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COLOlVIBIANA
SIGL.OS XVI Y XVII
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u:
de Los Andes
Estudios
sobre Literatur~

Colombian~

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES


Calle 18 A, Carrera l'-' Este
Apartado Aéreo 4976 · Bogotá, Colombia
EDUARDO CAMACHO GUIZADO

Editor: Antonio Montafla

Comité Editorial:

Ramón de Zubiria
Jorge Luis Borges
Dán1asO : Alonso
.Andrés Holguin ESTUDIOS
Dai:iilo Cruz Vélez SOBRE r_,rTFJRATURA COLOMBIANA
Siglos XVI - XVII .

.' :: í

EDICIONES
UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
Bogotá, 1965

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Primera Edición A la memoria de Jorge Rodríguez Romero,
Junio de 1965
"amigo el que yo más quería".
Derechos Reservados
Impreso en Colombia
Printed and made in Colombia

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STUDIOS DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

:STUDIOS
;OBRE LITERATURA
:OLOMBIANA, SIGLOS XVI Y XVII
:nuARDO CAMACHO GU!ZADO

NOTA Estos Estudios sobre literatura colombiana --cuyos dos prime-


ros capítulos se publican aquí-- abarcan desde el siglo XVI hasta
PRELIMINAI\
la hora actual. Pero no pretenden ser un intento de historia de la
literatura en el sentido corriente del tétmino. 1'_on trabajos sobre
diferentes autores, ordenados cronológicamente, y antecedidos por
lina h1'e'-·e introducción histórica. Conio es fácil observar, dejo por
lúera amuchos escritores -la madre Castillo, para citar un ejem~
Plo-, y"e\fo implica ya un criterfo personal de selección, incom-
j)aHbfo con !ásliistorfas de la literatura al uso.
El proyecto inicial -que desde luego puede sufrir modificacio-
nes de 1nayor o menor im¡JOrtancia-·, es, a grandes rasgos, el si-
guiente: l. Literatura colonial. Además de lo que en estas páginas
se contiene, me propongo una visión general del siglo XVIII. II.
Literatura nacional. Siglo XIX: algunos poetas románticos (Caro,
Pombo, Gutiérrez González); la Maria; José Asunción Silva. Siglo
XX: los poetas (Valencia, Barba Jacob, L. C. López, León de
Greiff, los contemporáneos); la novela ( Carrasquilla, Rivera, los
contemporáneos).

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ESTUDIOS DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

ESTUDIOS
SOBRE LITERATURA
COLOMBIANA, SIGLOS XVI Y XVII
EDUARDO CAMACHO GUIZADO

NOTA Estos Estudios sobre literat·ura colombiana -cuyos dos prime-


ros capítulos se publican aquí-· abarcan desde el siglo XVI hasta
PRELIMINAR
la hora actual. Pero no pretenden ser un intento de historia de la
literatura en el sentido corriente del té1mino . .§on trabajos sobre
diferentes autores, ordenados cronológicamente, y antecedidos por
lina breve introducción histórica. Como es fácil observar, dejo por
i'uera amucllosescritores ._la madre Castillo, para citar un ejem~
µ10__:_, y -elfo impiica. ya un criterio personál de selección, incom-
patible éon fas historias de la literatura aluso. . . ·• .

El prnyecto inicial -que desde luego puede sufrir modificacio-


nes de mayor o rnenor im¡JOrtancia-·, es, a grandes rasgos, el si-
guiente: I. Literatura colonial. Además de lo que en estas páginas
se contiene, me propongo una visión general del siglo XVIII. II.
Literatura nacional. Siglo XIX: algunos poetas románticos (Caro,
Pombo, Gutiérrez González); la Maria; José Asunción Silva. Siglo
XX: los poetas (Valencia, Barba Jacob, L. C. López, León de
Greiff, los contemporáneos); la novela ( Carrasquilla, Rivera, los
contemporáneos).

9
_I..a conformación de estos estudios consiste en un n1arco general
~9l¿r9.~l que se apoyanvisipnes personales ele autores y ele libros.
No creo que estos trabajos sean muy i)rofundos ni que n1erezca;1
siquiera el non1bre de "investigaciones~'. i'vfás bien poclrían llamar-
se apuntes. Han surgido ele los cursos que he dictado en Ja Uni-
versidad ele los Ancles, en medio ele la premura y de la falta ele
tiempo que acompañan el quehacer de un profesor recargado ele
clases y ele trabajo, y. al redactarlos ahora . pienso más que tocio
en mis alumnos. Tal vez, con el tiernpo. estos apuntes podrían·ser
el prin1er paso para una obra de mayor an1bición.

INTRODUCCION ¿En qué momento iniciar el estudio de la literatura colombia-


na?. Todas las historias de la literatura lo hacen "por el principio",
por /iménez de Quesada o. algunas, por el "Romance de Jiménez
de Quesada", atribuido a Antón de Lezcámez, una de las más di-
vertidas burlas de que tengan memoria nuestros historiadores lite-
rarios (1). Pera., ¿comienza aquí, en vecrdad, la literatura colom
hiana? ¿son estos escritores colombianos, exponentes de un modo
de vida, de una cultura, de una nacionalidad colombiana?

Así, pues, nos parece que se debe distinguir, en la literatura


colombiana como en la del resto de las naciones hispanoamerica-
nas, una literatura nacional, autóctona, raizal. de una Uteratura de
relación, de obras sobre Colombia o sobre América. La literatura
colombiana, en el sentido estricto del vocablo, no aparece, a mi
lúicio, sino con la generacíon que gestó la independencia; con esos
hombres entre neocláslcos y románticos -tal vez más lo primero

. (1) V. Gisela Beutler, "El Romance de Jiménez de Quesada, ¿primer poe-


ma colombiano?", en BidC, tomo XVII, n~ 2, mayo.agosto 1962.

10 11
··tas ·por lifatoria-
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lo criterio: que
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dore.;, cientí.ficos Y rac ~;º ,; propia ob¡etivida ·
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que lo segundo- que escribían y batallaban con una ideo, oaga l tras pro<1.11 e ! que 1um
o clara, de que constituian, ttna nación., una cornunidad social, eco- las bel las .e· 't' 'ª literaria en e
, . o evado de en te estttdiosos de mies-
nómica, politica, histórica en mia palabra, con características pro- Existe ademas otr 01~a de los hi.storiad01;e.s y Cuando pensamo.s
pias, peculiares y diferentes. No san ellos los primeros en conce- ído por igual lo may c1·<i de criterio estet1co. a·natemas -Itere·
Ca ¡ ausen d . .-ge sus D
bir esta idea, claro está; pero son las primeros en fecundarla de tra [iteratura: a . Gómez Restrepo "' tra Hernando o·
acción, los primeros en darla por realidad. los primeros en luchar en q11e don Anton;oo Menindez y Pela¡¡o-c~f¡: sus símpatías por
!f morir por ella. ¡ le s11 niaes r mbío no o
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dac os e- go y que, en ca ' d l.o si"tde-nte:
Sin embargo, podemos ¡¡ debemos entender también la litera- mingue;¡; Calnd1a.rT;var IJ Serrate, autor e "
tura "colombiana" en un sentído amplio. También en esas obras don M1gue. e
de euro7Jeos sobre las "India.' occidentales", sobre América, nos Epoca desgraciada la Cadmea,
pode_1nos re_c_OH()_cer> _ta1nblén_ estas °"bt_qs _,s~__ _.i_n,tr;gr(l·n e·n n11e;i1·a do viene a realizarse
( tradiÚón, Sl! ÍÍan-JJcc/10 nuestras en cierto sentido. fa'bula celebrada
¡ z pelea,t mbas toda sea.
de una ero
Pero es preciso .,-10 proce<ler en este aspecto lndiscritnínada-- en que desierto 11 .u T b
mente. No por el hecho de haber participado 11<Jtiva y heroicamen· dd señor o ar
. nos que dan . ¡ un
te en la conquista del Nuevo Reíno y además haber escrito un li· .. ·io1les e-n v<::rsa lo-' --; no reve an a
bro sober teología o sobre gramática. puede incluirse a un e8pañol ("Pocas composic . tal vez con nosta ,,10 cías clásicas" (3).
en la Uteratúra colombla:no. -comenta don An~ont~~ oersificador de tende~" más apremiante
dran poeta, pero si a e!lo decía, se nos presen rt~r 11 de revalorar.
Y, aquí., querenws de¡ar sentados también otros dos criterios C11ando pensamos e'.d' J
, la neces1 ª"'
de
seleccionar, de reco . nas mediocres se
· ¡·bros. od poei ntre
que no siempre han tenido en cuenta los estudiosos de nuestra lic que .,wnca, ·¡ ""ºo vario.s ' . la Utemt11ra -e
teratura. El primero es el. de que se .debe deslindar lo que sea una No por haber escri o n señor en la historia .~torio.
obra literaria, frente a otros tí7Jos de escritos como la crónica his- bu~ rt libros no /wcen 111s
¡ebe indttir a unuac1eW
toriográfica o los estudios científicos. El hecho de que en las his· < ·
otras cosas parq •terio selectivo s111
torias de la literatura colombiana se estudien las obras de Fra¡¡ . roceder con un crt
sano P · • que p~.. J,,·era
·
ex·
Pedro Simón o "El influjo del clima .sobre los seres organizados" Así, pues, cre.odne~:;,,,,ortancía a la red11cc¡'.ºc~~11 en "' sentido
-por otra parte, modelo de escritos científicos-, muestra vna canee der demMW a tradición ,, l.1terar ia·la
. dtra<1!la misma ' se¡ecc1'ona ,
confusión· que importa esclarecer. En estas páginos acogemos el perímentar miestr~ no necesita de auu ~; fo que es digno de ser
criterio de 1Volfgang Kauser al respecto, resumido en la expresión más noble 1.1 fec1~1 J~¡ caitdal de !a hi~tor~f~cante y e.stéril.
"Bel/es Lettr-e.s",,La obra literaria se caracteriza por a}, "la capa· tarde o tempta~ ' . bandona lo insigm '
cidad especial ,'qtte tiene· el le-ngua/e literario· para , provocar una consercado. mientras ci
objetividad "sui genetis"," y b};por "¡¡l carácter estructurado del . 1957 tomo 111. p. 21!9·
conjunto, por el cual "lo pro1'ocado" se torna una unidad" (2). Es colombiana, :sogota, '
------
(3 )
. de la literatura
Ili~tona
13
'(2) Wolfgang···~ys~r~ 'Interpretacióri y· aná1:isis de la obra Utei'aria, Ma-
drid, 1954, p. 20' y ""· .,,, .

12
PRIMERA PARTE

LA LITERATURA COLONIAL

( 1550 - 1800)

A) EL SIGLO XVI

Cuando se escribe la primera obra literaria que pudiéramos


llan1ar colon1bíana en un sentido a1nplio, han transcurrido casi
cien afios desde el descubritniento de !\1nérica... --,.-·Cien años de con-
,::-~~

quista, de colonización, de fundación, de 'labor civilizadora~--,

l' a varias ciudades tienen más de cuatro décadas de existencia;


la organización administrativa ha adquirido cierta estabilidad; la
faz del Nuevo Reino de Granada se perfila, todavía con rasgos ni-
dos,lpiimHí\:'os,c

El choque_ y asimilación de dos mundos tan diferentes como


el etÍroí:>éo y el
indlgena han sido tan víolentos que, durante cien
aiíós no se podrá dejar de pensar y ]:iensar sobre ello; en vano se
buscará 'en la literatura americana (o sobre An1érica) de laépoca,
_un tema cliferente:los escritores, sin excepciones notables, se de-
dican a explotare! -grari tema. Y elfo, -inicialmente trae como
consecuencia un retroceso de la literatura ante la crónica. Es tan
intenso y apabullante lo que se presenta ante los ojos, que parecen
imítiles, innecesarios y hasta pálidos la invención literaria, la fan-
15
la~ía, el. sueüo. Tieneu que j)asar \··arios afios inás i)ara que el es- A colitinuación aparecen los cronistas del siglo XVJ o del XVII:
critor fJiense otra vez en la literatura; y entonces, esa literatura no Pedro de Aguado, Pedro Simón, Antonio de Zamora, Lucas Fer-
abandonará la crónica; la primera obra literaria, el poema de Cas- nández de Piedrahita ... El estudio que sociólogos e historiadores
t:}Hanos, será inicialrnentc una crÓHica pura queJ luego, por el vienen realizando sobre las obras de estos clérigos beneméritos
e¡emplo de La Araucana de Ercilla, transfonna su autor paciente- nos está señalando claramente cón10 el extraoidinario interés que
men:e en_ lo que él ~ree una epopeya. Y la segunda obra tampoco indudablemente tienen no se emplaza en una perspectiva litera-
s~ divorcia de la cronica: Juan Rodríguez Freyle pretende escribir ria. ~on historiógrafos. Sus obras pretende11 unas mejor otras peo_~)
1

Iustoria en El Carnero, treinta o cuarenta afios después de Caste- describir una realidad exterior a la obra misma. Compárense estas
llanos, casi a siglo y medio del descubrimiento. obras con las Elegías ele Castellanos; don Juan pretende crear nna
epopeya, un gigantesco cantar de gesta que e1nule con el poe1na
Así, pues, el descubrimiento y la conquista de América se nos de Ercilla; sus descripciones están delerrninadas por el quid he-
aparecen con10 un gran poen1a sin ¡)aeta. Desafortunada1nente no roicum, 1)0r el patetismo o el dran1atismo; las plagas que acosan,ª
vino de España, ni dio Amériea el genio que hubiera cantado esa los soldados de Quesada, por ejemplo, no son, en Castellanos, mas
gesta. En la obra de Castellanos, en la de los cronistas nos queda que un elemento dramatizador de la gesta heroica. Aguado gasta
un trasunto de lo qlre hubiera podido ser ese poemax nledia página en describir los nuches y la rnanera de extraerlos: su
intención es científica, n1ientras la de Castellanos es artística o li-
Se suele estudiar en las historias de la literatura a don Gonzalo teraria -no importa que el resultado sea mejor o 1:>eor.
Jirnénez de Quesada como primer autor. Por lo general, se nos
cuenta su carácter heroico -a través· qe una n1inuciosa biografía,
se nos dice que seguramente inspiró, a Cervantes el Qui¡ote y
que fundó la Atenas Suramericana en el año de 1588:'··
Además, se señala el hecho significativo de que nuestro Conquis-
tador ·por excelencia --el Cortés del Nuevo Reino de Granada-
fuera un letrado más que un mero guerrero y de aquí se deriva la
consecuencia de que las letras colombianas sean tan abundantes
Y excelentes, A continuación suele presentarse una lista de obras
(''Los ratos de Suesca'', "El Gran Cuaderno'', etc, etc,), de las que
no se ·c01.1serva más· que una: el llamado Anti¡ovio, en donde Que-
sada ,defiende a España de las acusaciones ele un obispo italiano
llamado Paulo Jovio:

. ·Parece evidente que no tiene Quesada méritos bastantes para


figurar en la historia de la literatura colombiana: su obrll conser-
vada no es ni· Siquiera <<sobre''· 1\1nérica; tan1poco es literatura; y
last, but non least, su calidad es muy dudosa. · ·

16
17
·¡
1 JUAN
DE
CASTELLANOS

Consideramos aquí a don Juan de . Castellanos ( 1522-1607),


como el primer autor de la literatura colombiana. Nació en Alanís
(Sevillá) y murió en Tunja. Desde niño llegó a América y su vida
fue la del aventu.rero: soldado, comerciante, pescador de perlas, ju-
gador, Bacristán y por último, Beneficiado de Tnnja, donde vivió
cuarenta años durante los cuales tradujo de la prosa original los
150.000 ende·casílabos de sus Elegías de varones ilustres. de Indias.

Inicialmente, pues, la obra de Castellanos nos presenta un do-·


ble aspecto: una base historiográfica y una intención.literaria.

fi;n cuanto a SU aspecto histórico, a pesar de Sil avanzada écJacJ


que le 'hacía flaquear la memoria repetidas veces, a pesar de su
credulidad ingenua ante relittos fantásticos, a pesar ele su menta-
lidad mítica y; lo más importante, a pesar ele su actitud literaria,
epopéyica, heroica, magnificadora, las Elegías poseen un gran va-
l?r con10 d_o_cun1_en_to_, . _considerablen1ente n1ayor que su vaio:r como
obra litéraria. ' .,.. .. .. . . . .. . -

