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Clarinadas de María Lionza y El Ávila

Señales para una


purificación nacional
FRANK BRACHO*

Todos los pueblos de mundo tienen en su historia


símbolos emblemáticos o íconos culturales propios
importantes para su identidad o estabilidad. Es el caso
en Venezuela con el culto a María Lionza y la devoción
al cerro El Ávila. Ambos conectados entre sí en
significado -como mostraremos a continuación.

26 DE AGOSTO
DE 2004

Desde
Caracas
(Venezuela)

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País
Venezuela

En el caso primero, se trata de un culto de origen indígena,


luego enriquecido con elementos del sincretismo cultural
mestizo del venezolano. Estos últimos no son siempre los
más coherentes en relación con la significación originaria del
culto. En su forma más esencial y fiel, María Lionza
personifica la noble Madre Naturaleza, que a todos ve como
hijos, que a todos cobija, que a todos nutre en forma
generosa. María Lionza, la "dueña de los bosques y musa de
las aguas". María Lionza, la anunciada por la mariposa azul -
ser de los ámbitos naturales pristinos y de la transmutación.
María Lionza, la que cabalga sobre una danta. Esto último
tiene un especial significado. Se trata de un animal
antiquísimo (como especie se le atribuye unos 40 millones de
años de antiguedad), sagrado también para los indígenas,
pues representa el poder de la creación (en la cultura piaroa,
por ejemplo, Wajari el Creador tiene personalidad de danto),
y representa también la protección y la sabiduría. La gran
escultura de Alejandro Colina plasmó ambos elementos: la
majestuosa Reina y su ancestral corcel la danta.
El Ávila, por otro lado, ha sido desde que se tenga memoria
el gran Cerro guardián del Valle de Caracas, y hoy en día, por
lo que aún irradia, bálsamo inapreciable para los habitantes
de la azarosa moderna urbe que se yergue a sus pies. El
Ávila ha sido venerado por los aborígenes pre-colombinos,
alabado por Humboltd, pintado en forma excelsa por Reverón
y Cabré, cantado por Ilan Chester; y por tantos otros
autores, peregrinos y visitantes agradecidos. El Ávila, en
verdad, es el emblema natural de la urbe capitalina, hasta el
punto de que la ciudad ya no sería la misma sin él. De allí la
expresión de Caracas como "la sultana" o devota filial del
Ávila. La población también ha conocido la furia vengadora de
la que es capaz la naturaleza agredida de los dominios del
cerro, como lo mostró el terrible deslave de 1999 en Vargas,
que también dejó resentida la parte sur de su codillera que
mira a Caracas.

Los aborígenes pre-colombinos llamaron al cerro Wariepano,


que quiere decir: "lugar de dantas". Lo que se conecta con lo
de María Lionza. Como dato curioso, la María Lionza de Colina
originalmente miraba al Ávila, desde su inicial ubicación en
predios de la UCV. Luego fue mudada a una isla en el centro
de la vecina autopista Francisco Fajardo donde fue puesta a
ver hacia el oeste. No fue trasladada allí para cumplir alguna
misión especial de "exorcismo", como podrían algunos pensar
al recordar que dicha vía lleva el nombre del primer
conquistador español que irrumpió en el valle de los
indígenas Caracas.

El derrumbe de la estatua de María Lionza tuvo lugar el


domingo 6 de junio (6-6), el fin de semana que comenzó en
grande la campaña hacía el venidero crucial referendum
presidencial con grandes marchas de ambos lados, y en
particular el día en que se escenificaba la concentración
oficial. El suceso del derrumbe ha sido tomado por muchos
venezolanos como muy mal augurio. Luego de años de
descuido, y en medio de una reciente gran controversia por
su destino físico, la vieja y contaminada escultura no aguantó
mas y se vino abajo. No fue un secreto para nadie que una
sórdida pugna política, vinculada con la polarización que ha
vivido el país, estuvo en el fondo de dicha controversia. Al
final, la escultura y el patrimonio público fueron los grandes
perdedores pues, tanto por el descuido pasado como por la
irracional reciente diatriba, se perdió un tiempo valioso para
ocuparse oportunamente de la restauración de la obra.

Contenida por el andamiaje que la rodeaba, el torso de la


derrumbada Reina quedó mirando al cielo.

Para muchos, lo ocurrido con Maria Lionza viene a coronar un


largo proceso de desidia por los bienes públicos de la ciudad
capital, agudizado en los últimos tiempos. Proceso
caracterizado por el generalizado vandalismo de otras obras
emblemáticas del ornato público.

