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AUTOCONOCIMIENTO

Conocerse a sí mismo aparentemente sería una tarea simple y


consistiría en precisar defectos, virtudes, cualidades e
imperfecciones. Sin embargo, la tarea no es fácil. Hay algo más allá
dentro del comportamiento humano que no le permite
autorreflexionar claramente acerca de sí mismo. Por eso, muchas
veces, las personas necesitan de otras para tener una visión o
versión más "objetiva" de la realidad. Nadie puede ser plenamente
consciente de sus propios errores, pues siempre se tiende a justificar
el comportamiento por determinada razón. La conducta humana
nunca desea sentirse mal y avergonzada porque sería falta de
dominio e incapacidad para vivir, realmente. De hecho, los
psicólogos, consejeros, pastores, sacerdotes, terapeutas, entre otros,
existen con base a las necesidades emocionales específicas de las
personas.

Claro está que procurar conocerse un poco es una aventura


interesante para el cambio, aunque en dicho proceso vayan
apareciendo situaciones, defectos desagradables, que parecieran
quitar algo de valor personal. La realidad humana lamentablemente
no es la mejor: egoísmo, venganza, avaricia, tristeza, desgracia,
ruina, guerras, entre otros, ponen en evidencia la problemática del
comportamiento humano cuando no tiene sólidas bases,
especialmente espirituales.

El papel y el lápiz nunca sobran cuando se tiene que plasmar la


propia realidad personal; llena de decepciones, insatisfacciones,
desacuerdos, frustraciones.

¿Por qué una persona debe autoconocerse? Para llegar al


conocimiento de su realidad y condición humana: la necesidad de
Dios y la adecuada relación con sus semejantes. He aquí dos pilares
del cambio y la transformación personal. "A veces no sé ni quién soy
yo", "No me hallo", "¿Seré yo quién actúa así?", "No sé por qué me
comporto de esa manera", "Quisiera mejorar", "Necesito un
consejero", "Me siento vacío"... Expresan necesidades profundas de
autoconocimiento y cambio personal.

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