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Programa Pastoral Familiar

Módulo 02. Pastoral de la pareja matrimonial

Editor general:
Jorge Galli

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Comunitaria - Instituto Teológico FIET)
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. Diseño Gráfico: Ana Inés Guzmán Palacio
. Edición Audiovisual: Luis Adonis
contenido
MÓDULO 02. PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Unidad 1. El vínculo del amor bíblico


en el matrimonio. Docente: Lic. Claudia Doddo 05
Clase 1. El matrimonio y el amor erótico (eros) 07
Clase 2. El matrimonio y el amor del servicio (ágape) 19
Clase 3. El matrimonio y el amor del perdón (caris) 29
Bibliografía de la Unidad 1 39

Unidad 2. RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS EN


EL MATRIMONIO. Docente: Lic. Federico Mazzone 41
Clase 4. Análisis de conflicto 45
Clase 5. Aspectos subjetivos del conflicto 55
Clase 6. La intervención del consejero pastoral 65
Bibliografía de la Unidad 2 74

Unidad 3. LA COMUNICACIÓN MATRIMONIAL.


Docente: Lic. Gustavo Valiño 75
Clase 7. La comunicación asertiva 77
Clase 8. La escucha activa 93
Clase 9. El desarrollo de la intimidad 111
Bibliografía de la Unidad 3 127

Unidad 4. LA SEXUALIDAD EN EL MATRIMONIO.


Docentes: Dra. Lucía Pérez, Ing. Carlos Jacobs,
Lic. María Elena Mamarian 129
Clase 10. Dimensiones de la sexualidad humana y fases
de la relación sexual 131
Clase 11. Disfunciones sexuales, «matrimonio blanco» 153
Clase 12. Fertilidad, fecundación y reproducción asistida 177
Bibliografía de la Unidad 4 199
UNIDAD 1

EL VÍNCULO
DEL AMOR
BÍBLICO EN EL
MATRIMONIO
Docente: Lic. Claudia Doddo
Una flor
CLASE 1

EL MATRIMONIO
Y EL AMOR
ERÓTICO (eros)
8.

VIDEO 01
EL MATRIMONIO Y EL AMOR ERÓTICO
LIC. CLAUDIA DODDO

introducciÓn

01. Las actitudes de este víncuLo


_ el lenguaje

_ el entorno

_ Los estímulos

_ Los ritmos

_ no hay rutinas

_ conclusión
.9
02. La exclusividad de la pareja
_ Respeto y confianza

_ Pertenencia y seguridad

_ Renunciar a seducir

_ Conclusión

03. Cuidar la intimidad

_ Crisis evolutivas de la vida

• El casamiento

• Los hijos

• La mediana edad

• Personas que dependen de nosotros


10.
_ Dificultades internas y externas

_ Uso del tiempo

_ Necesidad de recreación

_ Intimidad y autoestima

_ Conclusión

Conclusiones integradoras
CLASE 1

EL MATRIMONIO
Y EL AMOR
ERÓTICO (eros)

«Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo


perfecto». Colosenses 3.14 (NVI)

Al referirnos al matrimonio bíblico nos proponemos describir el consejo de Dios con


respecto a dicho vínculo destinado a mediar en la expresión de la plenitud de vida que
Él mismo quiere que vivamos.

El matrimonio bíblico, atravesado por tres formas de amar (eros, ágape y caris), es un
buen ámbito donde los hijos aprenden a relacionarse y reciben inspiración. El esfuer-
zo girará en torno a sostener las conductas que logran esto, que no son espontáneas
ni vienen dadas en el inicio sino que llegan como resultado de decisiones y se llevan a
cabo con esfuerzo y dedicación.

Cada pareja es exclusiva como binomio aunque estructuralmente las pautas para
lograr una mejor relación sean las mismas. Así como no hay una persona idéntica a otra
tampoco ocurre con los matrimonios. Cada pareja revisará el amor desde el área que
sienta más débil o vulnerable. Podríamos pensar el vínculo como una relación entre
llave y cerradura: a lo largo de la vida es necesario pulir, aceitar y ajustar. Esto se logra
mediante la guía del Hacedor de la vida; Él es quien define al amor y le da sentido a la
12. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

vida matrimonial y a los modos vinculares dentro de ella (1 Juan 4.7 expresa: «… por-
que el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce», NVI).
Al hablar del amor erótico desde la perspectiva bíblica es necesario remitirnos al libro
de Cantares, que relata dicha clase de amor en su máximo esplendor.

En el primer capítulo, versículo nueve, el amado se refiere a su mujer como «amiga»,


y a lo largo del libro la nombra repetidas veces del mismo modo, además de otros roles
y adjetivos que le expresa. Podemos pensar que la condición de amiga/amigo es parte
indispensable dentro del abanico de roles que los amantes desempeñan y se asignan
mutuamente. Y esto es así aun al desarrollar el amor eros.

El amado la llama «amiga mía»; la palabra hebrea es vaghah. Tiene dos significados
similares: (1) el de guardar, cuidar y (2) el de deleitarse al tener relaciones sexuales con
alguien. Al llamarla por ese nombre el autor indica su deseo de hacerle el amor y, al
mismo tiempo, afirma su amor, protección y cuidado para con ella (ver Dillow, Joseph,
Cantar de los Cantares, Guía matrimonial). Pero esta condición de amistad es recíproca: si
ella es su amiga, si él es su amigo.

Amor y protección van de la mano; una mujer se sentirá amada si también se siente
protegida.

La palabra amor utilizada en Cantares se emplea para significar amor sexual, amor
eros. A lo largo del libro, los calificativos con que se describen y llaman ambas personas
son exaltadores de belleza física y belleza en el trato mutuo. Hay descripciones profu-
sas de los espacios en donde despliegan su amor así como descripciones de la propia
protagonista en cuanto a la hermosura de su desnudez, lo cual muestra la preeminencia
del estímulo visual en el hombre por sobre otros estímulos. Aunque se manifiestan es-
tímulos para todos los sentidos (por ejemplo, hay aromas exquisitos, los mejores de la
época, texturas, gustos, sonidos, etc.). El detalle de las caricias y los abrazos estratégicos
son la clase de estímulos que prevalecen en la excitación femenina.

Ambos amantes se piden formas sobre cómo amarse, se muestran deseosos uno
del otro, se dicen cuánto necesitan consumar la relación (el encuentro sexual); no hay
pudores que lo impidan aunque sus deseos se expresen en palabras poéticas y metá-
foras que aluden al contexto histórico social en que fue escrito. Podemos tomar estos
modos explícitos de hablar y pedir ser estimulados como ejemplos relacionales en la
vida conyugal actual para evitar que se espere que el cónyuge «adivine» cuándo, cómo,
cuánto, dónde y hasta por qué hacer el amor.

Es importante notar que, por momentos, los modos en que se solicitan estos deseos
de acercamiento suelen indicar suavidad y lentitud, así como mayor apresuramiento,
aludiendo a imágenes de la naturaleza. Cada encuentro recorrerá su propio trayecto,
con distintos ritmos.

Del mismo modo la misma pareja habrá de tener encuentros sexuales de diferen-
tes estilos que ambos integrantes se permitan y disfruten. No todos los encuentros
serán iguales, lo que no implica habilitar pensamientos de fracaso cuando las relacio-
CLASE 1
EL MATRIMONIO Y EL AMOR ERÓTICO (eros) .13
nes no sucedan con tanto éxito ni ocurran de acuerdo a un ideal autoimpuesto pero
no realista.

Un principio para reforzar las conductas del cónyuge es resaltar, notar y marcar sus
acciones, sean marcas positivas o negativas. De acuerdo al tipo al que pertenezcan tales
conductas tenderán a repetirse o desecharse: para bien sin son halagadas o para mal si
son censuradas. Por ello, si el deseo pasa por repetir una y otra vez aquellas situaciones
amorosas que son dignas de volver a vivirse en pareja, el halago por parte del esposo
o la esposa será un recurso muy apropiado para que eso suceda y se instale. Esto es
lo que la esposa de Cantares hace cuando halaga al esposo, y destaca su destreza y las
sensaciones que le hace sentir.

El clima emocional del libro es de total fluidez; nada aparece como forzado. El re-
corrido de las descripciones sensoriales aporta al clima de sensualidad en el marco de la
pareja marital. Pleno de imágenes cinésicas, gustativas, visuales, olfativas, auditivas, tác-
tiles, se involucran todos los sentidos dentro de la relación sexual y el encuentro íntimo.
Es una intimidad que trasciende el atractivo físico, un espacio y una experiencia donde
hay confianza (evidente en el diálogo y la comunicación de pedidos), respeto (los tiem-
pos no se aceleran ni tampoco se retrasan, por momentos se apresuran para ajustarse
cuando hay desencuentros), admiración (con descripciones explícitas de ella hacia él y
de él hacia ella, lo que indica simetría en esta disposición), exaltación de los atributos fe-
meninos (su belleza, modo de actuar, disposición sensual) y masculinos (destreza como
amante, virilidad), y pertenencia y exclusividad en el vínculo («…mi amado es mío y yo
suya…» 2.16; «…yo soy de mi amado, y mi amado es mío…» 6.3.).

Leemos en Proverbios 5.15 y 17: «Bebe el agua de tu propio pozo; comparte tu


amor únicamente con tu esposa [...]. Deben reservarla solo para los dos; jamás la com-
partan con desconocidos». (NTV)

Y en el Nuevo Testamento, Hebreos 13.4: «Tengan todos en alta estima el matri-


monio y la fidelidad conyugal, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que
cometen inmoralidades sexuales». (NVI)

Hombres y mujeres necesitan sentir pertenencia y confianza en un vínculo maduro


que brinde seguridad.

Asimismo, en medio del idilio como pareja se muestra la realidad del cuidado de este
amor. Se manifiesta a modo de advertencia el hecho de cuidarse de las «zorras», como
símbolo de un factor que ocasiona daños en los viñedos en flor (2.15). Esto ocurre
principalmente en los inicios de la relación: representan peligros pequeños que roen,
lastiman, impiden echar raíces, socaban lo plantado/conseguido hasta ese momento.
Pero este cuidado vale considerarlo y activarlo no solo al inicio de la relación sino que
también durante toda la vida. Si bien los motivos de atención se modificarán a lo largo
del tiempo cada momento evolutivo tendrá sus propias «zorras» y no siempre vendrán
de afuera; podrían surgir del interior de cada uno, por ejemplo: orgullo, egoísmo, so-
berbia, subestima (propia y del otro/a), celos, terquedad, seducción sensual (fuera de
la pareja, aunque no se consumara) y una lista propia, que cada pareja podrá visualizar
de acuerdo a la propia vulnerabilidad de las tentaciones particulares.
14. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Saber que estas realidades existen y que seguirán allí nos permite estar alerta y poner
atención cotidiana a fin de prevenir males que se podrían instalarse para aniquilar el
matrimonio. Aun las crisis evolutivas tienen mejor pronóstico cuando existe un vínculo
de confianza consolidado donde ambos integrantes se comprometen para la supera-
ción de los conflictos.

Hay actividades nobles, altruistas y dignas de realizar como parte de la labor cris-
tiana pero que podrían ser causa de la desatención de la relación matrimonial. Es un
riesgo llenar calendarios y agendas con múltiples actividades que impidan disfrutar del
relax necesario para distenderse junto a la pareja e invertir tiempo para que surja el de-
seo del encuentro sexual. La actividad del adulto que se equipara al juego en el niño es
el ejercicio pleno de la sexualidad. El aspecto lúdico de la vida no desaparece cuando
crecemos sino que a veces se oculta o nubla sin que nos demos cuenta.

Proverbios 5.18-19 dice: «¡Bendito sea tu manantial! ¡Alégrate con la mujer de tu


juventud, con esa cervatilla amada y graciosa! ¡Sáciate de sus caricias en todo tiempo!
¡Recréate siempre con su amor!» (RVC). En esta versión bíblica nos llama la atención
el término «recréate», en principio como imperativo de deseo y también en la acepción
de recreo, recreación y recrear, esto es, volver a crear. Ambas acepciones convocan al juego
y la creatividad, dos condiciones esenciales en la relación sexual. Por un lado el juego
del niño, convertido en actividad de placer en el adulto, y por otro la salida de la rutina y
el agobio mediante la recreación de un acto conjunto en el que ambos hacen su aporte.

En otras palabras, aunque suene a paradoja se trata de tomar en serio el hecho de


jugar.

Planificamos nuestros recursos económicos y a veces nuestro tiempo, pero no so-


lemos tomar en cuenta que nuestra energía vital tiene un límite y, al no considerarlo,
podríamos dedicar al cónyuge migajas de esa energía. Al considerar que determinadas
actividades que no perdurarán en el tiempo en ocasiones son receptoras de nuestra
mejor dedicación, es importante reconocer que también hay que invertir en la realidad
sexual matrimonial en el largo plazo.

Si solo valoramos las actividades productivas podríamos perder la noción del jue-
go. ¡Y jugar exige tiempo, del mejor tiempo invertido! Pero si no priorizamos nuestro
tiempo, desaparecerá o solo quedará un mínimo que no alcance para continuar el cre-
cimiento en intimidad.

En medio de la vorágine de la vida laboral, las obligaciones sociales, la formación


profesional, el apoyo a la familia de origen (cuando se encuentra en situación de depen-
dencia por edad o enfermedad), la provisión para las necesidades de los hijos en edad
escolar (incluyendo sus múltiples actividades y su vida social), el trabajo ministerial
(dentro y fuera de la iglesia) y un listado de las propias necesidades individuales que
suelen resultar interminables, estar a solas con el cónyuge implica un refugio en el cual
reponer energía y reordenar la dirección hacia donde nos dirigimos. Un ámbito donde
podemos proyectar, soñar, reír, pensar, consolar y sobre todo amar en el sentido más
profundo que hayamos podido desarrollar.
CLASE 1
EL MATRIMONIO Y EL AMOR ERÓTICO (eros) .15
En otras palabras, elaborar la vida que nos sucede mientras corremos según el pa-
radigma sociocultural de nuestro tiempo. El estrés, por ejemplo, es un enemigo bajo el
que la sociedad actual vive sometida. Atenta en forma directa contra las relaciones de
pareja y sobre todo produce desgano ante el posible encuentro sexual.

Pero si no apartamos tiempo para atender nuestro matrimonio (como si se tratara


de una viña que hay que cultivar y cuidar), corremos el riesgo de que otros absorban
nuestro tiempo y dispongan de él: «…mis hermanos se enfadaron contra mí, y me
obligaron a cuidar las viñas; ¡y mi propia viña descuidé!» (1.6, NVI).

De todos los recursos disponibles el tiempo es irrecuperable. Necesitamos optimi-


zarlo al colorar nuestro esfuerzo, nuestra mirada y nuestra meta en este vínculo que es
base de una familia, una iglesia y una sociedad saludables. Asimismo, el ejercicio del
amor eros a través de las relaciones sexuales cumple funciones diseñadas para el desa-
rrollo de la vida integral. Estas funciones son:

• Biológica: Reproductiva
• Fisiológica: Generación de placer
• Social: Desarrollo de intimidad
• Psicológica: Edificación de autoestima

De estas funciones las menos divulgadas parecieran ser el desarrollo de intimidad,


en relación al área social, y la edificación de autoestima, que afecta el área psicológica.
La intimidad se genera en un recorte con respecto a la vida cotidiana y pública, hacia
adentro y a puertas cerradas, en relación a lo social. Es decir: esta función se lleva a
cabo en privado pero incide en lo social en tanto una vida sexual plena matrimonial
permitirá desempeñar relaciones interpersonales y sociales saludables. Por el contrario,
una vida sexual insatisfecha podría expresarse en lo social mediante conductas que
evidencien insatisfacción (por ejemplo, irascibilidad o estados depresivos).

Por otro lado, la edificación de autoestima (aspecto psicológico de las funciones


expuestas) promueve una autoestima saludable siempre y cuando el registro subjetivo
del encuentro físico, emocional y espiritual sea positivo.

En el ejemplo de Cantares se ven con claridad estas funciones excepto la reproduc-


tiva, lo que tiene sentido al considerar que se relata el comienzo de una relación.

Al iniciar la vida matrimonial es importante enfatizar el diálogo sobre gustos, des-


agrados, proyectos, objetivos, necesidades y deseos. Hacer esto es estratégico y evitará
suposiciones y malentendidos. La propuesta es un descubrimiento paulatino en el sen-
tido emocional y físico.

Antes de comenzar la relación marital es necesario conocer al ser amado desde el


primer momento, esto es, desde la confirmación de que el futuro cónyuge es la persona
que Dios nos ha dado y por lo tanto es valioso crecer en el conocimiento de ella y de
uno mismo en relación ella. Porque las personas se conocen cuando se relacionan pero
sobre todo cuando comparten tiempo juntos con el propósito deliberado de conocer-
16. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

se. Aunque estemos en un paso anterior a la sexualidad genital ya vivimos el amor eros,
que es el que nos apega a esta persona, recortándola del resto, en forma exclusiva.

La monogamia está implícita en el relato de Adán y Eva, ya que Dios creó una sola
mujer para Adán (ver Nuevo diccionario bíblico Certeza, 2003). Entendemos que esto para
poder conocer a la pareja y disfrutarla a lo largo de la vida.

No todo, ni siempre, es espontáneo en las parejas. Se necesita un plan. No debe-


ríamos esperar la espontaneidad ni tampoco sobrevaluarla, mucho menos cuando han
transcurrido varios años de convivencia. Por el contrario, debemos tomar decisiones y
trabajar para lograr el encuentro. Esto permitirá que aparezca la creatividad ¡y sobre
todo el deseo!

La sexualidad marital implica reciprocidad: se necesita pensar y actuar para el placer


del cónyuge. El marido debe satisfacer las necesidades sexuales de su esposa, y la mujer
debe satisfacer las necesidades sexuales de su esposo. Ella concede a su marido la au-
toridad sobre su cuerpo, y el esposo concede a su esposa la autoridad sobre su cuerpo.

«El esposo debe satisfacer las necesidades sexuales de su esposa, y la esposa debe
satisfacer las necesidades sexuales de su marido. La esposa le da la autoridad sobre su
cuerpo a su marido, y el esposo le da la autoridad sobre su cuerpo a su esposa. No se
priven el uno al otro de tener relaciones sexuales, a menos que los dos estén de acuerdo
en abstenerse de la intimidad sexual por un tiempo limitado para entregarse más de
lleno a la oración» (1 Corintios 7.3-5, NTV).

Los textos citados confluyen en la promoción de una vida sexual activa dentro del
marco de la monogamia marital como diseño divino.

Una recomendación de C. S. Lewis: «…La pareja cuyo matrimonio sí puede verse en


peligro […] y, posiblemente, quedar expuesto al fracaso, es la que ha idolatrado el eros…».

Por otro lado, Romanos 1.25 señala: «Cambiaron la verdad de Dios por la mentira,
adorando y sirviendo a los seres creados antes que al Creador, quien es bendito por
siempre. Amén». (NVI)

La sexualidad es una creación maravillosa de Dios pero la adoración se debe al


Creador, quien no solo nos ha creado sino que dispone que disfrutemos de ella: «Goza
de la vida con la mujer amada cada día de la fugaz existencia que Dios te ha dado en
este mundo» (Eclesiastés 9.9, NVI).
CLASE 1
EL MATRIMONIO Y EL AMOR ERÓTICO (eros) .17

EJERCICIOS
1. Mencione tres roles que los cónyuges desempeñan en su relación mutua.

2. En las relaciones sexuales, ¿qué estímulos prevalecen en el hombre y cuáles en


la mujer?

3. ¿Es necesario el diálogo en el juego amoroso? ¿Por qué?

4. ¿Todos los encuentros sexuales deben ser exitosos?

5. Describa un vínculo matrimonial maduro.

6. Exprese dos motivos externos y dos internos (en relación a la pareja) que po-
drían perjudicar el matrimonio.

7. Describa las funciones de la sexualidad.

8. Si el encuentro sexual no fuera espontáneo, ¿significaría que no hay amor en


alguna de las partes?
Unir
CLASE 2

EL MATRIMONIO
Y EL AMOR
SERVICIO (ágape)
20.

VIDEO 02
EL MATRIMONIO Y EL AMOR DEL SERVICIO
LIC. CLAUDIA DODDO

introducciÓn

01. pensar, actuar y sentir

_ el sostén y el suplir

_ conclusión
.21
02. Sostener para ser sostenidos

_ Sostén y plataforma

_ Conclusion

03. Equidad y dedicación

_ Conclusion

Conclusiones integradoras
CLASE 2

EL MATRIMONIO
Y EL AMOR DE
SERVICIO (ágape)

«Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de


Dios. Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a
Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios
es amor […]. Amados, si Dios nos ha amado así, nosotros
también debemos amarnos unos a otros [...]. Si nos amamos
unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se
perfecciona en nosotros». (1Juan 4.7-8; 11-12, RVC)

El ágape es el tipo de amor cristiano por excelencia, el que nos une entre nosotros por
el amor de Dios en nuestras vidas. Nos une a la distancia, en cercanía, es heterogéneo
en cuanto a grupos sociales, raciales, de género y etarios. Se manifiesta en multiplicidad
de personas de la misma manera. Nos une y sentimos fraternidad de un modo sobre-
natural porque procede de Dios. Es necesariamente expresable: no hay amor si no se
manifiesta, si no se hace visible. Sea en forma positiva, de lo que hablamos aquí, o en
forma negativa (el desamor), se pondrá en evidencia aquello que sea genuino.

«No hay nada escondido que no llegue a descubrirse, ni nada oculto que no llegue a
conocerse públicamente» (Lucas 8.17, NVI).
24. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Si establecemos una analogía con el texto de Santiago 2.18 (sobre la expresión de la


fe a través de las obras), podemos afirmar que el amor solo puede mostrarse mediante
las acciones, con hechos visibles y objetivos. El amor ágape es una demostración que
resulta difícil definir, porque se trata del amor más grande y la obra mayor demostrados
por Jesucristo al dar su vida por la humanidad.

El deber cristiano de amarnos unos a otros se ha expresado siempre en reuniones


fraternales. En tiempos antiguos tal fraternidad se manifestaba mediante la participa-
ción en una comida común y en fiestas de amor, o agapai (mencionadas en Judas 1.12
y 2 Pedro 2.13). Entre los judíos, las comidas para expresar comunión y hermandad
eran habituales, y entre los gentiles las reuniones tenían un carácter similar. Resultó na-
tural, por consiguiente, que los cristianos, tanto judíos como gentiles, adoptaran dichas
prácticas. Posteriormente se le dio el nombre de agapê a la comida que expresaba dicha
comunión (ver Nuevo diccionario bíblico Certeza, 2003).

Este amor se manifiesta en el aspecto fraternal que une a los cónyuges, amor que los
insta a estar juntos y compartir la vida. Es lo que impulsa al servicio mutuo y esto en
cuanto a las dos acepciones del verbo «servir»: servicio y utilidad hacia quien tenemos
a nuestro lado. Pero esta acción de dar es mucho más que ofrecer algo en términos de
cosas o acciones. Es dar amor entregándose uno mismo, dándose de lleno al vínculo
sin esperar retribución ni agradecimiento.

La perspectiva de servicio cambia cuando pensamos en que si es de corazón ¡ser-


vimos a Jesucristo mismo! Colosenses 3.23-24 lo dice así: «Trabajen de buena gana en
todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente. Recuerden que el Se-
ñor los recompensará con una herencia y que el Amo a quien sirven es Cristo» (NTV).

El salmista destaca la bendición que encierra la práctica de este amor: «¡Cuán bueno
y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía! [...] Donde se da esta
armonía, el Señor concede bendición y vida eterna» (Salmos 133.1,3, NVI)

El amor ágape solo es posible luego de recibir el amor de Dios en nuestra vida. Es
un fruto del Espíritu, algo sobrenatural, y únicamente puede experimentarse si dicho
amor nos ha alcanzado. Lejos de la transformación que Dios obra en las vidas, es prác-
ticamente imposible sostenerlo.

Durante la celebración de Pentecostés los que se encontraban reunidos «estaban


todos unánimes juntos» (Hechos 2.1, RVR60). No solo compartían un mismo espacio
sino que además tenían un mismo sentir. Podríamos tomar este acontecimiento como
clave de convivencia para esperar grandes cosas de parte de Dios, quien nos incluye en
el vínculo de pareja.

En los matrimonios, como en toda entidad viviente, el equilibrio es inconstante, las


diferencias en el modo de actuar, pensar y sentir desestabilizan la armonía de forma casi
permanente. Aunque la cotidianeidad favorezca esa circunstancia, si ambos integrantes
sienten lo mismo, la premisa a seguir será que mientras uno esté caído el otro lo levante.
Sin embargo, si uno está caído y el otro por orgullo decide esperar a que se levante por
su cuenta, corre el riesgo de caerse también. Ante un malestar en la pareja que impida
CLASE 2
EL MATRIMONIO Y EL AMOR DE SERVICIO (ágape) .25
sentir esta hermandad y compañerismo, será mejor asumir el rol de apoyo, lugar que
seguramente más tarde ocupará la otra parte. Al respecto, Eclesiastés 4.9-12 señala:

«Es mejor ser dos que uno, porque ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr
el éxito. Si uno cae, el otro puede darle la mano y ayudarle; pero el que cae y está solo,
ese sí que está en problemas.   Del mismo modo, si dos personas se recuestan juntas,
pueden brindarse calor mutuamente; pero ¿cómo hace uno solo para entrar en ca-
lor? Alguien que está solo puede ser atacado y vencido, pero si son dos, se ponen de
espalda con espalda y vencen; mejor todavía si son tres, porque una cuerda triple no se
corta fácilmente» (NTV).

En el matrimonio bíblico, la «cuerda» es triple porque Dios tiene relación personal


con cada uno de los integrantes.

La transmisión de este sentir, que definimos como una entrega total (o lo más total
de lo que somos capaces), se expresa con todo el ser. Se comunica verbalmente, es
cierto, pero lo que decimos se afianza con todo el cuerpo. Si digo «te amo», el tono
de voz debe ser acorde a lo dicho y también la postura corporal (por ejemplo, invitar
al abrazo). Muchas veces el lenguaje es mecánico porque decimos las cosas por mera
formalidad y no porque procede del corazón (como habitáculo del sentir).

En otras palabras, implica cuidar del cónyuge en todos los aspectos de la conviven-
cia al conocer y colaborar en cuanto a las siguientes necesidades:

• Físicas, de salud;
• Emocionales, cuando atraviesa algún tipo de crisis;
• Sociales, en cuanto al crecimiento personal y el esparcimiento;
• Y sobre todo espirituales, en principio al asociarnos para buscar juntos a Dios
como guía y respuesta de toda problemática pero también al procurar de forma
activa ser la persona idónea (que Él mismo eligió) para el cónyuge, siempre de
manera recíproca.

No es otra cosa que el servicio a Dios, el ministerio llevado al ámbito más impor-
tante: nuestro hogar (y en orden de prioridades, la pareja en primer lugar).

El amor ágape nos habla de hermandad, equidad, compañerismo y comunión.


Podemos aplicar el texto de Gálatas 6.2 al matrimonio, recordándonos esta realidad:
«Ayúdense a llevar los unos las cargas de los otros, y obedezcan de esa manera la ley
de Cristo» (Gálatas 6.2, NVI). Compartir el peso y expresar palabras que infundan
ánimo, no derrota. El verbo está en imperativo, lo cual no nos permite otra opción,
en obediencia.

Por otra parte, cabe preguntarnos si este «llevar [...] las cargas» es equitativo, para
ambos, o solo para uno de los dos mientras que el otro se acomoda a la situación. A
lo largo del tiempo compartido ¿ambos pudimos eventualmente encontrar apoyo en
el otro? ¿Pude ser contenido, alentado, consolado, aconsejado por mi cónyuge? ¿Pude
llorar en su abrazo (tanto mujeres como hombres)? Si las respuestas fueran negativas,
26. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

siempre podemos reflexionar en ello, como primer paso, y luego obrar para revertir lo
incorrecto y añadir esta actitud a nuestro matrimonio.

«Así que aliéntense y edifíquense unos a otros, tal como ya lo hacen» (1 Tesaloni-
censes 5.11, NTV). Quizá si consideráramos tener estas mismas actitudes con nuestros
amigos o nuestros hijos, no nos costaría pensarlas ni llevarlas a cabo, pero con nuestro
cónyuge, con quien convivimos y tenemos roces cotidianos, nos costaría más o apare-
cerían como desvirtuadas u omitidas.

Es necesaria una comunicación efectiva, abierta, sincera y simple. Se trata de poten-


ciar al cónyuge, es decir, encontrar su potencial y alentarlo a que crezca (en principio,
que se incremente su fe) y despliegue sus capacidades. Hay momentos en que estamos
inmersos en una espiral y es nuestro cónyuge quien puede intervenir para que dicha
espiral sea descendente o ascendente. Mucho antes de acudir a alguien externo somos
nosotros quienes cumplimos el rol de coach mutuo.

En Proverbios 31.10-31 el escritor habla de una mujer que reúne tantas cualidades
y habilidades que distintas traducciones la denominan como «mujer virtuosa». Se la
describe como alguien que despliega un gran potencial. Pero si nos detenemos en los
versículos 28 y 29 probablemente hallemos la clave de esta vida plena de entusiasmo,
energía y talento:

«Sus hijos se levantan y la bendicen. Su marido la alaba: “Hay muchas mujeres vir-
tuosas y capaces en el mundo, ¡pero tú las superas a todas!”». (NTV)

¡Qué expresión estimulante de parte de su amada familia!

Quizá el secreto de que la pareja logre lo mejor de sí misma resida en el reconoci-


miento previo del otro, de su potencial. Sería algo así como «dar crédito», un crédito
que también damos a la pareja porque el bienestar recaerá allí, se retroalimentará, crea-
rá un círculo virtuoso y provocará deseos de proceder igual con el cónyuge.

Lamentablemente, lo contrario a este estímulo también crea una circularidad...


negativa.

Estos modos de proceder parten del amor ágape; solo al haber recibido este amor,
del Supremo Amor que es Dios mismo. De otra manera es muy difícil, sino imposible,
que se pueda querer vivir de esta manera y luego sostener la decisión a lo largo de la
vida. Únicamente podemos lograrlo mediante el fruto que el Espíritu Santo produce:

«En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es:
amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad,  humildad y control propio.
¡No existen leyes contra esas cosas!» (Gálatas 5.22, NTV)

El amor es la necesidad humana más básica y Dios estableció que nos nutriéramos
de él a través de las diferentes formas de amor que se manifiestan y superponen en
el vínculo matrimonial. Necesidades como ser escuchados y respetados hablan de ser
aceptados más allá de las diferencias individuales. Es el espacio donde las debilidades
de cada uno no escandalizan ni dejan a la deriva la relación sino que ambos las sobre-
CLASE 2
EL MATRIMONIO Y EL AMOR DE SERVICIO (ágape) .27
llevan y, cuando la situación excede la capacidad de la pareja para encontrar solución,
juntos procuran ayuda.

Que ambos integrantes de la pareja confíen en que su intimidad no será avasallada


y que haya confianza y seguridad de que las «desnudeces» de cada uno no se pondrán
al descubierto, son actitudes que enaltecen la relación porque ambos cónyuges experi-
mentan la necesidad de resguardar lo más propio que tienen y que han edificado juntos.
Porque no se trata solo de construir un matrimonio sino también de resguardar, cuidar,
velar (en términos bíblicos). Como en la reconstrucción de los muros de Jerusalén,
relatado en el libro de Nehemías 4.17-18: «Los que edificaban en el muro, los que aca-
rreaban, y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la
espada. Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así
edificaban» (RVR60).

El respeto, el compromiso y la confiabilidad forman una tríada compleja pero sólida


sobre la cual podemos edificar la pareja. En ese marco muchas carencias pueden verse,
reflexionarse y ajustarse con el fin de resolver diversas situaciones.

Provenimos de familias diferentes y junto con lo propio que traemos al matrimo-


nio los ajustes serán indispensables (concesiones, tolerancia, diálogos, cambios en el
otro que disgustan, conductas nuevas por realidades nuevas, etc.). Esto no solo en los
primeros tiempos de convivencia sino también a lo largo de la vida, porque siempre
estaremos en proceso de amoldamiento.

«A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el


alfarero.  Todos somos obra de tu mano» (Isaías 64.8, NVI)

Este amor, a modo de «plataforma de despegue», es desde donde los hijos lograrán
independizarse y tendrán deseos de construir un matrimonio pues vivieron el gusto
por este tipo de vida. Es dar dedicación para ver los resultados a corto mediano y a
largo plazo:

«Siembra tu semilla por la mañana, y por la tarde no dejes de trabajar porque no


sabes si la ganancia vendrá de una actividad o de la otra, o quizá de ambas» (Eclesiastés
11.6, NTV)

El sacerdote Louis Évely, en su libro El amor adulto, explica esta clase de amor: «…
es precisamente un amor que ama al otro y no a sí mismo. Es un amor que puede car-
gar con las dificultades y los defectos del otro. Es un amor que acepta sufrir […]. Este
amor es el que saca del corazón todo aquello de lo que somos capaces».

El amor ágape es la aceptación del otro con todo su ser. Lo más genuino solo apa-
rece cuando hay aceptación. Es más que un sentimiento: hay renuncia a lo propio para
ser «de y para» los dos. Aun los logros individuales, al reconocerse como equipo, son
alegremente compartidos.

Esta forma de amar, este amor ágape, irradia y predica la buena noticia del evangelio
desde el matrimonio hacia la sociedad.
28. mÓduLo 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

EJERCICICOS
1. ¿Es posible sentir amor por alguien sin expresarlo?

2. ¿Cómo aparece el amor ágape en nuestra vida?

3. Describa el clima espiritual de Hechos 2.1.

4. Una vez alcanzada la armonía y el equilibrio relacional entre los cónyuges, ¿es
adquirida para siempre?

5. ¿Qué importancia tiene el tono de voz con que decimos cosas valiosas a nuestro
cónyuge?

6. ¿En qué aspectos de la convivencia puedo cuidar a mi cónyuge?

7. ¿Por qué es importante ser aceptados tal como somos?

8. Una pareja que ha alcanzado la madurez, ¿podría dejar de hacer ajustes en su


matrimonio?

Un corazón
CLASE 3

EL MATRIMONIO
Y EL AMOR DEL
PERDÓN (caris)
30.

VIDEO 03
EL MATRIMONIO Y EL AMOR DEL PERDÓN
LIC. CLAUDIA DODDO

introducciÓn

01. beneficios deL perdÓn

_ conclusión

02. eL ejercicio deL perdÓn

_ conclusión
.31
03. La importancia del perdón

_ Conclusión

Conclusiones Integradoras
CLASE 3

EL MATRIMONIO
Y EL AMOR DEL
PERDÓN (caris)

«En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos


amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo
para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de
nuestros pecados» (1 Juan 4.10, NVI)

Amor y perdón son indivisibles del mensaje del Evangelio. Al proponernos describir
el amor del perdón desde el matrimonio cristiano encontramos que el compromiso de
perdonar en el vínculo matrimonial nos permite ver la interdependencia de los otros
amores descritos hasta aquí (eros y ágape) también como indivisibles. Porque todas las
formas de relacionarnos mediante los distintos roles o funciones que ejercemos en
nuestra pareja necesariamente generarán motivos de perdonar al otro.

Para formar una pareja hay que estar decidido a perdonar. La elección de «caminar jun-
tos» es simultánea a perdonar de forma cotidiana. Forma parte del amor maduro, compro-
metido; el romanticismo no alcanza para soslayar la necesidad de perdonarse mutuamente.

Los cristianos somos personas reales, no ideales, y vivimos como el resto, atravesa-
dos por diversas exigencias que muchas veces nos hacen cargar expectativas desmedi-
das en el otro. Tomar la decisión de perdonar es un buen antídoto para esta realidad.
34. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

El momento de comenzar la vida matrimonial (con ilusiones y también realismo) es


una buena ocasión para perdonar cuestiones con nuestra familia de origen, si las hu-
biere. Si llevamos años juntos y aún no lo hemos hecho, siempre es un buen momento
para empezar a perdonar, para transitar la vida con menos peso, como nos aconseja la
Palabra de Dios:

«… quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan
fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos
ha puesto por delante» (Hebreos 12.1, NTV)

La falta de perdón hacia las personas de quienes procedemos (padre, madre, herma-
nos, abuelos y familia ampliada, como tíos y primos) podría retenernos en el desarrollo
de la familia que fundamos con nuestro cónyuge. Lo mejor que podemos crear es una
familia libre, sin rencores que nos aten al pasado ni nos hagan repetir conductas que
detestamos: «Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y
serán un solo ser» (Génesis 2.24, RVC).

La forma real de «dejar» y no seguir ligados, atados ni sujetos a los padres y, a la vez,
formar un solo ser con el cónyuge, es mediante el perdón de todas las heridas recibidas
(porque aun como buenos padres, bienintencionados, siempre habrá dolores genera-
dos por la convivencia). Cabría mencionar que desde el lugar de padres es un momento
óptimo para hacer una revisión y también liberar a los hijos.

El enojo genera resentimiento y amargura, sentimientos de los que será imposible


deshacernos si no fuere mediante un corte con decisión, y ese corte no es otra cosa que
el perdón. El enojo es como una maleza que se arraiga y contamina los vínculos, las
relaciones interpersonales ocasionales y permanentes, las posibles amistades (se intenta
establecerlas pero no se logra), y sobre todo contamina a la persona y lo que transmite
a su alrededor, a modo de malestar o enseñanza. El enojo se cristaliza en la falta de
perdón: «Cuídense unos a otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia
de Dios. Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual
los trastorne a ustedes y envenene a muchos» (Hebreos 12.15 NTV).

Esta afirmación podría parecer exagerada o mágica, sin embargo la falta de perdón
hace que coloquemos a la persona en una cárcel simbólica (de la que nunca tal vez se
entere) pero para mantenerla allí, una parte de nosotros también estará encarcelada con
ella. Entonces, queremos ser libres y disfrutar de la libertad con que Cristo nos hizo
libres, pero muchas veces seguimos aferrados a tener bien guardados, cuidados y hasta
justificados estos rencores. No se trata de atenuar las razones justificables de castigo,
pero no está en nosotros efectuar dicha justicia: «Y los que procuran la paz sembrarán
semillas de paz y recogerán una cosecha de justicia» (Santiago 3.18, NTV). Dios es
quien obra justicia y podemos confiar en su sabiduría: «Él juzgará a cada uno según lo
que haya hecho» (Romanos 2.6, NTV). Por ello, en tanto hagamos nuestra parte (soltar,
dar libertad, perdonar), tendremos más libertad y salud espiritual y emocional.

En el Nuevo Testamento, algunas de las acepciones de la palabra «perdón» son:


tratar benévolamente, soltar, remitir, liberar, pasar por alto. Podemos pensar en ellas en
torno a acontecimientos de una persona, nuestro cónyuge, a quien decidimos liberar.
CLASE 3
EL MATRIMONIO Y EL AMOR DEL PERDÓN (caris) .35
Al iniciar el matrimonio debemos pensar en liberar los vínculos primarios mediante
el perdón. Pero el asunto no concluye allí: apenas comencemos a transitar la vida con-
yugal ¡tenemos motivos para perdonar y ser perdonados por nuestro cónyuge!

Y con el paso del tiempo, ¿ha cambiado el otro? ¿He cambiado yo? ¿O acaso no
hemos visto lo más real de cada uno?

En este recorrido del perdón es necesario recordar si alguna vez pasó por nuestro
pensamiento el perdonarnos a nosotros mismos. Podría ocurrir que admitamos el per-
dón de Dios en nuestra vida pero no perdonarnos por hechos que vuelven una y otra
vez en el recuerdo. Nuestra personalidad, todas las áreas de la vida, están expuestas al
dolor continuo si no decidimos ser misericordiosos con nosotros mismos.

Además del perdón al otro y a nosotros mismos debemos considerar la posibilidad


de perdonar a Dios. Inmediatamente, y en especial si somos cristianos, levantamos las
preguntas: “¿Cómo voy a perdonar a Dios? ¿Es posible esto? Es de ayuda para respon-
der a estas preguntas que reflexionemos sobre las veces que nos enojamos con Dios. El
reconciliarnos con Dios es tan importante como reconciliarnos con nuestro cónyuge y
con nosotros mismos. De esta manera la relación esposo-esposa será bendecida por la
relación de ambos con Dios.

La decisión de perdonar batalla con el resentimiento para que no se produzca la


liberación. Batallamos en nuestra mente porque en los pensamientos donde encontra-
mos argumentos a favor y en contra: «Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque
este determina el rumbo de tu vida» (Proverbios 4.23, NTV).

La palabra «corazón» significa la persona interior en sentido amplio. Los hebreos


consideraban la experiencia subjetiva más que la observación objetiva y científica. El
carácter, la personalidad, la voluntad, la mente, son términos modernos que reflejan
algo del término «corazón» en su uso bíblico. Volición o propósito son los usos más
característicos en el Antiguo Testamento (ver Nuevo diccionario Bíblico Certeza, 2003).

Los pensamientos cuya sede es el corazón son quienes primeramente nos induci-
rán (intención, tendencia a) y luego se expresarán en los actos que generen, para bien
o para mal. Quiere decir que si cuidamos nuestros pensamientos, los elegimos, los
decidimos mediante el dominio propio prevendremos actos negativos o, mejor aún,
promoveremos actos buenos.

Por otra parte, es bueno saber que el perdonar puede convertirse en hábito. Cuando
nuestras actividades pasan a la categoría de hábito, provocan menos esfuerzo. Porque
sostener el resentimiento quita energía: «Luego Pedro se le acercó y preguntó: —Señor,
¿cuántas veces debo perdonar a alguien que peca contra mí? ¿Siete veces? —No siete
veces —respondió Jesús—, sino setenta veces siete» (Mateo 18.21-22, NTV).

En la relación de pareja cada día surgen motivos para perdonar y ser perdonados,
y muchas veces la entrega hacia el otro puede darse con escasez, por temor a sufrir,
como si el sobreprotegernos nos garantizara cierto bienestar. Dar crédito es confiar
que nuestra relación puede ser cada vez mejor, más armónica, más plena, con más
36. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

amor. En definitiva se trata de creer en fe que si Dios está en medio de nosotros todo
lo bueno es posible. El texto de Eclesiastés 11.4 y 6 nos alienta en esta dirección:
«El agricultor que espera el clima perfecto nunca siembra; si contempla cada nube,
nunca cosecha. Siembra tu semilla por la mañana, y por la tarde no dejes de trabajar
porque no sabes si la ganancia vendrá de una actividad o de la otra, o quizás de am-
bas» (NTV).

No significa que en nuestra vida conyugal no haya enojos sino que cuando surjan
podamos posponer la conversación hasta estar más aplacados. Pero hablar para desha-
cer el enojo siempre será imprescindible: «Si se enojan, no pequen. No dejen que el sol
se ponga estando aún enojados» (Efesios 4.26, NVI).

En otras palabras, es necesario resolver la situación del enojo lo más pronto posible,
porque en cuanto nos descuidamos, ¡la amargura echa raíces!

Se trata de hablar y también de no hablar. Encontrar el modo de comunicar en tiem-


po y modo adecuados, o elegir no hablar hasta encontrar el momento oportuno: «Panal
de miel son las palabras amables: endulzan la vida y dan salud al cuerpo» (Proverbios
16.24, NVI).

