebreo distingue entre ‘Profetas Anteriores’ (ri´sônîm) y ‘Profetas
Posteriores’ (´aharônîm), el término anterior y posterior es tomado
con referencia a la monarquía israelita. Dentro de la clasificación de
‘Profetas Anteriores’ se incluyen los libros de: Josué, Jueces,
Samuel y Reyes; para los judíos los personajes que llevan los
nombres de estos libros eran considerados como verdaderos
profetas. Sin embargo, en el canon cristiano estos libros son
considerados como ‘libros históricos’. Dentro de la clasificación de
‘Profetas Posteriores’ se incluye la lista de los 15 profetas clásicos,
5
Es el proceso que se realiza dentro de la Biblia misma, por los propios autores bíblicos;
proceso que se ejecuta antes de que los textos alcancen el nivel de ‘canónicos’ o sagrados.
Después de esto el texto ya no se puede modificar, ni siquiera en una tilde (yod).
6
Hans de Wit. En la dispersión el texto es patria. Introducción a la hermenéutica clásica,
moderna y posmoderna. U.B.L., Costa Rica, 2001, pp.23-24.
16
los que en el canon cristiano se clasifican como: ‘Profetas Mayores’
(Isaías, Jeremías y Ezequiel) y los doce ‘Profetas Menores’. Los
adjetivos calificativos de ‘mayor’ y ‘menor’ tienen relación con la
cantidad de capítulos de los libros. Antiguamente se escribía sobre
trozos de cuero (pergaminos) o en especies de grandes hojas hechas
de fibras vegetales (papiros), estos textos fueron conocidos como
‘rollos’ por su forma física. Los libros de Isaías, Jeremías y Ezequiel
ocupaban cada uno un solo rollo, mientras que los otros doce
profetas, en conjunto, ocupaban un solo rollo, pues tenían muy
pocos capítulos de extensión. De aquí se derivó su denominación de
profetas mayores y menores; términos que indicarían una condición
cuantitativa y nunca cualitativa de ellos. Pues, todos son profetas,
instrumentos llamados por Dios para anunciar su Palabra.
El orden de los libros proféticos en la Biblia Hebrea es diferente,
la secuencia de los llamados ‘Profetas Posteriores’ fue alterada
tanto en las diferentes tradiciones judías, así como en el canon
cristiano, afectando de esta forma la actitud hacia la secuencia
canónica. Por ejemplo, el orden del Talmud7 tiene la secuencia:
Jeremías, Ezequiel e Isaías y, luego, agrega la lista de los doce
profetas menores. Los manuscritos de la tradición francesa y
alemana conservan el orden: Jeremías, Isaías y Ezequiel más los
doce profetas menores. Los manuscritos Masoréticos y Españoles
tienen el orden: Isaías, Jeremías y Ezequiel más los doce profetas
menores. Una visión de conjunto de estos órdenes diferentes de los
libros proféticos revela la naturaleza homilética de la interpretación
rabínica por sobre una explicación de tipo histórica.
El orden de los libros proféticos en el canon griego (Septuaginta
– LXX) es muy diferente al canon hebreo, debido a que se sigue una
frecuencia diferente en el orden de los ‘profetas menores’; mientras
que los ‘profetas mayores’ mantienen el orden de la antigua
tradición hebrea (Isaías, Jeremías y Ezequiel). Además la
Septuaginta incluye a Daniel dentro de la lista de los profetas,
ubicándolo antes o después de Ezequiel, y Lamentaciones es
7
Comentario Rabínico de los tres bloques de la Biblia Hebrea: los cinco libros del Pentateuco o
Tora (Gn., Ex., Lv., Nm., Dt.); los libros proféticos Nebi’îm, y el bloque llamado de libros
sapienciales o de sabiduría Ketubi’îm.
17
incluida como un apéndice de Jeremías. Sin embargo, el cambio de
la secuencia de los libros proféticos es anterior a la traducción del
canon griego. Por otro lado, la secuencia entre ‘profetas anteriores’
y ‘posteriores’ es invertida en la Biblia latina.
A través de los escritos de Agustín (Ciudad de Dios 18,29), se ha
constatado que el orden de los ‘Profetas Menores’ en la Iglesia
Primitiva, partía con el profeta Oseas y terminaba con Miqueas.
Dentro del mismo Antiguo Testamento, en su versión griega, el
libro de Eclesiástico (49:19) llama a estos libros de los ‘Doce
Profetas’ según su número, y los supone reunidos en un solo libro
(rollo), conjunto conocido con el término griego de
‘Dodekapropheton’ o libro de los doce profetas. El canon hebreo
agrupó estos libros de acuerdo con el supuesto orden real de
aparecimiento. Sin embargo, la versión griega Septuaginta, cambia
su orden y distribuye cinco de los primeros seis libros, de acuerdo
con su tamaño (Os., Am., Mq., Jl., Ab.), e incluyen en el sexto lugar
el libro de Jonás8.
Tal parece, que el canon hebreo asignó un rol importante a su
división tripartita (Tora [Pentateuco], Nebi´îm [Profetas],
Ketubi’îm [Escritos]). Orden que también refleja la secuencia
cronológica en que fueron canonizados. Sin embargo, el orden de los
libros dentro de la colección de los ‘profetas posteriores’ no asume
una gran relevancia canónica, actitud que se refleja frente al orden
del Pentateuco. El mayor efecto del proceso canónico se colocó en la
forma de los libros proféticos individuales, lo que produjo un nuevo
valor a la colección profética que funcionó dentro del canon como
un bloque unido en frente de la Tora.
El conjunto de libros denominados como ‘profetas clásicos o
escritos’ se fue escribiendo en forma paulatina, hasta adquirir poco
a poco una autoridad canónica entre los años 300 al 200 a.e.c. Esta
sección profética no pudo ser canonizada antes de esta fecha, por la
sencilla razón que todavía no habían sido escritos ciertas partes de
los libros de Isaías, Joel, Zacarías y otros. En realidad no se conoce
8
E. Sellin – G. Fohrer. Introdução ao Antigo Testamento. Vol.2., Paulinas, 3° edic., 1978,
p.543.
18
mucho del proceso que siguió la sección profética hasta llegar a ser
canonizada.
Resumiendo, podemos decir que el fenómeno profético del
Antiguo Testamento es complejo y variado, no existe un solo tipo
de profeta, sino varios. El término Nabi’, tomado de la lengua
acadia es ambiguo, pues no describe la variedad de profetismos
existentes, debiendo recurrirse al contexto del término para precisar
su significado. La formación de los libros proféticos escritos o
clásicos posee un proceso, claramente identificado, en el cual el
oráculo profético es recogido, por los discípulos, y aplicado a nuevos
contextos ampliándose su sentido, hasta que finalmente se fija por
escrito.
9
Hölscher. Die Profeten. 1914, p.143
10
Harrison describe una lista de dichos autores y sus obras en su nota final n° 18, entre ellos se
destaca a G. Von Rad.
19
funcionario en Silo y tenía funciones cultuales en Ramá.
2Sm.24:1ss.; 2Cr.29:25. El profeta vidente Gad ordena a David
edificar un altar en la era de Arauna y reveló la voluntad divina de
formar ligas de cantores del Templo; 2Sm.7:1ss. Natán es
consultado acerca de la edificación del Templo; 1Rs.18:30ss. Elías
efectuó un ritual en un antiguo santuario; 2Rs.4:23 confirma que
era costumbre de los israelitas visitar al profeta con ocasión del
culto; 2Rs.23:2; Is.28:7: Jr.2:26; 8:10; 13:13 testifican las
asociaciones amistosas entre los profetas y sacerdotes en Jerusalén
o Judá; Jr.35:4 indica que había habitaciones para los profetas
dentro del edificio del templo; Con respecto a los Salmos, según S.
Mowinckel11, sugiere que los salmos: 60:6ss; 75:4ss.; 82:3ss.; 110:2ss,
todos ellos en primera persona singular representan la respuesta
oracular del profeta a las personas que estaban ofrendando y
adorando. También se ha sugerido que los grupos de cantores
levíticos que se destacaron en el período post-exílico eran la
supervivencia de grupos de profetas cultuales destacados en
diversos santuarios pre-exílicos.
Los partidarios de esta teoría sugieren que esta comprensión de
la función del profeta en el culto ayudaría a comprender mejor la
continua asociación entre profeta y sacerdote en las frases de los
diferentes textos bíblicos. Por otro lado, dichos profetas estarían
criticando las desviaciones de los sacrificios en los cultos y el
sincretismo con la religión cananea. Esta interpretación evitaría,
dicen, que los conceptos proféticos se separen tan drásticamente de
sus raíces en la vida del pueblo hebreo, y permitiría que la unidad
básica del A.T. sea una vez más mantenida, pero a otro nivel.
Harrison es contrario a esta teoría, adhiriéndose a los postulados
de B.D. Eerdmans y Rowley quienes niegan dicha función de los
profetas y sitúan la posición anterior como una simple teoría. El
caso del profeta Samuel, citado anteriormente, indicaría además
que este profeta ejercía funciones de sacerdote y profeta y que era
peripatético, pues no estaba amarrado a un solo santuario.
11
S. Mowinckel. Psalmenstudien, III, p.3.
20
Puesto que los profetas eran hombres que por definición estaban
en una relación especial con Dios, difícilmente se podría considerar
poco usual encontrarles periódicamente en aquellos lugares en
donde la adoración era un modo de conducta. Sin embargo, este
hecho en sí no los convierte en ‘personal’ de un determinado
santuario, y esto se puede ilustrar por la referencia al profeta Amós
que, aunque profetizaba en el santuario de Betel, no estaba ligado a
él en la calidad de profeta cultual. En vista de las objeciones
precedentes parece mejor concluir, con Motyer, que la teoría de los
profetas cultuales debe seguir siendo apenas una hipótesis.
Si dicha teoría tuviera un grado de realidad haría surgir un
nuevo problema de explicar cómo se relacionaban los profetas
escritores con los grupos de profetas cultuales. Según A. Haldar12
afirma categóricamente que los profetas escribas pertenecían a
dichos grupos cultuales, y que no deben ser distinguidos de ninguno
de sus predecesores proféticos en ese respecto. Basándose en fuentes
babilónicas y asirias se argumenta en pro de la conclusión de que los
profetas hebreos representan un fenómeno cultual común a través
de todo el Antiguo Cercano Oriente, y en particular, trata de
demostrar que las ligas de baru y de mahhu de Mesopotamia eran
realmente organizaciones de profetas cultuales encabezados por el
rey. Haldar sostiene que tanto David como Acab eran líderes de
esta clase, y que, en consecuencia, los profetas de su tiempo eran en
realidad personal del culto, ordenamiento que Haldar extiende
hasta los tiempos de Isaías y Jeremías. Desafortunadamente sus
esfuerzos por forzar ciertos dichos proféticos para ponerlos en
situaciones relacionadas con el culto son decididamente artificiales.
Mowinckel y sus adherentes identifican a Jeremías e Isaías entre
el personal del templo, mientras que C. Lindhagen13 sostiene que
Isaías, Nahum, Joel, Habacuc, Hageo y Zacarías habían estado
estrechamente relacionados con el culto. Por otra parte, Johnson,
discípulo de Mowinckel, niega la relación de los profetas escribas
con las asociaciones de profetas cultuales y su radical diferencia con
el profetismo del Antiguo Cercano Oriente.
12
H. Haldar. Associations of Cult Prophets Among the Ancient Semites, pp.79ss.
13
C. Lindhagen. The Servant Motif in the OT, 1950, p.117.
21
Como podemos observar el problema sigue en debate,
personalmente no tomaría ambas posiciones en forma
‘monocausalista’, y trataría de buscar una tercera salida diciendo
que algunos profetas escribas o clásicos tuvieron una relación
cercana con el culto; caso del profeta Isaías y Jeremías, otros en
cambio, no tuvieron ninguna. En todo caso, el profeta clásico nunca
se dejó domesticar por la ideología oficial predicada en los altares,
ni tampoco aceptó un salario por su oficio. Fue muy crítico de las
prácticas religiosas de su época, pues él privilegiaba una fidelidad
ética y moral al pacto y a una adoración monoteísta exclusiva a
Yahvé.
22
Unidad II:
PROFECIA Y PROFETAS PRIMITIVOS
Objetivo de la Unidad:
- Conocer las principales características del profetismo primitivo.
- Distinguir las diferencias entre en profeta y un vidente.
14
Gerald A. Larue. Old Testament Life and Literature is copyright © 1968, 1997 by Gerald A.
Larue. All rights reserved. The electronic version is copyright © 1997 by Internet Infidels with
the written permission of Gerald A. Larue. Artículo virtual. (Traducción nuestra)
15
Martin Noth, "History and the Word of God in the Old Testament," Bulletin of the John
Rylands Library, XXXII (1949-50), 194ss.
16
La palabra baru significa "vidente" y se refiere a un adivino que revela información no
"visible" por hombres comunes. Él obtenía visiones utilizando técnicas adivinatorias. (Cf. Ezeq.
21:21 donde el monarca babilónico usa métodos similares.)
17
Cf. J. Lindblom, Prophecy in Ancient Israel (Oxford: Basil Blackwell, 1962), pp. 85ss.; A.
Johnson, The Cultic Prophet in Ancient Israel (Cardiff: University of Wales Press, 1944), p. 12.
23
fue poseído por su dios, pero ningún oráculo fue pronunciado. Este
acontecimiento da cuenta que existía alguna forma de posesión
cataléptica.18 El frenesí formaba parte de los profetas de Ba'al y
Asherah según lo registra la Biblia (1Rs.18:19; Jer. 2:1; 23:3).
18
ANET, pp. 258.
19
J. Pedersen, "The Role Played by Inspired Persons Among the Israelites and the Arabs,"
Studies in the Old Testament Prophecy, H. H. Rowley (ed.) (Edinburgh: T. & T. Clark, 1946),
pp. 127-142; Lindblom, op. cit., pp. 6ss.
24
son casi paralelas20 que no es irrazonable sugerir que estos grupos
hayan retenido y mantenido vivos los mismos patrones antiguos.
Sobre esta base, podría ser dicho que las tribus hebreas al entrar a
Canaán podrían haber incluido estas prácticas para obtener
oráculos, adivinaciones y clarividencias y que la profecía hebrea
podría ser mejor comprendida como adquirida o adoptada de la
indígena. Que el movimiento profético experimentase cambios y
desarrollos es claro en las pruebas que se replantearán.
Tres términos bíblicos designan a un profeta: Ro'eh, hozeh y nabi.
Lo primero es ro'eh o "vidente". Samuel es llamado como un ro'eh
(1Sam. 9:9), y una nota editorial aclara que el ro'eh se llamará más
tarde un "profeta," o nabi. El rol de Samuel en este acontecimiento
particular es el de un vidente, pero Samuel funcionó también como
un sacerdote y participó de la política hebrea. El término ro'eh es
usado por Zadok, un sacerdote del tiempo de David (II Sam. 15:27),
y es posible que algunos sacerdotes fueran clarividentes. La palabra
ro'eh no contiene indicio de comportamiento eufórico, pero sugiere
que la divulgación divina viniese a través de alguna forma de
éxtasis. Si como algunos ha sugerido, los signos y los agüeros fueron
utilizados, luego el ro'eh es más relacionado como una contraparte
del baru babilónico.
El concepto Hozeh, que también quiera decir "adivinador,"
deriva de la raíz hazah, "ver". En 2Sam. 24:11 a nosotros nos es
dicho que el profeta Gad, que es llamado un hozeh de David, obtuvo
mensajes de Yahweh, pero ningún indicio es dado acerca de cómo
obtuvo el mensaje. En 2Rs.17:13 el término hozeh es usado con
"profeta" para designar a esos por quienes Yahweh advirtió a su
pueblo. El profeta Amos fue designado un hozeh, quizá en un tono
despectivo (Amos 7:12). Isa. 29:10 se refiere a cubrir las cabezas de
los adivinos, de esta forma no podrían obtener mensajes. Los
estudios de las palabras hozeh y ro'eh han dejado de demostrar
20
Para el uso de música por los profetas, cf. 1Sam. 10:5s.; Exod. 15:20s.; 1Cron. 25:1s.
Ezequiel denuncia a los profetas por adivinaciones y visiones falsas (Ezeq. 13:7), y los oráculos
proféticos de sueños son condenados en Jer. 23:25s. Cf. Jer. 27:9; 29:8s. Para la danza cultica, cf.
II Sam. 6:5, 14. Cf. W. Eichrodt, Theology of the Old Testament, The Old Testament Library, J.
A. Baker (trans.) (Philadelphia: The Westminster Press, 1961), pp. 310ss.
25
cualquier diferencia marcada, y la mayoría de las traducciones
inglesas interpretan a ambos por "adivino".
La palabra distintiva para profeta en hebreo es nabi (el plural,
nebhiim o nebiim), se deriva de la raíz Acadia nabu que no es
encontrada en hebreo y que quiere decir "llamar... hablar,
proclamar, nombrar ". El profeta es, por consiguiente, "un orador"
o "un portavoz" o uno que grita o "proclama". Si la forma pasiva es
adoptada, entonces se tendría que traducir por: "uno que es
llamado" por la deidad. El término griego equivalente usado en la
LXX es prophetes, se deriva de la partícula pro que significa "por" o
"en pro de" y phemi "hablar".21 Aarón es señalado como un nabi
para ayudar a Moisés y el contexto constata que Aarón realize las
funciones de un portavoz (Exod. 7:1), o como Exod. 4:16 indica,
una especie de"megáfono" que debe repetir fielmente las mismas
palabras que Moisés recibe de parte de Dios. De modo semejante, el
nabi fue un portavoz de Dios, pronunciando como oráculos las
palabras divinas recibidas. El término nabi es usado también por
profetas no-Yahwistas o así llamados "falsos-profetas".
Un cuarto término, es el de "un hombre de Dios" ('ish 'elohim) o
"el hombre de Dios" ('ish ha 'elohim), es usado para llamar a las
personas santas o inspiradas. Samuel es designado como "hombre de
Dios" (1Sam. 9:6-10) y también Shemaiah quién advirtió a
Rehoboam en contra de atacar Israel (1Rs. 12:22-24). Ambos Elías
(1Rs. 17:18-24; 2Rs.1:10-13) y Elisha (2Rs. 4:7, 9) reciben el título.
El Cronista, hace distinciones respeto de los líderes inspirados del
pasado quienes juegan un papel importante en la interpretación de
la historia, Moisés con título de nobleza (1Cron. 23:14; 2Cron. 30:16,
cf. Esdra 3:2) y David (2Cron. 8:14, cf. Neh. 12:24, 36) los hombres
de Dios, junto con ciertas personas inspiradas (cf. 2Cron.11:2;
25:7s.).
Parecería que los escritores hebreos no utilizaron los términos en
tal manera de hacer distinciones evidentes entre: hombres de Dios,
adivinadores y profetas. Todos fueron, tal vez, en cierto sentido,
21
Lindblom, op. cit. p. 1, prefiere interpretar pro como "en nombre de"; Así, un profeta es uno
"que habla en nombre de".
26
hombres de Dios como ellos creían ser inspirados por Dios. Los
profetas vieron visiones para obtener los oráculos, y así también
hicieron los adivinadores. Las diferencias en el estatus o los medios
para adquirir oráculos no son claramente expuestas (note el
paralelismo en Isa. 29:10; 30:10). Los profetas del siglo Octavo y sus
sucesores en el siglo Séptimo y Sexto son considerados aparte,
porque sus oráculos han sido conservados y estamos facultados para
estudiar sus palabras. Es probable que otros oráculos de igual
significado puedan haber sido pronunciados por otras personas
inspiradas. Por estas razones, no intentaremos desarrollar ninguna
distinción entre estas categorías.
A menudo el profeta parece estar solo y aparte del resto de la
sociedad, pero hay pruebas para señalar que él también pudo haber
sido parte de una escuela o gremio. Se dice que Samuel es principal
de un grupo de profetas (1Sam. 19:20), Elías tuvo a un discípulo,
Eliseo (Elisha), y una escuela de profetas (2Rs. 2); Isaías tuvo
discípulos o alumnos (Isa. 8:16),22 y Jeremías tuvo un escriba
personal, Baruch. Es claro que personalidades fuertes, dinámicas,
carismáticas reúnen a su alrededor a esos que esperan compartir el
carisma o que esperan aprender métodos y técnicas de profecía. El
personaje principal o líder fue llamado "maestro" (cf. 1 Sam. 10:12;
2:12; 2Rs.6:21; 13:14) el que en este contexto simplemente quiere
decir "el amo" u "hombre principal" (2Rs. 2:3 ss.; 6:5). Los
discípulos fueron llamados "hijos de los profetas" (cf. 2Rs. 2:3; 6:1),
no insinuando descenso físico, sino más bien la personificación del
espíritu del "maestro".
La relación entre profeta y sacerdote y profeta y culto no es
clara. En algún tiempo fue usual encontrar en la religión hebrea una
tensión entre profeta y sacerdote o culto.23 Ahora es más común
encontrar estudiosos sugiriendo que los profetas pudieron haber
formado parte del culto, asociado con sacerdotes en el ritual cultual.
Como veremos, los pronunciamientos de los profetas del siglo
22
El término hebreo quiere decir "esos que son enseñados".
23
Cf. W. F. Badè, The Old Testament in the Light of Today (Boston, New York: Houghton
Mifflin Company, 1915), pp. 134s., 158, 184; W. R. Smith, The Old Testament in the Jewish
Church (London: A & C Black, 1895), pp. 278ss.
27
octavo contra el culto parecen darle apoyo a la primera hipótesis,
pero hay una cantidad considerable de pruebas que nos impulsan a
aceptar la segunda. Los profetas encontrados por Saúl estaban en el
santuario en Gibeath-Elohim, "la colina de los dioses" (1 Sam. 10:5).
El profeta Samuel fue entrenado por el sacerdote Eli y funcionaba
como un sacerdote. Como veremos, Ezequiel, el profeta, tuvo
intereses sacerdotales. Isaías recibió su llamada para profetizar
dentro de los recintos del templo. Aubrey Johnson ha propuesto
que los profetas y sacerdotes trabajaban de par a par en los
santuarios de Yahweh y en el templo de Jerusalén, y él concluye eso
cuando los profetas hicieron sus criticas, se levantaron dentro del
culto tratando de corregir los abusos.24
El papel de los profetas en las escrituras proféticas es proclamar
la palabra de Yahweh o, como el término nabi implica, actuar como
portavoz de Yahweh. Durante la mitad del siglo pasado, las
expresiones proféticas han sido subordinadas al análisis de la crítica
de las formas, y ha sido demostrado que las formas de los oráculos
parten del: culto, fuentes legales, heráldicas y otras fuentes
socioculturales. Algunas expresiones, como las de Amos, pueden ser
asociadas con ocasiones festivas como la observancia del Año
Nuevo. Los pronunciamientos de juicio reflejan formas usadas en
declaraciones del Tribunal de Justicia o en proclamaciones por un
mensajero real. Algunos oráculos de salvación emplean patrones de
rituales de lamentación o en la juglaría. Los resultados de los
estudios de la crítica de las formas no deberían usarse para anclar a
los profetas en cualquiera de los grupos de los cuales pidieron
prestadas sus formas literarias, sino más bien para demostrar la
versatilidad de los portavoces de Dios que fueron capaces de utilizar
muchos patrones literarios conocidos para comunicar su mensaje.
Es a menudo indicado que los profetas demuestran un extenso
conocimiento de las tradiciones hebreas. Esto es cierto, pero los
profetas no están confinados a una historia pasada. Tejido directo
de las obras proféticas son referencias para especializarse sobre
temas de la historia de salvación de la nación: La elección o la
elección del pueblo de Dios, el éxodo o la preservación de la
24
A. Johnson, The Cultic Prophet in Ancient Israel.
28
salvación por el pueblo, la adhesión al pacto, la ocupación de
Canaán con ayuda divina, y la línea Davídica con sus alusiones a la
realeza-mesiánica. Sin embargo, como veremos, los profetas
también volvieron la espalda a las tradiciones: Amós puso al revés
el concepto popular del "día de Yahweh” y Jeremías propuso que
un pacto nuevo reemplace al antiguo.
Los profetas también desafiaron normas corrientes. El ritual
Cultico, con su énfasis en lo que un hombre hace en el ritual, es de lo
que se minimizó la importancia, y los temas morales, preocupados
con el hombre y sus relaciones humanas, fueron enfatizados.25
Así, los profetas no deberían ser universalmente clasificados en
categorías como predicadores anti-culto, como defensores de
tradiciones antiguas, como pronosticadores del futuro o como
moralistas. Sino más bien reconocidos como personalidades
carismáticas, hombres bajo la compulsión de una experiencia que
causa que ellos pronuncien, a pesar de la oposición, el reto, la mofa
y el encarcelamiento, las palabras que creyeron ser las palabras de
Yahweh dada a ellos, las palabras que representaban la voluntad de
Yahweh, las intenciones de Yahweh, los propósitos de Yahweh, y la
acción de Yahweh. Su preocupación estaba con su presente
inmediato. Si la comprensión y la decodificación del presente
inmediato le exigieron las memorias del pasado o las indicaciones de
lo que en el futuro podría ocurrir, luego el pasado y el futuro fueron
utilizados. Si lo mejor y la presentación más significativa demandó
una promulgación más dramática, utilizando modos de expresión:
legales o de luto o de canciones folklóricas, luego estas formas
fueron usadas. Resistir las demandas de Dios o rehuir su papel
asignado fue imposible. Uno sólo podría responder a lo que Yahweh
demandaba y, soportar las consecuencias en la convicción de que
Yahweh probaría las expresiones verdaderas.
Cómo vino la palabra de Yahweh no es conocido. Los ritos de
incubación, en el cual el individuo pasaba la noche en un lugar
25
La preocupación moral estaba muy extendida en el Cercano Oriente, y es encontrada en el
Prólogo del código de Hammurabi (cf. ANET, p. 164), y en la historia cananea de Aqht de Uprit
(cf. ANET, pp. 149 ff.). Los asuntos éticos en la moraleja se convierten en la carga de alguien
sensible para el sufrimiento y por las adversidades impuestas del hombre para el hombre.
29
sagrado y recibía un mensaje en sueños o en visiones, fueron
practicados en el Cercano Oriente. Cuando Daniel (o Dan'el) en la
historia Ugarítica de Acad (Aqht) deseó un hijo, pasó siete días y
noches en el santuario hasta que él recibió una revelación.26 Los
ritos de Incubación no fueron desconocidos para los hebreos,27 pero
no hay evidencias claras que los mensajes proféticos fueran
recibidos, a través de esta técnica. No obstante, las visiones fueron
experimentadas, pues la llamada profética de Isaías vino en una
visión en el área del templo, y los patrones visionarios aparecen en
las profecías de Amós, Jeremías, Ezequiel y otros.28
Se sabe que ritos de asociaciones libres fueron utilizados por
videntes. La personalidad y mente entera del adivinador era
enfocada sobre un solo ítem, o problema; todo lo demás es opacado
en lo que mejor podría ser descrito como un estado de éxtasis. Se
inicia un tren de pensamientos que conducen a una respuesta para
el problema o a un oráculo. Hay, como veremos, alguna indicación
que los profetas pudieron haber utilizado alguna forma de esta
técnica, adquiriendo oráculos de concentración en una cacerola de
agua hirviendo (Jer. 1:13ss.) o en un hombre probando una pared
(Amos 7:7ss.).
Algunos oráculos proféticos reflejan experiencias personales,
sociales o introspectivas. Algunas proclamaciones de Oseas
surgieron de la experiencia de su desafortunado matrimonio y
algunos de Jeremías surgen de los insultos de sus compatriotas. Por
otra parte, ciertas experiencias de Jeremías e Isaías fueron
personales e interiores, sugiriendo que desarrollaron la
concentración y el escuchar la voz interior que produjo imágenes
mentales, comunicación mental que culmino con lo que podría ser
llamado de una "experiencia inefable" (cf. Jer. 20:7-9).29
Quizá es mejor generalizar y describir las experiencias proféticas
como múltiples y variadas. La falta de información detallada en la
26
ANET, pp. 149s.
27
Cf. Jacob en Betel (Gen. 28: 11ss.) y Salomón en Gibeon (1Rs. 3:4ss.).
28
Cf. S. Mowinckel, The Old Testament as the Word of God, pp. 25s.
29
El término "místico" es evitado por la dificultad en definir la palabra precisamente.
30
Biblia impide, a la luz del conocimiento presente, una precisión
verdadera en el análisis.
30
Cf. B. D. El Napier, Prophets in Perspective (New York: Abingdon Press, 1963), pp. 58ss.
para un debate de estos "profetas".
31
Cf. A. Guillaume, Prophecy and Divination Among the Hebrews and Other Semites (New
York: Harper and Brothers, 1938), pp. 133s.
31
prefigura de antemano, más tarde, intereses proféticos. Él envió a
Saúl al grupo profético en Gibeath-Elohim donde la música fue
usada, posiblemente para inspirar respuestas eufóricas (vea a 1Sam.
10:5, 10), y Samuel se dirigió a un grupo que le provocó las
reacciones extremas a Saúl (1Sam. 19:23ss.).
Durante el reinado de David, dos profetas fueron activos en la
vida de la corte: Nathan y Gad.32 Nathan para David, en la
parábola de la ovejita, representa el pensamiento coherente sin
cualquier aspecto de comportamiento eufórico (2Sam. 12). Él
confronta al monarca como el portavoz de Yahweh con el poder
divino, pues él puede levantar la pena de muerte que David sin
intención había invocado en sí mismo y se lo transfiere a la criatura
abortiva. Durante el palacio levantándose él cooperó con Zadok el
sacerdote en traer a Salomón para el trono. El Cronista se refiere al
"libro de Nathan" (2Cron. 9:29). Las actividades de Gat son
reportadas sólo dos veces adentro la carrera de David (1Sam.
22:3ss.; 2Sam. 24). El Cronista menciona "las Crónicas de Gat, el
adivino" (1Cron. 29:29), sin embargo, lo que estos libros pudieron
haber contenido no puede ser conocido. Es realmente claro que
estos hombres no jugaron un rol pequeño en la corte real y
disfrutaron de algún estatus.
En el tiempo de la división del reino, la acción dramática de
Ahijah el profeta pudo haber sido indirectamente la responsable de
la rebelión de Jeroboán (1Rs.11:29-39). Mucho más tarde, el
profeta, ahora ciego y desencantado por la falta entusiasmo de
Jeroboán por el Yahwismo, se opuso al rey, pronunciando la muerte
inminente del hijo enfermo de Jeroboán y prediciendo el próximo
destino de la casa de Jeroboán. Durante este mismo período
Rehoboam se contuvo de atacar Israel por el consejo del profeta
Shemaiah (1Rs. 12:21-24). Un embellecimiento del papel de
Shemaiah es dado en 2Cron. 12:5ss. y se hace referencia a un libro
que el profeta supuestamente hubo escrito (12:15). Más tarde,
Baasha de Israel fue condenado y el fin de su línea fue prevista por
32
Ahitophel, quien aconseja a Absalom, no está usualmente clasificado entre los profetas, pero
cf. II Sam. 16:23. Cf. Wm. McKane, Prophets and Wise Men, Studies in Biblical Theology No.
44 (Napierville: Alec R. Allenson, Inc., 1965) para un análisis detallado.
32
el profeta Jehú en términos muy similares a los usados por Ahijah
para la esposa de Jeroboán (1Rs. 16:1ss.).
Es bastante claro que la corte de los reyes hebreos empleó a los
profetas para obtener guía y consejo de Yahweh. También es
posible que profetas como Ahijah (y quizá Jehú), no íntimamente
conectados con la corte, fuesen consultados en momentos de
importancia crítica. Puede existir pequeñas dudas que, en tiempos
de Samuel, a través de los años incipientes del reino dividido, los
profetas de Yahweh fueron instrumentos de afianzamiento de las
responsabilidades éticas y religiosas ante el rey, proclamando
ambos la voluntad de Yahweh y el juicio de Yahweh cuando
ocurrían violaciones.
Como el reino de Israel se aproximó cada vez más hacia la
religión cananea, los profetas emulando el acercamiento dramático
de Ahijah se opusieron al rey y al culto para presentar reclamos de
Yahweh. Como Jehú prometió, la dinastía de Baasha pronto llegó a
su fin y de la confusión que siguió, Omrí emergió como vencedor y
monarca. Durante el reinado de su hijo Ahab, los profetas de
Yahweh otra vez se vieron involucrados en la política nacional. Uno
fue un profeta desconocido que prometió la victoria a Ahab sobre
los sirios de Damasco (Cf. 1Rs. 20). El acontecimiento revela que las
creencias corrientes de que ambos sirios y hebreos que las batallas
involucran a las deidades nacionales (cf. vss. 23ss.). Una segunda
figura profética reforzó la promesa del éxito. Una tercera predicción
del destino de Ahab sobre el monarca sirio del que se tuvo piedad.
Una nota extraña en esta última historia sugiere que los profetas no
fueron reconocidos cuando sus ojos estaban vendados o cubiertos.
De todos modos, alguna marca o símbolo era llevada en la frente
por ellos y, ya sea en estado de trance recibían una revelación, pero
esto no puede ser conocido del todo (Cf. 1Rs 22). De un cuarto
profeta, Miqueas, Ahab más bien petulantemente se quejó, "le odio,
pues él nunca profetiza bien para mí, sólo el mal". Con la ayuda de
Josafat de Judá, Ahab determinó retornando a Ramoth-Gilead,
entonces en posesión de Siria. Cuatrocientos profetas al servicio del
rey le dijeron lo que él deseaba oír: Que él haría la conquista.33 El
33
Ambas verdad y engaño se creía provenían de Yahweh.
33
profeta Zedekiah, cargó un yugo y dramatizó la manera en la cual
los Sirios lo castigarían. Miqueas, después de una mímica burlona
de los 400, predijo el destino del rey y se mantuvo en su predicción,
a pesar del maltrato físico por Zedekiah y, el encarcelamiento con
un régimen de pan y agua. Lo que sucedió para él cuando su
profecía se cumplió no es dicho, pues Ahab, a pesar de sus
precauciones elaboradas, fue asesinado.
Lea 1Rs. 17-19; 21; 2Rs. 1-2. Bastante más es contado sobre
Elías y su discípulo Elías, ambos defendieron la causa de Yahweh
en el reinado de Ahab. Elías provino de Tishbe, una comunidad en
Gilead en el lado Este del Jordán, y con la excepción de esta nota no
hay más información acerca de su origen. Las numerosas leyendas
se incrementaron acerca de él, muchas teñidas con acentos
milagrosos. Su historia comienza abruptamente con el anuncio de
una sequía causada por Yahweh – un anuncio que realmente
establece la etapa para la lucha entre esos que proclamaron a Ba'al
como la fertilidad y la deidad pluvial y aquellos que vieron a
Yahweh como el poder de vida detrás de la nación. La narrativa de
sequía está entrecortada por dos anécdotas: La primera parte da
cuenta de dos vasijas mágicas, una cacerola de aceite que nunca
dejó de fluir y una jarra de comida que no estaba nunca vacía, y el
segundo milagro es la resucitación de un niño muerto. La sequía es
terminada por una prueba en la cual Elías, el representante
exclusivo de Yahweh, es puesto en contra de los 450 profetas de
Ba'al y 400 profetas de Asherah todo bajo el patrocinio de Jezabel y
la corte real.34 El ritual de los seguidores de Ba'al son
reminiscencias de las acciones del dios El reportadas en los textos de
Ras es-Shamra. Cuando El, el dios padre, instruido de la muerte de
Ba'al, se vistió de tela de saco, roció cenizas en su cabeza y se
acuchilló a sí mismo en un rito de luto. De modo semejante los
creyentes de Ba'al se cortaron profundamente ellos mismos y
realizaron el baile de luto en el Carmelo. Elías con palabras
burlonas, hablado cuando el sol se ponía en el cenit semejante a
llamas estos gritaban por la muerte del dios de la lluvia esperando
34
No hay forma de determinar si o no estas personas fueron seguidoras de Ba'al Melkart de
Tiro, Ba'al de Carmelo, o algún otro Ba'al. Ni puede ser sabido si un santuario a Yahweh
previamente fue construido en el Carmelo.
34
una respuesta, reflejando la muerte de Ba'al, pues Ba'al estaba en
un viaje por los dominios de Mot, el dios de muerte y esterilidad: Él
estaba "dormido".35 Elías, en un rito reminiscente de magia
compasiva36, usó agua para producir agua y el clímax de la historia
es la llegada de las nubes de tormenta y los torrentes de lluvia.
Es probable que los rituales fuesen del festival de Año Nuevo. El
Año Nuevo Cananeo comenzaba con la caída de la siembra de grano
y la resurrección ritual de Ba'al y la llegada de las lluvias otoñales37.
Es Posible que el ritual de Elías pudo haber representado en parte
el ritual hebreo del culto de Año Nuevo que también comenzaba
con la caída y era señalada con la llegada de lluvia. El mismo
combate dramáticamente demuestra la imposibilidad de concebir
simultáneamente a Yahweh como un Ba'al y deidad nacional y
como un dios fecundador o sustentador de vida, el activador de la
tierra y por consiguiente su dueño constitucional.38 Elías afirmaba
que Yahweh era el dios de Israel, responsable de todos los aspectos
del bienestar nacional, incluyendo la llegada de la lluvia
fecundadora, y era, por consiguiente, dueño de la tierra. Las
discusiones relacionadas con el fuego del cielo (el cuál fue
aparentemente un relámpago), sugiere que Elías, podría haber
vertido nafta en vez de agua sobre el altar, o las discusiones de que
alguien ayudó a Elías y en secreto encendió el fuego es infructífero y
completamente pierde el valor al acontecimiento. La historia
simboliza una lucha de poder, un punto claramente hecho por Elías:
"Si Yahweh es Dios, síganlo; Pero si es Ba'al, entonces síganlo a él”
(1Rs.18:21). Pues Elías allí no hubo elección: Su nombre, que quiere
35
"El sueño" es a menudo utilizado como un sinónimo para la muerte, cf. 1Rs. 1:21; 2:10; Ps.
13:3; Jer. 51:39, 57; Dan. 12:2.
36
La magia compasiva u homeopática opera en la suposición que "lo igual produce lo igual" y
por actuar de acuerdo a lo que se desea, o utilizando objetos parecidos a esos que serán
afectados, ciertos resultados deseados seguirán. La distinción debería ser hecha entre un rito
creído para ser automáticamente efectivo y uno que dirige una petición a un dios esperando que
algo pueda ocurrir. Cf. James G. Frazer, The New Golden Bough, ed. T. H. Gaster (New York:
Criterion Press, 1959), pp. 7 ff. and in particular Gaster's note en p. 128.
37
Cf. DeVaux, Ancient Israel, p. 190.
38
Es posible que Carmelo represente un territorio fronterizo recuperado por Israel de Tiro y el
asunto fuese sobre el control de este segmento particular de tierra. Cf. Eichrodt, Theology of the
Old Testament, pp. 314s.
35
decir "Yahweh es mi Dios," da testimonio de su compromiso. La
validez de su creencia fue demostrada en la prueba de la lluvia que
desprestigió a los profetas y sacerdotes de Ba'al y Asherah. Elías
pretendió al tomar la ventaja de seguir purgando la sangre,
afrentando a Jezabel, quien le respondió con una amenaza de
represalia.
De muchas formas se hace aparecer a Elías como un segundo
Moisés. Él escapó a la tierra salvaje para librarse de la furia del
monarca, y en el desierto Dios lo protegía. En Horeb, la montaña
sagrada de Israel, él encontró a Yahweh. Los fenómenos naturales
violentos fueron a menudo interpretados como manifestaciones de
la deidad, en particular en la tradición sureña, J, pero para Elías,
Yahweh no estaba en ninguno de éstos. En contacto íntimo
relacionándose de persona a persona, de voz a voz, manifestando en
el susurro de una suave corriente de aire,39 así habló Yahweh a
Elías. Elías fue comisionado para ungir a dos seguidores de Yahweh
para sus roles como defensores de la fe: Jehú, quien llegó a
convertirse en rey, y Eliseo (Elías), quien fue el sucesor de Elías; y
una persona extranjera: Hazael, rey de Siria. La unción de Elías
parece haber sido consumada cuando el joven discípulo recibe el
manto del profeta. Se dice que Jehú y Hazael, cada uno fue ungido
en secreto por Eliseo siguiendo la muerte de Elías.
Elías tuvo otros encuentros con la familia real de Israel. La
avaricia de Ahab, estimulada y alentada por la cruel Jezabel,
resultado de la falsa acusación y muerte de Naboth, cuya viña
Ahab codiciaba.40 Como Nathan en el tiempo de David, Elías
confrontó a Ahab con su crimen y pronunció las sentencias de
destino señalando el fin de la línea de Ahab. La subsiguiente
humillación de Ahab de sí mismo guió a Elías, de la misma forma
que Nathan, a recordar la maldición de Yahweh y transferirla a su
hijo, Ahaziah.
39
Para puede ser confundida con conciencia.
40
La negativa de vender de Naboth o intercambiar su viña refleja el significado de la herencia
de la tierra en el antiguo Israel. Cf. De Vaux, op. cit., Pp. 53ss., 166s., J. Pedersen, Israel, 1-11,
89ss.
36
Cuando Ahaziah sufrió la caída que lo incapacitó para su cargo,
la cual finalmente le causó su muerte, él envió a algunos mensajeros
a interrogar de Ba'al-Zebub, el dios sanador de las moscas en Ekron,
para preguntarle si él recuperaría su poder.41 Los mensajeros fueron
interceptados por el campeón del Yahwismo, y Elías demostró que
no había necesidad para ir a Filistea (Philistia) por oráculos, para
otorgar vida y sanidad, pues todo estaba en Yahweh.
De acuerdo con la tradición, Elías no murió fue milagrosamente
transportado al cielo en una carroza de fuego.42 El testigo exclusivo
de este acontecimiento fue Eliseo, su discípulo y su sucesor, y es
probable que a través de Eliseo y la sociedad profética que él
heredó, que las historias de Elías fuesen preservadas.43 El impacto
de la carrera legendaria de Elías fue tocar más tarde a generaciones
para quienes él se convirtió en una figura mesiánica, el precursor del
Día de Yahweh (Malaquías 4:5) o el que debió calmar la furia de
Dios y ser instrumento de la restauración de las tribus de Jacob
(Eclesiástico o Sirac, cap. 48) o el heraldo mesiánico (Lucas 1:17).44
Leer 2Reyes 2-9; 13. Eliseo es descrito como un campesino rico,
dueño de doce yuntas de bueyes que él sacrificó en una fiesta de
despedida por la partida de su casa para seguir a Elías
1Rs.19:19ss.). Los editores clarifican que él es el elegido divino para
suceder a Elías y que él heredó el carisma de Elías. Las narrativas
de Eliseo pudieron haber sido recogidas de varias fuentes y pueden
haber sido combinadas. Algunos relatos son paralelos haciendo eco
de aspectos de la carrera de Elías, y en vista de la asociación
cercana de los dos hombres, éstas no son sorprendentes. En 2Rs.4:1-
37 los cuentos de la jarra mágica de aceite y la resucitación del niño
41
Ha estado propuesto que el nombre del dios de Ekron se ha distorsionado deliberadamente y
que debería leerse Ba'al-Zebul en analogía del título "Zebul Ba'al" ("Señor Ba'al") encontrada en
los textos de Ras Es-Shamra.
42
Su traducción lo ubica en el culto de humanos que llegan a ser dioses (cf. Utnapishtim en la
Épica de Gilgamesh).
43
La carta atribuida a Elías en II Chon. 21:12ss. en la cual Jehoram de Judá fue condenado por
la apostasía es probablemente trabajo del Cronista.
44
El Nuevo Testamento indica el predominio de la creencia en Elías redivivus (cf.
Mat.11:14,16:14,17: 10ss.; Juan 1:21).
37
muerto son hazañas duplicadas de Elías con algunos detalles
añadidos. Otras aventuras de Eliseo tienen grandes énfasis en lo
milagroso y lo mágico más que cualquier cosa encontrada en el ciclo
de Elías y pueden provenir de derviches proféticos agrupados
alrededor de santuarios individuales, cada uno reclamando su
propia herencia milagrosa del profeta.45 Estas historias se refieren a
la transmisión de poder profético de Elías a Eliseo, el manto mágico
por el cual el Jordán fue dividido, la purificación de la primavera en
Jericó, y el maleficio de los niños en la Capilla para Navegantes.
Otras leyendas dan cuenta de la purificación de Eliseo de la comida
envenenada (4:38 ss.), La alimentación de 100 profetas en Gilgal
(4:42ss.), el acto de flotar el hacha de hierro (6:1-7). Aun después de
la muerte los poderes mágicos de Eliseo fueron efectivos, pues el
poder en sus huesos reanimó a los muertos (13:21ss.).
Las referencias a su papel en las historias del siglo nueve son
pocas. Él cumplió con la comisión de Elías para Hazael (8:7-15) y
Jehú (9:1-6). Sus poderes clarividentes le permitieron visualizar la
adversidad que Hazael traería para Israel. En la campaña Moabita
cuando Jehoram de Israel y Josafat de Judá determinaron de
recobrar el control de Moab, Eliseo fue consultado (3:4-27). Es
posible que sus asociaciones con Naaman el leproso (ch. 5), con los
Arameos (6:8-23) y con Hazael (8:7-15) refleja el estatus inusual de
este profeta y sugiere un reconocimiento de sus poderes
clarividentes y proféticos en ambos estados Israel y Siria.
Para el próximo siglo no hay referencias de la actividad profética
ya sea en Israel o Judá. Israel sintió la presión de los Arameos y el
poder creciente de Asiria. Judá perdió los territorios de Edom. La
tensión desarrollada en la guerra entre los reinos anteriormente
unidos. Relativamente hablando, de la mejor evidencia disponible,
el siglo parece haber sido marcado por la prosperidad. Cuando la
actividad profética posteriormente fue registrada, en las expresiones
coleccionadas por los mismos profetas – así llamados de "profetas
escritores" – un término antiguo usado por esos que creyeron que
los profetas escribieron los libros que contienen sus nombres. Es
45
John Gray, I & II Kings, The Old Testament Library (Philadelphia: The Westminster Press,
1963), p. 416.
38
ahora aparente que detrás de los escritos proféticos, como nosotros
los tenemos ahora, sean ellos muy antiguos, más pequeños,
unidades de material independiente, constando de narrativas
autobiográficas, de prosas biográficas a menudo conteniendo dichos
auténticos, y colecciones de expresiones u oráculos. A veces el
material autobiográfico y biográfico son paralelos, presentando la
misma información con diversos detalles o énfasis. Además, las
escrituras proféticas han sido expandidas por manos tardías e
incluido materiales de períodos diferentes, una cierta cantidad
puede ser fácilmente reconocida y, a veces, fechada y una cierta
cantidad forma la base de los debates de estudiosos en lo que se
refiere a su autenticidad.
Resumen
Este artículo tiene la intención de delinear la figura de la profetisa en el
Antiguo Israel, releer el desempeño de estas mujeres en la religiosidad
popular y levantar sospechas hermenéuticas sobre la “desaparición” de
estas mujeres, tanto en el profetismo en Israel como de la Biblia Hebraica.
Introducción.
Desde el inicio de la historia de la humanidad, hasta el tercer
milenio a.e.c., las mujeres poseían una prominencia social
incuestionable, siendo muchas veces divinizadas. Eran afamadas
como seres sagrados porque podían, en sus cuerpos, concebir,
generar la vida y parir la vida.
Carol Meyers nos muestra que la restricción de la participación
de la mujer en la región de Palestina, a partir del tercer milenio
a.e.c., se dio por un factor preponderante: hombres y mujeres
estaban muriendo en grandes cantidades. No sabemos si por plagas,
enfermedades, guerras, etc., y la población de la región estaba
decreciendo; el promedio de vida no pasaba de los 40 años de edad.
Este decrecimiento poblacional hace que la sociedad tome la
iniciativa de salvar a las mujeres de esfuerzos, de situaciones de
39
riesgo, y las concentre en el trabajo de la casa y de la familia, en un
ambiente que teóricamente era menos agresivo que los campos de
batalla, que ellas también acostumbraban frecuentar. En el cambio
de la Edad de Bronce Tardío a la Edad del Hierro, que corresponde
al Israel tribal, este era el escenario en la región de Canaán. Fueron
salvadas, inicialmente, por una cuestión de preservación de la
especie humana, pues si ellas morían antes de procrear hijos, la
extinción del ser humano en la región sería apenas una cuestión de
tiempo.
Con el pasar del tiempo, esta “economía de mujeres” se fue
acomodando y resultó en una desvalorización progresiva de la
mujer, desencadenando en su silenciamiento y en la restricción de su
participación en diversos segmentos de la vida de la sociedad,
principalmente en la vida religiosa. Aparentemente, las profetisas
bíblicas vivieron esta transición en carne propia y podemos percibir,
en los Profetas Anteriores, algunos indicios de este cambio desde la
prominencia hasta la restricción de sus actuaciones en diversos
segmentos, principalmente en la religión.
Sin embargo, ¿Quién fue la profetisa en los tiempos del
tribalismo y la monarquía del Antiguo Israel? ¿Qué tipo de
personas recurrían a las profetisas y cuál era su intención? ¿La
actuación de las profetisas se restringía apenas a aquellas que eran
portadoras oficiales de la denominación nebi’ah o el perfil profético
también podía ser encontrado en otro tipo de personaje femenino
que no ostentase ese nombre? O mejor, ¿cuál era la diferencia entre
una profetisa y un profeta?
La nebi’ah
La palabra nebi’ah “profetisa” es rara en la Biblia Hebraica.
Apenas seis veces aparece esta expresión en todo el Antiguo
Testamento, y se refieren específicamente a Miriam (Ex 15,20),
Débora (Jue 4,4), Julda (2Re 22,14 y 2Cro 34,22), Noadias (Neh
6,14) y la profetisa en Isaías (Is 8,3). El término puede referirse no
sólo a la profetisa en la verdadera acepción de la palabra, sino
también a la esposa (Is 8,3) y también a la poetisa (Ex 15,20).
40
El éxtasis profético en el AT está, algunas veces, ligado a la
actividad musical. Eso nos conduce a las primeras profetisas citadas
(Miriam y Débora), una del desierto y la otra de la región del norte
del Israel tribal, ambas ligadas a la música y a la poesía, como
ocurre con Eliseo (2Re 3,14-19), que es conducido a la revelación de
la palabra de Dios a través de la música.
“El ingrediente que se destaca en la profecía ejecutada por
mujeres, es la performance vinculada con la danza y con el
canto. Este medio de comunicación, con cantos y con danzas
profética de mujeres es conocido a partir de algunos textos
bíblicos: Jue 11,34; 21,21; 1Sam 18,6; Jer 31,4”.
El profetismo en Israel pasó por una profunda mutación en un
periodo de ocho siglos (1200 a 425 a.e.c.). Personajes que conducían
batallas, fomentaban la transición de poder, sometían a los
gobernantes a sus oráculos (como Samuel y Elías) se volvieron, a lo
largo de este periodo, en coadyuvantes del centralizado sistema del
templo (como Ageo y Malaquías).
En este intervalo, su autoridad sobre los reyes se fue perdiendo;
se volvieron colaboradores del rey (Natán, por ejemplo), hasta que
se estableció una total ruptura con el gobierno y el templo. Eso
aproximó a los profetas a los pobres de la tierra y de la religiosidad
popular, consecuentemente los alejó de los gobernantes. El hecho es
bastante perceptible en actuaciones como las de Elías, Eliseo,
Amós, Oseas y Miqueas, profetas de los siglos IX y VIII a.e.c.,
considerado el siglo de oro de la profecía bíblica. La cantidad de
profetas proliferó de tal forma que la profecía cayó en descrédito.
Para reconocer al verdadero profeta se debería registrar sus oráculos
y aguardar que el tiempo comprobase la veracidad de los mismos.
Las mujeres estaban ligadas al ejercicio de la religiosidad
popular; su espacio para el ejercicio de la religiosidad siempre
estuvo vinculado a la casa y a los elementos de su cotidiano,
principalmente aquellos ligados a la producción y reproducción. A
partir de los días de Josías, esta religiosidad no sólo se volvió
marginal, sino que se volvió efectivamente prohibida. Durante el
exilio, a partir de la profecía de Ezequiel, las mujeres quedaron
desautorizadas por el oráculo del profeta. Se percibe, entonces, que
41
el descredito por el cual la profecía bíblica estaba pasando golpeó de
lleno a las mujeres, puesto que el periodo y los eventos coinciden.
Con eso, es necesario que nuestro análisis sobre la profetisa no se
limite sólo a aquellas que poseían el título de nebi’ah, sino que
debemos preguntarnos también por las ‘pistas proféticas’ en otras
mujeres dentro de los Profetas Anteriores. El profeta típico de
Israel se identifica como la persona con quien Yahvé habla a través
de sueños, visiones y oráculos, y los medios de transmisión de esta
palabra se dan a través de la palabra del propio profeta o por la
dramatización de acciones simbólicas.
