Está en la página 1de 17

Tema 6.

La actividad industrial y sus


repercusiones espaciales.
1. LA ACTIIVDAD INDUSTRIAL.
La industria ocupa una posición intermedia entre las actividades extractivas, dedicadas a
la obtención de recursos naturales procedentes del suelo, del subsuelo y del mar, y las
actividades de los servicios. La transformación de las materias primas en el proceso
productivo (conjunto de actividades básicas relacionadas con la producción de bienes y
su comercialización, junto con la gestión y dirección de empresas), abarca una serie de
fases en las que el producto va modificándose. Según la posición en ese proceso de
fabricación, la industria suele calificarse en:
- Industrias básicas o de cabecera que realizan una primera transformación de las
materias primas.
- Industrias de bienes intermedios que obtienen productos semielaborados.
- Industrias de transformación que se subdividen en industrias de bienes de
equipo, destinadas a la fabricación de maquinaria e instalaciones, e industrias de
bienes de consumo, que se ocupa de la producción destinada a las mercancías de
uso y disfrute de la población.
1.1. Evolución de la actividad industrial.
La transformación de los productos naturales antes de su consumo, es un hecho que ha
tenido lugar desde los primeros momentos de la historia humana, lo que ha variado ha
sido la manera de llevarse a cabo.
1.1.1. la producción de bienes en la etapa preindustrial.
Antes de generalizarse los métodos propios de la industria moderna, el artesanado
constituía la forma básica de la organización productiva. La producción artesanal,
obtenida en un taller de reducidas dimensiones, se basaba en la elaboración de
manufacturas a partir de materias primas naturales, realizadas por una mano de obra
abundante, que no utilizaba maquinara sino herramientas de manipulación y su propia
destreza. Las condiciones de trabajo eran precarias y arriesgadas y la producción
resultaba costosa, lenta y de baja productividad. La mano de obra no se desplaza, puesto
que constituía una producción dirigida a la población local; y el consumo energético era
bajo, reducido al uso de fuentes tradicionales.
El artesano clásico se forjó en las sociedades europeas feudales, configurando una capa
social de especialistas en diferentes oficios que producían por encargo de los clientes.
En la época medieval, la producción se ubicaba sobre todo en las ciudades y tenían
reglamentaciones especiales; los artesanos no eran libres para vender, pues los objetos
debían tener una cierta calidad y un precio acorde. El aprendizaje del oficio estaba
también sujeto a rígidas normas y los especialistas debían recorrer toda una escala
profesional. En los talleres, los instrumentos de trabajo pertenecían al maestro del
oficio, quien dominaba todo lo relativo a su especialidad y enseñaba a sus alumnos.
Tanto en el tipo de producción, como en los métodos y en su estructura organizativa, el
artesanado y la producción industrial posterior presentan, por tanto, rasgos muy
diferenciados. Los nuevos avances, propiciados por el desarrollo de la tecnología,
produjeron una competencia desigual entre el artesanado y la gran industria, y
condujeron, en la mayoría de los casos, a la abolición del artesanado independiente.
1.1.2. La Revolución Industrial.
La Revolución Industrial, cuyo origen se remonta en torno a doscientos años, ha
supuesto uno de los hitos fundamentales de la historia humana. La introducción del
maquinismo y la producción masiva de bienes han modificado las condiciones de vida
de nuestra sociedad y su repercusión ha traspasado las fronteras de lo puramente
material.
Durante los siglos XVII y XVIII un cúmulo de circunstancias propiciaron el triunfo del
maquinismo sobre la producción a pequeña escala, siendo determinantes en este cambio
la acumulación de capital y la liberación de la fuerza de trabajo de los lazos que les unía
a la tierra y a la producción artesanal (expulsados de sus tierras por los decretos de
deslinde y libres de restricciones gremiales).
El análisis de la Revolución Industrial debe contrastarse con las transformaciones que
tuvieron lugar en otras esferas de la economía y la sociedad, teniendo en cuanta su
relación interdependiente con la Revolución de los Transportes y la Revolución
Demográfica. Parece indiscutible que la mayor productividad del campo tuvo su
estímulo en el desarrollo industrial. Recíprocamente, la revolución agrícola favoreció el
despegue de la industrialización, permitiendo el suministro masivo de productos del
campo a la ciduad, haciendo posible el éxodo rural de la población campesina y su
concentración en agregados urbanos de tamaño creciente. A su vez, la revolución de los
transportes favoreció el comercio internacional, que alcanzó cotas insospechadas. El
perfeccionamiento de la máquina de vapor por Watt, hizo posible el desarrollo del
ferrocarril y del buque de vapor, reduciendo las distancias (en tiempo) de forma
considerable. El incremento de los alimentos disponibles y la mayor facilidad de su
distribución, posibilitó la revolución demográfica y el crecimiento de la población.
En este marco, las ideas liberales fueron abriéndose paso e imponiéndose
progresivamente. La consolidación del industrialismo fue obra de una nueva clase
emergente (la burguesía), que apoyándose en los nuevos cambios ideológicos, políticos
y jurídicos, arrinconaron el antiguo orden feudal, originando un nuevo marco de
relaciones económicas y sociales. El principio del “Laissez faire” supondría, como
principio natural de la ciencia económica, la no intervención del Estado y el predominio
de la libertad individual en el libre juego de la oferta y la demanda.
Se ha querido ver en el maquinismo el elemento clave, desencadenante de todo el
proceso de transformación.
LA PRIMERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
El despegue del proceso industrial moderno tuvo lugar en Inglaterra. Económicamente,
supuso la aparición de un crecimiento sostenido de la producción durante más de setenta
años, que encontró un mercado de demanda en alza en los productos manufacturados,
donde pudieron introducirse sucesivas mejoras de orden técnico.
En este contexto, la máquina de vapor constituyó el invento que hizo posible el salto de
la producción a una escala superior, al tiempo que condicionó la localización de la
industria respecto de la hulla, como combustible básico para hacerla funcionar. El
carbón se convirtió así en el símbolo de la nueva etapa industrial y ello por un doble
motivo: como fuente de energía y como materia prima.
La trascendencia de este hecho fue de tal magnitud que no sólo multiplicó la capacidad
energética de la producción, sino que permitió la concentración industrial (las industrias
doméstica y feudal habían sido dispersas) en espacios próximos a las fuentes de energía.
Además, el crecimiento masivo de la producción se vio favorecido por la
especialización y división del trabajo.
El maquinismo exigió una importante inversión de capitales, lo que propició el
