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Impacto ambiental del crecimiento urbano

La contaminación del aire es un creciente problema en las grandes ciudades con mala
ventilación natural e importantes emisiones móviles o estacionarias. En muchas
ciudades, las condiciones se empeoran año tras año, a medida que aumentan las
emisiones industriales y las provenientes del uso de los combustibles. Por ejemplo, se
anticipa que las escuadras de vehículos y sus correspondientes emisiones aumenten en
un 5-10 por ciento anual en los países en desarrollo, estando el mayor crecimiento
concentrado en las principales ciudades.

Las emisiones urbanas representan una parte importante y creciente de los gases de
invernadero y los responsables de la destrucción de la capa del ozono.

Por más grave que sea la contaminación del aire ambiental en muchas ciudades grandes,
se debe distinguir entre ésta y la contaminación del aire interior, que en todo el Tercer
Mundo es posiblemente un problema más grave y ubicuo. En el ambiente de la
vivienda, una de las principales preocupaciones es la quema interior de los combustibles
tradicionales, altamente contaminantes, para la cocina y calefacción, que con frecuencia
resulta en el contacto diario con elevados niveles de compuestos tóxicos. También es un
problema frecuente el contacto ocupacional con contaminantes del aire interior y otros
tóxicos, especialmente en fábricas pequeñas.

Desde un punto de vista de la salud pública, el principal problema es el contacto total de


un individuo, con el tiempo, con todas las fuentes urbanas ambientales, domésticas y
ocupacionales.

Problema de los recursos hidráulicos

La urbanización, junto con su inseparable desarrollo industrial, tiene profundos


impactos sobre el ciclo hidrológico tanto cuantitativa como cualitativamente.

Los recursos hidráulicos disponibles en las cercanías de las ciudades, se están acabando
o degradando a tal punto que aumenta substancialmente el costo marginal de su
abastecimiento. Estos aumentos en costos surgen de la necesidad de explotar fuentes
nuevas y más remotas, así como de los mayores requisitos de tratamiento a raíz del
deterioro de la calidad del agua. Su disminución resulta mayormente de las inadecuadas
políticas para la fijación de precios y medidas de conservación.

El bombeo excesivo del agua subterránea resulta en muchos casos en el hundimiento de


la tierra con su consecuente daño a las estructuras urbanas, la disminución del nivel
freático, y en muchos casos, problemas de salificación.

La eliminación incorrecta de los desechos urbanos e industriales contribuye al deterioro


de la calidad del agua en las fuentes valiosas de agua potable de alta calidad.

La impermeabilización de la superficie de la tierra en las áreas urbanas cambia


considerablemente la hidrografía del aflujo, resultando en picos más altos e
inundaciones más frecuentes, y a menudo se reduce el recargado directo del agua
subterránea. Al mismo tiempo, el aflujo urbano es una de las principales fuentes de
contaminación no puntual. Los problemas de contaminación del agua en los lagos,
aguas costaneras y marinas, puede resultar en la pérdida de amenidades (oportunidades
recreativas y rentas del turismo), agotamiento de las pesquerías, y problemas de salud
asociados con el contacto recreativo y la contaminación de los peces y mariscos.

Producción y consumo de energía

Las ciudades inevitablemente requieren del consumo de energía y, en diversos grados,


la producción de energía para su uso en el hogar, los negocios y el transporte. La escala
misma del uso urbano de energía puede resultar en importantes problemas de
contaminación, como ya se ha analizado.

Es común el empleo excesivo, frecuentemente resultado de políticas energéticas


ineficientes. Los aumentos proyectados en el uso de la energía en las ciudades de los
países menos desarrollados, según los pronósticos de crecimiento demográfico y
económico y los patrones actuales de consumo ineficiente y elección de combustibles
altamente contaminantes, presagian cada vez mayores impactos ambientales a nivel
local, regional y global, y el riego de mayores accidentes.

Una apropiada fijación de precios para el combustible y la energía, mejores prácticas de


planificación y administración energética, y tecnologías que ahorran energía, son
necesarios como piezas fundamentales de las estrategias de conservación energética.

