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Revista Trabajo Social

N.o 28
Diciembre, 2018
ISSN 1794-984X
Medellín, Colombia
RECTOR
John Jairo Arboleda Céspedes

DECANO FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


Y HUMANAS
John Mario Muñoz Lopera

JEFE DEPARTAMENTO DE TRABAJO SOCIAL


Guillermo Correa Montoya

EDITOR
Pablo Bedoya Molina

EDITORA INVITADA
Martha Cecilia Arroyave Gómez

COMITÉ EDITORIAL
Nora Eugenia Muñoz Franco
Paula Vargas López
Gabriel Vélez Cuartas La Revista de Trabajo Social es una
Édgar Orlando Arroyave Álvarez publicación semestral del Departamento
Sara Fernández de Trabajo Social de la Universidad de
Antioquia, orientada a la difusión de
COMITÉ CIENTÍFICO investigaciones, reflexiones teóricas,
Vicente de Paula Faleiros (Brasil) conferencias y reseñas críticas que aporten
Nilsa M. Burgos Ortiz (Puerto Rico) a la comprensión de las problemáticas
Xiomara Rodríguez (Venezuela) sociales contemporáneas y al fortalecimiento
de la disciplina en los ámbitos nacional e
Victor R. Yáñez Pereira (Chile)
internacional.
María José Escartín Caparrós (España)
Las opiniones en ella expresadas son de la
Miguel Miranda Aranda (España)
entera responsabilidad de sus autores.

Corrector de estilo
Andrés Vergara SUSCRIPCIONES Y CANJE
Universidad de Antioquia, Facultad de
Auxiliar Administrativo Ciencias Sociales y Humanas
Carlos Satizabal Rodríguez Departamento de trabajo Social,
apto aéreo 1226. Código 229
Auxiliar Administrativo GIIS Teléfonos 57 4- 2195767
Miguel Ángel Mesa Ocampo Correo electrónico
revistatrabajosocial@udea.edu.co
Carátula y separadores
Omar Biscotti

Diagramación e impresión
Imprenta Universidad de Antioquia
Contenido

NOTA EDITORIAL........................................................................... 5

APERTURA DEL DOSSIER


Transformaciones y tensiones en el vínculo erótico-afectivo
contemporáneo. Algunas reflexiones para su comprensión
e intervención
Marcelo Ceberio............................................................................. 11

APROXIMACIONES A LAS TENDENCIAS


ERÓTICO-AFECTIVAS CONTEMPORÁNEAS
Construcción del vínculo afectivo en la adolescencia
Martha Cecilia Arroyave Gómez .................................................. 27

Trascendiendo la convivencia: parejas lat en la ciudad


de Medellín
Isabel Cristina Bernal Vélez.......................................................... 41

RETOS Y POSIBILIDADES EN LA RELACIÓN DE PAREJA


La infidelidad: un laberinto con salida. Reflexiones
construidas en el proceso terapéutico
Cristina María Giraldo Hurtado, Miguel Hernández Garcés,
Isabel Cristina Posada Zapata...................................................... 53

La separación conyugal: implicaciones legales y familiares


Piedad Estrada Arango y Lina Marcela Estrada Jaramillo...... 73

3
COMPRENSIONES SOBRE LA PAREJA CONTEMPORÁNEA
Y SU INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA
Orientaciones construccionistas para la práctica terapéutica
con parejas
Piedad Estrada Arango y María Eugenia Agudelo Bedoya........ 87

Parejas del mismo sexo: reflexiones terapéuticas para su


acompañamiento
María Victoria Builes Correa........................................................ 109

La pareja: un proyecto conversacional y de con-vivencia


en la modernidad líquida
Gloría María López Arboleda, Alexander Rodríguez
Bustamante, Germán Darío Herrera Saray................................. 129

HOMENAJE
Homenaje a María Eugenia Agudelo Bedoya (QEPD)................ 145

De los orígenes y la evolución de la red de programas


universitarios en familia. 1997-2010............................................ 149

ARTISTA INVITADO
Omar Biscotti................................................................................................... 157

NORMAS PARA LA PRESENTACIÓN DE ARTÍCULOS.............. 161

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Nota editorial

Las transformaciones sociales, económicas y culturales de las últimas dé-


cadas han significado continuos retos para el Trabajo Social y para las Ciencias
Sociales y Humanas. Ha sido necesaria una permanente reflexión sobre la na-
turaleza de los cambios experimentados por nuestras sociedades para desarro-
llar estrategias de comprensión y de transformación más oportunas en nuestros
tiempos.

Por décadas, las formas de vinculación erótico-afectiva y las formas de organi-


zación familiar construidas a través de la modernidad occidental han sido vistas
como naturales. Este número nos permite reflexionar acerca del carácter social
y cultural de la sexualidad y las relaciones afectivas y, por tanto, de las distintas
perspectivas para su comprensión e intervención. De tal manera, se recoge una
multiplicidad de miradas que, desde el Trabajo Social, el Derecho, la Psicología
y las Ciencias de la Salud, abordan interdisciplinariamente las trasformaciones
de las relaciones afectivas, sus conflictos y sus estrategias de intervención, espe-
cialmente a través de procesos terapeúticos.

En este contexto, la Revista de Trabajo Social de la Universidad de Antioquia,


en articulación con la Red de Programas Universitarios en Familia, proponen este
número titulado: “Transformaciones y tensiones en el vínculo afectivo contempo-
ráneo”, con la participación de la profesora Martha Cecilia Arroyave Gómez, del
Departamento de Trabajo Social de la Universidad de Antioquia, como coeditora
invitada. Este está compuesto por un texto invitado de apertura, un conjunto de
tres bloques temáticos, y un homenaje de cierre. El texto de apertura, del profesor
e investigador argentino Marcelo Ceberio, ofrece una mirada a las transforma-
ciones de los vínculos contemporáneos, sus tensiones y algunos caminos para su
comprensión.

El primer bloque que compone el número se titula: “Aproximaciones a las


tendencias erótico-afectivas contemporáneas” y procura una reflexión acerca de

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algunos signos de aquellos cambios experimentados en las relaciones de las so-
ciedades actuales. Este bloque se compone de dos artículos. El primero de ellos,
de Martha Cecilia Arroyave, plantea un acercamiento a los procesos de confi-
guración de los vínculos afectivos en adolescentes, teniendo como referente los
cambios culturales de las últimas décadas, marcados por importantes trans-
formaciones en las relaciones de género entre hombres y mujeres. El segundo,
de Isabel Cristina Bernal, recoge los hallazgos de una investigación cualitativa
que, a partir del interaccionismo simbólico y la hermenéutica, ofrece un análisis
sobre las parejas LAT (Living Apart Together).

El segundo bloque se compone de dos artículos y se denomina “Retos y posi-


bilidades en la relación de pareja”. En este realiza un análisis de dos experien-
cias de conflicto o tensión en las relaciones de pareja: la infidelidad y la separa-
ción. El primero de ellos, de Cristina María Giraldo, Miguel Hernández Garcés e
Isabel Cristina Posada, describe un conjunto de reflexiones construidas a través
de la terapia con parejas, que vincula a los mandatos culturales, la experiencia
del dolor y la responsabilización para postular al proceso terapéutico, como una
posibilidad de resignificación en estos casos. El segundo de ellos, de Piedad Es-
trada y Lina Marcela Estrada, analiza las implicaciones legales y familiares de
los procesos de separación o divorcio, a partir de un análisis documental, plan-
teando la necesidad de articular el proceso terapéutico con el jurídico para los
procesos de concertación y diálogo en las separaciones.

El tercer bloque está compuesto por tres artículos y se titula: “Comprensio-


nes sobre la pareja contemporánea y su intervención terapéutica”. El primer
texto, de Piedad Estrada y María Eugenia Agudelo (QEPD), propone un análisis
del contraste entre las concepciones modernas y postmodernas de la pareja y,
desde el construccionismo social, reflexiona en torno a categorías centrales del
proceso terapéutico tales como el Yo, el lenguaje, la conversación o la narración.
El segundo de ellos, de María Victoria Builes, propone elementos para la clínica
con parejas del mismo sexo, a partir de los motivos de consulta y los aspectos
fundamentales contemplados para su acompañamiento. Y el tercero, de Gloria
María López Arboleda, Alexander Rodríguez Bustamante y German Darío He-
rrera, ofrece un análisis sobre las contingencias de los vínculos de pareja hoy,
tomando como punto de partida una perspectiva baumaniana, para señalar al-
gunos retos en las configuraciones de las parejas contemporáneas.

Finalmente, el presente número hace un homenaje a la profesora María Eu-


genia Agudelo Bedoya, Trabajadora Social, Especialista en Familia y Magíster

6
en Terapia Familiar de la Universidad Pontificia Bolivariana, por sus importan-
tes aportes en la consolidación de este campo de estudios en el país, como lo fue
su papel en la consolidación de distintos abordajes de la familia o de los procesos
de intervención. Para terminar, un texto que, a modo de memoria, recoge la
trayectoria de la Red de Programas Universitarios en Familia.

Que este número permita multiplicar los diálogos y reflexiones acerca del
carácter sociocultural y político de las relaciones humanas y de los vínculos eró-
ticos y afectivos para la generación de nuevas formas de relacionamiento entre
las personas.

Pablo Bedoya Molina


Editor
Revista de Trabajo Social
Facultad de Ciencias Sociales y Humanas
Universidad de Antioquia, UdeA

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APERTURA DEL DOSSIER
Omar Biscotti. Los amantes Versión II
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018, pp. 11-23

Transformaciones y tensiones en el vínculo


erótico-afectivo contemporáneo
Algunas reflexiones para su comprensión
e intervención

Prólogo
Marcelo Ceberio

Q ué interesante y qué riqueza nos proporciona un texto cuyo contenido ha-


bla de la génesis de los lazos humanos, como de hecho es la pareja. Y más tentador
se presenta cuando se tiene el honor de realizar un prólogo. Un prólogo que obli-
gue placenteramente a la lectura del mismo, que invita a saborearlo y que detona
ideas, emociones y reflexiones. Porque un libro, lejos de cerrar el conocimiento, lo
abre. Lo abre a otros conocimientos, a sensaciones nuevas, a imágenes. Y esta es
la cresta creativa que salpica multiplicidad de temas y de áreas. Aquí van, enton-
ces, mis reflexiones provocadas por este texto tan rico en descripciones y análisis.

Todos somos Sapiens


Somos seres sociales, no cabe la menor duda. Los diferentes homínidos hasta
llegar a los Neandertales que enterraban a sus muertos y los Sapiens que reali-
zaban pinturas en las paredes de las cuevas, todos tenían un factor común: no
estaban solos. Los hombres —los cazadores— salían al alba a cazar animales
para proporcionar alimentos para su clan, mientras que las hembras cuidaban
su progenie, recogían frutas y granos en las proximidades. Todos procuraban el
cuidado y la alimentación de todos.

El viento arrastraba las semillas, y los restos de comida abonaban la tierra,


y tal fertilización generó sembradíos que llevó a que el hombre sistematizara el
cultivar; y la agricultura, entre otras cosas, lo afianza a lugares, lo desgregariza,

Aprobado: 10 de octubre de 2019

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Transformaciones y tensiones en el vínculo... / Prólogo. Marcelo Ceberio

lo saca de sus hábitos nómades y gregarios para afincarlo y crear pequeñas co-
munidades. De la misma manera que ya no se alimenta solo de lo que le brinda
la diosa naturaleza, sino que lo fuerza a través del cultivo, también abandona
los hábitats naturales de las cavernas y construye sus chozas y casas, creando
poblados incipientes, teniendo un entorno de vecinos, y así todo el grupo huma-
no inicia una identidad determinada por el lugar donde viven.

La agricultura va de la mano de la ganadería; la crianza de animales lo lle-


va a terminar de afianzarse al terruño. Ya no necesita salir de caza porque su
alimento es autogenerado por la crianza de animales. Cuanto más se instala en
un lugar, mayor es la socialización, las conversaciones entre familiares y veci-
nos, el compartir la comida, el celebrar, el cariño entrañable, las expresiones de
reconocimiento. Aunque estas pequeñas comunidades tienen su contrapartida:
también surgen otros juegos relacionales teñidos por sentimientos de rivalidad,
competencia, secretos, ocultamientos, envidia, descalificación, emociones y sen-
timientos que detonan cuando el hombre se encuentra en grupos y arma tríadas
que generan coaliciones y alianzas, donde dos se unen contra un tercero.

Esta condición de ser social, que excede el marco del nacimiento de la so-
ciocultura, muestra a un humano con necesidades de contacto, de relación. La
familia surge como una organización afectiva con lazo de sangre. La familia se
yergue como una fuente inagotable de creencias, difusión de valores, instaura-
ción de pautas, el legado de la historia de los ancestros. Pero fundamentalmen-
te, la familia es un emporio afectivo, una matriz de amor, donde aparece el amor
más incondicional que es el de los padres hacia los hijos, en convivencia con el
amor conyugal (Rodríguez Ceberio, 2017).

Pero la génesis de la estructura familiar es la pareja. Dos personas se en-


cuentran, y si surge el sentimiento amoroso, es cuando el proyecto se mancomu-
na en un solo objetivo: la constitución de una pareja madura que sienta las bases
para la construcción de una familia. La pareja puede definirse como un sistema
relacional que va más allá de los componentes individuales (Linares y Campos,
2007); de ninguna manera puede concebirse como la suma de dos personas: es mu-
cho más que eso, si la entendemos como un sistema con componentes que interac-
cionan, que intercambian no solo palabras sino ideas, pensamientos, emociones,
sentimientos, ideologías, gustos, y que están dispuestos tácita o explícitamente a
negociar en pos de una unidad, la unidad del sistema pareja.

La pareja es un sistema autogobernado por reglas que se desarrollan, evo-


lucionan y se instauran a través del tiempo por medio de ensayos y errores

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

(Piaget, 1937). Pero para su crecimiento, la pareja pasa por acomodaciones y


reformulaciones a partir de ciertas situaciones que la ponen en crisis que son las
verdaderas protagonistas del cambio. Las crisis no son ni más ni menos que una
situación de cambio (Rodríguez Ceberio, en Kerman. 2015). Toda pareja pasa
por situaciones críticas que la vulnerabilizan y la desestructuran, y la obligan
a restituir el equilibrio perdido: una mudanza, una muerte, un cambio laboral,
enfermedades graves, nacimientos, viajes, etc., son algunas de las situaciones
que rompen con la estabilidad. Pero de esas inestabilidades surge el cambio,
como en el estiércol de las vacas que en su degradación pueden nacer hermosas
flores silvestres.

Estos cambios, ocasionados por los problemas que se presentan y que originan
la crisis, crean un estado de máxima tensión poblado de emociones y sentimientos
que a veces no es fácil superarlos. Si bien las crisis son bienvenidas, la dureza
emocional que la circunda, duele, tanto que la pareja puede sucumbir a la crisis y
disolverse, pero, si logra superarla se fortalecerá notablemente. Aunque estos son
cambios evolutivos y, como tales, esperables, también pueden aparecer situaciones
críticas imprevisibles, como muertes tempranas, enfermedades terminales o incu-
rables en la juventud, accidentes de gravedad, por ejemplo. Estos eventos inciden
en el funcionamiento de la pareja, desarrollando un proceso de adaptación que
lleva, por un lado, a transformar reglas capaces de constituir cohesión entre sus
integrantes y, por otro, un crecimiento psicológico de cada uno de ellos.

La pareja como todo sistema está sostenido por reglas inherentes y particula-
res a cada pareja en sí misma. Estas reglas se constituyen en código a través del
tiempo, por las sucesivas interacciones, y son en general reglas tácitas, espontá-
neas, que devienen de la ecuación de las pautas, normas, valores, costumbres,
hábitos, ideologías, etc. de las familias de origen de cada uno de los integrantes de
la relación. Dicho de otra manera, una pareja no está compuesta por una realidad
simple: los miembros de una pareja (que comienzan a conformar una familia), son
representantes de un código determinado por las familias de origen de cada uno
de los integrantes.

Por lo tanto, en una pareja existen dos personas reales y múltiples fantasmas.
En la interacción que desarrollan, los códigos pasados se intercambian, se pactan
acuerdos y desacuerdos que concretizan un código actual, recreando las normas
que fundamentarán el sostén del sistema y desarrollarán el futuro del mismo.

El equilibrio de una pareja es llamado por la mayoría de los autores sistémi-


cos como una danza. Sí, una danza que está fundamentada por dos funciones

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Transformaciones y tensiones en el vínculo... / Prólogo. Marcelo Ceberio

aparentemente contradictorias: la tendencia a la estabilidad y la capacidad de


transformación que caracterizan a todo sistema vivo. Esta dinámica posibilita
mantener siempre un equilibrio que permita la creatividad para resolver las cri-
sis, que llevará a evolucionar el sistema y acomodarse a los cambios y por ende
a crecer (y estas son condiciones inherentes a la vida misma).

En las parejas cuyos cambios son advertidos como amenazantes, o que viven
las crisis como una catástrofe que las destruirá, tienden a replegarse, se petrifican
y se vuelven extremadamente rígidas. Repelen cualquier experiencia nueva y son
sistemas devotos a decir: más vale malo conocido que bueno por conocer. Son pa-
rejas que anulan experiencias e informaciones nuevas. Estas parejas no crecen al
repeler experiencias nuevas, más bien se empobrecen.

Pero cabe aclarar que la flexibilidad o rigidez de un sistema, en este caso una
pareja, no son características intrínsecas a su estructura, sino que aparecen
ligadas a momentos (Rodríguez Ceberio, 2015; Selvini Palassoli,1989), a un di-
namismo y a las variaciones de estado en un contexto y en un tiempo definidos:
una pareja puede reaccionar de manera rígida en un ambiente y en una situa-
ción, para reaccionar plásticamente en otra circunstancia. Puede tolerar una
desorganización del sistema producida por una perturbación de una situación
de crisis temporánea en vista de una nueva estabilidad.

Muchos siglos, un modelo de pareja


Estas modificaciones evolutivas son isomórficas en los diversos períodos de
la historia de la humanidad: muestran a la pareja y familia del hombre primiti-
vo, al de la Antigua Roma, al del medioevo, al de la década de los sesenta, al de la
posmodernidad. Distan poco en estructura y en rutina. Como un plan prefijado
por la biología y la sociocultura, inexorablemente caemos en un modelo similar
de pareja y familia.

La actualidad es una época de cambio de paradigma en donde son cuestiona-


das las ideologías, las reglas sociales y familiares, las creencias, como también
la forma de organización en la vida humana. Los criterios de verdad, de objeti-
vidad, racionalidad, y de realidad son cuestionados en esta posmodernidad (Ro-
dríguez Ceberio y Watzlawick, 2003; Rodríguez Ceberio y Celis, 2015; Gergen
y Gergen, 2004), que después de haber pisado suelo firme hace 50 años, bajo el
paradigma lineal positivista, ha traído aparejada la inestabilidad y la inseguri-
dad afectiva, y con ello ha sacudido las estructuras de pareja y familia.

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

La posmodernidad no solo llevó a un cambio teórico sino a modificaciones


en formulismos pragmáticos, y esto acarreó diferentes impactos sobre la es-
tructura de la familia y de la pareja. Pensar en la familia o reflexionar acerca de
la pareja, implica preguntarnos cuál será el rumbo de estas estructuras o cuál
será el futuro de ambas instituciones, hacia dónde vamos y cuál es el modelo a
construir que tenemos, cuáles son los caminos y múltiples vías para llegar a un
modelo postmoderno de la pareja.

Los patrones de la constitución de la pareja son un gerundio (ando, endo)


que implica que las conformaciones de las parejas y las familias están en per-
manente movimiento. La pareja humana es un entrelazado de culturas, pero
también de genes; por ende, es un complejo biológico y social. Y es desde ese
entrecruzamiento que logramos conformar una familia, con rasgos biotípicos y
sociotípicos, en el marco de un contexto que alienta a la producción de formas
y estilos relacionales, de características de personalidad.

Un factor importante en la constitución de parejas y familias, fue la revo-


lución industrial. Las familias pasaron del ámbito rural a las grandes concen-
traciones urbanas, y esto implica un cambio de hábitos y de costumbres que
afectará definitivamente toda su estructura. Se pasa de un localismo, es decir,
una pareja y una familia centralizada en su lugar de origen, a un dinamismo que
a veces se funde con la disgregación familiar. Se pasa de una aglutinación a una
familia expansiva, hijos que se van a vivir a otros países, la pareja que emigra,
trabajo en otros lugares, lejos del lugar de origen.

En el marco de los últimos 50 años, el concepto de pareja se ha modificado


notablemente. La existencia del divorcio ha generado dos y tres vueltas en el
amor de pareja y ha generado nuevos tipos de familias. Hay nuevos modelos
de parejas y familias con diversas características: matrimonios con diferentes
cuartos, con diferentes casas, restricciones en la cantidad de hijos, inclusive la
biotecnología al servicio de la reproducción le ha posibilitado a las personas sol-
teras tener hijos sin que sea necesario consolidarse en pareja para la reproduc-
ción. Todos estos factores, sumados a los matrimonios gais y lésbicos, muestran
considerables cambios de estructura, y seguramente vamos a por más: ¿qué
diremos de la pareja dentro de los próximos 50 años?

También la sexualidad es un punto clave en la estructura de la pareja. La


fractura del sexo por la reproducción y la realización del sexo por placer con
métodos de anticoncepción muestra una sexualidad no ligada al embarazo (Ta-
pia Villanueva, 2007). Esto, inevitablemente conlleva a modificaciones en la

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Transformaciones y tensiones en el vínculo... / Prólogo. Marcelo Ceberio

concepción filosófica de la pareja. Alguien desea casarse y ser feliz, pero no solo
por la posibilidad de reproducirse y crear una familia, sino también para amar
y tener una buena sexualidad, con lo cual el deseo amoroso y el sexo por el sexo
mismo cobra una vigencia de alto estatus en las relaciones de pareja.

Una pareja que perdura por años acumula recuerdos. Nuestro cerebro alma-
cena gran cantidad de información y también selecciona de la experiencia lo que
va a recordar, y ese es el material alojado en la memoria (nuestro hipocampo,
que hace que asociemos y le otorguemos sentido a las diferentes alternativas
de la situación). Siempre tendemos a recordar lo positivo y a segmentarlo de lo
negativo, tal cual dice el dicho popular: Todo tiempo pasado fue mejor.

En el transcurso de su vida, el ser humano vive diferentes experiencias, la


caza para alimentarse, el trabajo para mantenerse y organizarse y la necesi-
dad de emparejamiento para reproducirse. La convivencia entre el hombre y la
mujer es un proceso complejo que precisa paciencia, generosidad, tolerancia y
capacidad de adaptación. El amor es la satisfacción de muchas fantasías, pero la
convivencia implica trabajo, soportarse el uno al otro tratando de conjugar dos
personalidades distintas a fin de convivir y procrear juntos. A menudo la dife-
rencia surge en la forma de dirigir la crianza y educación de los hijos, a partir de
los cuales la convivencia deja de ser cosa de dos (Acarin Tusell, 2006).

Pasan los años y llega la madurez: las cargas domésticas, los problemas la-
borales y la modalidad de la crianza de los hijos introducen elementos de se-
paración entre los miembros de la pareja. La rutina y el cansancio enfrían la
fogosidad sexual de los primeros tiempos distanciando los encuentros sexuales;
además, el vigor de los años juveniles decae y muchas otras cosas ocupan los
pensamientos, de forma que progresivamente, casi sin percatarse de ello, dismi-
nuye la apetencia por la pareja (Acarín Tusell, 2006).

Cuando estos cambios coinciden en ambos miembros de la pareja alrede-


dor de la menopausia de la mujer, es imposible encontrar otros motivos para
proseguir la convivencia, ya sea por intereses familiares, culturales, sociales y
económicos, o incluso por la pereza de afrontar las dificultades que implican las
modificaciones en un tipo de relación que lleva ya años y hábitos compartidos.
Son muchas las parejas que viven compartiendo una sexualidad escasa y sin
vinculación a las demás actividades de cada uno. La vida en pareja precisa com-
partir muchas actividades, además de la práctica del sexo.

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

Algunas parejas se resignan y prosiguen en una vida aburrida en lo que res-


pecta a lo conyugal, y se refugian en salidas con los nietos y con otra pareja, ac-
tivando de esta manera la vida social, pero a costa de una conyugalidad paupé-
rrima. Otras optan por separarse, pero la separación es un recurso que se vuelve
sucedáneo al no establecer un recontrato marital. En general, a las parejas que
llevan muchos años juntos, una vez al año pueden sentarse a discutir y repensar
la pareja: ella no es la que era y él no es quien era o creyó ser. Hoy, después de
años, no es la misma elección y hay que actualizarla.

Si la pareja ha decidido separarse, debe conocer que los procesos de sepa-


ración son un fenómeno complejo en donde se desarrollan diferentes compli-
caciones relacionales, como alianzas, coaliciones, agresiones, y se depositan en
diferentes especulaciones cuyo blanco principal son los hijos. Las parejas acu-
mulan diferentes resabios relacionales problemáticos que estallan en la postse-
paración, dificultando acuerdos.

Pero a pesar de llegar a la antesala de la separación o el divorcio, tengamos


en cuenta que aproximadamente el 80% de los separados, tanto hombres como
mujeres, se vuelven a casar, y el 60% de estos nuevos matrimonios incluyen un
hijo viviendo con uno de los cónyuges (Roizblatt, 2004). Estos porcentajes seña-
lan que, de alguna manera, los residuos del pasado, muchos de ellos traumáti-
cos, no desalientan a volver a intentar una vida en pareja. Y esto también hace
pensar que el amor triunfa sobre el desamor o sobre el no amor.

Hay cambio de paradigma (¿?)


En síntesis, hay una serie de conceptos que muestran un cambio de paradig-
ma el cual se hace necesario concienciar, más aún para los terapeutas que tra-
bajan con parejas y con pacientes individuales que tienen problemas de pareja.
Concienciar en pos de actuar con flexibilidad y no quedarse parapetado en los
patrones personales de la propia concepción de pareja. Algunas de estas transi-
ciones son descriptas a continuación:

• De la Vulnerabilidad al empoderamiento: el impacto amoroso hace blanco y vulnera


a cada integrante, lo vuelve dependiente; más aún en el primer período Romeico, pla-
gado de idealización y romanticismo poco terrenal. Pero la superación de estas etapas
empodera a sus integrantes, los hace fuertes y en gran parte esta fuerza se debe al amor
maduro y a conocer al otro y al autoconocimiento.

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Transformaciones y tensiones en el vínculo... / Prólogo. Marcelo Ceberio

• De la proyección al futuro a vivir el presente: muchas parejas descuidan el tiempo


presente por proyectarse al futuro como salvoconducto para la seguridad del vínculo.
Pero por pensar en potencial (voy a…), descuidan el presente que inmediatamente se
convierte en pasado y, como el futuro se convierte en presente y súbitamente en pasado
y el futuro depende de la historia de la pareja, si pensamos recurrentemente en el futuro
para asegurarnos la relación, el presente no se conciencia plenamente; por lo tanto,
se corre el riesgo de crear una historia disfuncional de la relación y por ende dañar el
futuro de la relación. El uso correcto de los tres tiempos implica cuidar el presente que,
si bien es efímero, es el epicentro del pasado de la pareja y del mismo futuro.

• De la creencia de incondicionalidad amorosa a una relación de condicionalidad: el


creer que el amor de pareja es incondicional es una utopía. Un amor conyugal está
asociado a múltiples condiciones amorosas, financieras, ideológicas, etc. En cambio,
el único amor incondicional es el de los padres y madres hacia los hijos. Para concretar
esta afirmación el equipo de lincs (Laboratorio de Investigación en Neurociencias y
Ciencias sociales) desarrolló una investigación en donde se exponía a los participantes
a un dilema: En la sala de espera de un quirófano se encuentra tu hijo, y si no se le
dona el corazón en dos horas, se muere... ¿Se lo donarías o no? En la segunda con-
signa es igual, solo que en el quirófano se encuentra el cónyuge. Los porcentajes que
arrojaron fueron que en la primera consigna casi un 93% de ambos padres donaba el
corazón, mientras que en la segunda el 68% de los hombres le donaba el corazón a su
mujer, y el 38% de las mujeres le donaban el corazón a su esposo.

• De vivir bajo el mismo techo a habitaciones diferentes o cama afuera: tam-


bién se observan diferentes modelos de relación de pareja que implican no
convivir cuando las condiciones económicas están dadas para tener y soste-
ner dos casas. Son relaciones libres en donde uno no invade al otro, es una
relación de igual a igual que no invade la intimidad del otro. También hay
modelos de pareja con diferentes cuartos bajo el mismo techo.

• De una concepción moral de la fidelidad a una infidelidad sintomática: en


los nuevos modelos de pareja hay una revisión de los parámetros que indican
qué es serle fiel al otro. Hasta los inicios de los años 60 aproximadamente,
la concepción de la fidelidad tenía una connotación moral —el no se debe—
más cercano a una prohibición moral y con una neta permisividad hacia el
hombre que se encontraba tácitamente y en algunos casos explícitamente
habilitado a salir con otras mujeres. Signado por una disociación entre sexo y
amor, esta habilitación permitía conservar a la señora, y el resto de placeres

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

lujuriosos eran destinados a las amantes. Hoy la infidelidad no se acerca a


una pauta moral sino a una ruptura de un pacto amoroso.

• De la pareja hetero-tradicional a la pareja homosexual: siempre fue inconce-


bible pensar en una pareja que no fuese hombre-mujer. Las concepciones de
la pareja tradicional se contraponían con las versiones de elegir como pareja
una persona del mismo sexo. Nuevamente una concepción moral de la sexua-
lidad, entendiendo como patología la homosexualidad. Hoy existen parejas
abiertamente homosexuales, y en algunos países han reglamentado por ley
matrimonios del mismo sexo.

• De la monogamia al poliamor: la estructura de la pareja se consolida de


manera monogámica, es decir, conformada por dos personas. A partir de la
década del 60 se desarrolla un modelo alternativo al clásico: el poliamor,
que significa tener más de una relación íntima amorosa y sexual pero no
esporádica sino duradera. Estas relaciones no son ocultas, sino que son con-
sentidas por los integrantes de la relación. Muchas parejas inician la relación
de manera monógama para después de años repactar el convenio vincular:
ambos deciden tener relaciones amorosas consensuadas por ambos pero que
no involucre una condición amorosa. Esto es una forma que puede adoptar
una pareja en pos de renovarse sexualmente, por ejemplo, pero no puede
considerarse una forma poliamorosa. La característica definitiva más am-
pliamente aceptada es su énfasis en la ética, honestidad y transparencia con
todos los involucrados. Siendo el término poliamor usado de forma general
para describir varias formas de relaciones múltiples, ya que las prácticas
poliamorosas son diversas, reflejando las elecciones y filosofías de los indivi-
duos involucrados.

• De la parentalidad clásica a la monoparentalidad: el convertirse en padres


siempre es un momento crítico en la vida de la pareja. Pero siempre fue un
acto estipulado de a dos, un padre y una madre de cara a la crianza de un
hijo. El ejercicio de la función tanto materna como paterna ha dejado la ex-
clusividad de ser un proceso de a dos. En su mayoría, mujeres que desean ser
madres, buscan un banco de esperma o la adopción como una forma de no
renunciar al deseo de ser mamá. Estos modelos monoparentales han creado
nuevos modelos familiares; queda por evaluar cuáles son los resultados de
la ruptura en los modelos tradicionales de crianza en donde participan una
figura masculina y una femenina.

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Transformaciones y tensiones en el vínculo... / Prólogo. Marcelo Ceberio

• De “hasta la muerte nos separe” a que nos separe la vida: la longevidad es


producto de los avances de la tecnología médica aplicada a los tomógrafos
y resonadores, y de la ciencia aplicada al desarrollo de medicamentos. En
parejas que se han conocido muy jóvenes y dada la cantidad de años que les
queda por vivir, terminan en parejas que llevan 50 años de matrimonio, y
en ocasiones se hace difícil sostener semejante cantidad de años. Por ende,
es más factible que los separe la vida larga, que los embates de la muer-
te. Una pareja longeva debe recontratar puesto que los ciclos evolutivos, el
crecimiento mismo y la experiencia de vida modifican apetencias, valores,
creencias y básicamente lo que se necesita del otro. Se debe observar si eso
que requerimos del otro, que a veces se traduce en exigencia, es viable; si el
cónyuge tiene las posibilidades de llenar esas expectativas de relación.

• De las parejas originales a las parejas ensambladas: además de la conforma-


ción de parejas cuyas dos personas se encuentren libres de uniones anteriores,
por ejemplo, se hallan parejas que poseen en su haber matrimonios anteriores
que conllevan hijos. Estos ensamblados dan lugar a mapas que simbolizan
a los tuyos, los míos y los nuestros, verdaderas estructuras complejas y a ve-
ces difíciles de seguir. Estas dificultades se expresan mediante diversos juegos
triangulares (alianzas, coaliciones) donde no se determinan claramente las
autoridades, y los hijos penetran en esas fracturas. Él es el marido de mamá:
¿posee o se le otorga la autoridad suficiente para ponerle límites al hijo de su
pareja? Ella puede reñirle al hijo de él, pero la última vez este hijo la enfrentó
remarcándole que ella no es la mamá para ordenarle. Estas estructuras llegan
a complicarse y obligan a la pareja a ser extremadamente clara en las reglas
del sistema familiar.

• De la dependencia a la interdependencia: las antiguas parejas, hasta la dé-


cada de los años 50 (Rodríguez Ceberio, 2013), eran entendidas como una
relación de mayor dependencia e inclusive sumisión femenina al vínculo con
el hombre. El hecho de estar casado implica una codependencia con pocos es-
pacios individuales. Por ejemplo, las relaciones de amistad se conciben como
amistades de la pareja y no en espacios individuales. La pareja como una
relación de interdependencia (Rodríguez Ceberio, 2013; Rodríguez Ceberio,
2017) implica un espacio compartido (el espacio de los cónyuges) donde exis-
ten salidas, sexo, conversaciones, mismas áreas de interés, etc., y un espacio
individual en el que ambos conservan actividades particulares que no invo-
lucran a la pareja (salidas con amigos, hobbies, espacios profesionales, etc.).

20
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

• Del verticalismo relacional a favor del hombre a la horizontalidad del vínculo:


los vínculos de pareja siempre fueron estructurados en una pirámide jerár-
quica que privilegiaba al hombre. Este tipo de relación no hacía más que
reproducir en el seno de la pareja lo que aparecía como dinámica social de
las funciones hombre-mujer. Esta actitud sumisa femenina convertía a la
mujer en ama de casa, por lo cual no solo debía dedicarse a los quehaceres
domésticos sino también absorberse en el cuidado de los hijos. Pero social-
mente estas actividades no son consideradas trabajo. En la actualidad, la
mujer ha salido de su casa y ha comenzado a ocupar lugares profesionales,
laborales y sociales, horizontalizándose en el vínculo con el hombre. Las ac-
tividades hogareñas son redistribuidas más equitativamente, con hombres
más empeñados en la tareas del hogar, desde las compras hasta lo que se
llamó años atrás la generación de nuevos padres: padres que bañan al bebé,
lo cambian, juegan, ayudan en los quehaceres hogareños, etc.; actividades
inconcebibles en las generaciones anteriores. No obstante, el cambio está
en transición. No son pocas las mujeres que continúan en las tareas domés-
ticas y hacen también su trabajo fuera de casa, con lo cual la mujer se halla
trabajando el doble.

• De la terapia conyugal a la terapia postconyugal: la terapia de pareja, tan di-


fundida como uno de los recursos para la superación de problemas, en general
se desarrolla con la pareja conyugal (convivientes en crisis), aunque también
puede desenvolverse como una terapia de pareja de padres separados a raíz
de la consulta por síntomas de un hijo; entonces el terapeuta cita a ambos
excónyuges. Pero, ¿cómo categorizar una terapia donde los padres de un niño
están separados y comienzan a litigar en la sesión mostrando los vicios dis-
funcionales que los llevaron a separarse? El concepto de terapia postconyugal
(Rodríguez Ceberio, 2017) es una tercera categoría que surge, en la que la
asistencia de parejas no puede incluirse ni en una terapia conyugal ni en una
terapia parental.

Continuamos siendo Sapiens. Es importante y radical entender el vínculo de


pareja como un modelo relacional nutricio y amoroso. Tal como definimos al ini-
cio, somos seres relacionales y como tales necesitamos de las manifestaciones de
amor tanto verbales como físicas. Actitudes aparentemente simples se pierden
en la rutina de la relación. Pequeños movimientos de relojería, pequeños pero
que en las interacciones inician nuevos desarrollos interaccionales, cognitivos y
amorosos, generando nuevos significados en la relación y reactivando el amor de
la pareja. Tal vez no el mismo amor, posiblemente cualitativamente diferente,

21
Transformaciones y tensiones en el vínculo... / Prólogo. Marcelo Ceberio

puesto que la experiencia y los diversos ciclos evolutivos demarcan construccio-


nes de sentido diferentes.

Una actitud tan simple pero tan amorosamente vital, como las caricias, son
esenciales en el vínculo amoroso, y en las parejas de larga data se pierden. Las
caricias no solo son físicas. Los seres humanos necesitamos para la superviven-
cia el reconocimiento del otro, la mirada, el gesto, la palabra, el abrazo, la son-
risa, la mano en el hombro. También es una caricia el escuchar al partenaire, la
mirada profunda, el silencio, el consejo y la guía, la palabra de apoyo.

Estas necesidades de afecto se traducen en pedido y en algunos casos en deman-


da. Entonces encontramos a los cónyuges transformados en buscador/buscado,
alternativamente. Pero no son pocas las oportunidades donde estas necesidades
afectivas se traducen en síntomas, de cara a descalificaciones o desconfirmacio-
nes, y es entonces donde un partenaire desencadena una conducta que rompe
pactos amorosos y usa esa acción como una forma de ser visualizado, aunque
negativamente (Prefiero que me insultes a que me ignores; prefiero que se enojen, o me
reprendan, antes que no existir).

Transformar el competir en compartir, desarrollando interacciones que asocien, implica


acercarnos a la noción de complicidad y entender sistémicamente que las conductas del otro
me llevan a la autopregunta: ¿qué estoy haciendo yo para generar esto en ella? Por lo tanto,
es importante que le demos al otro una valoración, nutrición afectiva en pos de mejorar la
relación y obtener respuestas rentablemente afectivas del otro hacia nosotros mismos.