nacimiento de la burguesía industrial, integrada por los dueños de las grandes fábricas,
que pondrían fin a los pequeños talleres artesanales. Frente a esta nueva realidad, los
artesanos que trabajaban por su cuenta, tenían una sola opción: trabajar para esas
fábricas y cerrar sus talleres. A este sistema se le llamó capitalismo industrial.
La eliminación de los gremios artesanales y el empeoramiento de las condiciones de
vida rural obligaron a las clases pobres a incorporarse al trabajo industrial, donde tenían
jornadas de trabajo excesivas y una baja calidad de vida. La incesante afluencia de
campesinos a los centros urbanos favoreció unas condiciones abusivas por parte de los
patrones. El carácter contradictorio de las ciudades se ponía de manifiesto en la distinta
situación de la burguesía y el proletariado: esplendor de las construcciones
institucionales y cívicas, frente a la polución y hacinamiento de las viviendas más
humildes.
LA SEGUNDA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.
Hacia finales del siglo XIX, el sistema productivo había sufrido un avance considerable,
que se aceleró con la incorporación al proceso productivo de nuevas fuentes de energía:
la electricidad y el petróleo.
La versatilidad de la electricidad, derivada de la facilidad de su transformación y
transporte, favoreció la autonomía locacional de la industria y aceleró la revolución de
los transportes y las comunicaciones. El petróleo y el gas natural también fueron piezas
clave en el desarrollo industrial del siglo XIX ya que fueron numerosos los yacimientos
descubiertos entre 1850 y 1920; se mejoran las técnicas de destilación, y se obtuvo una
variada gama de productos variados. Como en el caso del carbón, el petróleo debe su
importancia a su empleo como fuente de energía y como materia prima.
Tanto el petróleo como la electricidad hicieron posible el éxito de un nuevo sistema de
transporte; no en vano, el triunfo del automóvil se debió al empleo de un combustible
barato: la gasolina, y a su gran libertad de movimiento. El uso del autobús, el cambio
del ferrocarril de vapor por el de diésel y el avance de la aviación y de la construcción
naval desarrollaron una industria ligera de transformación, que ejerció un efecto
multiplicador y diversificador sobre otras ramas, de productos industriales como el
vidrio, el caucho, el material eléctrico…
La nueva organización empresarial, basada en el incremento de la productividad, tuvo
mucho que ver con la producción en cadena y la racionalización de la producción en
serie. Los dueños de las fábricas, que buscaban la manera de bajar sus costos y
aumentar las ganancias, se apoyaron en las ideas del ingeniero estadounidense Frederick
Taylor, cuyo método se conoció como “organización científica del trabajo”, o
simplemente, “taylorismo”. El método de Taylor consistía en calcular el tiempo
promedio para producir un determinado producto o una parte de él y obligar al obrero a
acelerar el ritmo de trabajo asimilándolo a una máquina. Esto se lograba a través de tres
métodos fundamentales: a) aislando a cada trabajador del resto de sus compañeros con
un estricto control del personal directivo, b) haciendo que cada trabajador produjera una
parte del producto, perdiendo la idea de totalidad y automatización del trabajo y c)
pagando distintos salarios a cada obrero en función de la cantidad de piezas producidas.
Paralelamente al desarrollo de la tecnología, aplicada a la producción, se producía el
rápido crecimiento de los grandes monopolios comerciales e industriales. Las crecientes
necesidades de capital, la producción en serie y la manufactura a gran escala, sólo
podían satisfacerse mediante un proceso de concentración industrial y la creación de
empresas del mayor tamaño posible. La vieja idea liberal de la competencia perfecta,
dejaba paso a la concentración progresiva de los medios empresariales de producción y
distribución. La gran ventaja de los monopolios residía en la capacidad de asegurar
beneficios ante las pequeñas firmas y en la posibilidad de llevar a cabo las grandes
inversiones que el progreso técnico demandaba. Los pequeños empresarios fueron
modificando su primitivo papel sin desaparecer.
Los grandes capitales financieros estaban concentrados en pocas manos y esta tendencia
se extendió a la industria. Con objeto de controlar todo un sector, aumentar las
ganancias, dominar el mercado y eliminar la competencia, comenzaron a formarse:
- Los “holding” (agrupación de empresas con una política financiera común, que
conservan su independencia jurídica y financiera) como primer paso hacia la
constitución de un trust.
- Los “trust” (agrupación de empresas homólogas, que pierden, al unirse, su
autonomía financiera, técnica y comercial), se trata de que desaparezca la
competencia entre empresas análogas, con la intención de monopolizar el
mercado
- Los “cártel” (las empresas mantienen su independencia jurídica, con el
compromiso entre ellas de limitar la competencia de mercado).
LA TERCERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.
La crisis del petróleo de 1973 puso de manifiesto que el sistema tecnológico imperante
hasta entonces había entrado en una fase de agotamiento y era necesaria una
reorganización de la industria sobre nuevas bases productivas. Las sociedades de los
países avanzados entraron no sólo en una crisis económica sino social como
consecuencia del elevado coste de mantenimiento del Estado del Bienestar. Esta
situación implicaba la búsqueda de una salida que recuperara los márgenes de beneficio
perdidos, lo que tuvo lugar introduciendo una serie de elementos nuevos en el proceso
productivo:
- La automatización flexible, que implicaba el reparto productivo de la gran
empresa con la pequeña y mediana, reduciendo el tamaño de la fábrica de
elaboración de bienes. Gran parte de las fases del trabajo, que antes se hallaban
concentradas, se subcontratan a empresas de menor tamaño, originando el
fenómeno de la descentralización productiva.
- Un profundo cambio tecnológico que iba acompañado del desarrollo de la
electrónica, la energía nuclear, la cibernética y la navegación espacial.
- La disminución de la mano de obra directa, provocada por la automatización a
gran escala.
- El aumento de trabajadores industriales indirectos, debido al desarrollo de los
sectores terciario y cuaternario.
- Las estrategias a escala mundial para lograr un efectivo control de los mercados.
Este hecho ha venido acompañado del fenómeno de la deslocalización industrial,
que tiende a descentralizar hacia países subdesarrollados parte de las funciones
de producción, aprovechando
- El progresivo uso de las TIC.
2. LA ESTRUCTURA INDUSTRIAL.
La estructura industrial o conjunto de variables que definen la realidad industrial de un
determinado territorio, puede estudiarse a distintas escalas:
- Microeconómica: la estructura industrial hace referencia a las características de
los componentes básicos.
- Macroeconómica: se refiere a la composición proporcional de los elementos de
producción en diversos sectores y a su relación de interdependencia y
contrapeso.

