NEE y la enseñanza de la música

El aprendizaje musical en las

diferentes etapas de la vida.
La música para niños y para
adultos
José Antonio García Casasempere
CONTENIDO
1. Objetivos

2. Las NEE en el sistema educativo español

3. Beneficios de la música para el alumnado con

NEE

4. La musicoterapia como base estimuladora

5. Propuestas metodológicas para alumnos con

TDHA

6. Propuestas metodológicas para alumnos

autistas

7. Propuestas metodológicas para alumnos con

altas capacidades

8. Propuestas metodológicas para alumnos con

síndrome de Down

9. Propuestas metodológicas para alumnos con

discapacidades físicas

10. Resumen

11. Bibliografía

Objetivos
• Definir las siglas NEE, y saber qué es lo que
caracteriza a este tipo de alumnado.
• Analizar el marco educativo actual en relación a
este alumnado.
• Conocer los beneficios que el estudio de la música
puede aportar a este alumnado, con especial
énfasis en la musicoterapia.
• Conocer algunas de las Necesidades Educativas
Especiales más presentes en el aula.
• Establecer líneas pedagógicas de actuación frente
a las Necesidades Educativas Especiales más
habituales en el aula.
Las NEE en el sistema
educativo español
Las Necesidades Educativas Especiales (NEE) han
estado siempre presentes en las aulas, pero no ha sido
hasta las dos últimas décadas cuando, por fin, han estado
más presentes en el sistema educativo del país. Con
este término, acuñado en 1981 en el Informe Warnock,
se hace referencia a los alumnos que presentan una
serie de dificultades de aprendizaje que hace necesaria
la puesta en práctica de diversas acciones educativas
especiales (desde el currículum, desde la metodología a
seguir por el docente…) para atenderlas.
De esta manera, la lista de alumnos con NEE puede
ser amplia. Desde casos de síndrome de Down hasta
niños con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con
Hiperactividad), pasando por educandos con deficiencias
visuales o auditivas. Y sin olvidar, por ejemplo, a los
alumnos con altas capacidades, que muchas veces son
olvidados.
Desde la aparición de este término, distintas leyes
educativas han contemplado la inclusión de este
alumnado. Mientras que con la Ley General de Educación
de 1970 se crearon centros de educación especial y
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aulas de educación especial en los centros ordinarios, en
1975 el Instituto Nacional de Educación Especial pondría
en marcha el Plan Nacional de Educación Especial. Tras
la instauración del marco legal educativo que deriva
de la Constitución Española de 1978, se destacan las
siguientes leyes:
• LOGSE (1990): parte del principio de normalización e
integración del alumnado con NEE, estableciéndose
por primera vez desde un rango de ley. Se hace
especial hincapié en atender a alumnos con
dificultades en el aprendizaje.
• LOPEG (1995): establece las medidas para garantizar
la escolarización del alumnado con NEE en los centros
sostenidos con fondos públicos.
• LOE (2006): en su artículo 74, declara que la
escolarización de este alumnado en unidades
o centros de educación especial, sólo se llevará
a cabo cuando sus necesidades no puedan ser
atendidas en el marco de las medidas de atención
a la diversidad de los centros ordinarios. Así
mismo, destaca la necesidad de crear programas
y adoptar medidas para que su escolarización sea
lo más adecuada posible tanto en las enseñanzas
obligatorias como en las postobligatorias. También
se destaca que en el Real Decreto 1513/2006 por
el que se establecen los contenidos mínimos en la
Enseñanza Primaria, apostando por el desarrollo
físico, mental, moral y ético del alumno; por lo
tanto, la música juega un papel de gran importancia
dadas sus características.
• LOMCE (2013): es la actual ley educativa del país,
reformulando dos principios que anteriormente
había planteado la LOE. Concretamente, el artículo
71.1 añade que “las Administraciones educativas
podrán establecer planes de centros prioritarios
para apoyar especialmente a los centros que
escolaricen alumnado en situación de desventaja
social.”; por su parte, el artículo 71.2 ahora apunta
que los alumnos con TDAH (Trastorno por Déficit
de Atención e Hiperactividad), ahora también
están incluidos dentro del alumnado con NEE. A
estas dos reformulaciones cabe añadir el apunte
que se hace sobre las medidas de escolarización
y de atención a los alumnos con dificultades
específicas de aprendizaje: el reconocimiento
de estos casos se ha de hacer de una manera
temprana, siendo las administraciones educativas
las encargadas de adoptar las medidas oportunas
para su identificación y valoración, garantizándose
en el proceso de escolarización valores como la
igualdad, la normalización.

