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3. Arrebatamiento parcial: Es la posición que sostiene que solo serán arrebatados los
creyentes que estén esperando el traslado de la iglesia, y que son completamente
dignos de ser llevados al cielo por Jesús. Argumentan que la tribulación será necesaria
para los incrédulos y para aquellos creyentes que por no ser completamente dignos se
quedaron, sería una oportunidad para la purificación y salvación de estos últimos. La
debilidad de este argumento está en que en el arrebatamiento serán resucitados todos
los muertos en Cristo, por lo que no se comprende por qué razón no serán levantados
todos los creyentes vivos en Cristo. Pablo le escribe a los corintios: “He aquí, os digo un
misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados”1 (1 Co. 15:51). La
dignidad de un creyente tiene sentido en la dignidad de Cristo y su sacrificio
sustitutorio que nos hace justos ante el Padre.
1
Énfasis añadido.
2
Dr. C. I. Scofield, Scofield Study Bible (Biblia de Estudio Scofield), notas al pie (Oxford University Press,
1967); Dr. Juan F. Walvoord, The Rapture Question (La Cuestión del Rapto) (Dunham, 1957); The
Revelation of Jesus Christ (La Revelación de Jesucristo) (Moody Press, 1972); Dr. Kenneth S. Wuest,
Prophetic Light in the Present Darkness (Luz Profética en la Presente Oscuridad) (Eerdmans, 1956); Dr. J.
Dwight Pentecost, Prophecy for Today [p 572] (Profecía para Hoy) (Zondervan, 1961); Dr. Enrique C.
Thiessen, Lectures in Systematic Theology (Discursos en Teología Sistemática (Eerdmans, 1961); Dr.
Marcos G. Cambron, Bible Doctrines (Doctrinas Bíblicas) (Zondervan, 1973); W.E. Vine, The Epistle to the
Thessalonians (La Epístola a los Tesalonicenses) (Pickering & Inglis), Herbert Lockyer, All the Doctrines of
the Bible (Todas las Doctrinas de la Biblia) (Zondervan, 1964); Dr. Gerald B. Stanton, Kept from the Hour
(Guardado de la Hora) (Zondervan, 1956); Dr. Charles C. Ryrie, The Ryrie Study Bible (La Biblia de Estudio
Ryrie) (Moody Press, 1978); Dispensationalism Today (El Dispensacionalismo Hoy en Día) (Prensa
Moody, 1981).MacDonal, William. Comentario al Nuevo Testamento. Terrassa: Editorial CLIE, 1985.
Satnley Horton. Teología sistemática. Editorial Vida. Miami Florida, 1996.
Los postulados teológicos a favor de la posición pretribulacional son los siguientes:
Postulado 1: La exclusión histórica de los justos de los juicios de Dios sobre los
incrédulos. La iglesia no ha de pasar por la Gran Tribulación porque esta es la máxima
expresión de la ira de Dios sobre los incrédulos. Dios nunca ha dejado padecer a los
creyentes juicio divino juntamente con los incrédulos. (1) Dios preservó a Noé y a su
familia del juicio del diluvio por ser ellos justos delante de Dios (Gé. 6:17,18). (2) Lot y
su familia fueron librados de la destrucción de Sodoma y Gomorra por la misma causa
(Gé. 19:22). (3) El pueblo de Israel no sufrió pérdida por las plagas de Egipto (Éx. 11:4-
7). (4) Rahab y su familia no fueron incluidas en la destrucción de Jericó ordenada por
Dios. La promesa de Dios para la iglesia es: “Pues mucho más, estando ya justificados
en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Ro. 5:9). “Por cuanto has guardado la
palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de
venir sobre el mundo entero,3 para probar a los que moran sobre la tierra” (Ap. 3:10).
Dios es el mismo siempre (He. 13:8). No se ve cómo cambiaría repentinamente de
modus operandi.
La confusión que suscita el pasaje viene a causa de la primera oración: “Pero con
respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él” (2 Ts. 2:1) y
luego a la mención del día del Señor en el verso 2. Tal parece a simple vista que está
llamando a una misma cosa de maneras distintas, pero no es así. Pablo está
introduciendo el tema del arrebatamiento como evidencia para contrarrestar la falsa
idea de que ya estábamos en el día del Señor, una etapa de juicio, tribulación y
destrucción: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los
cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la
tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 P. 3:10). El argumento paulino es
sencillo, el día del Señor no está cerca porque aún no ha ocurrido el arrebatamiento,
tampoco ha venido la apostasía, ni ha ocurrido la manifestación del hombre de pecado
(2 Ts. 2:3). Igualmente no se ha dicho en el mundo aún “Paz y seguridad” (1 Ts. 5:3a).
