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CARLOS SKLIAR

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n de limitar ese devenir, ordenarlo a CaríruLo IV


y menos a la vez, pero ninca igual. No es cuestió
163).
lo mismo y hacerlo semejante” (Gabilondo, op. cit.:
La irrupción del otro quiebra la agonía de lo mismo, de una ipsidad que siempre co-
Aceica de la anormalidad y de lo anormal.
rehenes del otro, y no podemos te-
bra poder sobre el otro. Somos, como dice Derrida,
ner relación con nosotros mismos más que en la medida en que
la irrupción del otro haya Notas para un enjuiciamiento (voraz) a la
precedido a nuestra propia ipsidad (Derrida, 2001: 51).
normalidad. |
un muerto,
Ahora la irrupción del otro no hace del otro únicamente un fantasma, o
o un maleficio, o una identidad que sirve sólo para nuestra identid ad.
Es una banalidad decir que jamás existimos en singular. Estamos
ria relación con la
Ahóra la irrupción del otro puede instaurar una nueva y origina rodeados de seres y de cosas con los que mantenemos relaciones
.
mismidad. Pero no una relación apacibl e, transpa rente, consist ente, ni mucho menos Por la vista, por el tacto, por la simpatía, por:el trabajo en común,
Toco
incondicional o empática.
; estamos con los otros. Tedas esas relaciones son transitivas.
encontrar una
Stuart Hall (citado por Canclini, 1999: 32) agrega que deberíamos un objeto, veo al otro; pero yo o soy el otro.
cia no como alterid ad radical sino como différa nce —on-
manera de hablar de la diferen Emanuel Lévinas.
:iente derridi ano— y sugiere que: «Mient ras una diferen cia. una
cepto clave del pensas
os estamo s negó-
alteridad radical, contrapone un sistema de diferen cia a otro, nosotr Y aunque sea posible que cada uno de nosotros —0 cada una de
de otra. No presencia
ciando procesar una diferencia que se desplac e perman enteme nte dentro nosotras, al menos- produzcamos siempre com nuestra
sujeto, los límites de su identid ad». perturba ción que altera la serenida d o la tranquil idad de
podemos asegurar donde termina un alguna
que a cada
La irrupción del otro es una diferencia que difiere, que nos difiere y que
se difiere los demás, nada hay de tar perturbador como aquello
su sig- sus propias limitacio nes, sus
siempre a sí misma. Un otro inalcaz able, irreduc tible, efímer o en su nombre y en uno le recuerda sus propios defectos,
es por eso que los niños y los jóvenes perturba n
en su misteri o, con su misteri o. Esel otro que, de propias muertes;
nificación, inabordable, que se aleja
acontec e de todas formas y crea en todo momen - a los adultos; las mujeres a los hombres; los débiles, a los fuertes;
acuerdo con Baudrillar (1999, op. cit.) los locos, 4
los pobres, a los ricos; los deficientes, a los eficientes;
to, €l mismo, una línea divisoria. a los nativos ...
si su ros- los cuerdos; los extranjeros,
El misterio de lo otro, el poder de su alteridad. No hay relación con el otro Nuria Perez de Lara.
eremos como un cuerpo -objet o, aunque hagamo s
tro es ignorado. Aún cuando lo consid
fiquem os el mundo que él expresa y, también , su
del otro una simple anatomía y simpli
el que es otro Yo, sino el Yo un "otro", un Yo fallido.
expresividad: “(...) no es el otro”
en tanto tal,
No hay amor que no comience con la revelación de un mundo posible
implicado en un “otro' que lo expres a” (Derrid a, 1998: 414).
Ya no hay sólamente una violencia donde el otro debe, por
fuerza, reducirse a lo «Y SI LO ANORMAL FUESE REALMENTE ANORMAL NO EXISTIRÍA»,
mismo, ser lo mismo. lidades, que
Ya no es una ontología del otro que es, a la vez, alérgica al otro. Hay ur en medio de nuestras lemporalidades y de nuestras espacia
represen-
E

mirado,
.

ocido,
*

do, (re)con
há sido y es todavía inventado, producido, fabrica
. *

mien-
Y la relación con el otro no está más cimentada sólo en el saber, en el conoci
. *

término s de aquello que podría denomi narse


to, en la verdad, en la intencionalidad. Una consciencia intencional que,
al entrar en re- údo e insucionalmente gobernadoA en . _ .
mismo,
alteridad «deficiente», o bien, aunque no sea lo
> .
bien
lación con el otro, termina con su propia esencia, se retuerce en la nada y, como
——————
como un otro “deficiente”, una
A a
dice Mélich (1997: 155): *... acaba reduciéndose a cenizas”. un otro «anormal», una alteridad «anormal»*.
es, ejércitos,
Y es aquí donde la política, la filosofía y la poética de la diferencia se reúnen, aun- Hay u 9 que antes, en medio y después de tantas guerras, prision
. ha sido
es, fábricas, manicomios, etc. —_—___—
que dispersas, aunque disímiles: la única aceptación posible es la de aceptar al
otro en escuelas comunes y especiales, hospitales, religion
la soberanía de su diferen cia, en su misteri o, en su lejanía, en su ser irreduc tible.
describió en Los Anormales (2000) está la del indi-
46. Entre las figuras de anormalidad que Fowcault
viduo a corregir. Ese individu o a corregir puede corresponder a la imagen del otro deficiente, de la
altecidad deficiente.
.

A 03
FI4 CARLOS SkLIAR ¿Y SIEL OTRO NO ESTUVIERA ALLÍ? 115

y es todavía pensado, percibido y sentido como. una suerte de cuerpo amorfo e incon- Pues sobran los catálogos, las prescripciones, los médicos, las anamnesis. Porque
blo uns especie de mente obscura y salvaje, un movimiento desparejo y peligro- están de más los manuales, las clasificaciones, los escalpelos, las evaluaciones. Pues
30, un:
una atención hacia otro lugar, un comportamiento que acecha, un tipo de lenguaje hay un exceso ortopédico de instituciones, ateneos, seminarios, tertulias, congresos y
de ausencias, arritmias
rilmias y sinsentidos.
sinsentidos. especialistas. Porque ya hay demastadas hiperactividades, cneuresis, agramatismos,
_ Unfourg cuyoO CUEFpO,
Cuerpo, mente, com
comportamiento, aprendizaje, atatención, movilidad, dislexias, psicosis, discalculias, problemas de aprendizaje, ritmos de aprendizaje, disca-
sensación, AR via-ajos,piernas, sueños, pacidades de aprendizaje, tartamudeces, autismos, superdotados, parálisis, hemiplejías,
moral, etc., parecen encarnar sobree todo y ante todo nuestro más absoluto temar ala relardos, retrasos, idiocias, esquizolrenias, surdeces y cegueces, síndromes, síntomas,
incomp a Ta letud,
incongruencia, a la ambiv orden, -a-la-imperfección, a cuadros clínicos, etc,
NS La alteridad deficiente mficad que parece referirse a un otro
Unoub cuyo todo y cada una de sus partes se han vuelto objeto de una obscena y sólo ú entido si huye y rehuye de ese otro se vue lve contra
la nor malidad; | si hie-
caritativa curiosidad, de una inagotable morbosidad, de una pérfida etnografía de lo mis-. re de muerte a la normalidad; si trans figura la normalidad.
o

(16, 1E Un sueño 0 ideal de completamiento del otro, ds per fectibilidad del otro, de co- Coque hace totes perderss y perdernos de vista, toda vez que lo único que pare
pare-
rrección | del otro, de nómaliz
delación
oo. cemos ver, loda vez que lo único que si
es visto es la egocéntrica nor malidad. Egocéntrica
ca a
Unotro sobre el cual hubo de colocarse un microscopio en parte igual y en parte - normalidad cuya infame lentación es lala invenc ión de lo: anormal.
diferente de todos los demás microscopios adosados sobre el cuerpo de la alteridad. Un Y porque eseftro no está donde pretendemos, donde lo obligamos, donde lo fija-
microscopio más medicalizado que lo habitual, más salvífico que lo habitual, más mos, donde loTo de AMOS, donde lo SUPonemos, donde To escribimos € inscribimos. Y
antropocéntrico y, sobre todo, más antropofágico que lo habitual. porque
que nono hay descripción sino teleológica y tautológica
de la alteridad deficiente. Y
Se trata de un otro que exacerba laa secular imaginación d de la mismidad —tan impro- porque no hay explicación sino verborrágica y homo-hegemónica de la alteridad defi-
babTe como imposible—en relación aun Cuerpo perfecto, una inteligencia compacta, rÍt ciente. Y porque no hay alteridad deficiente sino una banal yy mediocre e normmalidad. Y
«mica y erudita, una sexualidad tan única y determinada como constante, un aprendiza- porque el otro de la alteridad” deficiente continúa Con su exper jencia 1 irreductible,
je veloz túrricular y consciente aunque no en demasía—, una lengua capaz de ser sólo intraducibleyy miste
misteriosa.
___———__
——

il ue, y de decir aquello que todos quieren A epile, sí. ¿Pero en otro lugar. Copia, es verdad, Pero no lo que queremos. Su cuer-
Ese otro corporifica la (idea de una) estilización inconmensurable dela mismidad. po se amolda, parece. Pero no como creemos. Dice, es cierto. Pero en otra lengua. Y
Y todo ello pensado como un movimiento escénico que representa el Paraíso. El maldice, Y biendice. Y dice cosas que nunca escuchamos. Que nunca escucharemos.
Paraíso de la nor malidad, La normalidad de la mismidad, Que no son dichas para nuestra mismidad,
Y cuanto más la mi
mismidad se mir a ciegamente sólo á sí misma, más se vuelve hos- Y repito: la alteridad deficiente, como significado que parece referirse a un Otro con-
ul cóntra ese otro hasta dejarlo inerte. Y cuanto más la mismidad se escucha sordamente crelo, sólo tiene sentido si huye y rehuye de ese otro concreto y se vuelve contra la nor-
sólo a sí misma, más se torna cruel con ese otro hasta dejarlo inerte. Y cuanto más la malidad; si hiere de muerte a la normalidad; si transfigura la normalidad. Necesitamos
mismidad se mueve rítmica en torno de sí misma, más se hace hospitalaria con ese otro — volver a mirar bien a aquello que nos representamos como «alteridad deficiente», Vol-
hasta hacerlo únicamente un huésped; un huésped inmóvil; un huésped hostilizado por. ver a mirar bien en el sentido de percibir, con perplejidad, como ese otro fue produci-
la norma. do, gobernado, inventado y traducido”,
La mismidad que crea con placidez sus monstruos y que, a la vez, produce los antí- E
dotos necesarios, La mismidad que huye despavorida ante la atribución de sus propias
47. Quizá, entonces, para volver a mirar bien podríamos recurrir a aquello que en lengua inglesa ha sido
designaciones, dede sus propios nombres. La mismidad que vuelve a instalar el control denominado como Disabilisy Studies. Es evidente que Disabiliy Studies no puede ni debe ser tra-
enfronteras
las del cuerpo y de la menté; que regresa, soberbia,a tomar sus sanas y ducido coma el Estudio sobre las Deficiencias /Discapucidades 0 el Estudio de los Deficientes?
bellas decisiones sobre los espacios y los tiempos-de
la alteridad. Discapacitados-. Los Disability Sudies (DS, en adelante) constituyen un campo necesariamente
irregular de estudios filosóficos. literarios, políticos. culturales, ete. que se propone inicialmente
Normalidad
que se inventa a sÍmisma para, luego, masacrar, encerrar y domesticar descolonizas y descontruir el aparato de poder y de saber que gira én torno de aquello que natura-
todo lo ogro, lizamos como el otro deficiente. El origen de los DS está Mutimamente relacionado con el surgimicn-
La iúllferidad deficiente, anormal, resulta asíen una invención que parece referirse a to de los Estudios Culturales -que, siguiendo con la lógica de la aclaración anterior, no se trata de
un Otro concreto, pero que hoy sólo tiene sentido si se aleja de ese otro concreto si es Estudios sobre la Cultuca=, o con los Estudios de Género —que no son Estudios sobre la Mujer-:0
con los Estudios Negros -que no son Estudios sobre los Negros-; o con los Estudios Sordos que no
que él existey se vuelve furiosa hacia la mismidad. son Estudios solwe Sordus- etc. Y hay que aclarar rápidamente que no hay aquí un DS sino varios
ad CARLOS SKLIAR ¿Wost eL ore MSTUVIERA ALLE 107

