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AFECTOS Y ACCIONES

Nuestras malas acciones también pueden empeorar nuestros corazones hacia la maldad.
17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo
por Él. 18 El que cree en Él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha
creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los
hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas. 20 Porque todo el que
hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas. 21 Pero el que
practica la verdad viene a la luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en
Dios.
Hay dos cosas importantes para entender de Juan 3:17-21 sobre la conexión entre nuestros afectos y
acciones. 
La relación entre afectos y acciones
Primero, es fácil pensar que nuestros deseos pecaminosos pueden afectar nuestras acciones, pero
Jesús muestra que, cuando se trata del pecado, las acciones pecaminosas también afectan nuestros
corazones, deseos y afectos. Nuestras malas acciones pueden empeorar nuestros corazones hacia la
maldad. Jesús dijo en el versículo 19 que “el mundo amaba más a las tinieblas que a la luz porque sus
obras eran malas”. O sea, el mundo amó el pecado porque sus acciones eran malas.
Segundo, es fácil pensar que el juicio de Dios será por los “actos” pecaminosos cometidos en
nuestras vidas, pero Jesús muestra que el juicio de Dios también será por nuestros deseos y afectos.
Observen bien las palabras que usó Jesús en los versículos 19-20. “El mundo amaba más a las
tinieblas… todo el que hace lo malo odia la luz”. Estas son palabras relacionadas con nuestros afectos
y emociones. Cuando Jesús dijo estas palabras, estaba hablando con Nicodemo, un fariseo. Esto tuvo
que ser una sorpresa para Nicodemo ya que él y el resto de los fariseos enfatizaban solamente las
obras (cf. Mateo 5:27-28; 23:27-28). Jesús dijo que este problema con nuestros afectos es la razón por
la que “fuimos y seguimos siendo condenados” en vez de sólo nuestras acciones pecaminosas.
Acciones y afectos son dependientes
Comprender la conexión entre tus acciones y afectos es absolutamente importante para la vida
cristiana. Cuando entregas más tiempo a las acciones santas con el Espíritu Santo, se hace más fácil
y, eventualmente, más agradable vivir en santidad. Pero, al mismo tiempo, también es cierto que,
cuando dedicas más tiempo en las acciones pecaminosas, se hace más fácil y, eventualmente, más
agradable actuar en pecado. Por ejemplo, en el momento en que tú fallas en hacer tu oración diaria o
en ser consistente en tu lectura de las Escrituras o en participar en un servicio dominical, se vuelve
más fácil fallar la próxima vez. Con cada falla, empieza a ser más difícil no fallar la próxima vez.
Hermano y hermana, tus acciones y afectos son tan dependientes el uno del otro que tus acciones
pecaminosas empeorarán tus afectos, y tus afectos empeorarán tus acciones. Tu espiral descendente
hacia la corrupción será cada vez más rápida. Es por esto que hay un dicho que dice: “Es más fácil
nunca cometer un pecado que cometerlo una vez y nunca jamás”.

Por lo tanto, cambia tus acciones con el Espíritu Santo y así el Espíritu Santo cambiará tus deseos y
afectos. Actúa de acuerdo con tus deseos y afectos santos, y así tus acciones santificarán tus afectos
aún más. Si sigues así, ascenderás hacia la imagen de Jesucristo

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