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Editor general:
Jorge Galli
EIRENE Argentina
EL VÍNCULO
DEL AMOR
BÍBLICO EN EL
MATRIMONIO
Docente: Lic. Claudia Doddo
Una flor
CLASE 1
EL MATRIMONIO
Y EL AMOR
ERÓTICO (eros)
8.
VIDEO 01
EL MATRIMONIO Y EL AMOR ERÓTICO
LIC. CLAUDIA DODDO
introducciÓn
_ el entorno
_ Los estímulos
_ Los ritmos
_ no hay rutinas
_ conclusión
.9
02. La exclusividad de la pareja
_ Respeto y confianza
_ Pertenencia y seguridad
_ Renunciar a seducir
_ Conclusión
• El casamiento
• Los hijos
• La mediana edad
_ Necesidad de recreación
_ Intimidad y autoestima
_ Conclusión
Conclusiones integradoras
CLASE 1
EL MATRIMONIO
Y EL AMOR
ERÓTICO (eros)
El matrimonio bíblico, atravesado por tres formas de amar (eros, ágape y caris), es un
buen ámbito donde los hijos aprenden a relacionarse y reciben inspiración. El esfuer-
zo girará en torno a sostener las conductas que logran esto, que no son espontáneas
ni vienen dadas en el inicio sino que llegan como resultado de decisiones y se llevan a
cabo con esfuerzo y dedicación.
Cada pareja es exclusiva como binomio aunque estructuralmente las pautas para
lograr una mejor relación sean las mismas. Así como no hay una persona idéntica a otra
tampoco ocurre con los matrimonios. Cada pareja revisará el amor desde el área que
sienta más débil o vulnerable. Podríamos pensar el vínculo como una relación entre
llave y cerradura: a lo largo de la vida es necesario pulir, aceitar y ajustar. Esto se logra
mediante la guía del Hacedor de la vida; Él es quien define al amor y le da sentido a la
12. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
vida matrimonial y a los modos vinculares dentro de ella (1 Juan 4.7 expresa: «… por-
que el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce», NVI).
Al hablar del amor erótico desde la perspectiva bíblica es necesario remitirnos al libro
de Cantares, que relata dicha clase de amor en su máximo esplendor.
El amado la llama «amiga mía»; la palabra hebrea es vaghah. Tiene dos significados
similares: (1) el de guardar, cuidar y (2) el de deleitarse al tener relaciones sexuales con
alguien. Al llamarla por ese nombre el autor indica su deseo de hacerle el amor y, al
mismo tiempo, afirma su amor, protección y cuidado para con ella (ver Dillow, Joseph,
Cantar de los Cantares, Guía matrimonial). Pero esta condición de amistad es recíproca: si
ella es su amiga, si él es su amigo.
Amor y protección van de la mano; una mujer se sentirá amada si también se siente
protegida.
La palabra amor utilizada en Cantares se emplea para significar amor sexual, amor
eros. A lo largo del libro, los calificativos con que se describen y llaman ambas personas
son exaltadores de belleza física y belleza en el trato mutuo. Hay descripciones profu-
sas de los espacios en donde despliegan su amor así como descripciones de la propia
protagonista en cuanto a la hermosura de su desnudez, lo cual muestra la preeminencia
del estímulo visual en el hombre por sobre otros estímulos. Aunque se manifiestan es-
tímulos para todos los sentidos (por ejemplo, hay aromas exquisitos, los mejores de la
época, texturas, gustos, sonidos, etc.). El detalle de las caricias y los abrazos estratégicos
son la clase de estímulos que prevalecen en la excitación femenina.
Ambos amantes se piden formas sobre cómo amarse, se muestran deseosos uno
del otro, se dicen cuánto necesitan consumar la relación (el encuentro sexual); no hay
pudores que lo impidan aunque sus deseos se expresen en palabras poéticas y metá-
foras que aluden al contexto histórico social en que fue escrito. Podemos tomar estos
modos explícitos de hablar y pedir ser estimulados como ejemplos relacionales en la
vida conyugal actual para evitar que se espere que el cónyuge «adivine» cuándo, cómo,
cuánto, dónde y hasta por qué hacer el amor.
Es importante notar que, por momentos, los modos en que se solicitan estos deseos
de acercamiento suelen indicar suavidad y lentitud, así como mayor apresuramiento,
aludiendo a imágenes de la naturaleza. Cada encuentro recorrerá su propio trayecto,
con distintos ritmos.
Del mismo modo la misma pareja habrá de tener encuentros sexuales de diferen-
tes estilos que ambos integrantes se permitan y disfruten. No todos los encuentros
serán iguales, lo que no implica habilitar pensamientos de fracaso cuando las relacio-
CLASE 1
EL MATRIMONIO Y EL AMOR ERÓTICO (eros) .13
nes no sucedan con tanto éxito ni ocurran de acuerdo a un ideal autoimpuesto pero
no realista.
Un principio para reforzar las conductas del cónyuge es resaltar, notar y marcar sus
acciones, sean marcas positivas o negativas. De acuerdo al tipo al que pertenezcan tales
conductas tenderán a repetirse o desecharse: para bien sin son halagadas o para mal si
son censuradas. Por ello, si el deseo pasa por repetir una y otra vez aquellas situaciones
amorosas que son dignas de volver a vivirse en pareja, el halago por parte del esposo
o la esposa será un recurso muy apropiado para que eso suceda y se instale. Esto es
lo que la esposa de Cantares hace cuando halaga al esposo, y destaca su destreza y las
sensaciones que le hace sentir.
El clima emocional del libro es de total fluidez; nada aparece como forzado. El re-
corrido de las descripciones sensoriales aporta al clima de sensualidad en el marco de la
pareja marital. Pleno de imágenes cinésicas, gustativas, visuales, olfativas, auditivas, tác-
tiles, se involucran todos los sentidos dentro de la relación sexual y el encuentro íntimo.
Es una intimidad que trasciende el atractivo físico, un espacio y una experiencia donde
hay confianza (evidente en el diálogo y la comunicación de pedidos), respeto (los tiem-
pos no se aceleran ni tampoco se retrasan, por momentos se apresuran para ajustarse
cuando hay desencuentros), admiración (con descripciones explícitas de ella hacia él y
de él hacia ella, lo que indica simetría en esta disposición), exaltación de los atributos fe-
meninos (su belleza, modo de actuar, disposición sensual) y masculinos (destreza como
amante, virilidad), y pertenencia y exclusividad en el vínculo («…mi amado es mío y yo
suya…» 2.16; «…yo soy de mi amado, y mi amado es mío…» 6.3.).
Asimismo, en medio del idilio como pareja se muestra la realidad del cuidado de este
amor. Se manifiesta a modo de advertencia el hecho de cuidarse de las «zorras», como
símbolo de un factor que ocasiona daños en los viñedos en flor (2.15). Esto ocurre
principalmente en los inicios de la relación: representan peligros pequeños que roen,
lastiman, impiden echar raíces, socaban lo plantado/conseguido hasta ese momento.
Pero este cuidado vale considerarlo y activarlo no solo al inicio de la relación sino que
también durante toda la vida. Si bien los motivos de atención se modificarán a lo largo
del tiempo cada momento evolutivo tendrá sus propias «zorras» y no siempre vendrán
de afuera; podrían surgir del interior de cada uno, por ejemplo: orgullo, egoísmo, so-
berbia, subestima (propia y del otro/a), celos, terquedad, seducción sensual (fuera de
la pareja, aunque no se consumara) y una lista propia, que cada pareja podrá visualizar
de acuerdo a la propia vulnerabilidad de las tentaciones particulares.
14. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
Saber que estas realidades existen y que seguirán allí nos permite estar alerta y poner
atención cotidiana a fin de prevenir males que se podrían instalarse para aniquilar el
matrimonio. Aun las crisis evolutivas tienen mejor pronóstico cuando existe un vínculo
de confianza consolidado donde ambos integrantes se comprometen para la supera-
ción de los conflictos.
Hay actividades nobles, altruistas y dignas de realizar como parte de la labor cris-
tiana pero que podrían ser causa de la desatención de la relación matrimonial. Es un
riesgo llenar calendarios y agendas con múltiples actividades que impidan disfrutar del
relax necesario para distenderse junto a la pareja e invertir tiempo para que surja el de-
seo del encuentro sexual. La actividad del adulto que se equipara al juego en el niño es
el ejercicio pleno de la sexualidad. El aspecto lúdico de la vida no desaparece cuando
crecemos sino que a veces se oculta o nubla sin que nos demos cuenta.
Si solo valoramos las actividades productivas podríamos perder la noción del jue-
go. ¡Y jugar exige tiempo, del mejor tiempo invertido! Pero si no priorizamos nuestro
tiempo, desaparecerá o solo quedará un mínimo que no alcance para continuar el cre-
cimiento en intimidad.
• Biológica: Reproductiva
• Fisiológica: Generación de placer
• Social: Desarrollo de intimidad
• Psicológica: Edificación de autoestima
se. Aunque estemos en un paso anterior a la sexualidad genital ya vivimos el amor eros,
que es el que nos apega a esta persona, recortándola del resto, en forma exclusiva.
La monogamia está implícita en el relato de Adán y Eva, ya que Dios creó una sola
mujer para Adán (ver Nuevo diccionario bíblico Certeza, 2003). Entendemos que esto para
poder conocer a la pareja y disfrutarla a lo largo de la vida.
«El esposo debe satisfacer las necesidades sexuales de su esposa, y la esposa debe
satisfacer las necesidades sexuales de su marido. La esposa le da la autoridad sobre su
cuerpo a su marido, y el esposo le da la autoridad sobre su cuerpo a su esposa. No se
priven el uno al otro de tener relaciones sexuales, a menos que los dos estén de acuerdo
en abstenerse de la intimidad sexual por un tiempo limitado para entregarse más de
lleno a la oración» (1 Corintios 7.3-5, NTV).
Los textos citados confluyen en la promoción de una vida sexual activa dentro del
marco de la monogamia marital como diseño divino.
Por otro lado, Romanos 1.25 señala: «Cambiaron la verdad de Dios por la mentira,
adorando y sirviendo a los seres creados antes que al Creador, quien es bendito por
siempre. Amén». (NVI)
EJERCICIOS
1. Mencione tres roles que los cónyuges desempeñan en su relación mutua.
6. Exprese dos motivos externos y dos internos (en relación a la pareja) que po-
drían perjudicar el matrimonio.
EL MATRIMONIO
Y EL AMOR
SERVICIO (ágape)
20.
VIDEO 02
EL MATRIMONIO Y EL AMOR DEL SERVICIO
LIC. CLAUDIA DODDO
introducciÓn
_ el sostén y el suplir
_ conclusión
.21
02. Sostener para ser sostenidos
_ Sostén y plataforma
_ Conclusion
_ Conclusion
Conclusiones integradoras
CLASE 2
EL MATRIMONIO
Y EL AMOR DE
SERVICIO (ágape)
El ágape es el tipo de amor cristiano por excelencia, el que nos une entre nosotros por
el amor de Dios en nuestras vidas. Nos une a la distancia, en cercanía, es heterogéneo
en cuanto a grupos sociales, raciales, de género y etarios. Se manifiesta en multiplicidad
de personas de la misma manera. Nos une y sentimos fraternidad de un modo sobre-
natural porque procede de Dios. Es necesariamente expresable: no hay amor si no se
manifiesta, si no se hace visible. Sea en forma positiva, de lo que hablamos aquí, o en
forma negativa (el desamor), se pondrá en evidencia aquello que sea genuino.
«No hay nada escondido que no llegue a descubrirse, ni nada oculto que no llegue a
conocerse públicamente» (Lucas 8.17, NVI).
24. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
Este amor se manifiesta en el aspecto fraternal que une a los cónyuges, amor que los
insta a estar juntos y compartir la vida. Es lo que impulsa al servicio mutuo y esto en
cuanto a las dos acepciones del verbo «servir»: servicio y utilidad hacia quien tenemos
a nuestro lado. Pero esta acción de dar es mucho más que ofrecer algo en términos de
cosas o acciones. Es dar amor entregándose uno mismo, dándose de lleno al vínculo
sin esperar retribución ni agradecimiento.
El salmista destaca la bendición que encierra la práctica de este amor: «¡Cuán bueno
y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía! [...] Donde se da esta
armonía, el Señor concede bendición y vida eterna» (Salmos 133.1,3, NVI)
El amor ágape solo es posible luego de recibir el amor de Dios en nuestra vida. Es
un fruto del Espíritu, algo sobrenatural, y únicamente puede experimentarse si dicho
amor nos ha alcanzado. Lejos de la transformación que Dios obra en las vidas, es prác-
ticamente imposible sostenerlo.
«Es mejor ser dos que uno, porque ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr
el éxito. Si uno cae, el otro puede darle la mano y ayudarle; pero el que cae y está solo,
ese sí que está en problemas. Del mismo modo, si dos personas se recuestan juntas,
pueden brindarse calor mutuamente; pero ¿cómo hace uno solo para entrar en ca-
lor? Alguien que está solo puede ser atacado y vencido, pero si son dos, se ponen de
espalda con espalda y vencen; mejor todavía si son tres, porque una cuerda triple no se
corta fácilmente» (NTV).
La transmisión de este sentir, que definimos como una entrega total (o lo más total
de lo que somos capaces), se expresa con todo el ser. Se comunica verbalmente, es
cierto, pero lo que decimos se afianza con todo el cuerpo. Si digo «te amo», el tono
de voz debe ser acorde a lo dicho y también la postura corporal (por ejemplo, invitar
al abrazo). Muchas veces el lenguaje es mecánico porque decimos las cosas por mera
formalidad y no porque procede del corazón (como habitáculo del sentir).
En otras palabras, implica cuidar del cónyuge en todos los aspectos de la conviven-
cia al conocer y colaborar en cuanto a las siguientes necesidades:
• Físicas, de salud;
• Emocionales, cuando atraviesa algún tipo de crisis;
• Sociales, en cuanto al crecimiento personal y el esparcimiento;
• Y sobre todo espirituales, en principio al asociarnos para buscar juntos a Dios
como guía y respuesta de toda problemática pero también al procurar de forma
activa ser la persona idónea (que Él mismo eligió) para el cónyuge, siempre de
manera recíproca.
No es otra cosa que el servicio a Dios, el ministerio llevado al ámbito más impor-
tante: nuestro hogar (y en orden de prioridades, la pareja en primer lugar).
Por otra parte, cabe preguntarnos si este «llevar [...] las cargas» es equitativo, para
ambos, o solo para uno de los dos mientras que el otro se acomoda a la situación. A
lo largo del tiempo compartido ¿ambos pudimos eventualmente encontrar apoyo en
el otro? ¿Pude ser contenido, alentado, consolado, aconsejado por mi cónyuge? ¿Pude
llorar en su abrazo (tanto mujeres como hombres)? Si las respuestas fueran negativas,
26. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
siempre podemos reflexionar en ello, como primer paso, y luego obrar para revertir lo
incorrecto y añadir esta actitud a nuestro matrimonio.
«Así que aliéntense y edifíquense unos a otros, tal como ya lo hacen» (1 Tesaloni-
censes 5.11, NTV). Quizá si consideráramos tener estas mismas actitudes con nuestros
amigos o nuestros hijos, no nos costaría pensarlas ni llevarlas a cabo, pero con nuestro
cónyuge, con quien convivimos y tenemos roces cotidianos, nos costaría más o apare-
cerían como desvirtuadas u omitidas.
En Proverbios 31.10-31 el escritor habla de una mujer que reúne tantas cualidades
y habilidades que distintas traducciones la denominan como «mujer virtuosa». Se la
describe como alguien que despliega un gran potencial. Pero si nos detenemos en los
versículos 28 y 29 probablemente hallemos la clave de esta vida plena de entusiasmo,
energía y talento:
«Sus hijos se levantan y la bendicen. Su marido la alaba: “Hay muchas mujeres vir-
tuosas y capaces en el mundo, ¡pero tú las superas a todas!”». (NTV)
Estos modos de proceder parten del amor ágape; solo al haber recibido este amor,
del Supremo Amor que es Dios mismo. De otra manera es muy difícil, sino imposible,
que se pueda querer vivir de esta manera y luego sostener la decisión a lo largo de la
vida. Únicamente podemos lograrlo mediante el fruto que el Espíritu Santo produce:
«En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es:
amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio.
¡No existen leyes contra esas cosas!» (Gálatas 5.22, NTV)
El amor es la necesidad humana más básica y Dios estableció que nos nutriéramos
de él a través de las diferentes formas de amor que se manifiestan y superponen en
el vínculo matrimonial. Necesidades como ser escuchados y respetados hablan de ser
aceptados más allá de las diferencias individuales. Es el espacio donde las debilidades
de cada uno no escandalizan ni dejan a la deriva la relación sino que ambos las sobre-
CLASE 2
EL MATRIMONIO Y EL AMOR DE SERVICIO (ágape) .27
llevan y, cuando la situación excede la capacidad de la pareja para encontrar solución,
juntos procuran ayuda.
Este amor, a modo de «plataforma de despegue», es desde donde los hijos lograrán
independizarse y tendrán deseos de construir un matrimonio pues vivieron el gusto
por este tipo de vida. Es dar dedicación para ver los resultados a corto mediano y a
largo plazo:
El sacerdote Louis Évely, en su libro El amor adulto, explica esta clase de amor: «…
es precisamente un amor que ama al otro y no a sí mismo. Es un amor que puede car-
gar con las dificultades y los defectos del otro. Es un amor que acepta sufrir […]. Este
amor es el que saca del corazón todo aquello de lo que somos capaces».
El amor ágape es la aceptación del otro con todo su ser. Lo más genuino solo apa-
rece cuando hay aceptación. Es más que un sentimiento: hay renuncia a lo propio para
ser «de y para» los dos. Aun los logros individuales, al reconocerse como equipo, son
alegremente compartidos.
Esta forma de amar, este amor ágape, irradia y predica la buena noticia del evangelio
desde el matrimonio hacia la sociedad.
28. mÓduLo 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
EJERCICICOS
1. ¿Es posible sentir amor por alguien sin expresarlo?
4. Una vez alcanzada la armonía y el equilibrio relacional entre los cónyuges, ¿es
adquirida para siempre?
5. ¿Qué importancia tiene el tono de voz con que decimos cosas valiosas a nuestro
cónyuge?
Un corazón
CLASE 3
EL MATRIMONIO
Y EL AMOR DEL
PERDÓN (caris)
30.