Colocarnos en una posición positiva y darnos valor a nosotros mismos como una forma
de brindarle lo mejor al otro. No solo debemos darle amor de diferentes formas a nuestros
hijos y nuestra pareja, sino que debemos darnos amor a nosotros para mejorar nuestra
calidad de padres y ser mejores cónyuges.

Estas reflexiones son catapultadas por un texto como el presente, que ahonda y analiza
la pareja humana desde multiplicidades de aristas. Explora las nuevas conformaciones de
parejas que confrontan el ideario tradicional; entonces saltan a la palestra monogamias,
celos, fidelidad, poliamor, parejas del mismo sexo, entre otras; pero además de describir,
proporciona herramientas para el trabajo clínico. Todas, prolijamente descriptas y analiza-
das en profundidad. La obra da un pantallazo útil sobre los aspectos legales de la separa-
ción de la pareja; este es un artículo que les permite a los terapeutas tener un panorama de
intervención legal y poder decidir cuándo trabajar en equipo.

La fidelidad está muy bien tratada, como un juego de dos. Una construcción inte-
raccional tramitada en la intervención terapéutica. Además, se encuentran algunos textos

22
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

que, si bien hablan de trabajo clínico con parejas, destacan una orientación teórica sesuda
y organizada, en este caso desde una óptica socioconstruccionista. Uno puede estar más
o menos de acuerdo, pero no se puede negar la erudición, como en el artículo de cierre,
donde se describe la evolución de conceptos involucrados con la pareja desde una versión
sociohistórica, política y económica.

Todos los artículos que componen este dossier se hallan enmarcados por el contexto
social, destacan análisis, definiciones y descripciones. Y el lector debe saber que no es sen-
cillo hacer una compilación y asociar en capítulos a autores y temáticas tan diversas. Por
tales razones, se convierte en un recurso valioso para el profesional que busca mejorar su
calidad de atención y para el público intelectual, para incrementar el conocimiento dentro
de un área tan relevante y vigente como es la temática de la pareja.

Felicito a la Red de Programas Universitarios en Familia de Antioquia por semejante


esfuerzo en el diseño de esta obra, agradeciéndole por el generoso aporte de conocimiento
para la sociedad. Sin duda dejará huella en los lectores.

Referencias Bibliográficas
Acarin Tusell, N. (2006). El cerebro del rey. Barcelona: Del nuevo Extremo.
Gergen K. y M. Gergen. (2004). Reflexiones sobre la construcción social. Barcelona: Paidós.
Linares J. L. y C. Campos. (2007). Sobrevivir a la pareja. España: Planeta.
Piaget, J. (1937). La construction du rèel chez l’enfant. Neucâtel. Delachaux y Niestlé. Versión
cast. (1989). La construcción de lo real en el niño. Barcelona: Crítica.
Rodríguez Ceberio, M. (2013). El cielo puede esperar. La cuarta edad. Ser anciano en el siglo XXI.
España: Morata.
Rodríguez Ceberio, M. (2015). Terapia Sistémica. En Bernardo Kerman: Nuevas ciencias de la
conducta (pp. 497-544). Buenos Aires: UFLO.
Rodríguez Ceberio, M. (2017). Los juegos del mal amor. El amor, la comunicación y las interaccio-
nes que destruyen parejas. Buenos Aires: Ediciones B.
Rodríguez Ceberio M. y P. Watzlawick. (2003). La construcción del universo. Barcelona: Herder.
Rodríguez Ceberio, M. y R. Celis. (2015). Constructivismo y construccionismo en psicoterapia.
Colombia: El Manual Moderno.
Roizblatt, Arturo. (2004). Cómo enfrentar la separación. Santiago de Chile: Grijalbo.
Selvini Palazzoli, Mara. (1989). Paradosso e Contraparadosso [1975]. Milán: Feltrinelli.
Tapia Villanueva, Luis. (2007). Terapia de pareja y sexualidad. Entre el cuidado y el deseo. En
L. Eguiluz (comp.). Entendiendo a la pareja (pp. 109-141). Ciudad de México: Pax México.

23
Omar Biscotti. Déjame tranquila

APROXIMACIONES A LAS TENDENCIAS


ERÓTICO-AFECTIVAS CONTEMPORÁNEAS
Construcción del vínculo de pareja en la adolescencia
Resumen

La adolescencia representa una etapa de transición donde se establecen patrones relacionales que
pueden incidir en la vida adulta. Dados los profundos cambios que ocurren a nivel físico, mental y
emocional, se suele ver al adolescente como un actor en crisis, por lo que el abordaje de las diversas si-
tuaciones que atraviesan este periodo puede darse bajo parámetros de conflicto. Aquí se busca ampliar
esta mirada, para lo cual se realiza un acercamiento a los procesos que se dan en la configuración de
los vínculos afectivos, y en los factores que intervienen en la construcción de las relaciones amorosas,
teniendo en cuenta los cambios culturales que se han venido presentando, donde los roles estableci-
dos para hombres y mujeres paulatinamente han ido cambiando y reconfigurando las relaciones de
pareja. La reflexión presentada se fundamenta en la revisión documental de investigaciones y textos
especializados.

Palabras clave: Adolescencia, vínculo, identidad, pareja.

Construction of couple’s relationship during the teenage years


Summary

Adolescence represents a transition stage in which the relational patterns that may have an influ-
ence in adult life are stablished. Given the profound changes that happen in a physical, mental, and
emotional level, it is usual to see the adolescent as an actor in crisis, and this is why the approach to the
diverse situations that go through this period of life, can be done under the parameters of conflict. In
here, it is sought to amplify this perspective, for what a close up to the existing processes in the configu-
ration of affective bonds is being done, and also are being observed the elements that intervene in the
construction of loving relationships, considering the cultural changes in the stablished roles for women
and men and how they have changed and reshaped couple’s relationships. The presented reflection it
is based in documental revision of investigations and specialized texts.

Keywords:: Adolescence, bond, identity, couple.

Martha Cecilia Arroyave Gómez. Grupo de Investigación en Intervención Social, Departamento de Trabajo Social,
Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Universidad de Antioquia, UdeA, Calle 70 N.° 52-21, Medellín, Colombia. Co-
rreo: martha.arroyave@udea.edu.co. Trabajadora social, especialista en Trabajo Social Familiar y magíster en Terapia
Familiar.
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018, pp. 27-37

Construcción del vínculo de pareja


en la adolescencia

Martha Cecilia Arroyave Gómez

Adolescencia e identidad
L a adolescencia como uno de los campos de estudio de la psicología evoluti-
va se ha definido como un proceso de transición entre la infancia y la edad adul-
ta; el concepto de transición hace referencia al período de cambio, crecimiento y
desequilibrio, donde se consolidan y afianzan muchos de los procesos biológicos,
sociales y psíquicos iniciados en la niñez: de la inmadurez física, psicológica,
social y sexual de la infancia, a la madurez de la vida adulta en estas mismas
dimensiones del desarrollo (Vargas y Barrera, 2002). Aquí se estructuran, de
manera más clara, pensamientos, actitudes y comportamientos que le permiten
al adolescente elaborar la propia realidad, y asumir mayores compromisos y
responsabilidades.

Para la Organización Panamericana de la Salud (2010), la adolescencia como


periodo de crecimiento y desarrollo humano ocurre entre los 10 y los 19 años,
por lo que es importante trazar distinciones en tan amplio lapso.

La adolescencia temprana se da aproximadamente entre los 10 y los 13 o


14 años, donde operan los mayores cambios hormonales propios de la pubertad
que, en interacción con diversos factores individuales, familiares y sociales, ge-
neran transformaciones tanto en la corporalidad como en la subjetividad. Más o

Aprobado: 21 de agosto de 2019

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Construcción del vínculo de pareja en la adolescencia / Martha Cecilia Arroyave Gómez

menos entre los 14-15 y los 16-17 años se presenta la adolescencia media, en la
que predominan cambios en la dimensión psicológica, donde las tareas de desa-
rrollo evolutivo se enfocan en la autoafirmación personal y social, caracterizada
por una búsqueda de diferenciación de las figuras parentales y la necesidad
de identificación con el grupo de pares. Finalmente, la adolescencia tardía se
presenta alrededor de los 17-18 años en adelante; acá adquiere relevancia la
búsqueda de intimidad, asociada generalmente al establecimiento de relaciones
románticas y la inserción al mundo laboral o a la educación superior (Nicholls,
2008; Gaete, 2015).

Si bien lo planteado anteriormente permite situar algunos rasgos comunes


a esta etapa, es necesario tener presente que el curso de vida es permeado por
el contexto histórico y cultural en el cual transcurre, por lo que los desarrollos
tanto biológico y fisiológico como cognitivo, intelectual, psicológico y social des-
critos, son variables. Por tanto, la adolescencia no puede considerarse como un
concepto estable o universal, debido a que las condiciones socioculturales influ-
yen en su significado y construcción social.

Para Erikson (1981), la adolescencia representa un periodo de crisis nor-


mativa de la identidad, pero dicha crisis no es vista como una catástrofe, sino
como un periodo crucial de alta vulnerabilidad, pero al mismo tiempo de un
valioso potencial. En este sentido, Burt (citado en Vargas y Barrera, 2002) plan-
tea que durante mucho tiempo la adolescencia fue considerada como una etapa
de la vida que entrañaba conflictos y trastornos, porque exigía el rompimien-
to de la dependencia de la niñez, y la lucha por alcanzar una identidad adulta
independiente.

La adolescencia puede entenderse como la transición de la pubertad a la


adultez, donde se comienzan a asumir ciertas tareas y deberes de carácter so-
cial, lo cual es moldeado por los cánones que cada cultura posibilita y que la
significan contextualmente (Martínez, 2008). En este mismo sentido, León Dá-
vila (2004) plantea que en la configuración de los cambios biológicos propios de
la adolescencia —que se pueden considerar universales— participan elementos
culturales que varían, y que constituyen las representaciones que cada sociedad
construye de ella.

Para lograr con éxito las tareas de desarrollo de la adolescencia, se deben


experimentar varios cambios que permitan el logro de un sano balance entre las
necesidades de conservar sus relaciones de vinculación y las necesidades de au-
tonomía, lo cual requiere la modificación de los patrones de relación, donde los

28
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

amigos adquieren mayor importancia como fuente de información, compañía,


apoyo, retroalimentación, y como modelos de comportamiento, mientras que
las relaciones con las figuras parentales deben cambiar, transformando las inte-
racciones complementarias en simétricas; esto implica reajustes en la jerarquía
y autoridad familiar.

Bowlby (citado en Vargas y Barrera, 2002) se refiere a este proceso con el


término de “autonomía vinculada”, la que se logra a través de las relaciones
cercanas, referidas a las relaciones con los padres, las relaciones afectivas que
se inician en la adolescencia con los amigos y las que ocurren en las relaciones
románticas.

Vargas y Barrera (2002) también plantean que la vinculación y la autono-


mía son procesos interpersonales que forman parte integral de las relaciones
a lo largo de todo el ciclo vital, y sufren cambios evolutivos en la adolescencia.
Dichos procesos se viven en relación con el contexto familiar y social, y tienen
como fin el establecimiento del sentido de identidad. Es decir, durante la ado-
lescencia, además de aprender a establecer nuevos vínculos de amistad y de
romance, los jóvenes necesitan llegar a reconocerse como personas únicas, dife-
rentes de los demás, e integrar el concepto que tienen de sí mismos.

Durante la adolescencia, la construcción de la identidad es una tarea funda-


mental. En este punto Erikson (1981) entiende la identidad como un proceso
evolutivo ubicado en el núcleo del individuo y en el núcleo de su entorno; es un
proceso que está en desarrollo y cambio constante, influenciado por el contexto
y el círculo de personas cercanas. La adolescencia representa una etapa de re-
planteamiento de la identidad, en la que se modifica la imagen de sí mismo y sus
relaciones con quienes le rodean. Esta construcción se da de forma individual,
de acuerdo a las condiciones sociales, económicas culturales y de género (Díaz,
2006), y se consolida a partir del establecimiento de las relaciones íntimas; den-
tro de dicho proceso también se instituye la construcción de la identidad de
género, es decir la conciencia sobre ser hombre o mujer, y la facultad de realizar
ese juicio acerca de los demás.

La identidad de género se va consolidando dentro del proceso de desarrollo


del individuo, a partir de la interacción con su medio, y de las construcciones y
representaciones que va estableciendo en dicha interacción, la cual tiene compo-
nentes individuales y colectivos significativos que lo integran en la vida social.

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Construcción del vínculo de pareja en la adolescencia / Martha Cecilia Arroyave Gómez

En la adolescencia se incrementa la presión social de cumplir con los roles de


género asignados por el entorno familiar, escolar y social, por lo que dicha cons-
trucción está inserta en un contexto histórico, social y cultural. “La identidad
de género se comprende como un proceso dinámico y relacional bajo el cual se
incorporan representaciones simbólicas y significados socioculturales asociados
a la diferencia sexual” (Fernández, 2012, p. 49).

Construcción del vínculo afectivo de pareja en la adolescencia


La preocupación por las parejas jóvenes se fundamenta en que la adolescen-
cia representa una etapa de transición, donde se establecen patrones relacio-
nales que influirán en posteriores interacciones en la vida adulta. De acuerdo
con lo encontrado en la investigación realizada por Sánchez y Oliva (2003), el
establecimiento del vínculo afectivo en la adolescencia en una relación amorosa
está influenciado por el recuerdo de los vínculos de apego que los adolescentes
establecieron con su padre o con su madre. Los resultados evidenciaron que
quienes recuerdan relaciones con sus progenitores, basadas en el afecto, la co-
municación y la estimulación de la autonomía, son quienes mejores relaciones
afectivas desarrollan con sus iguales, tanto en las relaciones de pareja como con
los amigos. 

Resultados similares se encuentran en la investigación realizada por Delga-


do y Oliva (2011) en la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla, en la
que se analiza la evolución del apego a los iguales en la adolescencia, en relación
con el sexo y el recuerdo de la relación afectiva establecida en la infancia con los
padres. El estudio de corte longitudinal contó con una muestra de 90 adolescen-
tes entre los 13, 15, 18 y 22 años, y buscó establecer la conexión entre el tipo de
apego construido en la infancia con las figuras parentales, y el establecimiento
del vínculo afectivo con los pares. Entre los hallazgos se menciona una conexión
significativa entre estas dos variables, ya que las y los adolescentes que recor-
daron un mayor afecto parental obtuvieron puntuaciones más elevadas en el
apego a los iguales, sobre todo en los primeros momentos evolutivos, es decir en
la adolescencia inicial y media, que se debilita en la adolescencia tardía.

Los hallazgos de este estudio pueden dar claves acerca de la evolución de


las relaciones con los iguales durante la adolescencia y la adultez temprana,
periodo en el que “las relaciones con los iguales adquieren gradualmente las
cualidades de las relaciones de apego adulto, caracterizadas por la intimidad y
el apoyo” (Delgado y Oliva, 2011, p. 162).

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

La construcción del vínculo afectivo de pareja en la adolescencia está per-


meado entonces por la influencia familiar, pero igualmente por características
culturales y personales del adolescente; dichas influencias se evidencian en la
interacción afectiva y amorosa, donde se exteriorizan los diferentes roles de
género que han sido construidos durante la socialización primaria y secundaria,
que les posibilita en diferentes grados la adquisición de confianza en sí mismos,
y de competencias sociales como la intimidad y el apoyo.

La identidad de género en la adolescencia, entendida como el producto de


una construcción social interiorizada y vivida tanto por hombres como por mu-
jeres, va tomando diferentes matices a lo largo de la vida personal, influenciada
por el ambiente cercano y los fenómenos de transmisión cultural. Como lo plan-
tea Shaw (citado en Tobón et al, 2007), la identidad de género se concreta en los
roles construidos e introyectados desde el espacio familiar, y que se consolidan
en el intercambio social, los cuales hacen referencia al conjunto de conductas
esperadas para un hombre y una mujer en un contexto social determinado.

Por tanto, para comprender la forma en la que ellos y ellas viven sus expe-
riencias amorosas, es necesario visibilizar que las prácticas y conductas que
tradicionalmente definieron la identidad masculina y femenina ya no son las
mismas; en este sentido, Montesinos (2002) plantea que el contexto cultural ac-
tual dificulta en la juventud el proceso de adopción de una identidad de género,
ya que se presenta una mezcla entre los rasgos de lo masculino y lo femenino.

Debido a este cambio cultural, como se ha evidenciado en diversas investi-


gaciones (Tobón, Vega y Cuervo, 2012; Madera y Marín, 2006), el rol de género
es uno de los elementos que mayor transformación ha presentado en la cons-
trucción del vínculo afectivo, dándose giros tanto en el rol masculino como en
el femenino, y generando que los adolescentes se la jueguen en esa lucha de es-
tereotipos: hombre machista clásico versus hombre emocional moderno; mujer
dependiente y sumisa versus autónoma, libre y decidida. Esto da cuenta de que
los roles que antes eran identificados claramente en el establecimiento de una
pareja afectiva, parecen reconfigurarse hoy, creando nuevas formas de concebir-
se en las relaciones vinculares, y nuevas tendencias en las formas de interactuar
y resolver los conflictos.

Sin embargo, otras investigaciones dan cuenta de la permanencia de este-


reotipos de formas de relacionamiento patriarcal, donde al hombre se le asigna
el lugar de fuerte, guerrero y racional; y a la mujer de débil, emocional y al
cuidado de los demás (Duby y Perrot, 2003). Esto podría explicarse porque los

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Construcción del vínculo de pareja en la adolescencia / Martha Cecilia Arroyave Gómez

comportamientos, pensamientos, actitudes y emociones que se comparten en


una comunidad, alrededor de los roles de género, forman representaciones colec-
tivas y significados comunes para las personas integrantes de la misma, y pueden
leerse como el modo en que la comunidad entiende e interpreta su realidad.

En la investigación realizada sobre las representaciones sociales en la cons-


trucción del rol femenino en mujeres adolescentes (Tobón, et al., 2007), se evi-
dencia cómo la toma de iniciativa por parte de las mujeres para tener relaciones
sexuales, o para construir un vínculo afectivo desde su propio deseo, es algo
reprochable y (según lo expresan las adolescentes) hace que la mujer pierda
valor ante los ojos, no solo de los hombres, sino de la sociedad en general. En
este sentido, se preserva la representación social que nombra a la mujer como
un sujeto que toma importancia en la medida en que acompaña, cuida y se en-
trega a otros. Igualmente, aunque los hombres asuman posiciones que en otros
tiempos fueron llamados femeninos, aún hoy para ellos es importante ubicarse
en una posición que reafirme su identidad masculina.

Estos hallazgos sugieren que si bien los roles de género en torno a la cons-
trucción del vínculo afectivo de pareja han cambiado, aún se mantienen elemen-
tos tradicionales que la cultura y la sociedad valoran de manera importante,
dando cuenta de que aunque muchos comportamientos se hayan trasformado,
persisten las creencias acerca del papel que debe cumplir cada uno en la relación
de pareja.

Relaciones amorosas en la adolescencia


Vargas y Barrera (2002) definen las relaciones románticas como una serie
de interacciones que ocurren a lo largo del tiempo y que se caracterizan por
involucrar a dos individuos que reconocen algún tipo de vínculo entre sí, en
la cual existe una atracción basada en la apariencia física, la personalidad, la
compatibilidad de intereses o habilidades y la implicación de manifestaciones de
compañerismo, intimidad, protección y apoyo.

Por su parte, Laursen y Jensen-Campbell (citados en Vargas y Barrera, 2002)


plantean que las relaciones románticas en la adolescencia comparten algunos
rasgos con las relaciones de amistad (son recíprocas, horizontales y relativa-
mente igualitarias), y con las relaciones familiares (los compromisos que se ad-
quieren son reconocidos públicamente), pero que, a diferencia de las relaciones
de pareja entre adultos, son transitorias, fugaces, menos exclusivas e íntimas.

32
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

En la investigación sobre los adolescentes hablando de amor, Madera y Ma-


rín (2006) expresan que las primeras experiencias amorosas en adolescentes
varones heterosexuales se refieren a encuentros momentáneos, esporádicos,
circunstanciales, eventuales y fugaces, que suelen darse en una edad temprana,
entre los 11 y los 13 años de edad, y las cuales los adolescentes describen como
experiencias momentáneas carentes de compromisos y responsabilidades. Sin
embargo, manifiestan que estas experiencias les sirvieron para enriquecer la
vida, pudiéndose reconocer como sujetos ante otra persona, y abriendo caminos
a un encuentro más significativo y más simbólico. Los elementos arrojados por
esta investigación permiten deducir que los adolescentes, luego de sus primeras
experiencias amorosas, suelen construir con su pareja vínculos más formales,
que enmarcan el encuentro amoroso provisto de compromiso, intimidad, reci-
procidad y confianza.

El desarrollo de las relaciones amorosas en la adolescencia generalmente es


un proceso gradual de experimentación; este sigue una secuencia que se inicia
en las relaciones casuales en la adolescencia temprana, y termina en relaciones
mucho más estables y duraderas, lo que generalmente coincide con que el ado-
lescente haya logrado desarrollar ciertas habilidades para interactuar con una
pareja, y ampliado su interés hacia la satisfacción de necesidades de intimidad
y afiliación.

Una de las formas socialmente aceptadas para validar el vínculo afectivo de


pareja es el noviazgo, el cual se ha integrado como una dimensión valiosa en
la pareja. El noviazgo es un concepto que se refiere a la experiencia romántica
de vinculación, compromiso y apoyo de una pareja, en el marco de un contexto
social y cultural. En términos generales, para las y los adolescentes es una re-
lación importante: en el noviazgo encuentran y establecen niveles de intimidad
que favorecen el conocimiento de sí mismos y del otro, ayudando en la construc-
ción de una identidad sexual.

Aproximarse al noviazgo implica conocer los sentidos que en la adolescencia


se otorgan a las relaciones amorosas. De la investigación realizada en Bogotá
sobre las representaciones sociales del noviazgo en adolescentes (Sánchez y Gu-
tiérrez, 2011) se deriva que para estos el noviazgo es una experiencia positiva,
a la que le dan un carácter formal, con un vínculo sólido, donde se espera com-
promiso, exclusividad, sinceridad y apoyo.

De acuerdo a la investigación, el sentimiento más referido por los adolescen-


tes frente al noviazgo es el amor, valorando en el otro la capacidad de dar afecto, y

33
Construcción del vínculo de pareja en la adolescencia / Martha Cecilia Arroyave Gómez

la sinceridad, más que la apariencia física. Se aprecian la comunicación, el apoyo


y el respeto, por encima de lo sexual. Esto coincide con la investigación realizada
en Medellín (Madera y Marín, 2006), donde los adolescentes varones mencionan
la parte física como un elemento central que los logra enganchar y que los motiva
a la hora de iniciar un encuentro con la persona del sexo opuesto; sin embargo,
señalan que con el pasar del tiempo y el compartir la experiencia, su compañera
adquiere un valor que está ligado a los afectos más que a lo estético.

Cabe señalar, igualmente, que en la adolescencia no siempre se busca te-


ner una experiencia amorosa de compromiso o de noviazgo, lo cual indica que
muchas veces estos vínculos se realizan por otras necesidades: pasar un buen
momento, socializar, tener compañía sin mayores compromisos, o para obtener
experiencia sexual (Madera y Marín, 2006).

Finalmente, es importante indicar que, dadas las características esperadas y


deseadas en los roles masculino y femenino en el vínculo afectivo de pareja, al-
gunas investigaciones (Tobón, Vega y Cuervo, 2012; Sánchez y Gutiérrez, 2011)
coinciden en afirmar que el noviazgo es vivido y significado de manera diferente
por hombres y mujeres. Mientras que las adolescentes buscan en la relación de
noviazgo una vía para dar y recibir amor, y una red de apoyo importante ante
los problemas de la vida, para los varones, este se constituye en una forma de
afianzar su masculinidad.

La actividad sexual en la adolescencia


Es una realidad de los tiempos contemporáneos que los y las jóvenes se ini-
cian de modo más precoz en diversos comportamientos que varias décadas atrás
se daban en etapas posteriores a la adolescencia; entre estos comportamientos
está el inicio de las relaciones sexuales. La actividad sexual la componen todas
aquellas expresiones eróticas que se dan entre las personas; aunque en algunas
ocasiones estas expresiones hacen parte del juego sexual que precede al coito,
para los adolescentes pueden constituir fines por sí mismos, dependiendo de la
situación y el momento en el que ocurren (Vargas y Barrera, 2002).

El inicio de la actividad sexual del adolescente también es vivido de manera


diferente por los hombres y las mujeres, quienes le atribuyen un significado
distinto a la actividad sexual genital. Mientras que para ellos la primera ex-
periencia sexual se constituye en una confirmación de su “normalidad”, y no
necesariamente se da con una persona significativa, para las adolescentes su

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

primera experiencia sexual suele darse por amor con alguien importante emo-
cionalmente (Vargas y Barrera, 2002).

De acuerdo a los hallazgos de la investigación con adolescentes varones (Ma-


dera y Marín, 2006), en la interacción de lo masculino y lo femenino se vive una
“guerra de sexos”, donde el manejo de poder o de llevar el control de la relación
es importante, predominando el rol activo del adolescente varón, lo que se tra-
duce en tomar la iniciativa en el encuentro amoroso, ya que esto les genera tran-
quilidad, y no amenaza su masculinidad. Por el contrario, cuando la joven es la
que toma la iniciativa, es vista como alguien “fácil” y que no genera confianza.
Esto da cuenta de la permanencia de estereotipos de género, donde la expresión
del deseo sexual por parte de la mujer y la adopción de un papel activo en la
relación son vistas con desconfianza, lo que amenaza la constitución del vínculo.

Sin embargo, hay otras investigaciones (Tobón, Vega y Cuervo, 2012) que
dan cuenta de que los encuentros sexuales entre adolescentes no necesariamen-
te están inscritos en compromisos o relaciones estables; en muchos casos solo
están en el orden del aprender y experimentar, lo cual se favorece con el cambio
de los parámetros religiosos, sociales y morales, que años atrás exigían formali-
zar y nombrar el vínculo afectivo para poder acceder a un contacto físico. Hoy,
algunas relaciones de pareja son pasajeras y efímeras, entre las que ya no se
concibe de la misma manera la infidelidad como discurso. En la contemporanei-
dad emergen nuevos modos de relación que implican mayor movilidad (pareja
abierta, intercambio de parejas), entre otros.

Lo anterior, es claro, no lo viven de la misma manera las y los jóvenes; la


investigación realizada por Gutiérrez (2016) concluye que para los adolescen-
tes entrevistados, el inicio de la vida sexual es una elección que no se vive con
cualquiera, y que para vivirla se requiere, en la pareja, atributos como amor,
confianza, apoyo y seguridad; señalan que aunque tanto ellos como su relación
se transforman luego del inicio de las relaciones sexuales, esta es una dimen-
sión que no puede convertirse en el todo de la misma. En los hallazgos, las y los
adolescentes entrevistados reconocen que posterior al inicio de las relaciones
sexuales se presentan transformaciones en tres categorías: el apego, la intimi-
dad, y el compromiso. Lo anterior les lleva a prácticas como el cuidado de sí, el
cuidado del otro, y conversaciones sobre el futuro.

Con respecto a lo encontrado se puede señalar que contrariamente a lo


que socialmente se asume, el interés principal de los jóvenes en sus primeras
relaciones románticas no es satisfacer necesidades sexuales, sino necesidades

35
Construcción del vínculo de pareja en la adolescencia / Martha Cecilia Arroyave Gómez

de otro tipo, asociadas a la construcción de su subjetividad, como encontrar


quiénes son, qué tan atractivos resultan para el otro sexo, aprender a interac-
tuar en una relación de pareja e incluso ganar estatus en su grupo de pares.
Pero así mismo, es la posibilidad de construir un espacio de amor e intimi-
dad, en una búsqueda de contacto y cercanía que no necesariamente implican
compromiso.

Reflexiones finales
Luego de este recorrido por la construcción del vínculo afectivo y la relación
amorosa en los y las adolescentes, es importante reflexionar sobre algunos as-
pectos relacionados con el abordaje de este grupo poblacional, señalando que se
requiere cambiar la mirada de la adolescencia como una etapa problemática,
ligada a riesgos, que sobreestima los comportamientos negativos, y orientando
los programas de intervención solo hacia aspectos problemáticos del adolescente
(embarazo no deseado, enfermedades de transmisión sexual, entre otras), lo que
limita el reconocimiento de las condiciones que promueven el desarrollo positi-
vo de estos y la orientación de programas con un enfoque integral, incluyendo a
su familia y al contexto en el que se desenvuelven.

Como se ha planteado, las relaciones amorosas en la adolescencia conducen a


la intimidad, y a la relación subjetiva con un otro que ayuda a configurar la pro-
pia identidad, lo que no obvia que los adolescentes vivan fuertes tensiones con
respecto a su sexualidad y sus relaciones de pareja, por lo que es imperativo el
acompañamiento familiar en la construcción del vínculo afectivo, que promueva
la autonomía y la vinculación, a través del establecimiento de una comunicación
de confianza y abierta a la expresión del afecto, que se les anime a pensar de
manera independiente, al tiempo que se les proporciona respaldo emocional.

Finalmente, cabe señalar que la adolescencia de hoy se enfrenta a una épo-


ca que se mueve a una velocidad vertiginosa, lo que ha ocasionado grandes
transformaciones en aspectos como la identidad de género, los estereotipos y
roles de género, con la consecuencia de que la construcción del vínculo afectivo
de pareja de los y las adolescentes se realiza desde referentes sociales muta-
bles y diversos, que suscita otros modos de vinculación con límites, permisos
y prohibiciones diferentes, por lo que sería pertinente desarrollar procesos
investigativos que favorezcan su comprensión, para evitar miradas estigmati-
zadoras, y generar alternativas para abordar las transformaciones de manera
amplia y constructiva.

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

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Omar Biscotti. Lorna Versión II
Trascendiendo la convivencia: parejas lat en la ciudad de Medellín
Resumen

El presente texto permite dar una mirada a las parejas lat (living apart together) en la ciudad de
Medellín, Colombia. Sigla que traducida al español significa “vivir juntos aunque separados” y que ha
sido interpretada como parejas de fin de semana. La investigación se estructuró de manera cualitativa,
teniendo como enfoque el interaccionismo simbólico, apoyado en la hermenéutica como orientación me-
todológica. Se presentan algunos datos que permiten avanzar en la comprensión de las características
y dinámicas de las parejas que se estructuran con esta modalidad entre los cuales sobresalen el cuidado
de la descendencia de uniones anteriores rotas, el acompañamiento a padres ancianos o el deseo de
independencia que les permita no tener que vivir los rigores de la cotidianidad.

Palabras clave: Parejas lat, modalidades de pareja, cambios familiares, nuevas formas de conyu-
galidad, parejas con y sin domesticidad común.

Transcending cohabitation: lat couples in Medellin


Abstract

This text allows us to take a look at the lat couples (living apart together) in the city of Medellín,
Colombia. Acronym translated into Spanish means “living together although separated” and has been
interpreted as weekend couples. The research was structured in a qualitative way, focusing on symbolic
interactionism, supported by hermeneutics as a methodological orientation. Some data are presented
that allow to advance in the understanding of the characteristics and dynamics of the couples that
are structured with this modality among which stand out the care of the offspring of broken previous
unions, accompaniment to elderly parents or the desire for independence that allows them not to have
to live the rigors of everyday life.

Keywords: Couples lat, couples modes, family changes, new forms of marital union, couples with
and without a share home.

Isabel Cristina Bernal Vélez. Docente titular, Facultad de Trabajo Social y del Centro de Familia de la Universi-
dad Pontificia Bolivariana. Licenciada en Educación, especialista en Terapia Familiar Sistémica y magíster en Terapia
Familiar.
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018, pp. 41-50

Trascendiendo la convivencia: parejas lat


en la ciudad de Medellín

Isabel Cristina Bernal Vélez

Introducción

Aquí se presentan algunos datos de la investigación realizada por la autora


que permiten avanzar en la comprensión de las características y dinámicas de
las parejas que se estructuran con la modalidad de péndulo o lat (living apart
together) en la ciudad de Medellín, Colombia. Esta sigla significa, en inglés,
vivir juntos, aunque separados, quedarse unido o no separarse, o cohabitación
intermitente.

Asimismo, se describen las características, motivaciones, y el proceso que los


llevó a conformarse como pareja lat, además de los acuerdos establecidos para
mantenerse como tal, explorando su funcionamiento. Este tipo de relaciones
adquiere, en nuestro contexto, cada vez mayor influencia, debido a que multi-
plicidad de personas lo encuentran viable, porque les permite la construcción de
una pareja sin las ataduras que genera la convivencia. Es altamente valorado
por quienes proceden de una separación y desean tener una relación amorosa
que no implique el involucramiento de los hijos; también es muy bien vista por
personas que tienen a su cargo a sus padres adultos que requieren cuidado,
convirtiéndose los fines de semana en un espacio privilegiado para el compartir
afectivo y emocional; finalmente, es clave para quienes quieren proteger sus bie-
nes, lograr estabilidad económica o simplemente conservar su independencia.

Aprobado: 30 de agosto de 2019

41
Trascendiendo la convivencia: parejas lat... / Isabel Cristina Bernal Vélez

Metodología
Se plantea aquí el enfoque metodológico que hace parte de la investigación
sobre parejas lat en la ciudad de Medellín, y que tiene como objetivo general
“avanzar en la comprensión de las características y dinámica de las parejas que
se estructuran con la modalidad de péndulo o lat, en la ciudad de Medellín”.

Para el logro de los objetivos, se utilizó la modalidad de investigación cualita-


tiva que, según Quecedo y Castaño (2002), “En sentido amplio, puede definirse
[…] como la investigación que produce datos descriptivos: las propias palabras
de las personas, habladas o escritas, y la conducta observable” (p. 7). Para alcan-
zar este fin se realizaron entrevistas semiestructuradas como forma de acceder
a los sujetos de la investigación, que en total fueron ocho, los cuales prefirieron
ser entrevistados sin la presencia de sus compañeros, como una forma de pre-
servar su intimidad. Además, se logró acceder a ellos por medio de la técnica de
la bola de nieve.

Como estrategia también se planteó el interaccionismo simbólico, que expre-


sado en palabras de Olivera (2006) se centra en las relaciones entre las personas,
cuando estas se comunican entre sí, y el significado que se crea a partir de este
proceso de comunicación, y las intenciones que se muestran en los elementos com-
partidos. Así las cosas, cobran validez cada uno de los relatos y las conversaciones
escuchadas, las cuales son analizadas con las ideas sistémicas que permiten com-
prender el todo y la inclusión de cada uno de los sujetos que están en interacción.

Según Quintero Velásquez (2007),


El enfoque sistémico es una postura teórica y práctica según la cual los
hechos, los objetos y las ideas se observan inscritos en el marco de proce-
sos relacionales. Se rige por una epistemología diferente para interpretar
los dilemas sociales, como un cuerpo integrado de principios del compor-
tamiento humano, permite que todas las áreas del conocimiento puedan
intervenir con los sistemas humanos. Además es una guía importante
para la conceptualización y el análisis, por lo que este enfoque, al igual
que la investigación cualitativa, es abarcadora e integradora y permite
múltiples conexiones con la realidad y la interpretación (p. 54).

De otro lado, para el análisis, interpretación y presentación de resultados se


tuvo presente lo enunciado por Galeano Marín (2004):
[…] el análisis es un proceso permanente dentro de la investiga-
ción, de principio a fin, es secuencial e interactivo (entre los datos y los

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

fundamentos teóricos): mediante el análisis, el investigador devela cate-


gorías y patrones de los datos, en tanto su sentido se muestra en los textos
emergentes que sugieren otras relaciones y explicaciones y nuevas formas
de análisis, para llegar a la construcción de un texto integrado (p.20).

Para llegar a este punto se realizó una matriz en la cual se tuvieron en cuan-
ta cada una de las categorías planteadas en la investigación, para luego contras-
tar dichos hallazgos con la teoría, lo cual permite puntualizar en los hallazgos y
las conclusiones. Es importante resaltar que durante todo el proceso se tuvieron
en cuenta las consideraciones éticas tales como establecer quién tendría acceso
a la información, no se citaron nombres, se mantuvo en todo momento la debida
reserva y las fuentes fueron tratadas según las normas vigentes.

“Parejas… lat en la ciudad de Medellín, Colombia”


Es de anotar que se encuentran las primeras pistas teóricas en los libros de
la pareja de sociólogos Alemanes Ulrich Beck y Elisabeth Beck titulados La re-
invención de la familia, en busca de nuevas formas de convivencia (2001a) y El
normal caos del amor (2001b), que a posteriori fueron complementados con la
información que la describe como una nueva modalidad de relación estudiada,
especialmente en el Reino Unido, Holanda, Noruega, Francia y Canadá.

Una pareja bajo la modalidad lat se podría definir como alternativa a la


unión conyugal; es decir, se presenta como una especie de arreglos de pareja,
más o menos permanentes, constituidos por individuos que no desean o no es-
tán disponibles, por diversas razones, para compartir un hogar; por tanto, es
una relación sentimental íntima de carácter intermitente, donde cada miembro
de la pareja posee un domicilio propio (Quilodran Salgado y Hernández Dávila,
2008, pp. 373-374).

Se retoman algunos estudios del tema para señalar que “las relaciones lat
parecen ser parte de una segunda transición demográfica, que marca un cambio
en la demografía y el significado de las relaciones de pareja en las sociedades
occidentales” (Núñez, 2010, citado en Bernal Vélez, 2012, p. 39). Las razones
que explicarían el fenómeno son: el alto aumento de las relaciones sexuales ex-
tramaritales, el incremento de las vinculaciones no maritales y los divorcios, y
el aumento de formas de pensar que tienden hacia el igualitarismo y el indivi-
dualismo. Uribe Díaz plantea que

También es importante reconocer como una posible puerta de entrada a las


relaciones lat, a las personas que tienen como modalidad de vivienda los hogares

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Trascendiendo la convivencia: parejas lat... / Isabel Cristina Bernal Vélez

unipersonales. Estos presentan diversas dinámicas relacionadas con su confor-


mación, que tienen que ver con su proceso interno, como el establecimiento de
normas, funciones, roles, conflictos y afrontamientos. Hombres y mujeres que
experimentan la “experiencia de vivir solos y solas” establecen y restablecen
dinámicas propias. Las personas que viven solas en hogares unipersonales no
son ajenas a los cambios y dinámicas que se han dado en las familias contempo-
ráneas: poseen similares problemas, dificultades y preocupaciones que las otras
tipologías de familia (2010, p. 65).

