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Tanto en el Prólogo
de criticar los libros de caballería, cuya popularidad resultaba ya perniciosa para el buen
gustoy el buen seso del público:
“(...) es una invectiva contra los libros de caballerías (...) la obra no mira a más que a
deshacer la autoridad y cabida que en el mundo y en el vulgo tienen los libros de
caballerías (...) aborrecidos de muchos más” (I Parte)
“(...) no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y
disparatadas historias de los libros de caballerías, que por las de mi verdadero D. Quijote
van ya tropezando, y han de caer del todo, sin duda alguna” (II Parte)
Para ello utiliza la parodia del género. PARODIA: “Imitación burlesca de una obra o de un género literario grave o serio”.
Se basa en los temas, situaciones y formas característicos del género parodiado, para violentarlas y reducirlas al
absurdo mediante procedimientos diversos (la exageración, el extrañamiento, la degradación...), con la intención de poner de
relieve lo que de artificioso, irreal e inverosímil incorpora el género en cuestión. Por eso, el autor tenderá a acumular temas y
procedimientos de raíz humorística.
LOS PERSONAJES
DON QUIJOTE
D. Quijote necesita transformar la realidad, vivir aventuras, hacer la vida literatura, por eso en la I Parte, cuando se
le contradice, monta en cólera. Sin embargo, en la II Parte, como son los otros los que transforman la realidad para él, pierde
la iniciativa; la cólera deja paso a la pasividad y al desengaño.
Su locura es monomaniática, sólo se manifiesta ante cuestiones de caballería y ante terceros (cuando está solo con
Sancho sus razonamientos son de hombre cuerdo). Es razonable, comedido, sensato y demuestra una amplia cultura. Por eso
su enajenación no es ni completa ni permanente. Es más bien una ofuscación por su voluntad de ser y actuar como caballero
andante (siempre indica quién quiere ser).
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SANCHO PANZA
Sancho es cristiano, caritativo y sentimental. Es fundamentalmente bondadoso. Es pacífico,
pero no cobarde; prudente, incluso timorato, pero sabe hacerse respetar. Procura evitar el peligro,
pero no permite los abusos, y es capaz, por mantener la honra, de afrontar con gallardía las
situaciones difíciles.
El narrador nos lo presenta inicialmente como un personaje “de poca sal en la mollera”, que
confía en las promesas de su señor y atiende a sus enseñanzas sobre la caballería andante. Pero
pronto desconfía de ellas, simplemente basándose en su observación de la realidad. D. Quijote interpreta la realidad desde su
experiencia literaria, pero Sancho lo hace desde la experiencia y la percepción de los sentidos (se fía de lo que ve, oye,
toca...).
Es ejemplo de la cultura popular. Posee una sabiduría natural basada en el sentido común y en su talante práctico
(pragmatismo). Pero también aparece como un tipo crédulo y simple. Su complejidad como personaje radica en estas
contradicciones: es crédulo pero no necio.
Su papel fundamental es el de contrarrestar la locura del amo. Con su buen sentido y al tener “los pies en la tierra”,
permite al lector no olvidar nunca el mundo real en el que se mueven los personajes, no el literario. Es el que advierte de la
realidad a su amo aunque éste no le escuche (los rebaños, los molinos, etc.)
Sancho es socarrón, ingenioso y a veces cruel. Pasa de la placidez al enojo con facilidad, aunque su carácter natural
es el del buen humor (flemático). En él recae la comicidad de la historia, por su socarronería, su forma de hablar o incluso su
aspecto y conducta. Es un personaje verosímil, humano, lleno de vida y contradicciones que oscila entre:
la ambición, la caridad y la salvación de su alma
la simpleza y la agudeza de ingenio
el miedo y la dignidad
Ambos personajes están extraídos de la tradición carnavalesca: contraste entre el gordo y el flaco. Don Quijote
representa el ayuno, la abstinencia y la delgadez de la Cuaresma. Sancho, por su parte, representa la gula, la panza llena y a
don Carnal.
