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Asignatura: Historia de la educación

Profesora: Luján Trujillo


Estudiante: Julieta Martínez
2-Análisis de un papiro de los que hacen referencia en los textos teniendo presente lo
trabajado en las diapositivas.
Enseñanza de un padre a su hijo estudiante, trazado en el papiro de Anastasis V:
“«Te he puesto en la escuela con los hijos de los magistrados para instruirte y
enseñarte, en vista de esta profesión que nos hace más grandes. Ven, te describiré la
condición del escriba, en su “¡Pronto a tu puesto! ¡Escribe delante de tus compañeros!
¡Pon tu mano sobre tus vestidos y presta atención a tus sandalias! Tú llevas cada día
tu libro con un objetivo: no seas, pues, perezoso. Debes hacer los cálculos en silencio,
no dejes que se oiga la voz [que sale] de tu boca. Escribe con tu mano y lee con tu
boca, medita bien. No seas holgazán, no pases un día de ocio: ¡pobre de tu cuerpo!
Adáptate a los modos de tu maestro, escucha sus enseñanzas. Sé un escriba.
“¡Presente!”, dirás cada vez que te llaman. Guárdate de decir “¡uf!”».” (Bresciani, 138)
La cita mencionada anteriormente hace referencia a la grandeza del rol del escriba en
la sociedad y la importancia de ser aplicado en el estudio.
El oficio del escriba le otorgaba al egipcio prestigio social y honor, esto puede
visualizarse en el siguiente fragmento: “Te he puesto en la escuela con los hijos de los
magistrados para instruirte y enseñarte, en vista de esta profesión que nos hace más
grandes.” (Bresciani, 138) Enlazado a lo mencionado con anterioridad, la educación no
solo es vista como un proceso de movilidad social sino como también una forma de
transmitir y conservar la cultura.
El primer aspecto fundamental que quiero resaltar es la idea de tomar conciencia
sobre la gran tarea que se esta desempeñando y como esta va a contribuir e impulsar
la sociedad egipcia: “Sé un escriba.” (Bresciani, 138) El papel del escriba era muy
importante porque también podían convertirse en maestros. No solo asumía el rol de
una persona que conoce solo de su materia especifica, sino que era capaz de
transmitir todo ese conocimiento. Sin embargo, antes de hablar debían y convertirse
en un ejemplo, debe comprometerse a escuchar a los que son más sabios: “Adáptate
a los modos de tu maestro, escucha sus enseñanzas.” (Bresciani, 138)
El padre le brinda estos consejos prácticos a su hijo por su propio bien y para que se
convierta en un egipcio en base a los principios de justicia, verdad y rectitud. Es
esencial que los estudiantes asistan a sus clases diariamente, pero, además, que
dentro de la escuela el trabajo del alumno sea provechoso: “¡Escribe delante de tus
compañeros! (…) Escribe con tu mano y lee con tu boca, medita bien. No seas
holgazán, no pases un día de ocio: ¡pobre de tu cuerpo!” (Bresciani, 138) En este
sentido, el arte de mandar esta al mismo nivel que el arte de obedecer porque los
consejos se dan a partir de la base del respeto.
No solo debe respetar a su maestro, sino que también debe respetar a sus
compañeros y de este modo, se creará un ambiente armonioso propicio para el
estudio: “Debes hacer los cálculos en silencio, no dejes que se oiga la voz [que sale]
de tu boca.” (Bresciani, 138) Creo que esto último también puede vincularse con la
consustancialidad del universo, es decir, si el egipcio que estaba estudiando para
convertirse en escriba, desde su lugar hace todo lo que tiene que hacer desde la mejor
manera (de acuerdo a su rol como estudiante y actuando en base a los principios),
puede mantener la armonía.
Por último, quiero mencionar que el principio que más se ve reflejado en la cita es el
de rectitud debido a que, apunta directamente a la conciencia de lo que debían hacer o
decir, es decir, su comportamiento en una institución educativa: sentase
correctamente, escribir, llevar una vestimenta adecuada y prolija, llevar los materiales
y libros, entre otros. Esto último se puede ver reflejado en la siguiente cita: “Existe,
como se sabe, toda una literatura sapiensal, constituida por ´enseñanzas´ morales y
conductivas, que es común a otras culturas del Oriente medio (…) Dicha literatura
presupone la existencia de una verdadera y propia escuela de vida...” (Manacorda, 20)

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