1 19
1

1
(j:
las Elegitis el tema se impone al autor y a la obra: es ese irr;nenso
Todos los cronistas o historiadores posteriores, desde Aguado
mundo de Ja conquista lo que nos deslumbra; es la g~sta mas que
hasta Rodríguez Freyle, Fernández de Piedrahita y Zamora, han
la canción lo que entusiasma. El propio Castellanos tiene honesta
aprovechado directa o indirectamente de las Elegías. Y es notable
la importancia que les conceden los historiadores modernos, desde conciencia de ello:
el siglo XIX hasta hoy, como fuente histórica. Ello se explica si se Ni cantaré fingidos beneficios
tiene en cuenta que Castellanos presenció muchos ele los aconte- de Prometeo, hijo de Japeto,
cimientos que narra, o escuchó relatos de testigos presenciales, a fantaseando vanos edificios
los cuales refiere constantemente al lector. Además es la única con harta más estima que el efeto;
fuente organizada, la única visión cercana y clara de la conquis- como Jos que con grandes artificios
ta del Nuevo Reino y de la mayor parte del territorio del Caribe van supliendo las faltas del sujeto;
Suramericano. porque las grandes cosas que yo digo
su punto y su valor tienen consigo.
Literariamente, las Eleg'ws han sido objeto de encendidos elo-
gios y de acerbos ataques. Vergara y Vergara, el pr!Iller historia- Son ele tan alta lista las que cuento,
dor de nuestra literatura, llamó a Castellanos el "Homero ameri- con10 veréis en lo que recopilo,
cano"; la crítica moderna despreció su prosaísmo, su longitud, su que sus proezas son el ornament?,
ausencia de poesía. Sin embargo, me parece que•se está llevando y ellas mismas encumbran ~l .estilo,
a cabo una reconsideración de esta actitud en algunos sectores, sin más reparos ni encarecun1ento
como apunta J. M. Rivas Sacconi: "Seguramente está más cerca ele proceder sin mácula el hilo
de acertar Vergara y Vergara con su enh1siasmo, desorbitado, pero de la verdad ele cosas por mí vistas
comprensivo, que quienes han querido empequeñecer la obra .de• y las que recogí de coronistas (5).
Castellanos, reduciéndola al prolijo prosaísmo de muchos pasajes
y pretermitiendo la consideración de los innumerables motivos El gran pecado literario de Castellanos fue el .de hacer de un
-lengua, tema, sentido heroico de la Conquista, claridad de vi- acontecimiento tan apasionante como la conq~1sta de~ N~evo
sión, realismo, riqueza léxica, habilidad métrica, erudición, posi- Mundo una obra tan vulnerable como las Elegias. Indiscutible-
ción avanzada en literatura, veracidad, sinceridad, ironía ... - que mente, Castellanos no era Homero.
la enaltecen" (4).
Las Elegías comprenden cuatro partes:
Eu verdad, solo en muy contadas ocasiones encontramos poe- 10 Las navegaciones de Colón, la conquista de las islas anti-
sía en la monumental obra ele Castellanos. Sin negar las virtudes
llanas y las primeras entradas por el Orinoco.
enumeradas por Rivas Sacconi, es indudable que no se debe bus-
c::tr en ella principalmente calidades estéticas que, por otra paite, 20. Los sucesos de Venezuela y Santa M.arta.
no
.
dejan de aparecer en. algunos pasajes. Hay
- ·que decir que en . (S) Elegías de varones ilustres de Indias, Bogotá (Edición de la Presi-
dencia de Colombia), 1955, tomo I, p. 60.
(4) El latín en Colombia, Bogotá1 1949, p. 23, n. 55.
21
20
39 . La historia de Cartagena, Popayán y Antioquia. neral, del Nuevo Mundo, pues lo impide ese desequilibrio entre
lo general y lo individual. Las Elegías no son lo que llamaría W.
49 , Los sucesos de Tunja, Santafé y otras partes del Nuevo Kayser una epopeya ele "acontecimiento" como la Ilíada -a di-
Reino de Granada. ferencia de la epopeya de "personaje", cuyo representante sería
la Odisea-, sino una mezcla bastante indiscriminada de lo que
Gomo se ve, el verdadero protagonista de la obra es la Con- no es literatura con lo que sí lo es.
quista del Nuevo Mund 0.
Fallido el eje central de la obra, lo que queda por considerar
Las Elegías deben considerarse críticamente en la doble pers- con interés son aspectos parciales tales como los que Rivas Sacco-
pectiva anotada más atrás: como historiografía y como literatura. ni, Antonio Curcio Altamar o el propio Gómez Restrepo han se-
.Habría que definirlas como una obra histórica a la que se sobre- ñalado.
pone una intención literaria. La tópica protesta inicial de Cas-
tellanos es, en este caso, reveladora: Sin lugar a dudas, el pasaje literariamente mejor logrado de
las Elegías es la expedición de Jiménez de Quesada desde su sa-
Iré con pasos algo presurosos, lida de Santa Marta hasta la fundación de Bogotá (Parte II, Ele-
sin orla de poéticos cabellos gía IV, Cantos III y IV), que examinaremos aquí en sus aspectos
qne hacen versos dulces, sonorosos n1ás interesantes.
a los ejercitados en leellos;
pues con10 canto casos dolorosos, Castellanos emplea a través de varias estrofas una técnica acu-
cuales los padecieron muchos dellos mulativa que va creando un clima patético, verdadermente trági-
parecióme decir la verdad pura ' co, para desembocar en una estrofa de desenlace de hermosura
sin usar de fición ni compostura. extraordinaria -que ya Gómez Restrepo resaltó sagazmente pero
(p. 59). aislada del resto del pasaje, con lo cual se le resta dramatismo e
intensidad.
Y sucede que estos dos factores en vez de duplicar, dividen el'
valor del libro. El lastre del verismo, de la fidelidad histórica im- ~J~valor..del pasaje reside, a mi juicio, en los elementos de la
pide muchas veces el temple literario; y, al contrario, el espíritu realidad que están en.fonciónliteraria, dramatizadora, al lado de
exaltado e hímnico de la epopeya, la fantasía novelesca rebajan . aquéllos meramente históricos, Así la nahlraleza, las fieras, el cli:
el valor histórico. ma: ese mundo tropicaf bé!Hsimo y mortalmente hostil respland&
ce, e11 medio de versos sin valor 1nusical, de manera que recuerda
La estructura de la obra debe localizarse partiendo de esta a veces el temple de I~a vorágine.
·t;scisión: un gran marco general, histórico --la conquista- en el
que se desenvuelven los sucesos particulares de los hombres los Pero el valor de este pasaje no consiste principal y solamente
ejércitos, las ciudades, etc. Y no puede hablarse de una. giga~tes­ en la entrevista belleza de la naturaleza. Lo más importante es
ca epopeya colecctiva, cuyo héroe fi1ese cf Conquistador, en gec l.a habilidad literaria que exhibe Castellanos, dosificando, mane-
. 22 23
Et~r_:ido los elen1entos reales de rnanera dramática, acumulativa ·-a
su Yoluntad de hierro y su ambición, quedan patentes en sus pa-
pesar de que este proceso se ve interrumpido y estorbado frecuen-
labras,
tem-;nte por la prolijidad historiográfica. La lluvia, los aguaceros
tropicales, que van arreciándose, las fieras como peligro ]atente A medida que se acerca el final, mientras se aproximan al
co1no presencia incógnita, invisible, misteriosa, sobrecogedOra: ' punto de llegada, empezamos a notar cómo van desapareciendo
las dificultades anteriores: Castellanos prepara el desenlace. Pri-
1\cudió luego carnicera mano;
mero encuentran la preciosa sal, luego cesan las lluvias; el paisa-
la cual con uñas y con dientes duros
je se hace más plácido y menos hostil, encuentran seres humanos,
asió del miserable Juan Serrano ...
"humos, labranzas" y, lo 1nás importante, señales de oro en "cau-
Sus compañeros lo rescatan, dal innumerable". Y así llega el desenlace: los exploradores, locos
de alegría, corren a dar aviso a sus compañeros:
pero ele la manera que conejo
que suelta ele los dientes perro viejo. se pusieron al modo de salvajes,
Y, a la noche: vistiéndose de mantas coloradas,
cubiertas las cabezas con plumajes ...
n1as antes que la .aurora lun1bre diese y grítan, gritan con "voces altas y regocijadas":
llevólo sin que nadie lo sintiese.
. .. "iTierra buena, tierra buena!
(Tomo II, p. 463). Tierra que pone fin a nuestra pena.
Y la jungl~, fa maraña de árboles, los ríos, de agua negra ame- "Tierra de oro, tierra bastecida,
·nazante, los mlhos emboscados, los nublos del cielo ·1os caima- tierra para hacer perpetua casa,
nes, las serpientes. los mosquitos, el hambre (que ];s obliga no tierra con abundancia ·de comlda,
s~lo a co1:1er ~limaií:1s inmundas ("No queda lagartija ni ·Culebra, tierra de graneles pueblos, tierra rasa,
1lJ sapo 1ll raton que no se pruebe"), sino que los lleva al caniba- tierra donde se ve gente vestida,
lisrr~~), la falta de sal, por la que "andaban como tontos y beo- y a sus tiempos no sabe mal la brasa;
dos · ·., todo esto .se va acumulando .a través de._cincuenta, sesen- tierra de bendición, clara y serena,
ta estrofas, en medio de sucesos individuales, reflexiones del au- tierra que pone fin a nuestra pena!" (6)
tor, .exclamaciones patéticas ¡Jonderativas, y· de estorboso Prurito
versista también. · · La emocionada sencillez ele los epítetos, la exaltación, el vo-
cabulario sencillo, entrañable colocan estos versos entre los más
El pa.sajo halla su pt~nto climático en la protesta colectiva qne, hermosos con que se haya cantado a América.
por mocho de San Martm, es elevada a Quesada en forma de dis-
curso épico. Quesada responde, y en su respuesta hallamos una Otro de los aspectos de interés literario en las Elegías está
caracterización del 1\delantado: sus recursos oratorios, su ha-bili- constitnído por lo qne Curcio Altamar ha denominado "el ele-
dad ele leguleyo, su penetración sicológica y, por encima de todo
' (6) Ed. cit., tomo II, p. 483.
24
25
inento__i~ovelesco" (7). Castellanos nos 1)resenta todavía una A·mé- a la cual le pusieron :\.inazona
rica sumida a veces en las nieblas de la fantasía y el mito. Ello por inostrar gran valor en su persona.
~Q:rrespo.nde tanto a un mon1?.nt9 ,_histórico_ como -a .u.na iu"te11~ió~ De aquí sacó después sus invenciones
nliJifiGadora .de pura raiz literaria. Altamar recuerda, con fien- · el Capitán Francisco de Orellana,
ríquez Ureña, cómo el descubrimiento de América dio alas a la para llamalle río de Amazonas,
fantasía europea que comenzó una larga serie de visiones quimé~ por ver esa con dardos y 1nacana~
ricas: ''las misteriosas aventuras ele tesoros fabulosos, los· hom- sin otros fundamentos ni razones
bres descomunales, pigmeos o bicéfalos, las guerreras de la mi- para creer novela tan liviana . ..
tología griega, las fuentes de la juventud, el país de la canela con
sus árboles locos, el toisón dorado ... " En América se sitúa el pa- Ya hemos citado aquellos versos en que Castellanos desprecia
raíso terrenal, y las utopías renacentistas de Moro, Campanella la leyenda y la fantasía -la literatura- ante el valor de la reali-
y Bacon refieren velada o directamente a esa América apócrifa. dad -la historia. ("Ni cantaré fingidos beneficios ... ").

Este tono mitificante lo_)Ja.ll_anws enCasteHanos, si bien atero· Las Elegí.as son uno 111ás entre los innun1erables poemas épicos
pe11i.cro·-p0r·una int€11Ció~, verista: -Taffibf~~ -aquí se -echa de ver gue sobre el tema de las Indias se escribieron en los siglos XVI
Jaesc!sioll de la obra: fa realidad pene lastre a la fantasía litera- yXVII, de los cuales los más valiosos son indudablemente La arau-
ria que trata ele deformarla. Castellanos frecuentemente menciona cana de Ercilla y el Arauco domado de Pedro de Oña. Y estos
el carácter literario de la mitificación: poemas indianos no constituyen más que una parte de la gran
corriente épica española, renacentista y barroca -épica heroica,
una india ( ... ) en rútilo color purpúrea rosa; temas euro1)€os; épica de terna indiano, épica religiosa, novelesca,
ojos serenos 1 claros, rostro grave, ele tipo clásico, burlesca, etc.
con las demás facciones respcndiendo
a perfección ele cándida pintura Así, pues, hay que definir a Castellanos como un pceta rena-
cuales se suelen dar en los poemas centista, si bien en su estilo y en su visión del mundo 1nuestra ~~<=:- ·<~
a las hermosas ninfas y nayades ... mentas medievales. Pero ello no es extraño, ya que la caracterís-
tica del Renacimiento español -tan discutido, por otra parte-,
Y también con frecuencia repudia, en nombre de la realidad, consiste en no apartarse en muchos aspectos de la Edad Media.
la fantasía, como se ve en el siguiente ejemplo que, ~l igual que
el anterior, cita Altamar. Francisco de Orellana encuentra una A esta~ definiciones debe añadirse otra nota característica de
Castellanos. E. Anclerson Imbert advierte en la obra "un amor a
( ... ) india varonil que como perra fa tierra americana una actitud criolla y realista que merecen nues-
sus partes bravamente defendía, tra simpatía" (8). 'Y Henríqucz Ureña dice: "No solo pertenecen
al NuevO Mundo los sucesos que narra; su lenguaje mismo es un
(7) "El elemento novelesco en el Poema_ de Juan de Castellanos", Evolu-
ción de la novela en Colombia, Bogotá, 1957, pp. 14·32. (8) Historia .de la literatura hispanoamericaua, México, 1954, p. 40.

26 27
claro reflejo del espafiol que vino a hablarse en la zona del Cari- ( ... ) porlió conmigo muchas veces
be durante la última mitad del siglo XVI" (9). Claro está que el ser los metros antiguos castellanos
americanismo ele Castellanos, en su aspecto lingüístico principal- los propios y adaptados a su lengua,
1nente, solo constituye una nota accesoria con respecto a su cla- por ser hijos nascidos de su vientre,
sificación histórico-literaria. y estos advenedizos, adoptivos
de diferente madre y extranjera.
En cuanto a los elementos renacentistas en el poema ele Cas-
tellanos, es inenester señalar una nota específicamente literaria, Semejante argumento es destruído fácilmente por Castellanos:
"formal". Ya el título ele la obra posee un nítido sabor clásico:
"·y~~·_o1_1es ilustres"; aden1ás, está escrita en endecasílabos to_da ella. Mas no tuvo razón, pues que sabía
De otro lacio, J. M. Rivas Sacconi y María Rosa Licla han demos- haber versos ·latinos qüe son varios
trado la más que regular cultura clásica de Castellanos (10). . en la composición y cuantidades,
·y aunque con diferentes pies se mueven,
La posición ele Castellanos estaba finne y decididamente del son legítimos hijos de una madre
lado de los metros italianos en la polémica desatada en Espafia y en sus entrañas propias engendrados;
alrededor de 1530 entre innovadores italianizantes y tradicionalis- como lo son también ele nuestra lengua
tas castellanos. Enterándonos 'deLwll:'J!'P__que parecese.r. c_ró.gico (puesto que el uso dellos es moderno),
en América con respecto a Eúropa en materia HfBraria-, nÓs cuen- estos con que renuevo la memoria
ta que por Ja época de Jerónimo Lebrón (alrededor de 1542) destos soldados ínclitos que trajo
Jerónimo Lebrón ( ... ) . ·
...... con1posición italiana~
hurtada de los metros que se dicen (Tomo IV, p. 351).
endecasílabos entre latinos,
aún no corría ¡Jor aquestas partes .. . ; De este modo Castellanos revela tener una "posición avanzada
en literaturaH con respecto a sus contemporáneos en la Nueva Gra-
y que Jiménez de Quesada -quien en poesía mnestra ser un es- nada.
píritu tan medieval como en tantas otras cosas (ll )-,
Si son verdaderos los planteamientos anteriores, en el estilo
(9) Las corrientes literarias· en la América Hispánica., México, ·1954, p. 54. tendrán que reflejarse por fuerza. Creemos que, en efecto, el es-
(10) El latín en .Colombia, pp. 11 ss., y María Rosa Lid.a, "Huella de la trar tilo de ·castellanos
y·1a· . --.---- revela la escisión ele·la. ·-obra
1itei~atura:-- ----·- entre _ la, _ _ _ historia
-~ , ________.
dición grecolatina en el poema de Juan _de Castellanos", en Revista de Fi·
lología Hispánica, año VIII, ns. 1-2, enero-junio 1946. Lamento n9 tener
acceso en este momento al articulo de la Sra. Lida. Sigo la referencia de
Rivas Sacconi. gura histórica de Quesada, véase, p. ej., Indalecio Liévano Aguirre, Los
(11) Cfr. Rivas Sacconi, ob. cit., p. 21, n. 53: "Castellanos estuvo aún más grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia, Bogotá, s. a.,
compenetrado que Quesada con el espíritu del Renacimiento"; Para la ff. tomo. I, Cap. III.

28 29
Los reproches que la crítica ha dirigido tradi.cionahnente al el aconteCer real o histórico) si quere1nos a1)1-eciar el valor drarr1á-
poc1na del Beneficiado de Tunja son más que todo de tipo estilís- tico y épico del relato. Y, al rm·~s, para quien persiga el valor
lico, aunque casi todos ellos ¡)uran1ente impresionistas, sir1 que <locun1entali resultarán fastidiosas y cligresivas las estrofas que
se haya hecho, que separnos~ ni11gt'1n estudio estilístico serio. Por intentan hacer poética la narración.
ejemplo, A. Grímez Restrepo lamenta el "tono prosaico de la na-
rración'' y la inhabilidad inétrica de su autor: "su oído no logró Y otro tanto ocurre, por eje1111Jlo, con las referencias de tipo
percibir perfectamente el ritmo del enclecasílabó, por lo cual, aun initológico, que n6 pasan de ser un recurso retórico, nn "ornato"
~n sus n1ejores trozos, hay versos mal acentuados y muchos que pegadizo Y sin más sentido que el de reflejar la voluntaria inten-
son simplemente renglones inam1Ónicos ele once sílabas" (12) J. ción literaria del autor, siempre en pugna con el desarrollo que
J. 1\rro1n se pronuncia en el 1nisn10 sentido:. "D._edicó su larga ve- da a la narración. Tópicai11ente, el a1nanecer o el atardecer suelen
jez a J)Oner en verso la crónica) que, pese a la rima y la medida, si~ presentarse por medio de referencias mitológicas que nada tie-
·guió siendo prosa" ( 13). Y Rafael 1'Iaya dice: "Como obra literaria nen que ver con lo que sigue:
son las Flegías creación pesadísima y farragosa, plagada de pro-
Pues cuando con justo 1novimiento
saísmos y de muy difícil lectura a causa de haber ingerido en ella
venía por sus cursos el Aurora,
el autor, sin discrin1inación alguna, expresiones americanas típi-
y lenía Titán el aposento
cas con vocablos de estirpe clásica, y cleJ1aheLre'll!.elJQJQ popu.-
octavo de los doce donde mora ...
lm:.y_)o_SJJblime, a veces en el espacio de una sola octava, lo que
ofrece un curioso caso de hibridismo literario de que no hay ejem- Pues como luz de Febo ya hacía
plo en libro alguno" (14). absencia natural de luz humana
y por medidos cursos se venía
(~01110 se ve, todos estos reproches apuntan a la 1nencionada es- la menos clara lumbre ele Diana,
cisión: por una parte, prosaísmo, inhabilidad métrica, vocablos cada cual a su nao revolvía
a1nericanos, popularismo, frente a abundancia de versos, vocablos hasta ver resplandor de la mañana
clásicos, sublimidad, etc. La raíz. historiográfica perjudica el. as- donde Colón estuvo vigilante ...
pecto literario, el cual, a sn vez, impide que las Elegías sean una
~bra histórica ele gran valor. .Sin embargo, si a la obra de Castellanos se .llega no a buscar
calidades estéticas, aspectos puran1ente literarios, sino con ánirno
Así,. por. ejemplo, en el episodio ele la expedición de Quesada, de disfrutar de ·goces ~·nenoies,: de notas· parciales, secundarias en
nos vemos ·en la necesidad ele pasar por alto multitud ele estro- h··ohta de arte,_ podrá encontrarse u11 indudable interés 110 exento
fas explicativas, detallistas, que tratan ele presentamos fielmente a veces de emoción, que nos obliga a estimar al abundante y sim-
pático autor andaluz. · , · ·

(12) Ob. cit., tomo !, p. 59. A V!lces se encuentran versos aislados y a veces estrofas ente-
(13) Esquema generacional dé las letras his11anoamericanas, Bogotá, 1963, ras -como la ya citada de la exclamación de los expedicionarios
p. 35. .
de Quesada-- de indudable calidad. Gómez Restrepo, por ejemplo,
(14) Estampas de ayer y retratos de hoy, Bogotá, 1958, p. 15. cita ¡ilgimos hermosos versos:

30 31
Al occidente van encaminadas racterísti'ca del Poema del Cid. Véanse dos estrofas en las que el
las naves inventoras de regiones . .. clérigo hispano-tunjano maneja con habilidad el recurso:

También, en su llaneza y sencillez, conmueve el epitafio de Veréis llenos caminos y calzadas


Agustín Delgado: de hombres naturales y novicios,
veréis en 1nuchas calles señaladas
Epitafio se puso doloroso, usarse diferentes ejercicios,
las letras dél en la corteza dura veréis levantar casas torreadas,
e yo vi que decían sus renglon~s veréis crecer los altos edificios
estas mismas palabras y razones: veréis có1no la isla se hacía
principio desta nue\'a monarquía.
Aquí yace sepultado
el buen Agustín Delgado. Ansí do cualquiera dellos se convierte
hay rodeo de gentes inhumanas,
A veces salta la comparación gráfica y efectiva; a veces rasgos hay lazos, hay camino de la muerte,
humorísticos, como el siguiente: un tigre asalta a Juan de Oña: hay dardos, arcos, flechas y macanas,
hay herida mortal, hay golpe fuerte,
La fiera crudelísima, tragona, · hay para todo mal crueles males,
no pudo deshacer el mortal vaso, hay heridos aquí, y allí caídos,
mas dejó maltratada sn persona aquí lamentación y allí gemidos.
por se querer mostrar en este caso
barbero que lo hizo de corona En general se podría decir que el estilo de Castellanos consis-
dejándole no más el casco raso, te en un lenguaje sencillo, cotidiano, hasta vulgar, de_in.tención_
pues la !resquila fue con tan mal celo _pl.ll'.amenl:e...narrafü'a, al que se sobreponen, la mayoría de las ve-
que no pudo jamás cnbrilla pelo. ces postizamente, eletnentos retóricos, "orla de poéticos cabello~"·
Así, las referencias mitológi-cas, ciertas comparaciones épicas, cul-
O estos extraños y divertidos versos: tismos, etc. Podría decirse que existe eri la obra de Castellanos una
especie de ifiadecuación e:Utre "forma" y "fündo'\ que la hace
La furia destas furias más se ceba ver como un rústico metido en traje dominguero.
sin que dejen mamante ni piante ...