El nombre elegido para los personajes también es significativo: el hidalgo se
llama Quijano, Quijada o Quesada. Quijada alude a acto de bravuconería; Quesada
aluda a la locura y al queso (en la tradición medieval, el queso era un atributo del loco);
Quijote con el sufijo –ote era típico de las novelas de caballería (sir Lancelote o
Lanzarote). Pero al anteponer el Don, tan español, surge la burla. Por último, Quijano
evoca el término sano. El calificativo de la Mancha acentúa la burla frente a Palmerín
de Inglaterra, Belianís de Grecia, etc.
Alonso Quijano aparece al inicio de la obra como un hidalgo pobre, que ha consumido su hacienda en la compra de
libros de caballería. Sancho es un labrador pobre de la aldea de Don Quijote, con mujer e hijos, hombre de bien, del pueblo
llano y cristiano viejo.
Los motivos de Alonso Quijano para convertirse en D. Quijote: llena sus ratos de ocio leyendo libros de caballería
hasta que pierde el seso y abandona sus obligaciones. Alonso Quijano aparece, por tanto, como un hombre insatisfecho con
su propia realidad, que proyecta sus anhelos hacia el mundo ideal de los libros de caballería, que intenta resucitar. Sale de su
aldea para huir de la mediocridad en la que vive y dar así sentido a su vida. Ya como caballero, D. Quijote busca alcanzar la
fama terrenal y la gloria eterna mediante la ayuda al prójimo, el servicio a la república y, por supuesto, el amor, motor de su
actividad.
Los motivos de Sancho Panza para convertirse en escudero de D. Quijote: En principio es por necesidad, tal y
como dice a su mujer. Le mueve la esperanza de encontrar fortuna junto a su señor (necesidad y codicia). La ínsula simboliza
la aspiración que tiene por medrar socialmente, y actúa en Sancho como Dulcinea con D. Quijote, es decir, es la esperanza, el
motor que le da fuerzas para continuar. Si Alonso Quijano siempre quiere salir de su aldea, Sancho siempre repite su deseo
de volver con los suyos. Si no lo hace, es por amor y fidelidad hacia su amo, sentimientos de los que Sancho es muy
consciente. También es importante para él la salvación de su alma, como buen cristiano. Así, Sancho oscila entre su honradez
de espíritu y sus ambiciones materiales.
Ambos personajes sufrirán al final el desengaño: la experiencia de Sancho en la ínsula Barataria como gobernador
será fruto del engaño, al igual que las aventuras que D. Quijote protagoniza en la II Parte.
Su relación está llena de oscilaciones. Inicialmente Sancho adopta una actitud de dependencia, manteniéndose en un
segundo plano, a la expectativa. Pronto manifiesta sus dudas sobre la cordura y promesas de su amo, por lo que no se priva
de hacer críticas (siempre amenaza a D. Quijote con volver a la aldea al menor contratiempo). En la I Parte se llegará al
enfrentamiento entre ambos personajes (llegan incluso a golpearse).
Pero la evolución más importante que se produce en ellos tras vivir juntos tanto tiempo, es el afecto y el respeto que
acaban profesándose, es decir, la amistad que nace y se consolida entre ellos. Su relación se profundiza y vemos como la
bondad, la llaneza y la sensibilidad natural de los dos prevalecerá sobre cualquier tipo de interés o deseo personal.
- personajes reales: son los personajes de la historia principal, siempre que actúan bajo
su verdadera personalidad. Se les describe de forma realista, aunque a veces el narrador utilice
rasgos caricaturescos. Su realismo se acentúa en comparación con otros personajes de la obra (los fingidos y fantásticos). A
ellos pertenece la clase media rural (el Ama, la sobrina, el cura, el barbero, Sansón Carrasco), los labradores (Sancho
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Panza, su mujer e hijos) y otros como Maritornes, los venteros, los Duques. Aldonza Lorenzo es un personaje real, pero
sólo aludido, no aparece en la obra.