2.1 Componentes básicos de la estructura industrial.


El cambio de producción artesanal a la industria supuso una creciente complejidad del
proceso de transformación de bienes, con una creciente especialización de las unidades
de producción o empresas y un crecimiento del número de ramas y subsectores
productivos.
2.1.1. La empresa industrial.
La empresa constituye la unidad jurídica y económica de la producción, encargada de
integrar los diferentes elementos en el proceso productivo, siguiendo las directrices de
una política concreta, encaminada a obtener el máximo beneficio empresarial, y en otros
casos, a objetivos de carácter social.
Las variables que definen a la empresa son varias: el tipo de empresa, el tamaño de los
establecimientos industriales, el subsector de producción al que está dedicada, las
características de los factores productivos etc. Muchos de estos rasgos mantienen una
estrecha relación entre sí.
TIPOS DE EMPRESA
La organización de la empresa varía mucho según se trate de una empresa de reducido
tamaño o una gran empresa. La pequeña empresa suele disponer de una estructura
sencilla y un reducido número de asalariados.
La gran empresa tiene una estructura más compleja y un elevado número de asalariados.
Se caracteriza por la existencia de múltiples departamentos, que ejercen de manera
separada, cada una de las diferentes funciones, y puede adoptar diversas modalidades
jurídicas:
- La sociedad colectiva la integran varios socios, que aportan tanto el capital como
el trabajo, respondiendo con todo su patrimonio ante una posible quiebra.
- La sociedad en comandita está integrada por dos clases de socios diferentes:
unos responden con toda su fortuna, mientras que los otros lo hacen con el
capital aportado.
- La sociedad limitada la componen socios que sólo responden del capital con el
que participan.
- La sociedad anónima es la más representativa del sistema capitalista. En ella
existe una clara división entre el capital y la dirección de la empresa. El capital
es obtenido mediante la emisión de acciones, siendo la dirección de la
producción controlada por un Consejo de Administración que rinde cuentas a la
Junta General de Accionistas.
- La sociedad cooperativa es un tipo de empresa colectiva, cuya principal
finalidad ha sido fomentar la economía de sus miembros, que pueden trabajar en
ella o solo aportar capital.

2.1.2 El establecimiento industrial.


Es la unidad técnica de fabricación, es decir, constituye la plasmación espacial de la
actividad industrial. Una empresa puede contar con uno o varios establecimientos
industriales.
- Los tradicionales establecimientos monoplanta reunían, en un mismo espacio
geográfico, las diferentes funciones de fabricación, oficina y almacenado, e
incluso, la delegación comercial. Ello facilitaba la coordinación de tareas y la
disminución de costes de transporte entre las diversas fases de producción. El
resultado era a veces la elevada concentración de puestos de trabajo en una gran
fábrica, que tenía la desventaja del gigantismo en la dificultad de gestión y
coordinación. Las empresas monoplanta se localizan allí donde se reducía el
coste de los insumos, en las áreas urbanas que actuaban como mercados de
consumo y centros de servicio o en nudos de transporte y comunicaciones.
- Con el paso del tiempo, las empresas han ido descentralizando las distintas
actividades en establecimientos multiplanta, localizados incluso en lugares muy
separados entre sí. Las de mayor rango se localizan en regiones con cierta
densidad y tradición industrial, que cuentan con mayores y mejores recursos
productivos, y las tareas menos significativas o contaminantes se desplazan
hacia espacios periféricos con menores costes y controles.