Las ciudades afectan además el equilibrio natural del calor, pues el que es generado por
el uso de energía, incluyendo los automóviles, combinando con el calor diurno atrapado
por las estructuras urbanas y la liberación más lenta durante la noche del calor
almacenado, crea un efecto de “isla de calor” que puede elevar las temperaturas en la
ciudad por 5° a 10° C. En las regiones y temporadas calientes, esta situación es casi
invariablemente desfavorable, sumándose a la incomodidad e inclusive aportando a la
mortalidad (p.eje. entre los ancianos) al gravar una ola general de calor. Las inversiones
térmicas son comunes sobre las áreas urbanas, atrapando las emisiones industriales y los
productos de la quema de combustibles, y contribuyendo a la formación del nocivo
“smog” fotoquímico.

Degradación de tierras y ecosistemas

A medida que crecen las ciudades, el fracaso del mercado urbano de tierras induce a una
urbanización inapropiada y ejerce presión sobre los ecosistemas naturales circundantes.

Los impactos pueden incluir la pérdida de tierras húmedas y silvestres (con su rica
diversidad genética y capacidad para proteger su hidrología), zonas costeras, áreas
recreativas, recursos forestales (particularmente debido a la acelerada deforestación para
llenar la demanda de leña y carbón).

El desarrollo urbano puede impactar negativamente en las cuencas hidráulicas aguas


abajo mediante el mayor aflujo y erosión.

También puede darse la degradación de las cuencas hidráulicas lejanas de la ciudad,


como por ejemplo cuando se construye importantes proyectos de agua potable o energía
hidroeléctrica a cientos de kilómetros de distancia, o cuando se trae leña y carbón de
aquellas distancias.
Ocupación de áreas peligrosas

La urbanización periférica incontrolada, que se observa en muchas ciudades de los


países en desarrollo, produce la ocupación, por parte de grupos invasores y de bajos
ingresos, de tierras bajas, áreas de inundación y laderas (montañas) empinadas.

A más de la degradación de la tierra, que a menudo resulta, la misma gente que habita
estas áreas se expone a mayores peligros de salud debido a inundaciones, deslaves de
tierra, lodo, y erosión; sus viviendas e infraestructuras comunitarias circundantes son
vulnerables a los accidentes, el daño y el colapso. También puede resultar un riesgo para
la salud, el vivir en las cercanías de industrias altamente contaminantes o que trabajan
con desechos peligrosos para la salud (p.ej. Bhopal).

Pérdida de propiedad cultural

Al considerar los impactos ambientales, con frecuencia se pasa por alto la degradación
del patrimonio cultural en las ciudades, sean monumentos históricos o vivos. La
contaminación del aire y agua es el principal culpable, que acelera la descomposición y
destrucción de estos recursos culturales. Se siente los impactos en la pérdida de
patrimonio cultural y de rentas provenientes del turismo.

y la contaminación del agua?

1. ¿QUÉ CONTIENE UN ESTUDIO DE IMPACTO AMBIENTAL?

Estudios de Impacto Ambiental


Es un documento técnico, objetivo y de carácter interdisciplinario, encaminado a
predecir las consecuencias del proyecto u obra sobre el medio ambiente y establecer
medidas correctivas.
Los estudios de impacto ambiental tratan de evaluar consecuencias de una actividad,
para intentar conocer la calidad del medio ambiente que habría con o sin dicha
perturbación.

Los Estudios de Impacto Urbano son instrumentos técnicos para la planeación


del desarrollo de las ciudades, que se utilizan para medir y prevenir los
impactos que todo proyecto genera en su entorno, para su valoración y
autorización, y están contemplados en la Ley de Desarrollo Urbano del Estado
de San Luis Potosí desde el año 2000. A continuación se describen sus
características primordiales.

Los consultores encargados de la realización de este servicio, deben contar


con amplia experiencia comprobable en materia de Desarrollo Urbano,
Vialidad y Transporte, ya que implica de procedimientos metodológicos para
la elaboración del diagnóstico, así como de las proyecciones que plantean los
diversos escenarios hipotéticos durante la construcción y operación del
proyecto.

