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El mito de la punitividad1

Roger Matthews
Universidad de London South Bank

Introducción

El campo de estudios de la criminología Uno de los primeros aportes a esta literatura


ha estado caracterizado históricamente por la fue el realizado por Anthony Bottoms (1995),
controversia y la discusión. Sin embargo, du- quien en su artículo sobre las políticas penales
rante los últimos años, el debate ha dado lugar y la filosofía del castigo esboza la noción de
a un frágil consenso. Uno de los principales “populismo punitivo”, afirmando que es uno
puntos de coincidencia reside en la creencia de los componentes principales de estas po-
de que estamos asistiendo a un aumento de líticas, conjuntamente con preocupaciones e
la punitividad. De hecho, la afirmación de intereses acerca de los derechos humanos, las
que las políticas actuales de control del delito comunidades y las formas de managerialismo.
están dominadas por mentalidades punitivas No obstante, resulta significativo que sea en
parece ser aceptada en forma abrumadora relación con el “populismo punitivo” que este
por los criminólogos académicos. Existe una artículo haya sido más frecuentemente citado
división entre aquellos que consideran que por los criminólogos.
este aumento de la punitividad es impulsado David Garland (2001) ha incorporado tam-
“desde abajo” por un público ansioso y eno- bién las nociones de punitividad y populismo
jado y quienes lo ven como un proceso esen- en su explicación de la naturaleza cambiante
cialmente conducido “desde arriba”, en el que del control del delito en la sociedad con-
políticos ambiciosos y manipuladores juegan temporánea, concibiéndolos como procesos
con los miedos y las ansiedades públicas para relativamente autónomos pero relacionados.
endurecer sus políticas de control del delito y Garland argumenta que existe en este momen-
fortalecer su apoyo electoral. to una corriente relativamente populista en la

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Traducción de Natacha Guala y Augusto Montero
(Universidad Nacional del Litoral).
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política penal, dado que la voz dominante en Loïc Wacquant (2000), como Pratt, identifi-
las políticas penales ya no es la de los expertos ca al neoliberalismo como un factor clave para
y ni siquiera la de los operadores, sino la del el desarrollo de una respuesta más punitiva,
público sufriente y mal protegido. Garland pero presenta un enfoque más bien “desde
afirma que estamos asistiendo a un “giro pu- arriba hacia abajo”. Para Wacquant el aumento
nitivo” que es responsable de promover: de la punitividad está ejemplificado por el
desarrollo de los encarcelamientos masivos
“Condenas más duras y un mayor uso del encarce- en Estados Unidos y el creciente número de
lamiento, leyes del tipo ‘tres strikes y estás afuera’ y afroamericanos encarcelados. Afirma que la
que prescriben condenas mínimas obligatorias, ‘la expansión de la prisión tiene poco o nada
verdad en la condena’ y restricciones en el uso de la que ver con las tasas de delitos, más bien
liberación condicional; leyes que impulsan ‘prisiones ésta ha venido a reemplazar al ghetto como
sin adornos’ y ‘prisiones austeras’; retribución en los una institución para contener y controlar a
tribunales juveniles y encarcelamiento de niños; el las clases bajas afroamericanas, en la medida
regreso de las cadenas de forzados y de los castigos en que la gestión penal de la pobreza vino a
corporales; los ‘boot camps’ y las cárceles de súper reemplazar al welfarismo. La prisión emerge
máxima seguridad; la multiplicación de los delitos como una institución de contención forzada
castigados con la pena capital y de las ejecuciones; la como resultado de la crisis del ghetto y como
notificación de las leyes a la comunidad y los registros un dispositivo para el control de grupos so-
de pedófilos; las políticas de tolerancia cero y las ciales. Entre la prisión y el ghetto, afirma,
normativas contra los comportamientos antisociales. “existe equivalencia funcional, homología
Existe actualmente una larga lista de medidas que estructural y fusión cultural, que dan lugar
parecen dar cuenta de un giro punitivo en la penali- a un continuum carcelario que atrapa a una
dad contemporánea”. (Garland, 2001:142) población de hombres jóvenes negros recha-
zados por el mercado laboral desregulado”
Como una variante de este mismo tema John (Wacquant, 2001:95).
Pratt (2002) afirma que la punitividad popu- Jonathan Simon (2001) ofrece una visión
lista está ganando terreno y que un nuevo eje un tanto diferente acerca de la tesis de la
del poder penal ha emergido bajo los auspicios punitividad. Como John Pratt, le interesa
de un programa político neoliberal “en el que dar cuenta de la emergencia de formas de
la indiferencia del público está dando lugar castigo cada vez más severas, anacrónicas o
crecientemente a la intolerancia y a reclamos estigmatizantes y que parecen indicar ya sea
de manifestaciones aún mayores de castigo una apertura nueva en las modalidades de
y represión” (2002:182). Pratt observa este castigo o, alternativamente, representar un
proceso en términos de un público ansioso regreso a formas de castigo superadas y pa-
que plantea cada vez más demandas ante una sadas de moda. La reemergencia de los “boot
burocracia estatal reticente. Citando ejemplos camps” con su énfasis en la disciplina militar
similares a los mencionados por Garland, y regímenes estrictos es presentado como el
Pratt hace referencia a la introducción de las principal ejemplo de esta reversión (Simon,
cadenas de forzados, los registros de pedófilos 1999). Al igual que Wacquant considera que
y nuevas formas de estigmatización como las medidas penales se encuentran dirigidas
ejemplos perturbadores de la introducción de desproporcionadamente a los pobres y a los
formas de castigo más “ostentosas y emoti- grupos étnicos minoritarios, creando una
vas” (Pratt, 2000). “puerta giratoria” de acuerdo a la cual los
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miembros de estos grupos pasan repetidas medida en que “el delincuente” pasa a ser un
veces a través de la prisión durante el curso objetivo cada vez más legitimado de la hosti-
de su vida, con consecuencias devastadoras lidad pública (Caplow y Simon, 1999).
sobre los individuos, las familias y los barrios Inclusive a partir de este contacto muy
(Caplow y Simon, 1999). breve y selectivo con la creciente literatura
Simon identifica también un desarrollo acerca de la punitividad existe una serie de
que considera aún más perturbador, en el que cuestiones que requieren ser examinadas.
algunas formas contemporáneas del castigo Primero, la definición de la punitividad y
parecen ir más allá de la simple retribución su relación con otros conceptos claves tales
y reclaman que la protección del público o como la crueldad, la venganza y la tolerancia.
la reducción del delito involucren diversas Segundo, el problema de la etiología, que in-
formas de “crueldad” en las que el objetivo volucra algunas consideraciones acerca de las
sea deleitarse con el sufrimiento de los otros. condiciones asociadas con la emergencia de la
El castigo, afirma Simon, se ha convertido en punitividad así como también de los factores
una suerte de “teatro terapéutico” en el que el que dan forma a su desarrollo. Tercero, la
delincuente expresa públicamente sentimien- relación entre la punitividad y otras tenden-
tos de dolor y de vergüenza moral. Aunque no cias dominantes en las políticas penales tales
sostiene que estas manifestaciones de crueldad como el managerialismo, que son definidas
representen un rasgo dominante de la penali- como compuestas por corrientes diferentes
dad contemporánea, observa expresiones de y aún opuestas. Cuarto, el rol del populismo
estos sentimientos en la pena capital, en con- en este proceso y su relación con la política,
denas extremadamente largas –tales como las las elites y el papel de los expertos. Quinto,
establecidas en ley de los “tres strikes y estás las nociones de opinión pública y actitudes
afuera” en California– y en una gran variedad públicas, que son a menudo tomadas como
de medidas avergonzantes y estigmatizantes. puntos de referencia claves para evaluar
No obstante, Simon sí afirma que el “gobierno los niveles cambiantes de punitividad del
a través del delito” se está convirtiendo en público. Finalmente, existe un problema
una característica cada vez más marcada de la de investigación empírica y una necesidad
sociedad contemporánea y que la participación de determinar el grado en el que percibido
en la crueldad puede volverse un nuevo tipo aumento de la punitividad concuerda con la
de derecho asegurado por el gobierno en la evidencia disponible.

