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El Chico de la Nariz Chiclamino

Hacía tiempo que no tomaba este camino a casa, pero no es de extrañarse, después de todo, será la
última vez que vea mi hogar. Mis zapatillas golpeteando el cemento mientras que los árboles se volvían
mas y más frondosos al compás de mi caminar, el olor a otoño y tierra bañada de las lluvias frías de
invierno llenaban la atmosfera; mis audífonos bien colocados y mi mirada indecisa, sin saber si llorar o
estremecerse de asco; los recuerdos de mi madre tomándome de la mano y caminando juntos a casa en
la misma temporada inundaban mis pensamientos. “¡Gah! ¡¿Por qué tengo que pensar acerca de esa
mierda?!’’ Finalmente, mis ojos cedieron, tendría que llorar en el pavimento mojado. -Maldita sea…-

……..

- ¿Jack Douglas? ¿Hay alguien aquí llamado “Jack Douglas?”- Los murmullos empezaron, bueno,
“murmullos” es una palabra demasiado generosa para el descaro de sus cotilleos y rumores.

- Espera, que no los Douglas eran esos betas que se hicieron pasar por alfas y estafaron al ministerio
publico para que les dieran medicamentos gratis? –

- Joder, espera, ahora que lo recuerdo, ¡es verdad! ¡Ellos son los que estaban revendiendo todos esos
parches anti-celo frente a la farmacia el otro día! –

Lentamente alcé mi brazo para indicar mi presencia. – A-aquí maestra…- La maestra apenas podía ver
mis dedos por encima del hombro del chico sentado frente a mí.

-Jack, porque no te paras y te presentas ante tus compañeros? Vamos, no tengas miedo. –

Me levanté de mi pupitre y mis compañeros me miraron extrañados, no me parezco nada a mis padres…
- Hola… Mi nombre es Jack Douglas, pueden llamarme Jack, gracias. – Rápidamente me moví devuelta a
mi pupitre y me senté de golpe causando un gran estruendo, mi silla estaba mal pegada a su base,
definitivamente no planeé eso.

…….

Las clases pasaron lentas y monótonas, llenas de chismes y susurros, con mil y un ojos mirándome; hasta
que acabo la clase de ciencias y era hora del almuerzo, rápidamente tomé mis cosas y salí del edificio y
escapando de la muchedumbre. La Academia Hipostasis, es, hasta el día de hoy, el colegio con más
terreno y área de descanso que conozco, eso calmó bastante mis miedos, por fin podría tener al menos
un lugar para mí solo, y mi plan era encontrarlo; me embarqué en una pseudo aventura para encontrar
el lugar más recóndito, cómodo y pacífico de todas dentro de la Academia Hipostasis y pasar el almuerzo
ahí.

Tenía los auriculares puestos con Guitarricadelafuente reproduciéndose, observaba a la gente de


manera discreta mientras caminaba por los parquecillos y rotondas de los extensos patios de la
Academia, en realidad era sorprendente, había visitado universidades con grandes campus antes pero
ninguna que se comparara a la magnitud y simple gigantez de Hipostasis, podías apreciar los miles de
cliques y alumnos que existen, grupis planeando conquistar el mercado de acciones, popus chupando
humos blancos de sus vaporizadores, conquistando e infestando las mesas de picnic de la Rotonda de la
Margarita y esculpiendo una Galatea social de sus perfiles de Instagram; las ratas de barrio bebiendo
cerveza de sus botellas de jugo de manzana y jugando futbol en la cancha que ellos habían hecho suya,
lo cual significaba que no podría sentarme a leer en las gradas ahora; los mataditos adelantando sus
libros de texto en las mesas de la Rotonda de las Violetas.

