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El vínculo traumático
Las mujeres que hemos sido maltratadas por nuestros esposos, inicialmente
pensamos y guardamos la expectativa de que en alguna parte del proceso van a
cambiar, se van a dar cuenta del daño que ocasionan, revirtiendo todo lo negativo
de su conducta hacia nosotras. Pero cuando el tiempo pasa y se hace evidente que
él no va a cambiar, el dolor se enquista y se transforma en decepción, desesperanza,
irritabilidad, rencor, amargura, depresión, etc.
Si la mujer labora fuera de su casa, hay más esperanzas de que esta conducta no
la afecte demasiado, ya que tiene otra actividad que le puede dar el reconocimiento
que no le ofrece su pareja; pero si por el contrario, la mujer es una ama de casa,
pasa todo el día laborando en su hogar y en el cuidado de sus hijos y además, el
esposo manifiesta menosprecio por las labores de ella, que parecen sencillas y
cotidianas, pero que demandan todo su tiempo y energía, la carga emocional sobre
ella se duplicará convirtiéndola en una mujer irritable o depresiva, con un vínculo
amoroso que la disminuye en su autoestima y la empuja a tratar de salir de ese
círculo de maltrato y desgaste emocional.
Las niñas que han sufrido abandono y violencia intrafamiliar tienen la opción
de desarrollar dos tipos de perfil conductual: está aquella que se siente poca cosa,
fea, disminuida y construye dentro de sí misma temor e inseguridad, los cuales se
manifiestan en sus posturas corporales, gestos, formas de comunicarse, actitudes y
relaciones sociales usualmente con timidez. De forma opuesta, está la niña o
adolescente que parece excesivamente extrovertida, sensual, insinuante, muy
segura de lo que tiene. Esta jovencita es la que inicia noviazgos desde muy chica, así
como relaciones sexuales tempranas y corre el riesgo de quedar embarazada
pronto. Usualmente vive relaciones de pareja muy intensas y se enamora con
facilidad; a pesar de ser moderna y sociable, dentro de su corazón hay vacío
afectivo y espiritual, y al igual que la niña de bajo perfil guarda en su alma una
profunda soledad y sensación de poquedad de sí misma, así que su éxito social es
una forma de tapar el hecho de sentir en su interior que vale poco. Como no siente
valor dentro de sí misma, demuestra que vale por lo que tiene y ofrece
exteriormente.
El vínculo afectivo que desarrolla el ser humano al nacer, establece dos causas
biológicas concretas, por un lado, la de procrear y mantener la especie, y de otra
parte, la de alcanzar seguridad y protección; sin embargo, más allá de estas, se
encuentra también la de proveer estabilidad emocional a través de un vínculo
afectivo que dé cohesión a la pareja, aquí la necesidad satisfecha es el afecto, que es
usualmente de lo que carecen los dependientes emocionales. La carencia de ese
vínculo afectivo sano es el que desarrolla apego ansioso en la persona y su
conducente dependencia emocional. Es un círculo vicioso. Cuanto más dependiente
se vuelve ella, más importante se vuelve él. Cuanto más importante es él, tantas
cosas está ella dispuesta a abandonar, de manera que su vida va siendo cada vez
menos lo que queda libre de él. Y es esto lo que la mantiene enganchada (Forward,
1993, p. 49).
Una de las marcas que queda en una niña cuando ha vivido sistemas de negación
de la realidad en su hogar, es la necesidad imperiosa de tener el control. Este surge
como una estrategia de evasión de las posibles heridas emocionales. En este
sentido, la menor utilizará el control para evitar ser lastimada más de lo que ya
está. Inicialmente, la niña se esforzará por dominar las emociones negativas
rechazando que existan, para ello, desensibiliza su corazón; de allí nace la
necesidad de controlar lo que sucede a su alrededor, porque de esta forma crea
sensaciones de seguridad para sí misma. Esta postura para relacionarse se explota
completamente en la etapa adulta o desde que inicia relaciones de pareja y se hace
visible en el vehemente deseo de ayudar a otros, o en la necesidad de verificar lo
que hace su pareja diariamente Así que el anhelo de ayudar, apoyar y sostener es en
el fondo la necesidad de someter la realidad a su temor de ser herida. Esta
simbiosis ayuda-control es parte de la conducta habitual de las mujeres que han
crecido con heridas emocionales y este cuadro se intensifica cuando al crecer, la
mujer experimenta violencia intrafamiliar.