Sin embargo, las profetisas de este bloque de la Biblia Hebraica
no presentan esta delimitación tan determinante en sus actuaciones.
Al mismo tiempo que tales mujeres son raras en el texto bíblico,
ellas demuestran una actuación envuelta con otro tipo a
actividades, más allá de las propiamente proféticas. La profetisa no
tiene un formato muy definido. Su actuación se da a través de las
acciones cotidianas, a la sombra de una palmera, en las
‘confecciones de ropas’ de Jerusalén o incluso en la ventana del
palacio real… Pero, ¿cómo aparecen?
Comencemos por las mujeres literalmente llamadas nebi’ah en los
Profetas Anteriores: Débora y Julda.
46
anterior, el texto atribuye la ley como entregada al pueblo a través
de sus siervos, los profetas (2Re 17,13). Este vínculo de la ley con la
profecía, ya en los días de Ezequías, era bastante significativo.
Ahora, con Julda ello es incuestionable, siguiendo la sospecha de
Gallazzi.
El ‘poco caso’ de Julda con la persona del rey bien nos recuerda
las palabras de Elías, Eliseo y Amós, importantes profetas de norte,
durante los siglos IX y VIII. ¿Por qué el tenor de la palabra
profética de Julda tiene esa insolencia para el rey, ese ‘acento’ tan…
norteño?
“Julda está totalmente ligada a su papel impopular. Ella es
absorbida en los asuntos de estado porque provee un oráculo a
los emisarios del rey y lo hace directamente y sin recelo. Sus
palabras proveen la destrucción de Jerusalén y, por lo tanto, el
propio Josías moriría en paz (…) la no realización de la parte
final de la profecía de Julda la marca como una genuina
predicación política, ocurrida antes de los hechos a que se
refiere”.
Este camino por la ocupación, por el barrio, por el ‘acento’ y por
la credibilidad de Julda, nos muestra, en un material literario
menor que el de Débora, una profetisa mucho más ‘elaborada’.
Débora pertenecía al momento en que los profetas actuaban en la
política, periodo pre-monárquico. Julda pertenecía al momento
opuesto: el de la consolidación de la monarquía, y en esos días la
figura del profeta estaba muy despreciada frente a sus gobernantes.
Julda vivió en un momento de descrédito de la profecía, un tiempo
en el cual proliferaban falsos profetas en el nombre de Yahvé. Pocos
eran aquellos a los que se le podía consultar y confiar una palabra
de Yahvé, y Julda fue una de esas referencias.
Conclusión.
Este breve panorama en las acciones de Débora y Julda, en las
pocas pistas que el texto bíblico nos deja, nos muestra a las
profetisas con aspectos bien diferentes a los profetas. Cuando
observamos la delimitación de la actuación del propio profeta, nos
47
preguntamos qué hacían estas mujeres para ser catalogadas como
profetisas.
Sin embargo, hay algo en común entre Débora y Julda. Ambas
actúan a través del consejo en medio del pueblo y para fines
específicos. No hay oráculos proféticos proferidos por Débora y
Julda, sino confirmaciones de la voluntad de Yahvé para una
batalla o confirmaciones de los aspectos de la ley y de la alianza en
el Deuteronomio, que son confirmados por dichas mujeres,
mediante consulta de las personas que a ellas se dirigen.
Eso nos sugiere que, probablemente, la profetisa no era una
vidente o una personalidad exótica, o que necesitaba desdoblarse en
ambiciosas acciones simbólicas para ser canal del mensaje de Dios.
Ellas eran consejeras. Eran consultadas. El pueblo se dirigía a ellas
para pedirles consejos, para juzgar causas, para confirmar leyes.
Esta perspectiva nos lleva, entonces, a una actuación más
amplia de las mujeres, al lado de los líderes hombres, sirviendo
como consejeras o como aquellas que profieren la palabra final de
Yahvé sobre determinado proyecto.
Obviamente, del mismo modo que las profetisas eran
consultadas, otras mujeres también eran consultadas, y al proferir
palabras que se cumplían y se transformaban en verdaderas
profecías, causaban tremendo efecto. Uno de esos casos sería el de la
propia Mical. Sus palabras bien pudieron haber causado enorme
efecto en la restante historia de David. También tenemos a la mujer
de En-Dor. Es posible, incluso, que las profetisas hayan sido
calificadas como falsas portavoces de Yahvé por transmitir sus
consejos a través de prácticas sincretistas que mezclaban la
orientación de Yahvé con magia y otros rituales presentes en la
religiosidad popular, pero plenamente condenados, no sólo por el
Deuteronomio, sino también por la reforma religiosa de Josías que
se suscitó después de descubierta la ley. O sea, no se sometían a los
formatos impuestos por el modelo religioso de preeminencia
masculina.
Nuestra sospecha es que, de alguna forma, las profetisas fueron
asemejadas o colocadas en la misma categoría que todas las mujeres
que eran ‘consultadas’ por el pueblo para recibir consejos de ellas.
48
Las profetisas desaparecerán de la historia en el mismo momento en
que el modelo oficial de profecía se definió como masculino.
Cuando Deut 18,9-22 describe al verdadero profeta, es un nabi’,
nunca una nebi’ah. Con eso se excluye cualquier posibilidad de
actuación de la mujer en una función como ésta.
Tiene sentido que Julda sea la última profetisa reconocida en
Judá. A partir de la aplicación de esta ley, hasta la propia Julda,
que le dio confirmación teológica, quedó desautorizada, ¡suerte de la
que ella habló aun antes de que se aplicada! “Todas las prácticas
que estaban fuera de la mirada y alcance de la mano oficial fueron
rechazadas y puestas en el ámbito proscrito de la deslegitimación”.
Más allá de sus esquinas, sus cuartos mal iluminados, en sus
tiendas quemando incienso, en el campo donde se recoge espigas, las
mujeres continúan siendo buscadas para dar consejos. ¡Y los dan!
Quién sabe en qué momento del curso de la historia acabó siendo
modificada la causa de las personas que seguían los consejos de
dichas mujeres. Al final, ¿quién consigue callar la boca de una
mujer?
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49
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Rapids: Baker,1980, p. 528.
Elaine G. Neuenfeldt, Práticas e experiências religiosas de mulheres no
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em Israel, p. 101-110.
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Paulo: A Girafa, 2003, p. 329-333.
Sandro Gallazzi, “Por que consultaram Julda?”, p. 38-46.
50
Sandro Gallazzi, “Por que consultaram Julda?”, p. 39.
Diana Edelmann, “Julda, a profetisa de Yhwh ou de Aserá?”, p. 316.
Athalya Brenner, A mulher israelita, p. 84.
Esa fue una consideración importante hecha por Milton Schwantes: si las
palabras de Mical no fueron, en cierto sentido, proféticas en cuanto el
desdoblamiento complicado en la historia de la sucesión del trono en Judá,
y si lo que ocurrió con David después no hubiera sido una consecuencia del
desprecio que tuvo con ella. Este es un asunto a ser desarrollado en otro
momento, pero queda aquí la sospecha como motivación para nuevas
investigaciones.
Elaine G. Neuenfeldt, Práticas e experiências, p. 107.
Cuestionario de la Unidad Nº 1.
1.- ¿Cuál es la principal dificultad que presenta el término Nabi’ en el
Antiguo Testamento?
2.- ¿Con qué raíces verbales identifica Gesenius el término Nabi’?
3.- ¿Cómo describe y relaciona Albright el término Nabi’?
4.- ¿Cuál es la diferencia entre un Nabi’ y un Ro’eh o Hozeh?
5.- ¿Qué distinciones ha hecho El Antiguo Testamento entre estos
términos?
6.- ¿Cómo se relaciona la profecía con el culto en Ugarit?
7.- Describa la hipótesis de Hölscher frente a la función profeta – culto en
Israel.
8.- Describa la hipótesis de Harrison frente a la función profeta – culto en
Israel.
9.- Describa la teoría de A. Haldar sobre la función profeta – culto
respecto de los profetas clásicos.
10.- ¿Cuál es su opinión respecto a la relación entre profetas videntes y
profetas clásicos?
11.- ¿Cuál sería la causa histórica de la desaparición de las mujeres
profetisas?
51
Unidad N° III:
LA PROFECÍA EN EL ANTIGUO CERCANO ORIENTE.
Objetivo de la Unidad:
Conocer las principales manifestaciones de los fenómenos considerados
como 'proféticos' en las religiones del Antiguo Cercano Oriente: Egipto y
Mesopotamia.
Introducción.
Con relación al fenómeno profético, Israel, tiene un lugar especial
dentro del mundo del Antiguo Cercano Oriente. Debido a la
cantidad de textos proféticos y a la forma y contenido de la
profecía, el profetismo israelita es un fenómeno único y sin
comparaciones.
Sin embargo, los arqueólogos encontraron textos que reflejan la
existencia de un fenómeno más o menos similar en todo el Antiguo
Cercano Oriente. Aunque existen diferencias radicales con el
profetismo clásico israelita, al menos en su forma inicial existen
similitudes. Los arqueólogos encontraron textos de origen profético
en: Egipto, Mesopotamia, Ugarit, etc. Los que reflejan
posiblemente un fenómeno parecido en otras parte del mundo del
Antiguo Cercano Oriente.
La preocupación por conocer estos antiguos textos e indagar sus
posibles influencias en la profecía de Israel está en el hecho de que
conociendo el origen de un fenómeno, éste puede ser comprendido
mejor. Según la opinión de Ellermeier: “Un fenómeno histórico
puede ser captado adecuadamente sólo cuando se aclaran sus inicios,
lo que también es válido tratándose de la profecía"46.
En estos textos se menciona a hombres que actúan como
portavoces de sus dioses y que están relacionados con el culto, y son
portadores de un mensaje para un determinado rey. Muchas veces
estos hombres estaban vinculados con un santuario, es decir eran
46
Ellermeier, Mari, p.ll. Citado por: L. Alonso Schokel - J.L. Díaz, Profetas. Vol.I, p.26.
52
profetas profesionales que vivían de un salario pagado por el rey y
eran servidores del culto. En otros documentos encontrados, los
textos hablan de un joven que alcanza un estado de éxtasis y
entonces profetiza.
También encontramos textos similares en tablillas con jeroglifos
egipcios, en donde se habla acerca de sabios que dirigen sus palabras
al rey criticando la mala acción política-económica del Estado.
Aparte de este tipo de textos con una marcada crítica social,
encontramos textos en Mesopotamia, los que tienen que ver con
actividades tales como: la adivinación, con presagios, con auspicios
divinos, etc.
Pero aquí no estamos interesados en analizar la profecía extra-
bíblica como un fenómeno independiente, sino más bien,
intentaremos realizar una comparación entre ambos fenómenos
proféticos, intentado descubrir alguna influencia del profetismo
extra-bíblico en el desarrollo de la profecía israelita.
Nuestro interés está centrado en el estudio de la profecía israelita
del Antiguo Testamento, es decir, como fenómeno que
prácticamente nada tiene que ver con la adivinación o con el
predecir el futuro. Recordemos que la práctica de la adivinación
quedó prohibida en Israel, después del reinado de Manases; y esto
quedó formulado en forma muy rígida en la Obra Historiográfica
Deuteronomista (O.H.D.), en donde la contraposición entre la
idolatría y la centralización del culto jugó un papel predominante.
Por ejemplo, compare el texto de Deuteronomio 18:9-22.
Veamos algunas características globales del profetismo fuera de
Israel:
III.1.- Egipto.
En esta región, se han encontrado muchos documentos muy
antiguos relacionados con el fenómeno profético, aunque con
características muy particulares y diferentes a las de la profecía
israelita. Pero hay dos textos que son importantes de comparar,
pues están dentro del género literario de la sabiduría, nos referimos
53
a: 'Las Admoniciones de Ipuwer', un papiro egipcio conservado
actualmente en el museo de Leida y, los 'Textos de Nefer-rohu'.
El primero en identificar a Egipto como la cuna del profetismo
israelita fue el arqueólogo H.O. Lange (1903), pero investigaciones
posteriores sólo revelaron un lejano parecido, muy común en las
culturas del Antiguo Cercano Oriente.
47
Bonnet argumenta que: "Se corre el peligro de empobrecer el contenido del ideal mesiánico,
reduciéndolo al ideal político enmarcado en el futuro. Los que allí hablan, simplemente no son
profetas. Estamos frente a tres sabios que manipulan la sabiduría secreta que les permite entrar
en el futuro, pero son incapaces de desprenderse del círculo temporal." Citado por: L.A. Schökel
- J.L. Sicre. Op. Cit., p.27.
48
Sellin, Prophetismus, p.234. Citado por: L.A. Schökel - J.L. Díaz, Op. Cit., p.26.
49
Fischer, Weltgeschichte, Die Altorientalische Reiche I, pp,3l8.
55
muy deteriorado. El texto describe la situación del así llamado
interregno (interregnum, es decir la época entre las dos distintas
dinastías); el primer interregno abarca desde el período más o menos
del 2200 al 2040 a.e.c, en la VII a la X dinastía. Una época muy
turbulenta de la cual sólo tenemos informaciones mediante un
escrito llamado: 'Admoniciones de un Sabio Egipcio'50. El texto dice
así:
"Así es: la peste atraviesa el país y hay sangre por doquier...
El país da vueltas como el disco del alfarero;
El bandido acumula tesoros...
Así es: la risa ha desaparecido, nadie sonríe; '
La tristeza recorre el país, mezclada con las lamentaciones.
Así es: los mayores y los pequeños dicen que preferirían estar muertos;
Los niños de pecho exclaman:
¡Ojalá no me hubieran dado la vida!
Mirad: el fuego aumenta, su llama se eleva contra los enemigos del país...
Mirad: el que había sido enterrado como un Horus, ahora, quedará en el ataúd;
Lo que cubría la pirámide quedará vacío...
Mirad: los poderosos del país ya no les dan las noticias de sus súbditos;
Todo camina hacia la perdición...
El Delta llora...
Aparte de la literatura sapiencial (proverbios de Amen-em-ope, y
otros) que merece una discusión aparte y forma un género literario
en sí, los textos de Nefer-rohu y de Ipuwer son los únicos textos
egipcios, hallados hasta este momento, que muestran cierto
parentesco con distintos textos proféticos del Antiguo Testamento.
Sin embargo, según la opinión del biblista holandés Hans de
Wit51, no sería correcto identificar estos pasajes como textos
eminentemente proféticos, así como lo hace por ejemplo Neher,
quien los clasifica como textos 'escatológicos' y de 'profecía política'.
Por otro lado, Th.C. Vriezen concibe a los llamados textos
proféticos egipcios de la siguiente forma:
50
comp. Fischer. Op. Cit-, p,294s. y Neher, Op. Cit., p.23s.
51
Hans de WIT, Proclamación Prof'ética. Texto de Estudio. C.T.E., Santiago de Chile, 1982.
Circulación Restringida. p.6.
56
"En Egipto apenas se puede hablar de 'profetismo'. Algunos egiptólogos
están inclinados a negar la existencia de textos proféticos de todos modos (por
ejemplo A. De Buck). Respecto al libro sapiencial de Neferty (Nefér-rohu)
se trata más bien de género sapiencial que de profetismo.
Si bien esta literatura tiene una pseudo forma profética de predicción, de hecho
su contenido ha sido pedido prestado a la historia y no tiene la intención de
adivinar el porvenir, sino más bien de dirigir una admonición... al rey. Los
textos egipcios pertenecen a otro orden que la proclamación profética en el
mundo semítico, la cual estriba en la experiencia de la revelación
divina del profeta."52
Sin embargo, hay semejanzas entre los textos egipcios que
describen el caos inicial y la decadencia del reino y unos textos
bíblicos tales como: Is. 3:4s.; Miq.7:2s. Los teólogos españoles L.A.
Shökel - J.L. Díaz en su obra "Profetas", Volumen I, describen las
diferentes posiciones de los investigadores tanto a favor como en
contra de una vinculación del profetismo egipcio con el israelita.
Ellos terminan el tema citando la opinión de Bonnet quien reconoce
el término equívoco de la profecía egipcia, el que podría reducir el
ideal del mesianismo a una mera ideología política53 .
III.2.- Mesopotamia.
La literatura de la antigua Mesopotamia nos ofrece un
acercamiento mucho más estrecho con la literatura profética. Muy
conocidos son, sobre todo, los descubrimientos de los textos de Mari
(tablillas de arcilla con escritura cuneiforme). Esta ciudad alcanzó
su cénit muy poco antes del reinado del rey Hamurabi en Babel,
alrededor del año 1700 a.e.c.
Aquí nos interesan especialmente cinco cartas en que se habla de
tres tipos de profetas: El primero, es un hombre llamado por su
nombre: Malik-Dagan (Dagan en hebreo significa trigo). El
segundo, tipo es un representante de la planta sacerdotal asimismo
llamado de Muhhum, en su forma femenina Muhhutum (según
Neher, Schökel: Mahhú), un profeta extático, su título significa
literalmente: que entra en el cielo, aunque la palabra también
52
Th.C.Vriezen, Godsdíenst van Israel. p.l65s.
53
Bonnet, Reallexikon, p.609. Citado por: L.A.Schökel - J.L. Diaz, Op. Cit., p.27.
57
significa 'loco'. El tercero, es un personaje llamado ‘Apilum’, el que
literalmente se traduce por "el que responde". Todas las cartas datan
de la época del rey Zimrilim, alrededor del 1700 a.e.c,
contemporáneo de Hamurabi de babilonia.
La primera carta es importante, pues relata la revelación de un
dios a un hombre que no es sacerdote, a través de sus sueños. Este
dios se llama Dagán y el mensaje tiene como destinatario al rey
Zimrilim. Ahora bien, se desarrolla el siguiente patrón literario en
esta carta: Se rebeló contra el rey una cierta tribu llamada
"Benjamini". Cuando el rey mandó a algunos súbditos al santuario
del dios Dagan, dándole informaciones sobre la rebelión, el mismo
Dios le ayudará al rey en su lucha contra los rebeldes. Se recibe la
palabra divina a través de un sueño la que es dirigida a un hombre
que no es un sacerdote. La carta lleva el carácter de una admonición
y tiene una meta política.
El segundo conjunto de cartas hablan de un cierto sacerdote
llamado Muhhum. 'Las profecías' tratan de asuntos político-
militares. Los sacerdotes muhhum están vinculados con el santuario
del dios Dagan. Lo especial de estas cartas es que su forma es muy
similar a las formas proféticas del Antiguo Testamento. Los
oráculos adivinatorios y toda clase de rituales similares son
ordenados por el dios, quien los dirige al rey. Además las cartas usan
términos tales como: "Así el dios XXX me ha enviado". Y el dios los
envía con las palabras; "Ahora, vete, yo te he enviado, de este modo
hablarás...".
Esta terminología se encuentra muchas veces en el Antiguo
Testamento. Normalmente el profeta veterotestamentario anuncia
su mensaje con las palabras: "Así habla Jehová" (uhwhy rma ak).
Pues, ellos son mensajeros de Yahweh y anuncian su mensaje de ese
modo.
Los profetas de Mari, los muhhum, muestran en múltiples
aspectos semejanzas con el profetismo extático. El muhhum es una
persona que 'sale de sí mismo', tal como se relata la función del
Nabi’ en Israel, ver por ejemplo en 1 Samuel a los grupos de profetas
extáticos. Por lo tanto, las cartas de Mari son importantes para
nuestra investigación.
58
El tercer tipo de cartas describe a un cierto tipo de sacerdotes
cuya función no es tan clara; puede ser también un tipo de
sacerdote el cual está relacionado con el templo o el culto. La
importancia del título intenta describir a una persona que actúa
como intermediario entre sus dioses y el pueblo o el rey. Tal vez fue
su tarea principal la de 'cuidar los oráculos'.
En todo caso podemos decir que el fenómeno de mensajeros
divinos, los que reciben un mensaje de sus dioses para el rey, no es
desconocido en Mesopotamia.
La llamada profecía mesopotámica, apoyada generalmente sobre
pocos textos en literatura acadia, son descripciones de reinados de
monarcas anónimos, presentados en forma de predicciones. Estos
reinados reciben la calificación de 'buen tiempo' o 'mal tiempo'.
Lamentablemente, aunque se asuma que los muhhu o mahhü hayan
experimentado experiencias de éxtasis, son figuras poco claras para
precisar alguna influencia sobre la profecía israelita54.
III.3.- Ugarith/Fenicia.
De esta área del Antiguo Cercano Oriente se ha encontrado una
carta que tiene un gran parecido con el profetismo israelita. Se trata
del famoso relato del viaje de Wen-Amón que data del siglo XI
a.e.c. Pues, nos cuenta sobre el éxtasis de un joven, es decir de una
persona que sale de sí mismo55 .
Wen-Amón, un funcionario egipcio, efectúa un viaje a Fenicia
desde Egipto. Su objetivo es conseguir madera del Líbano para la
armazón de la barca de Amón-ra, rey de los dioses. Carentes de
dinero, ofrece en compensación las bendiciones del mismo Amón,
cuya estatuilla lleva consigo, cuidadosamente guardada. Mal
recibido en Dor y en Tiro, Wen-Amón llega finalmente a Biblos. El
rey de esta ciudad tampoco se muestra muy amable con el sacerdote
egipcio, y dio la orden de que él abandone el puerto de Biblos. Pero
54
L.A.Shökel - J.L. Diaz, Op. Cit., p.27.
55
Cf. NEHER. Op, Cit., p.32s.
59
un incidente religioso provoca un cambio y un desenlace totalmente
contrario a la voluntad del rey.
"Mientras el rey sacrificaba a sus dioses,
el dios se apoderó de uno de los jóvenes nobles,
lo derribó en medio de convulsiones,
y dijo: Trae acá al dios, mandad a buscar al mensajero de Amón,
que lo posee...' Mientras el joven se hallaba convulsionado, aquella noche
encontró un barco que partía para Egipto..."
En cierto sentido la actuación de este joven es auténticamente
profética, porque este mensaje contiene una orden divina, la cual va
contra la voluntad del rey.
La semejanza con los textos proféticos del Antiguo Testamento
no es tanto por el estado de trance del joven, aunque tiene sus
paralelos en la profecía israelita también, sino mas bien por el hecho
de que la orden del rey es cambiada por una voluntad divina, a la
cual el monarca debe someterse.
Según las observaciones de Ramlot, se conoce poco de la
civilización cananea a través de los textos encontrados, incluso en la
misma Biblia la información es poco clara sobre el fenómeno del
profetismo en éxtasis. Por lo tanto, no se puede cometer el error de
explicar lo más conocido (el fenómeno profético israelita) partiendo
de lo menos conocido56.
56
Citado por: L.A. Shökel - J.L. Sicre., Op. Cit., p.29.
60
En cuanto al Antiguo Cercano Oriente, los ejemplos
mencionados anteriormente son los más conocidos. Aparte de estos
ejemplos, tenemos el oráculo de Nur-Sin, de la ciudad de Mari.
57
En esta línea destacamos a: Nötscher, Westermann, Scherer. Citados por: : L.A.Schökel -
J.L.Sicre., Op. Cit., p.27.
58
M, Noth, Historia de Israel, p.237, 242.
59
Transliteración de G. Dossin's en su original francés: La Divination en Mésopotamie ancienne,
1966, p.7l.
61
Después que yo le restauré en el trono de la casa de su padre, Yo
nuevamente le he dado una residencia.
Ahora, después de haberle restaurado en el trono de la casa de su padre,
15 Yo tomaré de él un Estado.
el no dará (el estado),
¿No soy yo maestro del trono, territorio y ciudad?
Lo que yo he dado, Yo lo tomaré sin cesar.
Si (el lo hace) de otra manera,
y satisface mi deseo, Yo le daré trono sobre trono,
20 casa sobre casa, territorio sobre territorio, ciudad sobre ciudad.
Y yo le daré la tierra
de la sublevación a su puesta (de el sol)."
Esto es lo que el adivinador-ápilü dice, y en los oráculos
25 esto "levantan" constantemente. Ahora, por otra parte, el
adivinador-apilum de Adad,
Señor de Kallassu,
está de pie vigilando sobre la tienda-altar de Alahtum (es) un estado.
Mi señor conoce esto. .
Anteriormente, cuando yo era residente en Mari,
30 cada palabra del adivino-ápilum o adivino-ápiltum me decía, yo
informaría otra vez al señor.
Ahora que yo estoy viviendo en otra tierra,
esto que yo oí y de lo cual ellos me dijeron,
¿Yo no comunicaría a mi Señor?
60
Schökel-Sicre, Op. Cit-, p.28. Seguimos un resumen cercano de estos autores en la
comparación de las similitudes y diferencias ambos fenómenos proféticos.
62
Existe una clara diferencia entre el contenido, el anuncio de los
profetas de Israel es inconfundible y muy distante de la
proclamación de los mensajeros de Mari. No se observan
acciones simbólicas en Mari.”
Sin embargo, las diferencias se hacen más marcadas que las
similitudes entre ambos fenómenos proféticos. Los profetas
israelitas no interpelan solamente al rey, es el pueblo entero el que
queda comprometido. El profeta israelita no se conforma con los
cambios exteriores, pues exige una transformación interior
(conversión), manifestada a través de un amor solidario a los más
débiles de la sociedad. Mientras en Mari las exhortaciones éticas de
los dioses se vuelven impotentes frente a la insensibilidad del
estado; en cambio los profetas israelitas desafían todo el pueblo a
enfrentar el cambio, desde los más importantes hasta los más
humildes, enfrentan al hombre con toda la realidad de su pecado y
con la degeneración crónica que amenaza todo su destino. El
profeta de Israel tiene conciencia de que con su denuncia está
arriesgando su vida, Aquello que en Mari fue, tal vez, un fenómeno
episódico, en Israel se convierte en una corriente profética que
perduró por muchos siglos.
A modo de síntesis61, el estudio del fenómeno profético en el
Antiguo Cercano Oriente trajo para la ciencia bíblica beneficios
limitados; debido a que el material de la historia de las religiones es
muy fragmentario, divergente y no explica el fenómeno profético
totalmente ni tampoco llega a clarificarlo. Entre los diferentes
autores y estudiosos del tema existen muchos desacuerdos en
precisar qué es lo característico del fenómeno profético: para
algunos lo importante en la profecía es el rapto en éxtasis; para
otros la predicción del futuro; para otros es el 'habitus' de anuncio
religioso. El mismo desacuerdo se refleja en los egiptólogos, en
donde los principales diccionario evitan dar una definición a la
expresión 'literatura profética'. Existen otros que incluso prefieren
negar cualquier influencia cultural en la profecía, manteniendo en la
oscuridad las primeras épocas de la profecía israelita.
61
Seguimos un resumen cercano de Schökel y Sicre, Op. Cit., p.30.
63
III.5.- Las Personas Inspiradas de los Pueblos.
Fenomenología de la Adivinación.
La Adivinación como componente de toda Religión, implica tres
aspectos: Saber, Poder y Destino. Además de los ejemplos
mencionados, también son conocidas todo tipo de personas
religiosas o inspiradas. De ahí la importancia de analizar el
comportamiento de algunos de estos personajes inspirados.
En cualquier pueblo el hombre se preocupaba por conocer los
designios divinos, y por ello en cualquier cultura hay personas que
se prestan para hacer de puente entre la divinidad y los hombres.
Son las personas llamadas 'inspiradas'. Según las descripciones
aportadas por José Severino Croatto, podemos mencionar,
brevemente, los siguientes tipos62:
III.5.1.- El Chamán (chamanismo).
Fenómeno descubierto en el centro de Asia, entre los pueblos
llamados uro-altaicos, eran hombres elegidos o vocacionados para
ser intermediarios entre los espíritus y este mundo. Según Croatto,
hay en esto un parecido con algunos aspectos del profetismo bíblico.
Estos entraban en éxtasis y sabían interpretar los mensajes divinos.
En sus éxtasis 'viajaban a menudo al cielo'. El chamanismo era una
profesión.
62
José Severino Croatto, Curso de Exégesis del Antiguo Testamento. Profetas, Apuntes de Clase.
Fondo de la Comunidad ISEDET, Buenos Aires, 1974. pp. 1, A-2. Seguimos un resumen cercano
de este autor argentino. Nos llama la atención que el autor inicia el análisis del fenómeno profético
extra bíblico, partiendo de un análisis de la 'fenomenología de la adivinación', aspecto que no es
considerado por los autores europeos y norteamericanos. Este acercamiento fenomenológico nos
otorga una poderosa herramienta hermenéutica para la comprensión del profetismo extra-bíblico y
bíblico.
64
comunidades en especies de conventos y tenían un jefe. Según
Croatto, hay en esto una similitud con los Bene-hannebi'im del
Antiguo Testamento.
III.5.3.- El Kähin.
Originario del mundo pre-islámico. Por su etimología la palabra
kähin significa: inspirado por los espíritus'. Esta persona religiosa
transmitía fundamentalmente oráculos y adivinaciones. Pero
también, a veces, el kähin desarrollaba otras funciones, tales como:
un taumaturgo (milagrero), otras de sacerdote, de juez y de
consejero en situaciones críticas
III.5.4.- El Payé.
Es un fenómeno típico de algunas tribus indígenas precolombinas
de América Latina. El payé es una especie de Chamán; actualmente
todavía sigue vigente en la tribu Desana, en Venezuela, la que ha
sido descubierta hace muy poco, tribu que posee una serie de mitos
muy hermosos. Ellos también tienen su Chamán, su intermediario.
Lo interesante es que él está compenetrado por la luz de la vía láctea,
que tiene un simbolismo muy especial.
III.5.5.- La Machi.
Personaje típico del pueblo Mapuche, generalmente una
actividad desarrollada por una mujer, la que desempeña múltiples
funciones en medio de la tribu: taumaturga especialmente
involucrada en adivinar el futuro de la persona, curandera y
sacerdotisa. A través de la música esta persona se introduce en el
trance extático y recibe la visión de los dioses, conociendo así la
voluntad de éstos sobre la persona que consulta su ayuda.
Todos estos personajes mencionados son, generalmente, videntes
en éxtasis, los que por su actividad y trabajo con lo religioso saben
más de lo divino que el resto de las personas de su aldea. Ellos se
convierten en los intermediarios entre lo divino y el pueblo, y la
adivinación es solamente una parte de su oficio. La adivinación es
fenómeno realmente universal, se le encuentra en todas las
65
religiones. Su importancia radica en dos razones fundamentales: 1)
El hombre siempre quiso saber algo sobre su destino, es decir, la
limitación del saber humano hace recurrir a otras esferas donde se
distribuye la suerte del hombre. 2) El conocimiento siempre está
relacionado con el poder, el conocer otorga poder.
Los dioses de la sabiduría son los que enseñan la 'civilización y la
técnica', herramientas que permiten desenvolverse mejor en el
mundo. Para el hombre antiguo conocer el futuro era algo
imperioso e importante para su vida, pues de esta manera se
estructuraba y planificaba sus objetivos, aunque en las religiones
naturales su destino estaba escrito y no lo podía cambiar sin el
consentimiento de sus dioses. En el panteón de las religiones
naturales se destacan los dioses: De la fecundidad o de la vida, los
dioses del conocimiento (de la técnica, los 'Prometeos'); los dioses
creadores son los dioses del orden (civilización) la que surge como
una superación del 'caos'.
Dentro de los dioses del conocimiento, también existen algunas
deformaciones típicas del conocimiento, tales como:
El Ritualismo. En donde el hombre domina los ritos y gestos,
y asume que es el gesto correcto el que produce el efecto
anhelado. Por ejemplo, los brahmanes de la India.
La Gnosis. Muy frecuente en la religión griega como pseudo-
cristiana, aquí el hombre se siente salvado por que conoce
cuál es su identidad y su destino. También en la India los
Brahmanes sienten que llegando a un determinado estado de
perfección ya no necesitan más de la ética ni de cualquier otra
cosa.
El Fariseísmo. El Fariseo es el que conoce la Torah, la Ley,
tanto escrita, como su tradición y su espíritu. El Fariseo sabe
cuando cumple o no cumple la ley, es decir, sabe cuándo es
justo, aquí la justicia pasa a depender de determinados actos,
pero no de Dios.
Según José S. Croatto, estamos ante un fenómeno antropológico,
ante una necesidad de conocer que va a ocurrir con nuestras vidas
en un futuro cercano:
66
“todo esto parte de la necesidad que tiene el hombre de conocer
y de ligar la salvación al conocimiento. En todas las culturas
aparece el problema del conocimiento ligado al problema del
poder, y una manera de obtener poder o conocimiento es a
través de la adivinación"63.
En el caso de religión judía, el llamado ‘pecado original’ descrito
en el libro de Génesis, capítulo 3, la desobediencia de Adán y Eva
consiste en haber encontrado el fruto de 'la ciencia del bien y del
mal' apetitoso para comer y adquirir un 'conocimiento' similar al de
Dios.
Hay indicaciones en el Antiguo Testamento que 'el vidente' ro'eh
(haro) y hozeh (hcWOx), tenía antiguamente también el rol del
profeta. A veces el profeta y el vidente son mencionados de una
misma forma como si se tratara de la misma función. Tal vez 'el
vidente' haya sido originalmente la persona que cuidaba o 'daba' los
oráculos. Hay varios paralelos en el mundo árabe de 'videntes' que
cuidan los presagios y predicen el futuro a base de determinados
signos, como son: el vuelo de las aves, las vísceras de animales;
exactamente como el härû en Mesopotamia.
Veremos a continuación que en Israel se desarrollaba
paulatinamente otro concepto de profetismo. En el comienzo el
profetismo en Israel mostraba muchas semejanzas con el fenómeno
del 'vidente', más tarde - desde el siglo X y IX - se efectúa una
especie de separación de ambas funciones y el profeta va
desarrollándose hasta identificarse como el portavoz de Yahweh y
paso a paso el fenómeno de la adivinación pierde su importancia en
forma casi total.
Como vimos anteriormente, sólo en Mari se ha descubierto -
hasta ahora- algo que podría tener algún parentesco con el
profetismo de Israel. Por lo tanto no es una exageración, tampoco
una sobreestimación del profetismo bíblico decir que es un fenómeno
sin igual, no sólo respecto a la cantidad, sino también, como veremos
más adelante, en cuanto al contenido y 'calidad'.
63
José S. Croatto, Curso de Exégesis del A.T. Profetas., p. A-2. Mecanografiado, (circulación
restringida).
67
Cuestionario de la Unidad Nº II.
1.- Describa las características del fenómeno profético de Egipto.
2.- ¿Qué similitudes y diferencias existen entre el profetismo egipcio y el
profetismo israelita?
3.- Describa las características del fenómeno profético de Mesopotamia.
4.- ¿Qué similitudes y diferencias existen entre el profetismo mesopotámico
y el profetismo israelita?
5.- Describa las características del fenómeno profético de Mari.
5.- ¿Qué similitudes y diferencias existen entre el profetismo de Mari y el
profetismo israelita?
7.- Describa las conclusiones que la ciencia bíblica ha ganado con el
estudio de los orígenes del profetismo en Israel.
8.- Describa las funciones de los siguientes intermediarios religiosos:
Chamán, Dervichismo, Káhin, payé, la machi.
9.- ¿Por qué razón el ser humano acude a los personajes religiosos para
conocer su destino?
10.- Mencione algunas características de la religión judía con respecto al
'Dios del conocimiento'.
68
Unidad N° IV:
HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN DE LOS LIBROS
PROFETICOS.
Objetivo de la Lección:
Conocer los principales avances de la Ciencia Bíblica, en el siglo XX, en
torno al estudio y comprensión del profetismo bíblico.
Comprender el desarrollo, transmisión y formación de un libro profético.
Distinguir los géneros literarios relacionados con el profetismo clásico.
Identificar los enfoques de estudios sobre el fenómeno profético.
69
Se descubrió rápidamente, que tras cada libro profético, existe
una persona de carne y hueso (el profeta), o hasta más de una
persona (grupos o discípulos del profeta). Por lo tanto, en la etapa
que precedieron a estos descubrimientos, toda la atención estuvo
dirigida sobre la persona del profeta, su carácter y el trasfondo
histórico de los distintos profetas.
Se originó, pues, una verdadera búsqueda de las palabras
auténticas del profeta, a base del descubrimiento que casi cada libro
profético contiene material auténtico (del profeta mismo, de quien el
libro lleva su nombre) de lo que no era auténtico, material que llegó
a ser sinónimo de 'no interesante'. Eso quiere decir, pues, que se
consideraban los libros proféticos, - y solamente los pasajes
auténticos -, como obras humanas, palabras derivadas directamente
de hombres, teniendo cada uno que ver con la revelación divina.
Mucho más interesante que algo como la revelación divina en los
profetas, era el estudio del trasfondo histórico y del aspecto
religioso-histórico del fenómeno profético.
En otras palabras: la pregunta principal fue: ¿el profetismo
veterotestamentario era un fenómeno sin igual en el mundo
semítico o había paralelos? Todos los libros proféticos eran leídos de
una manera 'religiosa-histórica'.
Este período abarcó, particularmente, desde el siglo XIX y los
comienzos del siglo XX. Desde más o menos 1920/30 vemos
comenzar una época diferente, con otros objetivos, otras metas y
también otros métodos para tratar de entender los libros proféticos.
Actualmente, podríamos decir que existe algo así como un
puente entre las dos etapas mencionadas anteriormente. Un puente
entre la opinión que consideraba a los libros proféticos como libros
inspirados por Dios, pero escritos por autores que daban su nombre
al libro y que dentro de estos libros no existe otro material que no
sea auténtico en ellos, especialmente en los textos considerados
supuestamente mesiánicos, los que son muy importantes. La otra
opinión es que en estos libros no se transmiten palabras humanas,
sino divinas y son interesantes como fenómeno histórico-religioso,
pero nada más.
70
También, ahora, los conceptos de 'tradición' y 'transmisión'
reciben mucha atención y se podría decir, resumidamente, que las
siguientes opiniones dominan la investigación acerca de los profetas:
“A través de alguna forma de revelación, un hombre, el profeta
recibió la palabra de Dios en cualquier forma y con cualquier
contenido. Mediante este hombre (el profeta) esta palabra divina
es transmitida.
“Por medio de los destinatarios, los oyentes, los discípulos o
alumnos del profeta, las palabras proféticas son transmitidas por
medio (inicialmente) de la tradición oral y más tarde por la
tradición escrita. Eso quiere decir que la tradición, más que
nunca, juega un papel muy importante para la investigación
científica del 'cuerpo profético'. Y este proceso de tradición no es
menos importante que las mismas palabras del profeta. Pues,
forma parte de la revelación divina.
“Ahora bien, el reconocimiento del papel de la tradición y
transmisión de los libros proféticos, hizo un puente entre los dos
extremos mencionados anteriormente.”
A partir de 1920, aproximadamente, se han ido desarrollando un
número de nuevas visiones y maneras de leer y estudiar la actuación
profética. A grandes rasgos podemos mencionar cuatro nuevos
acentos en cuanto a la investigación de los libros proféticos del A.T64.
Es decir:
I.- Antecedentes:
-Culturas circundantes y comunidades proféticas.
II.- La Personalidad del Profeta:
-Psicología, institución. El papel del éxtasis respecto a la actuación de los
profetas y la recepción de la revelación.
-Teología, Literatura.
III.- Profeta y Función:
Profeta y Sacerdote: Las conexiones entre profeta y culto.
Profeta y Rey: El Profeta y la Política.
Profeta Contra Profeta: El Verdadero y el Falso Profeta.
Profeta Y Pueblo: La Cuestión social y la intercesión.
64
Seguimos la estructura panorámica de la investigación bíblica del profetismo proporcionada
por L.A. Schökel, Profetas. Vol.1, Madrid: Cristiandad, 1979. Schökel resume los resultados de
la investigación sobre los profetas obtenidas por Scharbett y Ramlot.
71
Profeta-Historia-Escatología.
IV.- La Obra:
- Trasmisión. Preocupación por los 'géneros literarios', la atención
por la redacción y transmisión de los libros proféticos.
- Su realidad.
V.- Balance.
En primer lugar, en este capítulo, nos limitaremos a describir: El
estudio de los géneros literarios; la conexión entre el culto y el
profeta; la transmisión del libro profético; y el Papel del Éxtasis en la
Actuación de los Profetas. Luego complementaremos esta
información con una descripción, paso a paso, de esta estructura
dada por la ciencia bíblica moderna.
65
H. GUNKEL, Die Propheten, R.G.G., 2° edic.
66
G. Haischer, Die Propheten, 1914.
72
existentes en unas pocas palabras, formuladas en determinadas
situaciones y semejantes a oráculos. La actuación del profeta
'primitivo', en su forma original, tenía semejanzas con la del kähín
árabe, un tipo de adivino muy especial. Según Gunkel, pues, la
primera etapa de redacción de un libro profético fue formada por una
colección de distintos dichos y palabras independientes unos de
otros. Luego, en una segunda etapa o un segundo estadio, estos
profetas habrían compuesto algunas especies de proverbios de unas
pocas reglas (2 ó 3), por ejemplo: Is. 1:2s.; Am. 1:2; 3:2s.
Recién después de una tercera etapa, y a la vez la última, los
profetas aprendieron a componer oraciones más amplias. No hace
falta decir que esta nueva visión, en cuanto al 'cuerpo profético', o
al origen del cuerpo profético, significó una vuelta copernicana en el
campo que se ocupaba de la investigación profética. Sobre todo
porque anteriormente se consideraba a los profetas como verdaderos
predicadores, los que muchas veces pronunciaban con gran cuidado
y muy temáticamente sus discursos.
Al elaborar y profundizar más esta línea de pensar, Gunkel
descubrió que cada libro profético del A.T. contiene una diversidad
de determinados géneros literarios, por ejemplo: Diferentes clases de
canciones, ‘Toroth’ de los sacerdotes, amenazas contra las naciones,
cantos fúnebres, etc. Los cuales en sí mismos no tenían nada que ver
con un auténtico género profético. Para Gunkel no fue posible
determinar algo así como 'un género típicamente profético'.
Después de él, la atención de los eruditos se ha ido dirigiendo a la
pregunta ¿Qué es lo que podría formar lo específico del hablar
profético? Resultó que unos pocos años más tarde, dos científicos,
J. Lindblom y L. Kóhler67, al mismo tiempo, subrayaron que lo
específico del género profético son los llamados: 'Proverbios de
mensajero' (Botenspruch). Con esto ellos quieren decir que las
palabras características: "Koh 'amar Yahweh" (hwhy rma ak) 'Así
habla Yahweh' sólo se encuentran en los libros proféticos. La tarea
más importante y principal del profeta fue, actuar como enviado,
67
J. Lindbolm, Die Literarische Gattung der Prophetische Literatur, Uppsala, 1924. L. Köler,
Deuterojesaja, Stilkritisch untersudit, Giessen, 1923.
73
como mensajero de Yahweh, ser el intermediario entre Yahweh y el
pueblo.
Después de este descubrimiento Lindblom trató de seguir el
vestigio, o mejor dicho, el origen de esa expresión: 'Así habla
Yahweh'. Según su opinión ella tendría su origen en la antigua
fórmula de protesta de los reyes y dominadores orientales. Esto
quiere decir que las raíces del profetismo estriban en el mundo
profano y más en particular en el papel que anteriormente los
heraldos de los reyes orientales jugaban, los que tenían que
proclamar, dar a conocer la voluntad de su amo con las palabras:
Así habla (dice) el Rey… También a través de otros canales y
caminos los eruditos trataban de descubrir lo específico de la
proclamación profética.
En resumen, podemos decir que este interés por los géneros
literarios, principalmente conducido por las investigaciones de
Gunkel, partió de la presuposición de que era posible descubrir lo
auténticamente profético por medio de un estudio profundo de la
literatura israelita, comparándola con textos ya descubiertos fuera
de Israel. No es una exageración el decir que la atención por el libro
profético, como obra literaria, era lo que predominaba, por sobre el
interés sobre el contenido teológico.
Cosas como 'Sitz im Leben' (situación vital), es decir el origen de
estos oráculos dentro de la existencia popular de Israel eran más
importantes que, por ejemplo, la redacción final y actual del texto
(Letzly Jetzgestal).
68
Hölscher, Die Propheten.
74
no de los profetas clásicos. Como argumento para eso siempre usaba
textos como por ejemplo: Am.4:2-5; 5:25-27; Is. 1:10-17, en donde los
profetas desechan el culto y los sacrificios con tanta fuerza. Pero en
su estudio el científico danés S. Mowinckel69 defendió la tesis que
originalmente los Nebí'im eran servidores del culto. Mowinckel
sacaba sus conclusiones de la lectura de los Salmos 60, 75, 82 y 110
en donde Yahweh habla en primera persona y esta relación
respondería a un servidor del culto, el cual tenía el papel de
intermediario entre Dios y el pueblo. Según Mowinckel, los Nebí'im
eran originalmente representantes de la congregación y el pueblo
ante Yahweh, especialmente durante los festivales, cultos,
celebraciones, etc.
También Mowinckel supone que en Israel se celebraba una fiesta
del Año Nuevo y durante esta fiesta se celebraría la coronación del
nuevo rey, una tradición que está comprobada su existencia en
Babilonia y en otras partes del Antiguo Cercano Oriente; e imitando
estas tradiciones Israel habría producido estas fiestas en su vida
cultual. Este descubrimiento recibió mucha atención a mediado del
siglo XX. Vale la pena mencionar algunos nombres importantes de
esta escuela del 'rito real'. Primeramente: S.H. Hooke70, a quien se
le considera el fundador de la escuela del mito y el ritual; en
segundo lugar está: A.R. Jhonson71; A. Haldar72; I. Egnell73.
Según Jhonson en todos los santuarios y especialmente en el
templo de Jerusalén, los profetas estaban al lado del sacerdote. Su
papel era: 1) Ser portavoz de Yahweh; 2) Ser intermediario entre
Yahweh y el pueblo. Esto valía también para los profetas clásicos o
profetas escritores.
Haldar por su parte dice: que también los profetas escritores
eran miembros de una congregación cultual. Por ejemplo, su
69
S. Mowinckel, Psalmenstudien III: Die Kultprophetie und prophetische Psalmen, 1923.
70
S.H. Hooke, Mit and Ritual of the Hebrews in Relations to the Cultic Pattern of the Ancient
Near East, 1933.
71
A.R. Jhonson, The Cultic Prophet in Ancient Israel, 1944.
72
A. Haldar, Associations of Cult-Prophets among the Ancient Semites, 1945.
73
I. Egnell, The Call of Isaiah, An Exegetical and Comparative Study, 1949.
75
relación con el culto se puede deducir de los siguientes textos: Am.
1:1; 7:14 indicarían la conexión entre el culto y el profeta, porque el
término ‘Nóked’ y 'boker' son epítetos de los funcionarios del culto.
Paralelamente, en Ugarit, estos conceptos indican a términos
técnicos.
Para Max Weber74 los profetas fueron intelectuales, externos al
círculo oficial, que expresaron fidelidad a las antiguas tradiciones
religiosas pre-monarquicas. Además, en su accionar político serían
"demagogos" argumentando que ellos no serían los "campeones de
los ideales democráticos" ni fueron populares a los campesinos.
Ellos estuvieron en contra de la monarquía y tampoco se
identificaron con ningún partido político en contienda. Weber los
llama partidarios "utópicos" políticos porque defendieron y fueron
dependientes del ideal "nomadico", defendiendo una total
dependencia a Yahweh más que a las alianzas humanas y
revoluciones.
Peter Berger75, por su parte, trasladó la dicusión de Weber
argumentando que los profetas fueron reformadores radicales desde
dentro de los centros cultuales oficiales mas que intelectuales
alienados o perifericos. De la misma forma, James G. Williams76
asume la tesis de Berger insistiendo que es dificil y tal vez imposible
determinar la ubicación social de los profetas sobre la base textual
bíblica, en todo caso se puede apreciar que ellos atacaron el culto
mostrando que ellos no fueron figuras cultuales.
Las comunidades proféticas mencionadas en ISm. 10:5-13; 19:18-
24 no son del todo comprensibles, pues los textos no tienen mucha
información de los pormenores de la vida de estos grupos proféticos, e
intentar reconstruir dichas comunidades a partir del escaso material
74
Max Weber. Ancient Judaism, cap. XI, XII. Citado por: Joe Hardegree. “Marxism Christian
Bible Study: the Book of Hosea. En: Norman K. Gottwald (Ed.). The Bible and Liberation.
Political and Social Hermaneutics. Berkeley – California: Comunity for Religious Research and
Education 1976, pp.175-178.
75
Peter Berger. "Charisma and religious Innovation: the social Location of Israelite Prophecy",
American sociological Review, 28 (1963), 940-950. Citado por Joe Hardegree. Op., Cit., p.175.
76
James G. Williams. "The social Location od Israelite Prophecy", Journal of the American
Academy od religion, 37 (1969), 153-165. Citado por Joe Hardegree. Op., Cit., p.175.
76
sería caer en interpretaciones diversas, que nunca logran ningún
consenso. Por lo tanto, nos limitaremos tan sólo a resumir algunas
conclusiones, al respecto, otorgadas por el biblista español A.
González77:
Las comunidades proféticas constituyen unidades orgánicas y no
amorfas y circunstanciales. Tal parece que tenían una especie de
director, al parecer Samuel era uno de ellos.
El término nebí'im usado en la Biblia, implica la inserción en un
fenómeno profético general muy diverso.
El profetismo hebreo emerge desde el ambiente religioso y
cultual en el que Israel vive. Su comparación con fenómenos
similares fuera de Israel, deja claro su forma especial de profetizar y
entrar en trance extático: música, danza, gritos, movimientos
violentos, etc.
Israel no inventó el profetismo, lo toma del medio ambiente en
que vive, pero lo hace típicamente propio, encajándolo en su
concepción teológica particular, caracterizada por su concepción de
la relación de Dios con el mundo.
Es el espíritu de Yahweh el que desciende sobre los hombres,
transformándolos y forzándolos a profetizar. Aunque las
comunidades proféticas se organizan cercanas a los santuarios, su
preocupación traspasa las fronteras cultuales. La acción de los
nebi'im 'el profetizar' es un concepto muy amplio que consiste
básicamente en dar testimonio de la presencia de Yahweh, de la
fuerza de su espíritu, sin orden en un marco establecido, como
palabras gritos, danzas, etc.
Los profetas clásicos surgen con el nacimiento de la monarquía.
Samuel cumplió un rol importante 'ungiendo' reyes. El 'profetizar'
de los nebi'im sigue la misma línea de los setenta ancianos
ayudantes de Moisés (cf. Num.11), lo que nos lleva a suponer que
constituían en Israel una fuerza socio-religiosa de cohesión y de
entusiasmo religioso-nacional. Son ellos, por su propia naturaleza,
el testimonio ferviente del yahvismo.
77
A. González, Profetismo, p.52. Citado por: L. A.Schökel - J.L. Sicré, Op. Cit., p.30.
77
IV.4.- La Transmisión del Libro Profético.
Las posiciones respecto del proceso de transmisión de los libros
proféticos se podrían agrupar en tres aspectos, más o menos así:
A.- Un buen representante de un camino medio es T.H. Robinson.
Según Robinson los libros proféticos han pasado, la mayoría de
ellos, por un verdadero proceso de formación existente en tres
etapas:
a.1) La primera, está constituida por la proclamación del
mismo profeta en una forma oral. Muchas veces son sólo
palabras o dichos muy cortos.
a.2) Estos dichos fueron transmitidos por los oyentes
primeramente en forma oral y después de la muerte del
profeta, coleccionados en pequeñas unidades y después
puestos por escrito. Al mismo tiempo se agregaron colecciones
no-auténticas, las cuales ya existían de parte de profetas
anónimos. Estas colecciones son ordenadas en torno de
palabras claves o temas centrales como son: Oraciones contra
pueblos extranjeros, amenazas, canciones, dichos que tenían
que ver con Israel, etc. Esta colección de dichos era realizada
por los editores, y, según Robinson, no era tan importante si
las palabras eran palabras de un sólo profeta o no, pues la
concepción de algo como una escritura sagrada aún no existía.
a.3) En una última etapa las colecciones más pequeñas
atribuidas a los distintos profetas fueron redactadas y
editadas en la forma en la cual la tenemos ahora. Esto último
era trabajo de redactores. Durante todo el proceso la tradición
sigue jugando un papel importante, especialmente respecto a
los pasajes considerados como no auténticos.
B.- El segundo camino está marcado por la tesis de H.S. Nyberg78
(escuela sueca) el que publicó su libro en 1935, y cuyas opiniones
cambiaron radicalmente. Su tesis es que el Antiguo Testamento, en
su forma escrita, es una creación de la comunidad judía después del
exilio. Sólo con grandes reservas podemos contar con escritores entre
78
H.S.Nyberg, Studien zum Hoseabuche: Zugleich ein Beitrag zur Kaürung des Problems der
Alttestamentlidiai Textkritik, 1935.
