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Lengua Española 2 (LET-0120)

Sección 227
NICELIA SÁNCHEZ
DF9205

TAREA UNIDAD VI
TEMA I-ESCRIBE UN RELATO QUE INICIE ASÍ: Esteban debió haberle confiado el
secreto a su madre. La mujer de verde que solía ir todos los días a la playa no era la única
persona que había presenciado el trágico suceso…

Esteban debió haberle confiado el secreto a su madre. La mujer de verde que solía ir todos los
días a la playa no era la única persona que había presenciado el trágico suceso de ese Viernes
Santo. El murmullo quieto y expectante de la muchedumbre, que sin saber nada, sabía todo,
levantaba aún más las sospechas del sargento. Pero Esteban era terco… Y esa característica,
esa maldita herencia paterna, le habría de hacer pasar más trabajo que un catre viejo de
cuartel.

Se negaba a hablar, tampoco podía; Luisa -así se llamaba la mujer de verde- con los ojos
inyectados en rabia le hablaba sin hablar desde la puerta del destacamento. Sabía que su valía
de hombre quedaría mal parada, hablase o no, así que prefería tragarse las palabras, junto a la
sangre que le manaba de la boca.

-¡Habla animal azaroso antes que te arranque los dientes a trompadas! Gritaba furioso el
sargento.

-Sargento, recuerde que ese infeliz es concuñado de la señora de verde que está en la puerta y
don Pepe es ñoño con la hermana de su mujer y va a llegar en cualquier momento. Le
murmuró Suárez, tratando de apaciguar el ánimo inusualmente agresivo de su superior.

-¡Me’ se me impolta coñazo Suárez! ¡¡A mi me tiene que responder de dónde sacó eso’ arete’
de la hija mía!!!

Luisa, en cambio, maldecía cada segundo que el sargento mantenía preso a Esteban. Le dolía
y le aliviaba, por el momento, que para la policía era más importante averiguar algo tan banal
como unos aretes, que levantar adecuadamente el cuerpo de su esposo. No tenía palabras para
expresar los intensos sentimientos de odio y felicidad que se agolpaban en su pecho. Esa
mañana de Viernes Santo había ido, como de costumbre, a pasear por la playa. Estaba
nublado y el paisaje estaba especialmente melancólico y suave, caminó más allá de lo que
solía cuando notó la voz de su esposo y, extrañada por el lugar, se escurrió entre unos
matorrales… Fue allí donde vio lo que alguna vez, hacía ya muchos años, sospechó….
¡Gabriel era un maldit…!

Fue jalada por una señora altísima hacia la calle y seguido se le cerró la puerta en la cara.

Doña Pinina era una mujer formidable, lloró como nadie a su esposo pero a la semana se puso
al frente del negocio de don Ignacio Cabales, asegurándose que sus cuatro retoños
aprendiesen y entendieran el negocio de su padre de cabo a rabo. “Aquí se sabe desde hilar
una aguja hasta hacer un análisis contable, nadie bajo mi techo puede ser un ignorante” era su
máxima. Arremetió contra el sargento con un empujón de sus potentes caderas y levantó con
una sola manaza a su apaleado hijo.
-Señora, aquí usted no tiene potestad… Intentó Suaréz conciliar nueva vez.

-¡Cabo hágame el favor! Donde haya un hijo mío siendo vulnerado, yo tendré potestad. Exijo
una audiencia inmediata y el debido proceso para terminar esta salvajada y hacer justicia, si
es que se le puede llamar así a este circo que están montando ustedes.

Esteban, aliviado de levantarse de la tabla y estar a la altura de la única ventana abierta de ese
cuchitril, agarró con firmeza la mano de su madre y la retiró delicadamente. Se miraron sin
mediar palabra; de los dos varones, él era el que sorpresivamente más se parecía a su padre en
momentos de tensión y violencia. Entendió que su madre comprendía ignorar algo vital y que
de su boca no se iba a enterar.

Sólo habían pasado 3 horas desde la misa central pero, de alguna manera, todo vivo a 15 km a
la redonda sabía que habían dos muertos, uno humano y otro animal, un sacrilegio y
justamente el día de la muerte de nuestro Señor y Salvador. El cuchicheo soslayado, ese
chisme que nace espontáneamente, sin tener un origen claro ni un futuro cierto, tensaba aún
más la situación y lo histérico del sargento, al cual le urgía matar a golpes a Esteban Cabales,
de quien sospechaba sabía del paradero de la luz de sus ojos, los preciosos aretes de plata
repujada, que con tanto esfuerzo compró para su regalo de graduación, eran la evidencia.

Esteban sólo se lamentaba de haber cedido. Nunca se había planteado la posibilidad, le


extrañaba. Sin embargo su varonil encanto y las entusiastas conversaciones que sostuvieron
durante un par de años de familiaridad, pudieron más. Gabriel era cuñado de su hermana
mayor Abigaíl, quien estaba casada con el hermano menor de éste, Alberto. Buen muchacho,
contemporáneo suyo, excelente catedrático, su brillantez compensaba con creces los 9 años
de diferencia que se llevaba la pareja. Culto, locuaz, atento, de buen gusto culinario y
habilidoso para los negocios, tenía la costumbre de ejercitarse y tallar madera de formas
inusuales pero bellas en cualquier lugar. Apenas era la segunda vez que se encontraban en ese
paraje de la playa, era muy excitante… La fresca y revitalizante brisa salobre del agua, el
apacible avistamiento de una casucha veraniega abandonada, la acariciante sombra de la uva
de playa, el ardiente tacto de la piel de ese hombre firme y vital entrado en sus cuarenta, en su
mejor potencia física, el fragante aroma de su sudor, sus gestos, cómo deslizaba y frotaba su
cuerpo completo en pos de los puntos, que hábilmente identificó como sensibles en él. Estaba
pasmado ante el nivel de excitación que le producía tan sólo el recuerdo, quemaba pensar en
que tal vez no podría encontrar jamás alguien con quien replicar esas sensaciones.