En una familia que opera de esta manera, siempre hay una negación compartida
y solapadamente guardada de la realidad. Las mujeres con este perfil niegan que
esté ocurriendo algo, solo lo saben ellas y es muy común que oculten ante las dos
familias, lo que está viviendo. Podrían pasar años antes de que la familia extendida
se dé cuenta de lo que sucede. Esta evitación es un sistema de protección
emocional, ya que le permite ocultar y no enfrentar la vergüenza, el miedo, la ira
contendida, la sensación de desamparo y descontrol, la incertidumbre que
realmente está silenciada y no la obliga a mirar hacia el futuro. Esta mujer habrá
cubierto permanentemente las acciones violentas y agresoras que cotidianamente
le ofrece su esposo; a su vez, la niña que experimenta una familia en donde la
madre oculta y niega todo, se estará formando de la misma forma y es posible que
reproduzca el cuadro de silencio de su madre.
Es común en las naciones latinoamericanas que la mujer infiel sea juzgada con
dureza. Nuestra sociedad está acostumbrada a la infidelidad masculina y es
justificada abiertamente por hombres y mujeres como si fuera un rasgo distintivo
del sexo masculino; esto hace que la mujer perdone fácilmente este tipo de traición
o la vea como algo natural, casi imposible de evitar en algún momento de su vida de
pareja. De forma opuesta, la mujer que accede a la infidelidad no es tolerada ni
aceptada socialmente, se le llama “perra”, “zorra”, “golfa”, “sunga” y otros adjetivos
que destruyen su identidad femenina y la hacen socialmente discriminada.
A primera vista, pareciera que la infidelidad masculina y femenina son iguales;
sin embargo, sus causas y componentes son sustancialmente diferentes.
La situación es tan grave que existe el feminicidio 2 como figura legal para
identificar y tipificar las conductas delictivas en contra de niñas y mujeres en
Colombia y de forma paralela en países vecinos.
2 El feminicidio se define como la muerte violenta de una mujer cometida por un hombre por el simple
hecho de ser mujer. El feminicidio familiar o agravado, es un asesinato cometido por un hombre con quien la
mujer víctima tiene o ha tenido en el momento de los hechos, alguna relación matrimonial o análoga.
Esta acción no aparece de forma espontánea, ni se da de repente; algunas mujeres
podrían ser infieles por venganza a un esposo que le ha sido infiel; otra podría ser
la falta de deseo sexual entre la pareja; pero en sentido general, la infidelidad
femenina obedece a faltantes psicoafectivos y emocionales que han generado unas
condiciones preestablecidas que se dan de forma permanente en la cotidianidad de
la pareja. Dichas condiciones anticipan una necesidad manifiesta e insatisfecha, de
esta forma, si se presenta un hombre que está dispuesto a escuchar, atender, y se
interesa por esa mujer, es posible que se dé el episodio de infidelidad y si además,
las condiciones al interior de la pareja persisten, la mujer decidirá recibir o no de
este intruso la supleción de los faltantes que el esposo no se ha interesado o no ha
podido llenar.
Esta condición o forma de amar casi que eminentemente femenina, sugiere una
variedad de emociones tendientes a la dependencia con patrones de vínculo
traumático, es decir, mujeres que aman centrando su vida en el otro y no en sí
mismas y sus subsecuentes consecuencias. Condiciones que hemos explicado
anteriormente en este capítulo.
De otra parte, también se encuentra que cuando una mujer siente que puede
perder la relación permanente con su esposo, el temor la guía en la búsqueda de
otra pareja de quien pueda recibir lo que no halló en la anterior relación.
Particularmente esta condición, hace que muchas jóvenes desde la adolescencia
busquen de forma insistente relaciones permanentes, intensas, que les usufructúen
lo que no han recibido de sus padres, buscando así aceptación y aprobación,
condición que a su vez, las lleva a la psicodependencia y a desarrollar el espectro
completo del vínculo traumático.
