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En el mundo determinista de Newton no hay historia ni creatividad. En el mundo


viviente de las estructuras disipativas, la historia juega un papel importante, el futu-
ro es incierto y esta incertidumbre está en el corazón de la creatividad. <<Hoy>>, re
flexiona Prigogine, <<el mundo que percibimos fuera y el que vemos dentro, conver
gen. Esta cponvergencia de dos mundos es quizás uno de los acontecimientos cul
turales más importantes de nuestro tiempo>> (Prigogine, 1989).

9. AUTOCONSTRUCCIÓN

AUTÓMATAS CELULARES

Cuando Ilya Prigogine desarrolló su teoría de las estructuras disipativas, buscó


ejemplos simples que pudiesen ser descritos matemáticamente. Los halló en los
bucles catalíticos de las oscilaciones químicas, conocidos también como <<relojes
catalíticos>>. Éstos no son sistemas vivos, pero los bucles catalíticos idénticos son
la pieza central del metabolismo de la célula, el sistema vivo más simple conocido.
Por tanto, el modelo de Prigogine nos permite comprender las características estru
cturales esenciales de las células, en términos de estructuras disipativas.
Humberto Maturana y Francisco Varela siguieron una estrategia similar cuando de
sarrollaron su teoría de la autopoiesis, el patron de organización de los sistemas vi
vos. Se preguntaron: ¿cuál es la corporeización más sencilla de una red autopoié-
sica que puede ser descrita matemáticamente? Como Prigogine, encontraron que
incluso la más simple célula resultaba demasiado compleja para una representa-
ción matemática, por otro lado, también se dieron cuenta de que, puesto que el pa
trón de autopoiesis es la característica definitoria de un sistema vivo, no existe en
la naturaleza sistema autopoiésico más simple que una célula. Así pues, en lugar
de buscar un sistema autopoiésico natural adecuado, decidieron simular uno infor-
máticamente.
Su enfoque fue análogo al de James Lovelock para su modelo del Mundo de las
Margaritas, diseñado varios años antes. Pero donde Lovelock buscaba la simula-
ción matemática más sencilla para un planeta dotado de una biosfera capaz de re-
gular su temperatura, Maturana y Varela buscaron la simulación más simple de
una red de procesos celulares, en la que la función de cada componente fuese
ayudar a producir o transformar otros componente de la red. Al igual que en la célu
la, esta red autopoiésica debería crear su propio límite, que participaría activamen-
te en los procesos de la red, definiendo al mismo tiempo su extensión.
Para hallar una técnica matemática adecuada a esta tarea, Francisco Varela exa-
minó los modelos matemáticos de redes autoorganizadoras desarrolladas en ciber
nética. Las redes binarias propuestas por McCulloch y Pitts en los años cuarenta
no ofrecían suficiente complejidad paa simular una red autopoiésica, pero los mo-
delos subsiguientes de redes, conocidos como <<automátas celulares>>, demostra-
ron ofrecer las técnicas idóneas.
Un automáta celular es una cuadrícula rectangular de espacios cuadrados regula-
res o <<células>>, parecida a un tablero de ajedrez. Cada célula puede tomar un nú
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mero diferente de valores y tiene un determinado número de células vecinas que
pueden influir sobre este hecho. El patrón o <<estado>> de toda la cuadrícula cam-
bia en pequeños pasos según un conjunto de <<reglas de transición>> que se apli-
can simultáneamente a cada célula. Los automátas celulares se presumen comple
tamente deterministas, si bien, como veremos, pueden ser introducidos fácilmente
en la reglas elementos aleatorios.
Estos modelos matemáticos reciben el nombre de <<automátas>> porque fueron in
ventados originariamente por John von Newman para construir máquinas autorre-
plicantes. Si bien tales máquinas no llegaron nunca a ser construidas, von New-
man demostró de modo abstracto y elegante que ello era posible (J. Von Newman,
1966). Desde entonces los automátas celulares se han usado extenamente, tanto
para representar sistemas naturales, como para diseñar un gran número de juegos
matemáticos (Gardner, 1971). Quizás el más conocido sea el llamado <<vida>>, en
el que cada célula uno entre dos valores –digamos <<blanco>> y <<negro>> – y la
secuencia de estados es determinada por tres sencillas reglas denominadas <<na-
cimiento>>, <<muerte>> y <<supervivencia>> (en cada área de tres por tres hay una célu-
la central rodeada por ocho vecinas. Si las células vecinas son negras, la central se vuel-
ve negra al siguiente paso –nacimiento–; si dos vecinas son negras, la central no cambia
-supervivencia–; en todos los casos restantes la célula central se vuelve blanca –muerte).
El juego puede producir una sorprendente variedad de patrones. Algunos se
<< mueven>> mientra que otros permanecen estables y oros oscilan o se compor-
tan de modos más complejos (Gardner, 1970).
Mientras que los automátas celulares eran utilizados por matemáticos profesiona-
les y aficionados para el diseño de numerosas juegos, eran también estudiados
extensivamente como herramientas matemáticas para representaciones científi-
cas. Debido a su estructura en red y a su capacidad para dar cabida a gran núme
ro de discretas variables, estas forma matemáticas fueron pronto reconocidas co-
mo una apasionante alternativa a las ecuaciones diferenciales para la representa-
ción de sistemas complejos; (para un excelente resumen de la historia y aplicaciones
del automáta celular, ver Farmer, Toffoli y Wolfram, 1984, especialmente el prefacio de
Stephen Wolfram. Para una colección de publicaciones más técnica y reciente, ver Guto-
witz, 1991). En cierto sentido, los dos planteamientos –ecuaciones diferenciales y
automátas celulares– pueden ser contemplados como los distintos marcos conce-
ptuales correspondientes a las dos dimensiones conceptuales –estructura y pa-
trón– de la teoría de los sistemas vivos.

SIMULANDO REDES AUTOPOIÉSICAS

A principios de los años setenta, Francisco Varela se percató de que las secuen-
cias paso a paso de los automátas celulares, que resultan idóneas para simulacio-
nes por ordenador, le ofrecían una potente herramienta para la simulación de re-
des autopoiésicas. Efectivamente, en 1974 Varela consiguió construir la simula-
ción informática adecuada, junto con Maturana y el científico informático Ricardo
Uribe (Varela, Maturana y Uribe, 1974). Su automáta celular consiste en una cuadrí-
cula en la que <<un catalizador>> y dos clases de elementos se mueven aleatoria-

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