En las discusiones, uno de los dos tiene que ceder, aunque sea mediante una palabra
que descomprima el enojo: «La respuesta amable calma el enojo,  pero la agresiva echa
leña al fuego» (Proverbios 15.1, NVI).

Perdonamos y somos perdonados también con palabras y sin palabras. A veces es


un acto que hacemos a solas y la otra persona ni se entera de la causa de nuestra herida.
En otras situaciones es posterior a la irritación manifiesta. Lo mismo ocurre cuando
somos perdonados. Pero que nuestro cónyuge nos perdone, porque comparte la fe o
porque sabe que es una actitud liberadora, no nos exime de no situarnos en la posición
de tener que ser perdonados.

No podemos negociar lo no negociable, es decir, debemos abordar todos los as-


pectos para que la convivencia sea armónica, en la medida en que no contradiga lo que
Dios nos dice. Perdonar no coarta la acción de poner límites.

El cónyuge nunca puede estar por encima de Dios con respecto a la adoración, pero
tampoco en cuanto a desviarse de su consejo: «Sométanse unos a otros por reverencia
a Cristo» (Efesios 5.21, NTV).

Si estamos en medio de un hogar turbulento no debemos acostumbrarnos ni natu-


ralizar el hecho de estar o vivir mal. Dios quiere y puede hacer «nuevas todas las cosas»
por medio de una renovación mutua del pacto matrimonial donde primero se haga una
revisión para perdón. Pero el perdón muchas veces debe acompañarse con un cambio
de conducta en dirección opuesta por parte de quien ha sido perdonado. Es decir que
se manifieste el arrepentimiento y, si hubo dolores, ya no se los inflija.

Dios me amó, aprendí a amarme, amé a mi cónyuge, pero no puedo amarlo más
de lo que amo a Dios. Ese es el orden, y así el control del matrimonio no lo tendrá
ninguna persona aparte del Señor.
CLASE 3
EL MATRIMONIO Y EL AMOR DEL PERDÓN (caris) .37
Por otro lado, en cuanto a las palabras dichas o no dichas, Gálatas 6.7 afirma: «Siem-
pre se cosecha lo que se siembra». Y si bien se siembra con hechos, las palabras tam-
bién lo son: son hechos porque los generan.

El libro de Proverbios abunda en consejos sobre cuidar las palabras que usamos.
Por ejemplo: «Hay gente cuyas palabras son puñaladas, pero la lengua de los sabios
sana las heridas» (Proverbios 12.18, RVC).

En la relación con nuestro cónyuge debemos (y podemos) elegir a cada momento


qué palabras evitar para no lastimar. Porque al prevenir situaciones en las que el otro
tendrá que perdonarnos impediremos que su corazón se cierre a que la relación crezca
por miedo a sufrir nuevamente: «El hermano ofendido es más impenetrable que una
ciudad amurallada; persisten más los pleitos entre hermanos que los cerrojos de una
fortaleza» (Proverbios 18.19, RVC).

Al hablar la verdad con amor para restaurar, no para ganar peleas ni tener razón, no
debemos perder la motivación primera: permanecer y crecer juntos.

En el caso de la infidelidad conyugal también debe abordarse un proceso integral


de perdón. No alcanza solo con la decisión de dar por terminado el tema sino que
debe procurarse que se asuma una actitud continua de responsabilidad y compromiso.
Probablemente se necesite el apoyo de un consejero cristiano que ayude a procesar la
problemática y funcione como mediador. Y aun en el peor de los casos, si el matrimo-
nio llegara a terminarse, el perdón será un elemento liberador para alcanzar la sanidad
personal.

Todo período de crisis involucrará una medida de perdón. Es importante conside-


rarlas como tiempos de crecimiento. Lo opuesto a crecer sería la indiferencia. Si esto
no se detecta oportunamente ni se obra en consecuencia, puede llevar a que ambos
cónyuges se aíslen y se conozcan cada vez menos.

Al experimentar la liberación no debemos mirar hacia atrás. Si esa fuera la tenden-


cia, necesitamos volver a tratar el tema en cuestión para finalmente perdonar y conce-
der libertad. Porque al «saldar las cuentas» no debe exigirse volver a «pagarlas».

Nos cuesta perdonar por orgullo y egoísmo. El rencor enfervoriza y el dolor se


padece. Por este motivo es más fácil permitirse sentir resentimiento o ira en lugar de
dolor y sufrimiento, cuando en realidad son las dos caras de una misma moneda. La
Palabra dice: «No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan,
porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición» (1 Pedro 3.9, NVI)

Solo Jesucristo pudo pagar la deuda por nuestra libertad ¡y pagó de forma completa!
No nos metamos en prisiones emocionales ni encarcelemos allí a nuestros seres queri-
dos ni a nadie: «En él tenemos la redención por medio de su sangre, el perdón de los
pecados según las riquezas de su gracia» (Efesios 1.7, RVC).
38. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

EJERCICIOS:
1. ¿Quiénes son las personas que debemos perdonar?

2. ¿Qué es lo que produce finalmente amargura?

3. La falta de perdón, ¿a quién o a quienes perjudica?

4. ¿Qué integrantes pueden faltar en mi lista de perdones?

5. ¿Dónde se produce la batalla entre perdonar o guardar rencor?

6. ¿Qué generan los pensamientos?

7. Cuando estamos enojados ¿es necesario que hablemos de inmediato?

8. ¿Qué importancia tienen las palabras que usamos?

9. ¿Cuál es el riesgo de expresar una palabra ofensiva?

10. ¿Siempre es necesario perdonar?


BIBLIOGRAFÍA
(UNIDAD 1)
Andiñach, P. R. (1997). Cantar de los cantares, el fuego y la ternura. Buenos Aires, Argenti-
na: Editorial Lumen.
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Evely, L. (1983). Amor Adulto. Salamanca, España: Ediciones Sígueme.
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Lewis, C. S. (1960, 2012). Los cuatro amores. Madrid, España: Ediciones Rialp.
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torial Betania.
40. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

REFERENCIAS BÍBLICAS:
NTV: La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation,
2010. Todos los derechos reservados.
RVC: Reina Valera Contemporánea. Copyright © 2009, 2011 por Sociedades Bíblicas
Unidas.
UNIDAD 2

RESOLUCIÓN
DE CONFLICTOS
EN EL
MATRIMONIO
Docente: Lic. Federico Massone
Introducción
Las comunidades de fe están integradas por matrimonios que pese a haber enfrentado
crisis, problemas y conflictos no solo han logrado superarlos sino que también han sa-
lido fortalecidos, enriquecidos y consolidados. ¿Qué es lo que permite que estas parejas
resuelvan sus conflictos y salgan victoriosas? Sin duda los valores cristianos que dirigen
su relación, los cuales constituyen el gran recurso de apoyo y sostén para triunfar en los
conflictos. El amor, la paciencia, el perdón y la reconciliación, el compromiso y aun el
humor pueden ser nuestros aliados a la hora de enfrentar las diferencias matrimoniales.

Pero en ocasiones estos valores pueden estar relegados, olvidados o postergados


por los antivalores, el desánimo, el cansancio, el fastidio y hasta la crispación. Cuando
un matrimonio enfrenta sus conflictos desde los antivalores podemos pronosticar (con
alto grado de certeza) que no solo ambos cónyuges terminarán derrotados sino que
además el vínculo quedará resentido.

El propósito de la Unidad 2 es ofrecer recursos bíblicos y científicos para que el


pastor de matrimonios o el consejero cristiano pueda animar a las parejas a fortalecer
los valores cristianos a fin de enfrentar y acometer los conflictos con la seguridad de
que estos pueden superarse.

Esta unidad se compone de tres clases en las que nos proponemos elaborar un
análisis de los conflictos en el matrimonio y la intervención del consejero pastoral.
Cada clase está compuesta por una reflexión que nos aporta una perspectiva bíblica y
un abordaje científico del tema. Este abordaje lo haremos desde los aportes de Carl
Rogers y John Gottman.

En la primera clase haremos un examen de la situación de conflicto, en la segunda


continuaremos con ese análisis pero con énfasis en los aspectos subjetivos y, en la
tercera clase, abordaremos el tema de la intervención del consejero en el contexto de
esta problemática.
Montañas
CLASE 4

ANáLISIS DE
CONFLICTO
46.

VIDEO 04
ANáLISIS DE CONFLICTO
LIC. FEDERICO MASSONE

introducciÓn

01. perspectiva bíbLica deL confLicto

02. aporte científico: joHn gottman

_ Los cuatro jinetes


• 01. Las críticas

03. aporte científico: carL rogers


.47
Conclusiones integradoras
_ Hablar los conflictos es sanador
CLASE 4

ANÁLISIS DE
CONFLICTO

Perspectiva bíblica: Salmos 32.8-9 y Hechos 7.54-60.

A fin de prestar un servicio eficiente es menester acotar nuestro campo de acción. En


esta clase y las dos siguientes haremos referencia al servicio hacia los matrimonios que
desean recibir ayuda. Es decir, trataremos los malentendidos y los conflictos surgidos
en torno a los aspectos comunicacionales y emocionales.

Pero antes debemos hacer una advertencia: damos por entendido que las personas
a quienes servimos desean solucionar sus problemas a fin de recomponer el vínculo y
por ello están dispuestas a revisar y cambiar sus pautas comunicacionales o de pensa-
miento si fuera necesario. Jesús mismo preguntó: «¿Quieres ser sano?».

En relación a lo antedicho creemos pertinente la siguiente reflexión: solo podemos


ayudar a quienes desean ser ayudados y no a quienes se empecinan en mantener su posición. A estos
últimos la Biblia los llama «necios».

En efecto, el análisis de los pasajes señalados nos enfrenta con una realidad muy
humana: la necedad. Es lo contrario a la sabiduría. Es distinta de la ignorancia dado que
el necio no es alguien que «no sabe». También es distinta de la torpeza en tanto que
quien incurre en esta última lo hace contra su propio deseo.

Por el contrario, el necio no lo es por desconocimiento ni por torpe sino por efecto
de su propia voluntad. Así vemos como en el Salmo 32 el mismo Dios ofrece su ense-
50. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

ñanza y requiere que el ser humano se haga dócil a ella. Dios exhorta al ser humano a
prestar atención y no ser como el caballo o el mulo que deben ser forzados a obedecer
mediante el freno o el cabestro. Así también vemos que en los primeros capítulos del
libro de Proverbios se ofrece la Sabiduría y clama ser escuchada. Esto nos dice que está
siempre disponible y no es difícil hallarla (ver Proverbios 1.20 y 21). El asunto es que
el corazón humano no quiere buscarla.

Para pecar de cualquier manera y en cualquier ámbito de la vida es necesario ser


un poco necio. La necedad, por decirlo de algún modo, es el «aspecto cognitivo» del
pecado. El libro de Proverbios presenta al pecado como una falta contra la sabiduría.
Ser sabio es tener temor de Dios, lo que significa ser dócil de corazón.

La necedad nos incita a pecar y aferrarnos a nuestra voluntad en contra de la vo-


luntad de Dios aunque eso signifique colocarnos en situaciones de desdicha y dolor.
Esto es posible porque implica cierto grado de desconocimiento artificial y voluntario de
lo que Dios quiere. Por ello la necedad es el primer obstáculo que debemos identificar
y  vencer en las situaciones de conflicto familiar. En pocas palabras, descartemos que-
rer ayudar a un necio.

Es necesario que las personas que deseamos ayudar tengan esto en claro. ¿Quieren
ser ayudadas? ¿Realmente lo desean? ¿Su corazón es sincero? ¿Están dispuestas a re-
nunciar a lo que se aferran y ser sinceras con Dios, ellas mismas y su cónyuge? ¿Están
dispuestas a escuchar al otro y hacer un análisis honesto de sus propias motivaciones?
Este autoanálisis de las motivaciones por parte de cada cónyuge es fundamental e in-
eludible para determinar los pasos a seguir y las estrategias del trabajo de consejería.

Ahora bien ¿cuál debe ser la actitud pastoral para atender aun a quienes no quieren
ser ayudados? Muchas veces «no queremos» recibir ayuda porque tal vez perdimos la
esperanza o estamos muy cansados. A veces hay que trabajar un poco como auxiliar
hasta llegar al punto en que la persona se abra a la ayuda.

Una vez establecido el hecho de que quienes están en conflicto desean recibir asis-
tencia podremos cooperar. En ese caso, comenzamos por describir la estructura de la
situación conflictiva.

La situación
Comenzaremos por presentar una descripción de la situación de conflicto. Lo haremos
basándonos en los aportes de las observaciones de John Gottman y la teoría del pro-
ceso de convertirse en persona de Carl Rogers.

Los aportes de John Gottman


John Gottman es profesor emérito de la Universidad de Washington (EE. UU.) y ex-
perto en temas relacionados con la estabilidad matrimonial. Sus aportes teóricos deri-
van fundamentalmente de la observación directa y de su experiencia especializada en
este campo.
CLASE 4
ANÁLISIS DE CONFLICTO .51
Según Gottman es importante enfrentar los hechos de forma realista. Este autor
plantea que el conflicto es una realidad que está presente en todos los matrimonios.
Ante esta declaración solo cabe una pregunta: ¿Qué es lo que hace que algunas parejas
fracasen en su matrimonio y otras sean felices? Gottman responde así:

«Los matrimonios felices están basados en una profunda amistad. Los cónyuges se
conocen íntimamente, conocen los gustos, la personalidad, las esperanzas y los sueños
de su pareja. Muestran gran consideración el uno por el otro y expresan su amor no
solo con grandes gestos sino también con pequeños detalles cotidianos».

Gottman es abiertamente crítico con respecto a los enfoques del conflicto matri-
monial que centran su atención únicamente en las pautas de comunicación de la pareja.
Su argumento es que aunque las parejas aprendan a discutir «mejor» o con menor fre-
cuencia, esto por sí solo no garantiza la supervivencia de la relación.

Para Gottman la clave de la estabilidad matrimonial radica en la «amistad» y la


intimidad desarrolladas por los cónyuges, lo que constituye una especie de «cuenta
bancaria emocional» de la pareja. Según el autor esta es la mejor protección contra los
sentimientos negativos en la pareja. Volveremos más adelante sobre este punto.

En dicho contexto el autor describe algunos indicadores que permiten predecir un


desenlace negativo de la relación de pareja. Veamos una síntesis de estos:

A. El planteamiento violento: las discusiones comienzan y se desarrollan me-


diante críticas, sarcasmos, etc.

B. «Los cuatro jinetes del Apocalipsis»: son cuatro formas de expresión tan ne-
gativas que, si no se controlan, resultan letales para la relación:

1. Las críticas: son distintas de las quejas en tanto que, a diferencia de estas
últimas, no se relacionan con hechos puntuales ni acciones específicas
en las que el cónyuge se haya equivocado sino que se refieren al carácter
mismo de su persona incluyendo la difamación.

2. La actitud defensiva: se relaciona con la atribución de la responsabilidad


de las fallas, las caídas y las frustraciones que se dan en la pareja. Cada
cónyuge pretende quitarse la responsabilidad y culpar al otro. Esto incre-
menta la escalada del conflicto.

3. El desprecio: actitudes como el sarcasmo, el ignorar al otro, el humor


socarrón, etc. Según Gottman es el peor de los «cuatro jinetes» porque
implica disgusto y resulta imposible tratar de resolver un problema si uno
de los integrantes de la pareja percibe disgusto en el otro. El disgusto
siempre aumenta el conflicto.

4. La actitud evasiva: por lo general aparece en forma más tardía. La per-


sona evasiva no da señales de reconocimiento de los mensajes del cónyu-
ge. Actúa como si no le importara lo que diga el otro.
52. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

C. Sentirse abrumado: este sentimiento aparece cuando la negatividad del cón-


yuge (que se manifiesta mediante los «cuatro jinetes») aparece de forma tan
abrumadora que supera el umbral de tolerancia de la pareja y la hace sentirse
indefensa, de modo que haría cualquier cosa por evitar la réplica. Quien tiene
este sentimiento solo puede pensar en protegerse de la agresión y el mecanis-
mo para lograrlo es distanciarse emocionalmente de la relación.

D. El lenguaje del cuerpo: es el correlato orgánico de la tensión emocional su-


frida por la situación de conflicto. Se manifiesta en incremento de la presión
arterial y del ritmo cardíaco, cambios hormonales (secreción de adrenalina,
por ejemplo), etc. El estrés produce daños en el cuerpo si la situación que lo
genera perdura en el tiempo.

E. Los intentos de reparación fracasados: son los mecanismos de repara-


ción que la pareja implementa para intentar reparar o resolver los conflictos.
Pueden ser exitosos o fallidos pero su eficacia depende más del estado de la
relación que de la calidad del mecanismo. Es decir, si los «cuatro jinetes»
gobiernan la comunicación es muy probable que los intentos de reparación
no sean advertidos. Un aporte que quizá convenga agregar desde la terapia
sistémica es que la acumulación de intentos de reparación fallidos conduce a
la convicción de que el restablecimiento de la relación de pareja es cada vez
más improbable.

F. Malos recuerdos: cuando una relación está en crisis no solo se ve el presen-


te y el futuro como algo oscuro sino también el pasado. Los recuerdos del
pasado y la historia de la relación toman matices cada vez más negativos. La
historia de la pareja se reescribe con el horizonte de la negatividad.

Los aportes de Carl Rogers

Carl Rogers (1902-1987) fue un psicólogo norteamericano fundador de la «Psicología


centrada en la persona» y un referente de la «Psicología humanista», junto a Abraham
Maslow. A partir de su enfoque teórico procuraremos hacer una breve descripción de
la subjetividad de la persona en conflicto desde el punto de vista individual.

El proceso de convertirse en persona

Desde el punto de vista de Rogers, el hombre y la mujer deben recorrer un camino para
llegar a ser ellos mismos. A ese proceso de progresiva integración de la personalidad y
de descubrimiento de las potencialidades de uno mismo Rogers lo denomina «Proceso
de convertirse en persona». Es decir, llegar a ser uno mismo es un punto de llegada y
no de partida.

¿Cómo llegamos a este estado de cosas? Tendríamos que decir que los mensajes
de amor condicional que recibimos desde nuestra más tierna infancia, es decir, men-
sajes del tipo «papá te va a querer si te comportas bien», producen un efecto alienante
CLASE 4
ANÁLISIS DE CONFLICTO .53
en nuestra subjetividad y generan que ciertas partes de nuestro mundo interior queden
aisladas y negadas. Volveremos sobre este punto en la próxima clase.

Estos aspectos aislados y negados de nuestra interioridad  generarían efectos adver-


sos en la integración de nuestra personalidad y quedarán a la espera de ser nuevamente
integrados. El proceso de integración de estos aspectos aislados es nuestro «Proceso
de convertirnos en personas». Este proceso atraviesa por siete fases progresivas en las
que la persona avanza en dirección a la integración.

Las fases iniciales se caracterizan por una elevada desintegración de la personalidad


que se manifiesta de la siguiente manera:
• Existe una elevada reticencia a hablar de uno mismo. La persona es renuente a
comunicar sus emociones, su pensamiento, su mundo interno.
• La comunicación se refiere a solamente a hechos externos.
• Los puntos de vista propios son extremadamente rígidos.
• Las relaciones íntimas y comunicativas se ven como peligrosas.
• No hay deseos de cambiar. El «diálogo interno», es decir, la capacidad de re-
flexionar sobre uno mismo, se encuentra bloqueado, con lo cual también está
bloqueada toda capacidad de recapacitar o cambiar de opinión. Aquí se eviden-
cia que hay personas que «no quieran cambiar» por falta de recursos (además
de mucho temor) para efectuar una introspección. La tarea paciente de un pas-
tor, consejero o profesional puede ayudar a abrir un corazón herido, junto con
la asistencia milagrosa de Dios.
• Las opiniones contrarias a mis puntos de vista las vivo como ataques personales
y me defiendo con mucha pasión, una actitud que bloquea el diálogo.

El mundo interno de la persona que atraviesa una relación conflictiva también pue-
de describirse en esos términos y es evidente que ese estado de situación no resulta
propicio para una restauración de la pareja.

Además, esa realidad se duplica. Es decir que para comprender la circunstancia en


su complejidad habría que agregar el aspecto vincular. Desde este punto de vista se
hace evidente que la falta de integración de la personalidad que la situación suscita en
cada cónyuge se manifiesta en la relación y repercute en el otro de modo negativo, lo
que genera un estancamiento o una escalada en el conflicto.

Conforme avance el proceso de acompañamiento se puede esperar que esto cambie


y conduzca hacia un escenario más equilibrado y favorable. Pero eso será tema para la
próxima clase.
54. mÓduLo 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

EJERCICIOS
1. Es posible tratar con un matrimonio en el que alguno de los cónyuges, por al-
guna razón que no puede revelar a su pareja, no quiera realmente solucionar el
conflicto. ¿Cómo debería intervenir el consejero?

2. ¿Puede recordar alguna situación de conflicto en la que haya asistido pastoral-


mente a un matrimonio? ¿Se ajusta dicha situación a la descripción de Gottman?

3. ¿De qué manera la posibilidad de una reconciliación se ve obstaculizada por el


hecho de que los cónyuges estén en las primeras fases del «Proceso de convertirse
en persona» descritas por Rogers?

4. ¿De qué modo concreto podríamos acompañar pastoralmente a una persona o


un matrimonio que se encuentre en esa condición?

Yo soplo
CLASE 5

ASPECTOS
SUBJETIVOS DEL
CONFLICTO
56.

VIDEO 05
ASPECTOS SUBJETIVOS DEL CONFLICTO
LIC. FEDERICO MASSONE

introducciÓn

01. perspectiva bíbLica deL confLicto

02. aporte científico: joHn gottman


.57
03. Aporte científico: Carl Rogers

Conclusiones integradoras
CLASE 5

ASPECTOS
SUBJETIVOS DEL
CONFLICTO
En esta clase trataremos la situación de conflicto desde el
punto de vista vincular y el punto de vista subjetivo. Procu-
raremos abordar los siete principios de Gottman para vivir
en pareja. Esto nos permitirá orientarnos en el orden de los
pasos estratégicos a seguir para lograr un proceso de acompa-
ñamiento eficaz. Luego volveremos a la teoría de Rogers para
destacar algunas pautas de comunicación a tener en cuenta en
el acompañamiento y en la consejería pastoral, con miras a
facilitar la expresión de significados personales, sentimientos
y aspiraciones dentro de la pareja.

Perspectiva bíblica: Génesis 3.

Este capítulo de la Biblia narra el momento más espantoso de la historia: el momento


en que el pecado ingresó al mundo. Este pasaje puede leerse de diferentes maneras.
Para esta reflexión, en lugar de adoptar un enfoque histórico que nos indique de qué
manera pecaron Adán y Eva en aquel tiempo primordial, adoptaremos un enfoque
distinto. Tomaremos la situación de Génesis 3 como un prototipo que nos ayude a
describir la dinámica del pecado y la acción de Dios.
60. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Este relato posee una gran riqueza simbólica y son muchísimos los elementos típi-
cos y los temas que se abordan. Entre otras cosas se nos habla de Dios, la fe, la tenta-
ción, la duda, la culpa, el diablo, la vergüenza, la justificación y la redención. En esta
clase hablaremos de un elemento central: la gracia.

La mayoría de las personas asistimos a una iglesia evangélica escuchamos, en alguna


de sus distintas versiones, la frase «el pecado es una barrera que separa al ser humano
de Dios». Pero esta fórmula no es del todo exacta en tanto que da la impresión de que
«el pecado» es una realidad que opera por sí misma y de forma automática, distancian-
do a las personas que intervienen en la relación: Dios y el ser humano.

Más allá de esta aclaración, consideramos que si en algún sentido esa frase es cierta
no lo será porque Dios no quiera encontrarse con la humanidad. Por el contrario, Él
sale al encuentro del ser humano. Es la humanidad quien ya no está allí (Génesis 3.8-9),
quien decide huir. ¡Y he aquí la barrera! Se trata de la barrera de la culpa y la vergüenza
y es el ser humano quien erige este impedimento.

La actitud que Dios manifiesta en Génesis 3 recuerda la del padre de la parábola de


Lucas 15.11-32: el padre que espera y sale a buscar al hijo menor (que había abandona-
do el hogar llevándose su parte de la herencia) y al hijo mayor (a quién su arrogancia le
impide participar del festejo por el regreso de su hermano).

Esta actitud manifiesta una característica esencial del amor de Dios: su incondicionali-
dad. Dios ama aunque el ser humano coma del fruto prohibido. El padre ama aunque el
hijo menor derroche la herencia y desprecie su amor. Ama también aunque la soberbia
tome la absurda dimensión que tiene en el corazón del hijo mayor. ¡Simplemente ama!
Y esa clase de amor es el que ofrece la confianza básica para un desarrollo psicológico
íntegro. Por el contrario, los mensajes de un amor condicional resultan alienantes.

En la película Shine (en algunos países titulada Claroscuro) vemos un ejemplo excelen-
te de este amor condicional. La película cuenta la historia del pianista David Helfgott,
un niño prodigio del piano a quien su padre lo atormenta con un trato arbitrario y unas
exigencias absurdas. En un momento de la película David regresa de un concurso que
acaba de perder y su padre lo abraza (y ese abrazo hace más perversa la acción) y le
dice algo así como: «No te preocupes hijo. Algún día serás el mejor pianista y tu padre
amará». Este tipo de mensajes que subordinan el amor al comportamiento producen
una enorme carga en la formación del carácter. Este ser humano procurará amoldarse
a lo que «se espera» de él, hecho que generará un efecto disociativo en su personali-
dad. De este modo los aspectos de la personalidad que no se ajusten al modelo de «lo
esperado» quedarán relegados, lo que tiene graves consecuencias. Solamente el amor
incondicional puede volver a permitir una nueva integración en esa personalidad dañada.
Y esto abordamos en la clase de hoy.

En la obra de Carl Rogers se percibe la importancia de la «aceptación incondicio-


nal» como catalizador que facilita la integración de la personalidad y que ofrece la con-
fianza básica que le permite a la persona un análisis interno de sus propios sentimien-
tos. Sin dudas esto facilita una forma de comunicación fluida que disuelve los nudos
conflictivos. Podemos entender esta aceptación incondicional como la expresión de
CLASE 5
ASPECTOS SUBJETIVOS DEL CONFLICTO .61
un amor incondicional. Pero antes nos ocuparemos de los principios de Gottman que
enfatizan la amistad en la pareja. Esta «amistad» también será fortalecida si se logra
aprender la «aceptación incondicional».

Abordaje de la situación de conflicto matrimonial

El análisis de una situación de conflicto en el matrimonio incluye una multiplicidad de


factores. Tanto es así que los abordajes teóricos disponibles resultan, por lo general,
insuficientes. No obstante procuraremos arribar a una comprensión que sea de utilidad
a los fines de la intervención pastoral. Nuevamente veremos que John Gottman y Carl
Rogers ofrecen valiosas herramientas.

Los siete principios de Gottman

Desde el punto de vista de Gottman la clave de la estabilidad y la felicidad del matri-


monio radica en fortalecer la «amistad» dentro de la relación. Gottman asegura que
los «intentos de reparación» (es decir, los intentos que cada cónyuge realiza para re-
componer una buena relación luego de un conflicto) son eficaces solo en el contexto
del buen clima y la buena disposición de ánimo que genera dicha amistad. Asimismo,
el autor nos proporciona siete principios que pueden ayudar a enfrentar los conflictos
y hacer que las relaciones de pareja funcionen.

1. Mejorar los «mapas del amor»


El «mapa del amor» es la parte de nuestra mente que almacena la información
relevante de la vida de nuestra pareja. Se trata del conocimiento que cada uno
de los cónyuges tiene del «mundo» del otro. Este elemento es esencial para
edificar la amistad dentro del matrimonio. Este principio implica preguntas del
tipo: ¿Conoces el mundo de tu pareja? ¿Qué cosas le gustan a tu pareja? ¿Qué
temas le interesan? ¿Qué le preocupa?

2. Cultivar el cariño y la admiración


Es sustancial crear y fortalecer el sistema de cariño y admiración recíprocos
dentro de la pareja. Ambas cosas son correlativas a la valoración que cada uno
haga del otro y del vínculo. Por eso es importantísimo fortalecer este aspecto.
Este principio incluye preguntas del tipo: ¿Cómo recuerdan el pasado de su
pareja? ¿Qué recuerdos lindos pueden evocar de la historia de su pareja? ¿Qué
detalles satisfactorios de la pareja puede recordar cada uno?

3. Acercarse al otro
Acercarse de forma cotidiana también es sustancial. Pero Gottman se inte-
resa por aclarar que este acercamiento cotidiano no implica necesariamente
un diálogo siempre profundo sobre algún tema existencial o alguna situación
dramática. Por el contrario, Gottman le da mucho valor a las «trivialidades
cotidianas» que cada pareja comparte. Por ejemplo: palabras que tienen signifi-
cado solo para los cónyuges, recuerdos o anécdotas graciosas que les agrada re-
petir, actividades diarias triviales compartidas, etc. Estos elementos incremen-
62. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

tan la «cuenta bancaria emocional» entendida como el caudal de experiencias


compartidas que generan una disposición afectiva y emocional favorable para
resistir la aparición de los «cuatro jinetes». Este principio conlleva preguntas
como: ¿Qué cosas recuerdan con cariño de su pareja? ¿Qué cosas sienten como
propias y de nadie más? ¿Qué cosas entienden que nadie más comprendería?

4. Predominancia del sentimiento positivo


Si se dan los principios anteriores, la consecuencia lógica es una predominancia
de los sentimientos favorables para la felicidad y la estabilidad de la pareja. En
este contexto, las interacciones negativas pierden su efecto de desgaste, los in-
tentos de reparación resultan eficaces y es poco probable que, ante situaciones
de conflicto, la negatividad se salga de control. Asimismo, cada cónyuge experi-
menta alivio fisiológico que se manifiesta en una normalización de las variables
metabólicas (la presión arterial por ejemplo) consecuente con una vivencia más
satisfactoria de la vida matrimonial y la sexualidad. Este principio comporta
preguntas como: ¿Qué tanto están dispuestos a acercarse al otro? ¿Qué tanto
están dispuestos a ceder por el otro? ¿Cuánto valora cada uno del otro?

5. Manejo de los conflictos


Según Gottman si hay una buena reserva en la «cuenta bancaria emocional» en-
tonces es posible que la pareja pueda sobrellevar los grandes conflictos, aquellos
que parecen irresolubles. Y sobrellevarlos no significa necesariamente resolverlos.
Las parejas felices pueden aprender a vivir con esos problemas que no pueden
solucionar y generar mecanismos que eviten que esas situaciones empeoren.
Las parejas que no tengan reservas en esa «cuenta» quedarán estancadas en los
problemas. Por otro lado, existen aquellos problemas que sí tienen solución,
los cuales son tratados con mayor fluidez y eficiencia cuando hay reservas y
recursos emocionales. Este principio implica preguntas como: ¿En qué puntos
importantes están en desacuerdo? ¿Pueden llegar a un acuerdo o pueden vivir
unidos sin llegar a ese acuerdo? ¿Qué problemas consideran que tienen solu-
ción? ¿Cómo solucionarlos? ¿Cuándo lo harán?

6. Compartir objetivos y aspiraciones


Dados los principios anteriores, surge un escenario favorable para que la pareja
comience a ocuparse de sueños compartidos y que cada uno comprenda los
objetivos del otro como propios. La pareja pasa a entender que un matrimonio
conlleva también objetivos comunes. Este principio incluye preguntas como:
¿Cuáles son los sueños y objetivos de tu pareja? ¿Tienen objetivos o sueños en
común?

7. Crear un sentido de trascendencia


El autor señala que si un matrimonio cumple con los seis primeros principios
es posible que su relación sea estable y feliz. Pero aún pueden sentir que fal-
ta algo. Ese «algo» faltante puede ser la sensación de trascendencia. Por eso
es importante que la pareja comprenda que su matrimonio tiene dimensiones
espirituales que necesita desarrollar. En este sentido el autor nos habla de la ne-
cesidad de desarrollar una «cultura» propia del matrimonio, plena de símbolos
CLASE 5
ASPECTOS SUBJETIVOS DEL CONFLICTO .63
y rituales (por ejemplo, costumbres como el brindis y las palabras del padre de
familia en navidad, etc.). Aquí podríamos agregar, desde el punto de vista cris-
tiano, la importancia de compartir momentos de culto familiar, meditación bí-
blica y oportunidades de servicio conjunto. Este principio comporta preguntas
como: ¿Alguna vez se plantearon el hecho de que la pareja tenga una función
más allá de la propia satisfacción? ¿Han descubierto una causa o un propósito
para la pareja?

Al repasar este esquema de análisis, advertimos que los siete principios están orde-
nados de modo que cada uno sea condición de posibilidad para el siguiente. Así, por
ejemplo, para lograr una disposición que permita acercarse al otro (principio tres) es
necesario que, previamente, se genere el «mapa del amor» (principio uno) y cultivar
cariño y admiración (principio dos), en ese orden. Desde luego, el lector podrá advertir
que nadie objetaría la idea de que este tipo de análisis deba leerse y aplicarse con flexi-
bilidad y sin dogmatismos.

Comunicación y relaciones interpersonales


desde el punto de vista de Rogers

En este punto nuevamente viene Carl Rogers a nuestro auxilio para ayudarnos a hilar
un poco más fino en la comunicación de la pareja. Su enfoque es perfectamente com-
patible y complementario con los puntos centrales del análisis de Gottman y aporta
elementos sumamente valiosos para la comprensión del conflicto interpersonal. Hare-
mos referencia a una serie de  factores que Rogers pone de relieve y que formulamos
de la siguiente manera:
• La verdadera comunicación, en el sentido más acabado, se da cuando cada uno
de los que pretenden comunicarse procura comprender lo que el otro dice des-
de el «mundo» del otro. Es decir, procura ver el mundo con la mirada del otro y
adoptar su punto de vista de las cosas.
• En una situación de conflicto emocional, cuanto más intensos sean los senti-
mientos en juego, cada uno tiende a aferrarse a sus propios puntos de vista. Por
lo tanto, se reducen las posibilidades de una verdadera comunicación.
• Si se puede establecer una verdadera comunicación, es decir, si cada uno puede
escuchar lo que el otro dice y apreciar el significado y el matiz emocional que
tiene para su persona, eso ayudará a ambos a modificar lo que fuere necesario
para establecer relaciones armoniosas.
• Al permitir que la otra persona «sea ella misma» y expresar sus propios pen-
samientos y sentimientos sin ser juzgados, entonces se le permite poner esos
sentimientos en juego en la relación. De modo que esta relación se torna más
«real», íntima y gratificante porque siempre es más agradable relacionarnos con
personas con las que podemos «ser» como somos.
• Al permitirle al otro «ser él mismo», cada cónyuge puede comprender cuáles
son los elementos de su propia conducta que molestan al otro y repercuten
negativamente en la relación.
64. mÓduLo 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

• Cuando las personas advierten que en una disputa alguien está dispuesto a hacer
el esfuerzo por comprender y no juzgar, sus afirmaciones tienden a ser menos
exageradas, absolutas y defensivas, y así «desaparece la necesidad de aferrarse a
la idea de que “yo tengo la razón y tú estás completamente errado”». Es decir, la
discusión toma el rumbo de búsqueda de la verdad y no de una simple disputa
por el poder.

• Cuando durante un conflicto alguien advierte que su interlocutor está dispuesto


a hacer el esfuerzo por entender y no juzgar, tiende a ser más auténtico y así
resulta posible eliminar las hipocresías, por lo que el encuentro se torna más
profundo. Dice Rogers: «Si una de las partes logra despojarse de sus defensas,
ello induce a la otra a imitarla».

De regreso a la perspectiva bíblica del comienzo de la clase, vemos la importancia


de permitirle al otro «ser él mismo». Es decir, amarlo sin necesidad de que el amor de-
penda de que sus puntos de vista sean idénticos a los nuestros. Valorar y amar al otro
sin condicionamientos le permite abrirse, mostrar su ser y, por todo lo expuesto por
Rogers, entablar una «verdadera comunicación».

El amor condicionado aliena mientras que el amor incondicional integra a las per-
sonas y a los vínculos. Procuraremos abordar este asunto en detalle durante la próxi-
ma clase.

EJERCICIOS
1. ¿Cuál es el primer objetivo que debemos plantear en una estrategia de
acompañamiento durante un conflicto de pareja?

2. ¿Qué actitudes se requieren en las entrevistas de acompañamiento?

3. ¿Cómo deberíamos proceder si notamos que los cónyuges están demasiado


alterados a nivel emocional?

Buscando el rumbo
CLASE 6

LA INTERVENCIÓN
DEL CONSEJERO
PASTORAL
66.

VIDEO 06
LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO
LIC. FEDERICO MASSONE

introducciÓn

01. perspectiva bíbLica deL confLicto

02. aporte científico: joHn gottman


.67
03. Aporte científico: Carl Rogers

Conclusiones integradoras
CLASE 6

LA INTERVENCIÓN
DEL CONSEJERO
PASTORAL

En esta clase nos ocuparemos específicamente de las entre-


vistas en el proceso de acompañamiento en situaciones de
conflicto conyugal. Comenzaremos con la base bíblica para
establecer un punto fundamental de la consejería en situación
de conflicto. Se trata de la lógica de la ética de la gracia que su-
pera a la «justicia de los fariseos». Continuaremos con las ac-
titudes que el consejero debe sostener en las entrevistas indi-
viduales y de pareja con vistas a que los cónyuges las asimilen
como pautas estables para enriquecer sus propios vínculos.
Por último abordaremos el vínculo entre la teoría de Gottman
y la de Rogers.

Perspectiva bíblica: 1 Corintios 13, Mateo 5.17-20.

Uno de los temas principales de la enseñanza de Jesús es su postura en relación a la ley


mosaica. Esta postura se manifiesta especialmente en el Sermón del Monte (Mateo 5,6
y 7) y en la famosa controversia que sostenía con la secta de los fariseos. Una buena
manera de comprender este asunto es interiorizarse en esa disputa.
70. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Por una serie de factores los fariseos llegaron a adoptar una postura frente a la ley
mosaica que Hans Küng describe con el término de compromiso. Es decir, buscaban
cumplir con la ley y, a la vez, con sus propios deseos dando un rodeo legal. Ante la
demanda clara de la ley, el fariseo buscaba una definición precisa, es decir, una acla-
ración sobre cómo aplicarla en cada caso particular. Procuraba acotar al máximo el
sentido de la ley y hacerla practicable al pergeñar una salida legal para eludir la voluntad
de Dios cumpliendo la letra del mandato divino. Así podían saber claramente has-
ta dónde cumplirían sus propios deseos «sin llegar a pecar». Incluso adquirieron la
habilidad de litigar y utilizar la misma ley divina contra el mismo Dios para justificar
sus propias acciones egoístas. En Marcos 7, por ejemplo, Jesús demuestra cómo los
fariseos invalidaban el mandamiento de honrar a los padres excusándose de ayudarlos
económicamente al esgrimir que el dinero con que podrían ayudarlos estaba reservado
para las ofrendas (Marcos 7.10-13). Jesús expresó: «Y hacen muchas cosas parecidas»
(NVI). De este modo el Señor muestra con claridad de qué manera el instinto religioso
del ser humano busca llegar a un arreglo, un compromiso, entre su propio egoísmo y
la ley de Dios.

Es cierto que pagaron un precio caro por ello. Crearon un complejísimo sistema
legal que resultó esclavizante.

Por el contrario, lejos de flexibilizar la ley de Dios, la propuesta de Jesús es tomarla en


su sentido más radical. Desde su punto de vista, quien se enoja contra el hermano es tan
culpable como quien mata, y quien codicia a la mujer del prójimo es tan culpable como
quien comete adulterio (Mateo 5.21-28). En ese sentido debe entenderse la expresión
de que nuestra justicia debe ser mayor que la de los escribas y los fariseos (Mateo 5.20).

La justicia de la persona que sigue a Jesús no puede conformarse con cumplir la


letra de la ley. Por lo expuesto, el fariseo mantiene una lógica moral que consiste en
cumplir aquello que es estrictamente obligatorio. De ese modo encuentra que puede
hacer lo que se le da la gana con aquello sobre lo cual existe un «vacío legal», y así la
voluntad del hombre encuentra un espacio de cumplimiento por fuera de la voluntad
de Dios amparándose en la propia ley divina.

Los seguidores de Jesús, al igual que su maestro, deben procurar ir más allá de lo que
es estrictamente obligatorio. La lógica del amor al prójimo perdona infinitamente más
de lo que es obligatorio, ama al enemigo y da sin medida al necesitado.

La lógica de la gracia y del amor de Jesús supera la lógica moral del fariseo en el
hecho de que el creyente, al igual que su maestro, no busca defensa y refugio en su
propio derecho ni lo toma como algo a lo cual aferrarse. Podría dejar de perdonar si así
lo quisiera. También podría dejar de amar o de dar porque nadie lo obliga a ello. Pero
lo hace porque tiene incorporada la lógica del amor.

Cuando surge un conflicto matrimonial y una pareja pide consejo, no es raro que lle-
guen al encuentro del consejero o el pastor instalados en la lógica «farisaica». Es decir,
que cada uno llegue por su lado con el objetivo de hacer valer sus propios derechos y
razones. Por lo general las razones que exponen son válidas por igual y, si fuera el caso,
aparentemente nos encontramos ante un dilema irresoluble.
CLASE 6
LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PASTORAL .71
Pero quizá la solución se encuentre al quitar el foco de atención de las razones y los
argumentos que cada uno exponga y dirigirlo hacia la lógica que subyace bajo dichas
razones. Si ambos son seguidores de Jesús deberían razonar con la lógica de la gracia y
el amor y superar la lógica de la defensa del propio derecho que lleva al estancamiento.
Y es sustancial que el consejero tenga la habilidad de poner de relieve este punto, de
modo que la pareja reflexione en ello sin poner en juego mecanismos evasivos.

La entrevista pastoral debería permitir la expresión y la exploración de los senti-


mientos y los pensamientos más profundos de la pareja con vistas enriquecer los «ma-
pas del amor» señalados por Gottman y permitir la mutua comprensión. Esto solo es
posible en el contexto de una disposición de ánimo lo suficientemente abierta gracias
a la asimilación de la lógica superadora de la gracia.

Hasta aquí hemos desarrollado algunos aportes de John Gottman y Carl Rogers
para la comprensión de las relaciones interpersonales y las situaciones de conflicto en
el matrimonio. Procuraremos ahora introducirnos en el modo de intervenir y aconsejar
en estas situaciones basándonos en los aportes de los mismos autores.

Las condiciones de la entrevista

Para comenzar digamos que las entrevistas deben reunir una serie de condiciones im-
portantes. Destacaremos algunas que consideramos con mayor relevancia. Las entre-
vistas requieren que el consejero presente tres actitudes fundamentales, a saber:

1. Aceptación incondicional. Si deseamos que las personas en conflicto hablen


y reconstruyan su relación es necesario abstenerse de juzgarlas o expresar amor
condicional. Las personas deben experimentar un clima de seguridad que les
permita mirar su mundo interior y comprender (y aun exponer) sus sentimien-
tos. Solo es posible si perciben que quien las escucha lo hace con calidez y sin
deseos de juzgarlas.

