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Maldito 

(Y otros poemas) |
Giuseppe UNGARETTI


Guiseppe Ungaretti nació en Alejandría, Egipto, en 1888.
Pasó su infancia y adolescencia en su ciudad natal, cerca de
aquellos paisajes desérticos que serían una fuente constante
para gran parte de su obra poética. En 1912 viaja a París
para realizar estudios en la Sorbona. Es entre las aulas de
esa universidad donde conoce a poetas y artistas
vanguardistas de la época como André Gide, Guilliaume
Apollinaire o Pablo Picasso. Al comenzar el año 1914 se
enrola en el frente italiano, que actuaría durante los
conflictos de la Primera Guerra Mundial. Terminados
aquellos años de oscuro enfrentamiento (que darían forma a
El puerto sepultado, un doloroso y testimonial primer
poemario) vuelve a residir en París, donde lee a Giacomo
Leopardi, Charles Baudelaire y filósofos como Friederich
Nietzsche, Séneca o San Agustín, entre muchos otros. En esa
misma ciudad contrae matrimonio para dirigirse tiempo
después a Roma. Por esos años trabaja como profesor de
idiomas y corresponsal para distintos medios italianos, lo
que le permitiría viajar por toda Europa, Egipto y países
sudamericanos como Brasil o Perú.
Junto con Salvatore Quasimodo y Eugenio Montale se
convierte, alrededor del año 1937, en miembro fundador del
Hermetismo italiano, uno de los grupos poéticos y de crítica
más importantes del siglo XX. El simbolismo francés,
representado por Stephane Mallarmé y Paul Valéry, sería
una fuerte inspiración para las bases del grupo, al mismo
tiempo que otorgaría una plataforma clave para la
encriptación de la comunicación política respecto al
fascismo, objetivo inicial de La poesía hermética, ensayo
publicado en 1936 por Francesco Flora, académico italiano y
poeta de postura abiertamente antifascista, que finalmente
daría nombre al grupo.
Ungaretti buscó un sosiego en la palabra, una vuelta a lo
espiritual, oponiéndose a la retórica enfática, barroca y
rebuscada que promulgaban los poetas y narradores
simpatizantes del hipernacionalismo conservador de Bennito
Mussolini. Sus poemas nos apartan de la protección del Dios
cristiano para retornarnos al útero materno, extendido en
aquellos desiertos de la misma Alejandría que había visto
crecer al poeta Constantinos Cavafis. Directa, económica y
paciente, la voz ungarettiana nos permite bajar un poco más
a tierra, entrenando el ojo y las visiones relacionadas con la
propia infancia. Porque la infancia, como escribió Rainer
Maria Rilke, será siempre la verdadera patria de una
persona.
Ungaretti falleció en la cuidad de Roma, en 1970.


Maldito
Como la piedra áspera del volcán,
Como la gastada piedra del arroyo,
Como la noche sola y desnuda,
Alma de gomera y de terrores
¿Por qué no te envuelve
La mano firme del Señor?
Esta alma
Que sabe las vanidades del corazón
Y pérfidas sabe sus tentaciones
Y del mundo conoce la medida,
Y los planes de nuestra mente
Juzga arrogantes,
¿Por qué no puede sufrir
más que secuestros terrenales?
Ya no me miras más, Señor…
Y no busco sino olvido
En la ceguera de la carne.

Dannazione
Come il sasso aspro del vulcano,
Come il logoro sasso del torrente,
Come la notte sola e nuda,
Anima da fionda e da terrori
Perchè non ti raccatta
La mano ferma del Signore?
Quest’anima
Che sa le vanità del cuore
E perfide ne sa le tentazioni
E del mondo conosce la misura
E i piani della nostra mente
Giudica tracotanza,
Perchè non può soffrire
Se non rapimenti terreni?
Tu non mi guardi più, Signore…
E non cerco se non oblio
Nella cecità della carne.