También por un descuido patético de la infraestructura vial y


peatonal, incluso a expensas del más elemental respeto por
la seguridad y vida de los ciudadanos. El vandálico
desmantelamiento de las varandas del nivel más alto de la
Avenida Libertador (léase esto último bien: la Avenida
Libertador, el Padre de la Patria) y los múltiples innumerables
"huecos asesinos" en las calles de nuestra ciudad son
testimonios elocuentes de lo anterior. La invasión
desenfrenada de una cultura buhoneril de quincalla importada
barata y comida chatarra popular, ha sido otro de los rasgos
del proceso de degeneración. Si bien dicho fenómeno ha
provisto una fuente de empleo a varios miles de
compatriotas, ha sido en su primer aspecto un flaco servicio a
una verdadera economía nacional endógena-sustentable y la
superación del consumismo irrestricto que ha caracterizado al
país; y, en su segundo, un pésimo aporte a la salud del
pueblo. Una decadencia caracterizada además por el
aumento marcado en la inseguridad personal y la
criminalidad. Por el desborde de la basura. La contaminación
atmosférica, sónica y visual (esta última tornándose
particularmente abusiva en los últimos tiempos al copar en
forma atosigante todos los espacios de la ciudad con vallas y
avisos consumistas de todo tipo). El irresponsable
otorgamiento de permisos de construcción para viviendas y
centros comerciales en zonas donde ya los servicios públicos
no aguantan más. La obstrucción y saturación de la
infraestructura de drenaje de aguas de la ciudad (que la hace
altamente vulnerable a un deslave tipo tragedia de Vargas).

Y, finalmente, una degeneración caracterizada en forma


destacada por el crecimiento incesante de la ranchificación
informal, incluso en los lugares mas precarios -con grave
peligro para los propios moradores. Este último problema, de
ribetes decisivos para el futuro de la ciudad, sabemos que es
de vieja data. Según Hector Atilio Pujol, en Caracas había en
1948 (durante Rómulo Gallegos) 20.000 ranchos y unos
120.000 moradores de los mismos; el problema ya causaba
gran preocupación en esa época y de allí que se acometieran
grandes proyectos de transformación y contención de las
rancherías como el de El Silencio -que hizo historia. A pesar
de los esfuerzos anteriores, en 1958 (10 años después, al
término del gobierno de Pérez Jiménez) eran ya 42.000 los
ranchos (el doble) y unos 380.000 sus habitantes (más del
triple en población) -aunque concentrados mayormente en la
franja de San Martín a El Calvario. En la actualidad (unos 40
años después) estamos ya en la astronómica cifra 600.000
ranchos y tres millones de personas concentrados en los
mismos! En los últimos tiempos la ranchificación ha crecido
en forma meteórica al amparo de una cultura política que
parece legitimar una mentalidad de ocupación-invasión y la
invocación de derechos; en desmedro del orden urbano
elemental y el cumplimiento de deberes -en una especie de
libertinaje tipo "lejano oeste". Esta cultura de ocupación-
invasión la ha emprendido incluso contra áreas del Parque
Nacional El Ávila que hasta ahora habían sido protegidas de
la terrofagia y la depredación humana, como se ha podido
apreciar en particular por la penetración desde las zonas de
La Pastora, Catia y Los Frailes.

Ver a Caracas hoy es ver a una ciudad a la que parece


haberle pasado por encima una nube de langostas. Hoy en
día habría que cambiar la estrofa del Himno Nacional que dice
"Seguid el ejemplo que Caracas dio"...

Como se ve de todo el anterior listado, se trata de una


problemática abrumadora y compleja donde la
responsabilidad no sólo descansa en las autoridades -
anteriores y de turno- sino también en el modelo económico
terrófago, en la ciudadanía toda, y en la crisis de valores
general. A la amenaza invasora ranchificadora desde
barriadas populares, se añade la amenaza del desbocado
turismo comercial "high", en lugares del Parque como
Galipán, y la propia cima del Cerro.

En relación a esto último, un poderoso consorcio empresarial


local (agrupado en una compañía de nombre Inversora
Turística Caracas, e integrado por los grupos Mezherane y
Velutini) ha recibido de las autoridades la buena pro" para
operar el teleférico y el Hotel Ávila, y montar una especie de
"Disneylandia criolla" en las alturas con el nombre de "Ávila
Mágica". Según lo que hemos podido conocer en una reciente
visita, el mencionado proyecto en base a una concesión a 30
años, abarca la reactivación del servicio de teléferico (tanto
en el tramo Caracas-Ávila como el del Ávila-Litoral), la
restauración del Hotel Humboltd para uso comercial cinco
estrellas (ya se están alquilando sus amplios salones incluso
para suntuosas fiestas nocturnas), y, además de lo anterior,
8 restaurantes a lo largo del filo del Cerro, un gran "sport-
bar" con una pista de baile, mini-kioscos de venta de diversos
productos de consumo, eventos musicales, pista de patinaje,
y.. hasta un casino !...

