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Valeria Cervero

Sin órbitas
Fecha de catalogación: 14/07/2016

® SELLO EDITORIAL EL OJO DEL MÁRMOL


www.elojodelmarmol.com.ar
elojodelmarmol@ymail.com

Dirección Editorial: Valeria De Vito


Arte de Tapa: Serigrafía. Florencia Basso
Diseño de interior: Patricio Carcani
I. entre este cuerpo y el no
una parte de este mundo protege su pausa
una pausa indefinida, sin brillo
sin grandes promesas de amansadores

¿querés partir?
¿querés quitar los anzuelos?
¿querés devolver el golpe?

cada espera es la nota de muchos


en el silencio
la casa de años, su seña
tardes de tilos en otra infancia

una parte de este mundo protege su pausa


mientras la sombra miente
márgenes sin viento

¿querés llegar?
¿querés retornar descalza?
¿querés más acá nombrarlo?

sin repetirnos volvemos a sernos


tal vez abajo

los restos de un cuerpo, la nada de un cuerpo


en la marea
que despedaza y contiene a la vez

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una escama la piel de mis pies
de realidad soporta sostiene su límite
el peso casi inocente entre este cuerpo y el no
de cruces, atajos,
superposiciones, desvíos el viento insiste en su curso
de sombrillas y barriletes
se impregna sin que encuentre razones
de la humedad de este día para el fin de la tarde
absorbe su calor, su vértigo
su olor a arena rancia el agua arrastra su color
a río que se extraña
no pide más pretextos durante toda la semana
que el de la música que apaña
cada resto de sí nos arrebata su sonido terco
y el olor a pescado aún
una mínima parte de donde se acaba el mundo
de dicha o desconsuelo
parece decir
que todavía

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una noche otra la ventana crea la pausa
noche sin aire en el tiempo sin permiso,
ni velo capaz de ser la cárcel casi inadvertida,
la lluvia precisa sobre la llama
la cama fracasa
su sostén de tanto ruedo la pequeña joroba en la mente pregunta
y el calor devora ritmos quién más, quién más
a la respiración se atreve a amenazarla,
a desbordar el principio
en el límite improbable del sueño de realidad
volviste a regar
tu gesto una luz repentina despliega el juego
esa mirada en que se escava el universo mientras no escapa

permanece
la que espera sin hilos
cuando es otra

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la mano del niño desafía el vacío una, dos gotas no alcanzan
un círculo rojo atestigua el poder de otros para conocer la lluvia
sobre la herida, la caricia
sobre la levedad, la espina la humedad puede mover su rumbo
hacia lo que dejamos fuera
nacer en la imagen que retorna a la prueba: o pasar límites y juicios
como caer en la luz del ojo de dios sin que nada se oponga a su trazo

no hay madera podrida que resista


ni forma de ser línea
de sanar su rama

tras el vidrio infinito


ya seco
algo suena otra vez
y estoy dicha

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cuando el día casi se acomoda saltos desde la misma altura
el calor hace estallar hasta quebrar el viento
aves y niños como
si no existieran paredes dos jóvenes cuerpos hacia otros
en medio del agua
todavía despierto en los márgenes
y recuerdo la esfera a la que no pertenezco flores amarillas mienten la tarde

puro esfuerzo en mitad de la mañana tras el río, las casas


—con las horas llego a saber sostienen el cerro y su color
la felicidad de la piedra al sol—

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¿dónde queda la intensidad
del color que reinventa el ojo
cuando la escasa luz o la distancia no dejan
imagen o trama de lo que era claro?

¿qué define la insistencia de esa voz,


su reparo, su rabia de días opacos?

¿cuál es la luz entre nosotros, ahora,


cuando tantas luces revelan el mundo? ii. tonos de la paciencia

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Hoy no es posible escribir
un poema sobre el amor, su sentido,
su duda, su causa. Sabemos que
no son benditas las palabras que dicen
sobre lo íntimo, o más bien lo ajeno
a cualquier excusa que las vuelva legibles.
Como si el estar aún
en la línea del rayo fuera razón
para dejar de callar contra el muro,
compartir las vibraciones que nos seducen
o contar cada recuerdo que todavía inventamos.
Toda la risa del mundo podría venir
a resonar esta noche, pero sabemos
que su sonido tampoco suele dejarnos
una promesa, una cura,
el estallido.