78
los profetas. Mas bien, existían círculos o centros que transmitieron
los contenidos proféticos. Ahora no tenemos más que sólo la
tradición de las palabras proféticas y ya no se podría volver a
descubrir la 'ipsissima verba' (palabra original) de los profetas
veterotestamentarios.
La tradición oral jugaba un rol predominante en el proceso de la
transmisión del libro profético. También los círculos de alumnos del
profeta, los cuales eran responsables por la transmisión de sus
palabras. Dentro de estos círculos de alumnos y seguidores del
profeta, sus palabras fueron actualizadas con toda franqueza. En
general, podemos decir que la escuela sueca da mucha atención a la
tradición oral y le da mucho peso también en su influencia en todo
el proceso de transmisión del libro profético. A su vez, cabe decir
que hay también excepciones dentro de este campo de científicos,
por ejemplo Windengren, quien destaca el papel de la tradición por
escrito entre los árabes y con esto quiere subrayar la importancia de
la tradición por escrito en el Antiguo Cercano Oriente.
C- La tercera posición, representa a una minoría de biblistas que
afirman que los mismos profetas escribieron los libros que llevan sus
nombres. Para ellos la tradición oral jamás jugó un papel
importante, ni siquiera los círculos de alumnos intervinieron en sus
escritos. Es necesario afirmar que este punto de vista casi ya no
tiene adherentes, pero aún se conserva en los sectores
fundamentalistas.
80
profético', debemos distinguir cuatro puntos muy importantes, tales
como:
1.- A través de un estudio de los distintos géneros literarios, se
descubrió que los profetas eran principalmente y particularmente
predicadores de dichos muy cortos y que la situación vital del
profetismo es la figura del verbo real.
2.- En un comienzo, el profeta y sacerdote eran idénticos, jugaban
el mismo rol. Y también era así que originalmente los profetas
estaban vinculados al culto y a los santuarios. Eso quiere decir que
no actuaban como personas independientes, sino eran rodeados por
círculos de alumnos, los así llamados 'hijos de profetas'.
3.- La atención por los géneros literarios y con esto por la transmisión
y redacción de los libros proféticos resultó en el descubrimiento de
que los libros como los tenemos ahora pasaron por un proceso de
desarrollo en tres etapas: a) Por medio de la tradición oral, la que
transmitió las palabras del profeta mismo; b) mediante los alumnos
del profeta que coleccionaron estas palabras, agregando con toda
franqueza material inauténtico, y; c) Redactaron y editaron las
distintas colecciones en forma de libros (rollos), por redactores
finales, basándose en la técnica antiquísima de escribir a través de
palabras claves, fenómeno importantísimo conocido como
pseudoepigrafía.
4.- El concepto y el fenómeno del éxtasis ha jugado un papel muy
importante en la investigación sobre la fuente de la inspiración
profética, y todavía no se ha logrado una claridad plena acerca de
los profetas clásicos y su relación con el éxtasis.
79
J. Wellhausen, Prolegómena zur Geschichte Israels.
81
ética solidaria yahvista en un mundo limitado y relacionado con el
culto. Y el análisis religioso-sociológico, particularmente la
personalidad del profeta había llamado la atención. Se ha ido
desarrollando una tendencia a una mera glorificación de la persona del
profeta, como una reacción contra la antigua visión que los profetas
solamente actuaban como portavoces de Yahweh y cuya propia
personalidad no tenía ninguna importancia.
El profeta como individuo llamaba toda la atención en los últimos
decenios del siglo XIX. Responsable por un nuevo impulso en la
investigación profética fue el científico H. Gunkel. Cuando Hans
Schmidt casi había terminado su manuscrito de su comentario, fue
enrolado para participar en la Primera Guerra Mundial, y por consiguiente
le pidió a Gunkel escribir el prólogo de su comentario, pensando en que no
había muchas diferencias entre su opinión y la de su profesor. De esta
manera Gunkel aprovechó la oportunidad para elaborar los principios de
los que fue conocido como La Escuela de los Géneros Literarios
(Gattungsforschung), a partir y desde dentro del campo profético.
Ahora bien, en este prólogo de 70 páginas, Gunkel desarrolló su manera
de trabajar, buscando los géneros literarios que hay en el 'cuerpo
profético'. Descubrió una gran variedad de géneros comunes, tales como:
La Amenaza (Drohwort), la oración de insulto (Scheltrede), la Admonición
(Mahnwort), etc.
En otras palabras, no solamente la personalidad del profeta llamó la
atención, sino también su aspecto literario, es decir, el texto mismo.
Gunkel trató de investigar el origen, de dónde viene el material que los
profetas han utilizado en sus oraciones y mensajes. No hace falta decir
que esta manera de investigar y exegetizar los textos llevó consigo
también una atención por el aspecto histórico de la religión israelita, y
además por las otras religiones del Antiguo Cercano Oriente. Eso quiere
decir que la investigación de los géneros literarios siempre se relacionó con
la ciencia comparativa de las religiones y con la investigación de las
tradiciones de las formas literarias; para así poder investigar el lugar de
origen del texto. Ahora bien, llegó a ser importante la historia del texto,
desde el momento de su forma original, hasta su forma en la que lo tenemos
actualmente.
A partir de Gunkel se muestra una tendencia en la investigación, o
mejor dicho una corriente que se ocupa particularmente de la historia
82
del texto. A la vez la antigua pregunta sobre lo auténtico e inauténtico
de un texto quedó relegado a un segundo lugar. Más importante fue la
cuestión hermenéutica, es decir, como tenemos que entender las palabras
proféticas que han pasado por un verdadero proceso de transmisión,
adaptación y reactualización. Claramente el mensaje profético no ha caído
del cielo como un libro ya escrito, ya formado, sino que estas palabras han
sido adaptadas y reactualizadas. La pregunta principal es: ¿cómo y por
qué los alumnos, oyentes y redactores del mensaje profético lo han
adaptado y actualizado?
Después de este nuevo impulso otorgado por Gunkel, con su escuela
de investigación de los géneros literarios (Gattungsforschung), llegó a ser
importante esta herramienta metodológica dentro de esta parte de la
ciencia veterotestamentaria que se ocupa de las palabras proféticas.
Paralelo a esta escuela, se desarrolló el método llamado de
'Crítica de la Historia de las Tradiciones', en donde la preocupación
principal es de dónde viene la tradición que ha usado el profeta, o mejor
dicho, cuáles son las conexiones entre profeta y las tradiciones
religiosas de Israel como pueblo. Por ejemplo, G.von Rad80 halló las
raíces de la expresión 'Padre mío, padre mío, ¡Carro y caballos de
Israel! (2Rs.6:17), sería una expresión que Elíseo aplica a su criado,
en el antiguo concepto de la Guerra Santa. Obviamente Elíseo, o
mejor dicho el redactor Deuteronomista, ha utilizado en este caso
imágenes de la antigua tradición israelita, y así se ha imaginado a
Elías como un guerrero.
Otro ejemplo es el concepto 'Día de Yahweh', el cual también
tiene sus raíces en la antigua representación que Yahweh mismo
luchará por su pueblo. Muy interesante es ver cómo los profetas han
usado este concepto del 'día de Yahweh' y han cambiado y
reinterpretado el significado de ésta imagen. Por medio de esta
manera de investigar el texto, se puede demostrar en qué sentido y
en qué aspecto las opiniones teológicas se han cambiado y son
actualizadas a lo largo de la historia de Israel. Cabe decir, pues, que
para una mejor comprensión de la teología del Antiguo Testamento,
80
G. Von Rad, Der Heilige Krieg im Altern Israel, 1951.
83
o de la manera de teologizar de Israel, el método de la Crítica de la
Historia de las Tradiciones es sumamente importante.
Así hay que entender también los intentos de ubicar al profeta
en su época, por ejemplo Hans Walter Wolf81, ubica al profeta
Oseas y Amós dentro de su época y lugar de actuación y dentro de
las tradiciones de las cuales han usado su mensaje. Finalmente, hay
que comprender también esa corriente que trata de hacer una
comparación entre la actuación profética en Israel y sus posibles
paralelos fuera de Israel, por limitado que sea el material.
Una consecuencia de esta manera de trabajar e investigar es
pues, la atención por la historia, científicos como A. Alt y sus
alumnos (Noth, etc.), afirman que recién se puede exegetizar un
libro profético, después de un estudio profundo del trasfondo
histórico de aquel profeta.
Y esta atención del ambiente del profeta en el sentido más
amplio de la palabra, tanto histórico como teológico, a su vez hace
surgir la pregunta: ¿Cuán políticas fueron las proclamaciones
proféticas? Los profetas no hablaban en un espacio vacío, sino
dentro de un contexto histórico y teológico. De ahí que sea preciso
suponer que se hayan realizado grandes choques entre el rey como
cabeza del poder político y el profeta, y para demostrar eso tenemos
toda clase de pruebas y muestras. Además este descubrimiento de
que casi todos los libros proféticos pasaron por este proceso
histórico, mostró a la vez que los profetas veterotestamentarios no
eran extáticos en el sentido común de la palabra 'salir de sí mismo',
'unirse con el todo', sino que el éxtasis, en cuanto a los profetas,
significa más bien una profunda concentración sobre la sociedad y
el elemento político.
Un aporte especial al estudio profético, lo constituye el
estructuralismo (P. Ricoeur, J.S. Croatto, L.A. Schökel, etc.). Por
haber llamado la atención la división literaria que se encuentra en
cada libro profético. Un relato de vocación, por ejemplo, ocupa
siempre un lugar especial en el libro. El relato de vocación no es un
testimonio de lo que pasó con el profeta en un momento en que fue
81
Hans Walter Wolf, Hoseas geistíge Heímat; Amos geistige Heimat.
84
llamado por Yahweh, sino más bien un reflejo, un resumen de toda
su vida como profeta. El relato de vocación es un resumen
concentrado de toda su vida como profeta. De ahí que en casi cada
relato de vocación se encuentre un elemento de rechazo. Los
oyentes no lo quieren escuchar, y eso recién pasó a lo largo de su
ministerio profético. De esta manera se puede explicar el hecho de
que, por ejemplo, en el libro de Amós se ha colocado el relato de
vocación recién en el capítulo 6. Es decir, en el medio de las visiones
del profeta expresa el hecho de que el profeta ha sido llamado por
Yahweh y después del relato que los oyentes no quisieron
escucharle. Así el relato de vocación recibe un lugar adecuado en el
libro, y así forma y contenido coinciden.
Eso es, en síntesis, lo que ha contribuido el estructuralismo a la
investigación profética, es decir, que cada libro profético, con todo
el material auténtico e inauténtico es una verdadera composición
literaria, tiene una determinada estructura la cual ya dice algo sobre
el contenido82.
Por último deseamos mencionar la contribución judía a la
investigación profética. Dos obras de autores muy importantes han
contribuido al conocimiento de la predicación profética: Martín
Buber83 y Abrahán Heschel84. Según Buber, la profecía israelita ya
empieza con la figura de Moisés, el primer llamado por Yahweh;
durante las grandes tensiones en la historia de Israel, más luz es
arrojada a los profetas, es decir, los profetas se destacan más y más.
La definición de Buber es; 'Nabí es originalmente la designación no
para una clase, sino para una situación, y más preciso aún,
esencialmente para una situación de comunidad
(Gemeinschaftszustand), la cual saca al hombre dispuesto a recibir el
ruah, el espíritu de Yahweh, y los hace andar por el país'. El profeta
israelita habla dentro de una situación histórica en toda su
82
Para mayores ejemplo sobre este tema recomendamos ver: Concilium N° 158, Sep-Oct. 1980,
cuyo tema central es: 'La Biblia y el conflicto de las Interpretaciones'; especialmente el articulo
de: R. Kieffer, 'Dos tipos de exégesis lingüísticas', pg. 168sig. En donde se ofrece un resumen de
la lingüística moderna y un ejercicio exegético aplicado a Marcos 6:45ss.
83
Martin Buber, Der Glaube der Propheten.
84
Abrahán J. Heschel, The Prophets, 3Vols., 1962.
85
actualidad. Jamás predice un 'ya fijando pedazos del futuro' (ein
eindeuting feststehendes Stück Zukumft) y Yahweh nunca entrega un
libro en que se encuentra el destino del hombre. El verdadero
profeta habla en un determinado punto del tiempo (Kayros) y por
hablar determina la historia. Buber llama 'teopolítica' al hablar del
profeta en su sentido político. El profeta desarrolla y aplica la Tora,
enseñanza recibida (Empfangene Lehre). Subraya la continuidad
entre Moisés (Tora) y los profetas.
85
Capítulo extraído de: John Drane. El Antiguo Testamento. La Fe. Ed. Verbo Divino, Estella,
España, 1987, pp.46-52. Seguimos de cerca los principales pensamientos de este autor.
86
25); como extáticos, muchas veces en grupos que se distinguían por
signos y atuendos especiales (1Sm 10, 5-8; 19, 18-24; 1Re 20, 35-43;
2Re 1,8; 2,23-24; 4,38; 6,12); como profetas cortesanos (1Sm 22, 5;
2Sm 12, 1-15; 24, 11; 1Re 20, 35-43); como profetas luchadores (Jue
4,4-9; 1Re 20; 22,1-28); como profetas cultuales (1Sm 10, 5-8; 2Re
4,18-25); y como «falsos» profetas (1Re 22; Miq 3, 5-6; Is 9,15; Ez
13,2; Jr 6,14). Y pudo haber otras circunstancias en las que los
profetas desarrollaron un papel importante en la vida de la
comunidad.
Culturalmente (y, por tanto, religiosamente), la profecía fue un
fenómeno muy variado. Algunos profetas parecen haber
desempeñado diversas funciones. Por ejemplo, Samuel es un vidente
cuando informa a Saúl sobre las asnas perdidas (1Sm 9,11), pero
mas tarde procede a dar mensajes específicos sobre la realeza en un
lenguaje profético más espontáneo (1Sm 10,1-8). Otros, por ejemplo
Amós, declaran que no son profetas «de oficio» (Am 7,12-15).
Los investigadores han distinguido algunos modelos para
explicar la forma y la función de la profecía veterotestamentaria.
Señalamos aquí cuatro de los enfoques mas significativos:
91
IV.7.4.- Enfoque teológico-cultual
Hace un siglo, Julius Wellhausen sostuvo que los profetas
rompieron totalmente con la celebración cultual del antiguo Israel e
intentaron introducir la moralidad en lo que era ya una forma
estéril y vacía de ritualismo. Actualmente, muchos investigadores
afirman todo lo contrario, indicando que la vida religiosa de Israel
había comenzado con un pacto basado en una concepción moral de
Dios y que los profetas defendían plenamente este ideal del pacto y
su celebración en el contexto del culto religioso.
Es indudable que la idea de una «alianza» es nuclear en la fe
veterotestamentaria. Toda la colección de libros del Antiguo
Testamento se centra en la inequívoca convicción de que Dios
irrumpió en la vida de su pueblo con su amor gratuito («gracia»), y
que, como resultado de esto, su pueblo fue invitado a corresponder
con una obediencia amorosa. Cuando nosotros hablamos de la
«alianza», nos referimos precisamente a esto; la obediencia
responsable de su pueblo, consiguiente a su experiencia de la gracia
de Dios. En términos históricos, esta experiencia se manifestó con
su mayor dramatismo en los acontecimientos del éxodo y los hechos
posteriores, y éste es un tema primordial en los mensajes de los más
grandes profetas. Dicha experiencia se evocaba regularmente en las
principales fiestas litúrgicas, que marcaron el progreso de la vida
religiosa de Israel.
Algunos investigadores, como Sigmund Mowinckel, exageraron
el papel de los profetas en este culto religioso. Pero es seguro que
ellos fueron los guardianes de la fe aliancista. Esto explica por qué
hablaron con la esperanza de ser escuchados por el pueblo: porque
ellos le recordaban sus raíces espirituales.
Es inútil tratar de inscribir nuestra concepción de los profetas
del Antiguo Testamento en una u otra categoría. El fenómeno
integral de la profecía veterotestamentaria es tan complejo que
necesitamos quizá hablar de profetas concretos en lugar de
referirnos a los profetas en general. Pero todos ellos fueron
conscientes de que hablaban en nombre de Dios y aplicaban los
criterios de la fe aliancista a la vida real de las naciones y de los
individuos.
92
Cuestionario de la Unidad Nº III.
93
Unidad N° V:
PANORAMA HISTÓRICO – RELIGIOSO DEL PROFETISMO
PRIMITIVO.
Objetivo de la Lección:
Conocer las principales características del 'profetismo primitivo', como
precursora del llamado 'Profetismo Clásico'.
Distinguir entre las funciones de: Un juez y un Nazir.
Comprender el trasfondo teológico que rodea la época histórica de los
Jueces de Israel.
86
Remitimos al lector a los resúmenes históricos de los tiempos y épocas de los distintos grupos
de profetas, ver por ejemplo: John Bright, Historia de Israel; Josef Sharbert. Así Habla Yahweh,
p.482 y J.S. Croatto, Profetas. Apuntes, p. VII (circulación restringida).
94
Hay pues, siglos en que falta la voz profética totalmente y hay
al mismo tiempo siglos en los cuales han actuado una verdadera
comitiva de profetas. Podemos decir que sociológicamente y
también míticamente hablando, un tiempo tiene que ser maduro
para que Dios levante a profetas.
Mucho más interesante que una enumeración de datos históricos
y geográficos (fechas, luchas, guerras, mundo internacional, etc.)
sería preguntarse cuáles fueron las circunstancias sociológicas las
cuales hicieron surgir a hombres como profetas. Como veremos más
adelante, los profetas de Israel siempre hablan dentro de un marco
político. Y político en su sentido más amplio de la palabra.
Lo político respecto al hablar de los profetas de Israel abarca
todo el quehacer de la gente, de los habitantes de las ciudades, las
mujeres de Jerusalén, los ricos de Samaría, los altos funcionarios de
la corte, incluso el rey. Lo político abarca todo lo que pasa en los
dos reinos, todo lo que cae bajo el juicio de Yahweh y, a través de él
bajo el juicio de sus portavoces los profetas, incluso hasta la manera
de andar de las mujeres en Jerusalén constituye un asunto político;
por ejemplo, según el profeta Isaías: 'Andan con el cuello estirado, y
guiñando los ojos, y andan a pasitos mentidos, y con sus pies hacen
tintinear las ajorcas'. (Is. 3:16sig.).
PROFETAS PRECLÁSICOS
Textos Profeta Época
2Sm.11:1-12:12 Natán 970 a.C.
1Rs.21 Elías 870 a.C.
2Rs.9:1sig. Eliseo 850 a.C.
PROFETAS CLÁSICOS
Amós 4:1sig. Amós – Oseas 760-750
Is.1-3 y 5:7-8 1º Isaías 746-750
Jer.5:26-27 Jeremías 626-621
Habacuc 1:2-4 Habacuc 622 a.C.
Is.40:10-11 DeuteroIsaías 540 a.C.
Is.59 TritoIsaías 490 a.C.
87
José S. Croatto, Op. Cit., p, A-3.
96
palabras de: 'amenazas', seguidas de inmediato por palabras de
'salvación'.
En resumen podemos decir que el profeta es un portavoz de Dios,
es un concientizador, como va a suceder con Jesús, que
desenmascara la mala conciencia; es crítico, denuncia, pero también
es portador de un mensaje de salvación.
El género más clásico en los profetas es la acusación que
desemboca en la amenaza. En la acusación se dice lo que ha hecho
Israel y en la amenaza se resume de nuevo la acusación, y la
fórmula de introducción suele ser 'la – ken’ (nkl = por tanto); es una
especie de fórmula introductoria del oráculo: 'Por tanto, así dice
Yahweh... por haber hecho esto... Yahweh hará....''; y en la fórmula
inversa una exhortación que desemboca en un oráculo de salvación'.
Hay una exhortación a hacer el bien, porque, según las palabras del
Deuteroisaías: 'Porque Yahweh en el presente os va a salvar...'
Se cree que el oráculo propiamente tal está caracterizado por las
palabras de salvación y/o de maldición o castigo, que en el fondo el
profeta entiende como 'Palabra de Yahweh'.
En cambio, la acusación cumple el papel de una advertencia,
donde parece que el profeta habla en nombre propio, aunque a
veces lo introduce como Palabra de Yahweh; pero eso es una
interpretación. En definitiva, en el fondo está la pregunta: ¿Por qué
es esa palabra de Yahweh?; ¿Desde qué momento hay conciencia en
el profeta de que lo que va a decir es palabra de Yahweh y no
palabra suya?, ¿de dónde le viene esa certeza tan clara y profunda
de que lo transmitido no es palabra propia sino divina?
Por lo general, el cristiano común y corriente tiene la idea de que el
profeta recibe un paquete de palabras y lo transmite, lo que realmente no
es así. El profeta es alguien que piensa, que reflexiona en función de lo que
es el pueblo y de las tradiciones, y se da todo un proceso entre la
percepción de la palabra de Dios y su formulación. Las palabras
divinas no caen del cielo ya formuladas, y gramaticalmente elaboradas,
más bien el profeta debe discernirlas a partir de la historia que le rodea. Y en
esa selección de eventos y en esa forma de interpretar la historia se refleja
y se encarna la inspiración divina. Si no tomamos esto en cuenta
caemos también en una concepción antigua de la Biblia (inspiración
97
mecanicista), concibiendo la Biblia como la acumulación de una palabra
dictada por Dios. La palabra profética es en realidad una 'Palabra que fue
vivida en una historia concreta' y que después se formuló en un lenguaje y
en un código que eran conocidos, y se convierten en emisores de un mensaje.
Con el profeta moderno pasa lo mismo, y cuando hablemos después
del profeta de hoy, no hay que pensar que es una persona clarividente que
recibe voces. No, el profeta es una persona normal. Lo que pasa es que lo
que se congela como 'Palabra de Dios' tiene un largo proceso de redacción
por detrás, y eso no le quita en nada su valor teológico.
Otro aspecto muy importante son los relatos de vocación. Los
profetas de Israel saben que han sido llamados por Dios a este ingrato
ministerio y registran dicho llamado como un acontecimiento muy
importante en sus vidas.
88
La despreocupación por el fenómeno de la profecía primitiva parte por la anuencia de una
especie de teología especial o una preocupación muy determinada en lo político-social. Lo que
sabemos acerca de este tipo de profecía es muy escaso y poco detallado. Se nos menciona en el
fondo solamente el fenómeno y casi nada más.
98
llamaron' por decirlo así. En otras palabras, vemos desde los inicios,
dentro del profetismo en Israel, un desarrollo, claro está decirlo que no en
un sentido evolucionista y tampoco en términos valóricos, de un carácter
espiritual-experimental - donde la experiencia del profeta es central - por
una preocupación político-social.
Desde los comienzos de la historia de Israel como pueblo, los profetas
se ocupaban de la ética social, continuamente hablan del bien y del mal,
pero ese aspecto de lo político recibe más y más atención a lo largo del
tiempo, más acento, más relieve.
Se puede decir que los cambios dentro de la sociedad israelita - de la
anfictionía a la monarquía, implica pasar de un sistema de decisiones
colectivas hacia un despotismo y una dictadura política. Después del
primer cautiverio en babilonia el judaísmo termina en la diáspora, pero las
injusticias sobre los débiles continúan y sus gritos de liberación hacen
levantarse a personas que proclaman la justicia, denuncian las
desigualdades, la iniquidad, amenazan al poder político vigente y
hablan a veces también de: promesas y de una nueva tierra.
Es una línea estructural, en todo el profetismo de Israel, los
profetas siempre actúan donde hay decadencia moral, idolatría y
opresión. Una de las características más importantes del habla
profética, según el estudio de los géneros literarios, son: 1) Las
palabras de Amenaza, seguidas de; 2) Palabras de salvación.
En síntesis, podemos decir que el profeta es un portavoz de Dios,
es un concientizador, así como va a suceder con el ministerio de
Jesús de Nazaret, quien desenmascara la mala conciencia; es crítico
pues denuncia la corrupción moral y social, pero también es portador
de un mensaje de salvación.
El género más clásico en los profetas es la acusación que
desemboca en la amenaza. En la acusación se dice lo que ha hecho
Israel y, en la amenaza, lo que Yahweh va a hacer con Israel. En la
amenaza se resume de nuevo la acusación, y la fórmula de
introducción suele ser: ‘La-Ken’, por tanto; es un esquema: 'Por
tanto, así dice Yahweh... por haber hecho esto... Yahweh hará...''; y a
la inversa hay una exhortación que desemboca en un oráculo de
salvación. También en el Deuteroisaías se encuentran oráculos que
exhortan a hacer el bien: 'Porque Yahweh en el presente os va a salvar.'
99
Se cree que el oráculo propiamente tal siempre fue enunciado en
una forma positiva o negativa: o es un oráculo de salvación, o es un
oráculo de castigo, que al final es lo que el profeta entiende como la
'Palabra de Yahweh'.
En cambio, la acusación cumple un papel diferente, pues da la
impresión de que el profeta habla en nombre propio, aunque a veces
lo introduce como Palabra de Yahweh, pero eso es sólo una
interpretación. En definitiva, está la pregunta de: ¿Dónde? ¿Por
qué esa es palabra de Yahweh? ¿Desde qué momento hay
conciencia en el profeta de que lo que va a decir es palabra de
Yahweh y no palabra suya?
La mayoría de los cristianos tiene la idea de que el profeta recibe
de Dios un paquete de palabras y su rol es sólo transmitirlas, lo que
realmente no es así. El profeta es alguien que piensa, que reflexiona
en función de lo que es el pueblo y de las tradiciones, y se da todo un
proceso entre la percepción de la obra de Dios y su formulación. El
profeta es un articulador fundamental en lo que él interpreta como
‘Palabra de Dios’ para su pueblo.
Si no tomamos esto en cuenta, caemos también en una
concepción antigua de la Biblia como palabra dictada por Dios, o
mejor dicho una 'inspiración mecánica'. La Palabra de Dios dada a
conocer a un profeta es en realidad una palabra que fue vivida en
una historia concreta y que después se convirtió en un lenguaje y en
un código que eran conocidos, y son emisores de un mensaje.
Con el profeta pasa lo mismo, y cuando hablemos después del
profeta hoy, no hay que pensar que una persona clarividente que
recibe voces. No, el profeta es una persona normal. Lo que pasa es
que aquello que se congela como Palabra de Dios tiene un largo
proceso redaccional por detrás, y eso no le quita su valor teológico.
Otro aspecto muy importante son los relatos de vocación. Los
profetas de Israel saben que han sido llamados a este ministerio,
muchas veces en contra de su voluntad. Han sido llamados a una
tarea muy difícil y peligrosa. Son llamados para hablar contra la
opresión, contra la decadencia, representando la causa de la justicia.
Los relatos de vocación suponen la actuación del profeta, aunque un
término más adecuado sería el de relatos sintéticos de la actuación del
100
profeta. El relato hace la hermenéutica de toda la actuación de un
determinado profeta. Por lo tanto, importa mucho, pues nos da la
significación de todo.
Desde el punto de vista estructural y lingüístico, se supone que el relato
de vocación refleja la experiencia original del profeta. Para dar un paralelo
del Nuevo Testamento: Las bienaventuranzas, de acuerdo con el estudio
redaccional y teológico sería muy difícil decir que Jesús las pronunció al
inicio de su ministerio, pues el tema de la persecución implica ya toda una
experiencia de la comunidad cristiana. Jesús parece haber dicho las
bienaventuranzas originales, las que serían cuatro, pero las habría dicho
al final de su ministerio y no al inicio. Los evangelistas incluyeron en la
redacción de sus Evangelios, la experiencia de la comunidad primitiva,
la que había sido perseguida. Todo esto se puso como proclamación
original de Jesús, como un sermón de apertura del llamado profético
hacia el Reino. Entonces, ahora, tiene otro significado, porque toda la
experiencia acumulada en la vida de Jesús o después, es puesta como una
experiencia ocurrida en los inicios de su ministerio.
Lo mismo es válido para los relatos de vocación de los distintos
profetas. El relato refleja, a simple vista, toda la vida y toda la
actuación del profeta. Sin embargo, se puede decir que los libros o textos
proféticos son un reflejo de toda una vida de: pensar, reflexionar, sufrir,
buscar y estar en camino hacia el reino.
Ahora bien, en cuanto a la diferencia entre el profetismo primitivo
y el profetismo clásico hay que decir que el desarrollo de una
preocupación social lo hace poco a poco convertirse en un fenómeno
muy particular, recibiendo así a lo largo de la historia más y más
atención, llegando a convertirse en una parte autónoma en las
tradiciones religiosas de Israel.
Lamentablemente no tenemos libros que nos describan la actuación de
los profetas primitivos, tan sólo nos han sido transmitidas algunas acciones
de estos profetas, las que se encuentran en los libros que describen la
historia de los reyes de Israel. Desde la época de la monarquía,
aproximadamente, se ha ido desarrollando un proceso en que el
profetismo pasa a deshacerse del antiguo patrón social, en que los
profetas jugaban un papel más importante en la vida social como
videntes y funcionarios del santuario, y consiguen una cara propia. Es
101
necesario, entonces, dar un vistazo a este desarrollo del profetismo
primitivo hacia el profetismo clásico.
102
Según la opinión del arqueólogo francés R. De Vaux89,
entendemos por período de los Jueces el que media entre 'la
Conquista' de Canaán y la instauración de la monarquía.
Históricamente abarca algo menos de dos siglos, desde comienzos del
siglo XII hasta aproximadamente el año 1020.
Así lo entiende también la tradición bíblica, que los sitúa entre la
despedida de Josué (Js. 23), con que finaliza la historia de la
conquista, y la despedida de Samuel (ISm. 12), que cierra el período
de los jueces.
La información más importante sobre ese período nos la otorga
el libro de los Jueces, aparte de los hallazgos de la arqueología; el
cual pertenece a la llamada Obra Historiográfica Deuteronomista
(O.H.D.), la que abarca un total de siete libros: Deuteronomio,
Josué, Jueces, l-2Samuel y l-2Reyes. Por lo tanto, Jueces se trata
de un libro redactado por la corriente deuteronomista.
A los líderes del pueblo de este tiempo se les solía llamar 'Jueces'
(miytpv = shofetim), aunque sería mejor hablar de libertadores,
según la opinión de R. De Vaux, pues el verbo 'Yasha' significa
librar, éste se encuentra muchas veces mencionado en este libro y se
constituyen en una de las palabras claves en este mismo libro. Sin
embargo, se utilizan también otros términos para designar a estas
personas como jueces: Jc.6:8 profeta; Jc.4:4 profetiza (Débora); Jc.
7:15 Profeta (Samuel como juez y profeta).
Según la opinión del biblista A. Neher90, Gedeón es el ejemplo
típico del juez-profeta. Investido en medio de unas circunstancias
milagrosas para luchar contra la invasión madianita, permanece
inmediatamente en diálogo con Dios. El carisma guerrero no lo
abandona un solo instante. Su contraseña la batalla: ¡Por Yahweh y
por Gedeón! (Jc.7:18), es un breve resumen de la certidumbre que
expresaba en toda su extensión el cantar de Débora: Dios está con
Gedeón en la guerra y la guerra es justa porque Gedeón goza
perpetuamente de la revelación y de la presencia de Dios a su lado.
89
Roland De Vaux, Historia Antigua de Israel. Vol. I, p.210.
90
A. NEHER, La Esencia del Profetismo. P.168.
103
Respecto al elemento político-social de esta época tan oscura
podemos decir en síntesis lo siguiente: el período que va de Josué a
Samuel es por excelencia el del carisma. El poder político es
entonces esencialmente temporal: pertenece al elegido al que Dios
ha investido de su espíritu. La investidura se realiza de improviso,
por una exaltación de las fuerzas físicas y espirituales; le confiere al
elegido un dominio que no cesa más que con la pérdida del espíritu
divino. La elección divina es arbitraria y extraña. A veces recae
sobre ciertos individuos a los que su existencia, hasta entonces recta
y cabal, predisponía para la recepción del poder. Pero en otras
ocasiones recae sobre personas que aparentemente no tenían
ninguna predisposición para unas funciones tan importantes, por
ejemplo: sobre mujeres (Débora), sobre bandoleros (Jefté).
Todos estos hechos forman parte de la elección profética: la
investidura por el espíritu y la arbitrariedad de la elección se
encuentra en el corazón mismo de la experiencia profética.
El shofét, el juez, es en este sentido un profeta, y no es extraño
que esta palabra salga a relucir en el caso de Débora (Jc. 4:4)91.
Pero al menos uno de los Jueces es también un Nazir. Sansón
lleva los signos exteriores de la vocación nazirea: no toca el vino ni
se corta el cabello. Ahora bien, para dejar claro de que durante la
época de los Jueces otra gente desempeña el rol que posteriormente
los profetas van a cumplir, algunas palabras sobre dos instituciones
de esta época: 1) El rol de los Jueces; 2) El rol del Nazir.
91
A. Neher, 0p. Cit., p.l63.
104
movimiento que va desde la opresión a la liberación. Los
intermediarios o libertadores son los Jueces. Y como el libro de los
Jueces pertenece a la Obra Historiográfica Deuteronomista, en la
cual, a veces, los Jueces son también llamados de profetas, se puede
decir que claramente la tradición reconoció un elemento muy
profético en la actuación de los jueces, o mejor dicho, algo que más
adelante va a ser lo típico en la actuación de los profetas de Israel.
La interpretación posterior, a través de la cual este libro ha
conseguido su forma actual, es decir, la interpretación, corriente
deuteronomista ha colocado a los Jueces dentro de un esquema
'opresión -liberación'. En todas las narraciones que se encuentran en
este libro de los Jueces hay dos elementos articulares principales:
1.- El pueblo está oprimido por su propia culpa, confrontar Jc. 6:l
sig., de donde se deduce el siguiente esquema: 'Los israelitas hicieron
lo que desagradaba a Yahweh y Dios los entregó durante siete años en
manos de Madián, y la mano de Madián pesó sobre Israel'. Y en esta
situación adversa y de opresión Israel clama al cielo, pidiéndole a
Yahweh que escuche su aflicción, por causa de su opresión.
2.- Yahweh hace levantarse a un hombre o a una mujer, un hecho
totalmente inesperado por ser estas personas elegidas demasiado
jóvenes, o por ser mujeres, o por ser hijos de algún extranjero.
Alguien llamado shofetim (Juez) se levanta como líder liberador en el
nombre de Yahweh:
a) Sobre él o ella desciende el Espíritu de Yahweh (hwhy
xwr), y esta persona goza del carisma otorgado por Dios para
dirigir al pueblo.
b) La persona revestida de esta unción divina se levanta e
inicia una lucha por la liberación de su pueblo.
El resultado de todo esto es, según el esquema otorgado por los
propios textos bíblicos: 'Y el país quedó tranquilo durante cuarenta
años’. Las mismas palabras utiliza el Deuteronomista en Primera de
Reyes para indicar la paz perfecta (mlv), indicando aquella situación
ideal de cómo debería ser el mundo. lRs.4:25 ‘Judá e Israel vivían
seguros, cada uno debajo de su parra y debajo de su higuera. Desde Dan
105
hasta Beer-Seba, todos los días de Salomón'. Esta descripción para los
israelitas pre-exílicos es la de gozar el Reino de Dios.
Ahora bien, a pesar de las dificultades históricas que nos ofrecen
los relatos del libro de Jueces92, podemos, sin embargo, decir en
síntesis que por lo menos los redactores e intérpretes posteriores de
este libro nos pintan el papel de los Jueces como libertadores,
luchando por la libertad de su pueblo, desembocando en un período
de tranquilidad y de paz (shalom), la que dura 40 años. Lo que es lo
mismo que todo el período de una generación, o mejor dicho todos los
días de la vida humana.
V.3.3.- El Nazir.
Como ya fue mencionado anteriormente, por lo menos uno de los
Jueces, es decir, Sansón, es llamado un Nazir. A. Neher describe las
características de un Nazir de la siguiente manera: 'La época de los
Jueces, la de los comienzos de la vida política en Israel, está bien
caracterizada por la existencia... de nazireos'93. En cuanto al caso de
Sansón podemos decir lo siguiente: 'Sansón lleva los signos
exteriores de la vocación nazirea: - No toca el vino; - fue santificado
desde el vientre de su madre; - es preparado para un destino
excepcional’.94
En el libro de Números (6:l sig.) se encuentra el código de un
nazir: v.3: se abstendrá de vino y de bebidas embriagantes, etc.; v.4:
no pasará navaja por su cabeza; v.6: no se acercará a ningún
cadáver, etc.
En los orígenes de la sociedad hebrea es evidente el carácter de
las luchas empedernidas emprendidas por los nazireos, se trata de
una guerra santa. Es posible que durante la campaña militar se
obligasen a respetar algunas reglas ascéticas, capaces de exaltarlos
más todavía (Cf. ISm. 14:26; 21:16). Se podría llamarlos 'soldados
de la fe'.
92
Para mayor información sobre este aspecto confronte la tesis sobre la 'Anfiktionia de las Tribus de Israel’
de: Martín Noth, Historia de Israel; R. De Vaux. Historia Antigua de Israel.
93
A. NEHER, 0p. Cit., p.l62.
94
Idem., Ibidem.
106
Los nazireos eran personas de un origen pobre, generalmente
poco numerosos, carentes de recursos y, por consiguiente, de armas,
pero tenían una noción muy alta de su misión y un coraje
inquebrantable.
Su disposición para la lucha sagrada siguió siendo un rasgo
dominante del profetismo bíblico. Fue en aquellos primeros siglos de
conquista del país cananeo y de instalación progresiva cuando debió
nacer y afirmarse definitivamente esta función tan especial. La
vemos al comienzo animando a los nazireos y a los jueces. Más tarde
se manifestará en los profetas, en el sentido más típico de la
palabra. Todos los profetas son luchadores, combatientes de la fe.
Es evidente que, a medida que sigue adelante la historia, la lucha
tiene que hacerse más espiritual. Sobre todo, tomando en cuenta la
escena cambiante de los poderes mundiales. Ya no es posible que
unos individuos cambien la situación por la fuerza o la inspiración
divina.
Incluso Samuel tuvo que luchar en los campos de batalla, lo
mismo que Sansón y que Débora; y Elías tuvo que enfrentarse
cuerpo a cuerpo con los profetas de Baal. Y ese rasgo de validez se
ha ido desarrollando y llega a ser más tarde una de las características
más importantes del profetismo.
Según A. Neher95 el profetismo primitivo se caracteriza por
cuatro palabras claves que reflejan muy bien el contenido y el tipo
de actuación de los profetas de aquella época: 1) Carisma, el Espíritu
de Yahweh que desciende sobre los profetas o los Jueces; 2) Ver; 3)
Escuchar; 4) Las manos. Estas cuatro palabras claves características
de la función profética, las podemos apreciar claramente a través de
los oráculos del profeta Jeremías:
Un relato de vocación del profeta.
"Desde hoy mismo te doy autoridad
sobre las gentes y sobre los reinos para extirpar y derrocar,
para reconstruir y plantar". (Jr. 1:10)
Un relato del mismo profeta doliente:
"Por mi parte, mira que hoy te he convertido en plaza fuerte,
95
Idem., Ibidem.
107
en pilar de hierro, en muralla de bronce,
frente a toda esta tierra,
así se trate de los reyes de Judá como de sus jefes,
de sus sacerdotes o del pueblo en la tierra.
Te harán la guerra, pero no podrán contigo,
Pues contigo estoy Yo.
Oráculo de Yahweh - para salvarte." (Jr. 1:18-19)
96
J. Lindblom, Prophecy in Ancient Israel, p.65ss.
110
- La tarea principal de los profetas que actuaban en esta
época de los inicios del profetismo en Israel, era la de 'dar
oráculos'. Gracias a ese don se respetaba bastante a los
profetas. Mediante ellos el pueblo podía 'buscar la palabra de
Yahweh' (darás en hebreo), confronte para esto IRs. 14:5;
22:7. Pero no sólo el pueblo consultaba a los profetas, también
lo hacían reyes y reinas (Cf. 2Rs.l:2sig.; 3:11).
A veces los profetas daban espontáneamente oráculos, por
ejemplo, confronte algunos textos en lRs.ll:29sig., el caso de Ajías
de Silo; lRs.l2:22sig.: "Pero fue dirigida la palabra de Dios a Semaías,
hombre de Dios, diciendo: 'Habla a Roboam, hijo de Salomón...".
Generalmente la gente tenía gran admiración por los profetas (Cf.
2Rs.8:9,12); aquí se trata del caso en que el rey de Aram es llamado
el 'hijo del profeta Elíseo', y al futuro rey Hásael el 'siervo del
profeta'. Confronte también los textos de 1RS.18:7 y 2Rs.l:13. Pero
al mismo tiempo la gente tenía miedo a los profetas, precisamente
por esta habilidad de poder ver hasta lo que la gente había hecho o
pensado en secreto (1RS.17:17; ISm.16:4; 2Rs.22:27).
El famoso dicho: '¿También Saúl entre los profetas?’ (ISm. 10:11)
indica que la actuación profética era algo anormal y que alguien de
buena familia no debía participar en todos esos rituales mágico-
religiosos. No hay duda alguna que los profetas jugaban un papel
muy importante en la vida religiosa del pueblo.
De vez en cuando los profetas aparecen como defensores del
antiguo orden social con su moral y su ética, por ejemplo, confronte
la famosa historia de la Viña de Nabot (lRs.21). También existen
muchas indicaciones que los profetas intervenían también en la
política. Algunos ejemplos los tenemos en 2Rs.3; lRs.22; lRs.l2:24.
En 2Rs.9 se describe el golpe de Estado realizado por el general de
las fuerzas armadas israelitas Jehú, inspirado y ungido por un
profeta anónimo. El profeta Eliseo juega también un rol muy
importante.
Resumiendo, podemos decir de este primer período que:
1.- Los Jueces, a veces también llamados de profetas y los Nazireos
desempeñaron el rol que más tarde llegó a ser el papel característico
de los profetas preclásicos y clásicos.
111
2.- Había profetas unidos en comunidades y también profetas
independientes, actuando como individuos, que forman parte de la
vida social-religiosa.
3.- En el período que sigue, vemos surgiendo una tercera clase de
profetas, los así llamados 'profetas de la corte'.
97
M. Noth, Historia de Israel. Inicia el segundo capítulo con el título: 'La Transición al Desarrollo
del Poder Político', p.64.
98
Idem., Ibidem.
112
sólo las distintas tribus de Israel, sino también la continuidad y la
existencia de Israel como pueblo.
Esa amenaza consistió particularmente en una invasión de los
así llamados Pueblos del Mar, los cuales se habían asentado en la
llanura costera después de una conquista muy rápida de Egipto. A
esos pueblos del Mar pertenecieron también los Filisteos que
llegaron a ser los enemigos mortales de Israel durante este tiempo.
Sin profundizar más la lucha entre Israel y los Filisteos y todos
los acontecimientos que tienen lugar en esta época que formó el
trasfondo de la elección de Saúl hijo de Kish, de la tribu de
Benjamín. Vemos que hacia el año 1000 a.e.c. el profeta Samuel
unge a Saúl como primer rey de Israel (lSm 9:l-16; véase también
8:10-22) 'Tomará del rey como reflejo de la corriente que se opuso al
reino humano'.
Según la tradición deuteronomista, después de un gobierno de
más o menos dos años, David sucede a Saúl en el trono israelita, y
con la anfictionía del pasado se transforma en un verdadero poder
político.
En cuanto al profetismo significa que, por primera vez, en la
historia de Israel surge el fenómeno del profetismo de la corte
cuando surge una corte real en Israel.
Los libros de Samuel y las Crónicas mencionan sobre todo a Gad
(lSm 22:5; 2Sm 24:l1, 13, 14, 18, 19; lCr 21:9sig.; 29:29; 2Cr 29:25).
Gad actúa después del censo del pueblo99. Este censo militar será
considerado por David como un pecado, vs.10; por ser Dios el único
dueño de la vida; véase Ex.30:11-16. En el fondo, un censo es la
verificación de la bendición de Dios, la que había dicho que haría al
pueblo numeroso, por un lado, por otro lado, significa que así un rey
se proclama a sí mismo como dueño de la vida de sus súbditos.
Otro ejemplo de un profeta de la corte lo tenemos en la figura de
Natán. Nos fijamos en él para averiguar cómo funciona en el A.T.
esta así llamada profecía de la corte.
99
Para mayor información confronte la nota correspondiente al texto mencionado en la Biblia de
Jerusalén.
113
Algunos textos que hablan de Natán son los siguientes: 2Rs 7:2-
4,17; 12:1,5,7,13,15,25; lRs l:8sig.; lCr l7:1-3,15; 29:29; 2Cr 9:29;
29:25; S1 51:2. Según la opinión de G. Von Rad, dice sobre Gad y
Natán:
“Pero fijándonos en Natán y Gad..., se puede afirmar que en esos
hombres se esbozan ya algunos de los grandes temas de la
profecía posterior: los planes históricos de Yahweh con la
monarquía; la promesa de su permanencia; el anuncio de los
castigos que afligirán al ungido; y el rechazo de una dinastía por
parte de Yahweh”100.
Ahora bien, al repasar los textos sobre Natán, se nota lo
siguiente:
A. 2Sm. 7:1-17: El edificar una casa de Dios. 1) El profeta es
enviado al rey para proclamar y revelarle la voluntad de Dios. 2)
mediante una interpretación del pasado (nominalmente el Éxodo),
se puede vislumbrar algo del futuro. 3) Palabra clave (dsxe = Jesed)
v. 15: 'amor', o mejor dicho solidaridad.
B. 2Sm. 12:1sig. La continuidad de la historia de Urías Heteo y
Bétsabé. La historia del mundo inverso; toda la Tora resuena en
esta historia (véase por ejemplo Lv. 18:19.20,29 y Lv. 20:10; Dt.
l7:14 y sobre el rey: Dt. l7:17.
C. IRs. 1.1sg. ¿Quién será el sucesor de David? En este texto vemos
a Natán como un fiel seguidor de su amo; no es oportunista sino
sigue siendo fiel a su amo, no cambia de política en un momento
oportuno.
Antes de sacar algunas conclusiones de esta secuencia de relatos,
conscientes que siempre la estructura narrativa de un texto, o un
'rosario de relatos', tiene ya un significado teológico, deseamos
profundizar un poco más en lo que nos enseña el segundo pasaje. El
cual, pues, es muy característico de la actuación de los profetas de la
corte en general. Por lo menos en los profetas clásicos.
100
G. Von Rad, Teología del Antiguo Testamento. Vol.II, p.28.
114
V.4.1.- Breve Exégesis de 2Sm. 11 y 12: 'El Mundo Invertido'.
El texto que describe el adulterio cometido por el rey David y
Jezabel, mujer de Urías es el reflejo del poder absoluto del rey sobre
sus súbditos. El rey ungido como el protector de su pueblo se
convierte en el opresor de este, y frente a las injusticias cometidas por
el monarca surge la presencia del profeta quien no deja impune sus
crímenes, denunciándolo y anunciando el castigo de Dios. Veamos
algunos aspectos exegéticos de dicha narrativa.
Vs.l. En el tiempo que salen los reyes a la guerra... más David quedó
en Jerusalén.
Vs.2: Y acaeció que levantándose David de su cama a la hora de la
tarde...
Vs.3: Se le dijo 'aquella es Bat-seba' (Betsabé), hija de Eliam, mujer
de Urías Heteo.
Vs.4: El durmió con ella... y se volvió a su casa.
Vs.7: Al contrario nada de paz.
Vs.8/9: Desciende a tu casa... más Urías durmió a la puerta de la
casa del rey con todos los siervos de su Señor, hablando de
solidaridad // Primer Esfuerzo//.
Vs.ll: Declaración de la solidaridad: 'Todo el mundo, salvo tú, está en
guerra'.
Vs.13: 'Hizole comer y beber... 'hasta embriagarlo'... sin embargo:
'Y él salió a la tarde a dormir en su cama con los siervos de su Señor;
más no descendió a su casa'. //Segundo Esfuerzo//.
Vs.14/15: Contenido de la carta de David: 'Poned a Urías delante de
la línea de batalla y desaparecedle, para que sea herido y muera.'
//Tercer y último esfuerzo//.
Vs.21: 'Paralelo sorprendente con el relato de Abimelek, el déspota,
véase Jc.6: lsig.
Y finalmente, después de todos aquellos acontecimientos, viene
Natán (cf. 2Sm. 12) y usando el método de Sócrates (Mayéutica) le
narra al rey la parábola de la oveja. Moraleja. Así como el pobre
considera a su oveja como su hija, así el rey debe hacerse pobre
nuevamente para con sus súbditos. La riqueza corrompe y el poder
absoluto corrompe absolutamente.
2Sm. l2:5sig. 'Entonces se encendió el furor de David en gran
manera contra aquel hombre y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal
hizo así es digno de muerte'. Y después, sigue la interpretación del
115
Deuteronomista: vs. 10: 'Por lo cual no se apartará jamás de tu casa la
espada...'
Resumiendo, podemos distinguir los rasgos siguientes, respecto a
la actuación de Natán:
1.- El pasado y especialmente el Éxodo como liberación de la
esclavitud forma la base ética de su predicación. Así como Dios
mismo ha sido solidario con su pueblo y estaba presente por muy
dura que fuera la situación, precisamente así el rey debe hacerse
solidario para con su pueblo.
2.- El profeta llega a ser el defensor de los derechos humanos al
momento en que el rey se desarrolla como déspota y su reinado va a
tender a un despotismo. Por lo tanto, el profeta apunta siempre a la
Tora por contener justamente aquellos derechos humanos y aquella
ética social.
3.- No es oportunista, el profeta de la corte, sino que permanece fiel
a su amo, a pesar de todo.
Ahora bien, lo que vale para Natán vale también para los demás
profetas de la corte. Por supuesto, y a lo largo de la historia de Israel
numerosos oportunistas, profetas falsos, pero aquellos 'profetas de la
corte' no son profetas, sino meramente empleados del rey, que comen
de su mano y hablan palabras que gustan al rey. No hay del todo ese
elemento de crítica como vimos en el caso de Natán. Pero esto no es
sintomático solamente para la profecía de la corte, sino para la
profecía en general. Siempre tienen que defenderse los profetas de
Israel y casi siempre es rechazada la palabra profética. Están
rodeados continuamente por los profetas falsos.
116
Estos grupos se destacan especialmente por su actuación
extática. Es muy probable que hayan existido estos grupos de
profetas desde los comienzos de la estadía en Israel en Palestina.
Las tesis de científicos como Hólscher y más tarde la de Jepsen
(Nabí), que enfatizan que este elemento extático entró en la religión
de Israel a imitación de los vecinos cananeos, ahora ya no parece
verosímil.
Como hemos visto, también las cartas de Mari nos demuestran
que el elemento extático no es algo que se limitó a un lugar
geográfico, sino mas bien era algo muy común en el Antiguo Cercano
Oriente. Y no solamente en el Cercano Oriente Antiguo, sino cada
pueblo tiene o tenía a sus propias personas inspiradas o extáticas,
como ha comprobado la investigación religioso-histórica de los
últimos años.
Siendo muy escasos los textos veterotestamentarios acerca del
fenómeno del éxtasis, hay que tener en cuenta que en todo caso la
tradición religiosa dentro del pueblo de Israel no ha estimado muy
valiosa ese elemento dentro de la actuación profética. Por lo tanto,
tenemos solamente algunos textos.
118
Cuestionario de la Unidad Nº IV.
1.- Describa las características principales de la Época de los Jueces, cuna
del 'profetismo primitivo'.
2.- Mencione los nombres de las distintas épocas históricas por las que pasó
Israel en el A.T.
3.- Describa los diferentes tipos de adivinos y sus funciones existentes en la
época de los Jueces.
4.- Mencione el nombre y las características de los dos oráculos proféticos
más representativos de su función.
5.- Describa algunas características centrales del rol de los Jueces de Israel.
6.- ¿Cuál era el rol del Nazir?
7.- ¿Cuáles son las principales características del Profetismo Primitivo?
8.- Describa las funciones de Natán, como profeta de la corte.
9.- Describa los aspectos centrales de la exégesis de IRs.11.
10.- ¿Cómo se relacionaron los profetas bíblicos con el éxtasis?
119
Unidad N° VI:
ASPECTOS EXEGÉTICOS DEL PROFETISMO PRE-
CLASICO: EL CICLO DE ELÍAS Y ELISEO.101
Objetivo de la Lección:
Conocer a través de un ejercicio exegético de los profetas pre-clásicos: Elías
y Elíseo el trasfondo socio-religioso del siglo IX a.e.c.
Distinguir la influencia del Baalismo como una confusión ética para la
religión yahvista.
VI.1.- Introducción.
