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Al inicio del siguiente capítulo, en Génesis 19, llegan los dos á ngeles
a Sodoma, todavía en la forma de hombres. Lot les invita a pasar la
noche en su casa, y les prepara comida. Sin embargo, comenzando en el
versículo 4, leemos lo siguiente: “Aú n no se habían acostado cuando los
hombres de la ciudad de Sodoma rodearon la casa. Todo el pueblo sin
excepció n, tanto jó venes como ancianos, estaba allí presente.” Y
llamaron a Lot: “¿Dó nde está n los hombres que vinieron a pasar la
noche en tu casa? ¡É chalos afuera! ¡Queremos acostarnos con ellos!”
Lot salió a su encuentro, cerró la puerta tras el y les dijo: “No, mis
amigos. No hagan esta cosa mala. Yo tengo dos hijas que nunca se han
acostado con un hombre. Permítanme traérselas, para que puedan
hacer lo que quieran con ellas. Pero no hagan nada a estos hombres,
porque ellos han venido bajo la protecció n de mi techo.”
Como los gentiles estaban siendo incluidos por primera vez primera en
lo que antes era una fe exclusivamente judía, se armaron fuertes
debates y divisiones entre los primeros judíos cristianos acerca de si
los gentiles conversos tendrían que seguir la Ley, con sus má s de 600
normas. En Hechos 15, vemos que el debate se resolvió de la siguiente
manera. En el añ o 49 dC, los primeros líderes de la iglesia se reunieron
en lo que se llamó el Concilio de Jerusalén, y decidieron que la antigua
ley no sería obligatoria para los creyentes gentiles. Los aspectos
culturales má s distintivos de la antigua ley eran el complejo
reglamento de los Israelitas para cumplir la dieta kosher y la prá ctica
de la circuncisió n masculina. Pero después del Concilio de Jerusalén,
incluso esas partes centrales de la identidad israelita no se aplicaron a
los cristianos. Aunque es un argumento comú n en la actualidad, no hay
razones que lleven a pensar que estos dos versículos de la antigua ley
en Levítico sean aplicables a los cristianos, incluso si otras partes de la
Ley no lo son.
palacio del faraó n. Claro que no hay nada malo con los sacrificios de los
israelitas. El problema con estas dos prá cticas es que se desdibujan las
líneas entre las prá cticas que son específicamente israelitas y las que
son extranjeras. La palabra “abominació n” en el Antiguo Testamento es
culturalmente específica intencionalmente; define las diferencias
religiosas y culturales entre Israel y otras naciones. Pero no es una
declaració n sobre lo que es intrínsecamente bueno o malo, correcto o
incorrecto, y por eso muchas cosas del Antiguo Testamento han sido
aceptadas por mucho tiempo en la vida y prá ctica Cristiana.
Eso está bien, pero la pena es la muerte; sin duda eso indica que el
comportamiento en cuestió n es especialmente malo y por eso debemos
considerarlo como pecaminoso. Pero lo anterior pasa por alto la
gravedad de todos los castigos de la Antigua Ley. Teniendo en cuenta
las amenazas que enfrentaban los Israelitas como la hambruna,
enfermedad, discordia interna y ataques de otras tribus, mantener el
orden y la cohesió n era de suma importancia para ellos, por lo que la
mayor parte de los castigos del Antiguo Testamento nos parecerá n
muy duros. Una pareja que tuviera relaciones sexuales durante el
período menstrual de la mujer era expulsada permanentemente de la
comunidad. Si la hija de un sacerdote caía en la prostitució n, ella era
castigada en la hoguera. Cualquier persona que usara el nombre del
Señ or en vano, no só lo era amonestado, también era apedreado. Y todo
aquel que desobedeciera a sus padres también era apedreado. Incluso
algunas situaciones que no consideramos como cuestiones morales
recibían la pena de muerte en el Antiguo Testamento. Segú n É xodo
35,2 trabajar durante el día de reposo era una ofensa capital. Y en
Ezequiel 18, la pena de muerte era aplicada a cualquier persona que
cobrara intereses sobre un préstamo, y en el cierre del capítulo se
llama a esto, también, una “abominació n”. Que algo haya sido castigado
con la pena de muerte en el Antiguo Testamento no es motivo
suficiente para que los cristianos deban verla como algo pecaminoso.
Hay demasiada variació n para que ese sea un enfoque coherente y
eficaz. Los cristianos durante casi dos milenios han visto los cientos de
reglas y prohibiciones del Antiguo Testamento como cumplidas por
Cristo y no hay argumentos suficientes para que Levítico 18,22 y 20,13
sean excepciones a esa regla.