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Todos estamos solos, insistís, La paciencia sobre la arena;
y confirmás ese temor. luego se eleva sin ver y cae
hacia el atrás de ella misma.
El perfume de los azahares anuncia Solo la tibia compañía del sol en la velocidad y las siluetas
que la tormenta pasa; que dibuja a través de los párpados.
aunque la rama ya está quebrada. Otra vez y otra vez casi la misma trayectoria hasta
que el estómago se abandona a las cosquillas
¿Cómo ser valerosa en este cuerpo? de la duración. Abre los ojos,
Vuelve Alicia sin que la espere, salta y el aire le desborda el pelo. Brilla
como las cartas, los versos, las fotos. la hamaca vacía ante el niño que espera.
Señales, pero no hay
lengua que pueda hasta ahora.

Ni sé si un día este nombre pueda ser digno.

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Diciembre se conjuga en deseos y restos, A Tani, a Macky
el gesto que va del dolor a la furia,
lo imposible guardado en la caja
para la última víspera. Podría ser la última tarde aquí
Un conteo que retoma cada latido. o tal vez el tiempo se detenga sin pedir permiso.
Porque nada sobrevive sin corazón, * El cielo es allá afuera, casi árido,
aunque a veces el ritmo nos suene a otra carne. y esta casa se esfuerza en su tarea de abrigar,
Hasta ese segundo en que aprendemos a ser de sostener lo suyo.
el nuevo cuerpo como casa esperada. Las risas de los hijos quiebran
el volumen que permite entender las voces;
la mirada llega sola a cada personaje
y la historia es la misma y otra a la vez.
In the mood for love:* insiste
la palabra a través de la muerte.
La música multiplica el instante
y casi invita a olvidar cada tono.
Pero el secreto es un hoyo
pequeño en un muro que brota.

* Título en inglés de la película hongkonesa Fa yeung nin wa (2000), escrita y


* Línea de la película The Hunger Games. Mockingjay (en español, Los juegos del dirigida por Wong Kar-wai y conocida en español como Deseando amar o Con
hambre. Sinsajo). ánimo de amar.

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Otra vez la lluvia viene a marcar A mis hijos
los tiempos del día. Intento
que el agua no moje más acá del patio
mientras el fresco devuelve alivio a los cuartos. “No puedo caminar
Tu voz es también la de otros pero sí puedo volar”.
pero ni dudás y el miedo L.W.
hoy no te ahueca por dentro.
La sirena parte la tarde
del pueblo en espera. Soy Él cuenta la historia,
ese único sonido en la tormenta. guía el juego en su palabra.
Del patio al río, al tren,
al bosque, al castillo: todos
los lugares de la aventura.

Ella regala sus preguntas


para que la magia sea.
La rama-varita crea el mundo
y sus posibilidades.

Puro verde
en los ojos y en el suelo.
El sol del mediodía da luz a la luz.

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Contenedores apilados definen el viaje de hoy. Un pequeño animal escapa
Creer en la transparencia de los deseos no logra toda vez a nuestra visión
sino confundir lo que podría ser nuestro. pero permite que sintamos su presencia
Un avión que no despega deja su vuelo en cada esquina o hueco de la casa.
para otras posibles rutas de invierno. Habitamos un espacio que creemos de otro
Paisajes que permanecen lejos sin que podamos conocer siquiera
siguen llamando al encuentro que haga su imagen o movimientos.
la claridad y el calor de lo que no se perdió A mitad de la noche es fácil
y permanece intacto en el centro. Mientras confundir la silueta de una lagartija.
la ruta real se crea minuto a minuto Hoy la vecina fumiga porque
con lo que dejamos que sea. los geckos solo pueden ser
asquerosos bichos que asustan.

