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Universidad Diego Portales

Escuela de Literatura Creativa


Metodología de la Investigación
Álvaro Anríquez y Javiera Valdebenito
21-04-2022

Misoginia como burla al machismo

Desde el más pequeño micromachismo hasta el mayor acto de misoginia, estas acciones han
sido apuntadas y denunciadas por las generaciones más jóvenes no solo en el plano real, sino
también en la ficción. La palabra “normalizar” ya se ha hecho parte de nuestras
conversaciones cuando en un espectáculo, novela, película o cuento, algún personaje realiza
un acto reprobable. La denuncia de lo que es políticamente correcto o no, ha traspasado la
realidad y nos ha colgado el título de “generación de cristal”. Sin embargo, tal vez presos de
la arrogancia propia de la juventud, hemos pasado por alto las posibilidades del lenguaje en el
ámbito artístico y cómo estas pueden dialogar con la realidad de maneras chocantes, pero a la
vez eficientes.

El deseo de toda ciudadana (1987) de Marco Antonio de la Parra, es un ejemplo de cómo


poner en jaque la moral que la sociedad presume tener, haciendo al espectador cómplice de
los actos más misóginos y a su vez divirtiéndole. De tal manera se genera una reflexión
culposa, pero necesaria, en el público sobre cómo el machismo sigue latente, en mayor o
menor medida, dentro de nuestra sociedad. Esta comedia negra nos despoja de la moralina y
nos deja expuestos ante los demás espectadores, convirtiéndonos todos en cómplices de esta
cruda realidad. Todo esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿cuál es la lectura que se le da a la
misoginia en El deseo de toda ciudadana? A lo que respondemos: la obra utiliza la misoginia
para burlarse del machismo que aún está inserto en nuestra sociedad. 

Para argumentar nuestra tesis haremos énfasis en la intertextualidad de la obra, presente a


través de símbolos en común con otras obras que son consideradas hoy como feministas.
Mostraremos la visión de dramaturgos pioneros en el teatro político e interpelación al
público; mostraremos una visión contraria a nuestra tesis, enfocándonos en el mansplaining;
y finalmente refutaremos aquel contraargumento con la opinión de otros autores respecto a la
separación de la obra del autor.

Una obra que hoy en día es considerada como feminista por la crítica literaria es Casa de
muñecas (1879) de Henrik Ibsen. Una pista de que El deseo de toda ciudadana contiene una
crítica más que una apología al machismo es la presencia de la muñeca de loza. En la primera
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escena, cuando se nos presenta a Verónica y a su eventual abusador, nuestra protagonista


toma su primera decisión: no contestar las preguntas que le hace. Verónica no quiere que
pasen a llevar su privacidad, se resiste a que invadan el pequeño espacio en el que puede ser
libre. Ante esta reacción, él abruptamente pierde el tono suave con que la estaba tratando y le
da un golpe a la mesa de centro, dejando caer una pequeña muñeca de loza. Verónica, al ver a
su muñeca rota en el piso, se lleva instintivamente las manos al cuello. La muñeca simboliza
el papel de la mujer como un ser controlado por el hombre, y el hecho de que sea de loza
acentúa su fragilidad. El deseo de toda ciudadana dialoga con Casa de muñecas en el rol de
la mujer versus el deseo de la misma. Una decisión tomada por una mujer dependiente
económica o emocionalmente es percibida por el patriarcado como un atropello a su honor.
Isabel Allende en su libro Mujeres del alma mía (2020) habla sobre la importancia de la
independencia de las mujeres para ser libres: “Nuestra pesadilla es ser excluidas y aisladas,
porque solas somos vulnerables, mientras que juntas florecemos. Sin embargo, millones de
mujeres viven confinadas, sin libertad ni medios para moverse fuera del radio limitado de sus
hogares” (Allende 145). Tras la segunda guerra mundial, cuando las mujeres habían obtenido
derecho al sufragio, los medios de comunicación se encargaron de alejarlas en lo posible de la
conquista de nuevos derechos. Los derechos alcanzados en los años cincuenta no podían ir
más allá de votar y recibir educación. Se intentó disfrazar de libertad el rol servicial y
doméstico, el modelo de mujer debía ser digna y usar sus conocimientos para mantener el
hogar mientras el hombre se desgastaba en empleos convencionales. “Los modelos de mujer
cambiaron, tanto en el cine como en la publicidad y las revistas [...] "Embrujada" es un [...]
resumen de todas ellas. La protagonista no es una vieja bruja como su madre, sino una esposa
cariñosa que renuncia de buena gana a sus poderes y se desvive por la vida profesional de un
marido mediocre y simpático” (Valcárcel 22).