Porque ya vo hay espacios nblininnos pate na cena ontológica que preten- aquí me propongo está determinada, por otro tipo de pensamiento epistemológico, es
da narrar qué significa «ser» defici . Ya no hay espacios ni tiempos para agotar la decir, por otra forma de entender las relaciones entre saber y poder. Una epistemolo-
(súpuesta) descripción existencial del otro deficiente. Ya no hay esa alteridad deficiente. * gía sobre lodo del cuerpo- que hace referencia tal vez a otros problemas o que los
Volver a mirar bien y, quien sabe, pulverizar de una vez la normalidad y los mons- invierte, que habla de otras fronteras, otros sujetos, otras ¡Ñágenes de la alteridad, otros
truos que ella ha creado. Y para volver a mirar bien tal vez sean necesarias olra mira- discursos, otras prácticas y, quizás, otro conjunto de experiencias -vividas y pensadas—
“das, otras palabras, 1 mevoterritorio-de-espacialidades-y-temporalida NE en relación con esa alteridad,
Por otro lado, aquello que ha dado en llamarse de educación especial —con sus vie-
¿Los valores y las normas practicadas sobre las deficien
jos y con sus nuevos maquillajes no tiene porque ser el locus privilegiádo o obligato-
históricamente construido, onde la deficiencia no es simplemente un objeto, sn hecho
EI A E s a a! MA ria único donde volver a mirar bien la cuestión de la alteridad deficiente.
natural, una fatalidad. Ese discurso, así construido, no ajecta 3010 a las personas con
a o A lid $ dejo Goleta en este sentido, Ta idea que la educación especial es antes que más
deficiencia: regirla tanibién las vidas de las personas consideradas normiales. Deficiendia— técnicas que se orjen-
nada la fabricación de un conjunto de dispositivos, tecno
y normalidad, forman parte dem mismo sistenta de representaciones y de siqnificaciónes 9=como otro de-
tan hacia una normalización -inventada— de un otro —también iny
políticas; forman parte de ma misma matriz de poder (E omaz Taden da Silva, 1997:
ficiente, Por ello McLaren (1997b: 168) nos recuerda el tipo de interpretación domi-
5-6). que regulan e! discurso de la deficiencia y de
FAME] Esto es, los significados culturales
Es evidente, claro está, que volver a mirar bien al otro deficiente no significa suge- la educación especial, afirmando que:
vir un nuevo microscopio «especial»,
Pues no hay ningún nuevo vademécum de pres-
El funcionamiento de las políticas de significación (...) lo podemos ver en la educación
cripciones, axiomas, clasificaciones yde otras invenciones típicas que generalmente de-
especial, en la que una gran proporción de estudiantes negros y latinos se considera que
terminan y gobiernan la educación especial —ese campo disciplinar (digamos) colonial
presentan problemas de conducta”, mientras que a la mayor parte de los esindiantes
y colonizado— por dentro y por fuera de sus “metáforas” y de sus “tradiciones” episte-
blancos de clase media se les proporciona la cómoda etiqueta de tener «problemas de apren-
mológicas y disciplinares. :
dizaje».
Porque: ¿hay acaso otra educación especial? ¿Cómo salir de ese_enciesro, de eso
trampa, de esa tortura que nos imponen al hablar siempre de educabilidad/ Es cierto que la historia de la éducación especial ho ha podido desvincularse nunca
ineducabilidad, de exclusión/inclusión, oralidad/gestualidad y todo ese repertorio in- “de su relación con los saberes médicos Y PStG So
agotable de binarismos sin-sujetos? (Nuria Pérez de Lara, 1998). es cierto que es heredera de aquello que Foucault llamó de “gran encierro” que pro- y
Si las cuestiones de espacialidad y temporalidad, de identidad y de diferencia polí- dujo ellarmisma "pequeños grandes encierros o internamientos por categorías”
tica y poética, en fin, de la producción de la alteridad deficiente estuvieron prácticamen- (ibidem); es cierto que ha sido goberna r injerencias médicas, religiosas, benéfi-
le ausentes y fueron taxativamente ignoradas en la educación especial, el hecho de ser cas; es cierto que se ha cimentado en un supuesto orden natural de significados que
ellas centrales para este nuevo lerritorio de debate: ¿produce entonces una explosión o localizan a la alteridadadeficiente
—_/_24
en una férrea continuidad discursiva: individuos defí-
una implosión u “otra” disciplina, otro campo de estudios, otra mirada? Stemes+o1os individuos deficientes 7anormalización/ medicalización / institucionali-
Creo que, como ya do planteé en otros escritos", y a pesar de posibles y rápidos pa- zación / segregación / exclu corrección / normalización / inclusión, etc.; es cierto
/ sión
rentescos entre alteridad deficiente y educación especial, la aproximación al lema que que se ha fundamentado en una lógica particular de oposiciones binarias tales como,
por ejemplo: normalidad/gnormalidad, educación/reeducación, salud/enfermedad, efi-
es
DS, asf como no hay un “Estudios Culturales” sino diferentes tradiciones, muchas de ellas inclusive ciencia/deficiencia, inclusión/exclusión, mayoría/minoría, oralidad/gestualidad, etc.;
obligatoria s entre sujetos con GX-
contrastantes, como por ejemplo aquella de tradición anglo-sajona o aquella de inspiración pos- cierto que produjo o bien conformaciones grupales
estrutucturalista, etc. (véase, para esta última cuestión, entre otros: Alfredo Veiga-Neito £ Maria * periencias disímiles o bien fragmentaciones forzadas en grupos de sujetos con experien-
Lúcia Wortman: Estudos Culturais da Ciéncia e da Educagío. Belo Horizonte; Editora Auténtica,
2001; Marisa Costa (Ory.) Estudos Culturais em educagño: mídia, arquitetura, brinquedo, biología,
cias semejanles.
de la edu-
literatura, cinema. Porto Alegre: Ed. Universidade, UFRGS, 2000; y en Tomaz Tadeu da Silva ero creo que lo que ha de ser subrayado aquí es el posible entendimiento
está, que la
(Org.) O que é, afinal. Estudos Culturais? Belo Horizonte: Editora Auténtica, 2000). cación especial como una espacialidad colonial -que no supone, claro
el mundo
48. Por ejemplo en: Educagdo de Exclurdo: Abordagens sócio-antropológicas em educagdo especial, alteridad deficiente sea sólo y tan sólo una alteridad colonizada—: el lugar en
ermanentemente relacionado y confundido con su lu-
Porto Alegre: Editora Mediagáo, 1997; La epistemolonía de la educación especiol. Entrevista de
Violeta Guyot, en: M, Divito (Comp.). Debates Actuales en Educación Especial, San Luis, año 1H, de esos otros deficientes ha sido
n. 13, 19-38, 1998: y en La invención y la exclusión de la alteridud deficiente desde los significa-
dos de la normalidad Buenos Aires: Propuesta Educativa, año 10, número 22, 34-40, Junio 2000,
118 CARLOS SkLIA4R
¿Y SI EL OTRO NO ESTUVIERA ALLÍ? 119

gar institucional, y el lugar:institucional fue frecuentemente profanado por la perversi- cia primitiva, inmadurez afectiva y cognitiva, com comportamientos agresivos y peli-
dad de pensarlo todo en términos de inclusión y exclusión, ' grosos, de ritmos lentos de aprendizaje, labilidad emocional, dificultades en el estable-
Sin embargo, la educación especial y la alteridad deficiente no se constituyen ne- cimiento de relaciones interpersonales, etc.
cesariamente como reciprocidad; dominio y/o simeura, pero comparten un mismo ¿Podrá el lector discernir, más allá de los títulos y de las apariencias, entre los tex-
pro-
“hlema: ambos han sido y son todavía tratados como tópicos básicamente sub-teórico tos de los colonialistas europeos que se refieren a la naturaleza de los africanos o de
s.
Y ello ocurre, CUrosa en una épocameñdonde los te;
acontecimientos más triviales y las tribus indígenas o de los hispanos. y aquellos tratados que prelenden una psicolo-
superfluos, como el dormir, hacer dieta, usar aros, mirar al vacío, o comprar gía de la sordera o que versan sobre la inteligencia de los deficientes mentales o acer-
objetos
inservibles, están siendo hiper-teorizados. ca de la incomunicación de los autistas? ¿O acaso ese paternalismo Forma parte y es in-
En virtud de esa sub-teorización, consecuencia de una tradición histórica disociable de un discurso y una práctica colonial común? (Lane, 1992).
de con-
trol del sujeto deficiente por expertos y especialistas, es que la población general no vis- Foucault (2000, op. cit.: 29) observó detenida y detalladamente este proceso, ana-
lumbra la conexión posible entre la alteridad deficiente y su status quo, del mismo modo lizando el discurso de los textos de las pericias judiciales en el transcurso de la segun-
en que muchos están comprendiendo hoy, por ejemplo, las estructuras contemporáneas da mitad del siglo XX:
de poder y cONOCIMiEmnO 471] . A AA io 3 5
Son las nociones que encontramos constantemente en toda esta sería de textos: Inmadu
La presunción de que la deficiencia es, simplemente, un hecho biológico ; ; , al s Has eciación de lo real"
al (...) fpro
is
y con ca- rez psicológica”. 'nersonalidad poco estructurada", 'riala apreciación
racierísticas unversales, debería ser, una vez más, problematizada epistemológica- : : ES : y
fundo deseguilibrio afectivo”, “serias perturbaciones ensocionales”.
mente: comprender el discurso de la deficiencia, para luego revelar que el
objejo de ese
discurs
no o
es Ta persona que está en una silla de ruedas o aquella que usa una prótesis La cuestión no es reproducir hasta el hartazgo la inventiva de los peritos, o de los
auditiva, o aquella que no aprende según el ritmo y la forma como la norma espera, colonialistas europeos o de los psicólogos de la sordera, ele., sino preguntarse —como
si :
no los procesos históricos, culturales, sociales y económicas que regul de hecho lo hace el mismo Foucault= ¿cuálá es su función?
de
¿y para. qué á sirven?:
ei ”.
y controlan
an
el modo a través del cual son pensados e inventados los cuerpos, las mentes, el lengua- En priver lupar, repetir tantológicamente la infracción para puseribirla y JAI la conto
Je, la sexualidad de los otros. Para expresarlo aún más contundentemente: rasgo individual (...) En segundo lugar, estas series de nociones tenen por, función despla-
la deficien-
cia no es una cuestión biológica sino una retórica cultural, La deficiencia no es un pro- zar el nivel de realidad de la infracción, porque lo que esas conductas infr genno es la ley,
blema de los deficientes y/o de sus familias y/o de los especialistas. La deficienc
ia está ya que ninguna Ley impide estar efectivamente desequilibrado, ninguna ley impide tener
relacionada con la idea misma de la normal y con ida
su historic
d idad. perturbaciones emocionales, ninguna ley impide siguiera lener un orgullo pervertido y no
Hasta hace relativamente poco tiempo los sujetos de la educación especial fueron bay medidas legales contra el erostratismo (...) Son calificaciones morales (...) Son ade-
narrados, juzgados, pensados y producidos por los profesionales que Irabajan
con ellos, más reglas éticas.
como objetos de estudio dentro de un discurso de control (Foucault. 1966). Esa
prácti-
ca, férreamente medicalizada y orientada para el cuidado y el tratamiento de los cuer- Si bien es cierto que en la actualidad la epistemología tradicional de la educación
especial cedió espacio a algunas representaciones socieles de las eo de la
pos y de las mentes ineficientes sirvió a su propósito institucional de frontera de inclu-
alteridad deficiente ella gontinúa siendo percibida en ¡érminos de AR como us
sión/exclusión, educabilidad/ineducabilidad y normalidad/anormalidad, pero
fracasó en contt-
la comprensión y justificación de su propia historia, sus saberes, mediaciones y conjunto de sujetos homogéneos, centrados, estables, jocalizados en el mismo
meca-
nismos de poder. nuo discursivo, Así, el serdeficiente auditivo, el ser deficiente visual, el ser deficiente
La educación especial conserva para sí una mirada ilumninista sobre la identidad de mental, constituyen todavía la matriz representacional, la raíz del significado Montaña
la alteridad deficiente, es decir, sé vale de las oposiciones de normalidad/anormalidad, la fuente única de caracterización —biológica— de esos Oros.
de racionatidadirracionalidad y de completud/incompletud, Los estudios denominados etnográficos en educación especial, que intentan quebrar
como elementos centrales en
la producción de discursos y prácticas pedagógicas. Los sujetos son homogen la mirada microscópica focalizada sobre los individuos deficientes, para interpretar los
eizados,
infantilizados y armisimo (iempo naturalizados, valiéndose de represen escenarios familiares y educativos donde están localizados, continúan reproduciendo
taciones sobre
aqu queell
está faltando
o en suscuerpos, en sus mentes, en su lenguaje, etc. la sospecha de que hay algo equivocado en ellos, algo equivocado que merece y debe
De estevodo. un cierto tipo dé colonialidad y neo-colonialidad se hace vigente por su lenguaje, sus hábitos alimenticios, sus Juegos, sus es-
ser investigado: su sexualidad,
dentro y pos! fuera de la educación especial, a través de discursos y de prácticas nor- trategias de pensar, de razonar, sus formas de sentir, de querer, de desear, etc. En este
malvas que se refieren, por ejemplo, a los sujetos con ausencia sentido, dice Owen Wrigley (1997:72):
de lenguaje, inteligen-
Tzu CARLOS SKLIAR
¿Y siEL (( NO ESTUVIERA ALLÍ? 121