Los dos profetas más prominentes representantes del profetismo
pre-clásico son los profetas: Elías y Elíseo. Estos profetas no tienen
libros que lleven sus nombres, los relatos de sus actuaciones se
encuentran registrados en el libro de los Reyes; por lo tanto,
debemos hablar de los 'Ciclos de Elías y de Elíseo'. El Ciclo de Elías
se encuentra entre los capítulos 17 de Primera de Reyes hasta el
capítulo 2 de Segunda de Reyes, debido a que el profeta Eliseo fue
discípulo del profeta Elías es comprensible que su nombre ya se
mencione desde el capítulo 19:19. El Ciclo de Eliseo comienza,
propiamente tal, en el capítulo 2 de Segunda de Reyes y se extiende
hasta el capítulo 13 del mismo libro.
La época de actuación de estos profetas está ubicada en el siglo
IX a.e.c. en el reino del Norte, en medio de un período histórico de
intensas convulsiones políticas internas y con una fuerte amenaza de
la religión de Ba'al. Este reino nortino más abierto en sus fronteras
fruto de la confluencia de las diversas 'Carreteras' que la cruzan,
además de su política de buena vecindad especialmente con el reino
Fenicio de Tiro102, sufrió un acelerado sincretismo religioso con el
101
En este capítulo seguimos de cerca los pensamientos de Hans de Wit, Proclamación
Profética, p. 44.
102
José S. Croatto, Curso de Exégesis del A.T. Profetas, p. A-5.
120
Ba'alismo, situación que llevará a la confrontación con el profeta
Elías, un ferviente defensor del Yahvismo.
Estos ciclos proféticos han sido compilados y redactados por el
historiador deuteronomista, por lo tanto, reflejan la teología de los
exiliados y su anhelo de una adoración exclusiva a Yahweh
(monoteísmo ético), a través de la actuación de estos profetas se
realiza una desmitificación de Ba'al y se establece el Señorío de
Yahweh como el Dios, no sólo de la creación, sino también de la
historia.
121
profetas que realizan una intensa denuncia de las injusticias sociales
provocadas por la idolatría. 'Preclásico' es, pues, más bien una
indicación temporal, más que un juicio de valor. Su quehacer lo
conocemos sólo a través de la tradición como fue puesta por escrito
por el Deuteronomista.
Como representante de esta corriente en el profetismo bíblico,
queremos tomar el caso de Elías, llamado en el judaísmo: 'El Profeta
de Fuego'. El relato de este profeta se encuentra en IRs. 17:21-29 y
por componerse de relatos de primera vista, un poco aislados, bien se
les llama a ellos: el Ciclo de Elías o también el 'Rosario de Elías'103.
Apreciaremos también que esta secuencia de relatos constituye una
estructura narrativa que a su vez tiene significado teológico.
103
Hans de Wit, Proclamación Profética, p. 44.
104
José S. Croatto, Op. Cit., p. A-5.
105
ídem., Ibidem.
122
Jerusalén trayendo consigo sus dioses. Aquí ellos fueron tolerados y
se ganaron su espacio en medio de la sociedad judía.
La actuación de Ajab desencadenó la crítica del deuteronomista.
Y lo que se había dicho acerca de Omrí, su padre, se repite
literalmente cuando el redactor final de la Obra Historiográfica
Deuteronomista habla de Ajab. Es, pues, una crítica desde un punto
de vista teológico, no tomando en cuenta los aspectos económicos,
por lo menos, no desde un punto de vista puramente económico, de
su reinado. Ya que visto desde un punto de vista socioeconómico la
sociedad israelita crecía económicamente.
En comparación con su padre, Ajab dio un notable paso
adelante, se casó con Jezabel, hija de Ittoba'al, rey de Tiro. El
matrimonio con esta mujer fenicia tuvo para Ajab connotadas
consecuencias políticas internas y externas, de esta manera fue
posible para Ajab vincularse con Tiro. Lo cual tenía dos ventajas,
en primer lugar, mejorar el comercio entre los dos estados y, en
segundo lugar, hacer un pacto contra el rey Benhadad de Damasco.
También el matrimonio de Ajab con la princesa extranjera
Jezabel, traerá grandes cambios en el ámbito religioso y cultual.
Ajab construyó en Samaría un templo dedicado a Ba'al, y ese
templo funcionaba como santuario oficial, no sólo para la familia
real, sino también para todos los súbditos y esto fue el
reconocimiento oficial de la religión de Ba'al en Israel. Aunque no se
nos da tanta información político-social acerca del estado de Efraim
(Israel) durante este tiempo, hay una sola indicación, muy
característica por el estilo deuteronomista sobre la manera en que
fueron edificados tales templos de dioses extranjeros.
El texto que encontramos en IRs. 16:34, es el preludio del
llamado 'Ciclo de Elías', lo dice así:
"Alzo un altar a Ba'al en el santuario de Baal
que edificó en Samaría.
Hizo Ajab el cipo y aumentó la indignación de Yahweh,
Dios de Israel, más que todos los reyes De Israel que le
precedieron".
"En su tiempo Jiel de Betel reedificó Jericó
al precio de Abiron, su primogénito,
puso los fundamentos,
123
y al precio de su hijo menor Segub,
puso las puertas. Según la palabra que dijo Yahweh
por boca de Josué hijo de Num". (IRs. 16:32,34).
125
asentamiento de los hebreos'. Así se explica esta añadidura extraña,
pues, ella ya no tiene un papel más adelante del relato.
Además, de este recuerdo de la historia de Josué, la entrada y la
conquista, hay otras nociones teológicas de las cuales el compositor
nos quiere enterar antes de empezar con el relato mismo de Elías,
ese profeta con sus palabras como fuego.
Sobre estas añadiduras teológicas podemos decir lo siguiente."
La noción de 'Baál’: Para el redactor final del Ciclo de Elías Ba'al
simboliza 'la muerte' religiosa y social del pueblo. En su
interpretación posterior de lo que ha sido la adoración de este Dios
y la actuación de sus profetas, se puede hablar de una perversión
total. Ba'al es para el deuteronomista el 'anti-Dios' y sus profetas
son profetas falsos que predican la muerte. En la lucha entre
Yahweh y sus profetas y Ba'al y sus profetas la vida misma está en
juego, es cuestión de vida o muerte, como veremos. Ba'al significa
literalmente Señor, amo, dueño, es la fertilidad en la propia persona,
es el esquema: producción-consumo. La palabra clave es 'extensión,
crecimiento'. Esta palabra clave "crecer" es simbolizada por la lluvia.
Siempre es difícil hacer una distinción entre una lectura
hermenéutica posterior de la historia o de la influencia y del
contenido que habría tenido una religión pagana según el redactor y
lo que pasa en la 'realidad'; y además hay que cuidarse de no caer en
la trampa fácil de una 'Babel'. Es decir, tomar algunos textos
extrabíblicos y evaluar basándose en ellos la religión al respecto y
llegar a la conclusión de que la Biblia es un libro sin igual y la fe
yahvista una fe sin igual.
Para hacer justicia a cualquier religión, hay que estudiarla
tomando en cuenta todo el material disponible y después
preguntarse cómo vamos a hacer la comparación con el Antiguo
Testamento, y desde que punto de vista.
En cuanto a la religión cananea, la Biblia misma nos da muy
poco material; habla casi siempre en términos de un rechazo, y hay
suficiente evidencia histórica como para poder decirlo, está claro
que Israel desde un comienzo ha estado influenciado muy
fuertemente por la religión cananea.
126
Israel nunca ha sido un estado 'puro', con una religión 'pura'.
Desde sus comienzos, elementos ajenos se han insertado en la
existencia popular del pueblo de Israel. Por eso hay un rechazo tan
fuerte de todo lo que es Ba'al. Ha sido realmente una amenaza esta
religión pagana y desde este punto de vista, el deuteronomista
compone su Ciclo de Elías, enfatizando que abandonar a Yahweh es
morir como pueblo, como nación, como profeta. En estas
circunstancias el desierto tiene una equivalencia con el destierro.
Todo lo que dijimos más arriba acerca del Baalismo, es decir de la
interpretación de esta religión que sale en el Ciclo de Elías y los
escasos detalles que tenemos en el Antiguo Testamento mismo, no
significa que no haya elementos en esta religión que sencillamente
no se encuentren dentro del A.T. Y esto no solamente en cuanto al
'politeísmo-monoteísmo', sino más bien que el estudio de estas otras
religiones mencionadas en el A.T. implica el uso de otra
hermenéutica, de otra cosmovisión, de otra visión sobre lo que es la
vida humana. Veamos estas características de la cosmovisión
baalista, a través de "un texto que se considera como el 'Ciclo de
Ba'al'106:
"Después de que había cerrado Anat
las puertas del palacio
ella empezó a luchar con los jóvenes
al pie del monte
y entonces luchó Anat en la llanura
ella mata a ciudadanos
destruye la gente de Oriente
debajo de ella están las cabezas.
como pilotas
por encima de ella vuelan como langostas las manos
las manos de los soldados, como cañas quebradas.
Pronto se apilan las cabezas hasta su espada
Y las manos hasta su seno.
Sumerge sus rodillas en la sangre de los luchadores
Con su bastón echa fuera a los ancianos
Dirige su arco a sus piernas.
Entonces Anat vuelve a su casa
106
Gordon. Ugaritic Textbook; W. Bayerlín, Godsdienst Historical Texbock rond het O.T., p. 154. Citado
por: Hans de Wit. Proclamación Profética. p. 49.
127
La diosa llega a su palacio
Aún no está satisfecha de la lucha en la llanura
De la matanza de los ciudadanos.
Tira banquetes a los combatientes
Echa mesas a los guerreros.
Derriba a muchos y lo ve con alegría,
Anat causa un baño de sangre y goza
Su interior grita
Al sumergir sus rodillas en la sangre de los soldados
Hasta que esté satisfecha Asesina en su casa Derriba entre las mesas.
Anat es la hermana y a la vez la esposa de Ba'al y posee las
mismas características contrastantes de él. Es una diosa de la
guerra y del amor; a veces atroz, violenta y sanguinaria, pero
también bella, atractiva y fecunda. El trasfondo de este texto es
totalmente desconocido. Puede ser que Anat defienda, o trate de
defender los derechos de su hermano Ba'al.
El texto es un episodio del llamado 'Ciclo de Ba'al' y fue hallado
en Ugarit (Rash Shamra) en el año 1929. El objetivo final de este
Ciclo de Ba'al, en el que se encuentra también la famosa escena de la
lucha entre Ba'al y Yam (Enuma Elish: la lucha entre Marduk y
Tiamat), es probablemente describir y fundamentar el lugar de Baál
como el dios supremo del panteón ugarítico. La lucha de Anat es la
segunda parte del ciclo.
Ahora bien, aparte de la temática de Ba'al, la nota introductoria
del Deuteronomista quiere fijar nuestra atención en lo siguiente: la
mención sorpresiva del rey Ji'el (significa 'hermano de El'), y sus
dos hijos (Abiram. 'Mi padre se eleva' y Segub: 'alta es la muralla')
quiere introducir el relato de la 'viuda de Sarepta y su primogénito'.
El contraste entre ella (la viuda) y el rey hace surgir la pregunta:
¿Hay futuro para los niños en el país, o no?
En síntesis, podemos decir sobre esta breve nota redaccional que
ella nos quiere dar todo un entendimiento teológico, digamos una
guía de lectura de lo que sigue en el Ciclo de Elías, cuyo tema
central es: Canaán contra Israel, Ba'al contra Yahweh y los profetas
de Ba'al contra Elías. A través de estos tres contrastes la
composición teológica nos da a entender: quien es el verdadero Dios
y quien es su verdadero profeta.
128
Antes de entrar al texto propiamente tal, queremos dedicar
algunas palabras al trasfondo histórico que rodea a este profeta con
palabras como fuego. A pesar del hecho de que la redacción final
data del siglo 7/6 y por lo tanto, no da mucha información acerca
del contexto histórico del profeta Elías y tampoco está muy
interesada en él, valdría la pena tratar de resumir algunos rasgos de
aquel entonces, poder iluminar un poquito mejor algunas escenas
que salen en el libro de los Reyes, por ejemplo el de la 'Viña de
Nabot'.
129
amistosas, hasta tal punto que el rey de Jerusalén se mostró dispuesto
reiteradas veces a unirse al ejército de Israel. El rey Josafat, sucesor de
Asa, aparece varias veces como aliado; y el rey Joram, que le precedió, se
casó incluso con una hija de Ajab, Atalía (cf. 2Rs.8:18). Las relaciones de
Israel con el estado de Damasco tuvieron que ser bastante variables107. Por
un lado, había bastante tensión entre las dos naciones, por otro lado, había
un intercambio y una interacción comercial (cf. lRs.20:34), así como
bélica (cf 1Rs.26).
Según la opinión de S. Hermann debemos tener mucha cautela al
estudiar estos textos para discernir lo que corresponde a una
historiografía profética y a una teología deuteronomista: "Con la mayor
cautela hay que insertar en este amplio marco político-estratégico
las tradiciones veterotestamentarias, que pretenden situarse en la
época de los omridas."108
Se trata de una teología deuteronomista lo que se narra aquí, o se
trata de una historiografía profética, la que nos ofrece todo un cuadro
profético de los acontecimientos de aquella época. Por eso se nos destaca
con tanto énfasis la falta de libertad religiosa, la falta de justicia.
En el penúltimo pasaje, lRs.21, El profeta Elías hace, por
ejemplo, un juicio al rey; apunta entonces todo esto a la temática
fundamental del profeta enfrentado al poder real, el que a esta altura
comienza ya a ser identificado con la injusticia, y aparece Yahweh como el
defensor de la justicia-Mishpat.
El rey quiere aumentar sus propiedades, surgen todas las
estratagemas de Jezabel, para lograr apoderarse de ese campo. Hay una
degeneración de la función salvífica original del rey, el que es hacer justicia
a los débiles. En segundo lugar, hay también una degeneración de la
justicia, la legal, claramente aludida en la escena en que Jezabel manda
armar un juicio falso para matar a Nabot.
En Israel la propiedad de terrenos era inalienable, regía
exclusivamente el derecho hereditario, el según la mentalidad
veterotestamentaria, consideraba no al israelita particular, sino al
107
Para mayor información confronte la obra de: Siegfried Hermann, Historia de Israel, p.279.
108
Idem., Ibidem.
130
mismo Yahweh como el dueño radical de la tierra prometida y otorgada.
El intento de Ajab de apoderarse de una buena finca como patrimonio de
la corona junto a la residencia secundaria de Jezrael, fracasa ante todo
por la negativa válida según las ideas jurídicas israelitas, de su dueño
Nabot, quien defiende la herencia de sus padres; Ajab se muestra
dispuesto a reconocer ese derecho, pero la intervención de Jezabel hace
cambiar las cosas.
Para ella la soberanía del rey es la ley suprema, que ni siquiera en lo
concerniente a la propiedad de la tierra puede tener limitación alguna,
criterio que, a la vista de las prácticas fenicias que posibilitan más las
transacciones sobre terrenos, es incluso comprensible. En el fondo de este
relato entran en conflicto no ya personas entre sí, sino ordenamientos
jurídicos, que no raras veces pueden haber determinado y
dificultado el clima político interno109.
Para el redactor deuteronomista, lo principal es que obviamente
un casamiento entre Ba'al y Yahweh tiene consecuencias catastróficas.
Elías actuó aquí como profeta, hombre que anuncia el castigo y tiene su
fuerte crítica acerca del quehacer del rey y de la reina. Anuncia el castigo al
rey, en el cual se lee que va a ser muerto en el mismo lugar donde cometió
el crimen; ese tipo de castigo será el exilio, que es lo opuesto a la salida
de Egipto y a la donación de la tierra de Canaán.
Entonces la figura del profeta Elías, a pesar de no ser un profeta
escritor, es fundamental, y ya tiene todos los rasgos y
características del profeta clásico.
En la exégesis que luego vamos a hacer de todos los pasajes,
acerca del profeta Elías, queremos intentar de descubrir si los
diferentes momentos de la actuación de ese profeta, los que en
conjunto constituyen el llamado 'Ciclo de Elías', tienen algún
significado teológico. Comenzaremos entonces con una exégesis
detallada de los distintos pasajes en sí, para terminar averiguando
su hay alguna estructura general desde la cual los pasajes
individuales hayan sido compuestos.
109
Idem., Ibidem.
131
VI.4.- E1 Sincretismo Religioso con el Baalismo.
La religión que caracterizó al pueblo de Israel fue totalmente
diferente de las religiones de los pueblos cananeos vecinos. El
yavismo fue tomando y adaptando los elementos de la religión
cananea a una nueva configuración religiosa, en la cual prevaleció
una ética solidaria, no se trata de un sincretismo en donde dos
culturas se funden en una nueva, y en esta nueva cultura
prevalecen los elementos culturales de ambas culturas donadoras.
El yavismo se trata de una religión que se abrió paso en medio del
mundo cananeo, tomando elementos religiosos de su entorno, pero
adaptándolos a una nueva cosmovisión y concepción teológica.
Este proceso no fue rápido, al contrario fue muy lento,
podríamos suponer que el yavismo comenzó a tomar fuerza en la
región de Judá, después de la invasión Asiria y la destrucción del
Reino del Norte, Israel (siglo VIII a.e.c.). Como una trágica
consecuencia muchos habitantes del norte se refugiaron en el Sur,
aumentando la población de Jerusalén exponencialmente, algunos
historiadores afirman que la población de Jerusalén se incrementó
15 veces en su tamaño110. Con esta nueva población Judá creció
económicamente, pero religiosamente el Yavismo se impuso como la
religión dominante, siendo desplazadas las tradiciones populares
norteñas relacionadas con los cultos de la fertilidad de Ashera.
La religión oficial, difundida a través de los altares oficiales del
rey, abandonó el carácter exclusivista del yavismo y, comenzó a
experimentar un sincretismo religioso con el baalismo, por razones
éticas e ideológicas. El yavismo fue defendido por todos los
"profetas" de Israel, tanto los profetas 'pre-clásicos' como por los
'profetas clásicos', defensa que se dio, teológicamente, como una
lucha que se manifestó especialmente contra la llamada 'religión
oficial'.
Tanto la dinastía de Omrí en el siglo IX, así como en el siglo
VIII a.e.c., el Reino del Norte aprovechó su florecimiento
económico para crecer urbanísticamente y, muchos palacios y casas,
tanto residencias permanentes como para descanso, fueron
110
132
construidas. Recordemos que el rey Omrí compró la colina de
Samaría para construir allí su palacio y su templo. El profeta Oseas
testifica que Israel, guiado por su idolatría y confianza en las
fuerzas humanas, construyó templos/palacios (Cf. Os. 8:14a). De
esta forma, el profeta revela el fuerte interés del Estado de Israel
por la construcción y multiplicación de los templos por todo el
territorio de Israel. En ellos se difundía la religión oficial
administrada por los sacerdotes, los cuales a su vez eran funcionarios
del Estado. Frente a esta evidencia nos preguntamos: ¿Por qué el
Estado israelita financiaba y promovía la construcción de templos?
¿El Estado estaba realmente interesado en el desarrollo religioso del
pueblo, o existía algún interés particular en esto? ¿Cuáles eran los
valores religiosos que la religión oficial difundía?
El Reino del Norte - Israel - nació con este interés particular, por
parte de la monarquía, para reglamentar y controlar el factor
religioso. Recordemos que Jeroboán I construyó los altares en Dan
y Bethel, y puso en ellos los becerros de oro con el objetivo de evitar
la peregrinación anual del pueblo al templo de Israel. En este hecho
los intereses políticos de la corte dominan y se imponen sobre los
intereses religiosos del pueblo. En el siglo VIII a.e.c., nuevamente
los intereses políticos de la monarquía eran manipular la religión111,
con el objetivo de proporcionar el medio ideológico para legitimar el
orden, logrado por su gobierno, en la sociedad.
No es necesario buscar mucho en la Biblia las razones por las
cuales la monarquía procura su legitimación, pues los profetas
Amos y Oseas proporcionan abundantes datos textuales que
revelan la profunda división de clases existente en la sociedad
israelita (Cf Os. 7:2ss; 8:4; 12:8-9; Am. 2:6; 3:10; 4:1). Por lo tanto,
si analizamos los contenidos y valores que la Religión Oficial
111
Entendemos por religión la definición proporcionada por Emile DURKHEIM, The
Elementary forms of the Life, 1912 (Trad. Inglesa 1915), p. 62 a 63. “La religión es un sistema
unificado de creencias y prácticas relativas a cosas sagradas, es decir, a cosas reservadas y
prohibidas - creencias y prácticas que unen en una única comunidad moral, llamada Iglesia, a
todos aquellos que se adhieren a ella. El segundo elemento, que encuentra así lugar en nuestra
definición, no es por eso menos esencial que el primero; pues, muestra que la idea de religión es
inseparable de la idea de Iglesia, deja bien claro el hecho la religión debe ser cosa
eminentemente colectiva". Citado por: Norman K. GOTTWALD, As tribos de Jahweh. Uma
sociología de Israel liberto 1250-1050, p. 81.
133
difundía en los altares, encontraremos una estrecha relación con la
economía del Estado israelita.
La Religión Oficial difundía en sus altares un yavismo
baalizado, es decir, una religión sincretista112, en donde elementos
religiosos del yavismo eran mezclados con elementos religiosos
cananeos113 (Cf Os. 2:7.10.15). La influencia del sincretismo de la
religión Cananea ha existido desde el comienzo de Israel como
pueblo en el medio de la tierra prometida. Canaán no estaba
desierta, muchos pueblos vivían en ella desde tiempos muy remotos.
El desarrollo de Israel en Canaán, la tierra prometida, implicó
para los israelitas entrar, en el plano sociológico, en una imposición
de un sincretismo sociocultural con los pueblos autóctonos. La
cultura israelita fue desarrollándose en Canaán y, en su proceso
dialéctico de síntesis y antítesis, en el plano religioso, fue incluyendo
y adaptando a su cosmovisión teológica, los símbolos religiosos
cananeos. Este proceso de sincretismo experimentado por la cultura
israelita es descrito y analizado por G. Widengren y C.J: Bleeker.114
112
Drogers ANDRE, The problem of definition, The definition of the problem. In: Gerald GORT
(ed.), Dialogue and Syncretism: an interdisciplinary aproach, p. 18 a 19. El autor define el
sincretismo aplicado a la religión como el proceso de transformación de los símbolos religiosos,
en el cual la inspiración para este intercambio viene desde fuera, ya sea de una o de varias
religiones, o de la estructura social, o de la sociedad secular. Esto no sólo está relacionado con la
mezcla de las ideas o prácticas religiosas, sino también tiene que ver con los símbolos de su
propia religión mezclados con símbolos de otras religiones. El autor argumenta: "El hombre
puede aceptar estos sistemas simbólicos y admitir su impacto en su vida. Pero también puede
actuar como arquitecto de estos mas y cambiar el significado de los símbolos, eliminar símbolos
y significados, cambiar la estructura del sistema, crear nuevos sistemas, substituyendo, tiendo,
agregando, sintetizando, asociando, imitando. Estas transformaciones pueden ser el resultado de
intercambios en la sociedad o en el papel del hombre". (traducción nuestra).
113
Idem, Sincretismo, In: Estudos Teológicos. São Leopoldo (21): 141, 1981. El autor clarifica
la etimología de la palabra sincretismo. Esta proviene del griego y significa "actuar como los
cretenses", indicando con esto la particularidad que tenían los habitantes de la ciudad de Creta de
pelearse continuamente entre ellos, pero de unirse férreamente cuando debían enfrentar a un
enemigo común.
114
G. WIDENGREN & L. J. BLEEKER, Historia Religionum. Religiones del pasado, v. 1, p.
393. Los autores describen el proceso de sincretismo experimentado por Israel de la siguiente
manera: "Cuando Israel se estableció en Canaán lo hizo en calidad de una confederación formada
por diversas tribus seminómadas que poseían una religión sin complicaciones. Su ética se
distinguía, por sobre todo, por la solidaridad tribal. En Canaán tienen que enfrentarse estos
invasores a una población agrícola y urbana, cuya religión, la típica de los semitas occidentales,
con mitos y ritos combinados en un complejo sistema de gran fuerza emocional, con un
elaborado culto que incluye las acciones sexuales, con templos y sacerdotes, fiestas e imágenes
de culto extraño a los invasores. Se produjo una violenta ruptura en muchos sectores, como
134
Esta evolución puede ser observada también en los atributos que
Israel, en la concepción yavista, otorgaba a Yahweh: "Primero, Él
era un Dios de la protección, después era un Dios de la guerra; y,
finalmente, un Dios de la paz universal, cuyo dominio abarca a todo
el mundo".115 La misma cosa ocurre respecto de la adoración de
Yahweh: primeramente era adorado en cualquier lugar; mas tarde
en numerosos santuarios locales; y, finalmente, en un único
santuario. "Simples cultos tribales dan lugar a complejas
ceremonias cultuales y, por fin, a la adoración en espíritu y en
verdad".116
Aunque el Antiguo Testamento no proporciona datos precisos
respecto del origen de Israel, por lo menos sabemos que muchos de
los antiguos moradores de esta tierra aceptaron el Yavismo, "pero el
proceso de desterrar las prácticas paganas necesitó de
generaciones".117 La rivalidad entre Baal y Yahweh es ampliamente
documentada en la literatura del Antiguo Testamento. No es
suficiente decir que los israelitas adoraban al Dios de la historia y
que los cananeos adoraban al dios de la fertilidad. Yahweh, en
realidad, fue ambos, el Dios de la historia y el Dios de la fertilidad
(Cf Os. 2:10-11. 17a).118
Este fue el motivo por el cual, aun en el siglo VIII, el sincretismo con
la religión cananea fue muy fuerte. A tal punto se agravó esta situación
religiosa en el Reino del Norte, que Dios inspiró e impulsó al profeta Oseas
para denunciar y condenar dichas prácticas, las cuales ocurrían
principalmente en los altares oficiales, en medio del culto a Yahweh (Cf.
Os. 4:12-14; 9:1ss; Am. 4:4ss; 5:21-24).
podemos ver en los escritos de los llamados profetas. Sin embargo, después de la tesis y la
antítesis, se llegó finalmente una síntesis. Canaán hizo sus contribuciones a la religión israelita y
no sólo como un estímulo negativo, sino también como un factor positivo en la evolución de la
religiosidad y la ética de este pueblo", (traducción nuestra). Debemos dejar claro que no
coincidimos plenamente con la tesis de fondo usada por los autores para concebir el
asentamiento de Israel en Canaán, tan sólo deseamos destacar el proceso de sincretismo que el
pueblo de Israel experimentó en su proceso de evolución socio-religioso, hasta llegar a concebir
una religión monoteísta.
115
Georg FOHRER, História da religião de Israel, p. 18.
116
Ibidem.
117
William Foxwell Albright. Op. Cit., p. 112 (Traducción nuestra).
118
Walter HARRELSON, From Fertility cult to worship, p. 10.
135
En esta época los templos oficiales estaban llenos de gente, sin embargo,
el yavismo en su forma pura ya no era más practicado. Los descubrimientos
arqueológicos de este período reflejan el sincretismo alcanzado en el seno de
la sociedad israelita. Un ejemplo evidente de esto es constituido por las
llamadas óstracas de Samaría'. Estas reliquias arqueológicas contienen
muchos nombres compuestos tanto con el nombre de Baal como con el de
Yahweh.119 Es evidente que no toda la población israelita cambió la fe en
Yahweh por la religión de Baal. Aunque la Biblia no proporcione datos
suficientes para apreciar la masificación de este problema religioso, es
posible deducir que muchos israelitas eran adoradores de Baal.120
Pero, ¿qué tenía de especial la religión cananea para seducir a los
israelitas? La religión de los cananeos era una religión de campesinos. La
diferencia del Dios de los israelitas, inicialmente, fue la comprensión de un
Dios de pastores. Por lo tanto, la religión cananea reflejaba la cosmovisión
de una sociedad sedentaria, cuya actividad económica principal era la
agricultura. La relación entre hombre, campo y semillas está muy presente
en esta religión, dando una respuesta satisfactoria a los campesinos.
Las culturas del Antiguo Oriente Medio concebían a su principal
actividad económica - la agricultura - como una parte importante de su
religión y, sus rituales de fertilidad tenían el propósito de asegurar una
buena cosecha de la tierra. El rey, cabeza principal de la sociedad,
desarrollaba también una función de sacerdote principal, a través de los
ritos mágicos de la llamada ‘hierogamia', ritual que garantizaba la
fertilidad de la tierra para todos sus súbditos. La práctica de la
hierogamia no era un simple coito, con el objetivo de la procreación
humana, mas bien, su propósito real era el de garantizar y asegurar una
abundante cosecha para toda la población.121
119
John BRIGHT, Historia de Israel. pp.348 al 349.
120
Frank E. EAKIN, Jr. Yahwism and Baalism before the Exile. JBL (84): 408, 1965. El autor
considera que el sincretismo del yavismo-baalizado fue practicado por una gran mayoría de la
población israelita: "It seems, however, that this syncretistic movement among the Israelítes was
the activity of the majority rather than of the minority. My position does not deny the necessity
of a psychological tenacity among a minority band of exclusive Yahwists; indeed, this continuum
was necessary if Yahwism were to be maintained".
121
Idem, Encyclopedia of religión, v. 6, p. 310. El autor hace una descripción de la 'hierogamia'
de las culturas de la antigua Mesopotamia, de la cual citamos lo siguiente: “Otro complejo de
ideas personificadas en la actividad del culto sexual es la de la transferencia del poder de la
fertilidad de la divinidad al rey. El rey, en la antigua Mesopotamia y en la India, era considerado
como el que garantizaba la fertilidad de la tierra y de su pueblo, de la prosperidad y bien estar del
136
De la misma forma que las culturas de la antigua Mesopotamia, los
cananeos creían que su dios Baal, dios de la lluvia, fertilizaba con su
esperma - 'la lluvia' - las tierras de los campesinos. Baal, representado
como un joven toro, dios de la fertilidad, tenía una esposa Astarte,
también llamada de era y Ashteroth. Los altares predilectos donde ambos
eran adorados fueron los lugares altos cerca de eras (Cf. Os. 4:13). Allí
había un altar y junto a este altar un pilar de piedra y en un árbol
sagrado (llamado Asherá). Sus fiestas religiosas o festivales fueron
asociados con las estaciones del año agrícola.122 La religión cananea
estaba centrada en los rituales mágicos de la fertilidad, los que
probablemente influenciaron a los campesinos israelitas. Dichos rituales
mágicos de fertilidad son rechazados por el profeta Oseas.123
No es extraño que los campesinos israelitas a través de su trabajo
diario con las semillas, la tierra y la cosecha, hubiesen
experimentado una confusión o adoración conjunta a Yahweh y a
Baal. Además, los becerros de oro de los altares oficiales de Dan y
Betel, los que eran considerados como pedestales sobre cuyos lomos
se posaba el invisible Yahweh, tenía una semejanza muy grande con
el toro Baal.124 Por lo tanto, la confusión entre las dos divinidades
no estaba muy distante, especialmente entre la población
campesina. Esta confusión tenía que ser aclarada teóricamente en
reino. Para desempeñar estas funciones el rey recibía su poder a través de una mujer. En la
antigua Mesopotamia el poder era transferido a través del ritual del matrimonio sagrado (hieros
gamos) (...). Los primeros relatos vienen de Sumeria, 3.000 a.C. Esencialmente, el rito consiste
de una relación sexual ceremonial y pública del rey, representante de la corte de los dioses
Dumuzi (o Acádico Tammuz), es la representante de Inanna, una alta sacerdotisa, cabeza del
templo de las hieródulas. El objetivo del coito no es la procreación, sino asegurar una abundante
cosecha y la aprobación de los dioses de las reglas de la habilidad del rey.”
122
E. KEISER, The Historical relationships of the Old Testament. In: Herbert C. ALLEMAN &
Elmer E. FLACK, Old Testament Commentary. A introduction to and commentary on the books
of Old Testament, p. 19.
123
Walter HARRELSON, op. cit., p. 44. El autor describe el proceso de sincretismo de la
siguiente forma: “En Israel del Norte, los templos de Betel y Dan eran altares bajo la supervisión
del rey. El objeto cúltico principal de cada altar era el toro joven recubierto con oro,
probablemente interpretado como el pedestal sobre el cual la invisible deidad se posaba. Pero
como la religión de los israelitas del Norte fue más y rada por los clanes de la fertilidad del
mundo religioso cananeo-fenicio, el toro o becerro fue identificado con un símbolo de la fertilidad
y cayó bajo denuncias de los profetas de Israel", (traducción nuestra).
124
William Foxwell ALBRIGHT, From of stone age to Christianity, p. 266. El autor aclara el
hecho que el pueblo no confundió el toro con un pedestal o con la imagen de Yahweh. Por lo
tanto, tenemos que argumentar que muchos campesinos adoraban juntos a Yahweh y a Baal.
137
los cultos a Yahweh, celebrados en los altares oficiales, sin embargo,
sabemos por la crítica del profeta Oseas que esto no ocurrió (cf. Os.
4:14). Lo que llama la atención, realmente, es el hecho que la
monarquía, en vez de disipar la confusión de la población, la
incrementó con sus prácticas permisivas e idolátricas (cf. Os. 5:1).
¿Como ocurrió el sincretismo religioso que hemos denominado
como Yavismo baalizado? Para comprender esto es necesario
conocer el proceso mental que el campesino hacía de sus modos de
producción. Analizando el texto de Os. 2:7b, tenemos lo siguiente:
“Se decía: Me voy con mis amantes [baalines], que me dan mi pan y mi agua, mi
lana y mi lino, mi vino y mi aceite”.125
Las expresiones que el profeta Oseas coloca en la boca de su
mujer infiel describen la cosmovisión del campesino que cree en la
fertilidad mágica de la tierra proporcionada por Baal. La lucha del
profeta está centrada en la desmitologización del proceso agrícola en
las manos de Dios, es decir, en la ruptura de la concepción mágica de
la fertilidad de la tierra.
Dentro de un modo de producción agrícola, se da una relación
entre el dominante y el dominado: la tierra (el suelo cultivado)
constituye el elemento dominante; las herramientas, las semillas y
la fuerza de trabajo, tanto del hombre, así como de los animales de
tracción, constituyen el elemento dominado. Sobre estos medios los
campesinos poseen un control real. Sin embargo, existen otras clases
de energías que e1 campesino no logra dominar: la energía del sol, el
agua de las lluvias, las sequías, la nieve, los vientos, el granizo y las
plagas de langostas. Todos estos elementos tienen algo en común, el
venir de lo alto, del cielo, en oposición con la tierra, donde se realiza
la producción.126
125
Seguimos la versión de L.A. Schökel. La Biblia del Peregrino. P. 1154.
126
Fernando BELO, Lectura materialista del evangelio de Marcos. Relato-Práctica-Ideología,
p. 39. El autor define los códigos paramétricos en la página 29 de la siguiente manera: "LA
función de las ideologías consiste en organizar las regiones semánticas según los códigos
determinados, los cuales el autor llama de códigos paramétricos), con el fin de permitir la lectura
de los textos producidos en las diversas prácticas. Los ‘códigos paramétricos' producen siempre
la (ideo)logía que determina la clasificación de los elementos significantes en semánticas
regionales".
138
Basándonos en la descripción de la función ideológica de la
religión, hecha por F. Belo, se puede entender la cosmovisión
mágica del proceso de producción agrícola. Este aspecto mágico fue
sado y manipulado por la monarquía en los altares oficiales. Bajo
este principio es que podemos entender mejor las causas por las
cuales la monarquía se acomodó al sincretismo del yavismo-
baalizado, evitando la desmitologización del proceso agrícola y
fundamentando lo mágico en ella. Al hacer este proceso la
monarquía usa la religión en un sentido ideológico.127 El texto del
profeta Oseas, anteriormente, aclara por un lado la alienación del
pueblo al creer que los frutos de la producción agrícola son
proporcionados por Baal y, por otro lado, revela el éxito ideológico
(cierre ideológico) que la monarquía hizo sobre el pueblo.
Una de las ventajas que la monarquía sacó de esta manipulación
religiosa estaba situada en el plano político, y consistía en la
legitimación de su proprio status quo en la sociedad israelita, pues en
el reino del Norte no existía el sistema dinástico establecido, así como
en el reino del Sur.128
Por lo tanto, en los altares oficiales, templos destinados para
servir de adoración a Yahweh, el rey se convertía en el principal
orador y representante de Dios. De esta manera quedaba la religión
unida al Estado y el rey cumplía una doble función: la de monarca y
de Sumo Sacerdote.129
127
Emplearemos el concepto de ideología proporcionado por Norman K. GOTTWALD, op. cit.,
p. 79 a 80. El autor cuando se refiere a la ideología en Israel antiguo, quiere describir: "ideas
religiosas concordantes, que fueron estructuralmente encajadas y funcionalmente correlacionadas
con otros fenómenos sociales dentro del sistema social más amplio, y que servían, de modo más o
menos comprensivo, para proporcionar explicaciones o interpretaciones de las relaciones sociales
características y de la experiencia histórica de Israel e, igualmente para definir y activar el
sistema social israelita en oposición o en polémica con otros sistemas sociales". (Traducción
nuestra).
128
Albert ALT, Essays on Old Testament History and Religión, p. 313 a 335. Citado por Gerhard
Von RAD, Teología do Antigo Testamento, v. I, p. 56.
129
Walter HARRELSON, op. cit., p. 63. Así el autor describe este proceso ideológico con las
siguientes palabras: "Una cosa es completamente clara: El reinado en Israel del Norte no tenía
garantía divina y legitimación tal como lo tenía en Judá. La antigua noción de una persona
elevada a la cabeza de las tribus fue la ideología predominante. Dios condujo al pueblo a la
elección de su pacto representativo. El fue el principal orador de Yahweh. Los altares reales de
Betel y Dan estaban bajo la supervisión especial del rey. 'Iglesia' y Estado' fueron virtualmente
idénticas, eso parecía", (traducción nuestra).
139
Bajo este clima sincretista e ideológico es que surge la crítica de
los profetas contra el culto oficial.130 Esta crítica debe ser
comprendida en el sentido contra-ideológico, especialmente en el caso
del profeta Oseas, cuando condena el culto oficial y la monarquía
(cf. Os. 5:1; 8:4; 9.15; 13:10). Además, cuando el profeta Oseas ataca
el sacerdocio oficial, el ataca al mismo tiempo el culto oficial y la
institución monárquica, pues, las dos instituciones sociales estaban
íntimamente unidas (cf. Os. 4:5). Por lo tanto, al atacar el culto
oficial y sus representantes, Oseas ataca indirectamente a la
monarquía.131
La segunda ventaja que la monarquía obtuvo con la
manipulación de la religión oficial, atribuyendo al yavismo-
baalizado un sentido mágico, se situó en el plano económico. En la
confusión, por parte de la población, tanto campesina como de la
ciudad, en atribuir la fertilidad de la tierra a Baal tuvo su 'cierre
ideológico' en la representación de este dios como Señor y los
hombres como sus servidores. Como Baal era el dueño de la
fertilidad de la tierra, entonces la cosecha le pertenecía. Además,
como el rey era la cabeza principal de la sociedad, entonces era
considerado 'servidor principal' de los dioses, legitimando así con
esta creencia el cobro indiscriminado de tributos.132
La difusión de esta ideología ocurre en los altares oficiales,
ubicado en las ciudades principales del Estado (Dan, Betel,
Samaría, etc.). La recaudación de las ofrendas era hecha
principalmente a través de las festividades religiosas, celebradas
tres veces al año.
130
Emplearemos la definición de culto proporcionada por Aubrey JOHNSON, The Cultic
Prophet in Ancient Israel, 2 ed., 1962, p. 29 a 30, nota 3; apud. Norman K. GOTTWALD, op. cit.,
p. 81. “… El término 'culto' puede ser y, de hecho, debe ser usado para incluir todos aquellos
ejercicios religiosos que forman los medios establecidos por cualquier grupo social para: a)
garantizar relaciones correctas con el sector de aquello que es 'sagrado' o 'santo'; b) y así
usufructuar de los beneficios, incluso guía en las diversas crisis de la vida, que se considera que
este sector es capaz de otorgar a la humanidad".
131
Jesús María ASURMENDI, La guerra Siro-Efraimita, p. 132.
132
Milton SHWANTES (Assessor), Relatório do II Encontró de Assessores(as) do CEBI-SUL.
Tema: Oseias e Cantares, p. 15.
140
VI.5.- “LA VIÑA DE NABOT”. CUANDO LA POLÍTICA SE
MEZCLA CON LOS NEGOCIOS. Exégesis de 1Rs. 21
El canon judío llama a los libros de Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel,
1 y 2 Reyes como ‘libros de los Profetas Anteriores’, dejando claro
que fueron escritos por profetas. Por lo tanto, lo que estos libros
hacen es darle una mirada crítica a la historia de los Reyes de Israel
y Judá, denunciando los abusos de poder e idolatrías de dichos
servidores públicos. Esta crítica es realizada desde la perspectiva
teológica del grupo levita, conocidos como grupo Deuteronomista.
El relato de 1Rs. 21:1-29, se encuentra inserto dentro del
llamado ‘ciclo de Elías’, en medio de un contexto narrativo de una
gran sequía que asoló a Israel por más de tres años. La narrativa
nos confronta con tres actores relevantes: por un lado, está Nabot
que se aferra a sus tradiciones ancestrales y, por otro lado, el rey y
su esposa quienes aprovechan la oportunidad para realizar un
negocio en su beneficio personal.
133
Resumen extraído de: Albert Alt, Kleine Schriften III, pp. 348 al 372.
141
modo de síntesis, Alt, constata los siguientes cambios en la concepción
jurídica de la tierra:
1) El sistema social antiguo establecía y aseguraba la posesión de
tierras para todas las familias (Cf. Miq. 2:2ss.). En Miqueas
encontramos que se defiende: hombre y la casa; a la persona y la
herencia. Cada persona libre tenía su cuota de tierra, la cual era
prohibida venderla o expropiarla.
2) El término anahala = herencia inalienable, implica que la tierra no
puede ser vendida. Alt habla de cierta comunión de bienes, la tierra
pertenece a todos. Esto se mantiene hasta el inicio de la realeza, pues,
posteriormente esto cambió.
3) David incorporó nuevas tierras a Israel, producto de sus campañas
de conquista. Estableció una corte, con funcionarios contratados y
pagados por él, el sistema de pago a sus funcionarios era a través de
tierras (ley fundiaria). A través de esta ley la dinastía obtuvo tierras,
de la misma forma como la hacían los cananeos (cf. Is. 5,8).
4) Las tierras sin dueños eran devueltas al rey, y no a la comunidad,
acumulando el rey tierras con las cuales les pagaba a sus funcionarios
(cf. 2Sam 16,4; 1Rs 21; 2Rs 8:1-6).
5) Se constata en la monarquía una mala distribución de las tierras,
surgen las elites sociales que empiezan a acumular tierras rompiendo
con las normas establecidas al respecto.
6) Los campesinos pobres sufren la pérdida de sus tierras producto de
las deudas contraídas.
Situaciones similares a las narradas en los textos bíblicos se
encuentran en los documentos cananeos, tal es el caso del documento
"Palacio Real de Ugarit" (PRU III, Nº 16.145; Nº 16.269) los que
confirman la existencia del derecho judiciario en Canaán. Los que,
según una traducción de Wisemann, lo llamaban alatab (Nº. 17, 410)
(Alalah).
Las tierras del rey eran redistribuidas por éste entre los
funcionarios de la corte, los que forman ahora parte de la comunidad
campesina terrateniente, recibiendo estas tierras en una especie de
comodato, especulando con ellas. Con esto surge el Sistema de
Capitalismo de Rentas, en donde los dueños del comodato arriendan
142
las tierras a "colonos" (campesinos sin tierras) para que las produzcan
a cambio de un precio fijado, y ellos continúan viviendo en la ciudad.
Dichos funcionarios no pagaban impuestos por estas tierras y
tampoco podían ser vendidas. En cambio, las tierras pertenecientes a
los campesinos libres estaban sujetas a tributación, el término (pilku o
ilku, también se le conocía como missu), vino a indicar el tipo de
impuesto que se pagaba por ellas.
El relato enfatiza que Nabot no quiso aceptar la propuesta del rey
Acab, porque él consideraba a la tierra como inalienable, es decir que
no se podía vender. “Pero Nabot le dijo a Acab: No permita el
SEÑOR que te dé la herencia de mis padres”.134 Acab como rey
israelita, comprende las razones legales y afectivas de Nabot, por eso
no insiste y se devuelve a su palacio disgustado y deprimido (Cf. V.4).
Aquí surge un tercer personaje en el relato, la esposa del rey, la
princesa Jezabel, sidonia hija del rey Et Baal (Cf. 1Rs. 16:31). La
descripción deuteronomista carga la culpa completamente sobre la
mujer, disculpando al rey Acab. Sin embargo, el relato menciona que
Jezabel es una princesa extranjera (sidonia), proviene de una cultura
en donde todas las tierras pertenecen por derecho al rey. Y en donde
este funcionario público es considerado, ideológicamente, como un
semi-dios, mitad humano y mitad divino, legítimo intermediario entre
los cielos y la tierra (dioses y humanos). Ella actúa de acuerdo con su
cultura, lo curioso es que el rey Acab, conocedor de sus tradiciones
culturales y legales israelitas, no se opone enérgicamente a los
propósitos de su esposa, la deja ser porque sabe que el resultado de
estas acciones le acarrean beneficios económicos personales (Cf. V.8).
Según el criterio y juicio del escritor deuteronomista, Jezabel
escribió cartas a nombre del rey con su conocimiento y aprobación,
citando a los ancianos y principales de la ciudad engañándolos, con el
testimonio de los falsos testigos (Cf.vv.8-15). Aunque también existe
la posibilidad de que Nabot, en primera instancia, haya aceptado
vender o permutar su viña, aspecto legal que se firmaba con un
juramento a Yahweh; y que posteriormente se arrepintió ajustándose
134
Todas las citas bíblicas de este artículo han sido extraídas de la Versión Biblia Latino
Americana (BLA).
143
al anahala de la antigua tradición legal. Como haya sido esta situación
no justifica el accionar del rey Acab.
La eliminación legal de Nabot, el opositor de los anhelos
comerciales del rey, con la pena de muerte por blasfemia llegó a los
oídos del rey. Quién lejos de indignarse por la muerte de un hombre
justo, se levantó para descender a tomar posesión (yârash) de la viña
(Cf. V.16). Acto que deja en evidencia que el rey Acab aceptó vivir
bajo los preceptos legales de los reyes cananeos. Y todo esto bajo un
aparente ambiente de legalidad.
144
pequeños agujeros en los que depositar ciertos colores y una
depresión en el centro para mezclarlos135.
En un contexto de una intensa sequía, el rey aprovecha la
oportunidad para obtener una parcela cercana a su palacio, con el
propósito de cultivar cereales (Yârâq). Podemos deducir por los
términos económicos usados (Nathân = vender136; mechiyr = valor,
precio, pago; keseph = plata, dinero) que el rey Acab pretende
producir y vender cereales una vez que la sequía termine.
Narrativamente las acciones de Acab se oponen a las acciones del
profeta Elías, quien da de comer y devuelve la vida,
milagrosamente, al pueblo empobrecido (Cf.1Rs. 17:7-24).
135
MCaros2010. El rey Acab y Jezabel. [en línea] < https://es.scribd.com/doc/245029403/
Acab-y-Jezabel> [consultado el 05 de marzo del 2015].
136
El término hebreo Nathân es un verbo de uso muy frecuente y que tiene variados sentidos de
traducción; la traducción dar, entregar es la más frecuente, pero también existen otras
divergentes, como la de vender, sentido que se le puede dar al textos de 1Rs.21,2.
137
Luis Alonso Schökel. Diccionario bíblico Hebreo – Español. Madrid, Editorial Trotta, 1994,
pp.337-338.
145
La acusación del profeta sobre el rey Acab es lapidaria: “Le
hablarás, diciendo: Así dice el SEÑOR: '¿Has asesinado, y además
has tomado posesión (yârash) de la viña?'…" (cf. V.19). Dos son los
delitos que se le imputan a Acab: ‘asesinar’ y ‘ocupar o desalojar’.
Yahweh desnuda el disfraz de la aparente legalidad del juicio sobre
Nabot. Según el profeta Elías, Acab se ha vendido (mâkar) (cf.
V.20) para hacer el mal, es decir se ha vendido al sistema cananeo,
no respetando las tradiciones jurídicas israelitas. Por esta causa
Acab y su descendencia no tendrán futuro en la presencia de Dios.
Debemos tener presente que el sistema económico cananeo era un
sistema sacrificialista, que incentivaba la acumulación de bienes
sobre una elite privilegiada; por lo tanto, a los ojos de los profetas
israelitas, éste era un sistema altamente idolátrico del cual había
que alejarse, para no contaminarse.
Como podemos apreciar la Biblia rechaza categóricamente la
asociación de la política con los negocios. El caso del rey Acab es
una clara evidencia de cómo se afecta la vocación política del
servicio público, pues se pierde el horizonte de buscar el bien-
común, para solamente buscar el bien personal. El rechazo profético
a estas acciones constituye ‘lo normativo’ del mensaje del Antiguo
Testamento para que el quehacer político138. Cuando se tiene el
poder político en las manos, y este poder es administrado por las
ambiciones personales (negocios) es fácil disfrazar la realidad para
hacerla encajar dentro de un marco legal, aunque dichas acciones
estén fuera de lo ético.
El juicio de Yahweh y de los profetas es a la vez el juicio del
pueblo, un rechazo total a las acciones de un servidor público que
ha confundido su vocación; un juicio y rechazo a quien se ha
vendido al sistema económico idolátrico y sacrificialista,
desprestigiando así la función de la política.
Por último, las enseñanzas de Jesús tienen una fuerte
connotación política, recordándonos el hermoso y profundo valor
del servicio público:
138
Walther Brueggemann. Old Testament Theology. En: J.W. Rogerson – Judith M. Lieu
(Editores). The Oxford Handbook of Biblical Studies. New York, Oxford Universities Press,
2006, p.676.
146
“Pero Jesús, llamándolos junto a sí, dijo: Sabéis que los
gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes
ejercen autoridad sobre ellos. No ha de ser así entre vosotros, sino
que el que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro
servidor, y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro
siervo; así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino
para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mt.20:26-
28)
139
Confronte el libro de Siegfried Hermann, Op. Cit., p.276.
140
C. Toll, Ausdrücke für Kraft im Alten Testament. ZAW 94(1982), p.l18. (Traducción nuestra).
147
defensor de los antiguos derechos tribales, y en toda su actuación
desempeña un papel que va a ser característico por los profetas
clásicos: Denunciar la injusticia y anunciar el castigo.
Tanto en la escena anterior como en esta se trata en el fondo de
una sola persona: 'Jezabel, que había seducido a Ajab' (lRs.21:25).
Y esto es a la vez una clave para poder entender todo el Ciclo de
Elías.
148
hambre/sequía'. Mientras hay hambre y sequía en Israel y fuera de
él, tanto el profeta de Yahweh así como su pueblo serán afectados
por ella.
Los verbos 'salir' y 'esconderse' (v.3) ya preludian la descripción
más amplia de la situación general en que se encuentran los profetas
de Yahweh en Israel, que sigue en el capítulo IRs. 18:4.10.13. Ser
profeta de Yahweh bajo el reinado de Ajab significa tener que
esconderse, huir al desierto.
Pero a pesar de la persecución, el mismo Yahweh les procurará el
sustento al profeta (v.6), lo que los quiere recordar el período de la
travesía por el desierto del mismo pueblo de Israel. Se observa la
misma fórmula que se encuentra en Ex. 16: 'pan por la mañana y
carne por la larde...’
El objetivo de este primer movimiento que tiene que hacer Elías
es clarificar al oyente cómo se ve la relación de Yahweh con el
profeta, es decir: Una relación que hace vivir, que mantiene en vida a
Elías, a pesar del hambre y de la sequía, así como Israel se mantuvo
en vida en el desierto: por un milagro.
150
territorio y también fuera de él. Y en el encuentro de Abdías con
Elías, el profeta le mandó decir al rey Ajab que él necesitaba verlo,
la expresión del v.12: "Y acontecerá que luego que yo me haya ido, el
Espíritu de Jehová te llevará adonde yo no sepa, y al venir y dar las
nuevas a Acab, al no hallarte él, me matará; y tu siervo teme a Jehová
desde su juventud''. Que el Espíritu de Yahweh lo lleve quien sabe
dónde... es una expresión que implica para Abdías la muerte, el
termino 'me matará...' se menciona dos veces, en el v. 12 y el v. 14.
En el versículo 13 Abdías dice que en el fondo Jezabel es la causa
de toda la miseria, motivo que repite más adelante (lRs.21). El
episodio termina con el mismo término que ya encontramos el
capítulo anterior (1RS.17:1): "¡Vive Yahweh Sebaot a quien sirvo! Hoy
me presentaré a él", lo que desemboca en el encuentro ente el profeta
y Ajab (v. 16-19).
En los tres versículos que siguen (16-19) hay, aparte del
encuentro entre el profeta y el rey, una referencia al papel y
funcionamiento de los profetas de Ba'al que "comen a la mesa de
Jezabel" (v.19), a característica que a veces se aplica a los profetas
falsos.
