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ÓPERA DEL HOMBRE

Omar Roldán.

1
OBERTURA

2
Una voz me preguntó

por qué elegí así mi vida,

me lo cuestionó en seguida

que el destino nos juntó.

Le contesté en forma humana:

porque la vida es así

porque así yo lo entendí

y porque me dio la gana.

Soy libre de pensamiento

y eso me salva del tedio

de construirme un cimiento

basándose en un promedio.

Soy feliz a mi manera

y no me espanta ni un gramo

vida, muerte o lo que fuera

porque yo amo lo que amo.

3
Alborado es el canto del sinsonte,

hálito eterno de emplumada sierpe

que alza el vuelo y cruza el horizonte

de este lugar sin tiempo,

reminiscencia que mescla rescoldos de café

pan recién horneado, tortillas azules

amaneceres, crepúsculos y niebla

atole de maíz y desamparo

frutas sahumerio y cempaxúchitl

resabio de fogón tus besos

nueces, vino y queso

y mis sedientos labios bebiéndote los ríos

devorando tus peces y cangrejos.

Y luego los caminos argamasa

las travesías asfalto que conducen

a algo que llamo población o urbe.

4
Y qué es eso que nombro

sino el entorno que me ha ido encontrando

labios sedientos que me tragan los ríos donde se anidan peces y


cangrejos

espacio tiempo que me habita.

5
INTERLUDIO

6
Digo luz y enciendes la llama

inmarcesible gesto que surge de tu alma.

Digo tierra y te eriges de entre la sombra inquieta

inmaculado aroma del ser y de las cosas.

Digo agua y la caracola de tu savia

numen de lo extenso y lo profundo

es el tótem que me reconstruye

en algo aún no nombrado.

Digo aire y soy el reverbero de tu nombre

la estela de tu aliento

el calor de tu fuego

el pulso de tu sangre

el fruto de tu entraña.

7
El amor es la tierra surcada de amistad

donde se abonan y se labran emociones

que propician el culto y la cosecha

de insospechados infinitos frutos,

donde crecen los árboles en que se anidan

el tiempo y los gemidos, los sueños y las aves

y a sus alrededores brotan los arbustos

la mariposa errante y el canto arcoiris de las flores.

8
El amor es la llama y es la hoguera

cuyo alimento son ardientes palabras

y maderos de besos y leña de caricias,

y que al ras de la tierra, bajo el cielo,

en el correr del viento, al arrullo del agua,

es su diario sustento para que no se apague.

9
El amor es el viento que esparce los suspiros

y los lleva a sahumarse ahítos de una flama,

es el alado soplo feraz e inmarcesible

que envolvió nuestros cuerpos desnudos y enredados,

evocación del fuego, retama de aromas y sudores,

aire que todo arrasa y todo lo propaga y lo renueva,

la semilla, el color, la risa, el horizonte,

los árboles, los mares, los besos, los silencios.

10
El amor es el agua que fluye emancipada,

alfaguara magenta que brota en nuestras venas,

venero que recrea y amalgama el humus de los huesos

y nos revitaliza por el fuego y el viento que la impulsan.

Remolino de peces persiguiendo a la rotunda luna

expandida sabana sobre la piel de todo ente

que naufraga en la marea de sus antras y adentros.

El amor eres tú, y soy yo, somos tu y yo y el universo.

11
El amparo silencio de esta senda

que cruzo golpe a golpe

de tiempo luna y frío

es telar que va hilando mi mortaja

mientras que tu mirada

evocación gastada

es un sol confuso en mi memoria.

12
No aquí ni allá

en otra parte

aquí o allá

donde somos mi casa y tu risa

y la luz de tus ojos

me acuna y me conforta.

13
Ahora que vuelves de anclar tu nave en otros puertos

de desandar las cavernas de tus ansias

de al fin hallarte en tu sendero laberinto espejo,

ahora que retornas de los lejanos confines de tus sueños

eres más alma y menos cuerpo, más mirada profunda

más tú y más yo, más universo.

14
Del soplo de un mar dorado
astilla soy,
un apenas brillo del aguasalespuma que me habita
oráculo y reflejo
de aquello que me mira.

15
Acá desolación
tristeza y realidad
cachetada al Tlatoani que se desmorona.
Los príncipes lloran la pérdida
el último aplauso emboza la mea culpa.
La tierra hendida y yermada se duele
la lucha sigue dicen las voces
la corrupción persiste
y ya quiero irme a casa.