SEGUNDA PARTE
43 Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y
que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido
ser curada. 44 se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al
instante se detuvo el flujo de su sangre. 45 Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el
que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban:
Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha
tocado? 46 Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido
que ha salido poder de mí. 47 Entonces, cuando la mujer vio que no había
quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante
de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había
sido sanada. 48 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz.
En Mateo 15:22 se acerca a Jesús una mujer que tenía a su hija muy
enferma. Lo primero que ella le dice es: “Señor hijo de David, ten misericordia de
mí”. Esta mujer reconoce públicamente quién era Jesús, Dios le había dado el
discernimiento para entenderlo. Reconoce la descendencia real de Jesús, cosa que
ni siquiera los rabinos hacían. Jesús guardó silencio. Pero ella no se rindió, corrió y
se postró ante él pidiendo su socorro, Jesús la miró de frente y entonces…
22 Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba,
diciéndole !Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es
gravemente atormentada por un demonio. 23 Pero Jesús no le respondió
palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo:
Despídela, pues da voces tras nosotros. 24 El respondiendo, dijo: No soy
enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 25 Entonces ella vino
y se postró ante él, diciendo !Señor, socórreme! 26 Respondiendo él, dijo:
No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. 27 Y ella dijo:
Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de
sus amos.28 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe;
hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora (Mateo
15:22-28 Reina-Valera 1960).
tienes no es tu marido;
Juan 4:18
Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, respondió Jesús, pero el
que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que
dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida
eterna. ¡Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni siga
viniendo aquí a sacarla!”,
la samaritana tenía una sed humanamente insaciable, es la sed que sienten aquellas
mujeres que no se aman a sí mismas y se sienten solas, poco valiosas y no saben
cómo ser dignas por su propia valía y no por la aprobación de otros, podría decirse
que es hambre emocional.
3 La enemistad entre samarios y judíos se originó cuando Israel se aparta de las leyes y el
pacto hecho con Dios. Samaría se llenó de ídolos y el rey Acab influenciado por Jezabel permitió
los cultos paganos, los cuales estaban llenos de acciones inmorales, por esta razón la ciudad cayó
bajo el poder militar Asirio y fueron llevados cautivos, el rey Sargón se propuso contaminar la fe
judía para que perdieran su identidad. La mayor parte de los judíos se opusieron desde entonces a
participar con los samaritanos; ya que estos, no eran de raza pura judía y además participaban de
una religión mixta, aun así, muchos se mezclaron. La fe judía se fundamentaba en el profundo
radicalismo exigido por Dios, por ello era inadmisible la infidelidad de los samaritanos con Jehová,
su Dios.
En eso llegó a sacar agua una mujer de Samaria, y Jesús le dijo: ―Dame un
poco de agua. 9 Pero, como los judíos no usan nada en común con los
samaritanos, la mujer le respondió: ― ¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si
tú eres judío y yo soy samaritana?10 ―Si supieras lo que Dios puede dar, y
conocieras al que te está pidiendo agua —contestó Jesús—, tú le habrías
pedido a él, y él te habría dado agua que da vida. 11 ―Señor, ni siquiera
tienes con qué sacar agua, y el pozo es muy hondo; ¿de dónde, pues, vas a
sacar esa agua que da vida? 12 ¿Acaso eres tú superior a nuestro padre
Jacob, que nos dejó este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y su ganado? 13
―Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed —respondió Jesús—, 14
pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino
que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida
eterna. 15 ―Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni siga
viniendo aquí a sacarla. 16 ―Ve a llamar a tu esposo, y vuelve acá —le dijo
Jesús. 17 ―No tengo esposo —respondió la mujer. ―Bien has dicho que no
tienes esposo. 18 Es cierto que has tenido cinco, y el que ahora tienes no es
tu esposo. En esto has dicho la verdad.