A pesar de ser económicamente independiente, Verónica vivía aislada, insegura. Aquello la


hizo desarrollar una dependencia emocional que terminó por arrebatarle la libertad que había
llevado hasta el momento. Su compañera de oficina no la escuchaba cuando le pedía ayuda,
este aislamiento la volvía un blanco perfecto para un agresor que acecha a quien cree
necesitar compañía.
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Además, en Casa de muñecas, la protagonista se libera de su rol de esposa dependiente, se va


de su casa y corta los lazos que la amarran a su marido. En cambio, en El deseo de toda
ciudadana Verónica realiza un tránsito en dirección opuesta, en que deja de ser una mujer
autosuficiente para aceptar forzadamente ser mantenida por su nuevo esposo. Este desenlace
es evitable, pues Verónica tiene una compañera, Cinthia, que podría aportar la cuota de
sororidad y ayudarla a salir de la relación extremadamente tóxica en la que está cayendo. Sin
embargo, el abusador de la obra se encarga de aislar a la protagonista, pues sabe que, como
dijo Isabel Allende: “Juntas florecemos”.

El teatro a lo largo de la historia ha sido clave no sólo en dialogar con la realidad y la


contingencia, sino también en interpelar al público y hacer un llamado, a veces implícito, a
tomar acción ante ciertas situaciones. El recurso de romper la cuarta pared suele ser la forma
más transparente de conectar el universo ficticio con el mundo real, y busca que la
experiencia del espectador no se quede en el placer pasajero de disfrutar una obra. El teatro
crítico y político busca que el público se quede con la idea central de la obra en la mente
cuando salga de la sala. El dramaturgo alemán Bertolt Brecht, en su ensayo “Pequeño
órganon para el teatro” (1948) dice: “La crítica [...] al hacerse placer no obliga al teatro a
hacer nada en el terreno de la moral [...] La sociedad puede incluso extraer placer de lo
asocial, siempre que se represente con vitalidad y grandeza [...] La sociedad también puede
disfrutar [...] de los desbordamientos catastróficos, siempre y cuando sea capaz de
dominarlos: sólo entonces son suyos” (Brecht 4). De esta afirmación, se desprende que con
una obra que representa actos horrorosos, se interpela al público, y que hacer una comedia en
torno a una situación que quisiéramos erradicar en el plano real, no significa necesariamente
hacer una apología. Puede el espectador someterse al juego que propone la obra, mezclando
emociones con situaciones incongruentes en la lógica de nuestra convivencia en sociedad. Se
puede reír de lo grotesco y disfrutar con lo trágico, pero lo importante es el choque entre lo
que el espectador puede controlar en la vida real. Ahí es donde la crítica se hace efectiva.
Alguien que tiene moral viendo actos inmorales se encuentra en un estado de incomodidad,
puesto a prueba y expuesto ante sus defectos: si se ríe, inmediatamente sentirá culpa.
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Margaret Atwood en 1982, durante una conferencia llamada “Creando el personaje


masculino” comenta que al preguntarle a un amigo qué amenaza sienten los hombres por
parte de las mujeres, él contestó que los hombres tienen miedo de que las mujeres se rían de
ellos. “Después, durante un breve seminario de poesía que di le pregunté a las alumnas: «¿Por
qué se sienten las mujeres amenazadas por los hombres?». «Tienen miedo de que las maten»,
me respondieron” (Atwood 234). La obra nos muestra estos temores, a través de su
característico humor negro, presentes en Verónica y su seductor. En la escena V, cuando
Verónica aún no estaba comprometida con el supuesto detective, pero él ya estaba al acecho,
ella le cuenta en confianza su coqueteo con un compañero de oficina. Él, al escucharla tan
emocionada por tener una cita con otro hombre, se siente humillado y la acusa de haberse
burlado de él: “Quizás cuantos hombres transitan por esta casa como si fuera un pasillo.
Quizás ese famoso viejo es su cafiche... ¡Basura! ¡Carroña! ¡Maldito corazón de piedra!
¡¡¡Una puta!!! ¡Eso es usted! ¡Una puta!”. La respuesta visceral del depredador de esta obra
es insultar a Verónica, para acto seguido amenazarla con una pistola. En esto se refleja lo
dicho por Atwood, pues cuando él ve su frágil ego en riesgo ante una supuesta burla,
amenaza a Verónica con asesinarla.