Discusión
En primer lugar, se encuentra que, en cuanto a los motivos para conformarse
como pareja lat, hay tres tendencias: las parejas que mantienen este arreglo por
convicción, como una manera de proteger las individualidades o la relación; quie-
nes viven bajo la modalidad lat por factores externos a la relación, y esperan, al
superar dichas circunstancias, trascender a una convivencia permanente, pues
aún pesa el ideal de pareja tradicional; y las parejas que por conveniencia optan
por vivir la modalidad lat, con el fin de preservar la relación con sus hijos, el pa-
trimonio, entre otros; hay dudas sobre la mejor manera de vivir en pareja.

De igual manera, en las entrevistas se evidencia que es una buena opción


para quienes han vivido ruptura de pareja con convivencia permanente; para
quienes quieren preservar la independencia y algunos privilegios de la vida in-
dependiente, pero sin perder la oportunidad de tener una pareja; y para quienes
desean continuar manejando autónomamente a sus hijos y asumiendo el control
frente a las normas y pautas de crianza, pero no quieren negarse la oportunidad
de sostener una relación erótica-afectiva que les depare seguridad y estabilidad
emocional.

Esto se ve con claridad en la siquiente narrativa:


Así como hay gordos, flacos, enanos, negros, amarillos, rojos, no hay
que tener una pareja en la misma casa, comiendo lo mismo, compartiendo
una economía igual, no, para tener una relación bonita de pareja no es
necesario convivir las 24 horas del día toda la semana […] Se han ido su-
mando razones, primero mis hijos, yo no quería compartir la casa de mis
hijos con una persona nueva, acomodarme, cambiar las reglas. Ahora no
creo en las uniones permanentes, en este momento no creo que uno pueda
estar con otra persona todo el tiempo, yo no quiero sentirme asfixiada
como en la relación anterior (E.2).

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

Puede ser una oportunidad optar por la modalidad lat como forma de no
repetir frustraciones anteriores, o de tener una relación de pareja regida por
principios diferentes a los propuestos por la cultura, y enmarcados por las tradi-
ciones. Entre ellos no hay unificación frente a la forma de nombrarse; algunos
se consideran novios/as, otros esposos/as y algunos más compañeros/as.

Algunas características referidas a la distribución de funciones,


tareas y pautas comunicacionales
Es necesario clarificar, en primera instancia, que la distribución de funcio-
nes domésticas tiene que ver con el orden, el aseo, la preparación de alimentos,
entre otros. Así las cosas, para la mayoría de las personas entrevistadas, al re-
ferirse a asuntos que tocan con lo doméstico, específicamente en los momentos
en los cuales están juntos, no es una preocupación para ellos; a estas personas
parecen no preocuparles dichas situaciones.

El siguiente texto ejemplifica lo enunciado:


El tiempo que pasamos juntos es de mucha calidad, porque es una deci-
sión el estar juntos; vivimos en casa diferentes más o menos a 15 minutos
de distancia; nosotros tenemos proyectos juntos, pasamos tiempo juntos,
es más, de mejor calidad que los que pueden pasar muchas parejas, no nos
desgastamos en los asuntos cotidianos, ni en las labores del hogar (E.3).

Los relatos de las personas entrevistadas se pueden ubicar en dos tendencias:


quienes conservan la división de roles y, por tanto, las mujeres se encargan de los
asuntos domésticos, o cuando tienen recursos económicos acuden a una empleada
o comen en restaurantes; y, por otro lado, quienes desempeñan las actividades de
una manera compartida. Los hombres tienden a aportar el pago de una emplea-
da doméstica, porque de esa manera se eximen de desempeñar actividades que
tradicionalmente han sido consideradas femeninas; lo anterior, según las entre-
vistas, se realiza como un aporte que permite mayor aprovechamiento del tiempo
que comparten juntos en la relación, sin tener que cumplir las rutinas cotidianas
que demandan el mantenimiento de una. El no mostrar preocupación por estos
espacios da pie a que los momentos que serían dedicados a esos asuntos sean com-
partidos con su pareja, lo cual puede redundar en la mayor calidad del tiempo que
comparten juntos, y el vínculo estrecho y cercano que ellos al parecer describen.

En cuanto al manejo del dinero, en el estudio de “Parejas sin domesticidad


común”, Trost y Levin (1999)

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Trascendiendo la convivencia: parejas lat... / Isabel Cristina Bernal Vélez

Demuestran que las relaciones lat se pueden encontrar en personas


de toda condición. Claro está, una situación económica buena simplifica
y facilita mantener dos viviendas. […] en muchos casos de relaciones lat,
quizás en la mayoría, cada miembro de la pareja tiene su propia casa. Por
lo tanto, están acostumbrados a su propia casa y a los gastos que ésta
genera (pp. 132-133).

En las entrevistas realizadas se observa que existe un claro equilibrio en el


manejo de los asuntos que tocan con lo económico; cada uno con su salario es
libre de tomar las elecciones respecto al manejo de este. No obstante, un monto
que puede llegar a ser asumido por el otro, podría ser el pago de planes de tele-
fonía móvil e internet, lo que les permite tener una comunicación permanente,
sin preocuparse por su costo; esto se evidencia cuando (E.6) expresa: “él paga
mi celular y compartimos los gastos de salidas y viajes”. Y continúa (E.1): “En
este momento él está pagando la persona que hace el aseo, y asume el costo del
internet, pero son cositas así”. Los viajes y las vacaciones requieren un rubro
dentro del presupuesto de dichas parejas; por ello, algunas hacen alusión a los
lugares que han conocido y establecen la salvedad de cómo manejan sus recur-
sos en torno a la cotidianidad, y las vacaciones en las cuales hacen sus salidas.

Otro entrevistado narra cómo se ha ingeniado la creación de un fondo co-


mún, en el cual cada uno de los miembros de la pareja hace un aporte que es
invertido en las salidas y actividades lúdicas recreativas, con el fin de que nin-
guno sea carga para el otro, manteniendo así mucha equidad en el manejo de los
recursos. “Tenemos un acuerdo muy sencillo y es que tenemos una cuota y eso
va a un fondo, entonces no nos complicamos, tenemos un fondo dedicado para
eso donde cada quien aporta, entonces tenemos un pacto común” (E.5).

Un factor a destacar, en cuanto a lo económico, es que se ve ayuda y gene-


rosidad; de hecho, cuando uno de los miembros de la pareja pierde su empleo o
disminuyen los ingresos, el otro entra y se hace cargo de sufragar las cosas que
su compañero(a), en determinado momento, no puede sufragar, pero con una
característica de temporalidad, mientras la situación se restablece. El enuncia-
do que se presenta a continuacion resume lo dicho:
Cada uno maneja su propio salario, ninguno define sobre los gastos
que hace el otro, gústele o no le guste, cada uno decide autónomamente y
define cómo invierte su dinero y en qué lo hace. Cuando se trata de inver-
siones importantes o de cosas de fondo consultamos con el otro, pero cada
quien decide. Con el tema de los días que yo estoy en la casa de él y él en
la mía, cada uno invita al otro; cuando nos quedamos mucho tiempo en

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

la mía él asume algunos gastos, entonces en algún momento él paga los


servicios públicos de mi casa y tenemos un fondo común para recreación
y viajes (E.3).

Además, las parejas han pensado en qué pasaría con los bienes si uno de los
dos fallece, por no estar legitimada la relación como una convivencia permanen-
te. Piensan que, de alguna manera, lo que han conseguido ha sido por el apoyo
y el acompañamiento de ambos, y luchado a través de la relación, como metas y
proyectos de ellos; incluso, algunos hablan de la posibilidad de hacer un testa-
mento para que la familia del otro no venga a reclamar lo que ellos consideran
les pertenece a los dos. Esta situacion la nombran de la siguiente manera:
Hay una sola cosa que no se ha hablado: es el sistema económico, pues
qué pasaría si yo me muero o él se muere, y eso es muy importante y no se
ha tocado. Creo que si él muere, su familia no respetaría, además en su fa-
milia hay notario y abogado notario, y creo que me volverían trapitos (E. 8).

Respecto a la comunicación, las parejas ilustran que la realizan desde los


diálogos o las conversaciones que sostienen para llegar a los acuerdos en la toma
de decisiones, o poder socializar sobre un tema específico. Un segundo aspecto
que se destaca en la mayoría de las entrevistas en el tema de la comunicación
es referido a los medios que utilizan para llevarla a cabo, y la periodicidad con
la cual la hacen. Utilizan el teléfono, celular, chat, e-mail y redes sociales, entre
otros. Es decir, se apropian de la tecnología para mantener una comunicación
constante; habitualmente se comunican varias veces en la jornada diaria por
alguno de estos medios, y buscan momentos en el día, generalmente a horas del
almuerzo o en las noches, para compartir un momento, o simplemente encuen-
tran una excusa para verse.

Algunas parejas tienen claramente definidos los días de la semana en que se


encuentran, entre otras cosas para dialogar y no perder el contacto, y los días
en los cuales cada uno tiene sus actividades propias. Los acuerdos también son
importantes; algunos de ellos son relativos a aquellas situaciones que se deben
acomodar para darle piso a su relación; son ajustes generalmente de orden prác-
tico que buscan acomodaciones que sean pertinentes para ambos, y otras más
de fondo, que de ser aclaradas dan vía libre a la relación. La siquiente narracion
lo describe:
Las decisiones las tomamos hablando; nosotros empezando tuvimos
un problema muy grande y era que él hablaba y hablaba y terminába-
mos enojados, terminábamos peleando y eso era un revoltijo de palabras y

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Trascendiendo la convivencia: parejas lat... / Isabel Cristina Bernal Vélez

terminábamos insultándonos y eso se ve superfeo, entonces con el tiempo


fuimos como conociéndonos, como viendo cuáles eran los problemas que
teníamos de comunicación en pareja y ya empezamos a bajar como el to-
nito ahí, y a calmarnos un poquito (E. 7).

En cuanto a las rupturas o conflictos que ocasionaron el fin de la relación,


es una generalidad que han roto una o dos veces, con una duración que va en-
tre veinte días y dos meses, y el motivo es la forma en la cual ellos manejan la
relación, el poco espacio que comparten juntos, entre otros. “Los conflictos son
los de todas las parejas”; no obstante, a pesar de que estos, como ellos mismos
lo expresan, son propios de la condición humana y de las relaciones de pareja, el
vínculo que se sostiene permitiría que si la relación lat terminara, ellos podrían
continuar teniendo una cercanía importante.

Según lo anterior, se podría concluir que estas parejas mantienen una comu-
nicación fluida y espontánea, en la cual escuchan la opinión de su compañero y
debaten sobre temas importantes, pero las decisiones son tomadas de manera
muy personal. Además, se han presentado rupturas frente a temas que pertur-
ban la relación, pero estas han sido superadas en períodos cortos. Frente a esto,
(E. 6) permite ver lo siguiente:
Yo sentía que si alguna vez dejábamos de ser pareja él iba a ser para mí
un amigo entrañable, de esos seres que uno siempre quiere tener cerca, y
yo sé que igual para él, la presencia mía es muy importante; cuando noso-
tros estamos mal, cuando yo no estoy con él, se desestabiliza, es un asunto
muy bonito, y también hay cierto nivel de dependencia […] yo pienso que
si llegara a cambiar esto como pareja sería una amistad muy profunda,
sería alguien que si igual yo realizara mi vida con otra persona él estaría
ahí presente como dentro del grupo de amigos íntimos y cercanos, como
de los compañeros de vida, porque así yo lo siento.

A modo de conclusion, se podría decir que estas parejas sienten que no se


desgastan sobre asuntos del funcionamiento hogareño, y ponen más énfasis en
su relación y en las dinámicas afectivas, expresadas en un mayor disfrute de los
momentos en los cuales comparten juntos.

De igual manera, son claros en identificar que ante la ley este tipo de con-
vivencia no tiene reconocimiento; por tanto, patrimonialmente también están
desprotegidos; algunos de ellos no se habían percatado de este asunto. Según las
condiciones económicas presentadas y las personas encontradas para realizarles
la entrevista, esta modalidad de relación no ha logrado permear los estratos más
bajos de la población; sin embargo, este asunto amerita ser estudiado.

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

Aunque la mayoría de las relaciones tienen alrededor de diez años de duración,


no existe claridad de estas hasta cuándo pueden durar o si serán “para siempre”.
Asimismo, se plantean otras formas alternas o semejantes para el momento de la
vejez, como vivir en la misma casa con cuartos separados, o simplemente no se
desconoce estar allí hasta que la relación los enriquezca y sea placentera, llegando
incluso a pensar que, así como es una relación “libre y espontánea”, tampoco hay
cadenas que los aten para salir de ella.

Esta modalidad de relación lat puede ser asumida por la influencia de un


discurso posmodernista que plantea el surgimiento de una mujer autónoma,
profesional, independiente económicamente, pero al mismo tiempo un hom-
bre que ya no solo se asuma como proveedor, sino también como compañero.
Además, se encontró cómo puede ser este un tipo de relación conveniente
para el género masculino, por los manejos independientes y autónomos que
propone.

Otra dimensión, presente como categoría emergente, es que la genitalidad


no es lo que mantiene unidas a estas parejas; en este sentido, aunque la sexua-
lidad en un principio fue vivida con mucha intensidad, y tienen una vida sexual
satisfactoria, esta se ha ido transformando a través del tiempo.

También, aparece como rasgo emergente las características que debe tener
la persona para realizar esta forma de convivencia; entre ellas se enuncian:
calma, constancia, paciencia, autonomía, independencia, autosuficiencia, ser
relajada, tranquila, estructurada, poco demandante, no muy celosa, muy se-
gura de sí misma, tener mucha confianza, ser estable económicamente y ser
muy paciente.

La independencia económica, la distancia espacial, el amor mediado por el


respeto y el permitir la autonomía en la toma de decisiones, hacen que las fami-
lias de origen no influyan en las relaciones de pareja.

Finalmente, se podría decir: es una modalidad sin modelo. El único modelo


preestablecido es la pareja tradicional, pero algunas de ellas tratan de distan-
ciarse del mismo, y otras lo reproducen. Aunque no tengan una convivencia
permanente, se destacan por el manejo de valores en la relación, tales como
solidaridad, lealtad, cuidado por el otro, alta valoración y admiración por su
compañero(a), sin desgastar su relación en las pequeñas diferencias que genera
la convivencia; esto fue evidenciado por los participantes como una relación
satisfactoria que incluso llega a ser deseada por otros.

49
Trascendiendo la convivencia: parejas lat... / Isabel Cristina Bernal Vélez

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50
Omar Biscotti. Tres generaciones

RETOS Y POSIBILIDADES EN LA RELACIÓN


DE PAREJA
La infidelidad: un laberinto con salida
Reflexiones construidas en el proceso terapéutico
Resumen

Aquí se describen las reflexiones que en espacios terapéuticos construyen las parejas que han expe-
rimentado vivencias de infidelidad y los profesionales que acompañan estos procesos de intervención.
Un enfoque cualitativo y el interaccionismo simbólico como perspectiva de análisis privilegiaron en esta
investigación una lectura de las experiencias de sus actores desde lo micro, lo sociocultural y el mundo
de la vida cotidiana, donde la entrevista a profundidad y el grupo focal facilitaron la recolección de la
información, enfocándose en las cualidades de sus relatos y la construcción de las reflexiones. Los ha-
llazgos permiten sugerir que las reflexiones de los consultantes y los profesionales sobre la infidelidad
se conectan con los mandatos culturales, la experiencia del dolor y la responsabilización, en donde el
proceso terapéutico permite comprenderla como una invitación que la relación le hace a sus miembros,
para conversar y visibilizar el malestar y la inconformidad, configurándose como oportunidad para
reflexionar y enrutarse en un camino de resignificación más esperanzador y nutricio.

Palabras clave: Infidelidad, pareja, reflexión, terapia, afrontamiento.

Infidelity: a maze with an end:


Constructed reflections through the therapeutic process
Summary

Objective: to describe the reflections built in therapeutic spaces by couples that have experienced
infidelity and the professionals that support these intervention processes. Methodology: the qualita-
tive approach and the symbolic interactionism as an analysis perspective gave to this investigation
an approach to their actors’ experiences going through the micro, sociocultural, and the world of the
quotidian, where the profound interview and the focal group facilitated the information gathering,
focusing on the qualities of their narratives and the reflection’s construction. Results and conclusion:
the findings allow to suggest that the patients and counselors’’ reflection on infidelity are connected
with cultural mandates, pain experience, and accountability, in which the therapeutic process allows to
understand it as an invitation that the relationship does to its members, to talk and make visible the
discomfort and the displeasure, becoming in an opportunity to reflect and go through a re-signifying
path more hopeful.

Keywords: Infidelity, reflections, therapy, coping.

Cristina María Giraldo Hurtado. Departamento de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Univer-
sidad de Antioquia, UdeA, Calle 70 N.° 52-21, Medellín, Colombia. Correo: cristinam.giraldo@udea.edu.co. Trabajadora
social, especialista en Trabajo Social Familiar, magíster en Terapia de Familia. Candidata doctora en Ciencias de la Edu-
cación. Orcid: http://orcid.org/0000-0003-0975-8216.

Miguel Hernando Garcés Carvajal. Docente de la Universidad Católica Luis Amigó. Psicólogo, especialista en Trabajo
Social Familiar, magíster en Terapia Familiar. E-mail: mhgarces@gmail.com.

Isabel Cristina Posada. Facultad de Salud Pública, Universidad de Antioquia, UdeA, Calle 70 N.° 52-21, Medellín,
Colombia. Correo: isabel.posada@udea.edu.co. Psicóloga, magíster en Salud Pública, doctora en Ciencias Sociales, http://
orcid.org/0000-0003-4953-6490.
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018, pp. 53-69

La infidelidad: un laberinto con salida


Reflexiones construidas en el proceso terapéutico

Cristina María Giraldo Hurtado


Miguel Hernando Garcés Carvajal
Isabel Cristina Posada

Introducción
Cada vez es más común que las relaciones de pareja se disuelvan por situa-
ciones relacionadas con el quebrantamiento de las reglas implícitas y explícitas
de exclusividad que la cultura y la sociedad imponen a las parejas; esta trasgre-
sión se conoce como infidelidad (Espinoza, Correa y Garcia, 2014), y dada su
imperiosa frecuencia e inevitable ocurrencia, ha sido objeto de un sinnúmero
de investigaciones, así como motivo de reflexiones y sufrimientos para muchas
personas; sin embargo, no es sencillo establecer las manifestaciones y elementos
que en ella se involucran, dado el sentido y significado de la monogamia como
condición fundacional en la vida en pareja.

Las reflexiones descritas en este texto advierten que la infidelidad es una vi-
vencia nombrada y significada por la pareja que la vive, en virtud de sus acuer-
dos y dinámicas; que las posibilidades de afrontamiento se movilizan cuando la
pareja y el terapeuta comprenden el dolor como un camino hacia la reflexión
y la resignificación; del mismo modo, que la visibilización de la infidelidad en
clave de género posibilita la transformación de las relaciones de poder que na-
turalizan situaciones lesivas para la relación; finalmente, se reflexiona sobre las

Aprobado: 17 de septiembre de 2019

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La infidelidad: un laberinto... / Cristina M. Giraldo H., Miguel H. Garcés C., Isabel C. Posada

posibilidades de la terapia como opción para reescribir nuevas historias relacio-


nadas con la dimensión erótico-afectiva de las personas.

Método
Este artículo es un producto derivado de un estudio denominado “Los significa-
dos que sobre la infidelidad construyen los consultantes del centro de Familia Santa
María de la Congregación Mariana de la ciudad de Medellín” —en adelante cfsm—.
La metodología cualitativa en esta reflexión favoreció el abordaje de la infidelidad
como una realidad subjetiva e intersubjetiva que constituye un objeto legítimo del
saber para comprender, desde la interioridad de los miembros de la pareja, las ló-
gicas de pensamiento que guían sus acciones (Galeano, 2004); y el interaccionismo
simbólico (Blumer, 1982) como perspectiva de análisis privilegió la interpretación
de los símbolos nacidos de las actividades interactivas entre los actores, permitien-
do la derivación de un conjunto de significaciones e interpretaciones que la persona
realiza en su relación con las cosas que encuentra, y que se modifican a través del
mismo para comprender el sentido subjetivo de sus acciones.

Los instrumentos de recolección de la información fueron la entrevista a pro-


fundidad (Hernández, Fernández y Baptista, 2003) y el grupo focal (Gutiérrez Bri-
to, 2011). La entrevista a profundidad fue desarrollada con seis usuarios del cfsm
que participaron en este estudio, seleccionados mediante el muestreo relacional
fluctuante, cuyos criterios de inclusión tuvieron en cuenta que fueran hombres o
mujeres mayores de edad y que hubieran tenido un proceso terapéutico con tres
consultas o más en el cfsm, motivado por un evento de infidelidad; con ellos y ellas
se realizó una sesión individual, formalizada a través del consentimiento informa-
do (Galeano, 2004) y cuyo guion se construyó en función de la teoría revisada, los
objetivos de la investigación y los intereses de los investigadores, lo cual estableció
las categorías que posteriormente se contrastaron con la teoría que sustentó la
investigación, dando lugar a un segundo guion que orientó la realización del gru-
po focal con los profesionales del cfsm, quienes se encontraban contractualmente
vinculados a esta institución y habían acompañado los procesos terapéuticos de los
usuarios participantes en la investigación. Finalmente, los hallazgos obtenidos se
presentaron de forma descriptiva con base en el análisis categorial, y no de manera
cronológica en su ocurrencia.

54
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

Resultados y discusión
Infidelidad: significados que se construyen en pareja
El concepto infidelidad tiene su origen en el latín infidelitas, el cual está forma-
do por in, que significa negación, y fidelitas, que refiere a fidelidad (Varela, 2014).
Sin embargo, aunque se da por sentado que su significado expresa incumplimiento
de la fidelidad, la realidad es que sería muy complejo definir con exactitud lo que en
ella se dimensiona, pues son diversos los paradigmas de los cuales se valen los esta-
mentos políticos, culturales y académicos para definirla, haciendo muy compleja la
construcción de una idea conciliada.

Pensar la infidelidad en el marco de esta pluralidad convoca a superar la idea de


su definición y a privilegiar su comprensión como un fenómeno relacional cargado
de significativas connotaciones culturales y sociales en un escenario común: la re-
lación de pareja; esto paradójica e inevitablemente supone tener en cuenta que esta
relación es una construcción social, en donde sus miembros tienden a reproducir
imaginarios sacralizados y tradicionales frente al ideal de pareja romántica que la
cultura le provee y a partir de los cuales construyen el sentido de su vínculo; por
esto, ante la ocurrencia de un evento de infidelidad prima la idea de transgresión, y
las reacciones inmediatas van desde la disolución del vínculo, pasando por la devas-
tación emocional, hasta la negación de su existencia, lo que configura finalmente
posturas inconsistentes al respecto, pues la realidad de la relaciones erótico-afec-
tivas contemporáneas permite inferir que la infidelidad es una práctica universal,
milenaria, creciente, al tiempo que mitificada y estimada como una violación al
compromiso tácito o explícito de exclusividad sexual con la pareja.

En la investigación de donde se desprende este artículo y como se describió


anteriormente, todos los participantes acudieron a terapia de pareja como opción
posterior a las abstracciones que generaron las soluciones intentadas y fracasadas
en el devenir del afrontamiento tras el descubrimiento de la infidelidad, lo cual se
tradujo en una decisión común para algunos y unilateral para otros, pero en gene-
ral bajo el anhelo de intentar otras posibilidades resolutivas y reparadoras.

Los terapeutas que acompañaron estos procesos y que están posicionados en va-
riados enfoques como el sistémico, el construccionismo, el psicoanálisis y el cogniti-
vo, coincidieron en que las parejas que viven una infidelidad, cuando acuden a tera-
pia lo hacen motivados por el más diáfano deseo de dejar de sentir dolor, el cual es
descrito por los consultantes como un sufrimiento que conduce a la confrontación

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La infidelidad: un laberinto... / Cristina M. Giraldo H., Miguel H. Garcés C., Isabel C. Posada

de la autoestima, de la idea del amor y del estar y ser en pareja, así como del de-
recho a merecer dignificación o perdón. Sin embargo, aunque llegan buscando un
resultado milagroso y rápido, agregan los profesionales que cuando comprenden
la dinámica del proceso y crean adherencia a él, tienen más opciones de establecer
significados y reflexiones que logran llevarlos a una nueva manera de relacionarse:
“Buscar terapia implica comprometerse en adquirir unas estrategias de afronta-
miento diferentes; el que consulta tiene la posibilidad de escuchar una orientación
más serena y justa direccionada a negociar otras posibilidades” (E7C66L112).1

Cada pareja que acude a terapia por un episodio de infidelidad trae su propia
definición de esta, y a la vez cada una de ellas llega en momentos diversos de tal
vivencia: algunas están en plena escalada producto de la sospecha y la negación,
otras asisten en el momento más agudo de la crisis y, finalmente, otras están bus-
cando la manera de conciliar y caminar hacia la resolución, que no necesariamente
conlleva el reencuentro como pareja; también se admite la disolución del vínculo
de una manera menos dolorosa. Al respecto, uno de los terapeutas participantes en
el grupo focal expresó: “Hay posibilidades de resignificar la relación, de decir: nos
hemos dado cuenta que han pasado un montón de cosas y decidamos para dónde
seguimos de manera tranquila […] y de este modo puede ocurrir también una sepa-
ración tranquila” (E7C65L111).

Acudir a terapia de pareja para tramitar un episodio de infidelidad, para los par-
ticipantes es organizar cada una de las experiencias individuales y personales, en
las que cada persona comparte su propia representación del mundo, y esto influye
en la propia representación de sí mismo, mediante diferentes operaciones internas
y externas que definieron su experiencia terapéutica (Ramos, 2013). Es decir, el
significado de las experiencias de los seres humanos, en este caso de la infidelidad,
se construye con base en las creencias, y estas son entendidas como una correspon-
dencia entre lo interno o subjetivo y lo externo u objetivo (Wainstein, 1997).

El afrontamiento: dolor, reflexión y resignificación


La forma en que se afronta la infidelidad es un proceso que va transformándose
a medida que la crisis se va asimilando; no existen procederes para hacerlo con cal-
ma y sensatez; se destacan en este sentido reacciones iniciales descritas en las con-
versaciones terapéuticas como una sensación de catástrofe y un choque emocional
que destruye la confianza y la seguridad, lo cual se complejiza por la contradicción

1 E: entrevista. C: código. L: línea

56
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

que implica la experimentación del dolor y la rabia hacia alguien con quien también
hay un profundo vínculo y, en pos de este, un paradójico deseo de permanencia,
propiciando en la pareja una vertiginosa danza entre la insoportable angustia, la
negación y la esperanza.

Lo anterior convoca a un abordaje terapéutico que en primer lugar se disponga a


explorar la forma en que los consultantes están afrontando este evento, cómo lo está
viviendo cada uno y en relación con el otro. De esta manera, el profesional a cargo
debe procurar una intervención encauzada a la visibilización del panorama en el que
se instala la pareja, y orientarla reflexiva y comprensivamente en la elaboración de
lo que implicaría para cada uno el reencuentro o la separación, dejando claro que el
propósito del sistema terapéutico es el de transformar el presente y, en ese sentido,
admitir la renuncia a la relación que tenían anteriormente, si este fuese el caso.

La promoción de la reflexión se convierte en un recurso trasversal al proceso y


se debe tramitar dándole un lugar concreto dentro de la relación de quienes con-
sultan, entendiendo que la infidelidad podría ser un cuestionamiento a la relación,
lo que implica mucho cuidado con las posturas victimizantes. En este estudio se
observó que con frecuencia el engañado llega asumido como víctima y su juego ini-
cial es revictimizarse, actuando en la minusvalía para potenciar el cuestionamiento
permanente al infiel como ganancia secundaria; el infiel, por su parte, en su afán de
desculpabilizarse encuentra en la minimización del acto el alivio a su conciencia: “A
veces la terapia le sirve a la persona para seguirse victimizando, o para mantenerse
en el mismo ciclo de no cambio” (E7C62L105).

La descripción anterior recrea el juego con el que la mayoría de las parejas


llegan a terapia; decantar esta danza es responsabilidad del terapeuta mediante la
comprensión de la infidelidad como un síntoma que debe conducir a la visibilización
de los patrones relacionales y su potenciación resolutiva; por tanto, encontrar el
significado de la infidelidad en cada caso es la principal tarea del sistema terapéuti-
co (Cordella, Pacheco, y Ringelin, 2012), y así lo entiende uno de los participantes:
“Yo entendí que esta infidelidad no resultó para acabar la relación, sino como una
válvula... como un desfogue... para eso, no para acabar la relación” E6C39L102.

Las primeras ideas que surgen en el proceso terapéutico no podrían llamarse


propiamente reflexiones; son en esencia la reproducción de los mandatos e imagi-
narios germinados en la cultura patriarcal en la que se inscriben los entrevistados
expuestos a través del lenguaje, estableciendo el eje central de la terapia de pareja y
el principal vehículo a través del cual se da sentido a su mundo (Anderson y Gehart,
2006); por tanto, la terapia es un proceso conversacional generador de significados,

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La infidelidad: un laberinto... / Cristina M. Giraldo H., Miguel H. Garcés C., Isabel C. Posada

y la forma en que las personas piensan y hablan de sus problemas puede contribuir
a entramparse o a contemplar nuevas formas de verlos y de solucionarlos.

En esta perspectiva y en la óptica del interaccionismo simbólico, Blumer (1982)


señala que los significados son productos sociales que surgen durante la interac-
ción y que los actores sociales son los que interpretan y otorgan el significado a los
diferentes fenómenos que enfrentan. De esta manera, las personas seleccionan, or-
ganizan, reproducen y transforman los significados en función de sus expectativas
y propósitos a través de procesos interpretativos; por lo tanto, en lo que se refiere
a la construcción de las reflexiones sobre la infidelidad, estas son mediatizadas por
las vivencias que la cultura provee, hoy una cultura flexible, dinámica y líquida
(Bauman, 2005).

Las personas han aprendido un lenguaje que es producto de su cultura, y a través


de él interactúan en la coincidencia de sus realidades significadas; es decir, el lenguaje
es una acción humana mediante la cual se construyen mundos con diversos sentidos
(Murcia, Jaimes y Gómez, 2016) en donde la cultura resulta de la interacción huma-
na con la naturaleza y las formas generalizadas de interacción social, incluyendo el
conocimiento, la lengua y el sistema de creencias (Traugott, 2007). Lo anterior per-
mite comprender que en los tiempos actuales, cargados de individualismo y carentes
de certezas como resultante del tránsito de una modernidad que agitó los absolutos
del mundo occidental con la idea del progreso continuo y nos embarcó en una posmo-
dernidad de desencanto y desilusión, las dinámicas relacionales no se pueden leer de
manera aislada, y mucho menos en contextos idealizados.

Los testimonios obtenidos en este estudio conducen a pensar que en la actuali-


dad las relaciones de pareja exigen satisfacción inmediata y una experiencia indo-
lora; al tiempo, añoran una relación comprometida, anclada y duradera, donde el
placer y el dolor no se encuentren. Al respecto, Bauman (2005) expresa que “las re-
laciones son las encarnaciones más comunes, intensas y profundas de la ambivalen-
cia”. De ahí que una de las principales reflexiones planteadas en esta investigación
es que después de haber vivido un episodio de infidelidad, las personas involucradas
replantean sus imaginarios sobre la libertad, la autonomía, el placer y el confort,
y exaltan el compromiso como fundamento del amor; vivir en pareja sigue siendo
entonces una experiencia deseada por hombres y mujeres, que conecta con la com-
pletud y la seguridad, pero a la vez con la incompletud y la vulnerabilidad: “[…]
fue algo productivo que cambió y movió mis creencias, mis pensamientos de lo que
yo pensaba que era mi comportamiento como hombre y mi desenvolvimiento con
mi esposa; eso también me cambió mucho, demasiado, totalmente” (E3C64L127).

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

La infidelidad y el género: una construcción social


Enlazado al tema de la cultura, podría decirse que la connotación en cuanto al
género es un aspecto drásticamente determinante en las posturas que los actores
de una infidelidad adoptan; racionalmente, en este tema la cultura ha sido ambi-
gua, ya que se ha naturalizado en el obrar de los hombres y se ha sancionado en el
caso de las mujeres.

Históricamente, las mujeres han sido invisibilizadas en los paradigmas de com-


prensión del mundo como “sujetos”; sin embargo, como “objetos” han sido reco-
nocidas en el contexto de la dominación masculina como “sujetos” del caos y de la
lujuria; por tanto, la infidelidad como proceso histórico y social construido en el
contexto del patriarcado, propicia alcances diferentes para hombres y mujeres, me-
diante la creación de mitos y estereotipos que se materializan en la estigmatización
de esta como un ser pérfido, tal como lo recrea el siguiente testimonio de uno de
los participantes de la investigación: “Yo me atrevería a decir que las mujeres son
más infieles. Las mujeres tienden a manejar mejor las cosas, inclusive yo he tenido
amigas que me cuentan: nosotras las mujeres nos podemos acostar con los que que-
ramos y ustedes nunca se van a dar cuenta porque sabemos hacer las cosas, somos
más inteligentes” (E5C15L33).

Algunas investigaciones (Camacho, 2004; Hernández y Pérez, 2007; Quilez,


2005) han venido refiriendo el incremento en la infidelidad femenina y coinciden
en que hombres y mujeres consideran como uno de los principales desencadenantes
de la infidelidad femenina el creciente desarrollo que las mujeres han logrado en
torno al fortalecimiento de su autoestima, su autoconocimiento, su autovaloración
como persona y su autonomía, principalmente en razón de su sexualidad; agrega
Andrea Rodo, citada por Patricia Collyer (2012), que la infidelidad femenina no
es producto necesariamente de una desgastada relación: puede surgir cuando un
“otro” la confirma como mujer, la valida, la ve; esto provoca una mirada hacia sí
misma, y la infidelidad termina siendo un asunto con ella misma, con su deseos,
con sus necesidades, necesita verse en otro lugar, y para ello necesita la mirada de
otro, lo cual habla de un cambio importante respecto a la conducta de la infidelidad
femenina y a la introducción de nuevas lecturas sobre las relaciones de pareja en
búsqueda de la equidad entre hombres y mujeres.

Reconocer esta percepción en las reflexiones manifestadas en esta investigación


conduce a un paisaje en el cual poco se ha avanzado con relación a los lugares sim-
bólicos que hombres y mujeres ocupan en el patriarcado tradicional; es evidente
cómo, en palabras de los entrevistados, se mantiene indistintamente la idea de que

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La infidelidad: un laberinto... / Cristina M. Giraldo H., Miguel H. Garcés C., Isabel C. Posada

si la mujer es infiel faltó a su virtud, a su moral, a su compromiso; pero si fue en-


gañada, le faltó valía como mujer, y se le cuestiona su capacidad para ser una com-
pañera idónea, para satisfacer las necesidades de su pareja; con esto se observa que
sigue vigente la idea de que los hombres son infieles por naturaleza, y que además
son víctimas del coqueteo femenino: “Las mujeres son más atrevidas, ya no tienen
vergüenza, y eso les pone a los hombres las cosas más fáciles… Ellos son unos co-
bardes, no saben qué hacer y siempre se dejan llevar por el sexo… las mujeres son
muy provocadoras…” (E1C9L30).

Este otro testimonio va en el mismo sentido: “Sí… las mujeres no respetan, se lo


dan a cualquiera porque le ven plata sin habérselo pedido” (E1C11L33).

Esta visión de la infidelidad constituye un fenómeno histórico y socialmente


construido. En el escenario mundial y desde el ingreso a la civilización, la infi-
delidad ha constituido una práctica cotidiana; es decir, esta conducta responde al
orden genérico existente y a la lógica del contexto sociocultural del patriarcado que
impone sanciones concretas o simbólicas para las mujeres y premia en general la
infidelidad masculina (Hernandez y Pérez, 2007), postura que en realidad se debe a
los procesos y estructuras sociales que se crearon entre hombres y mujeres, normas
duales que históricamente han sido utilizadas para permitir y alentar la actividad
sexual masculina, mientras la actividad sexual femenina se restringe; por tanto, la
infidelidad en las mujeres se percibe como una conducta punible que genera un ata-
que al honor del hombre (Moya, 2004), lo cual se replica en todas las posibilidades
presentes en la cultura para establecer los valores de cara al control.

Severo Catalina (Proverbia, s.f.), periodista y escritor español, dijo que la mujer
perdona las infidelidades, pero no las olvida. El hombre olvida las infidelidades,
pero no las perdona. Y en Colombia, el famoso cantante vallenato Diomedes Díaz
convirtió en éxito musical la canción titulada “La falla fue tuya”:

Yo sé bien que te he sido infiel, pero en el hombre casi no se nota, en


cambio es triste que lo haga una mujer, porque pierde valor y muchas
cosas [...].

Dios le dijo al hombre: pórtese bien, haga mal pero nunca haga la gue-
rra, muchos no le han querido obedecer por eso en el mundo hay tantos
problemas.

Y también le dijo a la mujer, cuide bien del hombre que la quiera, sabe
usted que no puede serle infiel, porque pierde mi bendición eterna […].

Que alce la mano, si existe un hombre que haya tropezado solo con
una mujer, no, ninguno lo hace [...]

60
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

Sabes bien que no ha sido mi culpa que muriera ese amor tan divino,
sabes bien que la falla fue tuya, no debiste hacer eso conmigo.

Esta es una realidad implacable e irónica; nunca antes en la historia de la


humanidad se había logrado con tanto vigor y contundencia poner en las con-
versaciones públicas y políticas temas como la equidad de género y la emanci-
pación de las mujeres; sin embargo, cada vez son mayores los actos que atentan
contra su bienestar y dignificación, sobre todo en el ámbito privado de las re-
laciones de pareja, donde al parecer la idea de una unión para toda la vida, la
influencia del mito mariano y el ideal de la sagrada familia ubican a las mujeres
en lugares más vulnerables, en donde muchas se sienten honradas y reproducen
el pesado mandato patriarcal de llevar sobre sus actos la responsabilidad de ser
la reserva moral de la sociedad.