2.1.3. Subsectores productivos de la industria.


Toda empresa industrial se integra dentro de un sector o una rama de actividad.
Dichos sectores están constituidos por conjuntos de empresas que desarrollan una
actividad similar, obteniendo una coherencia en su funcionamiento por su afinidad
dentro del proceso productivo.
2.1.4. Los elementos productivos de la industria.
La capacidad del sistema productivo se halla condicionada, en buena medida, por un
conjunto de elementos y factores básicos, definidos a modo de insumos o recursos,
que utilizan las empresas para el desarrollo de su actividad. Entre ellos destacan la
mano de obra, el capital y la tecnología.
La mano de obra incluye los recursos humanos existentes en un determinado
territorio; constituye, por tanto, el mercado laborar que participa en la producción.
La mano de obra artesanal fue especializándose a partir de la división del trabajo
que impuso la industria moderna. El maquinismo y la automatización han
diferenciado una mano de obra directa de otra vinculada indirectamente a la
producción:
- Mano de obra directa, dedicada específicamente a la elaboración del producto
industrial, se ha ido transformando en un personal poco cualificado
profesionalmente y ha descendido numéricamente.
- Mano de obra indirecta, ha crecido en importancia por las nuevas labores
productivas que han ido apareciendo derivadas de la complejidad del proceso
productivo.
El capital o conjunto de bienes disponibles destinados a la producción de otros bienes,
constituye un recurso básico necesario para la puesta en marca y funcionamiento de una
empresa. Podemos diferenciar:
- Capital fijo, que se corresponde con los bienes duraderos, difíciles de ser
modificados en un corto periodo de tiempo.
- Capital circulante, que se consume íntegramente en el propio proceso
productivo, como puede ser el pago de salarios.
El capital que precisaban las grandes industrial modernas procedió tradicionalmente de
capitales privados. La imagen del empresario individual burgués de finales del siglo
XIX fue sustituida desde comienzos del siglo XX por la gran organización., que giraba
en torno al desarrollo de la gran empresa industrial. La nueva forma de organizar la
producción requería de la disponibilidad de fuertes capitales, difíciles de obtener por
una sola persona, lo que exigió la captación de nuevos fondos financieros mediante la
creación de nuevas formas empresariales.
Las grandes sociedades industriales de los países capitalistas están controladas por un
número más o menos grande de personas, dirigidas por consejos de administración, y
emiten acciones u obligaciones que compran los pequeños o grandes ahorradores a
través de los bancos. Las grandes empresas industriales crean empresas filiales, de las
que poseen la mayoría de las acciones y cuyo control conservan. Esta intrincada
interdependencia financiera hace que sea muy difícil conocer y definir los tipos de
grandes sociedades industriales. La organización del sistema capitalista ha separado a
los poseedores del capital de las personas encargadas de la dirección de las empresas.
La tecnología hace referencia al conjunto de conocimientos y métodos de trabajo que se
incorporan al proceso productivo y que permiten incrementar la productividad. La
tecnología es la base del éxito de la industria moderna, desde la introducción de las
máquinas, como sustitutivas del trabajo manual, hasta las nuevas tecnologías del
momento.
La fabricación de un producto terminado requiere de la participación de todos ellos. Así,
un nuevo producto se obtiene a partir de uno o varios materiales previos (materias
primas), transformándose mediante el trabajo humano, mecánico o intelectual (mano de
obra, directa o indirecta), con la ayuda de la maquinaria y procedimientos de trabajo
adecuados (tecnología), que utilizan unas fuentes de energía determinadas (fuentes de
energía), y todo ello se hace posible por la disponibilidad de un capital con el que
realizar las inversiones que el proceso productivo requiere (capital). La originalidad de
cada proceso productivo radica en la especificidad de cada uno de ellos.
2.2. Los procesos de reestructuración de la estructura industrial.
En el proceso de transformación industrial moderno, fue característica la concentración,
tanto técnica, a nivel de establecimiento industrial, como económica y financiera. Así,
un sistema que había basado sus virtudes en la libre competencia, modificó su estatus
inicial, limitando significativamente el número de agentes en juego.
El resultado de la creciente concentración fue la formación de gigantescas empresas,
que han traspasado el territorio de actuación de su país de origen para dejar sentir su
presencia en otros países y convertirse en empresas transnacionales o multinacionales.
Estas empresas son trusts, holdings o cártels que buscan dominar el mercado mundial o
invierte en diferentes países con vistas a diversificar su producción. Su éxito ha sido
superior en aquellas ramas de la producción que requieren un mayor esfuerzo inversor,
como la química, el petróleo, las empresas de material eléctrico y electrónico, los
automóviles o la metalurgia.
Estas empresas han incrementado su influencia por la creciente globalización
económica y política, característica de finales del siglo XX, que ha provocado
transformaciones en todos los aspectos de la sociedad, inclusive en el plano de la
producción.
Uno de los efectos más importantes de las empresas multinacionales es el fenómeno de
la deslocalización industrial, que tiene que ver con el progresivo mantenimiento
industrial que está teniendo lugar en los países desarrollados y el traslado de
determinadas funciones productivas a países de menor nivel de desarrollo.
En ocasiones, el desplazamiento es total, originándose una efectiva relocalización de la
empresa en un país distinto mientras que en otras la empresa mantiene su
emplazamiento madre, localizando en la periferia únicamente algunos de sus
establecimientos.
Las nuevas formas productivas pretenden un aprovechamiento pleno de los recursos y
fundamentalmente del capital humano, afectando a las relaciones capital-trabajo, en la
línea de la creación de un mercado de trabajo dual, en el que por un lado se incrementa
la demanda de empleo cualificado, y por otro, se produce la precariedad del empleo de
menor nivel de competitividad. Asistimos, en consecuencia, al crecimiento de un tejido
empresarial industrial de reducido tamaño, merced al fenómeno dominado por algunos
autores como descentralización productiva.

