No entiendo a donde va toda esa gente, con tanto afán, frunciendo el ceño como si todo estuviera
mal, pidiéndole a Dios que les ayude, porque solos no podrán.
Nada está mal amigo mío, todo es perfecto, todo está puesto en el lugar en el que debe estar, la piedra está allí para qué tropieces, y ese tropiezo te llevará, quien sabe, a conocer el amor de tu vida, o a tu propia muerte. La melancolía está hecha para que tú cargues con ella. No es el plan perfecto de Dios, no, tú eres el Dios que decide qué camino tomar y con qué piedra tropezar, que melancolía llevar, y también, como un buen Dios, puedes controlar como te mueres, y a quien matas. Cada acto trae una consecuencia y cada consecuencia no es más que un abanico de oportunidades. Tropiézate mil veces con la misma piedra si se te da la gana, al fin y al cabo, cada quien vive su vida como quiere, de tropiezo en tropiezo, de acierto en acierto, abriendo las puertas que quiera abrir, sufriendo por lo mismo 50 años, o sufriendo por diferentes cosas cada día, lo importante es vivir y saber que estamos vivos, saber que somos dioses, dioses demasiado estúpidos, dioses que follan, dioses que arrasan con todo a su alrededor. Somos tan dioses, y tan hijos de perra, que hemos creado nuestro propio infierno aquí... en la tierra, y Satanás no es más que eso que vemos en el espejo, Satán es nuestro álterego, ese que sale con calzones apretados y pelucas en las noches, ese que gime salvajemente en cuatro, Satán es esa vez que fumamos por primera vez, o la vez que le miramos el culo a una chica, Satán es escupirle en la cara al policía, y reírnos de que ese hijo de perra que nos cae mal se tropiece en las escaleras, Satán es desear que se haya roto la nariz o que se haya, al menos, torcido un tobillo. Qué curioso, somos Dios y somos El Diablo, y le pedimos a un Dios que nos ayude y nos alejamos del diablo, cuando todo está aquí adentro, en este universo maloliente que somos. Quién sabe, Jesús podría ser el hermano santurrón de Lucifer. Y entonces la santísima trinidad sería de cuatro, pero Satán no salió en la foto porque estaba castigado por mostrarle el pene a una monjita que desde hace rato lloraba quien sabe por qué. Lo cierto es que la monjita no volvió a llorar, por espanto o de placer, nadie nunca lo sabrá. En fin, somos nuestra propia salvación y nuestra propia maldición, quien es más fuerte, eso ya es cuestión de cada quien, de cada uno de nosotros, de nadie más. ¿Para qué orarle a alguien que está dentro de nosotros, y que somos nosotros mismos? Todo es nuestra culpa, todo lo bueno y lo malo, no hay un plan divino, hay un plan humano que todo lo ha jodido.