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MORTOS
UNA PELÍCULA DE KARIM AINOUZ
Gacela del Amor desesperado
Federico García Lorca
Pero yo iré
aunque un sol de alacranes me coma la sien.
Pero tú vendrás
con la lengua quemada por la lluvia de sal.
Pero yo iré
entregando a los sapos mi mordido clavel.
Pero tú vendrás
por las turbias cloacas de la oscuridad.
Story Line:
Sinopsis:
Capítulo 1 - O MARINHEIRO
Las tres mujeres arrastran el cuerpo desnudo del hombre y se adentran con
él en la selva para llevarlo a unas viejas ruinas donde las mujeres
viven.
El cuerpo desnudo del hombre descansa sobre una piedra. Está cubierto con
paños blancos y húmedos, excepto su sexo, que descansa al aire. Las tres
mujeres, ahora con el hábito de monjas, ven caer la noche mientras
conversan entre silencios y suspiros, velando el cuerpo del hombre.
Recuerdan la vieja historia de un marinero y dudan de si realmente aquel
marinero existió. Es una noche eterna, rodeada de velas, donde las monjas
divagan en la oscuridad, sin saber si hablan de recuerdos o de sueños.
Parecen tres fantasmas en una noche eterna, velando el cuerpo de un
misterioso naufrago.
Poco antes del amanecer una pequeña ráfaga de aire entra en la vieja casa
provocando un escalofrío en las monjas. Lentamente, el pene del hombre
comienza a hincharse. Crece y crece, quedándose cada vez más duro. Con
silencio y respeto las monjas observan tremenda erección, las venas
hinchadas, el escroto erizado y el glande prominente, el hombre erecto
continúa inconsciente. Las monjas tienen la mirada fija en el gran falo,
hasta que de pronto el pene escupe un gran chorro de semen. Un semen muy
blanco que vuela y cae sobre el pecho del hombre inconsciente. Las monjas
saben que lo que han visto es un milagro. No se mueven, no consiguen
hablar, su mirada está clavada en el pene aún erecto del hombre mientras
comienza a amanecer. La Segunda monja suspira de pronto un nombre,
“Federico…” y el hombre lentamente abre los ojos…
Capítulo 2 - OS MORTOS
En una pequeña charca a la orilla del río flota el cuerpo muerto de una
NIÑA de diez años. Tiene la tripa hinchada de tanto agua que ha tragado.
Cuatro peces se acercan al cuerpo y le dan pequeños mordiscos, hasta que
un hilo de sangre emana del cuerpo de la niña. Los peces comen ahora con
mayor facilidad y el agua se tiñe de rojo. Otros peces se acercan para
dar cuenta del banquete. Federico mira como los peces se comen a la niña.
Alrededor de él los restos de un naufragio. Pedazos de madera se mezclan
con algunos objetos y ropas, encallados en la orilla del río. Y entre
todos estos destrozos: los muertos.
Capítulo 4 - GRANADA
(ref. https://www.youtube.com/watch?v=T2qGRfZRfG8 )
Federico sube ahora una pequeña pared de piedra ayudándose de las manos.
El viento sopla y los truenos suenan cada vez más cerca. Una vez subida
la pared Federico mira alrededor, se puede sentir la enorme humedad, el
aire está cubierto de insectos y los rayos pueden verse caer a lo lejos.
Viendo que la lluvia le va a atrapar de un momento a otro Federico grita
el nombre de Eduardo y su grito retumba en las montañas. Pero no hay
respuesta, solo rayos seguidos inmediatamente de grandes truenos. La
tormenta ya está aquí.
Federico camina bajo la lluvia buscando algún refugio. Tiene los pies y
las manos helados y doloridos. Atraviesa un pequeño riachuelo sin
detenerse, el agua cae por su rostro. Federico lucha contra la tormenta
hasta que consigue ver a lo lejos una abertura en la montaña. Una cueva.
Capítulo 6 – AMAZONAS
Bajo el sol, Federico observa las gotas resbalando por las hojas, la
textura de los troncos de los árboles, los rayos del sol que vienen tras
la lluvia: La inmensa vida que se esconde en el interior de la selva.
Federico se tumba sobre una piedra dejando que el sol caliente su cuerpo,
moreno y desnudo. Mira las ramas que se retuercen de mil formas y cierra
los ojos, disfrutando de ese momento. Escucha a lo lejos el relajante
sonido de una cachoeira y siente como una hormiga sube por su pierna y su
vientre. Federico se toca el pene y lentamente comienza a masturbarse,
hasta gozar y gemir en medio de la selva.
De noche Federico come algo junto a una pequeña hoguera. Hace mucho que
no escucha su voz. Se tumba junto a la hoguera y cierra los ojos.
Disfruta escuchando los distintos insectos de la selva.
Los dos se miran, ahora frente a frente. Federico casi no tiene voz,
susurra “Eduardo…”, Eduardo le responde “Federico…”. Eduardo le pasa la
mano por la cara a Federico, palpando sus pómulos y su mandíbula.
Federico le toca las manos a Eduardo, le palpa el pecho, y los brazos,
fuertes. Los dos se tocan, de una forma torpe, distinta, como si fueran
ciegos y se estuvieran reconociendo a través del tacto. “Estás
diferente…”, Federico le mete las manos en los sobacos y le hace
cosquillas, Eduardo se retuerce de la risa y los dos se ríen y agarran
con fuerza, entre besos, risas y abrazos apasionados. Sus cuerpos se
retuercen, desnudos, entre el verdor de la selva. Gimen de placer. Todo
son manos, son lenguas, son gemidos y risas.
Cerca del río, Eduardo llama de nuevo a Federico, pero nadie contesta.
Eduardo se sienta, cansado.
En la orilla del río, Eduardo toca la harmónica, triste, con los pies
dentro del agua y la mirada perdida entre las ramas y lianas de los
árboles. Eduardo deja de tocar cuando siente algo que le golpea el pie.
Mira y ve una bota igual que la suya que baja despacio siguiendo la
corriente del río. Eduardo entra en el río y consigue alcanzar la bota.
La coge y deja caer el agua que tiene dentro. Comprueba que
efectivamente, es su bota. Eduardo sale del río y se calza la bota,
camina ahora más a gusto, perdiéndose entre los árboles y dejando de
nuevo la selva vacía y en silencio. La luz del sol cae perpendicular
sobre las plantas. Los colores son fuertes y contrastados. Árboles,
rocas, agua, barro. La luz se filtra entre las hojas cuando comienza a
sonar muy lejana una música electrónica. La música electrónica poco a
poco va aumentando el volumen, hasta llenar todo el campo sonoro. El
contraste de la selva y la música electrónica.
Una pareja se besa lasciva, alguien le pasa una pastilla a otra persona,
alcohol y cuerpos que bailan sensuales, drogados, felices, frenéticos. La
música continúa: “Vamos a jugar en el sol! Todos los días son días de
fiesta!”. Entre la gente, subido en una tarima, baila Federico García
Lorca. Tiene el cuerpo lleno de tatuajes tribales, el pecho desnudo,
pantalones de cuero ajustado y zapatos de tacón, baila feliz como si
fuera el día del juicio final.
Bajo él, la gente baila en la pista y las luces de neón parpadean. Una
gran fiesta. Federico García Lorca baila frenético con los ojos cerrados,
sintiendo cada vibración de la música en su piel.
FIN
Maleza
Me interné
Hora de agonizante
y de últimos besos.
Relojes de cuco.
sin cuco.
Estrella mohosa
y enormes mariposas
pálidas.
Entre el boscaje
de suspiros
el aristón
sonaba
corazón!
¡Por aquí,
corazón!