2. Empatía. Es la capacidad de percibir el mundo desde los ojos de la otra perso-


na. El consejero debe hacer su mayor esfuerzo por comprender lo que la per-
sona diga en el sentido y con el matiz emocional que tuviera para ella. Si capta
que el consejero hace dicho esfuerzo, entonces será probable que también haga
un esfuerzo por expresar sus pensamientos y sentimientos con mayor precisión.
De este modo es posible que ella misma llegue a comprenderse mejor.

3. Congruencia. Equivale a la autenticidad. El consejero debe expresar con la


mayor autenticidad sus impresiones, sensaciones, emociones y pensamientos en
el contexto de la entrevista. Al hacerlo inducirá al interlocutor a efectuar lo mis-
mo porque este se sentirá habilitado para obrar de igual modo. De esta manera
incrementará su seguridad para explorar su propio interior.

Si el entrevistador pudiera demostrar estas tres actitudes cuando una pareja busque
su consejo y acuda a él para contar sus problemas, liberaría entonces poderosas fuerzas
de cambio. ¿Por qué? Porque estas actitudes inducen al otro a reproducirlas. De ese
modo generan un clima de comprensión que permite un acercamiento de las posturas.
72. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Cada uno puede escuchar al otro mientras describe sus propias sensaciones desde lo
profundo del corazón y eso facilita el entendimiento mutuo.

Cambios en el modo de expresión

En este contexto se da otro fenómeno interesante. La clase anterior observamos que


cuando la situación de conflicto se encuentra en un punto crítico y la afectividad está
muy exacerbada, es poco probable llegar a un acuerdo o conversar sobre su posibi-
lidad. Más bien se observa que cada quien busca aferrarse a su postura con mayor
empeño y las comunicaciones suelen ser absolutas, exageradas y sin lugar para matices
de ningún tipo. En esos casos podemos escuchar frases del tipo: «Eres de tal o cual
manera». Esa clase de comunicación parece describir «hechos» que no dan lugar a opi-
niones contrarias. En ese sentido decimos que son absolutas.

Ahora bien, en el contexto de una entrevista donde existe un clima de comprensión


generado por las tres actitudes antes descritas, suele darse el fenómeno que lo que
antes se relataba de forma absoluta como un «hecho» comienza entonces a entenderse
por el propio narrador como una experiencia. Los mapas del mundo se tornan menos
absolutos y cada uno se permite ponerlos en tela de juicio. Es decir, en lugar de decir:
«Eres un idiota porque siempre me dejas sola en las reuniones», puede que diga: «Cuan-
do me dejas sola en las reuniones me siento tan angustiada y tan poca cosa que siento
que te llego a odiar». Si bien lo que dice esta persona es grave y muestra una profunda
crisis, es mucho más alentador que la primera frase.

Vemos que ahora no insulta ni crítica al otro, lo cual no genera una reacción violenta
ni alimenta una escalada simétrica. Además expresa sus sentimientos, lo que permite
que el otro comprenda y se ponga en su lugar. Por otro lado, no expresa un hecho sino
una experiencia y, contra esto, no hay posibilidad de negación o contraofensiva, lo que
de por sí quiebra el ciclo de escalada simétrica.

Consideramos que este enfoque es perfectamente compatible con el de Gottman


en tanto que al cambiar el modo de expresión y generar este clima de comprensión se
previene el surgimiento de los «cuatro jinetes» y se generan momentos de comunica-
ción auténtica que incrementan la «cuenta bancaria emocional» y permiten tener mayor
precisión en el «mapa del amor».

Decíamos que el esquema de siete principios de Gottman está ordenado de tal


forma que cada principio logrado es la condición de posibilidad del avance sobre el
siguiente. De modo que los encuentros con la pareja en crisis deben apuntar a recom-
poner esos principios. Y, por lógica, los encuentros deberían programarse con el or-
den de objetivos a cumplir que describimos en la clase anterior. Gottman recomienda
ejercicios específicos para abordar cada principio (para un mayor detalle, ver Siete reglas
de oro para vivir en pareja). En la clase anterior, al explicar los principios, agregamos pre-
guntas que pueden servir como disparadores para la reflexión de la pareja.

Insistimos en el punto de que los encuentros deben darse en el contexto de la acep-


tación incondicional, la empatía y la autenticidad o la congruencia.
CLASE 6
LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PASTORAL .73

EJERCICIOS
En su libro, John Gottman nos comenta el caso de Dara y Oliver. Se presentaron
como un matrimonio recién casado que se ofrecía voluntariamente para la investiga-
ción que Gottman llevaba adelante sobre la vida matrimonial. Al estar recién casados
estaban llenos de entusiasmo sobre el futuro y afirmaban que si bien su matrimonio no
era perfecto estaban decididos a continuar juntos. Luego de un tiempo de entrevistas
Gottman llegó a la conclusión de que, tristemente, este matrimonio tarde o temprano
«naufragaría». Cuatro años después el autor recibió la información de que su predic-
ción fue acertada.

Por cuestiones de espacio no podemos desarrollar todos los factores que Gottman
tomó en cuenta para realizar dicha predicción, pero solo para dar un ejemplo transcri-
biremos una frase que Dara le dice a Oliver en relación a las tareas de la casa: «Para ti
no existen».

Es evidente que se trata de un sarcasmo (recordemos que es algo contemplado en-


tre los «cuatro jinetes»). Pero, además de esto, se trata de un «hecho» que ella relata y
no de una «experiencia» que percibe.

Preguntas para reflexionar:

1. ¿Cómo podríamos intervenir si surgiera un comentario de este tipo en una en-


trevista matrimonial?

2. ¿Cómo podríamos facilitar que surja una forma de comunicación que, en vez de
aumentar el conflicto, favoreciera la posibilidad de una solución?
BIBLIOGRAFÍA
(UNIDAD 2)
Gottman, J. (2010). Siete reglas de oro para vivir en pareja. Madrid, España: Debolsillo.
Rogers, C. R. (2010). El proceso de convertirse en persona. Barcelona, España: Paidós.
Küng, H. (1996). Ser cristiano. Madrid, España: Trotta.
Tatángelo, E. Manual de Antiguo Testamento II. Buenos Aires, Argentina: IBBA.

REFERENCIAS BÍBLICAS:
NVI: La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 por
Biblica, Inc.® Usada con permiso. Todos los derechos reservados.
UNIDAD 3

LA
COMUNICACIÓN
MATRIMONIAL
Docente Lic. Gustavo Valiño
Buscando el balance
CLASE 7

LA
COMUNICACIÓN
ASERTIVA
78.

VIDEO 07

LA COMUNICACIÓN ASERTIVA
LIC. GUSTAVO VALIÑO

introducciÓn:

01. La comunicaciÓn

_ cuando falta la comunicación:

_ La palabra que falta:

_ forma y contenido:

_ preguntas para reflexionar:


.79
02. La asertividad

_ Tres tipos de personas

_ Personas no asertivas:

_ Personas agresivas:

_ Personas asertivas:

_ Comunicación asertiva en la pareja:

_ Preguntas para reflexionar:

03. Comunicación y espiritualidad


CLASE 7

LA
COMUNICACIÓN
ASERTIVA

Introducción: Desde la torre de Babel en adelante, los


seres humanos intentamos distintas soluciones (siempre
parciales) al problema de la comunicación. Y no se
trata solo de idiomas diferentes: aunque hablemos el
mismo lenguaje no logramos entendernos. Todos hemos
vivido (y viviremos) esta situación. Pareciera una rareza
encontrar gente que «se entiende»...

Definamos «comunicación»
Todos le damos significado a nuestras experiencias cotidianas. La buena comunicación
es la habilidad de transmitir el significado que la experiencia tiene para nosotros y reci-
bir los significados que los demás dan a las cosas.
Dos desafíos: entender el significado de lo que expresa la otra persona y respetarnos
mutuamente al comunicarnos.
En las últimas décadas surgió una preocupación creciente por el estudio de las re-
laciones interpersonales: el ser humano se desarrolla en el intercambio con su medio
82. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

social y el tipo de vínculo que logre establecer, lo que le permite alcanzar un creci-
miento armonioso o discordante. Así se desarrolló una investigación intensa sobre las
relaciones saludables bajo el concepto de asertividad:1 capacidad de comunicarse respetándose
y, al mismo tiempo, respetando a los demás.

Pareciera un objetivo imposible de alcanzar en nuestros días. Sin embargo, hay mu-
chas cosas que podemos aprender y mejorar. Veamos, a modo de introducción, algu-
nos aspectos de la comunicación.

Las palabras que faltan

«Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; y arroyo que rebosa, la fuente de la
sabiduría». (Proverbios 18.4, RVR60)

El desafío es comunicarnos mejor. ¡Lo necesitamos! Pero... ¿y si comenzamos al


revés? ¿Qué es lo opuesto de la comunicación? Lo opuesto es la adicción.

«Adicción» es una palabra compuesta: a (ausencia, carencia, falta de) y dicción (dis-
curso, palabra).

La adicción se relaciona con la imposibilidad que tiene una persona para hablar de
lo que le ocurre. No puede expresar sus frustraciones, sus dolores, sus emociones; está
encerrada, atrapada en su silencio.

Es difícil de creer que en un mundo globalizado, donde las comunicaciones son el


recurso más desarrollado y poderoso, lo que falta es la palabra. ¿Qué palabra falta?

• Falta la palabra que comunica sentimientos, que da certeza de afecto y


aceptación, que expresa el sufrimiento y lo hace compartido.

• Falta la palabra que despliega los sueños y la creatividad.

• Falta la palabra reflexiva con la que intercambiamos y hasta confrontamos


ideas y valores.

• Falta la palabra cotidiana, con su simpleza, que nos hace saber que quienes
amamos «están allí» y que podemos compartir la vida con ellos.

• Falta la palabra del humor, de la distensión, del disfrute.

• Falta la palabra espiritual, la que desarrolla el encuentro con Dios, la Palabra


que recibimos de Él y la palabra con la que le damos respuesta y expresamos
nuestra necesidad más profunda.

Porque no debemos olvidar que cuando las personas no se expresan por la palabra,

1  Castanyer, O. (1996). Capítulos 2, 5 y 6 en La asertividad: expresión de una sana autoestima. Bilbao, España: Editorial Desclée de
Brouwer.
CLASE 7
LA COMUNICACIÓN ASERTIVA .83
hablan de otros modos: por sus adicciones, por sus enfermedades orgánicas, por sus
trastornos depresivos o ansiosos, por sus divorcios... Hablan mal, pero hablan.

Nos abocamos a reinstalar la palabra, esa que falta, en las familias, en la educa-
ción, en los grupos de pertenencia, en la sociedad en su conjunto. Trabajamos para
reinstalar el diálogo con Dios, que inspira el cambio y la esperanza. Nuestra salud,
psíquica y espiritual, depende de que seamos capaces de recuperar «esas palabras
que faltan».

¿Cómo nos comunicamos?

«La blanda respuesta quita la ira;  mas la palabra áspera hace subir el furor». (Prover-
bios 15.1, RVR60)

La forma en que decimos las cosas es parte central de nuestra comunicación. Hay
muchas maneras de comunicarnos pero es necesario utilizar las que ayudan a que el
mensaje llegue al destinatario para que pueda asimilarlo y entenderlo.

Siempre encontramos argumentos para excusarnos por nuestras malas formas de


comunicación: «Soy así», o «No importa cómo lo diga, lo que vale es que tengo razón».

Lo cierto es que cuando hablamos mal hacemos daño a los demás y a nosotros
mismos, y aún más: no nos comunicamos. No es cierto el pretexto de decir: «Soy así».

La violencia verbal es una conducta aprendida (la forma mala de hablar es un acto
de violencia). Lo malo es que ya hemos aprendido a comunicarnos así. Lo bueno es
que, aunque se requiera un enorme esfuerzo, ¡podemos aprender otra forma! No esta-
mos condenados a hablar mal de por vida; podemos cambiar, pero para eso se necesita
que rompamos una falsa creencia que subyace bajo nuestra violencia y dice: «Si hablo
bien, no tiene efecto alguno».

Como el hablar mal causa impacto, creemos que debemos seguir haciéndolo, por-
que así nos prestarán atención y las heridas que se producen «hay que tomarlas como
lamentables daños colaterales».

El texto de Proverbios no dice que hay que tergiversar el contenido del mensaje
para quedar bien. A veces es más fácil razonar bien que hablar de buen modo, pero los
buenos razonamientos se pierden en las malas formas. En otras palabras: si tenemos
razón pero lo decimos mal, dejamos de tener razón. La mala forma impide que se es-
cuche el contenido.

Los demás oyen nuestro maltrato pero no llegan a entender nuestras razones por-
que los hemos herido y alejado de nosotros con violencia verbal, descalificaciones o
gritos. Lo primero que escuchan no es el contenido sino nuestra mala manera de ha-
blar; y así ya no escuchan el resto de nuestras palabras. Entonces sentimos frustración
y una profunda sensación de soledad, porque «no nos entienden».
84. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

De nuevo: el maltrato verbal es un acto de violencia. Cambiar es difícil, pero pode-


mos encontrarnos con resultados maravillosos.

¿Qué comunicamos?

«Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios, y aplica tu corazón a mi sabiduría;
porque es cosa deliciosa, si las guardares dentro de ti; si juntamente se afirmaren sobre
tus labios ». (Proverbios 22.17-18, RVR60)

En la comunicación, por supuesto, el contenido también está en juego. La Biblia


nos enseña que Dios es absolutamente coherente cuando se comunica con el ser hu-
mano: lo que piensa es igual a lo que dice, y lo que dice es lo mismo que lo que hace.

Es tan así que el relato de la creación, expresa: «... y Dios dijo [...] y fue hecho...».

Es un concepto sorprendente porque nos hemos acostumbrado a una sociedad don-


de se piensa una cosa, se dice otra y se hace una diferente. Al escuchar los discursos de
nuestro tiempo podemos tener la sensación que nos ocultan más de lo que nos dicen:

• Cada vez que un político dice: «Les hablo con toda sinceridad», pareciera que
en realidad nos miente.

• Cada vez que una empresa de servicios nos llama por teléfono para ofrecernos
«un beneficio», lo primero que se nos ocurre pensar es: «¡Otra vez quieren
cobrarme más caro!».

• Cada vez que en los programas populares de televisión cuentan lo bien que la
pasan trabajando juntos, pensamos en la cantidad de insultos y gritos que deben
escucharse en los cortes publicitarios, sobre todo si el programa de otro canal
tiene mayor audiencia.

Vivimos el fastidio cotidiano de las comunicaciones mentirosas, interesadas y ma-


nipuladoras. Esto hace que los conflictos se agiganten y nos sintamos ahogados por la
desesperanza. Pero Dios vuelve a ser nuestro mayor ejemplo y fuente de inspiración:

• Respeta nuestras decisiones.

• Intenta, por todos los medios a su alcance, acercarnos a su persona.

• Siempre está dispuesto a perdonarnos.

• Nos dice la verdad aun cuando pueda ser difícil aceptarla.

• Se acerca a nosotros con palabras de amor e interés genuino por ayudarnos.

• Siempre cumple lo que promete.

Leamos de nuevo los seis puntos anteriores y echemos mano de ellos para entablar
un diálogo con Dios, profundo y transparente. Merece la pena que tomemos este mo-
delo y lo apliquemos a nuestra vida cotidiana.
CLASE 7
LA COMUNICACIÓN ASERTIVA .85
Comunicación con bases sólidas

«Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, Lento para la ira, y grande en miseri-
cordia y verdad, Mírame, y ten misericordia de mí». (Salmo 86.15-16, RVR60)

La misericordia y la verdad deben ser los fundamentos de nuestra comunicación.


Son una sola cosa, no podemos usar una en un caso y otra en otro. Cuando la miseri-
cordia y la verdad van de la mano, son sanadoras: nos corrigen, nos transforman y nos
dan confianza y seguridad.

La verdad nunca puede ser una expresión fría y calculadora de hechos supuesta-
mente «objetivos». En el concepto de Dios, la verdad que no va acompañada de amor
simplemente no es verdad, porque el amor es parte de la verdad de Dios, no pueden
disociarse.

No existe una ética cristiana que sostenga principios verdaderos sin el fundamento
de la misericordia. La ética de Jesús es la ética de la misericordia. La misericordia es la
expresión práctica del amor. Pero implica, necesariamente, haberse confrontado pri-
mero con lo que uno es y haber encontrado en Cristo el perdón y la entrega que hizo
por nosotros «siendo aún pecadores...» (Romanos 5.8, RVR60).

Cuando enfrentamos la verdad de lo que somos y la misericordia que hemos reci-


bido, entonces nos convertimos en un canal de misericordia: somos capaces de com-
prender la debilidad del otro, aceptarlo como es, consolarlo en su dolor y perdonarlo
en sus errores, tal como nosotros hemos sido consolados y perdonados.

En su libro De adentro hacia fuera, Lawrence Craw dice: «... debemos combatir dura-
mente aquello que está detrás de la apariencia blanqueada de nuestra vida. De la ense-
ñanza de Jesús se desprende que no podemos lograr el cambio si no nos enfrentamos
a lo que somos...»2.

Misericordia no es tapar ni esconder sino mostrar la verdad con humildad y juntos


transitar, con la gracia de Dios, el camino de la transformación.

Así, el perdón se convierte en el producto más genuino de esta comunicación sa-


nadora; de hablar la verdad y descubrir con ella lo dañado y, en simultáneo, ejercer la
misericordia que restaura, comprende y anima a empezar otra vez.

Definición de asertividad y sus alcances

Dijimos que la asertividad es la capacidad de comunicarse, respetarse y respetar a los


demás. Podemos establecer, a partir de la definición, tres tipos básicos de respuesta:
asertiva, no asertiva y agresiva, con las siguientes características:

2 Craw, L. (1992). De adentro hacia afuera. Miami, EE. UU.: Editorial Unilit, p. 36.
86. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Personas no asertivas: son aquellas que no defienden sus derechos personales,


por tanto, respetan a los demás pero no se respetan a sí mismas. Son personas insegu-
ras, que tratan de evitar los conflictos y se considera como «sacrificadas» en función de
los demás, con una gran necesidad de aceptación por parte de su entorno pero tam-
bién, en ocasiones, con la sensación de ser manipulados por otros. Sienten impotencia,
culpabilidad y baja autoestima. Ante situaciones críticas se bloquean o se sobreadaptan
con altos niveles de ansiedad.

A veces los conflictos no expresados, se traducen en síntomas somáticos a causa


de la carga emocional acumulada. Esa misma carga puede llevarlos a tener estallidos
agresivos que generan más culpa y menor autoestima.

Personas agresivas: defienden al extremo sus derechos personales aun en desme-


dro de los demás. Se respetan a sí mismas pero no a los otros. En el fondo también son
personas inseguras pero que tratan de compensarlo con una actitud de ataque hacia
quienes las rodean como recurso para no sentirse vulnerables. Sienten culpa y frustra-
ción, pero justifican sus reacciones responsabilizando al entorno: si no se defienden,
suponen que serán avasalladas; eso les impone un constante estado defensivo.

Su respuesta ante la crisis es la agresión. Tienen temor de que las cosas no salgan
como creen que debieran ser, enojo permanente y una sensación de falta de control.
Tampoco pueden relajarse pues consideran que eso las dejaría en una condición de
debilidad.

Personas asertivas: dejemos en claro que no hay personas tan perfectas y equili-
bradas que siempre logren mantener patrones asertivos de comportamiento. Pero po-
demos inspirarnos en el modelo asertivo con la intención de tener la mayor proximidad
posible.

Las personas asertivas conocen y defienden sus derechos y, al mismo tiempo, respe-
tan a los demás tratando de generar acuerdos. Pueden defender su postura sin agredir
y plantear abierta pero respetuosamente sus diferencias. Son capaces de poner límites
y decir «no» a requerimientos que no les resulten adecuados pero también son capaces
de reconocer sus errores sin sentirse amenazadas por ello. Pueden expresar gratitud,
admiración y afecto, y también dolor o desconcierto. Pueden pedir cuando es necesa-
rio. Tienen una autoestima equilibrada y sienten satisfacción en sus relaciones interper-
sonales. Pueden valorar a los demás y expresarlo.

Con solo mirar la clasificación anterior podemos pensar en la cantidad de parejas


que se han formado con una «complementación patológica» entre un miembro no
asertivo y otro agresivo. En algunos casos, este esquema enfermo conduce hacia condi-
ciones de violencia física y/o verbal donde uno de los integrantes de la pareja procura
evitar conflictos y el otro lleva al extremo la agresividad para lograr que se cumplan
sus exigencias.

Una pareja debiera ser algo «parejo», el sentido de simetría y de equilibrio donde
respetamos y somos respetados. La combinación «agresivo + no-asertivo» lleva a rela-
ciones asimétricas, donde el ejercicio del poder y el control están en continua tensión.
CLASE 7
LA COMUNICACIÓN ASERTIVA .87
Comunicación asertiva en la pareja: donde
los ideales se encuentran con la realidad

En la comunicación una pareja desarrolla gran parte de sus posibilidades como tal. En
mayor o menor medida, toda pareja tendrá puntos de desacuerdo e incomprensión
como producto de las diferencias en la historia de los integrantes y sus modos distintos
de dar significado a las cosas.

A partir de allí se abre un proceso de conocimiento y comprensión mutua, con la


necesidad de acuerdos que, en su desarrollo, también conlleva desencuentros. Muchas
veces el proceso puede estancarse: hay parejas que simplemente conviven dolorosa-
mente con su incomunicación a lo largo de los años.

La asertividad es el recurso que permite desarrollar la tarea de sana relación y acuer-


do. No asegura un vínculo sin conflictos pero sí la posibilidad de un avance a partir
del respeto mutuo. Las diferencias son mucho más profundas que una discusión con-
ceptual y racional de argumentos. En realidad, ese es el menor de los problemas. Es la
carga emocional lo que dificulta el entendimiento. Comprenden «con la cabeza» lo que
se les dice pero no con su ser interior.

Varias argumentaciones esconden una historia de sufrimientos que han dejado he-
ridas que perduran. Y esas personas dañadas ni siquiera son capaces de relacionar sus
argumentos con sus traumas.

Una esposa acusaba a su marido de ser «poco educado» y con falta de dominio de
sí mismo porque al final de cada comida familiar ingería las sobras del resto de los co-
mensales; el argumento del marido era «no hay que tirar los alimentos». Pero detrás de
la escena había una historia: aquel hombre había pasado necesidades cuando era niño,
época donde la única comida diaria (y no demasiado abundante) era la cena. Había una
fuerte carga afectiva bajo los argumentos explícitos que le daban otro significado a las
cosas. Y es allí donde la asertividad opera como facilitadora: en la vocación de expre-
sarnos y escucharnos con amor y compromiso.

Hay falsas creencias que se construyen en base a experiencias dolorosas. Esto daña
la relación y favorece el surgimiento de problemas de comunicación.

Creencias disfuncionales «no-asertivas»

• Necesidad de aceptación y la angustia que provoca cualquier posible amenaza


de rechazo. Esto genera una dependencia intensa a las reacciones del otro y la
evitación de cualquier conflicto o desacuerdo.

• Vivencia catastrófica de los errores. Cualquier error o mala decisión se vive


como un fracaso. Lleva al perfeccionismo o la parálisis ante situaciones donde
hay que correr «riesgos».
88. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Creencias disfuncionales «agresivas»

• Necesidad de reaccionar y defenderse ante aquellas cosas que consideramos


injustas. Las acciones del otro que dañan se evalúan desde la intencionalidad:
se hacen «a propósito», con mala motivación y por lo tanto no deberían ser
perdonadas. Dichas creencias llevan al distanciamiento, la amargura y la descon-
fianza mutua.

• Intolerancia cuando las cosas no salen como esperábamos. La rigidez e inflexi-


bilidad conducen a un estado de enojo casi constante, de queja y amargura. No
aceptar la realidad es lo que también nos impide obrar sanamente para intentar
modificarla.

Estas y otras creencias falsas se sostienen en base a emociones dañadas que no


siempre salen a la luz o no podemos relacionarlas de modo directo con el hecho actual.
Sin embargo, condicionan la forma de dar significado a las experiencias. Por tanto, es
necesario reconocer las experiencias que han forjado tales creencias y desarrollar mo-
delos de respuesta «más asertivos».

Algunas respuestas asertivas

• Expresar lo positivo de la pareja. Los halagos, el elogio de conductas, la va-


loración de actitudes, son imprescindibles para generar un clima favorable al
diálogo. Algunas parejas creen que hablar lo positivo es innecesario porque «ya
se sabe». No obstante siempre es necesario y enriquecedor explicitar lo bueno.

• Expresar de la manera más simple y clara posible las necesidades e intereses.


Evitar el reclamo y los argumentos defensivos. Es la expresión más concreta del
respeto por uno mismo. Más allá de que el planteo esté equivocado, merece ser
considerado en un diálogo respetuoso; el respeto es innegociable. Los desacuer-
dos son válidos pero no lo son las descalificaciones.

• Limitar las situaciones de discusión. Podemos:

__ reducir la cantidad de información que deseamos expresar (hablar de un


tema pero evitar que se derive hacia otras cuestiones);

__ aplazar una discusión pero con el compromiso de continuarla en otro mo-


mento cercano y más adecuado (la postergación indefinida es dañina);

__ centrarse en las soluciones en lugar de buscar un culpable;

__ reconocer el error sin que ello se convierta en una descalificación;

__ preguntar con genuino interés y respeto qué espera el otro de uno;

__ evitar generalizaciones del orden de «siempre» o «nunca» para describir


las conductas de la pareja; esto suele erigir barreras defensivas y dificultar
la escucha.
CLASE 7
LA COMUNICACIÓN ASERTIVA .89
Espiritualidad y comunicación: el trato transformador de Dios

Muchas parejas tienen graves dificultades de comunicación porque uno o ambos inte-
grantes manifiestan respuestas no asertivas o agresivas que provocan desajustes y res-
puestas emocionales inadecuadas. Estas dificultades tienden a profundizarse con el co-
rrer del tiempo en la medida en que siguen sosteniendo las mismas respuestas y por ello
el problema se hace crónico y desgasta el vínculo, llevándolos al aislamiento emocional.

Tenemos una idea más o menos clara de lo que deberíamos hacer a modo de res-
puesta, pero a la hora de concretarlo vuelven a aparecer los antiguos patrones de
conducta arraigados desde nuestra infancia. Entonces apelamos, en el mejor de los
casos, al intento de cambio espiritual, porque aprendimos que si nos aferramos a Dios
y creemos en sus promesas, Él hará nuevas todas las cosas.

No obstante, lo peor no es solo que la espiritualidad mágica no funciona sino que


además el daño se profundiza; no se resuelve el problema de diálogo de pareja y genera
una desilusión en la relación con Dios. No es que Él no intervenga sino que no lo hace
de acuerdo a nuestro formato.

Dios trabaja muchos aspectos de nuestra vida a través de procesos y no en base a


«sucesos milagrosos». Nos agradan más los acontecimientos milagrosos porque no im-
plican demasiado esfuerzo: creemos en Dios, Él obra y salimos transformados. ¡Listo,
asunto arreglado...!

Lamentablemente gran parte de la teología posmoderna se construye sobre este


tipo de argumentos mágicos: «declaramos», «reclamamos», «renunciamos», «legisla-
mos», etc. Es cierto que las palabras tienen poder, pero en ocasiones pretendemos a
través de ellas ejercer la voluntad de Dios por nuestra cuenta y así no solo le indicamos
a Él lo que tiene que hacer sino también cómo y cuándo. Pero la transformación espi-
ritual es un proceso en el que se desarrolla el cambio de forma paulatina.

El apóstol dice en 2 Corintios 3.18: «Así que, todos nosotros, a quienes nos ha
sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. Y el Señor, quien es el
Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su
gloriosa imagen» (NTV).

Los procesos requieren de un tratamiento de tiempo, esfuerzo, entrega y renuncia


dolorosa; una y otra vez debo humillarme ante Él y ante mi pareja en mi debilidad y mi
incapacidad para modificar mi carácter. Es el «barro» que el «alfarero» trabaja con sus
manos. Y mientras lo hace, duele.

Jeremías 18.6: «Ustedes están en mis manos. Yo puedo hacer con ustedes lo mismo
que este alfarero hace con el barro» (TLA).

Este modelo no suele ser de nuestro agrado. ¿Dónde quedan el poder de Dios y
sus milagros? Debemos recordar que la mayoría de los milagros no son espectaculares
ni estruendosos. En cambio suelen realizarse en el silencio de corazones cambiados
donde el Espíritu Santo entra y genera vida.
90. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

No hay mejor lugar para el trato de Dios que el contexto de la relación de pareja
donde tenemos el desafío de «hacernos uno» desde la humildad y la entrega al otro. A
partir de la realidad cotidiana podemos construir una comunicación de pareja sanado-
ra, que nos estimule al crecimiento.

Algunas reflexiones finales

1. Conversar sobre los conflictos es sanador. A veces el silencio es el intento


deliberado de no comunicarse o mantener un trato superficial con el propósi-
to de expresar enojo o implementar una modalidad de castigo no explicitado.
La amargura es el enojo sostenido y alimentado a lo largo del tiempo, muchas
veces acompañado por el silencio. El silencio deja espacios que no siempre se
interpretan de forma adecuada («No sé lo que le ocurre», «No sé qué piensa»). Si
se lo utiliza como mecanismo de castigo, constituye una forma de abuso emo-
cional. Por ejemplo, no hablar a la pareja o a los hijos durante días, a veces se-
manas. Padres que dicen: «Nunca les levanté la mano ni la voz» pero el silencio
indiferente durante días puede ser más dañino que una palmada o una discusión
franca y respetuosa con la esposa.

La mejor expresión para el enojo es la palabra porque desarticula la violencia y


los rencores. No olvidemos que «todo lo que no se habla se actúa». Lo que no
decimos de algún modo surge en otras circunstancias como emergente de la
frustración acumulada.

2. Comunicar nuestras necesidades. No expresamos nuestros deseos y nece-


sidades porque supuestamente el otro tendría que conocerlas. Pero ese camino
nos lleva a la frustración. A veces pensamos que si manifestáramos nuestros de-
seos entonces se perdería el encanto. Sin embargo, en realidad nos daríamos la
oportunidad de encontrar satisfacción. Que una conducta no sea espontánea no
implica que sea artificial. Es algo que hacemos por la persona que amamos, para
agradarle y mostrarle nuestro interés. Es un acto de entrega, de renunciamiento,
de rechazar el egoísmo natural y disponernos a hacerle un bien a nuestro cón-
yuge. Lo espontáneo es fácil y no cuesta esfuerzo.

3. Comunicarnos con la mayor claridad posible. Si armamos un «escándalo»


por pequeñeces en realidad hablamos de otra cosa. Suelen ser discusiones falsas
que ocultan cuestiones más profundas que nos afectan y no nos animamos (o
no sabemos) plantear. De esta manera alimentamos un estado de amargura y re-
sentimiento. Es importante no atribuirle ningún significado al otro sino hablar
desde lo que a uno le ocurre. En otras palabras, ser claros: el objetivo es que
nuestra pareja nos entienda. Por ello debemos comunicarnos con coherencia,
humildad y transparencia.

4. Vivir y comunicarnos con integridad. El peor veneno que podemos sembrar


en nuestra pareja y nuestros hijos en relación con la iglesia es nuestra incoheren-
cia. Muchos padres reclaman el respeto de sus hijos pero al volver de la iglesia
cada domingo lo único que escuchan en el almuerzo familiar son murmuracio-
CLASE 7
LA COMUNICACIÓN ASERTIVA .91
nes y críticas hacia los pastores o líderes. Por otra parte, en ocasiones nuestros
hijos ven que realizamos nuestro servicio a desgano y después reclamamos que
tengan responsabilidad y compromiso.

A manera de conclusión

Al revisar los conceptos que hemos abordado tal vez sintamos frustración. La distancia
entre nuestra realidad y un modelo saludable puede parecernos abismal, inalcanzable.
¡Pero no lo es! Todo depende de nuestra entrega, del compromiso y, sin lugar a dudas,
de una enorme cuota de humildad personal.

Si de algo podemos estar seguros es de que Dios está dispuesto a acompañarnos


porque nuestra salud es siempre uno de sus objetivos. A fin de cuentas, las antiguas
traducciones bíblicas se referían a la salvación en términos de «salud». Podemos ex-
perimentar salud, vivir mejor y con mayor plenitud. Por nosotros, por nuestras parejas
y también por nuestros hijos, quienes recibirán un modelo mejor. Parece algo utópico,
¡pero es imprescindible lograrlo!

EJERCICIOS
1. La definición clásica de comunicación refiere a la interacción entre un emisor y
un receptor. Analice las diferencias entre ese modelo y otro que involucre «el
significado de la experiencia» como centro de la comunicación.

2. Describa las implicaciones que tiene «la forma» de comunicar el mensaje res-
pecto del «contenido» que se comunica.

3. En la clase de hoy se hace referencia a la forma en que Dios se comunica con


nosotros. Reflexione sobre los ítems propuestos y aprovéchelos para tener un
tiempo de devoción con Dios.

4. Analice las tres categorías de comunicación asertiva. Busque un ejemplo de cada


una de ellas en las Escrituras.

5. Reflexione sobre el impacto de una comunicación asertiva, no-asertiva y agresiva


en la pareja matrimonial.

6. Elabore ejemplos prácticos de las siguientes consignas en la pareja:

__ «hablar sobre los conflictos es sanador».

__ «comunicar nuestras necesidades».

__ «comunicarnos con la mayor claridad posible».

__ «comunicarnos con coherencia, humildad y transparencia».


Prestar atención
CLASE 8

LA ESCUCHA
ACTIVA
94.

VIDEO 08
LA ESCUCHA ACTIVA
LIC. GUSTAVO VALIÑO

introducciÓn

01. La escucHa activa en La pareja

_ el silencio no es salud

_ características de la escucha activa

• prestar atención

• Hablar sólo lo necesario

_ preguntas para reflexionar


.95
02. Recursos básicos de la escucha activa

_ ¿Qué debe evitarse en la escucha activa?

_ Preguntas para reflexionar

03. ¿Qué debemos escuchar?

_ Escuchar los significados

_ Escuchar las historias

Conclusiones integradoras
96.
_ Nuestra pareja necesita que escuchemos sus necesidades y
preocupaciones

_ Necesitamos escuchar que somos amados

_ Los conflictos son inevitables

_ Cuando en una pareja uno gana, ¡los dos pierden!


CLASE 8

LA ESCUCHA
ACTIVA

«Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber


hablar palabras al cansado; despertará mañana tras
mañana, despertará mi oído para que oiga como los
sabios». (Isaías 50.4, RVR60)

Así dijo el profeta sobre el Mesías varios siglos antes de que Jesús viniera a vivir entre
los seres humanos. Puso de manifiesto a la escucha como un elemento condicionante
para el desarrollo de su tarea redentora. Pareciera que la sabiduría en las palabras está
supeditada a la sabiduría en la escucha. En otros términos: no hay palabras sabias sin
escucha sabia.

Después de siglos y, sobre todo, luego de tanta investigación en el ámbito de la


comunicación humana, volvemos a este antiguo principio: la comunicación saludable
empieza por la escucha. El arte de la escucha es, en gran medida, el arte de la espera. Esto
implica demorar el tiempo necesario la intervención para mostrar al interlocutor que
uno lo escucha sin interrupciones, una especie de moratoria en la que se comprende y
analiza antes de responder.

La idea de comunicar nos lleva casi intuitivamente al concepto de decir algo. Sin
embargo, el texto bíblico nos ayuda a pensar las cosas de otra manera: para decir primero
hay que escuchar. Por ejemplo, quien haya leído los Evangelios conocerá la sabiduría de
Jesús: transmitía con todo acierto en sus palabras el mensaje que necesitaban quienes
98. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

se acercaban a Él. Las multitudes que participaban de su enseñanza pública y las per-
sonas que tenían conversaciones íntimas coincidían en lo maravilloso de su manera de
generar un vínculo y transmitir consuelo, desafío, esperanza, perdón y misericordia.
Cambiaba la perspectiva de las cosas, ayudaba a ver lo que nunca habían visto.

Las palabras de Jesús transmitían descanso. ¡Cuánto necesitamos recuperar este


concepto en los tiempos que vivimos! Las palabras de Jesús comunicaban vida a sus
oyentes. De la misma gracia de Dios a veces nos encontramos con personas que re-
producen aquel don y al hablar con ellas recibimos algo más allá de palabras: también
nos infunden paz.

No obstante las palabras sabias solo se hacen posibles a partir de oídos sabios. Hace
falta escuchar como oyen los sabios para luego ser capaces de comunicar descanso.
Hará falta, entonces, que demos importancia a la escucha.

Pero en más de una ocasión sentimos que tenemos «tanto para decir», que es tan
importante que los demás «nos escuchen», que «tenemos derecho» a ser escuchados...
y así priorizamos nuestra palabra antes que nuestro oído.

Esto nos lleva a reflexionar en lo siguiente: el arte de la escucha también es el arte


de la humildad. Para escuchar es condición sine qua non ser humildes. Es necesario
«bajarnos» de una omnipotencia aparente para priorizar al prójimo. En realidad, hace
falta desprenderse de varias «omnipotencias», entre otras:

• Creer que soy lo suficientemente importante como para que otros tengan que
aprender de mí y sean iluminados por mis palabras.

• Enarbolar el narcisismo que me sitúa como centro del diálogo.

• Considerar que lo que tengo para decir es distinto y mejor que los demás.

El apóstol Pablo plantea dos conceptos que pueden orientarnos al respecto:

Romanos 12.3: «Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre
vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense
de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno» (RVR60).

Filipenses 2.3-4: «Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con hu-
mildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada
uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros» (RVR60).

El primero texto bíblico está inserto en el marco del desafío que el apóstol hace a
favor de un nuevo estilo de vida, que se diferencia de la cultura imperante y es coheren-
te con la transformación espiritual a la que somos convocados por nuestra experiencia
en Cristo.

El segundo forma parte, nada más ni nada menos, de la sublime declaración de


entrega y despojo que Dios hace de sí mismo, en la persona de Cristo, a favor de la
humanidad.
CLASE 8
LA ESCUCHA ACTIVA .99
Priorizar la escucha, entonces, es perfectamente compatible con el espíritu de estas
enseñanzas.

La escucha es un acto de humildad. Es mirarnos con la cordura necesaria, reconocernos


menos importantes de lo que pensamos. La inspiración que podemos generar en otros
simplemente fluye, nunca se impone; es el efecto natural de nuestra vida y no una pues-
ta en escena de nuestra necesidad de tener protagonismo.

La escucha es un acto de entrega y generosidad. Así como Dios se despojó y se humilló, su


Espíritu nos convoca a tener la misma actitud con nuestros semejantes.

Pero esta actitud espiritual requiere de una «conversión» de nuestra parte en materia
de comunicación: es la crucifixión de nuestro «yo» demandante de atención y es el na-
cimiento del «ser humano nuevo» a la imagen de Jesús, comprometido con el prójimo.

A veces hemos dado a estas verdades espirituales tanta altisonancia que se han con-
vertido en meras abstracciones. Sin embargo, la transformación espiritual se traduce
en la vida cotidiana transformada. Sin esto no somos muy distintos del fariseísmo que
Jesús condenó, religión formalista y vaciada de contenido.

La vida que no ha sido atravesada por la conversión tiene otros valores donde la
sabiduría y la humildad no son prioritarias. Todo lo contrario.

Puesta en marcha de la escucha activa

En algunas situaciones de comunicación cada interlocutor se muestra más interesado


por transmitir sus mensajes que por comprender los de los demás. Cada interlocutor
es más activo en la emisión que en la escucha. En tal circunstancia es frecuente que el
mensaje de nuestros interlocutores sea recibido de forma parcial y distorsionada debi-
do a nuestro punto de vista sobre el tema en cuestión.

Coloquialmente nos referimos a situaciones de diálogo de sordos cuando cada interlo-


cutor emite sus mensajes sin integrar el mensaje de los demás interlocutores. Cuando
nuestro interlocutor percibe que no le prestamos atención con la intensidad deseada
para su mensaje es muy probable que, de manera más o menos consciente, eleve el
volumen de su voz, acelere la velocidad de emisión... y acompañe su mensaje verbal
con signos no verbales que reflejen tensión, incomodidad, rechazo, desprecio...

Es cierto que nuestra palabra debe ser escuchada y que hay modelos de relaciones
abusivas y descalificadoras que quisieran callarnos como modo de dominación. De
ningún modo debemos aceptarlo ni someternos a ello. Pero muchas veces la necesi-
dad de imponer nuestras palabras procede de impulsos más mezquinos: los miedos,
la necesidad de controlar a los demás, la obsesión porque las cosas se hagan a nuestra
manera, la soberbia en creer que somos los únicos que saben cómo hacer las cosas, etc.

Y así no escuchamos… Si parafraseáramos al apóstol Juan, diríamos: «Si no somos


capaces de escuchar a nuestros hermanos a quienes vemos, ¿cómo escucharemos a
Dios a quien no vemos?».
100. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Decir es solo una parte de la comunicación. Por lo general le hemos dedicado esfuer-
zos importantes al «buen decir». El estudio de la asertividad como modelo de comuni-
car, en el sentido del buen decir, constituye un recurso formidable para mejorar nuestros
vínculos. Pero en simultáneo hemos desarrollado técnicas para «decir» y no le hemos
dado mayor atención a «escuchar». Porque escuchar es simplemente eso: ¡escuchar!

Solemos pensar en la escucha como una acción absolutamente pasiva, carente de


alternativas o variantes. De forma errónea consideramos que lo activo está en el decir y
lo pasivo en la escucha. El título de esta clase es, justamente, «la escucha activa».

Pero ¿qué tiene de activo la escucha? Estamos allí, frente a otra persona que hace
algo (hablar); en el mejor de los casos, escuchamos con paciencia y atendemos lo que
dice. Pareciera que eso no es algo activo pero si lo hacemos de modo correcto, la es-
cucha sí es activa.

Una perspectiva de pareja

Si revisamos lo dicho hasta aquí veremos la importancia que tiene la escucha en el


trato matrimonial. Algunas parejas han convertido su comunicación en dos monólo-
gos, donde cada cónyuge le reclama al otro por múltiples cuestiones. Con argumentos
sólidos o débiles, los monólogos se encierran sobre sí mismos; se encapsulan y se con-
vierten en algo inmodificable. Pero esta rigidez es lo opuesto al diálogo porque la suma
de dos monólogos nunca da por resultado un diálogo.

La escucha activa nos previene del monólogo y nos abre a lo que diga nuestro
cónyuge y a su experiencia. Podemos expresar nuestro interés por su persona, mostrar
valoración por ella y sus dichos, y generar espacios de diálogo profundo.

«Profundo» no es lo mismo que «aburrido» o «dramático». A veces creemos de


forma errónea que hablar de nuestra pareja es plantear un listado interminable de re-
clamos mutuos, experiencia de la que indefectiblemente saldremos peleados, heridos y
con una sensación de que la distancia emocional se ha incrementado aún más. Sin em-
bargo, el buen decir y la escucha activa pueden ayudarnos a que esto sea de otra forma.

No pretendemos ser utópicos en nuestro abordaje. Hay cosas que no nos gustan
escuchar, que duelen y otras con las que no estamos de acuerdo. Pero es importante
recordar que el silencio no es salud. En el mejor de los casos será una tregua sostenida
en el tiempo, a veces casi permanente, que de vez en cuando explota en nuevas hosti-
lidades. ¡Pero no es salud!

El matrimonio ofrece la oportunidad de generar un vínculo al estilo de Jesús donde


se desarrolle el amor como un camino hacia la sanidad.