La visión clásica de la etnografía presupone sn explorador que entra en una enltiura o


control. Aún más (...) la educación especial, que comenzó ocupando en hn primer mo-
espacio extrañoy que retorna com narrativas auténticas, las cuales dan astenticidad a la
mento uma posición secendaria y marginal en relación a la pedagogía de Ri'infancia, ter-
antoridad de quien enenta y a las posiciones del "nosotros original" el imperio, la comu-
minó por triunfar y por transformar todo el árbito de la pedagogía escolar.
nidad, o la ácadenía, que son el público para dar validez a las verdades empíricas. La
economía es una de las identificaciones de las narrativas contadas como evidencia de ver- Como ideología dominante, la medicalización creó un sentido común y complici-
dad, na antenticidad anto-referencial. Para completar este cuadro enfóvico: esta historia dades dentro y fuera de su ámbito especííico. Una de esas estrategias fue la de en-
liene mas que ver con un retorno del explorador con historias para dectr de como el “no- capsular la pedagogía, obsesionándola con la corrección y, particularmente en estas
sobros origmnal” habla sobre aquellos que presuntos disponibles para ser explorados. últimas décadas, aventurando, prometiendo y experimentando la “solución final” de las
Es nna etnografía de la ín vestigación dominante .... deficiencias.
Porello, e comi que vava desde la normativa de la medicina hasta la curiosidad et- La alianza de la medicalización con la caridad y la beneficiencia también constitu-
nográlica en educación especial ye un proceso complejo y multifacético. Se trata de la legitimidad moral con que la ac-
no conduce necesariamente a una ruptura de la hege-
monía de lo normal —lo normal saludable, blanco; masculino, alfabetizado, €elc.—Se tra- tividad misionaria y el auxilio caritativo son aceptados como respuestas válidas en edu-
ta, en la mayoría de los casos, de un mismo camino, de una misma lógica, de un misma cación especial, con el objetivo de humanizar, naturalizar y normalizar a la alteridad

territorio representacional, de una mirada idéntica, deficiente.


Pres la medicelización no es, en principio, Una práctica y un discurso que «Jerivah Las normas y los valores sobre cuerpos y mentes completos, auto-suficientes, dis-
directamente de la medicina y que se relacionan con el progreso inevitable de su cien- ciplinados y bellos, constituyen el punto de partida de los discursos, de las prácticas y
cia. Ella se ha infiltrado de una forma muy grosera, pero también muy sutil, en otras de la organización de las instituciones de educación especial. Por lo general la tiorma
disciplinas del conocimiento, gobernándolas, debilitándolas, descaracterizándolas hasta tiende a ser implícita, casi que invisible y es ese carácter de invisibilidad lo que la hace
producir su auto-justificación, incuestionable,
Y en esa infiltración hay una alianza a ser desvelada: el de la pedagogía correctiva El ejemplo de los sordos es, en este sentido, particularmente ilustrativo: para la ma-
con la medicalización o, si se quiere, el de la hegemonía del modelo de la deficiencia yoría de los oyentes la sordera representa una pérdida de la comunicación, un prototi-
en la educación especial. A partir de esa alianza los esfuerzos pedagógicos deben per- po de auto-exclusión, de soledad, de silencio, obscuridad y aislamiento. En ngmbre de
manentemente someterse, subordinarse a una potencial y quimérica cura de las deficien- esas representaciones, construídas casi siempre desde la religiosidad, se han practica-
cias, El cuestionamiento implícito a esta concepción es el siguiente: las diferencias se o y se sai las 1 más inconcebibles Formas. de control: la violenta obsesión por
apagan cuando se acaban las deficiencias. Así, el Hombre sería Hombre se no fuese
sordo, ciego, negro, homosexual, indígena, etc. Sin embargo esta suerte de ontología e la nta a preparar a los sordos jóvenes y adultos como mano de obra bar ata;
de la medicalización, puede ser fácilmente contestada a partir de una antigua pero aún la formación paramédica y religiosa de los maestros; la prohibición de utilizar la len-
vigente explicación de Bernard Mottez (1977): no existe ninguna relación entre la de- gua de señas y su pesecusión y vigilancia en todos los lugares de una buena parte de
ficiencia y las consecuencias sociales, pues éstas dependen de los significados políti- las instituciones especiales; la ausencia de la lengua de señas en la escolaridad común;
cos en torno de las diferencias que circulan en la cultura. Más aún: cuanto mayor es la el desmembramiento, la disociación, la separación, la fractura comunitaria entre niños
obstinación contra las deficiencias más se inventa, perturba y anormaliza a la alteridad y adultos sordos; etc,
deficiente. Sin embargo, y como afirma Perez de Lara (op. cit.: 214) hay una escisión entre la
Es evidente que existe una práctica de medicalización directamente orientada para raciónalidad técnica dea educación especial y el conocimiento derivado de la expe-
el cuerpo (del) deficiente pero existe, sobre todo, una medicalización de su vida coti- riencia subjetiva. Y es allí donde debemos volver a mirar bien: ,
diana, de la pedagogía, de la escolarización, de su sexualidad, de la vida y de la muer- La Edncación Especial (. .) aceptaba la partelación de ese sujeto brmano, cotegorizando
le del otro deficiente. En este sentido Álvarez-Uría (1997, op. cit.: 105) señala que: a 5ns 54sujetos. según las deficiencias de que eran portadores -deficientes psíquicos que pro-
En la definición de le normalidad los exámenes periciales sobre los denominados niños ponen sus límites frente a la razón que define al sujeto hrmano moderno; deficientes sen
anormales y, rorrelativamente, las instituciones de educación especial, han Jugado nu soriales, los sordos, que proponen sus lémites frente a la palabra, lenguaje fundamental
importante papel de bisagra. Históricamente la infancia anormal aparece cono el esla- que liberal a ese sujeto humano commnicándole con el otro y con el pensamiento racional
bón perdido entre las grandes patologías del siglo XIX y la actual extensión del psiro- o los ciegos, que proponen sus límites frente a la distantia que la mirada permite en esa
conmenicación: deficientes físicos que evtdencias sts límites para el dominio del espacio y
124 CARLOS SKLIAR ¿Y SI EL OTRO NO ESTUVIERA ALLÍ? 1 23

del tiempo necesarios en su actividad productiva ...— JA larvez, aceptaba como deteriorada, vaciada, inerme e inerte; en otras palabras: se trata por lo general de un
huntanos
a lodos ¿llos ya que siempre era posible, desarrollar el testo,
de razón, de palabra o de cuerpo sin sujeto y, también, de un cuerpo sin sexualidad, sin género, 0% edad, sin cla-
mirada que en cada uno quedara.
E |
ses sociales, sin religión, sin ciudadanía, sin edad, sin generaciones, stc.
En la introducción a The Disability Studies Reader (1997) Es preciso volver a mirar bien y problematizar aquello que ha sido insuficientemente
Lennard Davies inaugu- ;
problematizado pan la producci
TTón de unm espacio
ra nuevos sentidos sobre la temática de la alteridad deficiente; en esta área: acio colonial,
colonial, e inclusive ho -
pero no porque antes nada “multicultural, en relación a los individuos, Sujelos y comunidades representadas como
se haya escrito sobre esa cuestión”, sino porque, a mi juicio,
se trata de una original
aproximación política y cultural, realizada a través de una formando parte de la alteridad deficiente, Pues el intento par RENO un espacio
complejidad teórica tal vez
semejante a aquella con que se han desarrollado, particu descol onizad
que anule o,
los efectos del colonialismo no es una tarea simple, en vir
larmente en las últimas dos dé-
cadas, los estudios de género, raza, sexualidad,
género, edad, religión, etnia, etc. tud de la omnipresencia del discurso o funciones textuales coloniales, o mesias:
La primera cuestión que aborda Davies es,
justamente, la de la inversión epistemo- les. Para Carhonell i Cortés (1998, ap. cit.) se hace necesaria la revisión de la historia,
lógica del problema de la «deficiencia». Y lo hace a través la literatura y la filosofía desde perspectivas probablemente no CORRIDAS.
de una triple operación: en
primer lugar, sugiriendo que la alteridad deficiente ha sido
aislada, oprimida, encarce- Hacer del espacio colonial en relación a la alteridad deficiente el foco de mues a
lada, observada, etc.; que se ha escrito sobre ella, se la ha discusión, significa poner en suspenso, dudar de las estrategias y enpresantaiones e
intervenido quirúrgicamente. in-
instruido, implantado chips, regulado, institucionalizado,
reprimido y controlada has- normalización y normalización —esto es, la creoción de lo normal uyente, 2 O
ta tal punto, que la experiencia resultante puede ser bien compar fo normal corporal, lo normal lingúístico, etc. y el proceso de a
“eligente, 0 pre
ada —pero nunta igua-
lada— a la de otros grupos también representados, sión hacia la norma- y desconfiar de la sustracción de las voces de la alteridad deli-
es deci mirados, como siendo mi-
noritarios. Pero aquí vale una aclaración, pues
no se trata de conformarse con la com-
prensión que la alteridad deficiente también es una
minoría. La cuestión está en otro. como ellos
pre conside radoproblemas —el/los “problema/s” de los sordos, el/los "pro-
lado, en otra dimensión de análisis: que la alteridad deficien de los deficientes mentales, el/los
bléema/s”
¿de
“problema/s”
A A »
de los ciegos, etc.
. de dl me
qe “ ES

te sea una minoría puede


tracomo consecuencia 1una rápida justificativa en torno de-su-o sis, un análisis que cuestione aquello que es y ha sido considerado lo habitual, lo 0b-
presión, de $u-margi-
nacdeión su exclusi
,ón -y, por
lo tanto vio en un momento y un espacio histórico/político. determinado.—
de ,su inclusión—. Lo que aquí está en juego es .
“que el otro deficien
te es producto de una fabricación de la normalidad,
esto es, producto
de un proceso histórico de alterización que acaba por especial, por ejemplo, la lengua de señas de los sordos es y ha pi É o apo
confundir al otro con la inven-
Sión que de ese otro se ha hecho. En todo caso, la descripción do en verdad aquello que es problemático debe ser más bien el ASE gembo
de que existe un ser otro
deficiente sojuzgado, oprimido, violentado, etc.. es sólo
una parte del problema, y no que circula en torno de la oralidad, de la lengua oral. La pregunta es: aporque esta ed
estoy lan seguro que sea la parte más importante, dalidad ha sido sobrevalorizada? ¿Cuáles procesos sociales, históricos, o y a
En segundo lugar, Davies señala hacia otro elemento turales, hicieron de ella el objetivo excluyente en la educación de dc ¡
la
también significativo: el ais-
lamiento que este tipo de estudios sufre, desde su mismo mo podría decirse en relación a todas las EuAstianos pentidos en los pro e : E
origen, en relación a otros es-
tudios que pudiéramos considerar similares. Y puede identidades “deficientes”, las comunidades “marginales , ele. a e
parecer obvio que la causa de este uma A
aislamiento es la misma que determina el aislamiento
de la alteridad deficiente y de sus problematizado es la suposición de la existencia de una identidad HOMORénen,
instituciones: el discurso y la práctica hegemónica munidad hermética. Inclusive, para general izarestos ejemplos hacia biras pe o
y dominante— de la normalidad, de
la normal. De hecho existen poquísimos discursos
y prácticas que “incluyan” la cues- la educación especial, penékmos en como se ha problematizado laEssslAn de an
tión de la deficiencia en un contexto cultural, político ligencia limitada de los deficientes mentales, O su sexuntidad, O su == E
y de subjetividad más amplio,
como así también son mínimos los que se propone sonalidad, o su cuerpo: ¿porqué, todos esos aspeclos, fueron puestos en te a ej '
n —y consiguen— representar la
alteridad deficiente más allá de un cuerpo, o de una parte institucionalizados, controlados, condenados, vigilados, tncdieolizadas, ==, Seta
del cuerpo, dañada, ineficiente,
lógica habitual podríamos decir q
Pero si problematizáramos o invirtiéesta
semos
49. Davies señala, en este sentido, la existencia
de inoumerables trabajos orientados hacia ñ
aquéllo ivo —lala anal anormalidad,
idera o negativo
considerad malidad,¡ lo íanormal,, A ena ste caso—
este en unun
en
está ña
caso— nono está
del cuerpo!) del lu cuestión
poder, que bien pueden constituir la base de la propia historia de los Disability sujeto que es enten portador de un atributo esenctalista: lo neg
dido
como É : En
Studies, confo por ejemplo: Ervio Gofíima
de estignatización-. Susan
n —en relación a la institución del manico
mio y al proceso que
: irrumpe paraa dis! esestabili ar la aparente
dislocar y desestabiliz normalida (Duschatzk2 y y
tente normalidad Kit:
diar,
Sontag —sobre las metáforas de la enfermedad-.
Michel Foucault acerca
de la locura, la sexualidad, la anormalidad,
elc.-, Jncques Derrida —en torno de la ceguera-, Mikhail
2000, op. cit).
Baldhin sobre la cuestión de lo Erotesco-, entre
anuehos otros iribajos.
¿Y SIEL OYRME ESTUVIER”. ALLÍ? 125
124 CARLOS SKiI:2