Para comenzar, debe describirse el proyecto en forma clara y concisa en forma


cualitativa y cuantitativa, puntualizando sus dimensiones y capacidades para
dar una idea clara del mismo. Igualmente, deben describirse los objetivos o
propósitos fundamentales del proyecto, esto es, responder a la pregunta: ¿qué
se quiere hacer? En este punto se señalará la situación a la que aspira el
proyecto. Para describir las características físicas y operacionales del
proyecto, se debe contestar la pregunta ¿en qué consiste el proyecto? de la
manera más detallada posible, aportando el mayor conocimiento posible sobre
el asunto.

También se incluyen los planos de localización a nivel centro de población,


sector y sitio, así mismo debe describirse la localización indicando las vías
principales de acceso al predio, con especial énfasis en la vialidad de acceso,
la que incluye una sección detallada del arroyo, ancho de banquetas,
guarniciones y camellones. En este punto deberán describirse las dimensiones
y colindancias del predio, además de la determinación de la zona de estudio y
de influencia directa del desarrollo.
Arquitectos: la ausencia de planificación y gestión urbana en el AMBA se cobró
más de 60 vidas

Comunicado del Colegio de Arquitectos de la provincia de Buenos Aires relacionado


con las inundaciones en CABA y La Plata

El Colegio de Arquitectos de la provincia de Buenos Aires dio a conocer un


comunicado relacionado con las inundaciones en la Ciudad Autónoma y en La Plata.

El mismo señala textualmente:

Pasado el duelo nacional por las víctimas fatales del temporal de lluvia que afectó a los
habitantes del Área Metropolitana de Buenos Aires (Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, conurbano bonaerense y Ciudad de La Plata), y en orden al compromiso de los
profesionales dedicados al urbanismo en relación a la agenda social y política
bonaerense, el CAPBA, a través de sus Institutos y en particular el Instituto de Estudios
Urbanos declara:

Expresar toda nuestra solidaridad con los habitantes de la región metropolitana


que han sufrido pérdidas de todo tipo a causa de la tormenta, así como redoblar
nuestro compromiso de seguir trabajando por ciudades más inclusivas, seguras,
equitativas y solidarias.

Esta cifra aterradora de muertos, el pánico colectivo, las miles de víctimas que sufrieron
daños irreparables que se calculan en más de 2.000 millones de pesos y que redundarán
en traumas difíciles de sobrellevar, no son sólo el gravoso resultado provisorio y
concreto de este drama, sino deben interpretarse como la revelación del déficit histórico
en la agenda pública de políticas de planificación y gestión urbana.

Es inadmisible achacar a la pura fatalidad lo padecido en algunas localidades del


AMBA, por más excepcional que haya sido el fenómeno meteorológico que las afectó.
Podemos sumar a la lista de causales: la desaprensión por el ambiente natural, su
topografía y régimen hídrico, la ausencia de planificación urbana, un dominante
mercado inmobiliario regido sólo por las leyes que maximizan la renta urbana y la
constante expulsión de los pobres hacia asentamientos localizados en los peores sitios,
inducidos por la necesidad apremiante de encontrar un lugar para organizar su futuro.
En coincidencia con el diluvio y después de él, extremaron el drama la carencia de
planes de contingencia por parte de los gobiernos responsables, cuyas respuestas fueron
dispares pero coincidieron en estar por debajo del desempeño eficaz.

Los profesionales que representamos, poseedores de la competencia en materia de


urbanismo, así como los colegas de otras disciplinas concurrentes a la cuestión urbana,
se han expuesto en los últimos días a los requerimientos de la prensa para intentar
explicar las causas del fenómeno y los remedios para evitar las consecuencias más
dramáticas. Infructuosa tarea la de satisfacer, de manera sintética y palmaria esta
demanda social. Nos sentimos responsables de no haber amplificado y difundido los
conocimientos y herramientas existentes que podrían haber reducido el impacto de la
naturaleza así como no haber exhortado, con la vehemencia necesaria, el hacerse cargo
por parte del estado; en todos sus niveles, del destino de las ciudades con políticas
públicas específicas.

