Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El Sacerdocio Levitico
El Sacerdocio Levitico
El Sacerdocio Levitico
CURSO: PENTATEUCO
2011
INTRODUCCIÓN
Por lo tanto, naturalmente los sacerdotes eran separados para Dios. Su consagración al
sacerdocio consistía en un ritual bien elaborado (Ex. 29; Lv. 8). Usaban también
vestimentas especiales (Ex. 28). La función especial del sumo sacerdote era oficiar en las
ceremonias del Día de la Expiación (Lv. 16), aunque también ofrecía ofrendas por el
pecado (Lv. 4:13–21), y la ofrenda vegetal diaria (Lv. 6:19s.). Los sacerdotes comunes
oficiaban en todos los sacrificios (Lv. 1–6), declaraban lo inmundo limpio después del
examen (Lv. 13–14), y realizaban otras tareas menores (Nm. 10:10; Lv. 23:24; 25:9). Ellos
se mantenían de los diezmos, primeros frutos, primogénitos de animales y de los varios
sacrificios (Nm. 18).
EL SACERDOCIO ARÓNICO
Divina investidura conferida a Aarón y a sus hijos con el objetivo de: interceder por Israel
delante de Dios; presidir el ministerio levítico; y entrar en el Lugar Santísimo, una vez al
año, para hacer la expiación por los pecados del pueblo (Éxodo 28; Hebreos 5:4).
SACERDOTES Y LEVITAS
La relación entre los sacerdotes, que son los descendientes de Aarón, y los levitas, los
otros miembros de la tribu de Leví, es uno de los problemas espinosos de la religión
veterotestamentaria. Cualquier consideración sobre los levitas debe tener en cuenta las
pruebas que aporta la Biblia, la reconstrucción que de ellas hace Julius Wellhausen, y las
numerosas formas en que los eruditos contemporáneos han reaccionado ante su
perspectiva evolucionista.
I. Antecedentes biblicos
a. El Pentateuco
Los levitas adquieren prominencia en el Pentateuco en conexión con Moisés y Aarón (Ex.
2.1–10; 4.14; 6.16–27). Después de que Aarón encaminara al pueblo hacia la apostasia con
el becerro de oro (Ex. 32.25ss), los hijos de Leví vengaron el honor del Señor castigando a
muchos de los malvados. Esta demostración de fidelidad para con Dios puede explicar
parcialmente las grandes responsabilidades asignadas a esta tribu en la legislación
pentateuca.
El papel de los levitas como ministros del tabernáculo, que se detalla claramente en
Números, se anticipa en Ex. 38.21, donde colaboran en la construcción del tabernáculo
bajo la supervisión del hijo de Aarón, Itamar. En las leyes preparatorias de la marcha por el
desierto, Leví fue separada de las tribus por Dios y puesta a cargo del desmantelamiento,
transporte, y erección del tabernáculo (Nm. 1.47–54). Los hijos de Leví acampaban
alrededor del tabernáculo, y aparentemente servían como amortiguadores para proteger
a las otras tribus de la ira de Dios, ira que las amenazaba si impensadamente entraban en
contacto con la tienda sagrada o su moblaje (Nm. 1.51, 53; 2.17).
Los levitas tenían prohibido servir como sacerdotes, privilegio reservado, bajo pena de
muerte, para los hijos de Aarón (Nm. 3.10); pero estaban dedicados a un ministerio
auxiliar para los sacerdotes, especialmente con las tareas manuales de cuidar el
tabernáculo (Nm. 3.5ss). Además, realizaban un importante servicio para las otras tribus
haciendo de sustitutos para el primogénito de cada familia, al que Dios tenía derecho en
vista del hecho de que perdonó a los primogénitos de Israel durante la celebración de la
pascua en Egipto (cf. Ex. 13.2ss, 13). Como representantes de los primogénitos de las
tribus (Nm. 3.40ss) los levitas formaban parte del “trascendente principio de la
representación” por el que se dio vigencia al concepto de un pueblo totalmente
dependiente de Dios y enteramente rendido a él.