Seguía caminando, a lo lejos observé una gran nube de humo, saltándose las rotondas de los girasoles,
bugambilias y cecilias; aceleré mi paso por morbosa curiosidad y mientras lo hacía, un ardiente olor a
hierba navajeaba mis fosas nasales, había llegado al punto de encuentro de los cannábicos, equipado
con pipas, porros, rollos, manzanas, sacapuntas, bongas, botellas, latas, tapas de plumas, sopla hojas,
ventiladores, quema-inciensos, encendedores y su santísima salvia agria; pasé rápidamente por el lugar
con dos dedos pellizcando mi nariz mientras que todos me invitaban a sentarme. Después de un buen
rato caminando, lo encontré. Al final lo encontré, el lugar mas alejado de los edificios centrales, el sitio
mas sobrio de bullicio humano, con vistas hermosas, arboles altos que pareciera que crecían hasta las
nubes, rayos de sol perfectamente distribuidos y llamado con mi flor favorita; mi sitio era La Rotonda de
las Orquídeas.

Me tiré sobre dos mesas de picnic juntas, con mi música en los audífonos, un sándwich de huevo en una
mano y una botella de té helado en la otra, viendo hacia el cielo tapizado de hojas verdes, marrones y
anaranjadas, ellas caían lenta y agraciadamente. ‘’Todos son unos imbéciles…’’. Recordé lo que pasó en
clase y mordí con furia mi emparedado, masticando con lágrimas en los ojos y apretando mi botella. –
Hace tiempo que olvidé el sabor a agua salada, he vendido ya mi alma al diablo por la plata, y ahora me
muero de sed~– Aquellas palabras retumbaron en mi cabeza, ¿acaso es que ya mi vida había perdido el
sentido? Después que fui forzado a vivir con ellos y se aprovecharon de mi… ¿Acaso es que no merezco
ser feliz?

Mientras mis lagrimas derramaban por mis mejillas y yo comía mi merienda, de poco a poco me daba
cuenta de algo: No estaba solo en ese lugar, escuchaba como las hojas secas se rompían y crujían
alrededor, estaba resoplando y jadeando ruidosamente, el sudor frio corrió por mi espalda. – ¿Q-quien
está ahí? – Entonces ví algo detrás de los arbustos, unos ojos azules amenazantes. - ¡S-sal de ahí!
¡Quien sea que seas! – Un gruñido en crescendo que retumbaba por todo mi cuerpo. En cuanto intenté
correr, un par de grandes manos aterrizaron sobre mis hombros bruscamente haciendo que ambos
termináramos en el suelo. - ¡Aagh! ¡Ayud-! – Una mano cubrió mi boca, bueno, casi toda mi cara. –
Espera, por favor, no grites… Solo, ayúdame… - sus manos tapaban mi nariz y no me dejaban respirar.
‘¿¡Ayudar!? No, eso no era lo importante, había algo grande, duro y caliente clavado a mi… ¿¡Acaso eso
era… su pene!?’’ – ¡HMPH! ¡HUMPH! – se me estaba acabando el aire y comencé a rasguñar sus manos
y muñecas en un intentando obtener algo de aire.

Su mano era tan grande que, si él quisiera, me podría romper el cuello en un movimiento. – Ah, espera,
l-lo siento, solo no quería que gritases…-

Por fin pude respirar. - ¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí? ¿¡¿¡PODRIAS QUITARTE DE ENCIMA!?!? ¡TU
VARA ME ESTA APUÑALANDO! –

El extraño se sentó casi arrodillándose al lado mío. – Soy Alex, por favor ayúdame, lo siento, lo siento…-
Este chico apestaba a feromonas, mi pecho se calentaba y palpitaba, era como si las feromonas mismas
me acariciaban la piel; su largo cabello era hipnótico.

- ¿Q-que tipo de ayuda necesitas? – Su cara se ruborizó, su nariz se torno de un tono casi chiclamino,
que lindo…

- P-pues, Aagh, como duele… H-hoy en el tren, había un chico en celo… Ahora estoy insoportable y eres
el único omega que hay cerca… -

Escuché sus palabras desconcertado – ¡E-espera! ¡No soy un omega! ¡Soy un beta! –

Él sonrió tiernamente, como si estuviera en presencia de un niño estúpido. – Lindo… Eres tan… Lindo…
Un omega, que cree que es un beta… Un omega recesivo… Ah… D-déjame ayudarte a enseñarte lo que
puedes llegar a ser…- Algo malo iba a pasar, y yo lo sabía.

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