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La Historia en La Literatura y La Literatura en La Historia Latinoamericana y Caribena
La Historia en La Literatura y La Literatura en La Historia Latinoamericana y Caribena
LA HISTORIA EN LA LITERATURA Y LA
2
ISBN 978-958-99392-1-5
Comité Académico
Contenido
Introducción……………………….………………………………………………………………… 9
La vida en tiempos de guerra: los relatos de Enrique Otero D‘Costa sobre la Guerra
de los Mil Días
Álvaro Acevedo Tarazona
Rolando Humberto Malte Arévalo ………………………………………………….……..……. 12
La literatura de Clemente Palma y el modernismo a finales del siglo XIX e inicios del XX:
diferencial estético o resistencia del estilo modernista en sus cuentos literarios
Georgia Maria Araújo Leite
Joana D‘Arc Ferreira de Macêdo
Victor Francisco Cabrera Ludeña…………………………………………………………….….. 28
La identidad criolla venezolana en la obra en este país de Luis Miguel Urbaneja Achelpohl
Josinaldo Oliveira dos Santos
Alcione Correa Alves ………………………………………………………………………………. 59
La novela sobre Juancho Polo Valencia. Una historia del Caribe colombiano
Yessica Andrea Chiquillo Vilardi…………………………………………………………………. 67
El dolor como catarsis liberadora del ser en la poesía de Adrián Santos Tirado
en el contexto antillano de la generación del 1960
Iván Segarra-Báez…………………………………………………………………………………… 80
El hostigante verano de los dioses: las bananeras en la voz de cuatro mujeres del común
Juliana Javierre………………………………………………………………………………….. 230
Invertir los términos: el pasado como desenlace del presente en las narrativas
históricas ―afrodescendientes‖ del siglo XXI
Silvia Valero…………………………………………………………………………………… 263
La barbarie invade la ciudad. Bogotá en el día del odio de J.A. Osorio Lizarazo
Carol Vanessa López ……………………………………………………………………….. 314
―Ya he dejado de ser un niño; pero sigo viviendo en este cuarto‖: la metáfora de
la infancia en la obra de Fernando Molano Vargas
Consuelo Pardo Cortés.………………………………………………………………….….. 396
Novela histórica o historia novelada ¿Qué fabrica el historiador cuando hace literatura?
Ricardo Teodoro Alejandrez.…………………………………………………………………. 614
Introducción
Aún cuando se busca que la discusión central se presente dentro de estos dos
grandes ejes o ámbitos de trabajo, se incluyeron además una serie de temas y
subtemas que abordan o profundizan desde diferentes dimensiones las distintas
problemáticas de estas. Ello no excluye que se ventilaran temas de importancia
vinculados a las relaciones de la historia con la literatura y las nuevas
preocupaciones que vienen ocupando lugares destacados dentro de los textos de
literatura histórica, y por supuesto, la historiografía de la literatura.
En conjunto son temas que ayudan a entender mejor los problemas y las posibles
soluciones al futuro. Para comprender mejor el contenido de estas memorias se ha
dividido en varias partes por aspectos temáticos. No queremos dejar esta
oportunidad para agradecer a todos y cada una de las personas que participaron
en este proceso e hicieron posible que este proyecto fuera una realidad.
Los Editores
11
CONTEXTOS HISTÓRICOS EN LA
LITERATURA LATINOAMERICANA.
SIGLOS XVIII-XX
12
Introducción
El historiador, el narrador
Otero D‘Costa escribió historia y no propiamente literatura. Por eso Dianas tristes y
Montañas de Santander se convierten en dos obras de significativa relevancia en el
itinerario de sus preocupaciones. Como historiador, Otero D‘Costa estuvo alejado
del canon impuesto por la tradición europea de finales del siglo XIX y principios
del XX. Una afirmación que se comprueba en su extenso trabajo titulado El
Licenciado Jiménez de Quesada2. Extrañamente, Otero D‘Costa no dio al relato
histórico el papel preponderante del que gozaba ya en la historiografía de la época.
La crítica documental, acompañada por una práctica de la erudición, aproximó sus
primeros trabajos con el método histórico, pero la ausencia de la narración los
privó, precisamente, de la dimensión historiográfica que equilibra narrativa y
explicación3. Esto justifica aún más ir a los relatos de ficción de Otero; en ellos se
puede ver al narrador que está ausente en su obra histórica. Un testigo y narrador
de la guerra en la que no hay casi escenas para el amor o el humor y, sin embargo,
es posible encontrar el amor en un relato como Rosita de Alejandría4 o la astucia
humorística en El vuelo de José Beltrán5.