Lo anterior se devela cuando se piensa en el dolor y la devastación experimenta-


da por los hombres al descubrir que su pareja le fue infiel, así ellos lo hayan sido con
anterioridad y con frecuencia, en cuyo caso es muy probable que las consecuencias
no hayan sido las mismas que para las mujeres, y que los significados y reflexio-
nes no logren abarcar este cuestionamiento, pues aun en los procesos de terapia
a donde se acude para resignificar, se mantiene el imaginario de que las mujeres
sostienen y mantienen la unidad familiar.

La terapia como opción para reescribir historias


La relación entre las reflexiones construidas, los mandatos de la cultura y los
discursos que han servido de estandarte en las formas de afrontar las crisis, a veces
conducen al deseo de no saber: “ojos que no ven, corazón que no siente”. Para los
entrevistados, en un principio el no saber les evita el dolor, y así se mantiene la
tranquilidad personal; el no saber representa estabilidad y seguridad de esa idea de
pareja que habían tejido.

Maturana (2008) plantea que solo hay dos vías para ingresar a la reflexión: por
la curiosidad, porque algo lo sorprende y uno se detiene a mirar dónde está, o por la
reflexión que deviene del dolor, donde nos duele el vivir. Para evitar el dolor y el
sufrimiento que trae consigo la reflexión sobre la verdad de la infidelidad, en algu-
nas parejas parece que es preferible no hablar del asunto, viven mejor sin reflexión,
pues en esta postura es probable que se aplace o se enmascare la necesidad de tran-
sición o cambio, que se ve caracterizado por la aparición de un evento estresante
que pone al descubierto su incapacidad para manejar situaciones específicas con el
uso de los ya agotados métodos para resolver sus problemas y enfrentar los retos;

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La infidelidad: un laberinto... / Cristina M. Giraldo H., Miguel H. Garcés C., Isabel C. Posada

es decir, aparece una crisis, en este caso la infidelidad, que visibiliza la decadencia
de estos y las verdaderas grietas que hay en la relación, exigiendo para su perma-
nencia y crecimiento la construcción de nuevas formas de relacionarse: “[…] pero
lo que más rabia y dolor me dio es que me hubiera contado… yo estaba tranquila…
es que yo no sospechaba…” (E1C31L59).

Evan Imber-Black (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2013)


afirma que en el hecho de decir los secretos no hay un bien o un mal, todo depende
de las personas, del contexto y la cultura; es decir, a la luz de las implicaciones de un
proceso reflexivo, pareciera expresarse que, a costa de evitar el dolor, las personas
preferirían marginarse en un mundo sin cuestionamiento.

En este sentido, esta investigación invita a considerar la ocurrencia de la infi-


delidad como una situación que bien podría albergar la función de develar campos
frágiles de la relación, aquellos que no han sido atendidos, y aunque la pareja o
algún miembro de ella preferiría mantenerse en el desconocimiento para no sufrir,
y de paso evitar la responsabilidad de la reflexión, los verdaderos desencadenantes
de este episodio seguirán incubando nuevas y variadas crisis en la relación: “[…]
sé que debo llegar a entender que esto que pasó fue bueno para la relación de noso-
tros, que si no sucedía, que si no pasaba, la relación de nosotros iba a fracasar, de
que nunca nos íbamos a dar cuenta de qué era lo que estaba pasando entre noso-
tros” (E3C58L112).

Retomando a Maturana (2008), las personas llegan a la reflexión por el dolor


o por la curiosidad, y en el caso de esta investigación, los participantes después de
poner a prueba sus recursos, optaron por la terapia de pareja como estrategia de
afrontamiento; sin embargo, la voluntad reflexiva no viene con ellos en el primer
encuentro; los terapeutas describen cómo en estos procesos el sistema terapéutico
se enfrenta a un devenir incierto, donde las conversaciones con los consultantes les
demanda la creación de una hermenéutica particular sobre su historia individual
y relacional.

Cada conversación terapéutica es un espacio trascendental en donde los relatos


de confusión y dolor de los consultantes son desafiados por los terapeutas con sus
preguntas y exploraciones, para que a través de las palabras conjuntamente se
produzcan nuevos entendimientos (Garciandía y Samper, 2012), lo que instala a
los consultantes en la construcción de un proceso reflexivo que les permita la con-
sideración de nuevas posibilidades para trascender ese dolor, para no quedarse en
él y para construir nuevas alternativas que admitan la opción de vivir una relación
con su pareja aun después de ocurrida la infidelidad, la cual deberá ser renovada

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

ante las nuevas necesidades que este episodio devela: “Yo creo que hay cosas duras
que pasan, pero que tienen un fin... no hay mal que por bien no venga, para mí fue
eso… yo creo que fue aprender de la relación, con mucho dolor, con un costo muy
alto, pero... a veces esto tiene que pasar, a veces los matrimonios necesitan esto”
(E6C48L121).

El acontecimiento de una infidelidad no pasa desapercibido en la vida del ser


humano, sin importar el rol desde el cual se esté experimentando; esta es una ex-
periencia descrita como un evento profundamente doloroso y traumático, lo cual se
comprende si se considera que hoy la fidelidad se concibe como una decisión libre
ligada a la duración del amor; por lo tanto, en opinión de los entrevistados, la in-
fidelidad representa hoy más que nunca la principal herida sufrida en la relación,
pues lo que este episodio está expresando es que en un ejercicio libre y consciente se
está actuando en contra de lo acordado mutuamente, y de manera franca y abierta
se está propiciando daño a la otra persona; finalmente lo que queda al descubierto
es que el amor está en peligro o ya se acabó, además devela la precariedad de recur-
sos de la pareja en la resolución de sus necesidades, en tanto está planteando que
algo dejó de funcionar: “[…] de pronto la falta de entendimiento, de comunicación;
a veces es difícil entender qué es lo que la otra persona quiere manifestar o quiere
hacerle sentir sobre la inconformidad que hay en la relación, y de pronto es esa
pérdida de comunicación y de entendimiento” (E3C19L42).

El proceso de reflexión en el marco de una infidelidad, cuando es tramitada te-


rapéuticamente, en opinión de los participantes y los profesionales tratantes, con-
duce a la idea de que este espacio no está ligado a la aceptación y naturalización
del evento, sino al reconocimiento de una mutua responsabilidad en su ocurrencia
y afrontamiento, como resultado del cuestionamiento de las fuerzas culturales que
los han moldeado.

Es decir, cuando el proceso terapéutico logra movilizar emociones, reflexiones y


transformar significados, es muy probable dimensionar de otra manera la vida en
pareja, comprendiendo que la infidelidad visibiliza la realidad del agotamiento en
los límites de cada individuo y en su propia evolución, y que si el deseo es continuar
creciendo, como lo plantean Garciandía y Samper (2012), necesitan hacerlo en re-
lación con el otro, en una dimensión que excede su singularidad y que se denomina,
para estos efectos, pareja.

Esta postura se acerca a la mutua responsabilización de la crisis que se fue ges-


tando en la mayoría de los casos abordados, facilitando la humanización del víncu-
lo, comprendiendo que muchos de los ideales y las fantasías que lo sostenían eran

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La infidelidad: un laberinto... / Cristina M. Giraldo H., Miguel H. Garcés C., Isabel C. Posada

improbables de perpetuar en razón de la condición humana y su propio proceso de


evolución y cambio; de hecho, el aceptar que el otro no es perfecto y que tampoco re-
presenta la garantía eterna de felicidad es uno de los aspectos más dolorosos, sobre
todo para el engañado, que con frecuencia replica: “yo nunca esperé eso de él”, “yo
era capaz de poner las manos en el fuego por ella”, y es así como una de las reflexio-
nes más significativas planteadas por los entrevistados pone al descubierto que en
esta vivencia lograron concebir que en la fragilidad del otro se puede encontrar la
oportunidad de un reencuentro más humano, más ético, más estético, más posible,
más propio; el otro, el que generó el dolor, el infiel, también es vulnerable ante las
circunstancias en las cuales se ha construido la relación; legitimar al otro en un
proceso terapéutico destruye las categorías de infiel-victimario y engañado-víctima
y propone la corresponsabilidad como camino para tramitar la sanación de la crisis:
“Yo digo que muchas veces una infidelidad puede ayudarlo a uno a comprender mu-
chas cosas en las que no había caído en cuenta; esto puede servir para enriquecer la
relación, y no necesariamente tiene que separarse” (E4C75L113).

En el ejercicio de la reflexión habría que resaltar la tendencia de los entrevis-


tados hacia la necesidad de trabajar sobre el perdón como acto necesario en la res-
ponsabilización del mutuo dolor con el ánimo de resarcir la culpa y encontrar alivio
interior; el perdón, en opinión de los entrevistados, involucra un acto reflexivo que
envuelve la aceptación de quién se es y de quién es el otro, de cómo se ha vivido,
de qué decisiones se han tomado y cuáles se han omitido, de cuáles son las fuerzas
contextuales de las que habría que emanciparse, de qué es lo que humanamente
se desea, de qué es lo que se evidencia cuando se usan las capacidades gestadas en
su historia, con la intención de continuar aprendiendo y vivenciando a partir del
perdón; que la pareja es ser-con, que abre oportunidades de ser en el mundo, lo que
logra expresar bellamente Savater (1999): nadie llega a convertirse en humano si
está solo: nos hacemos humanos los unos a los otros. Nuestra humanidad nos la
han contagiado: “Ahora lo veo como un ser humano, y eso me hubiera podido pasar
a mí, en este mundo estamos, somos humanos…” (E4C106L156).

Las reflexiones a las que invita una infidelidad son ricas y a veces contradic-
torias, dado que se producen desde el binomio emoción-razón; Maturana y Dávila
(2003) afirman que la reflexión es un acto de la emoción, es un acto de soltar la
certidumbre, en donde la postura de saber deviene con el peligro de negarla, porque
en tanto más se sabe, menos necesidad y voluntad de reflexión hay. De esta manera,
cuando la pareja se permite la reflexión para conocer, interpretar, analizar o acla-
rar la infidelidad, e intenta comprender de nuevas formas su historia en la triada
pasado-presente-futuro, con la intención de construir conclusiones y significados

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

más amorosos, sanadores y resolutivos, o también para actuar en relación consigo


mismo y con la realidad que le circunda, es evidente entonces que esa reflexión per-
mite vivir el presente y proyectar el futuro de un modo más responsable, así como
potenciar el pasado como recurso movilizador; esto es clave dado que una de las
principales emociones que vive la pareja cuando enfrenta un episodio de infidelidad
es la desesperanza, el rompimiento de los sueños comunes y la sospecha de no ser
merecedor de tener una vida erótico-afectiva gratificante y estable.

Así, de forma individual o en pareja, y en su justo momento, después de haber


experimentado y entendido la magnitud del acto y del dolor desencadenando, la
pareja a través de un juicio crítico y diáfano estará lista para la incorporación de
aprendizajes que permitirán tanto al engañado como al infiel interiorizar una idea
de futuro construible en una nueva ética relacional consigo mismo y con el otro:
“[…] yo no quiero complicarme la vida. Ya quemé la etapa. Estoy dispuesto a volver,
a olvidar el pasado” (E5C52L88).

Ahora, esa responsabilidad como consecuencia de la reflexión no está exclusiva-


mente ligada al reconcomiendo del propio fallo; también implica el reconocimiento
de las necesidades derivadas de una dignidad expuesta y maltratada que requie-
re de una acción reparadora por parte de quien infringió el dolor; aunque ambos
miembros de la pareja reconozcan sus deficiencias, la reflexión implica que cada
persona identifique en su intimidad lo que necesita para continuar, y en un proceso
negociado con el otro tramiten la viabilidad y materialización de esas condiciones;
esto es necesario para construir un territorio de mutua dignificación y confianza
que permita la reconstrucción de una nueva relación, ya sea en el reencuentro de
la convivencia o en la opción de la disolución (Baizan, 2009): “Yo siempre lo que he
querido saber es la verdad, porque sabiendo qué fue lo que pasó y lo que sucedió,
puedo tomar las decisiones a partir de ahí” (E3C42L85); “Si mis creencias, mis
valores, mi formación son de ser respetuoso, de ser una persona comprometida, yo
pienso que antes de ser infiel uno debe de serle fiel a sus creencias o romper ese nexo
que tiene con el compromiso que estableció frente a la otra persona” (E3C53L104).

Las reflexiones antes descritas muestran cómo hoy las parejas se encuentran
en un momento de transición de sus representaciones relacionales en el ámbito
erótico-afectivo, circulando al mismo tiempo entre las incertidumbres gestadas en
discursos líquidos y reproduciendo interacciones ancladas en principios patriarca-
les que aún siguen señalando en asuntos como este a la mujer.

La frustración e impotencia que genera esta incertidumbre de cara a la de-


vastación que significa emocional y relacionalmente una infidelidad, pareciera
ser el principal motivo por el cual acuden a terapia, en donde, según testimonios

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La infidelidad: un laberinto... / Cristina M. Giraldo H., Miguel H. Garcés C., Isabel C. Posada

compartidos, en la conversación comprensiva se logra dar un lugar al dolor, a la


responsabilidad y a la reparación que humanizan el evento y la relación.

Estas construcciones facilitan nuevas concepciones sobre la fidelidad en las re-


laciones contemporáneas, que como se observó en esta investigación es un valor
importante en la formación de la pareja, pero empieza a cuestionarse la sacralidad
con la que se ha introyectado; los aprendizajes derivados de esta experiencia condu-
cen a replantearse y negociar el sentido del compromiso de pareja con tendencia a
interpretarlo como un acto de lealtad y confianza en el marco de la en-fianza (More-
no, 2005), es decir “el fiarme del otro y el otro de mí”. Ya no se trata de una norma
externa basada en la obligatoriedad, sino la configuración de un voto privado que
conlleva la decisión de estar con una persona en concreto, alimentar constante-
mente el amor y el empeño de invertir en la relación, en donde se empieza a hacer
conciencia de que la fidelidad no es un estado finito o perpetuo, sino un proceso que
lía la opción de ser fiel como principio ontológico.

Las reflexiones anteriores sugieren que la idea de la infidelidad no ha cam-


biado en cuanto a su definición, pero sí en lo concerniente a la comprensión de
este evento; los entrevistados expresaron que continúan considerándola como una
agresión directa a una relación de exclusividad, pero han transformado la manera
de entenderla, de explicarla y de afrontarla, provocando nuevas miradas y acciones
orientadas en su mayoría al análisis de la relación, el cuestionamiento, tanto del
infiel como del engañado, motivado por la autorresponsabilización y, finalmente, la
instauración del perdón como cierre de este episodio de dolor y confusión, indepen-
diente del desencadenamiento del vínculo, o sea, independiente de si la pareja logra
mantenerse unida o si termina con su relación.

Conclusiones
La infidelidad es una de las problemáticas que con mayor frecuencia afrontan los
usuarios de los servicios de terapia de pareja, cada uno de ellos con una vivencia diver-
sa al respecto, pero con un común reconocimiento de esta como el principal elemento
alterador de las dinámicas de pareja, en donde los espacios terapéuticos empiezan a
significar la oportunidad de construir explicaciones y definiciones a esta crisis en la vía
de la autorresponsabilización y la valoración de la dinámica interaccional, que puede
favorecer procesos de afrontamiento más humanos, reparadores y significantes.

El impacto del contexto cultural de la pareja propicia obstáculos relacionales


que alteran los recursos para fundar negociaciones y acuerdos, lo que devela que

66
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

la infidelidad es una manifestación de la incapacidad entre dos para construir


conversacionalmente.

El legado patriarcal en el cual hombres y mujeres se relacionan en condición


de subordinación resultó ser uno de los focos con mayor resistencia reflexiva en
las mujeres que participaron en este proceso; se notó mayor tendencia a culparse
y culpar a su género del origen de la infidelidad vivida, mientras que pareciera que
los hombres fueron más adherentes a la idea de gestionar su propia responsabilidad
en términos de la historia relacional.

La infidelidad es uno de los tantos síntomas que enfrenta la pareja en crisis, y


no puede explicarse desde un punto de vista causalista; es un tema sujeto a polémi-
cas, porque en él confluyen infinidad de valores, actitudes, prejuicios y estereotipos.

En su mayoría, las parejas después de haber vivido la experiencia de la terapia


logran construir reflexiones que permiten significar la infidelidad como una opor-
tunidad de reestructuración de la relación en la construcción de la en-fianza, más
que como un motivo para la ruptura definitiva.

Las narraciones sobre el dolor al descubrir una infidelidad denotan una emoción
desgarradora que, al mediarse por la reflexión que implica la inclusión responsable
del otro en una relación de pareja, lleva a resignificar el suceso reconstruyendo el
sentido del dolor para convertirlo en evolución del vínculo.

Los significados tradicionales de infidelidad asociados a la exclusividad afectiva


y sexual no se han transformado drásticamente; lo que ha cambiado es la posición
resolutiva y resiliente ante esta crisis, como producto de reflexiones que conducen
al deseo de comprender lo que significa este momento y nutrirse de él.

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69
Omar Biscotti. Madre con hijos
La separación conyugal: implicaciones legales y familiares
Resumen

Este artículo analiza las implicaciones legales y familiares que conlleva un proceso de separación
o divorcio, que les permita a los profesionales de las Ciencias Sociales y Humanas, en aras de ayudar a
prevenir dificultades y orientar a aquellos padres que inician o se encuentran enfrentando un evento
tan difícil como este. A partir de un análisis documental, desde las investigaciones realizadas sobre
esta problemática tanto en el contexto terapéutico como jurídico, se concluyó que es necesario articular
dichas disciplinas para contribuir a resolver a través de la concertación, el diálogo y una actitud flexible
de la pareja, las consecuencias que se generan por el rompimiento del vínculo conyugal.

Palabras clave: Separación Conyugal, Pareja, Matrimonio, Divorcio, Hijos.

Conjugal separation: legal and familiar implications


Abstract

This article analyzes the legal and family implications of a separation or divorce process, which
allows the professionals of the Social and Human Sciences, in order to help prevent difficulties and
guide those parents who start or are facing an event as difficult as this From a documentary analysis,
from the investigations carried out on this problem both in the therapeutic and legal context, it was
concluded that it is necessary to articulate these disciplines in order to contribute to resolve through
consultation, dialogue and a flexible attitude of the couple, the consequences that are generated by the
breakdown of the marital bond.

Keywords: Conjugal Separation, Couple, Marriage, Divorce, Offspring.

Piedad Estrada Arango. Docente jubilada del Programa de Trabajo Social, Universidad Pontificia Bolivariana. Tra-
bajadora social, especialista en Familia y magíster en Terapia Familiar. Correo electrónico: pestrada1608@une.net.co.

Lina Marcela Estrada Jaramillo. Docente titular, Escuela de Derecho y Ciencias Políticas, Universidad Pontificia Boli-
variana. Abogada, especialista en Derecho de Familia, magíster en Derecho. Correo electrónico: lina.estrada@upb.edu.co.
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018, pp. 73-84

La separación conyugal: implicaciones legales


y familiares

Piedad Estrada Arango


Lina Marcela Estrada Jaramillo

Introducción

La separación conyugal es, sin lugar a dudas, una de las dificultades más
frecuentes que se atraviesa hoy en día, con consecuencias difíciles de afrontar
para la pareja implicada, los hijos, la familia extensa, los amigos y la sociedad
en general. En muchos casos, los cónyuges han luchado por mantener y salvar
la relación recurriendo a estrategias individuales, en pareja, ayuda profesional,
hasta llegar a la conclusión de que el cambio es poco probable. En otros casos
puede ser una reacción súbita y emotiva que deja posteriormente grandes in-
quietudes, preguntas e incertidumbres acerca de lo que pudieron haber hecho
para conservar su relación conyugal. Una de las consecuencias más difíciles de
superar y enfrentar es la manera como reacciona cada miembro de la pareja, y la
actitud que asumen frente a la reorganización de cada núcleo familiar y frente
al excónyuge.

El propósito de este texto es identificar las implicaciones legales y familiares


que conlleva un proceso de separación o divorcio, que les permita a los profe-
sionales de las ciencias sociales y humanas, abogados, psicólogos, trabajadores
sociales, profesionales de desarrollo familiar, médicos, enfermeras, terapeutas
de individuos, parejas y familias sensibilizarse, en aras de ayudar a prevenir

Aprobado: 17 de septiembre de 2019

73
La separación conyugal: implicaciones... / Piedad Estrada A., Lina Marcela Estrada J.

dificultades y orientar a aquellos padres que inician o se encuentran enfrentan-


do un evento tan difícil como este.

Para lograr este objetivo, partimos de unas evidencias nacionales e interna-


cionales acerca de la separación conyugal, con el fin de contextualizar, según
estudios, su existencia y amenaza, además abordamos las implicaciones en el
ámbito jurídico, para luego reflexionar sobre las dificultades relacionales. Es de-
cir, se parte de un análisis documental, desde las investigaciones realizadas has-
ta el momento sobre esta problemática tanto en el contexto terapéutico como
jurídico.

Algunas evidencias internacionales y nacionales acerca


de la separación conyugal
A lo largo de la historia, la separación conyugal ha sido el núcleo de muchas
investigaciones, en las cuales se concluye que sus motivos han variado a través
del tiempo. En un estudio realizado sobre salud mental de niños y adolescentes
provenientes de familias nucleares, padres separados y otras formas de organi-
zación familiar, resultado de la investigación en escolares de Medellín y el área
metropolitana, realizado por Estrada et al. (2006, pp. 25-29), se realizó un estado
del arte acerca de la separación conyugal y el divorcio, indagando por la evidencia
internacional y nacional, reportando como hallazgos significativos los siguientes:

Un poco más del 19% de las familias de los escolares estudiados han vivido la
separación de los padres. Este porcentaje supera al hallado en la población gene-
ral de Colombia, según el Censo Nacional, donde se reporta para esta categoría
5,2% (Dane, 2005, p. 2).

La separación conyugal y el divorcio, de ser considerados un evento catas-


trófico e insuperable, ha pasado a ser una situación habitual en la sociedad
occidental. Según reportan Strangeland y Pellegreno y Lundholm (1989, citados
en Donoso y Villegas, 2000), en Estados Unidos y Gran Bretaña se estima que
antes de cumplir 18 años, alrededor de un tercio de los niños tendrán una fami-
lia con padres separados.

Restrepo y Estrada (2015), por su parte, plantean que el divorcio en Colom-


bia tiene variables que no solo pueden analizarse desde una perspectiva feme-
nina, porque también hay una perspectiva masculina, y no se deben perder de
vista todas las instancias y visiones implicadas en la familia, teniendo en cuenta
las consecuencias que han dejado en la pareja y, por tanto, en la familia.

74
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

Fagan y Rector (2000, citados en Universidad de los Andes, 2002), en el In-


forme sobre el Divorcio, También explican que el efecto combinado del divorcio
y de los hijos fuera del matrimonio se traduce, aproximadamente, en que más
de la mitad de los niños de ee.uu pasan su infancia y juventud viviendo en ho-
gares con padres divorciados, vueltos a casar o con uno solo de ellos. El 42% de
los jóvenes de 14 a 18 años vive en una familia de matrimonio estable, y con
sus dos padres biológicos; y el 30% vive en un hogar reconstituido. Esta última
cifra es concordante con el alto porcentaje de personas divorciadas que vuelven
a contraer matrimonio.

En este mismo informe se afirma que es posible sostener que los padres no
solo se divorcian entre ellos, sino también parcialmente de sus hijos. Los padres
divorciados, al no tener la custodia de los niños, presentan una relación nota-
blemente débil, situación que no se revierte, sino que se aumenta con el paso
de los años.

En el estudio sobre cambios en la formación y disolución de las uniones en


América Latina, realizado por García y Rojas (2002), se reporta que para 1985
siete de 19 países de América Latina no tenían una ley de divorcio; sin embargo,
en los estudios disponibles entre 1960 y 1996, en los países de la región que sí
tenían dicha ley se muestra un incremento década a década para todos los ca-
sos. Con los datos recogidos concluyen que las características encontradas más
sobresalientes son la tendencia al incremento de la edad promedio al momento
de la unión, y el incremento de la disolución de las uniones y de la prevalen-
cia de las uniones de hecho o uniones consensuales.

La separación conyugal fue el tema de investigación que abordaron Zamudio


y Rubiano (1991), quienes realizaron un estudio significativo en Colombia en
1991, con el fin de conocer la magnitud del fenómeno, su evolución y tendencias,
tomando 22 111 hogares y 5 200 personas separadas. Ellas reportaron un 27,8%
de separaciones conyugales, del total de la población que alguna vez se ha unido,
y el 17,2% del total de la población unida en el momento, para un total de 45%.

Implicaciones legales de la separación conyugal


Mediante la Ley 1 de 1976 se estableció el divorcio en Colombia con nueve
causales taxativas, es decir, que solo estas eran las autorizadas por el legislador
para terminar con el contrato matrimonial. En esta se establecía como novena
causal la condena privativa de la libertad personal superior a cuatro años, por

75
La separación conyugal: implicaciones... / Piedad Estrada A., Lina Marcela Estrada J.

delito común de uno de los cónyuges, el cual el juez, que conociera del divorcio,
calificara como atroz e infamante.

Más adelante, mediante la Ley 12 de 1991, se elimina esta causal y se intro-


duce el consentimiento entre los cónyuges para divorciarse, manifestado ante
juez competente y reconocido mediante sentencia; asunto que hoy también se
realiza ante los notarios, por competencia que les fue asignada mediante el De-
creto 4436 de 2005.

Existen hoy decisiones de la Corte Constitucional donde se señala que el


matrimonio, además de ser un contrato civil, es un vínculo humano que es sus-
ceptible de cambios en el tiempo. No obstante, se determinó que solo podría
demandarse el divorcio si el cónyuge no era el causante de los hechos que lo
motivaban, porque la ley determina una finalidad legítima constitucionalmen-
te, y es la de promover la estabilidad del matrimonio como forma de constituir
familia por los vínculos jurídicos, y asegurar que los cónyuges cumplan con los
deberes que se les imponen por el derecho, de tal manera que solo el que asegure
su cumplimiento pueda ejercer la acción judicial (Sentencia C394, 2017).

Dilemas Jurídicos
Separación conyugal y conciliación
Como es sabido, el derecho está ineludiblemente presente en el momento
constitutivo y en el momento extintivo de las relaciones jurídico-conyugales-
-familiares, así como en los momentos modificativos de esa relación jurídica
matrimonial o extraconyugal.

Esto quiere decir que en el campo matrimonial y familiar al derecho lo único


que se le puede pedir es que, sobre unos hechos irremediables, declare justas
unas pretensiones. El cónyuge a quien su consorte le falta a la obligación de fi-
delidad tendrá una justa causa para separarse. Pero el derecho no puede recon-
ciliar y restaurar la vida anterior al margen de la voluntad de los cónyuges. La
experiencia demuestra, por ejemplo, que un proceso de nulidad, o de disolución
del matrimonio canónico o de separación, aunque resuelven un problema de
los cónyuges, no garantiza necesariamente, de modo absoluto, la paz entre los
litigantes, aunque la sentencia sea justa.

¿Cómo se puede transformar un enfrentamiento en cooperación? ¿Cómo se


pueden convertir conflictos que se van a desatar en problemas que se van a

76
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

resolver? Acudir a la confrontación, recurrir a los tribunales, intentar resolver


los problemas en forma litigiosa, es siempre costoso en todos los sentidos: eco-
nómico, de tiempo, anímicos, entre otros, y con demasiada frecuencia inútil, si
se busca dar soluciones que permitan recomponer la paz y convivencia conyugal
en un futuro más o menos próximo. En consecuencia, conviene explorar la posi-
bilidad de recurrir a otras fórmulas de resolución de conflictos como medio para
la mejor solución a las disputas matrimoniales y familiares.

En definitiva, podemos afirmar, con carácter general, que hoy se justifica


aun más, por todos los problemas y dificultades que atraviesa nuestro país, la
conciliación entre aquellas personas que puedan verse procesalmente enfrenta-
das. Escrivá (2001) plantea cómo el ordenamiento jurídico manifiesta el máxi-
mo respeto a la iniciativa procesal de parte, pero al mismo tiempo no deja de
expresar y promover, de diversas maneras, una actividad previa de pacificación,
derivada de un acuerdo conciliador nacido de una disposición personal tendente
a la conciliación y no a la contienda o confrontación procesal, máxime cuando
de estos litigios pueden derivarse daños, difícilmente reparables, tanto para el
matrimonio como para la familia.

Separación conyugal y disolución de bienes


Como es vigente el matrimonio, lo son también sus efectos económicos, sin
consideración al tipo de aportes que los cónyuges realicen al fondo común de la
sociedad conyugal.

Como la ley no distingue ni califica el trabajo de los consortes, cada uno de


ellos desde su particular óptica está habilitado para reclamar la mitad del re-
sultado de la gestión social. Por ello, todo esfuerzo dirigido a la construcción y
al bienestar familiar es valorado en su justa dimensión, sin importar el valor o
la naturaleza de los aportes. Sin embargo, de acuerdo con Montoya (2017), no
siempre la unidad de propósitos hogareños se mantiene y los cónyuges cesan el
cumplimiento de sus deberes; y con ello, cambian de perspectiva acerca del sen-
tido de lo nupcial, pues conforman nuevos nichos familiares, y con intenciones
divergentes erigen otras prioridades económicas.

En casos como estos, el trabajo individual reviste otras prioridades, y en


la gran mayoría de las ocasiones implica el abandono absoluto de los deberes
matrimoniales y paterno-filiales, precipitando que quien se quedó con los hijos,
si los hubiere, y las cargas familiares, tenga que edificar un patrimonio del que
puede lucrarse quien se alejó, porque el contrato continúa vigente entre ambos.

77
La separación conyugal: implicaciones... / Piedad Estrada A., Lina Marcela Estrada J.

De esta manera, la sociedad conyugal como entidad económica del matrimo-


nio obedece a la necesidad de revertir, en términos monetarios, el lucro derivado
de la gestión colectiva o individual de los cónyuges, sin explorar su intencionali-
dad al momento de producirse las contribuciones o de sus circunstancias domés-
ticas. El único requisito para su liquidación no es otro que su previa disolución y,
por supuesto, el acta de matrimonio con la que se acredita su nacimiento, pues
en el caso de las capitulaciones matrimoniales,1 sus notas marginales dan cuen-
ta de este negocio jurídico y, por ende, de la exigencia de acompañar la escritura
respectiva para acreditar la índole de sus disposiciones.

Un hogar se construye no solo a partir de los bienes y servicios, sino del


afecto, la ternura y la dedicación permanente. De ahí que los aportes de los ca-
sados pasen por los ingresos que se obtienen en el mercado laboral, mercantil o
económico, pero también por los bienes inmateriales que, aunque carecen de un
sustrato dinerario, son absolutamente imprescindibles para la marcha familiar.

Precisamente por ello, las reparticiones sociales reconocen el esfuerzo que


desde estos frentes pudieron formalizar los consortes, y no valida las argumen-
taciones atinentes al flujo de las contribuciones o a la índole de ellas. Cada cual,
desde su específica participación, se hace acreedor a la mitad de los gananciales,
por haber contribuido a un propósito común, que no es otro que el funciona-
miento doméstico. El matrimonio es una sociedad de vida, creado por el legis-
lador civil para que un hombre y una mujer se unan con el fin de vivir juntos,
de procrear y de auxiliarse mutuamente durante su vigor; de suerte que si bien
la ley no se detiene en el tipo de los aportes, tampoco prohíja la ausencia de los
mismos para avalar la distribución igualitaria de las utilidades sociales, pues
con ello premiaría al irresponsable y al incumplido, en detrimento de quien car-
gó, en su ausencia, con los gastos derivados de la subsistencia material de sus
miembros, y afianzó o forjó el patrimonio conyugal.

En una sociedad como la nuestra, en donde la mujer es subvalorada en su


participación doméstica, pero además termina en la soledad abrumadora de la
ausencia de medios de subsistencia, velando por la suerte de los suyos, se escu-
chan voces como la de Soto (2009), que razona en el sentido de que “en Colom-
bia es buen negocio ser mal cónyuge y aun dar muerte injusta a otro, pues en

1 El Código Civil Colombiano define las capitulaciones matrimoniales en el artículo 1776 como
las convenciones o acuerdos que celebran los futuros esposos antes de contraer matrimonio,
relativa a los bienes que aportan a él, y a las donaciones y concesiones que se quieran hacer el
uno al otro.

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

todos los casos se recibe por una colaboración prestada. […] El cónyuge sacrifi-
cado merece una legislación más fácil de cumplir que de burlar” (p. 11).

Lo anterior, porque el sistema actual soporta injusticia, vacíos, confusión e


imprecisión. Aserto que, por supuesto, facilita el lucro de quien torticeramente
obró, en perjuicio de quien celosamente cumplió con sus deberes familiares.

Separación conyugal y los hijos


Las decisiones que se tomen en el grupo influyen en cada miembro de la
familia. Por tanto, la separación o el divorcio es un tema que no solo compete
a los cónyuges, sino que también afecta a sus hijos y a sus respectivas familias.
Quienes eligen esta opción para la resolución de problemas conyugales tienen
poca noción acerca de sus implicaciones. El divorcio significa una crisis tanto
para los padres como para los hijos, que puede volverse un hecho traumático si
no se logra manejar adecuadamente.

Jiménez (2012) plantea que la separación de la pareja es el resultado de un


proceso cuya crisis se inicia en la familia, a partir de frecuentes contradiccio-
nes, que en ocasiones pueden llevar a la violencia intrafamiliar y conyugal y
fomentar actitudes y comportamientos no adecuados a nivel psicológico, físico,
emocional, cognitivo y social en los miembros que la componen. En últimas, el
manejo de esta situación no solo dependerá de los recursos psicológicos que es-
tos tengan, sino también de los valores, normas, grado de aceptación personal y
social, y de la capacidad de afrontamiento frente a otras circunstancias, lo cual
funciona como recurso para hacer frente a esta nueva situación.

Los conflictos se hacen cada vez más frecuentes y difíciles de solucionar por
parte de los cónyuges, siendo el divorcio o la separación de cuerpos una de las
principales soluciones que han venido empleando para resolver sus problemas
matrimoniales. Frente a los hijos, si los cónyuges optan por separarse de mutuo
acuerdo, deben acordar lo referente al régimen alimentario, quién ostentará la
custodia y cuidados personales y quién no la tendrá, quién ejercerá el régimen
de visitas.

Dificultades relacionales derivadas de la separación conyugal


Desde una mirada psicosocial, Herscovici (1986), terapeuta familiar argenti-
no, considera la separación conyugal como una pérdida para todos los miembros

79
La separación conyugal: implicaciones... / Piedad Estrada A., Lina Marcela Estrada J.

de la familia, generando cambios importantes de los cuales unos salen empobre-


cidos y otros enriquecidos, pero ninguno igual que antes de iniciar el proceso, y
frente a lo cual no se han dado caminos institucionales que ayuden a prevenir
o a evitar las consecuencias; además, llama la atención sobre el acto de separa-
ción o divorcio, el cual debe realizarse con mayor responsabilidad que el mismo
evento de casarse, especialmente si hay hijos de por medio.

En la práctica terapéutica con parejas que están pensando en la separación


o que ya la han materializado, se identifican muy comúnmente algunas reaccio-
nes derivadas de la dificultad que conlleva este tipo de procesos, y que también
son descritos por estudiosos del tema, como son las siguientes:

Un miembro de la pareja quiere separarse y el otro no. Se escribe en la lite-


ratura sobre las separaciones conyugales y se observa en la práctica terapéu-
tica cotidiana cómo es común que, cuando estas se presentan, un miembro lo
plantee y el otro se muestre sorprendido y negativo a que esto se dé, influyendo
e insistiendo reiterativamente en su desacuerdo, decisión que puede haberse
demorado en ser tomada por muchos años, en algunos casos, o menos tiempo en
otros; sin embargo, el malestar, las tensiones en la relación, el distanciamiento
de la pareja, los malos tratos, el incumplimiento de los deberes, entre otras difi-
cultades, llevan a no dilatar más esta medida, con las concernientes consecuen-
cias para quien no estaba enterado ni preparado para asumir una separación, y
recayendo la responsabilidad en quien la planteó.

Intervención de terceros que complican y agudizan las diferencias. Muy esca-


samente los miembros de la pareja enfrentan la separación entre los dos, sin la
presencia de intermediarios, o involucrando terceros, tales como:

Familiares de ambos lados, quienes toman partido a favor o en contra de la


decisión o del otro miembro que no es su familiar.

A los hijos, con lo cual los enfrentan a vivir un conflicto de lealtades, pues si
apoyan a uno de los padres quedan mal con el otro, generándoles esto angustia,
tensión, y afectando su desarrollo y adaptabilidad.

Amigos de cada uno o de ambos que, al apoyar, opinar o ayudar, son vistos
como desleales por parte del cónyuge que se niega a vivir la separación.

Profesionales del derecho, terapeutas de familia, psicólogos, profesionales


de desarrollo familiar, trabajadores sociales, entre otros, los cuales, si escuchan
solo a uno de los miembros de la pareja, son percibidos como cómplices por
parte del otro cónyuge, negándose a participar con este profesional, indagando

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

por otro que lo ayude a él, situación que dilata y acrecienta los desacuerdos en
la pareja.

Desacuerdos en la partición de bienes invocando recursos para los hijos, cons-


tituyéndose el patrimonio en un bien o derecho de los cónyuges. Aunque el pro-
pósito y fin de los padres sea siempre velar por el sostenimiento y desarrollo de
los hijos, ante una separación hay que tener en cuenta que la sociedad conyugal
es de la pareja, y los bienes deben repartirse entre ambos de manera equitativa;
sin embargo, muchas veces se empieza a argumentar que también debe escritu-
rárseles a los hijos, pues lo que han conseguido con tanto esfuerzo fue pensando
en ellos, situación que es inconveniente, en tanto si los hijos son pequeños, no
están en capacidad legal de adquirir inmuebles a su nombre; y además, la pa-
reja, como adultos que son, tienen que velar también por su manutención en el
presente y en el futuro, y por tanto ambos tienen necesidades económicas que
resolver y derechos por los cuales luchar. Aun en casos de solvencia económica,
el principio debe seguir siendo la división del patrimonio entre la pareja, y pos-
terior atribución de bienes a los hijos como decisión personal.

