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HSUI Historia de los Soportes y las Unidades de Información

Prof. Jorge Fabian Zubia Schultheis

Las bibliotecas en la Edad Moderna

La revolución de la imprenta

Se considera imprenta cualquier medio mecánico de reproducción de textos en serie mediante el


empleo de tipos móviles. Es diferente a la xilografía que es el grabado en madera sobre una sola
plancha. Ambos son inventos chinos, aunque estos no llegaron a extraer a la imprenta todo el
rendimiento que era capaz de ofrecer. De cualquier modo, y dada la incomunicación existente
entre Oriente y Occidente, puede considerarse que su invención en el siglo XV es un verdadero
punto de partida. Muchos países se atribuyen para sí la gloria de la invención de la imprenta.
Los holandeses mantienen que su inventor fue Coster (en Haarlem), mientras los franceses
aseguraron durante años que la imprenta era un invento de los orfebres de Estrasburgo. En
realidad, hacía tiempo que se conocían en Europa tanto la prensa (de uso primordialmente
vinícola) como las aleaciones de los metales necesarios para la fabricación de los tipos móviles.
Sería necesario el genio creativo de quien supo combinar diferentes ideas para ofrecer un
producto nuevo para que el descubrimiento iniciase su despegue. La imprenta no solo alteró la
forma de crear productos impresos; supuso un cambio de paradigma socio-tecnológico tan
importante como en la actualidad lo están siendo los ordenadores portátiles o la tinta
electrónica.

Fuese quien fuese el descubridor, parece estar reconocido en la actualidad de forma


prácticamente universal que fue Johannes Gutenberg (1398-1468) o por lo menos es el primer
impresor conocido. Ello no excluye que con anterioridad se hubieran llevado a cabo
experimentos en este campo. Todo parece indicar que Gutenberg supo aprovecharse de estas
experiencias en las que también participó activamente. Pertenecía a la familia de los Gensfleisch
(Gutenberg era un seudónimo), famosos orfebres de Maguncia. Apenas se conoce su biografía.
Las noticias que han llegado hasta nosotros no son directas, sino que proceden de los múltiples
procesos en los que se vio envuelto y que a veces nos permiten reconstruir sus pasos o suponer
ciertos hechos con bastantes probabilidades de certeza. Tuvo una vida agitada y turbulenta. Por
estos indicios se sabe que estuvo desterrado en Estrasburgo, donde entró en contacto con
orfebres con los cuales mantuvo una serie de extrañas relaciones que parecían ir encaminadas
hacia la experimentación de algún descubrimiento pero que terminaron en pleito. Hacia 1450
aproximadamente publica su primera obra, la llamada Biblia de las 42 líneas. Otras obras
suyas fueron el Salterio de Maguncia (primera obra con fecha de impresión, nombre de los
realizadores y hasta marca de imprenta) o la Biblia de las 36 líneas.

En la difusión de la imprenta se aliaron dos factores ajenos por completo a ella: las guerras en
Alemania, que forzaron a la diáspora a muchos impresores, y el auge de las rutas comerciales
europeas, verdaderas vías de intercambio de bienes materiales y culturales. La expansión del
conocimiento y su producción material ya no será lo mismo a partir de ahora. La imprenta fue,
de hecho, la primera revolución tecnológica de gran calado de la Edad Moderna que, al
modificar la recepción y relación de los ciudadanos con los textos escritos, abrió la puerta a
todas las revoluciones posteriores ya fuesen ideológicas, religiosas o políticas.
Los impresos en caracteres móviles desde los orígenes del arte tipográfico en 1450 hasta 1500
inclusive reciben el nombre genérico de incunables (del latín incunabulum = literalmente “en la
cuna”). Aunque la imprenta no apareció ni se desarrolló por igual en todos los países, poseen
una serie de características comunes:

 Imitación de los manuscritos.