3. LAS REPERCUSIONES ESPACIALES DEL HECHO INDUSTRIAL.


El análisis de las repercusiones espaciales de la actividad industrial es una de las
cuestiones de mayor interés desde el punto de vista geográfico. Los diversos
componentes que integran la realidad industrial tienen una plasmación en el espacio y
una articulación coherente que se deriva en las necesidades específicas de la función
industrial.
31. Factores tradicionales de localización industrial.
La actual distribución espacial de las industrias tiene una explicación compleja, pues los
condicionamientos que han influido en su ubicación obedecen a causas o factores de
orden múltiple, tanto económicos como sociales o políticos. La importancia relativa de
los diferentes factores de localización también ha ido transformándose con el paso del
tiempo; así, la localización actual de muchas empresas obedece a circunstancias del
pasado y nada tienen que ver con las que condicionan la localización del momento
presente. De este modo, la inercia histórica juega un papel importante en la explicación
de la actual distribución espacial, debido al valor que representa el capital fijo de unos
edificios o instalaciones emplazadas en un lugar concreto.
3.1.1 La influencia de los medios de transporte.
Los medios de transporte, poco desarrollados, lentos y caros, existentes en las primeras
fases de la Revolución Industrial, dificultaban el transporte de mercancías, por lo que
resultaron determinantes en la primitiva localización de la industria. El progresivo
avance de los distintos medios de transporte hizo variar su influencia.
- La proximidad del mar, de un lago o rio navegable tuvo una gran influencia en
las primeras etapas industriales, lo que explica que fueran las ciudades costeras
las que dispusieran de ventajas relativas respecto a las demás.
- El ferrocarril supuso un gran adelanto, permitiendo una mayor flexibilidad en el
movimiento de los productos y de las materias primas, y una mayor rapidez. Ello
contribuyó al desarrollo industrial en centros alejados de los yacimientos de
carbón.
- Los vehículos automóviles proporcionaron una flexibilidad de transporte
fundamental para las empresas, tanto para aprovisionarse de materias primas
como para la distribución de sus productos.
- El desarrollo de las comunicaciones ha tenido una gran trascendencia en la
autonomía locacional de la industria, puesto que inventos como el telégrafo, el
teléfono, la radio, la informática han ido acercando lugares y reduciendo las
dimensiones del planeta.
3.1.2. La influencia de las fuentes de energía.

- El carbón tuvo una gran importancia en la Primera Revolución Industrial, debido


tanto a su empleo como materia prima cono su uso de fuente de energía
primaria. Este doble motivo explica la primitiva concentración industrial en el
Reino Unido, en la proximidad de los yacimientos carboníferos.
- El uso del petróleo como fuente de energía alternativa al carbón desde finales
del siglo XIX, modificó las pautas vigentes en la localización industrial, dado
que la superior movilidad de su transporte le confería una ventaja con respecto al
carbón.
- La utilización de la electricidad a comienzos del siglo XX permitió
descentralizar la producción industrial respecto al lugar de fabricación de la
energía. La mayor parte de las industrias producían su propia fuerza motriz a
partir de sus calderas de vapor particulares, puesto que el carbón y el petróleo
podían ser transformados en energía eléctrica, mediante centrales
termoeléctricas.

3.1.3. La influencia de las materias primas.


Los recursos naturales que se emplean en el proceso productivo, proporcionan las
materias primas, básicas en la transformación que realiza la actividad industrial. De
acuerdo con la disponibilidad en el tiempo, tasa de generación ( o regeneración) y ritmo
de uso o consumo, los recursos naturales suelen clasificarse en renovables y no
renovables.
- Los recursos naturales no renovables son depósitos limitados que se agotan con
el uso.
- Los recursos naturales renovables hacen referencia a recursos bióticos,
renovados por la naturaleza.
Es posible hacer un uso no renovable de un recurso renovable, provocando su perdida
por sobreexplotación. En la fabricación, las materias primas y productos semielaborados
son elementos básicos, por lo que la necesidad de aprovisionamiento influirá en el
emplazamiento industrial. El grado de atracción de las materias primas como lugar de
ubicación de una determinada industria varía mucho según el tipo de materia prima.
Así, la materia prima tendrá una mayor influencia locacional cuanto más voluminosa,
pesada, deteriorable o insustituible sea. Así, la industria pesada, que utiliza en su
actividad productiva materias primas de muchas toneladas de peso y de bajo coste, se ha
localizado tradicionalmente en la proximidad de las fuentes de aprovisionamiento.
3.1.4. La influencia de la mano de obra.
La composición de la mano de obra en la estructura de costos de la empresa varía
considerablemente según el tipo y el nivel tecnológico de la industria. Mientras que la
mano de obra es abundante en aquellas actividades productivas, como el textil o
calzado, donde es más difícil la sustitución de trabajo por capital, en cambio, en otras
actividades industriales incorporan más fácilmente el desarrollo tecnológico,
modernizando el proceso de fabricación y sustituyendo parte de la mano de obra por
maquinaria. Tradicionalmente, las empresas que han utilizado un porcentaje elevado de
mano de obra han tenido una tendencia a localizarse en la proximidad de la ciudad,
aunque hoy en día, los factores que favorecen la descentralización de la actividad
productiva explican el proceso de desurbanización del mundo occidental y el de la
dispersión de la industria en espacios rururbanos. Hay que tener en cuenta su movilidad,
cualificación y actitud reivindicativa:
- La mano de obra es un factor móvil, que puede desplazarse en el territorio,
aunque siempre con un desfase temporal respecto a las necesidades productivas.
- El grado de cualificación que la empresa precise varía la influencia de este factor
en la localización. En la actualidad, el proceso productivo demanda, tanto un
tipo de mano de obra no cualificado, debido a la automatización, como una
mano de obra cualificada, capaz de controlar y organizar las múltiples fases de
fabricación.
- La actitud reivindicativa de la clase trabajadores es otra característica a
considerar, puesto que es frecuente el nivel de organización sindical de la clase
obrera aumenta en las grandes áreas industriales y urbanas.
3.1.5. La influencia del capital.
La disponibilidad de capital es otro factor importante a la hora de la toma de decisión
empresarial. Debemos distinguir la influencia de este factor de localización, según nos
refiramos al capital fijo o al circulante, pues mientras que este último tiene una gran
movilidad en el espacio, no ocurre lo mismo con el primero.
3.1.6. La influencia del mercado.
La última fase de la actividad industrial es la distribución de los productos fabricados.
La atracción locacional del mercado ha tenido gran importancia para numerosas
industrias modernas, sobre todo para aquéllas en las que el coste de transporte es una
parte importante de los costes.
La proximidad del mercado tiene otras ventajas suplementarias, como facilitar un
contacto personal más estrecho entre el productor y el consumidor. Si se trata de la
fabricación de productos intermedios, la cercanía a la empresa destinataria puede venir
acompañada, en el caso de una aglomeración industrial, de las ventajas derivadas de
encontrar materias primes o utilizar restos de otras industrias afines.
Otra ventaja relacionada con la proximidad a una gran población es la de constituir, no
sólo un gran mercado de consumo, sino también un mercado laboral, integrado por una
reserva de mano de obra variada.
3.1.7. La influencia de la intervención de las instancias institucionales.
Aunque los anteriores factores económicos, que muestran su influencia locacional por
su repercusión en el coste de producto fabricado, existen otros factores, no directamente
relacionados con el proceso productivo, que pueden condicional la elección de la
localización industrial, como es el caso de la intervención de las instancias
institucionales.
La intervención gubernamental puede resultar decisiva, tanto en el sentido de
promocionar la industria en un área concreta, no excesivamente favorable a su
desarrollo, como en el de desacelerar su crecimiento. Esta intervención puede ser:
- Directa. Cuando las exigencias estratégicas, económicas y sociales, de
localización de determinadas industrias así lo han aconsejado; por ejemplo en la
ubicación de fábricas de municiones y armas de guerra, cuyo emplazamiento ha
sido regulado por razones de seguridad. En otras ocasiones, la intervención del
gobierno ha tenido su origen en el intento de reducir los desequilibrios
regionales provocados por el libre juego de las fuerzas de mercado.
- Indirecta, mediante la adopción de políticas que tienen una repercusión indirecta
sobre la localización industrial, como puede ser: la concesión de préstamos a
bajo interés, la exención de impuestos, subsidios…
Podemos señalar que la intervención de las instancias institucionales de carácter público
en los países de la órbita capitalista ha tenido una relativa repercusión.