Nos conmueven las historias de personas que sufrieron abandonos y padecimientos


durante su infancia por haber nacido en familias disfuncionales. Al respecto, no pode-
mos dejar de hacer una salvedad: en muchas circunstancias, la denominación «disfun-
cionales» sería casi una elegancia del idioma; tal vez la expresión «atroces» se aproxime
con mayor precisión a la realidad.
CLASE 8
LA ESCUCHA ACTIVA .101
En algunos casos, dichas personas han formado matrimonios que luego reiteraron
la triste historia disfuncional. Pero en otros no: encontraron en sus parejas la oportu-
nidad de forjar un cambio para su historia. Salieron del «infierno» y fueron capaces de
edificar relaciones saludables. Al estilo de Jesús, esta gente logra transmitir consuelo,
desafío, esperanza, perdón y misericordia en la intimidad de su pareja. Son hombres y
mujeres que también son capaces, como Jesús, de cambiar la perspectiva de las cosas,
ayudándose mutuamente a considerar lo que nunca habían visto.

Las palabras de Jesús transmiten descanso; la palabra de mi pareja también puede


hacerlo. Pero, tal como señala el profeta Isaías, para que mis palabras transmitan des-
canso debo ser capaz de escuchar a mi cónyuge como alguien «sabio».

Características de la escucha activa

El concepto de «escucha activa» se basa en investigaciones de Carl Rogers, entre otros,


y se utiliza en técnicas de comunicación y resolución de conflictos.

Michael Rost la definió como «un término genérico para identificar a una serie de
comportamientos y actitudes que preparan al receptor para escuchar, concentrarse en
la persona que habla y dar respuestas».3

Escuchar activamente involucra el acto de prestar atención especial, de modo intenso,


y detenerse a considerar qué ideas y sentimientos desea transmitirnos el emisor, y esto
antes de responder a su mensaje, incluso de plantearnos cómo responder.

La escucha activa implica una actitud que nos lleva a hablar solo lo necesario, emplear
frases abiertas que inviten al cónyuge a ampliar sus explicaciones, expresar el contenido
de su mensaje con mayor espacio y hacerle notar que es escuchado con autenticidad.

La atención es la actitud de interés al mensaje que se recibe, lo que ha de motivar


nuestra escucha activa y optimizar la eficacia en la comunicación.

Sin embargo, a veces se oye lo siguiente: «¡Ya sé lo que me va a decir! ¡Ya escuché lo
mismo cientos de veces!». Estas frases infieren que escuchar no vale la pena. Es el mismo
concepto encerrado en «todos los hombres son…», «todas las mujeres son…», «tú
nunca/siempre…», etc.

Son los prejuicios instalados que se ponen servicio de la imposibilidad de cambiar


solo por considerar que el cambio es inviable. En tal sentido, los cónyuges no se escu-
chan porque suponen que saben lo que dirán, porque «siempre es lo mismo», porque
están cansados de los «mismos reclamos». Pero la escucha activa se refiere a la capaci-
dad de escuchar no solo aquello que la persona expresa de forma directa sino también
los sentimientos, las ideas o los pensamientos que subyacen a lo que se dice.

3 Stapleton, L. M. (2008) (en inglés). Toward Present Listening: Practices and Verbal Response Patterns in Small Groups of Teacher
Candidates and University Supervisors. ProQuest. En Google Books. Consultado el 21 de julio de 2015, p. 15.
102. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Es fácil que el emisor no diga exactamente lo que desea transmitir; el ruido del
ambiente o las distracciones hacen que los receptores no oigan íntegramente lo que se
ha dicho. Así, una parte de lo que se oye suele no ser comprendida y parte de lo que se
comprende puede ser olvidado a los pocos instantes.

Son defectos casi inevitables en nuestras comunicaciones debido a las limitaciones


humanas. No podemos eliminar los problemas de comunicación pero podemos mejo-
rar y hacer cambios que nos lleven a un modelo más sano, pleno, íntimo y disfrutable.

Recursos básicos en la escucha activa

Los investigadores de la comunicación nos plantean algunos recursos concretos:

• Conocer e interpretar el lenguaje verbal y corporal de las personas. Es


algo imprescindible en una pareja y es valioso que se desarrolle a través de los
años para lograr un mejor acercamiento.

• Generar un clima emocional acogedor. Así como Dios una y otra vez verba-
liza su amor por nosotros en las Escrituras, es necesario que lo hagamos en la
intimidad de la pareja, con palabras y acciones. Escuchar a mi pareja activamen-
te es una muestra de amor.

• Afirmar al cónyuge que uno lo escucha. Para esto se debe desarrollar una
expresión concreta al mostrar reciprocidad e interés sobre lo que el cónyuge
expresa. También desempeña un papel importante el lenguaje no verbal (gestos
con la cabeza, la mirada, las manos, etc.).

• Mostrar empatía («Entiendo lo que sientes», «Noto que...»). Ponerse en el


lugar del otro. Una actitud de renunciamiento y generosidad. Nos obliga a salir
de nuestra postura y actitud defensiva para intentar entender cómo se siente el
otro. Requiere humidad y valentía; es una de las actitudes más difíciles de asumir
y más cercanas al espíritu de Jesús porque nos obliga a morir al «yo» para tomar
en cuenta al otro.

• Resumir lo que ha dicho el cónyuge. Así demostramos que escuchamos y


entendemos lo que nos cuenta.

• Reflejar el estado emocional. Además de que lo hemos entendido le mostra-


mos que sabemos cómo se siente.

• Validar. Mostrar que aceptamos lo que dice aunque no se estemos de acuer-


do. Es aceptable lo que se dice, se entiende, aunque no estemos totalmente de
acuerdo.

• Dar señales a la otra persona mediante expresiones corporales adecuadas que


confirmen que escuchamos.

• Pedir que nos aclare aquellas cosas que no hemos comprendido.


CLASE 8
LA ESCUCHA ACTIVA .103
• Proponer síntesis parciales que nos ayuden a centrar el asunto.

• Respetar los silencios que se produzcan de forma natural en la conversación.


Ser pacientes y respetar el tiempo del cónyuge.

Elementos a evitar en la escucha activa

• No distraernos. Para tener una conversación importante hay que dedicarle


toda la atención; no debiera efectuarse mientras se hace otra cosa ni con el tele-
visor prendido ni mientras contestamos mensajes en el teléfono móvil. Ambos
cónyuges deben tener disposición, tanto quien propone la conversación (que
no lo haga cuando el otro está concentrado en otra cosa) como quien recibe la
propuesta de diálogo, renunciando en algún momento a sus intereses (o «esca-
pes») para poder dialogar.

• No interrumpir al que habla. Esperar a que la otra persona nos dé lugar aun-
que no estemos de acuerdo con lo que diga.

• No juzgar. Recordar el consejo bíblico que indica no juzgar para no ser juzga-
dos.

• No ofrecer ayuda ni soluciones prematuras. A veces durante un diálogo


nuestro cónyuge no nos pide que resolvamos nada sino que se trata de la nece-
sidad de hacer «catarsis» con nosotros. Necesita ser escuchado como expresión
de afecto o para ordenar sus propias ideas mientras habla.

• No contar nuestra historia cuando el otro necesita hablarnos. Recordar


que nadie escarmienta en «cabeza ajena». Además, si nos cuenta algo es para
que entendamos su problema y si contamos nuestra historia nos centraremos
en la nuestra.

• Evitar el «síndrome del experto», es decir, tener la respuesta antes de que el


otro cuente todo.

• No rechazar ni minimizar las emociones que el cónyuge manifiesta. Las


emociones son reacciones automáticas que frecuentemente se dan en determi-
nadas circunstancias; pero que no son obligatorias y no las controlamos. Por
eso, decir a una persona que no debería sentir lo que siente implica un reproche
sobre una sensación interna, ante la cual la persona no tiene control. Hay que
tener en cuenta que no está en su mano modificar tal sentimiento. Lo que sí
puede controlar y modificar es cómo expresar esas emociones pero no las emo-
ciones en sí mismas.

• No dar un consejo que no nos hayan pedido.

• No descalificar mediante opiniones.


104. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

¿Qué debemos escuchar “activamente”?

1. Escuchar los significados. A veces reducimos la escucha a las palabras. También


deberíamos ser capaces de escuchar a la persona. Escuchar quién es, de dónde
viene, por qué cree lo que cree. Oír es mucho más complejo que el mero proceso físico
que involucra la recepción de ondas sonoras, su transmisión y transformación en una
señal nerviosa específica que se da a través del oído; implica la puesta en marcha de
procesos intelectuales y emocionales que integran múltiples datos para la búsqueda de
significados y la interpretación de mensajes.

Para comprender mejor el mensaje recibido no basta con analizar su contenido.


También es necesario considerar las connotaciones y los significados atribuidos por
el emisor, tener en cuenta la carga afectiva que proyecta el comunicante y sintetizar la
esencia del mensaje. La relación con el mundo externo implica darle un significado a lo que
vivimos: desde un viaje en autobús hasta la lectura de un libro tienen un significado. Puede ser
interesante, obligatorio, insoportable, desafiante, trascendente, rutinario o agobiante. Por eso,
una de las consideraciones básicas a tener en cuenta es la siguiente: «Cada sujeto es un dador
activo de significado a las experiencias».

Hablamos de experiencia y no de realidad porque nuestras experiencias son subje-


tivas, es decir, son lo que nosotros vivimos de la realidad y no la realidad en sí misma.
Frente a una misma situación, en el mismo momento y en el mismo lugar, nuestras
vivencias pueden ser diferentes y estar asociadas al significado que le damos a esa ex-
periencia en particular. Cada persona le asigna a sus experiencias su propio significado,
bueno o malo pero propio. Para ayudar, lo primero que necesitamos es entender y para
eso debemos escuchar.

¿Tenía sentido que Jesús le preguntara a un ciego «qué quieres que te haga»? Desde
esta perspectiva consideramos que sí. Para Jesús es importante la experiencia de cada
persona, sus necesidades y la mirada que las mismas personas tienen de esas necesidades.

Los significados que damos a nuestras experiencias afectan profundamente la manera


en que las abordamos. No es lo mismo enfrentar una decisión con temor al fracaso (con-
dicionados por la baja autoestima) que con impulsividad (por una ansiedad desbordada)
o con reflexión (aprendida en el diálogo y el análisis de situaciones anteriores).

Resulta esencial escuchar el significado que tiene para nuestro cónyuge aquello que
nos dice. En primer lugar porque es una expresión concreta de intimidad: entender
sus significados es expresión de conocimiento y valoración del otro, de interés por sus
necesidades. Y segundo, escuchar los significados es lo que nos permite avanzar en la
comunicación y en la resolución de los conflictos. No importa solo aquello que se dice
sino también cómo se dice y cuál es el mensaje subyacente a ese discurso.

2. Escuchar la historia. Los significados se han ido construyendo y consolidando en


la historia de la persona: una aprendió a verse incapaz, otra que tenía que tener todo de
forma urgente, otra que en su entorno familiar vio cómo las decisiones se dialogaban y medi-
taban con anticipación, etc.
CLASE 8
LA ESCUCHA ACTIVA .105
La historia personal y familiar condiciona, para bien o para mal, la forma de dar
significado a nuestras experiencias. En muchos casos necesitamos, a la luz de la Escri-
tura, aprender otra manera más saludable de dar significados, contando con la ayuda
del Espíritu Santo (ver Juan 14.26).

En nuestra historia infantil hemos recibido de nuestras familias un sistema de creen-


cias que es mucho más amplio que la presencia o la ausencia de experiencias religiosas.
El sistema de creencias familiar es un modo de ver la vida, de dar significado a las ex-
periencias que vivimos y que nos rodean. Proviene principalmente de nuestros padres
y con el correr de los años podremos confirmarlo o desmentirlo, pero hay algo que
no podremos evitar: ya ha sido instalado en nosotros. Algunos ejemplos de creencias:

• Qué es el éxito en la vida

• Qué indicadores se usan para valorar a una persona

• Cuál es el valor del dinero

• Qué significa ser aceptados por Dios y cómo se alcanza esa aceptación

• Qué lugar ocupa la aprobación de los demás en nuestra vida

• Cómo disfrutar de la vida

• Qué lugar ocupa el sufrimiento y qué posición adoptamos frente a él

El listado incluye solo algunos aspectos. Podríamos agregar muchos más. Tienen
que ver con lo que hemos escuchado y observado. No son solamente los discursos; en
realidad, algunos discursos familiares son totalmente contradictorios con las conductas
que vemos en la práctica diaria. Esas incoherencias son daños emocionales que a lo
largo de la vida necesitan ser sanados.

Cada familia, implícita o explícitamente, desarrolla respuestas ante las cuestiones de


la vida. Pueden ser más o menos elaboradas pero se expresan en los comportamientos
que tienen ante los hechos que involucran tales significados.

Las familias también responden a las necesidades afectivas de modos muy distintos:

• La forma de expresar los afectos. Con mayor o menor intensidad, con palabras
explícitas o de modo silencioso, con o sin contacto físico, etc.

• La validez o la censura en las expresiones afectivas. Cuáles afectos se expresan y


cuáles no; a veces hay expresiones emocionales que estás censuradas o permiti-
das: el enojo, la alegría, la tristeza; tal vez se critique el llanto o la euforia.

• Los momentos en que se expresan afectos. Puede haber situaciones en las que
la expresión emocional esté aprobada (o descalificada), por ejemplo, mostrar
enojo en una discusión, fastidio ante un episodio abusivo o felicidad ante una
buena noticia.
106. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Nadie hizo una reunión ni lo explicitó; la prohibición es tácita. En muchos casos se


aprende en base a la descalificación. Por ejemplo: mostrarse débil y llorar trae como
consecuencia recibir el reproche de alguno de los padres, a través de la burla, el enojo
o la indiferencia.

Es en nuestras familias donde, desde la más temprana infancia, aprendemos un


modelo de comunicación interpersonal. Es un sistema comunicacional propio que está
asociado con las creencias y las expresiones afectivas de tal modo que los formatos de
comunicación pueden ser violentos, descalificadores o reparadores; que banalizan la
comunicación o le dan trascendencia; que consolidan o vulneran la autoestima.

En ese modelo también se incluye la «anticomunicación»: se trata de los secretos


familiares, lo «no dicho» que circula como fantasma. La trama de secretos y silencios
puede ser intrascendente en algunas familias y terrible y hasta perversa en otras. Lo
no hablado juega como trampa de desconfianza, verdadera «atadura» emocional que
impide la libertad y la transparencia, por tanto, genera un gasto enorme de energía
emocional para ser sostenido.

Va desde historias de abusos pasando por pecados inconfesados o rupturas añosas


de vínculos que nunca se restauraron; estos y otros contenidos ocultos pueden ser
parte de una construcción fantasmática esclavizante.

Es en la familia donde aprendemos a valorar los patrones de comportamiento: en


el desarrollo de la vida cotidiana se dio la introyección de los comportamientos que
son adaptativos o aceptados y cuáles son desadaptativos o rechazados dentro de ese
modelo familiar.

Así, los modos de conducta que en algunas familias serían inadecuados o hasta
escandalosos en otras son aceptados. Es importante evaluar dichos comportamientos
dentro de esa trama familiar particular. La propia historia explica esas conductas (por
ejemplo: una familia que no se reúne para Navidad, porque en esa fecha falleció un in-
tegrante de la familia; pero en otra familia, eso no sería aceptable y hasta se vería como
contraproducente).

Es claro que cada familia tiene su propio modelo donde estos elementos adquieren
relativa importancia propia y tiene significados particulares. También en el modelo
familiar se consolidan formas de dar significado que serán la influencia sobre nosotros.

Historia y pareja

Pensemos, entonces, en el valor de entender la historia de nuestro cónyuge y que


asimismo entienda la historia de donde procedemos. Entender nuestras respectivas
historias profundizará el conocimiento mutuo y nos permitirá acercarnos, aceptarnos
y ayudarnos a cambiar.

Entender cuál es la historia de mi cónyuge me ayudará a valorar sus esfuerzos para


mejorar los aspectos de su personalidad que han sido dañados. No es lo mismo el
buen trato que puede proponer alguien que provenga de una familia donde se lo valo-
CLASE 8
LA ESCUCHA ACTIVA .107
ró como persona y se lo afirmó en su autoestima, que el esfuerzo para expresar buen
trato que debe hacer quien procede de una historia donde abundó el abuso verbal, la
violencia o el alcoholismo.

Nuestra historia nos condiciona, a veces muy fuertemente, pero no nos determina.
Hay un punto donde se juega la posibilidad de elegir nuestra respuesta ante las situa-
ciones de la vida. Por supuesto que esto no es fácil. A veces hay que luchar contra con-
dicionantes que se han grabado desde la más temprana infancia y en algunos casos con
marcas traumáticas. Hay quienes quedan pegados al pasado, cargados de impotencia,
convencidos de que el cambio ya no es posible. Se han resignado a su historia y ya no se
plantean una nueva oportunidad. Nos recuerda al siervo de la parábola de los talentos
que enterró lo que tenía porque tuvo miedo (ver Mateo 25.25).

Hay personas que han enterrado su vida. No lo decimos desde el juicio ni la descali-
ficación sino desde cierto dolor porque han perdido la oportunidad de tener una mejor
calidad de vida. Han quedado en lo que hoy se llama «una zona de comodidad» (que de
cómoda no tiene nada) que no requiere modificaciones. Una comodidad en tanto pa-
sividad y resistencia. Otros han quedado «pegados» a la amargura culpando a algunos
actores de su pasado por la condición en la que han quedado. La amargura es el enojo
sostenido a lo largo del tiempo y también es expresión de la impotencia.

¡Pero podemos elegir! ¡Podemos rebelarnos al daño sufrido! Por supuesto, no lo


haremos desaparecer porque el pasado no cambia. Tampoco podemos renunciar
a él como si nunca hubiera existido. En cambio, sí podemos desarrollar recursos
transformadores.

A esta altura el planteo sería el siguiente: «Bueno, ya sabemos lo que no podemos hacer
pero ¿habrá algo que sí podamos hacer?».

La fe es un recurso fundamental de transformación y desde la ayuda del Espíritu


Santo podemos poner en marcha nuestra decisión de cambio para ser transformados
mediante un proceso sanador. Como expresamos en la clase anterior, 2 Corintios 3.18
expresa: «Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la
gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como
por el Espíritu del Señor» (RVR60).

Nuestra vocación de cambio pone en marcha la resiliencia. Según Grotberg, «la resi-
liencia es la capacidad de enfrentar situaciones adversas, superarlas y ser transformados
positivamente por ellas».4 Podemos superar una historia adversa. Tenemos muchas
más oportunidades de lograrlo cuando contamos con una pareja que «escucha activa-
mente» nuestra historia con la disposición de comprendernos, aceptarnos y, en base a
ello, estimularnos al cambio.

4 Grotberg, E. (1997). La resiliencia en acción. Trabajo presentado en el Seminario Internacional sobre Aplicación del Concep-
to de Resiliencia en Proyectos Sociales, Universidad Nacional de Lanús, Fundación Van Leer.
108. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

En definitiva, escuchar la historia es acercarnos a estas cuestiones para encontrar ca-


minos alternativos, tal como nos indica la resiliencia: enfrentar situaciones adversas (que
también implica entenderlas), superarlas y ser transformados positivamente por ellas.

Algunas reflexiones finales

1. Nuestro cónyuge necesita que escuchemos sus necesidades y preocupa-


ciones. Aprender a escuchar activamente implica un esfuerzo. No es natural}
pero eso no lo hace hipócrita ni artificial; simplemente es algo que requiere
adquirir un entrenamiento que aún no tenemos. Solemos creer erróneamente
que aquello que no es natural no sirve. Pero el verdadero amor no es natural
en el sentido que siempre nos salga espontáneamente. Hacemos las cosas por
nuestra pareja, por el bien de la persona que amamos, y si eso requiriera cambio
y esfuerzo, ¡es lo que deberíamos hacer! Es amor verdadero que se entrega por
el otro.

2. Necesitamos escuchar que somos amados. Todos, desde nuestra más tem-
prana infancia, necesitamos ser afirmados en amor. Y eso no deja de ser necesa-
rio con el correr de los años. La escucha activa es un modo concreto de hacerle
saber a nuestra pareja que es importante para nosotros. Y saber de parte de ella
que también somos amados.

3. Los conflictos son inevitables. No hay posibilidad de eliminar los conflictos.


Son inherentes a la condición humana. No obstante hay algo que sí podemos
hacer: convertir los conflictos en oportunidades de diálogo y crecimiento, ha-
cer de las diferencias una herramienta de trato y de transformación de nuestro
carácter.

4. Cuando en una pareja uno gana, ¡los dos pierden! Es muy difícil decir «te
amo» en medio de una discusión acalorada. Pero no deberíamos olvidarnos que
discutimos con la persona que amamos. La idea de ser «una sola carne» no tiene
que ver solamente con el aspecto sexual sino también con la construcción de
una vida en común, con llevar adelante la vida y vivir juntos cada día mejor. Si
le «gano» a mi pareja, y somos uno, entonces es una parte de mí la que pierde.

5. Si lo que nos preocupa es buscar quién tiene razón, nunca encontramos


soluciones. Hay personas que se dedican a tener razón casi como una reivindi-
cación. Pareciera que en cada conflicto se juegan su dignidad y viven a la defen-
siva. Están convencidas de que tienen la razón y creen que todo se solucionaría
si quienes las rodean reconocieran que ellas tienen razón. Pero hay un detalle en
esta lógica: no son felices. Para tener razón han arrasado sus vínculos. Se han
quedado solos, cada vez hay más distancia entre ellos y sus seres queridos. A
veces hay que considerar que encontrar soluciones es más importante que tener
razón. Si recordamos la definición de «escucha activa» descubriremos que es
una herramienta privilegiada para alcanzar soluciones.
CLASE 8
LA ESCUCHA ACTIVA .109

EJERCICIOS
1. Relacione, con sus propias palabras, el texto de Isaías 50.4 con la definición de
«escucha activa».

2. ¿De qué forma se relaciona la «escucha activa» con la humildad?

3. Reflexione sobre cómo puede incidir la «escucha activa» en la comunicación de


pareja.

4. Aplique los recursos básicos de la «escucha activa» a situaciones cotidianas de la


comunicación en la pareja.

5. Elija tres de los elementos a evitar en la «escucha activa» y aplíquelos a situacio-


nes concretas de su comunicación de pareja.

6. Reflexione sobre su propia historia familiar y analice algunos condicionantes que


pudiera detectar en su vínculo de pareja (no es necesario compartirlo).

7. Elabore ejemplos prácticos sobre las siguientes consignas en la pareja:

__ Nuestra pareja necesita que escuchemos sus necesidades y preocupaciones.

__ Necesitamos escuchar que somos amados.

__ Los conflictos son inevitables, pero…

__ Cuando en una pareja uno gana, ¡los dos pierden!

__ Si lo que nos preocupa es buscar quien tiene la razón, nunca encontramos


soluciones…
Una vela
CLASE 9

EL DESARROLLO
DE LA INTIMIDAD
112.

VIDEO 09
EL DESARROLLO DE LA INTIMIDAD
LIC. GUSTAVO VALIÑO

introducciÓn

01. Los mundos de La intimidad

_ Los mundos de la intimidad

• intimidad emocional

• intimidad sexual

• intimidad intelectual

• intimidad estética

• intimidad creativa

• intimidad recreacional
.113
• Intimidad de trabajado

• Intimidad en las crisis

• Intimidad espiritual

• Del ideal a la realidad

• Estabilidad e intimidad

• Preguntas para reflexionar

02. Fundamentos de la pareja matrimonial

_ Cotidianeidad

_ Proyectos en común

_ Sexualidad
_ Tendencia monogámica

_ Preguntas para reflexionar

03. El lenguaje más allá de las palabras


_ La mirada directa

_ El contacto físico

_ La atención concentrada

_ Preguntas para reflexionar

Conclusiones integradoras
CLASE 9

EL DESARROLLO
DE LA INTIMIDAD

Hay experiencias humanas que son imposibles de abarcar


con las palabras. La intimidad es una de ellas. Podemos
acercarnos a su significado con expresiones como
amistad, compañerismo, comunión en lo más profundo del
ser, etc. Pero todas nos dejan sabor a poco.

Mucho peor es cuando usamos la palabra «intimidad» para definir una acción de un
modo «más elegante»: decimos que tuvieron intimidad cuando lo que queremos expre-
sar es que tuvieron relaciones sexuales. ¡Pero a veces la práctica sexual ni se acerca a la
intimidad!

La intimidad requiere un grado de apertura en dos sentidos. Por un lado, la aper-


tura a un mayor grado de honestidad con la pareja; es la disposición interior a ser más
sincero con uno mismo y con los propios defectos y transmitirlo sin defenderse. Por
otro lado es la apertura del autoconocimiento, de poder «desnudarnos ante el otro» en
nuestros pensamientos y sentimientos más íntimos.

La intimidad emocional es el fundamento de todas las formas de intimidad. Gene-


ra una conexión más allá de las palabras. La intimidad emocional nos hace sentir que
«estamos en casa».
116. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Desde otra perspectiva, siguiendo a Clinebell5, podemos ver la construcción de


variados mundos de intimidad:

• Intimidad sexual: la experiencia de entregarse mutuamente y encontrar satis-


facción sensual y emocional.

• Intimidad intelectual: compartir el mundo de las ideas, disfrutar del diálogo


sobre intereses en común, aprender el uno del otro.

• Intimidad estética: contemplar juntos la belleza, dondequiera que sea, algo


que constituye una experiencia de comunión para muchas parejas.

• Intimidad creativa: es la experiencia donde ayudamos al otro a crecer; implica


no ser los «reformadores» del otro sino colaboradores hacia una experiencia de
vida más profunda.

• Intimidad recreacional: la necesitamos como alivio y descanso, imprescindi-


ble para nuestra salud mental.

• Intimidad de trabajo: surge de compartir las tareas comunes, desde la casa, el


acompañamiento del otro en sus proyectos y las actividades comunitarias. Los
matrimonios que aspiran a tener cierto grado de salud deberán aprender a apo-
yarse mutuamente en la carga de responsabilidades.

• Intimidad en las crisis: saberse acompañados mutuamente al enfrentar mo-


mentos difíciles de la vida. Las amenazas, las tragedias, las incertidumbres po-
nen a prueba el grado de cohesión y compromiso de una pareja.

• Intimidad espiritual: es el acercamiento frente al sentido de la vida y la re-


lación con Dios. Puede permear todos los otros niveles de intimidad con un
fuerte sentido de trascendencia.

Frente a un tema como el que abordamos, corremos el riesgo de quedar atrapados


en palabras agradables que solo nos «eleven» a una idealización de la pareja y, al termi-
nar de leer, lleguemos a la siguiente conclusión: «Hermoso, pero no es para mí». No
encuentro peor fracaso que este en el intento de transmitir algunas reflexiones sobre la
pareja: que quien lea se sienta distante, incomprendido, solo.

Como los ideales son solamente eso, ideales, la realidad nos marca las dificultades
y las limitaciones que todas las parejas tienen por la simple razón de estar constituidas
por personas limitadas. Pero el reconocimiento de esa misma condición puede ser el
punto de partida de un cambio. ¡Convertir la resignación en un desafío!

Tal vez sea de ayuda considerar la pareja desde aspectos de la realidad en la que se
desarrolla y, a partir de allí, recuperar la posibilidad de los cambios que permitan el de-

5 Clinebell, H. y Clinebell, C. (1973, 1991). Intimidad: claves para la plenitud de la pareja. Buenos Aires, Argentina: Editorial La
Aurora, pp. 67-71.
CLASE 9
EL DESARROLLO DE LA INTIMIDAD .117
sarrollo de una intimidad que hasta este momento no se alcanzó. Para tal fin echamos
mano del libro Psicoanálisis de la pareja matrimonial, de Puget y Berenstein,6 publica-
do en 1989. Muchas cosas han sucedido desde aquel momento, entre otras, diversos
cambios de paradigmas. Por ejemplo, la llamada sociedad posmoderna ha avanzado y
nos ha puesto en una situación que requiere que ejerzamos una reflexión continua. Es
probable que hoy en día varios conceptos expresados en el libro serían revisados por
sus autores porque los modelos de pareja y familia se han redefinido (estemos o no de
acuerdo con tales cambios).

En la clase de hoy tomaremos sus ideas como base aunque solo en determinadas
ocasiones citemos de forma textual. Puget y Berenstein plantearon la siguiente defini-
ción de «pareja matrimonial»:

«El término “pareja matrimonial” designa una estructura vincular entre dos perso-
nas de diferente sexo desde un momento dado, cuando establecen el compromiso de
formarla en toda su amplitud, lo puedan cumplir o no».7

No es mi intención discutir sobre el denominado «matrimonio igualitario»


(homosexual); simplemente menciono que los autores modificaron, con el correr de
los años, la idea de la diferencia de sexos en su definición.

Pero quiero centrar la atención en tres aspectos que los autores enfatizaron:

• El matrimonio designa una estructura vincular.

• Esa estructura entra en vigencia a partir del momento en que los cónyuges es-
tablecen el compromiso de formarla en toda su amplitud.

• Puedan cumplir o no tal compromiso. Esto hace al grado de intimidad que lo-
gren alcanzar en su vínculo.

Hay un anhelo general (o mayoritario) en los seres humanos de constituir relaciones


estables e íntimas. No sucede en todos los seres humanos ni en todas las etapas de la
vida. Pero es algo constante tener cierto anhelo de estabilidad.

En una aclaración posterior, los autores expresaron: «… reconocemos una ten-


dencia del ser humano a organizar su vida vincular en estructuras que van de menor
a mayor estabilidad». Nuestra sociedad pareciera desmentir esta afirmación, también
como si fuera cosa de otra época; sin embargo, no estamos tan seguros de que sea
algo obsoleto. Es cierto que hoy es más difícil sostener vínculos estables pero eso no
significa que no se deseen.

En muchas ocasiones hemos escuchado desde los púlpitos plantear que la gente se
separa «por falta de compromiso» o «porque elije lo más fácil». También nos parece
una simplificación errónea. Una separación nunca es fácil porque implica en sí misma

6 Puget, J. y Berenstein, I. (1989). Psicoanálisis de la pareja matrimonial. Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós, p. 13.
7 Ibidem.
118. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

una pérdida y toda pérdida acarrea dolor. En ocasiones, las parejas no agotan las alter-
nativas para la búsqueda de soluciones, pero eso no implica que no sufran.

La estabilidad de una pareja no es «la paz de los cementerios»: como nada sucede,
como vivimos como extraños que comparten una casa, pareciera que no hay conflic-
tos. En cambio, la estabilidad de una pareja se construye de forma dinámica y positiva
cada día, en diversos aspectos. En este sentido, consideramos que la estabilidad de una
pareja está fuertemente condicionada por el grado de intimidad que dicha pareja alcance en el desarrollo
de sus parámetros fundamentales.

Fundamentos constitutivos de la pareja matrimonial

Puget y Berenstein plantean cuatro parámetros fundamentales que definen a la pareja


matrimonial:
1. Cotidianeidad
2. Proyectos en común
3. Sexualidad
4. Tendencia monogámica

A continuación veremos cada uno de ellos.

1. Cotidianeidad. Incluye la actividad completa que define la vida diaria de una pa-
reja. La vida cotidiana se construye con mucho trabajo. Los autores de referencia
hablan de la necesidad de tener elementos que se mantengan constantes y otros varia-
bles para que lo cotidiano sea enriquecedor.

Se necesita cierta constancia positiva que favorezca el orden diario, permita reducir
el gasto de energía y haga la convivencia predecible en un buen sentido. Por ejemplo,
si donde estaban los tenedores «hasta ayer» hoy están las camisas y donde estaban los
documentos ahora están las herramientas, es una inconstancia que genera caos.

Pero no todo debe ser constancia. Las variaciones adecuadas hacen al disfrute de
la vida y ayudan a que una pareja se refresque y renueve, sin caer en una rutina donde
todo es predecible, siempre igual, sin oportunidades.

La monotonía quita la motivación; por el contrario, las variaciones, el salir de las


conductas predecibles, el cambio de planes, la búsqueda de alternativas, enriquecen a
la pareja.

En general esto es parte del saber popular. La mayoría sabemos que necesitamos
realizar cosas nuevas con nuestra pareja, pero... ¡no lo hacemos!

El desgaste en la relación, la ausencia de motivación, la falta de tiempo, las exigen-


cias laborales o de servicio en la iglesia, las demandas de los hijos y diversos factores
más hacen que posterguemos aquello que necesitamos. No obstante... ¿dejamos de co-
mer? No por mucho tiempo. Pero «matamos de hambre» a nuestra relación de pareja.
CLASE 9
EL DESARROLLO DE LA INTIMIDAD .119
De algún modo hemos aprendido que la pareja es algo que puede postergarse. Está
mal y lo sabemos.

Hay otra conducta en la vida cotidiana de una pareja que es extremadamente des-
tructiva: consiste en un modo de discusión que pone en riesgo el vínculo ante cada
conflicto. Cada problema lleva a la pareja a cuestionarse el seguir juntos; ante cada
situación de desacuerdo aparece la amenaza de separación. Además del daño a la esta-
bilidad del vínculo, esta modalidad de discusión hace que nunca se aborden las verda-
deras cuestiones, lo que aumenta la angustia y cambia el eje de la discusión.

Pero comunicar estabilidad es lo opuesto a la amenaza de disolución. Comunicamos


estabilidad con nuestras palabras y sobre todo con nuestras actitudes y conductas. La
inestabilidad y amenaza de separación afectan emocional y espiritualmente a los niños:
los pone en un estado de alerta constante y los lleva a «hacerse cargo de la relación de
los padres»: son ellos quienes median y piden a los padres «que no se peleen». Cuando
escuchamos frases de ese estilo en nuestra casa de parte de los hijos, deberíamos dete-
nernos a reflexionar porque algo funciona mal.

Los temas cotidianos de conversación de una pareja nos revelan cuál es su nivel de
intimidad. No hacemos referencia a la cantidad de tiempo que cada uno habla. ¡Pue-
den hablar largas horas! Lo importante es el contenido, aquello que indica el grado de
profundidad del vínculo.

Algunas parejas tienen niveles de comunicación apenas superficiales:

• Hablan de las cosas: los temas son externos a ellas, desde la condición del clima
hasta el intercambio de ideas y opiniones sobre temas diversos. Puede ser char-
las enriquecedoras pero no íntimas.

• Hablan de los demás: este es el mayor entretenimiento de la sociedad actual.


Se llenan horas de televisión con programas de este estilo. Es un diálogo poco
comprometido, donde no nos involucramos.

• Hablan de nuestras cosas: el grado de compromiso es mayor donde hay un


elemento en común compartido. Sin embargo, más que temas íntimos el inter-
cambio gira en torno a proyectos, hijos, cosas a resolver.

Otras parejas alcanzan niveles más íntimos de comunicación:

• Hablan de «nosotros»: esto posibilita ir más allá de los temas que tienen en co-
mún para entrar en el diálogo sobre ellos mismos, es decir, cómo se ven, qué
necesitan, qué sienten y qué deben cambiar. También está en este espacio el
disfrute compartido.

• Hablan de «tú» y «yo»: es el punto donde cada uno se anima a desnudar el alma
frente al otro para expresar sus miedos más íntimos, sus secretos no contados a
nadie, las miserias personales que daría vergüenza que otros descubrieran pero
que es liberador encontrar en la pareja la aceptación, que es expresión de la
gracia de Dios. Abrir los sueños y los dolores y saber que uno es escuchado y
aceptado.
120. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Lo cotidiano no se opone a lo profundo. Es en el andar de la vida diaria donde


encontramos las expresiones concretas de la intimidad, la estabilidad y el crecimiento
de una pareja.

2. Proyectos en común. Los cónyuges dejan de ser pareja al dejar de tener «hijos».
Los hijos no son solo los biológicos o adoptivos sino que también existen los
hijos simbólicos: cada proyecto de la pareja es un «hijo» que debe llevarse adelante con
el acuerdo y el apoyo de ambos.

Puede ser que uno en la pareja sea «el actor principal» en determinado proyecto,
pero para lograr el éxito se requiere el esfuerzo de ambos. Puede tratarse de proyectos
financieros, profesionales, materiales, académicos, de servicio espiritual, etc. Son la me-
jor forma de construir compañerismo. Y es el compañerismo lo que lleva a la intimidad
y, a la vez, la alimenta. En algunas cosas trabajan juntos, ahorran juntos o planifican
juntos. En otras, uno apoya al otro.

Por ejemplo, cursar una carrera de estudios puede verse como un proyecto propio, y
lo es, pero también puede constituirse como un proyecto en común cuando el cónyuge
acompaña, aguarda en la puerta de la institución educativa al que estudia para salir a
comer juntos o prepara la cena y cuida a los hijos mientras el otro no está.

Se requiere de complementación: uno hace algo y el otro complementa con otra


cosa. También se necesita de la generosidad de aportar en el ámbito donde uno no sea
el actor principal. Se precisa de un genuino deseo de ver crecer a la persona que tene-
mos al lado, con desprendimiento. Que nuestro cónyuge crezca mientras apoyamos
ese desarrollo.

Nuestra sociedad fomenta la competencia y el narcisismo, y lo hace a tal punto que


ya está en discusión que la personalidad narcisista es algo patológico. El dogma es:
«Yo me tengo que sentir bien». No parece tan malo hasta que, llevado a la práctica, se
convierte en una postura donde lo único que importan son mis deseos e intereses y
todo lo que no se acomode queda descartado. Porque el narcisismo deja de lado toda
oportunidad de intimidad. No se trata del sacrificio de quien se coloca en posición de
víctima sino de la generosidad mutua.

Tiempo atrás conocimos a una pareja de médicos, ambos talentosos y con excelen-
tes carreras profesionales. Con el correr del tiempo la esposa tuvo un desarrollo profe-
sional con mayores exigencias, en gran medida, producto de su especialidad. Su marido
no tuvo ningún problema en adecuar los horarios para ocuparse de ciertas necesidades
de la casa y los hijos (sin que eso lo anulara profesionalmente) con el propósito de darle
a su esposa la mayor amplitud y libertad horaria que su tarea requería. Ella no podría
haber hecho lo que hizo sin el apoyo de su esposo, ¡y lo reconocía en todo lugar donde
se lo preguntaran!

Es el espíritu de generosidad que tuvo Juan el Bautista frente a Jesús. Cuando los
discípulos de Juan vieron el incremento de la popularidad de Jesús se preocuparon por
CLASE 9
EL DESARROLLO DE LA INTIMIDAD .121
el profeta. Pero Juan, con toda liberalidad, les pidió que se despreocuparan: «Dejen que
él crezca, eso es lo necesario» (ver Juan 3.30).

Las corporaciones se llenan la boca para hablar del trabajo en equipo, pero con el
doble discurso de animarnos a competir con los demás. Es un discurso perverso: coo-
peramos o competimos. ¿Y en el matrimonio? ¿Competimos con nuestra pareja? ¿Qué
necesitamos demostrar?

Las personas con una autoestima saludable no compiten, cooperan. Y así, mediante
un verdadero trabajo de equipo, logran alcanzar medidas que otros ni podrían soñar
porque se desgastan comparándose, midiéndose con quien tienen a su lado.

3. Sexualidad. El concepto incluye las relaciones sexuales pero excede el mero


acto sexual. Sexualidad es todo lo que hacemos como pareja: comunicación,
compañerismo, intimidad, complicidad, etc. La sexualidad es central a la idea de pareja.
No es un «mal necesario». Tampoco debería ser una demanda que «hay que cumplir»
ni «una descarga fisiológica». Es diálogo, juego, complicidad, disfrute. Es el espacio de
exclusividad para compartir y, en ese sentido, puede convertirse en uno de los ámbitos
más propicios de intimidad. Sin embargo, esa no es una realidad mayoritaria... Las de-
formaciones van en muchas direcciones...

Lograr la intimidad no implica solamente estar solos y desnudos. Para que la vida
sexual contemple la intimidad requiere de una entrega por encima del cuerpo.

La versión devaluada de nuestra cultura occidental, que de tan «natural» ha despo-


jado a la sexualidad de lo exclusivamente humano, es la compleja elaboración afectiva
del amor. Otra idea muy occidental de la sexualidad es la que va atada a la perfección
estética, aunque nos preguntamos al respecto cuál sería la perfección si cambiáramos
el modelo de belleza cada cinco años...

Vivimos en una época visual. El consumo se hace por los ojos y se pretende que el
amor también. Eso induce a que queden fuera de la plenitud sexual las personas menos
agraciadas físicamente, las que tienen las marcas del paso de los años en su cuerpo, etc.
¡Nada más lejos de la verdad! Porque la verdadera sexualidad excede la vista y también
la juventud.

Por otra parte están las deformaciones de la sexualidad como producto de los abu-
sos y las violencias, que dejan el sello de malo o perverso a cualquier acercamiento a la
libertad del disfrute. Desgraciadamente los abusos deforman y arruinan lo saludable;
por definición, alejan a quien los sufre de cualquier intimidad posible. Se vive como
amenaza porque es en los espacios íntimos pero deformados donde se producen los
actos abusivos. En palabras del papa Francisco: «Las huellas del abuso en las víctimas
son para llorar a gritos».8

8 Recuperado de: http://www.lanacion.com.ar/1755668 (27/12/2014).


122. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

La restauración de la salud emocional para la sexualidad en casos de abuso y vio-


lencia puede implicar un proceso penoso y extendido en el tiempo. Pero es necesario
hacerle saber a quienes han sufrido que la restauración es un camino posible.

La sexualidad es saludable en el marco del consentimiento y el compromiso mutuos


para vivirla. Todo lo que una pareja viva con libertad y respeto debería experimentarse
como un don de Dios.

Las relaciones sexuales tienen la oportunidad de llevar a un disfrute pleno cuando el


objetivo de cada uno sea el disfrute de su pareja y viceversa. Cuando ambos se dedican
al placer del otro, ambos reciben, se sienten valorizados y amados. Pocas cosas son tan
placenteras como experimentar el disfrute del cónyuge en el acto sexual y saber que
uno puede brindarle a la persona que ama semejante regalo.

Es importante notar, por cierto, que este modelo de sexualidad no es apto para
narcisistas: si solo nos miramos a nosotros, nuestras necesidades, gustos y placer, pro-
bablemente tendremos un acto sexual solitario, donde el cónyuge ocupe el mero rol de
objeto. No es de sorprenderse que parejas así sean insostenibles en el tiempo.

La vida sexual en la pareja debe vivirse con plena libertad, alegría e interés. Dedi-
carle tiempo debe ser una prioridad para los cónyuges. En tal sentido, las dificultades
sexuales no tienen por qué ocultarse ni mantenerse debido a la vergüenza. Esto produ-
ce un daño doloroso en la pareja.

4. Tendencia monogámica. La idea de «tendencia» no significa que sea algo «op-


cional» ni una expresión de buenos deseos. Intenta expresar el sentido dinámico
de la elección: aquello que un día expresamos como compromiso debe sostenerse cada
día. Es decir, todos los días con palabras y actos debemos «volver a elegirnos».

