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La danza se ha convertido actualmente en un arte que utiliza el ser humano para la trasmisión de
emociones, un movimiento corporal que ha sido una herramienta importante para conocer la
historia desde la cual se ha narrado el tiempo, la simbología, las representaciones sociales, las
tradiciones, entre múltiples factores, hasta llegar a nuestros días y convertirse en un arte capaz de
generar cultura, tejer sociedad, ampliar horizontes y resinificar la vida misma aportando a la salud
mental y física de cada individuo.
La danza entonces ha permitido una verdadera identidad nacional, personal y cultural, que reúne
diferentes elementos tradicionales de la sociedad, como por ejemplo sus creencias, su música, la
expresión de su cuerpo que demarca territorio, los juegos, competencias, comidas, bebidas,
expresiones de literatura, vestuario y otros aspectos que hablan de la cultura de una sociedad.
A lo largo de todas las épocas, la danza ha sido un aspecto importante de todas las culturas.
Entre las culturas primitivas, el baile fue una de las formas principales de expresión social y ritual
religioso. Los hombres y las mujeres bailaban para ganarse los favores de los dioses, quienes
proporcionaban el alimento, el refugio, la salud y la seguridad. Bailaban para expresar su alegría en
los nacimientos, su felicidad en el amor, su valor en la guerra y su tristeza frente a la muerte.
Según Viciana y Arteaga (1997), el baile está lleno de posibilidades expresivas, físicas,
emocionales y de movimiento, y tiene asociado un carácter distensionador, agradable y
sociabilizante. El grado de motivación que despiertan las actividades con este carácter debe ser
aprovechado y explotado como medio optimo para la consecución de cualquier objetivo que nos
propongamos desarrollar a través de él.
Por otro lado, Hernández y Torres (2009) nos dicen que la definición de danza sea cual sea la
fuente de información utilizada, está formada por los elementos de movimiento corporal, ritmo,
música y expresión o comunicación. De hecho la danza puede definirse de diversas formas, según
el punto de vista que se adopte.
Castañer (2000), considera que puede ser danza, ccualquier forma de movimiento que no tenga
otra intención que la expresión de sentimientos, de sensaciones o pensamientos.
La danza es un arte que utiliza el cuerpo en movimiento como lenguaje expresivo. (Arteaga y
cols, 1999).
Ahora, la danza como forma de arte sobrepone a la dimensión cultural un nivel técnico que se
relaciona con las precisiones académicas o formales alrededor del baile; aquí se señala cómo
deben moverse los cuerpos para que su práctica sea armónica, estética y coherente dentro de un
tipo de danza determinado. También se contempla la importancia de la relación entre la música y
el movimiento.
El uso de la danza como herramienta para reconocer sentidos, historias e identidades a partir del
cuerpo se manifiesta también en expresiones como la Capoeira, una práctica brasileña que llegó a
Colombia hace más de 25 años y tiene parte de su acogida en el hecho de que recuerda una
circunstancia común a ambos países: la esclavitud de los afrodescendientes. Como danza mezcla
artes marciales con música; como práctica recoge también elementos de la lengua y la
cotidianidad del Brasil.
La danza es un lenguaje para comunicar historia y cultura, a partir de un sentido social que
visibiliza el impacto de estas dimensiones en la vida cotidiana de los territorios del país. Este es el
caso del Colegio del Cuerpo, un centro artístico de formación en danza contemporánea creado en
1997 por Álvaro Restrepo y Marie France Delievuin en Cartagena.
La propuesta es utilizar la danza y la música como una herramienta de reparación que permita a la
comunidad, particularmente a los niños y jóvenes, tener una oportunidad para decidir otros
caminos de realización personal y profesional. Se trata de ver en la danza una creatividad que se
manifiesta en la vida, rompiendo las barreras de clasismo y racismo que perjudican a la sociedad
de Cartagena.
Los antiguos griegos fueron los primeros en considerar la danza como un arte, incluso le asignaron
una musa, Terpsícore, y ya daban fe de algunos de los comportamientos sociales que
acompañaban a esta práctica, así como de sus beneficios para el bienestar físico. Como muchas
otras prácticas artísticas, la danza ha mantenido su peso en la vida social y cultural a lo largo de las
diferentes etapas de la historia, llegando a convertirse en un elemento más de la idiosincrasia de
un lugar, un pueblo o un colectivo.
Aunque Egipto se ha postulado como el país de origen de esta exótica danza, lo cierto es que nace
de la combinación de elementos tradicionales de Oriente Medio y el Norte de África. La danza
oriental es una práctica milenaria vinculada tradicionalmente al culto a la fertilidad humana y de la
tierra, así como a la adoración a los dioses. Sin embargo, la llegada de las culturas occidentales al
Norte de África altera el enfoque tradicional y que ha llegado a alcanzar popularidad internacional.
El haka (o «la haka») es un tipo de danza de guerra maorí que se representaba tradicionalmente
como símbolo de la unidad y la fuerza de la tribu tanto en el campo de batalla como en encuentros
pacíficos. La haka es una danza pensada para desafiar y encarar al enemigo. Sus intensos
movimientos suelen ir acompañados de expresivas muecas y cantos en un tono fuerte cuyas
palabras hacen honor a los ancestros y las experiencias de la tribu.
En la actualidad, el haka se practica en celebraciones maoríes como una manera de honrar a los
invitados, pero quizás su uso más popularizado se encuentre en el plano deportivo. La selección de
rugby de Nueva Zelanda, comúnmente conocida como los All Blacks, ejecuta esta danza frente al
enemigo antes de iniciar el partido.
La música y la danza son dos elementos imprescindibles para comprender la cultura griega y su
evolución histórica. En la Grecia Antigua estaban fuertemente ligadas a la poesía y se les atribuía
un origen divino. El propio Platón consideraba estas manifestaciones artísticas como un pilar de la
educación ciudadana. Cuenta la leyenda mitológica que en su regreso a Atenas, Teseo hizo una
parada en la isla de Delos para dar las gracias a los dioses por haberle salvado la vida. Como parte
de su ritual, elaboró una danza con movimientos que imitaban su paso por el laberinto donde
había derrotado al minotauro. En la actualidad este baile se conoce como Géranos y se sigue
practicando en algunas regiones. Otras danzas populares griegas guardan una estrecha relación
con los acontecimientos históricos y las frecuentes fluctuaciones demográficas del país. Por
ejemplo, el grupo de danzas que componen el estilo Rembétiko, bailes creados desde la cultura
marginal por los ciudadanos griegos afincados en Turquía que se vieron obligados a abandonar sus
hogares después de la guerra.
Los pueblos andinos también presentan un diverso abanico de danzas tradicionales que guardan
una estrecha relación con su cultura, sus creencias religiosas y su estilo de vida.
En el centro de Perú, en la zona de Huancayo existe una danza denominada «Huaylas», una danza
que nace como manifestación artística de la vida agrícola y debe su enérgico zapateo a la trilla de
granos tras la cosecha. Muchos de sus movimientos están relacionados con el cortejo del chihuaco
o zorzal, ave de curioso silbido que habita en este entorno natural.