Y, por último, no hay aquí nada que suponga la existencia de un otro deficiente en Para Davies los DS son, al mismo tiempo, un campo de conocimiento y de investi-
sí mismo, reductible, lransparente, nominable, Se trata, eso sí, de cómo esa alteridad gación y un área de actividad política: y cultural, que incluye las perspectivas Y” Tas vo-
fue y es inventada, producida, traducida, gobernada; en síntesis, se está mencionando ces de ta propiaalalteridad de! ficiente. | Pero esas voces y esas perspectivas. no-son nide-
la colonialidad y la colonización en el proceso de producción de-una-alteridad-especí= berían ser vistas como las historias reprimidas de los excluídos, ni como verdades.esen-
fica. Se habla de la invención del sujeto y no del sujeto. Se habla de la fabricación de ciales
a salvo detodoproceso colonial. EFacto de ensamblar el cuerpo de conocimiento
uncuerpo
y no delcuerpo propio de la alteridad deficiente como opuesta a aquella escrita por la comunidad “nor-
justam
Yes en ente
las cuestiones de representaciones del cuerpo donde encontra- mal”, es parte de un proceso creciente que incluye acciones políticas, educativas, la-
mos, de una manera ostensible, una de las justificativas, a mi juicio la más importante, los 1 medios de comunicación, etc. Esta duplicidad redundaría,
borales, legislativas, «de lo:
por las cuales los DS se vuelven significativos y que podemos sintetizar en las siguien- a mi entender, en una cuestión crucial: el esfuerzo de construcción de una nueva y di-
tes preguntas: ¿Qué es más representativo de la condición humana que el/los cuerpo/s, ferente localización de la espacialidad y temporalidad de la alteridad deficiente den-
sus temporalidades y espacialidades? ¿Porqué el cuerpo, porqué los cuerpos —en sus di- Tro de contextos culturales, políticos, sociales, filosóficos y poéticos más amplios.
ferentes “versiones” y construcciones— no pueden transformarse y ser, entonces, una “Al mismo tiempo, y aunque parezca menos evidente, debería suponer también un
cuestión central en la comprensión de esa condición? ¿Porqué no puede ser crucial in- intento por descontruir esa espacialidad y temporalidad, tan natural como naturaliza-
dagar las formas acerca de cómo los cuezpos, en sus variaciones, han sido y son nor- da, que se instala dentro de contextos rígidos de medicalización, corrección, caridad y

o
7
malizados, anormalizados, metaforizados, formados y deformados, tratados y maltra- beneficiencia, donde la alteridad deficiente es habitualmente posicionada, des-
tados, vigilados, silenciados, aprisionados, excluidos e incluidos, etc.? posicionada y re-posicionada en términos de cuerpo dócil, entrenable —y no menciono
Estas preguntas tienden a desestabilizar una antigua creencia arraigada no sólo en aquí, por razones más que evidentes, la expresión: cuerpos útiles. ,
las personas que, en apariencia, nada tienen que ver con el tema en cuestión, sino tam- Sin embargo, debo destacar que esta propuesta de estudios, como apenas esbocé an-
bién en muchos de aquellos que “trabajan” com la alteridad deficiente, y que puede teriormente, no puede ser comprendida como una alternativa de aplicabilidad oen un
plantearse de la siguiente forma: la cuestión de la deficiencia es una cuestión sobre-en- modelo conceptual en oposición al llamado modelo de la* “deficiencia”. No hay, en este
tendida, simple, una experiencia regular y de algún modo “natural”. Pero ¿porqué la sentido, algo así como un modelo biológico y un modelo cultural de la deficiencia; es
alteridad deficiente y la deficiencia es algo tan simple de entender? ¿Porqué, desde la más, toda comprensión que tome ese rumbo cometerá por lo menos dos errores: prime:
normalidad, se habla casi exclusivamente de soluciones voluntarias. anécdotas perso- ro, el de homologar la idea de “modelo” a la idea de “representaciones” o de «miradas»;
nales, imágenes de películas", actitudes de misericordia —tanto hacia la alteridad como segundo, y más importante aún, el de continuar reproduciendo la disputa de formas
hacia los «profesionales de la alteridad»—, sentidos faltantes, cierta simpatía y al mis- oposiciohales teóricas, de binarismos donde el otro queda sujeto, aprisionado, depen-
mo tiempo pena, aflicción, misericordia? O bien, como se interroga Davies (op. cit.: 2): - diente del vaivén “conceptual” de la mismidad normal y normalizadora.
«¿como es que puede existir complejidad, interés intelectual, relevancia política, sig- Por lo tanto: no hay algo así como el «deficiente» o la «deficiencia».
nificados culturales, en relación a un sentido faltante o una deficiencia crónica?». Hay, eso sí, el poder y el saber de la invención de una norma. :
Si comprendiésemos cabalmente ee conjunto de preguntas, queda claro que los Hay, eso sí, la fabricación de la deficiencia.
DS no son, no pueden ser, una colección acerca de cómo la gente percibe y (se) siente Y hay un otro antagónico, erpoyeuya mente, cuya lengua no sólo rehuye de
en relación con la deficiencia, o tratarse de una confesión de cargo y culpa, acaso sen- la norma, como bien quisiéramos, sino que al'hacerlo deja de referirse a la norma, no
sitiva y visceral, sobre cómo los deficientes fueron representados por los “profesiona- habla de ella, no piensa er ella, no sueña con ella, no se mueve por ella, no vive ni se
les administradores de la normalidad”, ni, mucho menos, una lectura “heróica”, o “épi- desvive por ella.
ca”, o “elegíaca” sobre sus vidas y la de sus familias —y, también por curiosa añadidu- Un otro irreductible que se aleja de la norma y que deja como testamento un sj
ra, las vidas de los especialistas y de sus familias—. cia mie
voraz nto
hactatanon matidad +=
e

50. En relación a las películas que tratan acerca / sobre / por la alteridad deficiente, digamos que pare-
cen ser necesafías para que algún actor/ alriz importante sea «oscarizable» (Richard Gere en Mister LH
Jones, Dustin Hoffman en Rain Man, Harrison Ford en A propósita de Henry, Robert de Niro en
Despertares, Jodi Foster en
El otro deficiente ha sido inventado en términos de una alteridad maléfica, de una
Mentes que brillan, Dany Day Lewis en Mi pié izquierdo, William Hurt
en Te amuré en silencia, ete. y, más recientemente Sean Penn en Yo soy Sam y Russell Crowe
en A
heatiful mind). negativización de su cuerpo, de una robotización de su mente. Pero no vamos a hablar,
¿Y SIEL OYRME ESTUVIER”. ALLÍ? 125
124 CARLOS SKiI:2

Y, por último, no hay aquí nada que suponga la existencia de un otro deficiente en Para Davies los DS son, al mismo tiempo, un campo de conocimiento y de investi-
sí mismo, reductible, lransparente, nominable, Se trata, eso sí, de cómo esa alteridad gación y un área de actividad política: y cultural, que incluye las perspectivas Y” Tas vo-
fue y es inventada, producida, traducida, gobernada; en síntesis, se está mencionando ces de ta propiaalalteridad de! ficiente. | Pero esas voces y esas perspectivas. no-son nide-
la colonialidad y la colonización en el proceso de producción de-una-alteridad-especí= berían ser vistas como las historias reprimidas de los excluídos, ni como verdades.esen-
fica. Se habla de la invención del sujeto y no del sujeto. Se habla de la fabricación de ciales
a salvo detodoproceso colonial. EFacto de ensamblar el cuerpo de conocimiento
uncuerpo
y no delcuerpo propio de la alteridad deficiente como opuesta a aquella escrita por la comunidad “nor-
justam
Yes en ente
las cuestiones de representaciones del cuerpo donde encontra- mal”, es parte de un proceso creciente que incluye acciones políticas, educativas, la-
mos, de una manera ostensible, una de las justificativas, a mi juicio la más importante, los 1 medios de comunicación, etc. Esta duplicidad redundaría,
borales, legislativas, «de lo:
por las cuales los DS se vuelven significativos y que podemos sintetizar en las siguien- a mi entender, en una cuestión crucial: el esfuerzo de construcción de una nueva y di-
tes preguntas: ¿Qué es más representativo de la condición humana que el/los cuerpo/s, ferente localización de la espacialidad y temporalidad de la alteridad deficiente den-
sus temporalidades y espacialidades? ¿Porqué el cuerpo, porqué los cuerpos —en sus di- Tro de contextos culturales, políticos, sociales, filosóficos y poéticos más amplios.
ferentes “versiones” y construcciones— no pueden transformarse y ser, entonces, una “Al mismo tiempo, y aunque parezca menos evidente, debería suponer también un
cuestión central en la comprensión de esa condición? ¿Porqué no puede ser crucial in- intento por descontruir esa espacialidad y temporalidad, tan natural como naturaliza-
dagar las formas acerca de cómo los cuezpos, en sus variaciones, han sido y son nor- da, que se instala dentro de contextos rígidos de medicalización, corrección, caridad y

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7
malizados, anormalizados, metaforizados, formados y deformados, tratados y maltra- beneficiencia, donde la alteridad deficiente es habitualmente posicionada, des-
tados, vigilados, silenciados, aprisionados, excluidos e incluidos, etc.? posicionada y re-posicionada en términos de cuerpo dócil, entrenable —y no menciono
Estas preguntas tienden a desestabilizar una antigua creencia arraigada no sólo en aquí, por razones más que evidentes, la expresión: cuerpos útiles. ,
las personas que, en apariencia, nada tienen que ver con el tema en cuestión, sino tam- Sin embargo, debo destacar que esta propuesta de estudios, como apenas esbocé an-
bién en muchos de aquellos que “trabajan” com la alteridad deficiente, y que puede teriormente, no puede ser comprendida como una alternativa de aplicabilidad oen un
plantearse de la siguiente forma: la cuestión de la deficiencia es una cuestión sobre-en- modelo conceptual en oposición al llamado modelo de la* “deficiencia”. No hay, en este
tendida, simple, una experiencia regular y de algún modo “natural”. Pero ¿porqué la sentido, algo así como un modelo biológico y un modelo cultural de la deficiencia; es
alteridad deficiente y la deficiencia es algo tan simple de entender? ¿Porqué, desde la más, toda comprensión que tome ese rumbo cometerá por lo menos dos errores: prime:
normalidad, se habla casi exclusivamente de soluciones voluntarias. anécdotas perso- ro, el de homologar la idea de “modelo” a la idea de “representaciones” o de «miradas»;
nales, imágenes de películas", actitudes de misericordia —tanto hacia la alteridad como segundo, y más importante aún, el de continuar reproduciendo la disputa de formas
hacia los «profesionales de la alteridad»—, sentidos faltantes, cierta simpatía y al mis- oposiciohales teóricas, de binarismos donde el otro queda sujeto, aprisionado, depen-
mo tiempo pena, aflicción, misericordia? O bien, como se interroga Davies (op. cit.: 2): - diente del vaivén “conceptual” de la mismidad normal y normalizadora.
«¿como es que puede existir complejidad, interés intelectual, relevancia política, sig- Por lo tanto: no hay algo así como el «deficiente» o la «deficiencia».
nificados culturales, en relación a un sentido faltante o una deficiencia crónica?». Hay, eso sí, el poder y el saber de la invención de una norma. :
Si comprendiésemos cabalmente ee conjunto de preguntas, queda claro que los Hay, eso sí, la fabricación de la deficiencia.
DS no son, no pueden ser, una colección acerca de cómo la gente percibe y (se) siente Y hay un otro antagónico, erpoyeuya mente, cuya lengua no sólo rehuye de
en relación con la deficiencia, o tratarse de una confesión de cargo y culpa, acaso sen- la norma, como bien quisiéramos, sino que al'hacerlo deja de referirse a la norma, no
sitiva y visceral, sobre cómo los deficientes fueron representados por los “profesiona- habla de ella, no piensa er ella, no sueña con ella, no se mueve por ella, no vive ni se
les administradores de la normalidad”, ni, mucho menos, una lectura “heróica”, o “épi- desvive por ella.
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ra, las vidas de los especialistas y de sus familias—. cia mie
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50. En relación a las películas que tratan acerca / sobre / por la alteridad deficiente, digamos que pare-
cen ser necesafías para que algún actor/ alriz importante sea «oscarizable» (Richard Gere en Mister LH
Jones, Dustin Hoffman en Rain Man, Harrison Ford en A propósita de Henry, Robert de Niro en
Despertares, Jodi Foster en
El otro deficiente ha sido inventado en términos de una alteridad maléfica, de una
Mentes que brillan, Dany Day Lewis en Mi pié izquierdo, William Hurt
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126 CARLOS SKLIAR ¿Y SEL OTRO No ESTUVIERA ALLI? 127