La política, única herramienta disponible para resolver satisfactoriamente este tipo de


problemas debe asumir la agenda urbana, cuya complejidad requiere de altas
capacidades técnica, plazos de formulación e implementación que superan sus mandatos
y estrategias de financiamiento no tradicionales. La desjerarquización y dispersión de
las áreas técnicas provinciales y municipales en materia de recursos, sumada a su inercia
para adoptar modelos eficaces de gestión y promover procesos de planificación urbana,
la carencia de articulación y cooperación interinstitucional en cuestiones regionales, son
solo alguno de los déficits evidenciados.

La sociedad, que soporta cotidianamente las disfuncionalidades urbanas y es victima


propiciatoria de este tipo de catástrofes, en espacial la población de menores ingresos,
está conmovida reclamando respuestas, mientras no reflexiona sobre el modelo
consumista depredador y no se conmueve por la privatización del espacio público y su
consiguiente segregación social, ni cuestiona la carestía en el acceso al suelo urbano.

Vastos sectores populares no controlan la exposición al riesgo de su localización


mientras que otros sectores más acomodados se entusiasman con la valorización de sus
propiedades y son cómplices del ocultamiento de las zonas de riesgo hídrico.

Este problema, que podemos definir como “urbanización insensata”, recae en múltiples
responsabilidades, empezando por el hecho de que desde la fundación de estas ciudades
no se respetaron las leyes naturales respecto de su emplazamiento sobre cuencas
hídricas inundables.

Los desarrollos urbanos planificados han sido inexistentes y la metrópolis creció


dominada más por las leyes del mercado que por la política.

Bajo otros paradigmas, la provincia de Buenos Aires aplico en 1880 las más adecuadas
técnicas disponibles en su tiempo al fundar La Plata, su capital, y contó en 1913 con la
Ley 3487 de Creación de Pueblos, reemplazada en 1977 por la Ley 8912 de
Ordenamiento Territorial y Usos del Suelo. Esta última, fracasada en sus pretensiones
planificadoras (menos del 20% de nuestras ciudades cumplieron las metas establecidas
de contar con un Plan Urbano), ya no posee las capacidades instrumentales necesarias
para equilibrar el territorio y reconducir el desarrollo urbano, a pesar de las iniciativas
que empieza a impulsar la sociedad civil, y que el CAPBA acompaña, como la Sanción
de la Ley de Acceso Justo al Hábitat.

Vistos los déficits acumulados por décadas de desinversión y privatizaciones que


estaban destinadas al fracaso, se puede estimar la misma insuficiencia a las crecientes
inversiones realizadas en materia de obras de infraestructura en la última década.

Es necesario invertir en este tipo de obras acompañadas de políticas públicas que


controlen el proceso de urbanización, de lo contrario las mismas nunca van a ser
suficientes.

Desacreditados los desvíos noventistas relativos a la “competitividad urbana”, nuestra


experiencia deja en claro que es imposible sostener ciudades más justas, inclusivas y
solidarias sin el marco de políticas nacionales y regionales, que promuevan la
autonomía política, los valores democráticos, el desarrollo económico inclusivo y la
justicia social.

Sin embargo no se sostiene con la misma contundencia la imposibilidad de


desarrollarnos como nación, de manera creciente y sostenible, sin el dictado e
implementación de políticas urbanas especificas en todos los niveles de gobierno;
creemos firmemente en la necesidad de acelerar la implementación de políticas como:
una Ley de ordenamiento territorial federal que reestablezca el rol del estado en la
planificación territorial y urbana, la ampliación y mejora del parque habitacional, el
acceso al suelo urbano, la provisión universal de los servicios de saneamiento, la
resolución de las necesidades de movilidad y transporte, un absoluto respeto al
ambiente, la implementación del uso de planes de contingencias, así como sistemas de
alerta temprana, entre otras.

Sostenemos que los objetivos de las vigentes políticas socioeconómicas redistributivas,


de ampliación de derechos, de impulso al desarrollo económico local basado en la
incorporación de valor agregado, de incremento de la seguridad ciudadana y de
democratización de la sociedad, requieren para que sean percibidos concretamente por
sus destinatarios, de los correlatos normativos, instrumentales y programáticos de
estricto carácter territorial urbano que sólo pueden ser impulsados por el Estado.