El tema del casino merece algunos comentarios especiales,


por su particular significación. Se trata de una industria
basada en el vicio, la adicción y la miseria humana. Por lo
tanto, muy poco edificante desde el punto de vista social,
escénico y espiritual sería ubicar en la cima del Ávila una
actividad de semejante naturaleza.
Pero ya sabemos que la responsabilidad del negocio de un
casino concierne no sólo al inversionista sino a quien le he
dado el permiso. Según lo que hemos podido conocer, los
permisos básicos para todo el proyecto fueron dados en el
primer semestre de 1998, vale decir en tiempos del último
gobierno de Caldera. La vigente ley concerniente a los
casinos data también de esa administración, y fue aprobada
un año antes en 1997, curiosamente, según se nos
informara, con una provisión de especial excepción o
facilitación para el caso de la cima del Ávila.

Por otro parte, ha sido pública y notoria la permisividad en


materia de bingos y casinos que se ha desatado durante la
actual V República. Los valores casineros, en todo caso, son
muy poco fieles al ideario del Padre de la Patria Simón
Bolívar. Es conocido el gran rechazo que el Libertador profesó
por los juegos de envite y azar. La siguiente admonición a un
sobrino suyo, de nombre Anacleto Clemente, que se había
aficionado a los mismos, habla por si sola: "..si no abandonas
ese maldito vicio del juego, te desheredo para siempre; te
abandono a ti mismo. Es una verguenza para ti y para tu
familia ver la infame conducta que has tenido en Bogotá,
librando contra tu pobre madre sumas que no las gasta un
potentado, abandonando a tu mujer, y para hacer lo que
faltaba desacreditando al Vicepresidente, faltando de este
modo a tu patria, a tu familia, y tu sangre...Creo que te he
dicho bastante para que conozcas mi enojo."

Hasta Pérez Jiménez se opuso a la idea de un casino en la


cima de El Ávila, a pesar de que el propio arquitecto del Hotel
Humboltd, Tomás Sanabria, se lo sugiriera. Resulta lastimoso
que viniera a ser durante la supuestamente moralmente
superior era democrática que se autorizara o convalidara
tamaño dislate e irreverencia en la cima del sagrado cerro
guardián.

Por otro lado, el General no quedó tan bien con lo del propio
Hotel. Una edificación tan alta (19 pisos) en un filo de
montaña como el de El Ávila, habría sido desaconsejada por
los universalmente sabios principios del Feng Shui, la
milenaria ciencia que norma la construcción de edificaciones
en base el respeto a las energías naturales de un lugar. Estas
energías, la del viento, del vacío, de la altura, y otras más
sutiles, son particularmente poderosas en un filo de montaña
como el del Ávila, y no augurarían buena protección o fortuna
para los operadores o residentes de una estructura como la
del construido Hotel. ¿Explicaría lo anterior el infortunio
persistente que ha habido para hacer "rendir" dicha inversión
desde su erección hace mas de 40 años -incluyendo el haber
estado cerrada casi la mitad de su vida ? Por el contrario,
tanto por la fisonomía como por la energía del lugar, el Feng
Shui recomendaría más bien, si acaso, la edificación en él de
templos o antros de naturaleza espiritual de baja altura, y
siempre lo mas guarnecidos posible. Algo en concordancia,
precisamente, con la atribución natural de sagrado que los
moradores del Valle le han dado al Cerro desde que se tenga
memoria.

La construcción del hotel habría sido también, pues, otro gran


dislate e irreverencia mayor al Cerro, y por tanto, según la
ley espiritual de "cosechar lo que se siembra", otro "karma
negativo" para el General, quien ya tenía a cuestas el de
haber aprobado el traslado de la estatua de María Lionza de
su sitio inicial en la UCV (de cara al Ávila) al de la isla en
medio de la autopista (de cara al oeste).

¿Contribuyeron ambos sucesos al fatal karma final del


derrocado General? Una exposición audiovisual "educativa"
de los operadores de Ávila Mágica, mostrada en la cima para
los visitantes, habla además de evitar la contaminación
sónica y visual en el Parque. Un ruidoso concierto de guitarra
eléctrica al aire libre que pudimos presenciar en el mismo
lugar y en los funiculares, así como las diversas vistosas
propagandas de productos de consumo -estimulantes y
chucherías- lucen en flagrante contradicción con lo anterior.

