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Ensayo literario.

(Ana Arzoumanian)

[Fragmento]

Sitio: FLACSO Virtual


Curso: Escrituras: creatividad humana y comunicación - Cohorte 4
Clase: Clase 6: Ensayo literario. (Ana Arzoumanian)
Impreso por: Juan Páez

Podríamos definir el ensayo como un escrito que reflexiona sobre una materia
determinada. El crítico argentino Jaime Rest ha aportado la imagen de “cuarto en el recoveco”
para representar el género ensayo por la abundancia de temas y estilos que comprende, por la
variedad en sus dimensiones. El inicio del género lo encontramos en el siglo XVI. Michel de
Montaigne inventa en marzo de 1571 el ensayo como género escrito (Fernanda Cano, 2008: 31-
49). Montaigne se encierra durante diez años en un castillo medieval, en Périgord, Francia, para
leer y escribir. La producción de aquellos diez años concluye en un libro que Montaigne llama
“Ensayos” dando lugar al inicio de un género que lo tendrá, desde entonces, como fundador. Sus
primeros trabajos se dedicaban a comentar a escritores antiguos y también modernos, pero
siempre desde su propia visión de las cosas. Es así que sus últimos Ensayos adquieren cada vez
más carácter autobiográfico, de manera tal que la escritura se convierte en un experimento sobre
sí mismo. Es, al decir de Nicolás Rosa la sutil combinación entre la escritura de una experiencia de
vida y la experiencia de lectura, marcando todo el ensayo de la modernidad y oponiéndolo a las
formas reinantes desde el Medioevo, el tratado, la enciclopedia, el manual. (Ref: Fernanda Cano,
2008: 45)
Es el ejercicio del pensamiento a través de la escritura. Y si bien se acuerda en nombrar a
Montaigne como padre del género ya que bautiza su obra con la voz “Ensayos”, este género como
experiencia del pensamiento existió siempre. Así en Platón, Séneca, San Agustín, o Francis Bacon.
En cuanto al objeto, hay una total libertad en la elección del mismo. Algunos de los ensayos de
Montaigne llevan por título “De los ojos”, “Sobre un niño monstruoso”, “De los pulgares”, “Del
parecido de los hijos a los padres”, “Sobre el vestuario”, “De las sutilezas vanas”, etc.
El autor escribe en primera persona, expone sus ideas y, a la vez, se expone. Si bien se
indica a Montaigne y a Bacon como iniciadores del género, cada autor lo hace desde perspectivas
diversas. Montaigne inventa la manera de expresarse una subjetividad, mientras que el estilo de
Bacon es más cercano al modelo clásico; conciso, sobrio, exacto. De esta manera se inician en el
género ensayo dos estilos, dos modos de escritura diversos. Un estilo vivo, personal y subjetivo,
frente a otro estilo académico, seco. El ensayo es diálogo, discusión, continuación o alteración de
otros escritos. Cuando el autor elige el estilo vivo, pone en escena el cuerpo. Muchas veces el
escritor utiliza la oportunidad que le ofrece el ensayo para crear un laboratorio donde diseminar
su escritura.
El ensayo es, ante todo, un campo de experimentación, una indagación sobre la propia
escritura. Género que expone el “yo” y al exponerlo exhibe el acto de leer, acto de leer que se
traduce en escritura. Porque en el ensayo el “tema” es casi una excusa para desplegar el proceso
del pensamiento, un acto (el de pensar) que se materializa en la medida que el agente que piensa
se brinda. El escritor se dirige hacia un silencio que no es la intimidad de ningún secreto sino el
puro afuera donde las palabras se despliegan indefinidamente…no más mente a la conquista
laboriosa de su unidad, sino la erosión indefinida del afuera, no más la verdad resplandeciendo al
fin, sino el brillo y la angustia de un lenguaje siempre recomenzado (Ref: Michel Foucault, 1993:
23- 31).