Afectación emocional en los hijos por discusiones y conflictos que se presen-


tan frente a ellos de maneras agresivas o violentas. El problema de las crisis
que no se resuelven de manera oportuna lleva a que se acumulen las tensio-
nes y se pierda el equilibrio necesario para manejar los desacuerdos y contra-
dicciones, llegándose al maltrato verbal a través de palabras soeces, reclamos,
revelaciones de asuntos privados y, a veces, maltrato físico en presencia de los
hijos, generando en estos pérdida del sueño, ansiedad, bajo rendimiento escolar,
comportamiento agresivo con pares, entre otros síntomas que llevan a que, al
sentirse culpables por las consecuencias, en los hijos aumenten el enojo y las
acusaciones.

Buscar complicidad en los hijos con la concerniente desvalorización del otro


padre. Algunos padres o madres desahogan en sus hijos las dificultades con su
pareja, sin darse cuenta de que esto representa una carga grande, porque son
problemas para los cuales no están preparados, y que además los indispone fren-
te al otro padre, quien al percibir o detectar esta situación se defiende haciendo
lo propio, quedando el hijo entrampado en los conflictos conyugales, y afectán-
dose la imagen que tenía de sus padres.

Acumulación de problemas en la familia sin resolver, incluyendo trastornos


de los hijos, que llevan a que cuando se hable de separación estos sientan que es
por su culpa que los padres se van a separar. Todos los miembros de la familia,

81
La separación conyugal: implicaciones... / Piedad Estrada A., Lina Marcela Estrada J.

sin lugar a dudas, se afectan al plantearse una separación, haciéndose pregun-


tas acerca de si pudieran hacer algo para evitarlo, o sintiéndose culpables por
haber incurrido en comportamientos o acciones que contribuyeron a generar
tensiones y dificultades entre los padres, que no pudieron solucionar de otra
manera y posiblemente los llevaron a esta decisión.

Toma de decisiones unilateralmente, como disponer de la vivienda a favor


de uno expulsando al otro, negación o restricción de sustento económico, priva-
ción de visita o comunicación con el padre que está por fuera. Alrededor de la
separación se generan resentimientos, tensiones, puntos de vista antagónicos,
que conllevan a acciones impulsivas en contra de alguno de los cónyuges o de los
hijos, lo que genera más tensiones y reacciones hostiles y violentas por parte del
otro cónyuge que se siente agredido, generando esto mayores dificultades para
llegar a acuerdos sobre los requerimientos para el sustento y manutención de
los hijos y de los mismos cónyuges.

Alternativas para evitar estas complicaciones


Como respuesta a las dificultades anteriormente señaladas, se debe llamar
la atención a las parejas que atraviesan un proceso de separación sobre la res-
ponsabilidad que tienen para que a los hijos les quede claro que la ruptura no
fue causada por ellos, y que no hay que evaluar a un padre como bueno y el otro
malo, sino que la pareja no pudo conciliar sus diferencias e incompatibilidades
como esposos. Darles a conocer los aspectos prácticos en los que va a cambiar
su vida, como un posible cambio de barrio, y por tanto de amigos; algunas limi-
taciones económicas, pues no se contará con los mismos ingresos, entre otros;
sin embargo, se debe tratar en lo posible de que estos cambios no sean muchos
y se puedan asimilar por parte de los hijos. Herscovici (1986) recomienda que
se les garantice a los hijos el acceso a ambos padres, que estos les puedan ser
leales a los dos al mismo tiempo y no tengan que presenciar descalificaciones
entre ellos; los hijos deben quedar con ambos padres y perder de cada padre lo
menos posible. Así mismo, plantea que las consecuencias y complicaciones de
una separación dependen de si las diferencias se pueden manejar con la menor
presencia de intermediarios posibles.

Ya en la etapa de separación, también denominada postseparación, el ideal es


mantener las mismas normas de disciplina en cada hogar, lo cual a veces es difí-
cil, ya que la separación muchas veces se ha dado por discrepancias en la forma
de ver la vida; lo que sí es posible es el respeto por una norma que, aunque no se

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

comparta, se acepta. No deben utilizarse los hijos como mensajeros cuando exis-
te una difícil comunicación entre los padres separados, y en lo posible se deben
limar asperezas que les permitan la participación y presencia física simultánea
en eventos relacionados con logros o dificultades de los hijos.

Conclusiones
Las separaciones conyugales se constituyen en un evento social con tenden-
cia al incremento, y con las consiguientes consecuencias económicas, emociona-
les y afectivas para todos los miembros de la familia.

Desde el punto de vista legal, la conciliación es la alternativa deseable para


resolver los diferentes asuntos que conlleva la separación conyugal, en contra
de los procesos a través del litigio que generan costos de tiempo, económicos y
problemas emocionales, entre otros.

Las relaciones en los miembros de la pareja se asumen con reacciones que


complican y agudizan las consecuencias que ya de por sí son delicadas por la
decisión de separase, ante las cuales los profesionales del campo psicosocial pue-
den cumplir un papel importante al ayudarles a construir acuerdos, evitando
reacciones extremas.

Es necesario articular, alrededor de la separación conyugal, disciplinas como


el derecho y la terapia de familia, con el propósito de contribuir a que estas
situaciones se resuelvan a través de la concertación, el diálogo y una actitud
flexible de la pareja, en aras de minimizar las consecuencias que se generan por
el rompimiento del vínculo conyugal.

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84
Omar Biscotti. Kumiko y su familia

COMPRENSIONES SOBRE LA PAREJA


CONTEMPORÁNEA Y SU INTERVENCIÓN
TERAPÉUTICA
Orientaciones construccionistas para la práctica terapéutica con parejas
Resumen

Se parte de exponer brevemente un contraste entre las concepciones moderna y postmoderna de la


pareja y de la terapia de pareja; así mismo, se retoman algunos elementos que consideramos centrales
en el construccionismo social como son: el yo, el lenguaje, la conversación, la narración, la relación y la
cultura, describiendo en que forma los evidenciamos en las parejas que inician un proceso terapéutico,
cómo se resignifican a través de la conversación terapéutica, introduciendo ejemplos, tomados de nues-
tra propia práctica para ilustrar su aplicabilidad.

Palabras clave: terapia de pareja, construccionismo social, terapia, terapia sistémica.

Construccionalist orientations for therapeutic practice with couples


Abstract

This article starts by outlining a contrast between modern and postmodern conceptions of the
couple and the couple therapy; next, some items that we consider essential in social constructionism
are taken up again —such as: the ego, the language, the conversation, the narrative, the relationship
and the culture— by describing how we show them to couples who begin a therapeutic process and
how they resinify through it and by giving some examples, from our own practice to illustrate their
applicability.

Keywords: Couple Therapy, Social Constructionism, Therapy, System Therapy.

Piedad Estrada Arango. Docente jubilada del Programa de Trabajo Social, Universidad Pontificia Bolivariana. Tra-
bajadora social, especialista en Familia y magíster en Terapia Familiar. Correo electrónico: pestrada1608@une.net.co.

María Eugenia Agudelo Bedoya (QEPD). Universidad Pontificia Bolivariana. Trabajadora social, especialista en Fa-
milia, magíster en Terapia Familiar.
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018, pp. 87-106

Orientaciones construccionistas para la práctica


terapéutica con parejas

Piedad Estrada Arango


María Eugenia Agudelo Bedoya

Puntos de partida
Este artículo expone, desde una reflexión teórico-práctica, cómo incorporar en
la terapia de pareja algunas prácticas inspiradas en el construccionismo social, las
cuales, a su vez, se encuadran en la concepción postmoderna de la terapia. Se reto-
man algunos elementos que han sido considerados centrales en esta epistemología
como son el yo, el lenguaje, la conversación, la narración, la relación y la cultura,
describiendo cómo se evidencian estos en las parejas que inician un proceso tera-
péutico, aportando algunas nociones teóricas alusivas a ellos e introduciendo ejem-
plos para ilustrar su aplicabilidad.

El comienzo de un proceso terapéutico con parejas ocurre en el marco de un


cúmulo de situaciones, vivencias y sentimientos dolorosos que irrumpen intem-
pestiva o progresivamente en sus vidas, afectando otras esferas de la existencia de
cada uno y de ambos, como son el trabajo, los amigos, los hijos, la familia extensa,
y así mismo pueden generar consecuencias en la salud, los estados de ánimo, la
productividad intelectual, profesional y ocupacional, la estabilidad económica, las
actividades sociales y los proyectos de vida individuales y como pareja.

En la práctica terapéutica se observa reiteradamente que al iniciar un proceso


de ayuda con una pareja, uno o ambos exponen la historia que han tejido acerca de

Aprobado: 16 de septiembre de 2019

87
Orientaciones construccionistas para la práctica... / Piedad Estrada A., María Eugenia Agudelo B.

sus frustraciones, conflictos, dolores emocionales, pérdidas, desconfianza, reclamos


e inculpaciones mutuas. Sus narrativas están centradas en el sufrimiento y
parecen estancadas en un presente cargado de tensión. En tal situación, la terapia
constituye un espacio en el que los miembros de la pareja con mayor o menor
intensidad depositan sus expectativas de cambio, aunque la dirección que hayan
trazado al respecto sea o no la misma para ambos: suele ocurrir que uno exprese
como expectativa “arreglar la situación”, olvidar lo negativo y reiniciar de diferente
manera la relación; en cambio, el otro esté dispuesto a finalizar la convivencia y
procesar la separación. Sea que la relación continúe y se redefina o que se decida
cortar, la crisis en la pareja conlleva cambios en la vida de los implicados.

Las parejas modernas y posmodernas


En el contexto colombiano se han presenciado cambios en la constitución de
las familias, en sus funciones, en sus derechos, en la forma como la sociedad traza
para ellas unas expectativas en sus formas de relación interna, e inclusive en la
valoración que le otorga el conglomerado social a este subsistema. De igual forma,
la pareja como unidad de vida se ha transformado y su dinámica continúa en un
proceso de cambio que parece inagotable y que cada vez plantea ajustes y formas de
funcionamiento diversas. Se puede decir que en la modernidad, la pareja se posicio-
nó como unidad básica, punto de partida para la conformación de la familia en el
encuentro de un hombre y una mujer que se eligieron mutuamente y que, contan-
do con la aprobación de sus más cercanos parientes, optaron por unirse; cada uno
según fuera el hombre o la mujer, tenían unas funciones que asumían acogiendo
las prescripciones sociales para uno y otra. Al respecto, Aguayo (2006) retoma el
planteamiento de Eguiluz que considera que

El matrimonio moderno va surgiendo a partir de la segunda mitad del


siglo xix en el cual la armonía conyugal dependía de que cada uno de los inte-
grantes desarrollara el papel que socialmente se le había asignado, el hombre
cumplía con la manutención económica, ostentaba el poder, la autoridad y to-
maba las decisiones mientras la mujer velaba por el cuidado de la prole y del
cónyuge, el cuidado de la casa y estaba sujeta al marido (p. 520).

Reconociendo que el orden social en el que se circunscribe la conformación y la


continuidad de la pareja define reglas y procedimientos que delimitan el camino de lo
aceptado y lo que se reprueba socialmente en cuanto a la vivencia de pareja se refiere,
podemos decir que en el medio colombiano, la religión católica ha tenido en este pro-
ceso una fuerza difícil de controvertir por siglos al regular el sacramento como única

88
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

posibilidad para marcar el comienzo de la convivencia y, así mismo, el establecimiento


de relaciones sexuales que den lugar a la reproducción, y con ello a una nueva unidad
familiar. En este marco, el hombre ocupa la posición de máximo poder en la jerarquía,
y su principal función consiste en proveer económicamente, y a su vez la mujer es
figura afectiva central que debe velar por el cuidado. Acogerse a esta lógica imperante
en la sociedad aporta certezas, seguridad y estabilidad en las parejas que, satisfechas o
no, conservaban la unidad como signo de acato y cumplimiento de las normas sociales.
Como lo planteó Michael White (citado por Fuks, 2007),

En el mundo occidental contemporáneo el casamiento heterosexual ha


sido privilegiado por encima de otras formas posibles de relación, funcio-
nando como ideal que excluyó otras formas alternativas, y estas formas
institucionalizadas aumentan la expectativa de ser el uno para el otro, de
encontrar uno en el otro la totalidad de lo que necesitan (p. 17).

Hablando de la pareja en el pensamiento posmoderno, es importante partir de


la concepción de Lyotard (citado por Dufuur, s.f.) sobre postmodernidad, quien la
concibe “como un estado de la cultura después de las transformaciones que han
afectado a las reglas de juego de la ciencia, la literatura y de las artes a partir del
fin del siglo xxi”, y en este sentido cada pareja se conforma y se desenvuelve en un
ambiente sociocultural que influye en su dinámica interna y externa, es decir en sus
relaciones intra e intersistémicas; por lo tanto, la terapia debe enmarcarse también
en el contexto y consultar las características y los valores que se le atribuyen. Desde
mediados del siglo xx, la pareja ha experimentado cambios ligados a los que han ocu-
rrido en la familia y en las ideas predominantes frente a la sexualidad, la feminidad,
la masculinidad, la paternidad, la maternidad y los rituales de conformación. Es así
como en la actualidad podemos identificar, entre otras, las siguientes características:
mayor tendencia a las relaciones simétricas y a la disolución; preservación del lugar
de la pareja; fidelidad más como decisión que como obligación; mayor apertura en la
vivencia de la sexualidad, predominio de la idea según la cual es mejor quedarse solo
que permanecer en una pareja que no gratifica; el amor no se concibe como incondi-
cional; las semejanzas, las diferencias y las crisis son aspectos que se reconocen y no
se ocultan; se acepta que los sentimientos cambian y que el amor no necesariamente
dura para siempre; cada uno quiere conservar su propio espacio; hay aumento de la
autonomía económica y reconocimiento de la importancia de la comunicación entre
ambos (Biscotti, 2006).

Lo anterior lleva a plantear que la pareja en la posmodernidad parece regirse


por ideas y premisas diferentes donde el amor, el afecto, el bienestar emocional, la
gratificación y la disposición a apoyarse en proyectos personales y de crecimiento

89
Orientaciones construccionistas para la práctica... / Piedad Estrada A., María Eugenia Agudelo B.

están por encima de las obligaciones de sostenimiento o aun del cuidado de los
hijos; no hay que permanecer unidos por estos, se puede ser padre o madre respon-
sable sin tener que permanecer unido con su pareja sin amor. Así lo podemos con-
firmar con lo expresado por Aguayo (2006), quien retoma las palabras de Eguiluz
para decir que en la posmodernidad

La pareja se construye a través del amor y este sentimiento amoroso


está relacionado con un deseo sexual intenso y una necesidad de estar cer-
ca del otro, que al ser correspondido hace que la persona amada se sienta
segura y confiada para entregarse a la relación (p.521).

Pese a los cambios, la pareja sigue siendo referente básico en la estructuración de


nuestra sociedad, como lo expresa Tannen (citado por Fuks, 2007) cuando afirma que

La pareja necesita ser pensada desde otros parámetros, focalizando en


su condición de cultura local, como […] una pequeña comunidad de habla,
una unidad orgánica que se da forma y se mantiene a sí misma lingüísti-
camente […] todo lo que les decimos a los demás reverbera con los ecos de
los significados que hemos dejado atrás, en la experiencia pasada, tanto la
propia historia que tenemos con una persona con la que estamos conver-
sando, como con nuestra historia de conversaciones con los demás (p. 12).

De una manera muy nuestra, muy nacional para identificar a la pareja posmo-
derna recurrimos a una metáfora sobre la pareja colombiana ganadora del concurso
mundial de tango de Buenos Aires en el 2011: “Ellos se abrazan perfectos al bailar
tango” (Quintero, 2011):

Entre 325 parejas concursantes de 26 países; una antioqueña y un ca-


leño que después de bailar tango durante 15 años ella y él 11 años, llevan
7 años bailando juntos y cuatro años de casados. Durante el concurso los
argentinos les decían: no importa los pasos que se hagan. Lo que realmen-
te debe importar es que se sientan muy bien, que se abracen y bailen con
el corazón, y eso es lo que hicieron, al iniciar el baile él le dijo: “Negrita,
agárrese mejor dicho y abracémonos que me fui con toda” (s.p).

Si trasladamos esto a la relación de pareja se puede decir que no importa tanto


lo que hacen, como lo hacen; las tareas, las obligaciones, los compromisos, la coti-
dianidad, sino el abrazo, la empatía, la relación.

Un espejo de 2 caras: terapia moderna y postmoderna


Contrastar el pensamiento moderno con el posmoderno permite diferenciar ca-
racterísticas y posturas tanto en la concepción de ideas, procesos sociales y actores,

90
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

en este caso la pareja y su abordaje terapéutico. La representación moderna parte


de la idea de que existe una realidad que puede ser descrita por el observador de
manera objetiva, que ve al hombre como dueño del conocimiento y acepta las ver-
dades universales; el profesional que ayuda a las personas en dificultades es un
experto que conoce lo que les sucede a estas y el tratamiento lo orienta por objeti-
vos y estrategias claramente definidos. La perspectiva posmoderna postula que el
conocimiento se construye socialmente a través del lenguaje, y este ocupa un lugar
trascendental al constituirse en la esencia del relato o de la realidad construida
entre los sujetos participantes.

Al referirse al pensamiento posmoderno, Harlene Anderson (1997) comenta:

Este avanza hacia un conocimiento como práctica discursiva; hacia


una pluralidad de narrativas más locales, contextuales y fluidas; ha-
cia una multiplicidad de enfoques para el análisis de temas como el cono-
cimiento, la verdad, el lenguaje, la historia, la persona y el poder. Acentúa
la naturaleza relacional del conocimiento y la naturaleza generativa del
lenguaje (P.71).

La terapia modernista se orienta a partir de unos supuestos que la diferencian


esencialmente de lo que se denomina las prácticas terapéuticas postmodernistas;
para ilustrarlo es importante retomar a Kenneth J. Gergen y John Kaye (1996).

Terapia modernista
La importancia que le da la ciencia a lo verificable y a la definición de catego-
rías que permiten diagnosticar las situaciones y los problemas de las personas y en
sus relaciones conlleva a que las narraciones que estas hacen acerca de lo que les
acontece y les preocupa sean consideradas arbitrarias y pobladas de distorsiones
afectivas. Por lo tanto, deben ser reemplazadas paulatinamente por la narración
del terapeuta, lo cual dispone a este en el papel de experto poseedor de conoci-
miento que trata a quienes tienen, según su entendimiento, una patología que por
lo demás se ubica en la mente y la desconecta totalmente del mundo cultural que
habita la persona, desconociendo las condiciones culturales e históricas de los pro-
blemas. Ante el experto, la persona que acude a terapia es puesta en la situación
de debilidad e inferioridad por cuanto requiere que otro identifique y resuelva sus
problemas. Además, quien consulta es puesto implícita o explícitamente en un sub-
grupo que contrasta con los que funcionan bien y gozan de salud y capacidad para
resolver las situaciones que se les presentan, con lo cual queda en situación de

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Orientaciones construccionistas para la práctica... / Piedad Estrada A., María Eugenia Agudelo B.

desventaja y, otra vez, de fragilidad. La terapia modernista se acoge al modelo médi-


co que sigue unas fases, siempre las mismas, como son estudio-revisión, diagnóstico
y tratamiento. El terapeuta se mantiene apartado definiendo el problema con base
en criterios generales que se aplican a la situación para establecer qué pasa y qué
hay que hacer para modificarlo.

Terapia postmodernista
La narración del consultante es tan importante porque expresa la forma en la
que vive, siente y visualiza su propia situación. Sobre esta base el terapeuta entabla
con él conversaciones en las que se construye entre ambos un diálogo que perfila
las condiciones de futuro deseables, posibles y realizables; se crea entre terapeuta
y consultante una relación de cooperación en la que se construyen significados que
transcienden la crisis del momento y perfilan posibilidades de modificación. Al res-
peto afirman Gergen y Kaye (1996):

Apoyamos decididamente estas exploraciones en las formas construc-


cionistas de la práctica. Somos entusiastas admiradores y partidarios de
estos esfuerzos por hacer realidad el potencial del pensamiento posmo-
derno. Pero al mismo tiempo, sabemos que las amplias consecuencias de
esa empresa no están claras en absoluto. Estamos en un punto de partida:
asistimos a una ruptura radical con los supuestos tradicionales acerca del
conocimiento, las personas y la naturaleza de lo real (p. 208).

En esta perspectiva se reconoce la multiplicidad de explicaciones de la reali-


dad aceptando “la contingencia histórica y culturalmente situada de cada una de
ellas” (p. 203), desestimando la noción de verdad única y abriendo paso a diversas
explicaciones según las circunstancias cambiantes. De ahí que las expresiones de la
identidad del “yo” sean relativas. El “yo” es considerado en el marco de relaciones;
así, en unas y otras el “yo” puede tomar cierta identidad. Las acciones se valoran
como correctas y deseables según los criterios que enmarquen una relación. Ejem-
plo: la monogamia y la poligamia son estimadas de forma especial en diferentes cul-
turas siendo una deseable y admirable en algunas culturas y reprobable en otras,
y viceversa.

En la mayoría de los casos, las parejas intentan buscar modos de optimizar su


encuentro, conservar su relación y construir proyectos comunes que le den sen-
tido a conservarse como tal. La terapia se valora como encuentro relacional con
discurso cooperativo en el que se construyen significados diferentes frente a la
situación problemática que conduce a que las personas busquen vincularse a un

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

proceso terapéutico transformador porque da lugar a la exploración de la experien-


cia y sitúa los comportamientos en contextos relacionales. Además, “La postura
terapéutica postmoderna está caracterizada por la colaboración, la curiosidad y la
reflexión” (Limón, 2005 p. 7), lo que facilita que tanto los consultantes como los
terapeutas se sientan y asuman de manera activa la responsabilidad compartida de
lo que en ella acontece.

Tentativas de aplicación
En esta parte del artículo se analizan algunos elementos teóricos y prácticos
inspirados en la epistemología del construccionismo social, para lo cual se ha acu-
dido a algunas categorías que son centrales en ella tales como el yo, el lenguaje, la
conversación, la narración, la relación y la cultura. Para ilustrar cada categoría,
se retoman casos de la propia experiencia, cambiando los nombres, por razones
de respeto cuando estos son usados. Es importante advertir que la secuencia, las
anotaciones y las intervenciones que se describen en cada ejemplo son abreviatura
de procesos trabajados en varias sesiones.

El yo
Cuando acuden a terapia, las parejas suelen exponer como motivo de consulta
situaciones que llevan más o menos tiempo y frente a las cuales cada uno, con
empeño, presenta argumentos, describe hechos, alude a sentimientos que ponen a
uno como víctima y a otro como victimario. La polarización en la que se encuentran
hace que cada uno haga lo mismo con el otro, a la manera de una cuerda que cada
quien hala para su lado depositando en un extremo la fuerza de la tensión en la
que están inscritos y tratando de imponerse para atraerlo hacia su lado, es decir
hacia su versión de la situación y plegarlo a sus condiciones. La noción de yo que
está circulando en esta situación es la de un yo individual que sufre o hace sufrir. Es
como si cada uno sintiera que el otro hace las veces del boxeador que para entrenar
se concentra en descargar su fuerza en el cojín, sin percatarse de lo que cambia en
este por la fuerza de sus golpes.

En la pareja que consulta, sus relatos se centran en las deficiencias del otro, en
sus formas inadecuadas de actuar o comunicar, en los vacíos de su historia perso-
nal, lo que hizo mal o dejó de hacer, con énfasis en las debilidades del otro más que
en las propias, otorgándole una fuerza tal a estas apreciaciones que a cada uno le
impide tener esperanzas de “cambio” ya que, en palabras de ellos, “la personalidad

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Orientaciones construccionistas para la práctica... / Piedad Estrada A., María Eugenia Agudelo B.

no se puede cambiar”. Esta postura hace que el otro haga lo mismo como reivindi-
cación, con lo cual se instauran en posiciones antagónicas con pocas posibilidades
de conciliar una visión de pareja, de recuperar el “Nos” que alguna vez fue posible.

En la terapia desde un entendimiento construccionista, el énfasis se coloca en


el “yo” relacional, es decir en lo que ambos han hecho o dejado de hacer para que el
problema se presente, pero, ante todo, lo que cada uno tiene en sí para superar la
situación creando otras formas de relacionarse que sean definidas por ambos y mu-
tuamente más gratificantes. Como expresa Balan, citado por Fuks (2007),

La pareja tiene ahora la oportunidad de crear otros horizontes, otras


reglas de juego que permitan un encuentro entre soledades, descubrien-
do una intimidad en la que se conoce reconociendo al otro […]. Deberá
descreer de las verdades heredadas sobre lo femenino y lo masculino, in-
cuestionadas hasta hace poco […] inventarse su propio mundo, distinto
del que provienen (p.12).

Lino Guevara, en el diálogo con Karin Taverniers y otros (2007), enfatiza sobre
el yo relacional que “El sueño de cada miembro de la pareja necesita ser cumplido.
Los dos sueños deben ser cumplidos y alentados y la familia podrá caber en una sola
casa, o será una familia con dos hogares. Seguiremos trazando puentes allí donde
hay fronteras rígidas” (p. 93).

Continuando con la metáfora del boxeador, está bien decir que la terapia posi-
bilita encuentros en los que la pareja pasa de la comprensión antes descrita a otra
diferente en la que les es posible deducir que son los dos quienes están en el rin, uno
tratando de vencer al otro. Según dice Gergen, “Las personas pueden retratarse a
sí mismas en una variedad de formas, dependiendo del contexto relacional. Uno no
adquiere un profundo y duradero `verdadero yo´ sino un potencial para comunicar
y ejecutar un yo” (2007, p. 178).

El caso de Jorge y Rosa


Jorge y Rosa contrajeron matrimonio religioso hace siete años y tienen dos hijos
varones de seis y cuatro años, ella cursó una carrera técnica en diseño de modas y
él es bachiller dedicado al comercio de ropa y actualmente a la fabricación y venta
de muebles.

Jorge describe a Rosa como “contemplada, perezosa y tranquila en los asuntos de


la casa”, lo cual explica en que ella es así por ser la menor de diez hijos. La define
además como celosa desde el principio del matrimonio, y ese comportamiento lo ha

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alejado del hogar, además es impulsiva y quiere acabar con el matrimonio. Rosa des-
cribe a Jorge como mujeriego, recientemente comprobó una aventura de él, le reclama
además su actitud autoritaria y fuerte con los niños que ha llevado a que el mayor le
tenga miedo. Frente a esto Jorge comenta: “Así me criaron a mí y por exigirle a los
niños nadie se ha muerto”.

Según se observa, en esta pareja se da una descripción de las dificultades cen-


tradas en el yo de cada uno, enfatizando los problemas del otro mas no los propios,
y tampoco se da una mirada a la relación de pareja.

La terapeuta durante el proceso busca generar una visión del “nosotros” indagan-
do acerca de las fortalezas y patrones de relación que los une como pareja, relatando
ellos que en momentos de crisis inesperadas que han vivido se unen en pareja para su-
perarlas; Rosa se comporta de manera tierna con él y con los niños y Jorge despliega
capacidad de diálogo y escucha con su esposa. Se les invita entonces a identificar este
acoplamiento relacional que los puede unir y afianzar como pareja en contraposición
a la visión lineal acerca del yo de cada uno que los polariza y los pone en posición
antagónica.

La pareja requirió varias citas para movilizarse de su posición inicial, y aunque


con dificultades y retrocesos llegaron a mirarse como pareja por sobre su perspec-
tiva marcadamente individualista. Es muy importante decir que al escuchar a los
miembros de la pareja quejarse mutuamente el uno del otro, el terapeuta con una
postura construccionista tiene presente, como dice Nelly Rojas (s.f), que

Cada miembro no percibe al otro como realmente es, sino en función


de sus relacione personales, en las cuales se incluyen, cada uno de sus
integrantes entiende la conducta del otro de acuerdo con su percepción
particular […]. Esta intrincada red de significaciones, hace que los com-
ponentes de la pareja sean el uno para el otro una representación que
difiere de lo que realmente son (p. 80).

El lenguaje
En la pareja en conflicto, el lenguaje pierde su lugar como esencia de la relación
ya sea verbal o corporal. Las palabras, frases, comentarios enfatizan en el reproche,
la descalificación, los señalamientos “es que tú no haces…”; “tú actúas mal”. Así
mismo, el lenguaje de los hechos o acciones se torna distante en algunos casos, y
en otros, agresivo, de forma que se acentúa el aislamiento o se desatan episodios
de marcada tensión y dolor. Cada miembro de la pareja utiliza un lenguaje carga-
do de palabras de descalificación, reproche, reclamo, ofensa frente al otro, e insiste

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Orientaciones construccionistas para la práctica... / Piedad Estrada A., María Eugenia Agudelo B.

en delegar en este toda la responsabilidad de lo que están viviendo que les hace
daño y los hace sufrir. Es muy frecuente que cada uno aparezca con los sentidos
como si estuvieran congelados: parece no escuchar lo del otro, ni ver sus reaccio-
nes ni percatarse de sus emociones. Lenguaje usado como vehículo para transmitir
ideas y sentimientos que se inspiran en la rabia, la desesperación o el deseo de
provocar al otro. Lenguaje que no se abre a la conversación dialógica, que no logra
abarcar con sentido lo que acontece en la relación.

En el campo terapéutico, como lo afirman Boscolo y Bertrando (2000, p. 167-


174), el lenguaje es el protagonista del diálogo terapéutico que requiere desarrollar
una nueva lente para escuchar palabras, expresiones verbales, redundancias lin-
güísticas y poder captar la construcción de la realidad efectuada por el consultante,
ideas, emociones y personajes significativos, así como gestos, actitudes y un con-
junto de comunicaciones no verbales conectadas recursivamente. Un rostro que se
ilumina, una sonrisa de satisfacción, unos cambios de posición corporal pueden ser
señales de que están surgiendo nuevas perspectivas. A este propósito, cabe retomar
también lo que expresan McNamee y Gergen (1996): “El posmodernismo se carac-
teriza por su especial énfasis en el lenguaje, es decir la interacción mutua para la
construcción de los mundos personales” (p. 224).

Con estos planteamientos de base, es importante considerar que el terapeuta,


reconociendo el valor del lenguaje y las posibilidades transformadoras que él entra-
ña, puede introducir como hipótesis sus propias comprensiones acerca de lo que les
puede estar ocurriendo, y de ninguna manera los ha de encasillar en ideas rígidas
tomadas de su marco teórico respecto a lo saludable y lo patológico. Hacer comenta-
rios con lenguaje comprensible y a la vez novedoso para los consultantes constituye
una estrategia que puede usar el terapeuta de pareja para invitar a que la plática
continúe. No es que el terapeuta renuncie y se deshaga de las teorías sobre las que ha
fundamentado su formación, sino que las usa en forma flexible evitando formulacio-
nes categóricas y absolutas al reconocer que cada caso es particular y como tal debe
compenetrarse en él.

El caso de Sara y José. “El amor se puede revivir”


Sara y José acuden a terapia de pareja; ella, de 43 años, es docente de un colegio
privado, y él, de 50, es ingeniero de una empresa de producción. Se casaron hace
cinco años y han tenido, según expresan los dos, una relación estable, gratificante y
sin dificultades mayores. En los últimos días, José le ha dicho a Sara en reiteradas
ocasiones que “siente que se le acabó el amor”, que “ya no desea llegar a la casa.

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

Además, se ha vuelto usual que le responda de manera hostil y agrega que no se lo


había manifestado antes porque “estaba batallando con este sentimiento”. Sara se
muestra incrédula y llora al darse cuenta de que su relación se está hundiendo; le
expresa a José que hagan un esfuerzo y diseñen un plan de actividades que les per-
mita compartir, acercarse, volver a soñar como antes lo han hecho. José se muestra
triste al ver a su esposa sufrir; sin embargo, conserva una postura firme y le reitera
a Sara que esa misma semana se irá de la casa y que no quiere ni engañarse ni en-
gañarla fingiendo un amor que no es cierto.

En la siguiente sesión, Sara informa que él efectivamente se fue de la casa y se


llevó todas sus cosas, diciéndole que luego se comunicará con ella para arreglar lo
del divorcio. A la pregunta que enuncia la terapeuta sobre cómo se ha sentido con
esto, Sara llorando hace un reclamo enfático, diciendo que se siente muy mal al no
obtener el efecto de la terapia que ella esperaba ya que considera que “no se logró que
José revisara sus sentimientos e hiciera un esfuerzo por revivir el amor”. La tera-
peuta se conecta con la emoción de Sara diciéndole: “Parece que el lenguaje afectivo,
emocional de las palabras y de los hechos ha cambiado entre ustedes. Y continúa
con la siguiente acotación: “qué tal si acepta los sentimientos que su esposo le ha ex-
presado de manera verbal y no verbal y considera la posibilidad de reflexionar sobre
ellos… Su sufrimiento se puede arraigar y prolongar mucho si se aferra a la idea
de que él cambie de decisión puesto que según él mismo lo ha manifestado, no desea
que usted se forje expectativas frente a continuar la relación. Sara acoge la perspec-
tiva de reenfocar su vida sin él, y sobre esta base, las conversaciones continúan en
varias sesiones, hasta terminar el proceso en común acuerdo con la terapeuta.

Este caso permite ilustrar, de una parte, cómo “los terapeutas postmodernos pro-
ponen la presentación de sus ideas de una manera no autoritaria, lo cual puede in-
vitar a los clientes a ofrecer sus propios pensamientos e ideas con mayor libertad”
(Limón, 2005, p.11), y de otra parte, pone en evidencia la idea según la cual las rea-
lidades múltiples, la valoración de la diversidad y la coexistencia de posturas e ideas
antagónicas coexisten en las relaciones y así mismo existen en la vida de las parejas y
en la terapia como micromundos relacionales que son. También vale la pena resaltar
que la expresión de ideas y argumentos en tono tentativo se incorpora como una con-
secuencia habitual de adoptar las propuestas postmodernas del construccionismo.

La conversación
Al momento de llegar a consulta, las conversaciones aparecen cómo circuitos de
lenguaje que no comunican mensajes referidos a la relación en su conjunto sino a

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Orientaciones construccionistas para la práctica... / Piedad Estrada A., María Eugenia Agudelo B.

su dolor y rabia presentes y, si es necesario, para agrandarlas acuden a situaciones


pasadas que cada uno califica como vacíos en la relación o como ofensas recibidas.
Se trata de monólogos, cada quien está centrado en decir lo que siente que tiene que
decir porque de lo contrario se ahoga.

Es frecuente que, en terapia, las parejas sientan y expresen que un efecto impor-
tante de sus encuentros conjuntos con el terapeuta es que pueden conversar: “aquí
nos escuchamos”, “aquí podemos hablar”, “aquí no nos gritamos”, lo cual muestra
que la conversación, al igual que el lenguaje, ha perdido entre ellos el valor como base
para la solución de conflictos. Lino Guevara (2007, p.14) dice acerca de la conversa-
ción que este es un género discursivo necesario para la vida, permitiendo evidenciar
que el infaltable tú, el otro y el yo, no son esencias sino relaciones, permitiendo cons-
truir el nosotros. Cada participante habla y piensa logrando en este proceso aclarar
sus ideas. La conversación es el centro del proceso terapéutico permitiendo la libre
expresión de los consultantes y la escucha activa del profesional. La necesidad de re-
definir, re-crear o re-construir la relación, requiere revisar las formas de conversar,
explorar posibilidades nuevas y repensar el sentido de la relación, lo cual exige actitu-
des singulares como apertura, flexibilidad, capacidad de escucha, hablar en primera
persona no interpretando al otro, lo cual algunas parejas logran desarrollar por sí
mismas, y otras no. Cada conversación es diferente, en ella no se sigue una secuencia
previamente definida, sino que se va hilando entre los participantes. La conversa-
ción, como lo expresa Anderson (1997), “permite el desarrollo de significados que son
únicos y apropiados para la situación y las personas que participan en ella” (p. 155).

El caso de la pareja Toro Mejía


Conversar es el propósito que llevó a la pareja Toro Mejía a buscar terapia para ellos
ya que desde que sus hijas salieron del hogar, por trabajo la menor y por matrimonio la
mayor, no logran ponerse de acuerdo, por todo discuten y se alteran. Cuando las hijas
vivían con ellos también tenían dificultades para comunicarse con ellas; el padre sentía
que no había reconocimiento ni respeto hacia él como padre, y la madre reconfirma este
sentimiento expresando que a sus hijas no les importaba nada lo de ellos.

Durante el proceso, la terapeuta hace preguntas, comentarios y connotaciones


relativos a ellos como pareja ya que constantemente se refieren a las dificultades de
comunicación que desde hace tiempo han tenido entre ellos y con las hijas, haciendo
énfasis en los reclamos que estas le hacían a cada uno. Les ayuda a encontrar áreas
de unión como pareja, pasatiempos, actividades que realizaban antes de que llega-
ran los hijos, como novios o como pareja. La terapeuta introduce como perspectiva

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

que lo que están viviendo se relaciona con su acomodación como pareja diferente a
las tareas de protección y socialización que como padres cumplieron con sus hijas
hasta que estas lograron su autonomía e independencia.

La terapia con esta pareja se configuró como un espacio para el diálogo, la expre-
sión de sentimientos, la explicación de diferentes situaciones por parte de cada uno y
la escucha activa, acciones que les han permitido redefinir su relación en la etapa de
desarrollo que están atravesando como es el nido vacío. En las conversaciones con
la pareja, se tejen diálogos sobre expectativas presentes y futuras, reconociendo que
el tiempo vivido puede haber dejado en ellos algunas frustraciones y que el tiempo
venidero puede ser matizado por ellos desde el presente y concertado según sus an-
helos compartidos al respecto.

Este proceso terapéutico se fue configurando como un abanico de oportunidades


en las que la pareja retomó fragmentos de su historia compartida, hechos, temores,
anhelos que les permitieron perfilar nuevas maneras de relacionarse, expresarse sus
ideas, emociones, fueran positivas o negativas, acuerdos y desacuerdos, necesidades
y expectativas mutuas. En la vivencia terapéutica con este caso, pudimos confirmar
lo que comenta Harlene Anderson (1997) acerca de que “Las conversaciones [en te-
rapia] no son lineales, tocan uno y otro tema, los temas se entrecruzan, algunos se
expanden, otros se desdibujan y desaparecen, algunos reaparecen. Las conversacio-
nes ocurren momento a momento y no pueden determinarse por anticipado” (p. 90).