Cada una de las familias de Leví tenía funciones específicas. Los hijos de Coat (que
sumaban 2.750 entre la edad de 30 y 50 según Nm. 4.36) tenían a su cargo el traslado del
moblaje una vez que había sido cuidadosamente cubierto por los sacerdotes, que eran los
únicos que podían tocarlo (Nm. 3.29–32; 4.1ss). Los coatitas eran supervisados por
Eleazar, hijo de Aarón. Los hijos de Gersón (2.630; Nm. 4.40) cuidaban las cubiertas, las
cuerdas, y las cortinas bajo la supervisión de Itamar, hijo de Aarón (Nm. 3.21–26; 4.21ss).
Los hijos de Merari (3.200; Nm. 4.44) tenían la tarea de transportar y levantar la
estructura del tabernáculo y su patio (Nm. 3.35–37; 4.29ss).
Comenzaban a cumplir su servicio a los 25 años de edad y continuaban hasta los 50,
cuando ingresaban en una especie de semi retiro con obligaciones limitadas (Nm. 8.24–
26). Puede haber habido un período de aprendizaje de cinco años, porque aparentemente
la plena responsabilidad de transportar el tabernáculo y sus muebles caía sobre los
hombros de los hombres de entre 30 y 50 (Nm. 4.3ss). Cuando David estableció un lugar
permanente para el arca, la edad fue reducida a los 20 años porque ya no hacían falta los
levitas adultos como cargadores (1 Cr. 23.24ss).
La responsabilidad levítica de representar al pueblo llevaba en sí ciertos privilegios. Si bien
no tenían herencia en la tierra (e. d. ninguna porción de ella fue separada para su uso
exclusivo: Nm. 18.23–24; Dt. 12.12ss), los levitas eran sostenidos por los diezmos del
pueblo, mientras que los sacerdotes recibían las partes de las ofrendas que no eran
consumidas en los sacrificios, las primicias del ganado mayor y menor, y un diezmo de los
diezmos levíticos (Nm. 18.8ss, 21ss; cf. Dt. 18.1–4). Ocasionalmente tanto los sacerdotes
como los levitas compartían los despojos de las batallas (p. ej. Nm. 31.25ss). Además, los
levitas tenían permiso para residir en 48 ciudades apartadas para su uso (Nm. 35.1ss; Jos.
21.1ss). Alrededor de cada ciudad se delimitaba para ellos una zona de pastoreo. Seis de
las ciudades, tres de cada lado del Jordán, servían como ciudades de refugio (* Refugio,
Ciudades de).
Mientras que Nm. llama a los sacerdotes hijos de Aarón, en forma característica (p. ej.
10.8), Deuteronomio frecuentemente emplea la expresión sacerdotes levitas (p. ej. 18.1).
Si bien algunos estudiosos (véase inf.) han sostenido que no se hace ninguna distinción
entre sacerdote y levita en Deuteronomio, el hecho de que se asignan diferentes
porciones a los sacerdotes en Dt. 18.3ss a los levitas en 18.6ss sugiere que se mantiene a
distinción. La frase “sacerdotes levitas” (p. ej. Dt. 17.9, 18; 18.1; 24.8; 27.9; cf. Jos. 3.3;
8.33) parece significar “sacerdotes de la tribu de Leví”. A ellos el código deuteronómico
asigna numerosas obligaciones además del cuidado del santuario: sirven como jueces en
casos que envuelven decisiones difíciles (17.8–9), regulan el control de los leprosos (24.8),
cuidan el libro de la ley (17.18), y ayudan a Moisés en la ceremonia de renovación del
pacto (27.9).