No sobra, para terminar, señalar algunos rasgos estilísticos na-


rrativo~ ?e clara ascendencia medieval, que dan cierto tono viejo,
J11.1:12:'._V1e¡o, al poema renacentista de Castellanos. Citemos a:quí
()Omo ejemplo la llamada reiteración enumerativa, fórmula tan ca-

32 33
8) EL SIGLO XVII

Al siglo XVII le conviene más propiamente que otros el ape-


lativo de colonial. Ya .la conquista es recuerdo; el espíritu· aventu-
rero, la inestabilidad, la fiebre dél oro, el sometimiento de indios,
la fundación, han ido desapareciendo. La vida se aposa, se asien-
ta. La lentitud y el sedentarismo, la monotonía, el aislamiento dan
el tono del acontecer diario.

Como es sabido, en este período se hace más pronunciada la


decadencia del imperio español. Son malos tiempos para España
y, claro, malos también para sus colonias. E;n lo político, en lo
social,. en lo económico, soplan. aires malos y la pendiente que lle-
vará a fa báncarrota final se hace en este siglo más definid,,. Sin
·~mbargo, nos encontramos eón un fenómeno extraordinariamente
Ínteresánte: fa literatura de este siglo de decadencia material es, ~~
~ín !u ar a dÚdas; la de mas alta calidad que haya prodllcidonun- •
ca la 'bulturá es '

Si bien la América española coincide en los factores de deca-


c1enc.ia 1Íist6riéa éon España, no se produce un florecimiento lite-
rario que pueda compararse al peninsular. Las letras hispanoame- cribe así el régimen colonial: "El gobierno del Virreynato era la
ricanas del siglo XVII no son más que'LmitaciÓJ} -buena o mala- representación o encarnación de todo un sistema político, que po~
de las españolas, pero sin alcanzar nunca ni su valor ni su abun- día condensarse en estas ideas cardinales: exclusión absoluta ele los
dancia, oriol!os, ele intervención en el gobierno; concentración completa
de·la autoridad pública, confonne a la lógica del despotismo; ré-
Es menester trazar un breve marco histórico. La hostilidad de gimen .feudal respecto de la propiedad raíz y ele las muchedum-
las naciones colonialistas europeas, especialmente Inglaterra, Fran- bres, mantenido por -medio ele los mayorazgos, los restos de las en-
cia y Holanda, hace que España pierda entre 1625 y 1646 a Gua- cbmiendas, las 1hanos muertas, los conventos, la esclavitud y los
dalupe, Cayena, Martinica, Curazao, las Bahamas. . . (15). resguardos ele indígenas; íntima·. alianza del Estado y la Iglesia
con absoluta prohibición ele otros cultos distintos del católico; clan'
l:.':. EQlilliJ!...WU!PA.Qlu@.. Ell?.rnsión ..en )Q m~te~ial .Y )o_ <'lsPlritll'!L sura comercial respecto a las producciones no españolas, con el
-<l§J.'.>'lCialrn."n.te .en lo -religioso- ej<ercJda_§.Q.\>.!e Ja.s....colonias, 9ri: consiguiente monopolio del comercio; y la prohibición de produ-
~l1ª. claras,co~.5",Cll~!lci~s eg__l,.Jite~a~\!rn •. que. es lo..qn<J. 1'ri11_c_ip.'1!:. cir .en el Virreynato aquellos frutos qile pudieran competir con los .
ment~- ~g~:_,-~~~,_I?~~:~sa. -· españoles; régimen de administraci<Ín de justicia basado en el moc ·,
nópolio ele las· profesiones· forenses, en el secreto de los procedí- ~
Debe tenerse en cuenta hechos que por lo general no se men- mientas, en el carácter político del poder judicial y en una exce- i
cionan en las historias de JaJ!terntllfii.·En todos los órdeíléS-de-la si.va y formidable severidad ele penas ( ... ) ; y en fin, secuestración
~ vida, el signoque rige.Tas relaciones entre la metrópoli y las co- ,1 intelectual de los pueblos, mediante un sistema de instrucción mo-
1\ lanías es la explotación, la discriminación "racial" .-por .decirlo nacal, o muy limitada ·o calculada ele cierto, y·la prohibición- de Ji..
, así-, el sentimiento de superioridad, la posesión .absoluta, el des- bros y periódicos que no tuvieran el pase ele la autoridad" (16).
precio; es el colonialismo con sus defectos y virtudes, su injusticia
Naturalmente, todo ello irúluye de manera decisiva en la crea-
radical, sus conveniencias relativas.
ción literaria. Como dice J. J. Arrom: "La suma de estos factores
crea un ambiente de represiones e inhibiciones que influyen deci-
.España prohibe la industria en sus colonias para evitar la com-
sivamente en lo que escriben los hombres de esta y las próximas
petencia; España extrae las riquezas, naturales sin que la retribu-
generaciones barrocas. Hay en sus obras un silencioso rechazo
ción sea, ni mucho menos, proporcionada; España favorece la .crea-
de la sociedad en que vfven ( ... ) . Se dedican entonces a un arte
ción ele un sistema feudal que aún hoy es fnente de tantos males;
superficial y adulatorio, de acrósticos, versos retrógrados, y toda
España excluye a los criollos del. gobierno y sin tener en imenta laya de malabarismos insustanciales. En ellos la forma deviene fór-
méritos o servicios, rebaja y ·humilla a quienes no habían nacido mula" (17).
en la Península, .dándoles por gobernantes a .individuos supuesta-
mente superiores racial. y culturalmente. España censura, mutila _Sin embargo, también es cierto que en este siglo viven y crean
0 prohibe las obras de los escritores, tanto en la metrópoli como algunos de los poetas más importantes ele las letras hispanoame-
en las colonias, España ... El historiador José María Samper des-
(16) Citado por L. E. Nie.to Arteta, Econonúa y cultura en la Wstoria de
Colombia, Bogotá, 1942, pp. 19·20.
c1sl v. J. J. Arrom, Ob. cit., p. 63. (17) Ob, cit., p. 64.

36 87
ricanas: Sor Juana Inés de la Cruz, Hemando Domínguez Camar-
go, por ejemplo.

Pero tampoco las obras de estos poetas notables se libran de


lo que creemos las(clos características fundamentales de la litera-
tura del seiscientos americano: cierto sentimiento de inferioridad JUAN
ante Europa -en este caso España-, y, como consécuenCia, la RODRIGUEZ
imitación ~_el}'il ele las corrientes literarias del barroco español)
'f)()SCafaclerísticas que, dicho sea de paso, no es difícil encontrar FREYLE"
en casi todas las épocas ele la literatura americana.

Así, pues, ~~l hallar en las obras ele los_ <lscrit()~."!Í~


nos de este siglo nada que püUieraconsiéíeral'S!'_<?!Ígi!rnLY-_genui-
~amenl!UJm;rl2'Í!10 _fo,_í!f5Í_i~~~sp¡¡ñ()f;~c.oñgoristas, quevediáiloS,
Cafd~ronianos e, incluso, ya en la primera mitad del siglo XVIII,
con retraso significativo, una escritora mística a lo Santa Teresa.
En Ja literatura colombiana hay que llegar hasta El carnero de Los pormenores biográficos de Rodríguez Freyle (1566-1638)
Juan Rodríguez Freyle para encontrar una obra _que no puede ser fueron resumidos por él mismo en su obra: " ( ... ) nací en esta
explicada en lo fundamental teniendo en cuenta sola o principal- ciudad de Santafé, y al tiempo que escribo esto me hallo en edad
mente la pauta española. de setenta años, que los cumplo la noche que estoy escribiendo
este capítulo, y que son los 25 ele abril y día del señor San Marcos,
del dicho año ele 1636. Mis padres fueron de los primeros conquis-
tadores y pobladores ele este Nuevo Reino ( ... ).
"Yo en mi mocedad, pasé ele este reino a los ele Castilla, a. don-
de estuve seis años. Volví a él y he recorrido mucha parte de él
( .•. )"(18).
Citamos estas últimas frases pues se puede apreciar en ellas
con gran claridad el rotundo cambio hist6rico de la Conquista a
* Ya en prensa estas paginas tengo oportunidad de examinar el excelente
trabajo de Alessandro Martinengo, "La· cultura literaria de Juan Rodrí·
guez Freyle", BICC, XIX, 2, 1964, pp. 274 y ss., cuyos certeros plantea-
mientos me obligarían a revisar ciertas afirmaciones mías. Desafortuna·
<lamente, tal revisión debe-.esperar. .
(18) El carn~ro, ed. de J. 114. Henao, Bogotá, 1935, p. 27.

38 39
la Colonia: mi~ntras Quesada, por ejemplo, emprendía su via¡e Los primeros capítulos casi no difieren, en su designio y en su
aventt;rero hacia las Indias, Rodríguez lo hace. . . hacia España. diseño, de los de otras crónicas como las de Aguado o Simón. Los
Para el, es en la Corle donde se halla la aventura que Quesada capítulos I a VII constituyen lo que hemos llamado crónica "gene-
encontraba en las selvas del Magdalena. ral". El autor delimita claramente su materia: "quise, lo mejor
que se pudiere, dar noticia de la conquista de este Nuevo Reino,
Aparte de estos pocos datos no se sabe mucho acerca del au- y lo sucedido en él desde que sus pobladores y primeros conquis-
tor de El carne,.o. tadores lo poblaron, hasta la hora presente ( ... ) " (p. 21). Pero,
añade, "para cuya claridad y más entera noticia de lo pasado, se-
Existen sobre fE:.E.'f!!!.e@.• dos opiniones encontradas: para al- rá necesario tomar origen de la ciudad de Santa Marta, cabeza
gunos es una obra literaria; para otros es exclusivamente una cró- que fue de este gobierno, y de donde salieron los capitanes y sol-
nica cu70 valor depende de su exactitud histórica (17a). Aquí cree- dados que lo conquistaron ( ... ) ".
mos mas aceptable la tesis de que eA' El carnero se cruzaJ. enlaza
un factor puramente historiográH(!<) con oti:_~ nov~lís_t!~, ! Rodríguez toma "de un poco atrás la corrida" a la manera de
los cronistas anteriores. A poco de comenzar nos revela sus fuen-
La ?bra puede dividirse en dos partes: una crónica general y tes y estímulos: "( ... ) hubo muy reñidos reencuentros y costa-
una cronica provinciana. Esta diviS'iOii. ya··está·insinuada en el tí- ron muchas vidas sus conquistas, como lo cuenta el reverendo
tulo, que comienza: Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino Fray Pedro Simón en sus noticias historiales, y el Padre Juan de
de Gr~ru:da · · ·, pero después de varios renglones -€! título ocupa Castellanos en sus elegías y escritos, a donde el curioso lector lo
una pagma entera-, se encuentran las siguientes palabras: ( ... ) podrá ver" (p. 22).
con algunos casos sucedidos en este reino, que van en la historia
para ejemplo, Y no pa1'a imitarlos por el daño de la conciencia. Narración ceñida a lasfll~Iltes -)Qs. cr_onistas, Simón, Ca_!!t<i-
" UarÍos-,en ;,n prlncipÍ~: pronto la obra de Freyle comienza ¡;:--
Y en verdad, en el contenido, como decía encontramos una 'ilefardeslizar rasgos, qÍ!e, acumulándose y ampliándose, no~ dejan
crónica histórica de t!po general y .una de ca;ácter provinciano, entrever 10 característico de su estilo: en ese cursus narrativo, ,de
local. inicial J>;etensión historiográfica objetiva, comienzan de pronto a
aparecer observ,aciones personales, intromisiones subjetivas, quie-
07a) P~ra otros, como D. Baldomero Sanín Cano, el mérito del libro "es· bres anecdóticos, etc. La descripéión de las instituciones políticas
triba, por lo. que hace a la historia, en que el autor narra suc~sos de ·
que fue testigo presencial o de los cuales tuvo conocimiento por su yadillinlstratlvas de los indios se ve interrumpida súbitamente
t~ ª~~.con homb:es de la época"( ... ). y en cuanto_a·su valor litera,..
1
por lo siguiente: "Paréceme que algún curioso me apunta con el
r:o. No ~s escritor Rodríguez Freyle o Fresle; como se dijo por algún dedo y me pregunta qne de dónde snpe <islas antigüedades, pues
tiempo, digno de ser ofrecido como sano modelo a principiantes o a
ª.lumnos de retórica de los primeros años. Los aficionados a la histo~ tengo dicho que entre estos naturales no hubo quien escribiese;
na_ ~e.ben tomarlo con muchas reservas y aplicar a Sus narraciones ni cronistas. Respondo presto por no me detener en esto, que naci
an~hs1s muy rigurosos". Letras éolombiai:tas; México, 1944, p. 30. Es en esta ciudad de Santafe ( ... ) ". Y añade más abajo: "( ... ) en-
cunas?, . se podría comentar, que el crítico citadO recomiende en
esta ultima frase precisamente 10~ que él mismo nunca hizo tratán- tre Jos muchos amigos que tuve fne uno don Juan, Cacique Y se-
dose de literatura.. · ño,r de Guatavita, sobrino de aquel que hallaron los conquistado-

40 41
't!1.r?i'~iiiiiP,iZ<~
; ;,,:;¡

res en la silla al tien1po que conquistaron este Reino; el cual su- cortó al Reino las piernas y lo dejó destroncado, porque esta sub-
cedió luego a su tío y me contó estas antigüedades- y las·· siguien~ venida había crecido y crecía la riqueza ele aquesta tierra, y luego
tes". ~-~~ fuentes escritas, tradicionales, los viejos cronistas van que la con1enzó a gobernar coinenzó a descaecer, que nunca 1nás
siendo desplazados por la informaci6n oral que' muchas veces no ha levantado cabeza. Ya veo que me pregunta el curioso: dqué
Cs n1áS quC comadreo _provinciano-. útil tenía este Reino de esas fundiciones? Respondo: que todos los
que venían a fundir el oro, quitando mercaderes, dejaban aquí el
~rrir__de[_Gi~ítu_!Q_}IJ_Lgsta ~al, localista y. PEO· tercio, mitad y todo, porque lo llevaban empleado en los géneros
Ü!lC.Í-ª!I~_lia_c~_. ;11~. -~~~!ldª.)1.~!'.I. sostenida: ~al de esta tierra, de que carecían aquellos reales, porque allá lavaban
_ -~ a una cromca a11ec"dot1G<!._Jlli@r¡e,ña. Sm embargo, Freyle el oro y lo secaban, y no hallaban los géneros necesarios que de
.. no abandona su prurito historiográfico general en toda. la obra: acá llevaban, por donde se podían ver el útil y provechos que es-
"Diré lo que vide y lo que oí" (p. 163); "La raz6n me dice que te Reino tenía y lo que se le quitó, que ya lo tengo dicho" (pági-
no me meta en vidas ajenas; la verdad me dice qlle diga la ver- na 165 s.).
- dad" (p. 100). Aseveraciones como estas aparecen en muchos ca-
pítulos. A ello debe ag~egase los catálogos de funcionarios, obis- Pero como decíamos se debe definir El carnero como un caso c1r·
pos, etc., la remisión a d umentos, las descripciones etnográficas ele Jiiva~iÓn ele element~s noveÍÍstfoos e_r.uip.a tlb<l_l,aÍlulJULblS.!orioc,,
y geográficas, la fochac'on, etc., que demuestran una clara actitud ji,áfip¿i: tllcfüsó enla-riárraci6ñ'de acontecimientos históricos ale-
de historiador. jados del autor en el tiempo, aparece frecuentemente un tono ~o­
velístico que anima y vivifica toda la obra. Estos_tilellle!ltos ]JO_clna-
A este respecto es importante señalar en El Carnero ciertos ras- mos sintetizarlos en lo_ sigui.,nte: _(')ll _l)rim<lr tém1ino, desde el pun-
,:' gas que pe1miten apreciar en su autor un espíritu' Clentífico, ra- tode-vlStaCíeiatéc;J'icá;la u tilizaciQJL.de.rec.ursJlS .. narrntiYos ..dis-
.zonador, de historiador preocupado por las causas de los aconte-
cimientos. Es ejemplar, por ejemplo, la explicaci6n de fas difi-
tintos dela mera~corrientehi$toriogratica, .. .Y. lo qi1e resulta a
iille~tro-_ parecer rñ_ás -iffi~_riailt~-~-)~ ___ P:t:.~~~~-~l~---1~-- ~_J]__·-~~!~~_r, d~ llna
cultades de la economía colonial, contenida en el Capítulo XVII:
~!~~náli<§l=~etrÍís Cié la obra:
"[Don Antonio González, presidente de la ReaIAudiencia J enta-
bló el derecho real de la alcabala, perteneciente a su Majestad· Constantemente Rodríguez Freyle tiene presente lo que podría -,
y más adelante, pareciéndole que convenía ·para fomentar. los rea'. n.;;;filse el"liüo" de_ la narración. Ahora bien, este hilo de la nii-
les de las minas de plata que se iban descubriendo" mand6 que rracfóil- no está
orierífado solamente por la concatenación de los
estos naturales no tratasen ni contratasen con los teJuelos de oro ...-hechos, a la manera de la crónica. E;xiste en el sa!ltafereño una
por marcar de su antigua contratación, como si esto estorbase que preocupación distinta,• que refiere directamente al lector;1.si el re-
no se sacara la plata; lo cual fue quitarle al. Reino los brazos y qui: -!~tó -~s. pesádo, Si Il? ,,so~-- claras las consecuencias, si se está exage-
tarle a su Majestad los quintos que le habían .de vellir dé aquell~ rando- la· atención.concedida a un tema con exclusión ele otros,
moneda, que no fu~ el menor daño para la real hacienda como etc. -------
Esta es una -preocupación
-
típica
.
del ------,.;,;..,,
creador literario,____.... - .J
se puede ver por los libros reales de aquel tiempÚ. . · . ' . .
En los primeros capítulos puede apreciarse una ciert.a técnica .
"Lo tercero que hizo fue quitar'de esta real caja !as fundicio" confiapunHstlca: dos temas, alternativamente, ocupan la pluma de
nes que acudían a ella de mllchos reales de minas, con lo cual _!lodrí~.ti~'f'rtlI~'~_l)va11~ede los conquistadores, por un lado;