Como sobreviviente a la Guerra de los Mil Días, Enrique Otero D‘Costa no fue el
único escritor interesado en relatar su experiencia. Tan pronto finalizaron los
enfrentamientos, una amplia gama de textos fueron vertidos en letras de imprenta:
cuentos, memorias, relatos, poesías, anécdotas, crónicas, novelas e historias
empezaron a circular a lo largo y ancho del país. En el departamento de Antioquia
la revista Cascabel, tras finalizar la batalla de Palonegro (en el departamento de
Santander), aprovechó el retorno de los soldados para abrir un concurso de cuento
que versara sobre el regreso del recluta a su hogar, según lo refiere Gonzalo
2 Enrique Otero D'Costa, ―El Licenciado Jiménez de Quesada. Algunas viejas novedades y ciertas
nuevas vejeces sobre las empresas literarias y militares de don Gonzalo Jiménez de Quesada,
mariscal y adelantado que fue del Nuevo Reino de Granada‖, en Boletín Historial. Cartagena,
octubre y noviembre de 1916, año 2, no., 18 y 19, pp., 255-367.
3 Según la expresión de Ricoeur. Ver: Paul Ricoeur, Tiempo y narración. (I) Configuración del tiempo en
Los jefes militares de uno y otro partido, pero principalmente los del bando
liberal9, también se aventuraron en el campo de la escritura. En sus memorias,
además de explicar las causas de la guerra, también analizaban las repercusiones
históricas de la misma, describían aquellos combates que a su juicio eran
memorables, ensalzaban la memoria de los caídos en combate o saldaban cuentas
con sus antiguos enemigos.10Nada o muy poco decían, sin embargo, de aspectos
tan cruciales como la vida militar, las prácticas médicas y los horrores de la
muerte. Pese a quela Guerra de los Mil Días tuvo momentos verdaderamente
sangrientos y demenciales, parece que ninguno de los memorialistas quiso
recordar, al respecto, detalle alguno.
Algo similar sucedió con los métodos médicos utilizados en los campos de batalla,
con la ―logística cotidiana‖ de la guerra, es decir, aquella lógica por medio de la
6 Gonzalo España, ―Pequeño mapa de la Guerra de loa Mil Días‖, en Augusto Escobar Mesa y otros
(editores), Narrativa de las guerras civiles colombianas v. 3: La Guerra de los Mil Días, Bucaramanga:
Universidad Industrial de Santander, 2005, p., 55.
7 Jorge Alberto Naranjo M., Antología del temprano relato antioqueño, Medellín, s.e., 1995. Disponible
Eduardo Rodríguez, Víctor Salazar, Pedro Franco, Manuel Pineda y Sabas Socarras. Con la
excepción de Víctor Salazar todos estaban adscritos al partido liberal.
10 Adolfo Pérez Mutis, ―Notas historiográficas e interpretativas sobre los estudios de las guerras
civiles en Colombia: el caso de la guerra de los mil días, 1899 – 1902‖, en Revista Divergencia, n, 2,
año 1, julio-diciembre de 2012, p., 170.
15
No sucedió lo mismo con las obras narrativas de carácter ficcional. Los relatos de
Otero D‘Costa permiten entrar en el agujero oscuro de la guerra que las memorias
o los documentos históricos oficiales obviaban, sobre todo entrar en el universo
desolador, cruel, heroico, radical o cotidiando de la guerra. Las fechas y los lugares
señalados por el escritor tienen una relación íntima con los acontecimientos de las
batallas y su espectro de Mil Días, pero no a la manera de las acciones referidas por
el historiador sino a la manera descriptiva del detalle, de los objetos, de la vida
interior de los personajes. En sus 23 relatos a Otero muy poco le interesa entrar en
el contexto explicativo de la misma forma que intenta hacerlo el historiador
buscando las causalidades interpretativas, las variables analíticas; su propósito es
identificar los elementos de un cuadro, plasmar el espíritu de los personajes. De
manera que la ideología es lo que menos cuenta en los relatos de Otero. Solo hay
un cuento que intenta mostrar la inmensidad derrotada del Grande Ejército liberal,
11 Malcolm Deas, ―La memorias de los generales. Apuntes para una historiografía de la guerra‖, en
Gonzalo Sánchez y Mario Aguilera (Editores), Memoria de un país en guerra: los mil días: 1899-1902,
Bogotá: Planeta/IEPRI/UNIJUS/Universidad Nacional de Colombia, 2001, p., 135.