16
RECITATIVO

17
Hoy no voy a escribir de desamor
ni haré poemas que describan sueños,
mucho menos de asuntos de la carne
ni de visiones envueltas de nostalgia.
No versificaré ni líos de amantes, ni anhelos no cumplidos,
como tampoco rimbombantes e intrascendentes frases
de esas que luego a los poetastros lesurgen los domingos.
No hablaré de caudales sin sustancia,
de ello no apuntaré línea ninguna.

18
Pido permiso ahora para insuflar vertientes,
otras aristas que han ido envenenando
en este mi país -tan ultrajado ombligo de la luna-
y en el mundo, a éste y a aquella, pobladores superfluos
tan lejos de sus antros, de sí mismos,
en una sociedad envilecida acaso, dirán unos,
por causa del temor o del olvido,
otros por estulticia, por ignominia o tal vez por ceguera.
Y yo digo, además, por todo eso.

19
Por lo antes anotado alzo la voz y pongo el verso en ristre
para decir que la Tierra es feraz y noble y buena,
y que el hombre y la mujer que en ella habitan
son quienes con su pie la han mancillado
por causa del veneno desembocado en ellos
o ungido antes de ser nombrados ciudadanos,
si, ellos, tú y yo y nosotros, todos
desenraizados entes sin rumbo y sin memoria.
Del planeta el problema es el hombre y sus costumbres.

20
Respecto de la Tierra, además de la duda, ¿qué es el hombre?
Qué es sino un terrón amalgamado con fuego, agua y viento
un cúmulo de granos de la nada edificados en cimiento endeble
cual árboles pequeños de raíces nimias, frágiles, insulsas
nada más importantes que el insecto o más emancipados que las
aves
ni más amables que el néctar de las flores que sorben las abejas
ni de brillantes gráciles colores livianos como las mariposas
ni claros y frescos como un río en el bosque, ni altos cual montaña
o densos y profundos como mares, tampoco extensos como
océanos.

21
Y del planeta entero qué es el hombre que no sea ya el olvido,
si desde que la tierra preñada con el fuego por impulso del viento
lo acogió preferido en cuna de agua entre miles de especies,
y de otros elementos, amén de los primarios, lo dotó,
-le inoculó intelecto, lo erigió en dos patas, le dio imaginación,
le otorgó habilidades para recrear su entorno, la palabra entre ellas,
y por dentro y por fuera, a su imagen y semejanza lo estructuró-,
y lo lanzó al afuera para que viera el mundo y se viera a sí mismo en
el reflejo.
Y el hombre salió al mundo y se pasmó cuando miró su rostro sobre
el agua.

22
El hombre entonces, a la imagen del agua la convirtió en su dios
y emergió despacio desde su vientre la apetencia hasta llenarlo todo
y apareció, sombra negrísima en su rostro, la parte otra de sí mismo
que lo embozó de ego, de ignorancia, y de profundas dudas lo
cubrió.
A cambio obtuvo sueños y esperanza, un gramo de lucidez y otro de
albedrío,
dos palmas de lujuria, tres de soledad y un cántaro de lágrimas
perennes;
se le adentró además la envidia y el encono, la fatalidad y el
sufrimiento.
Para mitigar sus penas y llenar ficticiamente la oquedad del deseo
vislumbró falaz promesa de un futuro feliz y se fue a hacer camino.

23
Y en su caminar el hombre un día, mientras descansaba bajo un
árbol,
observó una lejana silueta que decidida iba hacia a él,
esperó de pie y la figura, cuando estuvo ahí, se reveló mujer;
después de varias palabras, diez caricias y tres besos se sonrieron
se hicieron promesas, se juraron cosas y unieron sus anhelos;
convencidos uno de la otra, cogidos de la mano, se echaron al
camino.
El día tardeaba bajo el viento suave de octubre y el bostezo del sol,
de pronto un trueno zigzagueó en el cielo, preludio de lo incierto,
y un telón gris comenzó a recorrer el horizonte para un cambio de
escena.

El día descubrió al hombre ajado y sudoroso barbechando la tierra


y a la mujer en la choza barriendo y cocinando sus grados de
preñez.
Efluvios de leña requemada y hálito ardiente de comida danzando
el mediodía
a la par que el chirrido del cirio, lloroso y persistente, que consume
al pabilo transmutándolo en humo.

24
Un viento tenue, leve como un susurro, entró por la ventana
recorriendo la estancia,
aglomeró el efluvio, el hálito, el chirrido, el humo
y con todo ello junto se enroscó al crucifijo colgado de alcayata
para luego escapar por algún orificio del techo hacia la nada
de donde el sol se inclina a sembrar el futuro y los pasos del hombre
desdoblan el camino.