Los sacerdotes representan un papel más prominente que los levitas en el libro de Josué,
especialmente en el relato del cruce del Jordán y la conquista de Jericó. A veces se los
llamaba “sacerdotes levitas” o “levitas sacerdotes” (p. ej. Jos. 3.3; 8.33) y más
frecuentemente “sacerdotes” a secas (p. ej. Jos. 3.6ss; 4.9ss), y tenían la función
fundamental de portar el arca del Señor. El tabernáculo, empero, que era llevado por los
levitas, no se menciona (con la posible excepción de 6.24) hasta que fue levantado en Silo
(18.1; 19.51) después de la conquista de Canaán. Aparentemente el transporte del arca le
fue confiado a los sacerdotes más bien que a los coatitas (cf. Nm. 4.15) en razón de la
suprema importancia de estos viajes: Dios, cuya presencia simbolizaba el arca, marchaba
con ellos conquistando y con el objeto de conquistar. Los levitas entraron en primer plano
sólo cuando llegó el momento de dividir la tierra (cf. Jos. 14.3ss). La distinción entre
sacerdotes y levitas se mantiene claramente: los levitas les recuerdan a Eleazar, el
sacerdote, y a Josué, lo que mandó Moisés con respecto a las ciudades levíticas (Jos. 21.1–
3); los coatitas se dividen en dos grupos: los que descendían de Aarón (e. d. los
sacerdotes) y los demás (Jos. 21.4–5).
c. Las Crónicas
La perspectiva sacerdotal del escritor de los libros de *Crónicas tiende a acentuar el papel
de los levitas, y ofrece numerosos detalles de su ministerio que los autores de Reyes han
omitido. En las genealogías de 1 Cr. 6, que también describen el papel de los hijos de
Aarón (6.49–53) y la distribución de las ciudades levíticas (6.54–81), la atención se centra
especialmente en los cantores levíticos, Hemán, Asaf, Etán, y sus hijos, a quienes David
encargó la música del templo (6.31ss; cf. 1 Cr. 15.16ss). La lista de levitas en 1 Cr. 9 está
erizada de problemas. Las semejanzas entre ella y Neh. 11 han llevado a algunos (p. ej.
°vrv2) a considerar que se trata de la nómina de los levitas que regresaron a Jerusalén
después del cautiverio (cf. 1 Cr. 9.1). Otros (p. ej.C. F. Keil) la consideran como una lista de
primitivos habitantes de Jerusalén. Tanto la asignación de obligaciones cuidadosamente
organizadas como la cantidad de levitas comprendidos (cf. los 212 guardas de las puertas
en 1 Cr. 9.22 con los 93 del Cr. 26.8–11) sugieren un período posterior al de David. La
íntima cooperación entre los levitas y los hijos de los sacerdotes (cf. 1 Cr. 9.28ss), y el
hecho de que los levitas cuidaban algunos de los vasos sagrados y ayudaban a preparar el
pan de la proposición, puede ser indicativo de que la rígida división de deberes sugerida
en Nm. 4 y 18 se desarmó durante la monarquía, quizá porque los hijos de Aarón no eran
ya suficientes (la cifra 1.760 en 1 Cr. 9.13 probablemente se refiera al número de
integrantes, no al número de jefes de familias) para cumplir las obligaciones de su oficio.
Por lo tanto, además de sus funciones normales como cantores y músicos, porteros,
cargadores, etc., los levitas tenían que ayudar con la preparación de los sacrificios, como
también colaborar en el cuidado de los patios y cámaras, la limpieza de las cosas santas y
la preparación del pan de la proposición, la ofrenda de cereales, el pan sin levadura, la
ofrenda quemada, etc. (23.14)
Las órdenes de David en 1 Cr. 23 ilustran los dos factores dominantes que produjeron
cambios sustanciales en los oficios levíticos: la ubicación permanente del arca en
Jerusalén, lo cual automáticamente tornó obsoletas todas las normas relativas a la función
de los levitas como cargadores; y la centralización de la responsabilidad de la religión
oficial (como para todos los demás asuntos de la vida) en el rey. La visión hebrea de la
personalidad corporativa veía al rey como el gran padre de la nación, cuyo carácter
esencial derivaba de él. Como David llevó el santuario central a Jerusalén (1 Cr. 13.2ss), y
determinó el esquema de su funcionamiento (1 Cr. 15.1ss; 23.1ss) de conformidad con los
principios de la legislación mosaica, también Salomón edificó, dedicó, y supervisó el
templo y su culto según los planes de su padre (1 Cr. 28.11–13, 21; 2 Cr. 5–8; nótese
especialmente 8.15: “Y no se apartaron del mandamiento del rey, en cuanto a los
sacerdotes y los levitas …”).
