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Los filósofos antiguos definían la virtud con una fuerza o una disposición que nos
permite desarrollar lo que somos de la mejor manera. La virtud perfecciona cada
cosa haciéndola ser lo que debe ser y de la mejor manera posible. Vivir según la
naturaleza es apropiarse de lo que nos define, conciliarse con ello, asumirlo,
cuidarlo y actualizarlo. La sensación que tendremos será la de estar haciendo bien
las cosas, en vez de llevarla a cuestas.
Reconocer en uno mismo la dinámica natural que nos caracteriza y nos hace
actual humanamente es el comienzo de la vida feliz.
Los talentos naturales
Hay una naturaleza “personal”. El universo se singulariza en cada uno y nos
otorga un talento que desde temprana edad se va manifestando y se va
convirtiendo en una necesidad consciente que nos impulsa a llevarlo a cabo.
Poseemos unas cualidades y capacidades que pugnan por salir y realizarse, sin
tantos requisitos académicos. En cada uno de nosotros hay una aptitud y una
afición que pugnan por manifestarse y que si tenemos suerte y valor podremos
canalizarlas y desarrollarlas al máximo. Entonces sobreviene una satisfacción muy
especial y única que se conoce como autorrealización: llegar a todo lo que uno es
capaz de ser. Cuando digamos: “Pagaría por hacer lo que estoy haciendo”
habremos pisado el umbral de la vida.
¿Cómo descubrir el talento natural? En principio, ya lo tenemos, sólo debemos
tratar de no bloquearlo, correr el riesgo, aunque a muchos les parezca una
estupidez. Aquella activad que has aprendido fácilmente y sin esfuerzo, que
disfrutas, en la que te parece que te destacas y la gente se acerca a ti cuando la
practicas, esa actividad probablemente se desprenda de un talento natural.
Sobre lo genuino
Si se te ofrece la vista de una floresta de abundante naturaleza virgen, suscitará
en tu alma un cierto sentimiento de religiosidad.
Todos tenemos la misma sensibilidad por lo natural. No importa la época, siempre
buscamos el remanso de lo descontaminado, el camino que nos conduzca de
regreso a nuestras raíces.
Contemplar la infinitud del universo
Discurrir por el universo, vagar y tomar conciencia de que el lugar que habitamos
solamente es de los infinitos mundos, percibir que el cosmos se dilata y nosotros
con él. Igualarse al todo: “Ya no se hombre, sino naturaleza”, decía Séneca
A la medida de Dios
Hay un ejercicio que realizan los estoicos. Se trata de elevarse con la imaginación
y figurarse que el “yo” se expande y contempla al universo desde arriba. Se trata
de descubrir que muchas de las cosas que tanto apreciábamos son ínfimas y no
tan importantes como pensábamos. Debemos redimensionar lo que a veces nos
preocupa vanamente.