 Tipografía romana y progresiva eliminación de la tipografía gótica y de las abreviaturas.
 Ilustraciones xilográficas. El primer libro con ilustraciones es una colección de fábulas de
Albert Pfister (1461).
 Predomina la temática religiosa (45% de casos) seguida por la literaria (30%).
 La mayor parte están en el latín y le siguen los que están en italiano y en alemán.

Las bibliotecas académicas humanísticas

El siglo XVII es un siglo de crisis económica, provocada por los largos conflictos bélicos que
consumieron los recursos de las potencias europeas. Los enfrentamientos religiosos hicieron
desaparecer la idea de la unidad de Europa, muy especialmente tras la Guerra de los Treinta
Años, que consolida la división del continente entre católicos y protestantes. Este hecho motiva
que el latín pierda vigencia a favor de las lenguas nacionales.

La decadencia generalizada y las convulsiones políticas también afectaron a las bibliotecas.


Fueron frecuentes la destrucción de libros y bibliotecas, la dispersión de muchas de ellas y los
cambios de dueño. Por ejemplo, la Biblioteca Palatina de Heidelberg fue enviada a Roma por
Maximiliano de Baviera como trofeo de guerra.

Paradójicamente, en este período surge el embrión de lo que más tarde serán las bibliotecas
públicas. Fueron bibliotecas creadas por hombres generosos que veían positivo emplear su
riqueza en poner al servicio de los hombres el conocimiento acumulado en los libros. Son las
denominadas bibliotecas académicas humanísticas que se abren a todo tipo de lectores, sobre
todo estudiosos y eruditos, sin distinción de usuarios en cuanto a los requisitos previos para la
consulta de los fondos. Por primera vez se establecen horarios de acceso público, legalizándose
el derecho de acceso a la lectura sin tener que cursar previamente una solicitud.

Otro aspecto fundamental de este período fue el nacimiento de la figura del bibliotecario
profesional, como el francés Gabriel Naudé (1600-1653), lo cual favoreció la conversión de las
bibliotecas en instrumentos de trabajo al servicio de la alta cultura. Se asientan las técnicas
bibliotecarias, como consecuencia del incremento de las colecciones. Surgen necesidades
inéditas de control y ordenación. El bibliotecario no asume sólo la responsabilidad de comprar
los libros, sino que también asesorará al lector. El libro es más valorado por su contenido que
por su aspecto o los materiales que se utilizaron en su producción. Deja de estar encadenado a
pupitres y bancos, para pasar a estar protegido por mallas en estanterías.

Amsterdam toma el relevo de Venecia y Florencia como capital mundial del libro. La familia
Elsevier será la familia de impresores más importantes de la época. Esta dinastía de impresores
comienza a trabajar en segunda mitad del siglo XVI. En la actualidad continúa existiendo y es
una de las editoriales más potentes en publicaciones científicas y electrónicas. Los Elzevir
responden más al perfil de empresarios que al de editor humanista y erudito de la etapa
anterior, preocupándose de crear una buena red comercial para vender sus productos. Su éxito
radicaba en una original combinación: copiar las fórmulas del pasado (libros en pequeño
formato a buen precio) añadiendo innovaciones en el modelo de negocio (vendían tanto su
propia producción como la de otros impresores). Se instalaron fuera de Holanda y sus ediciones
se distribuyeron por toda Europa.

A pesar de la decadencia generalizada que se produjo en el siglo XVII, en España, Francia e


Inglaterra la literatura europea vive su momento de mayor esplendor. El llamado Siglo de Oro, lo
es por la obra de autores como Cervantes, Lope, Quevedo, Shakespeare o Racine. También es el
momento en el que se desarrollan más otros campos del conocimiento como Física, Astronomía
o Matemáticas. Hay científicos como Bacon, Galileo o Descartes que se desvinculan de la Iglesia
y las universidades para desarrollar su investigación en ámbitos profanos como academias o
sociedades. El libro de este período es materialmente pobre y descuidado. No hay ninguna
preocupación por la durabilidad del soporte o de la encuadernación. Lo importante era la
circulación del texto por lo que se utilizaron los materiales más económicos y de menor calidad.

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