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METAFÍSICA
Aristóteles
Edición Electrónica de
www.philosophia.cl / Escuela de
Filosofía Universidad ARCIS
Traducción de
Valentín García Yebra
www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS.
α
LIBRO II
Capítulo 1
30 La investigación de la verdad es, en un sentido, difícil; pero, en otro, fácil. Lo
prueba el hecho de que nadie puede alcanzarla (993b) dignamente, ni yerra por completo,
sino que cada uno dice algo acerca de la Naturaleza; individualmente, no es nada, o es
poco, lo que contribuye a ella; pero de todos reunidos se forma una magnitud apreciable.
De suerte que, si verdaderamente la situación es aquí similar a la que solemos expresar
por un proverbio, 5 ¿quién puede no dar en una puerta?. En este sentido, la investigación
de la verdad sin duda es fácil; pero el hecho de alcanzar el todo y no poder alcanzar una
parte muestra su dificultad. Quizá también, siendo la dificultad de dos clases, su causa no
está en las cosas, sino en nosotros. Pues el estado de los ojos de los murciélagos ante la luz
del día es también el del entendimiento 10 de nuestra alma frente a las cosas más claras
por naturaleza. Y es justo que estemos agradecidos no sólo a aquellos cuyas opiniones
podemos compartir, sino también a los que se han expresado más superficialmente. Pues
también éstos contribuyeron con algo, ya que desarrollaron nuestra facultad de pensar. 15
En efecto, si no hubiera existido Timoteo, nos faltarían muchas melodías. Pero, sin Frinis,
tampoco habría existido Timoteo. Lo mismo sucede con los que se han expresado acerca
de la verdad; pues de algunos hemos recibido ciertas doctrinas, pero otros fueron causa de
que llegaran a existir éstos. Y también 20 es justo que la Filosofía sea llamada ciencia de la
verdad; pues el fin de la ciencia teórica es la verdad, y el de la ciencia práctica, la obra. En
efecto, si los prácticos indagan cómo está dispuesta una cosa, no consideran en ella lo
eterno, sino lo que se ordena a algo y al momento presente. Pero no conocemos lo
verdadero sin conocer la causa; y, en cada caso, tiene por excelencia su propia naturaleza
aquello en cuya virtud reciben el mismo nombre las demás cosas (por ejemplo, el Fuego es
lo 25 más caliente, pues es para las demás cosas la causa del calor). Por consiguiente,
también será lo más verdadero lo que es para las demás cosas causa de que sean
verdaderas. Por eso los principios de los entes eternos son siempre, necesariamente, los
más verdaderos (pues no son temporalmente verdaderos, y no hay ninguna causa de su
ser, sino que ellos son causa del ser para las demás cosas); de suerte que cada cosa tiene
verdad en la 30 misma medida en que tiene ser.
Capítulo 2
(994a) Por lo demás, es evidente que hay un principio, y que no son infinitas las
causas de los entes, ni en línea recta no según la especie. En efecto, ni en el sentido de la
causa material es posible que tal cosa proceda de tal otra hasta el infinito (por ejemplo, la
carne de la Tierra, y la Tierra del Aire, y el Aire del Fuego, y así incesantemente), ni en el
sentido de la causa de donde procede el principio del movimientos (por ejemplo, que el
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hombre sea puesto en movimiento por el Aire, y éste por el 5 Sol, y el Sol por el Odio, y
que de esto no haya nunca fin). Asimismo, tampoco es posible que aquello en vista de lo
cual se hace algo proceda al infinito; que el pasear sea en vista de la salud, y ésta en vista
de la felicidad, y la felicidad en vista de 10 otra cosa, y que así siempre una cosa sea en
vista de otra. Y lo mismo en cuanto a la esencia. En efecto, para las cosas intermedias, que
tienen un término último y otro anterior, necesariamente será el anterior causa de los que
le siguen. Pues, si tuviéramos que decir cuál de los tres términos es causa, diríamos que el
primero; no, ciertamente, el último, porque el término final no es causa de nada. Y
tampoco el intermedio, pues 15 sólo es causa de uno (y nada importa que el término
intermedio sea uno o más de uno, ni que sean infinitos en número o finitos). Pues de los
infinitos de este modo y de lo infinito en general todas las partes son igualmente
intermedias hasta la presente. De suerte que, si no hay ningún término primero, no hay en
absoluto ninguna causa.