Beneficios de la música
para el alumnado con NEE
La música también tiene un gran papel en el ámbito de
las Necesidades Educativas Especiales, por lo que es
necesario dejar a un lado ideas erróneas que condicionen
su aprendizaje en atención a que el alumnado tenga un
nivel intelectual determinado o que el alumnado con
NEE no pueda percibir los mismos estímulos que otro
alumno a través de la música. Por tanto, de nuevo hay
que evocar la idea de que todas las personas poseen
una competencia musical general que puede ser
desarrollada.
La música ofrece múltiples ventajas para cualquier
alumnado, pero diversos estudios han puesto de manifiesto
los beneficios que tiene para el alumnado con NEE:
• El hecho de trabajar con música proporciona a este
alumnado un ámbito lleno de estímulos sensoriales.
Esto contribuirá decisivamente con su desarrollo
emocional, psicológico y social.
• Ayuda a fomentar la comunicación en aquellos
alumnos con problemas de comunicación verbal.
Y es que, las emociones que pueda reportar el
aprendizaje de la música contribuyen a que el
alumno pueda manifestarse; lo que incidiría en un
mejor conocimiento de sí mismo.
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• La posibilidad de que el alumno pueda expresar qué
siente, favorecerá su adaptación social, ya que se
sentirá parte activa de un grupo.
• En consecuencia, con los puntos anteriores, incide
en que el alumno mejore su autoestima.
• Otras ventajas señaladas por la investigadora Annely
Séller (1990), que afirma que la música “favorece
la atención, la observación, la concentración, la
memorización, la experimentación, la agilidad mental,
la creatividad, el conocimiento y la percepción
de conceptos globales como tiempo, espacio, y
antagónicos como alto-bajo, suave-fuerte, claro-
oscuro, largo-corto, etc.”
Obviamente, estos beneficios hay que entenderlos en
función del tipo de necesidad que presente el alumno.
El listado de NEE es amplio, y analizar casos específicos
conllevaría a un documento de gran extensión. Por ello,
siempre habrá que tener en cuenta el tipo de dificultad de
aprendizaje y las posibilidades de trabajo.
Los educadores deben tratar de optimizar al máximo
todas las potencialidades y habilidades de todos estos
niños. En la medida de los posible, y al igual que sucedía
con las etapas de Infantil, Primaria y Secundaria, la
música tiene que dotar de un papel activo al alumno y,
en todos, los casos abogar por un aprendizaje lo más
integrador posible.

