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Repensar la pobreza

“La pobreza nos ha acompañado durante muchos miles de años; si tenemos que
esperar otros cincuenta o cien años para ver su fin, así sea. Al menos podemos
dejar de fingir que hay alguna solución sencilla y, en su lugar, unir nuestras manos
a millones de personas bienintencionadas de todo el mundo en la búsqueda de
muchas ideas, grandes y pequeñas, que algún día nos llevarán a ese mundo en el
que nadie tenga que vivir con 99 centavos de dólar al día”.

La relativa importancia de los recursos y lo crucial que resulta entender los


incentivos de quienes están al mando de los servicios públicos en los países en
vías de desarrollo, se refleja también en las intervenciones de los premiados en el
ámbito de la salud. Por ejemplo, encontraron que una de las razones de la falta de
vacunación infantil en países pobres no es sólo la falta de vacunas sino la facilidad
de conseguirlas. En este sentido, sus investigaciones apuntan a la clásica
enseñanza de la Economía del Comportamiento sobre el valor de los “gratis”: las
tasas de vacunación pasaron en uno de sus experimentos del 18 al 75% en el
momento en que las vacunas dejaban de costar algo menos de un dólar y
pasaban a ser completamente gratis. De forma similar, el problema no es tanto
que las vacunas no estén disponibles en los centros de salud sino que cuando se
acudía a vacunarse, los encargados de poner las vacunas no estaban en sus
centros de trabajo. Por ello, establecieron un sistema de unidades móviles que
realizaban campañas de vacunación dirigiéndose directamente a las zonas más
pobladas que, combinándolo con un pequeño incentivo (un kilo de alimentos)
consiguió incrementar de forma espectacular las tasas de vacunación.
Por último, no han estado exenta de polémica las investigaciones de los
premiados sobre microcréditos financieros, una herramienta clásica propuesta
para salir de la pobreza extrema. En varias investigaciones, los premiados
encuentran que aunque los microcréditos estén ampliamente disponibles y en
condiciones muy ventajosas, los individuos pueden no tomarlos. Si bien uno de
estos créditos podría permitir la inversión en fertilizantes que a medio plazo
aumentaran de manera radical la productividad de las tierras cultivadas por
agricultores pobres, éstos no los terminan de adoptar por tener preferencias
temporales sesgadas hacia el presente: cuando uno es pobre lo que importa es el
aquí y ahora, y cuesta mucho hacer un esfuerzo económico hoy, por pequeño que
sea, aunque sea muy provechoso en el futuro.

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