42
los indios que habitan la altiplanicie sabanera, por otro. El pri- .. Con a·ran habilidad de escritor, Freyle logra crear u.n ambiente
mer cápítulo trata de la salida de los conquistadores desde Santa dramátic~ ~n lo que sigue..La aparición de los españoles es 11a-
Marta; el segundo, sobre el cacique Guatavita y la forma de go- ií'áda cJesde la perspectiva indígena: los hilos se van anudando,
bierno de los indios, "el orden y estilo que tenían de nombrar ca· ·pero sin dejar su independencia mutua, y así, la llegada ele los con-
ciques y reyes". Pero al final de este segundo capítulo surge la quistadores no es más que un nuevo acontecimiento en la guerra
preocupación por el hilo de la narración. Ahora bien, la manera de los indígenas: "( ... ) aquí le llegó su escuadrón volante y co-
de expresarla parece puramente novelesca, con propósito de crear rredores con dos mensajeros del Ramiriquí, en que por ellos avi-
un jnterés casi dramático, un "suspense", dijéramos: " ( ... ) y con saba al Guatavita cómo tenía aviso que por la parte ele Vélez ha-
esto vamos a las ~uerras civiles de este Reino, que había entre sus bían entrado unas géntes nunca vistas ni conocidas que tenían mu-
naturales, Y de donde se originaron, lo cual diré con la brevedad chos pelos en la cara, y que algunos de ellos venían encima de
posible porque me dan vo;es los conquistadores de él, eh ver que unos animales muy graneles, que sabían hablar Y daban grandes
]os deje en las lomas de Velez guiados por el indio que llevaba Jos voces ( .. : )" (p. 37). ·
dos panes de sal, a donde podrán descansar un poco mientras
cuento la guerra que hubo entre Guatavita y Bogotá ( ... ) "ü>. 29) .Pero· más adelante se destmye la ilusión- novelística y retorna-
' '
mos· al criterio del narrador personal: . esos seres extraños son
: En el terc.~r ca~ítulo "se cuenta la guerra entre Bogotá y Gua- .,(nuestros españoles": "Bogotá con todo su campo salió a los lla~
tavita", yalhnal dice: "Volvióse el cacique de Bogotá a su pueblo nos de Nemocón ( ... ) . A donde le dejaremos por ahora con los
y casa con esta victoria ganada a tan pocá costa, a' donde Je de- capitanes españoles que también me esperan; pero descansen los
jaremos ?ºr volver a tratar del cac!que Gu,tavit':: y de lo que hizo unos y los otros, que bien lo han menester, mientras trato .de los
en su retirada, que a todo esto coma y paso el ano de 1537 cuando ritos y ceremonias ( ... )" (p. 37).
nuestros españoles pasaban los trabajos del Río grand~ de la
Magdalena, hasta que llegaron a las lomas de Opón· de Vélez don- B La ubicuidad sicológica, que unas veces nos presenta a los es-
de los dejé, que corría el año ele 1538" (p. 32). · ' pañoles desde la perspectiva indígena, otras desde la "real''. del
narrador; el sentimiento de ser dueño absoluto ele las acc10nes
.Los hec~os cobran vida e~ ?l relato; .~oclrfg~ez F~eyle maneja de· los personajes, poniéndolos a descansar o a actuar a voluntad,
]os pe~ona¡es Y. los acontec1m1entos como lo ·haría un novelista todo ello nos está señalancl9.Jn<i.quív1:>Q.1imente. una actitud .:'le crea-
d<Uº época. cl¿r-ffie-C;;-rio -una--voTuntacl de creación completan1éñfe extraña a
fa cr6n!Ci:i ~~ntempotánea, que pretende· conservarse dentro ele lí-
En el Capítulo IV prosigue la narración ele .las guerras .indí, mites· trazados por la objetividad, por la realidad, en cuantó a
aenas, .pero aparece también la preocupación por el hilo narra- la intención o actitud del autor se refiere -,-que esa "realidad"
tivo general: "Ponga· aquí el dedo el· lector y f'Spéreme adelante, sea 0 no la realidad ele verdad poco importa en este momento. 1
porque quiero ~~abar esta guerra" (p. 34).fLa conciencia del na-
rrador, su domm10 sobre la materia, su criterio de selección; per- Otro de los rasgos novelísticos de El carnero es lo que hemos
sonal y hasta arbitrario si· se quiere, nos señalan también n.na'..ac- llan1ado el prurito d(l,...ªl11.e11icl.'!fl· Con bastante frecuencia. Fre~le -
titud esencialmente literaria.' .. · . . . .. .. . ., , , insiste en'"sii'"¡)reocupación de que el lector no pierda el mteres,

44 45
de que la .narrac1on tenga atractivos, de que no sea n1onótona o Pero es menester dejar en .claro, que en nuestra opinión) estos
pesada. ·~~! __;~--- ?l º!!~~1_1 d!recto de las anécdotas, casos, cuentos, rasgos novelísticos so_n importantes en Rodríguez Freyle más que
Q_l9,,_;it1?_ salpican toda la obr~ y que tal vez constituyen su aspec- todo porque su obra no es lo que pudiéramos llamar una novela.
lo 1nas interesante y entretenido. ¡\_ cada 1nomento, el autor intro- Repetimos que.el estilo _de El Camero se nos aparece como un hí-
duce alguna de estas anécdotas, aprovechando pausas que él mis- brido como un_ cmce entre la crónica y la novela, cruce que por
mo dosifi_ca hábilmente. U1~ ejemplo: "En ínterin que llega el pri- ser n:ástipificado y menos-preteí1cioso-r€sulta menos interesante
mer, pres1~ente de e~te _Remo, q;riero coger dos flores del jardín en la literatura coshrmbrista posterior.
de Santafo de Bogola, Nuevo Remo de Granada; y sea la primera
El conocido relato del Capítulo XIII, "en que se cuenta lo su-
lo s~sedido al señor Obispo don Fray Juan de los Barrios ( ... )"
(p. 10).
cedido al doctor Andi·és Cortés de Mesa" (p. 105 y ss.), ofrece
posibilidad~s ele ilustración ele las anteriores ideas.
Pero Rodríguez nunca pierde la conciencia de narrador: ¿y si . La narración se apega al curso de los hechos, "objetivamente":
el anecdotismo distrae la atención del lector, si el lector no com- ·es un relato que hoy podría llamarse re¡,!i~ta,_I'E6.sent<i~i".o2 es_"11et9,,__ ·
prende la función de la anécdota? "Paréceme que ha de haber sin comentarios del autor, sinqtie--caparezca ante el lector nada clis- .•
muchos que digan: ¿Qué tiene que ver la conquista del Nuevo tiüTO-~·aer·-;-CQlite-cer.··e~tBl·Iio,- visible; no penetramos en el ·interior;\;
Rein_o, costun;bres y ritos de sus naturales, con los lugares ele la de los personajes, solo los vemos actuar. Pero lo que llamaríamos:;
Escritura y 1estamento viejo y otras historias antiguas? Curioso la "selección del material", y, no menos importante,~ .._
lecto.r, respondo: que esta doncella es huérfana, y aunque hermosa trazan por sí solos loscarac~ __Q§.1º.LJ;lilrsona~. Así, Cortés de _ ,
y cu1~ada de todos, y porque es llegado el día de sus bodas y des- 'Mesa~ por-ejemplo, ·va mostrando su ruindad moral cuando se en-
posonos, para componerla es menester pedir ropas y joyas presta- tera ele que Escobedo, -sobrino del secretario que tenía el proceso
da;, par~ que salga a vistas; y de los mejores jardines coger las que se-seguía a Cortés, pretende a su esposa y le dice a esta: "Qui-
mas graCJosas flores para la mesa ele sus convidados ( ... ) " (p. 40). zá será -este el camino por donde tengan mejorías mis negocios.
Alma mía, mirando por vuestra honra y por la mía, dadle cuantos
- - Esa preocupación por la an1enidacl, por la variación y por la favores pudiéreis y mirad si le podéis coger mi proceso, que lo
s ~tn1ctura ~aose trasluce en unas frases que, al mismo tiem~ han traído a la vis.ita".
po, son la mejor ilustración del temperan1ento esencialmente Jite-
Más adelante, Cortés muestra otra faceta ele su carácter: la
rari~ de Rodrí~1ez Frey!~: "Eva, deseosa de ver el paraíso tan
crueldad. Al asesinar a cie. los Ríos, "le ;acaton el corazón, le cor-
dele1t~so, apartose ele Adan y fuese paseando por él; y iqué de
taron las narices y -las orejas y los miembros genitales, Y todo esto
1nater1as se me ofrecen. en este paseo!, pero quédese- ahora que no
les faltará lugar" (p. 39). echaron en un pañuelo'~. ·
Además, es estúpido. Al ser sacado ele su casa, preso, declara
Po;Iríamos decir que el momento en que se siente la garra al secretario: "S<;cretario, dadme por fe y testimonio cómo este
narrativa del autor ele El carnero es aquel que marca la fi-ontera cled~ no me lo mordió el muerto, sino que saliendo de este apo-
entre la historia y la ficción, entre la crónica objetivista y la crea- sento me lo cogió- la puerta". A lo que responde el fiscah "No le
ción literaria, novelística. pregunta1nos a vuesamerced, señor doctor, tanto como eso ( ... ) ".

46 47
Sobre el cadalso Cortés confiesa, por último, haber sido el Tal vez la nota más abundante en la obra sea la condena, des-
autor de unos libelos por los que se había ahorcado a un inocente. de iiñ·--severO p~ntO ·ae vi_St_~ JllÜ~al r:~fSt~~Il_(), _de io~ _ac:o~_~_ec~íen­
. tos que narra. Además, la abundancia de incisos, ejemplos y ser-
Freyle escoge, de los múltiples detalles del suceso, aquellos que mones moralizantes; citas bíblicas, explicaciones teológicas y filo-
pueden dotar a la narración de un interés más que historiográfico sóficas, oraciones, etc., muestran cómo el elemento central del li-
humano) personal, dramático. ' bro es el problema moral.

~n nuestra op.inión, uno de los rasgos más salientes de El car- Analizaremos aquí brevemente dos aspectos de esta mora]: la
nero está constituido por la actitud personal det autar, tal como actitud ante el indio y la actitud ante la mujer.
se trasluce en la obra -que no es lo mismo que la personalídad
real de Juan Rodríguez Freyle. · Parece existir en la obra una doble moral: por un criterio abs-
tracto y fatalista se juzga al español, al hombre blanco; pero las
acciones de los indios son juzgadas de manera muy diferente. Los
En primer término hay que decir que El carnero es una visión
indios, segltn el narrador; son metafísicamente tnalos, lad~9nes,
personal, bien distinta de la impersonal de un Aguado, por ejem-
perezosos. . . "En ser viciosos y tener muchas mujeres y cometer
plo. Todas las perspectivas se anudan en una sola: la visión del
- autor. grandes incestos, sin reservar hijas y inadres, en conclusión, bár-
baros, sin ley ni conocimiento de Dios, porque solo adoran al de-
monio y a este tenían por maestro, de donde se podía muy claro
Se ha afirmado que el personaje que Je falta a El carnero para
conocer qué tales serían sus discípulos" {p. 26). "1 ... ) el que más
ser una novela podría ser el propio Rodríguez Freyle. Si bien es
incestos y fornicaciones cometía era n1ás santo (vicio que hasta
cierto que el autor aparece como personaje y, más que todo, co-
hoy les dura)" (p. 34).
n~o testigo, ello no sucede más que en algún pasaje raro, como por
e¡emplo, en .el caso. de Cortés de Mesa: cuando la justicia sale a Claro que esta concepción moral del indio se origina directa- -
prender al 01dor, pasa por la calle de clón Cristóbal Clavijo, donde mente en un estado social y económico determinado. Sin preten-
estaba la escuela de Segovia; "estábamos en lección", añade Ro- der entrar en el espinoso problema histórico de la actitud de los
dríguez.
conquistadores y colonizadores españoles, y de sus herederos, los
crio!Íos, para con el indio, citemos solo unas palabras del propio
Freyle está constante!ll<'mte presente en su obra pero como a.u- Rodríguez Freyle que permiten comprender mejor este punto: "Al
- t?r, no como personaje; El carnéro posee elementos .autobi~grá- principio de este Reino, como no había caballos ni mulas con qué
f1cos, pero en muy reducida cantidad. ' · trajinar las mercaderías que venían de Castilla y de otras partes,
las traían estos naturales a cuestas hasta meterlas en esta ciudad,
Este carácter personal de la obra del santafereño se manifiesta desde los puertos donde descargaban y desembarcaban, como ha,.
.ospecialmente en un aspecto: el moralísmo. Se p()dria Claiiffoar es- cen hoy las arrias que las trajinan; y sobre quitar este servicio per-
te ~xtraño libro como la obra de un moralista antes que todo. De sonal se pronunció un auto del que nació un enfado, que adelante
ahí que parezcan tan equivocados, aplicados a él, epítetos como lo diré en su lugar. Ya no cargan estos indios, como solían, pero
los de humorista, malicioso, etc. los cargan pasito no más" (p. 63).
48 49
Las innegables condiciones ele opresión y explotación del indio y más beber y nunca se hartan!" (p. 220 s.). Citemos, por último,
exigían en algunos espíritus justificaciones morales. Rodríguez esta petrarquesca definición del amor, tan renacentista, tan barro-
Freyle era uno de estos espíritus. Un definido prejuicio racista ¡0 ca: "El amor es un fuego escondido, una agradable llaga, un sa-
lleva a definir al indio como un ser esencialmente perverso: "He broso veneno, una dulce ainargura, una deleitable violencia, un
querido decir todo esto para que se entienda que los indios no hay alegre torn1ento, una gustosa y fiera herida y una blanda muerte.
maldad que no rntenten, y matan a los hombres por roballos" ... El amor, guiado por torpe y sensual apetito, guía al hombre a des-
(p. 153). dichado fin ( ... )"(p. 145). (19).

El criterio con el que se juzga al indio es muy diferente ele Esas fuerzas sobrehu1nanas que detemünan el comportamien-
aquel con que se mide a los españoles. Las siguientes palabras lo del hombre adquieren a veces caracteres 1nás concretos, mos-
serían una muestra del n1ás ruin cinismo, si no existiera Ia premisa trando claramente la mentalidad mítica de Rodríguez Freyle, de
ele que el indio es un ser naturalmente inferior al español: "( ... ) SU época, de esa cofonfa ele brujas y espantos, de apariciones Y
digo: qu~ ~ara que s; entienda ~a pervers!clacl de estos indios y 1nilagros.
sus atrevimientos, estando/es corriendo la tierra los españoles y el
presidente en el Chaparral, una noche acometieron a Ja ciudad de AsL por ejemplo, explica las consecuencias ele una de las ba-
!bagué y le pusieron fuego por una parte, robando y matando a tallas ele la guerra civil de los chibchas: " [el demonio] siempre
mucha gente" ... (p. 195. El subrayado es mío). pretende tener tales ganancias en ta.les actos, y así enciende los
ánimos a los hombres a semejantes discordias, porque de ellas
,. Al indio se le niega el derecho de defenderse y se a tri buye a resultan sus ganancias, mayormente entre infieles, donde se lleva
.iperversidad su reacción contra el español que le "corre la tierra". Jos despojos de todos" (p. 29). O, en otra ocasión:"( ... ) el de-
En cambio, el hombre blanco no parece ser responsable de sus ma- monio, tomando la figura de la mujer, hizo lance en él ( · · ·)" (p.
°'. las acciones.Por lo general lo mueven fuerzas sobrehumanas, fa- 216). El demonio adquiere también dete1minaciones casi corpo-
tales; el licor, los celos, los bienes temporales, la ingratitud Ja ral~s en otros pasajes (20).
hermosura feme~i~~· el demonio :; el desti~o parecen empuja~ al
mal al hombre cmhzado, al espanol o al criollo no indígena, que 'fal vez uno de los elementos 1nás curiosos, por su abundancia,
para Rodríguez Freyle es el hombre, sujeto moral. es el misoginismo ele don Juan. El concepto que .tie1.1e. de Ja .mu- -
jer es puramente cristiano y bíblico: la mujer es Eva,Ja. tent~dora,
Abstracciones de cuño bíblico como las siguientes abundan en ti que inclus<J ~l h.ombre. al peca(Jo. l',ero, al tie111po,Ja mu1er.no
la obra: "La ingratitud es un viento que quema y seca para sí ]a '<<5·-culpi¡ble. directamente; la verdadera causa del pecado es una
fuente de la piedad y el río de la misericordia, y el arroyo y ma- de esas ahstracciones morales: .. la. hermos.ura. Fatalmente, la mu- -
nantial de la gracia" (p. 139 s.). Incluso en alguna ocasión esa /ef'lfoñriosá lleva al'pecado al hombre; como Eva (Cap. V. p. 40).
fuerta que impulsa al mal está considerada como una enfermedad
con lo que se relieva la inocencia del hombre: "iOh bienes tem'. (19) Recuérdese el soneto de Lope, por ejemplo: 11 beber veneno po.r licor
si¡a~e, .1 olvidar el r,rovecho, amar el daño; / creer que un cielo en
pora!es, que sois a los que os tienen una hidropesía con que Jos un infierno cabe. . . .
aventais y poneis hinchados, dándoles una sed perpetua de beber (20) Véa·se el pasaje relativo a la hechicera Juana García, cap. IX, pp. 75 Y ss.

50 51
Casi no hay capítulo en Ja obra que no contenga una amarga que- digresiones: ritmo real frente a ritmo historiográfico: la mujer de
ja contra la hermosura o una severa reflexión sobre la belleza o un vecino ausente quiso gozar de su hermosura, ''descuidóse e
sobre Ja debilidad femenina: "iüh hermosura, causadora de tantos hizo una barriga"; "'procuró tratar su negocio con Juana García,
males! iüh mujeres!" (p. 71). "Con razón llamaron a la hermosu- su madre, digo su comadre; esta era una negra horra que había
rra callado engaño, porque muchos hablando engañan y ella, aun- subido a este Reino con el Adelantado don Alonso Luis ele Lugo;
( que calle, ciega, ceba y engaña" (p. 86). "iüh hermosura! Los tenía dos hijas que en esta ciudad arrastraron hasta seda y oro,
gentiles la llamaron dádiva breve ele naturaleza y dádiva quebra- y aun trajeron arrastrados algunos hombres de ellas ( ... ) " (p. 76).
diza, por lo presto que se pasa y las muchas cosas con que se l Esta disparidad de ritmos en la. narración traduce, como decía
quiebra y pierde. También le llamaron lazo disimulado, porque se n1ás atrás, el cruce de literatura e historia. P€r0 Í1Ú solo -es -lill--con-
casaban con ella las voluntades indiscretas y mal consideradas" flicto rítmico, sino que también abarca otros rasgos estilísticos.
(p. 87). El propio autor comprueba su obsesión rriisoghiisl;v en En el aspecto anecdJÜco encontramos un cierto realismo que se
esta última cita: HSiernpre me topo con una mujer hermosa que trasluce, por ejemp!O, en el tono coloquial, en la utilización de
~ne dé en qué entender. Grandes males han causado en el mundo la lengua hablada e incluso el habla regional; elfo frente a un
mujeres hermosas; y sin ir más lejos, mirando la primera, que sin prurito culto en las explicaciones teológicas o filo;óficas que inten-
duela fue la más linda, como amasada por la mano de Dios, dqué ta dar Rodríguez Frevle de los acontecimientos. 1 ·
tal quedó el mundo por ella?" (p. 119). - '
Así, Juan de Alvis, vizcaíno, habla de este modo: "iVálgate el
J!:n el estilo de Rodríguez Freyle se traducen las característi- diablo, médico indio! médico indio! Hallaste malo está, no está tan
c'ls atrás anotadas: el cruce de elementos históricos y literarios, la malo. iVálgate el diablo, indio médico!" (p. 127).
intención moralizante, la perspectiva personai. ·
Don Juan intenta transcribir el habla real -tal vez con inten-
1Apreciamos en primer lugar un conflicto entre el ritmo real y ción humorística. Aderr1ás, a cada paso encontramos expresiones
el ritmo historiográfico, y así mismo, una clara diferenciación es- populares como la siguiente: "Señalando (como dicen) con el de-
tilística según se trate de la presentación de elatos, ele aconteci- do ( ... ) " (p. 30); O' "Espéreme aquí el lector por cortesía nn
mientos generales o de la narración de casos y anécdotas.¡ En el poquito" (p. 143).
prhner aspecto, el ritmo de la narración es rápido, conciso, apre-
tado, sin re1nansos ni detenciones:,"Murieron en el camino hasta Pero frente a este "realismo" estilístico, encontra1nos también
llegar al Reino más de seiscientos soldados, y llegaron a este Reino frases tan artificiosas. tan retóricas como la ya citada definición
ciento y sesenta y siete, entre capitanes y soldados; estos reconocie- del amor: "el amor e~ un fuego escondido . .. ,;, o como la siguien-
ron la gente que había en la comarca de Vélez, y lo propio hicie- te: "Tanto es n1ayor el temor, cuanto .fuere más fuerte la causa.
don los de Tunja; y de allí se vinieron a esta de Santafé, de donde El bravo animal es un toro, espantosa la serpiente, fiero un león
salieron a reconocer otras partes y tierras ( ... ) " (p. 24. Suprimo y monstruoso el rinoceronte; todo vive sujeto al hombre, que lo
el subrayado del original). rinde y vence" (p. 143).

