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Ahora bien, un ser con capacidades superiores desarrolladas necesita más para sentirse pleno y

feliz. Cuanto más simple sea alguien, más fácil le resultará satisfacerse; sin embargo, un hombre
cultivado no va a contentarse con lo más fácil o lo inferior. Como escribe Mill en su ensayo El
utilitarismo:
“Es indiscutible que el ser cuyas capacidades de goce son pequeñas tiene más oportunidades
de satisfacerlas plenamente; por el contrario, un ser muy bien dotado siempre considerará
que cualquier felicidad que pueda alcanzar, tal como el mundo está constituido, es imperfecta.
Pero puede aprender a soportar sus imperfecciones, si son en algún sentido soportables. Es mejor
ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho; mejor ser un Sócrates insatisfecho que un
necio satisfecho. Y si el necio o el cerdo opinan de un modo distinto es a causa de que ellos solo
conocen una cara de la cuestión. El otro miembro de la comparación conoce ambas caras”. Vale
decir que un ser superior está en mejores condiciones para juzgar lo bueno y, aunque a veces no
pueda alcanzarlo, no estará dispuesto a perseguir lo inferior, porque eso siempre va a dejarlo en
condiciones de insatisfacción.
Es cierto, sin embargo, que muchas veces los seres humanos nos orientamos, por una cuestión de
comodidad, hacia metas inferiores. Todos sabemos que es mejor aprender que pasar la vida en
la ignorancia; sin embargo, un sábado a la tarde, en un día de pleno sol, si tenemos que estudiar
para aprobar una materia, probablemente prefiramos salir a quedarnos estudiando encerrados
toda la tarde. Porque somos débiles y nos sentimos inclinados a preferir el placer más próximo,
ante otro placer percibido como más lejano (sacar una buena nota y aprobar una materia resulta
menos cercano que el inmediato goce pre

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