La narración
Las parejas consultantes acuden con una historia generalmente rígida y repeti-
tiva acerca de lo que les sucede, centrada en personas de manera lineal, con énfasis
en deficiencias, trastornos de comportamiento, con relatos de fracasos en los trata-
mientos recibidos y por tanto con incredulidad hacia el nuevo proceso. Cada inter-
locutor se posa metafóricamente en el pedestal que contiene la verdad: su postura,
tono, inflexión corporal, ademanes y gestos configuran un panorama que los mues-
tra en una versión de la realidad que es para cada uno la única posible. Cada uno
describe a su turno hechos con los que insiste en ratificar el papel que el otro ha
jugado para que la situación que está viviendo se haya presentado. Así construyen
una realidad cargada de sufrimiento que no deja lugar para ver las posibilidades de
generar nuevas narrativas y con ellas nuevos estados y patrones de relación. No se
percatan de que la narración es un conjunto intrincado de emociones y mensajes
que comparten en su vida porque la asumen como algo que cada uno posee y que es
mejor que la narrativa que el otro usa.

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Orientaciones construccionistas para la práctica... / Piedad Estrada A., María Eugenia Agudelo B.

En la terapia debe crearse un contexto en el que la pareja se libere de esa histo-


ria que le produce sufrimiento y pueda encontrar una nueva historia que le ofrece
mayor libertad, tranquilidad y armonía. Una manera creativa de ampliar las na-
rrativas que comparte la pareja y que la retienen dando vueltas sobre lo mismo
en tono problemático es mediante preguntas acerca de impresiones, explicaciones
que ellos mismos tienen sobre la situación o las que creen tiene al respecto el otro
u otras personas implicadas. Las preguntas acerca de sus explicaciones respecto
a lo que les ocurre, indican respeto y valoración de sus opiniones, ayudan a evi-
tar que el terapeuta haga coaliciones involuntarias, permiten exponer de manera
explícita acuerdos y desacuerdos sobre los que tal vez no han dialogado, y pueden
conducir a cambios en las concepciones que trae cada uno en cuanto a lo que les
está sucediendo al conjugar las múltiples versiones (Limón, 2005, p. 13). También
se pueden introducir preguntas de significado para ampliar las comprensiones que
tiene la pareja sobre lo que les ocurre y así mismo para crear otras nuevas que les
permitan perfilar maneras diferentes de relacionarse y que las visualicen como
útiles en otros espacios por fuera de la terapia: ¿qué cosas diferentes ves en él/ella
que aprecias como cambios favorables?; ¿qué te gustaría hacer otra vez que tengas
dudas sobre su fidelidad?; ¿cómo esperarías que él actuara para ayudarte a sentirte
más tranquila cuando discutan por algo en lo que no estén de acuerdo?; ¿qué gana-
ría cada uno si logran salir de la situación que les preocupa? Estas y otros tipos de
preguntas reflexivas, hipotéticas, estratégicas, etc., pueden ser usadas como recur-
sos creativos para generar colaborativamente con la pareja otras narraciones que
retroalimenten su relación, sea que continúen o no en ella (Tomm, 1988a, 1988b).

Finalmente, evocando a Gergen, es importante reiterar que

En contraste con otros enfoques, que ponen su principal énfasis en


el individuo […] Considero las autonarraciones como formas sociales de
brindar explicaciones o como discursos públicos. En este sentido, las na-
rraciones son recursos conversacionales, construcciones abiertas a una
alteración continua a medida que la interacción progresa (2007, p. 156).

Se reitera como un elemento central para el terapeuta de pareja el que incorpo-


re en su práctica las orientaciones del construccionismo.

Caso de Carlos y Lina: relato acerca de infidelidad


Carlos y Lina son una pareja joven, ambos de 28 años que viven juntos desde los
19 años y tiene dos hijos, María de 10 años y Juan de 9. Consultan porque hace tres
meses él tuvo una relación con una amiga, que Lina descubrió a través del correo

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

electrónico, lo cual los ha desestabilizado y estancado en su relación, ven el futuro


con desconfianza. Carlos expresa que no sabe qué es lo que quiere, con lo cual gene-
ra más incertidumbre y dolor en ella. Este evento los ha puesto en una relación de
víctima y victimario: Lina al sentirse ofendida quiere irse y abandonarlo; Carlos
se responsabiliza de lo sucedido y aunque está confundido no quiere terminar su
relación con Lina ni perder la familia que tiene.

En el proceso, a partir de preguntas sobre explicaciones que cada uno expone de


lo ocurrido, Lina se percata y confiesa que ella tenía idealizado a Carlos: “yo creía
que él era un santo”, y lo empieza a ver como un hombre que como todos los seres
humanos comete errores. Carlos por su parte califica lo sucedido como una experien-
cia de juventud y manifiesta su deseo de que esto no quebrante la historia de vida
que ha construido con Lina. En las narraciones compartidas en su vida cotidiana
y que retoman en la terapia, ambos van encontrándose como una pareja que está
enfrentando nuevas experiencias y sorteando dificultades que los lleva a redefinir
su relación en términos de una pareja de adultos, es decir, van configurando juntos
una narrativa acorde con la etapa del ciclo vital que están atravesando como pareja
y padres de hijos escolares.

La relación
Parece que la relación se desfigurara al cambiar de una visión de los dos en
contexto por una distinta, integrada por nociones que cada uno sustenta de lo que
hace, dice, siente, actúa y vive el otro. Es como si estuvieran suspendidos en una
desconexión que cada vez los distancia más para lo positivo y los acerca para lo que
les resulta dañino y doloroso. Es tal la fuerza de este circuito que parecen no perca-
tarse de la parálisis en la que están: cada uno en estática esperando que el otro haga
algo. Relaciones estancadas, rígidas, insatisfactorias, cargadas de dolor y tensión.

En la terapia de pareja, no se desconoce la identidad de cada uno de quienes


la integran y tampoco la historia de patrones en la familia de la que proceden; no
obstante, el foco está en la relación que entablan, cómo se comunican, cuáles son
sus expectativas mutuas, qué efectos tiene en cada uno la conducta del otro, qué
significados le dan a las relaciones simétricas y complementarias, como definen los
límites con otras personas, en qué forma se distribuyen funciones y si sienten que
son o no efectivas. Todo esto permite que revisen sus interacciones y redefinan nue-
vas formas de relación que correspondan mejor a sus deseos, necesidades y metas
comunes. La terapia de pareja, desde esta óptica y según nuestra propia experiencia

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Orientaciones construccionistas para la práctica... / Piedad Estrada A., María Eugenia Agudelo B.

de trabajo profesional en este campo, nos permite adherirnos a la visión que plan-
tea Rojas (s.f) cuando, refiriéndose a esta práctica sistémica, afirma:

Es como si además de las conductas de cada yo particular, surgiera


ante el terapeuta un tercer yo —el nosotros resultado de expresiones com-
portamentales entrelazadas. La importancia del terapeuta [de pareja] re-
cae entonces no tanto en las fantasías de cada uno de los individuos, sino
en la interacción entre dos o más personas y su significado (p.77).

Caso de Diana y Jorge. Juegos de azar


Diana y Jorge llevan 10 años casados, ella es auxiliar administrativa en una
concesionaria de venta de autos y el es técnico mecánico en una fábrica de botes;
tienen una niña de once años.

A raíz de la preparación de la niña para hacer su primera comunión y en vista


de que el padre le había prometido de regalo un computador, él le confió a su esposa
que estaba muy preocupado porque tenía muchas deudas y no iba a poder cumplirle
la promesa del regalo a su hija. Tales deudas fueron adquiridas a partir de juegos
de azar a los cuales el señor recurría desde hacía tres años, y Diana desconocía esta
situación.

Diana consulta a la terapeuta de pareja, inicialmente asiste sola y expresa que


está sorprendida y se siente muy culpabilizada por no haberse dado cuenta antes de
lo ocurrido. En el curso de las dos primeras sesiones, va tomando conciencia de que
ella ha asumido casi la totalidad de los gastos de la casa, ya que tiene un sueldo
más alto que el de él, y con este comportamiento, según ella concluye, facilitó que su
esposo se fuera desentendiendo de sus responsabilidades económicas, dedicándose
cada vez más al juego. Es como si se hubiera ido configurando entre ellos una rela-
ción de tipo complementaria rígida que finalmente desencadenó en la crisis actual.

En la terapia, Diana decide decirle a su esposo que él debe enfrentar la situación


con la hija, explicándole él mismo que no va a poder cumplir lo prometido y lo in-
vita a las sesiones siguientes con ella. En estas, él enfrenta y habla de la situación
que también reconoce como problemática y comparte su deseo de romper con este
hábito. Diana comparte con él su sentir respecto a que ella, sin darse cuenta, le ha
hecho el camino más fácil para que se aferrara al juego, y destaca su insatisfacción
frente a la falta de apoyo económico de parte de él. Ambos, contando con la actitud
colaborativa de la terapeuta, pasan a dialogar sobre las responsabilidades de cada
uno y las redefinen de manera más simétrica como lo habían hecho al principio de
la relación.

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

En las sesiones finales, ambos comentan que Jorge volvió a sus actividades depor-
tivas y ha retomado las rutinas que apoyaba en las cosas de la casa, llega más tempra-
no evitando así el lugar de juego en el que se quedaba. Diana ha tomado iniciativas
de diálogo respecto a ajustes en las áreas doméstica, económica y social que les han
permitido superar la situación, y a la vez sienten que se nutren como pareja. Según
ella expresa, “lo he percibido bastante receptivo y entusiasta en el diálogo y ambos
hemos asumido nuestra parte para seguir adelante”. También él comenta: “creo que
esta situación fue un campanazo, y afortunadamente juntos la estamos sorteando”.

Abordado este caso desde otro enfoque, muy probablemente el proceso se cen-
traría en la conducta adictiva frente al juego y la terapia tomaría otro curso, de ahí
que valoremos significativamente lo que Gergen destaca:

La visión construccionista no considera a la identidad como un logro


de la mente sino, en cambio, de las relaciones. Y debido a que uno per-
manece en relaciones cambiantes respecto a una multiplicidad de otras,
puede o no lograr estabilidad en una relación (2007, p. 178).

La cultura
En las parejas, algunos conflictos pueden generarse por choque de culturas: va-
lores, concepciones de la vida, idiosincrasia respecto a las relaciones, divergencia en
las concepciones frente a la intimidad, la pareja, la fidelidad, la convivencia. Situa-
ciones que surgen y se agravan sin que los implicados hayan tenido la posibilidad de
leerlas, discutirlas y comprenderlas en el marco de sus concepciones y de las ideas
culturales que han envuelto su existencia. Nociones que transitan en el contexto
cultural que penetran en la vida de la pareja y que no son compartidos entre ambos
o no son aceptados por alguno.

Como plantea Gergen (citado por Arcila et al), “El ser humano desde su naci-
miento se encuentra bajo la influencia de las relaciones de su comunidad y en las
acciones coordinadas es que empieza a construir, deconstruir y co-construir de ma-
nera constante los significados” (p.44); y como dice Neuburger (1998), “Una pareja
preserva su existencia si consigue a la vez crear y cultivar su diferencia y existir
socialmente […]. La vida de la pareja depende de cómo maneja la correlación entre
su mundo íntimo […] y las normas externas” (p. 38).

El proyecto de conformar pareja supone el encuentro de dos personas que, aun-


que provengan de contextos culturales similares, deben enfrentarse a normas, va-
lores, comportamientos, rituales y estilos de relación diferentes y a partir de estos

103
Orientaciones construccionistas para la práctica... / Piedad Estrada A., María Eugenia Agudelo B.

empezar a construir significados que les sean propios para hacer posible la convi-
vencia, y probablemente la conformación de una familia que por un lado conserva
sus tradiciones y al mismo tiempo las renueva, manteniendo así el dinamismo de
un sistema humano que cambia y permanece.

En lo que se refiere a la terapia, Gergen (1996, p. 304) propone que en el espacio


terapéutico se ha de lograr la exploración generativa de diversos significados y la
comprensión de que es innecesario adherirse a un relato único. Recomponer, volver
a relatar implica la sustitución de una narración dominante disfuncional por otra
más funcional, o lo que en último término sería un enfoque terapéutico de segundo
orden. Sobre esta consideración, proponemos el siguiente caso.

El caso de Doris y Luis


Doris es administradora turística; y Luis, conductor de una tractomula. La fami-
lia de ella se opuso muy enfáticamente al matrimonio ya que consideraban que siendo
Doris profesional no debía casarse con alguien de preparación inferior y con este ofi-
cio. Llevan 12 años casados y tienen dos hijos de 11 y 9 años. Doris consulta debido a
que descubrió que su esposo “tiene una amante en otra ciudad”, y aunque ella, según
dice, era consciente de este riesgo, no está dispuesta a aceptarlo ni a convivir con esta
situación. Ella expresa: “Yo me he sacrificado por la familia, pues dejé mi profesión
para estar más cerca de los niños y me duele que él me pague con esto”. Doris ha con-
vivido con el fantasma cultural acerca de que los conductores tienen un amor en cada
pueblo que visitan, lo cual la atormenta ahora que está pasando por esta experiencia.

Sobre su relación de pareja, habla de manera positiva puesto que siente que él la
quiere y ella a él. Lo describe como responsable y cariñoso con ella y con los hijos.
Él, ante los reclamos que ella le ha hecho desde que se dio cuenta de su infidelidad,
le responde que no le de importancia, insistiendo que “eso fue pasajero, no es nada
importante y ahora no tengo nada con ella”.

En el curso de la terapia, Doris ha ido logrando una reflexión sobre la vida de


ambos como pareja, identificando y rescatando los patrones de relación positivos
que le permiten resignificar los estereotipos culturales, sin dejar de poner cuidado a
la amenaza que puede significar lo que él ha connotado como una aventura amoro-
sa, lo cual ha conversado en terapia, reafirmando en este espacio el valor de la vida
en pareja para ellos dos y para los hijos.

En este caso, se puede observar que el cambio no solo implica a la consul-


tante que acude en busca de ayuda para la situación que la preocupa, sino que

104
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

inevitablemente trasciende y abarca a otros, en este caso a su pareja, que, junto con
ella, dan nuevos sentidos a las nociones culturales que los impregnan.

A manera de conclusión
Lo fundamental en el abordaje terapéutico enfocado a partir de lo que aquí se ha
denominado categorías construccionistas, es permitirles a las parejas que acrecienten
sus posibilidades de relacionarse más satisfactoriamente, diversifiquen sus percep-
ciones frente a sí mismas, al otro, a la relación entre ambos y a las implicaciones de
asumir de una u otra forma las fuerzas idiosincráticas del contexto. La terapia debe
permitirle a la pareja ganar vitalidad y ser fuente de crecimiento para ambos, sea que
la relación se afiance continuando juntos o que decidan rehacer su proyecto de vida
cada uno por separado. A los terapeutas, esta experiencia nos exige capacidad de
reflexionar sobre nosotros mismos, estar dispuestos a entablar relaciones colabora-
tivas y conversaciones en las que escuchamos nuestras propias voces internas y a
abrir espacios a todas las voces actuales, aun aquellas que portan las tradiciones más
remotas que cobran sentido en el presente. La invitación es a asumir la terapia de
pareja como un espacio en el que emerjan con naturalidad relaciones colaborativas.

El construccionismo social está abierto para los terapeutas de pareja como una
epistemología que les permite trazar rumbos teóricos, prácticos y vivenciales que
generan curiosidad, invitan a seguir transitando por ellos y, ante todo, afianzan el
compromiso de seguir abordando las parejas que consultan, comprendiendo y res-
petando su sufrimiento, y reconociendo sus posibilidades y anhelos de vivir mejor.

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106
Omar Biscotti. Rebecca
Parejas del mismo sexo: reflexiones terapéuticas para su acompañamiento
Resumen

Aquí se propone un breve recorrido acerca de la homosexualidad femenina y masculina, enfatizan-


do las condiciones de marginación, exclusión y de resistencia que paralelamente han recorrido dicha
trayectoria. Este marco es una provocación para desarrollar posteriormente elementos propios de la
clínica con parejas del mismo sexo en lo referente a los motivos de consulta y algunos elementos a tener
en cuenta en el acompañamiento clínico.

Palabras clave: homosexualidad, terapia de pareja, pareja homosexual, terapia.

Same sex couples: therapeutical reflections for their support

Summary

In here, it is proposed a brief trail about female and male homosexuality, making and emphasis on
the marginalization, exclusion, and resistance that in parallel have crossed this trail. This framework
is a provocation to subsequently develop specific elements of clinic with same sex couples in what refers
to the consultation reasons and some other elements to consider when clinical counseling is being done.

Keywords: homosexuality, couples counseling, same sex couples, therapy.

María Victoria Builes Correa. Facultad de Medicina, Universidad de Antioquia, UdeA, Calle 70 N.° 52-21, Medellín,
Colombia. Correo: maria.builes@udea.edu.co. Médica, especialista en Terapia Familiar y magíster en Educación y Desa-
rrollo Humano.
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018, pp. 109-125

Parejas del mismo sexo: reflexiones terapéuticas


para su acompañamiento

María Victoria Builes Correa

Una mirada retrospectiva de la homosexualidad


La palabra homosexual surge en el año 1869 (Mondimore, 1998; Fone, 2008),
en una carta pública a un ministro alemán de justicia. El autor de la carta fue
Karl Maria Kertbeny; el contexto de la comunicación era si el delito de la homo-
sexualidad se mantenía o no en el código prusiano. La palabra lesbiana viene
del nombre de la isla griega de Lesbos, donde vivió Safo, poetiza que escribió
hermosos poemas que hacen referencia al amor entre mujeres; hacia el siglo xix
se empieza a utilizar el término para hacer referencia a este tipo de amor.

Las diversas culturas han tenido diferentes concepciones del fenómeno de la


homosexualidad (Mondimore, 1998). En las culturas griega, romana y amerin-
dia no se establecía esta categoría. Para ellos, el homoerotismo era parte de la
experiencia sexual normal de la comunidad, con lo cual se rebate la existencia
de la homosexualidad como atributo personal.

En la literatura de la antigüedad, en obras como el Banquete de Platón (2011),


Pausanias, uno de los oradores del banquete, planteó que el amor entre hombres
era el amor más correcto y digno de alabar. Aristófanes, otro prominente invitado,
en relación con este tipo de amor, dijo que este era el más viril de todos, y que la
relación que implicaba casarse y procrear era el cumplimiento de la ley.

Aprobado: 4 de octubre de 2019

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Parejas del mismo sexo: reflexiones terapéuticas... / María Victoria Builes C.

En La Ilíada, se evidencia cómo Aquiles muere para vengar la muerte de su


amante guerrero Patroclo.

El acto sexual homoerótico en la cultura griega (Mondimore, 1998) no venía


determinado por el sexo de la persona sino por el equilibrio de poder entre ellas;
el adulto o erastés era quien ejercía el papel activo, y el erómeno, el joven, ejercía
un papel pasivo. Esta relación estaba mediada por el ejercicio de magisterio que
el primero ejercía sobre el segundo, así como por el gobierno de sí, en tanto el
joven no cediera tan rápido a las propuestas del amante como forma de dominio
de sí; en esto también consistía el juego erótico, en el aprendizaje de este arte
(Castro, 2016).

Con el cristianismo como religión del imperio Romano (Mondimore, 1998) se


empiezan a suscitar una suerte de cambios en relación con la homosexualidad;
es así como en el año 309 d. C., el consejo eclesiástico de Elvira (España) aprobó
37 leyes que afectaban la conducta sexual. Luego, con Constantino estas leyes
se vuelven legislación civil en toda Europa.

A principios de la edad media (Mondimore, 1998), la homosexualidad em-


pieza a ser un delito; se usaron términos como sodomía, que hacían referencia
a diferentes actos tales como la masturbación, relaciones anales, posiciones se-
xuales diferentes a la clásica posición del misionero. En la Summa Theologica,
Tomás de Aquino escribió cómo la utilización de los órganos sexuales sin fines
de procreación era lujuria, y cómo la homosexualidad era un acto egoísta, des-
tinado al placer. Sin embargo, en algunos lugares de Europa la homosexualidad
no fue tan duramente castigada; una posible explicación corresponde a la ho-
mosexualidad de algunos mandatarios que hacía más benévola dicha práctica.
Ricardo Corazón de León (Ricardo I) sintió un apasionado afecto por Felipe,
rey de Francia; los historiadores dicen que su vida sexual no tuvo importante
interés, ni fue cuestionada su reputación como modelo de caballero valiente. En
el Renacimiento decae la autoridad de la Iglesia y se dejan de prohibir algunas
formas de sodomía.

De la homosexualidad antes del siglo xix, se conocen relatos de procesos


penales, diarios de médicos interesados en la enfermedad mental. A mediados
del siglo xix emergen sujetos que pedían a la sociedad aceptar la homosexuali-
dad. Karl Ulrichs, quien introduce el concepto de orientación sexual, decía que
esta era innata, inamovible y natural. “No existe el amor antinatural. Donde
hay verdadero amor también hay naturaleza” (Mondimore, 1998). En el año
1886, Krafft-Ebing publicó Phichopathia Sexualis; a partir de este momento,

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

la ciencia vinculó la homosexualidad con la enfermedad mental. La psiquiatría


usurpó a la Iglesia el lugar de regulador de la sexualidad normal. En este escrito
la homosexualidad se hallaba asociada a prácticas fetichistas, asesinatos lasci-
vos. El autor mencionado consideraba la homosexualidad como un asunto neu-
ropático vinculado a la masturbación. Sus escritos sentaron las bases científicas
para muchos de los estereotipos sobre los sujetos homosexuales, que duraron
más de un siglo: incapacidad de mantener relaciones estables, supersexuales,
proclives a la enfermedad mental.

A pesar de que sus escritos tenían poca validez científica, fueron igualmente
aceptados por expertos y profanos. Hoy en día los seguidores de Ebing practican
las denominadas terapias de reparación de la homosexualidad.

En 1897 (Mondimore, 1998) se publica Inversión sexual, un texto escrito por


Ellis y Symonds, psiquiatra y escritor respectivamente. A diferencia del ante-
rior, este es un libro académico, mesurado, con estudios de caso. Estos autores
refrescan la mirada sobre la homosexualidad, los describen como sujetos iguales
a los heterosexuales, que lo que tienen de diferente es tener como compañero
sexual a un sujeto del mismo género. Ellis prescindió de la idea de la degenera-
ción y habló de que esta era una anormalidad congénita; abogó por revocar la
homosexualidad como delito y se opuso a los tratamientos que buscaban curar-
la. Aunque estaba distante de considerar la homosexualidad como normal, sí la
presentaba con menor estigmatización.

Otro pensador cercano a Ellis fue el alemán Magnus Hirschfeld; este médico y
psiquiatra creó un comité que promulgaba la emancipación de los homosexuales.

En lo que hace referencia a la homosexualidad femenina, a lo largo de la his-


toria se ha apreciado e incluso tolerado la amistad romántica entre las mujeres;
esto relacionado con el hecho de pensar a la mujer como sujeto asexual. Por el año
1870 aparece publicado un artículo de Karl Westfal sobre el lesbianismo como una
enfermedad mental; a partir de ese momento empieza a disminuir la tolerancia
frente a este fenómeno. Socialmente se empiezan a dibujar estereotipos en rela-
ción con sus conductas: una compañera que ejerce un rol masculino agresivo y
una mujer que es más pasiva; casi asexuales, estas descripciones parten de hom-
bres psiquiatras o psicólogos de acuerdo con prototipos heterosexuales.

En el año 1928, a partir de obras como Orlando de Virgina Woolf y El pozo


de Radclyffe Hull, la literatura hace referencia a este tema. Hull, en opinión de
algunas feministas, con posturas sexistas y antihomosexuales.

111
Parejas del mismo sexo: reflexiones terapéuticas... / María Victoria Builes C.

Para finales del siglo xix, en la medicina emerge otra figura relevante:
Freud (Wilson y Rahman, 2008; Mondimore, 1998), quien consideró que la
homosexualidad no era una enfermedad sino más bien una variación de la fun-
ción sexual debida a un detenimiento en el desarrollo. Él estaba en desacuerdo
con que esta fuera delito y consideraba que el tratamiento psicoanalítico más
que reversar la condición podía ofrecer elementos para vivir armónicamente
siendo o no homosexual. Sin embargo, algunos de sus seguidores empezaron
a describir al sujeto homosexual como obsesivo, narcisista, paranoide, entre
otras; Bergler, citado por Mondimore (1998), en 1956 dijo que no hay homo-
sexual sano.

En el siglo xix emerge también la voz del científico alemán Hans Magnus
Hirshfeld (Moreno, 2010), quien consideraba que la ciencia contaba con los ele-
mentos clave que podían ponerle freno a las injusticias legales y culturales con-
tra los homosexuales; es así como funda en 1897 el Comité Científico Humanita-
rio, que fue una organización de homosexuales muy visible en Europa Central.
Posteriormente, en 1919 creó el Instituto Berlinés de Sexología, que además de
una extensa biblioteca tenía objetos de arte y fotografías relacionadas con la
identidad homosexual.

En la literatura, los versos de Walt Whitman (Fone, 2008) sobre la homo-


sexualidad se escuchan con simpatía en Inglaterra y movilizan a algunos aca-
démicos a exigir la despenalización de la homosexualidad; sin embargo, estos
gérmenes de simpatía con esta condición se extinguen en el año 1895, por la
condena que recibió el escritor irlandés Oscar Wilde luego de cometer actos de
grosera indecencia con otros varones.

En 1948, el biólogo Alfred Kinsey (Mondimore, 1998) publica el libro La con-


ducta sexual del hombre, en vista de los insuficientes estudios que había alrede-
dor de este tema. Hacía referencia a cómo la masturbación era una práctica del
90% de los hombres; el 37% de los hombres entrevistados había tenido al menos
una relación homosexual, y el 10% era exclusivamente homosexual. Estas cifras
evidenciaban entonces cómo este tipo de conductas no eran anormales o anti-
naturales. Para él, la homosexualidad era algo que un sujeto hacía, no algo que
un sujeto era; desestimó factores biológicos y subrayó el papel de la cultura y la
socialización. Para 1953 publicó su segundo libro, La conducta sexual femenina.
En este estudio encontró que a los 30 años, el 25% de las mujeres reaccionan
eróticamente ante otras mujeres, y a los 40 años, el 19% tenía contacto físico con
otra mujer.

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

En 1957 la psicóloga Evelyn Hooker llevó a cabo un estudio aplicando el test


de Rorschach a un grupo de 30 pares homo-hetero; ella los evaluó y luego se los
pasó a tres psicólogos más; de este estudio concluyó que:

• La homosexualidad no existe como entidad clínica.


• La homosexualidad puede ser una desviación del modelo sexual que está
dentro del desarrollo psicológico normal.
• El papel que desempeñan determinadas formas de deseo y experiencias se-
xuales pueden ser menos importantes para la personalidad y el desarrollo.

Hooker fue una de las primeras en aclarar que la inadaptación que vivían las
mujeres y hombres homosexuales se debía a la hostilidad social.

En 1962, un grupo de psicoanalistas norteamericanos publica el libro Ho-


mosexualidad: un estudio psicoanalítico de la homosexualidad masculina. Esta
investigación buscó interrogar a sujetos homosexuales sobre el nivel de proxi-
midad en la relación con el padre y la madre. De los resultados concluyeron
que la homosexualidad era consecuencia de un padre emocionalmente distante
y una madre demasiado implicada emocionalmente. Los hombres del estudio se
caracterizaban por tener un tratamiento psiquiátrico intensivo para modificar
su orientación. A Irving Bieber se le reconoció como experto en el tema luego de
que realizara un estudio con importantes inconsistencias metodológicas (Mon-
dimore, 1998).

Desde los años 40 del siglo pasado, en los Estados Unidos empezaron a emer-
ger movimientos de resistencia que rechazaban la visión socialmente difundida
de depravación y defecto de los hombres y mujeres homosexuales. El primer
grupo, surgido en Los Ángeles en los años 50, se denominó La Sociedad Mata-
chín. Ellos se dedicaron a educar a otros homosexuales sobre su condición de
minoría y a afirmar la validez de la identidad homosexual. Fueron los primeros
en hablar del orgullo gay (Mondimore, 1998).

En el año 1955 Phyllis Lyon y Dalc Martin más otras tres parejas en los Esta-
dos Unidos fundaron Las Hijas de Bilitis, que fue considerada la primera asocia-
ción defensora de los derechos de las lesbianas. Luego se creó el grupo one s.a.
que representaba ambos movimientos. Estas organizaciones fueron muy im-
portantes para los movimientos sociales que se dieron en el año 1969 en el bar
Stonewall a raíz de una disputa entre un policía y la dueña del establecimiento.
En el preámbulo de este disturbio nace la liberación homosexual y tiene como
uno de sus estandartes la marcha por el Orgullo gay —hoy, Día Internacional

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Parejas del mismo sexo: reflexiones terapéuticas... / María Victoria Builes C.

del Orgullo lgtb—, que se celebra cada año en el mes de junio; esta se define
por el performance, la danza, el disfraz, entre otros, lo cual deja en evidencia su
anclaje en la cultura popular (Moreno, 2010).

Luego de este logro contra la policía, los manifestantes homosexuales direc-


cionaron su lucha hacia la psiquiatría, irrumpieron en la reunión anual de la
Asociación Americana de Psiquiatría y enfrentaron a Bieber; algunos psiquia-
tras simpatizantes del movimiento solicitaron retirar la homosexualidad como
trastorno mental; finalmente, en el año 1973 desaparece del manual estadístico.
En los 80 aparece el sida; esta epidemia movilizó y organizó en forma impor-
tante a los grupos homosexuales, en oposición a lo que se pensaba: que podría
silenciar y continuar ocultando a estos sujetos.

Puede plantearse entonces que es a partir del siglo xx cuando emerge la


homosexualidad como una identidad específica, separada de la identidad he-
terosexual (Moreno, 2010). Su emergencia trae consigo la transformación de
las relaciones masculinas y femeninas en lo que podría denominarse como ho-
moerotismo, es decir, aquellas prácticas, deseos y sentimientos entre sujetos del
mismo sexo (Cornejo, 2007), que estaban enmarcadas hasta su emergencia en
el escenario del amor-amistad, al interior de las normas del matrimonio y de las
relaciones heterosexuales (Gallego, 2011).

Finalmente, podría plantearse, como se mencionó en párrafos anteriores,


que frente a la homosexualidad femenina y masculina se han ido escuchando a
lo largo de la historia diversas voces; algunas de ellas son voces de inclusión, de
restitución, normalización y exaltación; otras, son voces de marginación, exclu-
sión, patologización. Esta última voz posiblemente esté vinculada al hecho de
considerar que la homosexualidad subvierte el orden sexual y los géneros que
creó la ley natural, o con temores homofóbicos y heterosexistas que suscitan
estereotipos heterosexuales como saludables y normales, y homosexuales como
patológicos y anormales. Este temor no se da solo en términos de la orientación
sexual de las personas; igualmente, otras minorías han suscitado exclusión y
persecución, como es el caso de los judíos y los negros (Bepko y Johnson, 2000;
Bernstein, 2000; Bustamante, 2004; Carter y McGoldrick, 1999; Fone, 2008).
Autoras como Marta Nussbaum (2010) plantean que esta tendencia evidencia
lo frágil de lo humano, que ante la indefensión e impotencia se inclina por la
marginalización o exclusión de minorías.

La voz de la inclusión, que desde hace varios siglos emerge en el ámbito social,
propugna por la igualdad, la naturalidad de la orientación homosexual que no pue-
de fragmentar la sociedad ni marginar minorías. Esta voz emerge en el ámbito de

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

las letras, el cine, la academia, los movimientos lgtbi, la vida cotidiana de mujeres
y hombres que incansablemente desdibujan los estereotipos que socialmente se
han mantenido en relación con las conductas y salud mental de estas personas. La
sonoridad de esta otra voz se hace evidente en tanto algunos sujetos del mundo so-
cial viven estéticamente su orientación no heterosexual; otros investigan, cuestio-
nan el orden establecido, y así van suscitando transformaciones en el ámbito ínti-
mo, privado y público de la sociedad, en este último promoviendo leyes igualitarias.

La terapia con parejas homosexuales


Las terapias no escapan a las polifonías sociales frente a la homosexualidad;
es así como algunas investigaciones (Bidell, 2016) han evidenciado lo poco que
desde la clínica se ha venido escribiendo e investigando alrededor de estas pa-
rejas y su abordaje clínico; si bien hoy en día hay un mayor número de publica-
ciones, aún resultan insuficientes. Para el año 1997, solo el 0,8% de la literatura
era sobre este tema (Green y Murphy, 2009). Hasta antes de los años 80, las in-
vestigaciones (Spitalnick y Mc Nair, 2005) en relación con el tema de la homose-
xualidad giraban en torno a cómo convertirlos en heterosexuales en el siglo xxi;
algunos terapeutas continúan escribiendo este tipo de libros (Cohen, 2004).

Sin embargo, en el campo de la terapia otras voces manifiestan la necesidad


de visibilizar el tema para seguir evitando desde este ámbito el estigma (Sprott
et al., 2017) y darles existencia a estas parejas tanto como se les ha dado a las
heterosexuales; esto como acto político de reconocimiento, pero también como
necesidad de formación de los terapeutas, dado que, como han mostrado algu-
nos estudios (Green, 2000; Murphy, Rawlings y Howe, 2002), esta población ha
ido consultando cada vez más en instancias terapéuticas, y los terapeutas se
forman a través de la lectura de artículos (64%) y de la supervisión (56%).

Lo anterior deja ver cómo es necesario no solo escribir e investigar sobre las
parejas homosexuales sino también cualificar la formación en pre y posgrado
sobre la temática de la orientación sexual y el abordaje de estas parejas.

Cercanías y distancias en el motivo de consulta de parejas homosexuales


y heterosexuales
En el trabajo clínico e investigativo de la autora (Builes, Anderson y Arango,
2017), con frecuencia las parejas homosexuales que solicitan atención indagan a
los terapeutas si atienden o no a esta población; esta situación interroga acerca

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Parejas del mismo sexo: reflexiones terapéuticas... / María Victoria Builes C.

de la discriminación que también en este campo disciplinar viven estos suje-


tos; esta pregunta no emerge cuando las parejas heterosexuales solicitan aten-
ción; esta es la primera diferencia que se puede encontrar un terapeuta y que
da cuenta de lo construido socialmente alrededor de la orientación homosexual.
Sin embargo, no deja de ser muy interesante que a pesar de la marginación,
estas parejas sigan buscando inclusión y que se arriesguen a buscar ayuda, a
encontrar un espacio propicio donde puedan reconocerse y validarse en su inti-
midad, pero también en lo público frente al terapeuta.

Estas parejas, al igual que las parejas heterosexuales, buscan ayuda terapéu-
tica porque hay aspectos dolorosos de la relación o de la vida personal que están
irrumpiendo en la cotidianidad. El aspecto de la relación que con frecuencia
lleva a parejas homosexuales y heterosexuales a consulta es la dificultad para
conversar. Esto resulta como consecuencia de lo complicado que para los sujetos
es asumir la propia responsabilidad; con frecuencia, las personas entran a la
conversación con la percepción de que sus actos o discursos son los correctos,
que la equivocación proviene de sus parejas; esto de entrada produce un blin-
daje para que las palabras y gestos del interlocutor sean captadas. Esta postura
conversacional hace muy difícil resolver cualquier tipo de conflicto, por simple
o complicado que sea.

Este conflicto puede tener anudadas fibras de poder, de temor a no ser reco-
nocido, de desconocimiento de la otra persona, de pobre conocimiento de sí, que
mientras no se visibilicen pueden mantener anclada a la pareja en el malestar
y en la no resolución de la dificultad.

En la clínica con parejas homosexuales también existen a veces conflictos


por situaciones de infidelidad, tanto en las parejas femeninas como masculinas
(Green, 2000). Esta situación se presenta en forma física y virtual y resulta tan
penosa para ellas y ellos como para las parejas heterosexuales. El dolor para
cualquier tipo de pareja está en relación con el acuerdo explícito o implícito que
han ido construyendo de fidelidad y lealtad; la infidelidad irrumpe y desdibuja
la expectativa de confianza que se tenía, además de traer consigo todo el anda-
miaje de la mentira y el engaño que se requiere para vivir una infidelidad. El
acto o los actos de infidelidad dejan al descubierto aspectos de la pareja que se
desconocían o que no se querían ver por lo dolorosos que resultaban; es frecuen-
te que las parejas relaten que no saben ahora con quién conviven.

En menor medida, consultan por dificultades en el deseo sexual, tanto las pa-
rejas femeninas y las masculinas como heterosexuales. El bajo deseo lo refieren

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

hombres y mujeres, frecuentemente asociado a las dificultades del vínculo, a


situaciones de menosprecio que experimentan en la relación; en otras ocasiones,
con situaciones de duelo personal por la pérdida de algún ser querido; otras
veces, como parte de un momento vital y relacional que va y viene a lo largo del
tiempo o como condición de su sexualidad. Eventualmente, también hace parte
de situaciones de infidelidad que están atravesando y que pueden o no haberse
visibilizado en la relación.

Algunas parejas homosexuales consultan porque uno de los miembros de-


sea mantener la relación en la penumbra, sin revelar ante su propia familia
y el mundo social su orientación; esto implica que la pareja se mantenga
como el mejor amigo o la mejor amiga ante la familia y los amigos, que se
excluya de rituales importantes, que se tenga una doble vida para sí mismo
y para la relación. Esta situación obviamente está muy condicionada por la
marginación y discriminación que a lo largo de la historia se ha tenido con
la homosexualidad.

Otro aspecto que introduce distancia entre las parejas homosexuales y las
heterosexuales es lo referente a la relación con las exparejas. Para la mayoría de
las parejas heterosexuales, una vez termina la relación de noviazgo culmina el
vínculo, a diferencia de muchas parejas homosexuales, que mantienen vínculos
de amistad con sus ex; de hecho, resulta frecuente que estas hagan parte de las
familias elegidas. Esta relación de amistad y cercanía resulta conflictiva para
algunas parejas que tienen prácticas y creencias alternas en lo que tiene que ver
con la cercanía emocional de las exparejas: para ellos y ellas, esta cercanía puede
poner en peligro la fidelidad.