- personajes fingidos, fantásticos y literarios: son los personajes reales cuando actúan bajo una personalidad falsa o
imaginaria, como D. Quijote, la princesa Micomicona, la Trifaldi, el Caballero de los Espejos, Altisidora, etc. Cada uno es
creación de un personaje real que aparece en la obra. Los personajes fantásticos y literarios son casi siempre aludidos
(existen en boca de otros personajes, no tienen una actuación real), como la princesa Antonomasia, los encantadores, etc.
De origen literario son Montesinos, Durandarte, Amadís, Belianís, etc. Sirven para recrear el mundo caballeresco y
fantástico en el que vive D. Quijote.
- personajes de las narraciones interpoladas: son arquetipos literarios, es decir, poseen los rasgos propios de los
personajes del tipo de historias que protagonizan: el desesperado de amor, la doncella ofendida, el enamorado o marido
celoso, etc. Sus problemas, reacciones y conductas obedecen a esquemas repetidos en la moda literaria. Todos están
predestinados. Es el caso de Cardenio, Luscinda, Dorotea, Marcela, etc.
- Las personificaciones: están representadas por el rucio y por Rocinante. Ambos animales cumplen un papel
importante en la historia. Representan en el mundo animal el lazo de unión que existe entre sus amos; se les atribuyen
cualidades casi humanas y para sus dueños no son meras caballerías (véase lo que supone para Sancho perder su rucio).
LA ESTRUCTURA DE LA NOVELA
ASPECTOS ARGUMENTALES Y TEMÁTICOS
La obra consta de dos partes separadas entre sí por 10 años. El título varía:
1. El ingenioso hidalgo D. Quijote de la Mancha. (1605)
2. El ingenioso caballero D. Quijote de la Mancha. (1615)
El adjetivo ingenioso alude al trastorno de D. Quijote, y actúa aquí como sinónimo de “loco”, “excéntrico y
furioso”, con connotaciones de “visionario”.
En relación a la estructura, el problema básico es el de la gran variedad de historias asociadas a la historia principal
de los protagonistas, que van articulándose y creando todo un universo literario.
Tenemos por un lado la historia principal, que narra el proceso de locura del hidalgo Alonso Quijano el Bueno y las
aventuras que corre, mientras dura su enajenación, bajo la personalidad de D. Quijote de la Mancha. Es una historia de
desarrollo lineal, cuyos episodios recogen el itinerario que siguen D. Quijote y Sancho por tierras manchegas, aragonesas y
catalanas. Esta historia es el eje argumental del libro. El personaje realiza tres salidas: dos en la I Parte y la tercera y
definitiva en la II.
Por otro lado están historias secundarias, contadas por el narrador principal, a veces por el propio D. Quijote o
Sancho, o por personajes que actúan disfrazados. Son historias necesarias para la comprensión y desarrollo de la historia
principal.
Por último, están las historias interpoladas o intercaladas, que son relatadas por
personajes episódicos o secundarios, no necesarias para el desarrollo o comprensión de la
historia principal, que suponen un intermedio o paréntesis en ésta, y que a veces son leídas
por un personaje a los demás. Son historias ajenas a la narración principal. Todos estos relatos
tienen como tema central el amor y siguen los rasgos de los subgéneros narrativos de moda en
la época: hay novelas pastoriles, sentimentales, moriscas...
Esta estructura utilizada por Cervantes de intercalar historias dentro de la historia
principal era una técnica narrativa muy apreciada y seguida en el Renacimiento (gusto por la
multiplicidad de historias) que daba mayor realce a la novela. Pero esta manera de novelar
también evolucionará en esos diez años, por eso vemos cambios significativos en la II Parte.
Se reducen drásticamente los relatos interpolados. Cervantes prefiere centrarse más en sus
protagonistas y desecha digresiones innecesarias. Si cuenta historias, estarán incluidas como episodios de la narración
principal para no romper la unidad estructural.
Cervantes ya no abandonará a sus protagonistas, salvo en la narración alterna de la Ínsula Barataria. No quiere distraer
al lector y prefiere profundizar en la trama principal.