otra vez, sobre el maleficio de su cuerpo sino sobre esa maléfica invención: la construc- deseo tan natural como milenario de compararse, colejarse, medirse, estudiarse. Siem-
ción de la normalidad. !
pre, piporque la mismidad no deseaotros espejos que los propios. Siempre, porque la
Y si bien parece ser cierto que vivimos en un mundo de normas y que no hay nada mismidadJ quiebra los espejos que no le son propios.
que podamos hacer al respecio, debemos entender que las normas son producto de una aquí lala. primera equivocación o, al menos, una primera señal de alerta para
“Pero he aqui
larga historia de invenciones, producciones y de traducciones del otro deficiente, del no dejarnos convencer por la idea de que la norma siempre estuvo, efectiva e inevitaz
otro apormal, etc. Una larga historia que, por lo general, omitimos, ignoramos, nos cles- blemente, allí, Porque: ¿Qué es allí, sino una espacialidad gobernada por lo mismo?
entendemos o bien hacemos de ella un simple juego de ficción de roles, una simulación ¿Que es allí, sino la propia estilización del yo que produce monstruos e inventa la ne-
del otro. cesidad de contencrlos, ejecutarlos, excluirlos, incluirlos, estimularlos, abandonarlos,
Porque el hecho de hablar hasta el infinito y de repetirnos aún más sobre la exis- medicalizarlos, embellecerlos, virtualizarlos, profanarlos, ironizarlos? Y sin salir de allí
tencia natural de las normas —psicológicas, pedagógicas, psicopedagógicas, psiquiátri- mismo: ¿acaso la constelación de palabras que nos parece tan universal y eterna —nor-
cas, institucionales, elc.- no nos ha permitido entender absolutamente nada acerca del ma, normal, normalidad, normalización, anormalidad, anormal, etc,— estuvo siempre
cuerpo deficiente. O lo que es peor todavía: de tanto concentrarnos en las normas ni allí, disponible en las gramáticas y en los diccionarios de lodas las lenguas, en cada len-
siquiera hemos visto allí un cuerpo, ni sus sexuálidades, géneros, razas, edades, gene- gua; pronunciada por todos los labios y todas las bocas de todos los hablantes?
raciones, religiones. razas, clases sociales, etc. Revisemos algunas imágenes de la vonstrueción de la normalidad, de lo normai, de
" —Hemas capriurado un Cuerpo sin cuerpo. Hemos objetualizado el cuerpo del 0610, la norma, desde un pasado que vuelve, incesantemente, hasta el presente.
aprisionado el objeto. Y el sujeto se ha vuelto escurridizo, serpenteante. Y cada vez que Sabemos o intuimos —y aquí no interesa tanto la diferencia entre una u otra palabra—
volvemos a intentar capturarlo, más antagónico se vuelve su cuerpo, que el proceso de alterización de la deficiencia fue construído e inventado junto con la
Y esto parece ocurrir pues al hablar de las normas y de la alteridad deficiente, anor- industrialización y con un conjunlo de prácticas y discursos que están indisolublemente
mal, no estamos ni siquiera mencionando aquello que debería colocarse bajo sosperña vinculados con nociones tales como nacionalidad, raza, género, criminalidad, orienta-
en primer lugar: la cuestión del cuerpo normal, ción sexual, exc. de Tinates de siglo XVII y comienzos del siglo XIX (Foucault, 1997;
Es cierto: mucho se ha escrito y reproducido acerca de la deficiencia y muy poco 2000).
sobre la alteridad deficiente. Mucho se ha narrado acerca de, sobre, desde, para, etc. la Y que fue sólo entonces cuando esa turbulencia de palabras comenzó a funcionar,
alteridad deficiente y nunca con ella. Porque el objeto de estudio —y nunca tan bien uli- diseminándose, dispersándose,
lizada esta triste expresión ha estado focalizado, obsesivamente, sobre aquello que La palabra “normal” como construcción, conformación de lo no desviante o for-
pensamos es el sujeto deficiente (la deficiencia es el deficiente y el deficiente es su ma diferente; el tipo común o standard, regular, usual sólo aparece en lengua inglesa
deficiencia). hacia 1840. La palabra “norma”, en su sentido más moderno, de orden y de conciencia
Es verdad: parece que hablar de la raza supone O supuso, por antonomasia, referir- de orden, ha sido utilizada recién desde 1855, y “normalidad”, “normalización” apare-
se a los negros. Y que hablar de la deficiencia quiere decir, ex nihilo, enunciar de una cen en 1849 y 1857, respectivamente (Davies, Op. cil.).
veza los deficientes. Pero así como hace tiempo al hablar de raza resulta más signifi- Desde esta perspectiva, la palabra normal es, indudablemente, una invención de la
cativo referirse a la “blanquedad”, así también ha ¡legado el tiempo de referirse, osten- modernidad: «Una clase normativa conquistó ó el poder de identificar la función de las
siblemente, a la construcción misma de la normalidad y no a la tautológica explicación normas sociales con el uso que ella misma hacía de las normas, cuyo contenido de-
de la vida de los deficientes. terminaba (Canguilhem, 4995: 218).
Normalidad y cuerpo normal, éste es el problema. Y no puede ser nada casual que la primera descripción que podemos encontrar en
Norma: palabra Tatina que deriva del griego ópoos, prefijo que dió origen a térmi- la literatura acerca de la norma en relación a un individuo de una población específica,
nos tales como: ortografía, ortopedia, ortodoxia, etc. se desarrolló en 1850 durante la diseminación de la idea de cuerpo normal. En Madame
Norma: “significado latino que demarca un arte de seguir preceptos y de corregir Bovary de Flaubert, se menciona la operación de una pierna equina del personaje en-
errores” (De Souza de Skliar, 2000: 267). carnado por Hippolyte; una operación correctiva vista como una “novedad” y ex-
de el prohlema es que la normalidad y el cuerpo normal han sido construidos para, plicitada aún como un verdadero progreso": “Piensa —le dice uno de los personajes
al mismo tiempo, crear el problema del otro deficiente. de la novela a nuestro personaje— qué puede pasarsi eres llamado al ejército, y tienes
Y hay una concepción liberal que nos obliga a mirar la norma como algo que ha es- que luchar bajo la bandera nacional". Los intereses nacionales y su vinculación con
tado allíidesdesiempre. Siempre, en el sentido quela mismidad pareciera ser dueña un la productividad son, entonces, enfatizados, subrayados, resaltudos. La figurade la
AAA
¿Y SEL ORO (Piera ALLI? 129
128 CARLOS SKLIAR

de modelos que nunca encarnan


el ideal, pues el ideal no representa algo de este mun-
operación quirúrgica es entendida como una forma de devolver Hippolyte al mundo de
do, no está en este mundo, no es de este mundo. Representa, está y es del mundó de la
los humanos y de sustraerlo del mundo de los equinos —como la primera sífaba en fran-
mitología y, más aún, por lo general, de una mitología divina.
cés de su nombre lo sugiere—.
Lo mismo podemos decir de la creación de la figura ideal de Afrodita en las pintu-
Así, tener una deficiencia es ser un animal, es serparte delos otros
no-humanos.-
ras de los artistas griegos (Davies, op. cil.: 17): alguna mujer de carne y hueso ofrecía
Un artículo de un periódico aparece después de la operación alabando el espíritu del
progreso y, más aún, proclama: “¿no es tiempo de proclamar que el ciego pueda ver,
su rostro o parte de su rostro; otra ofrendaba sus senos; otra sus brazos, etc. Lo huma-
no como construcción de la belleza; fragmentos y retazos de humanos que componían
el sordo oír, el impedido caminar?”. De todos modos, con un toque irónico de Flaubert,
la pierna de Hippolyte se vuelve gangrenosa y tiene que ser ampulada.
así el ideal, lo ideal.
Como el trabajo de Flaubert ilustra algunos de los puntos anteriormente menciona- Así, cuando en una determinada cultura se sugiere una forma ideal de cuerpo —de
cuerpo divino— toclos los sujetos, absolutamente todos sin excepción, permanecen al-
dos, es importante no pensar la novela como un mero ejemplo de cómo un desarrollo
historico se materializa en un texto particular. Más que ello, debería pensarse que hay rededor de ese ideal, Ni por encima, ni por abajo, ni en el medio: alrededor. Porque el
ideal, reitero, no es humano ni corresponde a este mundo. Nadie liene el cuerpo ideal,
una proficua relación a ser estudiada entre las novelas y las normas a través de los tiem-
ni nadie busca el cuerpo ideal; pero nadie aprisiona, sujeta, presiona o gobierna el cuer-
pos*, que retomaré al (inal de este capítulo.
erc, ularo está, con la modeimidad se inaugura no sólo un tiempo de fabricación po anormal, pues éste, sencillamente, no existe,
de la alteridad deficiente, sino la era de la producción del Otro en general, Así lo ex- ¿Acaso por entonces lo contrario de lo ideal era lo anormal, lo deficiente, lo insufi-
ciente, lo patológico, etc.? ¿Había en otro lugar, en otra espacialidad, que no fuera lo
plica Baudrillard (2000: 113):
ideal?
No se trata ya de matarlo, derorarla o seducirlo, ni de enfrentarlo o rivalizar con él, Davies señala que el contraste de lo ideal pusacis de otra sepresentación de otra
rio de ama do Pia " aho pe se trataa de ci El Otra ba dejado mirada, de otro término: el significado de lo “grotesco”. Lo grotesco es, ante todo, una
forma visual que supone que todos los cuerpos humanos son, de algún modo, no-idea-
e en su idad rada Tos
ocn su singularidad trEn ind se+ baya dpemado
do pelgroso les, no-divinos, no-bellos; un significado que se relacionaba por entonces con lo coti-
o insorportable y por eso sea" necesario exorcizar su seducción? ¿0 será simplemente que diano, con las gentes, con la vida en común, con el sujeto de carne y hueso y no con las
la alteridad y la relación dual desaparecen progresivamente con el aumento en potencia de deficiencias y/o los deficientes, no con las anormalidades y/o los anormales:
los valores individuales y la destrincción de los valores simbólicos?
De todas formas lo grotesco 10 era equivalente a lo deficiente, desde que, por ejemplo, es
El Otro generalizado a la vez que producido. El fin de la relación dual, delatro Buposible pensar acerca de personas con deficiencia siendo stilizadas abora como decora-
a E

irreductible y singularmente radical. Ya no se lo ama ni se lo odia; simplemente se tra- ciones arquiteciónicas como la grotesco fue en las molduras de las catedrales en Enropa.
ta de producirlo en sus más mínimos detalles,

o.
Lo grotesco permeaba la cultura y tenía como significado el de la bunanidad común,
Entonces: ¿qué era ese otro deficiente, esa alteridad, antes de su producción? ¿Ácaso mientras que el cuerpo deficiente, un concepto más tardío, fue formulado como-:na defi-
podemos suponer que hasta entonces aquello que las personas decían, representaban y nición excluyente de la cultura, de la sociedad, de la norma (ibiden:: 21).
miraban era a través de significados semejantes a los que circulan hoy o, al menos,
La norma, la normalidad. De eso se trata. De eso se trataba en las lenguas europeas
dueños de la misma intencionalidad de descripción/delegación y de visibilidad/
del siglo XIX. Del impacto gue se produjo en ellas y que se diseminó como un hura-
invisibilidad?
Pensemos, por ejemplo, en un antecedente lejano e insondeable en sus significacio-
<án a partir de un cierto tipo de.conocimiento —el conocimiento estadístico, la estadís-
tica pero, bastante antes, a partir de ciertas y novedosas estrategias de poder: el
nes actuales: la noción del ideal, de lo ideal, Y recordemos, entonces, la tradición de
biopoder y el poder disciplinar (Foucault, 1997: 30 y siguientes) . E
la Venus desnuda, es decir, la de un mito poético que deifica un cuerpo y lo ofrece para
“ La idea dedfopodej torna explícita la representación que para administrar la vida
el mirar de todos, para el placer de todos. Un cuerpo divino. Un cuerpo ideal. Un cuer-
de los individuos se hace necesario actuar sobre las poblaciones. Este poder sobre la
po artístico. Un cuerpo construido a partir de modelos humanos, concretos, vivos; pero
vida, sobre lo vivo, parece dedesarrollarse en dos direcciones complementarias a partir —
delsiglo XVIL por un
un lalado la del
| cuerpo-
cr o-máquina ) y. por « otro, la
la de
de cuerpo especie.
51. La cuestión de la relación entre norma y literatura está muy bien documentada, como por ejemplo
en: Alan Gartner «e Tom Joe (Eds.) Images uf he Disabled. Disabling lurages. New York: Proeger, ET cuerpo-máquina es entrenado, reforzado, integrado en sistemas.de-control;sis-.
1987, y en Michelle Fine € Adrianne Asch (Eds) Wennen with Disabilitiex: essays in Fayeñalosy, temas
ás
crean
que
que crean y y legitim ¡onalización de aquellas disciplinas cuya razón
Cultiere «nd Polires, Philadelpiva: Temple University Press, 1988).
131
CARLOS SKLIAR ¿Y SUEL OTRO NO ESTUVIERA ALLÍ?