3.1.8. La influencia de otros factores.


También existen factores ambientales de atracción o rechazo a la instalación de una
planta industrial. Dependiendo de la cantidad de residuos que genere en su proceso de
elaboración del producto, la fábrica podrá ser más o menos contaminante para el medio
en el que se ubica.
Por último, no debemos desdeñar la importancia de la investigación en la ubicación de
una empresa industrial. En la actualidad, la fabricación de muchos bienes depende del
estado de la investigación científica, y muchos capitales están dispuestos a invertir en
ese campo.

3.2. Las nuevas pautas de la organización espacial de la industria.


Es fácil observar como una gran parte de la producción industrial se concentra en
determinadas áreas o enclaves geográficos, que coinciden, además, con zonas de un
elevado nivel de urbanización. Sin embargo, las últimas tendencias locacionales
manifiestan un carácter mas descentralizador, lo que pone de manifiesto que se está
modificando el tradicional modelo de concentración industrial.
En los comienzos de la Revolución Industrial influyeron factores como la disponibilidad
de energía y la existencia de materias primas, unidas a la situación de ventaja relativa
con el tipo de transporte. En el momento actual, otras tendencias de signo contrario
están dejando sentir sus efectos, favorecidas por la mayor versatilidad de la energía y de
las comunicaciones y por la pérdida de importancia del transporte como factor limitante
de la localización industrial. La existencia de una importante concentración de mano de
obra ha dejado de ser también un factor de atracción estimable para la industria, cuyas
necesidades en este sentido pueden ser fácilmente cubiertas por la extraordinaria
movilidad de los desplazamientos humanos.
Así, muchas de las iniciales ventajas de la concentración industrial están
desapareciendo, e incluso, invirtiendo su sentido, y diversos inconvenientes explican
que muchas empresas busquen actualmente una localización alejada de la gran ciudad:
- La competencia entre las industrias eleva los precios de las materias primas
- El precio del suelo industrial en las grandes ciudades se ha disparado,
provocando el fenómeno de expansión de la industria hacia el exterior.
- La concentración de la mano de obra incrementa su capacidad organizativa y
reivindicativa.
- Cuando las dimensiones de las regiones industriales sobrepasan ciertos límites,
la prestación de servicios se hace más costosa y los gastos de gestión, sobre todo
los de transporte, inciden negativamente.
4. LOS MODELOS ORGANIZATIVOS Y TERRITORIALES DE LA INDUSTRIA.
Para entender e interpretar la evolución del sistema industrial se identifican las fuerzas
que han movido las relaciones técnicas y sociales de la producción a lo largo de su
existencia. En consonancia con ellas, para cada una de las fases del desarrollo industrial
se han tipificado unos modelos de localización dominantes.
4.1. La organización espacial en la fase del primer despegue industrial.
La producción manual y el rígido control gremial de la etapa preindustrial tuvo como
consecuencia la dispersión de la producción manufacturera. El importante mercado de
consumo que era la ciudad, favoreció el desarrollo de oficios artesanos, a menudo
agrupados por barrios; sin embargo, algunas actividades como la destilación y la
fabricación de cerveza se situaron a extramuros de la ciudad. Por otro lado, la
construcción de canales navegables para mejorar las comunicaciones, también promovió
la localización en su entorno de determinadas actividades manufactureras que utilizaban
esta fuente de energía.
Los nuevos avances tecnológicos y el empleo masivo del capital de las primeras etapas
industriales, aplicados al incremento de la productividad de la agricultura y la industria,
así como el desarrollo de los transportes, permitió a los agentes económicos operar en
un mercado cada vez más amplio, originando un crecimiento sin precedentes del tejido
industrial. La nueva industria surgió en aquellos enclaves donde la existencia del carbón
y del mineral de hierro posibilitaban la localización de empresas dedicadas a la
siderurgia, metalurgia etc.
Por un lado, el mercado de consumo actuó como importante foco de atracción de la
industria ligera, lo que propició un crecimiento de la industria urbana, desencadenando
intensos movimientos migratorios del campo a la ciudad. El numero de centros urbanos
se multiplicó. Provocó un creciente proceso de concentración espacial, tanto de la
población como de los medios de producción, que originó el comienzo de los
desequilibrios territoriales campo-ciudad.
La fábrica reclamaba los mejores lugares: en el caso de la industria del algodón, de la
química y del hierro, generalmente los sitios próximos a una ribera; porque se requerían
grandes cantidades de agua. Pero sobre todo, el rio o el canal desempeñaban aún otra
función importante: constituían el vertedero más barato y más conveniente para todas
las formas de desperdicios solubles o flotantes.
4.2. La polarización y concentración industrial en la ciudad: el modelo fordista.
Desde finales del siglo XIX y comienzos del XX, los nuevos descubrimientos que
acompañaron la implantación del maquinismo y la realización de la producción,
modificaron sensiblemente la forma de producir en la industria. El incremento de la
productividad permitió la fabricación de bienes a precios cada vez más reducidos, lo que
originó el crecimiento de la demanda y el acceso de gran parte de la población a
artículos de consumo que antes les estaban vedados. El desarrollo del mercado alentó el
crecimiento del tamaño de las empresas y de los establecimientos industriales.
Paralelamente a la concentración de poder empresarial, se produjo la concentración
espacial de las empresas industriales, en espacios de reducidas dimensiones, lo que se
denominó complejos industriales. Ellos implicaba la existencia de un centro industrial
de gran importancia, a nivel nacional o internacional, donde se hallaba concentrada una
gran inversión de capital y mano de obra.
Las características comunes de este tipo de asociación eran diversas; por ejemplo la
existencia de un recusro o factor aglutinante común puede explicar la razón del
reagrupamiento; o también la presencia de un importante yacimiento de hulla, un gran