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TEMAS DE EL QUIJOTE
La complejidad de la estructura con tantas historias hace que no haya un solo tema. Hay un tema central que está
relacionado con la intención del autor y con la historia principal: el choque que en la sociedad del hidalgo Alonso Quijano
produce la resurrección anacrónica del ideal caballeresco andante por parte de D. Quijote.
Es un ideal que va contracorriente y que desencadena un conflicto tanto novelesco como humano. La defensa
ardiente que hace Don Quijote del amor, de la igualdad, de la libertad, de la justicia, de la verdad, de la honradez, de la
belleza, de la caridad, ponen de manifiesto las contradicciones y las carencias de la sociedad de la época. En la obra se
reflejan, por tanto, todos los vicios y defectos de la realidad del momento: la desigualdad, el abuso de poder, el desamor, la
fealdad, la apariencia, la injusticia, la falta de caridad, la hipocresía...
El amor Como sentimiento ideal que muestra D. Quijote por Dulcinea. El impulso
amoroso mueve al personaje, junto al altruismo y la búsqueda de gloria y fama.
Como asunto de las numerosas historias sentimentales recogidas en la obra. En
este caso es un amor literario que sigue los tópicos de la época: final feliz o trágico,
abnegación o sacrificio, desdén, cobardía...
Las armas (la milicia, la caballería, la vida de soldado) son un elemento de parodia
(alusión a costumbres, personajes, aspectos legendarios e inverosímiles, etc.), pero también
una filosofía de la vida (en este caso es un tema tratado con seriedad, como el discurso de las armas y las letras, historia del
capitán cautivo, etc.). Para Cervantes–D. Quijote, las armas son un muy honroso camino para que un hombre sirva a su
república y alcance fama y fortuna.
El linaje, la fama y la honra para D. Quijote hay dos clases de personas: los que llegan al honor y fortuna por
nacimiento y los que los adquieren a través de sus actos (uno es hijo de sus obras).
Lo ético y lo moral mediante digresiones a lo largo de la obra, Cervantes trata aspectos trascendentales de la vida
humana y nos muestra su punto de vista:
Parte I:
- discurso de la Edad de Oro (aparece el concepto de igualdad, de justicia y libertad)
- coloquio de los caballeros en la I Parte (conceptos de libertad, esclavitud, Inquisición)
Parte II:
- coloquio sobre la educación, la hermosura, la elección de marido, la expulsión de los
moriscos, el juego, la caza, la hechicería, los agüeros, la lealtad, la soberbia y el
desagradecimiento, etc.
RELACIÓN TEMA-ESTRUCTURA
De la I a la II Parte de El Quijote observamos la evolución de la historia, del personaje y del punto de vista del autor.
Cervantes supera y trasciende el propósito inicial de hacer un libro de burlas y finalmente escribe la gran novela universal.
El Quijote (1605):
exaltación de la caballería caballería comprometida derrota
El Quijote (1615):
caballería impuesta caballería negada (desengaño)
En la I Parte,
artimañas de terceros (el cura y el barbero, Dorotea, etc.) le harán regresar a la aldea
mediante fingimientos (derrota y vuelta a casa).
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En la II Parte, sin embargo, D. Quijote ya no es un caballero porque así lo quiera, sino por el peso de la fama. Él
hace ya el mínimo papel que representa. Son los demás los que le obligan a seguir desempeñándolo: las aventuras se las
preparan los demás personajes que han leído la I Parte. Ya no es la mente del protagonista, sino los engaños del resto de
personajes los que le harán ver otra realidad. D. Quijote se ve metido en una farsa creada para él.
La negación de la caballería se produce con el final desastroso y con miedo de la última aventura.
Al final de la obra, D. Quijote recobra la lucidez y la cordura y la obra pone su punto final: la estructura se cierra en
un círculo: ya no habrá más salidas, ni sueños, ni ilusiones.
EL TIEMPO Y EL ESPACIO
El espacio es itinerante (el oficio de caballero así lo exige). Las aventuras andantes se
desarrollan al aire libre, en espacios naturales (caminos, bosques...) y le surgen al paso de su
deambular. Las aventuras fingidas son, sin embargo, sedentarias y se sitúan en espacios
humanos (ventas, viviendas o palacios) en los que los protagonistas se detienen.
