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La contaminación del aire es un creciente problema en las grandes ciudades con mala
ventilación natural e importantes emisiones móviles o estacionarias. En muchas
ciudades, las condiciones se empeoran año tras año, a medida que aumentan las
emisiones industriales y las provenientes del uso de los combustibles. Por ejemplo, se
anticipa que las escuadras de vehículos y sus correspondientes emisiones aumenten en
un 5-10 por ciento anual en los países en desarrollo, estando el mayor crecimiento
concentrado en las principales ciudades.
Las emisiones urbanas representan una parte importante y creciente de los gases de
invernadero y los responsables de la destrucción de la capa del ozono.
Por más grave que sea la contaminación del aire ambiental en muchas ciudades grandes,
se debe distinguir entre ésta y la contaminación del aire interior, que en todo el Tercer
Mundo es posiblemente un problema más grave y ubicuo. En el ambiente de la
vivienda, una de las principales preocupaciones es la quema interior de los combustibles
tradicionales, altamente contaminantes, para la cocina y calefacción, que con frecuencia
resulta en el contacto diario con elevados niveles de compuestos tóxicos. También es un
problema frecuente el contacto ocupacional con contaminantes del aire interior y otros
tóxicos, especialmente en fábricas pequeñas.
Los recursos hidráulicos disponibles en las cercanías de las ciudades, se están acabando
o degradando a tal punto que aumenta substancialmente el costo marginal de su
abastecimiento. Estos aumentos en costos surgen de la necesidad de explotar fuentes
nuevas y más remotas, así como de los mayores requisitos de tratamiento a raíz del
deterioro de la calidad del agua. Su disminución resulta mayormente de las inadecuadas
políticas para la fijación de precios y medidas de conservación.
Las ciudades afectan además el equilibrio natural del calor, pues el que es generado por
el uso de energía, incluyendo los automóviles, combinando con el calor diurno atrapado
por las estructuras urbanas y la liberación más lenta durante la noche del calor
almacenado, crea un efecto de “isla de calor” que puede elevar las temperaturas en la
ciudad por 5° a 10° C. En las regiones y temporadas calientes, esta situación es casi
invariablemente desfavorable, sumándose a la incomodidad e inclusive aportando a la
mortalidad (p.eje. entre los ancianos) al gravar una ola general de calor. Las inversiones
térmicas son comunes sobre las áreas urbanas, atrapando las emisiones industriales y los
productos de la quema de combustibles, y contribuyendo a la formación del nocivo
“smog” fotoquímico.
A medida que crecen las ciudades, el fracaso del mercado urbano de tierras induce a una
urbanización inapropiada y ejerce presión sobre los ecosistemas naturales circundantes.
Los impactos pueden incluir la pérdida de tierras húmedas y silvestres (con su rica
diversidad genética y capacidad para proteger su hidrología), zonas costeras, áreas
recreativas, recursos forestales (particularmente debido a la acelerada deforestación para
llenar la demanda de leña y carbón).
A más de la degradación de la tierra, que a menudo resulta, la misma gente que habita
estas áreas se expone a mayores peligros de salud debido a inundaciones, deslaves de
tierra, lodo, y erosión; sus viviendas e infraestructuras comunitarias circundantes son
vulnerables a los accidentes, el daño y el colapso. También puede resultar un riesgo para
la salud, el vivir en las cercanías de industrias altamente contaminantes o que trabajan
con desechos peligrosos para la salud (p.ej. Bhopal).
Al considerar los impactos ambientales, con frecuencia se pasa por alto la degradación
del patrimonio cultural en las ciudades, sean monumentos históricos o vivos. La
contaminación del aire y agua es el principal culpable, que acelera la descomposición y
destrucción de estos recursos culturales. Se siente los impactos en la pérdida de
patrimonio cultural y de rentas provenientes del turismo.
Pasado el duelo nacional por las víctimas fatales del temporal de lluvia que afectó a los
habitantes del Área Metropolitana de Buenos Aires (Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, conurbano bonaerense y Ciudad de La Plata), y en orden al compromiso de los
profesionales dedicados al urbanismo en relación a la agenda social y política
bonaerense, el CAPBA, a través de sus Institutos y en particular el Instituto de Estudios
Urbanos declara:
Esta cifra aterradora de muertos, el pánico colectivo, las miles de víctimas que sufrieron
daños irreparables que se calculan en más de 2.000 millones de pesos y que redundarán
en traumas difíciles de sobrellevar, no son sólo el gravoso resultado provisorio y
concreto de este drama, sino deben interpretarse como la revelación del déficit histórico
en la agenda pública de políticas de planificación y gestión urbana.
Este problema, que podemos definir como “urbanización insensata”, recae en múltiples
responsabilidades, empezando por el hecho de que desde la fundación de estas ciudades
no se respetaron las leyes naturales respecto de su emplazamiento sobre cuencas
hídricas inundables.
