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UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LOS LLANOS

OCCIDENTALES EZEQUIEL ZAMORA


PROGRAMA DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
SUBPROGRAMA CASTELLANO Y LITERATURA
SUBPROYECTO ESTRATEGIAS METODOLÓGICAS PARA LA ENSEÑANZA DE
LA LENGUA Y LITERATURA

ESTUDIO DE LA DIDACTICA DE LA LENGUA COMO DISCIPLINA

Semestre VII
Facilitadora: Victoria Tomassetti
Estudiante Yaireth Escalona

Barinas, Junio 2022


La didáctica significa el arte de enseñar, es considerada una rama de la
ciencia pedagógica que revela los fundamentos teóricos de la educación y la
formación en su forma más general. La didáctica dejar ver patrones, principios de
enseñanza, tareas, el contenido de la educación, formas y métodos de enseñanza
y aprendizaje, estimulación y control en el proceso educativo, característicos de
todas las materias en todas las etapas de formación.
Del mismo modo, la didáctica estudia las leyes y aspectos específicos de la
educación y la formación en los diversos sistemas educativos. A tal efecto, “la
didáctica es aquella parte de la pedagogía que describe, explica y fundamenta los
métodos más adecuados y eficaces para conducir al educando, a la progresiva
adquisición de hábitos, técnicas, conocimientos, en suma, e integral formación”
(Larroyo, 1967) en fin, se puede acotar que la didáctica es una metodología a
seguir para desarrollar la instrucción en las diversas áreas del saber, donde se
aprecia los métodos y condiciones de enseñanza para una aplicación más
efectiva, permite además mejorar las formas organizativas del trabajo educativo.
Al hablar de la didáctica de la enseñanza de la lengua como disciplina se
puede indicar que ha recibido influencia de diversas áreas como lo comprende la
filosofía, sociología, psicología y pedagogía, nace a partir de los años 60, la misma
tiene por objeto enfatizar los procesos de enseñanza centrados en la
comunicación lingüística como una cualidad exclusivamente humana. En este
sentido, la didáctica de la lengua constituye un campo de conocimiento que tiene
como esencia el complejo proceso de enseñar y aprender lenguas con el fin de
mejorar las prácticas y adecuarlas a las situaciones cambiantes en que esta
actividad se desarrolla (Camps, Guasch y Ruiz Bikandi, 2010, p. 71).
Importa destacar, que la didáctica de las lenguas es una disciplina que
estudia los fenómenos de enseñanza y de aprendizaje de las lenguas y las
complejas relaciones entre los tres polos del triángulo didáctico: profesor, alumno
y la lengua o las lenguas enseñadas. La didáctica de las lenguas aborda las
interrelaciones y las interdependencias entre estas instancias que constituyen una
totalidad organizada, denominada sistema didáctico. Su objeto central puede ser
identificado como el estudio de la transmisión y la apropiación de las lenguas, en
particular, sobre los procesos de construcción de prácticas y de conocimientos
lingüísticos desarrollados en el contexto escolar.
La eficacia de la didáctica de lengua como disciplina depende tanto de su
capacidad para generar nuevos conocimientos, como de la búsqueda de
soluciones a problemas sociales y educativos. Los saberes sobre la enseñanza y
el aprendizaje de las lenguas se abordan a partir de posturas plurales (Schubauer-
Leoni & Dolz, 2004): la del profesor, encargado de transformar y adaptar los
objetos de enseñanza de manera que favorezca el desarrollo lingüístico de sus
alumnos; la del formador, responsable de los saberes profesionales de los
profesores; la de los expertos, encargados de analizar los problemas de la
enseñanza; y, finalmente, la de los investigadores, responsables del avance en la
producción científica, que, paradójicamente, estabilizan los acervos y suscitan
nuevas cuestiones.
También, “la didáctica de la lengua es una disciplina de intervención que
tiene como objetivo no sólo ampliar el saber de los alumnos, sino también
modificar el comportamiento lingüístico de los alumnos” (Hymes, 1972). los
subsistemas alumno y profesor constituyen conjuntos organizados de actitudes, de
prácticas, de representaciones sociales y cognitivas. Ellos comparten un proyecto
de enseñanza-aprendizaje que define y regula el rol de cada uno de los tres polos
del sistema didáctico, donde se establecen las relaciones entre el profesor y los