Las historias interpoladas incluyen espacios muy variados (urbanos, moriscos, pastoriles,
etc.).
También se incluyen espacios imaginarios, como la cueva de Montesinos, espacio inventado por D. Quijote sobre el
modelo de espacios caballerescos, y la Ínsula Barataria, espacio fingido por las argucias de los Duques (ambos en la II Parte).
Así como las novelas de caballería sitúan las acciones en lugares exóticos o ideales, la novela cervantina se sitúa en
espacios reales y geográficamente conocidos por los lectores (La Mancha, Puerto Lápice, Sierra Morena, Barcelona...), y a
los que se alude en la obra como lugares caballerescos (intención paródica).
LA LENGUA Y EL ESTILO
EL DIÁLOGO
Uno de los grandes valores de la novela es el uso del diálogo que permite, entre otras
cosas, reforzar el vínculo entre los protagonistas, cuya amistad se va forjando a través de él. Los
protagonistas no sólo hablan, sino que conversan, se escuchan, se van conociendo y aceptando en
la convivencia mediante un diálogo continuo y enriquecedor.
El respeto mutuo se va acrecentando hasta que al final de la obra, D. Quijote y Sancho no
son simples vecinos, o amo y criado, sino verdaderos amigos.
A través del diálogo, Cervantes desarrolla las situaciones del argumento; caracteriza a sus
personajes y muestra sus diferentes puntos de vista de la realidad; expresa una determinada visión
del mundo y debate cuestiones literarias; introduce el humor en la historia...
Hay un diálogo central o eje dialogado de la novela que tiene lugar entre D. Quijote y
Sancho. Se caracteriza por la naturalidad, la fluidez y la serenidad del tono. Casi no hay diálogos entre el resto de personajes
cuando no están presentes los protagonistas.
Abundan los coloquios sobre asuntos caballerescos, a veces con intención paródica, otras, con intención grave.
Sancho es el único personaje que parece desconocer todo lo relativo al mundo de la caballería andante, por lo que D. Quijote
asume la tarea de aleccionarlo y, así, al hilo de los acontecimientos, le va comentando las costumbres, situaciones que viven
en clave caballeresca, pero con un tono didáctico y coloquial.
A veces D. Quijote se para a hablar con los personajes que encuentra en su camino. Se
trata de episodios estáticos que sirven para exponer la ideología del protagonista sobre cuestiones
sociales, morales, literarias, políticas, etc. En estos casos el argumento no progresa. Es importante
lo que se dice, no lo que sucede.
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También abundan en la obra fórmulas de expresión oral muy diversas, utilizadas por los personajes:
- los soliloquios o parlamentos de un personaje a solas y para sí mismo.
- los discursos: son intervenciones de D. Quijote cercanas al monólogo. Tienen tono argumentativo y están
dirigidos a personajes que no replican (los de la edad de oro, el dirigido a los galeotes, el de las armas y las
letra...). Son una manifestación pacífica de la exaltación caballeresca de D. Quijote.
- las fórmulas caballerescas: son frases hechas que sirven para la expresión de sentimientos (dolor,
admiración, agradecimiento...) y se dirigen a seres ausentes o inanimados (plegarias, elogios, invocaciones,
maldiciones, ofrecimientos caballerescos...)
PROCEDIMIENTOS HUMORÍSTICOS
El humorismo afecta especialmente a los diálogos, ya sea por el tema tratado, por la
situación del hablante, por los recursos utilizados, etc. Así, encontramos diálogos que aluden a lo
escatológico, a las necesidades fisiológicas de los personajes, a lo erótico y a la sexualidad, a lo
feo, a la higiene, al aseo en las costumbres de los personajes, etc. Todo ello introduce lo vulgar y
prosaico en un mundo fingidamente caballeresco, por lo que el contraste mueve a risa.
Otro recurso humorístico se verá en las descripciones: de los personajes (rasgos, vestimenta, comportamiento), de
objetos, de paisajes, etc.