12 Enrique Otero D‘Costa, ―HonniSoit‖, en Relatos de la Guerra de los Mil Días, (1905), 2ª reimpresión,
Las fechas y los lugares son utilizados por Otero para establecer las coordenadas
espacio-temporales de las acciones humanas que le interesa relatar. Estas acciones
son ficciones que versan sobre acciones posibles en su época; verosímiles en cuanto
eran posibles, pese a no haber acontecido tal como son referidas. Enrique Otero
D‘Costa las cuenta porque estaban dentro de la gama de acciones humanas que
constituían su experiencia vital. En este sentido los relatos de Otero reconstruyen el
acontecer de la guerra, específicamente de la Guerra de los Mil Días. Casi la
totalidad de los relatos de Otero son trágicos, con chorros de sangre y dolor
entintando las escenas.
A finales de siglo XIX Colombia era un país periférico de América del Sur. Muy
pocos aspectos de los adelantos económicos, tecnológicos, científicos y culturales
experimentados por las naciones europeas parecían influir en el devenir de está
aislada república. Los adelantos tecnológicos y los valores culturales que por
aquellos años reconfiguraron la denominada civilización occidental apenas si la
afectaban tangencialmente. La medicina, por ejemplo, si bien en el nivel académico
se plegaba a la tendencia del paradigma impulsado por la ciencia experimental, a
nivel práctico aún constituía una mezcla de pragmatismo, saber libresco e
intuición. De la higiene y de su relación con las enfermedades contagiosas nada o
muy poco se sabía. Filtrar el agua y hervirla para potabilizarla en una ciudad como
Bogotá era una práctica poco frecuente, incluso entre los acomodados
económicamente de la sociedad14.
13 Enrique Otero D‘Costa, ―Agonía sangrienta‖, en Relatos de la Guerra de los Mil Días, (1905), 2ª
reimpresión, Bogotá: Panamericana, 2006, pp., 83-87.
14 James D. Henderson, La modernización en Colombia: Los años de Laureano Gómez, 1889-1965,
Pero no todo era paz y tranquilidad. El siglo XIX colombiano contaba con un
elemento que de tanto en tanto lo graba perturbar aquella tradicional forma de
vida: la guerra. Durante la primera centuria de la historia republicana fueron
varios los inconformismos políticos y sociales que se saldaron con la
intermediación de las armas. La Guerra de los Supremos, por citar un conflicto,
surgió como un levantamiento popular en contra de una ley –emitida por el
Congreso en 1839– que ordenaba cerrar los conventos menores de la ciudad de
Pasto. La decisión, bien reputada por algunos políticos denominados progresistas,
fue vista por los habitantes de aquella ciudad como una afrenta a la religión.22La
20 Bernardo Tovar Zambrano, ―La economía colombiana (1886-1922)‖, en Nueva Historia de Colombia,
t. V, Bogotá: Planeta, 1989, p., 24.
21Jane M. Rausch, La educación durante el federalismo. La reforma escolar de 1870, Santafé de Bogotá:
disputa militar logró movilizar amplios sectores sociales. Para el sector tradicional
el objetivo central del levantamiento era defender las instituciones religiosas
amenazadas por la institucionalidad gubernamental. Para un sector del Estado la
guerra tenía el fin estratégico de conservar la hegemonía que ostentaba sobre sus
regiones de origen, por lo menos desde la independencia. De ahí que el conflicto
recibiera el nombre de Guerra de los supremos.23Tras la expedición de una ley de
amnistía hacia 1842la guerra llegó a su fin. No obstante, el terreno para los
conflictos venideros quedó abonado. La guerra culminó con la creación de los dos
partidos políticos que más adelante se convertirían en los principales protagonistas
de las próximas guerras civiles: el partido conservador y el partido liberal.
Precisamente, la lucha por el poder político entre estos dos partidos desató la
Guerra de los Mil Días, con un saldo de 100 mil muertos.
