Pneumatología

Febrero del 2022

BAUTISMO EN EL ESPÍRITU Y DON DE LENGUAS: APRECIACIÓN

BÍBLICA

George T. Montague nació el 8 de julio de 1929 (edad 92 años) en Bandera, Texas,

Estados Unidos, es sacerdote de la Iglesia, realizó sus estudios en la Universidad de
Friburgo. Ha dedicado gran parte de su vida a la reflexión en torno al Espíritu Santo,
especialmente a su relación con las corrientes carismáticas presentes en el catolicismo pero
desarrolladas ampliamente en ambientes protestantes-pentecostales. Este artículo que he
elegido, enseña sobre la experiencia del bautismo en el Espíritu y cómo éste se relaciona
con el carisma de lenguas, en él Montague expone la base bíblica de tema y da algunas
pautas históricas y teológicas para entender estos conceptos poco hablados en el
catolicismo.
El artículo tomado de la revista "Theology Digest” bajo el título de Baptism in the
Spirit arad speaking in tongues: a biblical appraisal. (N. 21, 1973 342-360) y que se puede
encontrar de esta manera en internet, está estructurado de la siguiente manera:
Comienza con una breve introducción en la que expone el avivamiento carismático
del siglo XX y cómo éste ha despertado la experiencia del bautismo en el Espíritu como el
momento más significativo de la experiencia cristiana. Posteriormente encontramos el
apartado propio del bautismo en el Espíritu en el cual explica a qué se refiere con este
término, expone algunos fundamentos teológicos tratando de explicar su relación con el
bautismo de agua y finalmente presenta algunas conclusiones para la situación actual.
Como segundo apartado habla de la glosolalia o don de lenguas de igual manera expone el
fundamento bíblico, habla de su veracidad como forma de oración y presenta algunas
conclusiones al respecto.
Una de las razones por las que tomé este artículo es por la poca información que se
da en torno a temas de este tipo en el seminario y en general en la formación cristiana y
que sin embargo, en la pastoral concreta, son recurrentemente cuestionados, y a veces por
ignorancia rechazamos o emitimos un juicio erróneo al respecto, sin tener en cuenta que
entre los católicos, el movimiento carismático ha crecido con mayor rapidez que en
cualquier otra iglesia y, por lo menos en América, se ha convertido en el movimiento más
grande en la historia. Por ello considero bastante relevante conocer a cerca de estos temas.
A continuación recalco algunas de las ideas centrales del documento a aúnan a este ideal
personal de profundizar en este aspecto carismático tan propio de la Iglesia y presente
desde su origen pero olvidado en algunos momentos históricos.
Cuando se hace referencia al bautismo en el Espíritu, no se habla de un nuevo
sacramento, pero tampoco nos referimos de manera indistinta al bautismo sacramental. Este
bautismo es esencialmente diferente, y con frecuencia separado por años, del bautismo de
agua, caracterizado por el arrepentimiento, conversión a Cristo y regeneración, es una
experiencia fundante de encuentro con Cristo en la que por lo general hay expresiones
externas de la presencia del Espíritu en el ámbito pentecostal se espera una manifestación
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carismática (la glosolalia) como evidencia de su recepción, aunque no obligatoriamente

para los católicos. Otros teólogos principalmente católicos afirman que el Espíritu no se
reserva a una segunda bendición" "segundo momento" de la experiencia cristiana, sino que
está necesariamente presente ahí desde el principio. Ningún texto del NT favorece la tesis
de una auténtica iniciación cristiana sin el Espíritu. Existe, pues, un solo bautismo (Ef 4, 5)
y es el bautismo en el Espíritu, que no debe separarse, ni cronológicamente, del rito del
agua como parte integral de la iniciación cristiana. El hombre renace del agua y del
Espíritu, sin embargo, sus expresiones se siguen dando en momentos separados del
bautismo de agua, lo que con otras palabras se podrían llamar encuentro Kerigmático.
Ante la pregunta del autor ¿Qué debe hacer un cristiano o la Iglesia para reavivar el
don del Espíritu recibido ya desde el bautismo? Responde con Rahner: "Si reflexionamos
sobre lo que los Hechos de los Apóstoles dicen de la confirmación, es evidente que el
Espíritu conferido por la imposición de manos de este sacramento es siempre considerado
como un Espíritu que se manifiesta exteriormente en los carismas". Esta es, precisamente,
la postura de los pentecostales y está confirmada por la experiencia de los católicos dentro
de la renovación carismática: lo que marca la diferencia entre una fe puramente confesional
en el Espíritu Santo y la experiencia del Espíritu Santo es precisamente la apertura a los
dones.
Dichas palabras abren la segunda cuestión reflexionada el don de lenguas que se
tenía por una manifestación importante de la presencia del Espíritu en las comunidades de
Lucas y de Pablo (por lo menos en la de Corinto). Montague concluye que desde la visión
neo testamentaria la glosolaia es esencialmente preconceptual, sin connotación de lenguas
extranjeras (diferente a la xenoglosia que también aparece en algunos pasajes y es la
capacidad para predicar en lenguas conocidas). Era un tipo laudable de oración personal y
formaba parte del culto comunitario. Allí necesitaba regulación, pero no supresión. El
hablar en lenguas era uno de los signos importantes de la venida del Espíritu sobre los
convertidos al cristianismo. Es en cierto modo una reacción a la alegría embriagante y una
manifestación extática de alabanza, se trata del momento todavía indeciso, no-conceptual,
de la oración como una experiencia al alcance de todos los cristianos.
El autor termina con unas palabras que bien se identifican con mi percepción: “Todo
esto es nuevo para los católicos. No nos es difícil interpretar la vida carismática en términos
de servicio, ayuda, enseñanza y administración (1Co 12, 38; Rom 12, 7s) y mucho menos
como una actualización de nuestros talentos naturales. Pero compartir nuestra experiencia
religiosa no-racional es algo a lo que no estamos acostumbrados”. Sin duda que hace falta
también conocer estas cuestiones para saber acompañar, discernir, y por qué no, descubrir
estos carismas también en nuestra propia persona.
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