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El Sistema público valenciano de servicios sociales, para la consecución de sus objetivos con equidad,
calidad, y eficiencia, se estructura funcionalmente en dos niveles de atención, mutuamente
complementarios y de carácter continuo, integrado y sinérgico: atención primaria y atención
secundaria.
• La garantía de los derechos de las personas menores de edad en relación al medio ambiente y
al espacio urbano, a través de las intervenciones administrativas y de los instrumentos de
planificación que sean de competencia local.
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• La planificación y ejecución de las políticas locales de desarrollo infantil y adolescente a través
del deporte y el ocio educativo.
• La intervención con la familia de origen de aquellos niños, niñas o adolescentes bajo la tutela o
guarda de la Generalitat cuyo plan de protección tenga por objeto la reunificación familiar.
Las entidades locales también podrán asumir la guarda voluntaria de los niños, las niñas y
adolescentes residentes en su municipio, siempre que, con carácter previo, se delegue esta
competencia por la Generalitat a petición de la propia entidad local. A tal fin, se deberá suscribir un
Convenio de colaboración donde se especifiquen las condiciones y características de esta delegación.
Especial referencia a la intervención de los equipos municipales de servicios sociales ante situaciones
de riesgo Con carácter general, en las situaciones de riesgo la actuación de los servicios sociales
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municipales se dirigirá a procurar la atención de las necesidades de la persona menor de edad,
mejorando su medio familiar, y específicamente, y dentro de la voluntaria colaboración de los padres,
madres o representantes legales del niño, niña o adolescente, estará orientada a conseguir:
• La disminución de los factores de dificultad social que incidan en la situación personal y social
de la niña, niño o adolescente.
• La promoción de los factores de protección social de la persona menor de edad con su familia.
Se considera situación de riesgo para la persona menor de edad, aquella que, por circunstancias
personales, interpersonales o del entorno, ocasiona un perjuicio para el desarrollo y/o bienestar
personal o social del mismo sin que sea necesaria la asunción de la tutela por ministerio de la ley para
adoptar las medidas encaminadas a su corrección.
En las situaciones de riesgo, el perjuicio que afecta al niño, niña o adolescente no alcanza la gravedad
suficiente para justificar su separación del núcleo familiar, por lo que la intervención de la
Administración se limita a intentar eliminar, dentro de la institución familiar, los factores de riesgo.
El modelo sistémico nació al mismo tiempo que la terapia familiar, aunque como explicamos en el
próximo apartado, hoy en día tiene muchas más aplicaciones. Y ello no es extraño ya que su unidad de
análisis es la familia. Para entenderla no bastan los modelos tradicionales centrados en el individuo.
Este nuevo foco requiere una nueva conceptualización, una nueva forma de pensar, en la que el objeto
de análisis no sea el ente individual sino el sistema. Así es que el modelo sistémico se basa en
presupuestos metateóricos que se alejan de los tradicionales (por ej. física clásica) y se inspiran en la
Teoría General de Sistemas, primero, y las teorías de la complejidad después.
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La noción de sistema implica un todo organizado que es más que la suma de las partes, se sitúa en un
orden lógico distinto al de sus componentes (véase 2.9). Se define por sus funciones, estructura,
circuitos de retroalimentación (feedback) y relaciones de interdependencia.
Aplicada a la familia, supone entenderla como un todo organizado en que cada miembro cumple una
función, y con sus acciones regula las acciones de los demás a la vez que se ve afectado por ellas.
Forman parte de una danza o patrón interaccional en el que las acciones de cada miembro son
interdependientes de las de los demás.
El modelo sistémico surgió en los años cincuenta al mismo tiempo que la terapia familiar como un
marco conceptual para abordarla, para comprender la complejidad de fenómenos interrelacionados
que ocurren en su seno. Sin embargo, desde hace ya muchos años no se puede sostener la identidad
entre modelo sistémico y terapia familiar. Por un lado, el modelo sistémico se puede aplicar a muchos
otros formatos de la intervención, además del familiar. Por otro lado, existen otros modelos que han
desarrollado un formato de intervención familiar.
➔ Para la terapia familiar sistémica es importante tener en cuenta las siguientes variables
• La familia forma parte del sistema de la familia extensa y esta a su vez de la comunidad.
• Todo sistema familiar pasa por distintas etapas en su ciclo evolutivo (persona emancipada,
pareja emancipada, pareja con hijos o hijas pequeños y más tarde adolescentes, etc.).
Esto nos da la idea de diversidad, relaciones circulares y dinámicas. Especialmente que cada sistema
familiar es único, al igual que los miembros que la componen.
Son diversas la situaciones en las que puede ser necesario iniciar un proceso de Terapia Familiar
Sistémica. Especialmente en procesos de crisis, es decir, los desajustes sufridos por la familia
cuando esta carece de recursos para reajustarse por sí sola.
Según Carter y McGoldrick (1989), pueden darse distintos tipos de crisis en el sistema familiar
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• Tras el paso de una etapa a otra en su ciclo normal de desarrollo.
• Ante eventos inesperados como un fallecimiento de algún miembro, una enfermedad, una crisis
económica, etc.
• Cuando alguno de sus miembros tenga algún problema que afecta gravemente al
funcionamiento del sistema familiar: dependencia, problemas mentales, discapacidad, etc.
Un principio fundamental para la Terapia Familiar Sistémica es no hacer juicios psicopatológicos de los
problemas de las familias. Desde esta teoría no se habla en términos absolutos de “familia sana” o
“familia enferma”, sino de familia funcional o disfuncional.
Se entiende por familia disfuncional la que no cumple su rol de satisfacer las necesidades
individuales y colectivas de sus miembros a nivel social, psicologico y emocional (Clavijo, 2002).
Una familia funcional aporta a sus miembros protección, apoyo, sentido de pertenencia y espacio
para desarrollarse individualmente. También debe ser capaz de ajustar estos roles dependiendo de su
momento vital.
Una familia disfuncional genera siempre una crisis pero una familia que atraviesa una crisis no
necesariamente será disfuncional.
Un aspecto importante es que no solo se busca la utilidad del tratamiento para la persona que lo
solicita, sino que debe perseguir el respeto y la belleza (utilizando las palabras de Ludewig, 2010). No
se puede solucionar el problema de una persona provocando un malestar en su sistema. La solución
debe procurar la armonía de todo el sistema, esta es la gran fortaleza de la Terapia Familiar Sistémica.
Bajo nuestro punto de vista, la Terapia Familiar Sistémica aporta un nuevo paradigma mucho más
completo y global para el tratamiento de los problemas psicológicos o sociales de las personas. Con la
información expuesta resulta fácil entender que las personas no somos entes aislados, nos
desarrollamos dentro de un contexto. En un tratamiento terapéutico no puede haber resultados
individuales satisfactorios si no se abordan dentro del ámbito en el que se desenvuelve la persona.