VIDEO 03
EL MATRIMONIO Y EL AMOR DEL PERDÓN
LIC. CLAUDIA DODDO
introducciÓn
_ conclusión
_ conclusión
.31
03. La importancia del perdón
_ Conclusión
Conclusiones Integradoras
CLASE 3
EL MATRIMONIO
Y EL AMOR DEL
PERDÓN (caris)
Amor y perdón son indivisibles del mensaje del Evangelio. Al proponernos describir
el amor del perdón desde el matrimonio cristiano encontramos que el compromiso de
perdonar en el vínculo matrimonial nos permite ver la interdependencia de los otros
amores descritos hasta aquí (eros y ágape) también como indivisibles. Porque todas las
formas de relacionarnos mediante los distintos roles o funciones que ejercemos en
nuestra pareja necesariamente generarán motivos de perdonar al otro.
Para formar una pareja hay que estar decidido a perdonar. La elección de «caminar jun-
tos» es simultánea a perdonar de forma cotidiana. Forma parte del amor maduro, compro-
metido; el romanticismo no alcanza para soslayar la necesidad de perdonarse mutuamente.
Los cristianos somos personas reales, no ideales, y vivimos como el resto, atravesa-
dos por diversas exigencias que muchas veces nos hacen cargar expectativas desmedi-
das en el otro. Tomar la decisión de perdonar es un buen antídoto para esta realidad.
34. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
«… quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan
fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos
ha puesto por delante» (Hebreos 12.1, NTV)
La falta de perdón hacia las personas de quienes procedemos (padre, madre, herma-
nos, abuelos y familia ampliada, como tíos y primos) podría retenernos en el desarrollo
de la familia que fundamos con nuestro cónyuge. Lo mejor que podemos crear es una
familia libre, sin rencores que nos aten al pasado ni nos hagan repetir conductas que
detestamos: «Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y
serán un solo ser» (Génesis 2.24, RVC).
La forma real de «dejar» y no seguir ligados, atados ni sujetos a los padres y, a la vez,
formar un solo ser con el cónyuge, es mediante el perdón de todas las heridas recibidas
(porque aun como buenos padres, bienintencionados, siempre habrá dolores genera-
dos por la convivencia). Cabría mencionar que desde el lugar de padres es un momento
óptimo para hacer una revisión y también liberar a los hijos.
Esta afirmación podría parecer exagerada o mágica, sin embargo la falta de perdón
hace que coloquemos a la persona en una cárcel simbólica (de la que nunca tal vez se
entere) pero para mantenerla allí, una parte de nosotros también estará encarcelada con
ella. Entonces, queremos ser libres y disfrutar de la libertad con que Cristo nos hizo
libres, pero muchas veces seguimos aferrados a tener bien guardados, cuidados y hasta
justificados estos rencores. No se trata de atenuar las razones justificables de castigo,
pero no está en nosotros efectuar dicha justicia: «Y los que procuran la paz sembrarán
semillas de paz y recogerán una cosecha de justicia» (Santiago 3.18, NTV). Dios es
quien obra justicia y podemos confiar en su sabiduría: «Él juzgará a cada uno según lo
que haya hecho» (Romanos 2.6, NTV). Por ello, en tanto hagamos nuestra parte (soltar,
dar libertad, perdonar), tendremos más libertad y salud espiritual y emocional.
Y con el paso del tiempo, ¿ha cambiado el otro? ¿He cambiado yo? ¿O acaso no
hemos visto lo más real de cada uno?
En este recorrido del perdón es necesario recordar si alguna vez pasó por nuestro
pensamiento el perdonarnos a nosotros mismos. Podría ocurrir que admitamos el per-
dón de Dios en nuestra vida pero no perdonarnos por hechos que vuelven una y otra
vez en el recuerdo. Nuestra personalidad, todas las áreas de la vida, están expuestas al
dolor continuo si no decidimos ser misericordiosos con nosotros mismos.
Los pensamientos cuya sede es el corazón son quienes primeramente nos induci-
rán (intención, tendencia a) y luego se expresarán en los actos que generen, para bien
o para mal. Quiere decir que si cuidamos nuestros pensamientos, los elegimos, los
decidimos mediante el dominio propio prevendremos actos negativos o, mejor aún,
promoveremos actos buenos.
Por otra parte, es bueno saber que el perdonar puede convertirse en hábito. Cuando
nuestras actividades pasan a la categoría de hábito, provocan menos esfuerzo. Porque
sostener el resentimiento quita energía: «Luego Pedro se le acercó y preguntó: —Señor,
¿cuántas veces debo perdonar a alguien que peca contra mí? ¿Siete veces? —No siete
veces —respondió Jesús—, sino setenta veces siete» (Mateo 18.21-22, NTV).
En la relación de pareja cada día surgen motivos para perdonar y ser perdonados,
y muchas veces la entrega hacia el otro puede darse con escasez, por temor a sufrir,
como si el sobreprotegernos nos garantizara cierto bienestar. Dar crédito es confiar
que nuestra relación puede ser cada vez mejor, más armónica, más plena, con más
36. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
amor. En definitiva se trata de creer en fe que si Dios está en medio de nosotros todo
lo bueno es posible. El texto de Eclesiastés 11.4 y 6 nos alienta en esta dirección:
«El agricultor que espera el clima perfecto nunca siembra; si contempla cada nube,
nunca cosecha. Siembra tu semilla por la mañana, y por la tarde no dejes de trabajar
porque no sabes si la ganancia vendrá de una actividad o de la otra, o quizás de am-
bas» (NTV).
No significa que en nuestra vida conyugal no haya enojos sino que cuando surjan
podamos posponer la conversación hasta estar más aplacados. Pero hablar para desha-
cer el enojo siempre será imprescindible: «Si se enojan, no pequen. No dejen que el sol
se ponga estando aún enojados» (Efesios 4.26, NVI).
En otras palabras, es necesario resolver la situación del enojo lo más pronto posible,
porque en cuanto nos descuidamos, ¡la amargura echa raíces!
En las discusiones, uno de los dos tiene que ceder, aunque sea mediante una palabra
que descomprima el enojo: «La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa
leña al fuego» (Proverbios 15.1, NVI).
El cónyuge nunca puede estar por encima de Dios con respecto a la adoración, pero
tampoco en cuanto a desviarse de su consejo: «Sométanse unos a otros por reverencia
a Cristo» (Efesios 5.21, NTV).
Dios me amó, aprendí a amarme, amé a mi cónyuge, pero no puedo amarlo más
de lo que amo a Dios. Ese es el orden, y así el control del matrimonio no lo tendrá
ninguna persona aparte del Señor.
CLASE 3
EL MATRIMONIO Y EL AMOR DEL PERDÓN (caris) .37
Por otro lado, en cuanto a las palabras dichas o no dichas, Gálatas 6.7 afirma: «Siem-
pre se cosecha lo que se siembra». Y si bien se siembra con hechos, las palabras tam-
bién lo son: son hechos porque los generan.
El libro de Proverbios abunda en consejos sobre cuidar las palabras que usamos.
Por ejemplo: «Hay gente cuyas palabras son puñaladas, pero la lengua de los sabios
sana las heridas» (Proverbios 12.18, RVC).
Al hablar la verdad con amor para restaurar, no para ganar peleas ni tener razón, no
debemos perder la motivación primera: permanecer y crecer juntos.
Solo Jesucristo pudo pagar la deuda por nuestra libertad ¡y pagó de forma completa!
No nos metamos en prisiones emocionales ni encarcelemos allí a nuestros seres queri-
dos ni a nadie: «En él tenemos la redención por medio de su sangre, el perdón de los
pecados según las riquezas de su gracia» (Efesios 1.7, RVC).
38. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
EJERCICIOS:
1. ¿Quiénes son las personas que debemos perdonar?
REFERENCIAS BÍBLICAS:
NTV: La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation,
2010. Todos los derechos reservados.
RVC: Reina Valera Contemporánea. Copyright © 2009, 2011 por Sociedades Bíblicas
Unidas.
UNIDAD 2
RESOLUCIÓN
DE CONFLICTOS
EN EL
MATRIMONIO
Docente: Lic. Federico Massone
Introducción
Las comunidades de fe están integradas por matrimonios que pese a haber enfrentado
crisis, problemas y conflictos no solo han logrado superarlos sino que también han sa-
lido fortalecidos, enriquecidos y consolidados. ¿Qué es lo que permite que estas parejas
resuelvan sus conflictos y salgan victoriosas? Sin duda los valores cristianos que dirigen
su relación, los cuales constituyen el gran recurso de apoyo y sostén para triunfar en los
conflictos. El amor, la paciencia, el perdón y la reconciliación, el compromiso y aun el
humor pueden ser nuestros aliados a la hora de enfrentar las diferencias matrimoniales.
Esta unidad se compone de tres clases en las que nos proponemos elaborar un
análisis de los conflictos en el matrimonio y la intervención del consejero pastoral.
Cada clase está compuesta por una reflexión que nos aporta una perspectiva bíblica y
un abordaje científico del tema. Este abordaje lo haremos desde los aportes de Carl
Rogers y John Gottman.
ANáLISIS DE
CONFLICTO
46.
VIDEO 04
ANáLISIS DE CONFLICTO
LIC. FEDERICO MASSONE
introducciÓn
ANÁLISIS DE
CONFLICTO
Pero antes debemos hacer una advertencia: damos por entendido que las personas
a quienes servimos desean solucionar sus problemas a fin de recomponer el vínculo y
por ello están dispuestas a revisar y cambiar sus pautas comunicacionales o de pensa-
miento si fuera necesario. Jesús mismo preguntó: «¿Quieres ser sano?».
En efecto, el análisis de los pasajes señalados nos enfrenta con una realidad muy
humana: la necedad. Es lo contrario a la sabiduría. Es distinta de la ignorancia dado que
el necio no es alguien que «no sabe». También es distinta de la torpeza en tanto que
quien incurre en esta última lo hace contra su propio deseo.
Por el contrario, el necio no lo es por desconocimiento ni por torpe sino por efecto
de su propia voluntad. Así vemos como en el Salmo 32 el mismo Dios ofrece su ense-
50. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
ñanza y requiere que el ser humano se haga dócil a ella. Dios exhorta al ser humano a
prestar atención y no ser como el caballo o el mulo que deben ser forzados a obedecer
mediante el freno o el cabestro. Así también vemos que en los primeros capítulos del
libro de Proverbios se ofrece la Sabiduría y clama ser escuchada. Esto nos dice que está
siempre disponible y no es difícil hallarla (ver Proverbios 1.20 y 21). El asunto es que
el corazón humano no quiere buscarla.
Es necesario que las personas que deseamos ayudar tengan esto en claro. ¿Quieren
ser ayudadas? ¿Realmente lo desean? ¿Su corazón es sincero? ¿Están dispuestas a re-
nunciar a lo que se aferran y ser sinceras con Dios, ellas mismas y su cónyuge? ¿Están
dispuestas a escuchar al otro y hacer un análisis honesto de sus propias motivaciones?
Este autoanálisis de las motivaciones por parte de cada cónyuge es fundamental e in-
eludible para determinar los pasos a seguir y las estrategias del trabajo de consejería.
Ahora bien ¿cuál debe ser la actitud pastoral para atender aun a quienes no quieren
ser ayudados? Muchas veces «no queremos» recibir ayuda porque tal vez perdimos la
esperanza o estamos muy cansados. A veces hay que trabajar un poco como auxiliar
hasta llegar al punto en que la persona se abra a la ayuda.
Una vez establecido el hecho de que quienes están en conflicto desean recibir asis-
tencia podremos cooperar. En ese caso, comenzamos por describir la estructura de la
situación conflictiva.
La situación
Comenzaremos por presentar una descripción de la situación de conflicto. Lo haremos
basándonos en los aportes de las observaciones de John Gottman y la teoría del pro-
ceso de convertirse en persona de Carl Rogers.
«Los matrimonios felices están basados en una profunda amistad. Los cónyuges se
conocen íntimamente, conocen los gustos, la personalidad, las esperanzas y los sueños
de su pareja. Muestran gran consideración el uno por el otro y expresan su amor no
solo con grandes gestos sino también con pequeños detalles cotidianos».
Gottman es abiertamente crítico con respecto a los enfoques del conflicto matri-
monial que centran su atención únicamente en las pautas de comunicación de la pareja.
Su argumento es que aunque las parejas aprendan a discutir «mejor» o con menor fre-
cuencia, esto por sí solo no garantiza la supervivencia de la relación.
B. «Los cuatro jinetes del Apocalipsis»: son cuatro formas de expresión tan ne-
gativas que, si no se controlan, resultan letales para la relación:
1. Las críticas: son distintas de las quejas en tanto que, a diferencia de estas
últimas, no se relacionan con hechos puntuales ni acciones específicas
en las que el cónyuge se haya equivocado sino que se refieren al carácter
mismo de su persona incluyendo la difamación.
Desde el punto de vista de Rogers, el hombre y la mujer deben recorrer un camino para
llegar a ser ellos mismos. A ese proceso de progresiva integración de la personalidad y
de descubrimiento de las potencialidades de uno mismo Rogers lo denomina «Proceso
de convertirse en persona». Es decir, llegar a ser uno mismo es un punto de llegada y
no de partida.
¿Cómo llegamos a este estado de cosas? Tendríamos que decir que los mensajes
de amor condicional que recibimos desde nuestra más tierna infancia, es decir, men-
sajes del tipo «papá te va a querer si te comportas bien», producen un efecto alienante
CLASE 4
ANÁLISIS DE CONFLICTO .53
en nuestra subjetividad y generan que ciertas partes de nuestro mundo interior queden
aisladas y negadas. Volveremos sobre este punto en la próxima clase.
El mundo interno de la persona que atraviesa una relación conflictiva también pue-
de describirse en esos términos y es evidente que ese estado de situación no resulta
propicio para una restauración de la pareja.
EJERCICIOS
1. Es posible tratar con un matrimonio en el que alguno de los cónyuges, por al-
guna razón que no puede revelar a su pareja, no quiera realmente solucionar el
conflicto. ¿Cómo debería intervenir el consejero?
Yo soplo
CLASE 5
ASPECTOS
SUBJETIVOS DEL
CONFLICTO
56.
VIDEO 05
ASPECTOS SUBJETIVOS DEL CONFLICTO
LIC. FEDERICO MASSONE
introducciÓn
Conclusiones integradoras
CLASE 5
ASPECTOS
SUBJETIVOS DEL
CONFLICTO
En esta clase trataremos la situación de conflicto desde el
punto de vista vincular y el punto de vista subjetivo. Procu-
raremos abordar los siete principios de Gottman para vivir
en pareja. Esto nos permitirá orientarnos en el orden de los
pasos estratégicos a seguir para lograr un proceso de acompa-
ñamiento eficaz. Luego volveremos a la teoría de Rogers para
destacar algunas pautas de comunicación a tener en cuenta en
el acompañamiento y en la consejería pastoral, con miras a
facilitar la expresión de significados personales, sentimientos
y aspiraciones dentro de la pareja.
Este relato posee una gran riqueza simbólica y son muchísimos los elementos típi-
cos y los temas que se abordan. Entre otras cosas se nos habla de Dios, la fe, la tenta-
ción, la duda, la culpa, el diablo, la vergüenza, la justificación y la redención. En esta
clase hablaremos de un elemento central: la gracia.
Más allá de esta aclaración, consideramos que si en algún sentido esa frase es cierta
no lo será porque Dios no quiera encontrarse con la humanidad. Por el contrario, Él
sale al encuentro del ser humano. Es la humanidad quien ya no está allí (Génesis 3.8-9),
quien decide huir. ¡Y he aquí la barrera! Se trata de la barrera de la culpa y la vergüenza
y es el ser humano quien erige este impedimento.
Esta actitud manifiesta una característica esencial del amor de Dios: su incondicionali-
dad. Dios ama aunque el ser humano coma del fruto prohibido. El padre ama aunque el
hijo menor derroche la herencia y desprecie su amor. Ama también aunque la soberbia
tome la absurda dimensión que tiene en el corazón del hijo mayor. ¡Simplemente ama!
Y esa clase de amor es el que ofrece la confianza básica para un desarrollo psicológico
íntegro. Por el contrario, los mensajes de un amor condicional resultan alienantes.
En la película Shine (en algunos países titulada Claroscuro) vemos un ejemplo excelen-
te de este amor condicional. La película cuenta la historia del pianista David Helfgott,
un niño prodigio del piano a quien su padre lo atormenta con un trato arbitrario y unas
exigencias absurdas. En un momento de la película David regresa de un concurso que
acaba de perder y su padre lo abraza (y ese abrazo hace más perversa la acción) y le
dice algo así como: «No te preocupes hijo. Algún día serás el mejor pianista y tu padre
amará». Este tipo de mensajes que subordinan el amor al comportamiento producen
una enorme carga en la formación del carácter. Este ser humano procurará amoldarse
a lo que «se espera» de él, hecho que generará un efecto disociativo en su personali-
dad. De este modo los aspectos de la personalidad que no se ajusten al modelo de «lo
esperado» quedarán relegados, lo que tiene graves consecuencias. Solamente el amor
incondicional puede volver a permitir una nueva integración en esa personalidad dañada.
Y esto abordamos en la clase de hoy.
3. Acercarse al otro
Acercarse de forma cotidiana también es sustancial. Pero Gottman se inte-
resa por aclarar que este acercamiento cotidiano no implica necesariamente
un diálogo siempre profundo sobre algún tema existencial o alguna situación
dramática. Por el contrario, Gottman le da mucho valor a las «trivialidades
cotidianas» que cada pareja comparte. Por ejemplo: palabras que tienen signifi-
cado solo para los cónyuges, recuerdos o anécdotas graciosas que les agrada re-
petir, actividades diarias triviales compartidas, etc. Estos elementos incremen-
62. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
Al repasar este esquema de análisis, advertimos que los siete principios están orde-
nados de modo que cada uno sea condición de posibilidad para el siguiente. Así, por
ejemplo, para lograr una disposición que permita acercarse al otro (principio tres) es
necesario que, previamente, se genere el «mapa del amor» (principio uno) y cultivar
cariño y admiración (principio dos), en ese orden. Desde luego, el lector podrá advertir
que nadie objetaría la idea de que este tipo de análisis deba leerse y aplicarse con flexi-
bilidad y sin dogmatismos.
En este punto nuevamente viene Carl Rogers a nuestro auxilio para ayudarnos a hilar
un poco más fino en la comunicación de la pareja. Su enfoque es perfectamente com-
patible y complementario con los puntos centrales del análisis de Gottman y aporta
elementos sumamente valiosos para la comprensión del conflicto interpersonal. Hare-
mos referencia a una serie de factores que Rogers pone de relieve y que formulamos
de la siguiente manera:
• La verdadera comunicación, en el sentido más acabado, se da cuando cada uno
de los que pretenden comunicarse procura comprender lo que el otro dice des-
de el «mundo» del otro. Es decir, procura ver el mundo con la mirada del otro y
adoptar su punto de vista de las cosas.