Bajo otros paradigmas, la provincia de Buenos Aires aplico en 1880 las más adecuadas
técnicas disponibles en su tiempo al fundar La Plata, su capital, y contó en 1913 con la
Ley 3487 de Creación de Pueblos, reemplazada en 1977 por la Ley 8912 de
Ordenamiento Territorial y Usos del Suelo. Esta última, fracasada en sus pretensiones
planificadoras (menos del 20% de nuestras ciudades cumplieron las metas establecidas
de contar con un Plan Urbano), ya no posee las capacidades instrumentales necesarias
para equilibrar el territorio y reconducir el desarrollo urbano, a pesar de las iniciativas
que empieza a impulsar la sociedad civil, y que el CAPBA acompaña, como la Sanción
de la Ley de Acceso Justo al Hábitat.
La tragedia, que afectó transversalmente a todas las clases sociales, con diferentes
impactos de acuerdo a las diversas condiciones habitacionales, puede alentarnos a que,
pasada la emergencia, se mantenga una clara y sostenida demanda social a los poderes
públicos en este sentido, clave de tímpano para este posicionamiento.
Planificación urbana y problemas ambientales
Muchas ciudades y pueblos tienen graves problemas ambientales por la falta de una
planificación urbana adecuada.
Al dejar que las ciudades crezcan sin control las consecuencias son la sobreexplotación
de recursos, superpoblacion, aumento del riesgo y la inseguridad urbana, contaminación
del aire y acústica entre otros.
Los estados locales deben establecer normativas que permita un correcto uso del
territorio de acuerdo a sus características y usos del espacio asi como de las actividades
económicas para que sea administrado adecuadamente y no produzca más problemas a
sus habitantes.
Por lo general los pobres son los mas perjudicados cuando no hay límites al uso del
espacio ya que ellos ocupan los lugares más peligrosos para su seguridad y salud debido
a que no pueden acceder a otros.
Para los estados es mas complicado gestionar las ciudades cuando estan en conflicto
entre diferentes intereses y actores sociales debido al desorden urbano que si se
planifica la misma.
¿Por qué se construyen? ¿Quiénes están a favor, quiénes en contra? ¿Cuál es su impacto
en la ciudad construida? Estos son algunos de los interrogantes que se intentan
responder. Desde esta perspectiva, el trabajo se centra en los procesos de transformación
de la ciudad consolidada y la identificación de las políticas urbanas que operan.
De modo que se tratan de caracterizar los cambios urbanos recientes, examinando los
procesos de toma de decisiones -los actores públicos y privados, los marcos
institucionales e instrumentos- en torno de la construcción de las torres. A partir de la
mirada sobre un caso testigo, se apunta a contribuir a la comprensión de los mecanismos
de producción y de gestión urbana, los intereses en juego y la red de actores que
habilitan una densificación intensiva.
Es una trama casi totalmente cerrada, constituida por una traza ortogonal -en la que se
alternan manzanas cuadradas y rectangulares- y por un tejido predominantemente de
uso residencial -con baja densidad poblacional y con corredores comerciales sobre las
principales vías de circulación.
Las motivaciones que llevaron a la selección de este área de estudio responden a varios
criterios: intensa concentración de los edificios en “torre”, altos indicadores urbanísticos
en la normativa, predominancia de un tejido residencial de baja densidad, importante
conectividad con centralidades del conurbano, articulación con los ejes principales de
movilidad, proximidad a núcleos comerciales y a servicios, y “balconeo” sin obstáculos
de las torres como capital paisajístico.
En materia urbana, el ordenamiento territorial del municipio de San Miguel se rige por
el Decreto Ley 8912 de la Provincia de Buenos Aires, como ya fuera mencionado. Pero
fue por Ordenanza 448/79 que se aprobó el Código de Zonificación Preventiva, definido
por la ley provincial antedicha.
El modelo de territorio al que respondía esta ley provincial coincide con el paradigma
de planificación centralizada y tecnocrática del momento, basada en la idea de un
urbanismo científico que facilitaba el diagnóstico y fundamentaba acciones sobre la
ciudad.
Esto movió al gobierno municipal a dar sanción de la Ordenanza 3/2008 que suspendió
por un plazo de hasta ciento ochenta días corridos los procedimientos para iniciar la
aprobación de planos, ampliaciones, proyectos o permisos urbanísticos para la
construcción de edificios que excedieran la planta baja y cinco pisos en parcelas
ubicadas en la zona Microcentro y creó una Comisión Consultiva Municipal para la
planificación urbana del distrito.
De alguna manera ésta era una buena iniciativa para comenzar con las discusiones entre
autoridades locales y de distintos niveles con injerencia en el territorio. El concepto fue
más bien incluir algunas opiniones y lineamientos para la confección de un Código de
Planeamiento Urbano, un instrumento operativo que reemplazaría al Código de
Zonificación Preventiva. Con lo cual, tampoco se avanzaba en los dos pasos faltantes
que establece la Ley provincial 8912: Plan de Ordenamiento Urbano y Planes
Particularizados.