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Omar Roldán.
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OBERTURA
2
Una voz me preguntó
me lo cuestionó en seguida
de construirme un cimiento
basándose en un promedio.
y no me espanta ni un gramo
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Alborado es el canto del sinsonte,
4
Y qué es eso que nombro
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INTERLUDIO
6
Digo luz y enciendes la llama
la estela de tu aliento
el calor de tu fuego
el pulso de tu sangre
el fruto de tu entraña.
7
El amor es la tierra surcada de amistad
8
El amor es la llama y es la hoguera
9
El amor es el viento que esparce los suspiros
10
El amor es el agua que fluye emancipada,
11
El amparo silencio de esta senda
evocación gastada
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No aquí ni allá
en otra parte
aquí o allá
me acuna y me conforta.
13
Ahora que vuelves de anclar tu nave en otros puertos
14
Del soplo de un mar dorado
astilla soy,
un apenas brillo del aguasalespuma que me habita
oráculo y reflejo
de aquello que me mira.
15
Acá desolación
tristeza y realidad
cachetada al Tlatoani que se desmorona.
Los príncipes lloran la pérdida
el último aplauso emboza la mea culpa.
La tierra hendida y yermada se duele
la lucha sigue dicen las voces
la corrupción persiste
y ya quiero irme a casa.
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RECITATIVO
17
Hoy no voy a escribir de desamor
ni haré poemas que describan sueños,
mucho menos de asuntos de la carne
ni de visiones envueltas de nostalgia.
No versificaré ni líos de amantes, ni anhelos no cumplidos,
como tampoco rimbombantes e intrascendentes frases
de esas que luego a los poetastros lesurgen los domingos.
No hablaré de caudales sin sustancia,
de ello no apuntaré línea ninguna.
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Pido permiso ahora para insuflar vertientes,
otras aristas que han ido envenenando
en este mi país -tan ultrajado ombligo de la luna-
y en el mundo, a éste y a aquella, pobladores superfluos
tan lejos de sus antros, de sí mismos,
en una sociedad envilecida acaso, dirán unos,
por causa del temor o del olvido,
otros por estulticia, por ignominia o tal vez por ceguera.
Y yo digo, además, por todo eso.
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Por lo antes anotado alzo la voz y pongo el verso en ristre
para decir que la Tierra es feraz y noble y buena,
y que el hombre y la mujer que en ella habitan
son quienes con su pie la han mancillado
por causa del veneno desembocado en ellos
o ungido antes de ser nombrados ciudadanos,
si, ellos, tú y yo y nosotros, todos
desenraizados entes sin rumbo y sin memoria.
Del planeta el problema es el hombre y sus costumbres.
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Respecto de la Tierra, además de la duda, ¿qué es el hombre?
Qué es sino un terrón amalgamado con fuego, agua y viento
un cúmulo de granos de la nada edificados en cimiento endeble
cual árboles pequeños de raíces nimias, frágiles, insulsas
nada más importantes que el insecto o más emancipados que las
aves
ni más amables que el néctar de las flores que sorben las abejas
ni de brillantes gráciles colores livianos como las mariposas
ni claros y frescos como un río en el bosque, ni altos cual montaña
o densos y profundos como mares, tampoco extensos como
océanos.
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Y del planeta entero qué es el hombre que no sea ya el olvido,
si desde que la tierra preñada con el fuego por impulso del viento
lo acogió preferido en cuna de agua entre miles de especies,
y de otros elementos, amén de los primarios, lo dotó,
-le inoculó intelecto, lo erigió en dos patas, le dio imaginación,
le otorgó habilidades para recrear su entorno, la palabra entre ellas,
y por dentro y por fuera, a su imagen y semejanza lo estructuró-,
y lo lanzó al afuera para que viera el mundo y se viera a sí mismo en
el reflejo.
Y el hombre salió al mundo y se pasmó cuando miró su rostro sobre
el agua.
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El hombre entonces, a la imagen del agua la convirtió en su dios
y emergió despacio desde su vientre la apetencia hasta llenarlo todo
y apareció, sombra negrísima en su rostro, la parte otra de sí mismo
que lo embozó de ego, de ignorancia, y de profundas dudas lo
cubrió.