El concepto de punitividad

Aunque el término “punitividad” es amplia- aparenta, a primera vista, tener la capacidad


mente utilizado en la literatura existen pocos de “explicar” toda una gama de desarrollos
intentos de definirlo o deconstruirlo. Como penales.
consecuencia, el concepto permanece en un Uno de los pocos intentos de dar una “defi-
estado “frágil” y poco teorizado. Sin embargo, nición operativa” del término “punitivo” fue
su naturaleza en buena medida indefinida y desarrollado por Stanley Cohen (1994:67-8).
la vaguedad general que lo rodea no han sido Cohen enfatiza que la punitividad está carac-
un impedimento para su adopción. De hecho, terizada por la coerción, el formalismo, el
su falta general de especificidad parece haber moralismo y la imposición de dolor a sujetos
contribuido a su extendida aceptación ya que individuales por parte de un tercero. Esto es
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interesante, dado que su propia visión del grado de castigo infligido a los individuos en
control social enfatiza los mecanismos más sí mismo, aunque bien puedan involucrar que
sutiles, más discretos y menos visibles a través una mayor cantidad de personas sean sujetas
de los cuales el control se realiza en la sociedad a la intervención formal. De forma similar,
contemporánea (Cohen, 1983, 1985). Cohen, la búsqueda de estrategias de rehabilitación
al igual que otros teóricos del control social, puede conducir a formas de regulación más
ofrece una visión más orwelliana que se foca- prolongadas e intensivas. En el intento por
liza menos en estrategias abiertas que involu- hacer el bien existe siempre la posibilidad de
cren la fuerza física o la crueldad psicológica hacer más daño, tal como han señalado los
que en el desarrollo de formas de regulación críticos repetidas veces. Aunque a menudo
más continuas y menos perceptibles. es difícil distinguir entre estas diferentes
Dado que las sanciones punitivas y emo- racionalizaciones, en la práctica es necesario
tivas, en sus diversas formas, son rasgos diferenciar tanto como sea posible entre estas
persistentes en las políticas penales, la pre- distintas justificaciones para el castigo; de
gunta que surge de la definición de Cohen es otra manera, un incremento en el alcance y
¿qué hay de nuevo? La gama de sanciones la intensidad de las intervenciones formales
identificadas por los distintos teóricos como –cualquiera sea su lógica u objetivo suyacen-
ejemplos del “giro punitivo” ¿realmente te– puede ser interpretado como una expresión
señalan una nueva apertura o simplemente de punitividad (O’Malley, 1999).
representan las formas espectaculares de un El término punitividad normalmente con-
sistema de regulación cada vez más elaborado lleva connotaciones de exceso. Es decir, la
y complejo? La definición de Cohen también búsqueda del castigo más allá y por encima
genera preguntas acerca del rol de los contro- de lo que es necesario o apropiado. En con-
les administrativos así como sobre las formas secuencia, representa más que dar a cada uno
de monitoreo y vigilancia, pero antes de que “su justo merecido”. Implica la intensificación
intentemos responder alguno de estos interro- del reparto de dolor, ya sea extendiendo la
gantes, necesitamos regresar al problema de duración o la severidad del castigo más allá de
la definición. La noción de punitividad está la norma. Para decirlo de otra forma, la noción
comúnmente asociada a la retribución y la de punitividad sugiere un uso desproporcio-
venganza. Es visualizada como esencialmente nado de las sanciones y, consecuentemente,
reactiva más que “consecuencialista”. Sin una desviación con respecto al principio de
embargo, cuando la retribución involucra la proporcionalidad. Sin embargo, para poder
aplicación de la condena menos restrictiva o la sostener esta afirmación sería necesario
estricta proporcionalidad y cuando su propósi- demostrar que las condenas dictadas para
to es limitar la severidad y la duración de las delitos o tipos de delitos particulares se han
sanciones, no constituye esencialmente una incrementado, dado que sin ningún tipo de
expresión de punitividad –alcance o no sus conocimiento acerca de la severidad de los
objetivos declarados–. Al mismo tiempo, las delitos importantes y las historias delictivas
estrategias penales que están diseñadas para de quienes están involucrados, este reclamo
proteger al público a través de la incapacita- no tiene ningún basamento. En realidad, la
ción o para disuadir a potenciales delincuentes separación de una consideración detallada del
pueden involucrar mayores niveles de inter- delito y la victimización y su relación con el
vención; sin embargo, esas medidas no están castigo inevitablemente hace que las sancio-
principalmente interesadas en aumentar el nes aplicadas aparezcan arbitrarias.
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Este aspecto de la definición también hace son vistas como esencialmente no-punitivas,
emerger cuestiones relacionadas con los cam- ya que representan “alternativas” al encar-
bios en las expectativas normativas y en las celamiento. Los críticos de la punitividad a
sensibilidades públicas. Si, por ejemplo, un menudo defienden la expansión de sanciones
tipo particular de actividad como la violencia “inclusivas” basadas en la comunidad como
doméstica, pasa en las percepciones públicas una opción preferible a la detención. El hecho
de ser un asunto “privado” a ser definido como de que tanto en el Reino Unido como en Esta-
un problema que merece sanciones legales dos Unidos el número de personas condenadas
formales, en la medida en que la sanción im- a “alternativas” basadas en la comunidad haya
puesta sobre los delincuentes sea visualizada aumentado al mismo ritmo que el encarcela-
como apropiada y no como excesiva, no po- miento a lo largo de las dos pasadas décadas
demos identificar este desplazamiento como –y en algunos casos más rápidamente– sugiere
un ejemplo de punitividad. Por supuesto, las que hemos asistido a una expansión simultá-
categorías legales cambian permanentemente, nea de las sanciones tanto “punitivas” como
como lo hacen los procesos de criminalización “no punitivas” (Caplow y Simon, 1999).
y descriminalización. Existe también una Esto sin mencionar la rápida expansión de
brecha entre del derecho “en los libros” y el las estrategias de monitoreo y vigilancia que
derecho “en la práctica” y entre la aprobación no son inclusivas ni excluyentes sino que más
de una legislación diseñada para ser simbólica bien proveen una gama de medidas que son
más que práctica. Como veremos más adelan- generalmente definidas como alternativas al
te, una serie de sanciones que han emergido en castigo. Podríamos hacer referencia también
los últimos años y que han sido presentadas a las formas de “justicia informal” que se
como ejemplos de punitividad, son en gran desarrollaron durante la década de 1980 y que
medida simbólicas. Para afirmar que existe han sido reinventadas bajo el título de justicia
un aumento de la punitividad es necesario restaurativa (Matthews, 1988; Daly, 2002).
distinguir entre conceptos cambiantes acerca Como varios críticos han señalado, la jus-
de lo que es apropiado y lo que constituye ticia restaurativa o informal, más que cons-
un castigo desproporcionado o excesivo. Al tituir un alternativa progresista o no-punitiva
mismo tiempo, necesitamos diferenciar entre frente a las modalidades de control formales
las penalidades que han sido introducidas para o segregativas, involucra la creación de una
proteger a grupos específicos y aquellas que gran pluralidad de escenarios de juzgamien-
involucran la intensificación de las sanciones to, que en última instancia han servido para
existentes. expandir y aumentar el sistema de control
En muchas versiones de la “tesis de la pu- del delito existente –implicando además la
nitividad”, el uso de las medidas de detención erosión de derechos y garantías legales (San-
es visualizado como un indicador crítico. Es tos, 1987; Ashworth, 2003)–. En los casos de
en la estrategia de la segregación punitiva, “ampliación de la red” o de formalización de
en particular cuando se la vincula con el sanciones anteriormente informales, el uso
aumento de las poblaciones encarceladas y de medidas no-punitivas puede, por supuesto,
con el incremento en las duraciones de las involucrar la expresión de respuestas aún más
condenas a prisión, donde se considera que punitivas.
la punitividad tiene sus fundamentos más Llama la atención la manera en que diversos
sólidos. Al interior de la lógica de esta posi- teóricos del control social minimizan los de-
ción, las sanciones basadas en la comunidad sarrollos “no-punitivos” dentro de la política
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penal. Del mismo modo, se observan pocos “configuración” de los controles penales en la
comentarios críticos cuando la población que la punitividad y la venganza juegan un rol
encarcelada se estabiliza o disminuye, como principal. La punitividad y la reaparición de
sucedió en el Reino Unido a fines de la década ciertos castigos emotivos son vistos a menudo
de 1980 y en otros países europeos durante como las dos caras de una misma moneda,
la década pasada (Tonry, 2001). Por razones pero dado que el castigo históricamente ha
similares, la caída en las tasas de criminalidad tenido una función emotiva y expresiva no
que marcó uno de los hitos más significativos está del todo claro qué es lo que ha cambiado
en la historia del delito ha recibido relativa- en los últimos años.
mente poca atención tanto por parte de los En realidad, la división de las sanciones
criminólogos como de los medios masivos de en “punitivas” y “no punitivas” es en sí mis-
comunicación (Blumstein y Wallman, 2000; ma demasiado simplista y aporta poco a la
Karmen, 2000). Lo mismo sucede en el caso explicación de la diversidad y variabilidad
de Inglaterra y Gales hace menos de una dé- de los desarrollos penales. Tampoco es ade-
cada, donde 20000 personas al año estaban cuada para situar las numerosas sanciones
siendo encarceladas por incumplimientos en disponibles a lo largo de un continuum de
el pago de multas. Esta cifra equivalía aproxi- punitividad. Por esto, antes de referirnos a
madamente a una de cada cinco personas las sanciones penales como si éstas pudieran
enviadas a prisión cada año. Para fines de la ser divididas en dos clases distintas necesi-
década de 1990 el número había descendido a tamos un marco conceptual para trazar el
menos de 4000, como resultado de esfuerzos mapa del creciente y complejo conjunto de
concertados para desviar a este grupo de la sanciones penales. Amalgamar a los “boot
medida de detención. Este cambio fundamen- camps”, los registros de pedófilos, las formas
tal en la política penal apenas ha sido puesto de vergüenza y estigmatización públicas, el
de manifiesto en comparación con la extensa encarcelamiento y la pena de muerte como
literatura relativa al aumento de la población ejemplos del desarrollo de un nuevo “terreno”
carcelaria y el desarrollo de políticas penales de sanciones penales oscurece la naturaleza
“más duras”. En consonancia con los medios diversa, desigual y contradictoria de los pro-
de comunicación masiva, muchos académicos cesos penales (O’Malley, 1999).
sienten que sólo las malas noticias son dignas Encontramos problemas similares con el
de ser informadas. término bifurcación. Observar a la esfera
Es evidente que en los análisis de los cam- penal como un sistema dual o bifurcado,
bios en las políticas penales existe un desfasa- con controles coercitivos y segregativos de
je entre aquellas sanciones que involucran un un lado y controles inclusivos basados en la
incremento en la imposición de dolor y las que comunidad del otro es demasiado restrictivo
implican la emergencia de castigos “emotivos y pierde sensibilidad frente a la variabilidad
y ostentosos”. En algunos relatos estos desa- y la creciente complejidad de las estrategias
rrollos penales se desdibujan y superponen, regulatorias. Si acaso ha sido posible alguna
de manera que el incremento en la aplicación vez hablar seriamente de un sistema dual o
y en la duración de las condenas de prisión, la bifurcado, el desarrollo de sanciones inter-
reemergencia de sanciones estigmatizadoras medias y la integración de sanciones bajo la
y avergonzantes, el vigilantismo y la pena forma de “condenas indiferenciadas” o de
capital pasan a ser visualizados como desa- “paquetes de condenas” está erosionando
rrollos conectados y como parte de una nueva cada vez más la distinción entre sanciones
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inclusivas y excluyentes y entre las sancio- de mayor utilidad para abordar algunas de
nes privativas de libertad y las basadas en estas cuestiones. “Tolerancia” es un término
la comunidad, debilitando al mismo tiem- más dinámico, más relacional y menos rígido
po la noción de “alternativas” a la prisión que punitividad y contiene en sí mismo un
(Bottoms, 1995). elemento de tensión y ambigüedad, a la vez
En muchos aspectos, la noción de tolerancia que sugiere un sentido de límite más que una
que aparece frecuentemente en la literatura, condena abierta a determinadas acciones
aún cuando también se encuentra poco teo- (Downes, 1988; Turner et al., 1997; Hancock
rizada, puede ser una herramienta heurística y Matthews, 2001).