A la guerra de los supremos le siguieron las guerras de 1851, 1854, 1859-62, 1876-
77, 1884-85, 1885 y la Guerra de los Mil Días (1899-1902). En total, en poco más de
50 años el país experimentó 8 guerras civiles, lo que en cálculos simples permite
promediar una guerra cada 6 o 7 años. Además de estas ―guerras generales‖24,en el
siglo XIX también acontecieron –según lo refiere Thomas Fischer– ―14 guerras
regionales, tres golpes de cuartel, una conspiración fallida y numerosas contiendas
locales‖25.No es desproporcionado inferir que la guerra también marcó junto con
los bautismos, los matrimonios y los funerales el compás de la vida cotidiana. Por
lo menos a esta conclusión llegó el viajero alemán Otto Bürger al despuntar el siglo
XX, cuando señaló que los colombianos solían recordar los sucesos importantes de
sus vidas haciendo referencia a alguna guerra, un levantamiento o una revolución:
―la gente relataba ‗si el momento de un nacimiento, una boda o un fallecimiento
había sido antes o después de una revolución‘‖ –escribió, según nos lo cuenta
Fischer–.26
23 David Bushnell, Colombia: una nación a pesar de sí misma. De los tiempos precolombinos a nuestros días,
Bogotá: Planeta, 1994, p., 132.
24 Álvaro Tirado Mejía, Aspectos sociales de las guerras civiles en Colombia, Medellín: Autores
Sánchez y Mario Aguilera (Editores), Memoria de un país en guerra: los mil días: 1899-1902, Bogotá:
Planeta/IEPRI/UNIJUS/Universidad Nacional de Colombia, 2001, p., 43.
26 Otto Bürger, Reinsen eines Naturforschers im tropischen Südamerika. Leipzing, 1900, p., 167. Citado
No es por convicción por lo que la mayoría está afiliada en este o en el otro partido,
sino porque en uno de ellos tiene que vengar algún hecho de atrocidad. A éste le han
matado el padre, al de más allá se le llevaron un hermano, a un tercero le ultrajaron
madre y hermanas; en la próxima revolución han de vengar las afrentas. Así ocurre
que entre los conservadores encontramos gente librepensadora, y entre los liberales
católicos fanáticos. Cada cual se rige por la ley de la venganza de sangre.27
Sinfonía de la muerte
27Ernst Röthlisberger, El Dorado. Reise-und Kulturbilder aus dem südamerikanischen Columbien. Bern:
Francke, 1898, p., 320. Citado en: Thomas Fischer, ―Desarrollo hacia afuera y «revoluciones» en
Colombia, 1850-1910‖, en Gonzalo Sanchez y Mario Aguilera (Eds), Memoria de un país en guerra: los
mil días: 1899-1902, Bogotá: Planeta/IEPRI/UNIJUS/Universidad Nacional de Colombia, 2001, p.,
44.
21
Durante el siglo XIX los movimientos en el campo de batalla estaban guiados por
la banda de guerra29. Por lo menos desde el absolutismo, los toques de esta unidad
de los ejércitos modernos jugaban un papel fundamental tanto en el proceso de
instrucción militar como en la confrontación bélica. Como parte de la logística
castrense, estos toques servían para impartir las órdenes que todos y cada uno de
los miembros del ejército debían acatar para actuar como un solo cuerpo30. Además
del toque de diana –sin duda el más popular–,el trompeta, el corneta y el clarín (es
decir, cada uno de los soldados encargados del instrumento que los identificaba
28 Gonzalo España, ―Literatura y guerra en Santander‖, en Enrique Otero D‘Costa, Dianas tristes.
Episodios de la Guerra de los Mil Días, 3ª ed., Bucaramanga: Sic, 2001, p., 11.
29 La banda de guerra es la unidad militar a la que le corresponde proteger a la Escolta de Bandera y
hacer honores a la enseña patria y a las autoridades civiles y militares. Está conformada por los
elementos: tambor, corneta y estandarte.
30 Rafael Antonio Ruiz Torres, Historia de las bandas militares de música en México: 1767-1920,
Tesis de grado para optar al título de maestría en historia, Universidad Autónoma Metropolitana,
Iztapalapa, 2002, p., VII.
22
Las cornetas rompieron el aire tocando el ―Paso de carga‖ con seña de ―Pasitrote‖ y
la columna avanzó compacta; marchaban los soldados apegados unos a otros,
viéndose el grupo de hombres a la manera de una gran serpiente negra, que se iba
enroscando por las vueltas rojas del cerro. (…)
Al salir a una pequeña planicie, la columna de ataque fue descubierta y el enemigo le
rompió nutridísimo fuego de frente. De aquella trinchera, meta de su empresa que
en la cumbre del cerro se veía negra y sombría, salían desencadenados los
proyectiles del Rémington, destruyendo piernas, floreando brazos, despedazando
cráneos. De las troneras se veían salir las boquillas de los fusiles y por encima de
aquella masa negra hecha de troncos de árboles, de costales con tierra, de
cadáveres…, se descubría una bandera azul flotando entre una densa nube de humo
blanquecino.