• En una situación de conflicto emocional, cuanto más intensos sean los senti-
mientos en juego, cada uno tiende a aferrarse a sus propios puntos de vista. Por
lo tanto, se reducen las posibilidades de una verdadera comunicación.
• Si se puede establecer una verdadera comunicación, es decir, si cada uno puede
escuchar lo que el otro dice y apreciar el significado y el matiz emocional que
tiene para su persona, eso ayudará a ambos a modificar lo que fuere necesario
para establecer relaciones armoniosas.
• Al permitir que la otra persona «sea ella misma» y expresar sus propios pen-
samientos y sentimientos sin ser juzgados, entonces se le permite poner esos
sentimientos en juego en la relación. De modo que esta relación se torna más
«real», íntima y gratificante porque siempre es más agradable relacionarnos con
personas con las que podemos «ser» como somos.
• Al permitirle al otro «ser él mismo», cada cónyuge puede comprender cuáles
son los elementos de su propia conducta que molestan al otro y repercuten
negativamente en la relación.
64. mÓduLo 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
• Cuando las personas advierten que en una disputa alguien está dispuesto a hacer
el esfuerzo por comprender y no juzgar, sus afirmaciones tienden a ser menos
exageradas, absolutas y defensivas, y así «desaparece la necesidad de aferrarse a
la idea de que “yo tengo la razón y tú estás completamente errado”». Es decir, la
discusión toma el rumbo de búsqueda de la verdad y no de una simple disputa
por el poder.
El amor condicionado aliena mientras que el amor incondicional integra a las per-
sonas y a los vínculos. Procuraremos abordar este asunto en detalle durante la próxi-
ma clase.
EJERCICIOS
1. ¿Cuál es el primer objetivo que debemos plantear en una estrategia de
acompañamiento durante un conflicto de pareja?
Buscando el rumbo
CLASE 6
LA INTERVENCIÓN
DEL CONSEJERO
PASTORAL
66.
VIDEO 06
LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO
LIC. FEDERICO MASSONE
introducciÓn
Conclusiones integradoras
CLASE 6
LA INTERVENCIÓN
DEL CONSEJERO
PASTORAL
Por una serie de factores los fariseos llegaron a adoptar una postura frente a la ley
mosaica que Hans Küng describe con el término de compromiso. Es decir, buscaban
cumplir con la ley y, a la vez, con sus propios deseos dando un rodeo legal. Ante la
demanda clara de la ley, el fariseo buscaba una definición precisa, es decir, una acla-
ración sobre cómo aplicarla en cada caso particular. Procuraba acotar al máximo el
sentido de la ley y hacerla practicable al pergeñar una salida legal para eludir la voluntad
de Dios cumpliendo la letra del mandato divino. Así podían saber claramente has-
ta dónde cumplirían sus propios deseos «sin llegar a pecar». Incluso adquirieron la
habilidad de litigar y utilizar la misma ley divina contra el mismo Dios para justificar
sus propias acciones egoístas. En Marcos 7, por ejemplo, Jesús demuestra cómo los
fariseos invalidaban el mandamiento de honrar a los padres excusándose de ayudarlos
económicamente al esgrimir que el dinero con que podrían ayudarlos estaba reservado
para las ofrendas (Marcos 7.10-13). Jesús expresó: «Y hacen muchas cosas parecidas»
(NVI). De este modo el Señor muestra con claridad de qué manera el instinto religioso
del ser humano busca llegar a un arreglo, un compromiso, entre su propio egoísmo y
la ley de Dios.
Es cierto que pagaron un precio caro por ello. Crearon un complejísimo sistema
legal que resultó esclavizante.
Los seguidores de Jesús, al igual que su maestro, deben procurar ir más allá de lo que
es estrictamente obligatorio. La lógica del amor al prójimo perdona infinitamente más
de lo que es obligatorio, ama al enemigo y da sin medida al necesitado.
La lógica de la gracia y del amor de Jesús supera la lógica moral del fariseo en el
hecho de que el creyente, al igual que su maestro, no busca defensa y refugio en su
propio derecho ni lo toma como algo a lo cual aferrarse. Podría dejar de perdonar si así
lo quisiera. También podría dejar de amar o de dar porque nadie lo obliga a ello. Pero
lo hace porque tiene incorporada la lógica del amor.
Cuando surge un conflicto matrimonial y una pareja pide consejo, no es raro que lle-
guen al encuentro del consejero o el pastor instalados en la lógica «farisaica». Es decir,
que cada uno llegue por su lado con el objetivo de hacer valer sus propios derechos y
razones. Por lo general las razones que exponen son válidas por igual y, si fuera el caso,
aparentemente nos encontramos ante un dilema irresoluble.
CLASE 6
LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PASTORAL .71
Pero quizá la solución se encuentre al quitar el foco de atención de las razones y los
argumentos que cada uno exponga y dirigirlo hacia la lógica que subyace bajo dichas
razones. Si ambos son seguidores de Jesús deberían razonar con la lógica de la gracia y
el amor y superar la lógica de la defensa del propio derecho que lleva al estancamiento.
Y es sustancial que el consejero tenga la habilidad de poner de relieve este punto, de
modo que la pareja reflexione en ello sin poner en juego mecanismos evasivos.
Hasta aquí hemos desarrollado algunos aportes de John Gottman y Carl Rogers
para la comprensión de las relaciones interpersonales y las situaciones de conflicto en
el matrimonio. Procuraremos ahora introducirnos en el modo de intervenir y aconsejar
en estas situaciones basándonos en los aportes de los mismos autores.
Para comenzar digamos que las entrevistas deben reunir una serie de condiciones im-
portantes. Destacaremos algunas que consideramos con mayor relevancia. Las entre-
vistas requieren que el consejero presente tres actitudes fundamentales, a saber:
Si el entrevistador pudiera demostrar estas tres actitudes cuando una pareja busque
su consejo y acuda a él para contar sus problemas, liberaría entonces poderosas fuerzas
de cambio. ¿Por qué? Porque estas actitudes inducen al otro a reproducirlas. De ese
modo generan un clima de comprensión que permite un acercamiento de las posturas.
72. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
Cada uno puede escuchar al otro mientras describe sus propias sensaciones desde lo
profundo del corazón y eso facilita el entendimiento mutuo.
Vemos que ahora no insulta ni crítica al otro, lo cual no genera una reacción violenta
ni alimenta una escalada simétrica. Además expresa sus sentimientos, lo que permite
que el otro comprenda y se ponga en su lugar. Por otro lado, no expresa un hecho sino
una experiencia y, contra esto, no hay posibilidad de negación o contraofensiva, lo que
de por sí quiebra el ciclo de escalada simétrica.
EJERCICIOS
En su libro, John Gottman nos comenta el caso de Dara y Oliver. Se presentaron
como un matrimonio recién casado que se ofrecía voluntariamente para la investiga-
ción que Gottman llevaba adelante sobre la vida matrimonial. Al estar recién casados
estaban llenos de entusiasmo sobre el futuro y afirmaban que si bien su matrimonio no
era perfecto estaban decididos a continuar juntos. Luego de un tiempo de entrevistas
Gottman llegó a la conclusión de que, tristemente, este matrimonio tarde o temprano
«naufragaría». Cuatro años después el autor recibió la información de que su predic-
ción fue acertada.
Por cuestiones de espacio no podemos desarrollar todos los factores que Gottman
tomó en cuenta para realizar dicha predicción, pero solo para dar un ejemplo transcri-
biremos una frase que Dara le dice a Oliver en relación a las tareas de la casa: «Para ti
no existen».
2. ¿Cómo podríamos facilitar que surja una forma de comunicación que, en vez de
aumentar el conflicto, favoreciera la posibilidad de una solución?
BIBLIOGRAFÍA
(UNIDAD 2)
Gottman, J. (2010). Siete reglas de oro para vivir en pareja. Madrid, España: Debolsillo.
Rogers, C. R. (2010). El proceso de convertirse en persona. Barcelona, España: Paidós.
Küng, H. (1996). Ser cristiano. Madrid, España: Trotta.
Tatángelo, E. Manual de Antiguo Testamento II. Buenos Aires, Argentina: IBBA.
REFERENCIAS BÍBLICAS:
NVI: La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 por
Biblica, Inc.® Usada con permiso. Todos los derechos reservados.
UNIDAD 3
LA
COMUNICACIÓN
MATRIMONIAL
Docente Lic. Gustavo Valiño
Buscando el balance
CLASE 7
LA
COMUNICACIÓN
ASERTIVA
78.
VIDEO 07
LA COMUNICACIÓN ASERTIVA
LIC. GUSTAVO VALIÑO
introducciÓn:
01. La comunicaciÓn
_ forma y contenido:
_ Personas no asertivas:
_ Personas agresivas:
_ Personas asertivas:
LA
COMUNICACIÓN
ASERTIVA
Definamos «comunicación»
Todos le damos significado a nuestras experiencias cotidianas. La buena comunicación
es la habilidad de transmitir el significado que la experiencia tiene para nosotros y reci-
bir los significados que los demás dan a las cosas.
Dos desafíos: entender el significado de lo que expresa la otra persona y respetarnos
mutuamente al comunicarnos.
En las últimas décadas surgió una preocupación creciente por el estudio de las re-
laciones interpersonales: el ser humano se desarrolla en el intercambio con su medio
82. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
social y el tipo de vínculo que logre establecer, lo que le permite alcanzar un creci-
miento armonioso o discordante. Así se desarrolló una investigación intensa sobre las
relaciones saludables bajo el concepto de asertividad:1 capacidad de comunicarse respetándose
y, al mismo tiempo, respetando a los demás.
Pareciera un objetivo imposible de alcanzar en nuestros días. Sin embargo, hay mu-
chas cosas que podemos aprender y mejorar. Veamos, a modo de introducción, algu-
nos aspectos de la comunicación.
«Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; y arroyo que rebosa, la fuente de la
sabiduría». (Proverbios 18.4, RVR60)
«Adicción» es una palabra compuesta: a (ausencia, carencia, falta de) y dicción (dis-
curso, palabra).
La adicción se relaciona con la imposibilidad que tiene una persona para hablar de
lo que le ocurre. No puede expresar sus frustraciones, sus dolores, sus emociones; está
encerrada, atrapada en su silencio.
• Falta la palabra cotidiana, con su simpleza, que nos hace saber que quienes
amamos «están allí» y que podemos compartir la vida con ellos.
Porque no debemos olvidar que cuando las personas no se expresan por la palabra,
1 Castanyer, O. (1996). Capítulos 2, 5 y 6 en La asertividad: expresión de una sana autoestima. Bilbao, España: Editorial Desclée de
Brouwer.
CLASE 7
LA COMUNICACIÓN ASERTIVA .83
hablan de otros modos: por sus adicciones, por sus enfermedades orgánicas, por sus
trastornos depresivos o ansiosos, por sus divorcios... Hablan mal, pero hablan.
Nos abocamos a reinstalar la palabra, esa que falta, en las familias, en la educa-
ción, en los grupos de pertenencia, en la sociedad en su conjunto. Trabajamos para
reinstalar el diálogo con Dios, que inspira el cambio y la esperanza. Nuestra salud,
psíquica y espiritual, depende de que seamos capaces de recuperar «esas palabras
que faltan».
«La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor». (Prover-
bios 15.1, RVR60)
La forma en que decimos las cosas es parte central de nuestra comunicación. Hay
muchas maneras de comunicarnos pero es necesario utilizar las que ayudan a que el
mensaje llegue al destinatario para que pueda asimilarlo y entenderlo.
Lo cierto es que cuando hablamos mal hacemos daño a los demás y a nosotros
mismos, y aún más: no nos comunicamos. No es cierto el pretexto de decir: «Soy así».
La violencia verbal es una conducta aprendida (la forma mala de hablar es un acto
de violencia). Lo malo es que ya hemos aprendido a comunicarnos así. Lo bueno es
que, aunque se requiera un enorme esfuerzo, ¡podemos aprender otra forma! No esta-
mos condenados a hablar mal de por vida; podemos cambiar, pero para eso se necesita
que rompamos una falsa creencia que subyace bajo nuestra violencia y dice: «Si hablo
bien, no tiene efecto alguno».
Como el hablar mal causa impacto, creemos que debemos seguir haciéndolo, por-
que así nos prestarán atención y las heridas que se producen «hay que tomarlas como
lamentables daños colaterales».
El texto de Proverbios no dice que hay que tergiversar el contenido del mensaje
para quedar bien. A veces es más fácil razonar bien que hablar de buen modo, pero los
buenos razonamientos se pierden en las malas formas. En otras palabras: si tenemos
razón pero lo decimos mal, dejamos de tener razón. La mala forma impide que se es-
cuche el contenido.
Los demás oyen nuestro maltrato pero no llegan a entender nuestras razones por-
que los hemos herido y alejado de nosotros con violencia verbal, descalificaciones o
gritos. Lo primero que escuchan no es el contenido sino nuestra mala manera de ha-
blar; y así ya no escuchan el resto de nuestras palabras. Entonces sentimos frustración
y una profunda sensación de soledad, porque «no nos entienden».
84. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
¿Qué comunicamos?
«Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios, y aplica tu corazón a mi sabiduría;
porque es cosa deliciosa, si las guardares dentro de ti; si juntamente se afirmaren sobre
tus labios ». (Proverbios 22.17-18, RVR60)
Es tan así que el relato de la creación, expresa: «... y Dios dijo [...] y fue hecho...».
• Cada vez que un político dice: «Les hablo con toda sinceridad», pareciera que
en realidad nos miente.
• Cada vez que una empresa de servicios nos llama por teléfono para ofrecernos
«un beneficio», lo primero que se nos ocurre pensar es: «¡Otra vez quieren
cobrarme más caro!».
• Cada vez que en los programas populares de televisión cuentan lo bien que la
pasan trabajando juntos, pensamos en la cantidad de insultos y gritos que deben
escucharse en los cortes publicitarios, sobre todo si el programa de otro canal
tiene mayor audiencia.
Leamos de nuevo los seis puntos anteriores y echemos mano de ellos para entablar
un diálogo con Dios, profundo y transparente. Merece la pena que tomemos este mo-
delo y lo apliquemos a nuestra vida cotidiana.
CLASE 7
LA COMUNICACIÓN ASERTIVA .85
Comunicación con bases sólidas
«Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, Lento para la ira, y grande en miseri-
cordia y verdad, Mírame, y ten misericordia de mí». (Salmo 86.15-16, RVR60)
La verdad nunca puede ser una expresión fría y calculadora de hechos supuesta-
mente «objetivos». En el concepto de Dios, la verdad que no va acompañada de amor
simplemente no es verdad, porque el amor es parte de la verdad de Dios, no pueden
disociarse.
No existe una ética cristiana que sostenga principios verdaderos sin el fundamento
de la misericordia. La ética de Jesús es la ética de la misericordia. La misericordia es la
expresión práctica del amor. Pero implica, necesariamente, haberse confrontado pri-
mero con lo que uno es y haber encontrado en Cristo el perdón y la entrega que hizo
por nosotros «siendo aún pecadores...» (Romanos 5.8, RVR60).
En su libro De adentro hacia fuera, Lawrence Craw dice: «... debemos combatir dura-
mente aquello que está detrás de la apariencia blanqueada de nuestra vida. De la ense-
ñanza de Jesús se desprende que no podemos lograr el cambio si no nos enfrentamos
a lo que somos...»2.
2 Craw, L. (1992). De adentro hacia afuera. Miami, EE. UU.: Editorial Unilit, p. 36.
86. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
Su respuesta ante la crisis es la agresión. Tienen temor de que las cosas no salgan
como creen que debieran ser, enojo permanente y una sensación de falta de control.
Tampoco pueden relajarse pues consideran que eso las dejaría en una condición de
debilidad.
Personas asertivas: dejemos en claro que no hay personas tan perfectas y equili-
bradas que siempre logren mantener patrones asertivos de comportamiento. Pero po-
demos inspirarnos en el modelo asertivo con la intención de tener la mayor proximidad
posible.
Las personas asertivas conocen y defienden sus derechos y, al mismo tiempo, respe-
tan a los demás tratando de generar acuerdos. Pueden defender su postura sin agredir
y plantear abierta pero respetuosamente sus diferencias. Son capaces de poner límites
y decir «no» a requerimientos que no les resulten adecuados pero también son capaces
de reconocer sus errores sin sentirse amenazadas por ello. Pueden expresar gratitud,
admiración y afecto, y también dolor o desconcierto. Pueden pedir cuando es necesa-
rio. Tienen una autoestima equilibrada y sienten satisfacción en sus relaciones interper-
sonales. Pueden valorar a los demás y expresarlo.
Una pareja debiera ser algo «parejo», el sentido de simetría y de equilibrio donde
respetamos y somos respetados. La combinación «agresivo + no-asertivo» lleva a rela-
ciones asimétricas, donde el ejercicio del poder y el control están en continua tensión.
CLASE 7
LA COMUNICACIÓN ASERTIVA .87
Comunicación asertiva en la pareja: donde
los ideales se encuentran con la realidad
En la comunicación una pareja desarrolla gran parte de sus posibilidades como tal. En
mayor o menor medida, toda pareja tendrá puntos de desacuerdo e incomprensión
como producto de las diferencias en la historia de los integrantes y sus modos distintos
de dar significado a las cosas.
Varias argumentaciones esconden una historia de sufrimientos que han dejado he-
ridas que perduran. Y esas personas dañadas ni siquiera son capaces de relacionar sus
argumentos con sus traumas.
Una esposa acusaba a su marido de ser «poco educado» y con falta de dominio de
sí mismo porque al final de cada comida familiar ingería las sobras del resto de los co-
mensales; el argumento del marido era «no hay que tirar los alimentos». Pero detrás de
la escena había una historia: aquel hombre había pasado necesidades cuando era niño,
época donde la única comida diaria (y no demasiado abundante) era la cena. Había una
fuerte carga afectiva bajo los argumentos explícitos que le daban otro significado a las
cosas. Y es allí donde la asertividad opera como facilitadora: en la vocación de expre-
sarnos y escucharnos con amor y compromiso.
Hay falsas creencias que se construyen en base a experiencias dolorosas. Esto daña
la relación y favorece el surgimiento de problemas de comunicación.