8 y Jesús se fue al monte de los Olivos. 2 Y por la mañana volvió al templo, y
todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. 3 Entonces los escribas y los
fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio,
4
le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de
adulterio. 5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues,
¿qué dices? 6 Más esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús,
inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. 7 Y como insistieran en
preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el
primero en arrojar la piedra contra ella. 8 E inclinándose de nuevo hacia el
suelo, siguió escribiendo en tierra. 9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su
conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los
postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. 10 Enderezándose
Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que
te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús
le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
Los hombres conocían la sabiduría que emanaba del Señor; pero a su vez,
buscaban que Jesús dijera alguna cosa en torno a la Ley Romana, para tener una
causa probable en contra de él. La situación expuesta parece haber sido preparada,
ya que los acusadores no llevaban al hombre con el que ella supuestamente estaba
pecando. Respecto a esta situación la ley judía dejaba claras algunas cosas:
● El adulterio debía ser visto por alguien que fuera testigo del hecho.
● Si una mujer era acusada por su esposo y quería divorciarse de ella, él tenía
la obligación de presentar pruebas en contra de ella, de otra forma, no se le
permitía divorciarse o entregarla a sus padres.
De otra parte, mientras les mira y escribe en la arena, su actitud hace referencia
al pecado personal e individual que cada uno de los presentes tendría, como si el
Señor estuviera leyendo al interior del alma de ellos. Allí la obra del Espíritu Santo
fue perfecta. Jesús desató la Palabra en forma de pregunta y el Espíritu de Dios
colocó convicción de pecado en los hombres acusadores dándole un giro a la actitud
de ellos. De igual forma, le hizo ver a estos hombres que los otros pecados
cometidos por ellos, eran tan graves como el de la mujer que le llevaron.
Igualmente, ratificó de quién era la autoridad que emanaba de él, “ni yo mismo te
condeno…” al decir que ni él mismo la condenaba, estaba dejando claro que era el
Hijo de Dios, representante de Dios mismo; por tal razón tenía toda autoridad para
ofrecerle juicio o como en este caso, perdón y libertad… “vete y no peques más (…)”
El infinito amor de Dios, ratificó para ella el salmo 23: “Aderezas mesa delante
de mí en presencia de mis angustiadores”; allí en el suelo postrada María
Magdalena recibió todo el amor, bondad, compasión, perdón y libertad que solo
puede traer Jesús sobre aquellos que pecamos y reconocemos el pecado en una
actitud de arrepentimiento. Frente a todos esos hombres, el Señor derramó su
inconmensurable amor por ella, tratándola con misericordia, pero además, no la
culpó, porque solo él podía ver y entender el trasfondo del dolor y vivencias que el
alma de ella guardaba.
En otra porción bíblica Dios habla de David como “un hombre conforme al
corazón de Dios”. La pregunta que surge inmediatamente es ¿cómo puede Dios
decir que David es un hombre conforme a su corazón, cuando ha caído en adulterio
y ha cometido asesinato? Sencillamente, el Padre no espera que sus hijos sean
perfectos sino que, sean capaces de reconocer y arrepentirse de sus errores,
aceptarlos ante él, y determinar no volver a repetirlos; dicha actitud es la que Dios
veía en David. Esta forma de amor de Dios involucra también errores como el
adulterio de cualquiera de sus hijos o hijas; no tiene un sesgo de género para
derramar su amor y perdón.
Los creyentes somos la iglesia de Cristo, llamada inicialmente para ser Salva y
como herencia recibir todos los beneficios de la cruz; entre estos, se nos regala
gratuitamente la redención, la adopción, la justificación, el perdón, la sanidad, la
santificación y todo viene dentro del paquete de Gracia que papá Dios nos regala a
través del sacrificio y resurrección de Jesús. Por tal razón, la iglesia está
conformada por personas exhomicidas, exhomosexuales, exadúlteras, exladronas, y
todos los ex que pudiesen aplicarse a cada uno de los pecados; sin embargo,
también hay creyentes que no han podido salir de algún pecado o error y esto es
insumo para que Dios siga trabajando en cada uno de nosotros.
Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, cualquiera que juzgas: porque en lo que
juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque lo mismo haces, tú que juzgas.
(Romanos 2:1 RV)
Cuando se juzga a otra persona por el pecado que sea, se está también
pecando, y si tenemos presente que para Dios todos los pecados son iguales,
entonces, estamos al mismo nivel de quien estamos criticando (Romanos 2:1); de
igual forma, el creyente que se crea santo y se indilgue el poder de juzgar está
obrando en el espíritu del anticristo, que es el espíritu de la condenación y la culpa,
el espíritu de Satanás.