La ley de la herejía
Theodor Adorno inicia su escrito “El ensayo como forma” con una cita de Goethe
“Destinada a ver lo iluminado, no la luz”. La dicha y el juego le son esenciales, aclara Adorno. El
ensayo no obedece la regla del juego de la ciencia y la teoría organizadas. No apunta a una
estructura cerrada, deductiva o inductiva. (Ref: Th. W. Adorno, 2003: 11- 34)El ensayo desafía la
certeza libre de dudas, avanza a tientas. Tiene que lograr, según la cita de Goethe, que en un rasgo
parcial, escogido o hallado, brille la totalidad. El ensayista redacta experimentando, vuelve y
revuelve, interroga, palpa, examina, aborda al objeto desde diferentes lados. (Ref: )La verdad del
ensayo se mueve por su no verdad (Ref: Ibid). Es, como el espíritu mismo, móvil. Una ciencia que
pretende controlar todo limita la presencia de este género, porque el ensayo se ocupa de lo que
hay de ciego en sus objetos. La ley formal más íntima del ensayo es la herejía, continúa Adorno.
(Ref: Ibid.)
La contravención a la ortodoxia del pensamiento. Frente a la idea de ocultamiento del
sujeto en los renovados positivismos de la Modernidad, el ensayo pone en primera fila al “yo” que
piensa, lo deja devenir en la medida que deviene su pensamiento. Se distancia del “pienso, luego
existo” para acercarse a lo existente en el yo mientras piensa y escribe. Porque la tarea de pensar
aparece mientras escribe, o cuando escribe. Vemos cómo sucede esto último en Clarice Lispector
quien, al decir de Cristina Peri Rossi, escribe como ve y como piensa. Clarice misma lo aclara: digo
lo que tengo que decir sin literatura. (Ref: Clarice Lispector, 1988: 1-13)La literatura de Lispector
construye una mirada que piensa en el acto mismo de escribir. En su búsqueda de lo esencial
prescinde de la proliferación de imágenes para llevar a cabo una investigación de lo interior.
Una escritura que se dice creativa no por original. (Ref: ) (Ref: Clarice Lispector, 1988: 1-
13)Una escritura que se dice creativa no por original. No empieza por Adán y Eva, sino con aquello
de lo que quiere hablar; dice lo que a propósito de eso se le ocurre, se interrumpe allí donde él
mismo se siente al final y no donde ya no queda nada que decir (Ref: Op. Cit. Th. Adorno, 2003:
11-34). (Ref: ) (Ref: ) (Ref: )
Interrumpirse allí donde el sujeto- escritor haya dejado su cuerpo. No el origen. Lo creativo
no estaría en lo original, no en la luz que menciona Adorno en su cita, sino en los dibujos que la luz
hace en las paredes del pensamiento.
Esta instancia en el proceso de escritura tiende a mirar hacia esa pared, pone foco en
cuestiones vinculadas a la naturaleza del ensayo: su historia, su evolución, su sintaxis y producción
de sentido pero, sobre todo, intenta reflexionar acerca de los lenguajes de los que se sirve el
género. Una práctica que agudice los sentidos eligiendo una dirección de la luz, una focalización
(otra vez la cita de Goethe) para explorar un tema. Un estilo vivo y singular implica proponer una
consigna que indague la subjetividad del que escribe a través del objeto al que se acerca. Texto de
difusión científica, narración, crónica que muta en cada caso según el cuerpo de quien escribe. La
práctica creativa desarrolla la experiencia de la escritura bajo una operación que avanza en las
fronteras.

La literatura como ensayo o contra la prueba


Ensayemos. Sometamos una cosa (la lengua) a determinadas condiciones para ver cómo se
comporta en ellas y averigüemos sus cualidades o el grado de cierta cualidad o aspecto. Ensayar el
oro, la plata; dice María Moliner en su diccionario (María Moliner, 1994: 1136). Exploremos,
examinemos, tanteemos, probemos. Ponerse alguien a hacer una cosa que se expresa con un
infinitivo, para ver si sabe o puede hacerla. Del latín tardío “exágium” derivado de “ágere”: acción
de ensayar; composición literaria constituida por meditaciones del autor sobre un tema más o
menos profundo, pero sin sistematización filosófica; continúa Moliner. Tubo de ensayo.
En infinitivo. Forma impersonal del verbo. Nombre de acción, desempeñando las funciones de
nombre y de verbo.

Nos pondremos a ensayar.