La etiología de la punitividad

Aunque se ha dedicado relativamente de un mundo (tardomoderno) caracterizado


poco tiempo y esfuerzo para identificar con por una creciente sensación de inseguridad
precisión qué es lo que se quiere significar y de ansiedad entre diferentes sectores de la
con punitividad en esta literatura, se ha población. En este mundo incierto los senti-
prestado un poco más de atención a tratar de mientos populistas son vistos como un viraje
identificar las condiciones de su emergencia hacia el extremo más punitivo del espectro,
y desarrollo. que resulta en un giro político y público hacia
Existen –no hay necesidad de mencionar- la derecha. Además, el crecimiento de los me-
lo– diferencias considerables en los tipos dios masivos de comunicación es considerado
de historia ofrecidos para dar cuenta de este crítico en la exacerbación de los sentimientos
incremento percibido en la punitividad. Sin del público y en la creación de las condiciones
embargo, siguiendo a Foucault, se ha puesto en las que la retribución y la venganza pueden
de moda producir “historias del presente”. ser más fácilmente expresadas.
Se piensa que estas genealogías evitan los Existe un atractivo a primera vista y lógico
problemas de determinación, estructura y con respecto a este tipo de explicación. Pero
agencia, esencia y apariencia y la controverti- el salto desde el cambio en las condiciones so-
da cuestión de la causalidad. Los procesos que ciales y estructurales a las afirmaciones acerca
han sido identificados como centrales en la del aumento de la punitividad, no obstante,
emergencia de la punitividad son el declive del es demasiado rápido e incierto. No está claro,
welfarismo con su énfasis en las necesidades por ejemplo, que todos estos procesos estén
sociales y la inclusión social, la desaparición desplazándose en la misma dirección o que los
del ideal rehabilitador como el fundamento cambios en las relaciones sociales estén impul-
principal para el castigo y el encarcelamiento, sando necesariamente hacia un aumento en el
la “desintegración” de las relaciones sociales, despliegue de castigos emotivos o punitivos.
el crecimiento de la “inseguridad ontológi- Podría esperarse igualmente que las mismas
ca”, la fragmentación de las comunidades, el condiciones crearan formas de retraimiento,
creciente individualismo, la emergencia de fatalismo o que alentaran un desplazamiento
nuevos estilos de managerialismo así como hacia estrategias más administrativas o mana-
el advenimiento de la “sociedad del riesgo”. gerialistas, en las que los sentimientos morales
Cada uno de ellos es visualizado, individual- y la imposición de dolor físico y mental tiene
mente o combinados entre sí, como productor una significación decreciente.
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Loïc Wacquant (2001) intenta explicar el y no simplemente afirmarlas o insinuarlas.