Ese es el orden correcto que Pablo comparte acerca de los sucesos escatológicos que
deben ocurrir antes del día del Señor, cuando vendrá sobre los incrédulos “destrucción
repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán” (1 Ts. 5:3b).
El día del Señor es una frase que aparece en varios pasajes tanto del Antiguo como del
Nuevo Testamento, y generalmente está relacionada con un juicio de Dios. En la
profecía de Isaías contra Babilonia, el profeta declara: “He aquí el día de Jehová viene,
terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de
4
Collins, Arturo: Estudios Bı ́blicos ELA: La Esperanza Bienaventurada (1ra Y 2da Tesalonicenses).
ella a sus pecadores” (Is. 13:9). El capítulo uno de Sofonías es una profecía sobre “el
día grande de Jehová” (Sof. 1:14). “Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto,
día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de
entenebrecimiento” (Sof. 1:15). Esta es una profecía de predicción sobre la destrucción
de Judá por parte de los babilonios en el 605 a. C, pero también es una referencia al
juicio mundial sobre todos los impíos (Sof. 1:2). La mención a este evento como el día
de Jehová (1:7), el día del sacrificio de Jehová (1:8), aquel día (1:9,10), aquel tiempo
(1:12), el día grande de Jehová (1:14), día de Jehová (1:14) es reafirmación de que esta
expresión se usa para designar un periodo de Juicio y condenación por el pecado.
Amós se refiere al día de Jehová en sus profecías como un día de tinieblas, un día sin
escapatoria y lo semeja a la experiencia de alguien que huye delante de un león y lo
encuentra un oso (Am. 5:18). Jeremías menciona un día de aflicción y de juicio para
Jacob (Jr. 30:7). Malaquías también profetiza sobre un “día ardiente como un horno”
donde “todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa” (Mal. 4:1).
Joel en sus vaticinios sobre los postreros días menciona “el día grande y espantoso de
Jehová” (Joel 2:31). Es obvio que todos estos pasajes que mencionan el día de Jehová o
día del Señor son una referencia a juicio y no a un día de esperanza o bendición.
Los autores del Nuevo Testamento hicieron mención del día del Señor con la misma
connotación de juicio y castigo. El apóstol Pedro cita al profeta Joel señalando que lo
que estaba ocurriendo en Pentecostés eran las señales que sucederían antes de la
llegada del día del Señor, y debido a esto los conmina al arrepentimiento (Hech. 2:14-
21). Luego, en su segunda epístola, Pedro reiteraría esta idea del día del Señor
mencionándolo como un evento de destrucción donde incluso los cielos y la tierra
serán desechos (2 P. 3:10-12). Pablo habla del día del Señor como un evento repentino
de destrucción y juicio donde los creyentes no participarán por ser “hijos del día”:
“Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en
la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción
repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros,
hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque
todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios” (1 Ts. 5:2-6).
El cambio de pronombre de “vosotros” a “ellos” es evidencia de que la iglesia no estará
en el día del Señor. Pablo le recuerda a la iglesia que ya les había hablado de estas
cosas “vosotros sabéis”, pero cuando habla de los efectos del día del Señor dice
“vendrá sobre ellos”. En la mente de Pablo está claro que el día del Señor es un día de
juicio para “ellos”, los que están “en tinieblas”, no para nosotros los que somos “hijos
de luz e hijos del día”. El versículo 9 es más elocuente aún. Pablo les asegura a los
creyentes que Dios no los había destinado para ira: “Porque no nos ha puesto Dios
para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Ts.
5:9). El día del Señor es un día de ira, pero no para la iglesia salva en Cristo Jesús, sino
para los que son de la noche, de las tinieblas. Cuando Pablo menciona el día del Señor
en 2 Tesalonicenses 2:2 no se debe inferir que está refiriéndose al arrebatamiento
pues estaría contradiciéndose a sí mismo. Pablo simplemente está corrigiendo el error
doctrinal diseminado por algunos acerca de que el día del Señor había llegado. Una
evidencia de esto, es que Pablo les menciona a los tesalonicenses que el día del Señor
no está cerca. Pablo siempre se refirió al arrebatamiento como algo cercano, al punto
que él mismo se veía disfrutando de esa experiencia: “Luego nosotros los que vivimos,
los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes
para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Ts. 4:15). Sin
embargo, Pablo les dice a los Tesalonicenses que el día del Señor no está cerca: “no os
dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu,
ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor
está cerca” (2 Ts. 2:2). La razón para escribirle tal cosa es que Pablo no está hablando
del mismo tema. El arrebatamiento y el día del Señor son dos eventos distintos. El
mismo Pablo que dijo a los filipenses “el Señor está cerca” (Fil. 4:5b), no puede
contradecirse diciéndole a los tesalonicenses que el Señor demora todavía (2 Ts 2:2).
