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Clasificación y Dispensa de los Secretos

Escobar, G. (1992). La Profesión desde la Ética. México: McGraw-Hill

La clasificación más adecuada, desde la ética, es la que se refiere a la naturaleza del


secreto como tal:
Secreto natural. Es el que nace de la naturaleza del conocido que, por si misma,
obliga a su guarda.

Secreto prometido. Es el que se fundamenta en promesa explicita de no revelación,


promesa que es posterior a un acuerdo gratuito entre confiante y confidente o de
investigación o confidencia provocada o espontánea.

Secreto confiado. Es el que nace de la relación entre lo poseedores del secreto con
promesa implícita de no revelación, dada la relación entre las personas. También es
confiado el secreto que se revela de expresa promesa de su guarda. Además de lo
anterior, para que el secreto sea confiado, requiere que su materia sea realmente
secreto, desde antes de su revelación y que la revelación se produzca en el contexto
de una relación personal que exija confianza entre sus miembros, por cualquier
medio de expresión: oral, escrita, gestual, etc.

Como secreto confiado existen varios tipos:


El confiado simple. Que es propio de la relación entre personas naturales, sin
vínculos diferentes al ser personas, pero especialmente, el que nace de la amistad
entre las personas.
El profesional. Es el que nace de la confianza mutua en la relación entre un
profesional, de cualquier profesión, y su usuario. En el secreto profesional se deben
distinguir.
- El secreto en razón del ejercicio profesional, que es el producido por la relación
directa entre profesional y usuario, cuando el profesional está en el ejercicio de las
funciones propias de la profesión.
-El secreto con ocasión del ejercicio profesional, es el nacido del conocimiento
indirecto de situaciones propias del ejercicio profesional, pero sin existencia de
relación profesional directa con el dueño del secreto.
Secreto de estado. Es el que se le confía, en razón de su vinculación a un empleado
del Estado.
Secreto de conciencia. Es el que da por confidencias entre personas que comparten
muy profundamente su intimidad, como la de amigos. Pero por antonomasia, el
secreto de conciencia es el que se da en la relación de dirección espiritual y el que
se da en la confesión sacramental católica.
Limites del secreto
Para el secreto, cualquiera sea su clase, nunca es permitida la divulgación, ya que
ésta, de por sí, es violación del mismo. Pero cada clase de secreto tiene límites que
marcan donde empieza la obligación de guardarlo y cuando existe la posibilidad lícita
de revelarlo o, por lo menos la no obligación de su guarda.

En algunas circunstancias de algunos de los tipos de secretos, existe inclusive la


obligación de revelarlo. La revelación es el descubrimiento del secreto a quien, por
autoridad, por confianza (Aunque en este caso no hay acuerdo entre los diferentes
autores) o por derecho, se le debe hacer. La divulgación es la develación pública del
secreto, sin causa justa.
Los límites expresados no son iguales para todas las clases de secreto:
Para el secreto natural, la obligación de guardarlo se debe, en primer lugar, por
caridad, dado el daño que su revelación causaría al dueño del secreto (y más aún, si
se trata de divulgación); en segundo lugar la guarda obliga por estricta justicia, pues
es un bien natural y un derecho de la otra persona, sobre el cual nadie debe tener
otro derecho.

No obliga guardar el secreto natural cuando está de por medio el bien común o
cuando de su guarda se deriven graves perjuicios para el dueño del secreto o para
otras personas.

El secreto prometido, obliga guardarlo por fidelidad a la promesa hecha al respeto.


No obliga si la promesa se refiere a la no revelación de situaciones por fuera de la ley
civil, si hay grave perjuicio para el dueño del secreto o para el confidente o si el
guardarlo va contra el bien común o hay daño grave de terceros. En los dos últimos
casos se debe considerar la obligación de revelar el secreto.

El secreto confiado, es el más riguroso de los secretos y obliga guardarlo por estricta,
ya que, como se dijo antes, nace de la confianza en la relación interpersonal. Pero
la obligación de guardarlo, lo mismo que la no obligación de guardarlo obedecen a
razones diferentes, según el tipo de secreto confiado: obliga por dispensa dada,
implícita o explícitamente, por el dueño del secreto.
El secreto de Estado obliga porque por su divulgación afecta el bien común. Nunca
es lícita su revelación

El secreto de conciencia obliga por su naturaleza y como el de Estado, nunca es


moralmente lícita su revelación, especialmente el de confesión que es de absoluta
reserva (sigilo sacramental).

Violación del secreto


Todo lo que se salga de los límites de guarda del secreto, se configura como violación
del mismo. En términos generales, las formas de violación del secreto se pueden
agrupar en cuatro principales, en lo que se refiere especialmente al secreto
profesional:

Cuando para llegar al contenido de un secreto se emplean medios indiscretos,


injustos, violentos o ilícitos: preguntas capciosas, amenazas, espionaje, violación de
correspondencia o de comunicaciones, sobornos.
Cuando se hace revelación del secreto en forma inoficiosa, sea lícita o ilícita, aún sin
ánimo de perjudicar. Esta forma es muy común en las instituciones cuando en las
conversaciones de pasillo o de cafetería, se tratan temas del trabajo.
La exposición de detalles, aún en forma indirecta, que sin revelar el secreto, den
indicios suficientes para descubrirlo.

La utilización del secreto, en provecho propio o de terceros, sin la autorización o


conocimiento del dueño del secreto o en contra de sus intereses.

Dispensa de guarda del secreto


La dispensa de guarda de un secreto es la autorización, expresa o presumida, para
revelarlo, con causa justa. Hay varias causas para la dispensa de la guarda del
secreto, pero la referencia se hace especialmente a las que tienen que ver con el
secreto profesional.

El consentimiento expreso del dueño del secreto, por su propio interés.


La presunción del consentimiento dado por el dueño del secreto, derivada de la
misma índole de la relación profesional-usuario, Vg. la que presume el abogado
defensor, la del médico en los casos de exámenes médicos para compañías de
seguros.

La defensa del bien común, cuando la guarda del secreto le traería grave perjuicio y
dada la prelación que tiene el bien común sobre el particular.
Para beneficio del mismo dueño del secreto, aún en contra de su voluntad, sobre
todo cuando el guardarlo le traiga grave riesgo o daño.
Cuando el no revelar el secreto lleve a peligro cierto daño grave, injusto o
irreparable a una tercera persona inocente, si no hay otra forma de defender del
peligro a la tercera persona.

Para evitar el propio daño grave o injusto en que pueda caer el profesional por
guardar el secreto, a menos que el daño provocado al dueño del secreto por la
revelación del secreto, sea mayor. Sin embargo la valoración del riesgo deber ser
muy cuidadosa, para no agrandar, en perjuicio del dueño del secreto, la magnitud
del daño. Desde este punto de vista, es preferible correr el riesgo propio, que llegar
a una violación de secreto profesion
al.
Los requerimientos de la ley, sobre hechos conocidos con ocasión del ejercicio
profesional. Para los hechos conocidos en razón del ejercicio profesional, no hay
dispensa de guarda del secreto profesional, aún con requerimiento de la ley.

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