aumento de la punitividad y el desarrollo de Lo que a primera vista parece un sofisticado
la creciente desproporcionalidad racial dentro análisis histórico e institucional resulta ser,
un sistema carcelario en rápida expansión luego de una mirada más detallada, una for-
como una función de una serie de factores ma bastante rudimentaria de funcionalismo
interconectados que incluyen el declive del mecánico que está apuntalado por lo que ha
estado welfarista keynesiano, el advenimiento sido descripto acertadamente como política
del posfordismo, el ascenso del neolibera- monocromática (Anderson, 2002). En esta
lismo y el fracaso del ghetto para contener explicación altamente conspiratoria existe
y controlar a los afroamericanos pobres que muy poca consideración de la agencia o de
viven en los barrios bajos de las ciudades. las divisiones intra clase e intra raciales que
Argumenta que, como consecuencia de estos pueden encontrarse al interior de los barrios
procesos ha habido un desplazamiento desde bajos degradados de la ciudad.
el abordaje social al abordaje penal de la po- David Garland (2001) es menos optimista
breza en Estados Unidos, de acuerdo al cual la acerca de la posibilidad de “interpretar” los
prisión ha pasado a ser un dispositivo sustituto cambios en la naturaleza de la punitividad en
diseñado para mantener a los afroamericanos el marco de transformaciones estructurales
pobres “en su lugar”. Este relato estructural más amplias. De hecho, aunque presenta un
funcionalista, sin embargo, no explica espe- relato de los desarrollos internacionales en el
cíficamente por qué estas medidas penales se control del delito, presta poca atención a los
vuelven centrales en el período actual o por cambios sustanciales que han tenido lugar
qué la prisión reemplazaría al ghetto como el en las relaciones productivas en la mayoría
espacio principal de control. En primer lugar, de las sociedades capitalistas occidentales
existe un conjunto de países occidentales avanzadas en los últimos años (Matthews,
capitalistas avanzados que han experimen- 2002). En lugar de eso, afirma, su objetivo
tado un deterioro de la asistencia welfarista, es identificar los elementos distintivos que
una transición al posfordismo y el auge del son capaces de transformar los desplaza-
neoliberalismo y que sin embargo no han ex- mientos en las condiciones estructurales en
perimentado un aumento en sus poblaciones opciones políticas específicas. Sugiere que
encarceladas. En segundo lugar, considerar un factor clave en este proceso lo constitu-
al ghetto y a la prisión como funcionalmente yen las actitudes y experiencias cambiantes
equivalentes implica una pérdida del sentido de las clases medias profesionales. Aunque
de la especificidad del lugar y del significado diferentes grupos sociales han experimentado
social y el impacto de las diferentes formas una “inseguridad ontológica” a lo largo de
de exclusión social. Existen evidencias de una las últimas dos o tres décadas, son las clases
creciente proporción de minorías étnicas en medias educadas y los profesionales del sector
las prisiones europeas, pero no hay una histo- público, sugiere, quienes alguna vez fueron
ria del tipo de “hiperghettización” que ha sido los sostenedores claves del welfarismo penal
un rasgo del paisaje urbano estadounidense de y quienes recientemente condujeron la deriva
las últimas décadas (Albrecth, 1997). hacia el incremento de la punitividad.
No puede haber dudas acerca de que todos Es esta una explicación novedosa pero, en
estos factores estructurales están en juego última instancia, poco convincente. Aunque
en alguna medida, pero la clave del análisis puede haber pocas dudas acerca de que las
consiste en mostrar las conexiones causales clases medias educadas han sido “exprimi-
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das” económicamente en los últimos años y por los recientes cambios en la política penal
han estado crecientemente expuestas al delito –y no los lectores de los periódicos serios.
tanto directa como indirectamente a través De un modo interesante, la clase social
de los medios masivos de comunicación, aparece en otra serie de relatos acerca de la
las evidencias acerca de los cambios en la emergencia de la punitividad, aunque con
distribución de la victimización, al menos en un énfasis muy diferente. En contraste con
el Reino Unido, indican que ésta ha pasado Garland, por ejemplo, Bottoms afirma que
a estar más concentrada y agravada entre uno de los rasgos distintivos de la sociedad
los pobres y los vulnerables (Trickett et al., contemporánea es el relativo declive de la
1992; Hope, 2001). Son los pobres, los des- clase como un diferenciador social y un cre-
aventajados y los marginados los que han ciente énfasis en los “ciudadanos” y los “con-
soportado el sufrimiento de la inseguridad sumidores”, que implica que las nociones de
laboral creciente, el resquebrajamiento de las igualdad sean planteadas más frecuentemente
comunidades establecidas y de los sistemas en relación con la política racial y de género
informales de control. Significativamente, y los grupos de interés.
Garland no presenta ninguna evidencia real La versión de John Pratt de esta historia,
en relación con la afirmación de que las por otro lado, recurre considerablemente al
clases medias educadas se están volviendo trabajo de Norbert Elias, que enfatiza el rol
más punitivas. Aunque cita a las encuentras fundamental de las clases altas en la promo-
de opinión pública como indicadores de un ción del “proceso de civilización”. No obs-
aumento general de la punitividad no presenta tante, en su análisis acerca de los desarrollos
ninguna evidencia sustantiva de un cambio actuales Pratt hace referencia a la erosión de
en las actitudes entre el grupo específico que, las solidaridades de clase y tiende a hacer
según afirma, constituye la principal fuerza en alusión al papel del “público en general” o
este desarrollo. de la “opinión pública” en el modelado de la
Si un cambio tan dramático en las actitudes política penal y la generación del populismo
ha tenido lugar entre las clases medias podría punitivo. Al seguir el camino de Elias, el
esperarse hubiera sido traducido en la crimi- análisis de Pratt involucra una combinación
nología académica. No obstante, fuera de los de evolucionismo, elitismo e historicismo
muy pocos criminólogos estadounidenses y, lo que es más importante, parece aportar
conservadores la amplia mayoría de los crimi- una ventaja explicativa limitada con relación
nólogos profesionales defienden una versión a los desarrollos recientes en el control del
del reduccionismo penal o del abolicionismo delito (van Krieken, 1989; Vaughan, 2000).
penal y continúan profundamente compro- El aparente aumento de la punitividad es
metidos con alguna forma de liberalismo. visualizado como parte de una inversión de
En realidad, la abrumadora mayoría de los la “lógica de la historia” o un proceso desci-
criminólogos no está a favor de condenas vilizatorio; aunque los castigos “emotivos y
más severas o de un mayor uso de las penas ostentosos” y las nuevas formas de monito-
privativas de la libertad. Por el contrario, se reo y vigilancia no pueden colocarse juntos
ven a sí mismos como un correctivo para el cómodamente en esta trayectoria basada en
público punitivo y los políticos manipulado- las ideas de Elias (Pratt, 1998). A modo de
res. La prensa popular y sus impresionables indicación, Jonathan Simon (2001) expresa
lectores, conjuntamente con los políticos serias reservas acerca del valor explicativo y
inescrupulosos, son repetidamente acusados la relevancia del análisis de Elias, mientras
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que David Garland (1990), quien previamente llo histórico que mueren antes del presente.
había expresado su apoyo a este enfoque, en En estas “historias” existen también pocas
publicaciones recientes parece encontrarlo referencias a las tensiones, conflictos y luchas
mucho menos convincente (Garland, 2001). que se despliegan en la implementación y el
Malcom Feeley y Jonathan Simon (1992) desarrollo de las políticas. Esto es particular-
observan las dimensiones de clase de las mente problemático dada la centralidad de la
estrategias recientes de control del delito en “clase” en esta literatura. En consecuencia, la
términos claramente diferentes a los de estos historia se vuelve unidimensional, y aunque se
otros autores. Para ellos, las políticas penales nos ha dicho repetidamente que “podría haber
han estado crecientemente condicionadas por sido diferente”, es difícil ver a partir de las
una división cada vez mayor entre la sociedad fuentes presentadas cómo podría haber sido
dominante y la underclass y, en la sociedad del de otra forma. Existe un deprimente sentido de
riesgo, son los marginados y desaventajados inevitabilidad enraizado en el análisis, como
quienes son definidos crecientemente como si todos los caminos, cualesquiera que hu-
los objetos de las sanciones penales punitivas. bieran sido, condujeran al presente punitivo.
Existe, no obstante, un amplio reconocimiento Así lo que aparece a primera vista como una
entre los historiadores acerca de que la prisión crítica liberal de las políticas y las prácticas
moderna desde su emergencia en el siglo XIX existentes puede rápidamente transformarse
se ha ocupado desproporcionadamente del en una defensa conservadora del status quo.
encarcelamiento del “lumpenproletariado”, La vaguedad que rodea el concepto de puni-
de las “clases peligrosas”, de los pobres y de tividad está compuesta por formas de expli-
los débiles. Así, la sugerencia de que bajo la cación histórica que no logran identificar los
influencia del actuarialismo el encarcelamien- mecanismos específicos que podrían explicar
to está dirigido principalmente a las clases al “giro punitivo”.
pobres no parece indicar un cambio signi- Podría esperarse además que, dado que mu-
ficativo. Al mismo tiempo, está claro que la chos de estos autores intentan identificar las
prisión históricamente ha estado direccionada condiciones históricas vinculadas con la pu-
principalmente a ciertos grupos sociales y a nitividad en la “modernidad tardía”, hubiera
individuos específicos dentro de ellos. Por alguna aproximación y estudio de los cambios
eso, la afirmación de que estamos pasando estructurales más amplios que se han dado en
desde una focalización sobre los individuos a los últimos años asociados a la globalización,
una focalización sobre los grupos resulta difí- a la reestructuración del mercado laboral y al
cil de sostener en este contexto –tanto como la advenimiento de la “sociedad de la informa-
distinción individuo/grupo en sí misma. ción”. Aunque algunos de estos académicos
Estas historias diversas no proveen una manifiestan basarse en estos desarrollos y ha-
explicación consistente o convincente acerca cen alguna referencia a las transformaciones
de la emergencia y el desarrollo de la puniti- “estructurales”, la importancia y el impacto de
vidad, y como ha afirmado John Braithwaite estas transformaciones con frecuencia resulta
(2003), las “historias del presente” tienden a más inferido que explicado.
no interesarse en esas corrientes del desarro-
El mito de la punitividad 17

Punitividad, managerialismo y riesgo

La introducción de nuevos estilos de ma- En este pasaje argumentan que las preocu-
nagerialismo a lo largo de las últimas dos paciones y concepciones tradicionales del
décadas y su influencia sobre el sistema de delito y el castigo están abriendo espacio a
justicia penal han sido ampliamente descriptos estrategias menos interesadas en la reforma de
(Brownlee, 1998; McLaughlin et al., 2001). individuos que en la gestión de ciertos grupos
Se considera que estas formas de manageria- y poblaciones particulares. Éstas involucran
lismo se desarrollan en paralelo con la puni- la adopción de medidas administrativas im-
tividad, aunque a menudo sean consideradas personales, formas de análisis de sistemas
como desarrollos contrastantes que involucran y cálculos de utilidad. El objetivo, según se
dinámicas diferentes e incluso opuestas. Una sugiere, no consiste en castigar ni rehabilitar
de las modalidades a través de las que se sino en administrar. Desde esta posición
expresa esta nueva forma de managerialismo existiría un relativo descenso en los niveles
está dada por la justicia actuarial basada en de retribucionismo y en las expresiones de
los análisis de riesgos. venganza, crueldad y punitividad que serían
Como puntualiza Anthony Bottoms (1995) crecientemente reemplazadas por estrategias
existe una tensión entre las afirmaciones manageriales, más impersonales. Sin embar-
acerca de que estamos experimentando ni- go, Feeley y Simon (1992) aseguran que a pe-
veles mayores de crueldad y punitividad y sar del advenimiento de la “nueva penología”
su énfasis sobre la intensificación de formas la punitividad y la crueldad se están volviendo
de castigo crueles y moralmente emotivas, también más prominentes. De manera que
por un lado, y los alegatos simultáneos que en un momento se considera que la “nueva
describen el ascenso de una justicia actuarial, penología” se está volviendo predominante y
que opera sobre una base predominantemente desplazando a la “vieja penología” y en otro
administrativa y que se presenta a sí misma se afirma que establece las condiciones para
como moralmente neutral, por el otro. Así, el su supervivencia y expansión. Consecuente-
giro hacia lo que Malcom Feeley y Jonathan mente, la terminología “nueva penología” y
Simon (1992) llaman la “nueva penología” “vieja penología” parece inapropiada, parti-
con su énfasis sobre los análisis de riesgo, cularmente cuando se asocia a este desarrollo
involucra según estos autores un despla- con un cambio de paradigma más que con
zamiento significativo no solamente en el una contribución a la diversificación de la
lenguaje de la política penal sino también en gama de sanciones (Feeley y Simon, 1994).
sus objetivos y prácticas: Aunque puede haber pocas dudas acerca
del hecho de que las formas de análisis de
“La acción gubernamental contra la actividad crimi- riesgos se están volviendo prevalecientes en
nal se encuentra crecientemente sujeta a un estándar el sistema de justicia penal, la lógica de la
constitucional diferente, si bien está superpuesto justicia actuarial no explica adecuadamente
con las funciones punitivas tradicionales, porque en el incremento observado en la punitividad, ni
lugar de enfatizar los objetivos de justicia pública el difundido interés en la justicia restaurativa,
enfatiza los de la gestión de riesgos. Es preventiva ni el creciente énfasis en las diversas formas
más que reactiva. No persigue castigar sino excluir de rehabilitación, tanto dentro como fuera de
a quienes sean proclives al delito”. (Feeley y Simon, las prisiones (Zedner, 2002).
1994:185)
18 Roger Matthews