A cambio obtuvo sueños y esperanza, un gramo de lucidez y otro de
albedrío,
dos palmas de lujuria, tres de soledad y un cántaro de lágrimas
perennes;
se le adentró además la envidia y el encono, la fatalidad y el
sufrimiento.
Para mitigar sus penas y llenar ficticiamente la oquedad del deseo
vislumbró falaz promesa de un futuro feliz y se fue a hacer camino.
23
Y en su caminar el hombre un día, mientras descansaba bajo un
árbol,
observó una lejana silueta que decidida iba hacia a él,
esperó de pie y la figura, cuando estuvo ahí, se reveló mujer;
después de varias palabras, diez caricias y tres besos se sonrieron
se hicieron promesas, se juraron cosas y unieron sus anhelos;
convencidos uno de la otra, cogidos de la mano, se echaron al
camino.
El día tardeaba bajo el viento suave de octubre y el bostezo del sol,
de pronto un trueno zigzagueó en el cielo, preludio de lo incierto,
y un telón gris comenzó a recorrer el horizonte para un cambio de
escena.
24
Un viento tenue, leve como un susurro, entró por la ventana
recorriendo la estancia,
aglomeró el efluvio, el hálito, el chirrido, el humo
y con todo ello junto se enroscó al crucifijo colgado de alcayata
para luego escapar por algún orificio del techo hacia la nada
de donde el sol se inclina a sembrar el futuro y los pasos del hombre
desdoblan el camino.
Más allá de los sueños el hombre abrió los ojos cercenados de todo,
de tanto ruido y voces ruinosos los oídos, de estridentes visiones
quebrantada la voz.
Trató de hallar a tientas a la mujer preñada de su sueño, a los hijos
de ésta. Gritó sus nombres con esfuerzo inútil.
Esperó estupefacto a que el temor se fuera de su vibrante cuerpo, a
que un mantón de calma lo cubriera.
Cuando por fin sus ojos se volvieron mirada quiso otra vez cerrarlos
sin lograrlo del todo,
el caos giraba allí reprimiendo los gestos, las palabras, las
intenciones todas.
Miró a su alrededor sin comprender cómo es que estaba ahí, así, tan
solo.
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Este no es el lugar que prometieron aquellos que dijeron que esto
sería igual al paraíso,
y abatido por tanta incertidumbre, trastocados su espíritu y su
alma, se ofrendó a la sima de la nada, de sí mismo.
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INTERLUDIO
27
Mariposas
paridas por el fuego
escapan a la luna
libres a la noche
y ella
luna loba blanca
las engulle
y ella
noche loba oscura
las devora.
28
Otra vez
tu ausencia
entre las cosas
derramó su listado
de preguntas dolientes
centinela furioso
lagrimal nocturno
guerra de recuerdos
mis sueños…
y despertó en mis ojos
tu imagen siempre en fuga.
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Alargadas gotas
que eclosionan
en Ninfas que del agua
sustentan
su florecer de alas.
Hada azul
de los estanques
en tu vuelo suspendido
cabalgan mis sueños
en tu lengua amarga.
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Luna y Sol
en la ventana
uno y otro
en la cama
son palabra
caricias y sudor
alimento de amantes
uno sólo el amado.
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ARIA FINAL
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Es la soledad como un libro no escrito
donde la ficción apresa realidades
y ausencia de Dios.
Aquí el tiempo impasible inquieto
reverbera entre sombras
y sopla el viento escucha
oye la voz que dicta el nombre de las cosas
y vaticina oráculo indeleble
la oquedad en el hombre.
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Aquí aún es octubre
y pájaro la aurora
el mediodía canícula
y a las tres de la tarde como cirios
son las garzas en el cieno
celebrando su última liturgia
Aquí de bruces
se diluye mi cuerpo
raigones oxidados son mis extremidades
que reclama la tierra.
34
Las aves saetan alabanzas
Me roban la memoria
y mi olvido es plasmado
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Qué puede hacer un hombre contra el hombre
que dictan
en su ebriedad inicua
simiescas decisiones.
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Qué puede hacer
adentrarse en su bosque
descarnado de ego
y redimirse.
37
Aquí
ingobernable al hombre
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Aquí y ahora la noche se sitúa
en él mis huellas
39
Ya vendrán otras noches y auroras
luego ineluctable
llegará el invierno.
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