1Pero cuando se trata de narrar casos y cuentos, sobre todo con- También se puede señalar en este punto el despliegue de eru- -
temporáneos d'O! autor, el ritmo se hace lento, lleno de incisos y dición de que hace gala el autor de El carnero: citas y menciones

52 53
del Poema del Gid ( 21), de Platón, San Inocencio, la Biblia espe- barroco hispánico (siguiendo a Wolfflin y a otros investigadores),
ciahnentc, Marco Aurelio, La Celestina, Virgilio, Horacio, San la primera no conviene al libro de Freyle. No es una obra de "arte
Agustín, el marqués de Santillana, el Romancero, Fray Luis de cortesano". No encontramos en él '~sentido aristocrático" ni sen- ..J
Granada, etc. (22). Todo ello apunta ya hacia una actitud morali- timiento de hidalguía: Rodríguez Freyle se sitúa a sí mismo en un
zante, ya hacia una actitud literaria culta que se sobrepone a la estrato social 1nedio (''entre sus terrones"), e incluso a veces cree-
escueta narración y al rr1ero registro de acontecimientos. mos notar un velado reproche hacia los oidores, presidentes y de-
más jerarquías coloniales. Por lo menos, lo que sí es indudable
Así, pues, se puede ver en El carnero un aspecto narrativo do- es que no existe en Ja obra del bogotano ni adulación ni alabanza
1nirúinte, pero húnerso l~s rná_s _ele la_~_ v~CBS en- un clfm-a 3.rtís_~i-90~_ desmedida para con la clase aristocrática. La sobriedad con que
literario y en un intento de explicación moral, desde una actitud califica el gobierno del Licenciado Pérez de Salazar (ele quien ha
personaL dicho: "es de mi devoción"), es ejemplar en este sentido: ''El buen
gobierno del Licenciado Alonso Pérez de Salazar tenía muy quieta
Otro de los problemas interesantes que suscita la obra es el
la tierra, y por excelencia tuvo gracia en el conocimiento de los
de su posición en Ja historia de la literatura hispánica. A Rodrí-
naturales de ella, que con facilidad conocía sus malicias y casti-
guez Freyle se le ha clasificado como un 'esCrito:f -bárrÓCO;,r y esta
gaba sus delitos" (p. 142). El elogio no se refiere a la persona del
clasificación incluiría también ciertos asj}€étos"·de su· ol:íra que
licenciado, sino a su gobierno.
pueden definirse como medievales, ya que, como es bien sabido,
en el barroco espafiol se sincretizan, entre otros, elementos medie-
i En este aspecto El carnero podría relacionarse Inás bien co11
vales y renacentistas.
la picaresca española (23 a): Rodríguez Freyle se mueve entre lo~
1 Tal clasificación debe ser precisada, sin embargo. Por algunos ·criados ("de un criado del oidor me enteré mejor cómo había pasa-
:: rasgos estilísticos como el alambicamiento de la prosa en ciertos do"), entre el pueblo de las plazas; él mismo afirma ser un modesto
. s- pasajes, cierta "propensión a la multiplicidad de ejes subordina- agricultor, lo que lo acerca en cierto sentido al Lazarillo. Pero por
dos'' en la narración de anécdotas; por la escisión entre ca·rne y su severo moralismo, por su espíritu satírico, J2Q.C!_ría _ rg_ás bi~n _re-
espíritu.: por el contenido moral religioso; por su individualismo, lacio1_~~~s_e __ con___ algunas obras_ de __la _ lit~r~!ura picaresca post~f~()_r,
cte., El carnero es un libro barroco. Sin embargo, de las seis cate- como por ejemplo ElBúscón~ª~Qi1evQc1ó. DoiiJtian, en pequefio~ .J
gorías (arte de corte) educación cristiana, fo1ma abierta, dinamis- durante la primera mitad del siglo XVII, intuye, en una colonia
mo, hipérbole e intensificación de los procedimientos estilísticos), lejana, el proceso de desintegración del Imperio hispánico, como
que el crítico Angel Valbuena-Briones (23) ha determinado en el Quevedo, en grande y con genio, lo veía en España.

(21) v. Fernando Antonio Martínez, "Dos alusiones cidianas", BICC, tomo Por otra parte, El carnero ofrece una particularidad bien
XVIII, N<.> 2, mayo.agosto, 1963, pp, 505-510. notable, pero no extraña, que detmmina y modifica fundamen-
(22) V. Rivas Sacconi, ob. cit., p. 215, n. 76; para la reminiscencia del
Beatus ille y, en general, el horacianismo de Rodríguez Freyle pp. ss.; (23a) Curcio Altamar (Evolución de la novela en Colombia, pp. 39-40) opone
sentencias y proverbios latinos, pp. 223, ss.; etc. Ver también, Mar- unas entre ingenuas y disparatadas objeciones al carácter picaresco
tinengo, ensayo cit. de El camero, y clasifica el libro en el "subgénero celestinesco", pero
(23) "El Barroco, arte hispánico", BICC, Tomo XV, 1960; pp. 235-246. sin distinguir tal clasificación de la anterior.

54 .5.5
talmente su ser barroco: aquello que podría llamarse su "co-
lonialidad", si se me permite el neologismo. Por ser Rodríguez
Freyle un escritor colonial se explica ese tono diferente que ob-
se1::'amos, en su obra, al compararla con sus posibles parientes es~
panales. fal vez por su situación ycondición de colonial la obra >:S-.
~~-!~~-~c~~Jl_Q _santafereñó .no f~e _una no.~~~1ª_ pJ~_f¡resca ·sin9_ 'u~ HERNANDO
!}!.~~-"-~~~,:~~~-~!!· Seguramente un narrador nato como él sintió, al
querer c:ear una obra, que la realidad de esa América lejana y DOMINGUEZ
desconocida del centro espirihial español, era aún más digna de CAMARGO
contar ~''.e las. invenciones de su mente. Rodríguez Freyle tal vez
fue el ultimo literato que se creyó en la obligación de "dar razón"
a Españ~ del Nuevo Mundo, convirtiéndose'en cronista. y en ese
"dar razon a España" está la clave de su ser colonial.

Nació don Hemanclo Domínguez Camargo en Santafé en el


año de 1604. De lo poco ele su biografía que interesa para la com-
prensión de su obra, anotamos lo siguiente: muy joven ingresa a
la Compañía de Jesús, la cual abandona luego, en 1636. Desde
entonces su vida trarncurre de curato en curato: Gachetá, Tocan-
cipá, Paipa, Tunnequé ( iqué contraste entre estos nombres indí-
genas y el cultismo, el eumpeísmo, el latinismo ele su léxico poé-
tico!). Por último es nombrado Beneficiado de la Iglesia de San-
tiago, en Tunja, donde· muere en 1659.

La obra es relativamente extensa: un poema largo aunque in-


concluso, seis poesías sueltas, un escrito en prosa.

La definición literaria de Domínguez Camargo es la de gon-


goiísfa. Péro esfa-coridfoión ele discípllfo, de imitador; no éxclíiye
en e8te caso la ele poeta en el sentido más exigente de la palabra.
En su poesía se hallan, como cli~_Jru!_quí¡i A...!'~l\_aj9§a,.'.'!aL~a.:..
·ro."'1<'/fc: racterísticas fundamentales sintácticas o estilísticas" de la poesía
• (;5fc.f?í U77f/(j,,.. de Góngora. "Mucho más --prosigue el crítico mencionado- que
()J...(11c/< ,,;r,,,, c)J
56 -fy,;h~J('d(!r~ : /....( :'Í//.Jrt:lr1-
·"-!) ( N f ('! /: " 57
T<'Sl's~ ;y¡''•
·:: Cf<'f 'H~' "'t f 1 ,¡.,..;•. -':'' e/!
v-,:j+,\ 0.'i
. ;;;,. ,.v..,/>J~·
;1;r CIVC·ciu ,,,,-!'- -~(
en el Sueño de Sor Juana Inés, las incrnstaciones gongorinas en Parece indudable que las poesías corlas son anteriores a la gran
el Poema heroico de tal manera se multiplican, que su abundan- obra de Don1ínguez: San. Ignacio de Loyola. Poenia heroico. Estas
cia no pennite agotar el catálogo de ejemplos" (24). Y ello tanto poesías iueron recogidas después de la nn1erte de su autor por
en versos aislados como en episodios y cuadros completos basados su condiscípulo ecuatoriauo Jacinto de Evia en una antología pu-
principialmente en las Soledades. blicada en 1676. También el genealogista Flórez de Ocáriz reco-
gió por In inisma época un soneto suyo.
Ahora bien, la influencia de Góngora no tiene, históricamente,
motivo alguno de extrañeza: "En la literatura española de su épo- De estos poernas -sonetos, romances, octavas reales-, ofreM
ca y de los años post<criores -escribe Dámaso Alonso- (todo el cen un especial interés a nuestro juicio dos: "_A t~n sa1t~_po_r ___c!,()'J1:Q_~
siglo XVII y alguna parte del XVIII)Gó~!fora:ii<J_eterce una in- se despeüa elarroyo ele Chillo" y "_Al agasajo con que Cartagena
º~-~~~1cia_, __ s_i_:~9 __ g~1e °-_r!~tl,..~!r~_ amb_iente: hay que respirarlo, se qui8fa recibe a los que-Vienen de España". El examen de estas dos obras
o no". Y en Hispanoamérica "Góngora produjo los mismos entu- puede ayudar a comprender la evolución del estilo del poeta en
siasmos que en España" (25). Desde mny temprano se comienza comparación con el Poema heroico.
a imitar al autor de las Soledades y a tanto se llega y tan rápida-
mente, que en 1629 un estudiante jesuita, Fernando Fernández El romance al arroyo de Chillo es uno de los poemas más co-
de Valenzuela, compone en Bogotá un entremés que encierra una nocidos ele nuestra literatura colonial. En todas las antologías de
hábil sátira contra los excesos culteranos (26). la poesía hispanoamericana ocupa merecidamente lugar destacado
y varios críticos lo han valorado con entusiasmo. Dada su corta
Domínguez Ca1nargo, como ho1nbre de su época, pero tam- extensión podemos copiarlo aquí Jntegramente:
bién por temperamento, asume voluntaria y totalmente el gongo-
rismo: para él el estilo del cordobés es como una plataforma des- Corre arrogante un-arroyo que da a cada paso brincos.
de la que crea, es su suelo poético. Podría pensarse que esta ma- por entre peñas y riscos Dalen sofrenadas peñas
nera literaria ofrece a los poetas americanos del siglo XVII una que, enjaezado de perlas, para mitigar sus bríos,
solución oportunísima para el problema de la creación en un mun- es un potro cristalino. y es hacer que labre espumas
do culturalmente asfixiado por la censura y por presiones de toda Es el pelo de su cuerpo de mil esponjosos grifos.
índole, ya que el gongorismo es, segúl'l su más autorizado crítico, de aljófar, tan claro y limpio, Estrellas suda de aljófar
' un "intento de eludir la representación directa de la realidad, sus- que por cogerle los pelos en que se suda a sí mistno,
tituyéndola por otra que indirectamente la evoca, pero ya nítida, le almohazan verdes mirtos. y atropellando sus olas,
rnalzada, con especial intensidad estética" (27). Cíñele el pecho un pretal da cristalinos relinchos.
de cascabeles tan ricos Bufando cogollos de agua,
que si no son cisnes de oro desbocado corre el río,
(24) Hernando Domínguez Camargo, Obras, ed. del Instituto Caro y Cuer·
vo, Bogotá, 1960; "Estudio preliminar" por J. A. Peñalosa, p·. CXLVIII. son ruiseñores de vidrio. tan colérico, que arroja
(25) Góngora y el Pollfemo, Madrid, 1961, Tomo I, pp. 219 y 240. Bátenle el ijar sudante a los jinetes alisos.
(26) V. lnfra, Apéndice. los acicates de espinos, Hace calle entre el espeso
(27} Dámaso Alonso, Ob. cit., p. 161. y es él tan arrebatado vulgo de montes vecino,

58 59
fN
!"1!!

que irritan n1ás con sus varas y de ancas en un abismo es un gori.gorismo atenuado, incipiente, en n1i opinión: si por una
al caballo a precipicio. vertiendo sesos ele perla~ parte encuéntrase el procedimiento fundamental de la creación
Un corcovo dio soberbio, por entre adelfas y pinos. culterana ( 1) material sensorial; 2) transposición metafórica; 3)
y a estrellarse ciego vino Escarmiento es ele arroyuelos inundo "irreal"), una gran riqueza ornamental y suntuaria, Y abun-
en los crestas de un escollo, que se alteran fugitivos, dancia ele metáforas dignificadoras, en cambio es patente que la
gallo de montes altivo. porque así amansan las peñas intensificación de los procedimientos estilísticos se halla atenua-
Dio con la frente en sus puntas a los potros cristalinos. da: no se llega a la perífrasis, se establecen claramente los víncu-
(28) los comparativos, el hipérbaton es insignificante y el léx_ico .no
ofrece un carácter culto (antes, al contrario, sorprende mas bien
Chillo .es, una hacienda ele la Compañía de Jesús en Ecuador, un vocabulario de cierto sabor popular, como "almohaza", "cogo-
donde res1dia el noviciado de la provincia de Quito. Domínguez llos", "amansar", etc.)
estuvo en Ecuador entre 1623 y 1&31, es decir, entre los 19 y 31
años de edad. Es casi seguro que el romance se escribió en esta Nos parece, pues, que el _¡:omance al arroyo de Chillo, además
época de juventud. Además el análisis estilístico permite suponer de su valor poético, presenta un estado deyansición hacia un e~­
que es una obra juvenil, tal vez de las primeras del poeta santa- H!o más definido, más seguro y más radical, que halla su culmi:
fereño. nación en las octavas del Poema heroico. Y así, podemos definir
la trayectoria de la poesía de Domínguez como un proceso de in-
Lo primero que se echa de ver en el ro1nance es su estruc~ tensificación estilística, análogo al de su maestro Góngora, Y que
tura en forma de comparacióq, (no metáfora, pues el plano real demuestra que el bogotano no es un mero aplicador de fórmulas
es explícito) continuada: arroyo-potro. El poema se desarrolla en dadas, según un procedimiento externo y mecánico, sino que atra-
nítida equivalencia de planos y cada uno de los elementos del vesó por un período de vacilación inicial, hasta llegar a una ma-
plano real se corresponde con otro del plano comparativo: durez sincera y trabajada.

Arroyo Potro El poema dedicado a Cartagena es seguramente posterior al


aljófar (gotas) pelo de Chillo. Domínguez llega a Cartagena a finales ele 1631. Ade-
mirtos almohaza más se aprecia ya una mayor seguridad, un mayor radicalismo
espuma pretal estiÚstico. El poema comienza con una anáfora ele adjetivo demos-
espinos acicates trativo; pero el sustantivo regido solo se encuentra cinco versos
sonido relinchos n1ás abajo:
alisos jinetes
Esta, mal de la tierra descamada
Es notable su dinamismo y también ese gentil final sentencio- si con poca bisagra bien unida;
so con moraleja lírica. Los rasgos gongoristas son bien claros, pero esta mal en las ondas embarcada,
si bien de sus impulsos repetida,
(28) Obras, ed. cit., pp. 384-385. península Cartago, que ha que nada

60 61
-foca de arena- siglos mil de vida, trofas coino una enorme a¡x>sición, y que desemboca en la pon-
a uno y otro Jonás que el mar le induce, deración de la hospitalidad: "Esta [aposición de 6 estrofas] Car-
a Nínives de plata los traduce (29). tagena acoge a los españoles como si fuera su propia patria''. Y
esta1nos ante uno de los rasgos estílisticos 1nás característicos de
iQué distancia la que separa este poema del romance al arro- la poesía de Domínguez -y desde luego del gongorismo y de
yo de Chillo! El hipérbaton constante, el juego antitético {mal todo el barroco-: la digresión. El "hilo narrativo" se ve inte-
descarnada -bien unida), la metaforización audaz, de tipo ya rrumpido constante y sistemáticamente por descripciones apósi-
animal (foca de arena), ya intelectual (fon<M-via¡ero y por lo tan- tas, por rodeos, por elementos secundarios: es lo que .W6lfflin
to ballena-barco, etc)., la sintaxis (si bien . . ., gongorismo noto- definió tan acertadamente como offene Form, forma abierta, a la
rio y crilicaclo, v., infra, Apéndice); el léxico cultista (traducir: cual nos referiremos al tratar del Poema heroico.
"llevar de una parte a otra''), están señalando una abnósfera muy
diferente. §1 gongorismo ele Domínguez . Camargo es ya técnica- Otro aspecto interesante del poema a Cartagena es el hecho
mente perfecto en este poema. Ei -poeta sigue laborando sobre un de que nos ofrece la oportunidad de examinar lll__s_itu~c~ó~-~~s:_
plano sensorial preferen_temenle -como Cóngora-, y ello será: tórico-cultural cl_§._!)S_te...gongmista cQl()11_i!ilL
--------~~--
la característica de su obra mayor también. Este poema es en sÜ
mayor parte una descripción de la ciudad; el proceso de creación Lo quehemos llamado "colonialiclad" aquí sepatentiza: ese
es el 1nismo del ro1nance analizado anteriormente; un núcleo sen- c01nosenfilllieiito filial, inclinado, con respecto a F;;paña. El poe-
sorial que se traspone 1netafórica1nente a un plano "irreal". Una ta:·--c-Otltfapone ciaramen·te ·--"Til1e5tra·~ AffiériCá:";-·s11- PátriU, al "pa-
ser!e de rnetáforas, la n1ayoría acertadísimas, se encadenan por la trio suelo" ele los españoles, pero lo que se aprecia más en Car-
anafora: tagena, dentro de su cosmopolitismo portuario, es la hospitali-
Esta, de nuestra Ainérica pu¡)ila, dad, el "agasajo con que recibe a los que vienen ele España".
de salebrosas lágrimas bañada, También en el Poema heroico las pocas menciones de América
que al mar las bebe, al mar se las clistila, tienden a resaltar, según veremos, sus aspectos tnás exóticos, más
"h1rísticosH, pudiéramos decir.
de un párpado de piedra bien cerrada ...
Este, blatfoo peq1teño de ambos mundos, Pero espera la obra mayor de don Remando Domínguez Ca-
ele ' veleras saetas' margo. El Poema heroico fue publicado póstumamente en 1666,
. asestado
.. ... por el maestro Antonio Navarro Navarrete en Madrid. Es una
Esta, pues Cartagena, esta varada obra inconclusa, pero de gran extensión: cinco libros divididos
nao de piedra en la tierra ... en un total de veinticuatro Cantos en octavas reales; el total ele
estas es de 1200, es decir, 9.600 versos.
La estructura del poema consiste en esa descripción magnifi-
cadora de la ciudad, que se coloca a través de seis de las ocho es- El índice general dice así:
(29). Obras, p. 391. Modifico la puntuación, a mi juicio equivocada, de la Libro I: Su nacimiento, bautismo, infancia y juventud. Capi-
ed. c1~.: a continuación de repetida (verso_ 4) van dos ptmtos (: ), rompien· tán en Pamplona, la defiende del Francés; y gravemente her.ido,
do as1 la concordancia: "esta ( .. ,) península".
le visita San Pedro, y sana de sn herida.
62
GS
Libro II: Su convers1on, penitencia, y singulares favores que En primer ténnino, su protagonista. San Ignacio de Loyola,
le hizo el cielo en este tiempo.
c~1tólico, español, contrarreforrnista,_ jes_l]Íta, militarista e hnpe-
ilalistá a lo sagrada". dpodría darse figura más representativa
Libro Ill: Sus peregrinaciones a Roma, Génova, Venecia, Je- déll}arroco hispánico? (29 a). Por otra parte, el poema se carácte-
msalem y vuelta a España.
~a fu11damentalmente por su forma abierta, por la hipérbole, por
la intensificación de rasgos estilísticos, por la dignificación del
Libro IV: Sus estudios y perfecciones en ellos. :mundo real. ..
Libro V: Junta discípulos. y da principio a la religión ilustre Examinemos aquí algunas de estas notas características. En pri-
ele la Compañía de Jesós. mer término, la llamada forma abierta (SO).