La musicoterapia como
base estimuladora
Mención especial merece el apartado de la musicoterapia,
que volverá a ser tratado más adelante en este módulo.
Diversos autores han estudiado los efectos de aplicar esta
disciplina en los alumnos con NEE, obteniendo notables
resultados. Uno de los más destacados sería el de
Gradfelter (2002), que, una vez por semana, y durante todo
el curso escolar, realizaría con este alumno sesiones de 45
minutos con un marcado carácter multidisciplinar (tocar
instrumentos de pequeña percusión, componer pequeñas
creaciones, escuchar y reconocer canciones); los resultados
desembocarían no solo múltiples beneficios, sino una
mejoría en el aprendizaje de otros campos.
La cárcel Moreno (1995) ha estudiado a fondo las
repercusiones de llevar a cabo sesiones de musicoterapia
con estos alumnos, señalando como principales
beneficios:
• Mejora de las respuestas psicofisiológicas registradas
en diferentes parámetros: encefalograma, ritmo
cardíaco, amplitud respiratoria, etc. A nivel expresivo,
estas respuestas se traducirían en una disminución
progresiva de la ansiedad.
• Aumenta la capacidad de percepción y la acción
motriz.
• Se favorece un equilibrio psicofísico y emocional.
• Mejora del rendimiento corporal, así como de la
percepción y de la motricidad. Con todo ello, el
riego sanguíneo cerebral también aumentaría.
Y, por supuesto, hay que añadir algunos de los beneficios
mencionados anteriormente. Es el caso del impacto que
la música tiene en el desarrollo emocional gracias a que
el alumno puede expresarse y comunicarse.
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Propuestas
metodológicas para
alumnos con TDAH
A continuación, se plantean algunas ideas que el
docente en música puede llevar a cabo con estos
alumnos. Se trata de orientaciones generales acerca
de los ejercicios que mejor se adaptan a determinadas
necesidades educativas. Hay que centrarse en los casos
más habituales en el aula.
Por lo que concierne a los alumnos con TDAH (alumnos
hiperactivos), la música ofrece multitud de recursos.
Previamente, hay que señalar que se trata de un trastorno
cuya principal causa es biológica y que quedaría
explicado por un desequilibrio existente en las áreas
cerebrales implicadas en la atención y en el movimiento.
Desde este punto de vista, son recomendables las
siguientes actividades:
• Actividades basadas en juegos: es importante huir
de clases magistrales, y hacer partícipe al alumno,
en todo momento, del aprendizaje. Algunas
prácticas musicales a modo de juegos pueden ser
las tradicionales estatuas musicales, la carrera del
pentagrama o aprendiendo a ser director.
• Actividades rítmicas: se pueden trabajar ejercicios
de imitación de ritmos, utilizando bien el propio
cuerpo o algún instrumento de pequeña percusión;
así mismo, se puede pedir que percuta un ritmo
dado con figuras musicales o que él mismo invente
uno (dependerá del nivel del alumno). En otro orden
de cosas, conviene señalar que en los centros
de música, cada vez es más habitual comprobar
que muchos alumnos abogan por adentrarse en
el mundo de la percusión; y es que, se trata de un
instrumento multidisciplinar que trabaja, a grandes
rasgos, el ámbito psicomotriz y atencional del
alumno.
• Actividades que promuevan su ingenio y su
creatividad: en este campo puede resultar
interesante trabajar con ellos actividades en las
que el alumno describa las sensaciones que le
transmite una música, así como realizar pequeñas
composiciones con el instrumento.
• Buscar momentos de relajación: conviene no llevar
un proceso acelerado de trabajo en las distintas
sesiones prácticas, de modo que este alumno sienta
la música como una disciplina que le ayuda a liberar
energía, pero también, a canalizarla. Por ello, tanto
antes como después de las clases, será importante
buscar algún momento de relajación interior para
conseguir mejores resultados en las sesiones de
trabajo; en este sentido, el docente debe de velar
para que la respiración sea un proceso controlado
en todo momento.