Feeley y Simon (1992) intentan recuadrar encarcelamiento de un significativo número


este círculo afirmando que “la lógica actuarial de personas que violan su libertad condi-
de la nueva penología impone una expansión cional. El dato de que más del 30% de los
del continuum de control para una gestión de ingresos a las prisiones estaduales o federales
riesgos más eficiente” (p. 457). Esta asevera- en Estados Unidos se deba a violaciones de
ción da lugar a una serie de problemas adicio- la libertad condicional resulta extremada-
nales. En primer lugar, sería una exageración mente pertinente para las explicaciones del
sugerir que el análisis de riesgos impone una incremento de la población penitenciaria en
expansión del continuum de control, dado que ese país (Petersilia, 2003). La implicación
esta expansión ya estaba claramente en movi- es que si no fuera por estas consecuencias
miento antes de que el análisis de los riesgos no previstas de la adopción de una política
alcanzara cualquier lugar de prominencia. más rigurosa en relación con las violaciones
Segundo, no está claro por qué la justicia de la libertad condicional o con el incumpli-
actuarial “requeriría” este sistema de control miento de los castigos en la comunidad las
del delito ampliado, pesado, torpe, caro y a poblaciones penitenciarias en Estados Unidos
menudo contraproducente ¿Por qué los go- estarían estabilizadas o incluso decrecerían
biernos neoliberales querrían gastar millones (Blumstein y Wallman, 2000). También
de dólares encerrando personas que cometen sugiere que una considerable proporción del
delitos menores en lugar de dejar simplemente incremento de la población encarcelada es
que se las arreglen solos en los barrios bajos un resultado no anticipado de prácticas de
degradados de las ciudades? ¿Por qué trasla- gestión más estrictas que de un incremento
darlos del ghetto hacia la prisión? en la punitividad. Estas formas de manageria-
El análisis de riesgos, en sus diversas lismo no están necesariamente basadas en el
formas, es sin embargo solamente una parte riesgo. Pueden tener poco o nada que ver con
de la matriz penal y ha ganado terreno prin- las evaluaciones de riesgos o con la justicia
cipalmente porque se conecta con ciertos actuarial y estar más vinculadas con el intento
aspectos del managerialismo y porque las crí- de cumplir con indicadores de desempeño y
ticas académicas y políticas han sido débiles un compromiso más rígido con el logro de
(Jones, 1996; Clear y Cadora, 2001; Silver y objetivos y fines señalados.
Miller, 2002). El hecho de que esta empresa Otra evidencia de un significativo nivel de
pseudocientífica enmascara un moralismo y transcarcelización ha sido presentada en un
subjetivismo levemente velados al tiempo en informe reciente de Human Rights Watch
que provee una contribución extremadamente (2003) que encontró que las prisiones estadua-
limitada al mejoramiento de la seguridad de les en Estados Unidos se están convirtiendo
la comunidad es cada vez más reconocido por cada vez más en depósitos para enfermos
los responsables de la elaboración de políticas, mentales –hay tres veces más cantidad de
aunque los criminólogos demoran en hacerlo personas con enfermedades mentales en las
(Hudson, 2003). prisiones que en los hospitales psiquiátricos–.
Jonathan Simon (1993) estuvo entre los Otro estudio de la Correctional Association
primeros en puntualizar que uno de los of New York aseguró que la mitad de los
principales factores para el aumento de la prisioneros sometidos a un régimen de aisla-
población penitenciaria en Estados Unidos miento fueron identificados como portadores
en los últimos años ha sido la difusión de las de serias enfermedades mentales, mientras
prácticas managerialistas que involucran el que una cuarta parte de las personas que se
El mito de la punitividad 19

encuentran en un sistema de encierro alta- el estado no puede o no quiere proveer la


mente disciplinario reciben atención médica asistencia y el apoyo adecuados.
psiquiátrica. Existe una clara evidencia de La difusión del managerialismo también
que el sistema de encarcelamiento no sólo puede ser considerada como opuesta a la focali-
fracasa en el abordaje de los problemas de zación sobre los castigos emotivos. El principal
estos prisioneros sino que en muchos casos desplazamiento en las políticas penales no
los empeora. En relación con el Reino Unido ha sido tanto hacia los castigos expresivos y
también existen muchos ejemplos de prisiones emotivos, sino hacia el desarrollo de estilos de
utilizadas como contenedores de aquellos para regulación más administrativos e impersonales.
quienes los servicios médicos o sociales no El poswelfarismo ha sido vinculado con un
están disponibles (Carlen, 1998; Birmingham, “posemocionalismo”, con un interés decrecien-
1999). Estos descubrimientos tan perturba- te en las necesidades y las mentalidades de los
dores indican que un factor significativo en sujetos y una focalización sobre nuevas formas
la contribución del aumento de la población de conductismo, monitoreo y vigilancia, con-
encarcelada no es simplemente el aumento de juntamente con una creciente preocupación con
la punitividad hacia los delincuentes sino más “¿qué funciona?” y un compromiso formal con
bien el incremento del uso de la prisión como la búsqueda de políticas basadas en evidencias
terreno al que van a parar aquellos a quienes empíricas (Tilley, 2001).

Populismo, política y elites

El concepto de punitividad y la noción de frecuentemente como indicadores de una


populismo tal como son presentados en la lite- firme punitividad por parte de la sociedad.
ratura criminológica reciente tienen dos cosas Esta punitividad escasamente velada, se sos-
en común: ambos están poco teorizados y aca- tiene, es alentada y avivada por los medios
rrean connotaciones negativas. Se considera de comunicación masiva, que buscan chivos
que el populismo ha pasado a ocupar un lugar expiatorios y enemigos disponibles sobre los
de predominio a lo largo de las dos o tres últi- cuales dirigir su atención estimulando la pre-
mas décadas y ha desplazado gradualmente a ocupación pública y maximizando las cifras
las elites profesionales que anteriormente eran de audiencia y las ventas de los diarios.
responsables por el desarrollo de las políticas En estas descripciones existe poco reco-
penales (Ryan, 1999; Garland, 2001). nocimiento de las diversas formas que el
El populismo es visualizado como alimen- populismo puede tomar y de sus componentes
tando el “giro punitivo” a causa de que el tanto progresistas como reaccionarios. Como
público alberga sentimientos punitivos pro- ha sostenido Margaret Canovas (1999), el
fundamente arraigados. Estos sentimientos, populismo no es una forma de movilización
se argumenta, alguna vez fueron contenidos política intrínsecamente dirigida al pasado o
por un grupo de expertos benevolentes e patológica. Más bien, debe ser visualizada
iluminados. Sin embargo, en los últimos como una sombra proyectada por la misma
años el público ha sido capaz de expresar sus democracia. Las formas de populismo que
puntos de vista más abiertamente e influen- han apoyado políticas progresistas son me-
ciar las políticas penales. El vigilantismo y noscabadas y el público es percibido como
las manifestaciones públicas de hostilidad una fuerza en buena medida reaccionaria
hacia los pedófilos, por ejemplo, son tomados que alberga resentimientos y animosidades,
20 Roger Matthews

mientras que la relación entre el populismo órganos de toma de decisiones novedosos.