Las familias elegidas, como su nombre lo indica, son aquellas que los sujetos
van formando a partir de su círculo afectivo más próximo; estas cumplen en
sus cuidados y afectos labores de la familia de origen, con la diferencia de que
carecen de vínculos consanguíneos y de prejuicios frente a la orientación ho-
mosexual. Esta familia es una nueva configuración que surge a partir de la vi-
vencia que en ocasiones tienen tanto lesbianas como gais, al ser expulsados de
sus familias de origen y desear construir una nueva a partir de su orientación,
es decir, con sus amigos homo y heterosexuales, sus exparejas, entre otros; esta
denominación aplica también para minorías y otros sujetos que no cuentan con
estructuras familiares consanguíneas o legales. Esta familia soporta la pérdida
de los lazos familiares; además, emerge como forma de resistencia frente a la
normatividad de la familia heterosexual (Dewaele et al., 2011).

117
Parejas del mismo sexo: reflexiones terapéuticas... / María Victoria Builes C.

Algunos estudios (Brashier et al., 2013) han evidenciado que las parejas ho-
mosexuales en medio del conflicto buscan más estrategias de resolución que
lenguajes despectivos, y que los amigos son el soporte más importe (43%) en re-
lación con la familia (13,5%). Otros estudios (Spitalnick y Mc Nair, 2005) encon-
traron que las parejas heterosexuales presentan más conflicto en lo referente
al rol de género, mientras las parejas homosexuales tienen menos conflicto en
lo que hace referencia a labores del hogar, crianza, aspectos financieros. En el
estudio de Gallego y Vasco (2017) se evidenció que las parejas homosexuales tie-
nen marcados acuerdos en los asuntos íntimos y sociales; en las parejas lesbia-
nas hay mayor democratización en la toma de decisiones que en las parejas gais.

En relación con cercanías en los motivos de consulta, en ambos tipos de


pareja hay dificultades sexuales similares, tensión por la autonomía y conflictos
de poder. Los conflictos por lealtades con la familia de origen y la pareja también
son motivo de tensión en las parejas homosexuales (Bepko y Johnson, 2000).

La clínica con parejas homosexuales: reflexiones


para su acompañamiento
El primer aspecto a tener en cuenta en el acompañamiento terapéutico a
parejas femeninas o masculinas del mismo sexo implica un proceso reflexivo por
parte de este, ya que, como se mencionó anteriormente, el terapeuta y las tera-
pias hacen parte de la cultura heterosexista, que en una medida importante aún
estigmatiza y patologiza la homosexualidad. Por fortuna, también participa de
la deconstrucción de este tipo de discursos. El acercamiento a la literatura aca-
démica y a las investigaciones, entre otras, puede ayudar al terapeuta a superar
algunos estigmas y estereotipos que dicha cultura puede irle dejando y que pue-
de imponer una suerte de limitaciones en su ejercicio clínico con estas parejas.

En el proceso y tránsito que hace el terapeuta por su propia historia puede


encontrar cómo la condición homosexual fue silenciada en su familia de ori-
gen (Builes, Anderson y Arango, 2017) y en otros escenarios sociales, como la
escuela y los pares. Pudo ser más cercana en tanto haya convivido con sujetos
homosexuales en la familia, en el aula o en otros ámbitos sociales.

Poder reconocer los discursos introyectados así como las prácticas derivadas
de estos discursos se convierte en un recurso importante a tener en cuenta en
el abordaje, dado que mientras el terapeuta más sepa de sí mismo, mayor nivel
de diferenciación puede tener de su familia de origen y de los discursos de su

118
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

contexto social. Bowen (1991) planteó la noción de diferenciación como el nivel


de equilibrio entre el funcionamiento emocional e intelectual, que lleva a que el
sujeto experimente armonía entre la intimidad y la autonomía. En la relación
terapéutica, dijo que el terapeuta podía ayudar a su consultante a arribar a un
nivel de diferenciación tan alto como el mismo tuviera. De tal manera que un te-
rapeuta diferenciado puede ayudar a que los consultantes tengan una vida más
armoniosa, menos sufriente, y en el caso de las parejas homosexuales, esto va a
ser bien importante, dado que ellos al igual que el terapeuta fueron socializados
en culturas donde el discurso hegemónico frente a la orientación no hetero-
sexual la ha patologizado y estigmatizado, situación que en algunos casos puede
generar dificultades en la propia aceptación o en la aceptación de la pareja.

Un segundo elemento que resulta muy importante, además del anterior, es


conocer desde diversos ámbitos la vida cotidiana de estas parejas; esto puede
lograrse bien a través de relaciones personales de ellas y ellos, o a través de otros
referentes como el cine, la literatura, entre otros. Este elemento es muy valioso,
dado que, como se mencionó anteriormente, el terapeuta puede deconstruir dis-
cursos hegemónicos de anormalidad y vislumbrar en estas parejas a sus familias
de origen, sus familias elegidas, las mismas y diferentes vicisitudes, regocijos,
bellezas y fealdades que habitan la vida de los sujetos, las familias y en general
el mundo relacional. Visitar de cerca esta subcultura a través de la relación di-
recta o indirecta con ella puede ir ayudando a arraigar nuevas perspectivas en
relación con ellas y ellos, puede, de igual manera, ayudar a sensibilizarse con las
adversidades que muchos tienen que enfrentar tempranamente en una cultura
homofóbica, donde tener una orientación sexual diferente puede ser causa de
expulsión familiar, de distanciamiento y aislamiento social. Conocer el mundo
de las familias elegidas de estos sujetos y parejas puede ayudar a visibilizar la
necesidad de filiación de los seres humanos y la manera ingeniosa como ellas y
ellos lo logran, cuando sus familias de origen los expulsan o rechazan.

En algunas ocasiones puede ser pertinente, igual que se hace con las parejas
heterosexuales, invitar real o simbólicamente a la familia elegida, dado que esta
red de apoyo es fundamental para muchas parejas homosexuales femeninas y
masculinas.

El tercer elemento importante a tener en cuenta en el terapeuta es que pue-


da, a través de lecturas académicas, conocer sobre el devenir de estas parejas,
qué les ha ido pasando a lo largo de la historia y qué les viene pasando en el
presente, cuáles han sido las formas de discriminación a las que se han visto
sometidos, qué movimientos de resistencia social se han llevado a cabo, qué

119
Parejas del mismo sexo: reflexiones terapéuticas... / María Victoria Builes C.

estéticas crean los hombres y mujeres para vivir su condición a pesar de la ad-
versidad, qué transformaciones sociales y políticas van legitimando e incluyendo
estas uniones y estas vidas. Tener en cuenta estos elementos ayuda a comprender
prejuicios, miedos y conflictos que pueden tener las parejas o los sujetos que per-
tenecen a ellas.

Algunos de los estereotipos tienen que ver con el hecho de pensar que en las
parejas femeninas una dificultad importante es la fusión y el bajo deseo sexual
(Bepko y Johnson, 2000). En relación con las parejas homosexuales masculinas,
se ha planteado que sus dificultades pueden tener que ver con el ejercicio del po-
der, dado que ambos miembros pueden tener muy interiorizado el rol masculino,
o que son promiscuos y no están interesados en relaciones estables. Sin embargo,
un estudio comparativo (Gotta et al., 2011), entre los años 1975 y 2000, evidenció
cómo en las parejas homosexuales femeninas y masculinas hay más igualdad
que entre las parejas heterosexuales en la comunicación, el manejo del dinero
y los oficios domésticos. Así mismo, mostró cómo para el año 2000, en relación
con el año 1975, había una mayor frecuencia de monogamia entre las parejas
homosexuales femeninas y masculinas. Otro elemento que algunos terapeutas
en ocasiones buscan erróneamente, es la complementariedad heterosexual entre
las parejas homosexuales, o quién juega el rol masculino y quién el rol femenino
(Bepko y Johnson, 2000).

Un cuarto aspecto en el trabajo clínico es la capacidad que tenga el tera-


peuta de reconocer a la pareja, de validar a través de la escucha y la palabra a
cada miembro de la dupla. Este reconocimiento resulta muy importante para
cualquier tipo de pareja que consulta, pero mucho más en el caso de las parejas
homosexuales, dada la negación o agresión que sufren en el ámbito social, que
muchas veces las lleva a vivir su vínculo en el ocultamiento.

El reconocimiento en la escucha va a implicar dejarse llevar por la trama que


cada uno o cada una de los miembros de la pareja vaya relatando; así mismo,
reconocer en esta trama a cada narrador como sujeto capaz (Ricoeur, 2006) en
tanto puede:

1) Hablar y crear realidad a través de la palabra


2) Narrar y al narrarse y renarrarse, transformarse, encontrar diferencias,
aproximarse a nuevas comprensiones
3) Hacerse responsable de sus actores y elecciones

El descubrirse como sujeto capaz ayuda a construir nuevas tramas a par-


tir del relato del consultante, hace visible al héroe que hay detrás de cada

120
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

historia. Héroe en la perspectiva de los antiguos griegos (Arendt, 1998) era


cualquier ciudadano libre que había participado en la guerra de Troya y del
cual podía contarse una historia; de ahí que el valor no estaba necesariamente
relacionado con la voluntad de sufrir las consecuencias; más bien, el valor e
incluso la audacia se encuentran ya presentes al abandonar el lugar oculto y
privado y mostrar quién se es, al revelar y exponer el propio yo.

El hecho de que los consultantes homosexuales masculinos y femeninas así


como sus parejas puedan reconocerse como héroes, hace posible liberarse de la
exclusión, ayudar a que otros se liberen, y especialmente ayuda a que estos suje-
tos se reconozcan en su integralidad, dado que en medio de esta cultura todavía
heterosexista es frecuente que algunos sujetos homosexuales se reconozcan a sí
mismos fundamentalmente en esta dimensión, invisibilizando otras dimensio-
nes íntimas, familiares y sociales de las que también son partícipes. Sin embar-
go, las familias que los aceptan logran ver esto que otros no ven, y verlo favorece
su aceptación (Flórez y Builes, 2019).

Así mismo, acompañar a los consultantes a que puedan ir introduciendo en el


relato el mundo de significados y creencias que han ido gestando en la bicultura
(Carter y McGoldrick, 1999) de la cual hacen parte, la cultura heterosexista y
la cultura homosexual entre las cuales gravitan, hace posible la construcción
del entramado relacional, es decir, echando mano a la metáfora matemática,
cuando cada uno se relata emergen los conjuntos a y b; cuando se introducen los
mundos de significados y se escuchan las propias y las atribuciones de la pareja,
esto va haciendo emerger el conjunto c, la intersección. Esta va siendo real en
tanto a través de la palabra y la escucha va transitando el reconocimiento entre
los miembros de la pareja, va surgiendo la capacidad de fusionar horizontes en
perspectiva gadameriana (Gadamer, 1977) como la posibilidad de salir del pro-
pio horizonte al del otro para comprender sus actos, sus palabras.

Este proceso de reconocimiento, de escuchar la trama de los miembros de la


pareja, en nada difiere en una pareja homosexual o heterosexual. La diferencia
está en el mundo de significados que cada uno de los miembros de la pareja
asigna; esta diferencia está obviamente enmarcada en el género, la orientación
sexual, la familia de origen, la cultura de la cual se proviene, entre otros. Al
escuchar el mundo de significados, se hace posible profundizar en los dolores,
estigmas y marginaciones que cualquier persona o pareja puede sufrir.

Poder narrar y escucharse y escuchar por parte de la pareja la historia sobre


la marginación familiar, escolar o por los pares sufrida desde la infancia por

121
Parejas del mismo sexo: reflexiones terapéuticas... / María Victoria Builes C.

conductas “afeminadas” o “masculinas” puede ayudar a comprender la dificul-


tad para develar públicamente la propia orientación homosexual, situación que
a veces emerge como motivo de consulta en las parejas.

Desde la perspectiva narrativa (White, 2002), traer relatos alternos al re-


lato de marginación puede ayudar a reconfigurar la historia y a tejer nuevas
identidades, no solo para quien relata sino para la pareja que escucha. Una vez
se logra contar nuevas historias que contradicen la historia de padecimiento,
emerge la posibilidad de hacer acontecer nuevas realidades, bien para el sujeto
que narra el sufrimiento o bien para la relación.

En lo referente al develar públicamente la condición homosexual, esta deci-


sión es personal; no puede plantearse por lo tanto una regla universal frente a
esta. De lo que se trata en el ámbito terapéutico, es de acompañar al consultante
y, cuando esto afecte a la pareja, también a esta, a comprender la historia, los
temores, los prejuicios que hay detrás de dicha orientación. A su vez, resulta
útil traer relatos de la pareja que puede haber vivido situaciones similares o
diferentes de exclusión y violencia que faciliten recrear la historia de la relación.
Esta herramienta no implica que dos sujetos puedan hacer idénticas elecciones
o acciones; significa simplemente que frente a una misma elección dos sujetos
con historias cercanas o distantes pueden hacer acontecer diferencias a través
de la palabra y la acción, y que en ocasiones esos actos de los otros, cuando se
conocen, se pueden tornar magisterio de imitación para otros.

En la antigüedad griega, el magisterio (Foucault, 2002) es de tres tipos:

1) Magisterio del ejemplo: el otro es modelo de comportamiento trasmitido y


propuesto al joven para su formación.
2) Magisterio de la competencia: el que trasmite conocimiento, principios y
destrezas técnicas al joven.
3) Magisterio de la turbación: el descubrimiento que se ejerce en el diálogo.

El magisterio hace necesaria la presencia del otro, que ayuda a que el sujeto
pase de la ignorancia a la no ignorancia; esto se logra a través de la memoria que
va dejando el relato del héroe, la lectura de las epopeyas, el ejemplo del maestro,
entre otras. Para que se dé el salir de la ignorancia, es necesario reconocer que
se está en ella y que el maestro o el héroe de la historia son sujetos propicios de
los cuales aprender.

Aquí emerge nuevamente la condición del reconocimiento por parte de los


sujetos que participan de la conversación terapéutica. El lograr captar a la

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

pareja o a los otros del mundo social como interlocutores válidos hace posible
vislumbrar en ellos modelos de magisterio de los cuales pueden surgir ejemplos
que ayuden a trazar trayectorias alternas en la propia vida.

La escucha del relato de la vivencia propia, de los actos de resistencia, puede


tornarse así mismo en una forma de magisterio en tanto vaya emergiendo la
turbación en la conversación. De lo anterior puede concluirse cómo cuando dos
sujetos se disponen para asistir a terapia en la conversación se van entraman-
do historias, se van descubriendo protagonistas de esas historias que, en tanto
hacen públicos sus dolores, derrotas, triunfos, miedos, esperanzas, se vuelven
héroes que van trazando caminos alternos al del padecimiento, la marginación,
la violencia. Estos caminos alternos se van habitando por parte del sujeto y de la
pareja, y a medida que se van trasegando, se va tomando distancia de la historia
inicial de dolor que usualmente trae a la pareja a la consulta.

Apuntes finales
La terapia con parejas homosexuales femeninas y masculinas es cada vez
más frecuente; la formación académica que se imparte en la actualidad resulta
muy escasa, la investigación y escritura científica es aún insuficiente (Murphy
et al., 2002). Este panorama da cuenta de lo fuerte que sigue siendo el discurso
heterosexista, dado que a lo largo de la historia ha dejado profundas huellas de
exclusión, marginación y patologización de lo diferente, en este caso de la homo-
sexualidad (Henderson et al., 2007). Los terapeutas que han sido socializados en
esta cultura, requieren conocer, reflexionar, investigar, indagar, estudiar para
poner límites a los estereotipos que silenciosa y ruidosamente han corrido a lo
largo de la propia historia y que pueden torpedear la labor clínica.

Poder conocer la cultura homosexual, la manera como las parejas se relacio-


nan, tener presente los sufrimientos que igual que cualquier otro tipo de pareja
puede experimentar y los propios de esta subcultura ayudarían a realizar un
mejor acompañamiento que haga posible el reconocimiento de ellos como pareja
y la cualificación de su vínculo.

Fuera de la formación para el trabajo clínico, el que los profesionales puedan


investigar, escribir para visibilizar la humanidad de estos sujetos y parejas, se
convierte en la actualidad en un eslabón definitivo que, junto con los diver-
sos movimientos, organizaciones, libros, películas, profesionales y sujetos, van

123
Parejas del mismo sexo: reflexiones terapéuticas... / María Victoria Builes C.

también desde tiempos inmemoriales contradiciendo los discursos dominantes


de anormalidad que se han ido tejido alrededor de la homosexualidad.

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125
Omar Biscotti. Perfiles VII
La pareja: un proyecto conversacional y de con-vivencia
en la modernidad líquida
Resumen

El texto argumenta las contingencias del mundo pareja como vínculo relacional; se retoman algu-
nos autores que signan el mundo de dos como una diada conversacional, proyecto este que en últimas
se teje en el tiempo, la interacción, la convivencia, la palabra, el diálogo; en suma, la comunicación. El
artículo surge bajo la provocación a tres voces por parte de los autores como medida transitoria sobre lo
que vendrá en la nueva configuración de la pareja hoy, y es aquí donde cobra relevancia la perspectiva
baumaniana hacia una pareja-dispar-par como imposibilidad posible en la construcción hoy para estar
con otro que se reconoce y conoce sus posibilidades y sombras en tiempos de fragilidad. Culmina el texto
con la presentación de seis acciones puntuales a manera de retos hacia una configuración de pareja.

Palabras clave: pareja; relaciones de pareja; convivencia; modernidad líquida.

The couple: a conversational and coexistence project


Summary

The text argues the couple’s world contingencies as a relational bond; some authors, that allocate a
couple’s world as a conversational dyad, are being resumed, project in which are being knitted interac-
tion, coexistence, and dialog; in brief, communication. “The couple: a conversational and coexistence
project in liquid modernity”, is the title given to this article, that comes up from the three authors as
a transitional measure on what will be seen in the new construction of today’s couples, and it is here
where the baumanian perspective becomes relevant towards a couple-uneven-even as a possible im-
possibility in today’s construction to be with someone that knows and acknowledge their possibilities
and shadows in fragile times. The text finishes with the presentation of six punctual actions seen as
challenges towards the couple’s configuration.

Keywords:: couple; couple relationship; coexistence; liquid modernity

Gloria María López-Arboleda. Grupo de Investigación Pedagogía y Didácticas de los Saberes, Docente Asociada de
la Escuela de Educación y Pedagogía de la Universidad Pontificia Bolivariana. Psicóloga clínica, magíster en Psicología y
doctora en Filosofía. Orcid: https://orcid.org/0000-0002-3548-0177. Correo electrónico: gloriam.lopez@upb.edu.co.
Alexander Rodríguez-Bustamante. Docente de la Universidad Católica Luis Amigó y coordinador de la Especiali-
zación en Terapia Familia de la misma universidad. Doctorando en Educación de la Universidad Pontificia Bolivariana,
magíster en Educación y Desarrollo Humano, especialista en Docencia Investigativa Universitaria y Terapia Familiar.
Orcid: https://orcid.org/000-0001-6478-1414. Correo: alexander.rodriguezbu@amigo.edu.co.
Germán Darío Herrera-Saray. Grupo de investigación Colectivo de Estudios de Familia. Doctorando en Estudios de
Familia de la Universidad de Caldas, magíster en Sociedades Rurales y profesional en Desarrollo Familiar de la misma
universidad. Orcid: https://orcid.org/000-0002-9260-689. Correo: german.herrera@ucaldas.edu.co.
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018, pp. 129-142

La pareja: un proyecto conversacional


y de con-vivencia en la modernidad líquida1

Gloria María López-Arboleda


Alexander Rodríguez-Bustamante
Germán Darío Herrera-Saray

Acápite uno. Devenir-pareja en tiempos de modernidad líquida


En esta búsqueda del amor, que parte de la atracción sexual, es fácil sucumbir a la ilusión que
desencadena un encuentro apasionado y fabricar una fantasía de unión perpetua que se alimente
del sufrimiento ambiguo de saber que, aunque el amor soñado no exista, tal vez sea posible
reconciliarse con su rastro.
(Cajiao, 1995, p. 101)

Reflexionar en torno a las formas de con-vivencia de los individuos en el mundo


contemporáneo es desarrollar una serie de trazos históricos que marcan el desarro-
llo de las relaciones humanas a través de la vinculación afectiva y emocional con
otros para configurar un proyecto común denominado relación de pareja, arreglo
privado e íntimo entre dos personas que deciden construir un proyecto común para
el beneficio individual y colectivo, el cual hoy demanda su estudio y discusión por
parte de los profesionales de las ciencias sociales y humanas para descifrarlo y

1 Artículo de reflexión resultado de la ponencia realizada por la docente investigadora PhD y


MsC. Gloria María López Arboleda en el marco del X Seminario Nacional y VI Seminario In-
ternacional de Familia “Desafíos y perspectivas en el acompañamiento de parejas”, organizado
por la Red de Programas Universitarios en Familia, Nodo Antioquia durante el mes de octubre
de 2017 en la Universidad Pontificia Bolivariana.

Aprobado: 30 de agosto de 2019

129
La pareja: un proyecto... / Gloria M. López-A., Alexander Rodríguez-B., Germán D. Herrera-S.

posibilitar nuevas comprensiones de carácter teórico y de intervención como res-


puesta a una realidad que evidencia nuevas formas de concebir el amor, la construc-
ción del vínculo y la sobrevivencia de este en el tiempo, lo cual es resultado de estar
bajo el influjo de los principios de la sociedad de consumo, que ha regulado también
este tipo de arreglos.

Un ejercicio de análisis del significado de la palabra ‘pareja’ en la modernidad


líquida (Bauman, 2006)2 es un intento por definir las nuevas formas de relación que
construyen hombres y mujeres, independientemente de sus preferencias sexuales,
para compartir un periodo de tiempo en común con otro, es decir, para con-vivir;
es un arreglo que atraviesa el espacio físico y social en el cual se tiene como fun-
damento el “forjar y mantener vínculos emocionales entre sus miembros” (Ilouz,
2014, p. 47).

La pareja se constituye así en un espacio de convivencia presencial y no presen-


cial con el otro que implica una respuesta a un mundo abocado al desconocimiento,
la agresión y la violencia frente al otro, resultado de la instauración de un discurso
patriarcal, el cual elimina la individualidad de quienes participan de este arreglo.
Por tanto, es necesario generar un nuevo discurso que comprenda dicho espacio
de vida en clave de la alteridad, hospitalidad y acogida donde los lazos entre unos
y otros sean aquello que redifique la dignidad humana y la responsabilidad por el
otro como principio de relación, de vinculación y de creación de lazos afectivos y
emocionales (Viveros, 2015).

En esta línea de pensamiento, es necesario posibilitar una reflexión a partir de


las nuevas realidades que expresan la con-vivencia de las parejas en cuanto a las
formas de construcción de su cotidianidad, la cual debe ser observada, conversa-
da y analizada por quienes trabajan con pareja como objeto de conocimiento y de
intervención; ello permite volver a esta como posibilidad de comprensión de las
nuevas formas de relación y vinculación humana creadas a partir del intercambio
emocional, afectivo que incorpora la corporalidad y los sentidos de los involucrados,
como bien lo señala Mendoça: “Al corazón del hombre no le basta la rutina. El gran
desafío es, en el día a día, volver a mirarlo todo por primera vez, dejarse deslumbrar
por la sorpresa de cada día […] es indispensable una pedagogía de revivificación de
los sentidos” (2016, p. 26).

2 Como categoría sociológica, “modernidad líquida” es una figura de cambio y de la transitoriedad,


de la desregulación y la liberalización de los mercados, cuya metáfora de la liquidez intenta dar
cuenta de la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualizada y privatizada
[…] (Bauman, 2005).

130
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

En ese proceso de desarrollo de una pedagogía de revivificación de los sentidos


—entendido este como la posibilidad del ser humano de volver su vista a sus emo-
ciones, afectos, sentimientos que edifican su cotidianidad—, analizar el término
“pareja” y sus connotaciones hace evidente múltiples combinaciones como se men-
cionó anteriormente, más allá de la definición relacionada con lo tradicional; se
habla aquí, por ejemplo, del emparejamiento en el vivir juntos, el amor libre y
las relaciones extramatrimoniales, entre otras (Bologne, 2017). De acuerdo con el
planteamiento de Bologne (2017), el término pareja ha sufrido una serie de modi-
ficaciones en su definición, haciendo visibles esas otras formas que históricamente
han sido relegadas por el hecho de no haber sido aceptadas socialmente, por ser
uniones que no permiten el goce efectivo de derechos legales de parte de quienes la
conforman; es el caso específico, por ejemplo, de las mujeres.

En últimas, la conformación de una pareja estaba marcada por la obligación de


la cohabitación para hacer visible socialmente dicha vinculación, la cual cumplía
un doble propósito: la unión como resultado de un lazo de amor compartido, o el
matrimonio como forma de legitimar la convivencia ante los demás; para el caso
específico de los hombres, está enmarcado en “adquirir status entre otros hombres
[…] [a través] de la identificación proyectiva del amour pasion, que significa que
las personas que se desean como compañeras de pareja se sienten atraídas y luego
se ligan mutuamente” (Giddens, 2000, pp. 62-63).

Es así como esa identificación proyectiva del amor pasión configuró un amor
romántico en las parejas, que permitió relacionar con expresiones como “para siem-
pre” y “hasta que la muerte nos separe” lo ilimitado, donde no se pone fecha de
caducidad a estos compromisos; todo lo contrario se vive hoy en día, donde, en
palabras de Giddens (2000), se configura un amor confluente que “presupone la
igualdad y el recibir emocional” (p. 64), que puede tener fecha de caducidad y lími-
tes en términos de los proyectos individuales de quienes comparten dicho trayecto
de vida.

Históricamente, se recuerda la época victoriana, en la cual la sexualidad es re-


ducida a una función reproductiva, en la que el sexo se destina a la procreación,
función esencial de la pareja, y donde lo conexo a esta vida está condenado al silen-
cio que prohíbe para que no sea existente a los demás (Foucault, 2007); se ancla así
un modelo heteronormativo que impone un discurso sexualizado con el que invisi-
bilizan las otras formas de vinculación erótico-afectivas posibles como en el caso de
las parejas del mismo sexo. Es interesante hacer una pausa reflexiva orientada a
pensar en la posible existencia aún hoy de formas de invisibilización de la vincula-
ción erótico-afectiva, no ya de la misma forma que en la época victoriana, pero con

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La pareja: un proyecto... / Gloria M. López-A., Alexander Rodríguez-B., Germán D. Herrera-S.

diversos matices que encierran exclusiones y prejuicios explícitos o implícitos de las


formas de ser y hacer en pareja.

Este tipo de discursos ha institucionalizado socialmente conductas e imagina-


rios sociales que marcan particularidades y modos diferenciales con otros espacios
sociales en los cuales se regulariza la sexualidad en cuanto a legitimar los mandatos
culturales (por ejemplo, con el matrimonio heterosexual) y, por otro lado, hay pro-
hibición (incesto y exogamia, por ejemplo) (Palacio, 2010).

Ahora bien, desde algunos planteamientos de Zelizer (2009), se interpreta que


las relaciones de pareja están mediadas por la emocionalidad que significa y da
sentido a la vida íntima, donde se desarrollan dispositivos de poder y saber a par-
tir del conocimiento mutuo, evidenciados a través de los rituales interpersonales,
los procesos de negociación de responsabilidades frente al cuidado del otro y en la
misma cooperación dada por la confianza y familiaridad a través de la convivencia
(Bauman, 2012).

Siguiendo a Zelizer, en estos devenires de las nuevas formas de vinculación entre


las parejas se comprende que en ellas se entremezclan transacciones económicas
y afectivas para su subsistencia, en las cuales el deseo permite percibir y conocer
al otro en clave de sus sentimientos y pasiones que ayudan a construir relaciones
confluentes más allá de lo establecido socioculturalmente desde la construcción de
una identidad individualizada: “el deseo pertenece a la dimensión del querer, pero
el significado del deseo se revela en su totalidad sólo en relación y en contraste con
la razón (percepción y conocimiento), por un lado, y con el placer (sentimiento y
pasión), por otro” (Ferguson, 2011, p. 21).

Las líneas precedentes, aunadas al acápite siguiente sobre tendencias teóricas


y conceptuales de la pareja hoy, permiten comprender el reto de devenir-pareja en
tiempos disparejos.

Acápite dos. Algunas tendencias teóricas y conceptuales de la pareja hoy:


hacia comprensiones renovadas
En nuestra opinión, el amor y las relaciones de pareja son una construcción social, mode-
lada según los usos y las costumbres sociales de un momento histórico explícito, siempre
alusivo a la pertenencia de la persona a un grupo social y a lo que dicho grupo define en
sus discursos y prácticas.
(Giraldo y Rodríguez, 2018 p. 18)

A partir de la experiencia investigativa y el interés de profundizar en la litera-


tura científica relacionada con el tema en cuestión, realizar un ejercicio de arqueo

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

documental para establecer las últimas tendencias teóricas y conceptuales de la


pareja hoy se constituye en una acción juiciosa orientada hacia la comprensión de
las realidades que se estructuran en su vivencia cotidiana. Este ejercicio de arqueo
se propone como parte fundamental del conocimiento de lo que se nombró en el
primer acápite como “Devenir-Pareja en tiempos de modernidad líquida”.

Se evidencia entonces, una primera tendencia en la cual se encuentra una


apuesta teórica importante de investigadores y académicos de diferentes latitudes,
donde llevan a cabo un recuento histórico sobre la evolución de la pareja indepen-
diente de su configuración; una segunda tendencia muestra la construcción de es-
cenarios de intervención para decantar las nuevas realidades que se construyen en
la pareja a partir de los cambios sociales, políticos, económicos y culturales que les
afectan en su cotidianidad. Se describen a continuación tales tendencias.

Autores como Álvarez Gómez (2016), Bermúdez y Navia (2013) y Bernal (2014)
argumentan inicialmente cómo el poder se ha constituido sobre las diferencias entre
lo sexuado/sexual y se avista en su mayoría el género y la sexualidad ligados históri-
camente en forma intrínseca. Las distintas religiones en el mundo han tipificado la
sexualidad como un asunto cerrado y propio de cada cultura y ser humano. El discurso
hoy abre las posibilidades de pensarnos como un todo cuerpo, una simbiosis reflexiva
sobre la representación de sexo y devenir en el mismo desde las lógicas interculturales
propias de la humanidad de hombres y mujeres. El encuentro de los pares seguirá
siendo una incógnita nodular en términos de la comunicación y el vínculo. Estamos
llamados al próximo y al lejano; en ambos casos el favorecimiento de estrategias de
encuentro/proximidad íntima ameritan el análisis sobre las preguntas ¿por qué nos
encontramos? y ¿cómo nos encontramos? Cuando no se logra, el profesional intervi-
niente aparece como un aliado de quienes llegan a la consulta. Sobre la sexualidad
en pareja, surge la duda sobre el tema de la exclusividad y la ética en el ejercicio de
la sexualidad. Esta idea sigue potenciando y atrayendo componentes que, desde la
escritura y la práctica, los dispares que se encuentran y los pares que se consolidan
en una relación sugieren consolidar lo vincular hacia un “estar emparejados”. Lo
disímil de la no exclusividad implicará riesgos sobre lo que realmente la biología
ya ha explicado por sus implicaciones y posibles consecuencias. Ser una pareja lat
—Living Apart Togheter—, por ejemplo, es plausible para algunos como forma orga-
nizativa y aparece como una de tantas “maneras de estar en pareja”; el interrogante
sería la apertura a nuevas discusiones frente al devenir disparejo.

La pregunta por la pareja como constructo de conocimiento en las ciencias socia-


les permite ubicar su devenir histórico en cuanto a su definición y configuración de
acuerdo a las posibilidades existenciales de hombres y mujeres. Es una oportunidad

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La pareja: un proyecto... / Gloria M. López-A., Alexander Rodríguez-B., Germán D. Herrera-S.

para plantear nuevas preguntas a viejas realidades que se hacen visibles por las
decisiones personales frente a la configuración de la vida en pareja como proyec-
ción personal para afrontar los cambios sociales, políticos, económicos, culturales
y ambientales que afectan lo individual y lo colectivo. La construcción del concepto
de individualidad en la segunda modernidad está bajo la necesidad de hacer visibles
los deseos individuales de hombres y mujeres, en términos del establecimiento de
vínculos afectivos y emocionales en los cuales se permita la construcción de estilos
de vida que respeten a cada individuo, pero que a su vez posibiliten el encuentro
con otros y otras en términos de las proyecciones que permitan un desarrollo y
crecimiento individual y colectivo.

La mirada sobre la pareja como incondicional hasta el final de los tiempos, des-
cribe en sí mismo el condicionante sexualidad-otro distinto a mi pareja. Resultará
trágico ciertamente para la pareja el descubrir un tercero nuevo en la relación. La
emocionalidad, punto de quiebre entre fidelidad e infidelidad en relación con el
sexo, antepone la idea sobre el mundo axiológico que culturalmente se ha estableci-
do como organización occidentalizada que imprime un otro exclusivo e incluyente.
El significado de la pareja en la actualidad acoge la idea de la desidealización de que
todo es para siempre; ello mediatiza la decisión de quedarse aun con la aparición
de otro distinto a la pareja; se queda en pareja bajo la existencia de ese otro. Una
reflexión peligrosa, excitante, pero, ante todo, humana. Es una decisión. La sexua-
lidad humana abarca múltiples aspectos funcionales y del comportamiento; ella
considera componentes biológicos, socioculturales históricos y éticos que posibili-
tan significados y significantes para la construcción social y por ende la búsqueda
libertaria de constituirse en pareja, cualquiera que sea su estructura y composi-
ción. El componente autónomo en el encuentro de dos o más que se constituye
como vínculo resulta una función paradigmática que irrumpe; prejuicios y sentires
frente al mundo-pareja que se constituye, se construye y se deconstruye.

Otras voces contienen discursos que persisten en la construcción de la idea pa-


reja-sexualidad como un todo: Lucumí, Álvarez y García (2012); Montoya, Ocampo,
Rodríguez, y Giraldo (2016); Moreno (2008) y Zelizer (2009). Estos autores advier-
ten, además, que sería vital interiorizar sobre la sexualidad, el sexo y el género
como figuras disímiles en el discurso, y, sobre todo, como experiencias en la interac-
ción social. Este cambio ubica radicalmente categorías fundamentales como mujer
y hombre, y nos ubica en situación en planos aparentemente alejados y discordan-
tes de lo eminentemente relacional. La multiplicidad de sentidos y prácticas pos-
modernas tendrían voces propias bajo la comprensión, por ejemplo, de las nuevas
dinámicas de parejas, familias, deseos, prácticas sexuales, dinámicas vinculares,

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

lugares políticos, desarrollo económico, ética en pareja, ética sexual, alteridad en


los vínculos, bioética, biopolítica. Esta articulación es todo un reto de cara al deve-
nir de nuevas sexualidades, nuevas eróticas y advenimiento de un corpus presente
hacia la construcción de un tercer sexo. La sexualidad como territorio presente en
hombres y mujeres, es la certeza de toda sociedad. En esta verdad se encuentran ca-
tegorías vitales que de acuerdo con la cultura y su momento epocal se constituyen
como avanzadas historias que tejen las vidas de las personas acordes a su proceso
de construcción identitaria.

Estos mismos autores invitan a pensar que una clave para esta reflexión es
la convivencia frente al cómo nos encontramos para vivir y relacionarnos en lo
público y lo privado; esta última postura se pone en el horizonte del enigma que
encierra cada persona en su unicidad y fuero interno. Las nuevas formas de inte-
racción y relación entre hombres y mujeres han puesto en cuestión las relaciones
que cotidianamente construyen hombres y mujeres en su intimidad, lo cual señala
la necesidad de interrogar categorías teóricas como la libertad y la autonomía como
procesos sociales que detonan nuevas relaciones entre los individuos. De otro lado,
es necesario preguntarse si en el mundo contemporáneo las nuevas generaciones
están dispuestas a la búsqueda de la cohabitación, el matrimonio o la convivencia
como proyecto de vida personal. Concluyen los autores que en el mundo contem-
poráneo la negociación de la intimidad está mediada por la decisión individual de
compartir una vida en pareja que se desarrolla desde la voluntad de cada uno de los
participantes que implica decisión y esfuerzo. Esta decisión se desarrolla con base
en la voluntad, la cual permite un ejercicio de satisfacción personal que invita al
autodesarrollo a través de la externalización de la expresión propia y su manifes-
tación personal.

Se consideran, además, una serie de emergencias en la pareja para lograr con-


solidar su vínculo: una conversación entre pares y dispares que es posible, teniendo
presente que en su anatomía estructural posee matices, lugares, maneras de encon-
trarse, por ejemplo, la sexualidad. Ahora bien, muy propio de la contemporaneidad
es la ideación de intimidad reflexiva, lo que implica una apropiación hacia una eti-
cidad del cuerpo propio y del otro desde la individualidad (preservar como templo
mi territorio corporal y en sí mismo su cuidado y el del otro).

La individualidad entonces permite que en el compartir en pareja se perciba al


otro desde la posibilidad de construir una realidad fundamentada en la autonomía
en la cual el contacto íntimo nutra el flujo de fuerzas, impulsos, emociones, reaccio-
nes, necesidades que conectan entre sí a sus participantes.

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La pareja: un proyecto... / Gloria M. López-A., Alexander Rodríguez-B., Germán D. Herrera-S.

Por ende, la vida en pareja es como un organismo vivo, en construcción y evolu-


ción permanente, en la que sus dos integrantes tienen que involucrarse a fondo si
quieren que perdure, aceptando que cada día somos diferentes, y que las necesida-
des, gustos, intereses, miedos y urgencias de los componentes de la pareja cambian,
evolucionan y se transforman. La pareja, como la vida misma, nace, se conforma,
crece, se desarrolla, y finalmente muere, se disuelve.

La convivencia en pareja, requiere de tres ingredientes que apuntan todos ellos


hacia la aceptación: admiración, respeto y confianza. Tres pilares fundamentales
que dan las bases para una relación de pareja. Si hay admiración por el otro, quiere
decir que lo reconozco, que admito su presencia, que lo observo, que lo leo, que lo
estudio, que lo analizo, que lo deseo. Si hay respeto por el otro, quiere decir que le
permito ser, respirar, existir, admitiendo que justamente es otra persona y que, en
su otredad, no me pertenece. Si hay confianza del uno en el otro, todo lo anterior
tendrá sentido.