• Un compendio más amplio de los diferentes puntos
anteriores hace mencionar la musicoterapia como
disciplina clave para trabajar todo lo anterior:
con la letra de una canción, por ejemplo, puede
llevarse a cabo el siguiente proceso: audición de
la canción (mientras, se sigue la letra), para luego
cantar determinados fragmentos (pueden marcarse
con un color o subrayarse las líneas que queremos
que cante). Otro ejemplo podría ser con una melodía
sencilla que lleve al alumno a relajarse y sobre la que
pueda realizar un dibujo.
Propuestas
metodológicas para
alumnos autistas
En cuanto a los alumnos con autismo, conviene recordar
que el alumno posee alteradas diversas funciones
psicológicas debido a un trastorno del desarrollo
biológico, y en el que un componente genético juega
también un papel importante. Las manifestaciones del
niño autista son varias, lo que conlleva a hablar de una
diversidad de alteraciones en cuanto a sus competencias
y capacidades. El objetivo principal es que la música sea
un elemento que incentive sus capacidades sensoriales,
emocionales, comunicativas y sociales.
En este caso, la música puede ser trabajada de la
siguiente manera:
• Con ejercicios que estimulen el desarrollo auditivo:
el reconocimiento de sonidos del entorno o de
instrumentos (dependiendo del nivel del alumno),
o la repetición de fragmentos melódicos y rítmicos
contribuyen, de manera decisiva, a potenciar tanto
la capacidad memorística como la referente a la
concentración. Los niños autistas pueden mostrar
un absoluto rechazo ante determinados sonidos
o instrumentos, por lo que conviene analizar en
las primeras sesiones qué tipo de timbres son
aquellos que pueden servir como enganche para ir
abriendo su campo de atención.
• Actividades basadas en la educación vocal: se debe
de empezar por sencillos motivos melódicos, que se
cantarán a modo imitativo y con acompañamiento
de piano. Por otro lado, las canciones son una buena
herramienta de trabajo en el aula, fortaleciendo las
capacidades mencionadas en el punto anterior.
• Ejercicios para reflexionar sobre la parte rítmica
de la música: en concreto, interesa trabajar esta
parte con alumnos con Síndrome de Asperger, ya
que al tratarse de casos en los que puede haber
un coeficiente intelectual superior a la media, la
formación rítmica puede ser trabajada desde otro
punto de vista diferente a lo convencional; es el
caso de buscar patrones rítmicos en los sonidos
del entorno (señalando su equivalencia en el ámbito
musical) o buscar patrones rítmicos para alguna
melodía dada (e incluso, para algún fragmento
lingüístico).
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• Los niños autistas suelen tener problemas de
habilidades sociales, lo que dificulta su integración
social. Por ello, hay que plantear actividades en
las que el alumno exprese sus emociones y pueda
compartirlas junto a los demás. Además de poder
otorgarle un papel importante en las sesiones de
música (ser nuestro ayudante “oficial” en las clases
de música, por ejemplo), es importante reforzar sus
logros ante los demás y dejarle compartir el resultado
de su trabajo con el resto de compañeros.
• Actividades planteadas de manera lúdica: Una vez
más, se buscará que el juego esté presente en el
aula, priorizando el aspecto lúdico a las actividades
teóricas sin más. Por ello, los juegos que combinan
música con movimiento pueden ser una buena
opción: sillas musicales, estiramientos musicales.
En todos los casos, y en la medida de lo posible,
el aprendizaje de la música debe de acompañarse
con elementos visuales. En consecuencia, el uso de
musicogramas o de videos musicales puede ser un buen
recurso en el aula.
Así mismo, es importante remarcar que, en líneas
generales, los alumnos autistas son arrítmicos. Por ello,
las actividades rítmicas deben de hacerse desde una
perspectiva integradora y buscando una evolución del
trabajo lenta.
Propuestas
metodológicas para
alumnos con altas
capacidades
Por lo que concierne a los alumnos con altas capacidades,
decir que presentan un talento especial que requiere
de unas necesidades específicas de formación. En
este tipo de alumnos habría que diferenciar, en primer
lugar, si se trata de alumnos que estudian el área de
Música dentro de la enseñanza obligatoria (en cuyo
caso, se hace necesaria una adaptación curricular en
cuanto a contenidos, metodología…) o, por el contrario,
alumnos que encuentran en la música (más allá de la
obligatoriedad) un medio para potenciar este talento.
En el caso de contar con alumnos de este tipo durante
las etapas obligatorias, el primer paso que se debe
establecer es (tras observar las habilidades y talentos
en los que destaca) un diseño concreto de medidas
educativas, señalando las pautas de aprendizaje que el
centro escolar puede ofrecerle. Antes esto, convendría
llevar a cabo las siguientes propuestas didácticas:
• Actividades integradoras que le hagan sentirse
parte del grupo clase: es importante promover el
trabajo en equipo y que, de esta manera, tanto el
resto de componentes pueda aprender de él, como
este alumno de ellos.