Muchas parejas tienen graves dificultades de comunicación porque uno o ambos inte-
grantes manifiestan respuestas no asertivas o agresivas que provocan desajustes y res-
puestas emocionales inadecuadas. Estas dificultades tienden a profundizarse con el co-
rrer del tiempo en la medida en que siguen sosteniendo las mismas respuestas y por ello
el problema se hace crónico y desgasta el vínculo, llevándolos al aislamiento emocional.
Tenemos una idea más o menos clara de lo que deberíamos hacer a modo de res-
puesta, pero a la hora de concretarlo vuelven a aparecer los antiguos patrones de
conducta arraigados desde nuestra infancia. Entonces apelamos, en el mejor de los
casos, al intento de cambio espiritual, porque aprendimos que si nos aferramos a Dios
y creemos en sus promesas, Él hará nuevas todas las cosas.
El apóstol dice en 2 Corintios 3.18: «Así que, todos nosotros, a quienes nos ha
sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. Y el Señor, quien es el
Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su
gloriosa imagen» (NTV).
Jeremías 18.6: «Ustedes están en mis manos. Yo puedo hacer con ustedes lo mismo
que este alfarero hace con el barro» (TLA).
Este modelo no suele ser de nuestro agrado. ¿Dónde quedan el poder de Dios y
sus milagros? Debemos recordar que la mayoría de los milagros no son espectaculares
ni estruendosos. En cambio suelen realizarse en el silencio de corazones cambiados
donde el Espíritu Santo entra y genera vida.
90. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
No hay mejor lugar para el trato de Dios que el contexto de la relación de pareja
donde tenemos el desafío de «hacernos uno» desde la humildad y la entrega al otro. A
partir de la realidad cotidiana podemos construir una comunicación de pareja sanado-
ra, que nos estimule al crecimiento.
A manera de conclusión
Al revisar los conceptos que hemos abordado tal vez sintamos frustración. La distancia
entre nuestra realidad y un modelo saludable puede parecernos abismal, inalcanzable.
¡Pero no lo es! Todo depende de nuestra entrega, del compromiso y, sin lugar a dudas,
de una enorme cuota de humildad personal.
EJERCICIOS
1. La definición clásica de comunicación refiere a la interacción entre un emisor y
un receptor. Analice las diferencias entre ese modelo y otro que involucre «el
significado de la experiencia» como centro de la comunicación.
2. Describa las implicaciones que tiene «la forma» de comunicar el mensaje res-
pecto del «contenido» que se comunica.
LA ESCUCHA
ACTIVA
94.
VIDEO 08
LA ESCUCHA ACTIVA
LIC. GUSTAVO VALIÑO
introducciÓn
_ el silencio no es salud
• prestar atención
Conclusiones integradoras
96.
_ Nuestra pareja necesita que escuchemos sus necesidades y
preocupaciones
LA ESCUCHA
ACTIVA
Así dijo el profeta sobre el Mesías varios siglos antes de que Jesús viniera a vivir entre
los seres humanos. Puso de manifiesto a la escucha como un elemento condicionante
para el desarrollo de su tarea redentora. Pareciera que la sabiduría en las palabras está
supeditada a la sabiduría en la escucha. En otros términos: no hay palabras sabias sin
escucha sabia.
La idea de comunicar nos lleva casi intuitivamente al concepto de decir algo. Sin
embargo, el texto bíblico nos ayuda a pensar las cosas de otra manera: para decir primero
hay que escuchar. Por ejemplo, quien haya leído los Evangelios conocerá la sabiduría de
Jesús: transmitía con todo acierto en sus palabras el mensaje que necesitaban quienes
98. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
se acercaban a Él. Las multitudes que participaban de su enseñanza pública y las per-
sonas que tenían conversaciones íntimas coincidían en lo maravilloso de su manera de
generar un vínculo y transmitir consuelo, desafío, esperanza, perdón y misericordia.
Cambiaba la perspectiva de las cosas, ayudaba a ver lo que nunca habían visto.
No obstante las palabras sabias solo se hacen posibles a partir de oídos sabios. Hace
falta escuchar como oyen los sabios para luego ser capaces de comunicar descanso.
Hará falta, entonces, que demos importancia a la escucha.
Pero en más de una ocasión sentimos que tenemos «tanto para decir», que es tan
importante que los demás «nos escuchen», que «tenemos derecho» a ser escuchados...
y así priorizamos nuestra palabra antes que nuestro oído.
• Creer que soy lo suficientemente importante como para que otros tengan que
aprender de mí y sean iluminados por mis palabras.
• Considerar que lo que tengo para decir es distinto y mejor que los demás.
Romanos 12.3: «Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre
vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense
de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno» (RVR60).
Filipenses 2.3-4: «Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con hu-
mildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada
uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros» (RVR60).
El primero texto bíblico está inserto en el marco del desafío que el apóstol hace a
favor de un nuevo estilo de vida, que se diferencia de la cultura imperante y es coheren-
te con la transformación espiritual a la que somos convocados por nuestra experiencia
en Cristo.
Pero esta actitud espiritual requiere de una «conversión» de nuestra parte en materia
de comunicación: es la crucifixión de nuestro «yo» demandante de atención y es el na-
cimiento del «ser humano nuevo» a la imagen de Jesús, comprometido con el prójimo.
A veces hemos dado a estas verdades espirituales tanta altisonancia que se han con-
vertido en meras abstracciones. Sin embargo, la transformación espiritual se traduce
en la vida cotidiana transformada. Sin esto no somos muy distintos del fariseísmo que
Jesús condenó, religión formalista y vaciada de contenido.
La vida que no ha sido atravesada por la conversión tiene otros valores donde la
sabiduría y la humildad no son prioritarias. Todo lo contrario.
Es cierto que nuestra palabra debe ser escuchada y que hay modelos de relaciones
abusivas y descalificadoras que quisieran callarnos como modo de dominación. De
ningún modo debemos aceptarlo ni someternos a ello. Pero muchas veces la necesi-
dad de imponer nuestras palabras procede de impulsos más mezquinos: los miedos,
la necesidad de controlar a los demás, la obsesión porque las cosas se hagan a nuestra
manera, la soberbia en creer que somos los únicos que saben cómo hacer las cosas, etc.
Decir es solo una parte de la comunicación. Por lo general le hemos dedicado esfuer-
zos importantes al «buen decir». El estudio de la asertividad como modelo de comuni-
car, en el sentido del buen decir, constituye un recurso formidable para mejorar nuestros
vínculos. Pero en simultáneo hemos desarrollado técnicas para «decir» y no le hemos
dado mayor atención a «escuchar». Porque escuchar es simplemente eso: ¡escuchar!
Pero ¿qué tiene de activo la escucha? Estamos allí, frente a otra persona que hace
algo (hablar); en el mejor de los casos, escuchamos con paciencia y atendemos lo que
dice. Pareciera que eso no es algo activo pero si lo hacemos de modo correcto, la es-
cucha sí es activa.
La escucha activa nos previene del monólogo y nos abre a lo que diga nuestro
cónyuge y a su experiencia. Podemos expresar nuestro interés por su persona, mostrar
valoración por ella y sus dichos, y generar espacios de diálogo profundo.
No pretendemos ser utópicos en nuestro abordaje. Hay cosas que no nos gustan
escuchar, que duelen y otras con las que no estamos de acuerdo. Pero es importante
recordar que el silencio no es salud. En el mejor de los casos será una tregua sostenida
en el tiempo, a veces casi permanente, que de vez en cuando explota en nuevas hosti-
lidades. ¡Pero no es salud!
Michael Rost la definió como «un término genérico para identificar a una serie de
comportamientos y actitudes que preparan al receptor para escuchar, concentrarse en
la persona que habla y dar respuestas».3
La escucha activa implica una actitud que nos lleva a hablar solo lo necesario, emplear
frases abiertas que inviten al cónyuge a ampliar sus explicaciones, expresar el contenido
de su mensaje con mayor espacio y hacerle notar que es escuchado con autenticidad.
Sin embargo, a veces se oye lo siguiente: «¡Ya sé lo que me va a decir! ¡Ya escuché lo
mismo cientos de veces!». Estas frases infieren que escuchar no vale la pena. Es el mismo
concepto encerrado en «todos los hombres son…», «todas las mujeres son…», «tú
nunca/siempre…», etc.
3 Stapleton, L. M. (2008) (en inglés). Toward Present Listening: Practices and Verbal Response Patterns in Small Groups of Teacher
Candidates and University Supervisors. ProQuest. En Google Books. Consultado el 21 de julio de 2015, p. 15.
102. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
Es fácil que el emisor no diga exactamente lo que desea transmitir; el ruido del
ambiente o las distracciones hacen que los receptores no oigan íntegramente lo que se
ha dicho. Así, una parte de lo que se oye suele no ser comprendida y parte de lo que se
comprende puede ser olvidado a los pocos instantes.
• Generar un clima emocional acogedor. Así como Dios una y otra vez verba-
liza su amor por nosotros en las Escrituras, es necesario que lo hagamos en la
intimidad de la pareja, con palabras y acciones. Escuchar a mi pareja activamen-
te es una muestra de amor.
• Afirmar al cónyuge que uno lo escucha. Para esto se debe desarrollar una
expresión concreta al mostrar reciprocidad e interés sobre lo que el cónyuge
expresa. También desempeña un papel importante el lenguaje no verbal (gestos
con la cabeza, la mirada, las manos, etc.).
• No interrumpir al que habla. Esperar a que la otra persona nos dé lugar aun-
que no estemos de acuerdo con lo que diga.
• No juzgar. Recordar el consejo bíblico que indica no juzgar para no ser juzga-
dos.
¿Tenía sentido que Jesús le preguntara a un ciego «qué quieres que te haga»? Desde
esta perspectiva consideramos que sí. Para Jesús es importante la experiencia de cada
persona, sus necesidades y la mirada que las mismas personas tienen de esas necesidades.
Resulta esencial escuchar el significado que tiene para nuestro cónyuge aquello que
nos dice. En primer lugar porque es una expresión concreta de intimidad: entender
sus significados es expresión de conocimiento y valoración del otro, de interés por sus
necesidades. Y segundo, escuchar los significados es lo que nos permite avanzar en la
comunicación y en la resolución de los conflictos. No importa solo aquello que se dice
sino también cómo se dice y cuál es el mensaje subyacente a ese discurso.
• Qué significa ser aceptados por Dios y cómo se alcanza esa aceptación
El listado incluye solo algunos aspectos. Podríamos agregar muchos más. Tienen
que ver con lo que hemos escuchado y observado. No son solamente los discursos; en
realidad, algunos discursos familiares son totalmente contradictorios con las conductas
que vemos en la práctica diaria. Esas incoherencias son daños emocionales que a lo
largo de la vida necesitan ser sanados.
Las familias también responden a las necesidades afectivas de modos muy distintos:
• La forma de expresar los afectos. Con mayor o menor intensidad, con palabras
explícitas o de modo silencioso, con o sin contacto físico, etc.
• Los momentos en que se expresan afectos. Puede haber situaciones en las que
la expresión emocional esté aprobada (o descalificada), por ejemplo, mostrar
enojo en una discusión, fastidio ante un episodio abusivo o felicidad ante una
buena noticia.
106. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
Así, los modos de conducta que en algunas familias serían inadecuados o hasta
escandalosos en otras son aceptados. Es importante evaluar dichos comportamientos
dentro de esa trama familiar particular. La propia historia explica esas conductas (por
ejemplo: una familia que no se reúne para Navidad, porque en esa fecha falleció un in-
tegrante de la familia; pero en otra familia, eso no sería aceptable y hasta se vería como
contraproducente).
Es claro que cada familia tiene su propio modelo donde estos elementos adquieren
relativa importancia propia y tiene significados particulares. También en el modelo
familiar se consolidan formas de dar significado que serán la influencia sobre nosotros.
Historia y pareja
Nuestra historia nos condiciona, a veces muy fuertemente, pero no nos determina.
Hay un punto donde se juega la posibilidad de elegir nuestra respuesta ante las situa-
ciones de la vida. Por supuesto que esto no es fácil. A veces hay que luchar contra con-
dicionantes que se han grabado desde la más temprana infancia y en algunos casos con
marcas traumáticas. Hay quienes quedan pegados al pasado, cargados de impotencia,
convencidos de que el cambio ya no es posible. Se han resignado a su historia y ya no se
plantean una nueva oportunidad. Nos recuerda al siervo de la parábola de los talentos
que enterró lo que tenía porque tuvo miedo (ver Mateo 25.25).
Hay personas que han enterrado su vida. No lo decimos desde el juicio ni la descali-
ficación sino desde cierto dolor porque han perdido la oportunidad de tener una mejor
calidad de vida. Han quedado en lo que hoy se llama «una zona de comodidad» (que de
cómoda no tiene nada) que no requiere modificaciones. Una comodidad en tanto pa-
sividad y resistencia. Otros han quedado «pegados» a la amargura culpando a algunos
actores de su pasado por la condición en la que han quedado. La amargura es el enojo
sostenido a lo largo del tiempo y también es expresión de la impotencia.
A esta altura el planteo sería el siguiente: «Bueno, ya sabemos lo que no podemos hacer
pero ¿habrá algo que sí podamos hacer?».
Nuestra vocación de cambio pone en marcha la resiliencia. Según Grotberg, «la resi-
liencia es la capacidad de enfrentar situaciones adversas, superarlas y ser transformados
positivamente por ellas».4 Podemos superar una historia adversa. Tenemos muchas
más oportunidades de lograrlo cuando contamos con una pareja que «escucha activa-
mente» nuestra historia con la disposición de comprendernos, aceptarnos y, en base a
ello, estimularnos al cambio.
4 Grotberg, E. (1997). La resiliencia en acción. Trabajo presentado en el Seminario Internacional sobre Aplicación del Concep-
to de Resiliencia en Proyectos Sociales, Universidad Nacional de Lanús, Fundación Van Leer.
108. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
2. Necesitamos escuchar que somos amados. Todos, desde nuestra más tem-
prana infancia, necesitamos ser afirmados en amor. Y eso no deja de ser necesa-
rio con el correr de los años. La escucha activa es un modo concreto de hacerle
saber a nuestra pareja que es importante para nosotros. Y saber de parte de ella
que también somos amados.
4. Cuando en una pareja uno gana, ¡los dos pierden! Es muy difícil decir «te
amo» en medio de una discusión acalorada. Pero no deberíamos olvidarnos que
discutimos con la persona que amamos. La idea de ser «una sola carne» no tiene
que ver solamente con el aspecto sexual sino también con la construcción de
una vida en común, con llevar adelante la vida y vivir juntos cada día mejor. Si
le «gano» a mi pareja, y somos uno, entonces es una parte de mí la que pierde.
EJERCICIOS
1. Relacione, con sus propias palabras, el texto de Isaías 50.4 con la definición de
«escucha activa».
EL DESARROLLO
DE LA INTIMIDAD
112.
VIDEO 09
EL DESARROLLO DE LA INTIMIDAD
LIC. GUSTAVO VALIÑO
introducciÓn
• intimidad emocional
• intimidad sexual
• intimidad intelectual
• intimidad estética
• intimidad creativa
• intimidad recreacional
.113
• Intimidad de trabajado
• Intimidad espiritual
• Estabilidad e intimidad
_ Cotidianeidad
_ Proyectos en común
_ Sexualidad
_ Tendencia monogámica
_ El contacto físico
_ La atención concentrada
Conclusiones integradoras
CLASE 9
EL DESARROLLO
DE LA INTIMIDAD
Mucho peor es cuando usamos la palabra «intimidad» para definir una acción de un
modo «más elegante»: decimos que tuvieron intimidad cuando lo que queremos expre-
sar es que tuvieron relaciones sexuales. ¡Pero a veces la práctica sexual ni se acerca a la
intimidad!
Como los ideales son solamente eso, ideales, la realidad nos marca las dificultades
y las limitaciones que todas las parejas tienen por la simple razón de estar constituidas
por personas limitadas. Pero el reconocimiento de esa misma condición puede ser el
punto de partida de un cambio. ¡Convertir la resignación en un desafío!
Tal vez sea de ayuda considerar la pareja desde aspectos de la realidad en la que se
desarrolla y, a partir de allí, recuperar la posibilidad de los cambios que permitan el de-
5 Clinebell, H. y Clinebell, C. (1973, 1991). Intimidad: claves para la plenitud de la pareja. Buenos Aires, Argentina: Editorial La
Aurora, pp. 67-71.
CLASE 9
EL DESARROLLO DE LA INTIMIDAD .117
sarrollo de una intimidad que hasta este momento no se alcanzó. Para tal fin echamos
mano del libro Psicoanálisis de la pareja matrimonial, de Puget y Berenstein,6 publica-
do en 1989. Muchas cosas han sucedido desde aquel momento, entre otras, diversos
cambios de paradigmas. Por ejemplo, la llamada sociedad posmoderna ha avanzado y
nos ha puesto en una situación que requiere que ejerzamos una reflexión continua. Es
probable que hoy en día varios conceptos expresados en el libro serían revisados por
sus autores porque los modelos de pareja y familia se han redefinido (estemos o no de
acuerdo con tales cambios).
En la clase de hoy tomaremos sus ideas como base aunque solo en determinadas
ocasiones citemos de forma textual. Puget y Berenstein plantearon la siguiente defini-
ción de «pareja matrimonial»:
«El término “pareja matrimonial” designa una estructura vincular entre dos perso-
nas de diferente sexo desde un momento dado, cuando establecen el compromiso de
formarla en toda su amplitud, lo puedan cumplir o no».7
Pero quiero centrar la atención en tres aspectos que los autores enfatizaron:
• Esa estructura entra en vigencia a partir del momento en que los cónyuges es-
tablecen el compromiso de formarla en toda su amplitud.
• Puedan cumplir o no tal compromiso. Esto hace al grado de intimidad que lo-
gren alcanzar en su vínculo.
En muchas ocasiones hemos escuchado desde los púlpitos plantear que la gente se
separa «por falta de compromiso» o «porque elije lo más fácil». También nos parece
una simplificación errónea. Una separación nunca es fácil porque implica en sí misma
6 Puget, J. y Berenstein, I. (1989). Psicoanálisis de la pareja matrimonial. Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós, p. 13.
7 Ibidem.
118. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
una pérdida y toda pérdida acarrea dolor. En ocasiones, las parejas no agotan las alter-
nativas para la búsqueda de soluciones, pero eso no implica que no sufran.
La estabilidad de una pareja no es «la paz de los cementerios»: como nada sucede,
como vivimos como extraños que comparten una casa, pareciera que no hay conflic-
tos. En cambio, la estabilidad de una pareja se construye de forma dinámica y positiva
cada día, en diversos aspectos. En este sentido, consideramos que la estabilidad de una
pareja está fuertemente condicionada por el grado de intimidad que dicha pareja alcance en el desarrollo
de sus parámetros fundamentales.