Sin embargo, lo que aquí se halla es solo el hilo de la narra- Estas palabras pueden aplicarse con gran propiedad al poe-
ción, el marco general. Pero no el verdadero contenido del libro. ma de Domínguez Camargo. El eje central sería la biografía de
Así, por e,iemplo, la descripción del contenido del Canto I del San Ignacio -segón los libros de los jesuítás Rivadeneyra y Nie-
Libro I dice: ?;eiudio a la vida de San Ignacio de Loyola; sus renberg, en los que se basa Domínguez. Sin embargo, .como ya
padres, su nacnn1ento en un establo; su bautismo, en que se puso lo indicábamos al hablar del índice, la multiplicidad de ejes se-
a sí mismo el nombre; aparatos de la pila y solemnidad del con- cundarios prácticamente hace desaparecer ese eje central, como
vite··. Pero en verdad el tema de este Canto prácticamente está una enredadera oculta el tronco que le sirve de sustento. Ilustre-
condensado en estas últimas frases; Ja parte rnás extensa está de- mos. esta idea con un ejemplo: el epígrafe del Canto III del Libro
dicada a la descripción de los "aparatos de la pila" y a la "solem- IV, dice así: "Estudios, persecuciones y cadenas en Salamanca;
nidad del convite". 36 octavas de las (38 de que consta el Canto. y por seguir el divino impulso que le llamaba, se parte a París".
La fuente bautismal, el agua, el salero, las flores ( el lirio, la ro- Pero esta línea conductora se esponja, se despliega como un
sa, el clavel, el girasol, la clavellina, etc.); la mesa del banquete acordeón, para dar cabida a gran cantidad de temas secundarios.
el mantel, el salero, la vaca cuya carne se come el aa!lo el co'. En. la estrofa CIV (el Canto comienza en la LXXXV), se descri-
nejo, el ciervo, el sábalo, el atún, la leche, la aceltuna~ Ja ~va, las
tazas, etc. etc.,, todo ello descrito con gran minuciosidad, como (29a) V. Ricardo A. Latcham, "Hernando Dominguez Camargo y el tema
un gran bodegon flamenco, constituyen el verdadero objeto de la ignaciano", en Mito, I, 6,_ febrero-marzo 1956, pp. 457 y ss.
pluma del gongorista santafereño. (30) WOifflin la define así, desde el punto de vista pictórico: "En el si·
glo XVI las partes del cuadro se ordenan en torno a un eje central; si no
lo h&y~ ateniéndose a W1 perlecto equilibrio de las dos mitades del cuadro,
~l Sa'.'.Iifn~gi_o.deJollo&z_esun poema barroco si los hay (da- lo cual Bunque no siempre se pueda definir fácilmente, se percibe muy
mos aqm al tennmo su sentido tradicional. Más adelante habla- bien por el contraste que ofrece frente a la ordenación libre del siglo XVII.
remos de las diferencias entre ('barroco" y "manierismo".). En Es un contraste como el .que se designa en mecánica con los conceptos de
equilibrio estable e inestable. Pero el arte representativo del Barroco v~
él se encuentran las características fundamentales del movimien- decididamente contra la afirmación de un eje central. Desaparecen las si-
to, y también las secundarias. §11__ tema, su estilo su intención metrías o se disimulan con toda clase de desplazamientos de equilibrio".
todo en él es barroco. --· ---- ---··------··--'-- - ' Conceptos fundamentales ,de la historia del arte, cit. por Valbuena-Briones,
art.- cit., p. 238.

64
be el tiempo del viaje, en versos de inconfundible inspiracioo cual se engastara la figura del santo; y así el San Ignacio sería como
gongorina, que analizare1nos más adelante. Otras tres estrofas un anillo en cuya montura el orfebre se esmera más que en la pie-
complementan la determinación temporal y .en la cuarta (CVII) dra de belleza propia no necesitada de realce (31).
llega Ignacio a un albergue; el humo que despide el fogón, el
can guardián; la invitación del labrador a pasar la noche, el fue- Otro de los rasgos del poema que aquí queremos mencionar
go del hogar, ocupan las tres estrofas que vienen a continuación; es su maníerismo, aceptando con ciertas reticencias teóricas que
en la CXI, la hija del campesino mata nn cabrito para la comida, no son para ser expuestas aquí, la definición de Helmut Hatzfeld.
en la CXII, unos pichones; en la CXIII, los pone al fuego; en la Según Hatzfeld (32), el manierismo es "un estilo pre-barroco es-
CXIV les agrega condimentos y leche. Vale la pena citar el final trictamente localizado en su cronología, coincidente con una tar-
de esta estrofa donde seguramente se hallan algunos de los ver- día forma del Renacimiento, no realista, no impresionista, pero
sos más hennosos que hayan salido de la pluma de don !Ieman- de aspecto ornamental sorprendente". Y más concretamente: "Por
do, corno certeramente ha hecho notar Gerardo Diego: lo que hace a la literatnra, el Manierismo se traduce en una- re-
t6rica de. fuegos . artificiales, distorsiones preciosistas, un . eludir
la leche, que en su mano transparente, lo decisivo y evitar lo dramático, junto con una especie de rl1fo:
.dulcemente alabastro fugitivo, pía, y un notable virtuosismo en el manejo de las formas conven:
por imitarla suavemente dura, cionales". Frellte a él, "el vefdadero Barroco encierra una autén-
f!üída densó al fuego su blancura. tica tensión psicológica, a la vez que un anhelo de paz espiritual,
Y así la descripción (el mantel, el agua, la avellana, el higo, el un gusto depurado en la expresión, sencillez en el enredo, nobleza
melón, la conversación del labrador, la cama y el sneño) llega y discernimiento en el estilo". Así, en España, mientras Góngor-a
hasta la estrofa final del Canto (CXXVIII), en la que Ignacio, (1561-1627) es un manierista, Cervantes (1600-1630) ~el repre-
"agradecido, prosiguió el camino". El Canto IV comienza cuando sentante del Barroco.
Ignacio llega a París. (estrofa CXXIX). De las 27 estrofas consa-
gradas al viaje, por lo menos 21 transcurren en el albergue rustico. (31) "La vidS. de· san Ignacio suministra al poeta los "elementos de la rea·
lidad -( ... )-, para con ellos, sobre ellos, plasmar la fuga irreal de lo
fisí, pues, parece existir una cierta incompatibilidad entre el pbético".
t<J!lJa.ysu desárrollo: poclífa pensarse que un poema heroico, es d& "Y .Porque "no es la narración de la vida lo más remarcable" del Poe·
cir, épíéo, narrativo debe excluir elexceso de descripción y Ja di- ma, "sino los comentarios, la ornamentación, la visión estilizada de la na·
iresióJ1, Sin embargo recuerdense. aquelfas palabras de Schiller turaleza"; y porque el poeta; "aprovecha cualquier resquicio, el más pe"
a·.Goethe: "La meta del poeta épico reside ya en. cada pnnto de queño descanso en el viaje, para colocar animadas pinturas, magníficas
digr,esiori.es,_ :plásticos comentarios líricos", Carilla concluye justamente
su movimiento; por eso ·no nos precipitarnos impacientés hacía que ~1_ valor de la obra es más lírico que épico.
un fin, sino que nos demoramos con amor. ell :cada·· Paso". P~ro
"La narración no importa sino como trampolín del puro lirismo; como
en el poema de Domínguez Camargo la ''demora amorosa en ca- si el poeta rozara apenas, por pretexto, los hechos objetivos para levan·
da paso" hace pensar que podría ser infinita. Y, tal vez, al poeta tarse en seguida a las cimas libérrimas en donde puede saciar su "sed de
santafereño le interesaba menos haéer Ji¡. biografía en. verso del htúda". J. A. Peñalosa, "Estudio ·preliminar", p. CXLVI.
fundador de la Compañía que la creadón de un gran poema en el (32) EstUdios sobre el B3.rroco, Madrid, 1964, Cap. II.

66 67
J
A. pesar de no coincidir, co1no ya lo decía, en algunos puntos de don 'Remando (33); o, para citar otro ejemplo y yendo de lo
con el investigador alemán, clasifiquemos a Domínguez Camargo exterior a lo interno: el "instrun1ental" poético de Domínguez fue
como un lnanierista; y en efecto, si Góngora lo es, su mejor dis- forjado íntegramente por su maestro. Pero entonces, dpor qué tan-
cípulo tiene que serlo. Y es verdad también, que la obra tanto del tos poetas de la misma época, con las mismas posibilidades, con el
cordobés como del bogotano soiimás manieristas que barrocas mismo espíritu de fidelidad al maestro, con el mismo "instrumen-
ei1 el se11ticfo anotac:]Q. . tal" en la. mano no pudieron crear un poema de la calidad del San
Ignacio, ni hoy se leen ni se recuerdan, ni críticos destacados como
No es nuestra intención aquí la de aplicar las categorías del Diego o Emilio Carilla les hacen homenajes como los que se han
estilo manierista, tal como las define el crítico citado, al Poema hecho a dou Hernando?
heroico, ya que con ello solo demostraríamos lo evidente: su cer-
Nos parece que la respuesta es la que antes esbozábamos: no
canía a Góngora, su ortodoxia culterana. N_o_~ _ )~ter~an_, _más__ que
basta que el maestro sea don Luis de Góngora, no basta que el
las características generales de un común estilo de época los va-
lorespropfos-y ·particulares ele! poeta colombiano. Aunqué sospe- "instrumental" sea de la mejor calidad, no basta la fidelidad. Ha-
chamos que estos últimos no están demasiado lejos de ser una ce falta más, mucho más. Don Antonio Machado aclaró lumino-
extraordinaria comprensión y habilidad en el manejo de aquellas, samente el problema cuando dijo:
si bien desde una indiscutible sensibilidad poética propia, que
Dejar quisiera
constituye en el fondo la verdadera importancia de Domínguez
Camargo. mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Es evidente que cualquier intento de valoración del arte del
San Ignacio no puede excluir completamente el hecho de que En nuestro caso. habría que decir que Domínguez debe al
"primero fue Góngora". ¿Que Domínguez maneja magistralmen- "docto oficio ( iqué justa la expresión aquí!) del forjador" mucho
te la metáfora o el color o la aliteración? En Las soledades hizo de su fama actual, pero que esa fama no existiría si no fuera por
su aprendizaje. Ahora bien, el problema consiste en precisar has- la "mano viril" del propio don Hernando.
ta dónde esta posición pupilar atempera los méritos camarguia-
nos. Por lo pronto, Domínguez pierde todo derecho a que su arte Así, pues, yo creo que el indudable valor literario del poeta
se califique de original; y en verdad, siendo !.a poesía creación, yo santafereño tiene mucho que ver con la sensibilidad, la inteligen-
creo que la originalidad, tan discutida, es de extraordinaria im- cia y el buen gusto con que supo aprovechar las posibilidades que
portancia. Por eso Domínguez Camargo no podri nunca colocar- le ofrécía el estilo gongorino para crear un mundo poético de
se en pie de igualdad con Góngora. El poeta bogotano le debe al extraordinaria belleza en ocasiones, a pesar ele que tal vez con
cordobés mucho; por ejemplo, el prestigio que el gongorismo ha bastante frecuencia recaiga en mero ejercicio retórico, y de que en
adquirido modernamente, gracias a los poetas y críticos de la ge-
neración del 27 (especialmente Federico García Lorca, Dámaso
(33) Recuérdese que fue Gerardo Diego, en su Antología. poética en honor
Alonso, Gerardo Diego), es lo que hizo posible el "descubrimiento" de Góngora, Madrid, 1927, quien le dio importancia por vez primera.

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su poema haya muchas zonas oscuras y sin relieve, indudables daría el· paema reducido a una tercera o cuarta parte~ por ejem,..
caídas, :xageraciones y deformidades, monotonía y pesadez, que plo, y su lectura sería verdaderarnente grata para el que teuga
el entusiasmo de ciertos críticos por la poesía del vate santafere- dispuesta sensibilidad" (34).
ño tiende a ignorar o a sobrevalorar.
J Yo creo que la manera de apreciar cabalmente la poesía de
Para mi gusto personal, el Poema es demasiado largo. El ma- Domínguez Can1argo consiste en partir de una comparación con
nierismo de tipo gongorino, naturalista y descriptivo, se aviene Góngora para luego examinar al discípnlo individualmente. Como
mal con la extensión desmedida. Tal vez la brevedad de Las so- ya se sabe, numerosos fragmentos del Poema son meras variacio-
ledades contribuye en gran manera a su interés sostenido a la nes sobre temas de don Luis.
continuidad de su calidad. Un poema extenso tiene por fuerza
que poseer ciertos elementos de composición, cierta estructura- Podría decirse que don Hernando, en la confonnación de su
ción narrativa que el de Domínguez no tiene. El San Ignacio da mundo poético, utiliza la gran mayoría de los elementos que Gón-
la, in:presión c~e ser u?, cuerpo sin e_squeleto, una masa blanda y gora había ya tratado, Parece que para el poeta bogotano el mun-
elastica sm mas cohes10n que la vecmdad de unas partes a otras. do poético del cordobés es como un lujoso palacio que aquel
Se asemeja, en este sentido, a esos largometrajes que se realizan no hace sino ampliar indefinidamente sin retocar apenas la cons-
por ejemplo, sobre el ballet, y que consisten en una serie de in: trucción primitiva. Así, para seguir con la .comparación, si don
tervendones de conjuntos famosos: no se pueden considerar pel(- Luis había ya decorado una sala, don Hernando no tiene sino
culas sino "cuadros,, unidos por un común denon1\nador genéric·O que dirigir allí al visitante. Pongamos un ejemplo: en la Soledad
y nada más. ll, se describe la famosa expedición de caza; lógicamente, cuando
el joven Ignacio sale a ejercitarse en ·ese deporte, Domínguez no
Así, pues, en mi opinión -e insisto en lo personal- el Poe- cree necesario duplicar la maravillosa labor de su maestro -pa-
ma heroico es para ser antologizado y no para ser co~iderado trimonio común de stts discípulos- y se limita a modificarla leve-
como una estructura integrada y coherente. En este sentido me mente para adaptarla a sus necesidades presentes. Don Hernando
parece un rotundo fracaso. Su valor es fragmentario, y así lo ha no hace sino volver a poner en libertad las aves de cetrería que
visto claramente un crítico sagaz como Gerardo Diego, al resal- heredó de don Luis:
tar Y estudiar los banquetes, ciertas descripciones de la natura-
leza, etc.:" ( ... ) la poesía aparece aquí y emerge allá. y en cuan-
to al interés anecdótico, a la amenidad del relato, naufraga con
frecuencia anegada por la balumba culterana del ornato frondo-
so" Y añade: "( ... ) para el lector no profesional y acostumbrado
a interes~rse en la literatura y poesía y lengua de la época, lo
que habna que darle es un texto antológico, pero no demasiado (34) "La poesía de Hernando Dominguez Camargo", en BICC, tomo
abreviado, no unas simples muestras sino el hilo total de la ac- XVI, n<? 2, mayo . agosto 1961, pp. 300 ss. Cfr. también, Emilio Carilla,
ción, resumido en prosa, cuando decaiga el interés poético, y res- Hemando Donúnguez Camargo. Estudio y Selección, Buenos Aires, 1948.
La idea me parece acertadfsima, a pesar de los desenfocados reparos que
petado en el original, cuando valga la pena. Con ese criterio, que- le opone Peña.losa, 11 Estudio preliminar", p. CXXXIX.

70 71
SOLEDAD II
POEMA HEROICO
El neblí, que, relámpago su pluma 1

rayo su garra ...


De acero la uña, el pico ele diamante,
en una y otra que mintió calada, (Vv. 745-746).
desenlazado el baharí del guante
(poco a poco la nieve examinada), Grave, ele perezosas plumas globo
rayo ele pluma lo embistió sonante ... que a luz lo condenó incierta la ira
del bello ele la estigia deidad robo,
Contra dos carbunclos con que mira
-perezosa la pluma, grave el ala- por dos topacios bellos con que mira ...
el ascálafo tardo, se conspira
turba ele cuervas que la noche iguala; (vv. 791 ss)
o envidia mueve o precipita ira,
a cuanto pico en ellos se acicala ... [Infame turba ele nocturnas aves)

Euro ele pluma, el sacre fementido (Polifemo, v. 39).


su turbia flota al líquido elemento
desata ... Auxiliar taladra el aire luego
un duro sacre . ..
.............. un halcón ayuno mintiendo remisión a las que huyen. , ,
(auxilio al sacre) nubes ha escalado ...
(vv. 910 ss).
(Lib. I. Canto II, ests,
XCVIII, ss). (Ecl. ele Dámaso Alonso,
Madrid, 1956) ,

72
73
Pero citemos otro eje1nplo) aunque parezca innecesario, para Pero, Con10 ~lecía1nos, partiendo de esa situación pupilar, Do-
,·er hasta dónde Domínguez Camargo se halla poéticamente mi- mínguez hace honor al maestro al crear un mundo poético de no-
nietizado con Góngora, si bien, no sobra repetirlo, sin igualar su table calidad. !lustremos estas ideas con el examen de algunos
genio. En la misma cacería citada, "vuela ( ... ) la cuerva -tra- fragmentos del Poenw. Hemos escogido para ello un tema que,
duce Dárnaso Alonso-- entre el gerifalte y el sacre, huyendo del creado por Góngora originalmente en español, es desarrollado
segundo para encontrarse con el primero, esquivando a este para varias veces por don Hernando en una especie de variaciones. Se
ir a dar en aquel. .. ". Y don Luis, con su monstruosa crueldad trata de las estaciones.
estética, ve en esta desesperada huída ... un juego de pelota:
Los conocidos versos de Góngora, al comienzo de Las so/eda-
Breve esfera de viento, des, dicen así:
negra circunvestida piel, al duro
al terno impulso de valientes palas, Era del año la estación florida
la avecilla parece ... en que el mentido robador de Europa
(VV. 923-926), -media luna las armas de su frente
y el Sol todos los rayos de su pelo-,
Ahora bien, Domínguez Camargo toma la comparac10n y la luciente honor del cielo,
vuelve exactamente al revés: Ignacio juega a la pelota: en campos de zafiro pace estrellas ...

