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Escuela Diaconal Arquidiócesis de Bogotá Germán Andrés Díaz Díaz

Gregorio Majweski, Pbro. – Síntesis Bíblica Estudiante de Síntesis

ESTUDIO: LA IMAGEN BÍBLICA DEL CUERPO POR AGUSTÍN LAJE

En los últimos siglos la reflexión teológica nunca se vio objetivamente orientada a temas que,

aparentemente, son tan mundanos como el cuerpo. Hubo que esperar hasta Juan Pablo II para asistir a

trabajos semejantes con gran amplitud, profundidad y decisión. Tal vez los copiosos cambios culturales del

mundo de hoy jalonaron los trabajos papales; lo cierto es que, contrario a lo que se pudiera pensar, la

referencia obligada remite necesariamente a lo más “arcaico”, los relatos del Génesis. Porque allí, en el

principio -aunque ya se conoce que no se habla de un principio cronológico sino de principio en los

fundamentos- se encentran justamente los elementos fundantes para una teología del cuerpo. Seguramente

incluso el mismo Jesús habría apelado, como lo hizo en otras oportunidades, al principio.

Un aspecto a resaltar es el tono positivo con que el pontífice desarrolla su teología. No deja de sorprender

y calificarse en cierta medida como de avanzada en medio de tantas voces que abordan el tema en la

actualidad. No en vano el Papa abordó el tema toda vez que estas cuestiones inciden directamente en la

escala de valores en nuestra sociedad.

Por otro lado, la reflexión ahora parece distanciada diametralmente a las tradicionales reflexiones hechas

por filósofos fundantes como Platón y el mismo Descartes; antropologías que terminan tratando el cuerpo

como elemento residual puesto que para ellos lo preponderante es el intelecto no solo como condición de

posibilidad para la formación de conocimiento sino para la valoración ética. Presupuestos que hoy en día o

no son tomados con tanta importancia o son ampliamente superados. De alguna manera se puede decir que el

orden de la ecuación se ha intercambiado. Pero, ¿será posible ir nuevamente a los principios extraíbles de las

viejas tradiciones bíblicas? Francisco Laje realiza el ejercicio para mostrar dos cosas: 1. Que en las

tradiciones bíblicas más antiguas la persona aparece más como alma encarnada que como cuerpo animado, y,

2. Que los textos más tardíos del Nuevo Testamento terminaron introduciendo una valoración más bien

negativa del cuerpo.

Germán Andrés Díaz Díaz Síntesis Teológica


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¿Cuerpo animado o alma encarnada?

En las más antiguas tradiciones bíblicas no se encuentra un término equivalente al que se tiene hoy día

para cuerpo; esto, entre otras cosas, muestra que el pensamiento temprano hebreo no es dualista. Este tipo de

elaboraciones vienen a introducirse cuando hay contacto con culturas orientales y especialmente helenísticas.

El término más equivalente aparece tan solo tres veces en todo el Antiguo Testamento.

Ahora bien, herencia del pensamiento occidental es la concepción del cuerpo como frontera o límite entre

el individuo y los demás seres y la naturaleza misma. No precisamente de la misma manera se entiende el

cuerpo en la cultura semita; más bien se entiende en relación con el entorno y la comunidad, lo cual supone

una comprensión bastante diferente a la que tenemos nosotros. Además, la concepción es eminentemente

positiva y pluralista. Puede decirse que la comprensión de la persona es contraria (no en el sentido de

contraposición sino de dirección) a la comprensión griega, añadiendo un matiz más: la unidad, no la dualidad

presente en el pensamiento de occidente. En últimas, puede afirmarse que para el pensamiento bíblico el

cuerpo es alma en proyección hacia fuera, o lo que es lo mismo, cuerpo animado.

El menosprecio del cuerpo

Negar que en el cristianismo tradicional hay un marcado menosprecio por el cuerpo es casi como negar la

historia. Es en el Nuevo Testamento donde aparece el término soma y sarx, particularísimamente en la obra

paulina. La valoración negativa del cuerpo estaría atada más a la búsqueda por explicar o contraponer la

condición irredenta a la obra realizada por la justificación; pero a Pablo hay que leerlo y entenderlo

completo, su intención obedece más a llevar al cristiano a una relación de renovación permanente de su

condición de nueva creatura apartándose de todo aquello que traiciona su deber ser. Pero no solo en Pablo se

puede observar una compresión o estimación negativa, también la hay en varios autores diferentes del Nuevo

Testamento e incluso extratestamentarios. En los Padres Apostólicos se puede encontrar que la carne es

considerada positivamente en relación con la Encarnación, pero antropológicamente hablando es considerada

como lugar de perversión. Al final de todo, cobra relevante valor la pluma de Juan Pablo II en torno a estos

temas puesto que las cuestiones del cuerpo hoy día han sido trabajadas por ciencias distintas la teología.

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