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Leyenda del Olentzero

País vasco y Navarra siempre se han caracterizado por ser territorios llenos de

leyendas. Esta es siempre un símbolo de la Navidad en estos lugares de

España. No se conocen datos exactos del origen de esta leyenda, aunque se

cree que procede de Lesaka (Navarra).

Lope Isasi, historiador vasco, apuntó a que la palabra Olentzero puede venir

del término en euskera onen, que significa "bueno". Unida a la palabra zaro,

que quiere decir "época", conforma onenzaro: tiempo de lo bueno.

Aunque, este personaje no siempre ha asociado al carácter festivo de Navidad

ni a la figura de un carbonero bonachón. Otras historias que surgieron en torno

a su figura apuntaban a un hombre que aterrorizaba a los niños a los que

amenaza con su hoz si se quedaban despiertos durante la noche.

Cuenta la leyenda que en las montañas de Euskal Herria vivía un hada de pelo

rubio y largo que siempre iba acompañada de sus duendecillos de pantalones

rojos, los prakagorri.

Un día, cuando estaban próximos a un riachuelo, los duendes advirtieron al

hada de que algo se encontraba entre los arbustos. El hada se acercó y vio a

un bebé recién nacido que estaba allí abandonado. Entonces esta le dijo: “tu

nombre será Olentzero, porque es una maravilla haberte encontrado. Y por


este acto te daré los regalos de fuerza, coraje y amor, por todo el tiempo que tú

vivas”.

Después, el hada llevó al bebé a casa de un matrimonio que no tenía hijos.

Estos lo cuidaron y el Olentzero vivió feliz y aprendió el oficio de su padre,

cortador de leña.

Cuando sus padres fallecieron, el Olentzero se quedó solo en su casa de las

montañas. Entretanto, los niños del pueblo lo miraban extrañados mientras lo

veían recolectar leña.

Durante un frío invierno, el temporal dejó a los habitantes encerrados en sus

casas. Ninguno de ellos había preparado carbón para su chimenea y estaban

pasando frío.

El Olentzero, quien no había parado de recolectar leña, decidió llevarla al

pueblo y dejar un saco lleno de leña en cada casa.

Al día siguiente, todos los habitantes estaban emocionados ya que el frío

desaparecería de sus casas. A partir de ese momento, los lugareños no

olvidaron recolectar suficiente leña.


Desde entonces, el Olentzero decidió no repartir más carbón, pues no hacía

falta, y lo sustituyó por juguetes para los niños. Así, cada 25 de diciembre, el

Olentzero sale de los bosques y reparte la magia por los pueblos de Euskal

Herria.

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