A las parejas hoy las desempareja el espejismo de las comunicaciones, perma-


nentes y veloces, y la voracidad de las redes sociales. En el clímax del desarrollo tec-
nológico de las comunicaciones, paradójicamente la elemental capacidad de comu-
nicación con la pareja es una de tantas posibilidades en la diada vínculo-relación.
La sobreabundancia de información y de imágenes es tal, que ya la capacidad de
asombro e interés por los asuntos propios de la cotidianidad están atrofiados. La
desesperanza cunde, y esa desolación interior, ese desasosiego, impelen, entonces,
a continuar buscando pareja (Rodríguez, 2016).

El origen de la vida en pareja puede darse de diversas formas y bajo las circuns-
tancias más insospechadas. Por un lado, está el tipo de vínculo que se establece en
directo, persona a persona, al cual podemos llamar tradicional o convencional; otra
modalidad de los sistemas imperantes y de mayor cobertura lo constituye la oferta
ilimitada que proporcionan las agencias dedicadas a “buscar pareja”, publicitadas
con eslóganes tan sugestivos y promisorios como “Encuentra a tu pareja ideal”,
“¿Te sientes solo o sola?, ¿en tu círculo de amigos y conocidos no aparece nadie que
te interese para ser tu media naranja? Nosotros te ofrecemos la solución. Resulta-
dos garantizados, si no queda satisfecho le devolvemos su dinero”.

Cuando se eligió el título de este artículo, que se consideró en la riqueza de


nuestro idioma, se sabe que la dupla pareja-sexualidad puede significar también
una superficie suave y lisa, y entonces se entiende que los tiempos disparejos en los
que deviene la pareja, no son otra cosa que la crisis de valores por los que atraviesa
la contemporaneidad. Pero estas palabras se han repetido tanto desde un tiempo

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Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

para acá, que lo que ahora preocupa es que van perdiendo su verdadero valor y
los sujetos se van habituando a que las cosas son así, que lo que hay que hacer, es
contemporizar, ponerse a la moda, entrar a las redes, subir un perfil y cambiar de
pareja; pero hay cierta resistencia cuando se hace consciencia sobre lo que significa
seguir caminado día a día, hombro a hombro, al lado de un alguien, admirando sus
cualidades, aprendiendo a vivir con sus defectos, respetando sus silencios y sus
ausencias, y confiando en que lo que los dos han sembrado, seguirá germinando
día tras día, aun con el malentendido estructural que nos acompaña, tal y como se
verá en el acápite siguiente. Irónicamente, este malentendido es la posibilidad del
devenir-pareja en tiempos disparejos.

Acápite tres. Conclusión inconclusa. Una afirmación y una pregunta


sobre la pareja: reflexiones a propósito de imposibilidades posibles
Afirmar y preguntarse constituyen quizá una aparente contradicción: mientras
al afirmar damos por sentado que eso que se dice se sabe con certeza, al preguntar
reconocemos que es posible no saber. Ahora bien, la afirmación se convierte en un
reto, toda vez que abre la posibilidad de pensar en aquello que a veces creemos
natural; en este orden de ideas, la afirmación llama la atención sobre la naturaliza-
ción de ser pareja: la sexualidad en pareja es imposible. Unida a esta, una segunda
afirmación permite reconocer aquello que se aleja del ideal de completud amorosa
del ser humano: la pareja es dispar, afirmación aparentemente obvia que deja de
serlo cuando pensamos en la categoría pareja.

La afirmación la sexualidad en pareja es imposible se soporta en lo que se po-


dría llamar cuatro aspectos de la relación de pareja, en los cuales el cuarto aspecto
permite desarrollar la segunda afirmación mencionada anteriormente: la pareja es
dispar. Así, los cuatro aspectos podrían nombrarse como sigue:

1. Los ideales, que pueden ser de tres matices distintos, a saber: personales,
con la pareja, con la relación sexual y emocional; tienen un trasfondo axioló-
gico, de ahí que “en el trasfondo del problema de los ideales, figuran los valo-
res compartidos por grupos sociales en la personalidad psicológica y social y
el dominio de la persona en cuanto tema esencial en la Filosofía del Hombre”
(Vidal, 1987, p. 93).
2. Los malentendidos, que pueden ser relacionados con lo más conocido, el
lenguaje verbal y no verbal (Davis, 2010), pero también con lo más descono-
cido: lo anatomo-físico que casi nunca se tiene en cuenta. Se comprende el
malentendido como estructural entre los seres hablantes, es decir, “que es

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La pareja: un proyecto... / Gloria M. López-A., Alexander Rodríguez-B., Germán D. Herrera-S.

intrínseco a la comunicación” (Lamovsky, 2011, p. 7), y en este sentido, acep-


tar el malentendido puede ser el principio de acuerdos sanos y posibles entre
la pareja. En cuanto a lo que se nombra como mal-entendidos anatomo-físicos
(Paz, 2010), estos hacen referencia a comprensiones confusas sobre el cuer-
po, el organismo (y sus diferencias, por ejemplo) e incluso el psiquismo (y su
estrecha relación). Se encuentran así malentendidos sin aclarar que pueden
incluso durar años respecto a condiciones anatómicas y físicas que pueden
influir de manera determinante en la vida sexual, emocional y vincular de las
parejas, que en lugar de ser oportunidades de construcción, casi siempre ter-
minan como finales fatales de separación. En este escrito, tal y como se verá
a continuación, se apuesta por la aceptación y comprensión del malentendido
como posibilidad para entenderse:

El encuentro con el otro será a través de la ambigüedad que la pa-


labra instaura: el malentendido viene a otorgar algún significado para
cubrir eso que falta […]: sexualidad y muerte. [En este sentido] nos pro-
ponemos alojar el malentendido para ir al encuentro con lo nuevo, y así
introducir la diferencia y lo singular que cada sujeto aporta a la cons-
trucción de la relación amorosa. Para tal fin es necesario romper con la
repetición de sentidos bien comprendidos y hacer lugar al equívoco. El
malentendido es esencialmente necesario ya que introduce el novedoso
encuentro con la diferencia en el otro y en uno mismo […]; dicho de otra
manera, que cada uno se implique con su nivel de responsabilidad en la
conformación del lazo que los une (Lamovsky, 2011, p. 2).

3. Mitos, que históricamente han acompañado el transcurso de la humanidad,


pero que puestos en la sexualidad de pareja contribuyen a su rápida descompo-
sición e incluso erradicación. Estos mitos a los que se hace referencia se relacio-
nan con tres elementos básicos: la ignorancia, el no saber o el saber de manera
incorrecta. Dichos elementos a su vez se enmarcan en el mapa de amor (Money,
1999) de cada sujeto que conforma la pareja y que va marcando, muchas veces
de manera inconsciente, las formas de comprensión de la sexualidad y el amor.
4. Acuerdos disparejos, entendidos como aquellos que no aportan al sano equi-
librio entre dos que se llaman pareja; se enmarcan aquí asuntos relacionados
con el manejo del poder en la relación; recuérdese aquí la estrecha relación en-
tre la sexualidad y el poder (López, Rodríguez y Herrera, 2017), la confusión de
roles y los llamados acuerdos estériles que no llevan a óptimas soluciones, sino
a nuevas problemáticas sin resolver. Nótese aquí la presencia de la afirmación
soslayada: la pareja es dispar, que remite a disparidades que hablan en general
de cuatro aspectos, a saber (Álvarez-Gayou, 2007):

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• En lo único que somos iguales es en la diferencia


• Cerebro y sexo femenino y masculino como complementarios
• El enigma del clítoris y la “practicidad” del pene
• Las expresiones comportamentales de la sexualidad

Las líneas anteriores permiten comprender que la disparidad que se nombra, se


entiende como diferencia con potencial positivo de vinculación y construcción
conjunta de una sexualidad que aporte a la sana y feliz convivencia de la pareja;
el gran error de la historia de la sexualidad ha sido comprenderla como desigual-
dad o problema.

Nombrada ya la afirmación que se convierte más bien en una dupla afirmativa


tal como se vio antes, por su parte, la pregunta ¿qué queda entonces? remite a la
posibilidad de aceptar la dupla afirmativa antes señalada y ponerse en camino de
crear nuevas posibilidades, que en primera instancia nos remiten a las condiciones
para que la sexualidad en pareja sea posible y que la pareja dispar pueda aparejarse
teniendo en cuenta sus diferencias como decisión ética y posible en la vivencia de la
sexualidad y la construcción conjunta.

Las nuevas posibilidades que se proponen hacen referencia a seis acciones pun-
tuales, como puede verse en la tabla 1:

Tabla 1. Acciones para encontrar nuevas posibilidades de la pareja dispareja

Desmontar los mitos Conocer-se y conocer al otro Ser experto en erotismo

Consciencia y atención Formarse Identificar los bloqueadores


Educación del erotismo
Pedir ayuda profesional Descubrir los gustos

Contar con el conflicto y Aprender a seducir y hacerlo Comprender la lección antes


la diferencia con cierta frecuencia de pasar a la postura

El malentendido como La “activación del erotismo” Las lógicas del Kamasutra


componente estructural y La valentía de quién empieza
posibilidad

Fuente: los autores

Si la relación de pareja y en esta la sexualidad implica el malentendido, aceptar


la diferencia es un arte que requiere tiempo y comprensión. En este sentido podría
decirse que la sexualidad es un proceso que no solo implica lo físico, sino y sobre
todo lo mental y afectivo. Justamente por esto, la sexualidad en pareja es un arte
que se construye día a día; no es algo dado ni que pueda aprenderse solo en un libro.

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La sexualidad de los dispares podrá llegar a convertirse en conversación de pa-


res cuando se miren de frente sin ignorancia, sin miedo, con amor (López, 2018);
pero ese, el amor, remite quizá a la decisión más compleja que una pareja pueda
tomar, sobre todo si se comprende como el filósofo Louis Althusser lo planteó:

[…] creo haber aprendido qué es amar: ser capaz no de tomar inicia-
tivas de sobrepuja sobre uno mismo, y de “exageración”, sino de estar
atento al otro, respetar su deseo y sus ritmos, no pedir nada, pero apren-
der a recibir y recibir cada don como una sorpresa de la vida, y ser capaz,
sin ninguna pretensión, tanto del mismo don como de la misma sorpresa
para el otro, sin violentarlo lo más mínimo. En suma, la simple libertad
(Althusser, 1992, p. 370).

La complejidad de la definición anterior radica justamente en que implica res-


ponsabilizarse de sí mismo para darse al otro en el sentido de compartir y construir
la vida juntos; esa vida ha de ser decidida por los pares que conversan, no por los
enemigos que se enfrentan; en una expresión, la sexualidad en pareja ha de ser
entendida como una apuesta ética, como ha de ser entendida la vida misma:

[…] vivir, por definición no se aprende (no se enseña). No de sí


mismo. De la vida por la vida. Solamente del otro y por la muerte. En
todo caso, del otro al borde de la vida. Al borde externo o interno, es
una heterodidáctica entre la vida y la muerte. Nada, sin embargo, es
más necesario que esta sabiduría. Es la ética misma: aprender a vivir
—solo— de sí mismo. [...] Aprender a vivir, si esto queda por hacer, no
puede ocurrir sino entre la vida y la muerte. Ni en la vida, ni en la muerte
solas (Derrida, 1993, p. 13).

Por ahora se concluye diciendo que el sello de los pares es la conversación, no para
ser iguales, sino, sobre todo, para reconocer sus diferencias y a partir de ellas caminar
juntos. Para ser pareja se necesita tiempo, espacio, método, estrategia y, sobre todo,
la virtud del buen amante: paciencia, tema, seguramente, de una próxima reflexión.

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Palacio, V. M. C. (2010). Los cambios y transformaciones en la familia. Una paradoja entre lo
sólido y lo líquido. En Revista Latinoamericana de Estudios de Familia. Volumen 1, 46-60.
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Paz, J. (2010). Relaciones y parejas saludables: cómo disfrutar del sexo y del amor. Recuperado
de- http://www.formajoven.org/AdminFJ/doc_recursos/2012210135756201.pdf
Rodríguez, A. (2016). La comunicación familiar. Una lectura desde la terapia familiar sistémica.
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Vidal, S. (1987). Reflexión sobre los ideales. Revista de Sociología (2), 93-99. Recuperado de file:///
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Viveros, Ch. E. F. (2015). Alteridad familiar: una lectura desde Emmanuel Levinás. Medellín:
Fondo Editorial Fundación Universitaria Luis Amigó.
Zelizer, V. (2009). La negociación de la intimidad. Argentina: Fondo de Cultura Económica.

142
HOMENAJE
Omar Biscotti. Gente de color
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018, pp. 145-147

Homenaje a María Eugenia Agudelo Bedoya,


compañera de camino por siempre

“Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,


como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión”
Porfirio Barba Jacob

La Red de Programas Universitarios en familia Nodo Antioquia, conformada


por la Universidad Pontificia Bolivariana, la Universidad Católica Luis Amigó,
el Tecnológico de Antioquia, la Universidad Minuto de Dios y la Universidad
de Antioquia, rinden homenaje, con la publicación de este Dossier, a nuestra
compañera María Eugenia Agudelo Bedoya, Trabajadora Social, Especialista en
Familia y Magister en Terapia Familiar de la Universidad Pontificia Bolivaria-
na. María Eugenia, integró a su formación otros estudios en el exterior como:
“Bienestar Social para el Niño y la Familia” en Israel y cursos de “Terapia Fami-
liar” en la Universidad de Massachusetts, en el Hospital Bershaire y en el Smith
College, en Estados Unidos.

Fue docente e investigadora durante más de 20 años y en este tiempo re-


conocida por su rigurosidad, integridad y liderazgo académico. Su desempeño
en la docencia y en la investigación, principalmente, se desarrolló en la Facul-
tad de Trabajo Social de la Universidad Pontificia Bolivariana en la cual fue
directora. Además, coordinadora de los posgrados en familia, orientadora del
programa radial “Hablemos de calidad de vida”, docente de pre y posgrado,
creadora de la Maestría en Terapia Familiar y cofundadora del Grupo de inves-
tigación en Familia.

145
Homenaje a María Eugenia Agudelo Bedoya, compañera de camino por siempre

Asimismo, fue docente invitada por varias universidades en Medellín, Colom-


bia y Latinoamérica en países como Chile y Perú, donde también fue valorada su
experticia en el tema de familia. Entre sus reconocimientos podemos destacar:

• Grado honorífico de la Facultad de Trabajo Social (1986)


• Tercer puesto en el concurso literario “La Historia de mi Familia” Secretaría de
Educación de la Alcaldía de Medellín (1996)
• Reconocimiento a la labor profesional en Trabajo Social en Antioquía de ATSA
• Primer puesto en la modalidad práctica Concurso fin de la certidumbre,
UPB (2000)
• Primer puesto en ponencia en el área de la salud, UPB estímulo al autor Boli-
variano (2009; 2014)
• Espíritu Bolivariano (2012)
• Reconocimiento por aportes al desarrollo de la profesión en Latinoamérica y el
Caribe, con el trabajo: “Un Currículo Integrado para la Transformación Social
y Humana: Avances para el Desarrollo de la Profesión”. Universidad Autónoma
de Sinaloa (2015).

Por varios lustros integró y coordinó el Nodo Antioquia de la Red de Progra-


mas Universitarios en Familia. Su calidez, rigurosidad y disciplina orientaron
el trasegar de nuestro nodo; sus aportes fueron significativos en cada una de las
labores académicas que se llevaron a cabo y su amistad fue generosa y fértil en
el paso por nuestras vidas.

Al igual que cada uno de nosotros, ella soñó con esta publicación, dedicó
esfuerzo y tesón para que saliera adelante. Sin embargo, partió antes de que el
sueño acabara de madurar y fuera parido. Hoy que ve la luz, este otro hijo de
nuestro nodo es una excusa para rendir tributo a María Eugenia, a ella que fue
otra apasionada de la familia y la pareja, que dedicó su vida a esta labor no solo
en el ámbito público de la docencia y la investigación, sino también en su vida
privada como esposa, madre, hija y hermana.

Por todas estas razones, hoy María Eugenia, que ya no estas con nosotros,
pero que sigues viva en nuestra memoria, queremos reconocer el valor y la im-
pronta que tu trayectoria de vida ha dejado en nuestra red. Que sea hoy la
posibilidad de celebrar, “en familia académica y de amistad”, este proyecto
construido de forma mancomunada y agradecer tu vida fecunda que nos inspira
en nuestra labor y en nuestra vida cotidiana.

Integrantes de la Red de Familia Nodo Antioquia

146
Omar Biscotti. Tango Versión 1
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018, pp. 149-154

De los origenes y la evolucion de la red de programas


universitarios en familia. 1997-20101

De ahí que no podamos perder de vista que, como profesionales, estamos participando de un
movimiento social imbuido por la búsqueda de una nueva concepción de ciencia y de nuevas
teorías sociales, cuyo norte es la construcción de una convivencia más sana.
(Agudelo, ME, 1999)

En el marco de la IV Conferencia Iberoamericana de Familia, organizada por


la Universidad Externado de Colombia, en septiembre de 1997 en Cartagena de
Indias, surge la iniciativa informal de congregar los centros de estudios superio-
res en que trabajábamos, desde diferentes ópticas, en el tema de Familia.

Es así como en 1998, en la Fundación Universitaria Monserrate (FUM),


nos reunimos con Pilar Carrioza y Diego Castro, de Bogotá, con Ángela María
Quintero por la Universidad de Antioquia; Luisa Fernanda Giraldo y Rosalba
del Socorro Sánchez por la Universidad de Caldas y Piedad Estrada por la Uni-
versidad Pontificia Bolivariana. Entre estas instituciones fundamos la Red de
Programas Universitarios de Familia, quienes fungimos como Comité Coordi-
nador de la Red durante su etapa inicial.

El objetivo central de la Red era convocar a los programas académicos de


Colombia, con título en Familia, que realizaran funciones docentes, investiga-
tivas, de extensión solidaria y proyección social, tanto en contextos no clínicos
como en contextos clínicos. Esto a raíz del crecimiento exponencial de la Fa-
milia como campo científico multidisciplinario. Además, para la época de su

1 Ángela María Quintero Velásquez, Trabajadora Social, Magíster en Orientación y Consejería.


Profesora e investigadora titular jubilada. Universidad de Antioquia. Catedrática y Consul-
tora. Medellín-Colombia. jesus@une.net.co

149
De los origenes y la evolucion de la red de programas universitarios en familia. 1997-2010

fundación y de su período inicial, evidenciaba la creación de varios posgrados


en el tema (diplomados, especializaciones y maestrías, cursos de pregrado obli-
gatorios y educación continua). Por ello, “en torno a unas propuestas éticas de
respeto, comunicación dialógica, cooperación, solidaridad, cocreación, se propo-
ne estructurar la Red en Familia” (Quintero, 1999).

En esta primera fase se realizaron cuatro Encuentros Nacionales, congre-


gando docentes e investigadores de derecho, enfermería, psicología, medicina,
trabajo social, pedagogía, filosofía y desarrollo familiar, adscritos a 22 progra-
mas de pre- y posgrado, identificados por su denominación en familia: Especia-
lización o Maestría en Derecho de Familia, Terapia Familiar, Intervención con
Familia, Trabajo Social Familiar, Salud familiar, entre otros.

1. I Encuentro, marzo de 1998, Experiencias de Formación en el área de Fa-


milia, Nodo Bogotá.
2. II Encuentro, septiembre de 1998, Metodología de la Docencia en Familia,
Departamento de Estudios de la Familia, Universidad de Caldas.
3. III Encuentro, abril de 1999, Especialización en Familia, Pontificia Univer-
sidad Javeriana de Cali. Enfoques epistemológicos en la intervención con
Familia. Estructuración de la Red Académica en Familia.
4. IV Encuentro, abril de 2000, Familia y Políticas Públicas, Universidad de
Antioquia, en alianza con la Especialización de Familia de la Universidad
Pontificia Bolivariana.

Por dinámicas institucionales y personales de diferente índole, la Red entra


en receso como tal –aunque sus miembros de manera individual, o en los Nodos,
realizaban acciones conjuntas–, hasta su reactivación en noviembre de 2007,
con el V Encuentro, en la Fundación Universitaria Monserrate, Bogotá.

Se suceden: el VI Encuentro, en la Universidad Nacional, sede Bogotá, en


mayo de 2008, Investigación y abordajes disciplinares, estado actual y perspec-
tivas; el VII Encuentro, abril de 2009, en Manizales, en el marco del III Seminario
Internacional sobre Familia: Las Familias el reto de la Diversidad, Departamento
de Estudios de Familia y la Maestría de Estudios de Familia y Desarrollo de la
Universidad de Caldas, y el VIII Encuentro, agosto de 2010, en la Universidad de
Antioquia, Nodo Medellín, posterior al Seminario Nacional, Familias del Tiempo.

Entre varias de las iniciativas y proyectos impulsados por el trabajo de la Red


están: consolidar el espacio virtual para la investigación y la comunicación per-
manente, con el aula virtual creada en la Universidad Nacional de Colombia, y

150
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

el correo: redprounfa@gmail.com; construir una cátedra Nacional e itinerante


en familia, conectada con el aula virtual de la UN; diseñar y fundar una revista,
como órgano de producción académica, debate plural y consolidación nacional e
internacional; diseñar el Doctorado en Familia y la creación de un Observatorio
de Familia, y desarrollar la investigación macro, en varias sedes universitarias.
Así, se propendía por una investigación básica, de producción de conocimiento,
que coadyuvara en la clasificación de Colciencias y en los procesos de Autoeva-
luación, Evaluación y Acreditación nacional e internacional.

Todo lo cual implicaría lo siguiente. Primero, fomentar los semilleros de in-


vestigación, convenios marco a nivel interuniversitario, intersectorial e inte-
rinstitucional (ONG, Estado, empresa privada y empresas de desarrollo social),
en alianzas estratégicas y uniones temporales que le aportaran a las universida-
des, y a la sociedad en general, fundamentación científica y estrategias técnico-
instrumentales para afrontar los dilemas humanos de la época, y en el caso
particular de Colombia, las secuelas y análisis del conflicto armado de 60 años.
Segundo, la vinculación activa a redes nacionales e internacionales, para cons-
truir comunidad académica: Familis, Rencif (Red Nacional de Investigación en
Familia) y Red Iberoamericana de Familia. Y tercero, elaborar un protocolo ju-
rídico e institucional, que garantizará el desarrollo sostenible de la Red y su
permanencia en el tiempo, sin dependencia ni jerarquización de personas, sino
el trabajo colaborativo y respetuoso de la experiencia y el saber acumulado. Para
esto se fijaron comisiones de trabajo y acuerdos programáticos.

En su esencia, los presupuestos básicos del accionar de la Red propugnaban


por fomentar un diálogo multidisciplinar, la relación entre academia y Estado,
y posicionar la Familia como un dominio científico, incluyendo la diversidad
conceptual, ideológica e institucional, según los tiempos y desarrollos de cada
programa.

Un propósito de la RED significó ampliar su cobertura, pero garantizando la


adscripción a programas de Familia, con funciones académicas e investigativas.
También, buscó enfatizar en su carácter plural, foro de las discusiones contem-
poráneas y de los temas en emergencia: Familia y Género (línea de investigación
terminológica), Diversidad Familiar y Sexual, Políticas Públicas en Familia, en
sus tres dimensiones, económica, social y sostenible. Además, contemplar las
reformas constitucionales y legislativas, en materia de Niñez, Infancia, Ado-
lescencia y Familia-NNA, (Ley 1098 de 2006, Dictamen Pericial, Pericia social,
entre otros), para acogerse a los cambios de la época y formar profesionales con
cosmovisiones, en consonancia con los retos y dilemas actuales.

151
De los origenes y la evolucion de la red de programas universitarios en familia. 1997-2010

En su proyección internacional, se crea en agosto de 1999 la Red Latinoame-


ricana de Académicos del área de Persona y Familia, denominada FAMILIAS-
RELAC (Organización Latinoamericana para el Estudio de las Familias, Red de
Académicos), bajo la presidencia y liderazgo del maestro y pionero en Familia,
Mario Hernán Quiroz (Universidad de Concepción, Chile) y un total de treinta
y siete socios fundadores. La vicepresidencia de la Región Andina la asume la
suscrita, en representación de Colombia, y la vinculación de las profesoras Pie-
dad Estrada (UPB) y Amparo Micolta (Universidad del Valle). Esta Red realiza
cuatro Encuentros Internacionales, pero la prematura muerte de su fundador,
en 2001, incide en su declive.

De igual manera, se diseña el proyecto de la Red Iberoamericana de Docen-


cia. Trabajo Social Familiar: Contextos Clínicos y Contextos no Clínicos, con la
AECI- Programa de Cooperación Interuniversitaria-DGRCC, PCI-Iberoaméri-
ca, bajo la coordinación de la Universidad Pablo Olavide (UPO), Sevilla, España,
en 2003. Pero por obstáculos institucionales no se ejecuta.

La filosofía del trabajo colaborativo, y de la dirección colegiada, permitiría


consolidar la Red y la construcción multidisciplinaria de Familia, y así respon-
der a las exigencias del nuevo milenio. Es una red pionera, inédita, por su con-
formación, objetivos y misión de construir científicamente el espacio de familia.
“Como organización interinstitucional se propone cualificar nuestras experien-
cias académicas e investigativas en este campo y generar una solidaridad en el
trabajo de la Red. La Red se constituye en una metáfora para interactuar per-
manentemente” (subrayado personal), (Nodo Bogotá, 2001).

El trayecto del Nodo Antioquia entre 2010 y 20202


Para 2010, El Nodo Antioquia de la Red Nacional de programas en Fami-
lia, como punto de intersección o unión y dentro de esa metáfora de interac-
ción permanente, trata de mantener el espíritu colaborativo que la RED NA-
CIONAL se propuso, en función de trabajar la Familia como campo científico
multidisciplinario. Así, busca una apertura en adscripción de más programas
universitarios de la región para la consolidación de un proyecto plural, diverso
y sostenible.

2 Agueda Lucía Valencia. Enfermera, magíster en Salud Colectiva, docente Facultad de Medici-
na. Universidad de Antioquia

152
Revista Trabajo Social N.o 28, diciembre, 2018

El Nodo se mantiene como un colectivo de sujetos, hombres y mujeres, per-


tenecientes a diferentes programas Universitarios del departamento Antioquia.
Trabajan la familia como objeto de estudio o disciplina, es un grupo en permanen-
te movimiento, que crea y recrea un tejido para configurar el campo de la Familia
como escenario de construcción científica para el desarrollo humano y social.

Actualmente el Nodo Antioquia, está conformado por, la Universidad Ponti-


ficia Bolivariana con sus programas de Trabajo Social, derecho y la maestría de
Terapia Familiar; La Universidad Católica Luis Amigó, con sus programas de
Desarrollo Familiar y la especialización en Terapia de Familia; El Tecnológico
de Antioquia con sus programas de Psicología y Trabajo Social; La Universidad
Minuto de Dios con sus programas de Psicología y Trabajo Social y la Univer-
sidad de Antioquia, con sus programas de Derecho, Medicina, Trabajo Social y
La Maestría de Terapia Familiar. No se puede dejar de mencionar que, también
otras instituciones estuvieron en este transitar, como fue el Centro Interna-
cional de Desarrollo y Educación –CINDE– y la Fundación Universitaria San
Martín sede Sabaneta. Aquí, el propósito ha sido la gestión de la docencia, la
investigación, la extensión, proyección social y movilización social, en torno a
los asuntos que deviene la familia como campo de conocimiento interdisciplina-
rio y universal.

El Nodo como parte de la Red, y en su contribución al tejido Nacional, ha


dado varias puntadas, entre ellas, la consolidación de la realización del Semina-
rio de Familia, cuyo alcance ha sido de carácter internacional, nacional, y local.
Aquí, lo que se ha promovido, es la construcción y deconstrucción de posturas
contemporáneas sobre la familia, bajo el intercambio de experiencias académi-
cas, investigativas y de proyección social. Estas reflexiones se han constituido
en las versiones III, IV, V, VI,VII, VIII, IX.X.XI del Seminario Nacional de Fa-
milia que se celebra anualmente, en este espacio se ha trabajado asuntos tales
como: Los Retos y Posibilidades para las Familias, las Instituciones y el Estado
frente a la Violencia, La Exclusión y la Pobreza; El Ser del Terapeuta Dimensio-
nes ética, estética, política y profesional; Terapia Narrativa, novedades y pers-
pectivas para reescribir la vida entre otros.

Por otro lado, en la línea de la proyección social, el Nodo ha apuntado al in-


tercambio de experiencias de familia en torno a sus necesidades sociales, cultu-
rales y económicas. A través de un dispositivo mediador denominado “Tertulias
Familiares”, se genera un diálogo de saberes entre el sentir de las familias y el
trabajo institucional o académico para construir y resignificar la experiencia y
el conocimiento en torno a la Familia.

153
De los origenes y la evolucion de la red de programas universitarios en familia. 1997-2010

Siguiendo en la analogía del tejido, el Nodo Antioquia de la Red de Progra-


mas Universitarios en Familia, también ha confeccionado otro producto desde el
trabajo académico y docente, que las Universidades trabajan sobre Familia. Por
ello ha construido dos estrategias para el trabajo de la enseñanza y aprendizaje
en torno a la familia y son: la pasantía académica, donde los profesores compar-
ten los conocimientos en familia con los estudiantes de la ciudad, esta actividad
se realiza cada año en el marco del Seminario Nacional de Familia. Por otro lado
están los coloquios de investigación de los semilleros de estudiantes que traba-
jan la familia, como posibilidad de socializar las experiencias académicas que los
estudiantes realizan en su proceso formativo.

Y por último, y no menos importante, está la presencia histórica de La Red


de Programas Universitarios en familia -Nodo Antioquia en de La Mesa Depar-
tamental De Familias de la Gerencia de Infancia, Adolescencia y Juventud de
la Gobernación de Antioquia y en el Comité Técnico de Familia de la Secretaría
de Inclusión Social del Municipio de Medellín. Allí se ha venido representando a
la academia y poniendo de manifiesto el interés intersubjetivo de co-construir
el proyecto cultural, político, social y científico para el desarrollo integral de
las familias de la región. Como colectivo académico y social, se han venido ofre-
ciendo los conocimientos y capacidades académicas, para el ejercicio político en
la ciudad y el departamento mediante una permanente participación y contri-
bución en su accionar, y como parte de los resultados en este escenario, está la
definición la Política Departamental de Familia, la cual se reglamentó como
ordenanza 47 de 2019, y que hará parte del Plan de Desarrollo 2020-2023 del
Departamento de Antioquia.

154
ARTISTA
Omar Biscotti. Perfiles
Artista invitado

Omar Biscotti
Nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1949. Médico y Psiquiatra de la
Universidad de Buenos Aires. Con formación posgradual en Terapia Familiar
Sistémica en Argentina y Estados Unidos. Ha sido docente de distintas univer-
sidades en donde ha acompañado diversos cursos sobre Terapia de Pareja en
Brasil, Colombia, Panamá, México y Ecuador. En 1989 fundó con Alicia Salituri,
el Instituto Sistémico de Buenos Aires (ISDEBA), dedicado a la formación pos-
gradual en Terapia Sistémica.

Adicionalmente, dibujó y pintó desde muy pequeño. Recibió formación en


Dibujo y Pintura en el Instituto Porrera. También recibió formación de Joaquin
Luque, Raúl Ponce, Ernesto Manili y Fernando O´Connor e hizo clínica de obra
con Marcela Gásperi. Ha expuesto colectivamente en diversos espacios exposi-
tivos en Argentina y de forma individual en el Pabellón IV, en Espacio 10 Art
Gallery y en Casa de Galicia en Buenos Aires.

Algunos de sus premios son:

• Gran Premio en “Salón Libres Expresiones” en Espacio 10 Arte Fine Art


Gallery, diciembre 2003.
• Primer Premio en Concurso Internacional Liteco, Liteco-Artexpresión,
20 de septiembre de 2004.
• Segundo Premio, Salón Espacio 10 Art Gallery, 2005.
• 3.er Premio, 1.er Concurso de Artes Plásticas de CEPUC, junio de 2012, Bs. As.
• 2.°Premio 22 Salón de Pintura del Círculo Médico de Vte. López, 2015.
• 3.er Premio 24 Salón de Pintura del Círculo Médico de Vte. López, 2017.
• 1.° Premio Salón de Otoño de SAAP, 2017.

157
NORMAS
Omar Biscotti. Cosa sta succedendo qui?
Normas para la presentación de artículos

La revista Trabajo Social, de la Universidad de Antioquia, publicará artículos


de interés general para las ciencias sociales y humanas, y otras áreas afines.
Privilegiará los artículos basados en investigaciones, y las siguientes líneas te-
máticas: familia y género; planeación y gestión del desarrollo; gerencia social y
desarrollo organizacional; cultura política y sociedad; problemas sociales con-
temporáneos, diversidades sexuales, género y masculinidades, problemas socia-
les latinoamericanos e intervención profesional.

Los artículos deben ser resultado de la investigación o debates teóricos deri-


vados, ser inéditos, certificados por los autores, y corresponder a una de las
siguientes categorías:

1) Artículo de investigación científica y tecnológica. Documento que pre-


senta, de manera detallada, los resultados originales de proyectos termina-
dos de investigación. La estructura generalmente utilizada contiene cuatro
apartes importantes: introducción, metodología, resultados y conclusiones.

2) Artículo de reflexión. Presenta los resultados de una investigación ter-


minada (desde una perspectiva analítica, interpretativa o crítica) sobre un
tema específico, recurriendo a fuentes originales.

3) Artículo de revisión. Es el resultado de una investigación terminada, don-


de se analizan, sistematizan e integran los resultados de investigaciones pu-
blicadas o no publicadas sobre ciencia o tecnología, con el fin de dar cuenta
de los avances y las tendencias de desarrollo.

Se caracteriza por presentar una cuidadosa revisión bibliográfica, de por lo


menos cincuenta referencias.

4) Artículo corto. Presenta resultados originales preliminares, o parciales, de


una investigación científica o tecnológica, que por lo general requiere de una
pronta difusión.
5) Reseña bibliográfica.

Criterios generales para los artículos

– Todo artículo se entregará en formato digital (Word para Windows) a través


del correo electrónico: revistatrabajosocial.udea@gmail.com

– Toda colaboración deberá estar precedida de una hoja independiente, donde


aparezcan los datos del autor (nombres, apellidos, profesión, títulos, afilia-
ción institucional, dirección electrónica y postal, teléfono).

– Todo artículo debe contener: título; resumen de doscientas (200) palabras, en


español; abstract de doscientas cincuenta (250) palabras, en inglés, y entre
tres y cinco palabras clave (y keywords), referidas a las temáticas centrales.

– La estructura del artículo estará conformada por: presentación o introduc-


ción, contenido o desarrollo del tema, y conclusiones.

– La extensión de los trabajos será de mínimo quince (15) y máximo veinte


(20) páginas (no superior a 16 000 caracteres con espacios), con interlineado
sencillo y fuente arial de 12 pts.

– Los artículos deben expresar claramente el nombre de la investigación, pe-


ríodo, institución, grupo investigador y país de ejecución del proyecto.

– Para las referencias bibliográficas se usará el formato APA (American


Psychological Association), que consiste básicamente en:

a. Las únicas notas al pie de página serán para aclaraciones. Ejs.:

– Artículo científico. Recibido: 1 de febrero de 2012. Aprobado: 22 de


noviembre de 2012.

– A nivel latinoamericano se pueden rescatar los aportes de Margari-


ta Rozas Pagaza (2004) en Argentina, Teresa Matus (1999) en Chile,
José Pablo Netto (2002) y Marilda Iamamoto (2003) en Brasil, y María
Lorena Molina Molina (2001) en Costa Rica.

b. En el cuerpo del texto se pondrá entre paréntesis la referencia, así: (pri-


mer apellido, año: pág.). Ejs.:

– «es intervención, porque es experiencia fundamentada e intencionada


de cambio» (Eroles, 2005: 106). –... el auge de los medios de comunica-
ción y la creciente acumulación de riqueza (Pérez y Vargas, 2007).

162
c. Las referencias bibliográficas o bibliografías completas irán al final, con
la siguiente estructura general:

Apellido(s), nombre(s) o iniciales (año): Libro o documento. Ciudad: edi-


torial. Ejs.:

– (Un autor): Eroles, Carlos (2005): Glosario de temas fundamentales en


Trabajo Social. Buenos Aires: Espacio.

– (Dos autores): Galeano m., María Eumelia y Maria Nubia Aristizabal.


(2008). Cómo se construye un sistema categorial. En Revista de Dere-
cho, N.° 145. Medellín: Universidad de Antioquia

– (Tres autores): Pantelides, Edith Alejandra; Gogna, Mónica y S. Ra-


mos (2000): Concepciones legas de salud y enfermedad: el SIDA según
pobladores de un barrio pobre del Gran Buenos Aires. En Edith Pan-
telides y S. Bott (eds.): Reproducción, salud y sexualidad en América
Latina. Buenos Aires: Biblos/OMS.

– (Más de tres autores): Gómez, Esperanza et al. (2009): Vivir bien fren-
te al desarrollo: procesos de planeación participativa. Medellín: Pre-
gón, Ltda.

– De la Red) (IBGE: População jovem no Brasil: a dimensão demográfi-


ca. Disponible en: http://www.ibge.gov.br/home/estatistica/populacao/
populacao_jovem_brasil/comentario1. pdf (consultado el 04-07-2012).

– Referencia consecutiva de un mismo autor: en ese caso, se usará ibíd.


Ej.: (ibíd., 1956: 27).

– Si se cita a un mismo autor, con otra cita de por medio, se usará op. cit.
Ej.: (op. cit.: 35).

– Cuando se considere necesario, la revista (a juicio del corrector) hará los


cambios editoriales que posibiliten la claridad y coherencia del texto.

– Con el envío de los artículos los autores aceptan el Manual de Procedi-


mientos y las Normas de Publicación, y se comprometen a acoger los
conceptos editoriales, de los pares evaluadores y de la corrección de
estilo.

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rial y, luego de su aprobación, a dos jurados (pares expertos), quienes

163
dictaminarán si el artículo es aprobado para publicación, aprobado
con modificaciones o rechazado. El fallo final proferido por el Comité
Editorial es inapelable.

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blicación, ni la evaluación positiva del mismo. Los artículos que no
cumplan los anteriores requisitos, no se recibirán.

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los artículos superen el número establecido para la edición, el Comité
Editorial se reserva el derecho de publicarlos en una edición posterior.

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