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a. Del Diablo que huyo del campamento, con el rabo entre las
piernas
Cuenta la leyenda escuchada al Sr. Torcuato Huambachano y dice:
Antiguamente sé creía que el diablo se daba de cabezazos cuando los
fieles cristianos acudían puntuales a la Iglesia a escuchar la palabra de
los padres misioneros franciscanos ó descalzos que de año en año
visitaban nuestro pueblo por 08 días.
El patudo no soportaba el entusiasmo y fe religiosa de los Chilcanos, por
eso en la semana misionera se dedicaba a hacer diabluras para hacer
caer en pecado a los fieles.
Cierta vez, allá en los años virreinales cuando la fe en Cristo Nuestro
Señor, había llegado muy hondo en la conciencia de los Chilcanos, a
eso de las 12 de la noche, hora preferida por los enamorados, gatos
techeros, borrachitos y los discípulos de “ CACO ”, que no son pocos;
una de nuestras campanas de nuestra monumental Iglesia, empezó a
repicar fuerte como si una legión de “ diablos ” se hubiese prendido de la
soga.
En ese instante las máximas autoridades eclesiásticas que estaban de
visita, acompañados de sus sacristanes, autoridades y curiosos que se
habían levantado al oír descomunal ruido se dirigieron al campanario
para atrapar al intruso que osaba perturbar su sueño con broma de tan
mal gusto; pero al llegar se dan con la sorpresa que la campana seguía
sonando sin que persona alguna tirara de la soga, de allí nació la
creencia de que no podía ser otro que el rey de los infiernos.
Por eso los reverendos que llevaban agua bendita rociaron la campana
al tiempo que la exorcizaban con palabras en latín, hasta que la
campana dejo de tocar, señal de que el UÑAS LARGAS, había sido
vencido. Es por eso que se dice que el diablo huye con el rabo entre las
piernas. Para escarmiento de las demás que no deben estar al servicio
del monarca de los infiernos, sino de la sagrada causa de Dios.
d. La Higuera
Cuenta una antigua leyenda Chilcana que todos los días alrededor de
las doce de la noche a todas las higueras (arboles que brindan el fruto
del higo), le brotaban flores, pero que entre todas ellas existía una flor
muy hermosa, cuyo color era dorado.
Cierto día un morador de nuestro Distrito, se dirigía hacia su chacra para
la siembra habitual, de pronto miro hacia la higuera y diviso la flor,
recordó lo que le habían contado (que cualquier persona que arrancara
la flor tendría muchas riquezas).
El hombre no resistió tanta tentación y procedió a sacar la flor de la
planta y tomo la determinación de regresar a casa. Al entrar en ella
encontró lo que él había imaginado: Oro, Plata, Joyas y Piedras
preciosas.
El hombre no puso limites a su avaricia, decidió disponer de sus
riquezas y darse la mejor vida. Pero esta fortuna no le duraría mucho
pues al cabo de poco tiempo la persona que hubiera osado sacar la flor
fallecería por que esta se encontraba encantada.
Se puede concluir que de nada vale las riquezas materiales que
podamos adquirir durante la vida, pues al morir nada nos llevamos.