En este contexto, el proyecto Ávila Mágica prevé atender


además una vez alcance su pleno desarrollo hasta unos 4.000
visitantes al día, ó 120 mil al mes, ó de uno a dos millones al
año; una afluencia masiva sin precedentes al Parque que por
sí sola, e incluyendo todo el impacto y deshechos a dejar, ya
debería ser motivo de gran alarma en relación a la garantía
de su protección y preservación.

¿Puede tan masivo proyecto de "Disneylandia materialista y


casinera" estar a tono con el carácter espiritual ancestral del
lugar, su vocación de santuario-escuela natural, escénica, su
carácter de Parque Nacional? De muy poco buen augurio
puede ser para Caracas y el país una profanación mayor del
tan venerado cerro. ¿Cómo es posible que un Estado tan rico
como el venezolano entregue El Ávila a lo que luce como una
privatización disfrazada inconsulta, de estrechos fines, en
desmedro de un patrimonio público tan emblemático? Sin
duda es posible concebir otro plan de uso que enaltezca el
mejor cuido del Ávila, que ofrezca bienes y servicios más
sanos y de más altos valores a los visitantes; que constituya
un verdadero proyecto recreacional-ecológico-educativo y de
enriquecimiento espiritual; incluso con un legítimo y decente
lucro para la iniciativa privada. Y todo lo anterior, en dosis
adecuadas, a fin de no gravar al ecosistema más allá de su
límite de tolerancia.
El Ávila podría seguir siendo así el cerro guardián protector,
el bálsamo-sanador de Caracas que siempre ha sido,
evitando lo que sería más bien un "Ávila pesadilla".

Lo mismo podría decirse para la problemática de su tan


venida a menos "sultana", la ciudad capital. Atender sus
graves problemas de maltrato y desamor, requerirá de un
profundo cambio de paradigma. El mismo pasa incluso por
limitar el ya insostenible crecimiento de la ciudad, en vista de
la presión excesiva que ya existe sobre recursos vitales como
la tierra, el agua, la electricidad y la capacidad de los
servicios públicos. Y pasa por volver incluso a políticas serias,
eficaces y persistentes de desconcentración poblacional con
miras a incentivar el traslado de población a zonas fuera del
área metropolitana más convenientes, y en particular hacia el
interior del país.

Políticas que deben ser acompañadas naturalmente por una


verdadera desconcentración y diversificación económica muy
distinta de la petroadicción en que se ha basado la economía
del país. Petroadicción rentista-facilista; corruptora;
centralista; antidemocrática perse, tenga quien tenga el
control del petróleo, en vista de la inherente naturaleza
concentradora de poder de dicha industria; y contaminante-
destructora del ambiente nacional y del planeta. Por la misma
ley espiritual antes mencionada, de una riqueza mal habida o
insana como la anterior no puede generarse una riqueza bien
habida o sana. Sin embargo, tanto desde el actual gobierno
como desde la oposición, en el presente y en el futuro todo
sigue gravitando en torno a la explotación y control del
petróleo; cuando el país podría perfectamente vivir de otro
tipo de riquezas, incluso con base en a sus otras abundantes
energías renovables y ecológicas -en ejemplo de conversión
para el mundo. La superación de la petroadicción es, desde
un punto de vista espiritual y kármico, una meta imperativa
aun no seriamente asumida por el país nacional, sin el
cumplimiento de la cual no podrá haber ni sanación ni paz
nacional.

El cambio de paradigma pasa, sobre todo, por una


reeducación de la población hacia una nueva cultura cívica y
más autorresponsable. de mucho mas sanos valores. En ella,
los medios de comunicación tienen un papel muy importante
que jugar, mucho mas allá de su mera invocación de la
libertad de expresión, al amparo de la cual ha prosperado,
salvo honrosas excepciones, una escuela de antivalores,
particularmente en el caso de la programación cotidiana de la
televisión. Valores materialistas, consumistas, de violencia,
desenfreno sexual y pornografía, chabacanismo,
individualismo, tendientes a una idiotización de la población.
Los medios tienen que ocuparse en forma coherente de sus
deberes para con el país, y la sociedad toda debe exigírselos.
Al igual que en el caso del petróleo, un cambio de paradigma
en el papel de los medios en nuestro país -algo también
posible si hubiera voluntad-, sería un ejemplo y servicio para
el resto del mundo. Se trata de otra meta imperativa en el
plano espiritual y kármico aun no seriamente asumida por el
país nacional, y sin el cumplimiento de la cual tampoco habrá
ni sanación ni paz nacional.