y los nuevos movimientos sociales y la polí- Está lejos de ser cierto, sin embargo, que estos
tica democrática es ignorada (Arditti, 2003). nuevos cuerpos sean más accesibles o rindan
Tampoco hay mucha discusión acerca de más cuentas de sus acciones a la sociedad que
las maneras en las que el populismo ha sido las administraciones previas. Lo que está claro
movilizado para limitar la opresión por parte es que dentro de un sistema de justicia penal
del estado, promover la igualdad y defender continuamente en expansión hemos asistido a
los derechos humanos. Como sucedió con los una proliferación de expertos de todo tipo que
casos de Stephen Lawrence y Rodney King, son capaces tanto de influenciar en el diseño
las corrientes populistas han jugado un rol de políticas como de mediar en las demandas
crítico en hacer frente a la injusticia. públicas. Estos incluyen no solamente los ex-
Sin embargo, reconocer las direcciones pertos establecidos tales como los psicólogos,
políticas diferentes que el populismo puede terapeutas sexuales, consejeros en temas de
tomar no implica sobreestimar el rol que éste drogas y en educación, sino también espe-
ha jugado en el modelado de las políticas cialistas preocupados con consideraciones
penales. Las demandas generales que los mucho más amplias vinculadas con diferen-
miembros del público pueden expresar de tes aspectos de los estilos de vida. Además,
tiempo en tiempo son filtradas, moldeadas y arquitectos y diseñadores, ambientalistas,
moderadas antes de ser traducidas en políticas planificadores urbanos y otros profesiona-
penales. Las complejidades de la formación les que previamente tenían poco interés en
de las políticas son tales que sería ingenuo estas temáticas juegan ahora un rol cada vez
atribuir su desarrollo al crudo populismo. más central. Finalmente, la proliferación de
En la medida en que el populismo en sus asociaciones multiagenciales implica que un
diversas presentaciones juega un rol, tiende rango diverso de agencias están ahora invo-
a tomar la forma de lo que ha sido descripto lucradas en las políticas y prácticas de control
como populismo “ventrílocuo”, que invo- del delito. El hecho de que muchos de estos
lucra a los políticos hablando en el nombre expertos usen jeans y zapatillas en lugar de
de la gente en contra de intereses sectoriales trajes y corbatas no los vuelve menos expertos
(Jessop, 1988). ni menos influyentes (Cohen, 1994).
La sugerencia acerca de que ha habido un En términos políticos es la emergencia del
declive en el papel de los expertos profesio- neoliberalismo y la deriva del espectro políti-
nales en la generación e implementación de co hacia la derecha lo que es visualizado como
las políticas penales es equivocada. Puede una explicación del “giro punitivo”. Reagan,
haber cambios en la composición de las elites Thatcher y Bush son considerados como las
y de aquellos que formulan estas políticas, principales fuerzas motrices en este proceso,
pero este rol permanece en buena medida seguidos de cerca por Clinton y Blair quienes
en manos de profesionales y expertos. De en un esfuerzo por no ser desplazados por sus
manera significativa, el análisis de riesgos ha oponentes políticos expresaron sentimientos
sido desarrollado por elites profesionales, y su punitivos similares. Existe por supuesto un
lenguaje y sus prácticas no llegan al público elemento de verdad en esta proposición, pero
general (Feeley y Simon, 1994). la presentación de todos estos líderes políticos
Puede suceder que las elites burocráticas de y sus partidos como promotores de variedades
viejo estilo hayan sido desplazadas en alguna diferentes de “populismo punitivo” estorba
medida por nuevas formas de gobierno y por más de lo que explica.
El mito de la punitividad 21

A pesar de toda la retórica del “endureci- gubernamentales (Crawford, 2001). Las fuen-
miento” y de la focalización sobre la “ley tes oficiales emanan mensajes superpuestos
y el orden” durante la década thatcherista e imperativos que compiten entre sí. En un
de 1980 la cantidad de personas enviadas a momento se habla de la “diversión” y de la
prisión anualmente era menor al final de la descarcelización y en otro de la aplicación
década que en 1980. Además, el promedio más rigurosa de sanciones. Por ejemplo, el
diario de población encarcelada decayó hacia Informe Halliday corporiza una serie de obje-
finales del decenio. Durante estos años dos tivos aparentemente en conflicto y argumenta,
Secretarios del Home Office conservadores simultáneamente, a favor de la búsqueda de
introdujeron programas de liberación tem- uniformidad y flexibilidad, rigidez y discre-
prana, que involucraron a cientos de prisio- cionalidad, al tiempo en que defiende tanto
neros. También durante el mismo período la eficiencia como la justicia social (Home
observamos una destacable reducción en la Office, 2001).
descarcelización de los jóvenes, en la medida Incluso un examen somero de las publica-
en que los delincuentes juveniles pasaron a ciones gubernamentales recientes en Ingla-
ser un “recurso escaso” en el Reino Unido terra y Gales acerca de las condenas y de las
(Pratt, 1985; Graham, 1989). Como buenos políticas penales indica la antipatía creciente
monetaristas, los miembros del gobierno de hacia la expansión de las prisiones y un re-
Thatcher creían que la prisión era “una manera conocimiento general de las consecuencias
costosa de volver peor a la gente malvada”. del encarcelamiento sobre los individuos, las
Al mismo tiempo, desarrollaron un importante familias y los vecindarios. Un tema central
programa de construcción y reforma de pri- y recurrente en los documentos oficiales
siones que involucró un mejoramiento general es la noción de exclusión social (Young y
en la situación de muchas de ellas. La década Matthews, 2003). El influyente informe de la
de 1980 también atestiguó el principio de un Social Exclusion Unit (2002), por ejemplo,
conjunto de programas de televisión acerca de sobre “La reducción de la reincidencia por
las condiciones y de la vida en las prisiones parte de ex prisioneros” expresa la visión
que proveyó un nuevo nivel de conocimiento de que aunque el encarcelamiento pueda
y de información acerca del –anteriormente estar justificado para delincuentes violentos,
cerrado– mundo del encarcelamiento. persistentes y que cometan delitos graves,
No fue sino hasta el principio de la década para muchos de aquellos que se encuentran
de 1990 que la población encarcelada en In- actualmente en prisión sirve para agravar una
glaterra y Gales comenzó a aumentar. Aunque historia de exclusión.
existe alguna continuidad entre las políticas Un creciente número de informes oficiales
de “endurecimiento” del gobierno conserva- publicados en el Reino Unido durante los
dor y la “endurecimiento con el delito” del últimos años podrían haber sido redactados
gobierno neolaborista, pocas dudas puede por los criminólogos críticos o radicales de
haber acerca de que las políticas de control del los años 1980 –y en algunos casos de hecho
delito desarrolladas por el Nuevo Laborismo lo fueron–. Las recientes propuestas para
expresan una disminución del apoyo para el limitar el tamaño de la población encar-
uso del encarcelamiento. Representar a las celada incluyen la descarcelización de los
políticas penales actuales principalmente en delincuentes que se encuentran cumpliendo
términos de punitividad no permite apreciar la condenas menores a doce meses, la expan-
diversidad y la ambigüedad de estas políticas sión de programas de liberación temprana y
22 Roger Matthews

la introducción de detenciones intermitentes. bajo el thatcherismo. En el Nuevo Laborismo


Existe un énfasis formal persistente acerca se considera que los individuos y las comuni-
de que la prisión debe ser utilizada como dades tienen la responsabilidad de participar
último recurso, cuando otras opciones para la en la reducción del delito y de contribuir a la
condena han sido agotadas. El tono de estas creación de comunidades más seguras. Este
publicaciones gubernamentales sobre las cár- énfasis sobre la civilidad no debería ser des-
celes y las políticas penales es por lo general cartado simplemente como una “estrategia de
defensivo y en ocasiones apologético. El responsabilización” sino que debería más bien
encarcelamiento no es publicitado como una ser visualizado como un intento de extender la
opción positiva sino como un mal necesario democracia participativa y de incrementar el
(Morris, 2004). involucramiento del público en la elaboración
Como ha sugerido Mick Ryan (1999) la de políticas. Ampliar el nivel de participación
naturaleza del populismo bajo el Nuevo activa en este proceso podría alentar un mayor
Laborismo es significativamente diferente a grado de moderación en los debates acerca del
las formas de populismo que se establecieron control del delito (Johnstone, 2004).