-Es una muchachita vivaracha y elocuente esa Fiordaliza, educada adecuadamente puede
convertirse en una excelente profesional; sin embargo me hizo prometer que no mencionara
nada de su fuga con el seminarista justo después de la misa central. En este momento deben
estar reuniéndose para alzar su vuelo a la felicidad loca y descerebrada de la adolescencia.
Estos aretes son su juramento de continuar estudiando. Esteban, querido, guárdalos por mi
por favor, sabes que aunque me encantaría, no puedo.

Esteban no objetó, tomó con la yema de los dedos los aretes y los llevó a su bolsillo,
sosteniendo la mirada risueña a su acompañante, cerraron el trato con un beso profundo y
ardiente.

Justo en ese momento oyeron un grito femenino bajo y cercano… -¡Luisa! Gritó Gabriel
asustando a unas cabras que se habían ido acercando buscando el poco herbaje de la zona,
salió corriendo tras la mujer pero los gritos de Esteban tratando de alejar al macho cabrío del
grupo hicieron que se devolviera empuñando su navaja de tallar. El animal arremetió cuatro
veces contra Esteban, esquivando la tercera se resbaló y quedó a merced de los cuernos
cuando Gabriel se interpuso, recibiendo de lleno en el abdomen el impacto, agarró con fuerza
la cabeza y con un solo tajo le degolló. Cayó al suelo, le sonrió a Esteban y dijo “busca
ayuda”.

Salió disparado, con los ojos secos, la mandíbula tensa y la garganta ardiendo por la
adrenalina. Pasaron 20 minutos corriendo en dirección a la carretera cuando encontró a la
destartalada patrulla del sargento Montes y el cabo Suárez que regresaban de echarle ojo a
unos terrenos de don Pepe, el regidor del lugar. Cuando llegaron al lugar encontraron dos
cadáveres, uno con la cara tapada por una pañoleta extrañamente familiar para el sargento y
con aparentes manchas de lágrimas frescas.

TEMA II USE LAS SIGUIENTES PALABRAS COMPLETANDO CON OTRAS EL


ESPACIO. CUIDA LA LÓGICA DEL TEXTO.

Mañana tenía pensado ir al mercado pero revisando la nevera encontré que había suficiente
pan y queso.

A veces, en la noche siento miedo al subir la escalera para cerrar la puerta que permite
entrar al ático.

El orgullo es una de las características que personalmente me sacan fácilmente de quicio por
la facilidad con la que se llega a los extremos cuando se abusa de ella.

La compra de cabellos es una industria bastante lucrativa en algunas regiones del mundo.

NOTA: ESAS PALABRAS PUEDEN FORMAR PARTE DE ORACIONES O PUEDEN


SER INICIO DE ORACIONES O PÁRRAFOS, SIN OLVIDAR LA REGLA
ORTOGRÁFICA CORRESPONDIENTE.

TEMA III- CREA UNA HISTORIA, TOMANDO EN CUENTA LOS SIGUIENTES


DATOS.

Estaba en París, hace unos pocos meses, cuando una noche tranquila de invierno encontré
por casualidad en una gaveta del mobiliario del hotel donde me hospedaba, un mapa que
indicaba la dirección de un bar. Por curiosidad pregunté al viejo mayordomo de la estancia
si conocía la vigencia de esta dirección, extrañado acudió a la ama de llaves, una cuarentona
encantadora que gusta de salir a caminar por la ciudad en sus días libres, quien me comentó la
demolición del lugar hacía unos años, en cambio me recomendó una librería que habían
construido en su lugar.

Me pareció interesante la aventura y me dirigí a la dirección. Una vez allí fue maravillosa la
estampa de la edificación moderna aunque con un agradable ambiente bohemio de antaño.
Una joven y agradable muchacha invitaba a los transeúntes a pasar y ojear algunas
publicaciones recientes con un encantador español-francés, cuyo origen no logré ubicar del
todo. Ingresé sin esperar nada extraordinario, sin embargo entre los pasillos de libros
encontré uno interesantísimo y quedé absorto, sin darme cuenta del cierre del lugar. Un joven,
acompañado de un perro, me espabiló y al ver el título, se entusiasmó y nos enfrascamos en
una larga conversación donde me enteré que era un joven escritor, oriundo de Argentina
pero cuyo padre, un francés de la vieja escuela, al fallecer unos años antes le había dejado en
herencia el terreno en el que nos encontrábamos.

Unos días después, volví a esa librería y encontré una actividad donde Hugo, así se llamaba el
joven escritor, me presentó a su prometida Alicia, la joven modelo de 20 años que estuvo
unos días antes invitando precisamente a ojear y adquirir el nuevo libro de él. Unas horas más
tarde, al finalizar la actividad, Alicia, muy sonriente, me entregó un libro de Hugo
autografiado. Ojeando el libro antes de dormir encontré una carta comprometedora donde
ella, muy coquetamente, me pedía que saliéramos a escondidas… Ahora me encuentro en
Córdoba, Argentina, visitando a la familia de Alicia para formalizar nuestra boda.

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