De cara a la formación instrumental, puede actuar
como ayudante del profesor para supervisar la
práctica de sus compañeros de equipo, o también,
tocar una línea de mayor dificultad melódica al
tiempo que los compañeros interpretan otra.
Utilizar la técnica integradora del puzle también
puede reportar numerosos beneficios.
• Muy vinculado con el punto anterior, convendrá llevar
a cabo actividades que potencien sus habilidades
sociales: todo con el fin de evitar una marginación por
parte del resto de compañeros o una autoexclusión.
Por ejemplo, ofrecerle propuestas de investigación
sobre alguno de los contenidos que estén trabajando
el resto de compañeros para, posteriormente, exponer
los resultados ante ellos. Además, pueden incentivarse
pequeños debates o foros de reflexión sobre un tema
concreto, en los que él actúe como moderador, anote
las ideas principales, haga una reflexión final.
• De nuevo: la musicoterapia puede ser utilizada con
este tipo de alumnado. Partiendo de la audición
de una pieza, pueden realizarse propuestas
complementarias a las solicitadas a otros alumnos;
es el caso de contextualizar el fragmento escuchado
(decir no sólo a qué género pertenece, sino
también, la autoría…), de analizar las características
principales del género (en relación a ese fragmento
concreto) o de realizar algún tipo de comentario
sobre la estructura formal de la composición.
En el caso de los alumnos que potencian su talento musical
más allá de las etapas obligatorias, hay que hablar de Centros
Específicos de Alto Rendimiento o de Centros Integrados
de Música como lugares específicos capaces de atender
sus necesidades. En el caso de otras entidades educativas,
como los Conservatorios, las directrices a seguir en las
clases colectivas seguirían la misma línea que lo señalado
anteriormente. En todo caso, es necesario que el alumno no
trabaje su talento instrumental de forma aislada, sino que,
en la medida de lo posible, sienta que su aprendizaje está
integrado y que forma parte de un grupo general.
Propuestas
metodológicas para
alumnos con síndrome de
Down
Los niños con síndrome de Down es otra de las
necesidades educativas más manifiestas en un aula. De
nuevo, la música puede ser beneficiosa para ellos, y la
gama de actividades resulta amplia. Aunque el retraso
mental (que puede ser de leve a moderado) sea uno de los
signos más característicos de estas personas, lo cierto
es que su carácter alegre, su humor o su gran capacidad
imitativa son aspectos clave que permiten trabajar con
ellos multitud de iniciativas desde el ámbito de la música.
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Así mismo, es importante señalar que, actualmente, y tal
y como señala Amparo Luque (2017), su escolarización
puede darse en distintas modalidades, que van “desde
el extremo de mayor integración hasta el de mayor
exclusión: centro ordinario, centro ordinario con apoyos,
centro ordinario con escolarización preferente para una
determinada discapacidad, aula específica en centro
ordinario, escolarización combinada entre un centro
ordinario y un centro específico, y centro específico o de
educación especial”.
En cualquier caso, las actividades musicales que se
planteen con ellos deberán de seguir las siguientes
estrategias didácticas:
• Actividades repetitivas que sirvan para ejercitar
la memoria: trabajar la memoria en este tipo de
alumnado es importante, y ello puede hacerse a
través de las canciones; desde sencillos fragmentos
melódicos (incluso, puede empezarse con sonidos
del entorno) hasta canciones enteras, poco a poco
pueden añadirse al trabajo vocal otros aspectos:
acompañamiento de gestos, seguimiento de la
canción con pictogramas, señales, imágenes.
• Ejercicios en los que se trabaje el movimiento:
bailar (imitando a alguien, de forma particular,
realizando pequeñas coreografías…) y utilizar las
partes del cuerpo para acompañar con gestos una
canción son algunas propuestas, así como el uso de
instrumentos de pequeña percusión para fortalecer
el autocontrol motriz.
• Actividades en las que se ejercite el ritmo:
los instrumentos de pequeña percusión del aula
pueden ser una buena herramienta después de
que el alumno haya explorado las posibilidades
sonoras que ofrece su cuerpo. Además de inventar
y repetir patrones rítmicos, pueden establecerse
asociaciones con las figuras musicales.
A tenor de lo expuesto anteriormente, y de modo general,
conviene decir que estos alumnos necesitan actividades
prácticas, funcionales y motivadoras. Por tanto, la música
no puede ser concebida desde un punto de vista teórico
o abstracto. Además, debe de prevalecer un aprendizaje
imitativo y desgranado en pasos intermedios.
Actualmente, no es difícil encontrar a alumnos que
toquen en bandas de música y que, incluso, estén
estudiando Música en Conservatorios. La inclusión
es uno de los factores clave que más ayuda a estos
alumnos.