El duro golpe de su docta pala, Domínguez Camargo, como decía, no suele duplicar los ele-
breve globo de viento al viento entrega, mentos poéticos que ya había forjado su maestro; así, pues, uti-
e impetüoso así nubes escala . .. ; liza este tema gongorino repetidas veces, dándonos excelente
ejemplo de disCÍpule.,g, inteligente por una parte y de sabiduría
pero don Remando bifurca la imagen y, en vez de víctima pre- poética por oira (subrayo los pasajes más claramente inspirados
fiere asesino, dando un desenlace bellísimo a la comparación: en Góngora).

neblí de piel, que sin valerse de ala Era del año la estación algente
a ser cenit del firmamento llega, ' en que, travieso el pie, rígido el pelo,
donde ( a haber arte de cazar estrellas) adunco el cuer110, si lascivo el diente,
se recelaran, garzas, todas ellas. en la vid del Zodíaco, que el cielo
en mucho ciñe pámpano luciente
(Lib. I, Canto II, est. CVI). astros el Capro pace, cuando el hielo.
· que el pie le muerde a Ignacio peregrino
Sería en verdad tarea interminable localizar los recuerdos el carácter le niega del camino.
gongorinos que en el poema ignaciano van sal tando a la vista a
cada momento. (A) (Lib. IV, est. CJV).

74 75
Es, como se ve) uno de los ejemplos n1ás claros de la cerca- y era a su boca espuma, a su pie huella
nía que guarda el poeta santafereño de su progenitor lírico; pero el planeta veloz, la riza estrella.
también nos enseña cómo la imitación es fecunda, cómo Domín-
guez comprende exactamente la grandiosa concepción de Góngo- (B) (Lib. III, CX).
ra y no la malogra en su va-riación, sino que, al contrario, constru-
ye al lado de ella otra de calidad análoga: esos gigantescos ani- La estructura de la metáfora sigue siendo la misma: la mitolo-
males alimentándose de astros ,el de Góngora como una bola de gización vitalista; también se conserva la grandiosidad, la inmen-
fuego en fondo celeste, mientras ~lfde Domínguez lo rodea una sidad, lo intenso de la imagen primitiva; el magistral manejo ele
enorn1e vid, contrastan con lo que un rnal poeta hace de la mis- la luz deslumbrante, del rigor metereológico -una dentellada so-
ma imagen; bre la piel-. . . Domínguez Camargo ya se muestra aquí en to-
do su poder creador, en su fulgurante fantasía; casi deja de ser
En la estación segunda sin primera importante que hubiera sido Góngora el gestor de la idea: aquí lo
del año, quando el Sol con líneas de oro que resalta es el talento poético del discípulo.
retoca en luzes la diadema al Toro,
galante primavera, Era del año la estación nevada,
he1moso paraíso, en que, la espina rígido diamante,
andava Amor vagando ... (35). brumas la escama lúbrica, argentada
en onda y onda del zafir brillante,
Es notable cómo, en este último ejemplo, se ha perdido el vi- espumas ele astros con la cola alada
gor, la fuerza de la imagen y queda tan solo hojarasca verhal des- o batía o violaba el pez nadante,
provista de todo interés poético. no de Neptuno conductor luciente,
de la carroza sí del sol ardiente.
Ahora bien, casi siempre que en el Poema heroico se presenta
la mención de las estaciones, don Hernando recuerda a su maes~ (C) (Lib. IV, est. CCXXXVI).
tro; así en los dos fragrnentos que siguen:
Sobre el modelo, la imaginación poética ele Domínguez Ca-
Era del tiempo la estación ardiente, margo se revela rica y original: este inmenso pez, duro, deslum-
en que luces del sol la melenuda brador, que convierte el cielo casi en fuegos ele artificio al reven-
pompa de julio peina en su luciente tados astros en diluvio de chispas, no desmerece en nada del pri-
greña, sobre la piel que estrellas suda: maveral toro gongorino.
buído rayo solar era su diente,
si arpón de fuego no su lengua ruda, Siguiendo con nuestra comparación de tipo musical, las va-
riaciones de Domínguez sobre el tema gongorino tienden a ago-
(35) Juan de CUeto Y Mena, "Silva Ephitalámica", en Obras de J. de C. y tar todas las posibilidades; veamos, para citar un último ejemplo
M., ed. de Archer M. Woodford, Bogotá, 1952. la siguiente estrofa:

76 77
Así queda claro cómo Domínguez trabaja sobre los elementos.
Una vez pisó el sol aquel serpiente (35 a) estruéturales de la metáfora gongorina, pero efectúa nna amplia-
que de crespas estrellas escamado
-Ción, un eriquecimiento, con extraordinario poder imaginativo __y
el cielo cifie, cuya riza frente
le grifa el Aries con vellón dorado; · sabiduría poética, ·
cuya cola el un pez y otro luciente A continuación nos proponemos examinar otro te1na del poe-
de conchoso diamante han argentado; ta santafereño -de antecedente gongorino tatn-bién-: se trata
cuyo diente, Escorpión le dio cosario, del arroyo que, como vimos, había desarrollado Domínguez en
y en sus flechas la lengua, Sagitario. un romance anterior al Poema hero1'co.

(D) (Lib. II, est. CCXIX). Cinco arroyos, por lo menos, corren por las paginas del San
Ignacio; cinco arroyos muy semejantes al de Chillo y semejantes
Obsérvese que, en todos estos ejemplos existe, además de una entre sí.
estructura común, elementos repetidos. En el cuadro siguiente se A.- Si al cristalino potro, arroyo undoso,
presentan ordenadamente. desde el escollo reprimió pendiente
con los que mueve, auriga numeroso,
A B e D Góngora frenos Orfeo en cítara elocuente ...
Medio cielo (cielo) zafir Cielo cielo, zafiro (I, CXL).
Epoca
y clima
1
diciembre
enero
Julio feb.-marzo - abril-mayo
B.- Correr admira en la revuelta arenai
algente ardiente nevado florido caballo de cristal, a ese espumoso,
rápido a ese Jordán que el aire llena
Luz luciente luciente luciente luciente luciente (polvo a su.piel) de aljófar luminoso ...
Figura Capro Indefinida Pez Serpiente Toro (II, XXV).
1 (León) (y pez)
pelo piel escama escamas pelo
1 cuerno frente
C.- Venera el monte, en cuya falda verde
frente
1
diente diente diente un serpien.te. d_e espuma~ escan1ado,
lengua. lengua en roscas de cristal sus giros pierde,
pie pie cola cola
boca espina f!exüoso entre peñas desatado,
.y al risco que lo pisa, altivo muerde,
Movimiento . pace astros peina luces batía o vio- ciñe el pace estrellas en. sortijosos vínculos vibrado:
o acción 1(ciñe el cielo) del sol !aba espumas cielo
de astros matricida cristal de dos montañas
que, al parirlo, rompieron sus entrañas ...
(II, LXV).
(35) a) La Constelación boreal del mismo llombre.
79
í8
D.- Sus crinitos raudales precipita, La estructura ele las comparaciones es la siguiente:
co1neta de cristal, un arroyuelo,
desde la cima que en la nube habita Plano metafórico Plano real
porque caigan sus aguas desde el ci~lo; A.- Cristalino potro Caudal, impetusiclacl
y clesgrefianclo el risco, en que palpita B.- Caballo ele cristal Caudal, impetuosidad.
luces ele vidrio, se clespefia al suelo C.- Serpiente ele espumas Forma, curso.
ele ampo en ampo y, su cristal quebrado, D.- Cometa~cle'<:ristal Forma, caída, velocidad.
la cola vibra en el ameno prado. E.- Cristalina lira Sonido.

(II, CIX). En primer término anotemos que la metaforización responde


a una dignificación ele la realidad, como anotaba Dámaso Alonso
E.- Ese rompido arroyo que te mura, en el caso de Góngora. Ahora bien, don Dámaso afirma que "En
sonante sea cristalina lira · la poesía ele Góngora hay una especie de simplificación ennoble-
en quien el cisne temple su voz pura
cuando lo erija su postrera pira; cedora del mundo" (37). Esta afümación no me parece del todo
un diamante en la guija menos dura exacta, con perdón del ilustre maestro. "En las Soledades o el Po-
bruña su plata, en cuanto campo gira; lifenw apenas se hallará agua de ríos, mar, fuente o lágrima: cris-
venera cualquier hoja ele su selva, tal suele ser la designación que cubre a todos''. Y antes ha dicho:
la que gota recibe, aljófar vuelva. "Con este juego, no solo se borra la individualidad del objeto, si-
(III, XI) (36). no que este entra dentro ele una categoría a la cual cubre y re-
presenta una metáfora". Pero es que yo no creo que el objeto
pierda su incliviclualiclad: permanece tácita, subyacente, y de ella
i
36
d ) A.- Clara alusión al mito de Orfeo, quien por medio de su Jira hacfa
e ener ~l curso de los ríos, entre otras cosas. El sentido de estos 'versos
se toma un denominador común que la agrnpa con la de otros oh·
jetos similares. Y en ello nÓ veo simplificación sino mayor comple-
se competa con los que siguen: así como Orfeo detenía el curso de los jidad. Siempre sabemos, y muchas veces -la mayoría- el pro-
~íos con¡ su música, Ignacio reprime la desbandada de las tropas españo- pio Góngora lo dice o lo hace entender fácilmente, que ese cris,
as en a defensa de Pamplona.
tal es agua de río, n1ar, fuente, lágrin1a - o, incluso, "unos miem~
B.- Josué III 16· "L (d
bias bellos de mujer". No es que toda el agua del mundo se
raron en un' rn 't. ;, as aguas el Jordán) que venían de arriba se pa.
on on (Nota del autor al verso 3).
reduzca a cristal, es que la fantasía poética de Góngora ve cali-
C.- Venera· e h · · ·
· onc a sem1c 1rcular de dos valvas, una plana y otra- convexa. dades cristalinas en ríos, mar, lágrimas1 mieinbros ele mujer. Don
D- Crinito· die
rios. ramales d. •
d 1 ta
ese , e come cuya cola o cabellera está dividida en va,.. Pedro Salinas escribe al respecto: "La operación ele la fantasía
ivergentes. se aplica a lo real, y exprime, saca ele ello, toda una serie ele su-
Ampo: Blancura resplandeciente. Copo de nieve. gestiones, de evocaciones, que lo rodean ele riqueza y esplendor,
. Se trata: como es ev1.'dent e, d e nn arroyo que cae desde un monte cuya
cima se pierde entre las nubes. (37) Góngora y el Polifemo, t. I, p. 157.

80 81
que lo exaltan en sun1a a realidad estética, a la realidad poética, do· S()llSual, con p_redom_i_nio <le los ojo_~_· PBro tarnbién se echa de
desde su simple nivel ele realidad material". Por ello, Salinas ti- ver ·otro aspectO Ilo n1-e1i-OS iillpo1:tante: la vitalización de la na-
tula su magistral ensayo "Góngora. I. a exalt<iCión de la realidad" turaleza. El arroyo se rnetamorfosea incesanternente, se hace ya
(38), y afirma en él adem,ís que, para convertir la realidad "ma- Potro, ya serpiente, ya ·corneta . .. ; la naturaleza vibra en su ple-
terial" en realidad "poética'', hay que "realzarla (39), acentuar nitud ele vida y movimiento; nada hay de opaco o debilitado en
extre1nadamente sus caracteres, elevarla por encima de sus for- ella, todo está en su plena brillantez, en su mediodía, en su per-
mas naturales, extrayendo ele ellas todas las capacidades estéticas fección total.
de que sea capaz Ja imaginación y la fantasía. En surna, exaltarla".

Lo que en estas alusiones y comparaciones me parece 1nás irn- Por últirno, subrayernos un_ fa_ctor estilístico:_ la rnaestría de
portante es la complicación, el intercambio ele los elementos de nuestro. poeta en el empleo del adjetivo; desde el. epíteto .conven-
la realidad. La vitalidad del potro y la serpiente se comunica al CiOnar--T"üffo)'o ülldOSO"~ --"fáTda verde" del monte, '~ameno pra:
arroyo y lo sentin1os más complejo, Inás rico en vida y movimien- cfo"), hasta la audacia y la precisión plástica de calificativos ta-
to, más hermoso. Se han cruzado elementos ele la naturaleza in- les como "flexüoso entre peñas desatado", "en sortijosos vínculos
tensificándose n1utuamente, acreciéndose cada uno con las galas ,~ibrado", "rompido arroyo''.. . Especialmente interesante es el
de los demás. Complejidad, complicación, podrían ser las pa- ejemplo B. Difícil resulta lograr con mayor precisión, efectividad
labras. y riqueza plásticas el movimiento veloz ele la corriente del río. El
procedimi.ento es la intensificación:
Otro tanto habría que decir en el caso de la identificación del
cometa y la lira con el arroyo que cae y con el arroyo que suena.
Yo creo que dignificar la realidad es enriquecerla, aunque sea correr admira en la revuelta arena,
"ficticia'i o "poétican1ente". Y, en rni opinión, esto es lo que ha- caballo de cristal, a ese espumoso,
cen Góngora y los gongoristas de calidad como don Hernanclo rápido a ese Jorclán que el aire llena
Domínguez. (polvo a su piel) de aljófar luminoso ...

Me parece que uno ele los aspectos más interesantes ele las El verbo "correr" está emplazado al comienzo del verso, en
estrofas citadas consiste en la visión, siempre diferente, del mis- hipérbaton que hace recaer la atención principalmente en él; lue-
mo elemento de la realidad: arroyo-caballo, arroyo-serpiente, arro- go ve1nos un efecto de esta carrera: la "revuelta arena"; "caballo"
yo-cometa, arroyo-lira ... Por este ejemplo es posible comprender es también una intensificación ele la impetuosidad del curso; en
la increíble fantasía de Domínguez Camargo, y también su ma- el final del segundo verso y comienzo del tercero, el retorcimien-
nera de concebir poéticamente la realidad. to sintáctico, el encabalgamiento abrupto (nótese el orden "nor-
nlllr': "admira correr en la revuelta arena, a ese espumoso, a ese
Vemos que los valores demayor relieve en estas metáforas
son los plásticos; élcle
- ----- ----- --- __ --"'·-----
_,_, _,,
Herna!ldo- Dominguez
-- ---- ---- ----·------ .. .,------- ----- - -
~-- ------
Camargoes n!l-niun:-
-
rápido Jordán, caballo ele cristal, que el aire llena ele aljófar lu-
minoso (polvo a su piel) ... "), todo ello realza e intensifica admi-
(38) Ensayos de literatura hispánica, Madrid, 1958. rablemente la palabra "rápido". La imagen finaliza en un esta-
(39) Un poeta como Bias de Otero diría más bien "real·izarla". llido, en una explosión que inunda el aire de destellos líquidos.
82
Don Remando Domínguez Camargo: "primogénito de Gón·
__gora".

¡· Siglo XVJI, gongorismo en América. Véase, seguidamente, el '~


J reverso de la moneda.
APENDICE

UNA El descubrimiento y publicación de la primera obra teatral


SAT!RA colombiana se debe a la diligencia de J.J. Arrom y J. M. Rivas
Sacconi (40). Esta obra nos ofrece, además de sus problemas tea-
AL
trales -que sin embargo son menos interesantes-, la oportuni-
GONGORISMO dad de examinar una acitud literaria ante el gongorismo.

Femández de Valenzuela nació en Bogotá en 1616, de padres


españoles. Estudió en el Colegio de los Jesuítas: antes de cum-
plir los 12 años, ya había salido de la escuela de latinidad y ha-
bía sido admitido a las órdenes menores. En 1638 es maestro en
artes, doctor en teología, predicador general y apostólico de la
Santa Cruzada, notario del Santo Oficio y juez asistente de los
exámenes de beneficios curados. Entonces va a España a llevar
los restos del Arzobispo Fray Bernardino de Almanza, el año de
1639. Un año después se hace cartujo en España y entra al mo-
nasterio real de Santa María del Paular de Segovia, donde cam-

(40) "La ·~Laurea crítica" de Fernando Fernández de Valenzuela, primera


obra teatral colombiana", en BICC, tomo XIV, 1959.
84
85
"('''.i'' ' (i'

ft>1 ~(. G"'i


bia su nombre por el de Bruno. En 1662 se encontraba en Jerez rrado), de un tipo intelectual (el crítico). Los únicos personajes
de la Frontera. Mmi<Í en el último cuarto del siglo XVII (tal vez no exagerados son Miser Protasio y su secretario: son el espejo,
en 1677) (41). el muro de rebote, y también los pmtavoces del autor, de la crí-
tica.
L_a Laurea crítica, única obra interesante de Fernández de Va-
J~n;,uela, es un e~trerné~ satírico, -cuya t~niCa -impO.ftanci"a reside Estructuralmente, la pieza no tiene movinliento escénico ni
~-!1. su _s_entido__ crítJco. Es una sátira contra una clase social, contra ..
complicaciones de escenario o de técnica teatral. Los escenarios
cierto tipo de intelectuales, pero principalmente contra cierto ti- son dos, 111uy sencillos, y los elernentos de utilería se reducen a
po-Cle estilo literario: el gongorismo (42).
dos sillas y una mesa con un telón convencional que representa
A grandes rasgos el asunto ele la obrita es el siguiente: el interior de una casa.

Miser Protasio llega a "comission de exámenes". Ante él se pre- Todo el efecto de la obra está basado, pues, en la palabra. Es
sentan aspirantes a dh·ersos títulos: un caballero, 1111 necio, un más "teatro" ele leer o de oír que ele ver. Y, en realidad, como
preguntador, un acatarrado y, por último, un crítico, don Velia- decía, lo único importante del entremés es su crítica del léxico y
lís de Lúbricis. La mayor parte del entremés consiste en el diálo- ele la manía cultista ele los culteranos.
go entre este y Miser Protasio, y constituye la sátira contra el
gongorismo. En esta crítica se encuentran ribetes de farsa grotesca en pa-
labras y frases sin sentido, absurdas dislocaciones ele acentos y
Los personajes son tipos exagerados y ca;ricaturizados, voceros· de orden oracional. Se podría llamar a esta obra, en su última par-
impersonales de una clase social ( el caballero), ele un tipo social te, una "farsa lingüística".
(el necio, el preguntador), de una enfermedad ridícula (el acata,
En la Laurea crítica se satiriza al gongorismo de manera in-
(41) Véase J. M. Rivas Sacconi, El latín· ·en Colombia, Cap. IV: "Fernando directa .. y también muy directa X .cleciclidaíneni:e. Casitoclo.s lós
FernándeZ de Valenzuela". · · elen1entos del estilo de Góngora están presentes: eX:1geraélos Yri,
{42) "La intención de Valenzuela es francamente satírica.· ·se mofa ··de éliculizaclos pero elbfanéo predilecto de Valenzuela parece ser la
varios tipos sociales y muy en especial de un aprendiz de ...crítico literario: manía cullista:: Examfoaremos con cierto C!etallelos-e1emenfos cié
Lo que más nos llama la atención es que, viniendo en tiempos cuando ha esta--sáiiJ'a contra el estilo del "ángel ele tinieblas" (4'.3).
triunfado el barroco, se emprenda precisamente contra dos señalados as.·
pectes de aquel estilo -la riqueza metafórica y los cultismos_:. ·y dé coii
certera puntería en frases e imágenes que luego llegarían a ser lugares Co- Encontramos las dos clases ele cultismo que señala Dámaso
munes. Tenidas en cuenta su edad y su condición de estudüant.e, lo más
probable es que reflejase la opinión de sus maestros, pe1tenecientes a una
y
Alonsoen fa lengua poétfoa de Cangara: el léxico el sintá.ctfco,
generación anterior. Pero es sintomático que existiesen zonas de resisten- at!ñque lógfCamenl:e sea más abi!nCíanie-eC¡)iiñlero: Así, dentro
cia a la avasalladora escuela de Góngora. ¿Lecturas de la Culta· latiniparla detú1a grarí cantidad d~l.,tinisil1_(}$_como grr¿te§,_b~llic(Js; hilmiH:
de Quevedo? ¿Añoranzas de las claras aguas renacentistas del otro Garci· ma, etc., se destacan especial111ente_t,re_s_ tiI>()S: el cu_ltls_ll1()_c¡ue
laso? Reacción o tradición, lo cierto es que el entremés del juvenil bogo.
tano es el primero en América en lanzar sus :leves saetas hac;:::ia un tema
estrictamente literario".·J. J. Arrom, •~~quema ... , p ... 5~. · · ( 43) Cfr. para lo que sigue, Góngora y el Polifemo, I, Cap. VII, pp. 120 ss.