Por tanto 2 Tesalonicenses 2:2 hace referencia al día del Señor que es un evento
distinto con connotaciones completamente diferentes. Las Escrituras no entran en
contradicción con ellas mismas.
Si nos fijamos bien en la Primera Carta a los Tesalonicenses Pablo sigue un orden
secuencial de sucesos escatológicos. En el capítulo 4 habla sobre el arrebatamiento y
en el capítulo 5 sobre el día del Señor. Dos eventos totalmente diferentes. En la
Segunda Carta a los Tesalonicenses hace mención del arrebatamiento (2 Ts. 2:1) y
luego procede a explicar las dudas sobre el día del Señor. Si seguimos el hilo conductor
del texto en 2 Tesalonicenses 2:2,3 veremos que Pablo no se refiere a la venida del
Señor (arrebatamiento) sino a la venida del día del Señor: “que no os dejéis mover
fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra,
ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca.
Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la
apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición” (2 Ts. 2:3). El día
del Señor comenzará a partir de la apostasía y la manifestación del Anticristo.
Obviamente esta es una referencia a una apostasía sin precedentes y a la
manifestación del ministerio de la iniquidad en su clímax con la persona del Anticristo.
Pero ¿por qué el hombre de pecado, el hijo de perdición, no ha aparecido aún? La
respuesta la da Pablo mismo. Hay un ente que lo detiene para que no se manifieste,
sino cuando fuere tiempo: “Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su
debido tiempo se manifieste. Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo
que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y
entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su
boca, y destruirá con el resplandor de su venida” (2 Ts. 2:6-8).
Las opiniones acerca de quién es el que detiene la manifestación plena del hombre de
perdición han sido diversas. Pero la que más se ajusta al tenor de las Escrituras y que
prevalece como criterio base entre los eruditos, es que quien detiene la manifestación
plena del ministerio de la iniquidad es el ministerio y la morada del Espíritu en la
iglesia. MacDonall escribe: “Cuando el Espíritu Santo salga del mundo como morador
permanente en la iglesia (1 Co. 3:16) y en los creyentes individuales (1 Co. 6:19), habrá
desaparecido el freno a la iniquidad”5. La persona del Espíritu Santo no dejará ni de
5
MacDonal, William. Comentario al Nuevo Testamento. Terrassa: Editorial CLIE, 1985. Satnley Horton.
Teología sistemática. Editorial Vida. Miami Florida, 1996. Página 1028.
existir, ni de ser omnipresente, pero ya no operará a través de la iglesia para afectar y
confrontar el poder de las tinieblas en el mundo.
Por tanto, si el día del Señor no tendrá su inicio sino hasta la manifestación del hijo de
perdición, y éste a su vez no se manifestará hasta que la iglesia sea levantada en el
arrebatamiento, es correcto decir que el arrebatamiento y el día del Señor no son el
mismo evento, sino sucesos separados. El arrebatamiento es un evento momentáneo
(un abrir y cerrar de ojos) mientras que el día del Señor es un periodo de tiempo que
comenzará con la apertura de los sellos (la Gran Tribulación): “Y los reyes de la tierra, y
los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se
escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a
las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado
sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado;6 ¿y quién
podrá sostenerse en pie?” (Ap. 6:15-17). Este “gran día de su ira” culminará con la
destrucción de todos los malvados: “Cuando los mil años se cumplan, Satanás será
suelto de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos
de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales
es como la arena del mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el
campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y
los consumió. Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre,
donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los
siglos de los siglos” (Ap. 20:7-10). Todo este período, desde Apocalipsis 6 hasta el
capítulos 20 trata acerca del día del Señor y de su irá para con los incrédulos. El día del
Señor incluye La Gran Tribulación, la segunda venida de Jesús para reinar, el milenio y
la destrucción total de los impíos. Ver por favor Apocalipsis 6:15-17; 11:18; 14:10,19;
15:1,7; 16:1,19; 19:15.
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Énfasis añadido.
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