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VELONES

P. Víctor Manuel Rojas Blanco


Biblista y párroco de santa Laura Montoya (Cúcuta).

Historia:
La técnica de fabricación de velas se desarrolló en forma independiente en diversos lugares a lo
largo de la historia. Se dice que fueron inventada entre los siglos XIII y XIV a.C. por los
egipcios, quienes las hacían con ramas embarradas con sebo de bueyes o corderos. A partir del
año 500 a. C. los romanos fabricaban velas de sebo por inmersión. En China se fabricaron velas
hechas de grasa de ballena durante la dinastía Qin (221-206 a.C.). En la India, la cera de canela
hervida se usaba para fabricar velas para los templos. En algunas partes de Europa, Oriente
Medio y África, donde las lámparas funcionaban con aceite de oliva fácil de conseguir, la
fabricación de velas no se desarrolló hasta comienzos de la Edad Media. Fue hasta 1850, a partir
del descubrimiento del petróleo, cuando comenzaron a fabricarse con parafina. Ahora la mayoría
de las velas están hechas con este tipo de cera, también espermaceti (un aceite que proviene de
una cavidad en la cabeza del cachalote) y grasas de animales purificados.
El sebo, grasa de vacas u ovejas, se convirtió en el material estándar utilizado en las velas en
Europa durante la Edad Media. El desagradable olor de las velas de sebo se debe a la glicerina
que contienen. El olor del proceso de fabricación era tan desagradable que fue prohibido por
ordenanza en varias ciudades europeas. Se descubrió que la cera de abejas era una sustancia
excelente para la producción de velas sin el desagradable olor, pero seguía siendo restringida en
su uso para los ricos y para las iglesias y eventos reales, debido a su gran costo.
Sentido y uso de las velas
La luz siempre ha tenido un significado muy profundo e imprescindible para los hombres. No
hay religión que no lo haya convertido en un elemento clave de su mitología, no hay civilización
que no lo haya celebrado como elemento asimilable al concepto de la vida misma. Las velas,
desde su creación, aparecen en los ritos y ceremonias de muchas religiones. Por ejemplo, en la
religión judía, en el encendido de velas en la noche del viernes, para celebrar el comienzo del
Shabbat, o la Fiesta de Janucá, la Fiesta de las Luces, en la cual cada noche durante ocho días
consecutivos se enciende una vela que conmemora la consagración de un nuevo altar en el
Templo de Jerusalén después de la libertad conquistada por los invasores helénicos. También
tienen la costumbre de encender una vela que dura 24 horas para recordar el aniversario de la
muerte de un ser querido.
El Cristianismo dio a las velas y a su luz una importancia aún más significativa. “Y dijo Dios:
«¡Que exista la luz!» Y la luz existió” (Gn 1,3). Esta es una de las primeras cosas que se lee en la
Biblia, la creación de la luz por Dios Padre. Este es su primer regalo para el mundo que Él está
realizando, la primera manifestación visible de Su Voluntad.
Las velas litúrgicas están vinculadas a esta idea de Dios entendido como luz y, sobre todo, a
Jesús como la Luz de Dios. De hecho, Jesús se define repetidamente en las Escrituras como la
“luz que ilumina al mundo”. “Una vez más Jesús se dirigió a la gente, y les dijo: «Yo soy la luz
del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.»” (Jn
8,12). La luz en este caso tiene un valor exquisitamente espiritual, de guía en la oscuridad, de
conocimiento de Dios que, a través de su Hijo.
Es común que, dentro de la Iglesia, las velas se coloquen en el altar, o cerca del tabernáculo o
sagrario, y que tengan su protagonismo en los ritos y las celebraciones. Inclusive se usan velas en
casi todos los sacramentos, desde el Bautismo hasta la Unción de los enfermos, como elementos
simbólicos irremplazables. Por ejemplo:
Vela de Bautismo: simboliza a Cristo, la luz del mundo. Se espera que el bautizado encuentre en
Él la luz que necesita su vida (Cf. Jn 8,12). Y que también se conviertan en luz para el mundo
(Cf. Mt 5,14).
Cirio pascual: se enciende durante la Vigilia Pascual, la misa solemne celebrada el Sábado Santo
después del atardecer y antes del amanecer del Domingo de Pascua. El cirio encendido
simboliza, en este caso, a Jesús como “Luz del Mundo”, resucitado de entre los muertos para
iluminar el camino de los creyentes como su salvación. Se enciende en los bautismos y funerales.
Velas votivas: Son las velas encendidas por los fieles frente a un altar, o una estatua de Jesús, de
la Virgen, de un Santo, tienen un significado preciso. Simboliza al cristiano mismo, su ser hijo de
luz y, por lo tanto, hijo de Dios. Encender una vela y ofrecerla es una forma de afirmar la
voluntad de seguir el ejemplo de Jesús, de ser “la luz del mundo”. Encender una vela votiva
también expresa el deseo de confiar nuestras palabras y nuestros pensamientos al Señor, a la
Virgen, a los Santos. Y también es un pedido de ayuda.
Vela del Tabernáculo (Sagrario): Usualmente es una lámpara que indica la presencia de Cristo
dentro de este lugar.
Velas de Adviento: La corona de Adviento es una costumbre desarrollada en Europa, que
comenzó a mediados del siglo XIX, para marcar las semanas que faltan hasta Navidad. De
hecho, se compone de una corona de ramas de hoja perenne entrelazadas entre sí, sosteniendo
cuatro velas moradas y una blanca. Todos los domingos de Adviento se enciende una vela de
esta corona.
Velas de la Candelaria: Cuarenta días después de Navidad, se celebra la Presentación de Jesús en
el templo. Esta fiesta es conocida por todos como Candelaria. Son las velas que se bendicen y se
encienden durante la celebración. Una vez más, el rito se refiere a Jesús, la luz del mundo (Lc
2,25-35).

Peligros
Si bien es cierto que las velas se usan en diferentes contextos (fuera del ámbito religioso y
celebrativo) y tienen diferentes significados el verdadero cristiano debe cuidarse de no caer en
ritos y prácticas esotérica con velas. Según el esoterismo, las velas representan la iluminación y
encierran en sí mismas la fuerza de los elementos de la naturaleza y por ello permiten abrir
caminos espirituales con mayor facilidad. Que tiene funciones energéticas de purificar y
transformar y que sus colores tienen significados y objetivos diferentes por lo que, dependiendo
de la búsqueda espiritual que se quiere hacer. Un creyente bien formado sabe que una vela
encendida no tiene poder en sí misma para purificar, abrir caminos o conseguir intenciones
especiales como afirma el esoterismo. Pues representa a Cristo, luz del mundo, quien obra de
acuerdo a la voluntad del Padre celestial. Donde falta o está muy débil la fe, la persona cae en el
esoterismo y la superstición religiosos. Y este es un campo peligroso para la vida espiritual del
creyente en Jesucristo, en Dios. Deuteronomio 18,10 y 2 de Reyes 17,17 en adelante recuerdan
las practicas esotéricas más antiguas y peligrosas que son abominables ante Dios, y que traerán
castigo a quien las haga (y a su descendencia) por ignorancia o con total conocimiento. La fe
debe estar puesta en Dios no en el mundo ni en fuerzas misteriosas, desconocidas o mágicas.

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