1. Cotidianeidad. Incluye la actividad completa que define la vida diaria de una pa-
reja. La vida cotidiana se construye con mucho trabajo. Los autores de referencia
hablan de la necesidad de tener elementos que se mantengan constantes y otros varia-
bles para que lo cotidiano sea enriquecedor.
Se necesita cierta constancia positiva que favorezca el orden diario, permita reducir
el gasto de energía y haga la convivencia predecible en un buen sentido. Por ejemplo,
si donde estaban los tenedores «hasta ayer» hoy están las camisas y donde estaban los
documentos ahora están las herramientas, es una inconstancia que genera caos.
Pero no todo debe ser constancia. Las variaciones adecuadas hacen al disfrute de
la vida y ayudan a que una pareja se refresque y renueve, sin caer en una rutina donde
todo es predecible, siempre igual, sin oportunidades.
En general esto es parte del saber popular. La mayoría sabemos que necesitamos
realizar cosas nuevas con nuestra pareja, pero... ¡no lo hacemos!
Hay otra conducta en la vida cotidiana de una pareja que es extremadamente des-
tructiva: consiste en un modo de discusión que pone en riesgo el vínculo ante cada
conflicto. Cada problema lleva a la pareja a cuestionarse el seguir juntos; ante cada
situación de desacuerdo aparece la amenaza de separación. Además del daño a la esta-
bilidad del vínculo, esta modalidad de discusión hace que nunca se aborden las verda-
deras cuestiones, lo que aumenta la angustia y cambia el eje de la discusión.
Los temas cotidianos de conversación de una pareja nos revelan cuál es su nivel de
intimidad. No hacemos referencia a la cantidad de tiempo que cada uno habla. ¡Pue-
den hablar largas horas! Lo importante es el contenido, aquello que indica el grado de
profundidad del vínculo.
• Hablan de las cosas: los temas son externos a ellas, desde la condición del clima
hasta el intercambio de ideas y opiniones sobre temas diversos. Puede ser char-
las enriquecedoras pero no íntimas.
• Hablan de «nosotros»: esto posibilita ir más allá de los temas que tienen en co-
mún para entrar en el diálogo sobre ellos mismos, es decir, cómo se ven, qué
necesitan, qué sienten y qué deben cambiar. También está en este espacio el
disfrute compartido.
• Hablan de «tú» y «yo»: es el punto donde cada uno se anima a desnudar el alma
frente al otro para expresar sus miedos más íntimos, sus secretos no contados a
nadie, las miserias personales que daría vergüenza que otros descubrieran pero
que es liberador encontrar en la pareja la aceptación, que es expresión de la
gracia de Dios. Abrir los sueños y los dolores y saber que uno es escuchado y
aceptado.
120. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
2. Proyectos en común. Los cónyuges dejan de ser pareja al dejar de tener «hijos».
Los hijos no son solo los biológicos o adoptivos sino que también existen los
hijos simbólicos: cada proyecto de la pareja es un «hijo» que debe llevarse adelante con
el acuerdo y el apoyo de ambos.
Puede ser que uno en la pareja sea «el actor principal» en determinado proyecto,
pero para lograr el éxito se requiere el esfuerzo de ambos. Puede tratarse de proyectos
financieros, profesionales, materiales, académicos, de servicio espiritual, etc. Son la me-
jor forma de construir compañerismo. Y es el compañerismo lo que lleva a la intimidad
y, a la vez, la alimenta. En algunas cosas trabajan juntos, ahorran juntos o planifican
juntos. En otras, uno apoya al otro.
Por ejemplo, cursar una carrera de estudios puede verse como un proyecto propio, y
lo es, pero también puede constituirse como un proyecto en común cuando el cónyuge
acompaña, aguarda en la puerta de la institución educativa al que estudia para salir a
comer juntos o prepara la cena y cuida a los hijos mientras el otro no está.
Tiempo atrás conocimos a una pareja de médicos, ambos talentosos y con excelen-
tes carreras profesionales. Con el correr del tiempo la esposa tuvo un desarrollo profe-
sional con mayores exigencias, en gran medida, producto de su especialidad. Su marido
no tuvo ningún problema en adecuar los horarios para ocuparse de ciertas necesidades
de la casa y los hijos (sin que eso lo anulara profesionalmente) con el propósito de darle
a su esposa la mayor amplitud y libertad horaria que su tarea requería. Ella no podría
haber hecho lo que hizo sin el apoyo de su esposo, ¡y lo reconocía en todo lugar donde
se lo preguntaran!
Es el espíritu de generosidad que tuvo Juan el Bautista frente a Jesús. Cuando los
discípulos de Juan vieron el incremento de la popularidad de Jesús se preocuparon por
CLASE 9
EL DESARROLLO DE LA INTIMIDAD .121
el profeta. Pero Juan, con toda liberalidad, les pidió que se despreocuparan: «Dejen que
él crezca, eso es lo necesario» (ver Juan 3.30).
Las corporaciones se llenan la boca para hablar del trabajo en equipo, pero con el
doble discurso de animarnos a competir con los demás. Es un discurso perverso: coo-
peramos o competimos. ¿Y en el matrimonio? ¿Competimos con nuestra pareja? ¿Qué
necesitamos demostrar?
Las personas con una autoestima saludable no compiten, cooperan. Y así, mediante
un verdadero trabajo de equipo, logran alcanzar medidas que otros ni podrían soñar
porque se desgastan comparándose, midiéndose con quien tienen a su lado.
Lograr la intimidad no implica solamente estar solos y desnudos. Para que la vida
sexual contemple la intimidad requiere de una entrega por encima del cuerpo.
Vivimos en una época visual. El consumo se hace por los ojos y se pretende que el
amor también. Eso induce a que queden fuera de la plenitud sexual las personas menos
agraciadas físicamente, las que tienen las marcas del paso de los años en su cuerpo, etc.
¡Nada más lejos de la verdad! Porque la verdadera sexualidad excede la vista y también
la juventud.
Por otra parte están las deformaciones de la sexualidad como producto de los abu-
sos y las violencias, que dejan el sello de malo o perverso a cualquier acercamiento a la
libertad del disfrute. Desgraciadamente los abusos deforman y arruinan lo saludable;
por definición, alejan a quien los sufre de cualquier intimidad posible. Se vive como
amenaza porque es en los espacios íntimos pero deformados donde se producen los
actos abusivos. En palabras del papa Francisco: «Las huellas del abuso en las víctimas
son para llorar a gritos».8
Es importante notar, por cierto, que este modelo de sexualidad no es apto para
narcisistas: si solo nos miramos a nosotros, nuestras necesidades, gustos y placer, pro-
bablemente tendremos un acto sexual solitario, donde el cónyuge ocupe el mero rol de
objeto. No es de sorprenderse que parejas así sean insostenibles en el tiempo.
La vida sexual en la pareja debe vivirse con plena libertad, alegría e interés. Dedi-
carle tiempo debe ser una prioridad para los cónyuges. En tal sentido, las dificultades
sexuales no tienen por qué ocultarse ni mantenerse debido a la vergüenza. Esto produ-
ce un daño doloroso en la pareja.
Tiempo atrás leímos lo siguiente: «La intimidad crece en un clima de confianza que
se basa en el compromiso de fidelidad y continuidad. Las parejas que se casan con la
concepción de poder disolver fácilmente el matrimonio, obstaculizan de antemano el
éxito de la relación, por lo menos el de una relación íntima».9
9 Clinebell, H. y Clinebell, C. (1973, 1991). Intimidad: claves para la plenitud de la pareja. Buenos Aires, Argentina: Editorial La
Aurora, pp. 62-63.
CLASE 9
EL DESARROLLO DE LA INTIMIDAD .123
Lo natural en el ser humano consiste justamente en su capacidad de elección por
encima de sus impulsos; es lo que le da esencia de «humano».
Que una persona no «elija» la monogamia no hace que sea alguien antinatural; más
bien, habla de su modo humano de elegir como también del modo humano de elegir:
la decisión de optar por la fidelidad y la exclusividad de pareja. Ambas son opciones;
si algo queda claro en la Biblia es que Dios respeta nuestras elecciones, esté o no de
acuerdo con ellas.
Pero muchas veces la decisión es cualquier cosa menos una verdadera elección. En
esos casos, cuando la pareja se sostiene por comodidad, por resignación, por las pérdi-
das económicas que implicaría un divorcio o por los hijos (quienes sufren el «infierno»
de tener padres que no se soportan y son estos mismos hijos, supuestamente prote-
gidos, quienes luego dicen «lo mejor era que en su momento se hubieran separado»).
Algunos podrían argumentar que tal postura favorece el dejarse llevar por los sen-
timientos. Por el contrario. Insistimos en que sostener la decisión de seguir juntos
es, en muchos momentos, difícil y en apariencia insostenible. Pero en la lucha por la
preservación del matrimonio debe haber un compromiso por recuperar el contenido
del matrimonio: amor, respeto, valoración y compañerismo. No sirve la batalla por
mantener la fachada de un matrimonio.
Jorge Luis Borges tenía una frase lapidaria que bien podría ilustrarnos al respecto: «No
nos une al amor sino el espanto, será por eso que la quiero tanto».10 Hemos conocido
parejas sostenidas por «el espanto». No es un modelo saludable ni tampoco espiritual.
10 Borges, J. (1974). Obras Completas (volumen 1).Buenos Aires, Argentina: Emecé Editores, p. 947.
124. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
Por ejemplo, si una esposa le dice a su marido: «Creí que no volverías nunca»...
___ ¿Se trata de un reproche o de una caricia?
___ ¿Qué respuesta espera ella de él?
___ ¿Una excusa por haber llegado tarde?
___ ¿Una respuesta cariñosa como «yo también te extrañé»?
___ ¿Una agresión como «déjame vivir tranquilo»?
Hay un ejercicio difícil de desarrollar cada día y con el que nos confronta el ejemplo
anterior: por un lado, decir lo que realmente nos ocurre de la forma más clara posible
a favor de nuestra comunicación; por el otro, recuperar el inigualable sentido de inti-
midad que produce el lenguaje de pareja, que más allá de las palabras guarda para sí
códigos exclusivos.
Hay tres elementos para destacar con respecto al lenguaje no verbal que han sido
desarrollados por Ross Campbell en su libro Si amas a tu hijo.11 El autor señala la mirada
directa, el contacto físico y la atención concentrada en referencia a la comunicación de
los padres con los hijos. Aun así consideramos que podemos tomarlos como recursos
de intimidad para la pareja. Es más, si se fomentan en la pareja es muy probable que se
expresen luego con mayor efectividad hacia los hijos.
11 Campbell, R. (1985). Capítulos 4, 5 y 6 en Si amas a tu hijo. Minneapolis, EE. UU.: Editorial Betania.
CLASE 9
EL DESARROLLO DE LA INTIMIDAD .125
y de intimidad cotidiana. Los abrazos y los besos facilitan el diálogo y también
el juego en la pareja. Además es una forma concreta de mostrar a los hijos cómo
se aman sus padres. Hay personas que jamás conocieron este modo de comuni-
cación de parte de sus padres y han crecido carentes de capacidad para expresar
afectos, con el daño que esto implica para sí mismos, sus parejas e hijos.
Conclusión
Alguna vez leímos estas diez palabras que facilitan mucho una comunicación saludable:
EJERCICIOS
1. Reflexione sobre «los mundos de intimidad» de Clinebell (pp. 1 y 2). Desarrolle
algunas sugerencias de cómo mejorar en forma práctica cada uno de esos aspec-
tos en la pareja.
4. Analice cómo aplicar en la vida cotidiana los conceptos de «mirada directa», «con-
tacto físico» y «atención concentrada». ¿Qué sugerencias haría desde la pastoral?
BIBLIOGRAFÍA
(UNIDAD 3)
Castanyer, O. (1996). La asertividad: expresión de una sana autoestima. Bilbao, España:
Editorial Desclée de Brouwer.
Craw, L. (1992). De adentro hacia afuera. Miami, EE. UU.: Editorial Unilit.
Clinebell, H. y Clinebell, C. (1973, 1991). Intimidad: claves para la plenitud de la pareja.
Buenos Aires, Argentina: Editorial La Aurora.
Clinebell, H. y Clinebell, C. (1999). Asesoramiento y cuidado pastoral. Michigan, EE. UU.:
Libros Desafío.
Puget, J. y Berenstein, I. (1989). Psicoanálisis de la pareja matrimonial. Buenos Aires, Ar-
gentina: Editorial Paidós.
Campbell, R. (1985). Si amas a tu hijo. Minneapolis, EE. UU.: Editorial Betania.
Maldonado, J. (2006). Fundamentos bíblico-teológicos del matrimonio y la familia. Michigan,
EE. UU.: Libros Desafío.
REFERENCIAS BÍBLICAS:
RVR60: Reina-Valera 1960. Copyright © 1960 por American Bible Society.
NTV: La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation,
2010. Todos los derechos reservados.
TLA: Traducción en lenguaje actual. Copyright © 2000 por Sociedades Bíblicas Unidas.
UNIDAD 4
LA SEXUALIDAD
EN EL
MATRIMONIO
Docentes: Dra. Lucía Pérez, Ing. Carlos Jacobs,
Lic. María Elena Mamarian
Una pareja
CLASE 10
DIMENSIONES DE
LA SEXUALIDAD
Y FASES DE LA
RELACIÓN SEXUAL
132.
VIDEO 10
DIMENSIONES DE LA SEXUALIDAD
DRA. LUCÍA PEREZ E ING. CARLOS JACOBS
introducciÓn
01. La cultura
02. La iglesia
03. La experiencia
.133
02. Los falsos dualismos
DIMENSIONES DE
LA SEXUALIDAD
Y FASES DE LA
RELACIÓN SEXUAL
El aporte de la sexología:
Para hablar de sexualidad humana desde una perspectiva actual necesitamos partir de
diversos hallazgos importantes hechos por las ciencias que la estudian y conforman
desde hace 180 años la denominada sexología humana, a saber:
b) Hedonismo. Búsqueda del placer sexual como única razón de ser. Esto pro-
mueve el libertinaje sexual y niega la posibilidad de dirigir la conducta y las
relaciones sexuales de forma responsable.
b) Las pautas culturales sobre lo que significa ser hombre o mujer, es decir, la
definición de masculinidad y feminidad, constituyen el comportamiento ge-
nérico
El aporte de la teología
Somos seres sexuados y sexuales por la acción amorosa y creativa de Dios. La sexuali-
dad es un don de Dios al ser humano. Es parte integral y constitutiva de nuestra iden-
tidad: «... varón y hembra los creó» (Génesis 1.27, RVR60).
Dios y parte integral del ser humano. El cuerpo sexuado es templo del Espíritu
de Dios (ver 1 Corintios 6.19-20)
c) el don del amor de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones por
el Espíritu, une y reúne las dimensiones del amor filial, erótico y ágape. El
amor ágape unido al amor eros nos libera de la alienación y la explotación de
nuestra sexualidad;
• Se tendrá que llegar a un acuerdo convincente para la gran mayoría (al suponer
que no sea posible lograr consenso pleno) de que se trata de una prioridad mi-
sional de la pastoral para toda la iglesia y su programación.
• Se deberá informar y procesar los hallazgos de los estudios sobre los diferentes
grupos etarios que componen la iglesia (ciclo vital) y los resultados que estos
revelan sobre la realidad que viven en su complejidad, incluyendo el manejo de
la sexualidad.
• Será fundamental que se definan las enseñanzas y los valores teológicos y éticos
de la sexualidad en un diálogo crítico con los aportes de las disciplinas teoló-
140. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
gicas (estudios bíblicos, teología, ética, educación cristiana) y los aportes de las
ciencias que estudian la sexualidad humana, con el contexto sociocultural en que
se da la sexualidad en el país y con la realidad de práctica de nuestra sexualidad.
• Será valioso llegar a acuerdos entre los padres, líderes eclesiales y la juventud
misma sobre un posible currículo de educación sexual o un componente de la
misma, que involucre a las familias y la iglesia.
«Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea
para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste
dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Je-
hová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán:
Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona,
porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer,
y no se avergonzaban» (Génesis 2.18, 21-25, RVR60).
Por ello el matrimonio es el ámbito donde las necesidades sexuales de ambos con-
trayentes deberían satisfacerse. Si no conocemos cuáles son las necesidades perso-
nales o de nuestro cónyuge, nunca sabremos cómo satisfacerlas. Uno de los muchos
propósitos de la sexualidad es la unidad de la pareja.
En otros casos no nos animamos a decir que la relación dista mucho de ser satisfac-
toria y sentimos que la promesa se nos escapa de las manos. Por lo general se sabe poco
del manejo de la sexualidad y del acto sexual (coito) y por ello nos parece oportuno, a
continuación conocer con algún detalle la dinámica del coito y de su influencia en las
diferentes áreas de las personas.
• El tamaño del pene nada tiene que ver con la satisfacción sexual del hombre
ni de la mujer. El pene pequeño duplica su tamaño en erección mientras que
el pene de gran dimensión en flaccidez aumenta poco su tamaño durante la
erección.
• Las cuatro fases de la respuesta sexual que armonizan en un modelo son: excita-
ción, meseta, orgasmo y resolución. Descubrieron que las contracciones tónico-
clónicas del orgasmo siguen el ritmo primordial de ocho décimas por segundo,
propio de la especie humana. También que en el hombre se registra, antes de la
eyaculación, la emisión o sensación de inevitabilidad eyaculatoria que integra el
orgasmo masculino.
placer del tálamo, cercanas a las áreas del dolor. Esto explica que las estimulaciones in-
adecuadas puedan despertar más bien dolor y aversión que placer. Mc. Lean describió
en 1962 el sistema límbico como sede de las respuestas sexuales, los centros cerebrales
de la eyaculación, la erección y la importancia de la visión y de la olfacción en la res-
puesta sexual.
A partir de ese momento los estudios sobre la biología de la respuesta sexual hu-
mana se han multiplicado hasta la fecha, destacándose los estudios de Helen Kaplan6,
Whipple y Ladas, pero los mencionados inicialmente no han perdido su validez ni su
importancia histórica.
Posteriormente en 1979 antepuso a ambas otra fase: la del deseo. Si bien hay otros
modelos descritos, desarrollaremos el modelo trifásico de Helen Kaplan por consi-
derar que es el más adecuado para una aproximación clínica ya que proporciona un
modelo de normalidad de la respuesta sexual al cual referirse desde diferentes miradas.