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lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres cometieron
actos indecentes, y en sí mismos recibieron el castigo que merecía su
perversió n.”
una ló gica muy precisa. La razó n, dice en los versículos 18-20, que las
acciones de los idó latras son censurables es porque ellos conocían a
Dios. Ellos comenzaron con el conocimiento de Dios, pero optaron por
rechazarlo. Pablo escribió : “Lo que se puede conocer acerca de Dios es
evidente para ellos, pues él mismo se lo ha revelado. Porque desde la
creació n del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su
eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de
lo que él creó , de modo que nadie tiene excusa.” Los idó latras no tienen
excusa por que conocían la verdad, comenzaron con la verdad, pero la
rechazaron. Las declaraciones posteriores de Pablo acerca del
comportamiento sexual siguieron el mismo patró n. Las mujeres, dice,
“intercambiaron” las relaciones naturales por las antinaturales. Y los
hombres “abandonaron” las relaciones con las mujeres y cometieron
actos vergonzosos con otros hombres. Tanto los hombres como las
mujeres comenzaron con la heterosexualidad, a la que se encontraban
naturalmente dispuestos de la misma manera a la que se encontraban
naturalmente dispuestos al conocimiento de Dios, pero rechazaron sus
inclinaciones originales y naturales por otras que eran antinaturales:
Para ellos, las relaciones entre el mismo sexo. El argumento de Pablo
sobre la idolatría requiere que haya un intercambio; la razó n, dice él, es
que los idó latras son culpables por que primero conocieron a Dios y
luego lo intercambiaron por ídolos. La referencia de Pablo al
comportamiento del mismo sexo está destinada a ilustrar el gran
pecado de la idolatría. Pero para que esta analogía tenga alguna fuerza,
para que tenga sentido con su argumento, las personas que el describe
deben comenzar naturalmente con relaciones heterosexuales y luego
abandonarlas. Y así es exactamente como él las describe.
cosas que es una vergü enza para el hombre dejarse crecer el cabello,
mientras que es una gloria para la mujer llevar cabello largo?”
violaba los roles tradicionales de género. Por eso es que comú nmente
llamaban a las uniones entre el mismo sexo “antinaturales.” Pero al
igual que las actitudes de los griegos y romanos sobre la longitud
apropiada del cabello, sus puntos de vista sobre los roles de género son
específicos a esas culturas patriarcales. En ambos casos, Pablo
meramente usaba los términos que habían ganado amplia aceptació n
para describir las cosas en las sociedades a las que se dirigía. Y usa el
término “naturaleza” en Romanos 1, de la misma manera que lo hace
en 1 Corintios 11. Así que si vamos a ser coherentes e histó ricamente
exactos en nuestra interpretació n bíblica, tenemos que reconocer para
Romanos 1 lo que reconocemos de 1ª Corintios 11: el término
“naturaleza” se refiere a la costumbre social, no al orden bioló gico, y es
un término culturalmente específico.
Las palabras clave en este debate son las palabras traducidas como
“afeminados” y “los que se echan con varones.” Estas traducciones un
tanto ambiguas de la versió n King James son coherentes con como las
palabras se han traducido al inglés por cientos de añ os: un tipo de
inmoralidad o abuso, pero nunca se especificó de qué tipo. Esto cambió
a mediados del siglo pasado, cuando algunos traductores de la Biblia
comenzaron a conectar estos términos directamente con la
homosexualidad. La primera aparició n de este cambio se produjo en
1946, cuando una traducció n de la Biblia simplemente señ aló que los
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Así que estos son nuestros seis pasajes, los seis versículos en la
Biblia que se refieren de alguna manera a las relaciones entre el mismo
sexo. Y, de hecho, todas son negativas. Pero ese argumento no es
concluyente. En la Biblia la mayoría de las referencias a la conducta
sexual en general y al comportamiento heterosexual son negativas. Eso
no es porque la sexualidad sea algo malo, sino porque la mayor parte
de las referencias en las Escrituras son a la lujuria, excesos, infidelidad,
promiscuidad, violació n o violencia. Y sí, la Biblia también contiene
afirmaciones positivas a las relaciones con el sexo opuesto, ademá s de
los cientos de versículos negativos acerca de algunas de sus formas. Y
no contiene declaraciones positivas explícitas acerca de las relaciones
homosexuales. Pero tampoco habla mucho de cualquier tipo de
relaciones entre el mismo sexo y las pocas referencias que hay son en
contextos completamente diferentes a las relaciones amorosas. En
Génesis 19 hay una referencia a las violaciones sexuales colectivas. En
1ª Corintios 6 y 1ª Timoteo 1, hay una referencia a lo que parece ser la
explotació n sexual. En Romanos 1, Pablo se refiere al comportamiento
lujurioso entre el mismo sexo como parte de una ilustració n general
del caos y exceso sexual. Y a pesar que él llama a este comportamiento
“antinatural,” él utiliza el término en el sentido de roles de género
“antitradicionales,” de la misma manera que describe el pelo largo en
los hombres como “antinatural.” El ú nico lugar en las Escrituras donde
se prohíben las relaciones entre hombres es en Levítico, que se
presenta en el contexto de las leyes del Antiguo Testamento que nunca
aplicaron a los cristianos.