86 87
.apareceen las obra.s..d(l. Góngora, el cultismo señalado como tal 'Conducir," si bien (45), "esplendor y* ostento son todos cul-
el cultismo caricaturescO. · --.. · - ·---- - · -------- .,. '
tismos usados frecuentemente por Góngora.
a). Cultismo gongorino. El blanco de la sátira se va haciendo más definido en sus de-
talles, puesto que en la intención general es lo bastante explícito
•creptísculo, séphiro (céfiro) adunco • esplendor ilustre (46).
~-
nocturno, o ostentar, entre otras, ' son "palabras
' '
afectadas según'
censuras y parodias literarias del siglo XVII" (44). Las antecedi- En cuanto al cultismo sintáctico, lo más notable es, desde
das por un asterisco están reiteradas entre dos y siete veces luego, el hipérbaton, aunque tambié,n encontr~mos alguna d~ las
en la Soledad primera, como señala el mismo autor. fórmulas estilísticas peculiares de Gongora. Veanse algunos e¡em-
plos de lo primero:
Ello podría llevarnos a concluir que el joven seminarista bo- Primero de la luna, sol nocturno,
gotano conocía, al menos, la Soledad primera. Esta conclusión se veréis la plata conculcada en Génova (vv.23-24).
hace imperiosa al examinar otros elementos, especialmente la me-
táfora. rey a quien da tierra roja corona. . . (v. 321).
a su docto me agrade ('haga subir'] exanbre crítico
b). Cultismo caricaturesco.
(v. 350).
Critiquez, crucíferos, protótipo, pánuco, auréolo, etc. Las dis- En cuanto a las fórmulas estilísticas, se halla el siguientE
locaciones de acentos, los sufijos extraños al uso corriente el es- ' l d "eA, no B" :
e¡empo
drújulo, etc., den1uestran la intención satírica caricaturesc~.
pavo real, no harpía ... (v. 330).
c). Cultismo señalado.
Como decía, casi todos los elementos del estilo gongo.rino
Como parte del juramento que Miser exige de don Velialís son ridiculizados. Doy a continuación una serie escueta de e¡em-
para otorgarle el grado de crítico, aparece lo siguiente: plos:
Miser. dDecís que os armaréis de dos vocablos Alusiones.
para sacarlos en cualquier colloquio,
que son: el "condusir,,, el "necessito", Con grado y borla de español Virgilio (v. 45).
el '(si bien", el '(no poco" y el "ostento" Micenas [¿Mecenas?] repetido. . . (v. 295)
y "esplendor", y a cualquier amigo vuestro
probaréys enseñarlo? (45) ''Frecuente en Góngora ( ... ), si bien debió llegar a convertirse en
una fórmula trivial de la conversación afectada". La. lengua poética de Gón·
(44) Dámaso Alonso, La lengua poética de Góngora, Madrid, 1961, pp. 95 gora, p. 107. .
y SS. (46) Véase, al final de este Apéndice, la transcripción de toda la última
parte del entremés, la más representativa a este respecto.
88
89
Desde el indio remoto y brauo pánuco e). Perífrásis.
al de jayán Atlante honbro celífero ... (vv. 303-804).
El mejor ejemplo son los siguientes versos:
Tropos.
a). Imágenes: dHaréys pleyto homenaje de guardaros
de decir pan al pan y vino al vino,
sinO rubio licor, cosida harina,
... los montes túrgidos,
verrugas de la tierra ... (vv. 19-20)
' y de llamar también ultramarina
de lodo al breue lago,
..... el ancho océano y a los charcos occéanos?
vaño del sol... (vv. 21-22)
la luna, sol nocturno . ..
f). Versos bimembres.

b). Metáforas. No existe en la Laurea crítica otro tipo de plurimembración.


Tampoco la correlación. Ejemplos de bimembrismo:
el ancho océano
. . . de sus cristales viudo. la pas anide, la salud sea cúmulo ...

Como se ve, esta es una de aquellas metáforas lexicalizadas a columnas finnes de virgilios críticos . ..
las que se refiere Dámaso Alonso.
solicita méritos y responde premios ...
. . . dos topasios ... [ = ojos] (vv. 331).
Es notable cómo Valenzuela ataca certeramente los elementos
brotando crestas mis honores críticos (v. 7) más hnportantes del estilo goiigoriiio revelandc) así su profundo
conocimiento de este. Pero aclemás, por si quedara alguna duda,
c). M etonímias.
el seminarista bogotano llega hasta la parodiade la poesía del
~autor ele Las soledades. Me parece ilustrativo esfablecei- aquí una
.. . de estudios honrrosos claro Achates (v. 294) comparación eiiú:e fos~textos gongorinos y la burla bogotana .
[Acates, representante ele la fideliclacl, de la amistad]

d). Sinécdoques.

desde el inclio remoto y brauo pánuco


al de jayán Atlante honbro celífero,
y desde el belga hasta la zona tónida.

90
91
'

GONGORA

... crestadas aves,


LAUREA CRITICA cuyo lascivo esposo vigilante
doméstico es del sol nuncio canoro
-de coral barbado- no de oro
ciñe, sino de ptÍrpura, turbante .
. . . el crepúsculo
en que saluda al sol crestado páxaro. examinando con el pico adunco
sus pardas plumas ...

Páxaro crestado, de sus vestidas plumas


de aue casera esposo vigilante, conservarán el desvanecimiento
saludador solícito del día, los anales diáfanos del viento ...
rey a quien da tierra roja corona.
la avecilla ...
en el de muros líquidos que ofrece
Infamador del viento, corredor el diáfano elemento ...
correo del diáfano elemento,
que con marfil adunco plumas peyna. ~Grave, de perezosas plumas globo,
que a luz condenó incierta la ira
del bello de la estigia deidad robo,
desde el guante hasta el hombro a un
El fiscal graue, (joven cela:
de Proserpina la funesta aue, esta emulación, pues, de cuanto vuela
pavo real, no harpía, por dos topacios bellos con que mira,
que en dos topasios restituye el día. término torpe era
de pompa tan ligera.

Más tardó en desplegar sus plumas graves


el deforme fiscal de Proserpina ...

92
Así, pues, queda perfect~mente claro que el blanco directo de FERNANDO FERNANDEZ DE VALENZUELA
la sátira es la poesía de Gongora; _ J_,a,s soledades~ rnás concreta-
mente, ya que no parece haber senales ele los otros poemas.

Estarnos en 1629. La soledad primera era conocida ya en Ma-


drid a mediados de Mayo ele 1613 (47) · El entremés bogotano nos LAUREA
demuestra ¡0 extendido que el culteranismo estaba en América
ya en la tercera década del siglo XVII, .Y también que encontró CRITICA
serias resistencias en algunos inedias coloniales.

~~!! 1 eni_?_~-r~o_,_ ~l__ ~~~~~-r--~~~ ha_cer un ~_alance,_ si __ tene~~-~ en


cuenta que dos de los mas graneles escntores . amencanos de la
;;¡;;,~a-Sor Juana Inés de la Cruz .Y Domínguez Camargo- apro-
vecharon excelentemente ]as enseñanzas de don Luis, solo pode-
.mos rn]orar Ja sátira de Valenzue]a como una muestra de lo que
se pensaba en ]os medios má.; retrasados en lite:atura. Y, en efec-
to, el único valor del entremes, como resulta evidente, es su cali-
dad de muestra, de ejemplo. (FRAGMENTO) Miser iVed qué locuras;
mirad qué primerilla de figuras!

Sale Don Belialis de Lúbricis

Don Velialls En éste de las scientias fiel protótipo


la pas anide, la salud sea cúmulo,
qua! uno y otros orbes béllicos.

Míser _¿Qué dice este borracho?./~·

Secretario Este es un crítico, 280


el qua!, con sus actiones y figuras,
hasse, habla y significa mil locuras.

Miser No traygo comissión para esa gente,


que hombre tan infundido en disparates
( 47) Góngora y el Polifemo, I, P· 112 · pertenese al rector de los orates. 285

94 95
·-,_·
1

Miser ¿cómo llamáis ·el· buho? Que es desir en romanse .' ..

Don Velialfs El fiscal graue, · Don Velialís ·De aquesto necesito Sciant horisona.
de Proserpina .la funesta aue:i
pavo real, no h·arpía, 380 Miser Redeclaraos, 11ermano,
que._ en dos topasios restituye el día. si habláis por circunloquio ele supremo.
Hablad, hablad, por Dios, con Calepino, 360
Miser iBasta! No digáys más; o dadme vuestra súplica en escrito,
. no me llaméys alguna l!amadl!ra que a solas constmctiones me remito.
que no aya qnien entienda
mi nombre, tan sabido en qualquier tienda; 385 Don Velialis Usería me admite este memólico
qué aquestas !lamerías · y le despache.
bastant€s fueran a acabar 1nis días
·- - ·que -lViUe Dios! Parese 1; tleStra len~a · .
1 Miser Dice así: L M H.
con esse tris· tras ·Con que éhispe,á;· ' Lecl vos, secretario, que en un ojo 365
el madroño que arde o la xedrea. 3.40 me a dado un rayo, y no le basta antojo.
Desid lo que ·;pedís ligerainente, ..., · · ·
que en las tripas mé biiile uria cdriente Secretario L M H dize ...
que, si me. tardo, en estas ocasiones '
reJk,no ivÍue Cristo! lds calsones.. S45 Don Velialis No se admire:
la L es nota y vale por largire,
Don Velialis Señor mío, yo pido en p~~sa humílima la M mihi y la H honorem,
qire tJse:fíi:i se sirua, si mis" méritos . y todo el agregado · 370
no me amandan a un delirio c1:ítico Largire Mihi Honorem, que es el grado.
y si mis sienes de sus nobles "ínfulas Lea voacé adelante.
no soIJ. indignas y i:le,l. grado espléndid9, ..
a su do.e.to. me. 35o Secretario Dios me ayude,
.- .., -. agr;;tde
. . : ::;;._.exanbre
}'':,('', ..
crítico.
.. ·· ·
•'-

que· en· fa lisión ·no. dudo que" trassude.


Miser
· L M H :dize: Aspirando; si bien de los oculta-
. "''··.·' mente brillados fulgores impelido, a Ja clara y
Don Velialis Mi súplica señor va enderezada noble palma que, ostentando siempre verdes re-
a que el Miser claTiflco : ......,.. -·-·· · nueuos; solicita méritos y responde premios, dig-
·• cresca ·conmigo el· mtilante mundo nos ornamentos· de sienes· a maiores glorias felis-
al dé ·nríticos slempre: exanbre:rútilo. 355 me1\te destinadas, apercibe brasos en mí un re-
-..,,.-
!

petido. Briareo; para., admitir, recibir, condigna rns deuemos agregar y congregar a los dichos
manutenensia. Es la de pocos meresida, de mu- nuestros críticos y, corno tal recebido, os manda-
chos sí apetecida y aun buscada ansiosamente glo- mos que dentro del tersero día os ayas de partir
1'iosa borla, a cuyos pies pide piadoso puerto, con y partáis, salir y salgáis desta villa para tener
las tempestades derrotado y de los vientos a<;:ota- vuestro nouiciado en el Hospital del Nuncio de
clo, pobre vatelillo que me conduse. Entre estas, Toledo, según uso y costumbre de los dichos gra-
pues, brauatas del ronco Austro y del Noto ene- duados; y si dentro del dicho tiempo no huviére-
migo me ostenta piadoso siempre norte la lumi- des sanado, os mandamos quedar allí, porque no
nosa estrella, sino luciente de la benignidad de peguéis a otros el contagio; y en señal de que todo
Usía, a cuya culta y noble cátedra me rindo dis- lo dicho es assí verdad y para que tal qua! seáys
cípulo y me consagro aficionado. Fecha en la conocido, recebido y admitido y assí mesmo teni-
corte de Minerua, reales de los doctos de las scien- do por doctor de aquella casa, ordenamos se os
sias, Unga, emporio de las musas, siempre noble, den las insignias dichas de tal grado y seáys pa-
siempre docta, claríssima siempre Academia. sseado con ellas por las calles. Fecha en la Villa
de Turnas, en la Audiensia y Sala Monarca! y
Don V elialis de Lúbricis. Allargía Real de Salbarriento. casa propia de nos,
el dicho Don Miser Protasio, y por ante mí Don
Miser iAy! Tal cosa Pantaleón de Rebolledo, secretario; et fice mi sino
lenguaje es iviue Dios! caldeo en prosa. 375 en testimonio de verdad.
Led vos la patente, qne deseo Don Pantaleón de Rebolledo.
gue sea idioma arábigo y gineo.
Miser Digo que sois de mérito secreto,
Secretario Nos, el Micer Don Portasio, buli carabuli, gim- m<;>reséys serlo de los reyes magos,
nasiarca, esiarca, monarca y protarca meritíssimo que os caue esa quimera en la caueza.
de la Academia Española de críticos y anacríticos iO qué bien empleado pensamiento! 380
y percríticos, por quanto [por J parte de vos, el
dicho y entredicho Don Velialís de Lúbrisis, nos Secretario No es mucho si de un loco se hacen ciento.
fue pedido, rogado y suplicado qne nos sirviésse-
rnos de vos ajuntar y agregar y conjurar al núme- Miser lEa! vayan viniendo sus insignias,
ro de Jos nuestros críticos, e nos tomárnoslo por porque así procedamos al paseo.
bien, por siempre jamás, amém; inuocando el au-
Don V elialís Viendo estoy lo que goso y no lo creo. 385
xilio de los nuestros allegados y consexeros Ute
Matute y don Cacho Camacho y en virtud del di- Miser Hincaos, dorado, de rodillas,
cho poder y facultad a nos por ellos, a ellos por que os tenemos que hacer dos preguntillas.
nos, in solídum fecha y acordada, fallamos que Decid: ¿queréis ser crítico?
100 101
Don Velialís Sí quiero. Míser dDecís que .os .armaréis de dos vocablos
para sacarlos en qualquier colloquio, 410
Miser Dios os haga famoso majadern. que son: el "condusir", el "necessito",
dDeseáys graduaros? · el "si bien", el "no poco"· y ·el: "ostento"
y "esplendor", y a ·qualqUier. amigo vuestro
Don Velialís Sí deseo. 390
probaréys enseñarlo?
Misér Dios os dé bueli lenguaje de gineo.
dPedís la borla doctoral? Don Velialís · Sí lo digo.

Don Velialís Sí pido. M'iser No ví culto jamás tan obediente, 415


ni obediencia de culto tan gallarda.
Míser Dios os haga doctor y conuertido, Ei me prnmeterá ponerse albarda.
¡Jorque una ·ues oy, por no ser sordo, Y a un ingenio que no para
que doctor, conuertido breue, es tordo. 395 de; inuentar nueuas frases y vocablos,
¿oesís que buscaréys nueuos lenguages. hablar pueden con él todos los diablos. 420
griegos, hebreos, sirio's y caldeos, Dios os conceda, amigo, plumas y más uñas,
negros y gerigonsa, sólo a efecto aquestas rubias y aquestas con pesuñas.
de enriqueser la lengua? dSalís a todo aquello que os mandaren
oy los señores de la Academia
Don Velialís Así lo digo. del crítico splendor, mandaros algo 425
que jusgaren conuenir?
Míser ¿y juráys de no hablar en castellano,
sino en místico~· dándonos seguro Crítico A todo salgo.
que algarauía aprenderéys?
. ' .
Míser Pues a un ingenio tan gallardo,
Don Veliqlis Sfjuro. que suele aser punta entre los trópicos susanos
y volarse de vista a los cristianos,
Miser dHaréys pleyto omenaje ..de guardaros por volater o, al fin, por paxarnte 430
¿¡e decir pan al pan y vino. alvino, se le pone este noble capirote.
sino rubio licÜf, cosida hariÍla·, Dios os conceda, amigo, borla parda
y de llamar también ultramarina ora en jáquin1a sea, ora en albarda,
de lodo al breue lago, campanitas que alternan cascabeles,
y a los charcos occéanos?: inuestibnntur tibi tuum gra<lum 435
cum borla capirote
Don Velíalís :· Sí hago; .;;u orristor y ojo rumaja rumajorum,

1ó2
per omnía 5ecula seculorum, amém. BIBL!OGARJA
Dominas bo bispos.
Habemus ad nos. (Se rnencionan aquí tanto los libros citados en el texto coino otros que, a
pesar de no haberse incluí<lo en laS· notas, hán sido utilizados también en
Orate fraires. 440 el presente trabajo):
Dame los brasas, valoroso crítico.
Anderson Imbert, Enrique. Historia de la literatura hispanoa1nericana. Méxi-
co, Fondo de Cultura Econóinica, 1957 (2\l edición).
Don Velialís Tome Usería, en ves de agradesido,
este bolsillo en retorno con sien doblas. Alonso, Dán1aso. G611gora y el Polifenw. N!adrid, Edito~i{ll Gredos, 1961.
Vamos, pues, al passe[ o],
Alonso Dámaso. La lengua poética de Góngora, \:ladrid, Consejo Superior
que verme ya [de] crítico deseo. 445 de Investigaciones Científicas, 1961. .

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r.:rartín'~z; Fern:ru1do··_,Ahtoriió.',
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lvla)'a;:·R~Ia~I. E$ta+hpGS de 'aÜer·Y retratos de hoy. Bogotá,'-Bibliotfu dé'~!Aú-


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~Nieto·,. Arfetit~· l~UiS EdUatd¿, ECónOnda ·y cultUra en· tCz hlstorla'



dir Colombíii.
i.
Bogotá, Ediciones Librería Siglo XX, 1942.

107
INDICE

Nota preliminar 9

Intro<lucciótt ... 11

Primera Parte

La literatura colonial (1550 - 1800) . 15


A) El siglo XVI . . . . . . . . . . . . . .. 15
Juan de Castellanos . 19

B) El siglo XVII . . . . .. 35
Juan Rodríguez Freyle . . .. 39
Remando Domínguez Camargo . 57
Apéndü;e

Una sátira al gongorismo 85


Femando Fernánclez de Valenzuela: Laurea crítica 95

Bibliografía . . . . . . . . . . , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
·:; .···

......,... "Estudios sobre Literatura


Colombiana" se terminó de
imprimir el 10 de junio de
1965, en los talleres gráficos de
Ediciones TERCER l\1UNDO .
..... La edición consta de 2. 000
ejemplares.

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