Tiempo atrás leímos lo siguiente: «La intimidad crece en un clima de confianza que
se basa en el compromiso de fidelidad y continuidad. Las parejas que se casan con la
concepción de poder disolver fácilmente el matrimonio, obstaculizan de antemano el
éxito de la relación, por lo menos el de una relación íntima».9

Un concepto de nuestro tiempo dice que la monogamia es «antinatural». Se explica-


ría así: «Lo natural es que me atraiga alguien, y después otra persona y tal vez, al mismo
tiempo otra...». La descripción se ajusta bastante a lo que vemos a diario en nuestra so-
ciedad pero no significa que sea algo «inevitable» ni tampoco que la única forma opo-
nerse a este modo de vida «natural» sea una represión al estilo medieval. Entendemos
que se trata de una confusión de términos: donde dice «natural» significa «impulsivo».
Porque no es cierto que la única forma de amar sea dejarse llevar por los impulsos.

9 Clinebell, H. y Clinebell, C. (1973, 1991). Intimidad: claves para la plenitud de la pareja. Buenos Aires, Argentina: Editorial La
Aurora, pp. 62-63.
CLASE 9
EL DESARROLLO DE LA INTIMIDAD .123
Lo natural en el ser humano consiste justamente en su capacidad de elección por
encima de sus impulsos; es lo que le da esencia de «humano».

Que una persona no «elija» la monogamia no hace que sea alguien antinatural; más
bien, habla de su modo humano de elegir como también del modo humano de elegir:
la decisión de optar por la fidelidad y la exclusividad de pareja. Ambas son opciones;
si algo queda claro en la Biblia es que Dios respeta nuestras elecciones, esté o no de
acuerdo con ellas.

Volvamos al punto inicial: la tendencia monogámica es una elección continua. Es


una construcción cotidiana. Atraviesa, por tanto, diversos momentos de incomodidad
y cuestionamientos.

Pero muchas veces la decisión es cualquier cosa menos una verdadera elección. En
esos casos, cuando la pareja se sostiene por comodidad, por resignación, por las pérdi-
das económicas que implicaría un divorcio o por los hijos (quienes sufren el «infierno»
de tener padres que no se soportan y son estos mismos hijos, supuestamente prote-
gidos, quienes luego dicen «lo mejor era que en su momento se hubieran separado»).

Erróneamente se predica que mantener las formas, aunque carezcan de contenido,


es la voluntad de Dios. No compartimos tal concepto. Sería como decir «no importa tu
motivación al orar, lo importante es que ores» o «no importa qué haya en tu corazón
al ofrendar, lo importante es el dinero que des». ¡Es un modelo opuesto a la enseñanza
de Jesús!

Algunos podrían argumentar que tal postura favorece el dejarse llevar por los sen-
timientos. Por el contrario. Insistimos en que sostener la decisión de seguir juntos
es, en muchos momentos, difícil y en apariencia insostenible. Pero en la lucha por la
preservación del matrimonio debe haber un compromiso por recuperar el contenido
del matrimonio: amor, respeto, valoración y compañerismo. No sirve la batalla por
mantener la fachada de un matrimonio.

Jorge Luis Borges tenía una frase lapidaria que bien podría ilustrarnos al respecto: «No
nos une al amor sino el espanto, será por eso que la quiero tanto».10 Hemos conocido
parejas sostenidas por «el espanto». No es un modelo saludable ni tampoco espiritual.

La cotidianeidad creativa, la construcción de proyectos en común y la sexualidad sa-


ludable son los mejores recursos para sostener y consolidar la exclusividad en la pareja.
Es en estos ámbitos donde fundamos y desarrollamos la intimidad.

Intimidad: el lenguaje más allá del alcance de las palabras

El lenguaje no verbal es un elemento ineludible de la comunicación. Para bien o para


mal, lo deseemos o no, nuestros gestos, tono y postura son parte de lo que comunica-
mos, dándole énfasis o variantes a los significados de nuestros mensajes.

10 Borges, J. (1974). Obras Completas (volumen 1).Buenos Aires, Argentina: Emecé Editores, p. 947.
124. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Y en la intimidad el lenguaje no verbal ocupa un espacio central. Le da a las palabras


sentidos propios, específicos de esa pareja, de «esos» momentos que ambos decodifican
de modo exclusivo y excluyente del resto. Refleja conocimiento mutuo, complicidad
y espacio compartido. Sirve para expresar sentimientos en «idioma propio de a dos».
Porque el lenguaje no verbal puede comunicar desde el sufrimiento hasta la diversión.

Metacomunicación y significados varios

«Metacomunicación» es una palabra compuesta: implica comunicar por encima de


las palabras, excede lo dicho para transmitir más. El contenido del discurso está por
encima del contenido de las palabras. El lenguaje no verbal es el recurso de «metaco-
municación» por excelencia pues encierra mensajes más allá de las palabras.

Por ejemplo, si una esposa le dice a su marido: «Creí que no volverías nunca»...
___ ¿Se trata de un reproche o de una caricia?
___ ¿Qué respuesta espera ella de él?
___ ¿Una excusa por haber llegado tarde?
___ ¿Una respuesta cariñosa como «yo también te extrañé»?
___ ¿Una agresión como «déjame vivir tranquilo»?

Hay un ejercicio difícil de desarrollar cada día y con el que nos confronta el ejemplo
anterior: por un lado, decir lo que realmente nos ocurre de la forma más clara posible
a favor de nuestra comunicación; por el otro, recuperar el inigualable sentido de inti-
midad que produce el lenguaje de pareja, que más allá de las palabras guarda para sí
códigos exclusivos.

Hay tres elementos para destacar con respecto al lenguaje no verbal que han sido
desarrollados por Ross Campbell en su libro Si amas a tu hijo.11 El autor señala la mirada
directa, el contacto físico y la atención concentrada en referencia a la comunicación de
los padres con los hijos. Aun así consideramos que podemos tomarlos como recursos
de intimidad para la pareja. Es más, si se fomentan en la pareja es muy probable que se
expresen luego con mayor efectividad hacia los hijos.

1. La mirada directa. Mirar a la pareja en forma directa y sostenida durante un


diálogo facilita la fluidez de la comunicación. No se trata de una mirada fija,
rígida ni inquisidora, sino de una forma de relación, un modo de acercamiento
y de expresión de interés.

2. El contacto físico. Muchas veces el único contacto físico en una pareja es el


acto sexual. El contacto físico, más allá de la sola relación sexual, en primer
lugar, la anticipa, la alimenta y la favorece. Pero también es expresión de afecto

11 Campbell, R. (1985). Capítulos 4, 5 y 6 en Si amas a tu hijo. Minneapolis, EE. UU.: Editorial Betania.
CLASE 9
EL DESARROLLO DE LA INTIMIDAD .125
y de intimidad cotidiana. Los abrazos y los besos facilitan el diálogo y también
el juego en la pareja. Además es una forma concreta de mostrar a los hijos cómo
se aman sus padres. Hay personas que jamás conocieron este modo de comuni-
cación de parte de sus padres y han crecido carentes de capacidad para expresar
afectos, con el daño que esto implica para sí mismos, sus parejas e hijos.

3. La atención concentrada. Al igual que la mirada directa se trata de una expre-


sión de interés, de valoración por el otro y de aprecio por lo que comunica. Los
recursos tecnológicos atentan contra este tipo de comunicación. Nos hemos
acostumbrado a hablar «mientras» atendemos otras cosas. Pero perdemos inti-
midad, la capacidad de dedicarnos con exclusividad al otro.

Conclusión

Alguna vez leímos estas diez palabras que facilitan mucho una comunicación saludable:

«Estaba equivocado. Lo siento mucho. Perdóname, por favor. Te amo».

No son mágicas, pero simplemente muestran la virtud…

___ de la expresión de los afectos

___ del compromiso con el otro

___ de la disposición a la reconciliación

___ de la vocación por el perdón

Sencillamente hacen al espíritu de la intimidad.

EJERCICIOS
1. Reflexione sobre «los mundos de intimidad» de Clinebell (pp. 1 y 2). Desarrolle
algunas sugerencias de cómo mejorar en forma práctica cada uno de esos aspec-
tos en la pareja.

2. Analice la definición de «pareja matrimonial» de Puget y Berenstein. Indique


acuerdos, desacuerdos y modificaciones que le haría a dicha definición.

3. Evalúe los aspectos de «cotidianeidad», «proyectos en común», «sexualidad» y


«tendencia monogámica». Sobre ellos, realice aportes prácticos desde la pastoral
para promover el crecimiento de las parejas.

4. Analice cómo aplicar en la vida cotidiana los conceptos de «mirada directa», «con-
tacto físico» y «atención concentrada». ¿Qué sugerencias haría desde la pastoral?
BIBLIOGRAFÍA
(UNIDAD 3)
Castanyer, O. (1996). La asertividad: expresión de una sana autoestima. Bilbao, España:
Editorial Desclée de Brouwer.
Craw, L. (1992). De adentro hacia afuera. Miami, EE. UU.: Editorial Unilit.
Clinebell, H. y Clinebell, C. (1973, 1991). Intimidad: claves para la plenitud de la pareja.
Buenos Aires, Argentina: Editorial La Aurora.
Clinebell, H. y Clinebell, C. (1999). Asesoramiento y cuidado pastoral. Michigan, EE. UU.:
Libros Desafío.
Puget, J. y Berenstein, I. (1989). Psicoanálisis de la pareja matrimonial. Buenos Aires, Ar-
gentina: Editorial Paidós.
Campbell, R. (1985). Si amas a tu hijo. Minneapolis, EE. UU.: Editorial Betania.
Maldonado, J. (2006). Fundamentos bíblico-teológicos del matrimonio y la familia. Michigan,
EE. UU.: Libros Desafío.

REFERENCIAS BÍBLICAS:
RVR60: Reina-Valera 1960. Copyright © 1960 por American Bible Society.
NTV: La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation,
2010. Todos los derechos reservados.
TLA: Traducción en lenguaje actual. Copyright © 2000 por Sociedades Bíblicas Unidas.
UNIDAD 4

LA SEXUALIDAD
EN EL
MATRIMONIO
Docentes: Dra. Lucía Pérez, Ing. Carlos Jacobs,
Lic. María Elena Mamarian
Una pareja
CLASE 10

DIMENSIONES DE
LA SEXUALIDAD
Y FASES DE LA
RELACIÓN SEXUAL
132.

VIDEO 10
DIMENSIONES DE LA SEXUALIDAD
DRA. LUCÍA PEREZ E ING. CARLOS JACOBS

introducciÓn

01. formando nuestros conceptos de sexuaLidad

01. La cultura

02. La iglesia

03. La experiencia
.133
02. Los falsos dualismos

_ Dicotomía entre cuerpo y espíritu

_ Dicotomía entre varón y mujer

_ Dicotomía entre libertad y estructura

03. La sexualidad y la respuesta humana


CLASE 10

DIMENSIONES DE
LA SEXUALIDAD
Y FASES DE LA
RELACIÓN SEXUAL

El aporte de la sexología:

Para hablar de sexualidad humana desde una perspectiva actual necesitamos partir de
diversos hallazgos importantes hechos por las ciencias que la estudian y conforman
desde hace 180 años la denominada sexología humana, a saber:

1. Todo ser humano es un ser sexuado. El sexo y la sexualidad son inherentes a


las personas. No solo nacemos genética y biológicamente diferenciados sexual-
mente sino que además nos hacemos seres sexuales a través de nuestra socialización.
De ahí que se pueda distinguir entre sexo y sexualidad. Según algunos sexólogos, sexo
«es el conjunto de características anatómicas y fisiológicas que diferencian al varón
de la hembra» y sexualidad «es el conjunto de características biológicas, psicológicas
y sociales que contribuyen a la identidad sexual del individuo y a su comportamiento
sexuado». Podría decirse que se refiere a todo lo que significa ser hombre o mujer en
una sociedad particular.
136. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

2. Todo ser humano vive y practica su sexualidad de acuerdo al desarrollo fi-


siológico, psicológico, social, moral y espiritual en sus diferentes etapas del de-
sarrollo humano y conforme al contexto sociocultural donde crece y se desenvuelve.
Por ello hay que distinguir, en términos generales, las tendencias de experimentar dife-
renciadamente la sexualidad en la niñez, la juventud, la edad adulta y la edad avanzada.

3. La sexualidad se practica condicionada por el impacto que la cultura ejer-


ce en las personas. Nuestro entendimiento y nuestra experiencia de la sexua-
lidad están condicionados por las creencias y los valores de la cultura en lo referido a
las dimensiones de la sexualidad. En tanto las ideologías reflejan luchas de poder entre
sectores sociales, la experiencia de la sexualidad tiene un componente político. En
América Latina, como en otras partes del mundo, hay tres ideologías que distorsionan
nuestro entendimiento cultural del sexo y la sexualidad, como se indica a continuación:

a) Sexofobia. Tendencia a no aceptar la sexualidad como algo natural y positivo


en la persona; desarrolla sentimientos de culpa y vergüenza ante el nudismo y
el comportamiento erótico, por ejemplo.

b) Hedonismo. Búsqueda del placer sexual como única razón de ser. Esto pro-
mueve el libertinaje sexual y niega la posibilidad de dirigir la conducta y las
relaciones sexuales de forma responsable.

c) Sexismo. Ideología que otorga al varón la supremacía sobre la mujer y pro-


pone una división tajante en los papeles que cada uno desempeña de acuerdo
al género y en la segregación física y psicológica de los sexos.

4. La sexualidad humana no se reduce a la genitalidad ni al coito. Se puede


hablar de cinco dimensiones de la misma:

a) La identidad sexual es el estado psicológico de reconocer que pertenecemos


a uno u otro sexo, o sea, que se es varón o hembra

b) Las pautas culturales sobre lo que significa ser hombre o mujer, es decir, la
definición de masculinidad y feminidad, constituyen el comportamiento ge-
nérico

c) El pensar y hacer cosas placenteras a los sentidos, autodefinidas como sexua-


les, constituyen el comportamiento erótico

d) La orientación sexual se define como la atracción o preferencia hacia personas


de uno u otro sexo para establecer relaciones tanto afectivas como eróticas.

e) El estilo de vida es el modo en que estructuramos nuestras relaciones inter-


personales y expresamos nuestra sexualidad.
CLASE 10
DIMENSIONES DE LA SEXUALIDAD Y FASES DE LA RELACIÓN SEXUAL .137

5. La sexualidad debe entenderse dentro del concepto más amplia de «salud


holística». Es decir, la salud total del ser humano que integra sus dimensiones
física, emocional, intelectual, social y espiritual, incluyendo el concepto de salud sexual.
Según Gloria Mock (Conceptos básicos de sexualidad), la salud sexual incluye tres com-
ponentes:

a) La capacidad de disfrutar y controlar la conducta sexual y reproductiva de


acuerdo a una ética social y personal

b) La ausencia de temor, vergüenza, culpa, creencias falsas y otros factores psi-


cológicos que inhiben la respuesta sexual y obstruyen las relaciones sexuales

c) La ausencia de desórdenes orgánicos, enfermedades y deficiencias que inter-


fieren con las funciones sexuales y reproductivas.

El aporte de la teología

Una reflexión evangélico-protestante sobre el significado teológico de la sexualidad


humana debe darse mediante un diálogo crítico con los conocimientos científicos de
esta época, con el estudio críticos de la Escritura y la tradición teológica, y con el apren-
dizaje y la confrontación de la realidad que vive la gente. Esta visión teológica-ética
de la sexualidad debe hacer referencia a una teología de la creación, una teología de la
salvación y una teología de la vida cristiana. Debemos reconocer que la Biblia no habla
abundantemente sobre la sexualidad infantil ni juvenil. Es un libro escrito por adultos
para adultos; por lo tanto, tiene como foco de atención la práctica de la sexualidad del
mundo adulto. De ahí que tengamos que hacer el esfuerzo hermenéutico para extraer
algunos conceptos y normas generales que constituyan un marco de referencia para la
comprensión teológico-ético-pastoral básica que dé orientación y guía a la enseñanza y
la consejería para la comunidad de fe en sus distintos grupos etarios.

A continuación compartimos algunos apuntes para una teología de la sexualidad


humana inspirados en el valioso aporte de James B. Nelson (Sexuality and the Sacred:
Sources for Theological Reflection).

Sexualidad y teología de la creación

Somos seres sexuados y sexuales por la acción amorosa y creativa de Dios. La sexuali-
dad es un don de Dios al ser humano. Es parte integral y constitutiva de nuestra iden-
tidad: «... varón y hembra los creó» (Génesis 1.27, RVR60).

• La sexualidad no solo sirve a un propósito procreativo, sino también uni-


tivo, es decir, con el objetivo de la comunión, el disfrute, la sensualidad, la com-
pañía y el amor en las parejas (ver Génesis 2; libro de Cantares).

• El cuerpo humano no es la cárcel del espíritu ni la materia es mala ni


amenazante para el ser humano, sino que es en su realidad sexual un don de
138. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Dios y parte integral del ser humano. El cuerpo sexuado es templo del Espíritu
de Dios (ver 1 Corintios 6.19-20)

• A través de la vivencia del amor erótico y la práctica sexual participamos


del amor creativo de Dios; nos convertimos en cocreadores de la vida (ver
Génesis 1.28; 2.25).

• El contexto adecuado para la práctica de la sexualidad en sus diversos grados


de relación íntima debe corresponder a los grados de madurez personal, relación
amorosa, respetuosa, de compromiso y responsabilidad mutua entre la pareja.

Sexualidad y teología de la salvación

• Existe la alienación sexual como parte de nuestra experiencia del pe-


cado. La desnudez descubierta por Adán y Eva no se refiere al sexo sino a la
sexualidad alienada. Esta se expresa en términos de:

a) la negación de nuestra realidad sexual como parte de nuestro ser (como


criaturas de Dios);

b) el extrañamiento de la sexualidad y la sensualidad del cuerpo por mecanis-


mos psicológicos y sociales de represión o en su modalidad de hedonismo,
que convierte al cuerpo en mera máquina del placer sin otra razón de ser;

c) la perversión de la sexualidad y la sensualidad por medio de ideologías y


prácticas correspondientes a la sexofobia, el sexismo y el hedonismo;

d) la disociación de la sexualidad de nuestra comunión con Dios en un tipo de


dualismo espiritualista que niega nuestra realidad encarnada.

• La salvación cristiana, como se vive aquí y ahora, incluye la salud y la


integración de la sexualidad. La salvación de Dios en Cristo debe conducir a:

a) la integración saludable (no neurótica ni represiva) de nuestra sexualidad;

b) la práctica responsable de la sexualidad con el prójimo;

c) el mantenimiento y la mayordomía de la salud sexual;

d) la acción liberadora de las ideologías, las prácticas y las consecuencias repre-


sivas y opresivas de la sexualidad en todas las etapas del desarrollo humano.

Sexualidad y teología de la vida cristiana

Un entendimiento de la vida cristiana, del discipulado y de la santidad debe fomentar


las siguientes pautas:

• La aceptación del cuerpo, de la sexualidad y del placer sexual como do-


nes de Dios. Cuando adoramos a Dios lo hacemos en, desde y a través de nues-
CLASE 10
DIMENSIONES DE LA SEXUALIDAD Y FASES DE LA RELACIÓN SEXUAL .139
tro cuerpo sexuado. Si los dones de Dios son motivos de gratitud y alabanza,
podemos dar gracias a Dios por nuestra sexualidad.

• La espiritualidad cristiana se debe definir como una espiritualidad en-


carnada donde se afirma que:

a) la persona sexuada en su relacionamiento sexual es templo del Espíritu Santo;

b) es necesario vivir y practicar la sexualidad a la luz de los valores de la vida en


el Espíritu (ver Gálatas 5.22-23), sobre todo del amor;

c) el don del amor de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones por
el Espíritu, une y reúne las dimensiones del amor filial, erótico y ágape. El
amor ágape unido al amor eros nos libera de la alienación y la explotación de
nuestra sexualidad;

d) el amor es el criterio ético central (ver 1 Corintios 13.4-6) para la práctica


responsable de nuestra sexualidad con nosotros mismos y con nuestro pró-
jimo delante de Dios. La expresión íntima de nuestra sexualidad con otras
personas aumentará proporcionalmente en relación al compromiso de amor
donde se respete la integridad corporal, psicológica.

A modo de síntesis: si las iglesias toman la decisión de ayudar en la comprensión


y la expresión de su sexualidad, deben desarrollar una estrategia educativa con varios
componentes:

• Se tendrá que llegar a un acuerdo convincente para la gran mayoría (al suponer
que no sea posible lograr consenso pleno) de que se trata de una prioridad mi-
sional de la pastoral para toda la iglesia y su programación.

• Se deberá informar y procesar los hallazgos de los estudios sobre los diferentes
grupos etarios que componen la iglesia (ciclo vital) y los resultados que estos
revelan sobre la realidad que viven en su complejidad, incluyendo el manejo de
la sexualidad.

• Será necesario informar y procesar las contribuciones de las diferentes ciencias


humanas al entendimiento de la sexualidad humana y, en particular, la de los
jóvenes.

• Será clave repasar críticamente nuestra teología y ética de la sexualidad en su


contenido y comunicación. Será importante repasar el currículo explícito, el im-
plícito y el nulo, esto es, no solo considerar lo que se dice, se afirma y se hace (o
se niega) abierta y conscientemente sino también identificar y analizar lo que se
da por supuesto pero no se explicita así como lo que se rechaza, se oculta o se
niega sin decirlo abiertamente. Estas son maneras en que las iglesias comunican
su teología y su ética de la sexualidad.

• Será fundamental que se definan las enseñanzas y los valores teológicos y éticos
de la sexualidad en un diálogo crítico con los aportes de las disciplinas teoló-
140. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

gicas (estudios bíblicos, teología, ética, educación cristiana) y los aportes de las
ciencias que estudian la sexualidad humana, con el contexto sociocultural en que
se da la sexualidad en el país y con la realidad de práctica de nuestra sexualidad.

• Será valioso llegar a acuerdos entre los padres, líderes eclesiales y la juventud
misma sobre un posible currículo de educación sexual o un componente de la
misma, que involucre a las familias y la iglesia.

• Se deberá escoger cuidadosamente a las personas que puedan capacitarse para


realizar la tarea educativa en esta área.

Fases de la relación sexual

La vida de pareja es una de las principales fuentes de satisfacción, creatividad, ex-


periencias integrales y trascendentes en la vida de las personas. No existe otro vínculo
más estrecho con otro ser humano que el matrimonio. En las primeras páginas de la
Escritura leemos:

«Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea
para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste
dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Je-
hová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán:
Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona,
porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer,
y no se avergonzaban» (Génesis 2.18, 21-25, RVR60).

Por ello el matrimonio es el ámbito donde las necesidades sexuales de ambos con-
trayentes deberían satisfacerse. Si no conocemos cuáles son las necesidades perso-
nales o de nuestro cónyuge, nunca sabremos cómo satisfacerlas. Uno de los muchos
propósitos de la sexualidad es la unidad de la pareja.

También reconocemos que en diversas situaciones la sexualidad se vive como algo


negativo, autoritario, de sojuzgamiento, violencia e incluso puede convertirse en una
de las peores cárceles.

En otros casos no nos animamos a decir que la relación dista mucho de ser satisfac-
toria y sentimos que la promesa se nos escapa de las manos. Por lo general se sabe poco
del manejo de la sexualidad y del acto sexual (coito) y por ello nos parece oportuno, a
continuación conocer con algún detalle la dinámica del coito y de su influencia en las
diferentes áreas de las personas.

Un matrimonio de científicos (Masters y Johnson) fueron los primeros en describir


la fisiología sexual con criterio científico mediante el estudio de la dinámica del coito
como otra respuesta humana (criterio similar con que se estudia el sistema cardiovas-
cular o el sistema respiratorio). Reconocemos que es insuficiente, dada la complejidad
de cada ser humano, pero es un punto de partida insustituible y oportuno para conocer
cómo funciona nuestro cuerpo desde esta perspectiva.
CLASE 10
DIMENSIONES DE LA SEXUALIDAD Y FASES DE LA RELACIÓN SEXUAL .141
Masters y Johnson investigaron la anatomía y la fisiología de la respuesta sexual
humana y, luego de once años de rigurosos estudios de laboratorio con centenares de
voluntarios,1 publicaron en 1966 la obra Respuesta sexual humana2, donde sistematizaron
sus hallazgos de la respuesta sexual en un modelo tetrafásico. El conocimiento de estas
fases, y sus elaboraciones posteriores así como las vulnerabilidades de cada una, son
esenciales para poder servir entre matrimonios.

Se pudo determinar lo siguiente:

• La función reproductiva y la función erótica o placentera tienen estructuras,


mecanismos y afectaciones diferentes. Si bien son pocas las parejas que tienen
dificultades con la función reproductiva (10 a 15 %) son muchas más las que
tienen dificultades con la función erótica, un motivo frecuente de sufrimiento y
deterioro de la pareja.

• El tamaño del pene nada tiene que ver con la satisfacción sexual del hombre
ni de la mujer. El pene pequeño duplica su tamaño en erección mientras que
el pene de gran dimensión en flaccidez aumenta poco su tamaño durante la
erección.

• No existen dos tipos de orgasmo, clitoridiano y vaginal, como lo planteaba


Freud. Hay un solo tipo de orgasmo como punto de partida de cualquier zona
erógena primaria o primarizada (demostraron experimentalmente lo que había
postulado Kinsey3).

• No hay saturación postorgasmo en la mujer, a diferencia del hombre. No posee


período refractario. Puede ser multiorgásmica.

• Las cuatro fases de la respuesta sexual que armonizan en un modelo son: excita-
ción, meseta, orgasmo y resolución. Descubrieron que las contracciones tónico-
clónicas del orgasmo siguen el ritmo primordial de ocho décimas por segundo,
propio de la especie humana. También que en el hombre se registra, antes de la
eyaculación, la emisión o sensación de inevitabilidad eyaculatoria que integra el
orgasmo masculino.

También estudiaron la respuesta sexual en mujeres embarazadas, personas mayores


y personas homosexuales.

Hay otros históricos investigadores destacados. John Money, neuropsiquiatra, es


quien acuñó los términos «Identidad de género» y «Papel o rol de género», y estudió la
androgenización fetal del cerebro, el «imprinting postnatal», la diferenciación sexual y las
parafilias4. Desde el punto de vista neurológico, Olds5 en 1950 descubrió las áreas del

1 Un número de 382 mujeres entre 18 y 78 años y 312 hombres entre 21 y 89 años.


2 Masters W. y Johnson, V. (1967). Respuesta sexual humana. Buenos Aires, Argentina: Editorial Intermédica.
3 Kinsey, A,. et al. (1954). Conducta sexual de la mujer. Buenos Aires, Argentina: Editorial Médico-quirúrgica.
4 Money, J. y Ehrhardt, A. (1982). Desarrollo de la sexualidad humana. Madrid, España: Editorial Morata.
5 Olds, J. (1979). Centros del placer en el cerebro, en Thompson, R. F. (comp.) Psicología fisiológica. Madrid, España: Editorial
Trillas.
142. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

placer del tálamo, cercanas a las áreas del dolor. Esto explica que las estimulaciones in-
adecuadas puedan despertar más bien dolor y aversión que placer. Mc. Lean describió
en 1962 el sistema límbico como sede de las respuestas sexuales, los centros cerebrales
de la eyaculación, la erección y la importancia de la visión y de la olfacción en la res-
puesta sexual.

A partir de ese momento los estudios sobre la biología de la respuesta sexual hu-
mana se han multiplicado hasta la fecha, destacándose los estudios de Helen Kaplan6,
Whipple y Ladas, pero los mencionados inicialmente no han perdido su validez ni su
importancia histórica.

Helen Kaplan propone inicialmente un modelo de respuesta sexual en dos fases,


teniendo en cuenta el mecanismo fisiológico predominante en cada una de ellas:

• fase vasocongestiva (equivale a la de excitación y meseta de Masters y Johnson) y

• fase motora (equivalente a las fases de orgasmo y resolución de dichos autores).

Posteriormente en 1979 antepuso a ambas otra fase: la del deseo. Si bien hay otros
modelos descritos, desarrollaremos el modelo trifásico de Helen Kaplan por consi-
derar que es el más adecuado para una aproximación clínica ya que proporciona un
modelo de normalidad de la respuesta sexual al cual referirse desde diferentes miradas.

Modelo trifásico de la respuesta sexual humana

En la respuesta sexual humana están involucradas estructuras cerebrales y medulares,


nervios periféricos, vasos sanguíneos, músculos, neurotransmisores, hormonas y ór-
ganos de los sentidos. Es comparable con una cadena de muchos eslabones los cuales
tienen que estar indemnes para que la respuesta sexual pueda darse. Algunos de estos
eslabones son más frágiles que otros pero cualquiera de ellos que no cumpliera su fun-
ción impediría el paso al eslabón siguiente. Además, cada una de las tres fases descritas
por Kaplan está facilitada por estructuras anatómicas y fisiológicas diferentes, por lo
que pueden afectarse por separado (es comparable con tres cadenas de eslabones o
cascadas de acontecimientos, una para cada fase).

El cerebro es el principal órgano sexual de los hombres y las mujeres. Nuestro sis-
tema nervioso tiene dos grandes áreas: una es voluntaria (con sede básicamente en la
corteza cerebral) y otra involuntaria o autónoma, que se denomina sistema nervioso autónomo
(SNA) y rige todas las funciones involuntarias de nuestro organismo (por ejemplo, la
función digestiva, la respiratoria, la hormonal, la circulatoria, etc.). De igual manera
rige la función sexual. A su vez, el SNA se divide en dos ramas: SNA parasimpático y
SNA simpático.

El SNA parasimpático rige la fase vasocongestiva y tiene relación con los estados
de relajación, bienestar, calma y distensión. Facilita la ternura, la confianza y la aper-

6 Kaplan, H. (1978). La nueva terapia sexual. Madrid, España: Editorial Alianza.


CLASE 10
DIMENSIONES DE LA SEXUALIDAD Y FASES DE LA RELACIÓN SEXUAL .143
tura. El SNA simpático predomina en la fase motora y tiene relación también con los
sentimientos de ansiedad, ira, vergüenza, culpa, así como indiferencia a la privacidad,
propensión a la actividad, la vigilancia y la defensa-ataque. Ambos actúan en forma
balanceada y cuando la función de uno aumenta, la del otro disminuye. Esto significa
que no es posible experimentar los sentimientos de ira, vergüenza o culpa simultánea-
mente con calma, bienestar y placer. El balance alterado entre ambas ramas, es de gran
importancia para explicar los trastornos sexuales.

Además, el SNA está conectado con la corteza cerebral que es donde se procesan
los datos que recibimos del exterior a través de los órganos de los sentidos. Aquí inter-
vienen nuestros pensamientos, creencias, ideas, voluntad, afectos y emociones. Así se
explica que la respuesta sexual, a pesar de ser «involuntaria», esté fuertemente condi-
cionada, ya sea facilitada u obstaculizada por factores de este orden.

Frente a determinado estímulo efectivo el desarrollo de las diferentes fases de la


respuesta sexual tendrá que ver también con lo que hemos aprendido de muchas ma-
neras sobre la sexualidad y nuestras experiencias tempranas en ese sentido. Aquí hay
otra vertiente importante para entender los trastornos sexuales.

Fase del deseo

El deseo sexual es el apetito o impulso producido por la activación del sistema neuro-
nal cerebral específico (definición de Kaplan). Es tener ganas, estar motivado o expec-
tante por el encuentro con el otro. Es el punto de arranque necesario para que todo
lo demás se produzca. Tiene que ver con fantasías, predisposición, deseo de entrar en
clima. En esta fase juega un papel decisivo la calidad de la relación de pareja además de
la situación personal e intrapsíquica de cada uno de los protagonistas.

El deseo sexual se vive como sensaciones específicas que mueven a buscar expe-
riencias sexuales o mostrarse receptivo a ellas. Se caracteriza por una vaga excitación,
sensaciones genitales, interés por experiencias sexuales, disposición abierta a las mis-
mas, inquietud general, que concluyen con el orgasmo.

Si bien no sabemos exactamente qué es lo que despierta el deseo sexual sí sabemos


que el deseo sexual, tanto en el hombre como en la mujer, depende de la indemnidad
de lo siguiente:

• El funcionamiento apropiado de una estructura cerebral específica (centros que


controlan experiencias emocionales y sexuales del sistema límbico, conectados
con el hipotálamo, la hipófisis y centros que controlan el placer y el dolor).

• Otros centros cerebrales que estimulan o inhiben los anteriores a través de


neurotransmisores específicos: la serotonina que lo inhibe y la dopamina que
lo estimula.

• Estos centros tienen conexiones con otras áreas del cerebro que analizan ex-
periencias complejas junto con la memoria y con sistemas de recuperación, lo
144. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

que permite la integración del impulso sexual con toda la experiencia individual
subjetiva. También tienen conexiones con centros reflejos medulares genitales.

• Neuronas específicas que producen endorfinas (químicamente parecida a la


morfina) que actúan sobre los centros del placer y producen sensaciones pla-
centeras. Los centros del dolor tienen prioridad sobre los del placer. En situa-
ciones de dolor, tanto físico como psíquico, no se producen endorfinas. Esto
confirmaría que los impulsos reproductivos son secundarios a los de la super-
vivencia. El enojo, la hostilidad o el miedo también inhiben la secreción de
endorfinas.

• Las hormonas tienen un rol favorecedor aunque no determinante en el deseo


sexual, en especial la testosterona, tanto en hombres como en mujeres, así como
el factor liberador de hormona luteinizante.

En otros aspectos de la fisiología del deseo, la existencia de una pareja poten-


cial, atractiva y receptiva aumenta el mismo, así como su accesibilidad y excitación.
La experiencia del enamoramiento también lo eleva. Los hombres son más pro-
clives al contacto físico espontáneo, rápido y hasta fugaz. Sus necesidades
se miden por cantidad e intensidad. La mujer, en cambio, privilegia la calidad
de la relación. Una mujer que no se sienta apreciada, valorada y respetada tendrá
menos deseos eróticos y boicoteará las relaciones sexuales. Por eso se dice que, para
la mujer, hacer el amor dura tanto como veinticuatro horas. Las palabras amables, el
trato cortés y las expresiones de cariño favorecen los encuentros sexuales placenteros.
Por otra parte, cada mujer es única en la forma de percibir el placer. Hoy se habla de la
huella dactilar del orgasmo para explicar que no todas las mujeres son iguales ni tienen
las mismas necesidades sexuales.

Por otro lado es importante conocer que puede haber una inhibición o una esti-
mulación del deseo por factores experienciales que establecen una compleja relación
con la biología. El objeto de deseo puede ser condicionado por experiencias, creencias,
pensamientos, normas morales, enseñanzas, así como por la estructura psíquica y los
rasgos de personalidad. Lo que es deseable para una persona puede ser despreciable
para otra. Es de destacar que el ser humano, a diferencia de los animales, puede com-
portarse de manera diferente a la que indica su deseo ya que los mecanismos neuro-
lógicos involucrados en la producción del deseo están bajo el control de estructuras
neurológicas superiores, especialmente de la corteza prefrontal.

La fase del deseo da lugar a la siguiente fase, vasocongestiva o de excitación. La


sede del deseo es básicamente el cerebro y sus funciones psíquicas, mientras que la de
la excitación y el orgasmo son los genitales y sus conexiones nerviosas y vasculares.

Fase vasocongestiva o de excitación

La fase del deseo, si es seguida por una eficaz estimulación física (caricias) o psíquica
(un recuerdo, una fantasía, un aroma), da lugar a la fase de excitación donde fundamen-
talmente se producen una serie de fenómenos de dilatación y llenado de sangre de zo-
CLASE 10
DIMENSIONES DE LA SEXUALIDAD Y FASES DE LA RELACIÓN SEXUAL .145
nas genitales como respuesta a órdenes dadas por el cerebro a través de la innervación
del SNA parasimpático, pasando por centros medulares sacros. El cuerpo muestra,
con su lenguaje, si este proceso se da o no, lo que es fundamental en la comunicación
sexual. Hay un aumento de tensión sexual primero en todo el cuerpo que luego se
localiza en los genitales.

En la mujer se produce primero la erección de los pezones, seguida luego del au-
mento del tamaño de las mamas. A los treinta o cuarenta segundos de una estimulación
efectiva, la vasocongestión vaginal hace que aparezca un líquido por trasudación que
humedece la vagina y la vulva y es el comienzo de la lubricación vaginal. El clítoris au-
menta de tamaño y progresivamente los labios menores también se vasocongestionan,
aumentando su tamaño. La vagina se ensancha y alarga, aumentando su tamaño en más
de un tercio. El útero aumenta de tamaño. Si la excitación continúa en aumento, el clíto-
ris queda cubierto por su prepucio congestionado. La vulva adquiere un intenso color
púrpura. Las paredes del tercio externo de la vagina se congestionan más, formando,
junto con los labios menores hinchados, la llamada plataforma orgásmica. Para llegar a
este nivel de excitación suelen necesitarse no menos de veinte minutos de estimulación.
La cantidad de sangre necesaria para llenar las estructuras genitales, que posibiliten a
la mujer llegar al orgasmo, es diez veces superior a la que necesitan los hombres para
la erección, por lo tanto se requiere más tiempo. Es necesario, para que la excitación
continúe, que la penetración se dé cuando ya está formada la plataforma orgásmica.
De esta manera la vagina también se adapta al tamaño del pene, como un guante (no es
imprescindible la penetración para que se dé la respuesta sexual completa).

A nivel extragenital en la piel aparece el rubor sexual, que va en aumento a medida


que se incrementa la excitación efectiva. También se congestionan los lóbulos de las
orejas, aumentando su sensibilidad. Se da una tensión generalizada de todos los mús-
culos del cuerpo. Aumenta la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria y la tensión
arterial.

La estimulación efectiva de la mujer requiere tener en cuenta algunos aspectos pro-


pios de su fisiología:

• Si bien todo el cuerpo es capaz de ser estimulado y ser fuente de sensaciones


placenteras, hay algunas zonas con una sensibilidad mayor (sin considerar las
zonas erógenas primarias como la boca, la lengua, la entrada de la vagina, el
clítoris, los labios menores, los pezones) que son llamadas «zonas erógenas se-
cundarias». Aunque hay una variabilidad individual, es frecuente que estas sean
los lóbulos de las orejas, la nuca, el cuello, las plantas de los pies, las palmas de
las manos, las axilas, las extremidades de los dedos, el ombligo, la cara interna
de los muslos, las nalgas, la zona sacroilíaca y la ingle.

• El clítoris (formado por el cuerpo, cubierto por un repliegue de piel, y el glande,


a la vista), es la zona con mayor cantidad de terminaciones nerviosas, cuyo úni-
co objetivo es recibir y transformar los estímulos sexuales. Este debería estimu-
larse luego de la estimulación general de la mujer. Con mucha suavidad, manual
u oralmente, se debería comenzar a acariciar el cuerpo del clítoris y luego el
glande, con lubricación suficiente, natural o agregada. La estimulación, ya sea
146. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

directa o indirecta, tanto del clítoris como de la zona cercana o el tercio externo
de la vagina, produce mucho placer. Los dos tercios internos de la vagina no
tienen sensibilidad. En el coito, el pene puede estimular el clítoris a través del
«tironeamiento» de los labios menores. Generalmente, la mujer requiere esti-
mulo directo en la zona del clítoris para llegar al orgasmo. Esto puede hacerse
simultáneamente con la penetración del pene, en forma manual u oral, así como
en momentos previos o posteriores a la penetración. Una de las pocas posturas
coitales en las que el clítoris se roza con el pubis del hombre y puede continuar
la estimulación el mismo es la de Andrómaca, cara a cara, con la mujer sobre el
hombre.

• La piel y las glándulas de la vulva, segregan un olor especial en la excitación que


no debe confundirse con el olor producido por la falta de higiene.

• Si hay alguna interferencia significativa para la mujer (pensamiento distractor,


timbre del teléfono, bebé que llora, dolor por maniobra brusca, etc.) la excita-
ción lograda hasta ese momento puede caer a «cero». Se produce lo que se llama
«paro sensitivo» e implica simplemente que debe comenzarse la estimulación
desde el inicio. El hombre no tiene esta característica y generalmente puede
continuar, luego de una interrupción, en el nivel de excitación que estaba pre-
viamente.

En el hombre, la excitación se evidencia a nivel genital por el proceso de la erección


(esta no ocurre solo en el proceso de excitación sino también en forma automática
como mecanismo de nutrición profunda de los tejidos del pene así como en situacio-
nes de estrés, en el sueño o por razones patológicas).

Los estímulos eróticos que hacen posible la erección deben ser eficaces y estar den-
tro del registro de cada persona. Suelen ser7:

• Estímulos visuales

• Estímulos táctiles en los genitales

• Contacto con una mujer sexualmente predispuesta

• Táctiles de zonas no genitales

• Olfativos y auditivos

• Gestos seductores de una mujer atractiva

• Fantasías eróticas

• Ambiente adecuado (según Kaplan, los afrodisíacos más poderosos son: amor,
tiempo y fantasías).

7 Flores Colombino, A. (1990). Respuesta sexual (4 edición). Montevideo, Uruguay: Editorial Dismar.
CLASE 10
DIMENSIONES DE LA SEXUALIDAD Y FASES DE LA RELACIÓN SEXUAL .147
La erección es un proceso hidráulico con fluido sanguíneo controlado por el SNA
parasimpático (involuntario) donde hay una congestión de los cuerpos cavernosos por
entrada de sangre arterial y por bloqueo valvular de la salida venosa. La dilatación de los
cuerpos cavernosos está limitada por una cubierta fibrosa que le da la rigidez al pene.

En un primer momento el pene aumenta de tamaño; a esta etapa se la llama «tu-


mescencia». Si la excitación continúa llega a la etapa de rigidez, donde es posible la
penetración. La erección puede aumentar y disminuir varias veces según los estímu-
los de un juego sexual prolongado y puede ser interrumpida conscientemente. Los
centros neurológicos de la erección, además del cerebro, se ubican en la medula sacra
y en la cervical.

Junto con la erección se produce el engrosamiento de la piel del escroto y la ele-


vación de las bolsas y de los testículos hacia el periné. Internamente, el semen de los
testículos y el epidídimo asciende por el conducto deferente. La uretra membranosa y
la prostática se convierten en una cavidad cerrada, con el semen a presión en la mis-
ma, sensación que es percibida por el hombre y que anuncia la eyaculación. En ese
momento se cierra el esfínter vesical interno y es imposible la micción. Si la excitación
no continúa y no hay eyaculación, el esfínter vesical interno se abre y el semen pasa a
la vejiga, se mezcla con la orina y sale en la próxima micción. Si la excitación continúa
se producen los movimientos de embestidas pelvianas. Es el momento de máxima
actividad parasimpática. Los fenómenos extragenitales son similares a los de la mujer.

Fase motora o de orgasmo

El orgasmo es una experiencia psicofísica y espiritual compleja en la que participa la


totalidad de la persona. La palabra expresa la descarga o liberación de la tensión sexual.
«Existe una pérdida de los límites del “yo”, una sensación de flotar, levitar, de estar fue-
ra del tiempo y del espacio, de totalidad, de plenitud, que puede expresar la comunión
total de dos personas»8.

Kinsey9 señala que en ese momento existe una reducción de las percepciones sen-
soriales llegando a pérdidas de conocimiento momentáneas. En el orgasmo, la persona
prescinde de las precauciones para no ser visto u oído y queda vulnerable. Dicho autor
encontró en sus estudios que el 6% de las mujeres no experimentaba nunca el orgasmo, el
10 % lo experimentaba siempre y el 85% lo lograba en base a la eficacia de los estímulos.