No por accidente, petróleo y medios han estado


dramáticamente en el epicentro de la gran crisis política que
ha vivido el país, como en ninguna otra parte del mundo. Hay
con ellos un mensaje kármico-espiritual de cambio que
atender, realmente por atender.

La crisis y toda la agonía que Venezuela ha vivido en los


últimos años, ha servido para que el país madure
significativamente. Existe ahora una conciencia de que es
imposible seguir como antes, de la necesidad de grandes
cambios, un deseo de participación; que antes no existían, y
que existen en pocos lugares del mundo. Ya nada en
Venezuela podrá ser como antes. A pesar de toda su crisis y
agonía, es un país que está vivo, que se ha movilizado a la
calle en pos de algo nuevo -aun cuando ese algo aún no esté
claro ni sea compartido por todos. Todo ésto no es poca cosa
en el actual mundo tan anestesiado, aun mayormente
dormitando en el suicida curso del buque Titanic.

Sin embargo, el Cosmos nos reclama mucho más: una mayor


conciencia sobre las causas de raíz de lo que estaba mal, un
mucho mayor acierto sobre el cambio requerido, una mucho
mayor autorresponsabilidad para lograrlo, y un verdadero
proyecto nacional, o una unificadora "Misión Venezuela", en
la que quepamos todos y que nos convoque a todos.

En conclusión, puede existir otra lectura, más afirmativa de la


fractura de la estatua de la Reina Madre Lionza: Su suprema
inmolación por un país pecador, irreverente y fraticida. A fin
de protegerlo (incluso clamando al cielo por ello, que sería
una interpretación del haber quedado su rostro mirando hacia
arriba), contribuir a la redención de sus faltas, y contribuir a
su despertar a un nuevo tiempo de auto-responsabilidad y
luz. La fecha del suceso, cargada del número seis, podría ser
también muy significativa en ese sentido. En la ancestral
ciencia de la sagrada numerología, el seis significa "Creación,
articulación del Universo, hacedor del alma". Creación
también representada por la danta en que se yergue la
Reina, que no se partió, que aún quedó en pie, quizá
mostrando también que el propio culto a María Lionza tiene
que depurarse para ser más fiel a su esencia.
Existe también otra lectura más afirmativa de la amenaza de
profanación mayor que asedia hoy al Ávila: la de que el
descuido del Padre-Cerro por los que hemos vivido bajo su
regazo ha ido demasiado lejos. La de que somos los
caraqueños y el país los que ahora tenemos que acudir en su
auxilio y protección para que pueda seguir siendo el emblema
natural de la ciudad, nuestro augusto guardián, nuestro
preciado bálsamo.

A la luz de todo lo anterior, así como los venezolanos


parecemos haber entendido que la gran confrontación política
que hemos vivido en los últimos tiempos no se va a
solucionar a punta de balas, también debemos concientizar
que no se va a solucionar tampoco sólo a punta de votos -y
menos con base en un caldeado referendum, a cuya
radicalización podrían contribuir también factores geopolíticos
externos interesados.

Requerirá en el fondo de una verdadera reconciliación


nacional y de un verdadero propósito de enmienda hacia un
profundo cambio de valores, de paradigma o civilización, el
cambio que necesita también el resto del mundo para
salvarse. El tamaño de los problemas y retos confrontados
reclama no menos de lo anterior. Es insensato seguir
peleándose por puestos en una casa carcomida que está
haciendo agua por todos lados y que requiere de un
reemplazo.

El tiempo para estar a la altura de la empresa unitaria se


acaba. El abismo o el Cielo se presentan ante nosotros en
encrucijada; dependiendo de que terminemos de despertar, y
de lo que hagamos hoy, a tiempo.

Con tal purificación nacional y tal re-reencuentro en torno a


un verdadero y alto proyecto de cambio nacional, estaríamos
asegurando también la solución no violenta de la agónica
crisis política que hemos vivido. Una solución capaz no solo
de no dejar ningún rencor entre los anteriores enemigos sino
también de convertirlos en amigos y aliados solidarios en la
construcción de un nuevo país. Un nuevo país en beneficio y
luz para sí y el resto del mundo.

Las señales para la imperativa purificación indican el camino. Con


la generosidad, amplitud, nobleza, magnanimidad, y sabiduría de
la Madre Naturaleza. Con el poder divino superior manifestado en
la Reina María Lionza y su danta, y albergado en el asediado
Cerro-guardián del Ávila.

Frank Bracho
Autor de Las Claves del Futuro,
Autodeterminación Humana, y Leyes del
Orden Natural.
Ver los artículos de Frank Bracho

http://www.redvoltaire.net/article1952.html

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