En orden a lo expuesto, queremos poner el acento en la imperiosa necesidad de acelerar


y profundizar la formulación e implementación de políticas urbanas específicas a todos
los niveles de gobierno, a partir de la sensibilización y jerarquización de las mismas en
la agenda social, mediática y política.

La tragedia, que afectó transversalmente a todas las clases sociales, con diferentes
impactos de acuerdo a las diversas condiciones habitacionales, puede alentarnos a que,
pasada la emergencia, se mantenga una clara y sostenida demanda social a los poderes
públicos en este sentido, clave de tímpano para este posicionamiento.
Planificación urbana y problemas ambientales

Muchas ciudades y pueblos tienen graves problemas ambientales por la falta de una
planificación urbana adecuada.

Industrias contaminantes, ruidosas y molestas en medio de una comunidad, edificios,


casas y asentamientos en lugares peligrosos y propensos a sufrir inundaciones,
deslizamientos, tsunamis, etc; problemas de tráfico por mala diagramación de vías de
acceso y medios de transportes contaminantes, falta de espacios verdes, construcciones
poco seguras, entre otros. Estas son algunos de los problemas ambientales urbanos que
se producen por no planificar y regular la dinamica de crecimiento y desarrollo de una
ciudad y su población.

Al dejar que las ciudades crezcan sin control las consecuencias son la sobreexplotación
de recursos, superpoblacion, aumento del riesgo y la inseguridad urbana, contaminación
del aire y acústica entre otros.

Los estados locales deben establecer normativas que permita un correcto uso del
territorio de acuerdo a sus características y usos del espacio asi como de las actividades
económicas para que sea administrado adecuadamente y no produzca más problemas a
sus habitantes.

Por lo general los pobres son los mas perjudicados cuando no hay límites al uso del
espacio ya que ellos ocupan los lugares más peligrosos para su seguridad y salud debido
a que no pueden acceder a otros.

Para los estados es mas complicado gestionar las ciudades cuando estan en conflicto
entre diferentes intereses y actores sociales debido al desorden urbano que si se
planifica la misma.

Además es muy costoso el ordenamiento urbano debido a que la relocalización de


empresas y edificaciones, traslados de población, construcciones de infrestructura etc
que si se hubieran planificado antes.
Hay elementos urbanos que pueden ser mejorados pero hay otros que no, por lo que se
deben buscar formas de gestionar los riesgos de acuerdo a las amenazas y
vulnerabilidad a la que esta expuesta la ciudad y su población.

La planificación urbanas permite modernizar y gestionar las ciudades en forma


sustentable y seguras, evitando la generación de problemas ambientales y sociales para
lograr un desarrollo sostenible.
LA IRRUPACIÓN DE LAS TORRES

Una explotación intensiva en las periferias metropolitanas

La explotación intensiva de áreas urbanas de baja ocupación constituye un vector que


permite indagar acerca de las lógicas que operan en la construcción de la ciudad.
Muchas de los nuevos productos inmobiliarios, como las “torres”, se gestan en el
contexto de un proceso de demandas de un mercado dirigido a sectores medio-altos que
buscan “refugio” dentro de la ciudad consolidada.

El impacto de esos edificios no es menor, pues generan la ruptura de las estructuras


urbanas sedimentadas a través del tiempo y la degradación cualitativa de las
preexistencias. Asimismo, los vecinos hacen oír sus voces de rechazo al fenómeno
instalado. En Buenos Aires, si bien los procesos de sustitución intensiva han comenzado
a resignificarse en la última década, la torre tampoco representa un fenómeno reciente.

¿Por qué se construyen? ¿Quiénes están a favor, quiénes en contra? ¿Cuál es su impacto
en la ciudad construida? Estos son algunos de los interrogantes que se intentan
responder. Desde esta perspectiva, el trabajo se centra en los procesos de transformación
de la ciudad consolidada y la identificación de las políticas urbanas que operan.

De modo que se tratan de caracterizar los cambios urbanos recientes, examinando los
procesos de toma de decisiones -los actores públicos y privados, los marcos
institucionales e instrumentos- en torno de la construcción de las torres. A partir de la
mirada sobre un caso testigo, se apunta a contribuir a la comprensión de los mecanismos
de producción y de gestión urbana, los intereses en juego y la red de actores que
habilitan una densificación intensiva.

