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El documento habla sobre la importancia de someterse a la autoridad establecida por Dios. Explica que Dios delega su autoridad en Jesús, y de él proviene la autoridad en la iglesia, el gobierno y el hogar. Quienes se oponen a la autoridad resisten a lo establecido por Dios y se hacen merecedores de condenación. También advierte que aquellos que ejercen autoridad deben hacerlo bien y responderán ante Dios por un mal ejercicio de la misma.
El documento habla sobre la importancia de someterse a la autoridad establecida por Dios. Explica que Dios delega su autoridad en Jesús, y de él proviene la autoridad en la iglesia, el gobierno y el hogar. Quienes se oponen a la autoridad resisten a lo establecido por Dios y se hacen merecedores de condenación. También advierte que aquellos que ejercen autoridad deben hacerlo bien y responderán ante Dios por un mal ejercicio de la misma.
El documento habla sobre la importancia de someterse a la autoridad establecida por Dios. Explica que Dios delega su autoridad en Jesús, y de él proviene la autoridad en la iglesia, el gobierno y el hogar. Quienes se oponen a la autoridad resisten a lo establecido por Dios y se hacen merecedores de condenación. También advierte que aquellos que ejercen autoridad deben hacerlo bien y responderán ante Dios por un mal ejercicio de la misma.
"Toda potestad me es dada en el cielo y la tierra" (Mateo 28:18).
"Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas." (Romanos 13:1) 2.- Enseñanza Bíblica: Por muchos años Jorge Alfredo fue una piedra en el zapato para el pastor de la congregación. Cada vez que él proponía algo, el joven se oponía abiertamente y cierto domingo, durante una asamblea de la congregación, le dijo al ministerio que su metodología estaba mandada a recoger porque habían nuevas alternativas de desenvolvimiento eclesial, con resultados sorprendentes y asegurados. El siervo de aquella comunidad de creyentes supo sobrellevar la incomoda situación y fue el primero en apoyar el envío de Jorge Alfredo a una pequeña iglesia que estaban plantando en un barrio marginal, al oriente de la ciudad. El problema fue para el muchacho porque desde un comienzo, nadie se sujetó a su ministerio y si enseñaba algo, inmediatamente daba lugar a polémicas. Su fallido desenvolvimiento como predicador prosiguió hasta que los feligreses no lo soportaron y se quejaron a la iglesia principal. Hoy está sentado en la banca. Se queja porque los hermanos en la fe no lo comprendieron ni apoyaron. Ignora—o al menos quiere ignorar—que está viviendo las consecuencias de su falta de sujeción a la autoridad. Aun cuando no nos guste, debemos acatar las instrucciones ya que la Palabra de Dios enseña: "Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas." (Romanos 13:1) 2.1.- Desconocimiento de las figuras de autoridad En la sociedad actual hay un marcado desconocimiento de las figuras de autoridad, las cuales están instituidas en la iglesia, el gobierno secular y por supuesto, el hogar. A pesar de que haya quienes sistemáticamente quieran ignorarla, la autoridad existe. Imagine por un instante que un conductor se encuentra transitando una importante autopista de la ciudad. De pronto y sin sujetarse a las normas de tránsito, se detiene en medio de la vía mientras se toma un respiro. ¿Acaso porque él deliberadamente ignoró la normatividad de tránsito, deja de ser válida? En absoluto. Seguirá teniendo la misma vigencia y las causas por la infracción serán las mismas. Recuerde un principio esencial y es que la principal autoridad recae en Dios, Él la delega en Su Hijo Jesús y desde allí (Cf. 1 Corintios 11:3; 15:24), al gobierno humano, eclesial y familiar. El propio Maestro dijo: "Toda potestad me es dada en el cielo y la tierra" (Mateo 28:18). No someternos es un acto de rebeldía que, tratándose de autoridades establecidas por el Señor, no está bien delante de Su presencia: "De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos." (Romanos 13:2) 2.2.- Respondiendo por el mal ejercicio de la autoridad Cada esfera de la sociedad tiene alguien que la conduce. Son las personas que ejercen autoridad. Si no lo hacen bien, deben responder ante Dios. La autoridad humana tiene sus limitaciones; no podemos desconocer que bien sea representantes del gobierno y aún ministros de la iglesia o líderes, se exceden. A su vez ellos se hacen merecedores de las consecuencias que se derivan del proceder que asumen. Recuerde siempre que a nivel eclesial, ejercen autoridad el pastor y los líderes; en la escuela, los maestros; en el hogar, recae en el esposo y por delegación suya, a la esposa; entre los hijos la autoridad la ejercen los padres. Es importante reconocer que tal autoridad está acompañada por el poder que tienen las palabras. Con ellas edificamos (desatamos Bendición) o destruimos (desencadenamos Maldición). Al ejercer la supremacía, bien sea sobre las comunidades, sobre la iglesia o sobre el hogar, es necesario medir el alcance de todo cuanto pronunciamos. Un maestro indignado puede marcar un estudiante cuando le dice: "Jamás aprenderás nada". Igual un padre cuando señala a su hijo con expresiones como: "Nunca servirás para nada". Son Maldiciones pronunciadas sobre aquellos en quienes tenemos autoridad y que terminan afectando negativamente sus vidas. 3.- Lecturas Devocionales: Lunes: Rut 2:1-23; Martes: 1 Reyes 17:8-24; Miércoles: 2 Reyes 4:1-7; Jueves: 2 Reyes 4:38- 44 Viernes: 2 Reyes 8:1-6; Sábado: Job 42:1-17; Domingo: Salmos 23:1-6.