Ambos capítulos, 17 y 18, son más que nada una gran preparación
de la escena que sigue, es decir, el encuentro de Elías con el rey, el
pueblo y los profetas de Ba'al. Todo culmina en ese encuentro.
Después de la introducción general (IRs. 17:1) vemos todo un
movimiento:
Elías sólo
Encuentro con la viuda de (fuera de Israel)
Encuentro con el alto funcionario de la corte
(dentro de Israel).
Encuentro con el Rey
Encuentro con todos (Cap. 18:20 sig.).
151
que ya por mucho tiempo estaba demolido. Así, pues, el Carmelo
albergó alguna vez un culto regular a Yahweh, cuya introducción se
puede suponer en los tiempos de David y Salomón. Pero después,
por influjo cananeo-fenicio, y precisamente en esta zona fronteriza
el Carmelo debió cambiar a su divino propietario. Allí donde
Yahweh había tenido un altar, volvió a reinar Ba'al, probablemente
el Ba'ál de Tiro141.
En este lugar en el que se encuentran dos culturas y dos
religiones, se juega la confrontación entre Elías, cuyo nombre
significa Yahweh es mi Dios, y la muchedumbre del pueblo, el rey y
los 450 profetas de Ba'al. Es decir, todos con Yahweh.
El tema de la sequía y la lluvia sigue vigente. La pregunta
central es: ¿Quién es el que da la vida a la lluvia en Israel, Ba'al o
Yahweh? Y: ¿Quiénes son los verdaderos profetas de Dios: Elías o
los profetas de Ba'al?
Aquí en este mismo episodio los profetas de Ba'al actúan como
profetas extáticos: "Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con
cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre..." (v.28), en cambio
Elías hace una oración, y lo curioso es que en la oración hace la
distinción entre Ba'al y Yahweh, designando a este último como el
Dios de los Padres (v.36). La invocación es interesante, pues no es el
Dios de la lluvia, de la tormenta, sino el Dios de la historia.
Solamente esto ya marca la nota teológica de esta perícopa, al
mismo tiempo que marca la figura de Elías como del defensor del
Dios del Éxodo, del Dios de la historia. En ese sentido se está
volviendo atrás a las tradiciones antiguas.
La experiencia del Éxodo, la cual es fundamental: Dios como
Libertador de su pueblo de la esclavitud. Y este Dios lleva el
nombre de Yahweh, lo que significa: "Yo estaré presente".
Curioso es el contraste entre la actuación de los profetas de Ba'al y
la del mismo Elías. Esquemáticamente se ve así:
141
S. Hermann, Op. Cit., p.273.
152
Profetas de Ba'al (Trance) Profeta Elías (Oración)
142
La famosa frase: 'El Dios de los Padres' fue acuñada por el biblista alemán Albert Alt.
153
VI.6.6.- Finalmente la Lluvia.
En algunos versículos se nos cuenta como cesa la sequía y
comienza a llover. Siete veces tiene que subir el criado de Elías para
ver si ya pasó algo. Seguramente es una legitimación del hecho de
que esta lluvia proviene de Yahweh mismo.
Y 'la mano de Yahweh' que vino sobre Elías, lo llevó a la
frontera (a la entrada) de Yezreel, lugar en donde estaba construida
la segunda residencia de los omridas, al lado de Samaría la que se
ubicaba cerca de la frontera de la llanura de Yezreel, al norte de
Samaría. En ese lugar seguramente existió este palacio real, y Ajab
le cuenta a Jezabel todo lo sucedido. Este versículo es el vínculo con
la escena que sigue.
154
Confrontación
Huida
Autorrevelación de Yahweh
Vuelta
Sus dos momentos paralelos, por decirlo así. Con una diferencia:
en el segundo momento se trata de una confrontación con aquella
mujer que encarna la maldad en su propia persona, Jezabel. La que
había traído a su dios Ba'al y su religión a los templos de Israel.
El autor nos quiere contar en este segundo movimiento, como
Elías (el segundo Moisés) entra ¡del desierto, desde el Sinaí, a la
tierra prometida, donde acaba definitivamente con la religión
cananea y plantea definitivamente la religión de aquel Dios que
luego se va a revelar a él. Es todo un proceso de renacimiento.
143
Dorothee Sölle, Die Hinreise, (La Ida).
155
Pues e los versículos 11-13 queda claro que Yahweh va por encima
de los poderes.
Yahweh es lo opuesto de los poderes: 'No estaba en el huracán,
ni en el temblor, ni en el fuego, al oír un silencio frágil.' Al
comprenderlo Elías tiene cubrirse el rostro. Después Elías puede
volver un nuevo cargo y se pone en marcha desde el Orbe, al sur, en
el desierto, hacia el Jordán.
En los versículos 15-18, una historia que, históricamente
hablando es bastante improbable, oímos o son acabados totalmente
los poderes existentes: El rey de Aram y el de Israel y de como el
profeta s tiene que ungir a su sucesor, Eliseo. Termina el episodio
con la vocación de Eliseo (v. 19-21): La historia de Yahweh y su
profeta continuará.
Confrontación
Huida
Autorrevelación de Yahweh
Vuelta
Acciónprofética
156
Comenzamos a tratar el Ciclo de Elías diciendo que es fruto de
una redacción tardía, es decir de la redacción del Deuteronomio,
corriente teológica que surge en el siglo 7, en la época que le precede
a Josías y que tiene su culminación en la época del segundo
cautiverio o muy poco después. Ahora, esta corriente teológica trata
de explicar dos cosas:
1) la caída de la casa davídica y, 2) plantear una nueva esperanza.
Al analizar las causas del cautiverio, el historiador deuteronomista
quiere ofrecer un nuevo modelo para un nuevo estado. Y lo hace
con los ojos de un cautivo, es decir desde la perspectiva del exiliado.
En este esquema teológico, que habla intensamente de 'salida y
vuelta', se nos da a entender de donde vino principalmente el mal
que hizo caer a Israel, es decir: 'Jezabel les sedujo'.
La veneración de los Ba'ales, que siempre había traído
consecuencias sociales, es idéntica con el ‘hacer lo desagradable ante
los ojos de Yahweh', tema que se repite muchas veces en los libros
de los Reyes.
Aunque sea una tradición septentrional (del norte) el Ciclo de
Elías, el que nunca actúa en Judá, no le ha quitado el valor para los
redactores deuteronomísticos, lo contrario a esta serie de relatos
encajó bien en su concepción teológica: por la adoración de los
Ba'ales estamos nuevamente en el desierto, por lo tanto,
necesitamos a un muevo Moisés para regresar a la tierra prometida
(Cf. También la similitud entre la teofanía de Ex. 33:18-23 y IRs.
19; 12Sig.).
157
Cuestionario de la Unidad Nº V.
1.- Indique los capítulos que comprenden los llamados 'Ciclos de Elías y de Eliseo'.
2.- ¿De dónde provenía el profeta Elías?
3.- Describa la influencia teológica del Historiador Deuteronomista sobre la
tradición de Elías.
4.- ¿Cuál es el significado teológico de los traslados geográficos del profeta Elías?
5.- Describa la cosmovisión cananea en torno a Ba'al.
6.- ¿Por qué la reina Jezabel promovía el baalismo en Israel?
7,- ¿Por qué razón la monarquía usa a la Religión Oficial, en los altares de Israel,
como una forma ideológica de alienar al pueblo?
8.- ¿Cómo nace la religión de Israel frente a la seducción de la religión baalista?
9.- ¿En qué forma el baalismo respondía mejor a la vida y espiritualidad del
campesino?
10.- ¿Por qué razón el profeta Elías se opone a la difusión del baalismo?
158
Unidad Nº VII:
LOS PROFETAS DE ISRAEL
Y SU MENSAJE144
Objetivo de la Unidad:
Comprender que es un profeta, según el testimonio bíblico.
Conocer los criterios empleados para identificar a un profeta.
Reconocer los principales géneros literarios utilizados por ellos.
Identificar las llamadas ‘acciones simbólicas’ de los profetas.
1.- Introducción.
Los libros proféticos constituyen uno de los bloques más
importantes del Antiguo Testamento. Para la Iglesia primitiva
fueron de sumo interés. En nuestro tiempo, los profetas están de
moda. Nada de esto debe extrañarnos, porque los profetas
ejercieron un influjo decisivo en la religión israelí.
Pero estos libros tan interesantes resultan también de los más
difíciles para un lector moderno. Ante todo, porque los profetas se
expresan a menudo en lenguaje poético, y todos sabemos que la
poesía es más densa que la prosa, menos atractiva para gran
número de personas. Por otra parte, el mensaje de los profetas hace
referencias continuas a las circunstancias históricas, políticas,
económicas, culturales y religiosas de su tiempo. Numerosas
alusiones, evidentes para sus contemporáneos, resultan enigmáticas
para el hombre actual.
Cuando se dan charlas o conferencias sobre los profetas es fácil
superar estas barreras, he podido experimentarlo en los ambientes
más distintos, desde el estrictamente universitario de España hasta
el más sencillo de los campesinos y obreros salvadoreños.
144Capítulo de José Luis Sicré. Los Profetas de Israel y su Mensaje. Artículo virtual consultado
el 15 de Mayo del 2007, encontrado en: http://books.google.cl/books?id=
PMzA3UcmArYC&pg=PA80&lpg= PA80&dq=jose+luis+%22sicr%C3%A9+profetas%22&
source=web&ots=2ElEJ3-5wk&sig= u3sihdH1scwFlKWPkXWdkMLtUU&hl= es#PPA86,M1.
159
Después de esas charlas, ocurría con frecuencias que personas
interesadas en conocer más a fondo a los profetas me preguntaban
qué textos debían leer, o por qué libro empezaban. Nunca conseguía
dar una respuesta satisfactoria, porque enseguida me venían a la
mente el cúmulo de dificultades que encontrarían al ponerse en
contacto directo con el texto. Por otra parte, los numerosos estudios
técnicos, o de poner en contacto con sus ideas más que con sus
palabras. Al final, el lector quizá sepa lo que pensaba Isaías o Amós
sobre un punto concreto, pero es probable que no haya leído ni uno
sólo de sus poemas.
Surgió de este modo la convicción de que convenía hacer una
antología de los principales textos proféticos, pero agrupándolos por
temas, para que el mensaje resultase más claro y la exposición más
pedagógica. Este proyecto lo fui relegando, en parte por el deseo de
escribir una obra seria y extensa sobre la justicia social en los
profetas, que titulé Con los pobres de la tierra. Una vez publicada, y
cuando ocupaciones de tipo burocrático me impiden dedicarme a
estudios demasiado técnicos, creí llegado el momento de abordar
este antiguo proyecto.
La selección de los textos se orienta en torno a los dos grandes
polos del mensaje profético: la denuncia y el anuncio. Me baso para
ello en el relato de la vocación de Jeremías, al que Dios llama ¡para
arrancar y arrasar, edificar y plantar!. Estas imágenes, tomadas del
mundo de la agricultura (arrancar, plantar) y de la construcción
(arrasar, edificar), expresan muy bien el doble aspecto de la
predicación profética y son de suma actualidad. A muchas personas
sólo les atrae la primera táctica: se inclinan por la crítica dura,
radical, cerrada casi a la esperanza. Otras, quizá con ingenuo
optimismo, sólo piensan en una labor constructiva, ¡edificante!,
como si la crítica fuese un elemento pernicioso para la Iglesia. La
vocación de Jeremías nos indica que ambas actitudes son necesarias
en los planes de Dios. Y el mensaje profético, tomado en su
conjunto, sigue esta doble pauta.
La extensión de los comentarios es algo que me preocupaba. No
debían ser muy amplios, porque lo importante es el contacto directo
con el texto. Pero tampoco tan breves que dejasen al lector en la
misma oscuridad del comienzo. La línea adoptada supone algo
160
intermedio. Más que detenerme en el comentario, he procurado
situar el texto dentro de la problemática correspondiente y de la
época en que surge. Esto lo ilumina suficientemente, al menos como
punto de partida. En los dos volúmenes sobre Profetas, que L.
Alonso Schökel y yo publicamos hace pocos años en Ediciones
Cristiandad, puede encontrar el lector un comentario más amplio a
cada pasaje. Aquí he recogido algunos de esos materiales, pero casi
todo es nuevo.
Al tratarse de un libro de divulgación he suprimido
sistemáticamente todo tipo de notas filológicas y de discusiones
técnicas. El especialista sabe que este procedimiento es peligroso;
puede provocar en el lector la impresión de que las cosas son
sencillas. Pero conviene correr este riesgo. Los textos proféticos,
como cualquier producción artística, se pueden entender a distintos
niveles. A veces he comparado este fenómeno con los niveles de
comprensión de una sinfonía o de una película. ¡Amadeus!, de Milos
Forman, ha sido un éxito reciente, que atrajo a gran cantidad de
público. En principio, supongo que todos los espectadores la
entendieron. Pero el conocedor de la música de Mozart, que
identifica inmediatamente un pasaje de ¡Don Giovanni!, o advierte
hacia el final el paso reiterado del ¡Requiem! a ¡La flauta mágica!,
capta sugerencias y matices que pasan desapercibidos a la mayoría
de los espectadores. Igual ocurre con los textos proféticos. El
especialista notará que quedan muchas cosas sin comentar. Pero no
escribo para ellos, sino para ese gran público que desea conocer algo
la personalidad y el mensaje de los profetas. Si este libro les anima a
un contacto más profundo con los textos y sus autores, habrá
cumplido su misión.
Es normal que una antología literaria vaya precedida de un
estudio sobre el autor o los autores recopilados. También en este
caso me pareció necesario incluir una introducción sobre el
fenómeno profético y los principales problemas que plantea al
hombre de hoy. Quizá extrañe a alguno la relativa amplitud con
que he tratado los géneros literarios, en comparación con el número
de páginas dedicadas a otras cuestiones. el motivo es sencillo. Los
otros puntos se encuentran fácilmente desarrollados en cualquier
introducción a la Biblia. Sin embargo, los valores literarios quedan
con frecuencia en la penumbra. Y es una lástima, porque muchos de
161
los profetas son auténticos genios de la literatura universal. Los
datos que aporto no significan un estudio estilístico serio, pero
espero que despierten en el lector una mayor sensibilidad hacia la
forma externa del mensaje profético.
Los problemas planteados por los profetas y los libros proféticos
a la ciencia bíblica han sido objeto de numerosos estudios, que
reflejan el interés y la complejidad de dichas cuestiones. Muchas de
ellas preocupan también al cristiano sin especial formación
teológica. Otras lo desbordan, y tratarlas aquí sólo contribuiría a
aumentar esa dosis de aburrimiento que, como escribía
Kierkegaard, fue invadiendo el mundo desde el momento de la
creación. Limitaré, pues, estas páginas introductorias a plantear y
responder de forma muy sencillas las preguntas que con más
frecuencia me han surgido al hablar de estos temas.
163
a) El profeta es un hombre inspirado, en el sentido más estricto de
la palabra. Nadie en Israel tuvo una conciencia tan clara de que era
Dios quien le hablaba y de ser portavoz del Señor como el profeta.
Y esta inspiración le viene de un contacto personal con él, que
comienza en el momento de la vocación. Por eso, cuando habla o
escribe, el profeta no acude a archivos y documentos, como los
historiadores; tampoco se basa generalmente en la experiencia
humana general, como los sabios de Israel. Su único punto de
apoyo, su fuerza y su debilidad, es la palabra que el Señor le
comunica personalmente, cuando quiere, sin que él pueda negarse a
proclamarla. Palabra que a veces se asemeja al rugido del león,
como indica Amós (1, 2), y en ocasiones es ¡gozo y alegría íntima!
(Jer 15, 16). Palabra con frecuencia imprevista e inmediata, pero
que en momentos cruciales se retrasa (Jer 42, 1-7). Palabra dura y
exigente en muchos casos, pero que se convierte en ¡un fuego
ardiente e incontenible encerrado en los huesos!, que es preciso
seguir proclamando (Jer 20,9). Palabra de la que muchos desearían
huir, como Jonás, pero que termina imponiéndose y triunfando.
Este primer rasgo resulta desconcertante a muchas personas. Por
eso volveré sobre él más tarde, cuando terminemos este breve
esbozo del profeta.
b) El profeta es un hombre público. Su deber de transmitir la
palabra de Dios lo pone en contacto con los demás. No puede
retirarse a un lugar sosegado de estudio o reflexión, ni reducirse al
limitado espacio del templo. Su lugar es la calle y la plaza pública,
el sitio donde la gente se reúne, donde el mensaje es más necesario y
la problemática más acuciante. El profeta se halla en contacto
directo con el mundo que lo rodea: conoce las maquinaciones de los
políticos, las intenciones del rey, el descontento de los campesinos
pobres, el lujo de los poderosos, la despreocupación de muchos
sacerdotes. Ningún sector le resulta indiferente, porque nada es
indiferente para Dios.
c) El profeta es un hombre amenazado. En ocasiones sólo le ocurrirá
lo que dice Dios a Ezequiel: ¡Acuden a ti en tropel y mi pueblo se
sienta delante de ti; escuchan tus palabras, pero no las practican (...).
Eres para ellos coplero de amoríos, de bonita voz y buen tañedor.
Escuchan tus palabras, pero no las practican! (Ez 33,30-33). Es la
amenaza del fracaso apostólico, de gastarse en una actitud que no
164
encuentra respuesta en los oyentes. Pero esto es lo más suave que
puede ocurrirle. A veces se enfrentan a situaciones más duras. A
Oseas lo tachan de ¡loco! y ¡necio!; a Jeremías de traidor a la patria.
Y se llega incluso a la persecución, la cárcel y la muerte. Elías debe
huir del rey en muchas ocasiones; Miqueas ben Yimlá termina en la
cárcel; Amós es expulsado del Reino del Norte; Jeremías pasa en
prisión varios meses de su vida; igual le ocurre a Jananí. Zacarías es
apedreado en los atrios del templo (2Cro 24, 17-22); Urías es
acuchillado y tirado a la fosa común (Jer 26, 20-23). Esta
persecución no es sólo de los reyes y de los poderosos; también
intervienen en ella los sacerdotes y los falsos profetas. E incluso el
pueblo se vuelve contra ellos, los critica, desprecia y persigue. En el
destino de los profetas queda prefigurado el de Jesús de Nazaret.
Silenciaríamos un detalle importante, si no dijésemos que la
amenaza le viene también de Dios. Le cambia la orientación de su
vida, lo arranca de su actividad normal, como le ocurre a Amós (7,
14s) o a Eliseo (1Re 19, 19-21); le encomienda a veces un mensaje
muy duro, casi inhumano, teniendo en cuenta la edad o las
circunstancias en que se encuentra.
Aclararé este punto con dos ejemplos muy distintos. El primero,
tomado de las tradiciones sobre Samuel, quizá tenga un fondo más
legendario que histórico, pero ayuda a hacerse una idea de las
tremendas exigencias de Dios:
"El niño Samuel oficiaba ante el Señor con Elí. La palabra del Señor
era rara en aquel tiempo y no abundaban las visiones. Un día Elí
estaba acostado en su habitación. Sus ojos empezaban a apagarse y no
podía ver. Aún no se había apagado la lámpara de Dios, y Samuel
estaba acostado en el santuario del Señor, donde estaba el arca de Dios.
El Señor llamó:
-Samuel, Samuel!
Y éste respondió:
-¡Aquí estoy!
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo:
-Aquí estoy, vengo porque me has llamado.
Elí respondió:
-No te he llamado, vuelve a acostarte
Samuel fue a acostarse, y el Señor lo llamó otra vez. Samuel se levantó,
fue a donde estaba Elí, y le dijo:
165
-Aquí estoy, vengo porque me has llamado.
Elí respondió:
-No te he llamado, hijo; vuelve a acostarte.
(Samuel no conocía todavía al Señor; aún no se le había revelado la
palabra del Señor).
El Señor volvió a llamar por tercera vez. Samuel fue a donde estaba Elí,
y le dijo:
-Aquí estoy, vengo porque me has llamado.
Elí comprendió entonces que era el Señor quien llamaba al niño, y le
dijo:
-Anda, acuéstate. Y si te llama alguien, dices: ¡Habla, Señor, que tu
siervo escucha!.
Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y lo llamó como
antes:
-¡Samuel, Samuel!
Samuel respondió:
-Habla, Señor que tu siervo escucha."
(1 Sam 3,1-10).
Este es el relato de la vocación de Samuel, conocido quizá por la
mayoría de los lectores. Pero se olvida con frecuencia lo que sigue:
El Señor le dijo:
-Mira, voy a hacer una cosa en Israel, que a los que la oigan les
retumbarán los oídos. Aquel día ejecutaré contra Elí y su familia todo
lo que he anunciado sin que falte nada. Comunícale que condeno a su
familia definitivamente, porque él sabía que sus hijos maldecían a
Dios y no les reprendió. Por eso juro a la familia de Elí que jamás se
expiará su pecado, ni con sacrificios ni con ofrendas." (1 Sam 3, 11-
14).
Muchos autores ponen en duda la historicidad del relato y de la
comunicación de Dios a Samuel niño. Pero este detalle es secundario
para nosotros. Nos interesa el concepto que refleja este texto sobre
la misión del profeta. Samuel es un niño, educado desde pequeño
con el sacerdote Elí, que lo trata como un padre. Sin embargo,
recibe de Dios el encargo más duro: transmitirle su propia condena
y la de sus hijos. Con razón añade el autor que, a la mañana
siguiente, Samuel ¡no se atrevía a contarle a Elí la visión! (v. 16), y
si lo hace es forzado por el mismo Elí.
El segundo ejemplo está tomado de Ezequiel. Dios le anuncia un
acontecimiento sumamente doloroso: la muerte de su esposa. Pero,
166
incluso entonces, no podrá dejarse dominar por la pena ni cumplir
los ritos fúnebres habituales. La existencia del profeta está en todo
momento al servicio de Dios, y también este hecho será punto de
partida para transmitir su mensaje:
"Me vino esta palabra del Señor:
Hijo de Adán, voy a arrebatarte repentinamente el encanto de tus ojos;
no llores ni hagas duelo ni derrames lágrimas;
laméntate en silencio como un muerto,
sin hacer duelo;
líate el turbante y cálzate las sandalias;
no te emboces la cara ni comas el pan del duelo.
Por la mañana yo hablaba a la gente,
por la tarde se murió mi mujer
y a la mañana siguiente hice lo que se me había mandado.
Entonces me dijo la gente:
¿Quieres explicarnos qué nos anuncia
lo que estás haciendo?
Les respondí: Me vino esta palabra del Señor:
Dile a la casa de Israel: Esto dice el Señor:
Mira, voy a profanar mi santuario,
vuestro soberbio baluarte,
el encanto de vuestros ojos, el tesoro de vuestras almas.
Los hijos e hijas que dejasteis caerán a espada.
Entonces haréis lo que yo he hecho:
no os embozaréis la cara ni comeréis el pan del duelo;
seguiréis con el turbante en la cabeza
y las sandalias en los pies,
no lloraréis ni haréis duelo;
os consumiréis por vuestra culpa
y os lamentaréis unos con otros.
Ezequiel os servirá de señal:
haréis lo mismo que él ha hecho." (Ez 24, 15-24).
Estos ejemplos, que podrían multiplicarse, bastan para
demostrar que la existencia del profeta no sólo está amenazada por
sus contemporáneos, sino también por el mismo Dios. No es extraño
que alguno de ellos, como Jeremías, llegará a rebelarse en ciertos
momentos contra esta coacción (Jer 20, 7-9.14-20), si bien se trató
de crisis pasajeras.
d) Por último, conviene recordar que la profecía es un carisma.
Como tal, rompe todas las barreras. La barrera del sexo, porque en
167
Israel existen profetisas, como Débora (Jue 4) o Hulda (2Re 22). La
barrera de la cultura, porque no hacen falta estudios especiales para
transmitir la palabra del Señor. La barrera de las clases, porque
personas vinculadas a la corte, como Isaías, pequeños propietarios,
como Amós, o simples campesinos, como Miqueas, pueden ser
llamados por Dios. Las barreras religiosas, porque no es preciso ser
sacerdote para ser profeta; más aún, podemos afirmar que gran
número de profetas eran seglares. La barrera de la edad, porque
Dios encomienda su palabra lo mismo a adultos que a jóvenes.
145
Quien desee profundizar en el tema puede leer la densa obra de L. Alonso Schökel, La
Palabra Inspirada (publicada recientemente en 3ª ed. por Ediciones Cristiandad), o el excelente
artículo de Karl Rahner, Inspiración, en Conceptos fundamentales de la Teología II (Ed.
Cristiandad 1979) 781-790.
168
deje la sensación de ¡no estar inspirada!. La obra de arte se produce
cuando el artista tiene ¡algo que decir! y ¡sabe decirlo!.
El ejemplo del arte nos lleva a dos conclusiones: 1) el concepto de
inspiración es casi imposible de definir; 2) una obra puede estar
¡inspirada! aunque los recursos técnicos del artista sean deficientes o
elementales. El villancico ¡Noche de Dios! es de las composiciones
más inspiradas, aunque sus recursos armónicos son
extremadamente simples.
Aplicando estos criterios al terreno bíblico, lo primero que
debemos tener presente es que la inspiración de un texto no depende
de su mayor o menor técnica literaria, sino de que el autor esté
alentado por un ¡espíritu! y tenga algo que decir. En el enfoque
tradicional de la inspiración bíblica, este problema está resuelto de
antemano, porque el ¡espíritu! que alienta al autor es el Espíritu de
Dios y lo que debe transmitir es ¡palabra de Dios!
Sin embargo, esta interpretación, con todo lo que tiene de
exacta, corre el peligro de resultar simplista, concediendo a todos
los autores el mismo nivel de inspiración y dando el mismo valor a
afirmaciones de contenido muy distinto. De esta forma, terminamos
siendo injustos con la palabra de Dios, incluso la ridiculizamos. El
proverbio: ¡Más vale vivir en el rincón de la azotea que dentro de la
casa con mujer pendenciera! está perfectamente formulado, pero no
es preciso recurrir a una especial revelación divina para su autor. De
igual modo, no podemos equiparar la inspiración del autor del libro
de Job, o del Deuteronomio, con la del autor que redacta el segundo
libro de los Macabeos, limitándose a resumir los cinco libros de
Jasón de Cirene.
La teoría oficial sobre la inspiración olvida que muchos autores
bíblicos nunca reivindican este don. Este hecho es palpable en los
¡historiadores! y en los ¡sabios! El epílogo del Eclesiastés, escrito por
un discípulo, presenta la obra de su maestro de manera muy
sencilla, sin recurrir a especial comunicación de Dios: ¡El
Predicador, además de ser un sabio, enseñó al pueblo lo que él
sabía. Estudió, inventó y formuló muchos proverbios; el Predicador
procuró un estilo atractivo y escribió la verdad con acierto! (Ecl 12,
9-10). Y el traductor griego del libro del Eclesiástico se expresa de
forma parecida: “¡Mi abuelo Jesús, después de dedicarse intensamente
169
a leer la ley y los profetas y los restantes libros paternos, y de adquirir
un buen dominio de ellos, se dedicó a componer por su cuenta algo en la
línea de la sabiduría e instrucción, para que los deseosos de aprender,
familiarizándose también con ello, pudieran adelantar en una vida
según la ley!” (Prólogo, letra c).
Con más modestia aún se expresa el autor del segundo libro de
los Macabeos: “¡Jasón de Cirene dejó escrita en cinco libros la historia
de Judas Macabeo y sus hermanos (...). Nosotros vamos a intentar
resumirlo en un solo volumen... procurando ofrecer entretenimiento a
los que se contentan con una simple lectura, facilitar a los estudiosos el
trabajo de retener datos de memoria y ser útiles a los lectores en general.
Para quienes hemos emprendido la penosa tarea de hacer este resumen
no ha sido un trabajo fácil, sino de sudores y vigilias, como no es fácil
el trabajo del que organiza un banquete, que tiene que atender al gusto
de los demás!” (2, 23-27).
¿Es justo que más tarde se reivindicase para estos autores una
especial inspiración de Dios? La Iglesia así lo ha decidido, pero los
teólogos están obligados a repensar estos datos y formular nuestra
fe tomándose en serio no sólo al hombre de hoy, sino también, y
sobre todo, al mismo Dios.
Con los profetas no ocurre lo mismo que con historiadores y
sabios. Ya hemos indicado la certeza e insistencia con que afirman
transmitir la palabra de Dios. Sugieren una comunicación directa,
casi física, entre ellos y el Señor. Esto desconcierta al hombre
moderno. Pero, si evitamos el literalismo, sus fórmulas expresan
una verdad profunda, bastante comprensible. Pensemos en las
personas que podemos considerar profetas de nuestro tiempo:
Martín Luter King, Oscar Romero, etc. Estos hombres estaban
convencidos de que comunicaban la voluntad de Dios, de que
decían lo que Dios quería en ese momento histórico. Por eso no
podían echarse atrás, aunque les costase la vida. Si hubiésemos
podido preguntarles: ¿Es que Dios le ha hablado esta noche? ¿Se le
ha revelado en visión?, tendrían que responder: Efectivamente,
Dios me ha hablado; no en sueños ni visiones, pero sí de forma
indiscutible, a través de los acontecimientos, de las personas que me
rodean, del sufrimiento y la angustia de los hombres. Y esta palabra
170
externa se convierte luego en palabra interior, ¡encerrada en los
huesos!, como diría Jeremías, que no se puede contener.
El hombre corriente puede poner en duda la validez de este
convencimiento del profeta. Lo atribuirá a sus propios deseos y
fantasías; el profeta sabe que no es así. Y actúa de acuerdo con esa
certeza.
Naturalmente, cabe una pregunta posterior: ¿No puede
equivocarse el profeta? ¿No puede, a pesar de su buena voluntad,
transmitir como palabra de Dios lo que sólo es palabra suya?
Evidentemente, sí. De esta forma surge el problema de los falsos
profetas, a los que dedicaremos el siguiente apartado.
178
que eso es lo que os gusta, israelitas
-oráculo del Señor-" (Am 4, 4-5).
De un sacerdote del antiguo Israel cabe esperar una exaltación
del culto, la invitación a frecuentar los grandes santuarios,
cumpliendo todos los ritos prescritos o aconsejados. Amós indica
que todo eso responde sólo al capricho de los hombres (¡eso es lo que
os gusta, israelitas!), no a la voluntad de Dios. La lleva a cabo, y
después de firmar el contrato ora al Señor, pidiéndole al final la
explicación de este misterio:
"¡Ay, mi Señor! Tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, con
brazo extendido, nada es imposible para ti. Tú eres leal por mil
generaciones, pero castigas el pecado de los padres en los hijos que les
suceden. Dios grande y esforzado, cuyo nombre es Señor de los ejércitos.
Grande en ideas, poderoso en acciones, cuyos ojos están abiertos sobre
los pasos de los hombres, para pagar a cada uno su conducta, lo que
merecen sus acciones. Tú hiciste signos y prodigios en Egipto un día
como hoy, en Israel y entre todos los hombres, y te has ganado fama que
dura hasta hoy. Sacaste de Egipto a tu pueblo, Israel, con prodigios y
portentos, con mano fuerte y brazo extendido, y con gran terror. Les
diste esta tierra, que habías jurado a sus padres darles, tierra que mana
leche y miel, y entraron a poseerla. Pero ellos no te obedecieron, no
procedieron según tu ley, no hicieron lo que les habías mandado hacer;
por eso les enviaste todas estas desgracias. Mira, los taludes llegan
hasta la ciudad para conquistarla, la ciudad está entregada en manos
de los caldeos, que la atacan con la espada, el hambre y la peste. Sucede
lo que anunciaste, y lo estás viendo. Y tú, Señor, me dices: 'Cómprate el
campo con dinero, ante testigos', mientras la ciudad cae en manos de los
caldeos" (Jer 32,16-25).
La respuesta a esta oración viene poco después, cuando Dios
comunica al profeta que la compra del campo contiene un mensaje
de esperanza: a pesar de las circunstancias actuales, ¡se comprarán
campos en esta tierra, de la que decía: 'Está desolada, sin hombres
ni ganados, y cae en manos de los caldeos'! (32, 43).
Más discutible es que el oráculo de salvación pertenezca al
ámbito del culto. Quizá su contexto primitivo fuese el de la guerra,
cuando un sacerdote o profeta anunciaba la victoria en nombre de
Dios y animaba no tener miedo. Este género es muy utilizado por
Deuteroisaías, del que entresaco un ejemplo:
179
"Tú, Israel, siervo mío; Jacob, mi elegido;
estirpe de Abrahán, mi amigo.
Tú, a quien cogí de los confines del orbe,
a quien llamé de sus extremos,
a quien dije: ¡Tú eres mi siervo,
te he elegido y no te he rechazado!
No temas, que yo estoy contigo;
no te angusties, que yo soy tu Dios:
te fortalezco, te auxilio,
te sostengo con mi diestra victoriosa.
Mira, se avergonzarán derrotados
los que se enardecen contra ti;
serán aniquilados y perecerán
los que pleitean contra ti;
los buscarás sin encontrarlos
a los que pelean contra ti;
serán aniquilados, dejarán de existir
los que guerrean contra ti.
Por que yo, el Señor, tu Dios,
te agarro de la diestra,
y te digo: ¡No temas, yo mismo te auxilio!
No temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel,
yo mismo te auxilio -oráculo del Señor-,
tu redentor es el Santo de Israel.
Mira, te convierto en trillo aguzado, nuevo, dentado: trillarás los montes y los
triturarás,
harás paja de las colinas;
los aventarás, y el viento los arrebatará,
el vendaval los dispersará;
y tú te alegrarás con el Señor,
te gloriarás del Santo de Israel." (Is 41, 8-16).
187
mucho mayor en la acción simbólica. Visualizan algo que las
palabras sólo pueden enunciar con frialdad. ¡Se meten por los ojos!
Quizá por ello los profetas emplearon a veces este tipo de
acciones, aunque tenemos la impresión de que estuvieron bastante
condicionados por el gusto de la época. Por ejemplo, entre los
profetas del siglo VIII es difícil encontrarlas, mientras son
frecuentes en Jeremías y Ezequiel, profetas de finales del siglo VII y
comienzos del VI. Esto demuestra que la importancia de las
acciones simbólicas es relativa; juegan un papel secundario dentro
del modo de expresarse de los profetas. A pesar de todo merece la
pena conocerlas más de cerca.
En la mayoría de los relatos sobre acciones simbólicas podemos
encontrar, según Fohrer, seis elementos:
La orden de ejecutarla; viene siempre de Dios y este mandato,
introducido por la fórmula del mensajero (¡así dice el Señor!), es
para el profeta un elemento decisivo, que exige obediencia.
El relato puede ser muy variado; en más de la mitad de los casos
no se cuenta la ejecución de la acción simbólica, se da por supuesta.
La interpretación se da mediante palabras que desvelan el sentido
de lo realizado; este elemento es esencial, para evitar
interpretaciones erróneas.
Los testigos oculares. Si exceptuamos ciertos casos de Jeremías y
Ezequiel, aparecen mencionados con mucha frecuencia; cuando
faltan es por buenas razones, como en la mudez de Ezequiel, que
sólo tiene sentido para el profeta.
El compromiso de Dios a ejecutar lo simbolizado. El nexo entre
la acción simbólica y lo simbolizado.
No siempre se dan todos los elementos. Pero esto es secundario.
Lo importante es conocer algunos ejemplos concretos.
El Señor me dijo: Vete a comprar una jarra de loza; acompañado
de algunos concejales y sacerdotes, sal hacia al valle de Ben
Hinnón, adonde la Puerta de los Cascotes, y proclama allí lo que te
diré. Rompe la jarra en presencia de tus acompañantes y diles: Así
dice el Señor de los ejércitos: Del mismo modo romperé yo a este
188
pueblo y a esta ciudad; como se rompe un cacharro de loza y no se
puede recomponer (Jer 19, 1-2.10-11).
Se trata de un caso interesante, en el que todos los elementos
quedan incluidos dentro de la orden de Dios; en ella se habla de la
presencia de testigos, se interpreta el sentido de la acción, el Señor
se compromete a cumplir lo simbolizado y existe relación entre la
acción simbólica y el futuro anunciado (romper la jarra, romper a la
ciudad). Sólo falta el relato de la realización, que el profeta
considera innecesario.
A continuación, nos fijaremos en una cadena de acciones
simbólicas realizadas por Ezequiel, todas ellas relacionadas entre sí,
y que encuentran un final sorprendente en la interpretación. El
texto, que ha sufrido numerosos añadidos y comentarios, lo reduzco
a su probable formulación primitiva:
"Y tú, hijo de Adán, coge un adobe,
póntelo delante y graba en él una ciudad,
ponle cerco, construye torres
de asalto contra ella,
y haz un terraplén contra ella;
pon tropas contra ella
y emplaza arietes a su alrededor (4,1-2).
Y tú, coge trigo y cebada,
alubias y lentejas, mijo y escanda;
échalo todo en una vasija
y con ello hazte de comer.
Comerás tasado tu alimento:
una ración diaria de ocho onzas (=250 gramos),
a una hora fija la comerás.
Beberás el agua medida:
la sexta parte de una cantarilla,
a una hora fija la beberás (4,9-11).
Y tú, hijo de Adán, coge una cuchilla afilada,
coge una navaja barbera
y pásatela por la cabeza y por la barba.
Después coge una balanza y haz porciones.
Un tercio lo quemarás en la lumbre
en medio de la ciudad
un tercio lo sacudirás con la espada,
un tercio lo esparcirás al viento (5,1-2).
189
Dirás a la casa de Israel:
Esto dice el Señor:
Se trata de Jerusalén:
la puse en el centro de los pueblos,
rodeada de países,
y se rebeló contra mis leyes y mandatos
pecando más que otros pueblos,
más que los países vecinos.
Por eso, así dice el Señor:
Aquí estoy contra ti para hacer justicia en ti
a la vista de todos los pueblos.
Por tus abominaciones
haré en ti cosas que jamás hice
ni volveré a hacer. Te haré escombros a la vista de los que pasen. Serás
escarnio y afrenta para los pueblos vecinos, cuando haga en ti justicia
con castigos terribles. Yo, el Señor, lo he dicho" (5,5-6.8-9.14-15).
Hay que colocarse en la situación que presupone el libro.
Ezequiel se encuentra deportado en Babilonia, junto con otros
paisanos judíos. Estos esperan que su trágica situación pase pronto
y puedan volver a la tierra prometida. Lo inimaginable es que
Jerusalén pueda sufrir una nueva desgracia. En este ambiente,
Ezequiel comienza su acción cogiendo un ladrillo y grabando en él el
escueto plano de una ciudad, que luego asedia con torres,
terraplenes y tropas. Como un niño que juega con sus ejércitos de
plástico. Los espectadores saben que no se trata de un juego de
niños. Y piensan que esa ciudad sitiada debe ser su mortal enemiga,
Babilonia. El profeta no dice nada. Sigue con una nueva acción
relacionada con el asedio: el hambre. Y añade una tercera, que
sugiere las terribles consecuencias de la caída de la ciudad: un tercio
de la población muere en el incendio, un tercio muere a espada, un
tercio se dispersa huyendo. Los paisanos han comprendido la
relación entre las distintas acciones. Pero seguro que las han
interpretado mal, depositando en ellas falsas esperanzas. Por eso es
imprescindible la interpretación, que evita los malentendidos: ¡Se
trata de Jerusalén! Las palabras siguientes no se detienen en
explicar el sentido de las acciones, obvio para los espectadores, sino
en justificar la actitud de Dios con la capital.
En los pasajes anteriores predomina el elemento visual. A veces,
el relato de la acción simbólica adquiere un tinte más literario u
190
oratorio, con claro predominio de la palabra. Es lo que ocurre en
este otro texto de Ez 21, 24-27:
"Y tú, hijo de Adán, traza dos rutas para la espada del rey de
Babilonia; las dos arrancarán del mismo país. Pon una señal en el
arranque de cada ruta para la espada: 'A Rabat de los amonitas; a
Judá, que tiene en Jerusalén su plaza fuerte'. Ha hecho alto el rey de
Babilonia en la bifurcación de la calzada, donde se dividen las dos
rutas, para consultar el vaticinio: baraja las flechas, pregunta a los
ídolos, inspecciona el hígado. Ya tiene en su mano derecha el vaticinio:
¡A Jerusalén! ¡A prorrumpir en alaridos y lanzar gritos de algazara, a
emplazar arietes contra las puertas, a hacer un terraplén y construir
torres de asalto!"
De nuevo juega el profeta con el elemento sorpresa. El rey de
Babilonia está a punto de comenzar su campaña anual. Y se le
trazan dos posibilidades: contra los amonitas, contra los judíos. Los
espectadores esperan lo primero. En este momento, la acción
simbólica se convierte en descripción literaria, con tensión creciente.
El lector contiene el aliento cuando el rey ¡hace alto en la
bifurcación de la calzada! Es preciso leer el texto despacio, dando
tiempo a la imaginación para ver cómo se barajan las flechas, se
consulta a los ídolos, se inspecciona el hígado de un animal muerto.
Hasta que, finalmente, se obtiene la respuesta, contraria a los
deseos del espectador: ¡A Jerusalén! Magnífico ejemplo de la
libertad con que emplean los profetas las estructuras literarias
habituales.
En los ejemplos citados, se emplean elementos externos para
simbolizar algo: un adobe, alimentos de diverso tipo, un cinturón de
lino. Hay casos en que la misma persona del profeta se convierte en
objeto central de la acción. Es lo que le ocurre a Isaías en el relato
del capítulo 20. Para entenderlo conviene cambiar el orden de los
versos, restituyendo su orden cronológico. Todo comienza con un
mandato impensable de Dios: ¡Anda, desátate el sayal de la cintura,
quítate las sandalias de los pies. El lo hizo y anduvo desnudo y
descalzo!
Es difícil imaginar a un personaje como Isaías, tan sobrio y casi
hierático, paseando de esta forma por Jerusalén durante meses y
meses. ¿Qué quiere expresar con ello? La respuesta tiene lugar
mucho más tarde:
191
El año en que el general enviado por Sargón, rey de Asiria, llegó
a Azoto, la atacó y la conquistó. Entonces el Señor habló por Isaías,
hijo de Amós:
Como mi siervo Isaías ha caminado desnudo y descalzo durante
tres años, como signo y presagio contra Egipto y Cus [= Etiopía],
así el rey de Asiria conducirá a los cautivos de Egipto y a los
deportados de Cus, jóvenes y viejos, descalzos y desnudos. Sentirán
miedo y vergüenza por Cus, su confianza, y por Egipto, su orgullo.
Y aquel día los habitantes de esta costa dirán: Ahí tenéis a los que
eran nuestra confianza, a los que acudíamos en busca de auxilio
para que nos libraran del rey de Asiria; pues nosotros, ¿cómo nos
salvaremos?
Nos encontramos en el año 715 a.C. cuando Isaías comienza su
acción simbólica. Desde el 734, Judá está pagando tributo a Asiria.
Políticos y pueblo desean liberarse de ese yugo. Cuentan con la
ayuda de egipcios y etíopes para levantarse contra sus dominadores.
Pero Isaías desconfía de ellos y adopta la costumbre de marchar por
Jerusalén desnudo y descalzo, igual que los prisioneros de guerra. El
sentido queda claro dos años más tarde, 713, cuando las tropas
asirias conquistan Azoto, demostrando con ello su superioridad. La
rebelión es una locura, como ha estado sugiriendo Isaías desde el
comienzo.
Otras veces es la forma de vida del profeta, o ciertas actitudes
concretas, las que se convierten en símbolo de un trágico futuro. Es
lo que ocurre en la triple orden que recibe Jeremías de Dios (16, 1-
9):
Me vino la palabra del Señor:
-No te cases, no tengas hijos ni hijas en este lugar. Porque así dice el
Señor a los hijos e hijas nacidos en este lugar, a las madres que los
parieron, a los padres que los engendraron en esta tierra: Morirán de
muerte cruel, ni serán llorados ni sepultados (...).
Así dice el Señor:
-No entres en casa donde haya luto,
no vayas al duelo, no les des el pésame,
porque retiro de este pueblo -oráculo del Señor-
mi paz, misericordia y compasión.
Morirán en esta tierra grandes y pequeños,
no serán sepultados ni llorados,
192
ni por ellos se harán incisiones
o se raparán el pelo;
no asistirán al banquete fúnebre
para darle el pésame por el difunto,
ni les darán la copa del consuelo
por su padre o su madre.
No entres en la casa
donde se celebra un banquete
para comer y beber con los comensales;
porque así dice el Señor de los ejércitos,
Dios de Israel:
Yo haré cesar en este lugar,
en vuestros días, ante vosotros,
la voz alegre, la voz gozosa,
la voz del novio, la voz de la novia.
Para completar estas ideas sobre las acciones simbólicas nos
fijaremos en dos cuestiones:
197
espada de hombres. Será una señal para ti lo que les va a pasar a tus
dos hijos, Jofní y Fineés: los dos morirán el mismo día.
Yo me nombraré un sacerdote fiel, que hará lo que yo quiero y
deseo; le daré una familia estable y vivirá siempre en presencia de
mi ungido. Y los que sobrevivan de tu familia vendrán a
prosternarse ante él para mendigar algún dinero y una hogaza de
pan, rogándole: 'Por favor, dame un empleo cualquiera como
sacerdote para poder comer un pedazo de pan'."
En principio podríamos pensar que se trata de un discurso
histórico pronunciado por un profeta desconocido. Nadie debe
extrañarse de que alguien se levante en nombre de Dios contra los
pecados de la familia del sumo sacerdote Elí. Pero al final del
discurso encontramos un dato sorprendente: se anuncia que la
dinastía sacerdotal de Elí será sustituida por otra que ¡vivirá
siempre en presencia de mi ungido! Ya que el ungido es el rey, se
habla de una familia sacerdotal al servicio de los monarcas. Pero en
tiempos de Elí no existe monarquía ni se piensa todavía en ella. Se
trata, pues, de un discurso creado posteriormente, cuando ya se
sabía que la familia de Elí había pasado a segundo plano, siendo
sustituida en importancia por la de Sadoc. Esto ocurrió muchos
años más tarde, cuando Salomón desterró al sacerdote Abiatar,
descendiente de Elí, por haberse puesto en contra de su
nombramiento como rey. El autor de la Historia deuteronomista
(que abarca los libros de Josué, Jueces, Samuel y Reyes) ha creado
la figura de este profeta anónimo y le ha puesto un discurso en la
boca para anticipar los acontecimientos y justificarlos como
voluntad de Dios.
Este ejemplo no debe provocar en el lector una sospecha
absoluta con respecto a todos los discursos de profetas
pertenecientes a este bloque (1Sam 2,27-36; 13,10-14; 15; 1Re 11,29-
39; 14,1-16; 16,1-4, etc.), pero sí precaverle para valorarles
rectamente.
Los grupos de textos que hemos considerado en este apartado
son muy importantes para conocer la historia del profetismo en sus
orígenes y primeros siglos de existencia. Pero la aportación capital
de los profetas se nos ha transmitido en los libros que analizaremos
a continuación.
198
8.- Los libros proféticos: su formación
La Biblia hebrea incluye en este bloque los libros de Isaías,
Jeremías, Ezequiel y los Doce (Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás,
Miqueas, Nahún, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías).
La traducción griega de los Setenta (LXX) realiza algunos cambios
de orden dentro de los Doce (Oseas, Amós, Miqueas, Joel, Abdías,
Jonás, etc.), y los sitúa antes de Isaías. Por otra parte, después de
Jeremías introduce Baruc, Lamentaciones y la Carta de Jeremías (=
capítulo 6 de Baruc en muchas ediciones actuales). Estos añadidos
resultan comprensibles: Baruc fue secretario de Jeremías; las
Lamentaciones las atribuyen los LXX a este gran profeta. No es
raro que ambas obras fuesen situadas después de su libro. En
realidad, el libro de Baruc no lo escribió el discípulo de Jeremías, y
las Lamentaciones no son suyas. Pero estos detalles no se conocían
en siglos pasados.
Por último, nuestras ediciones acostumbran a incluir entre los
libros proféticos a Daniel, aunque los judíos lo colocan entre los
¡otros escritos! (Ketubim). La decisión actual parece acertada ya
que Daniel es, al menos en parte, el representante más genuino de la
literatura apocalíptica, hija espiritual de la profecía.
El principal problema que plantea esta serie de libros es el de su
formación. La cuestión es tan complicada que podríamos dedicar
muchas páginas a un solo libro. Nos contentaremos con unas ideas
generales.
Nosotros estamos acostumbrados a atribuir una obra literaria a
un solo autor, sobre todo, si al principio nos da su nombre, como
ocurre en los libros proféticos. Pero en este caso no es cierto que
todo el libro proceda de la misma persona. Podemos comenzar
recordando el ejemplo más sencillo: Abdías. Este profeta no escribió
un libro ni un folleto; una sola página con veintiún versos resume
toda su predicación. Sería normal atribuirle estas pocas líneas sin
excepción. No obstante, los comentaristas coinciden en que los
versos 19-20, escritos en prosa, fueron añadidos posteriormente; el
estilo y la temática los diferencian de lo anterior. ¿Quién insertó
estas palabras? No lo sabemos. Quizá un lector que vivió varios
siglos después de Abdías.
199
Si el mensaje más breve de toda la Biblia plantea problemas
insolubles, los 66 capítulos de Isaías, 52 de Jeremías o 48 de
Ezequiel son capaces de desesperar al más paciente. Hay que
renunciar por principio a comprenderlo todo. Limitándonos a ideas
generales y, simplificando mucho, podemos indicar las siguientes
etapas en la formación de los libros proféticos:
a) La obra original del profeta. Normalmente, lo primero sería la
palabra hablada, pronunciada directamente ante el público, a la
que seguiría su consignación por escrito. A veces, entre la
proclamación del mensaje y su redacción pudieron transcurrir
incluso varios años, como sugiere el capítulo 36 de Jeremías. Este
relato es el más sugerente sobre los primeros pasos en la formación
de un libro profético. Tras situarnos en el año 605 a.C. (¡el año
cuarto de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá!), nos dice que el
profeta recibió la siguiente orden del Señor:
"Coge un rollo y escribe en él todas las palabras que te he dicho sobre
Judá y Jerusalén y sobre todas las naciones, desde el día en que
comencé a hablarte, siendo rey Josías, hasta hoy. (...).
Entonces Jeremías llamó a Baruc, hijo de Nerías, para que escribiese
en el rollo, al dictado de Jeremías, todas las palabras que el Señor le
había dicho" (36,1-4).
A un hombre actual puede extrañarle que se deje pasar tanto
tiempo entre la predicación y la redacción escrita. Si Jeremías
recibió la vocación el año 627 a.C., como parece lo más probable,
resulta curioso que sólo reciba orden de escribir el contenido
esencial de su mensaje veintidós años más tarde. Pero la mentalidad
de la época era distinta. Recordemos que, siglos más tarde, Jesús no
dejará una sola palabra escrita. Volviendo a Jeremías, el volumen
dictado a Baruc corre un destino fatal. Tras ser leído en presencia de
todo el pueblo, luego ante los dignatarios, termina tirado al fuego
por el rey Joaquín. Pero Dios no se da por vencido y ordena al
profeta: ¡Toma otro rollo y escribe en él todas las palabras que
había en el primer rollo, quemado por Joaquín! (v. 28). El capítulo
termina con este interesante dato:
"Jeremías tomó otro rollo y se lo entregó a Baruc, hijo de Nerías, el
escribano, para que escribiese en él, a su dictado, todas las palabras del
libro quemado por Joaquín, rey de Judá. Y se añadieron otras muchas
palabras semejantes" (v. 32).
200
Entre el primer volumen y el segundo existe ya una diferencia.
El segundo es más extenso. Contiene el núcleo básico del futuro
libro de Jeremías. Los comentaristas han hecho numerosos intentos
para saber cuáles de los capítulos actuales se encontraban en aquel
volumen primitivo. No existe acuerdo entre ellos, y carece de
sentido perderse en hipótesis. Lo importante es advertir que el libro
de Jeremías se remonta a una actividad personal del profeta.
Algo parecido debió de ocurrir con Isaías, Amós, Oseas, etc. Es
probable que la palabra hablada diese lugar a una serie de hojas
sueltas, que más tarde se agrupaban formando pequeñas
colecciones: el ¡Memorial sobre la guerra siroefraimita! (Is 6,1-8,14),
el ¡Librito de la consolación! (Jer 30-32), los oráculos ¡A la casa real
de Judá! (Jer 30-32), los oráculos ¡A la casa real de Judá! (Jer 21,11-
23,6), ¡A los falsos profetas! (Jer 23,9-32), ¡Sobre la sequía! (Jer 14),
etc.