Isaías, Jeremías, y Ezequiel tocan brevemente la cuestión del papel de los levitas después
del exilio. Is. 66.21 menciona la acción de Dios de reunir a los israelitas dispersos (o tal vez
a los paganos convertidos) para que le sirvan como sacerdotes levitas. Jeremías (33.17ss)
concibe un pacto con los sacerdotes levíticos (o tal vez sacerdotes y levitas; cf. Sir. y Vg.)
que es tan válido como el pacto de Dios con la familia de David (cf. 2 S. 7). Ezequiel marca
una neta diferencia entre los sacerdotes levíticos, a los que llama hijos de Sadoc (p. ej.
40.46; 43.19), y los levitas. Se estima que los primeros se mantuvieron fieles a Dios (44.15;
48.11), mientras que los últimos siguieron en pos de ídolos y por lo tanto no podían
acercarse al altar ni tocar las cosas sagradas (44.10–14). En realidad la sugestión de
Ezequiel pareciera ser un retorno a la cuidadosa distinción entre sacerdote y levita que se
encuentra en Nm., en remplazo del punto de vista más flexible que prevaleció durante la
monarquía.
Sus hijos serían sus ayudantes pero él sería el sumo sacerdote, debían llevar vestiduras
sagradas (28:2-4). Sería él quien debía entrar en el santuario llevando una campanilla (V:
34-36). Investidura divinamente amparada que autorizaba a los hijos de la tribu de Leví a
ministrar delante del altar de Jehová y a interceder por la nación hebrea con el objetivo de
hacerla propicia delante de Dios (Hebreos 5:1, 2).
IV. Su consagración
a. Eran consagrados en presencia de todo el pueblo, ellos y todo lo que tenían debía
ser consagrado al servicio divino, moisés fue el primer oficiante (Éxodo 29:1,2).
b. Por medio del lavamiento Aarón y sus hijos fueron sometidos a un baño completo
simbolizando purificación (v. 4).
c. Fue derramado aceite sobre la cabeza de Aarón, esto simbolizaba la unción del
Espíritu Santo (v. 7).
V. Sus funciones
VI. Su sostén
a. Los Levitas recibieron 48 ciudades y de estas los sacerdotes recibieron 13, pero ni
los sacerdotes ni Levitas recibieron tierra, cuando Josué repartió la tierra.
b. Dios sería parte de su heredad, los Levitas recibían los diezmos de las otras tribus y
estos a la vez se los daban a los sacerdotes (Números 18: 20,28).
c. También los sacerdotes recibían la carne de ciertos sacrificios, las primicias, lo
consagrado de los votos y los primogénitos de los animales.
d. Ellos recibían lo necesario pero no en abundancia como los sacerdotes de las
naciones paganas.
VI. Los descendientes del sumo sacerdote
El día más importante del Sumo sacerdote era el Día de la Expiación (Lv 16): En ese día, el
Sumo sacerdote vestía sus ropas ceremoniales, entraba al Lugar Santísimo en el
Tabernáculo donde rociaba la sangre de un novillo de la ofrenda del pecado por sus
pecados sobre el propiciatorio (Lv 16:6,14). Si él salía del Lugar Santísimo vivo, su
sacerdocio estaba asegurado por otro año. Su regreso a los israelitas significaba que él
había obtenido el perdón para la nación. La nación había sido purificada ( Lv 16:30).
CONCLUSION
Por tanto, surgen cuatro grandes principios del sacerdocio bíblico: Dios el Padre siempre
tomaba la iniciativa al nombrar sacerdotes (5:4–6); los sacerdotes eran nombrados para
representar a los pecadores delante de Dios y mediar entre ellos y Dios (5:1); esto se
realizaba a través del sacrificio expiatorio (8:3); la intercesión sacerdotal se basaba en la
expiación sacerdotal.
BIBLIOGRAFÍA