La evaluación del modelo de desarrollo

El proceso comenzó en 2003 con el boom de la construcción y se posicionó en el centro


del debate tres años más tarde cuando los vecinos de los barrios de Caballito, Palermo,
Núñez, Villa Urquiza, Villa Pueyrredón y Vicente López alzaron sus voces contra las
transformaciones territoriales que estaban sufriendo con la irrupción de edificios en
torre sobre tejidos residenciales de baja y/o media densidad.

En consecuencia, más allá de las particularidades de cada caso, es posible observar


cómo el Estado en estos procesos ha abandonado su papel como agente directo de
canalización de las demandas sociales insatisfechas para convertirse en facilitador de las
actividades del mercado, proveyendo las herramientas necesarias para que las
inversiones privadas prosperen. En este contexto se inserta el caso del municipio de San
Miguel, en el conurbano bonaerense.

La ciudad de San Miguel es la cabecera del municipio homónimo, y se define como


subcentro regional en la corona de ciudades definida por el Río Reconquista. En este
municipio se encuentra el área de estudio, conformando un polígono de 16 manzanas y
un área de influencia de cuatro manzanas a la redonda.

Es una trama casi totalmente cerrada, constituida por una traza ortogonal -en la que se
alternan manzanas cuadradas y rectangulares- y por un tejido predominantemente de
uso residencial -con baja densidad poblacional y con corredores comerciales sobre las
principales vías de circulación.

Las motivaciones que llevaron a la selección de este área de estudio responden a varios
criterios: intensa concentración de los edificios en “torre”, altos indicadores urbanísticos
en la normativa, predominancia de un tejido residencial de baja densidad, importante
conectividad con centralidades del conurbano, articulación con los ejes principales de
movilidad, proximidad a núcleos comerciales y a servicios, y “balconeo” sin obstáculos
de las torres como capital paisajístico.

Evaluación de las tipologías edilicias

La normativa vigente aplicable en el área de estudio emerge del Decreto-Ley 8912/77


de “Ordenamiento Territorial y Uso del Suelo” de la Provincia de Buenos Aires. En ese
marco se determina para esta zona, denominada “Microcentro”, altos indicadores
urbanísticos. Los edificios en torre de la zona, con alturas que sobrepasan los 20 pisos,
se caracterizan por la definición de una tipología propia, con edificaciones de perímetro
libre, con planta baja destinada en su totalidad a espacios comunes.

El ajardinamiento de la entrada es un rasgo marcado muy especialmente y se privilegia


la dotación de cocheras a nivel de planta baja cuando es posible. La cesión de parte del
frente al espacio público no reconoce un patrón común en todos los casos, ya que varía
mucho de acuerdo a la torre y su ubicación.

El área muestra volúmenes dominantes en la trama urbana sobre el tejido residencial de


baja densidad. Con lo cual, como consecuencia derivada de la altura que alcanzan las
torres, se proyecta una sombra que afecta sensiblemente el asoleamiento del tejido
circundante.

Asimismo, la mayor densidad implica un mayor volumen real y potencial de demanda


de servicios, transportes y espacios públicos, y detona la expansión de desarrollos
comerciales. Por ende, es alto el impacto de las nuevas edificaciones sobre la prestación
de servicios sociales y de redes que abastecen la zona, tanto en la provisión de agua y
tratamiento de efluentes, como en los servicios educativos y sanitarios y también en la
oferta de transporte público.
La calidad de los servicios prestados en la zona se ajustaban a la densidad real que hasta
entonces existía, pero que no estaban actualizados a la potencialidad de crecimiento que
la norma vigente estimulaba, lo cual determinó una presión terminante sobre la calidad
de la prestación de los servicios básicos.

El proceso de gestión del territorio

El mercado inmobiliario de San Miguel vio modificada su dinámica a partir de 2004


como resultado de este fenómeno de verticalización de la ciudad. Este proceso expulsó a
muchas familias tradicionales de la zona frente a la presión ejercida sobre el suelo. En
breve lapso el precio por metro cuadrado se disparó más de un 30%.