Hasta ahora nos hemos fijado en la palabra profética que fue
consignada por escrito después de ser pronunciada oralmente. No
podemos olvidar que en ciertos casos el proceso es inverso: primero
se escribe el texto, luego se proclama. En este apartado adquieren
especial relieve los relatos de vocación (Jer 1,4-10; Ez 1,3), las
llamadas ¡Confesiones de Jeremías!, los relatos de acciones
simbólicas no realizadas (ya hemos contado con esta posibilidad).
Y dentro de esta misma línea podríamos llegar a admitir que
algunos profetas más que predicadores fueron escritores. Este caso
se ha presentado con especial agudeza a propósito de los capítulos
40-55 de Isaías (¡Deuteroisaías!); muchos comentaristas creen que
su autor fue un gran poeta que redactó su obra por escrito,
comunicándola oralmente sólo en un segundo momento. También el
gran ciclo de las ¡visiones! de Zacarías parece más obra literaria que
redacción posterior de una palabra hablada.
b) La obra de los discípulos y seguidores del profeta. Con lo anterior
no quedaron terminados, ni de lejos, los actuales libros proféticos.
Les faltaba mucho camino por recorrer. El siguiente paso lo dará un
grupo muy complejo que, a falta de mejor término, calificó de
discípulos y seguidores. Utilizó una expresión bastante ambigua
para no inducir a error al lector. Nosotros estamos acostumbrados a
una relación muy directa entre el maestro y el discípulo. Decimos,
201
por ejemplo, que Julián Marías es discípulo de Ortega y Gasset.
Pero nadie diría que García Morente fue discípulo de Kant, por
mucho que estimase y conociese la obra de este filósofo. En nuestra
mentalidad, para que alguien sea discípulo es preciso que haya
existido un contacto físico, directo, unos años de compañía y
aprendizaje.
Esta relación directa entre maestro y discípulos se dio también
en algunos de los profetas. Isaías nos habla de ellos. Pero, en la
redacción de los libros, intervendrá no sólo este tipo de discípulos,
sino también personas muy alejadas temporalmente del profeta,
aunque dentro de su esfera espiritual. Como si Unamuno hubiese
podido refundir y completar la obra de Kierkegaard. Un ejemplo
que puede parecer absurdo, pero que ilumina nuestro caso.
Discípulos y seguidores contribuyeron especialmente en tres
direcciones: 1) redactando textos biográficos sobre el maestro; 2)
reelaborando algunos de sus oráculos; 3) creando nuevos oráculos.
De lo primero tenemos un ejemplo notable en el relato del
enfrentamiento de Amós con el sumo sacerdote de Betel, Amasías
(Am 7,10-17). Es el único pasaje biográfico de todo el libro. Pero no
fue escrito por Amós, ya que se habla de él en tercera persona:
Amasías, sacerdote de Betel, envió un mensaje a Jeroboán, rey de
Israel:
-"Amós está conjurando contra ti en medio de Israel; el país ya no
puede soportar sus palabras. Así predica Amós: 'A espada morirá
Jeroboán, Israel marchará de su país al destierro'.
Amasías ordenó a Amós:
-Vidente, vete, escapa al territorio de Judá; allí puedes ganarte la vida
y profetizar. Pero no vuelvas a profetizar contra Betel, que es el
santuario real y nacional."
"Respondió Amós a Amasías:
-Yo no soy profeta ni del gremio profético; soy ganadero y cultivo
higueras. Pero el Señor me arrancó de mi ganado y me mandó ir a
profetizar a su pueblo" (...).
Dentro de este apartado de relatos biográficos escritos por los
discípulos el caso más importante y extenso es el de los capítulos 34
a 45 de Jeremías, atribuidos generalmente a su secretario Baruc.
202
En segundo lugar, nos referíamos a la reelaboración de antiguos
oráculos del maestro. Un ejemplo iluminará este procedimiento.
Hacia el año 725 a.C., el Reino Norte (Israel) decidió rebelarse
contra Asiria. Para Isaías se trata de una locura que costará cara al
pueblo. Así lo indica en el siguiente oráculo:
¡Ay de la corona fastuosa, de los ebrios de Efraín,
y de la flor caduca, joya de su atavío,
que está en la cabeza de los hartos de vino!
Mirad: un fuerte y robusto, de parte del Señor,
como turbión de granizo y tormenta asoladora,
como turbión de aguas caudalosas y desbordantes,
con la mano derriba al suelo
y con los pies pisotea
la corona fastuosa de los ebrios de Efraín
y la flor caduca, joya de su atavío,
que está en el cabezo del valle ubérrimo.
Será como una breve temprana:
que el primero que la ve,
apenas la coge, se la traga (Is 28,1-4).
La capital del Reino Norte, Samaría, es presentada por el
profeta como una ¡corona fastuosa!, una ¡flor!, ¡joya del atavío! de
los israelitas. Pero las autoridades insensatas, ¡hartos de vino!, la
están llevando a la ruina. Aunque el texto no habla expresamente
de rebeliones ni revueltas, da a entender que el emperador asirio
(¡un fuerte y robusto!) pondrá término al esplendor de la ciudad:
¡Con la mano derriba al suelo y con los pies pisotea la corona
fastuosa de los ebrios de Efraín!
Así ocurrió. El año 725 fue asediada Samaría, conquistada el
722, deportada el 720. Con ello se ha cumplido la palabra profética.
Pero no era ésta la última palabra de Dios, porque El sigue fiel a su
pueblo. Y un ¡discípulo! añade más tarde los versos 5-6, recogiendo
las metáforas de la corona y la joya, aunque dándoles un sentido
nuevo:
Aquel día será el Señor de los ejércitos
corona enjoyada, diadema espléndida
para el resto de su pueblo:
sentido de justicia
para los que se sientan a juzgar,
valor para los que rechazan
203
el asalto a las puertas.
Ahora se dirige a los israelitas del Norte una palabra de consuelo.
El texto ya no habla de ¡hartos de vino!, sino de hombres
responsables, capaces de juzgar y defender a su pueblo. Y su timbre
de gloria no es una ciudad, sino el mismo Señor, ¡corona enjoyada,
diadema espléndida!
En el caso que acabamos de citar, la reelaboración no afecta
directamente al texto primitivo. Lo respeta en su literalidad,
aunque el añadido modifique o complete el sentido. Lo mismo
ocurre en otro ejemplo, el magnífico poema de Is 14 sobre la derrota
del tirano, que citaremos más adelante. Parece que esta terrible
sátira fue escrita contra un rey asirio. Más tarde, cuando este
Imperio desapareció de la historia, un ¡discípulo! consideró
conveniente actualizar su sentido aplicándolo a los reyes babilonios.
Para ello inserta el poema en medio de unas claras referencias a esta
potencia:
Cuando el Señor te haya dado reposo
de tus penas y temores,
y de la dura esclavitud en que serviste,
entonarás esta sátira
contra el rey de Babilonia (Is 14,3-4a).
(Sigue el poema: Is 14,4b-21) y continúa:
Yo me levantaré contra ellos
-oráculo del Señor de los ejércitos-
y extirparé de Babilonia posteridad y apellido,
retoño y vástago,
la convertiré en posesión de erizos,
en agua estancada,
la barreré bien barrida,
hasta que desaparezca (Is 14,22-23).
A veces la reelaboración penetra en el texto primitivo. Puede
tratarse de simples aclaraciones, que orienten al lector. Por ejemplo,
en Is 7,7 dice el profeta que Dios hará subir contra Judá ¡las aguas
del Eufrates, torrenciales e impetuosas! La metáfora era clara para
sus contemporáneos. Pero pudo dejar de serlo años más tarde, y un
glosador añadió: ¡El rey de Asiria, con todo su ejército!
204
Así queda claro el sentido de la crecida amenazadora del río
Eufrates: no se trata de una catástrofe natural (imposible por otra
parte: a los andaluces no puede afectarles una crecida del Ródano),
sino de una invasión militar.
En otras ocasiones, estos añadidos que se insertan dentro del
texto primitivo tienen una intención más profunda. Citaré como
ejemplo el discutido caso de Is 7,15. El profeta, hablando con el rey
Acaz, le da el famoso signo del nacimiento del Emanuel:
"Mirad: la joven está encinta y dará a luz un hijo,
y le pondrá por nombre Dios-con-nosotros.
Comerá requesón con miel, hasta que aprenda
a rechazar el mal y a escoger el bien.
Porque antes que aprenda el niño
a rechazar el mal y escoger el bien,
quedará abandonada la tierra
de los reyes que te hacen temer" (Is 7,14-16).
Prescindiendo de algunos complejos problemas de traducción en
la última frase, hay algo que llama la atención en este texto. Su
estructura es la siguiente: nacimiento, imposición del nombre, dieta
del niño, explicación del nombre.
Parece claro que el v.15, referente a la dieta del niño (¡comerá
requesón con miel hasta que aprenda a rechazar el mal y a escoger
el bien!) interrumpe la secuencia primitiva y ha sido añadido
posteriormente. Así piensan, al menos, muchos comentaristas.
Cuando nos encontramos ante un caso como éste no basta detectar
el añadido posterior. Es preciso descubrir su sentido. En este
ejemplo concreto, parece que la intención del glosador fue subrayar
las características portentosas del niño, ya que se alimentaría con
una dieta paradisíaca.
Rastrear las numerosas reelaboraciones del texto es una tarea
interminable y que se presta, por desgracia, a mucho subjetivismo.
Es fácil atribuir a un autor posterior los que en realidad procede del
profeta.
Los discípulos y seguidores, además de redactar textos sobre la
vida del maestro y de reelaborar sus oráculos, contribuyen creando
nuevos poemas, mucho más numerosos de lo que cabría imaginar.
Esta idea era impensable e inaceptable hace pocos años entre los
205
católicos. Si al comienzo del libro de Isaías se dice: ¡Visión de Isaías,
hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén...! (Is 1,1), la
consecuencia lógica para nuestros antepasados era que todo el libro,
desde el capítulo 1 hasta el 66, procedían del profeta Isaías. Quien
lo negase, negaba la verdad de la palabra de Dios.
Hoy vemos las cosas de otra manera. La palabra de Dios es una
realidad dinámica, y resultado secundario que todos los textos
proceden del profeta Isaías o sólo algunos capítulos. Una obra es
importante en sí misma, prescindiendo de quién la haya escrito. En
términos musicales, la ¡Sinfonía de los juguetes! es hermosa,
independientemente de que su autor sea Wolfgang Amadeus
Mozart, como se pensó durante mucho tiempo, o su padre, Leopoldo
Mozart.
c) La estructuración del libro. Todo el material anterior, acumulado
a lo largo de años y siglos, debió de presentarse ante los redactores
finales como un auténtico rompecabezas. ¿Cómo agruparlo y
ordenarlo? Podemos decir que el criterio cronológico no les
preocupó demasiado. Es cierto que los primeros capítulos de Isaías
(1-5) parecen contener el mensaje de su primera época, y 28-33 el de
sus últimos años. Algo parecido podríamos decir de Ez 1-24
(primera etapa) y 33-48 (segunda). Sin embargo, las excepciones son
tantas que más bien debemos rechazar el criterio cronológico.
Parece que el orden pretendido por los redactores fue más bien el
temático y, dentro de éste, una división de acuerdo con el auditorio
o los destinatarios. Así, en líneas generales, el resultado fue:
- oráculos de condenación dirigidos contra el propio pueblo
- oráculos de condenación dirigidos contra países extranjeros
- oráculos de salvación para el propio pueblo
- sección narrativa.
Pero no conviene absolutizar el esquema. Las excepciones
superan con mucho a la regla. El libro que mejor se adapta a la
estructura propuesta es el de Ezequiel. Bastante Jeremías, en el
orden de los Setenta (LXX), que es distinto del de la Biblia hebrea.
El caso de Isaías y de otros escritos es más complejo, aunque las
ideas anteriores resultan útiles en muchos momentos para
comprender su formación. Lo que no conviene olvidar, y esto es una
conquista de los estudios más recientes sobre los libros proféticos, es
206
la importancia capital de los redactores. Su labor no fue mecánica,
de simple recogida y acumulación de textos. Sobre todo, en algunos
casos llevaron a cabo una auténtica tarea de filigrana, engarzando
los poemas con hilos casi invisibles que reaparecen a lo largo de toda
la obra. Analizar el libro de Isaías desde este punto de vista, como
una ópera gigantesca con diversos temas que se entrecruzan y
repiten, es una tarea apasionante, pero, por desgracia, tan
complicada que cae fuera de las posibilidades de esta obra.
d) Los añadidos posteriores. Incluso después de las etapas que
hemos reseñado, los libros proféticos siguieron abiertos a retoques,
añadidos e inserciones. Tomando como ejemplo el libro de Isaías,
después de estar estructurado su bloque inicial (capítulos 1,39) se
añadieron los capítulos 40-66. Incluso es posible que lo último en
formar parte del él fuera la llamada ¡Escatología! (cc. 24,27). Este
proceso se repite en el libro de Zacarías, donde distinguiremos entre
¡Protozacarías! o ¡Primer Zacarías! (cc. 1-8) y ¡Deuterozacarías! (cc.
9-14), sin excluir que este último bloque sea obra de distintos
autores.
Lo único que podemos asegurar es que hacia el año 200 a.C. los
libros proféticos estaban ya redactados en la forma que los
poseemos actualmente. Así se deduce de la cita que hace de ellos el
Eclesiástico y de las copias encontradas en Qumrán.
213
Pero la gran figura de la época es Jeremías, que recoge el tema
de la catástrofe anunciada por los profetas del siglo VIII. No es
masoquismo ni sadismo lo que le guía, sino la negativa del pueblo a
convertirse. Ante esta actitud, Dios impone un castigo menor, el
sometimiento a Babilonia, nueva dominadora del mundo antiguo.
Pero el rey y las autoridades se niegan a aceptarlo. Confiando una
vez más en la ayuda de Egipto, promueven la rebelión. Y ésta
llevará a la catástrofe definitiva. El año 586 cae Jerusalén,
desaparece la monarquía, el templo es incendiado junto con la
ciudad y tiene lugar la segunda y más importante deportación.
Jeremías, que no descuida los problemas sociales ni la crítica a la
falsa religiosidad, es el punto culminante de la profecía anterior al
exilio. En su época se cumplen las amenazas formuladas un siglo
antes por sus predecesores.
La caída de Jerusalén marca una nueva etapa en la historia de la
profecía. Antes de ella estuvo dominada por el tema del castigo y la
amenaza. A partir de ahora, los profetas hablan de esperanza y
consuelo. Ezequiel y el Deuteroisaías, los dos grandes
representantes de la profecía exílica van en esta línea. Ezequiel
había comenzado su actividad en Babilonia antes de la caída de
Jerusalén; igual que Jeremías, anunció entonces la catástrofe
inminente. Pero en la segunda etapa de su actividad anuncia la
renovación total, política, social, económica, religiosa. Su visión del
futuro es quizá demasiado ambiciosa y perfecta, no falta ningún
aspecto y se extiende hasta los últimos tiempos, los que siguen a la
victoria definitiva de Dios sobre sus enemigos.
Los profetas posteriores a Ezequiel participan de su esperanza,
pero se mantienen a niveles más modestos. El Deuteroisaías, por
ejemplo, centra su esperanza en la liberación de Babilonia y en la
posterior restauración de Jerusalén. Si tiene que anunciar algo
inaudito no es la victoria de Dios en la guerra, sino su triunfo por
medio del sufrimiento y la muerte del Siervo.
Ageo, Zacarías y el grupo de profecías, anónimas que conocemos
como el Tritoisaías (Is 56-66), se sitúan en las primeras décadas
posteriores a la vuelta de Babilonia. El primero insiste en la
reconstrucción del templo y fomenta la esperanza de un nuevo rey
davídico, al que identifica con Zorobabel, cerrando sus profecías con
214
la victoria de Judá sobre sus enemigos. Zacarías se mueve en una
temática parecida, aunque la desarrolla con cuadros e imágenes de
suma originalidad, aprovechados posteriormente por la literatura
apocalíptica. La problemática de Is 56-66 es demasiado amplia para
poder resumirla. Pero se advierte en estos capítulos un fenómeno
importante: la profecía se aísla cada vez más de la situación
presente y se refugia en el futuro, en ¡el cielo y la tierra nuevos! (Is
65,17). La diferencia con los autores del siglo VIII e incluso con los
del VII es manifiesta. Malaquías, en el siglo V, representa un punto
de vista distinto, centrado totalmente en lo concreto; pero resulta
una problemática demasiado pequeña y cotidiana.
La época posexílica aporta también el librito de Joel, la llamada
¡Apocalipsis de Isaías! (Is 24,27), la colección conocida como
¡Deuterozacarías! (Zac 9,14) y otros textos. Una producción
interesante, pero que no logra evitarnos la impresión de que la
profecía va languideciendo. Hasta que desaparece por completo.
Russel piensa que las causas que contribuyeron a la desaparición de
la profecía fueron:
- La canonización de la ¡ley! (pentateuco), que probablemente tuvo
lugar en el siglo V. A partir de entonces, el pueblo tiene un medio
seguro de conocer la voluntad de Dios, no es preciso estar pendiente
de la palabra profética.
- El empobrecimiento creciente de la temática profética. Por una
parte, se centra demasiado en el futuro lejano. Por otra, cuando
habla del presente, no trata los grandes temas y le falta el carácter
incisivo de los antiguos profetas.
- El pulular creciente de las religiones de salvación, magos,
adivinos, que el pueblo identifica a veces con los profetas. Esta
peligrosa identificación hace que el profetismo caiga en descrédito.
De cualquier forma, la profecía siguió gozando de gran prestigio
en Israel. Pero con un matiz importante. Se estimaba grandemente
a los antiguos profetas y se esperaba la venida de un gran profeta en
el futuro (ver 1Mac 4,46; 14,41). Según una corriente, se trataría de
un profeta como Moisés (ver Dt 18,18); de acuerdo con otra,
inspirada en Malaquías 3,23, sería Elías quien volviese. Esta
esperanza se cumplirá, para los cristianos, en las personas de Juan
Bautista y Jesús.
215
Las páginas anteriores nos han puesto en contacto con los
principales profetas de Israel en una visión rápida, excesivamente
fría. En el fondo sigue latiendo la pregunta misteriosa con que
abríamos la introducción: ¿qué es un profeta? ¿Qué siente?
Termino respondiendo en parte con unos versos de José María
Valverde a propósito de los poetas. El profeta es muchas veces un
poeta, y lo que vale para éstos es válido también para aquéllos.
Señor, ¿qué nos darás en premio a los poetas?
Mira, nada tenemos, ni aun nuestra propia vida;
somos los mensajeros de algo que no entendemos.
Nuestro cuerpo lo quema una llama celeste;
si miramos, es sólo para verterlo en voz.
No podemos coger ni la flor de un vallado
para que sea nuestra y nada más que nuestra,
ni tendernos tranquilos en medio de las cosas,
sin pensar, a gozarlas en su presencia sólo.
(...)
Tú no nos das el mundo para que lo gocemos.
Tú nos lo entregas para que lo hagamos palabra.
Y después que la tierra tiene voz por nosotros
nos quedamos sin ella, con sólo el alma grande...
Ya ves que por nosotros es sonora la vida,
igual que por las piedras lo es el cristal del río.
Tú no has hecho tu obra para hundirla en el silencio,
en el silencio huyente de la gente afanosa;
para vivirla sólo, sin pararse a mirarla...
Por eso nos has puesto a un lado del camino
con el único oficio de gritar asombrados.
(...)
Esto que nos exalta sólo puede ser tuyo.
Sólo quien nos ha hecho puede así destruirnos
en brazos de una llama tan cruel y magnífica...
Tú que cuidas los pájaros que dicen tu mensaje,
guarda en la muerte nuestros cansados corazones;
dales paz, esa paz que en vida les negaste,
bórrales el doliente pensamiento sin tregua.
Tú nos darás en Ti el Todo que buscamos;
nos darás a nosotros mismos, pues te tendremos
para nosotros solos, y no para cantarte.
Objetivo de la Lección:
Conocer la inspiración e imaginario de un profeta.
Indagar en la relación personal del profeta con Dios y su accionar social.
Distinguir como se compone literariamente un libro profético.
Comprender el proceso redaccional y artístico que involucra a un libro
profético.
Identificar los ‘oráculos de salvación’ y los ‘oráculos de juicio’ articulados
por los profetas.
Jorge Torreblanca146
Resumen
El artículo considera el recorrido necesario en el proceso de lectura de
los textos proféticos a fin de que hoy sigan teniendo sentido como palabra
de Dios. Toma como modelo de estudio el libro del profeta Jeremías, por
ser el que más claramente evidencia este proceso. Primero trata la relación
entre la palabra del profeta y la revelación e inspiración divinas. Entonces,
la relación entre esa experiencia personal y el cumplimiento de la función
profética en el entorno social del profeta. Luego, a partir de que el mensaje
profético se pone por escrito y dada la evidencia de relecturas en el texto
canónico, se aborda el tema de los redactores y el horizonte de lectura
final. Por último, se describe el funcionamiento de la necesaria
actualización del mensaje profético canónico para que nos sea útil hoy
como palabra de Dios, y para constatar la existencia de voces proféticas en
nuestros días.
Palabras clave: profetas – textos proféticos – interpretación – relectura –
palabra de Dios
146
Jorge Torreblanca. Profetas, textos y relecturas. En: Enfoques, vol. XV, núm. 2, primavera,
2003, 16p., Universidad Adventista del Plata, Argentina. [en línea]
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=25900203 [consultado el 20 de agosto del 2015].
217
1.- Introducción
Se intentarán aquí algunas consideraciones —como líneas de
pensamiento, no exhaustivas ni concluyentes—, referentes a la
lectura de los textos proféticos. Se tomará como modelo de estudio
el libro del profeta Jeremías, por ser el libro profético más extenso
de la Biblia, y el que más claramente evidencia el proceso que se
recorrerá. A manera de refrescar la memoria, se recuerda que el
libro de Jeremías contiene una parte de escritos propios del profeta
(en primera persona), otra parte de escritos en tercera persona,
generalmente adjudicados a Baruc, su secretario y amanuense, y
luego hay evidencia clara de al menos un redactor posterior, quien,
por ejemplo, habría incorporado el último capítulo al texto que
luego sería canonizado. Otra evidencia de este o estos redactores
posexílicos sería la diferencia de largo y de ordenamiento interno
entre el texto jeremiano de la versión Septuaginta (LXX) y el del
Texto Masorético (TM) canónico.[1]
Se comentará, en primer lugar, la relación entre la palabra del
profeta y la revelación e inspiración divinas. En segundo lugar, la
relación entre esa experiencia personal y el cumplimiento de la
función profética en el entorno social del profeta. Luego, a partir de
que el mensaje profético se pone por escrito y dada la evidencia de
relecturas en el texto canónico, se abordará el tema de la conciencia
profética de los “Jeremías” que hablan en el texto como por boca
del profeta histórico, los redactores, y el horizonte de lectura final
del texto canónico. Por último, se abordará el funcionamiento de la
necesaria actualización del mensaje profético canónico para que nos
sea útil hoy como palabra de Dios, y para constatar la existencia de
voces proféticas en nuestros días.
Se recorrerá, entonces, el proceso cuyos postulados bien describe
el profesor Jean Flori:[2]
Primer postulado: Dios existe; y si existe, habla. No se comprende
que se contente con su propia existencia sin buscar en absoluto el
comunicarse con los hombres. Dios es un Dios personal que busca
darse a conocer.
Segundo postulado: Dios habla a los hombres por medio de los
profetas; y lo hace de modo que los profetas reciban de él su Palabra
218
y la hagan conocer a los hombres. Dios reencuentra así al hombre,
pues su Palabra se convierte en palabra humana.
Tercer postulado: El creyente encuentra a Dios por medio de las
palabras del profeta; pero le llega porque es palabra de Dios, y se la
recibe como tal.[3]
221
“Si nos acercamos con lupa, aplicando un riguroso análisis
estilístico, apreciaremos el trabajo artesano del profeta: cómo
busca una onomatopeya, cómo acumula asonancias, cómo
dispone un quiasmo de seis miembros, cómo cambia
expresivamente una fórmula rítmica, cómo construye
calculadamente el oráculo, cómo desarrolla una imagen tópica...
cómo imita a un profeta precedente... En resumen, al profeta lo
podemos tocar y enjugar el sudor de su frente, con el que ha
sacado el poema o el oráculo de la cantera del lenguaje. Después
de nuestro análisis podríamos dar al profeta una medalla por su
honesto trabajo artesano. Y él la rechazaría: ‘Es palabra de
Dios’. Extraño dictado, que tanto trabajo literario le cuesta al
profeta. Y es que no es dictado... El profeta, con sus dichos y
con su obra, con la tensión entre fórmulas y trabajo literario,
atestigua que la inspiración es una acción profunda, interior,
maravillosa.”
Una clarificación adicional. El mensaje de los profetas no se
comunica para satisfacer la curiosidad acerca del futuro. El profeta
no es un adivino. La profecía tiene un propósito moral. El profeta es
una persona llamada por Dios para transmitir su Palabra en
contextos de crisis y necesidad, o como señala José Luis Sicre:[31]
“Para orientar a sus contemporáneos e indicarles el camino recto...”
Esta exhortación a convertirse va acompañada con frecuencia de
referencias al futuro, prediciendo el castigo o prometiendo la
salvación. En determinados momentos, los profetas son conscientes
de revelar cosas ocultas. Pero su misión principal es iluminar el
presente, con todos sus problemas concretos: injusticias sociales,
política interior y exterior, corrupción religiosa, desesperanza y
escepticismo.
Estos últimos conceptos introducen la relación, de la cual nos
ocuparemos a continuación, en el área de servicio del profeta, en el
sitio de cumplimiento de su función como mensajero del Señor,
receptor y articulador de su palabra.
Notas:
[1] En cuanto al largo, la LXX es alrededor de un 10% más corta que el
TM. En cuanto al orden, si se denominan 1-2-3 a las tres grandes partes
principales del texto canónico, en la LXX aparecen en el orden 1-3-2.
[2] Cf. Jean Flori, Los orígenes: una desmitificación (Madrid: Safeliz,
1983), 27-32.
[3] O como bien lo expresa Luis Alonso Schökel, La palabra inspirada: La
Biblia a la luz de las ciencias del lenguaje (Madrid: Ediciones Cristiandad,
1986), 13, comentando la frase “qui locutus est per prophetas” del artículo
de fe católico sobre el Espíritu Santo: “Dios, para hablarnos, desciende a la
capacidad humana de hablar (logos, condescendencia) - esta bajada se
actualiza en dos lenguas (elección histórica, social) - esta elección la
actualiza moviendo a hombres escogidos (inspiración, psicología) - esta
moción se actualiza en muchas obras que se hacen una obra (obra
inspirada, Escritura) - esta obra se actualiza en la proclamación y lectura
en la Iglesia - esta proclamación y lectura concluyen en la recepción. Dios
habla al hombre, el hombre escucha y responde”.
[4] Raoul Dederen, “Inspiración y revelación”, en Concilio Bíblico
Sudamericano, Gordon Hyde, ed. (Brasilia: Instituto de Investigación
Bíblica, 1979), 1.
[5] Ricardo Foulkes, “Revelación”, en Diccionario Ilustrado de la Biblia
(Miami: Editorial Caribe, 1977), 554; Alonso Schökel, La palabra
inspirada, 25: “Si... podemos decir algo de la vida interna de Dios, es
porque se ha realizado una revelación externa de Dios, que nos permite de
algún modo entrar hasta su propia vida”.
[6] Alonso Schökel y José Luis Sicre, Profetas (Madrid: Cristiandad, 1980),
1:18: “... Dios actúa en la historia, no a solas como en la creación, sino
engranando la libertad humana; y el medio que emplea para actuar sobre
la libertad humana respetándola es la palabra. Dios nos dirige la palabra y
así nos busca”. Dederen, “Inspiración y Revelación”, 19: “La palabra de
Dios inicia y dirige sucesos salvación-historia. También interpreta su
significado, quitándoles así el anonimato de golpes de suerte”, y en
“Inspiration, Revelation, and Hermeneutics”, en A Symposium on
Biblical Hermeneutics, Gordon Hyde, ed. (Washington, D.C.: Biblical
Research Comittee, 1974), 7: “La actividad soberana de Dios en la historia
no llega a ser inteligible como revelación a menos que sea acompañada por
232
la Palabra que exprese su significado”. Cf. igualmente Alonso Schökel, La
palabra inspirada, 39-40, “... el profeta... no solamente prevé y predice un
hecho futuro, sino que actúa con el oráculo en la historia... recibiendo así
la interpretación auténtica por la palabra, elevándose a revelación
formal”. José Severino Croatto, Historia de la salvación (Buenos Aires:
Paulinas, 1985), 11s: “No interesa... la historia sólo como ‘historia’, sino en
cuanto portadora de una idea religiosa... es una historia salvífica... o
salvación en la historia”. Cf. sobre la palabra profética como elemento
activo en la historia, Gerhard von Rad, Teología del Antiguo Testamento
(Salamanca: Sígueme, 1993), 1: 381ss, y Paul Beauchamp, Ley - Profetas -
Sabios. Lectura sincrónica del Antiguo Testamento (Madrid: Cristiandad,
1977), 71-101.
[7] Alonso Schökel, La palabra inspirada, 40ss.
[8] Ibid., 45.
[9] “Por medio de hombres y al modo humano Dios nos habla, porque
hablando así nos busca” (San Agustín). Cf. Enrique Espinosa, “Alcances
sobre la hermenéutica biblica”, Revista Teológica 2 (1991): 84-87.
[10] Werner Schmidt, Introducción al Antiguo Testamento (Salamanca:
Sígueme, 1983), 234-235, formula la cuestión más o menos así: los
discursos de los profetas ¿son concreciones del conocimiento general del
futuro que han adquirido en sus visiones? ¿Toda palabra pronunciada
como palabra de Dios descansa en un nuevo acto de revelación? La
predicción del futuro, ¿nace de la visión profética del futuro, o a la inversa,
la denuncia del pecado es más bien consecuencia del profundo
conocimiento de la situación presente del pueblo? ¿Cómo se debe
interpretar esta relación entre la predicción del futuro y análisis? ¿Dónde
está lo decisivo, lo esencial del anuncio: en la predicción del futuro, o en el
análisis de la situación (que incluye la crítica a la sociedad)?
[11] En Henri Cazelles, dir., Introducción crítica al Antiguo Testamento
(Barcelona: Herder, 1981), 383.
[12] José Luis Sicre, Los profetas de Israel y su mensaje. Antología de
textos (Madrid: Cristiandad, 1986), 26: Los profetas “sugieren una
comunicación directa, casi física, entre ellos y el Señor”.
[13] Citado en Cazelles, Introducción, 384.
[14] Dederen, “Inspiración y revelación”, 23: “Fue precisamente por la
carga y coacción de una experiencia tal, de haber recibido la palabra de
Dios para ser proclamada, que los profetas declararon con profunda
convicción y certidumbre inequívoca, ‘Así dice el Señor’... Pensaban
transmitir un mensaje que no era suyo propio, sino pronunciado por Dios,
lo cual tenían que declarar: ‘El Señor me ha hablado’”.
[15] Cf. John Skinner, Prophecy and Religion. Studies in the Life of
Jeremiah (Cambridge: University Press, 1961), 220.
233
[16] Santiago Bretón, “La investigación profética en este siglo”, en Alonso
Schökel y Sicre, Profetas, 1: 36: “... lo que impulsa el anuncio profético es
un misterioso ‘irracional’ (Giesebrecht)”. Norbert Lohfink, “Los profetas:
ayer y hoy”, en Profetas verdaderos. Profetas falsos, Ángel González, ed.,
108: “un misterio insoluble, que exige la fe, de la que no puede
dispensarnos la ciencia de ningún investigador”.
[17] Theopneustos, “aliento-Dios”, subraya el reconocimiento de Dios
como el iniciador y autor de la Escritura. William G. Johnsson, “How does
God Speak?”, Ministry 54 (October 1981): 4, admite que “definir la
inspiración es como atrapar un arcoiris. Cuando hayamos hecho todos
nuestros mejores esfuerzos, aún permanecerá un factor elusivo, un
elemento de misterio”. Para Sicre, Los profetas de Israel, 25-26, la
inspiración “aparece como un hecho real, constatable e indiscutible, pero
difícil de definir y precisar... La inspiración de un texto no depende de su
mayor o menor técnica literaria, sino de que el autor esté alentado por un
‘espíritu’ y tenga algo que decir”.
[18] Para Elena G. de White, El gran conflicto (Buenos Aires: ACES,
1968), 8, “la Biblia, con sus verdades de origen divino expresadas en el
idioma de los hombres, es una unión de lo divino y lo humano... Se puede
decir de la Biblia, lo que fue dicho de Cristo: ‘Y la palabra se hizo hombre,
acampó entre nosotros’ (Jn 1:14, NBE)”. Cf. Alonso Schökel, La palabra
inspirada, 49, 53; y Kenneth Strand, “Modern Protestant Conservative
Biblical Studies in America”, en A Symposium on Biblical Hermeneutics,
97.
[19] Cf. Alonso Schökel, La palabra inspirada, 21s.: “... el llamar a la
inspiración un ‘carisma’ trae consecuencias importantes: la presencia de la
Escritura en la Iglesia es una presencia del Espíritu y, por tanto, una
actividad; es uno de los caminos institucionales de la acción del Espíritu;
y, al mismo tiempo, queda abierta y disponible para nuevas acciones
inesperadas del Espíritu. Además, la lectura y la interpretación de la
Sagrada Escritura entran en la esfera de los carismas”.
[20] Ibid., 23-24.
[21] Por lo tanto, las Escrituras son la unión indivisible de elementos
humanos y divinos, ninguno de estos aspectos debe ser olvidado o
enfatizado en detrimento del otro. Cf. Robert S. Folkenberg, Todavía
creemos en su venida (Boise: Publicaciones Interamericanas, 1994), 86s.
[22] Flori, Los orígenes, 31.
[23] Dederen, “Inspiración y revelación”, 21: “El mensaje bíblico no surge
solamente del hombre. No llegó a la existencia simplemente por el deseo de
pronunciarlo... Hombres que obraban independientemente y sólo por su
cuenta no pueden producir Escrituras. Pero asimilados en una actividad
divina son transportados por el Espíritu de Dios a las circunstancias y
234
condiciones a dónde pronuncian conceptos y verdades de los cuales Dios es
la causa original”.
[24] Sicre, Los profetas de Israel, 32-45: a) géneros tomados de la sabiduría
tribal y familiar: exhortación, interrogación, parábola, alegoría, enigmas,
bendiciones y maldiciones, comparaciones; b) géneros tomados del culto:
himnos, oraciones, instrucciones y, quizá los oráculos de salvación; c)
géneros tomados del ámbito judicial: discurso acusatorio, la requisitoria, la
formulación casuística; d) géneros tomados de la vida diaria: cantos al
amor, al trabajo, a la muerte, etc. La más común es la elegía; e) géneros
estrictamente proféticos: oráculo de condena dirigido a un individuo, o
contra una colectividad: denuncia del pecado y anuncio de castigo (falta
denunciada/acusación y sentencia/intervención de Dios y consecuencias).
Acompañan la palabra también con gestos y acciones. Cf. otro catálogo de
géneros proféticos en Alonso Schökel y Sicre, Profetas, 1: 76s.
[25] Dederen, “Revelation, Inspiration, and Hermeneutics”, 12: “Dios es
el autor de la Biblia, pero en términos de su composición es una colección
de escritos humanos. Verdaderamente fue escrita por hombres no
suspendidos entre el cielo y la tierra sino firmemente establecidos sobre la
tierra, hombres de una raza definida, nacidos en una fecha definida, que
realizaban un trabajo definido. La Biblia está involucrada en el flujo de los
eventos humanos. Forma parte de la historia”.
[26] Cf. Flori, Los orígenes, 29. Warren H. Johns, “Ellen White: Prophet
or Plagiarist?”, Ministry 55 (June 1982): 17, reconoce que el mensaje de un
escritor bíblico “será modelado de acuerdo a los patrones de pensamiento
del mensajero, su cultura, ambiente, trasfondo, preparación, personalidad
y hábitos de lectura”, que ‘inspiración’ no es equivalente a ‘originalidad’,
que no es “disminuida por el uso de fuentes no inspiradas” y que “la
inspiración va más allá de lo que ha sido presentado en visión, y a veces
suele ser independiente de las visiones”.
[27] Alden Thompson, Inspiration: Hard Questions, Difficult Answers
(Hagerstown: Review and Herald, 1991), 158: “A veces los escritores
inspirados reciben visiones. A veces hablan de su propia experiencia. A
veces construyen un mensaje utilizando las palabras y los escritos de
otro... Claramente, no todo lo que tenemos en la Escritura viene como
resultado de una revelación directa y especial... Lo que es importante es
que el Espíritu supervisa la obra. Con las palabras de Elena de White: ‘Él
guiaba la mente en la selección de lo que iba a hablar o de lo que iba a
escribir”.
[28] Cf. Alonso Schökel y Sicre, Profetas, 1: 22s., “... tradición oral y
tradición escrita son dos etapas sucesivas en la transmisión del mensaje
profético, ambas de mucha antigüedad”, 69.
[29] Cf. Dederen, “Inspiración y revelación”, 32.
235
[30] Alonso Schökel, La palabra inspirada, 89-90.
[31] Sicre, Los profetas de Israel, 20. Cf. Lohfink, “Los profetas: ayer y
hoy”, 109, 128.
[32] Como lo llama William H. Robinson (citado por Gelin). Sicre, Los
profetas de Israel, 20-21, 24, describe al profeta como un hombre
inspirado, por un lado, con esa conciencia tan clara de que es Dios quien le
habla, de ser portavoz del Señor, que le viene de un contacto personal con
él, que comienza en el momento de la vocación. Es un hombre dotado con
un carisma que rompe todas las barreras; sexo, cultura, religión, edad.
También es un hombre doblemente amenazado. En muchos casos su
mensaje es duro y exigente, que se convierte en un ‘fuego ardiente e
incontenible encerrado en los huesos’ (Jr. 20.9), que es preciso seguir
proclamando. Lo amenaza el fracaso de no encontrar respuesta en los
oyentes, de ser llamado loco y perseguido, encarcelado y condenado a
muerte. Pero también la amenaza le viene de Dios.
[33] Bretón, “Investigación profética”, 41. Cf. Gregorio Ruiz, “Los
profetas y la política”, Iglesia Viva 45/46 (1973): 151-168.
[34] Cf. ibid., 41-56. Cf. Burke O. Long, “Social Dimensions of Prophetic
Conflict”, Semeia 21 (1981): 107-109.
[35] Cf. Kurt Elliger, Prophet und Politik (Munich: Theological Bücherei,
1966), 119-140, citado en Cazelles, Introducción, 397.
[36] Croatto, Liberación y libertad. Pautas hermenéuticas (Buenos Aires:
Nuevo Mundo, 1973), 77-91 (cita de p. 77).
[37] Bretón, “Investigación profética”, 48s, acota que los profetas tenían
sólida información política; la propia de todo profano inteligente, y que
expresaban su preocupación política mediante antiguas formas literarias
israelitas y motivos religiosos, sin adoptar actitudes utópicas ni en teoría
ni en la práctica. La experiencia y las circunstancias determinaban sus
posturas, siendo las primeras reguladas por el peso de las tradiciones y su
profunda experiencia personal de Dios. Por supuesto, consideraban las
instituciones políticas como instrumentos de los planes divinos.
[38] Cf. Croatto, Liberación y libertad, 77-79. Este hecho se encuentra
ilustrado en el libro de Jeremías, por ejemplo, cuando el profeta extraña la
“fidelidad” de Israel (2:2ss, “De ti recuerdo tu cariño juvenil, el amor de tu
noviazgo... Consagrado a Yahvé estaba Israel...”). Esa naciente
comunidad “enamorada” sufrió una transformación con el tiempo,
especialmente cuando el factor de poder político (el rey) ocupó un papel
preponderante, autojerarquizándose, separándose del pueblo.
[39] Cf. ibid., 78-80 (cita de p. 79). Cf. Antonio Moreno, “Jeremías. La
política en la vida de un profeta”, Teología y Vida 12 (1971): 187-208.
[40] Si se sigue con el ejemplo de Jr. 2, se acusa al pueblo de Israel de
abandonar a Yahvé y acudir a otros “dioses”, tipificados en Baal... cuando
236
Israel había de “reconocer” en el Dios del éxodo a su único salvador. El
profeta denuncia como “adulterio” el gran pecado de Israel; es la
infidelidad al designio histórico de Dios, reflejado en la vocación histórica
del hombre.
[41] Cf. Ernst Jenni, Die Politischen Voraussagen der Propheten, ATANT,
29 (Zürich: Zwingli- Verlag, 1956).
[42] Sicre, Los profetas de Israel, 21.
[43] Cf. Gregorio Ruiz, “La relación profeta-pueblo en la acción política”,
Estudios Eclesiásticos 48 (1973): 491-500; y “La actividad política de los
profetas y el pueblo del país”, Cultura Bíblica 31 (1974): 19-22.
[44] Croatto, Liberación y libertad, 83.
[45] Ibid., 90.
[46] Lohfink, “Los profetas: ayer y hoy”, 121-122: “Conservadores,
defensores de lo antiguo, pero creativos, novedosos en la forma de
presentar el mensaje o la predicción... Si frente a reyes y gobernantes se
mostraron revolucionarios, fue precisamente porque no lo eran delante de
Dios... no se avergonzaban de la revolución”.
[47] Cf. Bretón, “Investigación profética”, 59.
[48] Jeremías proviene de una línea profética que también abreva en la
tradición crítica hacia la monarquía de Samuel-Silo.
[49] Su hipótesis en La imaginación profética (Santander: Sal Terrae,
1986), 12: “La tarea de ministerio profético consiste en propiciar,
alimentar y evocar una conciencia y una percepción de la realidad
alternativas a las del entorno cultural dominante... la conciencia
alternativa... sirve para criticar, desmantelándola, la conciencia
dominante... el presente estado de cosas... Por otra parte... sirve para
dinamizar a personas y comunidades con su promesa de un tiempo y una
situación diversos, hacia los que puede encaminarse la comunidad de fe”.
En este sentido, Brueggemann intenta equilibrar el concepto de la
profecía, sin reducirla, según la tendencia liberal, al presente, a la ‘justa
indignación’, a la ’acción social’, sino buscar lo que la tendencia
conservadora ya ha hecho: vivir en apasionada anticipación la novedad
que Dios ha prometido y que con toda seguridad habrá de dar.
[50] Brueggemann acota que en este punto ya han insistido George
Mendenhall y Norman Gottwald.
[51] Brueggemann, La imaginación profética, 16, 17, 18: “[...] por un lado,
ruptura con la religión del triunfalismo estático; por otro, ruptura con la
política de opresión y explotación. Moisés desmantela la religión del
triunfalismo estático desenmascarando a sus dioses y haciendo ver que, en
realidad, ni tienen poder ni son tales dioses. De este modo queda destruida
la mítica legitimidad del mundo social del Faraón, pues se demuestra que
dicho régimen apela a instancias sancionadoras que en realidad no existen.
237
Las pretensiones míticas del imperio llegan a su fin con la eclosión de la
religión alternativa de la libertad de Dios... Moisés desmantela la política
de opresión y explotación a base de oponerle una política de justicia y
compasión... su verdadera obra consistió precisamente en establecer el
maridaje entre la religión de la libertad de Dios con la política de la justicia
humana”.
[52] Ibid., 24, 27, 29.
[53] Croatto, Isaías 1-39, Comentario Bíblico Ecuménico (Buenos Aires:
La Aurora, 1989), 14: “Si un autor retoma un texto precedente para
añadirle otro de su propia mano, necesariamente establece una
intertextualidad que relaciona a ambos; pero eso no basta sino que el
primero es releído/reescrito para mejor manifestar la interpretación que
opera el autor que lo usa... la relación entre bloques es un continuum
hermenéutico y no la simple recopilación redaccional de... textos conocidos
por la tradición”.
[54] Recientemente Carlos G. Romero pretende haber demostrado el
posible método que el mismo profeta original habría utilizado en el trabajo
de relectura: “La premisa operativa ha sido la Hermenéutica de la
Apropiación a la que entendemos como la interpretación de una tradición
que involucra una dialéctica entre un método de interpretación y los temas
que surjen en la lucha del intérprete con la situación histórica. La
interpretación del mensaje emerge como una apropiación de la tradición de
tal manera como para resolver la crisis presentada por la situación
histórica. Esta definición se resuelve a sí misma en el siguiente esquema: 1)
Situación de conflicto percibida; 2) Tensión con el ‘núcleo de herencia
religiosa’; y 3) Resolución de la tensión en la forma de la elección de
símbolos para la interpretación” (“A Hermeneutic of Appropriation: A
Case Study of Method in the Prophet Jeremiah and Latin American
Liberation Theology”. Tesis doctoral no publicada, Princeton Theological
Seminary, 1982, cap. 7, p. 1.
[55] Cf. Josef Schreiner, ed., Palabra y mensaje (Barcelona: Herder, 1972),
250. Sicre, Los profetas de Israel, 65s: “Lo único que podemos asegurar es
que hacia el año 200 a. C. los libros proféticos estaban ya redactados en la
forma que los poseemos actualmente. Así se deduce de... las copias
encontradas en Qumrán”.
[56] David Penchansky, The Betrayal of God: Ideological Conflict in Job
(Louisville: Westminster - John Knox Press, 1990), 38, citado en Gerard
Wheeler, El Dios del torbellino (Buenos Aires: Editorial Casa Editora
Sudamericana, 1993), 12.
[57] James L. Crenshaw, Prophetic Conflict. Its Effect Upon Israelite
Religion (Berlín: Walter de Gruyter, 1971), 128, señala que este complejo
tema —en el que quienes él reconoce como tradicionistas tardíos son
238
reconocidos como inspirados al igual que el profeta original—, nos pone
por delante un libro que es una “living tradition” [tradición viviente].
[58] Cf. Croatto, Isaías 1-39, 14, 23.
[59] Cf. Brevard S. Childs, “The Canonical Shape of the Prophetic
Literature”, 42: “El significado de la forma final de la literatura bíblica es
que sólo ella ofrece testimonio de la historia completa de la revelación.
Dentro del Antiguo Testamento ni el proceso de formación ni la historia de
su canonización se le asigna una integridad independiente. Estas
dimensiones pueden haberse perdido o borrado a propósito… Es sólo en la
forma final del texto bíblico en la que la historia normativa ha alcanzado
un final y que se puede percibir el efecto completo de esta historia
revelatoria”.
[60] Pontificia Comisión Bíblica, “La interpretación de la Biblia en la
iglesia”, Revista Bíblica 56 (1994/1): 9. Thompson, Inspiration, 163,166:
“Las palabras de los mensajeros de Dios son atesoradas por la comunidad
a la cual son dadas, a veces más en los años posteriores a los que vivió el
profeta. A fin de preservar la memoria para la posteridad, editores —bajo
la dirección del Espíritu— compilaron y publicaron nuevas ediciones de las
palabras y obras del mensajero... La evidencia de edición y compilación es
más evidente en... Jeremías, estableciendo así el principio de que las
palabras de los mensajeros inspirados pueden de hecho ser manejadas de
esa manera”.
[61] Sicre, Los profetas de Israel, 65: “Lo que no conviene olvidar, y esto
es una conquista de los estudios más recientes sobre los libros proféticos, es
la importancia capital de los redactores. Su labor no fue mecánica, de
simple recogida y acumulación de textos. Sobre todo en algunos casos
llevaron a cabo una auténtica tarea de filigrana, engarzando los poemas
con hilos casi invisibles que reaparecen a lo largo de toda la obra”.
[62] “Interpretación bíblica: Principios generales”, en Concilio Bíblico
Sudamericano (Brasilia: Instituto de Investigación Bíblica, 1979), 22.
[63] Antes del exilio la única colección conocida de escritos sagrados es el
Pentateuco. La tradición judía indica que Esdras y Nehemías tuvieron
una parte evidente en la colección de los libros sagrados. El grueso de la
compilación y redacción del AT debe haberse completado hacia el fin del
siglo V a.C., pues la continuación de la historia no fue añadida al registro
anterior, ni se preservó junto con las escrituras canónicas, por lo que el
canon debió haber estado cerrado. Esto explicaría también el anonimato
de la redacción final. Con cambios sólo en algunos títulos y en la
organización interna, las Escrituras hebreas constituyen el Antiguo
Testamento cristiano (los reformadores aceptaron como canónicos los 39
libros de nuestro AT, sin excepción y casi sin reservas). Cf. Comentario
Bíblico Adventista del Séptimo Día (CBA), Francis Nichol, ed., Víctor
239
Ampuero Matta, trad. (Mountain View, California: Publicaciones
Interamericanas, 1978), 1: 41- 49.
[64] La primera lista completa de los 27 libros del Nuevo Testamento, tal
como lo tenemos hoy, data del año 367; en una carta que Atanasio, obispo
de Alejandría, envió a Occidente.
[65] CBA, 1: 40: “La palabra “canon” fue usada por los griegos para
designar una regla investida de autoridad... Desde el siglo III en adelante
continuamente se recurrió a la regla de las enseñanzas cristianas con frases
como ‘canon de la iglesia’, ‘canon de la verdad’, o ¡el canon de la fe!”
[66] Cf. Childs, “The Canonical Shape of the Prophetic Literature”, 42:
“La forma del texto bíblico refleja una historia de encuentro entre Dios e
Israel. El canon sirve para describir esta relación única y para definir el
espectro de esta historia estableciendo un final para el proceso. Asigna una
calidad especial a este segmento particular de historia, destinado a ser
normativo para todas las futuras generaciones de esta comunidad de fe”.
[67] Thompson, Inspiration, 172: “Si el Señor ha deseado usar editores y
compiladores para entregarnos su mensaje, es su decisión. Y así lo hizo. La
verdad de 2 Pedro 1:20, 21 se sostiene: La Escritura ha llegado a nosotros
por medio del Espíritu Santo, ya sea por revelación o por investigación,
secretario o escriba, editor o compilador, o por medio de las grandes letras
escritas por la mano de Pablo mismo. De cualquier manera que se la
escriba, todavía es palabra de Dios”.
[68] Ibid., 61.
[69] Isaías 1-39, 14-15.
[70] Thompson, Inspiration, 56: “El Espíritu Santo puede plantar grandes
ideas en los corazones de los seres humanos, pero tales grandes ideas
pueden no tener nada que ver con inspiración en el sentido bíblico”.
[71] Sicre, Los profetas de Israel, 26-28: “El hombre corriente puede poner
en duda la validez de este convencimiento del profeta. Lo atribuirá a sus
propios deseos y fantasías; pero el profeta sabe que no es así, y actúa de
acuerdo con esa certeza”. A pesar de lo que dice aquí, no concordamos con
su siguiente párrafo en donde escribe que el profeta puede equivocarse, “y
a pesar de su buena voluntad transmitir como palabra de Dios lo que sólo
es palabra suya”. Su vocación es reaseguro inequívoco. Cf. Roger Coon, La
dinámica de la inspiración y la revelación (Libertador San Martín, Entre
Ríos: Centro de Investigación White, 1989), 48-87.
[72] White, El gran conflicto, 10-11. Cf. Lohfink, “Los profetas: ayer y
hoy”, 102.
[73] Sin lugar a dudas, actualmente vivimos una era de desafío a toda
autoridad por encima de nuestro sentimiento u opinión personal y cuando
más de la opinión de nuestro entorno social. ¿Cuáles son las fuentes de
autoridad religiosa? George W. Reid, “¿Es la Biblia nuestra autoridad
240
última?”, Ministerio adventista (Nov.-Dic. 1992), 4: “Se hacen sugerencias
muy variadas: Una fuerza interior mística (típicas de algunas religiones
orientales); las percepciones humanas (a menudo precedidas por un
análisis racional); una organización religiosa (cultos que tienen un líder
único); una combinación de la Escritura y de la tradición religiosa (las
diversas ramas del catolicismo); la experiencia humana que pretende estar
bajo el control del Espíritu Santo (grupos carismáticos); la Biblia como la
Palabra autorizada de Dios (protestantes conservadores); y una variada
combinación de todas estas fuentes mencionadas. Algunos, como los
mormones, subordinan la autoridad de las Escrituras canónicas a otros
escritos”. Cf. Gerhard F. Hasel, “The Crisis of the Authority of the Bible
as the Word of God”, JATS 1 (1990): 16-38.
[74] Sicre, Los profetas de Israel, 247.
[75] Dederen, “Revelation, Inspiration, and Hermeneutics”, 13:
“Necesitamos iluminación divina, la gracia interior que mueve al hombre a
dar su libre apoyo a la Palabra externa que lo confronta. Una gracia que
invita a creer, mueve a la fe, y nos hace ávidos de encontrar a Dios, de
obedecerlo y de serle fieles. Esta es una luz no desde adentro sino desde
arriba, que nos capacita para leer la Biblia con una comprensión fresca y
aún más profunda, precisamente porque ha sido recibida como la Palabra
revelada e inspirada”.
