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INVESTIGACIÓN EN ARCHIVO
De forma general el archivo puede entenderse como un espacio, físico o virtual, donde se
reúnen, guardan o conservan, de forma sistemática y organizada, un conjunto de documentos
resultado de alguna actividad humana, colectiva o individual, producidos en diferentes épocas,
contextos e instituciones, a partir de los cuales es posible decir algo sobre el pasado próximo o
distante de las sociedades. Si bien la noción de archivo tradicional, heredera de los procesos de
conformación de los Estados-nacionales y de una concepción positivista de la historia atada,
equipara la noción de documento con la de fuente escrita, hoy en día, tras la “revolución del
documento” que supuso el siglo XX (Le Goff, 1991), se puede pensar en archivos de diferente
naturaleza con documentos en diversos lenguajes, soportes y materiales tales como archivos
orales, sonoros, audiovisuales, fotográficos, entre otros, muchos delos cuales, valga decir, ya se
encuentran digitalizados.
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fuentes, hace que esta suela ser la fase más dispendiosa y la que más corre el riesgo de caer en
retrasos o esfuerzos inútiles. Ya que el canon ha privilegiado las fuentes escritas, resulta más
fácil hacer algunos comentarios sobre este proceso basándose en la experiencia con archivos
tradicionales. No obstantes, pueden tenerse en cuenta las mismas recomendaciones para otro
tipo repositorios documentales haciendo las respectivas traducciones que el caso se amerite.
Para empezar, una manera de evitar, o por lo menos reducir las posibilidades, de caer tediosas
e infructuosas búsquedas es tener el tema y la hipótesis de trabajo bien definidas antes de
entrar de lleno en el ejercicio de recolección de información. Este paso previo es importante
pues es de allí se derivan los criterios de pertinencia a partir de los cuales seleccionar fuentes
realmente pertinentes a la investigación y, en esa misma medida, ayuda a controlar el impulso
de revisar cuanto documento se nos atraviese, el cual surge casi que espontáneamente cuando
nos enfrentamos a folios y folios de información. Lo mismo sucede cuando usamos la web
como escenario de recolección de materiales documentales para pensar las sociedades
contemporáneas.
Una vez definido los criterios para la búsqueda de información, antes de meterse de cabeza al
archivo vale la pena hacer un rastreo previo de posibles fuentes disponibles. Para ello es bueno
empezar revisando, por ejemplo, la lista de fuentes o referencias bibliografía de trabajos
relacionados o cercanos al tema de estudio. Así mismo, existen algunos medios impresos (o en
línea) donde se publican documentos, reseñas a fondos documentales o referencias de nuevas
adquisiciones en archivos y bibliotecas. En Colombia, más exactamente en Bogotá, se puede
señalar al Boletín Cultural y Bibliográfico de la Luis Ángel Arango, Los Cuadernos del Cine
Colombiano de la Cinemateca Distrital que proporcionan un buen insumo en lo que respecta a
la búsqueda de material audiovisual del país, así como la revista del Archivo General de la
Nación en donde, además de encontrar artículos con investigaciones basadas en fuentes
primarias, siempre hay una sección dedicada exclusivamente a documentos. Sobre el AGN vale
la pena mencionar que hoy en día cuenta con un organizado y completo sistema de consulta en
línea que, además, tiene digitalizado una buena parte de los fondos documentales que reposan
en dicha institución.
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temas que articulan el objetivo de investigación y, por lo tanto, el marco teórico. No obstante,
en ocasiones también resulta muy útil prestar atención a la intuición, el conocimiento y la
experiencia previa del investigador, así como a la propia información que van arrojando las
fuentes a través de sus primeras revisiones.
No hay un formato establecido para realizar estas fichas de lectura. Lo que debe tenerse en
cuenta es que se debe registrar los datos de ubicación de la fuente lo más completo posible. Por
ejemplo, en caso de libros es necesario ubicar autor, títulos, subtítulos si es el caso, editorial,
año de publicación, ciudad, número de edición, etc. Si es prensa, adicional, habrá que tener en
cuenta nombre del diario o la revista, si tiene autor, páginas, ciudad, etc. Si es documento de
archivo, lugar donde fue consultado, fondo, número de folio, fechas si es posible, e incluso sirve
realizar una descripción general del documento a manera de crítica externa. Lo mismo si es
otro tipo de fuente como un objeto, una ilustración, una fotografía, etc. En todo caso, si bien
existe libertad para establecer el formato, lo importante es conservar una sistematicidad y
coherencia, de manera que después sea fácil ubicar las fuentes y que se cuente con toda la
información necesaria a la hora de realizar la lista bibliográfica para no tener luego mayores
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retrasos. Finalmente, hay que decir que antiguamente estas fichas se acostumbraban a realizar
manualmente y hay quienes todavía prefieren hacerlo por este camino. Sin embargo, hoy día se
suele hacer directamente en la computadora con ayuda de programas básicos como Excel o
Word pero también existen programas especializados en la gestión documental, muy útiles
para realizar análisis de datos cualitativos como Atlas.ti.
Para finalizar, aunque ya hace casi sentido común, siempre es importante recordar que la
investigación en archivo lejos está de parecerse a aquella ilusión positivista donde éstos eran
percibidos como una especie de laboratorios donde el historiador armaba con fiabilidad,
certeza y transparencia relatos sobre lo “realmente acontecido”. Hoy parece tenerse más o
menos claro que los documentos no son la Historia en sí o, en otras palabras, que no existe un
documento-verdad (Le Goff, 1991). Por lo tanto, el trabajo del investigador, más que “descubrir
testimonios del pasado”, es el de interpretar fragmentos discontinuos y dispersos bajo cierto
rigor metodológico y coherencia ética. En este sentido, la fuente no habla por sí misma, sino
que es necesario que alguien la interrogue. De ahí la importancia de llegar al archivo siempre
con preguntas creativas e ingeniosas, pero no por ello ingenuas. De esto depende que la crítica
documental no se convierta en una simple y lineal prueba de autenticidad de fuentes a la
manera decimonónica. En cambio, sí en un ejercicio arqueológico donde el historiador-
investigador va configurando, tejiendo y relacionado los diferentes estratos de sentido que
convierten a su fuente en un significador cultural de su época y que, en esa medida, dice algo de
nuestro presente.
Referencias citadas
Farge, Arlette. 1991. “Millares de hue Millares de huellas”. En: La atracción del archivo.
Valencia: Edicions Alfons. El Magánim. p 7-18
Cardoso, Ciro Flamarion S. [1981] 2000. Introducción al trabajo de la investigación histórica.
Conocimiento, método e historia. Barcelona: Grupo Editorial Grijalbo
Le Goff, Jacques. 1991. El orden de la memoria. Barcelona: Paidos