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Filosofía
6 septiembre 2020
“Las grandes almas siempre se han encontrado con una oposición violenta
de las mentes mediocres”, dijo Albert Einstein y con esta frase quería
empezar este artículo.
Si alguien me preguntara qué libro recomendaría leer como el más efectivo para
hacernos cambiar de mentalidad, sin duda alguna, sería el del filósofo Argentino
José Ingenieros, “El hombre mediocre”.
Por, Chachareros.
El hombre mediocre no tiene ideas propias, sino que piensa y dice lo que otros
dicen. Aunque puede tener “talento” o “buenas cualidades”, sean estas intelectuales
o artísticas, ellas no le garantizan su autonomía y creatividad. El hombre mediocre
puede poseer “talentos”, pero esto no quiere decir que los desarrolle y que los
llegue a perfeccionar.
La mediocridad implica lo que tiene poco valor o calidad. Algo mediocre es aquello
que no alcanza su máximo desarrollo o perfección, es lo que se encuentra en un
estado medio entre lo mínimo y lo máximo. La palabra mediocre como adjetivo
hacia una cosa es aquello que está por debajo de la media, poco valor o calidad,
algo ordinario o insignificante. El término alude a algo o alguien de baja calidad o
calificación. Por ende, una persona mediocre posee como característica principal
la incapacidad para ser cada día mejor, superándose a sí mismo, desde el punto de
vista intelectual y psicológico y, por esta razón acepta la rutina, las creencias y los
prejuicios con ignorancia, indiferencia y conformidad.