[76] Siempre dentro del contexto (canon) y bajo la autoridad de la Palabra
de Dios en cuanto medio primario y autoritativo por el cual Dios, su autor,
se revela a sí mismo a los seres humanos por medio de instrumentos
humanos en lenguaje humano. El punto de partida hermenéutico será el
principio de la autointerpretación de las Escrituras.
[77] Alonso Schökel y Sicre, Profetas, 1: 26-27.
[78] Lohfink, “Los profetas: ayer y hoy”, 134.
[79] Sicre, Los profetas de Israel, 30.
241
VIII.2.- LAS "PALABRAS DE SALVACIÓN" EN LOS
PROFETAS
Resumen.
En este estudio se pretende, aplicando la historia de las formas y de las
tradiciones, discernir en las palabras proféticas de salvación, aquello que
pertenece a la historia concreta de Israel -y que apela, por ejemplo, muchas
veces a su poderío militar y a la destrucción de sus enemigos-, de aquello que
concierne al mensaje universal de la revelación veterotestamentaria -el anuncio
de un reino justo y pacífico para todos- y que tiene carácter metahistórico.
Introducción
En mi trabajo anterior referente a una investigación sobre las
"palabras de salvación" proféticas del A.T, me sorprendió constatar
que las "palabras de salvación" aparecían con una estructura
característica, tanto en los libros de Is, Jr y Ez, como en los
restantes profetas. Tales "palabras de salvación" mostraban un
paradigma literario altamente sugerente. En efecto, aun cuando en
todas ellas se apreciaban los rasgos característicos de cada autor, sin
embargo siempre mostraban el mismo paradigma. Este hecho,
fácilmente constatable, remite a una única explicación, a saber: las
"palabras de salvación" constituyen, en el conjunto de los libros
proféticos, el estrato de una tradición anterior a la de los profetas y
de la que éstos se sirvieron. Obviamente estas palabras sólo pueden
ser esclarecidas si se investiga tal estrato, relacionándolo con el uso
que de él hicieron los profetas.
Por lo que se refiere al contexto de todas estas "palabras de
salvación" se pone de manifiesto que estas palabras en lo que tienen
de común (el paradigma) no recogen las expresiones que
caracterizan la personalidad de cada uno de los profetas. Se trata de
"paradigmas" que son comunes a todos ellos. Por otra parte, el que
estas "palabras de salvación" hayan sido asumidas por los profetas,
no es nada nuevo. Sin embargo, las explicaciones dadas hasta hoy
242
son poco satisfactorias y, en todo caso, no se han sacado las debidas
consecuencias que de este hecho se derivan. En efecto, el principio
de la investigación profética clásica de comienzos de siglo remite a
un criterio superficial cuando se estudian las "profecías" a partir de
la figura y de la personalidad de cada profeta. Aun hoy son muchos
los exégetas que no reconocen que los "libros proféticos" no se
ocupan tanto de los profetas y de sus palabras, cuanto de las
tradiciones previas que ellos nos transmitieron. A estas tradiciones
hay que apelar si queremos descifrar el sentido auténtico de las
llamadas profecías. Sin embargo, la mayoría de los estudiosos
admiten hoy que los profetas fueron los transmisores de las palabras
que Dios reveló a su pueblo o a alguna persona en particular.
Apelar al profeta como al garante de la autenticidad de estas
"palabras de salvación" es crear un problema de difícil solución.
Por el contrario, si se sostiene que las palabras proféticas remiten
al magno acontecimiento de la "historia de la salvación" que el
pueblo elegido recogió en fórmulas estereotipadas y de las que los
profetas fueron sus transmisores; en este supuesto -decimos- es
posible alcanzar criterios objetivos de discernimiento. Todo ello nos
obliga a estudiar en una visión de conjunto, las "palabras de
salvación" que se contienen en el A.T
A lo dicho hay que añadir que resulta lamentable que aún en
nuestros días haya quien tenga por cierto que las "palabras de
salvación" apunten a expectativas o esperanzas. La falsedad de esta
interpretación se pone de manifiesto si se tiene presente que muchas
veces los profetas transmiten anuncios que contradicen sus propias
expectativas. Así el Deuteroisaías en multitud de ocasiones
evidencia la distinción que existe entre aquello que se anuncia y
aquello que él espera. Esto no obsta a que en muchos anuncios
proféticos posteriores se asocien ambos aspectos. La razón de esto se
debe al influjo que, en estos casos, ejercen los salmos en dichos
anuncios proféticos.
3. El grupo principal
El "grupo principal" comprende el anuncio de la liberación y
restauración. A lo largo de todos los libros proféticos tal anuncio es,
en sentido estricto, un "anuncio de salvación" que se extiende desde
la prehistoria hasta el último de los profetas. El libro del
Deuteroisaías está impregnado de tales anuncios, sin que falten en
ninguno de los otros profetas. En ellos hay que distinguir dos clases
diferentes: una en la que el "anuncio" tiene consistencia por sí
mismo (así, Dt Is y Jr 30,131,22); y otro en el que el "anuncio" suele
estar unido con otros textos (p. ej., Jr 30,18-26; 31,16). En este
enlace se fundamenta la significación de un anuncio que comprende
dos aspectos: la liberación y la salvación conseguida por aquélla.
Una peculiar forma estereotipada del anuncio de liberación
(Rettung) es la siguiente: un"anuncio de liberación" - "reunión" -
"regreso". Esta estructura tripartita, que se encuentra en profetas
diferentes, es un signo de su pertenencia a una tradición previa. Por
ejemplo, en Jer. 31,7-9: “Alegraos..., anunciad y decid: Yahweh ha
salvado a su Pueblo, al resto de Israel. Mirad: yo los traigo del país del
Norte, de los confines de la tierra (1). La gran asamblea vuelve acá
(2). Con lloros partieron y con júbilo los devuelvo. Yo los traigo por
caminos llanos, para que no tropiecen (3).
Que este "anuncio de salvación" responda a una liberación ya
acontecida se explica por el motivo expuesto en la "aclamación" que
antecede a la salvación. Este estereotipo se encuentra
frecuentemente en Isaías pero también en los otros libros proféticos.
En multitud de textos la "palabra de salvación" es una respuesta a
las súplicas del pueblo. La adición sucesiva de estas dos partes, el
anuncio de la liberación y de su consumación, ofrece un criterio
seguro para juzgar las "palabras de salvación" como pertenecientes
a una misma tradición. Ello, sin embargo, no impide que se den
numerosas variantes. Ahora bien, debido a que la articulación varía
en los distintos libros proféticos, se impone tratar esta agrupación
246
de "palabras de salvación" por separado en cada uno de los libros
proféticos que las contienen. El grupo principal de estas "palabras
de salvación" comprende 148 casos (Dt Is, 35; Is, 23; profetas
menores, 26 + 5; Jr, 36; Trito Is, 9).
251
Unidad IX:
LA ÉTICA SOCIAL DE LOS PROFETAS Y SU RELEVANCIA
PARA AMÉRICA LATINA HOY. LA OPCIÓN POR LA ÉTICA
PROFÉTICA
Objetivo de la Lección:
Identificar la ética social que subyace en el pensamiento de los profetas.
Valorar la fe Yahvista como elemento religioso e ideológico que da origen a
una ética solidaria en Israel.
Distinguir los énfasis teológicos en la Alianza que los profetas defienden
para demandar una justicia social.
Introducción.
La Iglesia Evangélica siempre ha mostrado interés en los libros
proféticos. El compromiso con la Biblia como Palabra de Dios nos
anima a prestar mucha atención al estudio concienzudo de los
profetas: tratamos de establecer su trasfondo histórico, algunos nos
dedicamos a la tarea de aprender el hebreo y la exégesis para poder
minar aun más sus tesoros, y todos nos esforzamos por aprender su
mensaje teológico para poder comunicar y aplicar su verdad a la
*
Este artículo forma parte de las Conferencias Bíblicas del SETECA, impartidas por el Dr.
Carroll Rodas del 30 de julio al 2 de agosto de 2002.
252
vida actual. Además, en algunos círculos—especialmente al nivel
popular—la fascinación con la escatología ha resultado en la
elaboración de una variedad de esquemas detallados del futuro
basados en algunos libros proféticos, especialmente Ezequiel y
Daniel.
Toda esta atención a los profetas es loable. Sin embargo, los
libros proféticos también pueden y nos deben servir como un
inestimable orientador en otra área importante, un área que
frecuentemente se pasa por alto cuando pensamos en el estudio de
esta literatura: la ética social. Es irónico que nosotros los
evangélicos, quienes nos enorgullecemos tanto de nuestra doctrina
tan elevada de la autoridad de las Escrituras y de nuestro
conocimiento bíblico, no hayamos prestado la atención debida a
esta parte tan fundamental del mensaje profético.
Ya es hora de que la iglesia evangélica relea la literatura
profética y reconozca su relevancia para la actualidad.
Teológicamente, a la luz de nuestro compromiso con las Escrituras,
es inexcusable no hacer esta tarea. Misionológicamente, hacerla es
urgente por las necesidades del continente y necesario para evaluar
las experiencias del pasado y orientar nuestros esfuerzos del futuro
en la política y servicio social147. Lento ha sido el despertar de los
evangélicos en estas esferas. Emilio Antonio Núñez ha trazado con
lujo de detalle la historia del amanecer de la conciencia social
evangélica en el continente en general y, con otros, en Guatemala en
particular.148
147
Emilio Antonio Núñez, “El despertar de la conciencia social de los evangélicos”, en ídem,
Teología y misión: Perspectivas desde América Latina, ed. por I. Ortiz (San José, Costa Rica:
Visión Mundial, 1996), págs. 247-311. Véase también Pablo A. Deiros, ed., Los evangélicos y el
poder político en América Latina (Buenos Aires: Nueva Creación; Grand Rapids: William B.
Eerdmans Publishing Company, 1986); René Padilla, ed., De la marginación al compromiso:
Los evangélicos y la política en América Latina (Buenos Aires: Fraternidad Teológica
Latinoamericana, 1991); Edward L. Cleary y Hannah W. Stewart-Gambino, eds., Power,
Politics, and Pentecostals in Latin America (Boulder: Westview, 1997).
148
Emilio Antonio Núñez, “Latin American Evangelicals and Social Responsibility: A Case
Study”, en Crisis and Hope in Latin America: An Evangelical Perspective, ed. por ídem y
William Taylor (Pasadena: William Carey Library, 1996), págs. 372-91. Entre otros que trazan
esta misma historia, pero desde diferentes puntos de vista y niveles de simpatía, están: James
Grenfell, “The Participation of Protestants in Politics in Guatemala” (tesis de maestría,
253
Cuando los evangélicos se han lanzado al ámbito social, a
menudo su participación ha mostrado la gran falta de una
preparación bíblico-teológica para poder enfrentar adecuadamente
los problemas de la sociedad y darles soluciones viables.149 Entre
otros casos, podemos mencionar los regímenes controversiales de
Ríos Montt en la década de los 80 y de Serrano Elías en los 90 en
Guatemala, la manipulación de los líderes evangélicos en las
elecciones que llevaron a Alberto Fujimori al poder en el Perú en
1990, y la incapacidad de ofrecer un marco teológico coherente y
pertinente (si acaso se permitía la discusión del tema) ante las
guerras civiles sangrientas que por tantos años han sacudido a
nuestros pueblos.150
Esto no quiere decir que los evangélicos no han tenido un
impacto positivo en la vida social de muchas personas y familias en
nuestro medio. Aún los sociólogos ahora reconocen los resultados
positivos de la conversión y la participación en congregaciones
evangélicas: el fortalecimiento de los matrimonios, el esfuerzo por
mejorar el nivel de educación, una mayor integridad en el trabajo,
la valorización de la mujer, el abandono de los vicios y, de vez en
151
Por ej., Stoll, ¿América Latina se vuelve protestante? y Between Two Armies; ídem y
Virginia Garrard-Burnett, eds., Rethinking Protestantism in Latin America (Filadelfia: Temple
University Press, 1993); David Martin, Tongues of Fire: The Explosion of Protestantism in Latin
America (Oxford: Basil Blackwell, 1990); R. Andrew Chesnut, Born Again in Brazil: The
Pentecostal Boom and the Pathogens of Poverty (New Brunswick: Rutgers University Press,
1997).
152
Una excepción importante ha sido la Fraternidad Teológica Latinoamericana, que siempre ha
tratado el tema de una teología evangélica contextualizada desde su fundación, en 1970.
153
Padilla, “El futuro del cristianismo en América Latina”, pág. 80.
255
América Latina hoy. Esta primera ponencia describe cómo varios
movimientos y autores en diferentes contextos alrededor del mundo
han apelado a los profetas, e investiga por qué los evangélicos no
hemos recurrido en la misma medida a esta fuente para elaborar la
ética. Las otras tres ponencias ofrecerán una reseña de las diferentes
metodologías que se están utilizando en la actualidad para estudiar
la ética de los profetas, para ver si hay algo que nos puede ayudar
para cumplir con nuestro propósito de contextualizarlos.
Iniciamos nuestra exposición sobre el uso de los libros proféticos
con cinco casos tomados de diferentes partes del mundo. Los
primeros dos surgen en movimientos del Mundo de los Dos Tercios
que buscaban grandes cambios sociales. Los siguientes tres casos
representan el pensamiento de varios autores en la Gran Bretaña y
los Estados Unidos. Aunque los problemas de estas dos sociedades
no son tan graves como los de los países de la periferia, varios
grupos de minoría y otros sectores desafortunados, especialmente en
las grandes urbes, sí sufren la injusticia, la pobreza y la
discriminación.
154
Por los cambios en el mundo socialista a escala mundial en las décadas de los 80 y los 90, es
innegable que la teología de la liberación entró en cierta crisis de identidad y misión. La
bibliografía tocante a su subsiguiente autoevaluación es extensa. Véase, por ej., Hugo Assmann,
“Teología de la liberación: Mirando hacia el frente”, Revista latinoamericana de teología 34
(1995), págs. 93-111; Diego Irarrázaval, “Nuevas rutas de la teología latinoamericana”, Revista
latinoamericana de teología 38 (1996), págs. 183-97; Pablo Richard, “Futuro de la teología de la
liberación (una visión desde América Latina)”, Carthaginensia 15 (1999), págs. 325-45;
Rolando Alvarado, “¿Teología de la liberación en el post-socialismo?”, Revista latinoamericana
de teología 47 (1999), págs. 173-87; Gustavo Gutiérrez, “Situación y tareas de la teología de la
liberación”, Revista latinoamericana de teología 50 (2000), págs. 101-16; John L. Kater, Jr.,
“Whatever Happened to Liberation Theology? New Directions for Theological Reflection in
Latin America”, Anglican Theological Review 33/4 (2001), págs. 735-73; Phillip Berryman,
Stubborn Hope: Religion, Politics, and Revolution in Central America (Maryknoll, Nueva York:
256
principales. Por un lado, algunos teólogos y biblistas liberacionistas
citan y analizan los textos proféticos para apoyar su opción
preferencial por los pobres y su deseo de un cambio radical en la
sociedad. Sus acercamientos exegéticos exhiben una variedad en
metodología. Por ejemplo, Miranda utiliza la crítica de las fuentes y
de las tradiciones para identificar lo que, según él, es el meollo del
mensaje original de los profetas: la demanda absoluta por la
justicia.155 Croatto ofrece relecturas de Isaías sobre la base de la
crítica de la redacción156 y en otra obra explora cómo utilizar las
teorías literarias.157 Tamez presenta un estudio de los términos
hebreos para la opresión.158 Otros estudios ocasionales sobre los
profetas siguen saliendo en la Revista de interpretación bíblica
latinoamericana. No obstante, sea cual fuere su metodología crítica,
todos estos eruditos se unen en el esfuerzo por encontrar aquellos
pasajes que denuncian la injusticia, la corrupción y la violencia en
contra de los marginados o que declaran la promesa de otro mundo
de paz y abundancia.
Por el otro lado, la teología de la liberación lanza un reto a la
iglesia cristiana y a los seguidores de Cristo a que levanten “una voz
profética” en contra de la cultura de la muerte que tanto asuela
Orbis Books; Nueva York: The New Press, 1994); ídem, Religion in the Megacity: Catholic and
Protestant Portraits from Latin America (Maryknoll, Nueva York: Orbis Books, 1996).
155
José Porfirio Miranda, Marx y la Biblia. Crítica a la filosofía de la opresión (Salamanca:
Ediciones Sígueme, 1971).
156
J. Severino Croatto, “Desmesura del poder y destino de los imperios. Exégesis de Isaías
10:5-7a”, Cuadernos de teología 8 (1987), págs. 7-16; “Una liturgia fúnebre por la caída del
tirano (Isaías 14:4b-23)”, Revista de interpretación bíblica latinoamericana 2 (1988), págs. 59-
67; Isaías 40-55: La liberación es posible, tomo 2 de Isaías: La palabra profética y su relectura
hermenéutica (Buenos Aires: Lumen, 1994); Imaginar el futuro: Estructura y querigma del
Tercer Isaías (Buenos Aires: Lumen, 2001).
157
J. Severino Croatto, Hermenéutica bíblica. Para una teoría de la lectura como producción
de sentido (Buenos Aires: Ediciones La Aurora, 1984).
158
Elsa Tamez, La Biblia de los oprimidos. La opresión en la teología bíblica (San José, Costa
Rica: Departamento Ecuménico de Investigaciones, 1979).
257
nuestro continente.159 Según estos teólogos, la tarea profética
debería caracterizar al pueblo cristiano en general y a los religiosos
en particular.160 Esta comisión profética requiere que se denuncie
las estructuras injustas en solidaridad con los pobres de nuestros
países, que se conscientice a las masas de su estado sufriente y de la
posibilidad de un cambio social, y que se anuncie la esperanza de un
futuro diferente para América Latina, una utopía alcanzable e
histórica donde habrá un nuevo orden cultural, sociopolítico y
económico.
Un ejemplo de elogio a unos profetas contemporáneos salió en un
número reciente de la Revista latinoamericana de teología
(publicación de la Universidad Centroamericana de El Salvador).161
El autor compara la persecución de los profetas bíblicos con el
“martirio” de los jesuitas asesinados en el plantel de la universidad
capitalina durante la guerra civil dos años antes. Enumera las
razones (citando a múltiples pasajes bíblicos) por las que los
profetas antiguotestamentarios fueron vistos como estorbos en
Israel: denunciaron la religión idólatra que legitimaba la ideología
de la seguridad nacional y el poder de la monarquía pero no
cuestionaba la opresión, y, a la vez, anunciaron los valores y las
demandas del Dios de la vida. Los religiosos matados por el ejército
159
Véase, por ej., Equipo Teólogos CLAR, Tendencias proféticas de la vida religiosa en
América Latina (CLAR 24; Bogotá: Secretariado General de la Confederación Latinoamericana
de Religiosos, 1975); Néstor O. Míguez, “Profecía y proyecto histórico”, y Rafael Ávila P., “La
profecía en América Latina”, en Pedro Negre Rigol y otros, Misión profética de la Iglesia
(Buenos Aires: Ediciones Tierra Nueva, 1981), págs. 69-83 y 87-103, respectivamente; Gustavo
Gutiérrez, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente. Una reflexión sobre el libro de Job
(Salamanca: Ediciones Sígueme, 1986), págs. 61-104; Delir Brunelli, Profetas del reino.
Grandes líneas de la actual Teología de la Vida Religiosa en América Latina (CLAR 58;
Bogotá: Secretariado General de la CLAR, 1987); Ignacio Ellacuría, “Utopía y profetismo”, en
ídem y J. Sobrino, eds., Mysterium liberationis: Conceptos fundamentales de la teología de la
liberación (San Salvador: Universidad Centroamericana, 1993), págs. 393-442; Orlando Milesi,
Mario Romero y Eduardo Bahomondes, con una respuesta por Agenor Brighenti, “Perspectivas
de la iglesia profética en países del Cono Sur en América Latina”,
http://www.adital.org.br/asp2/noticia.asp?idioma=ES¬icia=3070.
160
Como esta literatura es mayormente católica, se hace énfasis en las órdenes religiosas, es
decir, las varias sociedades y movimientos sacerdotales y misioneros.
161
Rafael de Sivatte, “La interpelación de los profetas de ayer y hoy”, Revista latinoamericana
de teología 24 (1991), págs. 253-80.
258
salvadoreño habían pagado hasta las últimas por haber cumplido
con esta vocación.
Ante la frecuente acusación de que ellos se lo han buscado, se
han metido donde no debían, sufren la consecuencia de su pecado,
la persecución y la muerte de los profetas lo que hace es clarificar el
sentido de su vida: una vida de comunión con el Siervo sufriente de
Dios y, por lo tanto, de comunión con Dios mismo y sus
sentimientos de solidaridad con la humanidad sufriente.162
Por lo tanto, dice el autor, podemos concluir diciendo que
nuestros compañeros mártires fueron perseguidos y martirizados
porque estorbaban—como los profetas y como Jesús—, porque
defendían aquello que Dios más quiere (la vida digna de los pobres)
y porque esto interpelaba y llamaba urgentemente a la conversión a
quienes no quieren convertirse ni cambiar nada.163
Este interés en lo profético también se ha dado en otro contexto
de extrema tensión política y violencia en el otro lado del globo, en
Sudáfrica. En 1986, en tiempos del apartheid (la segregación racial),
fue publicada una declaración famosa, firmada por una lista
impresionante de personajes de una gama de denominaciones, El
documento kairós.164 Analiza las varias opciones tomadas por los
cristianos en Sudáfrica y presenta un contraste entre las tres clases
de teología que las sostenían.
La teología del estado justificaba teológicamente al statu quo
(sobre la base de Rom. 13:1-7);165 defendía el ideal de una sociedad
ordenada por la ley, sin cuestionar el uso opresivo de ella; y reducía
los motivos de la rebelión civil a una manipulación comunista.
162
Ibid., pág. 278.
163
Ibid., pág. 280.
164
The Kairos Document: Challenge to the Church. A Theological Comment on the Political
Crisis in South Africa (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1986).
165
La teología que legitimaba el régimen de apartheid venía del ala reformada holandesa. Para
una perspectiva alterna y crítica desde esa misma tradición, véase John W. deGruchy, Liberating
Reformed Theology: A South African Contribution to the Ecumenical Debate (Grand Rapids:
William B. Eerdmans Publishing Company, 1991).
259
La teología de iglesia siempre hablaba de la reconciliación entre
los sectores civiles en conflicto, sin ver la necesidad de la justicia
como el requisito previo imprescindible para ello; pensaba que una
reforma de la sociedad y la conversión de los individuos serían una
solución adecuada a los problemas sistémicos inherentes en esa
sociedad; apoyaba la opción por la no violencia, sin reconocer la
violencia institucionalizada de las autoridades.
En contraste, la teología profética apreciaba la contribución del
análisis social para comprender mejor la situación del país; leía la
Biblia con otro lente para poder entender y enfrentar la opresión;
buscaba ideas y ejemplos en la historia de la iglesia y la tradición
cristiana para ver cómo tratar con la tiranía; y obraba para que la
iglesia fuera un faro de esperanza del reino de Dios en esa sociedad
tan oscura.
El documento concluye con un llamado a los cristianos a que
tomen el manto profético. Al poco tiempo, el sistema de apartheid
empezó a desmantelarse con rapidez. Obviamente, no fueron solo
los cristianos quienes ayudaron a efectuar ese cambio en Sudáfrica,
pero sí jugaron un papel importante.
Una década después, es interesante leer cómo algunos evalúan el
trabajo hoy en día de aquellos profetas del movimiento anti-
apartheid. “¿Dónde están todos los profetas?” es el título de un
artículo de una revista sudafricana dedicada a los estudios
antiguotestamentarios.166 Hace una lista de los hechos que esos
profetas denunciaban en el gobierno anterior (la represión política,
la humillación de los negros, la explotación económica, la
corrupción judicial, la falta de oportunidades educativas, la
hipocresía teológica y la violencia estructural e institucional) y
seguidamente recalca el silencio actual ante las mismas violaciones
de la población. Aquellos profetas de la lucha de antaño se
mantienen mudos, aunque muchas cosas siguen iguales, pero
(literalmente) de otro color. Tal vez, dice el autor, ellos piensan que
sus labores llegaron a su fin con la caída del régimen de los blancos.
166
J. G. Strydom, “Where Have All the Prophets Gone? The New South Africa and the Silence
of the Prophets”, Old Testament Essays 10/3 (1997), págs. 494-511.
260
Sin embargo, también es posible que algunas de estas personas,
quienes ahora forman parte del nuevo gobierno, no quieren perder
ni sus nuevas posiciones en la sociedad ni su popularidad. Termina
diciendo: “Lo que necesitamos es una reflexión que hace que los
profetas se pongan en contra de lo que anda mal en la sociedad, no
importa qué o quién pague el costo”.167 He aquí un lamento por la
voz profética ejemplar del pasado, ahora absorbida, cómoda e
ineficaz.
167
Ibid., pág. 510.
168
Robin Gill, Prophecy and Praxis: The Social Function of the Churches (Londres: Marshall,
Morgan & Scott, 1981).
261
para la salud de la sociedad que lo que hacen los voceros y activistas
(es decir, los profetas) del evangelio. A su criterio, entonces, lo que
resulta son dos clases de profecía, la individual y la institucional.
En los Estados Unidos, también ha habido quienes abogan por
lo “profético”. Por ejemplo, Glenn Tinder desarrolla un concepto
que él llama “la postura profética” (“the prophetic stance”).169
Empieza con Juan 3:16 (“Porque de tal manera amó Dios al
mundo…”) para establecer la dignidad de todo ser humano y la
solidaridad de Dios con la humanidad. De este fundamento, dice él,
surgen las obligaciones políticas de los creyentes. La postura
profética presupone esta verdad, pero a la vez es sumamente
realista. Es realista, primero, porque reconoce el impacto de la
Caída: no hay acciones puras ni existe una sociedad perfecta.170
También, es realista porque la escatología relativiza todo. Por un
lado, a la luz de un futuro soberanamente dirigido por Dios,
cualquier proyecto humano es finito y tarde o temprano pasará; por
otro lado, el escatón resultará en el juicio divino sobre toda sociedad
humana. En contraste con quienes conciben un papel profético para
la iglesia como institución, Tinder limita la postura profética a
individuos. Esta postura se caracteriza especialmente por la
observación atenta de y la reflexión seria sobre el significado de la
historia, y por una disposición a actuar con paciencia, civilidad y
responsabilidad en el servicio a la comunidad humana.
Finalmente, traemos a colación a Jim Wallis, teólogo y activista,
quien presenta su idea de una “visión profética” en su libro El alma
de la política.171 Wallis pretende colocarse entre dos extremos: (1) el
conservadurismo, que rehúsa reconocer la realidad de las injusticias
políticas, económicas y raciales, prefiriendo limitarse a los temas del
pietismo personal, la familia y asuntos doctrinales, y (2) el
169
Glenn Tinder, The Political Meaning of Christianity: An Interpretation (Baton Rouge:
Louisiana State University Press, 1989).
170
Tinder critica a la teología de la liberación por no haber tomado en cuenta debidamente las
implicaciones de la Caída para la praxis de la liberación y su concepto de la utopía (ibid., págs.
12-13, 151-72).
171
Jim Wallis, The Soul of Politics: A Practical and Prophetic Vision for Change (Nueva York:
The New Press; Maryknoll, Nueva York: Orbis Books, 1994).
262
liberalismo, que ha sido ingenuo en su apoyo al cambio social sin
haber tomado en cuenta la importancia de la conversión espiritual.
Ambos lados de la división teológica, dice Wallis, necesitan una
renovación.
En la literatura profética Wallis encuentra dos tareas
fundamentales de la vocación profética, que podrían ayudar a
lograr una transformación auténtica de los individuos y de la
sociedad: (a) la osadía para proclamar con denuedo la verdad y la
demanda divina por la justicia, y (b) una imaginación creativa que
puede ofrecer una visión llena de posibilidades constructivas y
diferente de la realidad destructiva que el pueblo vive y en la cual
cree.172 Enumera las características de esta “visión profética”, entre
las cuales son: la “conversión” a una nueva compasión verdadera
por la gente pobre, una relación entre las razas que va más allá de la
asimilación de las minorías por la mayoría blanca, la igualdad de las
mujeres, un cuidado por la creación y una esperanza que está
convencida de que la historia no está cerrada y que un día las cosas
podrían cambiarse. Wallis cree que hoy poco a poco movimientos
motivados por esta visión están emergiendo entre personas (aunque
sean de diferentes trasfondos culturales y religiosos) que comparten
estos valores y que están hartas ya de los fracasos de quienes
tradicionalmente han manejado la situación política y religiosa del
país.
Esta breve reseña muestra que, no obstante las diferencias
geográficas, teológicas o ideológicas, existe un fuerte interés en
contextualizar el mensaje de los profetas para el mundo actual.
Todos los autores que hemos presentado recalcan las demandas
éticas de esta literatura. Además, todos ven que ese mensaje tiene
dos aspectos: un enfoque en el presente (la denuncia) y una
expectativa de un futuro mejor (la esperanza). En contraste, en
círculos más estrictamente evangélicos no encontramos el mismo
nivel de utilización de los profetas en discusiones sobre la ética.
¿Por qué? ¿Cuáles son algunos de los obstáculos para escuchar y
tratar de aplicarlos a nuestro mundo? La siguiente sección sugiere
172
Para esta manera de apreciar a los profetas Wallis acude a Walter Brueggemann, erudito en
estudios antiguotestamentarios.
263
dos posibles razones por esta desatención evangélica a la opción
profética.
173
Walter C. Kaiser, Jr., Toward Old Testament Ethics (Grand Rapids: Zondervan Publishing
House, 1983), pág. 42.
174
Christopher J. H. Wright, Viviendo como pueblo de Dios: La relevancia de la ética del
Antiguo Testamento (Barcelona: Publicaciones Andamio, 1996); Walking in the Ways of
the Lord: The Ethical Authority of the Old Testament (Downers Grove, Illinois:
InterVarsity Press, 1995).
264
Pentateuco y otras partes del Antiguo Testamento, no limitándose
a lo legislativo.175 Otras publicaciones incorporan todo el canon en
su discusión de la ética del Antiguo Testamento.176 De nuestra
parte, queremos recalcar que, aunque la Ley sea un fundamento
imprescindible de la ética profética, no hay que minimizar la
contribución propia y particular de los profetas a un cuadro más
abarcador.
Entre escritores más teológicos que exegéticos también se nota
este enfoque en la Ley, y esta tendencia no se limita a una sola
escuela teológica. La preocupación por la Ley en círculos
reformados no nos debe sorprender. En el sistema calvinista
históricamente se ha hablado de los tres usos de la Ley: primero, la
Ley es un tutor que nos lleva al arrepentimiento y a Cristo;
segundo, puede servir a la sociedad como una guía moral y civil; y
tercero, revela la voluntad de Dios al creyente, quien ahora es
habilitado por el Espíritu para cumplirla. Es decir, la Ley cala todo
el pensamiento reformado. Por un lado, el segundo uso de la Ley
propone que ella tiene un alcance universal, mucho más allá de los
cuatro muros de la iglesia.177 Por otro lado, han sido los
movimientos sociopolíticos moldeados por la tradición reformada
los que han intentado establecer sociedades cuasi teocráticas en
diferentes partes del mundo. Podemos mencionar los casos de la
ciudad-estado de Ginebra bajo la supervisión de Calvino y sus
sucesores, el régimen de Cromwell en la Gran Bretaña en el siglo
XVII y el experimento de los colonos puritanos en la costa noreste
de Norte América. Aquí también cabe mencionar la teonomía, hija
175
John Barton, Ethics and the Old Testament (Harrisburg, Pennsylvania: Trinity International
Press, 1998); Gordon J. Wenham, Story as Torah: Reading the Old Testament Ethically (Old
Testament Studies; Edimburgo: T. & T. Clark, 2000); Mary E. Mills, Biblical Morality: Moral
Perspectives on Old Testament Narratives (Heythrop Studies in Contemporary Philosophy,
Religion & Theology; Aldershot: Ashgate, 2001).
176
Véase, por ej., Bruce C. Birch, Let Justice Roll Down: The Old Testament, Ethics, and the
Christian Life (Louisville, Kentucky: Westminster John Knox Press, 1991); Waldemar Janzen,
Old Testament Ethics: A Paradigmatic Approach (Louisville, Kentucky: Westminster John Knox
Press, 1994); Bruce V. Malchow, Social Justice in the Hebrew Bible (Collegeville, Minnesota:
The Liturgical Press, 1996).
177
Nótese, por ej., Lewis Smedes, Moralidad y nada más (Grand Rapids: William B. Eerdmans
Publishing Company, Nueva Creación, 1996).
265
de esa tradición pero rechazada por ella, que aboga por la
utilización directa de la Ley en la sociedad actual. Un ejemplo sería
el gobierno de Ríos Montt en Guatemala, cuyos asesores teológicos
bebieron profundamente de las aguas teonomistas.178
También algunos premilenaristas han puesto su mirada
principalmente sobre la Ley cuando tratan la ética del Antiguo
Testamento. Por ejemplo, Francisco Lacueva, aunque tiene un
capítulo sobre los profetas en su obra Ética cristiana, titula la
sección que trata el Antiguo Testamento “Ética de la Ley” y dedica
dos capítulos a ella.179
178
El carácter y papel de la teología en el gobierno de Ríos Montt han sido muy discutidos. Este
no es el lugar para revisar los diferentes puntos de vista. Una fuente citada en la nota 3 es
católica, pero reconoce la presencia de la teonomía: Sanchíz Ochoa, Evangelismo y poder, págs.
102-09. Ella cita el trabajo de Gary North, que ha sido traducido del inglés al español.
179
Francisco Lacueva, Ética cristiana (Curso de Formación Teológica Evangélica 10;
Barcelona: CLIE, 1975).
180
Esta tarea de establecer un marco hermenéutico para la aplicación de la Ley no se
limita, obviamente, a la tradición premilenial, pero el reto sí le es más agudo que para la
tradición reformada. Nótense, por ej., las discusiones en Lacueva, Ética cristiana, págs. 65-
66; Charles C. Ryrie, La responsabilidad social: Lo que todo cristiano debe saber (Puebla,
México: Ediciones Las Américas, 1990), págs. 43-54; H. Wayne House y Thomas Ice,
Dominion Theology: Blessing or Curse. An Analysis of Christian Reconstructionism
266
La literatura profética, sin embargo, trata problemas sociales y
políticos de la nación de Israel, asuntos de la teocracia, de aquel
pueblo de otra dispensación, del cual la iglesia no forma parte. Los
profetas se dirigían al antiguo Israel, punto. Los libros proféticos sí
nos proveen datos para el esquema escatológico, pero se tiene que
ejercer mucho cuidado al acudir a ellos para formular un mensaje
ético hoy. Ese cuadro escatológico siempre ha servido como una
motivación fuerte para el evangelismo y las misiones, pero no para
las áreas por las cuales los mismos profetas continuamente
luchaban.
Aquí cabe una experiencia personal. Hace años, cuando iba a
salir con mi familia para estudios doctorales, un profesor de un
seminario norteamericano dispensacional me preguntó cuál era el
tema que yo pensaba investigar para la tesis. Le conté que quería
estudiar cómo contextualizar el mensaje social de los profetas a los
problemas que estábamos sufriendo en Centroamérica y así, a la
vez, tratar de elaborar una alternativa evangélica a la teología de la
liberación. Él me respondió: “No es cuestión de cómo utilizar los
profetas hoy, sino de si podemos hacerlo dispensacionalmente”. Así
empezó una conversación animada, donde yo intentaba convencerle
de la necesidad de echar mano de los profetas, pero sin éxito alguno.
Si el primer obstáculo es hermenéutico, el segundo tiene raíces
históricas. El premilenarismo dispensacional agarró fuerza en los
Estados Unidos entre la Guerra Civil (que terminó en 1865) y las
primeras décadas del siglo XX. Fue impactado por, entre otras
cosas, los conflictos teológicos y bíblicos entre los conservadores-
fundamentalistas y los liberales, uno de los cuales se trataba del
evangelio social.181 Un resultado fue una fuerte sospecha de la obra
(Portland, Oregon: Multnomah Press, 1988); J. Daniel Hays, “Applying the Old Testament
Law Today”, Bibliotheca Sacra 158 (2001), págs. 21-35. Algunos autores de una
generación anterior fueron muy tajantes en negar la posibilidad de seguir la Ley. Un
ejemplo es Lewis S. Chafer, Teología sistemática, tomo 2 (Dalton, Georgia: Publicaciones
Españolas, 1974), págs. 3-256. Otra parte de la Biblia que tradicionalmente ha sido
problemática ha sido el Sermón del Monte, por su conexión con la Ley.
181
Para mayores detalles, véase Timothy P. Weber, Living in the Shadow of the Second
Coming: American Premillennialism, 1875-1982, ed. rev. (Grand Rapids: Zondervan, 1983);
Robert A. Pyne, “The New Man in Immoral Society: Expectations between the Times”, ponencia
267
social como parte de la misión de la iglesia. Es en este ambiente que
nacen algunas olas del movimiento misionero algo antes de y unas
décadas después de la Segunda Guerra Mundial.
Muchos misioneros, formados por un sistema hermenéutico que
dudaba de la vigencia de ciertas partes del Antiguo Testamento y
convencidos de una ideología algo cerrada en cuanto a lo social,
transportaron su marco teológico al extranjero, a los campos donde
fueron a ministrar. Como consecuencia, las iglesias que plantaron,
los discípulos que hicieron, y los centros de educación que fundaron
reflejaron estas mismas tendencias. Por ende, el premilenarismo
dispensacional ha sido el blanco de una crítica fuerte. Se le culpa de
ser un factor clave en la ética inadecuada del pueblo evangélico en
América Latina. Dice el misiólogo peruano Samuel Escobar:
“Una teología dispensacionalista y premilenial supone la visión
de un mundo caído, cuya pecaminosidad se refleja en sus
estructuras y forma de vida. El reino de Dios irrumpiría en el
futuro. Por ello ningún reino de este mundo puede ser
considerado como el reino de Dios. La consecuencia de esta
creencia debería ser una actitud crítica frente a los reinos de este
mundo y su oposición al reino de Dios. Pero el protestantismo
conservador ha reducido su concepto de la mundanalidad a
cuatro o cinco tabúes sociales: alcohol, tabaco, ciertas formas de
vestir, cinema, baile. No se critica, peor aún, se aceptan y
defienden las prácticas sociales del capitalismo, el espíritu de
lucro como factor determinante de la vida, la manipulación de
las conciencias por los medios de comunicación masiva, la
corrupción política del gobierno de turno, etc.”182
3.- Conclusión.
El presente ensayo ha tenido el propósito de presentar las varias
maneras en que los profetas han sido utilizados, o relegados al
margen, para entender y definir la misión del pueblo de Dios en el
mundo actual. La opción por los profetas se ha dado en una
variedad de contextos de conflicto social, pero a menudo los
evangélicos se han mostrado reacios a apropiarse de ellos en su
consideración de las demandas éticas de la iglesia.
La literatura profética puede ampliar la comprensión de la ética
del Antiguo Testamento. Los evangélicos en general deben
reconocer la tendencia de limitar su enfoque a la Ley. Además,
hemos observado que la tradición premilenarista está empezando a
superar algunos obstáculos teológicos e históricos que estorbaban el
uso de los profetas en cuestiones de la ética social. Con este nuevo
espacio, ahora podemos pasar a investigar cómo estudiar este
material a fin de poder contextualizarlo mejor. Eso será la tarea de
los siguientes ensayos.
Objetivo de la Lección:
Conocer la relación de los Profetas Clásicos con la Política.
Identificar como los reyes se relacionaban con los Profetas Clásicos.
Distinguir el rol y función de los llamados Profetas de la Corte.
Introducción.
La teología política reviste hoy una doble significación. En
primer lugar, aparece como un correctivo crítico de cualquier
privatización de la teología; por otra parte, es el intento de formular
el mensaje escatológico cristiano según las condiciones de nuestra
sociedad y teniendo en cuenta la transformación de las estructuras
públicas de la misma.
En este sentido, la teología política pretende ser un rasgo
determinante de la conciencia teológica, que oriente toda su
reflexión a la praxis.
Estas breves indicaciones nos dejan vislumbrar la importancia
que puede tener para la teología política el estudio de la relación
profeta-política en el AT. El interés de los profetas
veterotestamentarios toca muy de cerca al de la teología política.
Basta tener presente sus análisis críticos del tiempo y sus proyectos
escatológicos de futuro, su testimonio de la venida de Dios en la
historia. El mensaje profético constituyó una verdadera
provocación para la sociedad de su tiempo. De ahí su importancia
para fundamentar bíblicamente la teología política. Las siguientes
consideraciones pretenden ser una aportación a esta tarea.
271
1.- Actitudes Proféticas ante sucesos e Instituciones Políticas.
1.1.- Samuel y la monarquía en Israel (1Sm 8)
Con 1Sm 8 comienza un tema de importancia decisiva para la
historia de Israel. Se trata de la instauración de la monarquía y del
juicio que emite sobre ella un profeta del rango de Samuel.
Samuel, ya anciano, constituye a sus dos hijos, Joel y Abías,
jueces en Israel. Sin embargo, ambos hijos eran de una integridad
ética bien distinta a la de su padre. Por entonces, pues, para poner
remedio a esta situación, los ancianos de Israel se congregaron junto
a Samuel en Ramá suplicándole que les nombrara un rey (8,5).
Samuel presentó su petición a Yahvé y obtuvo esta respuesta:
"Haz caso a todo lo que el pueblo te dice. Porque no te han rechazado a
ti, me han rechazado a mí, para que no reine sobre ellos" (8,7). A
continuación, Yahvé le encarga que explique los derechos del rey al
pueblo. Samuel obedece y traza la imagen de un déspota oriental,
con derecho a cualquier clase de abusos. Samuel abrigaba la
esperanza de que las perspectivas de un régimen tan absolutista
harían volverse atrás al pueblo. Sin embargo, sus esperanzas no se
cumplen. El pueblo insiste en su petición. Entonces Yahvé ordena a
Samuel que les dé un rey.
Desde el punto de vista literario, el juicio de los críticos sobre el
capítulo no es unitario. Mientras que algunos comentaristas opinan
que 1Sm 8 es un relato muy antiguo, próximo a los acontecimientos
narrados, la mayoría cree que es un escrito muy posterior y
marcadamente deuteronomista. La cuestión crítico- literaria no
podemos solucionarla aquí. Queda en firme, con todo, que 1Sm 8
contiene una tradición antiquísima y que su forma actual se debe a
una elaboración deuteronómica. Al relator le interesa menos el
transcurso fáctico de los acontecimientos que la cuestión del reinado
de Yahvé y de la realidad eficaz de su revelación en Israel.
La primera impresión que da el capítulo es la de un rechazo claro
de la monarquía, sobre todo el v 7: "Porque no te han rechazado a ti,
me han rechazado a mí, para que no reine sobre ellos". El deseo de un
rey implica una alternativa: o Yahvé es el rey de Israel o un hombre
ocupa su lugar. Es verdad que ya antes habían existido caudillos en
Israel, pero éstos no recibían de sí mismos la legitimación de sus
272
derechos. El mismo Samuel es considerado así en este pasaje. Y la
legitimación de sus funciones se funda únicamente en el dominio de
Yahvé sobre Israel: "Porque no te han rechazado a ti...". Pero, ¿cómo
debemos entender esta alternativa? Para esto no es suficiente 1Sm
8. La obra histórica deuteronomista no la presenta aquí por primera
vez. Las palabras de Gedeón en Jc 8,22s ofrecen un gran parentesco
temático con 1Sm 8,7. Por esto es recomendable detenernos en estas
palabras de Gedeón para comprender mejor el contenido teológico
del rechazo de la monarquía.
Tras la victoria de Gedeón sobre los madianitas, los hombres de
Israel le piden que reine sobre ellos. Gedeón responde: "No seré yo el
que reine sobre vosotros ni mi hijo; Yahvé será vuestro rey" (Jc 8,23).
Es importante precisar bien la motivación teológica. No basta -
como dijo Boecker- constatar que Yahvé dejará de reinar sobre
Israel si el rey ocupa su lugar. La cuestión es por qué y de qué modo
el rey irrumpe en el ámbito de Yahvé. Para responder a esta
cuestión no hay que considerar solamente la respuesta de Gedeón; lo
fundamental es el modo como los israelitas hacen su oferta. La
fundamentación que añaden nos descubre precisamente toda la
problemática. La fundamentación es: "Pues nos has salvado de la
mano de Madián" (Jc 8,22).
Boecker ha notado que la palabra "salvar" (jâsac) juega un
papel decisivo en toda la composición deuteronomista del tiempo de
los jueces. En la historia de Gedeón se encuentra el término otras
seis veces más (Jc 6,14.15.36.37; 7,2.7). Siempre designa la acción
decisiva que libera de los enemigos, acción que puede llevar a cabo
únicamente Yahvé. De ahí, opina Boecker, la imposibilidad del
ofrecimiento a Gedeón. Le ofrecen el caudillaje porque les ha
salvado de los madianitas, cuando en realidad es Yahvé el que ha
mostrado su poder en aquellas acciones salvadoras. Esta es la raíz
teológica del rechazo del rey: el rey es rechazado porque, y en la
medida que, aparece con la pretensión de haber sido él quien ha
salvado a Israel.
Con todo, este motivo no parece suficiente para rechazar la
monarquía. Pues, ¿por qué no iba a poder asumir un rey la tarea del
salvador carismático y salvar a Israel en nombre de Yahvé? Es la
respuesta de Gedeón la que fundamenta completamente su actitud:
273
ni él, ni su hijo, ni su nieto deben ser reyes de Israel. El reinado de
Yahvé no se contrapone al de Gedeón, sino a una dinastía de
Gedeón. No se trata simplemente de que un hombre sea
promocionado a rey, sino de que su acción carismática salvadora,
que es en realidad salvación de Yahvé, sea asegurada por una
institución. Y esto es lo que no admite la fe en Yahvé. Pues la
acción de Dios no puede ser canalizada por una institución humana.
Tal intento contradiría la libertad divina y, sobre todo, su iniciativa
salvífica y creadora. Gedeón hubiese llevado a cabo la teologización
típica de la monarquía sacra del antiguo oriente si hubiese aceptado
la dinastía monárquica. El hombre, y no Yahvé, hubiese sido
proclamado salvador de Israel. A partir de aquí se comprenden
ahora las palabras de Yahvé, en 1 Sm 8,7.
Pero no acaba aquí el contenido 1Sm 8. Se atiende también a las
dificultades que implica la monarquía en la política interna del
pueblo. Este es, por lo demás, uno de los temas preferidos de los
relatos deuteronomistas del tiempo de los reyes. Los
deuteronomistas se sirven del derecho divino de Israel -orientado a
los débiles- como norma y criterio de las acciones reales. Así, nos
presentan en 1Sm 8 -como toque de atención- una monarquía que
no se busca más que a sí misma y ante la cual el pueblo se encuentra
indefenso. La monarquía que piden los ancianos, lejos de traer la
liberación del pueblo, dejará a éste en una situación de injusticia
permanente (1 Sm 8,11-17). Por esto el pueblo "se lamentará a
gritos" (8,18). Es significativo que este término (zâ'aq) lo utilizan
los deuteronomistas cuando describen las súplicas del pueblo a
Yahvé en situaciones extremas.
1Sm 8 no es el primer pasaje deuteronomista que rechaza la
monarquía. Esta idea juega ya un papel importante en Jc 9,
especialmente en el "apólogo de Jotam" (Jc 9,8-15). El pasaje
caracteriza a la monarquía como una institución inútil. Los
miembros de más valer de la sociedad -representados por los árboles
más estimados en Palestina: olivo, higuera y vid- no quieren llevar
a cabo una actividad que sólo es una carga para los demás. Cuando,
finalmente, obtiene la monarquía la zarza -que carece de todo valor
e interés- se ve lo pesada que puede ser esa carga. Un rey así no
puede servir para nada.
274
Sus requerimientos a cobijarse a su sombra son pura ironía la
verdad es bien distinta: el fuego que propagan rápidamente las
zarzas es un peligro hasta para el árbol más majestuoso del Oriente:
el cedro del Líbano. Martin Buber considera este apólogo como el
documento más antimonárquico de la literatura universal. Según él
es el contrapunto de 1Sm 8,7. Sin las palabras de Gedeón el apólogo
resultaría errático; sin embargo, inserto en el contexto del libro de
los jueces se convierte en una aclaración de aquel manifiesto de
principios.
El pueblo de Dios, que reconoce a Yahvé como a su Salvador, no
puede aceptar ningún orden social que haga del hombre un señor
absoluto de sus semejantes. Esto contradice a la dignidad que la fe
en Yahvé atribuye al hombre y a su llamada al reinado de Dios.
Pues el sentido de la salida de Egipto (Ex 20) fue otorgar a Israel
el ámbito de libertad necesario para que se desarrollase el reinado de
Dios. Un orden social que ponga un caudillo en lugar de Yahvé sería
para la sensibilidad israelita no sólo un triunfo del que el hombre no
es digno, sino también un obstáculo directo a la libertad concedida
a los hombres por Yahvé.
Después de la actitud crítica de 1Sm 8 sorprende el versículo
final del capítulo: Yahvé le ordena a Samuel que instaure la
monarquía. Como dice Boecker, el versículo expresa una idea
fundamental de la obra deuteronomista. Según ésta, la monarquía
no hay que rechazarla por principio. De ninguna manera. Más bien
hay que remontarla a un establecimiento expreso de Yahvé del que
recibe su dignidad religiosa. Sobre el trasfondo negativo y crítico de
1Sm 8 se insinúa también una imagen positiva de la monarquía.
Ésta es servicio al reinado de Dios desplegado en el ámbito político.
Manteniendo el derecho y la justicia y defendiendo a los débiles
y oprimidos, la monarquía debe crear el ámbito de libertad que el
pueblo necesita para confesar el reinado de Yahvé. Sin embargo,
dado que la monarquía, como tal, es institucional y no carismática,
y por otra parte la acción carismática es constitutiva del testimonio
del reinado de Dios en el mundo, es necesario que la monarquía
escuche sin cesar el mensaje profético, si no, a la larga, degenerará
en el despotismo y en la tiranía.
275
1.2.- Isaías ante Asar, el poder adverso a Yahvé (Is 10)
La ascensión al trono de Teglapfalasar III -con quien el imperio
asirio alcanzaría la hegemonía durante todo un siglo- fue simultánea
con la vocación del profeta Isaías (Is 6). Esta coincidencia es
importante para comprender el mensaje de Isaías, pues éste vio en el
avance de Asiria sobre Israel y Judá el juicio de Dios sobre su pueblo,
tal como desde hacía tiempo habían anunciado él y otros profetas. Pero
esta interpretación del avance asirio como instrumento de la ira divina
se le fue haciendo a Isaías cada vez más cuestionable. Le bastó para ello
dirigir su mirada al cumplimiento del decreto divino, es decir a la
creación de un pueblo de Dios desde Sión, y medir los movimientos de
la historia según su contribución al cumplimiento de este decreto. La
brutal aniquilación de Israel y la deportación de su población, así como
la continuada presión política sobre Judá, fueron acontecimientos que
hicieron que el profeta viese en Asiria un peligro mortal para el pueblo
de Dios. El papel de Asiria dentro de los planes salvíficos de Dios se
convirtió para Isaías y sus discípulos en una cuestión atormentadora.
El triunfo completo de Asiria excluyó sin paliativos el reino de Dios
anunciado por el profeta. Asiria no podía ser sólo un instrumento de
Dios. Esta interpretación no podía ser válida. Todo se sumía en la
oscuridad si el profeta no tenía nada más que decir sobre el
comportamiento de Asiria.
282
la fe, ordenada a la revelación de Dios, y que pone en marcha el
proceso de la historia de la salvación.
Desde aquí se comprende que los profetas entiendan la historia
como determinada por su futuro. Y como este futuro es para ellos el
futuro de Dios, resulta que la historia es el diálogo del Señor del
futuro con Israel. En consecuencia, la historia presenta una
continuidad que radica únicamente en la identidad de Yahvé
consigo mismo, que sostiene un diálogo libre con su pueblo. Esta
continuidad histórica puede a veces quedar encubierta. Sólo la
palabra profética la desvela de nuevo. Pero la continuidad que
descubre esa palabra profética sólo se comprende si se tiene en
cuenta la analogía de la escatología profética con los inicios de la
historia de Israel. Los profetas consideran la historia como una
unidad continua, porque reconocen en cada acción futura de Dios
una correspondencia con los inicios de la historia salvífica, unos
inicios que contenían ya la posibilidad positiva de la plenitud. Pero
la continuidad y finalidad no agotan la comprensión profética de la
historia. Irrumpe también un universalismo, pues los profetas creen
en Yahvé, el Dios de Israel, como Señor único de toda la realidad.
