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Para Marx, el ‘cuerpo’ de la mercancía es la propiedad de

ser un ‘bien’, esto es, de tener utilidad. Un bien es algo útil


que puede o no ser mercancía, y que se convierte en ella en
el momento en que es intercambiada por medio de esa otra
mercancía que es el dinero, por la cual se manifiesta su valor.
No obstante, la condición para producir una mercancía es
que “no sólo debe producir valor de uso, sino valores de uso
para otros, valores de uso sociales” (Marx, 1978:50). De este
modo, el valor de uso social de una mercancía, más que estar
fijamente establecido, corresponde, como dice Appadurai, a
regímenes de valor que “dan cuenta del constante cruce de
las fronteras culturales por parte del flujo de las mercancías,
donde la cultura es entendida como un sistema de significados
vinculado y localizado” (1986:15). Es precisamente la cultura
el contexto de significación (Williams, 1981; sumidores asociados quienes, reunidos en
conjunto, gradúan
la importancia de los acontecimientos, ya sea que mantengan
antiguos juicios o los revoquen”. Al abordar la cultura como
sistema de información, estos dos autores consideran a los
bienes como su componente material e inmaterial al mismo
tiempo, y medio para que el hombre pueda interpretar como
inteligible su mundo, y proponen que, “En lugar de suponer
que los bienes son fundamentalmente necesarios

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