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Miércoles, 23 de octubre
Creo que estos dos versos son más naturales y más espontáneos que el ejemplo
anterior. Hay mucho más convencionalismo en nombrar las cosas con palabras avejentadas
que hacerlo con palabras que nos surgen de algún lado, como pájaros que huyen de nuestro
interior, porque algo los ha amenazado. La mayor parte de los poemas surrealistas son
mucho menos convencionales y cerebrales y literarios que los poemas sencillos y beatos a
que nos acostumbró la literatura española.
Poemas de John Donne. Huelen a sol viejo, a muro derruido y rajado pero cuyas
grietas dejan escapar palabras de distintos colores, frescas, calientes, y, sobre todo,
reveladoras.
Se puede objetar esa intromisión del espíritu pedestre que le acontece después de un
verso colmado de lirismo, ej[emplo]:
¿Es posible que hable así, como una piedra en el camino que se sabe echada allí
hasta el fin de la eternidad? ¿Es posible que crea, con los niños, que la muerte es algo que
les sucede a los demás pero no a mí? ¿Es posible que Dios continúe siendo el «buen señor»
de la infancia, ese que ve en todas partes, para quien no existen puertas ni silencios? Así es,
pero es increíble. Y no lo lamento por vergüenza sino con el dolor de alguien que se veda
una gran parte de la realidad que le sería plenamente accesible a no ser por ese infame
anhelo de persistir en una niñez que ya no tiene razón de ser aunque sí estupidez y
anacronismo.
Sábado, 1 de febrero
Tanta tristeza. Pero hay sol. Pero hay un viento dulce. (El solo hecho de escribir esto
demuestra que mi intento suicida es aparente. El anhelo de trascender persiste. Luego,
vivo.)
La poesía no es artesanía ni nada tiene que ver con ella. Pero para trascender el
lenguaje debo antes hacerlo mío. En verdad es un poco estúpido hablar de poesía: o se la
hace o se la lee. Lo demás no tiene importancia. Aunque yo quisiera tener algunas pequeñas
verdades literarias, me sentiría más segura de mí si las tuviera. Para comenzar, he aquí un
enigma: ¿por qué me gusta leer la poesía luminosa, clara, y casi execro de la oscura,
hermética, cuando yo participo —en mi quehacer poético— de ambas? ¿Y si fuera por no
tomarme el trabajo de comprender los textos oscuros? Ello daría la explicación exacta de
una manía de relacionarme con personas cuyos procesos interiores son más simples que los
míos. O al menos, así parece. Pero, Alejandra, en el fondo de los fondos, ¿qué es claro y
qué es oscuro?
Domingo, 2 de febrero
6 de febrero
A veces me pregunto cómo hacen los otros para vivir, ellos que no aman con esta
desesperación. Me es imposible pensarme viva sin la sangre colmada de su rostro. Pero, al
mismo tiempo, confieso que admiro a los que se sustentan en otras cosas que en un amor
desgarrado. En verdad, puede pensarse que los que poseen un buen fuego en la casa del
corazón son ellos, que no yo. Y justamente yo, la desamparada, tengo que iniciarme en el
aprendizaje de la soledad interna. Aprender a vivir sin este nombre que habita mi ser desde
hace varios años. Aprender a vivir con fuerzas extraídas de mí misma, debido a mi propio