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Jesed Álvarez Nungaray

CIC
Marzo del 2021
INSTRUCCIÓN SOBRE LOS SÍNODOS DIOCESANOS

La finalidad del sínodo es prestar ayuda al Obispo en el ejercicio de la función, que


le es propia, de guiar a la comunidad cristiana. De este modo, el Sínodo «es a la vez y de
modo inseparable acto de gobierno episcopal y acontecimiento de comunión, y manifiesta
la índole de comunión jerárquica que es propia de la naturaleza profunda de la Iglesia».
Al concluir la lectura de esta Instrucción de la Congregación para los Obispos y
Congregación Para La Evangelización De Los Pueblos, destaco cómo en primer lugar, los
trabajos sinodales se ordenan a fomentar la común adhesión a la doctrina salvífica y a
estimular a todos los fieles al seguimiento de Cristo. De esta manera, el sínodo contribuye
también a configurar la pastoral de la Iglesia particular, dando continuidad a su tradición
litúrgica, espiritual y canónica. Por tanto el sínodo se convierte en un mecanismo de
dialogo y comunión para toda la Iglesia particular tanto clérigos como laicos. Conociendo
el trabajo que implica la realización de un Sínodo antes, durante y después de éste y
reconociendo también que el sínodo no es un colegio con capacidad decisoria y que el
Obispo queda libre para determinar el curso que deba darse al resultado de las votaciones y
decisiones del Sínodo, me surgía una duda: en algún momentos de la historia diocesana ¿se
ha realizado algún Sínodo?; como ya se ha dicho en clase comprendo que se ha optado por
las Asambleas más que por el Sínodo por ser de alguna manera más prácticas, sin embargo,
me surge también la duda si éstas, tienen algún carácter canónico o simplemente surgieron
como una respuesta pastoral más simple.
Con todo ello reconozco cómo el Sínodo es al final una herramienta de escucha,
pues el Obispo diocesano a fin de cuentas tiene libertad para dictar normas sin previo
sínodo diocesano o al margen de él, pues la potestad legislativa que posee lo dota para
llevar el rumbo de la diócesis que le ha sido encomendada. El documento además, nos
hablará de cómo el Código de Derecho Canónico explicita las amplias competencias del
Obispo diocesano, en los ámbitos del ecumenismo, la predicación, la catequesis, la
educación católica y los instrumentos de comunicación social. Además se nos dirá que los
Obispos son «en la Iglesia a ellos encomendada, los moderadores, promotores y custodios
de toda la vida litúrgica», lo que recalca la autoridad del obispo en el Sínodo y en general
en la vida de la Iglesia particular.

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