―¡Guarden distancias!‖, rugió la voz del coronel; los soldados se separaron unos de
otros, debilitándose así el blanco al enemigo, y continuaron las peligrosas marchas
hacia la cumbre, frías, silenciosas. De uno a otro lado iban cayendo oficiales y
soldados; quienes, heridos, los más, ¡muertos! Mas los atacantes continuaban
avanzando tenaces, impasibles, mirando a intervalos con ojos amenazantes la
fantástica trinchera, viéndola cada vez más cercana, y saboreando la venganza y el
desquite que tomarían. Veinte metros más de marcha y el drama se desenlazaría. Ya
estaban cerca, muy cerca, ya distinguían las cabezas de los enemigos, que se
asomaban y se escondían instantáneamente.
―Calar bayoneta‖, clamoreó el clarín de guerra; la operación se hizo con admirable
disciplina; luego volvió la corneta a vibrar en el espacio, cantando el toque agudo y
penetrante, de finas y punzantes notas: el toque de ―¡Degüello General!‖
Las notas de muerte hirieron los nervios de los soldados, y con empuje desbordante,
desbordante empuje de rabia comprimida, cayeron como una avalancha sobre la
trinchera. Lo espantoso de aquel choque, lo violento de aquel ataque, lo recio de
aquella tormenta, no tiene palabra para describirse. Fue una fusión instantánea de
dos torrentes bramadores, fue una horrible incrustación de dos grupos de hombres-
fieras, una lucha cuerpo a cuerpo de dos legiones de demonios. ¡Y la sinfonía de
23
Las dianas, o los toques marciales si se prefiere, también estaban creados para
mantener en alto el ánimo de la tropa. En medio del ruido causado por fusiles y
cañones, con el toque claro y nítido de la trompeta, el tambor o la corneta el
soldado, antes atemorizado, adquiría los bríos del temerario. Así lo relata Otero:
Éramos treinta soldados del batallón ―Libres‖. Dos horas hacía que contra viento y
marea sosteníamos una posición débilmente atrincherada sobre la pequeña colina de
―Los colorados‖. Desde las torres de Piedecuesta y del cerrillo del cementerio nos
abaleaban sin tregua ni descanso (…)
(…) en la vega se distinguían los uniformes rojos del enemigo, emboscado entre los
verdes cañadulzales en flor; sus bayonetas despedían fulgores siniestros; en los
cacaotales, hacia la parte del riachuelo, se escuchaba el combate reñido; las
detonaciones estallaban sordas entre la arboleda y el tiroteo arreciaba por momentos.
En medio de este cuadro dantesco, en medio del estruendo rabioso de los fusiles,
sobresalía la nota argentina de la trompeta de guerra; y su canción clara del ―paso de
carga‖ vibraba singularmente en el espacio y la repercutía el eco en los montes
vecinos.
(...)
El combate se arreciaba con un crescendo espantoso; las balas silbaban lúgubremente
y se estrellaban contra la trinchera produciendo un ruido seco a modo de latigazos.
De vez en cuando... ¡uno menos! Pronto, una verdadera tempestad de plomo se
desató furiosa sobre nuestras posiciones. Las cornetas vibraron con más fuerza, el
mayor Gutiérrez se desató en gritos de guerra: ―Firmes muchachos: ¡Aquí de los
valientes; cruja el parche32 y arda Troya! ¡Firmes!‖33
Los toques de la banda podían levantar el ánimo de los combatientes, pero también
acompasar los horrores de la batalla, la calamidad de la guerra. Esto es
precisamente lo que se muestra en el relato titulado Alto de la cruz. En este relato,
Otero emplea la mayor parte del discurso para ubicar o circunscribir una única
imagen: la del soldado alcanzado por la muerte. Después de describir el ataque del
que fuera objeto una ―pequeña batería‖ del ejército liberal, y de contar cómo –
animados por las ―alegres dianas‖, las agudas notas de las cornetas y el ruidoso
31 Enrique Otero D‘Costa, ―Fraternal‖, en Relatos de la Guerra de los Mil Días, (1905), 1ª reimpresión,
Bogotá: Panamericana, 2006, p., 23-24.
32 ―Cruja el parche‖, es decir: que redoble el tambor.