Si bien el espectador puede empatizar con Verónica, debemos recordar que esta obra fue
escrita durante la dictadura. En ese contexto, no es raro pensar que la obra fuese leída sólo
como una comedia ligera que minimizaba situaciones graves que con el pasar de los años le
hemos ido tomando el peso. Además es importante mencionar que fue escrita, adaptada y
dirigida por hombres, lo que le da una cierta lectura contradictoria al objetivo final de la obra.
Rebecca Solnit en el libro Los hombres me explican cosas (2014) habla del fenómeno que
hoy conocemos como mansplaining, comenta: “Los hombres me explican cosas, a mí y a
otras mujeres, independiente de que sepan o no de qué están hablando [...] Es la arrogancia lo
que [...] mantiene a las mujeres alejadas de expresar lo que piensan y de ser escuchadas
cuando se atreven a hacerlo; la que sumerge en el silencio a las mujeres jóvenes indicándoles
[...] que este no es su mundo” (Solnit 10). La autora sostiene que cuando un hombre adopta
una postura arrogante al pontificar sobre algún tema mientras se dirige a una mujer,
contribuye a la inseguridad en la que ellas son educadas por la sociedad, mientras alimenta un
infundado exceso de confianza en los hombres.
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Si un grupo de teatro -con una sola mujer, dicho sea de paso- se reúne para hacer una obra
que busca criticar al machismo, como es en el caso de esta obra, el resultado puede ser el
contrario. Un hombre que jamás ha sufrido violencia de género, sin consciencia de lo que
puede generar en el espectador mezclar temas tan sensibles con caricaturizaciones y lenguaje
cómico, corre el riesgo de terminar creando una obra que hace apología a la violencia contra
la mujer. Si el mansplaining es nocivo para la construcción de una sociedad menos machista,
practicarlo con la intención de apoyar causas feministas es un total despropósito.

No obstante, no se debe entender una postura dentro del feminismo como la única visión del
feminismo. Dentro de los movimientos feministas han existido diferencias hasta el día de
hoy. Julieta Kirkhood en su libro SER POLÍTICA EN CHILE: Las feministas y los partidos
(1986) destaca que a pesar del consenso que existe entre los distintos grupos feministas en
cuanto al objetivo de lograr la emancipación de la mujer, hay discrepancias importantes sobre
los métodos, teoría, praxis y prioridades que asume la lucha feminista. “… La una [...] se
refiere a la necesidad de un hacer política desde las mujeres y a partir de sus propias
carencias y alienaciones. La otra, tradicional, sería simplemente la suma y la inserción
masificada de las mujeres en una propuesta política anterior al planteo de sus necesidades, en
el supuesto que éstas serán incorporadas en el futuro” (Kirkwood 196). Es decir, mientras hay
sectores que podrían estar de acuerdo con la idea de que un hombre apoyando el feminismo
es mansplaining y, por ende, no aporta nada, otros tienen un carácter más reformista que
podría dar cabida a voces que apoyen el feminismo sin necesariamente venir de una mujer. Y
es que el feminismo no es una ideología, no es un dogma, sino que existen diferencias entre
distintos grupos que buscan un mismo fin: la emancipación de la mujer.

En conclusión, este ensayo buscaba demostrar que El deseo de toda ciudadana es una obra
que a través de la misoginia, se burla del machismo. A través de la intertextualidad y del
modelo de mujer instalado por una cultura machista, logra dejar al descubierto rasgos
arcaicos que siguen presentes en nuestra sociedad. A su vez, usando un lenguaje cómico,
hace explícita la fragilidad del ego del hombre y su masculinidad, en contraste con el peligro
que viven las mujeres día a día. Con esta comedia se desenmascara al hombre, haciendo ver
lo ridículo que es el razonamiento que funda su machismo, y despierta empatía por la mujer
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en los espectadores. Para futuros escritos, nos queda preguntarnos hasta qué punto las
acciones de los personajes están justificadas basándose en su psicología.

Bibliografía:

● Allende, Isabel. Mujeres del alma mía. Buenos Aires: Penguin Random House Grupo
Editorial 2020. Impreso.
● Atwood, Margaret. Creando el personaje masculino. Trad. Graciela Martínez-Zalce.
Ciudad de México: UNAM, Centro de Investigaciones y Estudios de Género, 1995.
Impreso.
● Brecht, Bertolt. Pequeño órganon para el teatro. Trad. Georg Leidenberger. Ciudad
de México: UNAM, Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial, 2020.
Impreso.
● De la Parra, Marco Antonio. El deseo de toda ciudadana. Santiago de Chile: Teatro
de la Pasión Inextinguible, 1987. Celcit.org.arg.  Web. 21 mar 2022. <
https://www.celcit.org.ar/publicaciones/biblioteca-teatral-dla/?q=el%20deseo%20de
%20toda%20ciudadana&amp;f=&amp;m=>
● Ibsen, Henrik. Casa de muñecas. Noruega: 1879. Biblioteca Virtual Universal Web: 9
may 2022. < https://biblioteca.org.ar/libros/130356.pdf>
● Kirkwood, Julieta. SER POLÍTICA EN CHILE: Las feministas y los partidos.
Santiago de Chile: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales 1986. Impreso.
● Solnit, Rebecca. Los hombres me explican cosas. Trad. Paula Marín. Madrid: Capitán
Swing Libros, S.L. 2016. Impreso.
● Valcárcel, Amelia. La memoria colectiva y los retos del feminismo. Santiago de Chile:
CEPAL ECLAC 2001. Impreso.

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