Pero tampoco en sentido descendente es posible ir al infinito, 20 teniendo principio
lo de arriba, de suerte que del Fuego se forme Agua, y de ésta, Tierra, y así siempre algún
otro género. Pues de dos maneras procede una cosa de otra ‐no en el sentido en que se dice
que una viene después de otra, como después de los juegos ístmicos vienen los olímpicos,
sino, o bien como de un niño, al cambiar, se hace un varón adulto, o como de Agua 25 se
forma Aire. Por consiguiente, así como decimos que de un niño se hace un varón adulto,
así de lo que estaba haciéndose se hace lo hecho, y de lo que estaba terminándose, lo
terminado (pues siempre existe lo intermedio, como entre el ser y el no ser existe la
generación; así también, entre lo que es y lo que no es, existe lo que está haciéndose; pues
el que aprende está haciéndose sabio, y esto es lo que significa que del que 30 aprende se
hace el sabio). Pero el «hacerse de» en el sentido en que del Aire se hace Agua, supone la
corrupción de uno de los dos términos. Por eso en el primer sentido no hay conversión
recíproca, y no se hace de un varón adulto un niño (pues no (994b) se genera de la
generación lo que está generándose, sino [lo] que es después de la generación; así también,
en efecto, el día se genera de la aurora, porque viene después de ésta; y por eso la aurora
no se genera del día). En cambio, las otras cosas se convierten recíprocamente. Pero en
ambos casos es imposible ir al infinito; pues, siendo unas cosas entes intermedios, tienen
necesariamente un fin, y las otras se convierten recíprocamente, 5 puesto que la corrupción
de una es la generación de la otra.
Y, al mismo tiempo, es también imposible que lo primero, siendo eterno, se
corrompa. Puesto que, en efecto, la generación en sentido ascendente no es infinita,
necesariamente lo primero de cuya corrupción se produjo algo no será eterno. Además,
aquello en vista de lo que se hace algo es un fin; y es tal lo 10 que no se hace en vista de
otra cosa, sino que las demás se hacen en vista de ella; por consiguiente, si existe tal
término último, no habrá progresión al infinito, y si no existe, no habrá aquello en vista de
lo cual. Pero los que suponen la progresión infinita destruyen sin darse cuenta la
naturaleza del Bien. (Sin embargo, nadie intentaría hacer nada si no hubiera de llegar a un
término); ni habría entendimiento en los entes; pues el que 15 tiene entendimiento obra
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siempre en vista de algo, y esto es un término; el fin, en efecto, es un término. Tampoco la
esencia admite ser reducida a otra definición más extensa en su enunciado; pues siempre
la definición anterior es más definición; y la posterior no lo es; y donde no existe lo
primero, tampoco existe lo siguiente. Además, los que así dicen destruyen el 20 saber; no
es posible, en efecto, saber antes de llegar a los elementos indivisibles de la definición; y ni
siquiera se puede conocer; pues ¿cómo es posible entender las cosas que son infinitas de
este modo?. No sucede lo mismo en la línea, cuyo proceso de división es infinito, pero no
es posible entenderla sin interrumpirlo (por eso no podrá enumerar los cortes el que
proceda 25 al infinito). Pero también es necesario entender la materia en lo que se mueve.
Y ningún infinito tiene ser; o, si no, la infinitud no es infinita.
Por lo demás, aunque fuesen infinitas en número las especies de las causas,
tampoco así sería posible conocer, pues sólo creemos 30 saber cuando hemos llegado a
conocer las causas; pero lo infinito por adición no es posible recorrerlo en tiempo finito.
Capítulo 3
El resultado de las lecciones depende de las costumbres de los oyentes. En efecto,
queremos que se hable como estamos (995a) acostumbrados a oír hablar, y las cosas dichas
de otro modo no nos parecen lo mismo, sino, por falta de costumbre, más desconocidas y
extrañas. Lo acostumbrado, en efecto, es fácilmente conocible. Y cuánta fuerza tiene lo
acostumbrado, lo muestran las leyes, en las cuales lo fabuloso y lo pueril, a causa 5 de la
costumbre, pueden más que el conocimiento acerca de ellas.
Unos, en efecto, no escuchan a los que hablan si no se habla matemáticamente;
otros, si no es mediante ejemplos; éstos exigen que se aduzca el testimonio de algún poeta;
aquéllos todo lo quieren con exactitud, y a los de más allá les molesta lo exacto, o por no
poder seguir el razonamiento o por la enumeración 10 de pequeñeces. El prurito de
exactitud tiene, en efecto, algo de esto; de suerte que, como en los tratos, también en los
razonamientos les parece a algunos impropio de hombres libres. Por eso es preciso
aprender previamente cómo podrá ser comprendida cada cosa, pues es absurdo buscar al
mismo tiempo la ciencia y el modo de la ciencia. Y ninguno de los dos objetivos es fácil de
alcanzar.
15 La exactitud matemática del lenguaje no debe ser exigida en todo, sino tan sólo
en las cosas que no tienen materia. Por eso el método matemático no es apto para la Física;
pues toda la Naturaleza tiene probablemente materia. Por consiguiente, hay que investigar
primero qué es la Naturaleza; pues así veremos también claramente de qué cosas trata la
Física [y si corresponde a una ciencia o a varias estudiar las causas y los principios]. 20
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