A nivel fisiológico, los fenómenos en esta etapa, a diferencia de la anterior, son de


tipo muscular y sensitivo, y son controlados por el SNA simpático. Intervienen estruc-
turas cerebrales y centros medulares lumbares. En el hombre se describen dos fases, y
en la mujer solo una.

En el hombre, si bien podemos hablar de dos fases, transcurren en un continuo


progresivo y creciente. Se trata de la fase de emisión y la fase de eyaculación. La fase de

8 Flores Colombino, A. (1990). Respuesta sexual (4 edición). Montevideo, Uruguay: Editorial Dismar.
9 Kinsey, A,. et al. (1954). Conducta sexual de la mujer. Buenos Aires, Argentina: Editorial Médico-quirúrgica..
148. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

emisión está dada por el pasaje de semen en muy pequeña cantidad a la uretra peniana.
Provoca la sensación de inevitabilidad eyaculatoria, que es seguida por la eyaculación.

El orgasmo suele coincidir con la eyaculación; se caracteriza por la pérdida del con-
trol muscular voluntario y la aparición de contracciones musculares involuntarias en
todo el cuerpo, pero especialmente en la zona genital. El ritmo cardíaco, la frecuencia
respiratoria y la tensión arterial se incrementan.

La sensación de inevitabilidad eyaculatoria es seguida por las contracciones del con-


ducto deferente, las vesículas seminales y la próstata, impulsando el semen al exterior a
través de la uretra. La fuerza de la eyaculación depende de factores individuales y tam-
bién de la frecuencia de las relaciones, el tipo de estímulo, el estado de la próstata y la
salud general. La distancia de expulsión del semen, en el joven, puede llegar hasta uno
o dos metros, y en el anciano ser simplemente un corrimiento. El volumen del eyacula-
do es de aproximadamente dos a tres centímetros cúbicos. Las contracciones iniciales
tienen la frecuencia ya mencionada, cada 0,8 segundos, especialmente las tres o cuatro
primeras. Luego los intervalos se alargan. También se contraen involuntariamente los
músculos del esfínter anal.

En el hombre, las sensaciones placenteras que acompañan al orgasmo suelen estar


más focalizadas en las zonas genitales, a diferencia de la mujer donde suelen abarcar
también el resto del cuerpo.

Si bien la eyaculación está controlada por el SNA simpático y puede ser involunta-
ria, estos centros están en conexión con estructuras cerebrales que incluyen la corteza
cerebral, de modo que la eyaculación puede ser consciente y voluntaria. Puede haber
ocasionalmente una segunda eyaculación y un orgasmo, que depende de la duración
del período refractario del hombre. En general en el hombre, el primer orgasmo es de
mayor intensidad subjetiva.

Puede haber eyaculación sin orgasmo, como en el caso de los parapléjicos (lesiona-
dos de médula espinal). También puede haber orgasmo sin eyaculación, en los hom-
bres operados de la próstata. En este caso, el semen va hacia la vejiga, se mezcla con
la orina y se expulsa en la siguiente micción. La erección y la eyaculación pueden darse
sin ninguna estimulación física o psíquica, como ocurre en las erecciones y eyaculacio-
nes nocturnas. El mecanismo de la erección nocturna (tres o cuatro veces por noche)
tiene la función de nutrir los tejidos del pene con oxígeno que pasa a las células solo
con presiones arteriales elevadas. Hombres con problemas vasculares o neurológicos
pueden perder esta capacidad, lo que podría llevar a una atrofia del pene y de su capa-
cidad de erección.

En la mujer, si la fase de excitación ha sido efectiva y el estimulo adecuado continúa,


se desencadena involuntariamente el orgasmo en forma refleja. El orgasmo femenino
es más prolongado. Los músculos que rodean la vagina y el ano (periné) se contraen rít-
micamente a la frecuencia de 0,8 segundos, con un total de ocho a doce contracciones.
El útero se contrae y se abre su orificio, facilitando la fecundación, con un efecto de
succión del semen depositado en la vagina. También se contraen los esfínteres anales
y la parte baja del abdomen. Aparecen contracciones involuntarias y espasmos en gru-
CLASE 10
DIMENSIONES DE LA SEXUALIDAD Y FASES DE LA RELACIÓN SEXUAL .149
pos musculares de todo el cuerpo, como la cara, el cuello, los brazos y las piernas. Uno
de estos es el espasmo carpopedal, que coloca los pies en hiperextensión y las manos
en posición de garras. Por contracción de los músculos vertebrales la columna se curva
en forma de arco convexo hacia delante y la cabeza se hiperextiende.

Al igual que en el hombre, el ritmo cardíaco, la frecuencia respiratoria y la tensión


arterial aumentan. En general la mujer que llega a esta etapa no está totalmente cons-
ciente de sus movimientos físicos y se sumerge con la totalidad de su persona en la
experiencia orgásmica. La obnubilación del pensamiento conduce a la exteriorización
de expresiones guturales automáticas, características de cada persona.10 En la mujer
van desde quejidos tenues hasta gritos de diversa intensidad. El varón emite desde un
rugido atenuado hasta un grito suave.

En el orgasmo, las contracciones de los glúteos, los músculos abdominales y los


muslos producen un movimiento de vaivén rítmico y fuerte, que ya no es voluntario,
como en la fase anterior, que van aumentando en rapidez y energía, y que culminan con
una contracción espasmódica que impulsa la zona pélvica en sentido anterior. Algunas
mujeres deben realizar el aprendizaje de estas embestidas pelvianas ya que culturalmen-
te han sido condicionadas a permanecer inmóviles y pasivas durante el coito.

La mujer puede experimentar más de un orgasmo si la estimulación continúa, de


menor intensidad el primero que el segundo o tercero.

Gerald Zwang11 dice que el varón debería renunciar a su rol de maestro en la cere-
monia del coito que la cultura le impone. Es la mujer la que impone la mayor cantidad
y calidad de modificaciones a la biología, humanizando la respuesta sexual y alejándola
de la animal. Al ser más lenta la excitación de la mujer (por razones culturales) es ella
la que debería marcar las pautas de cómo y dónde ser acariciada, el momento de la
penetración así como la inminencia de su orgasmo. Habitualmente el varón acepta de
buen grado estas sugerencias.

La mujer posee varios patrones de orgasmo, que se pueden agrupar en cuatro tipos,
aunque tienen múltiples variantes. Es importante reconocer la normalidad de cada uno.

Uno de ellos es el patrón tetánico: la fase de orgasmo se prolonga en su cima y luego


de treinta segundos pasa a la fase de resolución en forma abrupta y con rechazo a toda
otra estimulación. Los otros tres corresponden a los patrones monorgásmico, poliorgásmico
y multiorgásmico.

El orgasmo es seguido por la fase de resolución, donde gradualmente el organis-


mo vuelve a su estado de reposo. La mujer, a diferencia del hombre, no tiene período
refractario. Este período es un tiempo variable durante el cual el hombre no puede
excitarse nuevamente, aunque el estímulo sea apropiado. Va desde minutos a días. La
mujer, si lo desea, puede volver a tener un ciclo de respuesta sexual.

10 Salerno, E. (1967). Fundamentos de la sexología. Buenos Aires, Argentina: Paidós.


11 Zwang, G. (1978). Manual de sexología. Barcelona, España: Toray-Masson.
150. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

El hombre sano se siente satisfecho, tranquilo, alegre, relajado. La mujer suele ex-
perimentar ternura y deseos de comunicación en el plano más espiritual de un diálogo
amoroso.12 Si se logran armonizar estos afectos, el coito se transforma en una expre-
sión privilegiada y rica del lenguaje comunicacional de dos personas totales, no solo de
sus cuerpos.13

El coito es la cumbre del encuentro interpersonal, el dialogo integral más completo


de cuantos intercambios puedan concebirse, en el que la persona está involucrada con
su presente, su historicidad y su proyecto de futuro. Por eso, no es igual un coito entre
personas desconocidas que entre dos amantes; ni tampoco entre dos amantes circuns-
tanciales que entre dos amantes con pasado y futuro en común.

Creer que los dos deberían culminar en un orgasmo al unísono es un mito, aunque
puede ocurrir en algunas ocasiones pero no es la finalidad de un encuentro sexual. Cada
pareja tiene sus tiempos de disfrute y de acompañamiento durante la relación amorosa.

Puede suceder que no se llegue a la última fase orgásmica, lo que no debería con-
vertirse en un problema si sucediera de manera aislada a uno de los cónyuges (ante si-
tuaciones de estrés por ejemplo) y la relación fuera satisfactoria porque el vínculo lo es.

Sin embargo, cuando esto ocurre con frecuencia podríamos encontrarnos frente a
una disfunción sexual; ampliaremos este tema en la próxima clase.

Es importante pensar y luego comunicar a nuestro cónyuge qué cosas harían más
satisfactorio el encuentro: el lugar, el momento apropiado, las zonas que necesitan de
mayor estímulo o aquellas situaciones o estímulos que no nos resultan agradables. El
deber de cada marido es averiguar cuáles son las preferencias de su esposa y satisfa-
cerlas. De ahí que los hombres que han tenido muchas parejas sexuales consideran
que son mejores amantes, pero la verdad es que no lo son. También es cierto que las
mujeres creen que los hombres deben saber cuáles son sus necesidades amorosas; pero
a menos que la esposa le diga a su cónyuge cuáles son sus gustos, no lo sabrá. Los
hombres no son adivinos.

El que aprendamos a conocernos, a conocer a nuestra pareja y construir un encuen-


tro agradable redundará en una experiencia deseable y renovadora a través del tiempo.

Una charla erótica es recomendable para aquellas parejas que deseen mejorar su
vida sexual. Consiste en apartar un tiempo sin interrupciones en el que se fomenta el
diálogo franco y se habla claramente de las necesidades íntimas. Normalmente la gente
cree que el sexo es algo natural y, por ende, tiene que funcionar naturalmente. Pero eso
no es cierto. La ignorancia en materia sexual suele ser la causa más frecuente de los
«matrimonios blancos» o no consumados, además de los graves desajustes sexuales en
la pareja.

12 Estas emociones, las caricias y el deseo de aproximación física placentera parecen relacionarse con la oxitocina segregada
en la etapa de excitación y durante el orgasmo.
13 Flores Colombino, A. (1990). Respuesta sexual (4 edición). Montevideo, Uruguay: Editorial Dismar.
CLASE 10
DIMENSIONES DE LA SEXUALIDAD Y FASES DE LA RELACIÓN SEXUAL .151
La sexualidad es una expresión más de nuestra espiritualidad. La intimidad sexual
es buena a los ojos de Dios. La dimensión del placer fue creado por Él para que el
regocijo y la alegría surjan en cada encuentro sexual.

EJERCICIOS
1. Diferenciar conceptos de sexo y sexualidad. Explicar brevemente las dimensio-
nes de la sexualidad humana.

2. Imagine que se presenta ante usted una pareja estable que sufre porque, si bien
en otros aspectos la relación marcha bien, los dos se encuentran insatisfechos
con respecto a sus relaciones sexuales. El hombre se queja de que su esposa es
demasiado fría en lo sexual. Ella dice que a él solo le interesa el «sexo express».
Teniendo en cuenta lo que aprendió de las fases de la respuesta sexual humana,
¿qué recomendaciones daría a esta pareja?

3. Seleccione uno de los siguientes grupos y escriba una carta pastoral hablándoles
del tema «sexualidad». Tenga en cuenta lo que aprendió en cuanto a teología de
la sexualidad: adolescentes, parejas de novios o matrimonios.
Pareja distanciada
CLASE 11

DISFUNCIONES
SEXUALES, «MATRI-
MONIO BLANCO»
154.

VIDEO 11

DISFUNCIONES SEXUALES Y MATRIMONIO BLANCO


DRA. LUCÍA PEREZ E ING. CARLOS JACOBS

introducciÓn

01. una educaciÓn sexuaL sana


_ una sana autoestima

_ Llamar a cada cosa por su nombre

_ sentido de trascendencia

_ desarrollar la afectividad

_ ser responsables con nuestros cuerpos


.155
_ Estar dispuestos a hablar

02. La pornografía

03. Como prevenir el abuso sexual


CLASE 11

DISFUNCIONES
SEXUALES,
«MATRIMONIO
BLANCO»

Al revisar la bibliografía de las disfunciones sexuales


nos encontramos con datos condicionados por la escasez
y la diversidad de las muestras. Estos datos son muy
dispares según los estudios y los contextos donde
fueron realizados. Es muy poca la evidencia publicada
y generalizada sobre incidencia y prevalencia de
problemas o trastornos en sexualidad.

Más adelante ofreceremos datos específicos para trastornos concretos. Algunos estu-
dios como el de Laumann (1999)14 reflejan que entre las mujeres de 18 a 59 años existe

14 Laumann, E. O., Paik, A. y Rosen, R. C. (1999). Sexual Dysfunction in the United States prevalence and predictors. EE. UUU.:
JAMA, pp. 281, 537-544.
158. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

un 43% con algún tipo de disfunción o problema sexual. Un estudio más reciente de
La Calle (2006)15 estima que entre las mujeres y según su edad hay una gran variabilidad
de prevalencia y tipo de disfunción sexual: desde los 20 a los 50 años el 11,8% presenta
algún problema, entre los 50 a 55 años el 29,4% (dispareunia un 36%, deseo sexual
inhibido el 22,4%, baja lubricación el 15,2% y anorgasmia un 8%).

Entre los varones, Ballester y Gil, en un estudio epidemiológico realizado en la


Comunidad Valenciana (1995)16, refieren que encontraron deseo sexual inhibido en un
25% de la muestra, disfunción eréctil en el 14%, eyaculación rápida en el 39%, eyacula-
ción retardada en el 18%, anorgasmia en un 9% y dispareunia en el 6% (Guirao, 2008)17
mantiene que un 40% de los varones tiene algún tipo disfunción sexual.

Estudios internacionales, como el Análisis de la prevalencia de disfunciones sexuales de la


sociedad Española (2002), señalan que:

• Uno de cada tres hombres menores de 50 años padece de eyaculación precoz

• Uno de cada dos hombres mayores de 50 años padece de disfunción eréctil

• Una de cada tres mujeres presenta anorgasmia

• Una de cada tres mujeres presenta disminución del deseo sexual

En nuestro medio, la Dra. Alicia Casas Gorgal18 reporta que la mitad de las parejas
presenta alguna disfunción sexual a lo largo de su vida. Esto demuestra la pertinencia
de la pastoral familiar, de tener cierto conocimiento de las problemáticas sexuales, de
sus posibles causas y orientaciones para abordar cada situación particular. Los pastores
y los consejeros cristianos pueden desempeñar un rol importante en la solución de
muchas de las disfunciones leves, y esto en tres niveles claros de intervención:

• Dar permiso. Un primer nivel de intervención está dado por el rol que tiene
el pastor frente a la pareja que consulta por una dificultad sexual. Este es una
figura de autoridad que puede cumplir la función de legitimar o «autorizar» la
conducta sexual adulta en sus manifestaciones saludables, lo que en ocasiones
resuelve el problema. Puede trabajar con las creencias y las cogniciones de la pa-
reja sobre la sexualidad, intentando dar una perspectiva diferente de la misma,
vinculada al placer, la comunión, la intimidad, etc.

• Dar información. Un segundo nivel, tiene que ver con los conocimientos que
el consejero pueda ofrecer sobre la respuesta sexual humana en el hombre y la
mujer en los diferentes momentos vitales. Muchas veces lo que existe no es una

15 La Calle, P. y otros (2006). Dificultades sexuales en la práctica ginecológica. Sexología Integral; 3 (4): 204-209; Ballester, R y Gil, M.D.
1995.
16 Estudio epidemiológico sobre la prevalencia de disfunciones sexuales en la Comunidad Valenciana. (2008). Psicotema, vol.
7, nº 1, 95-14, 12 Guirao. En 15 (mayo 2011)
17 Recuperado de: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2008/05/21/mujer/1211377785.html
18 Alicia Casas Gorgal, médica psiquiatra, sexóloga clínica, coordinadora del programa Claves de la Asociación Civil Juventud
para Cristo de Uruguay. El Programa Claves está orientado a la prevención del maltrato y la violencia sexual hacia niños,
niñas y adolescentes y a la promoción de la cultura del buen trato.
CLASE 11
DISFUNCIONES SEXUALES, «MATRIMONIO BLANCO» .159
disfunción sino la ausencia de conocimiento en cuanto a lo que se requiere para
la existencia de la respuesta sexual.

• Derivar adecuadamente. Cuando se presuma que existe una disfunción sexual


(aunque el consejero no necesariamente deba dar un diagnóstico profesional),
podrá derivar adecuadamente hacia equipos interdisciplinarios que trabajen en
sexología clínica.

Preguntas válidas

Es importante que el consejero evalúe sin ingenuidad el lugar que desempeña la dis-
función en la pareja, haciéndose algunas preguntas luego de hablar en conjunto y por
separado con los consultantes:

• ¿Tiene la pareja un problema sexual?


• ¿Qué ocurriría en esta pareja si el síntoma no existiera?
• ¿Es un problema de pareja o sexual?
• ¿Se trata de un matrimonio que tiene una disfunción sexual que se generalizó al
resto de la situación de pareja o es un problema matrimonial que derivó poste-
riormente en una afectación de la vida sexual? (según qué haya sido primero, el
abordaje será diferente).
• ¿Qué importancia le da la pareja a esta disfunción? ¿Es igual en ambos?
• En la solución del problema, ¿idealizan la posibilidad de obtener una vida de
pareja perfecta?
• ¿Se le da una importancia excesiva a la disfunción?
• ¿Pueden convivir con la disfunción priorizando otras áreas de satisfacción de
la pareja?
• ¿Quieren realmente resolver el problema o procuran un juez o responsabilizar
a uno de los cónyuges por todos los males del otro?
• ¿Cómo cambiará la pareja si se resuelve la disfunción?
• ¿Qué lugar tiene la sexualidad en la pareja?
• ¿Qué relación hay entre el poder en la pareja y la disfunción?
• ¿Qué beneficios aporta a la pareja o a uno de sus miembros la disfunción? (por
ejemplo, «permiso» para la infidelidad...).
• ¿Tienen la motivación necesaria para lograr un cambio?
• ¿Por qué consultan ahora?
• ¿De qué manera afecta a cada uno?
• ¿En qué piensan que se les puede ayudar?
160. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

De la impotencia y la frigidez a las disfunciones sexuales


Antiguamente se englobaba a las disfunciones sexuales en dos grandes conceptos:
impotencia y frigidez, sea que las padecieran hombres o mujeres respectivamente. Esta
denominación peyorativa obedecía a la creencia (hoy superada) de que las causas y
los mecanismos de producción de las mismas se relacionaban con una sola patología
física o psicológica que se expresaba en diferentes grados. Hoy en día sabemos (sobre
todo desde la década del 60, a partir de un modelo de normalidad) que cada fase de
la respuesta sexual posee un sistema fisiológico, anatómico, neurológico, hormonal y
psíquico propio, lo cual condiciona la vulnerabilidad de esa fase, con mecanismos de
producción de la alteración bien definidos para cada una y, por ende, una terapéutica
también diferente y específica. Si bien esta separación no es absoluta, es de gran valor
didáctico y clínico.
«Las disfunciones sexuales son el conjunto de alteraciones (en su mayor parte por
inhibición) de alguna de las fases de la respuesta sexual del individuo o de su función
eficaz» (A. Flores Colombino).
Si bien la disfunción sexual es un trastorno esencialmente personal, se vive a nivel
interpersonal. Para comprender cabalmente sus causas y eventualmente abordar su
tratamiento, debe analizarse a la luz de la relación de pareja.

Clasificación de las disfunciones sexuales

TRASTORNO VARÓN MUJER


1. Fase del deseo - Deseo sexual hipoactivo o - Deseo sexual hipoactivo o
inhibido inhibido
2. Fase de excitación - Disfunción eréctil - Disfunción excitatoria
3. Fase de orgasmo - Ausencia de control eya- - Disfunción orgásmica
culatorio (orgasmo precoz (anorgasmia)
conclusivo).

- Incapacidad o retardo eya-


culatorio u orgasmo masculi-
no inhibido
4. Espasmo de los - Dolor psicógeno eyaculato- - Calambres musculares
músculos genitales rio y posteyaculatorio. uterinos

- Vaginismo (ocurre en todas


las fases)
5. Dispareunia Dispareunia Dispareunia
(coito doloroso)
6. Evitación fóbica de Penetración, contacto oral,
la relación sexual / contacto anal, masturbación,
Fobias sexuales beso, caricias, mirar genitales,
semen, secreciones vaginales,
desvestirse, vello púbico etc.
CLASE 11
DISFUNCIONES SEXUALES, «MATRIMONIO BLANCO» .161
Causas de las disfunciones sexuales

Se consideraba que una disfunción sexual se debía siempre a una enfermedad de


fondo de la que la disfunción era solamente un síntoma. Esto presuponía que al
diagnosticar y tratar la enfermedad de fondo, desaparecería la disfunción. Esto ya no
se acepta hoy en día. Desde que Masters y Johnson plantearon que la enfermedad de
fondo no era «obligatoria», ni biológica ni psicológica para que se instalara una disfun-
ción sexual, y luego Kaplan aportara que la mayoría de las disfunciones corresponden
a «causas inmediatas poco profundas», se ha llegado a plantear que las disfunciones
no solo no constituyen «enfermedades» sino que además las personas las aprenden o
no han estructurado una ideología concordante y armónica que los habilite para tener
una sexualidad gratificante. Si bien la clasificación de Kaplan sobre las causas de las
disfunciones sexuales en biológicas y psicológicas es un poco artificial (ya que toda
disfunción implica una vía final biológica afectada y no hay psiquismo sin un sustrato
biológico) sirve a efectos didácticos.

1. Causas biológicas
• Efecto de enfermedades: psiquiátricas, renales, vasculares, infecciosas, he-
páticas, metabólicas, hormonales, genitales locales, quirúrgicas, neurológi-
cas, musculares, etc.
• Agentes químicos: fármacos o drogas de abuso que actúan sobre el cerebro
o los genitales.

2. Causas psíquicas
Para que el funcionamiento sexual sea normal debe darse en un determinado
contexto donde la persona esté tranquila, se entregue a la experiencia y aban-
done todo control de la situación así como el miedo. Además debe haber una
apertura y confianza recíproca en la pareja, dándose a la experiencia de acuer-
do a un sistema de valores particular. Los sistemas de valores sexuales son,
según Masters y Johnson, «el conjunto de valores sociales que hacen que las
experiencias sensoriales individuales investidas de un significado erótico, sean
convertibles y aceptables como estímulo sexual». No es posible esperar una
buena respuesta sexual si la persona está en un entorno contrario a los mismos.
Si bien la respuesta sexual tiene un sustrato fisiológico básico, es interpretado
por las sociedades, las religiones y las culturas de manera diferente. Todo influ-
ye sobre esta respuesta sexual que tiene un nivel de vulnerabilidad mayor que
cualquier otro proceso fisiológico. Una visión integradora para la compren-
sión de las disfunciones sexuales hace que se puedan reconciliar abordajes y
escuelas diferentes que pueden ser complementarias. Helen Kaplan propone
cuatro niveles de comprensión: causas inmediatas, causas intrapsíquicas, causas
diádicas y causas aprendidas.

A. Causas inmediatas. Las causas inmediatas actúan en el «aquí y ahora»


interfiriendo con la función sexual, actuando como obstáculo involuntario al
disociar el pensamiento intencionado y la acción sexual. Potencialmente son
las más fáciles de revertir. Incluyen:
162. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

A.1. La incapacidad de practicar una conducta sexual efectiva por:

• Ignorancia sexual (por ej.: el hombre ignora su capacidad de dar placer,


la mujer no es consciente de sus necesidades, la creencia del mito del
orgasmo simultáneo, el desconocimiento de la respuesta sexual mascu-
lina y femenina, la información errónea, la creencia del mito del «solo
coito», etc.).

• Evitación inconsciente del placer sexual (se evidencia en ahuyentar a com-


pañeros que podrían ser estimulantes, superinvolucramiento en activi-
dades no sexuales, disuasión a compañeros sexuales para estimularlos,
desprecio al erotismo no orgásmico, etc.).

• Ansiedad sexual: No se refiere a la ansiedad «común» sino a diversas


fuentes que evoquen emociones adversas al coito. Algunas pueden ser:
temor al desempeño sexual frente a su compañero, temor al rechazo
o al fracaso, temor al exceso de demanda de la mujer o del hombre,
obsesión por complacer.

• Racionalizaciones contra los sentimientos eróticos: rol de espectador donde la


persona esté extremadamente pendiente de sus acciones, pensamien-
tos autocríticos obsesivos («soy un desastre, no le gusto, está conmigo
por lástima…», etc.).

A.2. Incapacidad para comunicarse tanto en lo verbal como en lo no verbal.


El temor al desempeño es uno de los obstáculos más importantes para un
funcionamiento eficaz. La ansiedad que genera este temor es contraria a las
reacciones químicas necesarias para una respuesta adecuada, en especial para el
hombre. El «rol de espectador» hace que la persona se «salga de la situación» y
observe ansiosamente su propia experiencia. La dificultad en comunicarse, es-
pecialmente en los aspectos no verbales (gestuales, actitudinales, kinésicos y tác-
tiles), suele relacionarse con el estilo de crianza y educación, muchas veces muy
restrictivo con la expresividad corporal, de carácter antisexual y sexofóbico.

La ignorancia sexual es especialmente alarmante en nuestra cultura y merece


una consideración especial, ya que es generadora de miedos, culpas, distorsio-
nes, mitos, tabúes y prejuicios. La asociación sexo-pecado, tan enraizada en la
cultura occidental desde el tercer siglo, ha sido determinante en este aspecto.
El solo desconocimiento puede ser causa suficiente de graves disfunciones de
toda clase.

B. Causas intrapsíquicas. Kaplan considera que no pueden abandonarse los


valiosos aportes del psicoanálisis pese a las hipótesis alternativas para la com-
prensión de la conducta humana. En el inicio de la terapia sexual como tal, las
aproximaciones basadas en las leyes de la conducta y en la teoría del aprendi-
zaje obtuvieron resultados tan espectaculares en el tratamiento y la modifica-
ción de obstáculos específicos (que actuaban como inhibidores de la respuesta
CLASE 11
DISFUNCIONES SEXUALES, «MATRIMONIO BLANCO» .163
sexual) que se pretendió negar toda validez del psicoanálisis para comprender
estos cuadros. Pero el carácter inconsciente de los conflictos que impiden de-
sear y experimentar el placer sexual, provocando disfunciones resistentes a
las terapias conductuales, cognitivas y educacionales, se pueden explicar por
causas psicológicas subyacentes. Entre ellas se encontrarían el «complejo de
Edipo» no resuelto, la angustia de castración, la culpa masturbatoria y la repre-
sión sexual durante la crianza. La angustia relacionada con el sexo puede ser
la vía final común recorrida por múltiples elementos patógenos, produciendo
una disfunción sexual.

No obstante hoy en día no se acepta la concepción psicoanalítica de que invaria-


blemente todas las disfunciones sexuales obedecen a graves y profundos conflictos
vividos en la infancia.

C. Causas diádicas-pareja. La sexualidad es un lenguaje de la comunicación


interpersonal. La disfunción sexual puede entenderse como un trastorno en la
comunicación sexual. La variable ecológica del sistema sexual (al determinar
el tipo o modelo de relación o interacción de la pareja del consultante) es de
gran importancia. Los problemas inmediatos o intrapsíquicos no se viven sola-
mente a nivel de la persona disfuncional sino que también se dan en el campo
existencial de la pareja. Muchas veces el modelo relacional es la única causa de
la disfunción sexual de la persona. Dentro de estas causas diádicas podemos
encontrar lo siguiente:

• Rechazo del cónyuge

• Incompatibilidad de diferentes clases

• Discordia marital: si hay hostilidad, ira contra el otro, temor (no consciente)
al abandono o al rechazo

• Falta de confianza en el otro, ansiedad frente a la ejecución, dudas sobre sí


mismo

• Luchas de poder no conscientes (cuando uno percibe que el otro quiere


dominar puede que responda con una disfunción sexual)

• Violencia doméstica a la que se responde con una disfunción sexual no


consciente.

• Decepciones contractuales. Cada uno tiene un contrato marital diferente,


no explicitado, y se siente estafado por el cónyuge por presuponer que los
contratos son iguales (también puede ocurrir por la falta de cumplimiento
de acuerdos tácitos)

• Sabotaje sexual ejercido por uno de los cónyuges, ya sea por presiones y exi-
gencias por parte del otro, por inoportunidad permanente de este, por burla
y desprecio de los deseos expresados, por fracaso en la comunicación, etc.
164. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

D. Causas aprendidas. Desde la teoría del aprendizaje, una experiencia se-


xual asociada con vivencias negativas (miedo, agresividad, culpa, dolor), deter-
mina un condicionamiento negativo o la inhibición subsiguiente de una parte
o de toda la respuesta sexual.

Esta inhibición no es consciente. La evitación de la actividad sexual hace que


la conducta sexual global se vea anulada, disminuida o afectada solo en ciertas
fases o conductas, como por ejemplo un determinado tipo de caricias. La evita-
ción de la conducta que genera ansiedad disminuye el malestar, lo que significa
una recompensa que refuerza la inhibición.

En este nivel solamente se explica la manera en que se adquieren los síntomas y la for-
ma de mantener su persistencia. Apunta al «cómo» y no al «por qué» de los síntomas
al describir los mecanismos psicofisiológicos de la disfunción sexual. Pero la gran im-
portancia terapéutica de este enfoque radica en que así como se aprende la disfunción
también se puede extinguir el síntoma sexual.

Trastornos de la fase del deseo

El deseo es un apetito y un impulso que mueve a la avidez erótica, con búsqueda de


una pareja sexual, galanteo, cortejo, seducción y conquista, que lleva a la intimidad, al
coito o sus sucedáneos. Para que esto ocurra es necesario que el sistema anatómico y
fisiológico este intacto y no existan factores inhibitorios psíquicos para su expresión.
El deseo sexual puede existir a lo largo de toda la vida de una persona sana, pero hay
factores biológicos y culturales que determinan diferencias etarias importantes. Aunque
estadísticamente el pico máximo del deseo sexual se da en torno a los 17 o 18 años, y en
la mujer en torno a los 40 años (por predominio relativo de la testosterona al reducirse
normalmente la concentración de estrógenos), la capacidad de excitarse ante una pareja
atractiva y de sentir deseo sexual en forma espontánea se mantiene de modo constante.
Para la existencia del mismo son importantes la salud física, el estado de ánimo, el
enamoramiento (el mayor afrodisíaco descubierto hasta el momento según Kaplan) y la
situación de la pareja en sus diferentes dimensiones.

Es normal que el deseo fluctúe en una pareja equilibrada pero no que falte por un
tiempo muy prolongado. Es importante no confundir la disfunción del deseo con la
ausencia normal del deseo sexual. Algunas de estas situaciones de ausencia normal del
deseo pueden ser:

• Personas que se sienten cómodas con una frecuencia de deseo muy baja pero
que tienen problemas con una pareja con frecuencia diferente

• Personas que tienen una pareja desaseada, o a quien no se ama o que plantea
una relación destructiva o violenta (sería patológico que el deseo persistiera o
aumentara en estas circunstancias)

• El celibato sano por el cual se suprime el deseo hasta encontrar una pareja ade-
cuada o debido a tomar una opción religiosa
CLASE 11
DISFUNCIONES SEXUALES, «MATRIMONIO BLANCO» .165
• Frente a personas diferentes a la pareja con la que se tiene un vínculo de afecto
(el deseo exclusivo por esta persona, dice Kaplan, es algo que debería ser cele-
brado, y no constituir objeto de tratamiento)

• Cuando el deseo no aparece frente a un compañero o una situación inadecuada


o está carente de todo interés erótico

El deseo sexual inhibido es la inhibición persistente y profunda del deseo sexual. El diagnóstico
es clínico y deben tenerse en cuenta factores como la edad, la salud, el género, la in-
tensidad y la frecuencia del deseo sexual y el contexto de la persona. Este diagnóstico
nunca debe hacerse a no ser que la falta de deseo sea fuente de malestar para el indivi-
duo o su pareja.

Esta disfunción puede estar presente mientras que las otras dos fases de la respuesta
sexual pueden no verse afectadas. Si bien están interconectadas y forman parte de un
proceso unitario con un generador común, cada fase tiene sus propias implicancias
neurofisiológicas y hormonales.

El deseo sexual puede inhibirse o estimularse, tanto consciente como inconscien-


temente. Los centros del deseo están en el cerebro y en la médula por ser enclaves
neuroendocrinos que deben funcionar adecuadamente para que exista el deseo.

La disfunción del deseo, se caracteriza por:


• Ausencia de interés en asuntos sexuales
• Ausencia de fantasías sexuales
• No procurar actividades sexuales, ni con una pareja ni autoeróticas
• Estimulación genital mínima o poco eficaz
• Excitación y orgasmo que se limitan a los genitales
• Sensación de comer sin hambre
• Rechazo y fastidio ante estimulaciones sexuales

El deseo sexual inhibido es de las disfunciones más frecuentes, tanto en mujeres


como en un número creciente de hombres. Se habla de disfunción del deseo primaria,
cuando hay una asexualidad permanente y/o nunca se experimentó deseo sexual. Es
mucho más común la disfunción del deseo secundaria, cuando se experimenta luego
de un tiempo de haber experimentado deseo sexual.

Otra variante es la disfunción del deseo situacional, por ejemplo, cuando no hay
condiciones de comodidad ni de seguridad, o frente a la pareja estable pero no ante
una pareja ocasional, o en el caso de que tener relaciones sexuales sea imposible por
factores externos.

Las causas de la disfunción del deseo en varones y mujeres son prácticamente las
mismas, salvo las que dependen de la función testicular. Dentro de las causas de la
166. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

inhibición del deseo (que se pueden clasificar en las cuatro categorías mencionadas
anteriormente) se destacan:

• Angustia y ansiedad relacionadas con lo sexual y hostilidad clara hacia la pareja. Supresión
involuntaria del circuito sexual mediante pensamientos negativos, activación de
los circuitos del miedo y de la ira (rasgos físicos desagradables para la persona,
recuerdos de comportamientos pasados, pensamientos negativos sobre sí mis-
mo, pensamientos antisexuales, etc.). Otras causas pueden relacionarse con no
querer tener relaciones con esa persona y en esa situación, el acoso o la violencia
del compañero, el miedo inconsciente al éxito, a la intimidad, al compromiso o
con causas intrapsíquicas más profundas.

• Depresión. Por la repercusión neuroquímica y neurovegetativa se afecta inicial-


mente la fase del deseo y luego las restantes. Es de las causas más frecuentes de
pérdida del deseo sexual.

• Estrés crónico. Por situaciones conflictivas prolongadas, por esfuerzos que culmi-
nan en fracasos repetidos que agotan los mecanismos fisiológicos defensivos
(al reducir los neurotransmisores y disminuir la testosterona) tanto en hombres
como en mujeres. Se ve en pleitos judiciales, separaciones, divorcio, desempleo,
jubilación forzada, exilio, etc.

• Agentes químicos, tóxicos y medicamentosos. Alcohol y otras sustancias psicoactivas


de abuso, fármacos antihipertensivos de acción central, betabloqueantes adre-
nérgicos, antiandrógenos, psicofármacos. La acción de los fármacos es muy
proteiforme; debe evaluarse en cada caso particular y valorarse la posibilidad
de cambios con el médico tratante. Es muy frecuente que los médicos no pre-
gunten a los pacientes por estos efectos secundarios y que los pacientes no los
mencionen. Es importante saber que en la gran mayoría de los casos pueden
hacerse ajustes o cambios para no afectar la función sexual, pero siempre indi-
cados por el médico tratante.

• Enfermedades crónicas. Importan las que reducen el nivel de testosterona, tanto en


hombres como mujeres. Dentro de estas se encuentran las relacionadas con la
alteración del hipotálamo y de la hipófisis, anomalías primarias de los testículos,
anomalías secundarias de los testículos por insuficiencia renal crónica, diálisis,
cirrosis, síndrome de Cushing, insuficiencia suprarrenal, hipotiroidismo, diabe-
tes, etc.

• También puede disminuir el deseo en los trastornos neurológicos que afectan los centros sexua-
les del cerebro, como traumatismos, epilepsia, síndromes paraneoplásicos, y en
enfermedades debilitantes como hepatitis, cáncer y enfermedades degenerativas
y pulmonares.

El deseo sexual exacerbado patológicamente es mucho menos frecuente y puede


estar vinculado a intoxicaciones agudas por sustancias psicoactivas, a cuadros psico-
patológicos como la hipomanía o manía, en el contexto del trastorno bipolar o, más
raramente, a cuadros tumorales intracraneanos.
CLASE 11
DISFUNCIONES SEXUALES, «MATRIMONIO BLANCO» .167
Trastornos de la fase de excitación

La disfunción eréctil
Es la incapacidad persistente de conseguir y mantener una erección suficiente que
permita un rendimiento sexual satisfactorio. Aunque es un trastorno benigno, afecta
la salud física y psicosocial y tiene una repercusión importante en la calidad de vida
de quienes la sufren, de sus parejas y familias. Debe existir un juicio clínico de que el
hombre realiza actividades sexuales que son adecuadas en tipo, intensidad y duración.
La disfunción eréctil es primaria cuando implica la incapacidad permanente y desde el
primer coito: nunca se logró una introducción vaginal ni anal en la relación.

Es secundaria cuando aparece luego de un período corto o largo de buenas relacio-


nes sexuales. No bastan fallos ocasionales en la erección para hacer el diagnóstico. Los
fallos en la erección eficaz deben ser de más del 25% de las veces. También puede ser
parcial o absoluta, selectiva o con cualquier compañero.

La mitad de la población masculina experimenta episodios transitorios de disfun-


ción eréctil. La erección, símbolo universal de la potencia y la fuerza, es la base de la
autoestima de los varones de casi todas las culturas. «No existe otra condición que sea
potencialmente tan frustrante, humillante y traumatizante como la impotencia», dice
Helen Kaplan. El significado tan importante que nuestras culturas asignan al pene en
erección debe considerarse en el momento de las intervenciones.

En el otro extremo está el priapismo, que es la permanencia de la erección más


allá de una o dos horas. Se trata de una emergencia urológica que requiere atención
inmediata en un servicio de urgencia. Por encima de las cuatro horas comienzan los
fenómenos de necrosis de los tejidos del pene.

Causas de la disfunción eréctil


La disfunción eréctil es de las que más atención ha recibido (seguramente por la valo-
ración cultural de la erección) y de las más estudiadas. Dentro de sus causas, esta dis-
función comparte factores de riesgo comunes con las enfermedades cardiovasculares,
por ejemplo, falta de ejercicio, obesidad, tabaquismo, hipercolesterolemia y síndrome
metabólico. La prostatectomía radical en los pacientes con cáncer de próstata causan
un 75% de disfunción eréctil.

Otras causas de esta disfunción son:

• Genéticas y congénitas

• Urológicas

• Endócrinas (las más frecuentes son la diabetes y la disminución de la testostero-


na en un porcentaje de los hombres en el climaterio masculino)

• Neurológicas (las más frecuentes son esclerosis múltiple, polineuritis diabética


y afecciones medulares)
168. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

• Orgánicas generales

• Por agentes químicos tóxicos y medicamentosos (plomo, hidrocarburos, tabaco,


morfina, cocaína, marihuana, alcohol, psicofármacos, antihistamínicos, corti-
coides, antihipertensivos, betabloqueantes, antiespasmódicos, estrógenos, anti-
colinérgicos, hipolipemiantes, medicamentos contra la gastritis)

En cuanto a las causas psíquicas de la disfunción eréctil, pueden ser aplicados los
cuatro niveles de las causas detalladas al inicio aunque algunas de ellas se registran con
mayor frecuencia. Dentro de estas se destacan:

• Ansiedad sexual anticipatoria (el temor al desempeño), que implica temor al


fracaso o al rechazo
• Demanda excesiva o presión desmedida
• Necesidad o el deseo excesivo de complacer a la pareja
• Rol de espectador que adoptan las personas perfeccionistas
• Conflictos infantiles no resueltos, sentimientos de culpa, pautas de crianza re-
presivas en lo sexual
• Ambivalencia hacia la compañera o franco rechazo
• Primeras experiencias sexuales, por ejemplo prostibularias, asociadas al temor,
la vergüenza o la culpa

En el caso de la mujer, la excitación inhibida es la inhibición recurrente y persistente


de la excitación durante la actividad sexual, manifestada por el fracaso total o parcial
en obtener o mantener la respuesta de lubricación y tumefacción de la excitación hasta
el final del acto sexual. Debe existir un juicio clínico de que la mujer realiza actividades
sexuales que son adecuadas en tipo, intensidad y duración.

Intentar una penetración en estas condiciones puede producir secundariamente dis-


pareunia (coito doloroso) y disfunción del deseo.

En cuanto a las causas de excitación sexual inhibida en la mujer, esta puede deberse a:

• Estados de deficiencias de estrógeno (la lubricación y la vasodilatación depen-


den del estrógeno)

• Trastornos neurológicos, similares a los masculinos

• Trastornos metabólicos y endócrinos (deficiencia de testosterona, hipotiroidis-


mo etc.)

• Agentes farmacológicos (antihistamínicos, anticolinérgicos, psicofármacos)

Entre las causas más inmediatas se señalan el empleo de técnicas rudimentarias y


por un tiempo insuficiente para la estimulación. Entre las causas más profundas, se
CLASE 11
DISFUNCIONES SEXUALES, «MATRIMONIO BLANCO» .169
mencionan el temor o la ambivalencia frente al coito; y entre las diádicas, conflictos de
pareja inespecíficos, poco estudiados.

Existe un aumento de la consulta gracias a la existencia de mayor información de


estos temas a través de los medios. En todos los casos se debe consultar con especia-
listas para recibir ayuda adecuada, sea que se trate de reeducación, cirugías reconstruc-
tivas o acciones medicamentosas.

Trastornos de la fase del orgasmo

1. Ausencia de control voluntario del reflejo eyaculatorio o «eyaculación precoz»


Es la dificultad o imposibilidad que tiene el varón para lograr un control voluntario so-
bre el reflejo eyaculatorio, acelerándose la respuesta y no permitiéndole tener el tiempo
necesario para que se pueda disfrutar del acto sexual, produciendo una insatisfacción
en ambos miembros de la pareja.

En el momento en que el hombre alcanza su punto máximo de excitación, que pue-


de llegar por una mínima estimulación antes o poco tiempo después de la penetración,
sobreviene la inminencia eyaculatoria, y es en este momento donde el hombre ya no
puede contener el semen y se produce la eyaculación, siempre antes de que la persona
lo desee. La eyaculación precoz es una disfunción sexual padecida por un 15 a 20% de
la población masculina. El control del reflejo debe ser razonable y ser realizado clíni-
camente, teniendo en cuenta la edad, la novedad de la pareja sexual, la frecuencia y la
duración del coito.

Para Gindin y Huguet, «las causas reales de la eyaculación precoz son básicamente
dos: ansiedad y mal aprendizaje. Ambas interactúan y se refuerzan mutuamente». A
su vez, Masters, Johnson y Kolodny concuerdan con dicha afirmación y sugieren que
los elementos más importantes en el desarrollo de la eyaculación prematura son «ex-
periencias sexuales tempranas que condicionaron una respuesta rápida o ansiedad que
se ve activada por situaciones de naturaleza sexual». Otras causas psicológicas pueden
ser: mensajes antisexuales en la infancia, falta de información sexual, presión por parte
de la pareja, ambiente familiar problemático, estrés, miedo al fracaso y dificultad en
controlar los estímulos. 