Propuestas
metodológicas
para alumnos con
discapacidades físicas
Un quinto apartado llevar a hablar de las discapacidades
físicas. Fernández-Carrión (2011) ha apuntado diferentes
apoyos educativos que existen en la actualidad para
fortalecer el aprendizaje musical en alumnos con ciertas
discapacidades:
• Motoras: a nivel general, se trata de casos en
los que las habilidades motrices se encuentran
alteradas o sin posibilidad de funcionamiento.
Siempre dependiendo de la parte afectada y
del nivel de alteración, pueden utilizarse nuevas
herramientas que han aparecido en los últimos
años, tales como el teclado ‘bigkeys’ (que permitirá
acceder al alumno a diversos recursos digitales)
o la herramienta Plaphoons, que permite grabar
sonidos.
• Auditivas: de acuerdo con Fernández Carrión, estas
personas, independientemente de su nivel, responden
al ritmo y discriminan sonidos, silencio y ruido. Por
ello, las actividades pueden centrarse en trabajar con
canciones que tenga un acompañamiento en lengua
de signos (en el caso de la hipoacusia), utilizar
recursos como trabalenguas, retahílas o grabaciones
y escuchas de la voz (en el caso de la dislalia), o
también, programas de estimulación multisensorial,
como el ‘DiTrex’, en los que la vista y el oído actúan
conjuntamente (en el caso de la dislexia).
• Visuales: el ‘Braille Music Reader’ es una aplicación
que permite a los discapacitados visuales leer,
aprender y escuchar música escrita. En caso de
llevarse a cabo actividades a partir de la escucha
de una melodía, sorprenderá la capacidad para
expresar y sentir que tienen estas personas.
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No obstante, conviene recordar que la aplicación de
estas y de otras herramientas estará supeditada al tipo
de problema y al grado de alteración. Además, y a tenor
de lo expuesto, no pueden establecerse generalizaciones
que descarten a los discapacitados, desde un principio,
para poder trabajar con ellos un determinado ámbito de la
educación musical; por ejemplo, pensar que la formación
rítmica no puede llevarse a cabo con discapacitados
motores o que no tiene sentido realizar audiciones con
alumnos que presentan una discapacidad auditiva.
Resumen
Las Necesidades Educativas Especiales (NEE) han
estado siempre presentes en las aulas, pero no ha sido
hasta las dos últimas décadas cuando, por fin, han estado
más presentes en el sistema educativo de nuestro país.
Las aulas del país cuentan con alumnos de este tipo, y
con ellos también pueden llevarse a cabo interesantes
propuestas musicales.
La comunicación, el plano expresivo o la socialización
son sólo algunos de los ámbitos en los que el alumnado
con NEE puede experimentar mejoras gracias a la
música. Para ello, se hace necesario evocar el papel de
la musicoterapia.
Las Nuevas Tecnologías están teniendo un papel
destacado en los últimos años, pues están contribuyendo
significativamente a que algunos de estos alumnos puedan
aprender música. Es el caso de los alumnos con dificultades
motoras, visuales o auditivas.
bibliografía
1. Arco J. L. y Fernández Castillo A. (2004). Necesidades
educativas especiales: manual de evaluación e
intervención psicológica. Madrid: McGraw-Hill.
2. Burnard P. (2017). Enseñar música de forma creativa.
San Sebastián de los Reyes: Morata.
3. García Blanco A. B. (2018). La didáctica de la música
desde un enfoque lúdico. Valencia: Brúfol.
4. Mateos L. A. (2004). Actividades musicales para
atender a la diversidad. Madrid: ICCE.
5. Padrón P. (1987). Ásperger en el aula: Historia
de Javier. Barcelona: Fundación Universitaria
Iberoamericana.
6. Sánchez Palomino A. y Torres González J. A. (2004).
Educación especial: Centros educativos y profesores
ante la diversidad. Madrid: Pirámide