a
130

más que
como dóciles (Alvarez- ligibilidad tautológica, es decir: “(...) el principio de explicación que no remite
de ser es la obtención como producto de cuerpos tanto útiles asímismo” (ibídem: 63).
regulación de los procesos bio-
“Uña, 1997, Veiga Neto, 2000). El cuerpo-especie es la Y son diferentes las concepciones del monstruo humano a través
del tiempo: en la
a ser utilizado “Iransversal y
lógicos en escala poblacional, Un poder que comienza el hombre bestial, aquel que re-
, policía, medicina, es- Edad Media hasta el siglo XVIII se puso en evidencia
verticalmente” por las diferentes instituciones —familia, ejército sulta de la mezcla de los reinos animal y humano, la mezcla
de dos especies, la mezcla
:
la vida y la muerte, la mezcla
cuela, gtC.-.
op. cit., clase del 22 de enero de 1975- se de dos individuos, la mezcla de dos sexos, la mezcla de
Foucault, en su texto Los Anormales iones, a la ley civil, reli-
que el anormal del siglo de formas. Es una transgresión a las definiciones y clasificac
propone realizar una arqueología de la anormalidad y sugiere desorden de la ley toca, trastorna,
el monstruo, elincorre- glosa o divina: “Sólo hay monstruosidad donde el
XIX es el descendiente directo de [res individuos particulares: o el religioso” (ibídem: 67).
ede mons- inquieta el derecho, ya sea el derecho civil, el canónico
gible y el masturbador. Un anormal « que va a seguir marcado por esasuert MOnstruo, hay que considerar que ha
ad rectificable y cada vez Pues, como se pregunta Foucault: ¿si nace un
- truosidad cada vez más difusa y diáfana, por esa incorregibilid o no lo es?
nacido o que no ha nacido? Y también: ¿es humano
más cercada por ciertos aparatos de rectificación. fue privilegia da una forma de monstruosidad en particular, tanto
el final del siglo En el Renacimiento
Estas tres figuras se mantienen de algún modo separadas hasta y en los textos religiosos:
ncia de una tecnología de en la literatura, como en los libros de medicina, de derecho
XVII y principios del XIX; allí parece producirse la emerge ación de una figura ambigúa,
hacia los individ uos anor- se trata de los hermanos siameses, es decir, la represent
la anomalía humana, una tecnología directamente orientada verdad uno. En la edad clásica, pa-
necesar io el estable cimiept o de de un uno que es en verdad dos, de dos que son en
males, y que reconoce como antecedente inmediato y humano: el hermafrodita, El 1m-
de las tres figuras recién rece ponerse en evidencia un lercer tipo de monstruo
una red de saberes y poderes que posibilita la confluencia nítidamente en el siglo XVII, más
dividuo a corregir es un personaje que aparece muy
mencionadas en un único sistema de regularidades. un individuo específico de los si-
medida en que los recientemente que el monstruo, yes al fin y al cabo
Antes de ello las tres figuras se mantienen por separado, en la
estaban distanc iados unos de glos XVI y XVIL
sistemas de pody er de saber a los que hacen referencia de un marco de referencia de la
como A diferencia del monstruo humano, que se rodea
los otros. El mo humano, la primera de las figuras de la anomalía, tiene encuentra un marco apropiado en
propia noción es Una noción jurídica, por-
de monstruo naturaleza y de la sociedad, el individuo a corregir
marc -ia la ley; la aún, en la familia en su relación
no sólo violenta las la familia, en el ejercicio de su poder interno, O mejor
que aquello que lo define es el hecho que suexistenciay su forma El individuo a corregir surge de ese
za. El surg imie mons-
delnto con las instituciones que la rodean y determinan.
leyes de la sociedad sino también las leyes de la naturale de apoyos que hay entre la familia y
como jurídic o-bioló gico: es un juego, de ese conflicto, de ese sistema intrincado
tfuo constituye un dominio que puede ser denominado la policía, etc.
lo imposible y lo prohibido” ¿la escuela, la calle, el barrio, la iglesia,
caso extremo, extrañó, raro; es aquello que: “combina es mucho mayor que el del monstruo, y por
ello, es un fe-
vez de recibir como respuesta posi- Su índice de frecuencia
(ibídem: 61). De hecho contradice la ley, pero en Su irregularidad. Y esto sucede porque se en-
lo 0, por otro lado, serán los cul- nómeno más bien corriente: es regular en
ble otra ley será la violencia, la voluntad de suprimir familiar, “no hay que dar pruebas”.
ella. cuentra muy próximo a la regla, es una evidencia
dados médicos o la argucia de la piedad las que respondan por [racasaron todas las iécnicas de domestlica -
natural de la contra-natura- Lo incorregible posee ese carácter pues ya
El monstruo es en la descripción de Foucault la forma corregido. Justament e por ello, el indi-
ias,
el prinici pio de intetigibilidad de to- mi ción familiares, a través de las cuales pudo ser
leza, el gran modelo de las pequeñas diferenc es el individuo incorregib le y en la medida en que es incorregible su-
Y a lo largo de todo el siglo XIX va a plantearse el pro- viduo a corregir
das las formas de la anomalía. de la corrección, de la recuperación y,
humano: lo monstruoso pone intervenciones específicas, una tecnología
blema acerca de qué es lo que existe por detrás del monstruo expresa una suerte de tensión entre la
anomalí as, detrás de cada una de las en síntesis, de la normalización. El incorregible las
que está por detrás de cada una de las pequeñas esa Lensión la que sirve de soporte a todas
iones. Y surgen así las más variadas técni- incorregibilidad y la corregibilidad. Y es
irregularidades y de cada una de las desviac se desarrollan en el siglo XIX.
s de Gil (20007 173): “Es por eso que las di- instituciones específicas para anormales que anomalías,
cas judiciales y médicas. En los término Sus movimientos como
la monstru osidad: contrar iamente al animal y El otro como anormal. Su cuerpo, sus gestos y ¿Se
ereñtes formas del Otro tienden hacia a rectificar, a desmontar, á recuperar,
incorregible a corregir,
de la humani dad y del hombre”. El otro como un
a los dioses, el monstru o señala el límite 'inerno' entre las normas jurídicas y biológicas? ¿Un
típica del siglo XIX y principi os del tráfa, entonces, de un otro que se desvanece unas
Foucallt relaciona esta figura —la anormal idad ad? ¿De una calle, de un barrio, de
o de inteligi bilidad, y sugiere que aquello que se encuent ra otro de una familia que le niega su familiarid sin dejarlo pes-
siglo XX- con el principi sin siquiera pestañar,
justamente, la inte- instituciones que lo observan, permanentemente,
en el fondo de los análisis de la anomalía del monstruo humano es,
tañear?
¿Y si 7 NO ESTUVIENA ALLÍ? 133
é ] *

132 CARLOS SkLIAR

Dice Foucault (ibídem: 67): “El incorregible (...) se refiere a un tipo de saber que van a confluir los criminales, los dementes y lelos niños quienes eran vistos como indi-
en el siglo XVII! se va constituyendo lentamente: el que nace de las técnicas pedagó- viduos próximos al mundo de lo animal, , filogenéticamente hablando (Alvahéz- Uria, op
op. Ñ
gicas, de las técnicas de educación colectiva, de formación de aptitudes”. E TAE IC

Y es por ello que las instituciones correctivas que se desarrollan en los siglos XVI De este modo la infancia pa robjeto de las tecnologías y dispositivos de nor-
y XVII y que tenían el propósito de inmovilizar, aislar y transformara los pobres y a malización. Una normalización centrada en la infancia. Y una infancia que, quizá jus-
los vagabundos, se transforman en instituciones que responden más bien a un ideal de tamente por su propia institucionalización, comienza a desajustarse, a anormalizarse,
orden racionalizado: tanto las cárceles como los manicomios cumplen un papel crucial acriminalizarse, etc. Para
a los
lo anormales y los delicuentes fueron creadas nuevos archi-_
para el mantenimiento del orden social y para la fabricación de sujelos normales. piélagos de absolutismo? “el correccional y los institutos po: fue allíen-
tonces donde se produjo el desplaza rid 'oerción para el de-
Alvarez-Uria (1997: 95) sostiene que se crean así dos tipos de narrativas de ficción
indispensables para sostener y reproducir la invención de un cierto orden establecido: persuasión-manipulación.
la Ficción de la libertad —y por ello, la cárce!- y la ficción de la racionalidad —y, enton- El otro fue persuadido para dejar ddeser otro, '
ces, el manicomio-. Manipulado en cada uno de sus1s detalles para ¡ ir en pos de la mismidad..
La intensa homología institucional entre el manicomio, el hospital, el cuartel, los ÉL otro fue naturalizado como alanormal.
orfelinatos, reformatorios, escuelas especiales, prisiones, elc. ha sido bien sintetizada Y Ta
normalización
fue naturalizada. —
A
por Goffrman con el (Ermino Tota! Institutions, es decir, instituciones totales o, en la tra-
ducción de Robert Castel! (1970) como instituciones totalitarias y además en Alvarez-
Uria (op. cit.: 97), en una interpretación más metafórica, como archipiélagos de abso- — HI —
lutismo.
¿Qué son esas instituciones totales, totalilarias, archipiélagos de absolutismo? «SE YA IGUALANDO TODO. Y ES ASÍ COMO SE ACABA TODO! IGUALÁNDOSE TODO».
Golfman (citado por Alvarez-Uria, ibídem: 120) afirma que:
De acuerdo con Davies la palabra statisk fue utilizada por vez primera en 1749 por -
Una institución total puede definirse como un lugar de reincidencia y trabajo, donde nn
Gotlfried Achenwall, en el contexto de una compilación de informaciones sobre el Es-.
gran número de individios en igual situación, aislados de la sociedad por «n periodo tado; y de allí parece haber migrado hacia el cuerpo cuando Bisset Hawkins definió la
apreciable de tiempo, comparte en su encierro una rilina diaria, adurinistrada formal:
estadística médica en 1829 como "la aplicación de números para ¡ilustrar la historia
mente:
natural de la salud y enfermedad” (citado por Porter, 1986: 24).
El otro, anormal, encerrado, acorralado, agrupado sin grupo, aislado en el tiem Fue el estadístico francés Adolphe Quetelet quien contribuyó definitivamente para
y en el espacio; el otro rutinario, que debe repetir siempre lo mismo, administrado, con- una noción generalizada e imperativa de la norma y de lo normal. Quetelet formuló el
finado en un espacio cerrado, pisquiatrizado: o concepto de !'homme moyen hombre medio—, afirmando que este hombre abstracto
era el resultado de una media o de un promedio —average— de todo los atributos huma-
HA E