puerto etc. Es preciso señalar, que la composición de las industrias que se reunían en
torno a un complejo industrial destacaba por la heterogeneidad, actuando a modo de
simbiosis con lazos de dependencia más o menos estrechos.
De los diferentes tipos de complejos industriales, el complejo de base urbana es el que
destaca durante el periódo fordista. En la lógica de producción capitalista, la ciudad
ofrecía unas ventajas comparativas, por lo que las industrias, sobre todo las de
fabricación de bienes de consumo, se instalaron en las ciudades para beneficiarse del
volumen de mercado urbano, de la concentración de capitales, de las posibilidades de
complementariedad empresarial, de las ventajas que desprenden la proximidad a los
centros de decisión e información.
Las economías de aglomeración proporcionan una serie de ventajas a las empresas en
orden a su concentración en la ciudad; así pueden utilizar unas mismas infraestructuras
y servicios, lo que favorece el abaratamiento de los costes de producción. La
proximidad de las empresas dedicadas a actividades similares o vecinas sobre un
espacio reducido, favorece la especialización empresarial, el establecimiento de
relaciones de complementariedad entre ellas y procesos de concentración vertical y
horizontal. Se imponen así ventajas de economías de aglomeración, que se traducen en
el principio de que la industria atrae a la industria. La disposición de la industria en la
ciudad, que tuvo lugar durante la fase de concentración urbano-industrial, está
relacionada en gran parte con el crecimiento y la expansión urbana hacia el exterior.
Inicialmente, la industria se encontraba más bien dispersa por el centro de la ciudad. Su
ubicación próxima al ferrocarril evidenciaba la importancia de este medio. En la etapa
propiamente fordista, la necesidad de disponer de mayor cantidad de suelo,
condicionada por la complejidad técnica de los procesos industriales, que demandan
mayor espacio, obligó a saltar al extrarradio de la gran ciudad, apoyándose en ocasiones
en núcleos urbanos ya existentes. La industria disponía en la periferia de la gran ciudad
de polígonos industriales.
4.3. La reorganización industrial tras la crisis del modelo anterior.
Desde la crisis de los años setenta del siglo XX, asistimos a un proceso de
transformación de las estructuras productivas del sistema industrial, a escala
internacional, con repercusiones importantes. Después de un primer momento de aguda
crisis industrial, la recuperación se inició simultáneamente a la aceleración de la
innovación tecnológica y a la revolución de las telecomunicaciones, junto a la mejora de
los transportes. El modelo de producción en masa está siendo sustituido por un nuevo
modelo de producción en red, con flujos de todo tipo, tanto entre las unidades de
producción de una misma empresa, como entre diversas empresas, buscando el doble
objetivo de la flexibilidad y la reducción de costes.
Los impactos territoriales de esta nueva situación económica están siendo muy variados,
aunque las principales soluciones adoptadas tienden a romper el esquema de la
concentración urbano-industrial. Veamos tres fenómenos, que son consecuencia de los
nuevos procesos organizativos actuales: la reorganización de la industria de la ciudad, la
industrialización reciente de las áreas rurales y la industrialización de los países
periféricos.
4.3.1. La reestructuración productiva de los espacios urbanos.
La crisis de la industria metropolitana y la pérdida de empleo urbano de los años
ochenta y noventa del siglo XX, muestran el cambio de tendencia de la tradicional
correlación entre el tamaño de la ciudad y el crecimiento del empleo industrial. Las
causas de este fenómeno eran varias y estaban relacionadas con la pérdida de las
ventajas comparativas, hasta entonces ofrecidas por la gran ciudad. Al parecer, las
economías de aglomeración, que caracterizaron la concentración de actividades y
población en las grandes ciudades, así como la actividad productiva de las grandes
corporaciones, se están convirtiendo en economías de desaglomeración. Estas
desventajas de la concentración de actividades industriales en la ciudad, se relacionan
con los altos costes productivos y el deterioro de las condiciones de vida urbana.
Sin embargo, la generalizada tendencia a la desindustrialización de las grandes
ciudades, presenta algunas excepciones, dado que la globalización de la economía
refuerza el papel a desempeñar por determinadas ciudades en la organización de la
economía mundial, en un proceso que se caracteriza por la concentración, la
jerarquización y la importancia de los flujos de relación. Así, se produce un crecimiento
de la oferta urbana para localizaciones selectivas y una demanda cualitativa. Esta
dualidad explica que puedan apreciarse en la ciudad actual tendencias aparentemente
contradictorias. Por una parte, un declive industrial generalizado, con una
reorganización productiva que tiende a una localización periférica dispersa. Esta
tendencia descentralizadora, continua la expansión urbana suburbana de la etapa
fordista, con la particularidad de que el fenómeno afecta a espacios cada vez más
alejados de la ciudad central.
En contraposición, la ciudad se está convirtiendo en zona especializada en atraer
actividades industriales innovadoras. La innovación tecnológica resulta hoy un factor
productivo más importante que el trabajo o el capital, al posibilitar la generación de
ventajas competitivas para las empresas. Este tipo de empresas innovadoras tiene a
concentrarse espacialmente en ciertos ámbitos, sobre todo de carácter urbano-
metropolitano. El hecho, que afecta tanto a la producción como a la
incorporación/difusión de innovaciones, está directamente relacionado con dos tipos de
razones complementarias:
- Determinados condicionamientos territoriales, que propician el surgimiento de
innovaciones en unos casos y lo frenan en otros: recursos humanos con un alto
nivel de formación, existencia de infraestructuras tecnológicas….
- La proximidad espacial entre empresas potencialmente innovadoras, sobre todo
de pequeño tamaño, y de éstas con instituciones locales favorables a la
innovación, genera potencialidades positivas para el conjunto, al facilitar los
intercambios de información.