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A José María Cervero A veces creo que sólo sos una excusa para escribir,
la punta de una cadena inexplicable
pero que puede captarse a través de un verso, una melodía;
Pisábamos la playa la imagen de un conjunto que no logra
cuando apenas el sol amenazaba permanecer nunca en su mismo lugar,
la línea del comienzo. si ni siquiera hay lugar que sea el mismo
El fresco resbalaba o que llegue a ser visto en el plano exacto en el que acontece.
en mi campera verde. El pelo Y es que todo lo que vemos es pasado,
atado hacia atrás para que no volara siempre a esa distancia que no mediremos.
con la primera brisa y pudiera observar ¿Cómo podría llegar a la imagen, ahora,
toda la humedad de la arena en ayunas, del otro real que sos y ya no miro?
los olvidos del agua,
ese hueco sugestivo en el suelo,
su burbujeo.
En la bolsa guardábamos caracoles
y cada uno sumaba una historia al verano.
Papá cada vez compartía la búsqueda
previa al desayuno.
Antes que volviéramos a nadar.

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Cómo saber si me sostiene o si sólo
lo creo, por conveniencia o error,
por evitar la duda. Todos los tamaños
de una pregunta terminan
por coincidir en el tono que más tememos.
La distancia talla el espacio
hacia cada lado de lo que fuimos y aún
puedo ver un cuerpo de claridad.
Como el sonido del tren a dieciséis pisos de altura
en la madrugada. Cuando casi dormimos iii. Sin órbitas
y confirmamos el amor en su raíz de fe.

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I

Una calle se atreve al cielo nocturno


a pocas cuadras del centro.
Caminamos y saltan constelaciones
sobre nuestros desprevenidos
cuellos en tensión.
Los ruidos del pueblo desdeñan
la levedad de la jornada.
Verano y cuenta el sudor en las espaldas.
Sabemos
que buscar algo de fresco es
renunciar a la última
noche estrellada antes del regreso.
Más avanzamos y más se ofrece
la variedad de la Vía Láctea,
como si no guardara secretos
ante ojos terrestres que componen
historias de luces y distancias.
El cinturón de Orión ordena
lo que promete escapar.
La oscuridad nos abraza cercana
y hasta parece guiar nuestros pies,
mientras pequeños destellos juegan
a confundirnos el espacio
en que avanzamos seguros
solo porque el ritmo nos apura a seguir.
O tal vez la oscuridad no es tal,
o la luz hace su camino de saltos
también en esta tierra.

II

Remota ante los ojos aunque


los recuerdos hablen de su cercanía.
Un halo sobre el azul visto
a miles de kilómetros en el oscuro.
El inicio de un viaje hacia el espacio
exterior y la cordura
o su falta. Un acto de devoción

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fuera de órbita
sin testigos ni causas que no sean
la más profunda curiosidad por ver
qué hay más allá del que creíamos
límite de lo conocido.
Preguntas tras preguntas que se pierden
en una cadena que solo
promete la cuenta infinita de lo perseguido
en cada día que podemos narrar
o dejar que se desarrolle en un punto
imperfecto. Una vida diseccionada
por el tajo único de esa visión.
La Tierra escapándose de cualquier tiempo.
La imagen, en el origen de la luz,
del hogar al que no volveremos.

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Otros títulos publicados

Abraxas Mirta Castaño


Animales dorándose al sol Natalia Leiderman
Bajo una extraña nevada Mauro Quesada
Cagliero Germán Arens
Colección de fantasmas Valeria De Vito
Colecho Noe Vera
Devoción y proteínas Juan Cristóbal Miranda
Economías hídricas Jonás Gómez
El cielo entre nosotras Jimena Repetto
Ella, la muerte o dios Sofía Gómez Pisa
El regreso Silvia A. Sandín Rosón
Enrosa Carolina Barbie Cichetto
Entrada en calor Luciana Reif
Fiebre Mauro Quesada
Guitarra Nocturna Hernán Tenorio
Indor Andrea López Kosak
La máquina de vivir León Romero
Las mañanas, el deshielo Roxana Molinelli
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Máquinas de enseñanza Paz Garberoglio
Mecánica del escorpión Gervasio Mocnchietti
Nací en verano Natalia Romero
Salud Familiar Vanna Andreini
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Tararira Manuel Alemian
Un cuarto azul Emilio Hernán Herrera
Un dibujo del mundo Verónica Pérez Arango
Venga a nosotros el reino de las estrellas Jonás Gómez
Yelmo Noelia Rivero
Working class hero Walter Lezcano
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