En materia urbana, el ordenamiento territorial del municipio de San Miguel se rige por
el Decreto Ley 8912 de la Provincia de Buenos Aires, como ya fuera mencionado. Pero
fue por Ordenanza 448/79 que se aprobó el Código de Zonificación Preventiva, definido
por la ley provincial antedicha.

Este es un paso preliminar a dotar al Municipio de un Plan de Ordenamiento Municipal


que es un paso posterior aún no desarrollado hasta la fecha, por lo cual todo el
desarrollo urbano del municipio sigue teniendo como principal instrumento de
planificación urbana el Código de Zonificación Preventivo de fines de los setenta, que
según la propia normativa cubre las necesidades mínimas de ordenamiento.

La falta de adecuación de dicho instrumento a las nuevas situaciones generadas en el


desarrollo urbano fue resuelta en parte por distintas ordenanzas convalidadas por la
Provincia, como la de extensión de la zona Microcentro y también se cuenta con la
posibilidad de autorizar proyectos, según lo establecido por ley.

Entonces, el marco legal provincial encuadra a sus municipios respecto de sus


facultades dentro de una autarquía, es decir, pueden administrarse por sí mismos, pero
dentro de normas que le son impuestas desde el nivel superior.

Evaluación del modelo implementado

El modelo de territorio al que respondía esta ley provincial coincide con el paradigma
de planificación centralizada y tecnocrática del momento, basada en la idea de un
urbanismo científico que facilitaba el diagnóstico y fundamentaba acciones sobre la
ciudad.

El poder público municipal tuvo la función de planificar su territorio en base al control


sobre la acción de los agentes privados a través del uso de suelo, vía zonificación, en
línea con la normativa provincial. El resto del desarrollo urbano, inversiones en
transportes, sistema viario, infraestructura y equipamientos, dadas las limitaciones
presupuestarias de los mismos, quedó básicamente en manos de la inversión del nivel
provincial y/o nacional.
Las formas de encarar el desarrollo urbano, los instrumentos y formas de gestionar el
territorio fueron cambiando, con el fin de dar respuesta a los viejos déficit heredados y a
los nuevos desafíos ambientales y económicos (reducir desigualdades, austeridad de
recursos, productividad e innovación en los nuevos contextos económicos), a la vez que
se incorporan nuevas temáticas (la participación, el nuevo rol de los gobiernos locales).

También se comenzó a evaluar la articulación entre la planificación y la gestión por un


lado, y entre la ciudad como totalidad y sus partes, por el otro. Surge además la idea de
que la planificación urbana debe contar con instrumentos flexibles que permitan orientar
las acciones en el mediano y largo plazo y atender la coyuntura.

El municipio de San Miguel en este contexto de cambios en la orientación de la


planificación urbana continuó con el mismo esquema legislado por la Provincia, pero
incompleto, aunque la realidad imponía nuevas presiones sobre el territorio y el
desarrollo económico y social.

Durante estos años de expansión rápida del mercado inmobiliario -expresado en el


producto “torres”- la inquietud vecinal llevó a la formación de comisiones, y distintas
expresiones sociales y reclamos que mostraron al Municipio su preocupación por la
capacidad de soporte de la infraestructura de servicios ante el aumento de la densidad y
la morfología urbana resultante de la implantación inorgánica de las torres.

Esto movió al gobierno municipal a dar sanción de la Ordenanza 3/2008 que suspendió
por un plazo de hasta ciento ochenta días corridos los procedimientos para iniciar la
aprobación de planos, ampliaciones, proyectos o permisos urbanísticos para la
construcción de edificios que excedieran la planta baja y cinco pisos en parcelas
ubicadas en la zona Microcentro y creó una Comisión Consultiva Municipal para la
planificación urbana del distrito.

De alguna manera ésta era una buena iniciativa para comenzar con las discusiones entre
autoridades locales y de distintos niveles con injerencia en el territorio. El concepto fue
más bien incluir algunas opiniones y lineamientos para la confección de un Código de
Planeamiento Urbano, un instrumento operativo que reemplazaría al Código de
Zonificación Preventiva. Con lo cual, tampoco se avanzaba en los dos pasos faltantes
que establece la Ley provincial 8912: Plan de Ordenamiento Urbano y Planes
Particularizados.

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