Cuando se habla de mal aprendizaje, nos referimos a que el hombre no aprendió


cómo demorar la eyaculación. Existe un grupo de hombres que aprendieron a eyacular
en medio de un contexto de ansiedad, miedo a ser descubiertos en su masturbación y
culpa. Había una premisa básica: «Gozar tan rápido como fuera posible». Las situacio-
nes básicas y clásicas condicionantes de la precocidad incluyen la relación sexual que
se realiza en los automóviles, la que se realiza con la prostituta que «presiona» al cliente
para que termine rápido, o la relación sexual practicada en el sofá del living, mientras
los dueños de casa duermen a menos de veinte o treinta metros de allí, donde tienen
miedo de ser descubiertos y donde la ansiedad, la culpa y la expectación se combinan
para hacer que la eyaculación rápida sea algo muy corriente.
170. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

El hecho de no cumplir en la primera relación con las expectativas sociales y las


propias, genera ansiedad por el desempeño en ocasiones futuras. Esta situación hace
olvidar que en la mayoría de los casos se trata de un tema donde el ensayo, el error
y el acierto son requisitos indispensables y para el cual aún no se han tenido expe-
riencias y aprendizajes previos. Es importante destacar que se trata de la disfunción
más frecuente de los varones pero una de las tratables con más éxito a través de la
terapia sexual.

En los eyaculadores precoces hay un déficit perceptivo, por lo cual los tratamientos
más eficaces hasta el presente son aquellos que utilizan los aprendizajes y los procesos
de reentrenamiento para (1) facilitar la discriminación de las sensaciones que ocurren
inmediatamente antes de cada eyaculación y (2) reducir la ansiedad y mejorar el rela-
cionamiento general en ambos miembros de la pareja. El reaprendizaje consiste sim-
plemente en habituar a la corteza cerebral para recibir dosis crecientes de estímulos, y
así ser consciente de ellos y «sacárselos de encima» eyaculando cuando uno voluntaria-
mente lo decida.

2. Retardo eyaculatorio u orgasmo masculino inhibido


Se caracteriza por la inhibición específica del reflejo de la eyaculación manteniéndose
una buena excitación y un buen deseo sexual. Puede ser primaria o secundaria, situa-
cional, selectiva o parcial. Para el varón suele ser una experiencia muy dolorosa afecti-
vamente. No hay eyaculación ni orgasmo.

Se debe distinguir de otros cuadros clínicos como el orgasmo aneyaculatorio y la


eyaculación retrograda, donde el semen va hacia la vejiga.

La gran mayoría de quienes padecen un retardo o una ausencia de la eyaculación la


logran mediante la autoestimulación. Cuando es primaria no deben pensarse inicial-
mente en causas orgánicas. Por el contrario, cuando es secundaria cabe pensar en la
acción de medicamentos como psicofármacos, antihipertensivos, antiestrógenos.

Puede ser provocado también por lesiones de la parte inferior de la médula, escle-
rosis múltiple y traumatismos. La enfermedad de Parkinson también puede provocarla,
así como una cirugía pélvica que haya seccionado nervios. A nivel psíquico, la auto
observación obsesiva, la incapacidad de abandonarse a la experiencia, el miedo a la
intimidad, al placer o a las mujeres, o la ambivalencia hacia las mismas así como perso-
nalidades muy rígidas, pueden estar en el origen de la disfunción. Las causas diádicas
mencionadas también pueden estar presentes y en especial las que expresan hostilidad,
lucha y castigo en relación a la pareja.

3. Disfunción orgásmica femenina o anorgasmia


Es la más conocida, antigua, y discutida de las disfunciones sexuales de la mujer. En
cierto sentido el derecho al orgasmo es una conquista cultural del siglo xx en nuestras
CLASE 11
DISFUNCIONES SEXUALES, «MATRIMONIO BLANCO» .171
sociedades. Se define a la anorgasmia como la inhibición recurrente del orgasmo feme-
nino, manifestado por una ausencia o un retraso del orgasmo tras una fase de excita-
ción sexual normal, en una actividad sexual que clínicamente es adecuada en cuanto a
tipo, intensidad y duración.

En sexología se acepta como una variante normal la necesidad de estimulación cli-


torídea previa y/o concomitante para el logro del orgasmo. La anorgasmia es primaria
cuando nunca se ha alcanzado el orgasmo por ningún medio, ya sea autoestimulación,
estimulación manual por compañero, contacto vaginal, anal u oral.

En la mayoría de los casos la inhibición es psíquica, aunque existen causas orgáni-


cas. Dentro de estas últimas están las causas neurológicas y las farmacológicas (psi-
cofármacos, bloqueantes alfa adrenérgicos) y el alcohol. Las más relevantes son las
psíquicas, de las cuales las más frecuentes son:

• Vigilancia obsesiva del orgasmo durante el coito

• Incapacidad de entregarse a la experiencia sexual («dejarse ir»)

• Estimulación defectuosa o insuficiente, que es inadecuada para llegar al umbral


orgásmico particular de cada mujer

• Miedo a perder el control, no solo de contenidos sexuales sino agresivos

• Temores al fracaso orgásmico, al placer, al éxito así como pautas de crianza


represivas en lo sexual y antisexuales

• Dificultades de pareja, desconfianza, infidelidad, desagrado, conflictos no re-


sueltos

Trastornos por espasmo de los músculos genitales

Dolor psicógeno eyaculatorio y posteyaculatorio. Es el dolor debido a espasmos mus-


culares de los genitales masculinos que aparece casi inmediatamente luego de eyacular
y dura minutos, horas o días. Es provocado por la contracción espasmódica de uno o
varios músculos. Puede ser situacional o aparecer todas las veces. Puede acompañar
al coito, la autoestimulación o ambas experiencias. Es un cuadro raro. Posteriormen-
te aparece miedo y evitación del coito. Son raras las causas orgánicas pero se deben
buscar (infecciosas, inflamatorias etc.). Las causas psíquicas no están bien establecidas.

1. Vaginismo
Esta disfunción no está vinculada con una fase de la respuesta sexual específica sino
que aparece en cualquier fase siempre que se intente penetrar la vagina. Se trata de un
espasmo involuntario de los músculos que rodean la entrada vaginal que se da siempre
que se intenta introducir un objeto en el orificio vaginal. Las relaciones de pareja pue-
172. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

den ser satisfactorias en otros aspectos, hasta el punto en que desarrollen excitación y
orgasmo mediante caricias siempre y cuando no intenten el coito. Es causa frecuente
de «matrimonio no consumado» (que abordaremos en el siguiente apartado).

Para su diagnóstico se requiere de un examen ginecológico que revele una serie de


signos característicos. Hay casos excepcionales en que el vaginismo se da solo frente al
intento del coito y no en otras situaciones. Es una disfunción bastante frecuente. Las
causas orgánicas pueden ser:

• Ginecológicas (himen rígido o imperforado, tumores vaginales, lesiones por


episiotomía)

Las causas funcionales son las más frecuentes e incluyen:

• Traumas sexuales (violación, incesto, intento de realizar coito doloroso)


• Culpa o rechazo al acto sexual, ambivalencia frente al matrimonio y la pareja,
pareja agresiva o invasiva
• Rechazo o miedo al embarazo o el parto

El significado exacto o simbólico que representa la no penetración debe ser establecido en


cada caso particular.

2. Calambres musculares uterinos


Ocurren durante o después del orgasmo. Son muy comunes en la tercera edad. En
general se deben a la falta de estrógenos.

3. Dispareunia
El coito se halla asociado al dolor genital recurrente y persistente que se produce justo
antes, durante o después del coito, tanto en varones como en mujeres. Es muy fre-
cuente y las causas orgánicas son múltiples. Requieren de un cuidadoso examen físico.

En los hombres puede deberse a lesiones del pene, lesiones dermatológicas, infec-
ciones e inflamaciones genitales, etc. Las causas psicológicas son frecuentes; se debe
buscar el significado simbólico de la evitación del coito. En las mujeres, las causas or-
gánicas son múltiples, vinculadas a lo infeccioso, inflamatorio, cicatrizal, falta de lubri-
cación, artrosis, torpeza de la pareja que produce lesiones, etc. En las mujeres las causas
psicológicas pueden ser varias, pero se agregan los intentos de coito con insuficiente
excitación y lubricación vaginal.

4. Fobias sexuales
Es el miedo persistente e irracional y el deseo compulsivo de evitar sensaciones y expe-
riencias sexuales. El propio individuo reconoce este miedo como excesivo e irracional.
Requieren un tratamiento psiquiátrico específico.
CLASE 11
DISFUNCIONES SEXUALES, «MATRIMONIO BLANCO» .173
«Matrimonios blancos» o no consumados (MNC)

Se define así al trastorno que presenta una pareja que, pese a intentar la realización del
coito de manera regular, no ha podido lograr nunca la penetración intravaginal luego
de un lapso de tiempo establecido arbitrariamente.

El Dr. Gindin considera que un matrimonio es «no consumado» si al intentar el


coito al menos una vez por semana durante cuatro meses no ha podido lograr la pe-
netración intravaginal. Algunos especialistas utilizan otros parámetros, por ejemplo, si
el matrimonio intenta el coito por lo menos una vez al mes durante seis a ocho meses
luego del primer intento sin lograr su objetivo.19

La expresión «matrimonio no consumado» (o «matrimonio blanco») proviene de la


literatura jurídica y religiosa (como una causa de disolución del vínculo marital para los
católicos). El concepto privilegia el objetivo copulativo-procreador y en otros tiempos
se aplicaba con connotaciones descalificatorias del desempeño sexual de la pareja.

El Dr. Gindin postula que esta es una entidad clínica aparte y que debe diferenciarse
de las causas individuales reconocidas como vaginismo, fobias sexuales o disfunciones
sexuales masculinas (eyaculación precoz o disfunción erectiva) ya que estas pueden
coexistir con la posibilidad de coito penetrativo.

Sin embargo, cuando no se puede consumar, la solución del problema involucra


obligatoriamente a ambos miembros de la pareja.

En un estudio realizado entre 199 parejas no consumadas (de 1990 a 1999) en el


Centro de Educación, Terapia e Investigación de la Ciudad de Buenos Aires, los auto-
res encontraron que el 64% de los casos fueron causados por trastornos de la mujer, el
16 % por desarreglos del varón y el 20% por dificultades sumadas de ambos miembros
de la pareja.

En dicho estudio se postula que la imposibilidad de concretar la penetración va-


ginal durante largos períodos genera un nuevo problema que abarca a la pareja en su
totalidad y que no puede abordarse desde una perspectiva individual ni con las técnicas
habituales de psicoterapia de pareja. Se necesita una terapia activa por parte del médico
tratante en un equipo multidisciplinario que haga un abordaje muy rápido del proble-
ma de la pareja.

El problema básico del «matrimonio blanco» es que no solo se bloquea la sexuali-


dad de la pareja, el acceso a la maternidad y la paternidad sino que además se genera un
vínculo disfuncional donde cada uno de los miembros lleva a la intimidad una historia
individual de miedo y una erotofobia compartida que justifica el síntoma.

La desinformación sexual, las situaciones traumáticas infantiles, las fallas en la cons-


titución de la organización genital y la inmadurez de la pareja se suman para crear un
vínculo con elementos de masoquismo y sabotaje mutuo del erotismo.

19 Davidson, Sh. y Yftach, R. (1976). The therapy of the unconsummated marriage, en Psychotherapy Theory, Research and Prac-
tice, Vol 13 (4), pp.. 418-419.
174. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Su causa puede ser de origen orgánico (por enfermedades o anomalías anatómicas)


o debido a la ansiedad sexual de causa psicosocial, pero siempre abarcando a la pareja
consultante.

Kinsey, en una estadística realizada sobre un número relevante de casos, señala que
alrededor del 2% de las parejas en edad de copulación no consuman el acto sexual. Otra
cifra, confirmada en Estados Unidos, indica que en realidad por lo menos el 5% de los
casos de esterilidad se deben a la no consumación (Stallworthy, Sturgis Malleson).

En estudios de personalidad se ha relatado que las mujeres con vaginismo tuvieron


madres autoritarias que les impusieron que el sexo era pecaminoso y no se podía hablar
de ese tema. Son, en general, jóvenes y bonitas, quisieran tener relaciones sexuales pero
viven la penetración como una violencia. Además sufren otras fobias como el miedo a
la oscuridad, el miedo a estar solas o el miedo a nadar. Las pacientes con fobias sexua-
les (erotofobia) exhiben escasa curiosidad sexual, piensan que su vagina es pequeña y
vulnerable e imaginan que la penetración resultará dañina e hiriente. Asocian el sexo
con el sufrimiento y la muerte. Silverstein relata que las mujeres con vaginismo tuvie-
ron padres abusadores, dominantes, violentos, pero también seductores que las obli-
gaban a ser «buenas niñas» y evitar las expresiones de agresividad. En la adultez estas
mujeres mostraban la tendencia a escoger compañeros con sus mismas características
de gentileza, pasividad y ausencia de agresión. Casi siempre hay conservación de libido.
Desde el punto de vista clínico, el vaginismo y la dispareunia se superponen a menudo.
En el vaginismo los intentos de penetración, por las contracciones musculares, produ-
cen dolor, y la dispareunia desencadena mecanismos de contracción muscular como
reflejo de defensa.

En su libro Virgin Wives (Esposas vírgenes), Friedman describió tres tipos de mujeres:

1. «La bella durmiente del bosque». Mujer infantil que vive con su marido una relación
fraterna. Son parejas dependientes de los padres y, a menudo, eternos estudian-
tes. Estos casos son los más frecuentes.

2. «Brunilda». La relación sexual se vive como una batalla entre sexos con la angustia
de que la feminidad sea un índice de debilidad y pasividad.

3. «La abeja reina». Estas mujeres quieren que el hombre les dé hijos pero rechazan
la sexualidad. El acto sexual es «sucio y humillante», no es más que una penosa
necesidad para quedar embarazadas.

Nadine Grafeille describe las personalidades de los maridos de las mujeres con vagi-
nismo como sexualmente inhibidos (impotentes o eyaculadores precoces), con intenso
horror a la castración, homosexualidad latente y una moral de tipo masoquista como
consecuencia de una crianza represiva y de rasgos de carácter de tipo obsesivo. Otros
los describen como monogámicos, fieles y protectores, que representarían el rol de
madre frente a sus esposas. En los varones se descubren impotencias y falta de deseo,
en casos en los que el matrimonio se haya celebrado por razones sociales y con un pro-
pósito exclusivamente reproductor. Se ve en casos de homosexualidad egodistónica.
Estas impotencias tienen un pronóstico muy grave.
CLASE 11
DISFUNCIONES SEXUALES, «MATRIMONIO BLANCO» .175
Otras manifestaciones menos frecuentes son formas de eyaculación ultraprecoz
que suelen ir acompañadas de una erección insuficiente.

En los casos de fobias sexuales masculinas, la erección y el deseo están disociados.


Estos maridos, a menudo ansiosos y tímidos, se sienten atemorizados por la penetración
(fantasía de vagina dentada). También se ha señalado esta patología en casos de varones
homosexuales que, intentando luchar contra su orientación, se casan con una mujer.

Coincidimos con la mayoría de los autores consultados que este padecimiento es el


secreto mejor guardado de la pareja. No le es confiado a nadie, ni siquiera a familiares
cercanos, médicos ni psicoterapeutas, hasta bastante tiempo después de padecer el MNC.

Son muy pocas las referencias de causas orgánicas de MNC referidas en la biblio-
grafía específica. Algunos autores afirman que las afecciones orgánicas (himen rígido,
fusión de labios vaginales, atresia de órganos sexuales, etc.) se dan en menos del 10%
de los casos.

En cuanto a las situaciones de dificultades sexuales masculinas de tipo orgánico,


solo tenemos referencia (Dr. Lazzarini) de un caso de pene corvo congénito que im-
pedía la penetración.

Muchas parejas creen que el tiempo resolverá el problema por sí mismo, pero eso
no es verdad. Por lo general acuden cuando desean tener un hijo alrededor de los dos
años de celebrado el matrimonio. En otros casos se han recibido consultas de matri-
monios de quince años de relación. Algunos matrimonios no consumados han llegado
a concebir ya que si bien no existió nunca sexo penetrativo los juegos sexuales y la eya-
culación en la vulva o el introito vaginal permitieron que la mujer quedara embarazada.

Existe terapia para el matrimonio no consumado, pero la pareja debe buscar ayuda
especializada. La terapia es de corta duración, tiene como base la reeducación, técnicas
de relajación y, en ocasiones, medicación sedante o ansiolítica.

EJERCICIOS
1. «La mayoría de las disfunciones sexuales tiene una base orgánica». ¿Esta afir-
mación es verdadera o falsa? Justifique y dé ejemplos.

2. Un hombre le comenta a usted que por recomendación de un compañero de


trabajo comenzó a tomar Viagra para solucionar su problema de impoten-
cia. ¿Cuál sería su recomendación para esta situación?

3. ¿Cómo ayudaría a un «matrimonio blanco» a resolver su problema?

4. ¿Qué actividades podría realizar la iglesia para prevenir los «matrimonios


blancos»?
Coche de bebé
CLASE 12
FERTILIDAD,
FECUNDACIÓN
Y REPRODUCCIÓN
ASISTIDA
178.

VIDEO 12

ACOMPAÑAMIENTO PASTORAL EN LA INFERTILIDAD


LIC. MARÍA ELENA MAMARIAN

introducciÓn

01. infertiLidad

dilemas éticos

02. La bibLia y La infertiLidad

ana, elcana y penina

raquel y Lea

Zacarías y elisabet
.179

03. El acompañamiento pastoral

Conclusiones integradoras
CLASE 12

FERTILIDAD,
FECUNDACIÓN Y
REPRODUCCIÓN
ASISTIDA

«¡Qué difícil ser padres!» Frecuentemente hemos


usado esta expresión para referirnos a las diversas
dificultades que se plantean en la crianza de los hijos,
sean pequeños, adolescentes o jóvenes. Sin embargo, en
esta ocasión nos referiremos a la dificultad, concreta
y real, que muchos matrimonios encuentran a la hora de
concebir a sus hijos.

En esta clase abordaremos la problemática de la infertilidad o esterilidad de una pareja,


desde sus aspectos médicos, psicológicos y espirituales, a fin de aumentar la compren-
sión de esta problemática y brindar herramientas que puedan servir de utilidad en la
pastoral entre matrimonios que atraviesan estas circunstancias (para ampliar la infor-
mación sobre algunos aspectos médicos, ver el apartado al final de la clase).
182. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Ilusiones y desilusiones

Es claro que no todos los proyectos y los sueños que nos proponemos en la vida lograr
concretarse. Con frecuencia tenemos que resignar algunos, modificar otros y alcanzar
algunos de ellos. Uno de los deseos más profundos e irresistibles (para la gran mayoría
de los seres humanos) es ser madre o padre en algún momento de la vida. Este deseo
responde a una marca que Dios mismo ha impreso en el corazón de los hombres y las
mujeres a través de los tiempos y de las culturas. «Y los bendijo Dios, y les dijo: fructi-
ficad y multiplicaos...» (Génesis 1.28, RVR60).

Todos los seres humanos transitamos por diferentes etapas a lo largo de nuestra
vida: niñez, adolescencia, juventud, madurez, vejez. Las familias que constituimos tam-
bién atraviesan diversas etapas en su ciclo vital: la formación de la pareja, la llegada del
primer hijo, la adolescencia y juventud de los hijos, el «nido vacío».

Cuando una pareja ve frustrado su deseo de tener hijos, el ciclo vital normal se ve
interrumpido. Parece tan fácil y tan «natural» tener hijos, en el tiempo y con la fre-
cuencia que se decida, que no solemos prepararnos para esta eventualidad que cambia
dramáticamente la vida. Sin embargo, esto no es excepcional. Por el contrario, un buen
porcentaje de parejas no podrá hacer real este deseo, al menos no sin complicaciones.
Se estima que del 10 al 15% de las parejas (porcentaje que va en aumento en las grandes
ciudades) no acceden a la paternidad/maternidad a pesar de desearlo con intensidad.
En algunos casos no se logra el embarazo y en otros, habiéndolo logrado, resulta
inviable y se pierde. Cabe aclarar que un embarazo que se interrumpe es un hijo que
muere antes de nacer; así lo experimentan los padres. Con frecuencia el entorno no
dimensiona la magnitud de la pérdida.

La interrupción del ciclo vital familiar porque el hijo deseado no llega no es una
cuestión menor. A diferencia de otros sueños e ilusiones que pueden reformularse o
cambiarse por otros, el deseo de ser madre o padre no se resigna ni se cambia con faci-
lidad, y provoca intenso sufrimiento a sus protagonistas. «La esperanza que se demora
es tormento del corazón; pero árbol de vida es el deseo cumplido» (Proverbios 13.12,
RVR60).

El espacio que se preparaba para la llegada de un hijo o una hija permanece vacío.
Cada mes se tejen ilusiones y esperanzas. Cada mes se experimentan desilusiones y
desesperanzas.

La soledad del duelo por un hijo que no llega

El duelo es un proceso psicológico normal y necesario que se desencadena cada vez que
sufrimos una pérdida y nos permite recuperarnos de ella. Un ser querido que muere, el
fracaso matrimonial, hijos que no cumplen con las expectativas de sus padres, rupturas
de vínculos significativos, pérdidas económicas, fracasos diversos y también sueños
que no se concretan, requieren de un trabajo de «des-apego» (contrario al «apego») que
duele, y mucho. El trabajo de duelo es algo así como una «cicatrización de las heridas
CLASE 12
FERTILIDAD, FECUNDACIÓN Y REPRODUCCIÓN ASISTIDA .183
del alma» que permite que después de un tiempo (variable según el caso) ya no duela
la herida emocional producida por la pérdida (siempre y cuando el proceso de duelo se
haya completado de forma adecuada).

El duelo por un hijo que no llega comparte características similares a otros duelos
por pérdidas, pero también tiene algunas marcas diferenciales. Es similar a otros duelos
por el hecho de producirse en etapas y cursar con diversos tonos emocionales a través
del tiempo (shock, negación, ira, depresión, aceptación). Es diferente, entre otras co-
sas, porque suele transitarse en soledad. La pareja que atraviesa esta vicisitud encuentra
muy difícil compartir con otros lo que experimenta. Se produce un gran silencio, tanto
por parte de los protagonistas como del entorno que no quiere hacer preguntas y, en
general, no sabe cómo acercarse a un tema tan delicado e íntimo.

«A diferencia de otros duelos donde los familiares, los amigos y los her-
manos en Cristo acompañan al que ha perdido a un ser querido, animán-
dolo, ofreciéndole sostén y cariño, el duelo por un hijo que no podrá ser
suele atravesarse en la soledad, y el que sufre, por lo general, no se siente
acompañado ni comprendido por los que lo rodean. Es común que el
matrimonio sin hijos sienta la presión familiar y de amigos a través de las
preguntas indiscretas o aun de las miradas de compasión y lástima. Gene-
ralmente los amigos y los familiares prefieren el silencio para no herir ni
lastimar, pero las miradas y los silencios también son elocuentes. Todos
saben de “lo que no se debe hablar”. Aun queriéndolo, no se sabe cómo
ayudar. Resultado: la pareja se siente sola. A veces ni siquiera el tema puede
ser profundamente tratado entre los miembros de la pareja, por miedo a
herirse mutuamente, con lo cual la soledad se agiganta».20

En la antigüedad, casi con exclusividad se adjudicaba a la mujer la infertilidad o la


esterilidad. Hoy se sabe que el origen de las dificultades para concebir se comparte en
porcentajes similares entre hombres y mujeres. Y también hay un porcentaje de causas
desconocidas.

Además, en muchos casos tampoco se trata de la infertilidad del hombre o de la


mujer sino de la pareja, es decir, como resultado de la combinación incompatible entre
ambos. Por otro lado, muchas causas de esterilidad e infertilidad que eran irresolubles
hasta hace unas décadas afortunadamente hoy no lo son, y los diagnósticos y los trata-
mientos adecuados suelen posibilitar la paternidad tan ansiada.

Si bien en nuestra cultura occidental no recae el estigma de la esterilidad como una


maldición sobre la mujer, es cierto que la pareja que no puede concretar su deseo de
paternidad y de maternidad se siente «diferente». Y en su diferencia, también «sola».

20 Mamarian, M. E. (2003). Esperanza en medio de ilusiones perdidas, Ediciones Kairos, pp. 127,128.
184. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Renuncias y más renuncias...

A diferencia de otras pérdidas que se producen en su mayoría en forma bastante de-


finida, la crisis por la infertilidad de la pareja se instala poco a poco. A menos que el
diagnóstico sea definitorio (por ej.: «Él no produce espermatozoides»), por lo general
hay un recorrido por diagnósticos y tratamientos médicos, de diferente grado de com-
plejidad y costo, que no permiten cerrar por completo la posibilidad de engendrar un
hijo. Por lo tanto, el duelo no puede elaborarse claramente.

En estos casos lleva un tiempo reconocer que se está ante una crisis. Como en toda
crisis, se produce una desestabilización, el equilibrio se rompe y es necesario reordenar
pensamientos y sentimientos. «Nunca pensamos que esto pudiera pasarnos», «¿Por qué
nos resulta difícil algo que es tan fácil para otros?», «¿Por qué Dios no nos bendice con
un hijo?», «¿Tenemos que seguir esperando?», son algunos de los infinitos interrogan-
tes planteados.

1. Es necesario elaborar el duelo. Lo que se pierde en estos casos es la ilusión


de acceder a la paternidad y la maternidad, al menos en la forma en que se había
soñado. El hijo deseado no llegará «con naturalidad», por la vía privilegiada. Es
muy complicado elaborar un duelo mientras todavía se lucha por conseguir el
embarazo. La pérdida no se asume en totalidad; de allí surge la sucesión de los
ciclos de esperanza y desesperanza.

2. Renuncia de la mujer a estar embarazada. Particularmente este hecho afecta


más a las mujeres, que no se sienten «como otras mujeres, que pueden tener a su
hijo en el vientre». Es increíble el peso emocional que tiene este deseo (experi-
mentado como «necesidad») y su consecuente frustración. «Tres cosas que nunca
se sacian:... la matriz estéril» (Proverbios 30.15, RVR60). Esta renuncia provoca
dolor, reducción de la autoestima, sentimientos agresivos, depresivos, etc.

3. Renuncia del hombre a embarazar a su mujer. El hombre, que tiende a


resolver conflictos a través de la acción, en estos casos suele experimentar im-
potencia y sombras sobre su virilidad (aunque entendamos que no pasa por aquí
la virilidad ni la falta de ella). Es particularmente difícil si es el miembro estéril
de la pareja.

4. Renuncia a la fecundidad en el miembro fértil de la pareja. A veces no


se conoce claramente la causa por la que no se produce el embarazo. En otros
casos, puede identificarse el problema en alguno de los dos miembros de la
pareja. Entonces es inevitable pensar que él o ella podrían ser padre o madre
con otra persona. Constituye una prueba para la pareja asumir sanamente esta
renuncia. Caso contrario, se producirán reproches (velados o encubiertos), re-
sentimientos, ira no confesada (de un lado) y culpa e inferioridad (del otro), que
podrían dañar el vínculo matrimonial. De hecho, algunas parejas no lo soportan
y terminan por separarse.

5. Renuncia a la herencia biológica. La pregunta típica cuando nace un niño o


una niña: «¿A quién se parece, a papá o a mamá, a la abuela tal vez...?», revela
CLASE 12
FERTILIDAD, FECUNDACIÓN Y REPRODUCCIÓN ASISTIDA .185
la importancia que le damos a la herencia biológica. Aun cuando se acceda a
la feliz paternidad por adopción, en muchas personas subsiste el prejuicio de
que los conflictos normales de crianza que pudieran presentarse se deben a «la
herencia que trae el niño». Suele parecernos más seguro aquello que conocemos
y susceptible de desconfianza lo que no conocemos. Por lo tanto, renunciar a la
herencia biológica no es una tarea fácil.

6. 6. Renuncia a la satisfacción de «cumplir». Hay un mandato social, no siem-


pre identificable, por el que estamos llamados a cumplir ciertos roles y mandatos.
En ocasiones la pareja que sufre normalmente por su propio deseo insatisfecho,
carga además con el peso de «no poder darles un nieto a mis propios padres» o
«hacer tía a mi hermana», «que mi abuela vea a su bisnieto antes de morir», y de
esa manera tampoco ser capaces de contribuir a «perpetuar el apellido familiar»,
etc. Los matrimonios en estas condiciones suelen sentir que tienen menos valor
que sus hermanos y hermanas que sí han «cumplido» con la familia.

Un párrafo aparte merecen los cuestionamientos éticos y espirituales que se ponen


en juego al tener que decidir sobre opciones de tratamientos médicos.

El formidable avance científico, médico y tecnológico hace posible la realización de


diagnósticos y tratamientos antes impensados. Muchas parejas acceden a la paternidad
y la maternidad gracias a las posibilidades que la ciencia ofrece hoy, y podemos verlo
también como provisión de Dios ya que Él mismo permite que la ciencia avance (ver
Proverbios 22.12).

Hay todo tipo de ofertas en el «mercado médico», desde las más simples y econó-
micas hasta las más complejas y onerosas. Inseminación artificial, fecundación in vitro,
ovodonación, donación de esperma, alquiler de vientres, óvulos congelados... son al-
gunas prácticas que nos suenan lejanas y muy teóricas cuando no necesitamos usarlas.

Sin embargo, para la pareja que ve frustrada su posibilidad de tener hijos con na-
turalidad, es una nueva carga a asumir. Solo a título ilustrativo, mencionaremos algu-
nas de las preguntas frecuentes en este sentido: «¿Es lícito acudir a cualquier técnica
de reproducción?», «¿Hay límites en el uso de las técnicas disponibles en el merca-
do?», «¿Estará bien que aceptemos la ovodonación?», «¿Cuánto dinero invertiremos
(si es que lo tenemos) para acceder a estas prácticas?», «¿Dios aprueba el método que
propusieron los médicos?».

«Los avances en cuanto a la tecnología de reproducción generan nuevas


oportunidades que asimismo dan paso a nuevas inquietudes éticas. Hacer
elecciones correctas exige tener una comprensión clara y precisa de cada
nuevo procedimiento médico. Los principios teológicos ofrecen respaldo
y guía fundamentales para orientar nuestro pensamiento. Bien sea que las
personas elijan creerlo o no, nosotros somos creados a imagen y semejanza
de Dios. La manera en que nos tratamos a nosotros mismos y a los em-
briones que producimos es importante para nuestro Creador y constituye
un reflejo de su interés y cuidado respecto de la vida humana. Él nos ha
dotado con la curiosidad y el intelecto para buscar tecnologías que mejo-
186. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

ren la salud y el bienestar del ser humano, pero debemos ser conscientes
de utilizarlas sin egoísmo y dentro de los límites del amor. Debemos vivir
con un sentido genuino de responsabilidad para con Dios, nosotros mis-
mos y los hijos con que somos bendecidos y bienaventurados».21

No es el objetivo de esta clase dilucidar sobre las cuestiones éticas de estas prácti-
cas pero sí despertar conciencia de que el acompañamiento pastoral debe incluir estas
cuestiones. Será importante, entonces, estudiar responsablemente estos temas, pedir
asesoramiento a los profesionales del área, orar al respecto, acompañar con gracia y
alentar la libertad de conciencia de la pareja que debe resolver también estos cuestio-
namientos.

Al acompañar, debemos evitar el juicio fácil, la culpabilización, la crítica. El desafío


es abrir el corazón y la mente para acompañar eficazmente en un proceso tan doloroso
como difícil.

Viene a nuestra mente el conflicto de Marcelo y Silvina frente a la opción de dona-


ción de esperma. Luego del impacto inicial al ser informados de la posibilidad médica,
como eran jóvenes cristianos pusieron (una vez más) el tema en oración y dedicaron un
tiempo a buscar información y consejo. Su pastor se comprometió responsablemente
con ellos. Junto con su esposa les pidieron dos meses para orar e investigar el tema,
ya que no lo conocían en profundidad. Se reunieron luego para acompañarlos en el
proceso. Más allá de las decisiones que Marcelo y Silvina tomaron al respecto, quedó
la experiencia fuerte de la realidad del acompañamiento pastoral comprometido, res-
petuoso y significativo.

Sentimientos en juego

Además de las renuncias a realizar, se deben enfrentar diversos sentimientos propios


de un duelo y aun ideas distorsionadas sobre la situación:

1. Culpa. Cuando surge un obstáculo en la vida, inmediatamente tendemos a pre-


guntarnos: «¿De quién es la culpa?». Sobre todo el miembro estéril de la pareja
suele cargar con sentimientos de culpabilidad. Debemos ser cuidadosos de no
aumentar la tristeza al adjudicar a «castigos divinos» las situaciones dolorosas
que cualquiera de nosotros pudiera atravesar. En la antigüedad la imposibili-
dad de concebir se asociaba a al pecado o la deficiencia de la mujer, así que a
su propio dolor se sumaban el desprecio y el rechazo de toda la sociedad. Sin
embargo, la Palabra de Dios se ocupa de aclarar, por ejemplo, que Zacarías e
Isabel, «eran justos delante de Dios y obedecían los mandatos y leyes del Señor
de manera intachable. Pero no tenían hijos...» (Lucas 1.6-7, DHH).

2. Tristeza. En la Biblia se describe el estado depresivo de una mujer llamada


Ana debido a su esterilidad: «Ana lloraba y no comía» (1 Samuel 1.7, DHH).

21 Varios autores (2000). Serie Bioética. Preguntas básicas sobre sexualidad y tecnología reproductiva. Grand Rapids, EE.
UU.: Editorial Portavoz, p. 90.
CLASE 12
FERTILIDAD, FECUNDACIÓN Y REPRODUCCIÓN ASISTIDA .187
Su tristeza se acentuaba, además, por la burla y el desprecio de que era objeto
por parte de Peniná, la otra esposa de su marido. Ana tampoco se calmaba por
las palabras ni el consuelo de un esposo amoroso como Elcaná, quien le decía:
«Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué estás triste y no comes? ¿Acaso no soy para ti
mejor que diez hijos?» (1 Samuel 1.8, DHH). Ana, que era una mujer piadosa,
le expresa al sacerdote Elí lo siguiente: «... me siento angustiada y estoy desahogando
mi pena delante del Señor. [...] he estado orando todo este tiempo porque estoy preocupada y
afligida» (1 Samuel 1.15-16, DHH). Los creyentes en Cristo no son extraterres-
tres. También es normal que experimenten sentimientos de tristeza y aun que
padezcan depresión.

3. Sentimientos de autocompasión y autorrechazo. Al comprobar que no se


ha sido capaz de concretar algo que la mayoría sí puede, es muy fácil pensar
erróneamente sobre uno mismo y su desempeño. «No soy capaz», «No soy dig-
no», «No soy valioso», «Soy inferior a los demás». Se trata de pensamientos que,
aunque distorsionados, pueden surgir en la mente y acentuar el sufrimiento. La
autoestima decae y el sentimiento de fracaso se hace más real.

4. Ambivalencia en el trato con los demás. Suele hacerse difícil enfrentar el


medio familiar y social. Debido a los sentimientos encontrados, por un lado se
necesita el apoyo y el cariño de los demás, pero por otro lado se lo rechaza. La
mujer estéril desea estar en contacto con niños, a la vez que muchas veces se
siente herida porque la presencia de los mismos le muestra crudamente su falta.
El hombre o la mujer que no pueden tener sus propios hijos tal vez experimen-
ten sentimientos ambivalentes. Se alegran por los hijos de sus amigos y familia-
res pero también sienten frente a ellos (con mayor agudeza) su propia imposibi-
lidad. Esta ambivalencia suele provocarles, entonces, culpa y autodesprecio. No
obstante es una experiencia normal. La iglesia, expresión de la familia de Dios
en la tierra, está para sostener al afligido y consolarlo, pero muchas veces lo ig-
nora o no sabe cómo acercarse a él. Es decir, tanto los que sufren como los que
intentan ayudar y acompañar frecuentemente se desencuentran. Por lo tanto, es
muy fácil que la pareja que no puede tener hijos caiga en el aislamiento social.

5. Hostilidad. Se dice de Raquel que «tuvo envidia de su hermana» Lea (Génesis


30.1, RVR60), justamente porque esta podía tener hijos normalmente y ella no.
A pesar de tener el amor especial de su esposo, su esterilidad le causaba tanto
dolor y tantos sentimientos de inferioridad que llegó a tener envidia (expresión
de hostilidad) de su propia hermana. La irritabilidad y la ira, sean expresadas
o contenidas, son emociones normales en un proceso de duelo, y es necesario
reconocerlas para tratarlas. La hostilidad puede estar dirigida hacia uno mismo,
hacia el cónyuge, hacia los demás y hacia Dios, aunque resulte difícil admitirlo.
En cualquiera de los casos, es bueno identificarla, comprenderla y corregir los
pensamientos distorsionados que pudieran subyacer a la misma, y lograr supe-
rarla.

6. Dificultades en la relación de pareja y en la sexualidad. Esta crisis tan par-


ticular y dolorosa hace que muchas parejas se unan más y formen una relación
188. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

sólida, afrontando juntos las diversas contingencias de este proceso. Además,


tienen en cuenta que el vínculo de pareja precede al vínculo parental y lo cui-
dan. En otros casos, esta situación crítica contribuye a una mayor fragilidad del
vínculo y no es infrecuente que el matrimonio se separe en forma definitiva,
especialmente cuando la paternidad o la maternidad se postularon (la mayoría
de las veces de forma inconsciente) como prioritarias en la relación. También el
ejercicio de la sexualidad de la pareja puede afectarse negativamente al ser tan
perturbado por los sucesivos tratamientos. Este también es un factor distorsivo
en la relación de pareja que hay que comprender y cuidar.

«Las parejas tratadas por infertilidad pronto descubren otra fuen-


te de estrés y dolor emocional. Se dan cuenta de que hay una ter-
cera persona en su matrimonio. Prácticamente, cada una de estas
parejas puede sentir la presencia invisible, pero muy verdadera, del
especialista en infertilidad. Incluso en sus momentos más tiernos,
esa presencia está entre ellos y dicta la expresión de su amor [...].
Los cónyuges con problemas de fertilidad encuentran que sus vidas
sexuales han sido transportadas de un dormitorio íntimo y acogedor
a los límites fríos y esterilizados de una clínica médica».22

7. Se detienen los proyectos. Al interrumpirse el normal ciclo evo-


lutivo de la familia, el hombre y la mujer que no han concretado su
paternidad sienten que «han perdido el tren». Mientras los amigos de
su generación avanzan, tienen hijos, los crían y evolucionan con ellos,
estos padres frustrados se sienten detenidos, sin proyectos ni cambios
en su horizonte vital. No es verdad que no puedan dedicarse a otros
proyectos pero sí es cierto que, con frecuencia, otros emprendimien-
tos quedan supeditados a los costosos y largos tratamientos que deben
hacer si quieren acceder a la paternidad. Otras veces el desánimo y la
incertidumbre impiden tener la energía necesaria para dedicarse a cre-
cer en otras áreas de la vida. El resultado puede ser, en algunos casos,
que se sientan vacíos y estériles, no solo de hijos sino también de otros
proyectos de vida.

8. Cuestionamientos a Dios. «Durante los ocho primeros años de


nuestra vida matrimonial, Judy y yo no pudimos tener hijos. Algunos
saben lo que esto significa: la penosa reiteración del ciclo mensual.
Orábamos con la esperanza de que tal vez alguna nueva idea del mé-
dico o un artículo de una revista trajera una solución. Tratábamos de
mantener una actitud positiva al pensar que tal vez ese sería el momen-
to, que ese mes habría un buen indicio; pero las esperanzas se derrum-
baban otra vez al final del ciclo. Entonces uno trataba de prepararse
para comenzar nuevamente el penoso proceso. Recuerdo vívidamente
las preguntas que me hacía: “Dios, ¿dónde estás? ¿No nos escuchas?
¿Por qué estás tan callado?”».23

22 Van Regenmorter, J. y S. (2005). Cuando la cuna está vacía. Miami, EE. UU:: Editorial Unilit, p. 40.
23 Eisenman, T. (2000). Trece tentaciones que enfrenta tu familia. Buenos Aires, Argentina: Editorial Certeza, p. 255.
CLASE 12
FERTILIDAD, FECUNDACIÓN Y REPRODUCCIÓN ASISTIDA .189
Estas son algunas de muchas preguntas que no siempre esperan una respuesta ló-
gica (que tampoco sería suficiente). Aunque en algunos casos puede ser la expresión
del desánimo y el enojo, generalmente no expresan rebeldía ni incredulidad sino que
surgen de un corazón dolorido que se dirige a Dios, de quien, en definitiva, se espera
el don de un hijo.24

Acompañamiento pastoral

Cada situación humana de dolor nos confronta con nuestros propios sentimientos,
nuestras creencias y nuestros límites.

Al acompañar a personas que sufren se impone, en primer lugar, abrazar una ac-
titud de humildad, compasión y respeto. Humildad porque debemos reconocer que
no sabemos mucho (más bien, casi nada) sobre la situación particular de esa persona
o, en estos caso, ese matrimonio. Compasión porque solo desde ahí podemos sentir (o
al menos intentarlo) lo que experimenta la persona que sufre. Respeto para caminar al
lado, al mismo tiempo y sin empujar ni dejar solo al sufriente. También se respeta al
no minimizar ni ignorar el problema o brindar soluciones «cuasi mágicas». Se respeta
mediante el abrazo, el silencio, la oración y el acompañamiento.

En segundo lugar, se requiere ser responsables en cuanto a averiguar un poco más


sobre la problemática en cuestión. No es necesario ser expertos en todos los temas. Sin
embargo, profundizar en el conocimiento del tema por el que atraviesa la persona nos
ayudará a cometer menos errores.

Será importante ayudar a la pareja en los siguientes aspectos:

1. Animar la fe y reconocer que Dios está en control de la situación. Al


mismo tiempo, permitir las expresiones de angustia, enojo, cuestionamientos,
dudas hacia Dios. Estas experiencias son normales en tiempos de dolor y no
hablan negativamente de la espiritualidad de las personas.

2. Instar a cuidar la unidad de la pareja. Los tiempos de crisis son propicios


para la generación de rupturas pero también para solidificar los vínculos. No
olvidar el cultivo del vínculo matrimonial, prioritario sobre cualquier otra re-
lación. A veces la frustración por el hijo que no llega o el sufrimiento de los
tratamientos médicos desdibujan y empañan este vínculo que debe cuidarse y
enriquecerse cotidianamente.

3. Ayudar a romper el aislamiento. Como mencionamos, el duelo vivido en so-


ledad incrementa el dolor. Como comunidad de fe tenemos que saber incluir a
quienes no pueden tener hijos haciéndolos sentir en familia. «Dios hace habitar
en familia a los desamparados...» (Salmo 68.6, RVR60). ¿Cómo ayudar? Entre
otras cosas, al mencionar la problemática en los sermones (y no dar por sentado

24 Mamarian, M. E., Op. cit., pp. 128-132.


190. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

que la bendición de Dios se expresará ineludiblemente en tener hijos), enseñar


sobre estas cuestiones, cuidar de no herir más a las personas ya lastimadas por
su situación, integrar, acompañar y comprender. Una de las formas de romper
el aislamiento es crear grupos de ayuda mutua sobre este tema o inducir a que
los matrimonios con esta dificultad busquen un grupo de contención y acom-
pañamiento (este punto se amplía al final del texto).