4.3.2. La industrialización de las áreas rurales en el mundo desarrollado.


Durante la fase fordista, las áreas rurales estuvieron afectadas por procesos de
desindustrialización, con excepción de ciertas actividades intensivas en el uso de
recursos naturales, en cambio, en el actual sistema de producido ciertas tendencias
desconcentradoras, paralelas a una creciente segmentación de los procesos productivos.
En las actuales circunstancias, las áreas rurales cuentan con un conjunto de ventajas
relativas, que les confieren un carácter competitivo, facilitando la difusión al campo de
esta industria tradicionalmente urbana. La existencia de recursos naturales abundantes y
baratos; los menores costes que la ciudad, debido al menor nivel de vida y de precios, su
mano de obra de bajo nivel conflictivo y reivindicativo, la falta de controles urbanísticos
y la comunicación eficiente por carretera constituyen por si mismos alicientes
suficientes para la instalación de diversos sectores maduros.

4.3.3. La deslocalización de la industria.


La descolocación industrial es un fenómeno inherente a cualquier economía
industrializada que se mueve en términos de competencia internacional. Consiste en el
traslado de una parte importante de la producción por parte de grande empresas y
multinacionales, hacia otros países menos industrializados o en desarrollo, bien por
relocalización propia, bien por subcontratación a otras empresas afines. En el primer
caso, se trataría de una deslocalización internalizada o intraempresarial, y la producción
estaría en manos de una empresa filial en otro país. En el segundo caso, se trataría de
una deslocalización externalizada, y la producción se subcontrataría a otra empresa
extranjera.
La deslocalización comienza a adquirir relevancia a partir de la década de los años
noventa del siglo XX. Las grandes compañías traspasan actividades de menor valor
añadido a países con costes más bajos, donde se ofrecen ventajas fiscales, subvenciones
etc para obtener mayores beneficios.
La deslocalización afecta, fundamentalmente, a sectores tradicionales e intensivos de
mano de obra. El origen e este fenómeno está en el funcionamiento globalizado de la
economía actual, que posibilita la descentralización productiva en países de todo el
mundo. Las causas mas significativas son:
- La búsqueda de costes salariales más bajos, así como otros beneficios
económicos con menor presión fiscal.
- La competitividad creciente y global de las empresas
- La gran desigualdad de derechos y condiciones laborales entre los países.
- La organización política del mundo actual, más que un obstáculo es un elemento
que contribuye a mantener y apoyar este tipo de situaciones.
- La falta de presión en los movimientos sindicales y de conciencia de clase
trabajadora, que se traduce en competitividad e insolidaridad..
- El cambio de modo de producción y de división internacional del trabajo, en
unos países se realiza la investigación, en otros la fabricación y en otros el
embalaje.
- El desarrollo de nuevas formas de inversión, fundamentalmente, la
subcontratación internacional, las franquicias, las fusiones…
En función del sector y tipo de producto de que se trate, se otorgará más peso a unos
factores de deslocalización que a otros. Las consecuencias de la deslocalización
industrial son muy distintas para los países de origen o destino. Para ciertos autores, los
efectos de deslocalización son positivos a corto y largo plazo, fundamentando esta
opinión en que, en un proceso de globalización, las empresas se instalan donde reducen
costes o mejoran la calidad de sus productos, de forma que los consumidores se
benefician con productos mejores y más baratos. La competencia creciente favorece la
innovación tecnológica, y por tanto, el crecimiento de la producción. También inciden
en que los efectos en la equidad internacional son positivos, pues la deslocalización
tiende a ir de Norte a Sur, favoreciendo el desarrollo de economías atrasadas y
mejorando la distribución internacional de la renta.

También podría gustarte