El cerebro es el principal órgano sexual de los hombres y las mujeres. Nuestro sis-
tema nervioso tiene dos grandes áreas: una es voluntaria (con sede básicamente en la
corteza cerebral) y otra involuntaria o autónoma, que se denomina sistema nervioso autónomo
(SNA) y rige todas las funciones involuntarias de nuestro organismo (por ejemplo, la
función digestiva, la respiratoria, la hormonal, la circulatoria, etc.). De igual manera
rige la función sexual. A su vez, el SNA se divide en dos ramas: SNA parasimpático y
SNA simpático.
El SNA parasimpático rige la fase vasocongestiva y tiene relación con los estados
de relajación, bienestar, calma y distensión. Facilita la ternura, la confianza y la aper-
Además, el SNA está conectado con la corteza cerebral que es donde se procesan
los datos que recibimos del exterior a través de los órganos de los sentidos. Aquí inter-
vienen nuestros pensamientos, creencias, ideas, voluntad, afectos y emociones. Así se
explica que la respuesta sexual, a pesar de ser «involuntaria», esté fuertemente condi-
cionada, ya sea facilitada u obstaculizada por factores de este orden.
El deseo sexual es el apetito o impulso producido por la activación del sistema neuro-
nal cerebral específico (definición de Kaplan). Es tener ganas, estar motivado o expec-
tante por el encuentro con el otro. Es el punto de arranque necesario para que todo
lo demás se produzca. Tiene que ver con fantasías, predisposición, deseo de entrar en
clima. En esta fase juega un papel decisivo la calidad de la relación de pareja además de
la situación personal e intrapsíquica de cada uno de los protagonistas.
El deseo sexual se vive como sensaciones específicas que mueven a buscar expe-
riencias sexuales o mostrarse receptivo a ellas. Se caracteriza por una vaga excitación,
sensaciones genitales, interés por experiencias sexuales, disposición abierta a las mis-
mas, inquietud general, que concluyen con el orgasmo.
• Estos centros tienen conexiones con otras áreas del cerebro que analizan ex-
periencias complejas junto con la memoria y con sistemas de recuperación, lo
144. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
que permite la integración del impulso sexual con toda la experiencia individual
subjetiva. También tienen conexiones con centros reflejos medulares genitales.
Por otro lado es importante conocer que puede haber una inhibición o una esti-
mulación del deseo por factores experienciales que establecen una compleja relación
con la biología. El objeto de deseo puede ser condicionado por experiencias, creencias,
pensamientos, normas morales, enseñanzas, así como por la estructura psíquica y los
rasgos de personalidad. Lo que es deseable para una persona puede ser despreciable
para otra. Es de destacar que el ser humano, a diferencia de los animales, puede com-
portarse de manera diferente a la que indica su deseo ya que los mecanismos neuro-
lógicos involucrados en la producción del deseo están bajo el control de estructuras
neurológicas superiores, especialmente de la corteza prefrontal.
La fase del deseo, si es seguida por una eficaz estimulación física (caricias) o psíquica
(un recuerdo, una fantasía, un aroma), da lugar a la fase de excitación donde fundamen-
talmente se producen una serie de fenómenos de dilatación y llenado de sangre de zo-
CLASE 10
DIMENSIONES DE LA SEXUALIDAD Y FASES DE LA RELACIÓN SEXUAL .145
nas genitales como respuesta a órdenes dadas por el cerebro a través de la innervación
del SNA parasimpático, pasando por centros medulares sacros. El cuerpo muestra,
con su lenguaje, si este proceso se da o no, lo que es fundamental en la comunicación
sexual. Hay un aumento de tensión sexual primero en todo el cuerpo que luego se
localiza en los genitales.
En la mujer se produce primero la erección de los pezones, seguida luego del au-
mento del tamaño de las mamas. A los treinta o cuarenta segundos de una estimulación
efectiva, la vasocongestión vaginal hace que aparezca un líquido por trasudación que
humedece la vagina y la vulva y es el comienzo de la lubricación vaginal. El clítoris au-
menta de tamaño y progresivamente los labios menores también se vasocongestionan,
aumentando su tamaño. La vagina se ensancha y alarga, aumentando su tamaño en más
de un tercio. El útero aumenta de tamaño. Si la excitación continúa en aumento, el clíto-
ris queda cubierto por su prepucio congestionado. La vulva adquiere un intenso color
púrpura. Las paredes del tercio externo de la vagina se congestionan más, formando,
junto con los labios menores hinchados, la llamada plataforma orgásmica. Para llegar a
este nivel de excitación suelen necesitarse no menos de veinte minutos de estimulación.
La cantidad de sangre necesaria para llenar las estructuras genitales, que posibiliten a
la mujer llegar al orgasmo, es diez veces superior a la que necesitan los hombres para
la erección, por lo tanto se requiere más tiempo. Es necesario, para que la excitación
continúe, que la penetración se dé cuando ya está formada la plataforma orgásmica.
De esta manera la vagina también se adapta al tamaño del pene, como un guante (no es
imprescindible la penetración para que se dé la respuesta sexual completa).
directa o indirecta, tanto del clítoris como de la zona cercana o el tercio externo
de la vagina, produce mucho placer. Los dos tercios internos de la vagina no
tienen sensibilidad. En el coito, el pene puede estimular el clítoris a través del
«tironeamiento» de los labios menores. Generalmente, la mujer requiere esti-
mulo directo en la zona del clítoris para llegar al orgasmo. Esto puede hacerse
simultáneamente con la penetración del pene, en forma manual u oral, así como
en momentos previos o posteriores a la penetración. Una de las pocas posturas
coitales en las que el clítoris se roza con el pubis del hombre y puede continuar
la estimulación el mismo es la de Andrómaca, cara a cara, con la mujer sobre el
hombre.
Los estímulos eróticos que hacen posible la erección deben ser eficaces y estar den-
tro del registro de cada persona. Suelen ser7:
• Estímulos visuales
• Olfativos y auditivos
• Fantasías eróticas
• Ambiente adecuado (según Kaplan, los afrodisíacos más poderosos son: amor,
tiempo y fantasías).
7 Flores Colombino, A. (1990). Respuesta sexual (4 edición). Montevideo, Uruguay: Editorial Dismar.
CLASE 10
DIMENSIONES DE LA SEXUALIDAD Y FASES DE LA RELACIÓN SEXUAL .147
La erección es un proceso hidráulico con fluido sanguíneo controlado por el SNA
parasimpático (involuntario) donde hay una congestión de los cuerpos cavernosos por
entrada de sangre arterial y por bloqueo valvular de la salida venosa. La dilatación de los
cuerpos cavernosos está limitada por una cubierta fibrosa que le da la rigidez al pene.
Kinsey9 señala que en ese momento existe una reducción de las percepciones sen-
soriales llegando a pérdidas de conocimiento momentáneas. En el orgasmo, la persona
prescinde de las precauciones para no ser visto u oído y queda vulnerable. Dicho autor
encontró en sus estudios que el 6% de las mujeres no experimentaba nunca el orgasmo, el
10 % lo experimentaba siempre y el 85% lo lograba en base a la eficacia de los estímulos.
8 Flores Colombino, A. (1990). Respuesta sexual (4 edición). Montevideo, Uruguay: Editorial Dismar.
9 Kinsey, A,. et al. (1954). Conducta sexual de la mujer. Buenos Aires, Argentina: Editorial Médico-quirúrgica..
148. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
emisión está dada por el pasaje de semen en muy pequeña cantidad a la uretra peniana.
Provoca la sensación de inevitabilidad eyaculatoria, que es seguida por la eyaculación.
El orgasmo suele coincidir con la eyaculación; se caracteriza por la pérdida del con-
trol muscular voluntario y la aparición de contracciones musculares involuntarias en
todo el cuerpo, pero especialmente en la zona genital. El ritmo cardíaco, la frecuencia
respiratoria y la tensión arterial se incrementan.
Si bien la eyaculación está controlada por el SNA simpático y puede ser involunta-
ria, estos centros están en conexión con estructuras cerebrales que incluyen la corteza
cerebral, de modo que la eyaculación puede ser consciente y voluntaria. Puede haber
ocasionalmente una segunda eyaculación y un orgasmo, que depende de la duración
del período refractario del hombre. En general en el hombre, el primer orgasmo es de
mayor intensidad subjetiva.
Puede haber eyaculación sin orgasmo, como en el caso de los parapléjicos (lesiona-
dos de médula espinal). También puede haber orgasmo sin eyaculación, en los hom-
bres operados de la próstata. En este caso, el semen va hacia la vejiga, se mezcla con
la orina y se expulsa en la siguiente micción. La erección y la eyaculación pueden darse
sin ninguna estimulación física o psíquica, como ocurre en las erecciones y eyaculacio-
nes nocturnas. El mecanismo de la erección nocturna (tres o cuatro veces por noche)
tiene la función de nutrir los tejidos del pene con oxígeno que pasa a las células solo
con presiones arteriales elevadas. Hombres con problemas vasculares o neurológicos
pueden perder esta capacidad, lo que podría llevar a una atrofia del pene y de su capa-
cidad de erección.
Gerald Zwang11 dice que el varón debería renunciar a su rol de maestro en la cere-
monia del coito que la cultura le impone. Es la mujer la que impone la mayor cantidad
y calidad de modificaciones a la biología, humanizando la respuesta sexual y alejándola
de la animal. Al ser más lenta la excitación de la mujer (por razones culturales) es ella
la que debería marcar las pautas de cómo y dónde ser acariciada, el momento de la
penetración así como la inminencia de su orgasmo. Habitualmente el varón acepta de
buen grado estas sugerencias.
La mujer posee varios patrones de orgasmo, que se pueden agrupar en cuatro tipos,
aunque tienen múltiples variantes. Es importante reconocer la normalidad de cada uno.
El hombre sano se siente satisfecho, tranquilo, alegre, relajado. La mujer suele ex-
perimentar ternura y deseos de comunicación en el plano más espiritual de un diálogo
amoroso.12 Si se logran armonizar estos afectos, el coito se transforma en una expre-
sión privilegiada y rica del lenguaje comunicacional de dos personas totales, no solo de
sus cuerpos.13
Creer que los dos deberían culminar en un orgasmo al unísono es un mito, aunque
puede ocurrir en algunas ocasiones pero no es la finalidad de un encuentro sexual. Cada
pareja tiene sus tiempos de disfrute y de acompañamiento durante la relación amorosa.
Puede suceder que no se llegue a la última fase orgásmica, lo que no debería con-
vertirse en un problema si sucediera de manera aislada a uno de los cónyuges (ante si-
tuaciones de estrés por ejemplo) y la relación fuera satisfactoria porque el vínculo lo es.
Sin embargo, cuando esto ocurre con frecuencia podríamos encontrarnos frente a
una disfunción sexual; ampliaremos este tema en la próxima clase.
Es importante pensar y luego comunicar a nuestro cónyuge qué cosas harían más
satisfactorio el encuentro: el lugar, el momento apropiado, las zonas que necesitan de
mayor estímulo o aquellas situaciones o estímulos que no nos resultan agradables. El
deber de cada marido es averiguar cuáles son las preferencias de su esposa y satisfa-
cerlas. De ahí que los hombres que han tenido muchas parejas sexuales consideran
que son mejores amantes, pero la verdad es que no lo son. También es cierto que las
mujeres creen que los hombres deben saber cuáles son sus necesidades amorosas; pero
a menos que la esposa le diga a su cónyuge cuáles son sus gustos, no lo sabrá. Los
hombres no son adivinos.
Una charla erótica es recomendable para aquellas parejas que deseen mejorar su
vida sexual. Consiste en apartar un tiempo sin interrupciones en el que se fomenta el
diálogo franco y se habla claramente de las necesidades íntimas. Normalmente la gente
cree que el sexo es algo natural y, por ende, tiene que funcionar naturalmente. Pero eso
no es cierto. La ignorancia en materia sexual suele ser la causa más frecuente de los
«matrimonios blancos» o no consumados, además de los graves desajustes sexuales en
la pareja.
12 Estas emociones, las caricias y el deseo de aproximación física placentera parecen relacionarse con la oxitocina segregada
en la etapa de excitación y durante el orgasmo.
13 Flores Colombino, A. (1990). Respuesta sexual (4 edición). Montevideo, Uruguay: Editorial Dismar.
CLASE 10
DIMENSIONES DE LA SEXUALIDAD Y FASES DE LA RELACIÓN SEXUAL .151
La sexualidad es una expresión más de nuestra espiritualidad. La intimidad sexual
es buena a los ojos de Dios. La dimensión del placer fue creado por Él para que el
regocijo y la alegría surjan en cada encuentro sexual.
EJERCICIOS
1. Diferenciar conceptos de sexo y sexualidad. Explicar brevemente las dimensio-
nes de la sexualidad humana.
2. Imagine que se presenta ante usted una pareja estable que sufre porque, si bien
en otros aspectos la relación marcha bien, los dos se encuentran insatisfechos
con respecto a sus relaciones sexuales. El hombre se queja de que su esposa es
demasiado fría en lo sexual. Ella dice que a él solo le interesa el «sexo express».
Teniendo en cuenta lo que aprendió de las fases de la respuesta sexual humana,
¿qué recomendaciones daría a esta pareja?
3. Seleccione uno de los siguientes grupos y escriba una carta pastoral hablándoles
del tema «sexualidad». Tenga en cuenta lo que aprendió en cuanto a teología de
la sexualidad: adolescentes, parejas de novios o matrimonios.
Pareja distanciada
CLASE 11
DISFUNCIONES
SEXUALES, «MATRI-
MONIO BLANCO»
154.
VIDEO 11
introducciÓn
_ sentido de trascendencia
_ desarrollar la afectividad
02. La pornografía
DISFUNCIONES
SEXUALES,
«MATRIMONIO
BLANCO»
Más adelante ofreceremos datos específicos para trastornos concretos. Algunos estu-
dios como el de Laumann (1999)14 reflejan que entre las mujeres de 18 a 59 años existe
14 Laumann, E. O., Paik, A. y Rosen, R. C. (1999). Sexual Dysfunction in the United States prevalence and predictors. EE. UUU.:
JAMA, pp. 281, 537-544.
158. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
un 43% con algún tipo de disfunción o problema sexual. Un estudio más reciente de
La Calle (2006)15 estima que entre las mujeres y según su edad hay una gran variabilidad
de prevalencia y tipo de disfunción sexual: desde los 20 a los 50 años el 11,8% presenta
algún problema, entre los 50 a 55 años el 29,4% (dispareunia un 36%, deseo sexual
inhibido el 22,4%, baja lubricación el 15,2% y anorgasmia un 8%).
En nuestro medio, la Dra. Alicia Casas Gorgal18 reporta que la mitad de las parejas
presenta alguna disfunción sexual a lo largo de su vida. Esto demuestra la pertinencia
de la pastoral familiar, de tener cierto conocimiento de las problemáticas sexuales, de
sus posibles causas y orientaciones para abordar cada situación particular. Los pastores
y los consejeros cristianos pueden desempeñar un rol importante en la solución de
muchas de las disfunciones leves, y esto en tres niveles claros de intervención:
• Dar permiso. Un primer nivel de intervención está dado por el rol que tiene
el pastor frente a la pareja que consulta por una dificultad sexual. Este es una
figura de autoridad que puede cumplir la función de legitimar o «autorizar» la
conducta sexual adulta en sus manifestaciones saludables, lo que en ocasiones
resuelve el problema. Puede trabajar con las creencias y las cogniciones de la pa-
reja sobre la sexualidad, intentando dar una perspectiva diferente de la misma,
vinculada al placer, la comunión, la intimidad, etc.
• Dar información. Un segundo nivel, tiene que ver con los conocimientos que
el consejero pueda ofrecer sobre la respuesta sexual humana en el hombre y la
mujer en los diferentes momentos vitales. Muchas veces lo que existe no es una
15 La Calle, P. y otros (2006). Dificultades sexuales en la práctica ginecológica. Sexología Integral; 3 (4): 204-209; Ballester, R y Gil, M.D.
1995.
16 Estudio epidemiológico sobre la prevalencia de disfunciones sexuales en la Comunidad Valenciana. (2008). Psicotema, vol.
7, nº 1, 95-14, 12 Guirao. En 15 (mayo 2011)
17 Recuperado de: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2008/05/21/mujer/1211377785.html
18 Alicia Casas Gorgal, médica psiquiatra, sexóloga clínica, coordinadora del programa Claves de la Asociación Civil Juventud
para Cristo de Uruguay. El Programa Claves está orientado a la prevención del maltrato y la violencia sexual hacia niños,
niñas y adolescentes y a la promoción de la cultura del buen trato.
CLASE 11
DISFUNCIONES SEXUALES, «MATRIMONIO BLANCO» .159
disfunción sino la ausencia de conocimiento en cuanto a lo que se requiere para
la existencia de la respuesta sexual.
Preguntas válidas
Es importante que el consejero evalúe sin ingenuidad el lugar que desempeña la dis-
función en la pareja, haciéndose algunas preguntas luego de hablar en conjunto y por
separado con los consultantes:
1. Causas biológicas
• Efecto de enfermedades: psiquiátricas, renales, vasculares, infecciosas, he-
páticas, metabólicas, hormonales, genitales locales, quirúrgicas, neurológi-
cas, musculares, etc.
• Agentes químicos: fármacos o drogas de abuso que actúan sobre el cerebro
o los genitales.
2. Causas psíquicas
Para que el funcionamiento sexual sea normal debe darse en un determinado
contexto donde la persona esté tranquila, se entregue a la experiencia y aban-
done todo control de la situación así como el miedo. Además debe haber una
apertura y confianza recíproca en la pareja, dándose a la experiencia de acuer-
do a un sistema de valores particular. Los sistemas de valores sexuales son,
según Masters y Johnson, «el conjunto de valores sociales que hacen que las
experiencias sensoriales individuales investidas de un significado erótico, sean
convertibles y aceptables como estímulo sexual». No es posible esperar una
buena respuesta sexual si la persona está en un entorno contrario a los mismos.
Si bien la respuesta sexual tiene un sustrato fisiológico básico, es interpretado
por las sociedades, las religiones y las culturas de manera diferente. Todo influ-
ye sobre esta respuesta sexual que tiene un nivel de vulnerabilidad mayor que
cualquier otro proceso fisiológico. Una visión integradora para la compren-
sión de las disfunciones sexuales hace que se puedan reconciliar abordajes y
escuelas diferentes que pueden ser complementarias. Helen Kaplan propone
cuatro niveles de comprensión: causas inmediatas, causas intrapsíquicas, causas
diádicas y causas aprendidas.