4. Aceptar los recursos médicos, con límites. A veces, en la desesperación de


conseguir de cualquier manera lo que deseamos, no reparamos en los costos
(emocionales, espirituales, monetarios) que conllevan. Podemos ayudar a reco-
nocer los límites sanadores, aun en los tratamientos médicos.

«Tener hijos es más un privilegio que un derecho. Una pareja que


considere que tener un hijo es un derecho puede obstinarse ciega-
mente y, como resultado, tomar decisiones imprudentes en cues-
tiones reproductivas. El daño físico potencial que un tratamiento
continuado puede ocasionar en la mujer, los gastos económicos de-
rivados de múltiples intentos de embarazo, así como la carga emo-
cional que un tratamiento insistente puede acarrear en detrimento
de una relación de matrimonio, pueden evitarse por parte de aquellas
parejas que asuman la paternidad como un privilegio más que como
un derecho [...]. A pesar de nuestras razones, los hijos son dones de
Dios y Él puede permitir la fertilidad, incluso de forma permanente,
por razones que desconocidas para nosotros. No había ninguna ga-
rantía por parte del Señor de que Ana pudiera tener hijos. Se puede
desear y orar por hijos, así como dar todos los pasos disponibles
para tenerlos, pero el fruto del vientre está, en última instancia, en
manos de Dios y no en la tecnología».25

5. Ayudar a considerar otras opciones a la paternidad biológica.


Como cristianos, debemos tener un alto concepto sobre la adopción
ya que es la acción por la que Dios mismo nos hizo hijos suyos. «Dios
nos adoptó como sus hijos, en un acto de amor incondicional. Al ha-
cerlo nos dio muchísimas cosas: una identidad, una familia, una he-
rencia [...]. Gestar y gestionar son dos palabras que se parecen no solo
por el sonido sino también por las acciones que implican. En ambas
subyace la idea de inicio, desarrollo, espera y de acciones encaminadas
hacia el logro de un fin. La paternidad es gestión y gestación, no im-
porta si es biológica o por adopción [...]. El embarazo adoptivo es, al
igual que el embarazo sanguíneo, un tiempo esencialmente de gestión,
generación y construcción de vida» (Galli, Jorge: Orientación pastoral
para la esterilidad y la adopción. Material inédito expuesto en el taller ti-
tulad «Los caminos de la paternidad», organizado por Eirene Argen-
tina, mayo de 2006). Es cierto que los trámites para la adopción son

25 Varios autores (2000). Serie Bioética. Preguntas básicas sobre sexualidad y tecnología reproductiva. Grand Rapids, EE.
UU.: Editorial Portavoz, pp. 21-22
CLASE 12
FERTILIDAD, FECUNDACIÓN Y REPRODUCCIÓN ASISTIDA .191
engorrosos y largos. Sin embargo, merece la pena intentarlo (suelen
resultar más rápidos si se acepta adoptar niños o niñas de mayor edad
y si hay disposición a adoptar a dos o tres hermanos).

6. Alentar el desarrollo de la «generatividad». Las personas adultas


no solo somos generadoras de vida a través de la paternidad o la ma-
ternidad. Todos y todas (también los solteros y las solteras, los viudos
y las viudas) podemos sentirnos fecundos a través de otros proyectos.
El psicólogo norteamericano Eric Erikson nos dice que la «generati-
vidad» es la virtud esencial de la persona adulta. Producir «frutos» de
todo tipo (no solo tener hijos) nos llena de satisfacción y nos permite
sentirnos plenos al desarrollar nuestras potencialidades.

7. Pedir la intervención milagrosa de Dios. Como comunidad po-


demos, tal como hizo Ana al presentar su carga y su deseo ante Dios
y como se nos aconseja en Santiago 5.14-16, ungir con aceite y orar
especialmente por la pareja estéril. Que la confianza en lo que puede
hacer la ciencia no empañe la fe en Dios, el hacedor de milagros.

EJERCICIOS
1. Leer el testimonio de Elisa y Fernando incluido a continuación.

2. Identificar emociones y pensamientos que indican el duelo.

3. Mencionar las actitudes positivas que adoptaron los protagonistas.

4. Señalar los recursos (propios y del entorno) que ayudaron en su situación.

5. ¿Cómo se podría ayudar pastoralmente a una pareja que atraviese por una ex-
periencia parecida?
192. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Elisa y Fernando
comparten su experiencia:
Esta larga lista de luegos no es más Luego de seis meses más hicimos un
que el pequeño reflejo, en pocas lí- cuarto tratamiento.
neas, de lo que significa vivir durante
un lapso de tu vida poniendo siem- Luego del resultado negativo del cuar-
pre una ilusión por delante para po- to tratamiento, pasó un año más has-
der seguir: ta que hicimos algunos viajes por dis-
tintas provincias de nuestro país para
Luego de cinco años de casados de- llevar nuestra carpeta de solicitud de
cidimos comenzar la búsqueda por adopción.
agrandar la familia.
Luego de esto tuvimos la posibilidad
Luego de catorce meses de búsqueda de hacer un quinto tratamiento y co-
«natural» comenzamos a hacernos menzamos a dialogar sobre esto con
análisis médicos. los médicos.
Luego de cinco meses de estudios pu- Luego de un año más comenzamos a
dimos dar con un primer diagnósti- poner foco en otras cosas de la vida
co. como sueños o anhelos que tenía-
mos más allá de los hijos.
Luego de un año de indecisiones hi-
cimos nuestro primer tratamiento de Luego de siete meses más, en medio
fertilidad. del trabajo por lograr estos anhe-
los, estar decepcionados del sistema
Luego del primer resultado negativo
de adopción y a punto de realizar
pasaron cuatro meses para el segundo.
otro tratamiento más, nos llamaron
Luego del segundo resultado negativo de un juzgado dándonos la noticia
pasaron seis meses hasta el tercero. de que dos hermanitos, Abigail e
Ismael, mellizos de diecisiete me-
Luego del tercer resultado negativo ses, estaban esperándonos para ser
decidimos buscar ayuda psicológica. nuestros hijos.

Luego de seis meses nos inscribimos En tanto tiempo, nuestras sensa-


en el registro de adopciones. ciones pasaron entre la euforia de
CLASE 12
FERTILIDAD, FECUNDACIÓN Y REPRODUCCIÓN ASISTIDA .193

que el próximo mes o año nos iba Tanto fracaso aparente también te
a encontrar con hijos, la desazón saca miedos a jugarte por sueños o
total por un nuevo resultado nega- anhelos que tenías guardados. Te in-
tivo (tanto de tratamiento como de vita a luchar por mejorar áreas de tu
adopción), nuestra mezcla de alegría vida, cosa que a veces no saldría a la
y dolor cada vez que algún amigo o luz si todo resultara como uno espe-
persona cercana nos contaba que es- ra. La dificultad puede ser un medio
peraba un hijo (alegría por él pero al para que uno se fortalezca y encare la
mismo tiempo dolor por nosotros), realidad de otra manera.
nuestro miedo a que esto nunca ter- Gracias a Dios esto nos fortaleció
minara… porque llega un punto en mucho como matrimonio y siempre
que la sensación es que esto nunca mantuvimos el diálogo; poder hablar,
tiene fin... «filosofar» constructivamente sobre
cómo actuábamos o reaccionábamos
Más de una vez nos decíamos que
frente a esta espera nos llevó a cono-
el reloj se había detenido, como que cernos y amarnos mucho más.
estábamos estancados en una etapa
que no se terminaba jamás. Un espacio que valoramos muchísi-
mo fue «Caminos», un grupo de ayu-
Entre tantas cosas tristes, hay otras da mutua al que asistíamos regular-
muy buenas que nos pasaron y que mente con otras parejas que también
no nos resultaba tan fácil de ver pasaban por la misma situación. Es
mientras esperábamos: cambió nues- necesario sentirse identificado con
tra manera de considerar a los demás otros y conversar, expresar senti-
y el sufrimiento o la espera ajena. mientos en un marco de sinceridad,
Simplemente por eso de que vivir la animar y dejarse alentar.
misma experiencia te une. Cambió
nuestra manera de relacionarnos con Con respecto a la adopción de nues-
Dios: llegamos a puntos de enojo y tros hijos, ¿cómo decir tanto en po-
reclamos que nos permitieron vivir cas palabras? ¡Son alegría pura, sor-
a Dios de cerca en muchas ocasio- presa permanente, mucha vida junta,
milagro de Dios hecho realidad, la
nes. Entendimos que Él comprende
muestra permanente de que la difi-
nuestro dolor porque el mismo señor
cultad te puede cambiar la vida de
Jesucristo experimentó el dolor en
una manera extraordinaria!
carne propia.
194. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

¿DE QUÉ SE TRATA


EL GRUPO «CAMINOS»?
«Así dice el Señor, el que abrió un camino en el mar, una senda a través de las aguas
impetuosas; ¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy
abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados». (Isaías 43.16,19, NVI)

«Caminos» es un grupo de ayuda primer matrimonio del grupo que


mutua que comenzó a funcionar en accedió a la feliz maternidad y pa-
la Ciudad de Buenos Aires, Argen- ternidad de Abigail e Ismael. Es un
tina, en el año 2006. Su objetivo es motivo de enorme gratitud a Dios
que los matrimonios con dificulta- y un llamado a la esperanza. En el
des en la concepción de un hijo en- transcurso de los años otros matri-
cuentren un espacio de contención monios han sido padres y madres a
y ayuda en la situación de vida que través de diferentes caminos.
atraviesan.
Una característica distintiva de este
Se realizan reuniones periódicas en
grupo es que se desarrolla dentro
las cuales, de forma libre y volunta-
ria, se comparten experiencias que de un marco cristiano, aunque su
son comunes a los miembros del fin de ningún modo es proselitista
grupo. Es un espacio para recibir y y no excluye a nadie por sus creen-
dar aliento, apoyo y comprensión, cias religiosas. A veces se invita a
durante el recorrido por los cami- personas o matrimonios que ya han
nos (no siempre fáciles) de la pater- transitado por diversos caminos en
nidad/maternidad. la búsqueda de ser padres y madres
para que aporten sus vivencias en
A través del tiempo se ha gene- este tema.
rado un ambiente de confianza y
amistad de modo que las diversas Creemos que la experiencia de
emociones puedan expresarse con «Caminos» es muy positiva, por lo
libertad. A veces se comparte la que desearíamos que se abrieran
tristeza, otras la rabia, otras la de- diferentes grupos en distintos lu-
cepción y también el buen humor. gares para que muchas mujeres y
Es un espacio saludable que permi- hombres reciban ayuda a través del
te no sentirse solos al recibir ayuda servicio que el grupo ofrece. Para
y ayudar a los demás. mayor información, escribir al si-
Elisa y Fernando, cuyo testimonio guiente correo electrónico: centro-
incluimos anteriormente, ha sido el familiar@eireneargentina.com.ar
CLASE 12
FERTILIDAD, FECUNDACIÓN Y REPRODUCCIÓN ASISTIDA .195

ANEXO. FERTILIDAD, FECUNDACIÓN Y


REPRODUCCIÓN ASISTIDA: ALGUNOS ASPECTOS
MÉDICOS (Dra. Lucía Pérez)

Entendemos por fecundidad a la capacidad que puede tener un hombre o una mujer
(también machos o hembras) para reproducirse y generar seres que mantienen los
rasgos de la especie a la que pertenecen. La fecundidad se da a partir de la posesión de
parámetros normales de fertilidad, es decir, de poder efectivamente tener descendencia.
En términos más metafóricos, la palabra fecundidad también se usa para designar la ca-
pacidad de una persona de producir elementos u obras a partir de su intelecto, de su
habilidad, de su fuerza (por ejemplo cuando se dice que la obra de un director de cine
«es muy fecunda»).26

La fertilidad es la capacidad fisiológica de una mujer, de un hombre o de una pareja


para producir un hijo o una hija vivo/a.

La diferencia entre ambos conceptos es similar a la existente entre la realidad y su


posibilidad. La fecundidad se refiere a los hijos habidos y la fertilidad a la «capacidad» de
tenerlos. Se puede ser fértil y no haber tenido aún ningún hijo o se puede haber teni-
do hijos anteriormente (ser fecundo) y, en cambio, haber perdido posteriormente la
fertilidad.27

La Biblia de las Américas (LBLA) traduce Génesis 1.28 así: «Y los bendijo Dios y les
dijo: “Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla…”». Otra traducción
dice: «Y los bendijo Dios; y díjoles Dios: “Fructificad y multiplicad, y henchid la tierra,
y sojuzgadla...”» (RVA).28

En ambas versiones vemos que Dios bendijo a la humanidad con fecundidad y ferti-
lidad. Esto implica dar frutos en abundancia de todo tipo y específicamente alude a la
reproducción humana, o sea tener descendencia.

En distintos tiempos y culturas las decisiones de reproducirse han tenido diferentes


metas: desde la simple subsistencia de un pueblo, personas para el trabajo y la guerra,
hasta alianzas de pueblos y naciones.

Desde el advenimiento de los métodos anticonceptivos se ha logrado separar la


función reproductiva de la función placentera del coito. Esto ha permitido, especial-
mente para la mujer, planificar su familia dando espacio para fecundar en distintas
áreas de su vida (personales, profesionales, etc.), mientras se mantiene al margen su
capacidad reproductiva. También se hizo posible lograr tiempos saludables de espera
entre los embarazos y, a consecuencia, nuevos modos de crianza de los hijos.

26 Recuperado de: http://www.definicionabc.com/ciencia/fecundidad.php


27 Recuperado de: http://www.greenfacts.org/es/glosario/def/fertilidad.htm
28 Recuperado de: http://bibliaparalela.com/genesis/1-28.htm
196. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Ahora bien, en el inicio de una nueva vida se produce la unión de un óvulo con un
espermatozoide. En la reproducción natural, tras la eyaculación, millones de esperma-
tozoides llegan a la vagina y se da inicio a una verdadera carrera de obstáculos para
llegar hasta el óvulo. Los espermatozoides viajan desde la vagina hasta las trompas de
Falopio, donde se encontrarán con el óvulo. De los millones de espermatozoides solo
uno podrá fecundar el óvulo rompiendo su membrana. Una vez conseguido, el esper-
matozoide pierde la cola y se fusiona con el núcleo del óvulo. Es entonces cuando se
produce una reacción que endurece la membrana del óvulo para evitar que ningún otro
espermatozoide pueda entrar. Esta nueva célula es capaz de generar un ser humano
completo cuando se dan las condiciones intrauterinas para que así suceda.

Cuando se comienza a conocer en detalle cada uno de estos sucesos uno no puede
dejar de maravillarse por el milagro de la creación divina. Es asombrosa la manera en
que todo ocurre de forma perfecta y sincrónica, el modo en que cada célula se multi-
plica, genera tejidos y toma distintas formas y funciones hasta llegar a constituir un ser
humano completo. ¡Maravilla y milagro de Dios!

En la actualidad (recordemos que la cultura también nos atraviesa) sucede que cuan-
do una pareja desea tener un hijo puede encontrarse ante la posibilidad de sufrir infer-
tilidad. Esto puede ocurrir por diversas causas que algunas veces son conocidas y otras
no. Puede pasar que no haya desarrollo de la totalidad o parte de los órganos repro-
ductores, que por lesión o enfermedad se haya perdido la capacidad de reproducción,
que los espermatozoides o los óvulos no sean funcionales, o que siéndolo y habiéndose
producido la fecundación (es decir la unión de ambas células) no hubo un crecimiento
del nuevo ser. En fin, son muchos los factores (femeninos, masculinos o combinados)
que pueden causar la infertilidad.

Gracias a los avances científicos, médicos y tecnológicos hoy en día se abren nuevas
posibilidades para la paternidad y la maternidad. La reproducción asistida es la forma
de reproducción en la que se cuenta con la asistencia médica para poner en contacto el
óvulo con el espermatozoide. Reconocemos su importancia aunque no desconocemos
las discusiones bioéticas pendientes, como el congelamiento y selección de embriones,
por mencionar algunas.

Para arribar al diagnóstico y el tratamiento de la infertilidad de las parejas, se em-


plean métodos sofisticados. Para ello la pareja se expone a reiterados exámenes médi-
cos, ginecológicos y urológicos. Se realizan numerosos exámenes de laboratorio, como
los niveles sanguíneos de distintas hormonas, los recuentos de espermatozoides, los
diagnósticos por imágenes (rayos X, ultrasonografías, resonancia nuclear, y otros). En
algunas ocasiones se logra arribar a un diagnóstico y un tratamiento específico que
puede ir desde la farmacoterapia hasta las cirugías. El personal médico tiene una gran
injerencia sobre la vida sexual de la pareja a tal punto de indicar los días y horarios en
que deben practicar el coito.

Las técnicas de reproducción médicamente asistida comprenden a todos los trata-


mientos o procedimientos para lograr el embarazo. Las técnicas de baja complejidad,
tales como la estimulación ovárica y la inseminación intrauterina, son aquellas que
CLASE 12
FERTILIDAD, FECUNDACIÓN Y REPRODUCCIÓN ASISTIDA .197
tienen como objetivo la unión del óvulo con el espermatozoide dentro del aparato de
reproducción femenino.

Las técnicas de alta complejidad son las que tienen por objeto la unión entre el
óvulo y el espermatozoide por fuera del sistema reproductor femenino, incluyendo a la
fecundación in vitro, entre otras.

En la Argentina, por la ley 26.862 y su decreto de reglamentación 956/2013, toda


persona mayor de edad, puede acceder de forma gratuita a las técnicas y los procedi-
mientos de reproducción asistida. La Ley de reproducción médicamente asistida dice que una
persona podrá acceder a un máximo de cuatro tratamientos anuales de baja compleji-
dad y hasta tres tratamientos de reproducción de alta complejidad, con intervalos mí-
nimos de tres meses entre cada uno de ellos. Se deberá comenzar siempre con técnicas
de baja complejidad, al menos tres intentos, antes de acceder a las de alta complejidad.29

29 Recuperado de: http://www.msal.gov.ar/index.php/0-800-salud-responde/371-reproduccion-medicamente-asistida


BIBLIOGRAFÍA
(UNIDAD 4)

CLASES 10 y 11:

Libros:
Carrobles, J. A. y Sanz, A. (1991). Terapia Sexual. Madrid, España: Fundación Univer-
sidad-Empresa.
Kaplan, H. (1975, 2010). Manual ilustrado de terapia sexual. Barcelona, España: Grijalbo.
Olazabal, J. C. (ed.) (1990). Manual de sexualidad en atención primaria. Salamanca, Espa-
ña: Amaru Ediciones.
Wespes, E. (1992). Ejaculation et ses troubles. Bruxelles, Francia: Editions techniques.

Referencias de instituciones especializadas:


The Electronic Journal of Human Sexuality: www.ejhs.org
Instituto Kinsey: www.kinseyinstitute.org
World Association for Sexual Health: www.worldsexology.org
200. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Artículos recuperados de Internet:


Braun, M., Wassmer, G., Klotz, T., Reifenrath, B., Mathers, M. y Engelmann, U.
(2000). Epidemiology of erectile dysfunction: results of the “Cologne Male Survey”.
Recuperado de: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/11416833
Feldman, H. A., Goldstein, I., Hatzichristou, D. G., Krane, R. J. y McKinlay, J. B.
(1994). Impotence and its medical and psychosocial correlates: results of the Mas-
sachusetts Male Aging Study. Recuperado de: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/
pubmed/8254833
Lue, T. F. y Tanagho, E. A. (1987). Physiology of erection and pharmacological management of
impotence. Recuperado de: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/3553617
Oxford Centre for Evidence-based Medicine – Levels of Evidence (2009). Recupera-
do de: http://www.cebm.net/index.aspx?o=1025
Rosenberg, M. T. y Sadovsky, R. (2007). Identification and diagnosis of premature ejacula-
tion. Recuperado de: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17504352
Wespes, E., y otros (2002). European Guidelines on erectile dysfunction. Recuperado de:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/11999460

Publicaciones recuperadas de Internet:


«Vaginismo»: http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/001487.
htm
«Dispareunia»: http://dispareunia.org/
«Eyaculación precoz»: http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/arti-
cle/001524.htm y
http://medicalsex.com.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=59&Ite
mid=44
«Guía clínica sobre la disfunción sexual masculina: disfunción eréctil y eyaculación
precoz»: http://uroweb.org/wp-content/uploads/12-GUIA-CLINICA-
DISFUN-SEXUAL-MASCULINA.pdf
«Matrimonio blanco»: http://www.placeresperfectos.com.ar/matrimonio-blanco/
«Hay 80.000 matrimonios no consumados en el país» (29/08/2011): http://www.
clarin.com/salud/matrimonios-consumados-pais_0_544745571.html
«Matrimonios no consumados: cuando no hay sexo en la pareja»: http://www.
revistaohlala.com/1348046-matrimonios-no-consumados-cuando-no-hay-
sexo-en-la-pareja
«Matrimonios no consumados: una entidad clínica especial y diferente»: http://
www.psygnos.net/biblioteca/articulos/sexualidad/gindin_consum.pdf
CLASE 12
BIBLIOGRAFÍA(UNIDAD 4) .201
«Matrimonios sin sexo: Una realidad poco conocida» (28/12/2010): http://www.
guioteca.com/psicologia-y-tendencias/matrimonios-sin-sexo-una-realidad-
poco-conocida/

CLASE 12:

Grün, A. y Bogner, M.(2008). La aventura de la vida. Buenos Aires, Argentina: Editorial


San Pablo.
Hanes, M. y Hayford, J. (1985). Más allá del sufrimiento. Barcelona, España: Editorial
Clie.
Love, V. (1988). Cuando los niños no llegan. Miami, EE. UU.: Editorial Betania.
Van Regenmorter, J. y S. (2005). Cuando la cuna está vacía. Miami, EE. UU.: Editorial
Unilit.
Varios autores (2000). Serie Bioética. Preguntas básicas sobre sexualidad y tecnología reproducti-
va. Grand Rapids, EE. UU.: Editorial Portavoz.

Referencia de institución especializada:


The Center for Bioethics and Human Dignity: https://cbhd.org/

REFERENCIAS BÍBLICAS:
LBLA: La Biblia de las Américas. Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman
Foundation.
NVI: La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 por
Biblica, Inc.® Usada con permiso. Todos los derechos reservados.
RVR60: Reina-Valera 1960. Copyright © 1960 por American Bible Society.
RVA: Reina-Valera Antigua (1909). Copyright de dominio público.
clase 13

Prácticas
de disciplina
espiritual en
la familia
Docente: Lic. Carlos A. López
Una copa
clase 13

UNA CONVER-
SACIÓN QUE
TRANSFORMA
A LA FAMILIA

Tema de la clase:La importancia de la meditación bíblica


en la transformación de nuestras familias.

Objetivo general: Que las familias valoren y


practiquen la meditación bíblica cotidiana para una
transformación genuina en sus vidas y hogares.

Objetivos específicos:

Que la familia valore la meditación bíblica al punto que


dedique tiempo para este ejercicio espiritual.

Que la familia practique la meditación bíblica cotidiana


al punto que vea cambios en sus vidas personales y su
dinámica familiar.
206. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

El Salmo 1 describe el deleite y la vitalidad de la vida del hombre y la mujer que medita
en la Palabra de Dios:

¡Cuán bienaventurado es el hombre que…

…en la ley del Señor está su deleite,


y en su ley medita de día y de noche!
Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua,
que da su fruto a su tiempo,
y su hoja no se marchita;
en todo lo que hace, prospera.

(Salmo 1:1a, 2-3. Nueva Traducción Viviente)

A la luz de este pasaje, alguien dijo que “la meditaciónabre el suelo del alma y permite que
el agua de la Palabra de Dios filtre profundamente en él”.

Hay muchos otros pasajes bíblicos que enseñan la importancia de escuchar atenta-
mente a Dios por medio de su Palabra. Lea los siguientes pasajes y escriba brevemente
lo que le llame la atención sobre escuchar con atención la Palabra de Dios.

Josué 1:8a

Salmo 63:6

Salmo 119:148

Jeremías 15:16

Santiago 1:25

Aquellos que practican cotidianamente la meditación en la Palabra de Dios dan tes-


timonio del inmenso valor que este ejercicio ha significado para la transformación de
sus vidas. A continuación dos testimonios que vale la pena leer:
cLase 13
UNA CONVER-SACIÓN QUE TRANSFORMA A LA FAMILIA .207
Entendí que la actividad más importante que tenía que hacer era
entregarme a la lectura de la Palabra de Dios y a meditar en ella, para
que así mi corazón fuera confortado, animado, advertido, amones-
tado e instruido; y que así, mientras meditara, mi corazón entrara en
comunión experimental con el Señor. Entonces, comencé a meditar
en el Nuevo Testamento… temprano en la mañana.Lo primero que
hice, después de haber pedido en pocas palabras la bendición del
Señor sobre su preciosa Palabra, fue comenzar a meditar en ella: es-
cudriñando en cada versículo para recibir una bendición, no para el
ministerio público de la Palabra, sino para obtener el alimento para
mi alma. Casi siempre el resultado que encontré fue que después de
pocos minutos mi alma fue llevada a la confesión, o a la acción de
gracias, o a la intercesión, o a la petición; de manera que, aunque no
comencé con la oración, sino la meditación, sin embargo, me volví
casi inmediatamente a la oración”.(George Müller, 1805-1898). Fue
un predicador y misionero inglés, destacado por su dependencia to-
tal y exclusiva de Dios para las necesidades de los orfanatos que
estableció a favor de los niños desamparados de Inglaterra.

“¿Por qué meditar? Porque yo soy cristiano. Por lo tanto, todos los
días en los que no penetro más profundamente en el conocimiento
de la Palabra de Dios, en la Sagrada Escritura, es un día perdido para
mí”.(Dietrich Bonhoeffer, 1906-1945). Fue un pastor y teólogo lu-
terano alemán que participó en el movimiento de resistencia contra
el nazismo. Fue ejecutado el 9 de abril de 1945, probablemente por
orden especial del propio Hitler, en el campo de concentración de
Flossenbürg. Momentos antes de su ejecución, Bonhoeffer se arro-
dilló, oró, y luego subió tranquilamente los escalones de la horca
preparada para su martirio.

Con toda razón, cada vez que abrimos nuestra Biblia en el salterio sagrado, el
salmista nos recuerda el inmenso valor de la meditación bíblica en nuestras vidas.

¡Cuán bienaventurado es el hombre que…

…en la ley del Señor está su deleite,


y en su ley medita de día y de noche!
Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua,
que da su fruto a su tiempo,
y su hoja no se marchita;
en todo lo que hace, prospera.
208. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

1. ¿Qué significa meditar en la Palabra de Dios?

Meditar en la Palabra de Dios es pensar, considerar, asimilar, ser confrontado, aplicar,


adorar y decidir qué, cuándo y cómo hacer algo con respecto a lo que leemos.

“La meditación es la actividad que consiste en recordar, en pensar, y en reflexionar


sobre todo lo que uno sabe acerca de las obras, el proceder, los propósitos y las prome-
sas de Dios, y aplicarlo todo a uno mismo. Es la actividad del pensar consagrado, que
se realiza conscientemente en la presencia de Dios, a la vista de Dios, con la ayuda de
Dios, y como medio de comunión con Dios. Tiene como fin aclarar la visión mental y
espiritual que tenemos de Dios y permitir que la verdad de la misma haga un impacto
pleno y apropiado sobre la mente y el corazón. Se trata de un modo de hablar consigo
mismo sobre Dios y uno mismo”. (J. I. Packer, Hacia el conocimiento de Dios.)

La meditación bíblica no es solamente un ejercicio mental, sino un encuentro con


la persona de Dios que tiene mucho que decirnos.

2. ¿Cómo podemos meditar en la


Palabra de Dios como familia?

Aunque la práctica de la meditación bíblica suele ser un ejercicio practicado individual-


mente, debido a que éste es un material orientado a la familia, pensemos en algunos
principios generales que nos ayudarán a meditar en la Palabra como familia.

a) Busquemos el tiempo y el lugar más propicios. Para la meditación bíblica


necesitamos contar con un tiempo adecuado, sin prisa y presiones. Aparte un
mínimo de 20 minutos para hacerlo, de preferencia que sea diariamente o varias
veces a la semana. Pueden hacerlo diariamente como esposos y una o dos veces
a la semana hacer partícipes a sus hijos pequeños de este tiempo especial que
nunca olvidarán. Es de mucha ayuda escoger un lugar sin distracciones. Piense
en un espacio de su casa que le permita reunirse con su cónyuge y sus hijos, y sin
distracciones dediquen un tiempo especial a la lectura y meditación bíblica. Si sus
hijos son pequeños, identifique ese lugar con un nombre que los niños siempre
recuerden y busque una actividad especial para ellos (leer una Biblia ilustrada,
pintar dibujos con enseñanzas bíblicas, una sopa de letras con las palabras que
aparecen en el texto, etc.).

b) Tengamos un cuaderno y bolígrafo a la mano para apuntar las ideas, aplica-


ciones, decisiones, alabanzas o peticiones. El acto de escribir obliga a ser especí-
ficos y concretos. También da la oportunidad de repasar y evaluar el progreso el
próximo día o al final de la semana o el mes. Pueden usar un cuaderno en común
a modo de diario familiar. Eso les permitirá escribir la historia de su familia en
esos encuentros especiales con Dios.

c) Evitemos los pensamientos que distraen. Cuando pensamos en un quehacer


que tenemos pendiente, apuntémoslo en una lista aparte para no olvidarlo pero
volvamos a enfocarnos inmediatamente en el pasaje que estamos meditando. Si
clase 13
UNA CONVER-SACIÓN QUE TRANSFORMA A LA FAMILIA .209
estamos preocupados por algo, podemos apuntar el tema en una lista de oración
para más tarde o de una vez entregarlo al Señor en la oración y descansar en la
paz de Dios (Fil. 4:6-7).

d) Seleccionemos el versículo o el pasajeen el que meditaremos. Es recomen-


dable escogerun mismo libro bíblico para leer y meditar desde principio a fin.
Sólo tengamos en cuenta que para interiorizarnos en el pasaje, es mejor escoger
un pasaje breve de 3-8 versículos y meditar en él durante este tiempo especial.
Si lo que deseamos es leer la Biblia en un año, o leer porciones bíblicas extensas,
podemos apartar tiempo en otra ocasión para ese propósito. Si queremos leer un
capítulo entero, podemos marcar los versículos que consideramos más significa-
tivos para nuestra vida. Entonces, al terminar la lectura, volvemos a uno de estos
pasajes marcados para meditarlo detenidamente.Para comenzar se recomienda,
por ejemplo, Filipenses, Santiago, 1 Pedro, Marcos, Juan, Salmos o Proverbios.
También, pueden seleccionar a un personaje bíblico y estudiarlo meditando en
las lecciones de su vida (Ej.: Job, David, Salomón). Elegir a un personaje bíblico
puede ser más atractivo para los tiempos de meditación con los hijos.

e) Leamos el pasaje repetidas veces. Contemplemos detenidamente el pasaje


bíblico. Sugiero algunas maneras de captar el significado de los versículos: Lea-
mos cada claúsula varias veces cambiando el énfasis a otra palabra cada vez. Que
un integrante de la familia lea el texto una o dos veces en voz alta. Luego todos
visualizamos la acción y las figuras literarias del pasaje. Participamos en el even-
to y nos involucramos con las emociones y pensamientos de las personas en el
pasaje. Nos preguntamos a nosotros mismos y luego como familia ¿qué nos está
diciendo Dios? y ¿cómo toca nuestras vidas hoy estas verdades?

f) Si encontramosversículos que no entendemos y nuestro tiempo es limitado


no nos detengamos allí, sino busquemos los versículos que son más claros para
la meditación. Algunos versículos necesitarán más estudio para poder aplicarlos
correctamente a la vida. Sin embargo, una gran parte de la Biblia es directa y
clara. Si encontramos un versículo que no entendemos, podemos apuntar la cita
y volver más tarde a investigarlo en un comentario bíblico o consultar con un
maestro de la Biblia.

g) Sometamos nuestra vida al Señor. El Espíritu Santo es nuestro maestro y por


eso debemos estar en comunión con Dios. Para prepararnos para la meditación,
pidamos a Dios que su Espíritu nos ilumine, confesemos los pecados que in-
terrumpen la comunión con Dios. Acerquémonos a la Palabra con apertura y
esperanza, confiados que Dios tiene un mensaje importante para nuestra vida.

3. ¿Cómo respondemos familiarmente a la Palabra de Dios?

Meditar en la Palabra de Dios es tan sólo uno de los canales de la conversación. Por
medio de la lectura y meditación de la Biblia, Dios nos habla. Pero para que exista una
conversación se necesita que nosotros respondamos adecuadamente a la voz de Dios.
210. MÓDULO 02
PASTORAL DE LA PAREJA MATRIMONIAL

Mientras meditamos en su Palabra, preparémonos entonces para responder a la voz


de Dios. Esta conversación con Dios, meditación y respuesta a la Palabra de Dios, es un
poderoso vehículo para que su Espíritu Santo nos transforme como individuos, matri-
monio y familia. Veamos cómo podemos prepararnos para responder a la voz de Dios.

a) Mientras aprendemos las verdades de la Palabra de Dios, nos preparamos


para conocer más a Dios, darle gracias, amarle, adorarle y agradarle. Es
maravilloso aprender más sobre Dios, cómo es Él, cómo piensa, cómo obra y
cómo se relaciona con mi vida (Sal. 119:15).

b) Mientras meditamos en su Palabra, debemos permitir que Dios ministre


las necesidades más profundas de nuestra vida. Es probable que necesite-
mos fe y esperanza en medio de las pruebas, sufrimientos, relaciones difíciles o
asuntos matrimoniales o familiares difíciles de resolver. Quizás nos haga falta re-
cibir su consuelo, su ánimo, su paciencia y su paz. Los versículos pueden sugerir
los pasos que debemos tomar para sanar nuestra relación matrimonial o familiar.
El pasaje puede relatar la vida de personajes que experimentaron desafíos simi-
lares a los nuestros. Asimismo encontraremos promesas y enseñanzas que Dios
usará para orientar nuestro corazón y conducta (Sal. 119:92).

c) A medida que meditamos en su Palabra, debemos ser sensibles a todo lo


que Dios quiere mostrarnos sobre lo que debemos ser y hacer. Dios está
formando en nosotrosa discípulos genuinosde Jesús, por lo tanto es tiempo de
revisar nuestros amores, valores, móviles, actitudes, planes y pensamientos más
profundos. Su Palabra nos mostrará lo que significa tener humildad, amor, gozo,
contentamiento, paz, paciencia, gentileza, control del hablar, el espíritu de per-
dón, misericordia, honradez, veracidad, un espíritu de servicio, pureza, coraje,
sumisión a otros y mucho más(Ro. 12:2), no sólo como individuos sino como
parte fundamental que somos de una familia. Meditar en Su Palabra permite a
Dios la oportunidad de confrontarnos con nuestros móviles egocéntricos, nues-
tras actitudes incorrectas, la rebeldía contra lo que es su voluntad, el orgullo y la
soberbia que influyen tanto en nuestras relaciones de matrimonio y/o familia. Él
ilumina el hablar que tanto lastima y desanima a quienes viven dentro de nuestra
misma casa, como también toda aquella conducta que no trae gloria a Dios. Él
nos lleva a la confesión y al arrepentimiento que inician ese proceso de transfor-
mación familiar tan añorado en nuestros hogares (Sal. 51:17).

d) Mientras meditamos en su Palabra, debemos escuchar lo que Dios nos


enseña sobre la humildad y la sumisión a Él. Esto incluye muchas áreas de
nuestra vida, como la obediencia a lo que la Palabra de Dios manda; el contenta-
miento en medio de las pruebas, circunstancias y personas que Dios trae a nues-
tras vidas; el deseo de ser transformados; la obediencia a Su dirección personal
para nuestra vida y servicio como individuos pero sobre todo como familia(Is.
53:6; Ro 12:1-2).

e) Al meditar en su Palabra, debemos escuchar con cuidado lo que Dios quie-


re decirnos con respecto a servirle y servir a otros. ¿Cuál es la participación
que Él nos asigna cumplir dentro de sus planes soberanos para este mundo?
clase 13
UNA CONVER-SACIÓN QUE TRANSFORMA A LA FAMILIA .211
Él nos puede guiar hacia una nueva manera de servir a un miembro de nuestra
familia, de la iglesia o un vecino o amigo no cristiano. El pasaje bíblico puede
señalar una responsabilidad de toda familia cristiana—una responsabilidad que
nosotros ignorábamos, que habíamos olvidado o descuidado. Dios nos puede
convencer de un pecado relacionado con nuestro servicio, un móvil egoísta o un
descuido. Posiblemente estamos siendo impulsados por el activismo, el éxito o la
ambición, es decir un “servicio” sin amor(Mr. 10:45).

f) Al meditar en su Palabra, debemos poner mucha atención y reflexionar


sobre nuestra necesidad desesperante de depender total y humildemente
de Dios. Nuestra naturaleza pecaminosa nos guía a sentirnos capaces por nues-
tra preparación, años de experiencia, dones, talentos, éxitos y confianza perso-
nal. Sin embargo, debemos ser honestos con nosotros mismos y reconocer que
“separados de Jesús, nada podemos hacer” (Jn. 15:5). Necesitamos estar conven-
cidosde nuestra debilidad y nuestra incapacidad para ser cambiados a la imagen
de Cristo, para obedecerle y para confrontar los desafíos de la vida familiar y
matrimonial. Tenemos gran necesidad de Dios, de su gracia y de su poder (He.
11:6; 1 P. 5:5).

g) Al meditar en su Palabra, debemos responder a Dios con respecto a los


temas que Él nos enseña hoy. Todo lo que “escuchamos” de Dios clama para
que respondamos a Él con nuestras decisiones y con nuestra oración. Debemos
ser guiados por los temas que vamos descubriendo en el pasaje bíblico y los que
hemos anotado en nuestro diario familiar. Estos temas deben llevarnos a expre-
siones de amor, de adoración, de compromiso, de confianza en Dios. Nos llevan
a agradecerle por suplirnuestras necesidades emocionales, físicas, materiales y
espirituales. Nos llevan a la confesión y al arrepentimiento sinceros. Nos im-
pulsan a expresar nuestra sumisión a Él y a otros, la aceptación de su voluntad,
la obediencia a sus mandamientos, nuevas decisiones y propósitos. Nos guían a
formular peticiones por los cambios que deseamos que él haga en nuestro cora-
zón y a manifestar nuestra dependencia total de él.

“Como [la meditación bíblica] es la hermana de la lectura, así tam-


bién es la madre de la oración. Aunque el corazón de un hombre no
esté dispuesto a orar, sin embargo, si se entrega a la reflexión sobre
Dios y los asuntos divinos, su corazón pronto le llevará a la oración.
Comienza con la lectura, sigue con la meditación, finaliza con la
oración. La lectura sin la meditación no lleva fruto; la meditación
sin la lectura es dañina; leer y meditar sin orar no trae bendición”.
(The Works of the Reverend William Bridges, 1989)

h) Al meditar en su Palabra, debemos ser sinceros delante de Dios y de los


demás. Si Dios nos habla por medio del pasaje y señala algún pecado personal,
no perdamos tiempo para confesárselo y pedir perdón de manera individual.
En este tiempo tenemos libertad para expresarnos individualmente a Dios. Si
lo considera necesario, también puede aprovechar la ocasión para pedir perdón
a los miembros de su familia que ha ofendido con sus palabras o acciones. No
subestime esta enseñanza que podría ser transformadora para toda su familia.
Recordemos que en esta conversación que transforma a nuestra familia, cada
uno de nosotros somos interlocutores valiosos para lo que Dios quiere lograr en
nuestros hogares.

4. Un procedimiento fácil de seguir para


meditar en la Palabra de Dios

El Dr. Stanford Orth, por muchos años profesor de Vida Espiritual del Seminario Teo-
lógico Centroamericano de Guatemalay escritor de muchas de los conceptos aquí ex-
presados, sugiere el uso de varias preguntas al texto bíblico mientras meditamos en él.

a). ¿Qué encontramos en estos versículos que nos enseñan a… y nos llevan a…:
…conocer más a Dios, amarlo, adorarle y agradecerle?
…confesar y arrepentirme de una desobediencia o pecado en particular?
…someter a Dios alguna área de nuestra vida o matrimonio o familia?
…obedecer a Dios en algún aspecto específico?
…tomar una decisión en cuanto a algo que Dios nos está pidiendo?
…hacer cambios en algún aspecto de carácter, actitud, hablar, en nuestra rela-
ción matrimonial, familiar o con terceros?
…aceptar, amar, servir, apoyar o edificar a otro miembro de la familia o alguna
persona cercana, sea cristiana o no cristiana?
…depender más de Dios en una circunstancia de prueba, tentación o desafío en
particular?

¡Al final, oremos al Señor lo que queremos decirle con respecto a cada respuesta!

b) Se pueden utilizar preguntas como las que siguen para profundizar nuestro
aprendizaje del pasaje a meditar. Recordemos que las preguntas sirven de guía
para descubrir mayores profundidades en la Palabra de Dios. También debemos
tomar en cuenta que no todo pasaje tendrá una respuesta a cada pregunta.
• ¿Hay una promesa en la cual debemos confiar?
• ¿Tiene la promesa una condición que necesitamos cumplir?
• ¿Hay un ejemplo que debemos seguir? O ¿Un ejemplo negativo que debemos
evitar?
• ¿Hay una oración en el pasaje que debemos orar como familia?
• ¿El pasaje enseña una nueva actitud que debemos tomar en cuenta?
• ¿El pasaje indica algo sobre lo cual debemos tomar una decision en familia?
clase 13
UNA CONVER-SACIÓN QUE TRANSFORMA A LA FAMILIA .213
c) Al meditar en el pasaje, podemos reflexionar sobre las necesidades en
nuestra vida personal, matrimonial o familiar:
• ¿El pasaje nos orienta sobre algún problema interpersonal que tenemos?
• ¿Nos orienta en la prueba que estamos experimentando?
• ¿Nos orienta en la tentación que estamos enfrentando?
• ¿Nos orienta en la decisión que debemos tomar?
• ¿Nos orienta en algún aspecto de nuestra vida en el hogar, el trabajo o el
ministerio en la iglesia?

Recordemos que la meditación debe llevarnos a la oración en la cual conver-


samos con Dios sobre todo lo que él nos ha enseñado. Finalmente, la meditación en su
Palabra y la oración dependiente de su gran poder nos lleva a vivir vidas transformadas.

Les animo a ser parte de esta maravillosa conversación que transformará su vida
personal, su matrimonio y su familia. Dios desea conversar con ustedes cada día, como
lo hacía en el principio con la primera parejacuando los visitaba al aire fresco del día
(Gn. 3:8-9) y como nos enseñó a través del ejemplo de su amado Hijo Jesucristo (Lc.
11:2-12).

Agustín de Hipona dijo:

“Deseo conocer a Dios y el alma.


¿Ninguna otra cosa?
¡Nada más!
Permíteme conocerme a mí mismo.
Permíteme conocerte a ti”.

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