Este interés por la historia es un derivado del anuncio profético
del Dios venidero. La teología profética ve la realidad como historia
porque la palabra y la acción de Dios están relacionadas
únicamente con los acontecimientos intramundanos. Por otra parte,
hemos de decir que no se encuentra en ninguna profecía un proyecto
de historia. El celo profético se concentra en determinar el presente
desde la venida de Dios. No se puede comprender al Dios de los
profetas sin entender, al mismo tiempo, la realidad como una
historia, que primeramente es diálogo de Dios con Israel y, al fin,
con todos los pueblos.
De todo esto resulta que los profetas enjuician las medidas socio-
políticas, que pretenden conformar el futuro, de un modo muy
distinto al de los representantes de las ideologías profanas. Al
contrario que los profetas, el antiguo oriente entiende la realidad
como retorno cíclico de carácter mítico-cósmico. Para esta
concepción mítica lo existente tiene pretensión de eternidad y
cualquier medida que apunte a un futuro es superflua.
283
El pensamiento histórico dirige su interés a lo fáctico e
imprevisible, al cambio histórico, a lo nuevo. Lo importante es el
progreso. El hombre toma conciencia de su capacidad creadora y se
responsabiliza de la historia. El peligro entonces es que se pierda el
sentido del Misterio absoluto y de su llamada en la historia; que ésta
se convierta en tarea meramente humana. Por ello, cualquier
comprensión de la historia a partir del futuro, como por ejemplo la
del humanismo ateo, no es ya profética. La historia para los
profetas es esencialmente historia de salvación.
Por esta razón, la teología política ha de tener precaución al
apelar a la comprensión histórica de los profetas. Ha de ser
consciente de que el horizonte de la experiencia de nuestra sociedad
no es el mismo que en la sociedad a la que hablaban los profetas,
sino que está determinado por la ciencia neopositiva y por el
humanismo evolucionista. De ahí el peligro de no sólo considerar ese
horizonte como lugar hermenéutico de la predicación, sino también
introducir su contenido y sus presupuestos en el proyecto teológico
del futuro. En este caso, el mensaje escatológico de los profetas se
convierte en un modelo de praxis revolucionaria y su testimonio del
Dios que viene se volatiliza en un símbolo de protesta contra la
miseria humana. Tal identificación entre fe escatológica y praxis
socio-política no puede apelar a los profetas.
Pero también es muy discutible el querer distanciar
conscientemente al mensaje profético de toda utopía social y de
todo proyecto intramundano. Pues entonces surge la cuestión de si
la trascendencia de la salvación y la peculiaridad de su mediación
son vistas desde la perspectiva bíblica. Según ésta hay una
diferencia entre la acción salvífica de Dios y su apropiación en la fe,
y esta diferencia no queda suprimida por el hecho de que el hombre
se apropia el acto salvador de Dios mediante una comprensión de sí
mismo totalmente orientada a la acción. El camino recomendado
por los profetas es el inverso: la inserción del propio yo en el
acontecimiento salvífico como en algo previamente dado,
cuestionando así el propio yo como lugar de orientación teológica.
A la cuestión del futuro, del cambio social, los profetas no
responden más que marcando un único camino: la confrontación
con la venida de Yahvé en la historia. La función crítico-social del
284
mensaje profético no es la fundamentación de una nueva relación
teoría-praxis -en la cual la conciencia de la crisis escatológica
quedará convertida en conciencia del propio poder sobre la historia-
, sino que consiste en la posibilitación del ámbito de libertad
necesario para que el hombre profese su fe en Yahvé, el Dios que
adviene. La actualización del mensaje profético no puede
contentarse con resaltar la injusticia socio-política, sino que ha de
hablar también de las resistencias humanas a la venida de Yahvé,
del pecado de hombre y de la acción de Dios que hace posible la
conversión.
285
Unidad XI:
LA FUNCIÓN PROFÉTICA: PROFETAS HISTORIA Y
ESCATOLOGÍA
Objetivo de la Lección:
Distinguir el conocimiento de la historia prevalente en los profetas
clásicos.
Conocer la concepción escatológica de los profetas.
Valorar la concepción de la “historia” en relación y dependencia de Dios.
Resumen:
Actualmente existen dos concepciones antagónicas de la historia humana. El
punto de vista de la modernidad insiste en que la historia es un proceso cerrado
que se rige por el principio: "el poder crea derecho". La otra concepción es la
del sobrenaturalismo, que considera todo suceso histórico como un acto directo
de Dios. Para el autor del presente artículo, la interpretación profética de la
historia representa un reto para estas dos concepciones. Dicha interpretación
tiene la osadía de identificar acontecimientos humanos extraordinarios -la
promesa de Isaac a Abraham y Sara, el éxodo, los pronunciamientos de los
grandes profetas de Israel y el ministerio de Jesús como actos de Dios. Tales
acontecimientos tienen el poder de hacernos libres para hablar de Dios como el
que forja "novedad" también en nuestro tiempo.
Introducción.
La afirmación "Dios actúa en la historia" no es compatible con
nuestros conceptos ilustrados de razón, objetividad, técnica y
control. Si partimos de los supuestos de la modernidad, la historia
es sólo el relato del poder, en el que el Dios de la Biblia no tiene
cabida. La afirmación de que Dios tiene que ver con el proceso
humano requiere un punto de partida muy diferente. Esta
afirmación no quiere entrar en la discusión habitual sobre si la
historia es un relato de puro poder o de fe ciega en lo sobrenatural.
286
Simplemente rechaza el dilema.
292
1. Ante todo, la pregunta no es ésta: "¿Es la palabra de Dios
poderosa en el proceso histórico?". Contestar a esta pregunta
significaría enzarzarnos en una especulación metafísica. Propongo
otra pregunta, en parte más fácil, pero en parte más exigente:
"¿Pueden la Sinagoga y la Iglesia -las dos comunidades a las que se
ha confiado la tradición profética- realizar la tarea dura, exigente,
intelectual y comunicativa, que pretende construir el mundo de
acuerdo con esta memoria y este discurso?". La pregunta, pues, no
es sobre Dios, sino sobre nuestro coraje e imaginación. No se trata
de especulación, sino de praxis. ¿Pueden esas comunidades de fe, y
sus líderes, llevar a la práctica una modalidad de realidad extraña,
singular, escandalosa, contra los poderosos reduccionismos que nos
circundan?
Así, la crisis de "palabra e historia" no se debe a que Dios resulte
hoy obsoleto, sino a que esas comunidades han comprometido su
visión y han domesticado su pasión. Se trata, pues, de recuperar
aquel discurso con formas bien concretas. Y esto no se logra con la
heroicidad de un pastor o de un rabino. Es toda la comunidad de
creyentes la que ha de confiar en el talante de su propio discurso. La
inquietud por un discurso profético ha de apremiar hoy tanto a
judíos como a cristianos, en un contexto cultural que niega la
particularidad y nos pasa a todos por el mismo rasero intelectual.
2. El extraño momento en que se encuentra el mundo no puede
considerarse una "prueba" de que Dios rige la historia. "Prueba" es
una categoría introducida por la modernidad, que induce a error.
Sin embargo, los recientes acontecimientos en el Este de Europa y
en Sudáfrica dejan claro que existen posibilidades públicas y que
éstas emergen más allá de cualquier opción mantenida por el poder
establecido. Y es asombroso que la palabra -en labios de poetas,
novelistas y visionarios- haya jugado un papel decisivo en el giro
que se ha producido. Y ha podido más la palabra que los tanques o
los servicios secretos. También este acontecimiento despierta un
"asombro sostenido". No comprendemos cómo esto ha podido
suceder. Constatamos que ha sucedido. De todos modos, no se
necesita mucha imaginación para ver que un discurso audaz puede
causar y causa, de hecho, la caída de un orden público y el
establecimiento de otro nuevo. Así, creo que los acontecimientos de
nuestro pasado reciente constituyen una evidencia de que nuestra
293
poderosa técnica no es capaz de anular la fuerza de la palabra
pronunciada por labios humanos en la matriz del sufrimiento y la
esperanza. El antiguo Israel fue el primero que puso en práctica ese
extraño poder en el que convergen la decisión divina y la expresión
humana.
3. Los que no hemos vivido de cerca esas experiencias recientes
estamos tentados a imaginar que, para nosotros, las cosas son
distintas. Pese a que la boca se nos llena cuando hablamos de
"libertad de expresión", el discurso sincero y serio ha desaparecido
entre nosotros. Y la esperanza anda muy escasa. El profundo dolor
es ignorado. Y no deja de ser una ironía que en esta sociedad tan
satisfecha de la "libertad de expresión" el discurso del "asombro
sostenido" aparentemente haya sido borrado del mapa por la
técnica. El precio de semejante "progreso" es muy alto, aunque muy
poco reconocido: la desaparición de la infraestructura humana, la
erosión de las instituciones públicas de justicia, sanidad y educación
y la emergencia de una clase social deprimida, cada vez más amplia.
Pero el coste definitivo consiste en la ausencia de voluntad política
para adecuar los recursos a las necesidades. El resultado de ese
estado de cosas es la quiebra de personas, familias, comunidades e
instituciones: todo lo que es humano se esfuma.
¿Cómo detener ese proceso destructivo de nuestra sociedad? Esto
no se logrará, en primera instancia, con grandes programas, sino
recuperando, sin miedo, la santidad para la historia, haciendo que
la justicia levante su voz ante el poder, esa justicia que posee los
acordes del sufrimiento incluso en un clima de insensibilidad, que
habla de esperanza en medio de la desesperación y que rechaza la
brutalidad en nombre del Reino de Dios que se avecina. Lo que nos
interesa a nosotros no es, pues, un problema intelectual, sino la
cuestión de nuestra vocación y nuestro futuro común. Es en los
contextos más difíciles en los que ha aflorado siempre la tradición
profética. Y éste es nuestro "contexto más difícil".
4. No nos planteamos una cuestión especulativa sobre si el hombre
moderno puede creer afirmaciones antiguas. La cuestión se plantea
a nivel político: ¿qué poder es poder para la vida? Y a nivel de
lenguaje: ¿puede el discurso concreto, en el que vibra el acento de la
pasión humana, resonar en medio del ruido ensordecedor de la
294
técnica? Pero, desde un punto de vista intelectual lo que nos
importa es la pregunta: ¿cuáles son las premisas de la vida humana
que han de prevalecer entre nosotros?
El esfuerzo de la técnica por acallar el discurso incómodo de los
profetas no es un propósito neutral, sino partidista. Lo que tiene
pretensión de objetividad es, de hecho, una reivindicación
ideológica, que no merece ser respetada como algo objetivo, sino
criticada como una falsa propuesta ideológica para la realidad.
Sospecho que, si el discurso profético ha desaparecido, es porque
hemos aceptado las pretensiones del silencio impuesto por la
tecnología. Se impone denunciar ese silencio, que pretende poner fin
al proceso que hace posible la vida humana. Los partidarios de la
tradición profética han de llamar las cosas por su nombre y han de
proporcionar una alternativa seria y positiva a la opción
destructiva.
Es claro que el núcleo principal de la Iglesia y de la Sinagoga
apenas si sospecha la situación crítica de fe en la que nos
encontramos. El resultado de la lucha entre la palabra profética que
anima y el silencio tecnológico que censura depende de que seamos
capaces de mostrar a los fieles que el don de Dios, que es nuestra
humanidad, no puede perdurar, si no resuena en ella ese discurso
peligroso de los profetas. Si su voz es acallada, nuestra humanidad
será progresivamente anulada. El reto intelectual no consiste en
colocar un parche retórico a nuestra orientación tecnológica, sino en
cuestionarla a fondo.
Conclusión
Ante el colapso del comunismo, Fukuyama proclamó "el final de
la historia". Esto equivale a afirmar que el capitalismo democrático
ha establecido una hegemonía ideológica permanente en el mundo,
lo cual es simplemente falso. Constituye un intento peligroso de
desterrar la realidad de "clase" de la consideración política. Tal "fin
de la historia" acaece sólo cuando el discurso profético está perdido.
Pero tengo para mí que la palabra profética de Dios estará viva
mientras exista una minoría que insista una y otra vez en que el
poder no puede, en definitiva, acabar ni con el sufrimiento humano
295
ni con la esperanza humana. Dejando, por otra parte, bien asentado
que el discurso profético no tiene nada que ver con el
sobrenaturalismo excelso, que invita al obscurantismo teológico, ni
consiste en hacer predicciones ni es simplemente "acción social".
El discurso profético - la manera como la palabra de Dios afecta
a la historia humana- es una conversación concreta en
circunstancias concretas, en las que el designio de Dios para la
humanidad baja a casos particulares de dolor y curación, de
desesperación y esperanza. La Sinagoga y la Iglesia tienen esta
tarea, incómoda y exigente, de reivindicar mucho más de lo que
podemos barruntar, pero que hunde sus raíces en la memoria del
texto sagrado y en el dolor del momento actual. Hay que insistir en
que, cuando el poder público intenta anular al discurso profético, se
convierte en una falsa realidad que no puede perdurar. Sobre el
enigma del poder, nos hacemos eco de la afirmación del libro de los
Proverbios, evidente en un mundo en que la historia no ha tocado a
su fin: "No valen habilidad ni prudencia ni consejo frente al Señor. Se
apareja el caballo para el combate, la victoria la da el Señor" (Pv
21,30-31).
296
XI.2.- TIEMPO E HISTORIA EN EL ANTIGUO
TESTAMENTO
301
3. Vivir el tiempo "esencial"
Israel tiene en cuenta el tiempo cronológico, a pesar de que cada
período pueda tener una cualidad diferente según el plan divino.
Como ocurre entre los pueblos vecinos, el tiempo del culto ocupa un
lugar especial. Es preciso examinar de qué forma esos tiempos
"fuertes" son vividos.
La cuestión es delicada y controvertida. Un grupo de exegetas,
llamado "escuela escandinava" en el que ocupa un lugar destacado
S. Mowinckel, interpreta la literatura cultual del antiguo
testamento, sobre todo los salmos, a la luz de las prácticas religiosas
de los pueblos vecinos. Postulan la existencia desde una época muy
antigua, de una "festividad de entronización de Yahvéh" análoga al
Akitu babilónico, que desde el inicio de la primavera celebraría la
creación del mundo, no como el recuerdo de un antiguo suceso, sino
como un drama vivido en el mismo momento. Del mismo modo, las
festividades israelitas serían "dramas cultuales". Se objeta a
menudo que, contrariamente a los pueblos vecinos, Israel ha hecho
de sus fiestas principales la conmemoración de acontecimientos
históricos como la salida de Egipto (Pascua), el don de la Ley en el
Sinaí y la permanencia en el desierto; no hay pues aprobación de un
mito, sino recuerdo de hechos de la historia pasada. En realidad, a
pesar de que las afirmaciones de la "escuela escandinava" algunas
veces son exageradas y aunque la existencia de la "festividad de
entronización de Yahvéh" se torna muy hipotética, la objeción no
se sostiene, porque el funcionamiento mítico se acomoda sin
dificultad a la historicidad de los hechos actualizados en la
celebración. Que la liberación de la opresión ocurra verdaderamente
en el tiempo de Moisés no impide que se viva como un
acontecimiento fundador del pueblo, es decir, como un mito
originante en paralelo con la creación del mundo. Cuando los
israelitas suben al santuario -centro del cosmos- para la celebración,
hacen algo más que "acordarse" del pasado; por la palabra y por el
gesto, viven el tiempo sagrado donde se cumplieron los actos
fundacionales. En la celebración, Israel reproduce los gestos
sagrados y se identifica con el pueblo contemporáneo de Moisés. En
la liturgia de la época real, se proclama el texto de Jos 24, 1-13: "Al
otro lado del río habitaban antaño vuestros antepasados. Yo tomé a
vuestro padre Abraham del otro lado del Río y le hice recorrer toda la
302
tierra de Canaán y le di a Isaac. A Isaac le di por hijos a Jacob y
Esaú. A Esaú le di en propiedad la montaña de Seír. Jacob y sus hijos
bajaron a Egipto. Envié después a Moisés y Aarón y herí a Egipto con
los prodigios que obré en medio de él. Luego os saqué de allí, luego
habitasteis largo tiempo en el desierto. Os introduje después en la tierra
de los amorreos que habitaban al otro lado del Jordán. Ellos os
declararon la guerra y yo los entregué en vuestras manos...".
Se observa en este pasaje la identificación entre los personajes
del recuerdo histórico ("vuestros antepasados") y los de los actores
del drama ("vosotros"). Otros textos que, verdaderamente, parecen
más recientes, narran los mismos acontecimientos en primera
persona: "nosotros" vivimos las maravillas del éxodo y el don de la
tierra prometida (Dt 6, 21-25; 26, 5-9). Por todo ello, Israel,
celebrando su culto, abandona el tiempo vulgar para revivir este
eterno presente que es el tiempo sagrado de sus orígenes.
1. Un futuro imprevisible
Se considera a menudo que el profeta es el hombre que conoce el
futuro y lo anuncia con más o menos precisión. En efecto, son
muchos los oráculos que anuncian (y parece que de manera
categórica) los acontecimientos felices y sobre todo las desgracias
que han de venir; no obstante, el deseo de los profetas es el de
incitar a los poderosos de su tiempo a considerar la urgencia de un
cambio total tornándose responsables. Esta llamada es explícita en
un cierto número de textos. Así en Is 7,9: "Si no os afirmáis en mí
(en Yahvéh) no seréis firmes". También en Jc 4, 3-4: "Porque así dice
Yahvéh al hombre de Judá y a Jerusalén: cultivad el barbecho y no
sembréis más cardos. Circuncindaos para Yahvéh y extirpad los
prepucios de vuestros corazones". Ello implica que el futuro está
abierto a distintas posibilidades y que hay lugar para una
verdadera historia en la que las decisiones humanas representen un
elemento esencial. Observemos que los profetas clásicos no hablan
del más allá, ni de un futuro lejano; ven la situación presente de su
pueblo y muestran hacia qué abismo camina Israel si no cambia a
tiempo. El futuro de la nación depende de sus decisiones y por lo
tanto no está sometido a la férrea ley de una predestinación; el plan
de Yahvéh sobre el mundo permite una libertad real y humana, y
por lo tanto existe incertidumbre sobre el curso de los
acontecimientos.
Esa misma perspectiva se desarrolla en la literatura
deuteronomista (cfr. Dt 30, 15-20). Casi todo el Deuteronomio es
una larga llamada a la fidelidad de la que depende el futuro de
Israel. Se encuentra también el mismo acento en numerosos textos
postexílicos, como en Pr 1-9.
305
2. La experiencia del pasado
Pronunciados en tiempos de aguda crisis y de gran urgencia, los
oráculos de los "profetas de la conversión" intentan que se tomen
decisiones inmediatas. Lo que les interesa no es tanto recordar un
pasado lejano o anunciar un futuro a larga distancia, cuanto abrir
los ojos sobre el presente, es decir, abrir los ojos a la actualidad de
las relaciones sociales, a los acontecimientos entre los pueblos y a la
actitud religiosa de los responsables. Interesa constatar con J.
Vollmer que las alusiones al pasado de los grandes profetas del siglo
VIII son muy poco numerosas y, sobre todo, descuidan
completamente el período fundador como tal; tan sólo Oseas hace
referencia a los tiempos del desierto, fijándose en la época histórica
de las relaciones ideales entre Yahvéh y su pueblo y no en el "mito
original" de Israel. Los demás no van más allá del reino de David, es
decir, la época histórica. Los acontecimientos pasados están
situados en la trama del tiempo "vulgar" (cfr. Is 7,17, Jeremías o
Ezequiel).
La redacción elohísta del Pentateuco (E, siglo VIII) lleva la
impronta de la influencia profética. E silencia Gn 1-11 (es decir, lo
que constituye el relato de los orígenes) pero se interesa por los
patriarcas y por Moisés, en tanto que son hombres acorralados por
acontecimientos cruciales, presentándolos como grandes hombres
del pasado, ya que su conducta es ejemplar para su tiempo. Así,
cuando narra la historia de Abraham y de Sara en Guerar (Gn 20, 1-
18), se preocupa de mostrar que el patriarca no ha mentido (v. 12),
contrariamente al relato J (yahvista) en el que se inspira (Gn 26, 1-
11). También en el relato del sacrificio de Isaac (Gn 22, 1-19 E),
Abraham es el hombre admirable que ha sido fiel a su Dios hasta
abandonar lo más querido para él: su propio hijo. Todos estos
textos no subrayan las leyes eternas que Dios ha impuesto al
hombre (ese es el punto de vista de J), sino la decisión que el ser
humano debe adoptar, dado que se le ofrecen distintas opciones.
La escuela deuteronomista, heredera espiritual del gran
profetismo de los tiempos de la deportación, reanuda y sistematiza
la misma lectura del pasado. Intenta responder a los israelitas que
se revuelven contra Yahvéh, acusado de haber traicionado a su
pueblo, mostrando que a lo largo de la historia, Israel no ha hecho
otra cosa que inclinarse sin cesar por los caminos de la infidelidad.
306
El acento se pone, sin duda alguna, sobre la responsabilidad
humana. Incluso los antiguos relatos de los orígenes de la
humanidad son releídos en este sentido. Por ejemplo, el relato del
paraíso (Gn 2-3) que primitivamente hablaba del orden intangible
del universo, cuyo lugar central pertenece a Dios, agregando
algunos versículos (3, 14. 16-18a. 20-21), la escuela deuteronomista
lo hace histórico ya que no habla del Hombre y de la Mujer, sino de
Adán y Eva; el texto no habla de lo universal e intemporal, sino de
la historia particular de dos seres humanos.
Los acontecimientos que las tradiciones antiguas de Israel sitúan
en los tiempos fundacionales de Israel, y por tanto en los orígenes,
son ubicados por los redactores deteuronomistas en un pasado
lejano, pero en la misma línea temporal de hoy. La catástrofe del
586, no se inscribe en un plan divino decidido desde la eternidad,
sino que se explica por la acumulación de las faltas de Israel,
repetidas a lo largo de los siglos desde el tiempo de Moisés. Yahvéh
se revela como "tardo a la cólera" (Ex 34,6); no obstante "castiga la
iniquidad de los padres en los hijos y en los hijos de los hijos hasta la
'tercera y cuarta generación" (34,7). Para comprender la terrible
decisión divina, Israel no debe observar el orden cósmico
intemporal, sino el recuerdo de su propio pecado (ver Dt 9,7). Este
recuerdo del pasado debe permitirle, al mismo tiempo, adoptar una
conducta mejor que le signifique la recompensa divina (ver Dt 8,1-
6).
Conclusiones
Casi todos los autores que abordan el problema de la concepción
hebrea del tiempo, subrayan su complejidad. Tienen razón. La
aproximación veterotestamentaria del tiempo no puede ser
calificada sin más de "lineal"; es múltiple y sumerge sus raíces en los
antiguos mitos de las religiones del próximo oriente. Numerosos
textos de todas las épocas presuponen implícitamente la oposición
entre un tiempo sagrado, el de los acontecimientos fundacionales
del cosmos y de Israel, y un tiempo vulgar poco significativo en sí
mismo. Lo esencial no es la historia, pues lo que cambia es terrestre
y en definitivo participa en el caos, sino lo inmutable que es el
tiempo divino. Otros textos bíblicos consideran el tiempo y la
historia de un modo más cercano a nuestra visión moderna, en una
línea nueva y original dentro de la antigüedad del próximo oriente.
En efecto, los "profetas de la conversión" en la época real y los
escritores deuteronomistas, seguidos por algunos postexílicos, han
desarrollado un sentido muy diferente de las relaciones entre Dios y
los hombres, concebidas como diálogo entre dos libertades, lo que
significa una valoración de lo humano. Para ellos, se puede hablar
de un tiempo "lineal". Se puede hablar de una "historia de la
salvación", y según cómo sean las opciones humanas, de una
"historia de la perdición". Si Dios se manifiesta (para el bien o para
lo peor), no es tanto en las estructuras "eternas" de Israel (dinastía
davídica, templo de Jerusalén, culto) y del cosmos, como en los
múltiples rodeos de esta historia de incierta salida. Es evidente que
esta segunda concepción del tiempo se prolongará en el nuevo
testamento.
308
La vida, muerte y resurrección de Jesús no forman el mito
fundador del cristianismo; no se inscriben en el "tiempo de los
orígenes", "in illo tempore"; para nosotros son acontecimientos
históricos, únicos y situados en una época precisa del pasado;
acontecimientos que han puesto en marcha un movimiento en el
que vivimos aún y que nos dinamiza para la construcción de un
mundo mejor. Renunciar al carácter histórico de estos
acontecimientos decisivos para nuestra fe significaría negar la
realidad de la Encarnación… La concepción hebrea del tiempo y de
la historia es compleja; pero la nuestra no lo es menos.
309
XI.3.- ESCATOLOGÍA E HISTORIA
310
de una época han de delinearse con una descripción global de las
tendencias fundamentales, sin tener demasiado en cuenta variantes
y diferencias. Podemos decir que desde fines de la Edad Media hasta
el siglo XIX, la escatología ha sido calificada, entre los cristianos,
con alguna excepción, como "doctrina acerca de las realidades
últimas". Es una descripción doctrinal de los acontecimientos
futuros, presentados cósicamente, y que ocurrirán en último lugar, al
fin de la historia. Este horizonte formal de la escatología ya lo había
preparado la teología medieval con su ideal aristotélico de una
ontología cosmológica y con su aislamiento de la multiforme piedad
popular escatológico-apocalíptica. La escolástica tardía, con su
intento de averiguar la esencia de los últimos sucesos, degeneró en
una "física de las postrimerías" (Congar). En la teología moral
clásica jugaba un gran papel la escatología, con sus categorías de
premio y castigo, para la motivación del obrar humano. A esta
concepción de la escatología, dirigida por completo hacia lo último,
correspondía la estructura de la esperanza cristiana. Ésta sólo tenía
puesta su mirada en lo que tuviese relación con lo "último", en el fin
de la historia, concebido más como salvación individual, que como
salvación del mundo. Historia y mundo sólo podían tener la función
de ser "ocasión de piedad y de moralidad", es decir, eran concebidas
como el lugar de preparación y merecimiento para el fin eclesial.
Historia y mundo no tenían en sí mismos una dinámica hacia lo
"último". Con todo, la inhabitación de Dios en el hombre anticipaba
ya misteriosamente el futuro último, es decir, la vida divina, y la
Iglesia era entendida como el reino visible de Dios que no
necesitaba más que revelarse al final. Había, pues, una conexión
entre "este mundo" y "el más allá". Esta relación era también
confirmada por la persuasión existente del juicio celestial según las
obras terrestres. Pero, con todo, la esperanza cristiana se iba
realizando sustancialmente en la tensión entre el "aquí" que
transcurre y el "allí" que llega.
En consecuencia, las representaciones escatológicas de la
Escritura y la Tradición (vuelta de Cristo, ruina del mundo,
resurrección de los muertos, cielo, infierno, etc.) eran interpretadas
precisamente como una descripción de la irrupción del más allá en el
aquí que perece. La esperanza cristiana se dirigía hacia lo "último",
hacia el "final" de la historia individual o universal. Así se corría el
311
peligro de que la escatología, entendida al margen del mundo,
separara cada vez más la esperanza cristiana de la vida y de la
historia diarias. La promesa escatológica del Reino ya no era
fundamento de la misión de hacer progresar el mundo. La
Escatología, entendida de un modo cada vez más especulativo y
moralista, se llegó a convertir en un "pobre capitulito al final de la
dogmática", como dice K. Barth.
312
contraposición a una "teleológica" que miraría hacia un futuro
temporalmente por llegar.
Tanto Barth como Althaus se liberaron de esta forma de hacer
escatología. En realidad, la teología dialéctica no se supo escapar de
una concepción vertical de la historia."Nosotros abajo" - "Dios
arriba"; nosotros, los vacíos- Dios, la crisis del hombre. En esta
dialéctica tiempo-eternidad, la historia y el futuro concretos no
tendrían importancia alguna.
R. Bultmann, unido primero a los "dialécticos", se convirtió
luego en su antagonista. En conexión con la analítica existencial del
primer Heidegger, Bultmann define a los hombres como
"posibilidad de ser en el estar abierto al futuro". El propio ser, la
verdadera realidad del hombre está siempre coloca ante él. El
hombre los pone en juego en los encuentros siempre nuevos de su
vida que deben realizarse en apertura y libertad. Pero, pecador
como es, el hombre ha perdido su libertad y su futuro. Se encuentra
cerrado, apresado por el pasado, por lo que tiene y por lo que es. De
este modo está frustrando su verdadera vida. El acontecimiento de
Cristo es escatológico, es decir, da fin a la caducidad de la existencia
pecadora y posibilita la nueva apertura y libertad. El creyente que
se fía de la palabra de la predicación puede oír de nuevo y seguir la
llamada del amor, y alcanzar su verdadera vida. Ya no espera en un
futuro que está por llegar temporalmente, sino que en cada ahora de
la llamada y del seguimiento está presente el futuro. Y así se puede
decir con Bultmann: "No míres a la historia universal; más bien
debes poner los ojos en tu historia personal... En tu presente está el
sentido de la historia... En cada momento dormita la posibilidad de
ser el momento escatológico. Debes despertarlo". Las afirmaciones
escatológicas de la Escritura son, entonces, imágenes de la
disponibilidad de la actuación salvífica de Dios y/o de la apertura
ilimitada de la existencia humana. Hablan, de un modo mítico, del
hombre, bajo la llamada del futuro de Dios. De ahí surge la
exigencia de su desmitologización.
Deben ser interpretadas como expresión de la "futureidad" y de
la apertura de la existencia humana. Bultmann también influyó en
el campo católico. Su teología ofrecía la posibilidad de huir del error
fisicista-cosmológico y del esquema "vertical" de la historia.
313
Liberaba la idea tradicional de la escatología como un fin de la
historia que irrumpe desde fuera; y de la dialéctica, según la cual la
escatología sería un tapón para la crisis del hombre ante la absoluta
trascendencia de Dios. Subrayaba, en cambio, su referencia a la
actual realización de la fe del creyente ante la llamada siempre
nueva de Dios. Es indudable la aportación positiva de Bultmann; a
pesar de ello, tuvo muchos opositores. Tanto los partidarios de la
escatología tradicional, como los llamados "historiadores de la
salvación" objetaron que, por su transformación del futuro
temporal en la futureidad existencial, el futuro concreto venidero de
mundo e historia quedaba desvalorizado. ¿No se le podría acusar de
hacer una escatología sin tiempo ni mundo, si aquélla se concentra
solo en el momento de la decisión existencial de la fe aislada de la
historia concreta?, ¿qué se podría decir entonces de la salvación del
mundo? D. Sölle nota rectamente que el futuro de Bultmann queda
abierto para que el individuo "gane" o "pierda" su vida, pero no
para la salvación universal. Como reacción, comenzó hacia los años
sesenta una nueva orientación de la escatología. Pero antes de
estudiarla, vale la pena echar un vistazo a dos esbozos escatológicos
de la teología católica.
321
8.- ¿Otra vez una nueva oscilación del péndulo?
Han quedado muchos interrogantes sin solucionar en detalle.
Pero los esfuerzos citados en último lugar por armonizar teorías
escatológicas y praxis deben ser juzgados como empresa ineludible e
importantísima. Por eso, resulta más sorprendente el que, tras
todos esos intentos, ya se perciba en Europa y en Norteamérica una
nueva oscilación del péndulo. Puede estar motivada por la
experiencia de frustración en los últimos años, cuando se ha visto
que solo los cambios estructurales no pueden establecer el reino de
Dios ni siquiera su apariencia. El optimismo ante la hominización
progresiva del mundo cede ante la idea de que el hombre es muy
limitado en sus posibilidades. Se ha descubierto además la
limitación peligrosa de una fe a ultranza en el progreso. La
esperanza en la hominización del mundo mediante la revolución de
todas las relaciones injustas ha desaparecido por la experiencia de la
fuerza demoledora de una libertad revolucionaria insensata. En
consecuencia, comienza a articularse nuevamente el "ansia hacia el
Absolutamente Otro"2, "el más allá" -tabú no hace demasiados
años- como posibilitación del ser humano. Lo individual vuelve a
tener importancia. El problema del sentido, la preocupación por el
dolor y la muerte vuelven a experimentar un apogeo en la teología y
en las ciencias humanas. Mientras algunos grupos cristianos de
acción política han caído en una profunda crisis, nacen otros cuyo
constitutivo esencial no es la praxis pública de una escatología
abierta al futuro, sino la presencia espiritual del éschaton en medio
de ellos.
No es que nos encontremos en un círculo vicioso. Debemos
intentar sacar alguna lección de dichas oscilaciones. Podría ser ésta:
No hay evidentemente, para la escatología cristiana, ninguna
última palabra, ningún "pasaporte" hermenéutico. La escatología es
un producto muy diferenciado, que no puede abandonarse a la
moda de cada momento. No cabe olvidar ningún polo.
Ella da testimonio de la cercanía y de la lejanía de Dios, del
presente y del futuro por llegar; del futuro que es promesa y también
invitación a actuar, que hace saltar las estructuras de la historia y
se proyecta hacia adelante en la historia; se refiere al particular y a
la salvación de todos; sabe que todo se hunde en la nada y que hay
una nueva creación. Y, ya que el futuro prometido es Dios mismo, la
322
escatología se debe colocar ante él como ante el misterio que nunca
podrá ser comprendido totalmente. No basta con rechazar falsas
alternativas, hay que intentar sistematizar nuestro saber sobre el
éschaton. Pero es evidente que el solar para una tal edificación no
está todavía preparado.
Notas:
1NoGanz-Andere sino Ganz-Ändernde (N. del T.).
2Seltnsucht
nach dem ganz Andezen, título de una obra del marxista M.
Horkheimer (N.del T.).
323
XI.4.- PROFECÍA Y APOCALÍPTICA EN EL JUDAÍSMO
POST-EXÍLICO
326
Quedaba transformado en una especie de futurología cuya
identificación con la apocalíptica era sólo cuestión de tiempo.
Conclusión
El judaísmo "ortodoxo" procuró liberarse de la apocalíptica. En
realidad ésta dejó pocas huellas en la literatura rabínica.
En el cristianismo de los orígenes la situación era distinta. No
sólo el libro del Apocalipsis sino diversos lugares del NT deben
clasificarse dentro del ámbito de la apocalíptica.
Jesús y los Apóstoles, más que apocalípticos eran predicadores
cuyo mensaje se dirigía a la multitud, no a círculos de iniciados.
En todo caso, en el cristianismo naciente, apunta una nueva
orientación; aquella que desde la apocalíptica se abre hacia la
gnosis. Pero, evidentemente, se trata de problemas que trascienden
los límites de este estudio.
327
Unidad XII:
LA FUNCIÓN PROFÉTICA: PROFETA VERDADERO Y
FALSO PROFETA
Objetivo de la Lección:
Distinguir el conocimiento de la historia prevalente en los profetas
clásicos.
Conocer la concepción escatológica de los profetas.
Valorar la concepción de la “historia” en relación y dependencia de Dios.
188
J. Sanders, “Hermeneutics in true and false prophecy”, en B. Long y G. Coste, Canon and
Authority, Philadelphia, 1977, pg. 21-41.
329
3. La Biblia y las controversias entre profetas
Podemos dividir en tres categorías el material que la Biblia
ofrece sobre este tipo de enfrentamientos. En primer lugar están los
esbozos de criterios que nos ofrece como ayuda para el
discernimiento entre el verdadero y el falso profeta. Tenemos así el
hecho de que se cumpla la palabra empeñada o el anuncio predicho
(Dt 18,22; Jer 28,9); las dudosas revelaciones de “sueños” en favor
de otras comunicaciones más personales (Nm 12,6-8; Jer 23,25-26;
14,14; 23,16); el profesionalismo, como Corruptor del carisma (Mq
3, 5.11; Jer 6, 13); una conducta incompatible con la santidad de la
palabra que pregonan (ls 28, 7; Jer 23, 11. 14).
Un segundo grupo de datos es el de las denuncias proféticas de la
falsa profecía, en sentencias incisivas o en colecciones de sentencias.
Así, las hallamos en Is 9, 14; Mq 2, 6-11; Os 4, 6; Lam 2, 14; Zac 13,
3-6; Ez 13; 22.28-31.
Finalmente, tenemos las narraciones de controversias entre
profetas. Es difícil hacer nuestro trabajo sobre la base de las dos
primeras, ya que se trata de breves apóstrofes, o compilaciones de
denuncias que responden a diversas épocas, y que por lo demás nos
han llegado generalmente fuera de su contexto histórico. Por lo
tanto nos remitiremos al tercer tipo de material, que nos ofrece
mayor perspectiva.
Tomaremos cuatro relatos de enfrentamiento, representativos de
etapas importantes del pueblo de Israel. El de Miqueas hijo de
Yimlá, que es el más antiguo relato que nos transmite la Biblia
sobre este tipo de disputa; el de Amós y Amasías en Betel,
preludiando la caída de Samaria; el de Jeremías y Amasías, en
Jerusalén, ante la inminencia de su destrucción; y el de Ezequiel, en
medio de los deportados de Babilonia.
b) Contexto
Aunque son diversos los criterios de los historiadores acerca de
las guerras arameas189, e incluso algunos las niegan190, podemos
intentar una reconstrucción política de la época. En el -858 el rey
Ben Hadad II de Damasco junto a otros aliados puso sitio a
Samaria por razones comerciales. La ciudad resistió, y en una salida
los asediados infligieron una derrota a los arameos (1 Re 20, 1-21).
Ben Hadad intentó nuevamente un ataque, atrayendo al enemigo a
la llanura, donde podía obtener ventajas tácticas, pero volvió a ser
derrotado por Israel (1Re 20, 26-34). Por fuentes asirias191 sabemos
189
Cfr. A. Soggin, Storia d’Israele, Brescia, 1984, pg. 316ss.
190
Niegan que hayan pertenecido a este periodo. Cfr. Soggin, o.c.
191
Cfr. E. Galbiati, A. Aletti, Atlante Storico della Bibbia e dell'antico oriente, Milano, 1983.
331
además que pocos años más tarde, en el -853, Salmanasar III
marchó hacia el oeste, y que luego de conquistar el pequeño reino de
Bit Adini y el de Karkemish, se dirigió hacia el sur contra Hamat y
Damasco, derrotándolos y sometiéndolos en la batalla de Qarqar.
e) Hermenéutica
Aquel mismo año192 fue la embajada de Josafat al rey de Israel
en Samaria, donde éste aprovechó para invitarlo a tomar parte de
la conquista de la ciudad de Ramot de Galaad.
El panorama se presentaba positivo. El éxito de las precedentes
expediciones militares así lo confirmaban. Además su reino
atravesaba por un momento de esplendor y potencia. Había
conseguido otros éxitos sobre pueblos vecinos. La amistad con el
reino de Judá era más bien una subordinación de éste a Israel. En
tiempos de Ajab había sido reconstruida Jericó (1Re 16,34), como
atalaya contra Moab. Retomando la tradición de Salomón, Ajab
fue un gran constructor, tanto por razones estratégicas como por
lujo; en Samaría, por su iniciativa, levantó una “casa de marfil”
(1Re 22, 39), que fue probablemente una renovación de los
empotrados de marfil del palacio real de Omrí. Finalmente, la
situación de su rival Ben Hadad II de Damasco era comprometida
por los embates que estaba sufriendo por la expansión asiria desde
la derrota sufrida en Qarqar.
Todo esto movió a los profetas de la corte a aconsejar la
expedición contra Ramot de Galaad. Pero Miqueas hijo de Yimlá
veía las cosas con otros ojos. Dentro de la grandeza y florecimiento
que estaba viviendo Ajab, había una grave deficiencia: el haber
perdido el primitivo yahvismo y la pureza de la religión de sus
padres. El acercamiento amistoso con Judá era una óptima ocasión,
no para salir de batalla juntos, sino para reforzarse espiritualmente
con aquel reino connacional. Y en todo caso, bien armonizados,
habrían podido realizar grandes cosas.
192
Cfr. G. Ricciotti, Storia d'Israele, vol 1, Torino, 1955, pg. 402ss.
332
Por otra parte, es probable que Miqueas fuera de la opinión de
no debilitar demasiado la potencia de Damasco, la cual le servía de
almohada contra los embates de Asiria.
Precisamente, y a pesar de la derrota de Qarqar, en aquel mismo
periodo otras rebeliones surgidas en el interior del vasto imperio de
Salmanasar III hicieron que el monarca sirio quitara su atención de
los estados del oeste y abandonara sus intentos expansionistas
momentáneamente, lo cual permitió a los arameos verse libres de su
terrible enemigo y ocuparse totalmente de la defensa de la frontera
sur.
Los acontecimientos que siguieron le dieron la razón a Miqueas
hijo de Yimlá. El profeta tiene la seguridad de que Dios confirmará
lo que anuncia, basado en la presencia que siente de su palabra.
b) Contexto
La política internacional era altamente favorable a Israel. El rey
Adadnirari III de Asiria había realizado una campaña contra
Damasco entre el -805 y el -802, y la sometió a enorme tributo, lo
cual trajo alivio y tranquilidad a Israel. Jeroboam II supo sacar
334
provecho arrebatándole la zona de Hamat, más allá del Antilíbano.
De Asiria tampoco se podía esperar peligro, pues luego de la
incursión contra Damasco había entrado en período de decadencia,
ocupada contra los arameos de la Mesopotamia, contra el Urartu en
la región armenia del Ararat, y contra la Media que amenazaba el
límite oriental. Si al norte ninguna amenaza preocupaba, tanto
menos al sur, donde, luego de la derrota de Amasías, el reino de
Judá estaba en absoluta dependencia (2Re 14, 8.14).
La situación interna no era menos promisoria. El comercio con
Arabia, Fenicia, el Mar Rojo y las minas de cobre de la Arabá,
habían producido una prosperidad desconocida desde la época de
Salomón. La población alcanzó su mayor densidad.
Los edificios eran espléndidos y lujosos. Aumentaron los recursos
económicos y agrícolas. Florecía la industria textil y la del tinte.
Por otra parte, los 40 años de gobierno del rey de Israel le dieron
una unidad de directiva interna que permitió una época de
verdadera prosperidad y grandeza.
c) Hermenéutica
En realidad las palabras de Amós no podían hacer mucha mella
en sus oyentes. Más bien parecía algo visible, pues el reino gozaba
de los mejores años de su historia. La ciudad fuerte y confiada no
podía, según el entender de cualquier mente lúcida, creer en un
profeta que denunciaba la injusticia y despertaba la pesadilla de los
peligros exteriores.
Sin embargo, esta prosperidad y bienestar ocultaban una
descomposición social. Se daban grandes injusticias, y un contraste
brutal entre ricos y pobres, sin que el Estado hiciera nada por
aliviarla. La brillante situación tapaba miserias. Aquellos que
tuvieran una visión más profunda de la realidad, podían intuir que
las bases de la situación eran preocupantes. En lo interno, la
injusticia establecida. En lo externo, la humillación de los vecinos
arameos por los asirios. Era una paz indirecta, casual, provisoria, y
esas condiciones paradisíacas no podían durar. Asiria no iba a
detener su ambición expansionista en las fronteras de Israel. Era
sólo un compás de espera.
335
En el año -721, Amós, que se había vuelto a su Técoa natal,
pudo sentir desde allí los rumores de la destrucción y los lamentos
de la desolación Su hermenéutica había sido la correcta.
193
Para la crítica histórica de los salmos, cfr. R. Murphy, “Comentario a los salmos”, en
Grande Commentario Biblico Queriniana, Brescia, 1973.
336
b) Contexto
En el -598, Nabucodonosor, segundo rey del imperio
neobabilónico, había realizado la primera deportación de judíos a
Babilonia. Había llevado como prisionero al rey Joaquín y
colocando en su lugar a un tío suyo, Sedecías. Judá y los reinos
vecinos quedaron sometidos a tributo. La carga era pesada y el
intento de sacudirla comprensible. En Jerusalén dos partidos
disputaban la política externa. El rey, con la mayoría de los nobles,
se inclinaba a una alianza con Egipto, con la vana esperanza de
sustraerse al dominio babilónico. Otros, entre los que se encontraba
Jeremías y sus discípulos sostenedores de la reforma religiosa,
aconsejaban permanecer sometidos a Nabucodonosor para evitar
males mayores.
Mientras vivió el faraón Necao, no pudo llegarse a ningún
acuerdo, porque éste, luego de la batalla de Karkemish en el -605 en
que fue derrotado por los babilonios, había resuelto sabiamente no
inmiscuirse más en los asuntos palestinos. Pero al morir él cuatro
años más tarde y sucederle Psamético II, el fuego de las esperanzas
escondidas volvió a encenderse. Y fue precisamente en este año -594
cuando tuvo lugar en Jerusalén la reunión de las embajadas de
Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón (Jr 27, 3), para tramar el
complot.
c) Hermenéutica
Jananías, del partido filoegipciano, fundado en la
indestructibilidad de Sión y de la Casa de David, y alentado por la
nueva situación política en el país del Nilo, ve renacer las
esperanzas para la liberación de Judá. Lo cual le permite afirmar
que en dos años más el yugo de Babilonia se romperá, los
desterrados regresarán y los tesoros robados volverán.
Pero Jeremías entiende las cosas de otro modo. Según su
razonamiento, la rebelión provocaría una nueva invasión de los
caldeos, una nueva destrucción y más deportaciones. Su intento es
que el pueblo, a raíz del infortunio, tome conciencia, despierte a la
vivencia religiosa y se disponga a la conversión. No le falta amor a
la patria, pero para él la coyuntura encierra una llamada de Dios.
337
Finalmente la insurrección contra Babilonia no se llevó a cabo
porque Psamético, siguiendo la política de Necao, se mantuvo al
margen de estos proyectos. De todas maneras, triunfaba la posición
defendida por Jeremías.
Sin embargo, al morir el faraón en el -589, su hijo y sucesor
Hofra abandonó la actitud de no intervención en el Asia y excitó los
espíritus contra Nabucodonosor en Jerusalén, prometiendo ayuda
militar.
El 19 de julio del -587, la capital del reino de Judá era tomada y
destruida por el soberano asiático. El único auxilio, que prestó
Egipto, fue el de recibir a los fugitivos de la vecina nación, que
acababa de desaparecer. Esta catástrofe vino a confirmar una vez
más la hermenéutica de un profeta que tenía puesto un oído en la
realidad y otro en el diálogo con Dios.
b) Contexto
La situación histórica es la misma que la descrita para el profeta
Jeremías. Nabucodonosor había realizado la primera deportación
del pueblo de Judá en el -598, exiliando en Babilonia 7.000 notables
y propietarios del reino, 1.000 obreros especializados para utilizar
en las grandes construcciones de Babilonia, un número impreciso de
otras personas, y los objetos preciosos del Templo. Esta primera
deportación fue asentada junto al canal Kebar, que atravesaba la
ciudad de Nipur, al sudeste de Babilonia. En ella vino el profeta
Ezequiel.195
Y mientras el grupo que permaneció en Judá, alentado por la
nueva situación política de Egipto, se vio invadido de falsos
profetas, en Babilonia también empezó a crearse una nueva
situación, que dará lugar a falsos profetas. Al año siguiente de la
194
Para el análisis literario de las citas proféticas, cfr. L. Alonso Schökel y J. L. Sicre, Profetas,
vol. I y II, Madrid, 1980.
195
Cfr. A. Soggin, Storia d’Israele, 380 s.
339
deportación, Nabucodonosor vio surgir un nuevo enemigo en la
frontera del Tigris, un rey desconocido, probablemente el de Elam,
que lo entretuvo momentáneamente y quitó su atención de los
problemas de la Siria-Palestina.196 Desde diciembre del -596 y por
espacio de dos largos meses, debió enfrentar una rebelión interna en
el país, que sólo logró sofocar con arduo trabajo capturando al
cabecilla y matando a muchos de su propio ejército.197
Por otra parte, el poder de los Medos en esta época se hacía
sentir no poco. De los años siguientes, no sabemos nada de
Nabucodonosor. Estos sucesos nos ayudan grandemente a
comprender la mentalidad de los desterrados. Las amenazas
externas y las revueltas internas fomentaron en ellos la esperanza
de que el castigo enviado por Dios era pasajero. Comienza a nacer la
ilusión de que el rey Joaquín será liberado pronto y de que todos
volverán a Palestina. Lo que menos pueden imaginar es la
destrucción de Jerusalén y dos deportaciones más.
c) Hermenéutica
Los falsos profetas no se hicieron esperar. Basándose en
tradiciones que creían ver de aplicación inmediata (Is 29, 17; 30, 19)
y pretextando sueños reveladores (Ez 13, 6), arreciaron alentando al
pueblo en esta vana esperanza de la pronta restauración. Ya el
profeta Jeremías se había encargado, en una carta a los desterrados,
de disipar estas ilusiones (Jr 29, 5-7). Pero el pueblo, animado por
los videntes, se negaba a admitirlo.
Fue entonces que Dios, entre los desterrados, elige a uno para
transmitir el mismo mensaje. La vocación de Ezequiel198 tuvo lugar
el 31 de julio del -593, un año después del duelo entre Jeremías y
Jananías. A partir de entonces, Ezequiel deberá hablar a un pueblo
rebelde y transmitirle un mensaje duro y desagradable. Frente a la
esperanza y optimismo de éste, que cree que la situación
internacional le da la razón, el profeta, interpretando a su manera
196
Cfr. D. J. Wiseman, Chronicles of Chaldaean Kings, London, 1956, pg. 36ss.
197
Wiseman, o.c.
198
Cfr. W. Zimmerli, Ezekiel, vol. 1, Philadelphia, 1979, pg. 9-16.
340
las cosas, e inspirado por Dios, con tres acciones simbólicas les
comunica el asedio, el hambre, la muerte y la deportación de la
amada capital. Y paso a paso va desarrollando su mensaje, su
hermenéutica.
La confirmación de los oráculos de Ezequiel llegaría el 19 de julio
del -557,199 con la caída y destrucción de Jerusalén, y la segunda
deportación. Cinco años más tarde, por motivo de los disturbios
internos y el asesinato de Godolías, los babilonios llevarían a cabo
todavía una tercera deportación contra el desolado país,
demostrando contra las engañosas prédicas, que por el momento el
reino no debía tener la paz.
8. Conclusión
La profecía es un modo de comunicación de Dios con el mundo.
El pueblo de Israel dudó, y con razón, que hubiera tal encarnación
en todos los que pretendían hablar como profetas. Pero también
mostró que la palabra misteriosa e incómoda lleva siempre al
rechazo de los auténticos mensajeros.
Los oyentes de la palabra no pueden eludir la responsabilidad en
el discernimiento del profeta. Tienen que optar. Y la elección
equivocada que hemos visto hacer al pueblo constantemente ante
los profetas verdaderos evidencia que no existían ni existen criterios
objetivos y claros, recetas manejables, que se puedan aplicar de un
modo absoluto. El juicio definitivo del profeta sólo se puede hacer
en el terreno religioso, es decir, en el interior de cada uno, por medio
de la fe y la sintonía con el mismo Dios.
El Deuteronomio había señalado un criterio de discernimiento: el
de la conformidad con la doctrina yahvista (Dt 13,2-19), criterio
éste de muy difícil aplicación como vimos en los casos estudiados.
Más adelante, agrega un segundo criterio: el del cumplimiento de la
palabra (Dt 18, 21-22). Este, adolece de tres defectos. Primero, que
el acontecimiento histórico tiene suficientes causas naturales, y no
199
Seguimos la difundida cronología de Parker-Dubberstein.
341
es forzoso buscarle otras. El que muera el rey Ajab luchando contra
los arameos, o que Jerusalén sea invadida por Nabucodonosor,
como dijeron Jeremías y Ezequiel, no “demuestra” que Dios haya
hablado por ellos.
El acontecimiento permanece mudo mientras el que lo
contempla no lo lee con espíritu trascendente. Segundo, no todos los
oráculos de los profetas se refieren a sucesos que se realizarán
puntualmente en la historia. Muchas veces alzan la voz
simplemente para interpretar un hecho pasado, o para enrostrar
una acusación, o para ordenar en nombre de Dios una disposición
concreta. A veces son anunciadores de una realidad mesiánica, para
la total realización de la cual el profeta tiene toda la historia
humana por delante. Tercero, que nadie, ni el profeta, sabe si su
predicción se va a cumplir. Dios queda siempre libre, por encima de
la palabra del profeta, como en el caso de Jonás. Por eso, sólo Dios
legitimará al profeta, por su revelación a los destinatarios, quienes
deben obrar con fe ante los acontecimientos.
En definitiva, el discernimiento de espíritus es un don del
Espíritu. Este Espíritu profético vive también en la comunidad de
los creyentes, donde el profeta actúa, y que ayuda a ser
comprendido. Esto ya lo sabía la comunidad del Antiguo
Testamento. “Ojalá que todo el pueblo sea profeta” (Nm 11, 29).
“Derramaré mi espíritu sobre toda carne” (Jl 3,1). El Espíritu de
Dios hace que todo el pueblo sea profeta y pueda conectar desde el
centro de sí mismo la onda que emana desde el centro de la persona
del mensajero de Yahvé.
342