Más allá de los sueños el hombre abrió los ojos cercenados de todo,
de tanto ruido y voces ruinosos los oídos, de estridentes visiones
quebrantada la voz.
Trató de hallar a tientas a la mujer preñada de su sueño, a los hijos
de ésta. Gritó sus nombres con esfuerzo inútil.
Esperó estupefacto a que el temor se fuera de su vibrante cuerpo, a
que un mantón de calma lo cubriera.
Cuando por fin sus ojos se volvieron mirada quiso otra vez cerrarlos
sin lograrlo del todo,
el caos giraba allí reprimiendo los gestos, las palabras, las
intenciones todas.
Miró a su alrededor sin comprender cómo es que estaba ahí, así, tan
solo.

25
Este no es el lugar que prometieron aquellos que dijeron que esto
sería igual al paraíso,
y abatido por tanta incertidumbre, trastocados su espíritu y su
alma, se ofrendó a la sima de la nada, de sí mismo.

26
INTERLUDIO

27
Mariposas
paridas por el fuego
escapan a la luna
libres a la noche
y ella
luna loba blanca
las engulle
y ella
noche loba oscura
las devora.

28
Otra vez
tu ausencia
entre las cosas
derramó su listado
de preguntas dolientes
centinela furioso
lagrimal nocturno
guerra de recuerdos
mis sueños…
y despertó en mis ojos
tu imagen siempre en fuga.

29
Alargadas gotas
que eclosionan
en Ninfas que del agua
sustentan
su florecer de alas.
Hada azul
de los estanques
en tu vuelo suspendido
cabalgan mis sueños
en tu lengua amarga.

30
Luna y Sol
en la ventana
uno y otro
en la cama
son palabra
caricias y sudor
alimento de amantes
uno sólo el amado.

31
ARIA FINAL

32
Es la soledad como un libro no escrito
donde la ficción apresa realidades
y ausencia de Dios.
Aquí el tiempo impasible inquieto
reverbera entre sombras
y sopla el viento escucha
oye la voz que dicta el nombre de las cosas
y vaticina oráculo indeleble
la oquedad en el hombre.

33
Aquí aún es octubre
y pájaro la aurora
el mediodía canícula
y a las tres de la tarde como cirios
son las garzas en el cieno
celebrando su última liturgia
Aquí de bruces
se diluye mi cuerpo
raigones oxidados son mis extremidades
que reclama la tierra.

34
Las aves saetan alabanzas

hacia las cuatro auras

y arengan gorjeos en mis oídos

pero he olvidado el salmo.

Me roban la memoria

esos ramajes negros

dolientes como muros

me extravían el oído ráfagas de ocre viento

y mi olvido es plasmado

con destellos rojizos y añiles.

35
Qué puede hacer un hombre contra el hombre

que abusa del poder que le confieren

otros hombres tan necios como él

qué puede hacer un hombre contra otros

que enceguecidos por la fatuidad

embozados de verdugos jueces

suponen ejercen determinan

repiten uno a uno los delirios

implantados por nefandos dioses

que dictan

en su ebriedad inicua

simiescas decisiones.

36
Qué puede hacer

sino gestarse fauno de sí mismo

adentrarse en su bosque

a resguardar su mar su luna.

Mas primero en su desierto

debe irrumpir desnudo de ropajes

descarnado de ego

para encontrar la voz la propia

y redimirse.

Y una vez liberado de sí mismo

conciliada la voz con el entorno

ser el ave saeta y el susurro

que oriente su ojo hacia la nada.

37
Aquí

ingobernable al hombre

inmerso en este bosque que me envuelve

soy fauno que resguarda

el soplo lunar sobre el follaje

el murmullo del mar

y el polen de los vientos

que anidan en las ramas de estos árboles

más cobalto que azules.

38
Aquí y ahora la noche se sitúa

Otoño versa follaje oblacionado

a la tierra que llama

el bosque eclosiona en laberinto

y el fauno que soy se pierde en sus reductos.

Allá fuera de mí está el sendero

en él mis huellas

ínfimas pausas en el tiempo

plasmadas sobre otras

pronto serán ceniza de hojarasca

o mariposas pintadas con fulgores de sol.

39
Ya vendrán otras noches y auroras

otros nefastos días

otras voces marinas a mi oído

y a mis labios aljibe de palabras

luego ineluctable

llegará el invierno.

40

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