alumnos en función de la situación y en relación a los saberes objetos de
enseñanza.
En efecto, se pueden asociar tres finalidades a la enseñanza de una
lengua: comunicar de manera adecuada, reflexionar sobre la comunicación y la
lengua, así como construir referencias culturales. La primera finalidad, habilidades
tales como hablar, escuchar, leer, escribir e interactuar (Reuter, 1996), resultan
indispensables para la participación en la vida diaria y garantizan el acceso a la
cultura y a los saberes. La segunda finalidad, la reflexión sobre el funcionamiento
de la comunicación, sobre el sistema y sobre el uso de la lengua (Coste, 1985) La
tercera finalidad se caracteriza por el constante retorno a los textos literarios
(Rosier, 2002), pero también a los conocimientos ligados con la historia, los usos,
las normas y el patrimonio de la lengua. Por lo tanto, reconocer los valores del
patrimonio cultural es fundamental en la relación que establece el alumno con el
lenguaje y con sus diversas manifestaciones.
En definitiva, la enseñanza de la didáctica de la lengua como disciplina no
es una tarea fácil, ya que se deben delimitar los contenidos de enseñanza y
aprendizaje de las lenguas, considerando diferentes variables. Las primeras son
de carácter externo pues conciernen al contexto social, al apoyo institucional, al
valor social de las lenguas y a la manera como sus usos influyen sobre el currículo
de las lenguas. El segundo tipo de variable es de carácter interno y está vinculado
a la propia naturaleza de las lenguas. La lengua cumple una doble función, pues al
mismo tiempo que herramienta de comunicación, es también su objeto de
enseñanza-aprendizaje.
Por otro lado, al hacer alusión al procedimiento para la construcción del
pensamiento didáctico, de esta perspectiva, es necesario que los docentes que
laboran en contexto educativos, desde su pensamiento didáctico, reflexionen en
su práctica pedagógica, y asuman compromisos, en la que de forma efectiva
atiendan las necesidades de aprendizajes de los estudiantes, propiciando en ellos
los conocimientos necesarios que le permitan afrontar los cambios sociales y
políticos que emergen en su entorno inmediato.
El compromiso que ha de asumir el docente y así lo plantea la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura UNESCO (2012)
contempla en contribuir al logro de adquisición de conocimientos y competencias
elementales, promover la comprensión y el respeto de los derechos humanos, la
inclusión, la equidad y la diversidad cultural, e impulsar el deseo y la capacidad de
aprender a lo largo de toda la vida.
Es de exaltar, que el éxito o el fracaso de toda la transformación curricular
dependen en gran medida de la actitud del docente en la interpretación y
adaptación que les dé a los cambios propuesto, pues, son ellos los llamados a ser
mediadores del proceso de aprendizaje. En relación a lo expresado, Elliot (1997)
señala que el docente es y debe ser un generador de conocimientos, cuando
reflexiona y teoriza desde su práctica, reconstruyéndola y resignificándola; cuando
decide ser un consumidor de conocimientos producidos por otros o ser un
productor de conocimientos y teorías a partir de la reflexión desde la práctica
educativa. En este nuevo currículo se suscribe al docente dentro del paradigma
constructivista, en cuya tendencia se concibe como una persona práctica, reflexiva
y transformadora, con características referidas a un profesional que contribuye a
su formación desde la acción educativa, investigador de la enseñanza y
desarrollador de su práctica de una manera contextualizada, proponiendo
actividades para la construcción activa de los saberes.
Además, se proyecta como un profesional que actúa en función de un perfil
polivalente, abierto, dinámico, reflexivo, crítico, investigador que incorpora en su
hacer didáctico habilidades, conocimientos y actitudes para formular, diseñar y
desarrollar estrategias y programas de intervención educativa en contextos
socioeducativos y culturalmente cambiantes. Esta actitud de ir más allá de lo que
el currículo dicta y así lo plantea López y Basto (2010) le da la oportunidad al
docente para establecer conexiones, suscitar dilemas, promover dudas, crear
posibilidades, generar espacios, a su vez que suscita la reflexión de su didáctica.

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