Una nota acerca de la opinión pública

La noción de opinión pública es un punto Los datos recolectados por Russel y Morgan
de referencia central en la literatura sobre la (2001) para el Home Office Sentencing Re-
punitividad. Sin embargo, como ha sido seña- view ofrecen escasa evidencia acerca de que
lado en varias oportunidades, siempre existe el público desee un servicio de probation más
el peligro de que los cientistas sociales, más severo. Por el contrario, quieren un servicio
que informar sobre esta noción la construyan efectivo, que reduzca la probabilidad de que
(Osborne y Rose, 1999). Muchos de estos aquellos que se encuentran bajo probation
estudios no logran distinguir claramente entre reincidan. Se encontró que:
diferentes aspectos de la “opinión pública”,
tales como el conocimiento, las actitudes y “Las respuestas más comunes de los miembros del
las sensibilidades, así como tampoco explican público a la pregunta abierta ‘¿Qué debería lograr
por qué la gente sostiene ciertas opiniones y una condena?’ no incluyeron las palabras ‘castigo’,
qué tan fuertemente adhiere a ellas (Durham, ‘disuasión’ o ‘rehabilitación’ –términos generalmente
1993; Hancock, 2004). utilizados para resumir los objetivos del castigo–. Las
En lugar de demostrar la deriva hacia la respuestas más comunes fueron ‘que deje de delin-
punitividad, las encuestas sobre las actitudes quir’, ‘reducir el delito’ o ‘crear una comunidad más
públicas en relación con las condenas y el segura’, sin ningún tipo de articulación acerca de
castigo han demostrado repetidamente que los cómo las condenas podrían obtener estos resultados.
respondentes apoyan múltiples objetivos para Las personas generalmente no se comprometen con
las penalidades. Expresiones retribucionistas una filosofía particular del castigo; sólo quieren que
coexisten con el apoyo a la rehabilitación, así se haga algo que cambie el comportamiento de los
como con otras finalidades para las penas. delincuentes”. (Morgan, 2002:221)
Los ciudadanos defienden un enfoque más
equilibrado sobre el delito que involucre John Doble (2002), uno de los principa-
una combinación de castigo, rehabilitación y les investigadores norteamericanos en este
protección del público (Cullen et al. 2002). campo, afirma que como consecuencia de la
El mito de la punitividad 23

concentración sobre los elementos punitivos Para algunos autores, como Jonathan
de las actitudes del público y de una falta de Simon, la deriva hacia políticas penales
apreciación de la diversidad y variabilidad más punitivas y vindicativas es vista como
de sus visiones “la opinión pública ha sido un reflejo de un cambio más básico en las
malinterpretada por los expertos y los líde- actitudes del público. Sin embargo, existe
res políticos” (p. 149). Cita evidencias que otra corriente opuesta que adquirió protago-
indican que el énfasis se está desplazando nismo en el Reino Unido durante el período
desde las condenas largas de prisión hacia la de posguerra, que involucra una creciente
prevención y la rehabilitación. No obstante, intolerancia hacia la mayoría de las formas
la mutua referencia recíproca y los comenta- de violencia interpersonal. Así, la violencia
rios en buena medida acríticos de numerosos doméstica, que era endémica pero en buena
criminólogos ha colaborado para reificar a la medida ignorada hasta la década de 1970, la
“punitividad” como un hecho social. Desafor- violación dentro del matrimonio, los ataques
tunadamente: raciales, el abuso infantil, los crímenes de
odio, el abuso y otras formas de acoso sexual
“Una vez construidas, las realidades sociales son e intimidación, se han convertido creciente-
difíciles de deconstruir. En Estados Unidos la visión mente en causas de preocupación y focos de
ampliamente sostenida de que el público es exclusiva- intervención. Existe también una creciente
mente punitivo potencialmente obliga a la búsqueda oposición en el Reino Unido a que los pa-
de alternativas políticas progresistas en muchas dres disciplinen a sus hijos golpeándolos o
jurisdicciones. Los políticos y otros participantes en abofeteándolos. De hecho, algo ha habido de
las elaboraciones de políticas lamentable y persis- una “revolución silenciosa” en las actitudes
tentemente han percibido erróneamente los puntos de sociales hacia la violencia interpersonal en los
vista del público sobre el control del delito”. (Cullen últimos 20 o 30 años, pero esta historia aún
et al., 2002:143) está esperando ser escrita.

Evaluando la evidencia empírica

A menudo se sugiere, o al menos se insinúa, de realizar cualquier afirmación acerca de que


que el aumento de la población encarcelada el aumento de la población encarcelada es una
durante la década de 1990, especialmente en función de la punitividad. De otro modo, estas
un período de disminución de las tasas de afirmaciones serían puramente especulativas
delitos, puede atribuirse al crecimiento de la y se acercarían al empiricismo.
punitividad, sea ésta populista o no. Los nive- Con respecto a los diversos ejemplos de pu-
les de encarcelamiento, sin embargo, pueden nitividad que han sido presentados reiterada-
estar influenciados por una variedad de fac- mente en la literatura, la evidencia empírica
tores que incluyen cambios en los perfiles disponible sugiere ya sea que están limitados
demográficos, diferencias en la distribución en el espacio y el tiempo o, alternativamente,
del delito y la victimización, tasas de esclare- que son más simbólicos que reales. Si ob-
cimiento y de condenas, la disponibilidad y el servamos por ejemplo las leyes de los “tres
uso de sanciones no custodiales así como el strikes y estás afuera”, que implican condenas
desarrollo de mecanismos de liberación an- presuntivas y obligatorias, encontramos que
ticipada (Zimring y Hawkins, 1991). Debería su impacto ha sido considerablemente menor
evaluarse la influencia de estos factores antes al esperado. A pesar de toda la publicidad y
24 Roger Matthews

las predicciones sobre el espiral de aumento sada en este modelo fue introducida en Gran
del volumen de poblaciones carcelarias, en Bretaña. Este proyecto piloto fue instalado en
Estados Unidos las leyes de los “tres strikes” Colchester en 1996 por Michael Howard. Sin
han tenido mucho menos impacto del previsto embargo, fue cerrado por el gobierno laborista
sobre los tribunales, las cárceles locales y las en 1998, incluso antes de que fuera evaluado
prisiones estaduales –con excepción de lo totalmente. La oposición a este tipo de esta-
sucedido en California (Shichor y Sechrest, blecimiento experimental provino no sólo de
1996)–. Su influencia ha sido principalmente los políticos sino también de los directores
simbólica y, cuando fueron implementadas, de las prisiones, de los grupos de reforma de
sólo sirvieron para consolidar la legislación la prisión y aún del ejército. La razón formal
existente (Austin et al., 1999). esgrimida para la clausura del establecimiento
Fuera de Estados Unidos ha habido muy fue que era demasiado costoso y daba escasos
poco interés en las condenas presuntivas y, resultados en términos de reducción de las ta-
aunque ha habido algunas discusiones en sas de reincidencia (Farrington, et al., 2002).
el Reino Unido, no se ha adoptado ningún Aún cuando se ha hablado mucho acerca
principio al respecto. Existen, de manera de los regímenes de detención “austeros” y
similar a lo que sucede con las leyes que “sin adornos”, en el Reino Unido al menos
establecen mínimos obligatorios para las las condiciones de las prisiones han mejo-
condenas, aún en Estados Unidos, amplias rado en general en las últimas dos décadas,
cláusulas de excepción que habilitan a los particularmente en relación a los servicios
jueces a aplicar otra condena (Tonry, 1999). sanitarios, la dieta y la asistencia en salud.
Durante los últimos años, veinticinco estados Mayor tratamiento, más programas recrea-
han abolido las leyes de mínimos obligatorios tivos y educativos han sido desarrollados en
para las condenas, han acelerado los procesos paralelo con los esfuerzos para permitir a los
de libertad condicional, han implementado detenidos pasar menos tiempo en sus celdas
distintos mecanismos para mejorar la vida en en algunas prisiones (HM Inspectorate of
prisión y han incorporado a los delincuentes Prisons, 2003). Significativamente, en los úl-
al tratamiento (Greene, 2003). En Inglaterra timos años ha habido un creciente número de
y Gales sólo ocho ladrones de viviendas han casos de guardias de las cárceles que han sido
sido condenados al mínimo de tres años esta- suspendidos o despedidos por comportamien-
blecido bajo las modificaciones introducidas tos brutales hacia los detenidos en Inglaterra
por Jack Straw en el año 2000. En el mismo y Gales y existe también una preocupación
sentido, la condena mínima obligatoria de cada vez mayor frente a la victimización de
siete años para el tercer delito de tráfico de los prisioneros (Dodd, 2001). Es posible que
drogas sólo ha sido utilizada tres veces desde estos informes reflejen niveles crecientes de
que fue introducida en Inglaterra y Gales abusos y violaciones de los derechos de los de-
(Travis, 2003). De este modo, parecería que tenidos, pero también sugieren que ha habido
los miembros del poder judicial sencillamente un cambio en las respuestas oficiales hacia
no implementan las políticas penales que el tratamiento de las personas privadas de su
consideran inadecuadas. libertad y que las demandas por maltratos y
Mientras que los boot camps se volvieron victimizaciones tienen más posibilidades de
cada vez más populares en Estados Unidos ser tomadas seriamente.
durante la década de 1990, solamente una No obstante, las antiguas cárceles victo-
institución experimental para jóvenes ba- rianas en el Reino Unido continúan siendo
El mito de la punitividad 25

instituciones lóbregas y habitualmente su- bilidad de condenas erróneas. La influyente