La psiquiatria, en el tránsito del siglo XV IIL al XIX, adquirió su autonomía y se re-


nos en un país determinado. En relación a esta representación de hombre-medio,
vistió de tanto prestigio porque puedo inscribirse en el marco de una medicina concebida
Quetelet escribió en 1835 (citado por Porter, op. cit.: 53): “rodas las cosas van a su-
como reacción a los peligros inherentes al cuerpo soctal (....) Han podido discutir hasta el
ceder o ocurrir en conformidad con los resultados medios obtenidos de una sociedad.
infinito acerca del orígen orgánico o psiquico de las enfermedades mentales (...) proponer
Si queremos establecer, en algún modo, las bases de una física social, es él —el hom-
terapéuticas físicas o psicológicas (...) todos eran conscientes de tratar un “peligro” social,
bre medio— a quien debemos considerar” ,
puesto que la locura estaba ligada, a su juicio, a condiciones malianas de existencia (...)
Considerar al hombre-medio, a la meiticonita de lo que ocurre indefectiblemente,
o era percibida como fuente de peligros (Foncandi, 1990: 242),
por obra y gracia de una nueva física social,
-25
Las Instituciones
instituciones totalitarias van a marcar el ritmo y las pautas de las transforma- Pero esta idea de Quetelet sobre el hombre-medio no está construida, como tan na-
cio nes que se operaron en buena parte-de los países industrializados a fines del siglo turalmente solemos aceptar, a Apartir.de un substrato sólo
——— material,
o físico y objelivo, sino
:
XLX,-com-elobjetive-deintegraryano sólo a los socialmente sino, en reali- —deuna combinación más bien letal entre el homme moyen physique y el home moyen.
A
dad, a la totalidad poblacional. YY la escuela pública, que surge en las últimas décadas moral, es decir, una mezcla matemática de construcciones tanto-físicas- como.morales.
del siglo XIX, se convierte en una espacialidad bien determinada y específica donde
HA AAA Kq—— ii SA
CARLOS SKLIAR ¿Y SIEL OUTRO O ESTUVISRA ALLÍ? 135
134

del homme
Lasimplicancias sociales de esta idea son cruciales: al formular la idea
deficientes, el mundo en anomalía, en una espacialidad.y una temporalidad sólo
ia de las clases desviante.
moyem, Quetelet también proveyó una justificación para la existenc
de un hombre en medio de la mediocri dad, se vuel- El uso de la estadística se transformó en un movimiento ideológico importante en
moyens. El hombre-medio, el cuerpo
“media” de vida social. Tal vez, como sugiere otros países europeos y en especial en Inglaterra, donde la mayoría de los primeros pro-
«ve el ejemplar prototípico de una forma
por el filósofo Victor Cousin al desarrol lar una ana- fesionales de la estadística eran también —¡oh, curiosidad!- profesionales de la euge-
Davies, Quetelel fuera influenciado
logía entre la noción de hombre- medio y aquella de juste milieu, es decir, la medida jus- nesia —y entre ellos, el más renombrado: Francis Galton=. Si acaso esta coincidencia
ta. Y este lénmino, a su vez, estaba emparentado con la monarquía
de Luis Felipe, una es demasiado obvia como para ser verdadera recordemos, como lo hace Davies, que
monarquía que solía celebrar fastuosamente la moderación y la medianidad. hay'aquí una vinculación más que estrecha entre el trazado de la medida estadística
a y necesario para desarrollar un tipo de humana y el deseo de mejorar la humanidad o parte de ella, justamente para que los
cienci justifique, entonces, ta propia noción de norma y de normal: el hombre- desvíos de la norma aminoren, se reduzcan, disminuyan y acaben por desaparecer.
La estadística nació con la eugenesia* porque su insight más significativo radica en
deseada, implorada. Pero, sobre todo, esta bleció una suerte de utopí
A 4a5so- la sospecha de que la población puede ser normal. Y, si la sospecha es cierta, los próxi-
cia 9: "Uno de los principales actos de la civilización es comprender mos pasos bien podrían ser: (a) concebir la población como dividida entre normal y no-
más y más los límites a través de los cuales los elementos diferentes referidos
al hom- normal y (b) crear/determinar un estado de norma en los no-normales —que es, claro está,
consecuencia el objetivo de la eugenesiu=; (c) establecer rápidos mecañismos de «cura», «correc-
bre oscilan (...) La perfectibilidad de la especie humana se deriva como
es «corre-
necesaria de todas nuestras investigaciones. Defectos y monstruosidades desapar
ecen ción», «normalización», (d) volver a definir un status poblacional de lo que
cada vez más del cuerpo” (Porter, op. cit.: 57). F gible» y de aquello que es, entonces, «incorregible», etc.
La perfectibilidad de la cual habla Quetelet resulta, como sugiere Dal'Lago, de una Davies encuentra una interesante triangulación en la conjunción de los intereses es-
notable afinidad entre criminología y estadística médica. No puede resultar extraño O “tadísticos/eugenésicos: por un lado Francis Galton era sobrino de Charles Darwin, cuya
leyes
casual el hecho que Quetelet propusiera entonces una acción social científicamente cen- noción de ventaja evolutiva de las especies superiores ofreció un conjunto de
para la idea de cuerpo perfectibl e,
irada en la educación, la asistencia a los pobres, la mejoría de las condiciones de vida para la fundación de la eugenesia y también
-esto es, la aplicación de una suerte de “estadística moral” (Alessandro del Lago, 2000: perfeccionable.
las personas defi-
61)- y no tanto una represión desaforada hacia los criminales, Las ideas de Darwin sirvieron para ubicar, distribuir y confinar a
ad provisoria
El concepto de norma, diferente de ideal, implica que la mayoría de la poblaci
ón cientes en aquel fragmento evolutivo de los menoss dotados, una espacialid
más aptos en la dinámica
debe o debería de alguna forma ser parte de ella, estar en ella contenid a como sea. que debía ser sobrepasada —e incluso exterminada— por los
Quetelel puede ser considerado así el fundador de aquello que conocemos como ¿inexorable de la selección natural.
de la eli-
biometría: estudiando con sistematicidad las variaciones de la altura, el peso
y otras Ca- Por ello los eugenistas se volvieron obsesivos con la idea y con la práctica
nominada y por
racterísticas físicas del hombre, estableció para una característica determinada, medi- minación de los “defectivos”, una categoria primero inventada, luego
ciegos, los deficientes
da en los miembros de una población homogénea y representada gráficamente, la exis- último separada, dentro de la cual incluyeron a los sordos, los
de impresión
tencia de un polígono de frecuencia. Esta curva, que fuera conocida como
de “distri- físicos, etc. Recordemos también que Galton creó el sistema moderno
que el cuerpo huma-
bución normal", “función de densidad de Gauss” o más simplem ente como la “curva digital para las identificaciones personales -la idea o la sospecha
“borrado” ni alte-
de Bell” podía fijar de una vez y para siempre, a través de un artificio matemát ico, las no es estándar y que contiene un número de serie, que no puede ser
elc.—. La identidad de las
características normáles del hombre. Y, también, todas aquellas características que se rado por ningún lipo de deseos, sean éstos morales, artísticos,
ne la personas se torna así definible y nombrable por A
desvían de la norma, Por lo tanto, es junto con el concepto de norma que sobrevie identificado sino
noción de “desviacio nes”, de “desvío”. Porende, norma y desvío no pueden ocultar su identificadas y medidas. Y el desvío de la norma puede ser no sólo
nes digitales co-
parentesco o, mejor, su herencia en común. iseluso criminalizado, particularmente en el sentido que las impresio
par Ve, por si misma, en sí misma, un símbolo de la tiranía de la nor-
a de Galton no puede ser considerada
mal. Es una curva que se encierra en la mismidad y que no quiere ser despertada
de su 52. Tiene razón MacKenzie (1981) cuando afirma que la estadístic
a pero que necesitó imperiosamente de ella, En lodo
trascendencia normalizadora. como responsable de la creación de la engenesi
sueño de grangeza, ni removida de su ilusión de
existe una relación simbiótic a enire la ciencia estadísti ca y la eugenesia. Ambas ofrecen a la
caso y crean, por lo tanto, el
Si el ideal determinaba mundos y personas no-ideales sino grostescas —es decir: hu- sociedad el concepto de norma, particularmente la
idea del cuerpo normal

manas-, la norma traduce con rapidez lo grotesco en deficiencia, cuerpos humanos en concepto del cuerpo anormal,
136 CARLOS SKLIAR ¿Y SI EL OTKO NO ESTUVIERA ALLÍ? 137

mienzan a ser asociadas con ciertos desvíos que opacan sus identidades. Así, la impre- movimiento eugenésico de principios del siglo XX definía a los indeseables del siguien-
sión digital del cuerpo significa que las marcas de la diferencia física se convierten en te modo: "el criminal habitual, el profesional tramposo, el tuberculoso, el insano, el
un sinónimo indisociable, inevitable e imperecedero de la identidad de la persona. deficiente mental, el alcohólico, el enfermo de nacimiento o por excesos” (citado por
Además, a Galton se lo relaciona con una de las figuras de mayor renombre que pue- Kevles, 1985: 132).
dan ser vinculados con el discurso de la deficiencia en el siglo XIX: Alexander Graham En 1911, Pearson lideró el Departamento de Estadística Aplicada en la Universi-
Bell. En 1883, el mismo año en que el término “eugenesia” fuera propuesto por Galton, dad de Londres, Este departamento obtenía información eugenésica sobre la herencia
Bell ofreció un discurso de exacerbado tono eugenésico —Memoir upon the Formation de trazos físicos y mentales incluyendo “habilidad cientifica, comercial y legal, pero
ofa Deaf Variety of the Human Race— alertando al congreso americano sobre la espan- también hermafroditismo, hemofilia, tuberculosis, diabetes, sordo-mudez, polidactilia
tosa y peligrosa tendencia de los sordos-mudos a casarse entre sí. En ese discurso su- o braquidactilia, insanidad y deficiencia mental"
girió la prohibición de los matrimonios sordos, a partir de la intuición de que ese “amor Otra vez vemos aquí la extraña, pero útil, selección y conjunción de nombres y su-
nefasto” podría acarrear la triste e inadmisible consecuencia de la creación de una raza jetos. De sujetos con nombres: todas esas desviaciones de la norma representaban par-
específica de sordos (Skliar, 1997), te importante del prolongádo camino que conduce y contribuye a la “enfermedad” de
Además, cabe señalar que el trabajo de Galton condujo directamente a la noción una nación. Es por ello que'el énfasis en la “salud nacional” toma lugar en la metáfora
actual de cociente intelectual (CI) y a los test de habilidades escolares. De hecho, del cuerpo. Si algunos cuerpos individuales nu esián sanos, entonces sl cuerpo de la
Galton revisó la Curva de Bell, de Gauss, para intentar graficar la superioridad de un nación no lo estará..
trazo deseado en particular —por ejemplo, el trazo de la inteligencia alta=; y creó aque- La relación que los eugenistas hacían entre variación individual e identidad nacio-
llo que él mismo denominara como “ojiva”, una figura dividida en cuartos con una nal se torna muy. poderosa.-Nótese que uno de los focos centrales de interés de la eu-
curva ascendente que expresa ese trazo deseado como “mayor”, en relación a un dés- genesia de entonces fue aquello llamado de “feeblemindedness”, un término que incluía
vío no deseado. la baja inteligencia, la enfermedad mental e, inclusive, la “pauperización”, Algunos
¿Qué significaron estas revisiones de Galton y qué dispersiones y diseminaciones grupos fueron asociados a estaidea: un eugenista americano, Charles Davenport, pen-
produjeron en lasrepresentaciones, en los discursos y en las prácticas ssobre lo normal só que el influjo de los inmigrantes europeos podía hacer de la población americana
A
y loanormal? “oscuros en pigmentación, bajos en estatura, más propensos al crimen, asalto, asesi-
En primer lugar, el intento por redefinir el concept de “ideal”,
o traduciéndolo inex- nato e inmoralidad sexual” (citado por Davies, op. cil.: 27).
cusablemente en “normal” en relación a la población general.
En segundo lugar, elhecho que la aplicación de la idea de norma al cuerpo huma-
ho creara.a-su-vez-la idea de desvío o de cuerpo “desviado”, —1W
En tercer lugar, esa-idea de norma originó otra idea necesaria: la de una normal va-.
riación del cu erpo a través de una estricta guía de la forma en que el cuerpo “debería” ser. Hemos visto, en algunas imágenes del pasado, cómo fue diseminándose el signifi-
Por último: la revisión de la “curva normal de distribución” en cuartiles, clasifica: cado de la norma, de lo normal y cómo fue constituyéndose el de desvío, la anomalía,
dos en orden jerárquico, creó un nuevo tipo de ideal. El nuevo ideal de orden clasifi- lo anormal, la anormalidad, etc.
cado jerárquicamente se determina por la imposición de la norma, y es así complemen- El Otro fue alterizado y su alteridad fue puesta bajo la lupa de un proceso estadísti-
tada por la noción de progreso, de perfectibilidad humana y la eliminación del desvío, co y eugenésico,o, matemático y moral, físico y social. El otro fue alterizado y con ello
para crear una visión dominante y hegemónica sobre aquello que el cuerpo humano gran parte de su |cuen,
Cuerpo. quedó | pulverizado, anatomizado, deshumanizado. El otro fue
debería ser. el otro de una n norma de la mismidad. Norma, que por ser colonial, estableció discur-
Esta diseminación del significado de lo “normal” trajo aparejado un cambio dramá- sos yy prácticas, espacialldades y temporalidades, que determinaron la prin de un
tico en todas las personas cuyos comportamientos podían ser vistos como desviantés; otro deficiente, de un otro anormal.
en particular, modificó la vida y la experiencia de las personas con deficiencias: La alteridad deficiente ni siquieratuvo la autorización de constituirse-en-un otro.
Tos
eugenistas tendían a agrupar juntos todos los trazos que consideraban “indeseables”, Fue alterizada pero no permitida de ser otredad.
Así, por ejemplg, los criminales, los pobres y los deficientes podían ser mencionados —Fue-alterizada sin siquieraun resquicio exterior. A cada paso, en cada sílaba, en cada
en un mismo texto, con las mismas palabras, bajo el control de los mismos argumen- gesto, la alteridad fue condenadaa asumir como propia la auto-referencia de la mis-"
tos. Consideremos un ejemplo concreto. Karl Pearson, una figura de liderazgo midad nórmal. Y la norma es un grupo que se atribuye una medida común de acuerdo
en el
—_—_———— ——
138 : C "OS SKLIAR ¿Y SI EL OTRO NO ESTUVIA E