Los ríos
Me apoyo en este árbol mutilado
Abandonado en esta hondonada
Que tiene la languidez
De un circo
Antes o después del espectáculo
Y miro
El pasaje quieto
De las nubes sobre la luna
Esta mañana me he acostado
En una urna de agua
Y como una reliquia
He reposado
El Isonzo fluyendo
Me suavizaba
Como a una piedra suya
Levanté
Mis cuatro huesos
Y me retiré
Como un acróbata
Sobre el agua
Me he acurrucado
Junto a mi ropa
Sucio de guerra
Y como un beduino
Me he agachado para recibir
El sol
Este es el Isonzo
Y acá mejor
Me he reconocido
Una fibra dócil
Del universo
Mi tormento
Es cuando
No me creo
En armonía
Pero esas ocultas
Manos
Que me intrigan
Me dan
La rara
Felicidad
He reposado
Las épocas
De mi vida
Estos son
Mis ríos
Este es el Serchio
Al cual han recurrido
Dos mil años quizás
De gente mía campesina
Y mi padre y mi madre.
Este es el Nilo
Que me vio
Nacer y crecer
Y arder de inconciencia
En las extendidas llanuras
Este es el Sena
Y en su turbiedad
Me he revuelto
Y me he conocido
Estos son mis ríos
Conocidos en el Isonzo
Esta es mi nostalgia
Que en cada uno
Me refleja
Ahora que es de noche
Que mi vida me parece
Una corola¹
De tinieblas

I fiumi
Mi tengo a quest’albero mutilato
Abbandonato in questa dolina
Che ha il languore
Di un circo
Prima o dopo lo spettacolo
E guardo
Il passaggio quieto
Delle nuvole sulla luna
Stamani mi sono disteso
In un’urna d’acqua
E come una reliquia
Ho riposato
L’Isonzo scorrendo
Mi levigava
Come un suo sasso
Ho tirato su
Le mie quattro ossa
E me ne sono andato
Come un acrobata
Sull’acqua
Mi sono accoccolato
Vicino ai miei panni
Sudici di guerra
E come un beduino
Mi sono chinato a ricevere
Il sole
Questo è l’Isonzo
E qui meglio
Mi sono riconosciuto
Una docile fibra
Dell’universo
Il mio supplizio
È quando
Non mi credo
In armonia
Ma quelle occulte
Mani
Che m’intridono
Mi regalano
La rara
Felicità
Ho ripassato
Le epoche
Della mia vita
Questi sono
I miei fiumi
Questo è il Serchio
Al quale hanno attinto
Duemil’anni forse
Di gente mia campagnola
E mio padre e mia madre.
Questo è il Nilo
Che mi ha visto
Nascere e crescere
E ardere d’inconsapevolezza
Nelle distese pianure
Questa è la Senna
E in quel suo torbido
Mi sono rimescolato
E mi sono conosciuto
Questi sono i miei fiumi
Contati nell’Isonzo
Questa è la mia nostalgia
Che in ognuno
Mi traspare
Ora ch’è notte
Che la mia vita mi pare
Una corolla
Di tenebre

Los recuerdos
Los recuerdos, un inútil infinito,
pero solos y unidos contra el mar, intacto
en medio de estertores infinitos…
El mar,
voz de una grandeza libre,
pero inocencia enemiga de los recuerdos,
rápido en borrar las huellas dulces
de un pensamiento fiel…
El mar, sus blanduras inmóviles
tan feroces y tan, tan esperadas
y en su agonía,
presente siempre, renovada siempre,
en el pensamiento despierto la agonía…
Los recuerdos,
el derrame vano
de la arena que se mueve
sin pensar en la arena,
ecos breves y prolongados,
sin voz ecos de los adioses
a minutos que parecían felices…

Los recuerdos
I ricordi, un inutile infinito,
ma soli e uniti contro il mare, intatto
in mezzo a rantoli infiniti…
Il mare,
voce d’una grandezza libera,
ma innocenza nemica nei ricordi,
rapido a cancellare le orme dolci
d’un pensiero fedele…
Il mare, le sue blandizie accidiose
quanto feroci e quanto, quanto attese,
e nella loro agonia,
presente sempre, rinnovata sempre,
nel vigile pensiero l’agonia…
I ricordi,
il riversarsi vano
di sabbia che si muove
senza pesare sulla sabbia,
echi brevi protratti,
senza voci echi degli addii
a minuti che parvero felici…
.
.

–Traducción y presentación de Fermín Vilela para Buenos


Aires Poetry, 2020.

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