• Discordia marital: si hay hostilidad, ira contra el otro, temor (no consciente)
al abandono o al rechazo
• Sabotaje sexual ejercido por uno de los cónyuges, ya sea por presiones y exi-
gencias por parte del otro, por inoportunidad permanente de este, por burla
y desprecio de los deseos expresados, por fracaso en la comunicación, etc.
164. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
En este nivel solamente se explica la manera en que se adquieren los síntomas y la for-
ma de mantener su persistencia. Apunta al «cómo» y no al «por qué» de los síntomas
al describir los mecanismos psicofisiológicos de la disfunción sexual. Pero la gran im-
portancia terapéutica de este enfoque radica en que así como se aprende la disfunción
también se puede extinguir el síntoma sexual.
Es normal que el deseo fluctúe en una pareja equilibrada pero no que falte por un
tiempo muy prolongado. Es importante no confundir la disfunción del deseo con la
ausencia normal del deseo sexual. Algunas de estas situaciones de ausencia normal del
deseo pueden ser:
• Personas que se sienten cómodas con una frecuencia de deseo muy baja pero
que tienen problemas con una pareja con frecuencia diferente
• Personas que tienen una pareja desaseada, o a quien no se ama o que plantea
una relación destructiva o violenta (sería patológico que el deseo persistiera o
aumentara en estas circunstancias)
• El celibato sano por el cual se suprime el deseo hasta encontrar una pareja ade-
cuada o debido a tomar una opción religiosa
CLASE 11
DISFUNCIONES SEXUALES, «MATRIMONIO BLANCO» .165
• Frente a personas diferentes a la pareja con la que se tiene un vínculo de afecto
(el deseo exclusivo por esta persona, dice Kaplan, es algo que debería ser cele-
brado, y no constituir objeto de tratamiento)
El deseo sexual inhibido es la inhibición persistente y profunda del deseo sexual. El diagnóstico
es clínico y deben tenerse en cuenta factores como la edad, la salud, el género, la in-
tensidad y la frecuencia del deseo sexual y el contexto de la persona. Este diagnóstico
nunca debe hacerse a no ser que la falta de deseo sea fuente de malestar para el indivi-
duo o su pareja.
Esta disfunción puede estar presente mientras que las otras dos fases de la respuesta
sexual pueden no verse afectadas. Si bien están interconectadas y forman parte de un
proceso unitario con un generador común, cada fase tiene sus propias implicancias
neurofisiológicas y hormonales.
Otra variante es la disfunción del deseo situacional, por ejemplo, cuando no hay
condiciones de comodidad ni de seguridad, o frente a la pareja estable pero no ante
una pareja ocasional, o en el caso de que tener relaciones sexuales sea imposible por
factores externos.
Las causas de la disfunción del deseo en varones y mujeres son prácticamente las
mismas, salvo las que dependen de la función testicular. Dentro de las causas de la
166. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
inhibición del deseo (que se pueden clasificar en las cuatro categorías mencionadas
anteriormente) se destacan:
• Angustia y ansiedad relacionadas con lo sexual y hostilidad clara hacia la pareja. Supresión
involuntaria del circuito sexual mediante pensamientos negativos, activación de
los circuitos del miedo y de la ira (rasgos físicos desagradables para la persona,
recuerdos de comportamientos pasados, pensamientos negativos sobre sí mis-
mo, pensamientos antisexuales, etc.). Otras causas pueden relacionarse con no
querer tener relaciones con esa persona y en esa situación, el acoso o la violencia
del compañero, el miedo inconsciente al éxito, a la intimidad, al compromiso o
con causas intrapsíquicas más profundas.
• Estrés crónico. Por situaciones conflictivas prolongadas, por esfuerzos que culmi-
nan en fracasos repetidos que agotan los mecanismos fisiológicos defensivos
(al reducir los neurotransmisores y disminuir la testosterona) tanto en hombres
como en mujeres. Se ve en pleitos judiciales, separaciones, divorcio, desempleo,
jubilación forzada, exilio, etc.
• También puede disminuir el deseo en los trastornos neurológicos que afectan los centros sexua-
les del cerebro, como traumatismos, epilepsia, síndromes paraneoplásicos, y en
enfermedades debilitantes como hepatitis, cáncer y enfermedades degenerativas
y pulmonares.
La disfunción eréctil
Es la incapacidad persistente de conseguir y mantener una erección suficiente que
permita un rendimiento sexual satisfactorio. Aunque es un trastorno benigno, afecta
la salud física y psicosocial y tiene una repercusión importante en la calidad de vida
de quienes la sufren, de sus parejas y familias. Debe existir un juicio clínico de que el
hombre realiza actividades sexuales que son adecuadas en tipo, intensidad y duración.
La disfunción eréctil es primaria cuando implica la incapacidad permanente y desde el
primer coito: nunca se logró una introducción vaginal ni anal en la relación.
• Genéticas y congénitas
• Urológicas
• Orgánicas generales
En cuanto a las causas psíquicas de la disfunción eréctil, pueden ser aplicados los
cuatro niveles de las causas detalladas al inicio aunque algunas de ellas se registran con
mayor frecuencia. Dentro de estas se destacan:
En cuanto a las causas de excitación sexual inhibida en la mujer, esta puede deberse a:
Para Gindin y Huguet, «las causas reales de la eyaculación precoz son básicamente
dos: ansiedad y mal aprendizaje. Ambas interactúan y se refuerzan mutuamente». A
su vez, Masters, Johnson y Kolodny concuerdan con dicha afirmación y sugieren que
los elementos más importantes en el desarrollo de la eyaculación prematura son «ex-
periencias sexuales tempranas que condicionaron una respuesta rápida o ansiedad que
se ve activada por situaciones de naturaleza sexual». Otras causas psicológicas pueden
ser: mensajes antisexuales en la infancia, falta de información sexual, presión por parte
de la pareja, ambiente familiar problemático, estrés, miedo al fracaso y dificultad en
controlar los estímulos.
En los eyaculadores precoces hay un déficit perceptivo, por lo cual los tratamientos
más eficaces hasta el presente son aquellos que utilizan los aprendizajes y los procesos
de reentrenamiento para (1) facilitar la discriminación de las sensaciones que ocurren
inmediatamente antes de cada eyaculación y (2) reducir la ansiedad y mejorar el rela-
cionamiento general en ambos miembros de la pareja. El reaprendizaje consiste sim-
plemente en habituar a la corteza cerebral para recibir dosis crecientes de estímulos, y
así ser consciente de ellos y «sacárselos de encima» eyaculando cuando uno voluntaria-
mente lo decida.
Puede ser provocado también por lesiones de la parte inferior de la médula, escle-
rosis múltiple y traumatismos. La enfermedad de Parkinson también puede provocarla,
así como una cirugía pélvica que haya seccionado nervios. A nivel psíquico, la auto
observación obsesiva, la incapacidad de abandonarse a la experiencia, el miedo a la
intimidad, al placer o a las mujeres, o la ambivalencia hacia las mismas así como perso-
nalidades muy rígidas, pueden estar en el origen de la disfunción. Las causas diádicas
mencionadas también pueden estar presentes y en especial las que expresan hostilidad,
lucha y castigo en relación a la pareja.
1. Vaginismo
Esta disfunción no está vinculada con una fase de la respuesta sexual específica sino
que aparece en cualquier fase siempre que se intente penetrar la vagina. Se trata de un
espasmo involuntario de los músculos que rodean la entrada vaginal que se da siempre
que se intenta introducir un objeto en el orificio vaginal. Las relaciones de pareja pue-
172. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
den ser satisfactorias en otros aspectos, hasta el punto en que desarrollen excitación y
orgasmo mediante caricias siempre y cuando no intenten el coito. Es causa frecuente
de «matrimonio no consumado» (que abordaremos en el siguiente apartado).
3. Dispareunia
El coito se halla asociado al dolor genital recurrente y persistente que se produce justo
antes, durante o después del coito, tanto en varones como en mujeres. Es muy fre-
cuente y las causas orgánicas son múltiples. Requieren de un cuidadoso examen físico.
En los hombres puede deberse a lesiones del pene, lesiones dermatológicas, infec-
ciones e inflamaciones genitales, etc. Las causas psicológicas son frecuentes; se debe
buscar el significado simbólico de la evitación del coito. En las mujeres, las causas or-
gánicas son múltiples, vinculadas a lo infeccioso, inflamatorio, cicatrizal, falta de lubri-
cación, artrosis, torpeza de la pareja que produce lesiones, etc. En las mujeres las causas
psicológicas pueden ser varias, pero se agregan los intentos de coito con insuficiente
excitación y lubricación vaginal.
4. Fobias sexuales
Es el miedo persistente e irracional y el deseo compulsivo de evitar sensaciones y expe-
riencias sexuales. El propio individuo reconoce este miedo como excesivo e irracional.
Requieren un tratamiento psiquiátrico específico.
CLASE 11
DISFUNCIONES SEXUALES, «MATRIMONIO BLANCO» .173
«Matrimonios blancos» o no consumados (MNC)
Se define así al trastorno que presenta una pareja que, pese a intentar la realización del
coito de manera regular, no ha podido lograr nunca la penetración intravaginal luego
de un lapso de tiempo establecido arbitrariamente.
El Dr. Gindin postula que esta es una entidad clínica aparte y que debe diferenciarse
de las causas individuales reconocidas como vaginismo, fobias sexuales o disfunciones
sexuales masculinas (eyaculación precoz o disfunción erectiva) ya que estas pueden
coexistir con la posibilidad de coito penetrativo.
19 Davidson, Sh. y Yftach, R. (1976). The therapy of the unconsummated marriage, en Psychotherapy Theory, Research and Prac-
tice, Vol 13 (4), pp.. 418-419.
174. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
Kinsey, en una estadística realizada sobre un número relevante de casos, señala que
alrededor del 2% de las parejas en edad de copulación no consuman el acto sexual. Otra
cifra, confirmada en Estados Unidos, indica que en realidad por lo menos el 5% de los
casos de esterilidad se deben a la no consumación (Stallworthy, Sturgis Malleson).
En su libro Virgin Wives (Esposas vírgenes), Friedman describió tres tipos de mujeres:
1. «La bella durmiente del bosque». Mujer infantil que vive con su marido una relación
fraterna. Son parejas dependientes de los padres y, a menudo, eternos estudian-
tes. Estos casos son los más frecuentes.
2. «Brunilda». La relación sexual se vive como una batalla entre sexos con la angustia
de que la feminidad sea un índice de debilidad y pasividad.
3. «La abeja reina». Estas mujeres quieren que el hombre les dé hijos pero rechazan
la sexualidad. El acto sexual es «sucio y humillante», no es más que una penosa
necesidad para quedar embarazadas.
Nadine Grafeille describe las personalidades de los maridos de las mujeres con vagi-
nismo como sexualmente inhibidos (impotentes o eyaculadores precoces), con intenso
horror a la castración, homosexualidad latente y una moral de tipo masoquista como
consecuencia de una crianza represiva y de rasgos de carácter de tipo obsesivo. Otros
los describen como monogámicos, fieles y protectores, que representarían el rol de
madre frente a sus esposas. En los varones se descubren impotencias y falta de deseo,
en casos en los que el matrimonio se haya celebrado por razones sociales y con un pro-
pósito exclusivamente reproductor. Se ve en casos de homosexualidad egodistónica.
Estas impotencias tienen un pronóstico muy grave.
CLASE 11
DISFUNCIONES SEXUALES, «MATRIMONIO BLANCO» .175
Otras manifestaciones menos frecuentes son formas de eyaculación ultraprecoz
que suelen ir acompañadas de una erección insuficiente.
Son muy pocas las referencias de causas orgánicas de MNC referidas en la biblio-
grafía específica. Algunos autores afirman que las afecciones orgánicas (himen rígido,
fusión de labios vaginales, atresia de órganos sexuales, etc.) se dan en menos del 10%
de los casos.
Muchas parejas creen que el tiempo resolverá el problema por sí mismo, pero eso
no es verdad. Por lo general acuden cuando desean tener un hijo alrededor de los dos
años de celebrado el matrimonio. En otros casos se han recibido consultas de matri-
monios de quince años de relación. Algunos matrimonios no consumados han llegado
a concebir ya que si bien no existió nunca sexo penetrativo los juegos sexuales y la eya-
culación en la vulva o el introito vaginal permitieron que la mujer quedara embarazada.
Existe terapia para el matrimonio no consumado, pero la pareja debe buscar ayuda
especializada. La terapia es de corta duración, tiene como base la reeducación, técnicas
de relajación y, en ocasiones, medicación sedante o ansiolítica.
EJERCICIOS
1. «La mayoría de las disfunciones sexuales tiene una base orgánica». ¿Esta afir-
mación es verdadera o falsa? Justifique y dé ejemplos.
VIDEO 12
introducciÓn
01. infertiLidad
dilemas éticos
raquel y Lea
Zacarías y elisabet
.179
Conclusiones integradoras
CLASE 12
FERTILIDAD,
FECUNDACIÓN Y
REPRODUCCIÓN
ASISTIDA
Ilusiones y desilusiones
Es claro que no todos los proyectos y los sueños que nos proponemos en la vida lograr
concretarse. Con frecuencia tenemos que resignar algunos, modificar otros y alcanzar
algunos de ellos. Uno de los deseos más profundos e irresistibles (para la gran mayoría
de los seres humanos) es ser madre o padre en algún momento de la vida. Este deseo
responde a una marca que Dios mismo ha impreso en el corazón de los hombres y las
mujeres a través de los tiempos y de las culturas. «Y los bendijo Dios, y les dijo: fructi-
ficad y multiplicaos...» (Génesis 1.28, RVR60).
Todos los seres humanos transitamos por diferentes etapas a lo largo de nuestra
vida: niñez, adolescencia, juventud, madurez, vejez. Las familias que constituimos tam-
bién atraviesan diversas etapas en su ciclo vital: la formación de la pareja, la llegada del
primer hijo, la adolescencia y juventud de los hijos, el «nido vacío».
Cuando una pareja ve frustrado su deseo de tener hijos, el ciclo vital normal se ve
interrumpido. Parece tan fácil y tan «natural» tener hijos, en el tiempo y con la fre-
cuencia que se decida, que no solemos prepararnos para esta eventualidad que cambia
dramáticamente la vida. Sin embargo, esto no es excepcional. Por el contrario, un buen
porcentaje de parejas no podrá hacer real este deseo, al menos no sin complicaciones.
Se estima que del 10 al 15% de las parejas (porcentaje que va en aumento en las grandes
ciudades) no acceden a la paternidad/maternidad a pesar de desearlo con intensidad.
En algunos casos no se logra el embarazo y en otros, habiéndolo logrado, resulta
inviable y se pierde. Cabe aclarar que un embarazo que se interrumpe es un hijo que
muere antes de nacer; así lo experimentan los padres. Con frecuencia el entorno no
dimensiona la magnitud de la pérdida.
La interrupción del ciclo vital familiar porque el hijo deseado no llega no es una
cuestión menor. A diferencia de otros sueños e ilusiones que pueden reformularse o
cambiarse por otros, el deseo de ser madre o padre no se resigna ni se cambia con faci-
lidad, y provoca intenso sufrimiento a sus protagonistas. «La esperanza que se demora
es tormento del corazón; pero árbol de vida es el deseo cumplido» (Proverbios 13.12,
RVR60).
El espacio que se preparaba para la llegada de un hijo o una hija permanece vacío.
Cada mes se tejen ilusiones y esperanzas. Cada mes se experimentan desilusiones y
desesperanzas.
El duelo es un proceso psicológico normal y necesario que se desencadena cada vez que
sufrimos una pérdida y nos permite recuperarnos de ella. Un ser querido que muere, el
fracaso matrimonial, hijos que no cumplen con las expectativas de sus padres, rupturas
de vínculos significativos, pérdidas económicas, fracasos diversos y también sueños
que no se concretan, requieren de un trabajo de «des-apego» (contrario al «apego») que
duele, y mucho. El trabajo de duelo es algo así como una «cicatrización de las heridas
CLASE 12
FERTILIDAD, FECUNDACIÓN Y REPRODUCCIÓN ASISTIDA .183
del alma» que permite que después de un tiempo (variable según el caso) ya no duela
la herida emocional producida por la pérdida (siempre y cuando el proceso de duelo se
haya completado de forma adecuada).
El duelo por un hijo que no llega comparte características similares a otros duelos
por pérdidas, pero también tiene algunas marcas diferenciales. Es similar a otros duelos
por el hecho de producirse en etapas y cursar con diversos tonos emocionales a través
del tiempo (shock, negación, ira, depresión, aceptación). Es diferente, entre otras co-
sas, porque suele transitarse en soledad. La pareja que atraviesa esta vicisitud encuentra
muy difícil compartir con otros lo que experimenta. Se produce un gran silencio, tanto
por parte de los protagonistas como del entorno que no quiere hacer preguntas y, en
general, no sabe cómo acercarse a un tema tan delicado e íntimo.
«A diferencia de otros duelos donde los familiares, los amigos y los her-
manos en Cristo acompañan al que ha perdido a un ser querido, animán-
dolo, ofreciéndole sostén y cariño, el duelo por un hijo que no podrá ser
suele atravesarse en la soledad, y el que sufre, por lo general, no se siente
acompañado ni comprendido por los que lo rodean. Es común que el
matrimonio sin hijos sienta la presión familiar y de amigos a través de las
preguntas indiscretas o aun de las miradas de compasión y lástima. Gene-
ralmente los amigos y los familiares prefieren el silencio para no herir ni
lastimar, pero las miradas y los silencios también son elocuentes. Todos
saben de “lo que no se debe hablar”. Aun queriéndolo, no se sabe cómo
ayudar. Resultado: la pareja se siente sola. A veces ni siquiera el tema puede
ser profundamente tratado entre los miembros de la pareja, por miedo a
herirse mutuamente, con lo cual la soledad se agiganta».20
20 Mamarian, M. E. (2003). Esperanza en medio de ilusiones perdidas, Ediciones Kairos, pp. 127,128.
184. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
En estos casos lleva un tiempo reconocer que se está ante una crisis. Como en toda
crisis, se produce una desestabilización, el equilibrio se rompe y es necesario reordenar
pensamientos y sentimientos. «Nunca pensamos que esto pudiera pasarnos», «¿Por qué
nos resulta difícil algo que es tan fácil para otros?», «¿Por qué Dios no nos bendice con
un hijo?», «¿Tenemos que seguir esperando?», son algunos de los infinitos interrogan-
tes planteados.