perpobladas. Sin embargo, a pesar de estos American Bar Association (ABA) adoptó una
“basurales penales”, inclusive los más fervo- resolución en 1997 estableciendo las pautas
rosos críticos del encarcelamiento en el Reino para minimizar el riesgo de que personas
Unido han debido reconocer a regañadientes inocentes sean ejecutadas y en el año 2000,
que ha habido algunas mejoras significativas el presidente entrante de ABA lanzó nuevos
en las condiciones de las prisiones en los últi- pedidos de una moratoria para las ejecuciones.
mos años. En las cárceles de “nuevo diseño”, La American Psychiatric Assembly también
con su énfasis en la reducción de la cantidad ha solicitado una moratoria y esta iniciativa
de personal, el aumento de la vigilancia y la ha obtenido apoyos entre grupos religiosos.
automatización de funciones lo que la mayoría Como un indicador, el número de ejecuciones
de los detenidos encuentran problemático no realizadas en Estados Unidos ha descendido
es la brutalidad de los guardias sino los largos notoriamente en los últimos tres años, de 98 en
períodos de tiempo en los que permanecen 1999 a 66 en 2001 (Hood, 2002; Lilly, 2002).
confinados en sus celdas y la falta de contactos En el Reino Unido, sin embargo, el clima es
personales. diferente. Los debates en torno a la pena de
Mucho se ha escrito sobre las campañas muerte emergieron en la década de 1980 pero
organizadas y la legislación aprobada para nunca parecieron obtener un apoyo realmente
enfrentar el problema de los pedófilos. Con- significativo para justificar su reintroducción.
tinuamente se hace referencia a los eventos de A lo largo de la década pasada apenas ha
Paulsgrove en el año 2000. Sin embargo, este habido alguna referencia seria a la posibilidad
“pánico moral” tuvo una vida relativamente de instalar nuevamente la pena de muerte en
corta, a pesar de los esfuerzos concertados el Reino Unido, aún después del publicitado
por la prensa amarillista para perpetuar y caso Bulger, las revelaciones acerca de las ac-
aumentar la preocupación pública. Ha habido tividades de Harold Shipman, el asesino serial
relativamente pocas discusiones sobre este más prolífico de la historia o de los asesinatos
tema en el Reino Unido en los últimos años y de Soham. Lo más destacable es que a pesar
parece haber desaparecido de la agenda social de una serie de homicidios extremadamente
y mediática. De forma similar, la tan a menudo brutales y de alto perfil el público en general
citada reaparición de las “cadenas de forza- haya sido simplemente tan tolerante.
dos” parece haber estado limitada a ciertos La introducción de la estrategia policial
estados de los Estados Unidos y haber sido de “tolerancia cero” en el Reino Unido tuvo
una política idiosicrática y de poca vida. también poca duración. Como en Estados
El incremento en el uso de la pena de Unidos, la medida de su adopción e im-
muerte en Estados Unidos es comprensible- plementación nunca estuvo clara (Stenson,
mente visualizado como un indicador de la 2000; Braithwaite, 2003). “Tolerancia cero”
punitividad y del sentimiento de crueldad del es un término incorrecto y es más adecuado
público. Sin embargo, hay datos que insinúan describirla como “tolerancia selectiva”, ya
que el apoyo creciente para un mayor uso de que el trabajo policial involucra invariable-
la pena de muerte en Estados Unidos durante mente la selectividad y la discrecionalidad.
la década de 1990 está empezando a menguar. En los lugares del Reino Unido donde la
Nueva legislaciones han sido implementadas estrategia policial de la “tolerancia cero” ha
en una serie de estados de acuerdo a preo- sido introducida ha traído como resultado un
cupaciones crecientes vinculadas con la posi- alto nivel de quejas contra la policía y, en
26 Roger Matthews

un caso, la remoción del jefe de policía más muchos otros países, es variable y volátil
estrechamente asociado a este enfoque. En su (O’Donnell y O’Sullivan, 2003).
lugar, han ganado importancia estrategias de Inclusive una breve reseña de las eviden-
trabajo policial más basadas en la comunidad cias empíricas que han sido presentadas en
y orientadas a problemas y formas privatiza- la literatura no provee un argumento convin-
das de patrullaje. cente para sostener la afirmación de que la
En la República de Irlanda muchos de los punitividad ha jugado un rol central en los
cambios que son utilizados para señalar una desarrollos recientes. La evidencia estadou-
dramática transformación en las políticas de nidense es más fuerte, pero la punitividad
control del delito tampoco han tenido lugar. es mucho menos pronunciada de lo que los
Las referencias a la pena de muerte han sido criminólogos sugieren. Existen indicaciones
eliminadas de la constitución irlandesa y no claras de la excepcionalidad del caso nortea-
hay ninguna “sensación perpetua de crisis”. mericano, pero varios autores en su intento
Nunca existió un declive del ideal de la de decir algo profundo sobre la “modernidad
rehabilitación, mientras que la retribución tardía” pretenden describir estos desarrollos
no emergió como un objetivo político gene- como si tuvieran significación internacional
ralizado. Al contrario, se ha desarrollado una (Zimring, 2001; Young, 2003).
política de control del delito que, como en

Conclusión

No es difícil encontrar ejemplos del de- ciones, las reversiones y las tensiones en las
sarrollo y la implementación de estrategias políticas actuales de control del delito. En este
punitivas, pero existe el interrogante de deter- mundo dual, bifurcado y de suma cero en el
minar la significación relativa de tales estrate- que lo punitivo se enfrenta a lo no punitivo, la
gias en la sociedad contemporánea. Dado que inclusión a la exclusión, el populismo al elit-
las estrategias punitivas y emotivas han sido ismo, las penologías “nuevas” a las “viejas”,
históricamente una característica endémica de los procesos “civilizatorios” a los “descivili-
las políticas de control del delito, se plantea zatorios” corremos el peligro de perdernos en
la necesidad de explicar qué es lo novedoso. una serie de falsas dicotomías.
Se ha sugerido que la mayor parte de los Aunque existe aquí una promesa de algo
ejemplos de punitividad que han sido presen- radical y nuevo, la mayoría de estos relatos
tados en la literatura representan desarrollos oscilan entre el humanismo liberal y el pesi-
extremos y excepcionales y la mayoría de mismo, y en cierto punto están en riesgo de
ellos son limitados espacial o temporalmente. disolverse hacia el conservadurismo. No hay
La punitividad y los conceptos relacionados un programa estratégico o político viable
a ella han sido poco teorizados y las historias que se siga de algunas de estas posiciones.
que se han presentado son selectivas y poco Más bien, predomina en ellas un sentimiento
convincentes, mientras que las conexiones de fatalismo e inevitabilidad. Su principal
críticas tienden a ser asumidas o afirmadas limitación no consiste sólo en que presentan
más que explicadas. relatos unilaterales, exagerados o míticos
Existe una preocupación por las oposiciones acerca del desarrollo del control del delito sino
y polaridades limitadas, que no consiguen en el hecho de que estos distintos enfoques
hacer justicia a la diversidad, las contradic- no nos proveen de herramientas conceptuales
El mito de la punitividad 27

por medio de las cuales podamos de manera cialmente voluntarista y espectacularista del
realista hacer frente a estos problemas. desarrollo penal. No es difícil observar por
El fracaso en desenmarañar y distinguir con- qué los grupos de reformadores penales en-
ceptual y empíricamente los elementos consti- cuentran atractivo a este tipo de explicación,
tutivos de la “punitividad” ha llevado a varios dado que les brinda la oportunidad de pre-
criminólogos a identificar la reciente expansión sentarse a sí mismos como límites frente a
de la industria del control del delito como una los excesos de los políticos malévolos por un
función del deseo de “endurecimiento” penal. lado y educadores de un público mal infor-
En lugar de observar el creciente conjunto de mado, por otro. Los criminólogos académicos
agencias e instituciones con sus diferentes también son capaces de efectuar este tipo de
roles, discursos y especialidades como partes afirmaciones, obteniendo al mismo tiempo
de una red de control del delito cada vez más los beneficios que provienen de la creencia
compleja, opaca y expansiva, que involucra de que ocupan el más alto grado moral. Sin
una variada gama de estrategias interven- embargo, la focalización desproporcionada
sionistas, existe una tendencia a reducir estos sobre la punitividad bien puede reflejar
desarrollos a una punitividad o a un populismo cambios en las sensibilidades sociales y una
subyacentes, o a ambos. creciente ambivalencia hacia el uso de las
Si el argumento de que la preocupación so- sanciones punitivas –en particular, de medidas
bre la punitividad está sobreactuada es válido, segregativas–. Así, las sanciones punitivas y
entonces nos queda el problema de explicar emotivas, más que ocupar un lugar de predo-
por qué tantos criminólogos y reformadores minio, pueden en realidad estar volviéndose
penales han abrazado esta concepción esen- cada vez más insostenibles.

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