con su propia mismidad, con su propio mirarse hacia sí mismo, con la rigurosidad y Allí está el otro. No es u ue sólo cuestionalas normas y las necesidades so-
exactilud de quien se sabe normal. La norma es la permanencia interna, sin dejar que ciales, sino un otro Que se vuelve antagónico, dual, irreductible a la inter iotitlad de lo
nada ni nadie se relacione con alguna exterioridad (Foucault, 1997, op. cit.). _norrial. Pero no « es exterioridad. Es, sobre todo, el quiebre de la totalidad, la totalidad
Y el grupo erige e institucionaliza un lenguaje que produce una mismidad que sólo “hecha. añicos, la totalidad” desvanecida.
se entiende a sí misma; un lenguaje común que es monolingiie. La institucionalización Por eso la norma insiste en atraer hacia sí todas las identidades y todas las diferen-
de un espejo común; de un espejo que sólo refleja el hombre-medio; de un espejo que
sólo sabe y puede reflejar imágenes normativas, integracionistas, sin que nada ni nadie dia
se
a

tt y aldea todo se nombra y define, todo se


pueda reclamar otra imágen, otro reflejo y, menos aún, otros espejos, ampara del diluvio provocado por la ambigúedad y la ambivalencia:
Y lo anormal ya no es una diferencia, pues la norma todo lo captura, todo lo nom-
La normalización es uno de los procesos más sutiles a ivavés de los cuales el poder se
bra, lo hace suyo, lo hace únicamente alteridad vaciada de otredad:
manijiesta en el campo de la identidad y de la diferencia. Normalizar significa elegir
Lo anormal no es de una naturaleza diferente de lo normal. La norma, el espacio nor- | —arbitrariamente= una identidad especifica como parámetro en relación a la cual otras
malivo, 10 conoce exterior. La norma integra todo aquello que desearía excederla —nada, identidades son evaluadas y jerarquizadas. Normalizar significa atribuir a esa identi-
ai3nadie, sea cual fuera la diferencia que ostente, puede alguna vez pretenderse exterior, 0 dad todas las rre foreros, en relación
Lai a los cuales Lelas otras identida-—
reinvidizar una alteridad tal que lo torne en ¿ro (Exald, 2000: 83). des solo Tetensera las de forma negativa, La identidad normal es” nabral, desea
Lo normal no es uede ser, un concepto estático. Se trata, por el contrario, de ble, nica. La fuerza de normales de tal magnitud que ella mi siguiera es
un concepto diTiso, escurridizo, arenoso, que califica
ifica negativamente aquello que no vista como una identidad, sino pia como la identidad. (Tomaz, Taden da Silva,
cabe en la totalidad voraz de-sú extensión. Una norma que, al expurgar todo aquello 20000 -opr11783).
que en su referencia no puede ser considerado normal, posibilita la inversión de los Elegir una identidad específica, Hacerla deseable, única. Convertirla en la ¡denti-
términos. Una norma que encuadra al otro, que lo hace escuadra, es decir: “aquello que dad. Y es por ello que la norma es la supresión de las identidades refractarias, incómo-
no se inclina ni para la guiente ni para la derecha, por lo tanto lo que se conserva das, innombrables, irreductibles, misteriosas. Y es por ello que la alteridad deficiente
en un justo medio término” (Canguilhem, 1995: 95), acaba por ser identidad deficiente, identidad faltante, patológica, negativa, no-identi-
¿Y donde está el olro que no se encuadra, que no es escuadra? ¿Aquel ele que se dad. Y es por ello que no hay diferencia en la deficiencia, sino cuerpos incompletos,
aleja de la presión dela norma o que, inclusive, ignora tal presión y tal norma?: fragmentados, inhumanos, absurdos.
Así, cuelguier preferencia de sm orden posible está siempre acompañada —generalmente Y no hay cuerpo deficiente ni femenino ni masculino, ni viejo ni jóven ni niño, ni
de una forma implicita— por la aversión al orden inverso posible ... La norma lógica pre- pobre ni rico, ni católico ni protestante ni judío ni evangélico, ni nada,
valeciente de lo verdadero sobre do falso puede ser invertida
de modo de transformarse en La alteridad deficiente es un cuerpo que yace, de un sujeto ol a
norma prevaleciente de lo falso sobre lo verdadero (Cangrilben, 1995: 212-213), poralidad y en otra espaciatidad. Laratteridad deficiente eses un cuerpo que muere, de un
sujelo GTO cuyae experiencia sese nos vuelve intraducible, La alteridad deficiente es un
Ahora bien, si lo normal es lo preferible, lo deseable, aquello que está revestido de
cuerpo masacrado, deun sujeto otro cuyo cuerpo Tespira, ara, se mueve, habita y está
valores positivos, su contrario deberá ser inevitablemente aquello que es considerado siendo otra identidad. La alteridad-deficiente es un cuerpo que parece desangrarse, de
como detestable, aquello que “repele”. Desdee elel momento.en que todo-valor-supone-un
uMTsujete-atro cuyo co liene la capacidad de decir olras cosas y, entre ellas, la ca-
disvalor, deberemos afirmar que entre normalidad y anormalidad no existe exteriori-
pacidad de decir "no' (Pérez de Lara, op. cit.: 187).
dad sino polaridad. Una se reconoce y se afiema| portamediación- delotro.
La regulación social liende, por lo tanto, bacia la regulación orgánica y la imita, pero sin
PT
que por ello deje de estar compuesta mecánicamente (...) Pero basta.que un individuo
cuestione las necesidades y las normas de esa sociedad y las conteste —señal que esas mece-
«COMPRENDO QUE LAS PERSONAS NORMALES SON PERSONAS NORMALES,
sidades y esas normas no son las de toda la sociedad— para que se perciba hasta que
Punto lg necesidad social no es inmanente, hasta que punto la norma social no es interna, LO QUE NO COMPRENDO ES PORQUÉ HUYO DE LAS PERSONAS NORMALES»,
hasta que punto, finalmente, la sociedad, sede de las disidencias contenidas o de antago-
Otra vez se vuelve interesante pensar en la literatura en relación con tas normas, con
mismos latentes, está lejos de colocarse como un todo (Canenilbem, ibídem: 228-229).
la normalidad, es decir; cómo los textos pueden ser eficaces, productivos, en la fijación
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CARLOS SKLIAR E e
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Veamos: “se expresaba sólo por onomatopeyas y gestos y por las cien palabras de
de otras alteridades. Las
de las representaciones sobre la alteridad deficiente, así como que disponía”, “había frecuentado vagamente la escuela”, “volvía con resúmenes es-
representaciones que proceden de la literatura —y de las películas y de los periódicos y instintiva”
Pose
, obstinada menteé silen-
pantosos”, “riqueza de imaginación”, “inteligencia
aridad— poseen la capacidad
de tos documentales, etc. cada uno con su obvia particul ciosos”, “algunas luces”, elc.
de una mirada pendular. Mirada pen-
de presentar la alteridad deficiente en términos Este es un texto que abruma por su fidelidad con la literatura pretenciosa
de la psi-
el primitivismo/la obscuridad por la
dular que, sistemáticamente, oscila entre la peligrosidad, cología de la sordera”. Una “literatura” que fastidia por su escasa imaginaci ón,
el emblema de la calma,
y la ignorancia, O bien sus opuestos, es decir, el heroicismo, vehemencia de su paternalismo y por la ignorancia de la experienci a del otro, del otro
la superación, la civilidad, etc. traduce, en cierto modo, una vivencia de un otro maléfi-
ambigiia, sordo. Es una “literatura” que
La literatura vuelve a trazar imágenes del otro deficiente de una manera co sin siquierá recobrar los matices y las argucias de su invención. Produce
un otro pre-
la alteridad fluctúan en ese péndulo vertigi-
dual, antagónica. Las. representaciones de visible, que asume todas las característ icas imaginabl es e inimagina bles de un cuerpo
noso. No podía ser de otra manera, no debía ser de otra manera. descartabl e.
moldeable, dócil, inútily, finalmente ,
no está
Lo que es crucial en las imágenes antagónicas sobre la alteridad deficiente Sobre ese cuerpo podríamos agregar todo aquello que quisiéramos: implantes
se encajan más o menos bien en modelos concept ualment e. n.
en el contemplar cómo ellas cocleares, sub-clasificaciones, metodologías y más metodologías de reeducació
movimiento po-
prescriptos. Las representaciones deben Muctuar porque ese es el único Hacer de ese cuerpo todo aquello que deseáramos: Un parlante
mezquino, 0
sible; porque ésa es la única mirada posible, Y en vez de intentar estilizar las para ha-
camente serviles, debería- verborrágico, o excluído o incluido, o nada.
cer de ellas nuciones estables, rígidas o concepto s académi ese cuerpo no es el
Pero a sabiendas, o no, de que allí no está el cuerpo sordo. Que
mos instalarnos, perturba dorament e, en medio de ellas, en su indómito vaivén. lugar: en una tempora-
del anormal cuerpo sordo. Que el cuerpo sordo, mientras tanto, está en otro
De un lado, la insistencia de lo anormal, la verticalidad del anormal, paradojal, inclust-
cuerpo lidad y en una espacialidad por lo menos simultánea, como mínimo
sin identidad a no ser su deficiencia. Y de una deficiencia que gobierna todo el ve disyuntiva,
Y que hace
del otro, que no le deja respirar, que es pura y exclusivamente deficiente. Y en el otro: vaivén del péndulo, del otro lado, el fetiche
de lo anormal, la freak
ble, literal, casi va-
del otro un otro sumamente transparente, comprensible, comunica fashion que irrumpe para lastimar las miradas, para malherir la
misericordia, para ero-
de
cío. Como un ejemplo de ello cito aquí un pasaje extraído de El Primer Hombre sionar la aparente firmeza de la normalidad y resquebrajar sus inconmovi bles precep-
Albert Camus (1994)*%:
tos.
El tio Ernst (...) que vivía con ellos, que era completamente sordo y se expresaba sólo por Un libro en particular, Amor profano -Geek Love (1988)- de la escritora Katherine
es lo anormal, la
onomatopeyas y gestos y por las cien palabras de que disponía. Pero Enmst, que no pudo Dunn puede servir como ejemplo de ello. En esta novela lo habitual
son allí mencionados- re-
trabajar cuando era jóven, había frecuentado vagamente la escuela y aprendido a desci- anormalidad. Y todo y todos los otros —los "normas”, como
que resulta incomprensible
frar das letras. Iba a veces al ciney volvía con restimenes espantosos para-quien
es ya ha- - presentan lo vulgar, lo mediocre e, inclusive, todo aquello
En pérfida repetici ón; lo normal y los nor-
bian visto la película, pues la riqueza de su imaginación compensaba su ignorancia. por su previsibilidad, por su obvieda d, por su
mo= es por su burda y reiterativa mismidad,
lo demás, experto y tramposo, una especie de inteligencia instintiva permitia que se males siendo incomprensibles para los anormal
obstinadam ente de monstru os una matrimo nio planifica la ges-
viese en im arendo y en el anedio de seres que, entre lanto, eran para él En el contexto de una feria circense
perfectamente, cada vez más
silenciosos. La misma inteligencia le permitía sumergirse todos los días en el periódico , tación de hijos-monstruos para que sean, cada vez más
ningún gasto en sus expé-
donde descifraba los titulares, lo que le daba al menos algrras lnces sobre los asuntos del monstruosamente, monstruos útiles: “Mi padre no escatimó
durante el embaraz o, mi madre fue profusamente
mundo. rimentos; tanto en la ovillación como
es- tratada con cocaína, anfetaminas y arsénic o”,
En este pasaje se resume casi toda la literatura especializada sobre la sordera, mencionado, aquí la pro-
miradas durante Al contrario que en el ejemplo de Madame Bovary antes
pecíficamente aquella que gobernó nuestras representaciones y nuestras oposición a lo humano sino
desde ducción de la ahormalidad no está representada como
las décadas del *60 y *70 e inclusive los inicios de los *80 del siglo XX y que, ofrecer a tus hijos que la ca-
como algo inclusive deseado: "¿Qué mayor don podrías
ya, continúan con su accionar devastador. como son?";0 también, cuando uno
pacidad inherente de ganarse la vida sólo por ser
se hizo del todo evidente hacia mi ter-
a Albert Camus en su de los hijos-monstruos dice: “el enanismo, que
$3. Es evidente que ho estoy “culpando” ni “atribuyendo una falsa conciencia” a la paciente pareja y aumen-
descripción de la sordera. ¡Mal pudiera o quisiera! Sólo menciono el significado
y la corresponden- cer cumpleaños proporcionó una agradable sorpresa
dominantes, hegemónicas u "oyentistas” sobre los
cia de su emergencia en relación a las ideas más tó mi valor”.
sordos de las últimas décadas.

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