Aducir, aportar, dar, ofrecer, presentar: pruebas. El acto testimonial, lo que presentan las
partes en un juicio sobre un hecho que se litiga. Pero la literatura no es un hecho. La proliferación
museal de hoy día, entrar al delirio taxonómico, la museofilia como aquella ilusión del dar a ver,
del mostrar. Un Occidente que se construye sobre el deseo de testificar mediante las obras (Ref:
Remo Guidieri, 1997: 57- 74). Probar en el museo donde la libertad permanece resplandeciente,
pero eternamente vigilada. ¿Tendremos que probar atribuyendo a la cosas museografiadas/
editadas el estatuto de reliquias?
La literatura no es un hecho. La literatura no tiene como destino decir la realidad. Su
función, su tarea consiste en la redención del testimonio. Habría que liberar el testimonio de su
función realista y documentaria. Acaso quién es el guardián del hecho. Si, según Carlo Ginzburgcon
Auschwitz, ha sucedido algo nuevo en la historia que no puede ser sino un signo y no un hecho;
(Ref: Marc Nichanian, 2006: 9- 34) el imperativo del probar, la juridización del testimonio consiste
en el fantasma de una demostración que va del documento al monumento. Hacer del libro ese
lugar de memoria pública es responder a los verdugos que frente a la sociedad demandan:
pruébenlo, pruébenlo. De la literatura probatoria se pasa a la sacrificial. Donde, luego de probar,
“el padre” sacrifica al hijo. Las literaturas de género pos- catástrofe trabajan como eje temático la
muerte del hijo como ofrenda o inmolación. De esa manera lo entiende el Abraham de Kafka
cuando escucha a Dios el sacrificio de un hijo que todavía no tiene, o el pedido de que esconda un
cuchillo cuando aún no ha edificado la casa con Sarah. Allí, ese Abraham no escribe sobre la
piedra, sino que ríe.

Del arte incurablemente semántico


Metamorfosis, yuxtaposición, paradoja, metáfora, giro, vuelta de dirección, a derecha, a
izquierda, en redondo; el verso. Ese lugar de la canción del hombre nómada que antecede a los
garabatos del hombre sedentario. Esa condensación, esa fusión, esa insistencia en la
imperdonable subjetividad, esa vulnerabilidad de la poesía. Un ejercitarse en el morir, dice Joseph
Brodsky y cita la definción de Montale: la poesía es un arte incurablemente semántico. (Ref:
Joseph Brodsky, 2000: 103- 109)Porque un poema es un ensayo. (Ref: ) (Ref: ) (Ref: )

“Y cuando, bruscamente, (Ref: Ibid.)


se detuvo el dios y, con aflicción en sus palabras, (Ref: Ibid.)
exclamó ¡Ha mirado hacia atrás!; (Ref: Ibid.)
ella no comprendió y dijo suavemente: ¿Quién?” (Ref: Ibid.)
Rilke. Orfeo. Eurídice. Hermes (Ref: Ibid.)

La prohibición divina de no volver la cabeza a Orfeo se puede traducir como “en el más allá
no te comportes como un poeta” (o como un verso). Volver la cabeza en Orfeo es afirmarse como
poeta, seguir dando vueltas, ensayando una coreografía que lleva a cuestas las urnas con las
cenizas del escritor, porque escribir es ejercitarse para la muerte en cada poema que ensaya un
compendio de significados en que la lengua habla.
Amado el que tiene hambre o sed, pero no tiene hambre con qué saciar toda su sed, ni sed
con qué saciar todas sus hambres, dice César Vallejo en “Traspié entre dos estrellas” y el cineasta
Roy Andersson en su película “Canciones desde el segundo piso” retoma el poema, cada verso, y
construye escenas. Si la poesía es una exploración sobre la muerte, esta película es una
composición sobre la poesía. Un ensayo en imágenes sobre la palabra. La diferencia entre ver y
pensar. El lenguaje como acontecimiento
Las nuevas tecnologías, el uso del lenguaje escrito en las redes, la comunicación virtual y la
viralidad de la información ponen en cuestión al papel como dispositivo tradicional de lo escrito.
Teniendo en cuenta esta realidad, Kenneth Goldsmith dice que a la escritura le alcanzó “su foto”,
haciendo alusión a la circunstancia estética que debió enfrentar la pintura cuando se inventó la
fotografía. Si la pintura reaccionó a este fenómeno volviéndose abstracta, la escritura está
buscando (ensayando) nuevas formas para moverse en medio de textos compartidos,
manipulados, o de reproducción libre o gratuita (leftrights). Mientras que las nociones
tradicionales de la escritura están enfocadas en la originalidad o creatividad, el medio digital
habilita nuevos instrumentos que incluyen la proliferación de espacios.
En ese sentido observamos la instalación presentada por Lawrence Weiner “Lenguaje
como escultura” donde el artista realiza un montaje con las palabras. Así usa palabras habladas,
cantadas, impresas, o simplemente selladas en los papeles moneda sensibilizando al público
sobre una lectura fragmentada. Registros híbridos que componen la materialidad de las palabras-
voces en un modelado como si fueran piedra, madera o arcilla creando volúmenes o
construyendo espacios.

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