Hay todo tipo de ofertas en el «mercado médico», desde las más simples y econó-
micas hasta las más complejas y onerosas. Inseminación artificial, fecundación in vitro,
ovodonación, donación de esperma, alquiler de vientres, óvulos congelados... son al-
gunas prácticas que nos suenan lejanas y muy teóricas cuando no necesitamos usarlas.
Sin embargo, para la pareja que ve frustrada su posibilidad de tener hijos con na-
turalidad, es una nueva carga a asumir. Solo a título ilustrativo, mencionaremos algu-
nas de las preguntas frecuentes en este sentido: «¿Es lícito acudir a cualquier técnica
de reproducción?», «¿Hay límites en el uso de las técnicas disponibles en el merca-
do?», «¿Estará bien que aceptemos la ovodonación?», «¿Cuánto dinero invertiremos
(si es que lo tenemos) para acceder a estas prácticas?», «¿Dios aprueba el método que
propusieron los médicos?».
ren la salud y el bienestar del ser humano, pero debemos ser conscientes
de utilizarlas sin egoísmo y dentro de los límites del amor. Debemos vivir
con un sentido genuino de responsabilidad para con Dios, nosotros mis-
mos y los hijos con que somos bendecidos y bienaventurados».21
No es el objetivo de esta clase dilucidar sobre las cuestiones éticas de estas prácti-
cas pero sí despertar conciencia de que el acompañamiento pastoral debe incluir estas
cuestiones. Será importante, entonces, estudiar responsablemente estos temas, pedir
asesoramiento a los profesionales del área, orar al respecto, acompañar con gracia y
alentar la libertad de conciencia de la pareja que debe resolver también estos cuestio-
namientos.
Sentimientos en juego
21 Varios autores (2000). Serie Bioética. Preguntas básicas sobre sexualidad y tecnología reproductiva. Grand Rapids, EE.
UU.: Editorial Portavoz, p. 90.
CLASE 12
FERTILIDAD, FECUNDACIÓN Y REPRODUCCIÓN ASISTIDA .187
Su tristeza se acentuaba, además, por la burla y el desprecio de que era objeto
por parte de Peniná, la otra esposa de su marido. Ana tampoco se calmaba por
las palabras ni el consuelo de un esposo amoroso como Elcaná, quien le decía:
«Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué estás triste y no comes? ¿Acaso no soy para ti
mejor que diez hijos?» (1 Samuel 1.8, DHH). Ana, que era una mujer piadosa,
le expresa al sacerdote Elí lo siguiente: «... me siento angustiada y estoy desahogando
mi pena delante del Señor. [...] he estado orando todo este tiempo porque estoy preocupada y
afligida» (1 Samuel 1.15-16, DHH). Los creyentes en Cristo no son extraterres-
tres. También es normal que experimenten sentimientos de tristeza y aun que
padezcan depresión.
22 Van Regenmorter, J. y S. (2005). Cuando la cuna está vacía. Miami, EE. UU:: Editorial Unilit, p. 40.
23 Eisenman, T. (2000). Trece tentaciones que enfrenta tu familia. Buenos Aires, Argentina: Editorial Certeza, p. 255.
CLASE 12
FERTILIDAD, FECUNDACIÓN Y REPRODUCCIÓN ASISTIDA .189
Estas son algunas de muchas preguntas que no siempre esperan una respuesta ló-
gica (que tampoco sería suficiente). Aunque en algunos casos puede ser la expresión
del desánimo y el enojo, generalmente no expresan rebeldía ni incredulidad sino que
surgen de un corazón dolorido que se dirige a Dios, de quien, en definitiva, se espera
el don de un hijo.24
Acompañamiento pastoral
Cada situación humana de dolor nos confronta con nuestros propios sentimientos,
nuestras creencias y nuestros límites.
Al acompañar a personas que sufren se impone, en primer lugar, abrazar una ac-
titud de humildad, compasión y respeto. Humildad porque debemos reconocer que
no sabemos mucho (más bien, casi nada) sobre la situación particular de esa persona
o, en estos caso, ese matrimonio. Compasión porque solo desde ahí podemos sentir (o
al menos intentarlo) lo que experimenta la persona que sufre. Respeto para caminar al
lado, al mismo tiempo y sin empujar ni dejar solo al sufriente. También se respeta al
no minimizar ni ignorar el problema o brindar soluciones «cuasi mágicas». Se respeta
mediante el abrazo, el silencio, la oración y el acompañamiento.
25 Varios autores (2000). Serie Bioética. Preguntas básicas sobre sexualidad y tecnología reproductiva. Grand Rapids, EE.
UU.: Editorial Portavoz, pp. 21-22
CLASE 12
FERTILIDAD, FECUNDACIÓN Y REPRODUCCIÓN ASISTIDA .191
engorrosos y largos. Sin embargo, merece la pena intentarlo (suelen
resultar más rápidos si se acepta adoptar niños o niñas de mayor edad
y si hay disposición a adoptar a dos o tres hermanos).
EJERCICIOS
1. Leer el testimonio de Elisa y Fernando incluido a continuación.
5. ¿Cómo se podría ayudar pastoralmente a una pareja que atraviese por una ex-
periencia parecida?
192. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
Elisa y Fernando
comparten su experiencia:
Esta larga lista de luegos no es más Luego de seis meses más hicimos un
que el pequeño reflejo, en pocas lí- cuarto tratamiento.
neas, de lo que significa vivir durante
un lapso de tu vida poniendo siem- Luego del resultado negativo del cuar-
pre una ilusión por delante para po- to tratamiento, pasó un año más has-
der seguir: ta que hicimos algunos viajes por dis-
tintas provincias de nuestro país para
Luego de cinco años de casados de- llevar nuestra carpeta de solicitud de
cidimos comenzar la búsqueda por adopción.
agrandar la familia.
Luego de esto tuvimos la posibilidad
Luego de catorce meses de búsqueda de hacer un quinto tratamiento y co-
«natural» comenzamos a hacernos menzamos a dialogar sobre esto con
análisis médicos. los médicos.
Luego de cinco meses de estudios pu- Luego de un año más comenzamos a
dimos dar con un primer diagnósti- poner foco en otras cosas de la vida
co. como sueños o anhelos que tenía-
mos más allá de los hijos.
Luego de un año de indecisiones hi-
cimos nuestro primer tratamiento de Luego de siete meses más, en medio
fertilidad. del trabajo por lograr estos anhe-
los, estar decepcionados del sistema
Luego del primer resultado negativo
de adopción y a punto de realizar
pasaron cuatro meses para el segundo.
otro tratamiento más, nos llamaron
Luego del segundo resultado negativo de un juzgado dándonos la noticia
pasaron seis meses hasta el tercero. de que dos hermanitos, Abigail e
Ismael, mellizos de diecisiete me-
Luego del tercer resultado negativo ses, estaban esperándonos para ser
decidimos buscar ayuda psicológica. nuestros hijos.
que el próximo mes o año nos iba Tanto fracaso aparente también te
a encontrar con hijos, la desazón saca miedos a jugarte por sueños o
total por un nuevo resultado nega- anhelos que tenías guardados. Te in-
tivo (tanto de tratamiento como de vita a luchar por mejorar áreas de tu
adopción), nuestra mezcla de alegría vida, cosa que a veces no saldría a la
y dolor cada vez que algún amigo o luz si todo resultara como uno espe-
persona cercana nos contaba que es- ra. La dificultad puede ser un medio
peraba un hijo (alegría por él pero al para que uno se fortalezca y encare la
mismo tiempo dolor por nosotros), realidad de otra manera.
nuestro miedo a que esto nunca ter- Gracias a Dios esto nos fortaleció
minara… porque llega un punto en mucho como matrimonio y siempre
que la sensación es que esto nunca mantuvimos el diálogo; poder hablar,
tiene fin... «filosofar» constructivamente sobre
cómo actuábamos o reaccionábamos
Más de una vez nos decíamos que
frente a esta espera nos llevó a cono-
el reloj se había detenido, como que cernos y amarnos mucho más.
estábamos estancados en una etapa
que no se terminaba jamás. Un espacio que valoramos muchísi-
mo fue «Caminos», un grupo de ayu-
Entre tantas cosas tristes, hay otras da mutua al que asistíamos regular-
muy buenas que nos pasaron y que mente con otras parejas que también
no nos resultaba tan fácil de ver pasaban por la misma situación. Es
mientras esperábamos: cambió nues- necesario sentirse identificado con
tra manera de considerar a los demás otros y conversar, expresar senti-
y el sufrimiento o la espera ajena. mientos en un marco de sinceridad,
Simplemente por eso de que vivir la animar y dejarse alentar.
misma experiencia te une. Cambió
nuestra manera de relacionarnos con Con respecto a la adopción de nues-
Dios: llegamos a puntos de enojo y tros hijos, ¿cómo decir tanto en po-
reclamos que nos permitieron vivir cas palabras? ¡Son alegría pura, sor-
a Dios de cerca en muchas ocasio- presa permanente, mucha vida junta,
milagro de Dios hecho realidad, la
nes. Entendimos que Él comprende
muestra permanente de que la difi-
nuestro dolor porque el mismo señor
cultad te puede cambiar la vida de
Jesucristo experimentó el dolor en
una manera extraordinaria!
carne propia.
194. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
Entendemos por fecundidad a la capacidad que puede tener un hombre o una mujer
(también machos o hembras) para reproducirse y generar seres que mantienen los
rasgos de la especie a la que pertenecen. La fecundidad se da a partir de la posesión de
parámetros normales de fertilidad, es decir, de poder efectivamente tener descendencia.
En términos más metafóricos, la palabra fecundidad también se usa para designar la ca-
pacidad de una persona de producir elementos u obras a partir de su intelecto, de su
habilidad, de su fuerza (por ejemplo cuando se dice que la obra de un director de cine
«es muy fecunda»).26
La Biblia de las Américas (LBLA) traduce Génesis 1.28 así: «Y los bendijo Dios y les
dijo: “Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla…”». Otra traducción
dice: «Y los bendijo Dios; y díjoles Dios: “Fructificad y multiplicad, y henchid la tierra,
y sojuzgadla...”» (RVA).28
En ambas versiones vemos que Dios bendijo a la humanidad con fecundidad y ferti-
lidad. Esto implica dar frutos en abundancia de todo tipo y específicamente alude a la
reproducción humana, o sea tener descendencia.
Ahora bien, en el inicio de una nueva vida se produce la unión de un óvulo con un
espermatozoide. En la reproducción natural, tras la eyaculación, millones de esperma-
tozoides llegan a la vagina y se da inicio a una verdadera carrera de obstáculos para
llegar hasta el óvulo. Los espermatozoides viajan desde la vagina hasta las trompas de
Falopio, donde se encontrarán con el óvulo. De los millones de espermatozoides solo
uno podrá fecundar el óvulo rompiendo su membrana. Una vez conseguido, el esper-
matozoide pierde la cola y se fusiona con el núcleo del óvulo. Es entonces cuando se
produce una reacción que endurece la membrana del óvulo para evitar que ningún otro
espermatozoide pueda entrar. Esta nueva célula es capaz de generar un ser humano
completo cuando se dan las condiciones intrauterinas para que así suceda.
Cuando se comienza a conocer en detalle cada uno de estos sucesos uno no puede
dejar de maravillarse por el milagro de la creación divina. Es asombrosa la manera en
que todo ocurre de forma perfecta y sincrónica, el modo en que cada célula se multi-
plica, genera tejidos y toma distintas formas y funciones hasta llegar a constituir un ser
humano completo. ¡Maravilla y milagro de Dios!
En la actualidad (recordemos que la cultura también nos atraviesa) sucede que cuan-
do una pareja desea tener un hijo puede encontrarse ante la posibilidad de sufrir infer-
tilidad. Esto puede ocurrir por diversas causas que algunas veces son conocidas y otras
no. Puede pasar que no haya desarrollo de la totalidad o parte de los órganos repro-
ductores, que por lesión o enfermedad se haya perdido la capacidad de reproducción,
que los espermatozoides o los óvulos no sean funcionales, o que siéndolo y habiéndose
producido la fecundación (es decir la unión de ambas células) no hubo un crecimiento
del nuevo ser. En fin, son muchos los factores (femeninos, masculinos o combinados)
que pueden causar la infertilidad.
Gracias a los avances científicos, médicos y tecnológicos hoy en día se abren nuevas
posibilidades para la paternidad y la maternidad. La reproducción asistida es la forma
de reproducción en la que se cuenta con la asistencia médica para poner en contacto el
óvulo con el espermatozoide. Reconocemos su importancia aunque no desconocemos
las discusiones bioéticas pendientes, como el congelamiento y selección de embriones,
por mencionar algunas.
Las técnicas de alta complejidad son las que tienen por objeto la unión entre el
óvulo y el espermatozoide por fuera del sistema reproductor femenino, incluyendo a la
fecundación in vitro, entre otras.
CLASES 10 y 11:
Libros:
Carrobles, J. A. y Sanz, A. (1991). Terapia Sexual. Madrid, España: Fundación Univer-
sidad-Empresa.
Kaplan, H. (1975, 2010). Manual ilustrado de terapia sexual. Barcelona, España: Grijalbo.
Olazabal, J. C. (ed.) (1990). Manual de sexualidad en atención primaria. Salamanca, Espa-
ña: Amaru Ediciones.
Wespes, E. (1992). Ejaculation et ses troubles. Bruxelles, Francia: Editions techniques.
CLASE 12:
REFERENCIAS BÍBLICAS:
LBLA: La Biblia de las Américas. Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman
Foundation.
NVI: La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 por
Biblica, Inc.® Usada con permiso. Todos los derechos reservados.
RVR60: Reina-Valera 1960. Copyright © 1960 por American Bible Society.
RVA: Reina-Valera Antigua (1909). Copyright de dominio público.
clase 13
Prácticas
de disciplina
espiritual en
la familia
Docente: Lic. Carlos A. López
Una copa
clase 13
UNA CONVER-
SACIÓN QUE
TRANSFORMA
A LA FAMILIA
Objetivos específicos:
El Salmo 1 describe el deleite y la vitalidad de la vida del hombre y la mujer que medita
en la Palabra de Dios:
A la luz de este pasaje, alguien dijo que “la meditaciónabre el suelo del alma y permite que
el agua de la Palabra de Dios filtre profundamente en él”.
Hay muchos otros pasajes bíblicos que enseñan la importancia de escuchar atenta-
mente a Dios por medio de su Palabra. Lea los siguientes pasajes y escriba brevemente
lo que le llame la atención sobre escuchar con atención la Palabra de Dios.
Josué 1:8a
Salmo 63:6
Salmo 119:148
Jeremías 15:16
Santiago 1:25
“¿Por qué meditar? Porque yo soy cristiano. Por lo tanto, todos los
días en los que no penetro más profundamente en el conocimiento
de la Palabra de Dios, en la Sagrada Escritura, es un día perdido para
mí”.(Dietrich Bonhoeffer, 1906-1945). Fue un pastor y teólogo lu-
terano alemán que participó en el movimiento de resistencia contra
el nazismo. Fue ejecutado el 9 de abril de 1945, probablemente por
orden especial del propio Hitler, en el campo de concentración de
Flossenbürg. Momentos antes de su ejecución, Bonhoeffer se arro-
dilló, oró, y luego subió tranquilamente los escalones de la horca
preparada para su martirio.
Con toda razón, cada vez que abrimos nuestra Biblia en el salterio sagrado, el
salmista nos recuerda el inmenso valor de la meditación bíblica en nuestras vidas.
Meditar en la Palabra de Dios es tan sólo uno de los canales de la conversación. Por
medio de la lectura y meditación de la Biblia, Dios nos habla. Pero para que exista una
conversación se necesita que nosotros respondamos adecuadamente a la voz de Dios.
210. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL
El Dr. Stanford Orth, por muchos años profesor de Vida Espiritual del Seminario Teo-
lógico Centroamericano de Guatemalay escritor de muchas de los conceptos aquí ex-
presados, sugiere el uso de varias preguntas al texto bíblico mientras meditamos en él.
a). ¿Qué encontramos en estos versículos que nos enseñan a… y nos llevan a…:
…conocer más a Dios, amarlo, adorarle y agradecerle?
…confesar y arrepentirme de una desobediencia o pecado en particular?
…someter a Dios alguna área de nuestra vida o matrimonio o familia?
…obedecer a Dios en algún aspecto específico?
…tomar una decisión en cuanto a algo que Dios nos está pidiendo?
…hacer cambios en algún aspecto de carácter, actitud, hablar, en nuestra rela-
ción matrimonial, familiar o con terceros?
…aceptar, amar, servir, apoyar o edificar a otro miembro de la familia o alguna
persona cercana, sea cristiana o no cristiana?
…depender más de Dios en una circunstancia de prueba, tentación o desafío en
particular?
¡Al final, oremos al Señor lo que queremos decirle con respecto a cada respuesta!
b) Se pueden utilizar preguntas como las que siguen para profundizar nuestro
aprendizaje del pasaje a meditar. Recordemos que las preguntas sirven de guía
para descubrir mayores profundidades en la Palabra de Dios. También debemos
tomar en cuenta que no todo pasaje tendrá una respuesta a cada pregunta.
• ¿Hay una promesa en la cual debemos confiar?
• ¿Tiene la promesa una condición que necesitamos cumplir?
• ¿Hay un ejemplo que debemos seguir? O ¿Un ejemplo negativo que debemos
evitar?
• ¿Hay una oración en el pasaje que debemos orar como familia?
• ¿El pasaje enseña una nueva actitud que debemos tomar en cuenta?
• ¿El pasaje indica algo sobre lo cual debemos tomar una decision en familia?
clase 13
UNA CONVER-SACIÓN QUE TRANSFORMA A LA FAMILIA .213
c) Al meditar en el pasaje, podemos reflexionar sobre las necesidades en
nuestra vida personal, matrimonial o familiar:
• ¿El pasaje nos orienta sobre algún problema interpersonal que tenemos?
• ¿Nos orienta en la prueba que estamos experimentando?
• ¿Nos orienta en la tentación que estamos enfrentando?
• ¿Nos orienta en la decisión que debemos tomar?
• ¿Nos orienta en algún aspecto de nuestra vida en el hogar, el trabajo o el
ministerio en la iglesia?
Les animo a ser parte de esta maravillosa conversación que transformará su vida
personal, su matrimonio y su familia. Dios desea conversar con ustedes cada día, como
lo hacía en el principio con la primera parejacuando los visitaba al aire fresco del día
(Gn. 3:8-9) y como nos enseñó a través del ejemplo de su amado Hijo Jesucristo (Lc.
11:2-12).