33 Enrique Otero D‘Costa, ―El alférez Acosta‖, en Relatos de la Guerra de los Mil Días, (1905), 1ª
―Parche y Aro‖ de los tambores– pudo resistir aquel grupo el embate, Otero retrata
la fatalidad de la batalla:
Como a diez metros de nuestra batería, había un viejo muro medio derruido y allí
nos refugiamos algunos artilleros. A mi lado se colocó un joven corneta de alta
estatura y ojos brillantes. Era nativo de aquella región según me dijo, y se llamaba
Suárez.
―Mire usted, mi teniente‖, me dijo apuntando con el dedo hacia el levante; ―allá, en
la falda de aquel cerro, en aquella casita que blanquea al lado de esa ceja de monte,
vivía yo; ahí deben vivir aún mis ancianos padres y con ellos, mi prima Rosita‖. Su
índice señalaba el alto de La Cruz.
(…)
De improviso una explosiva cayó en medio de la banda de cornetas estallando
furiosamente; apenas se hubo disipado el polvo, distinguí a Suárez, entre un grupo
de cadáveres; allí estaba el pobre Suárez, con la faz lívida, con sus manos
agarrotadas apretando convulsivamente la corneta adornada de borlas rojas.
Acudí presurosamente en su auxilio; tenía el desgraciado una pierna destrozada, de
la cabeza manaba sangre en abundancia. ―¡Ay!, mi teniente‖, me dijo con voz casi
imperceptible, ―¡encontré ya la muerte!... Lléveme allí... al pie de la pared...
A duras penas logré alzarlo y lo llevé al pie del muro. Cuando lo descargué a tierra...
¡ya había expirado!34
¡Reclinado en la pared quedó el muerto, con los ojos muy abiertos, fijos en el alto de
La Cruz como mirando los lugares queridos!
Y parecía que sus pupilas inmóviles contemplaban extasiadas los flancos del cerro y
la casita que blanqueaba al pie de la ceja de monte, la blanca casita dorada por los
moribundos rayos del sol poniente.35
La manera en que Otero concebía la guerra deja ver diferentes caras. En ocasiones
no dudaba en retratarla fría y descarnada –como en los relatos ya aludidos–. En
otras la dibuja injusta, como en el relato titulado ¡Viene!, en el que un joven
veterano de la guerra se ve obligado a mentirle a una madre sobre la triste suerte
de su hijo muerto, pues no soportaría ser el causante de su dolor. En otras
ocasiones Otero no duda en mostrar a la muerte como un hecho glorioso, como
34 Enrique Otero D‘Costa, ―El Alto de la Cruz‖, en Relatos de la Guerra de los Mil Días, (1905), 1ª
reimpresión, Bogotá: Panamericana, 2006, pp., 43-45.
35 Enrique Otero D‘Costa, ―El Alto de la Cruz…p., 45.
25
A manera de cierre
En los relatos de Enrique Otero D‘Acosta sobre la guerra hay muy poco espacio
para el amor o el humor, y sin embargo es posible encontrar el humor y el amor
signado por la fatalidad. Llama también la atención encontrar en sus cuentos el
heroísmo como divisa de guerra (Fraternal, El alférez Acosta, El tío Clímaco, Muerte
azul, Bandera roja)y la amistad como cuadro de horror. En el relato Dura Lex, el
soldado Trino Tarazona y dos compañeros más intentando reagruparse con la
tropa liberal caminan por la selva intentando salvaguardar la vida de la manigua,
las fieras y el enemigo que los acecha. Cuando El Cucuche, exhausto y enfermo ya
no puede proseguir, Trino Tarazona en un ―acto de amistad‖ le vacía la tapa de los
sesos, pues había solo dos opciones: abandonarlo a una suerte mísera o
―despenarlo‖ para que descansase en paz37. En ¡Vete! el amigo deja a su compañero
tirado en el campo de batalla para tratar de salvar su vida, pese a las súplicas y el
rencor del inerme tirado en los matorrales quien se queda mirando con odio y
rencor al cobarde y ya resignado cierra los párpados para esperar la ―parca‖38.
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Episodios de la Guerra de los Mil Días, 3ª ed., Bucaramanga: Sic, 2001, pp., 9-18.
38Enrique Otero D‘Costa, ―Vete…‖, en Relatos de la Guerra de los Mil Días, (1905), 2ª reimpresión,
Bogotá: Panamericana, 2006, pp., 91-96.
27
__________, ―Pequeño mapa de la Guerra de loa Mil Días‖, en Augusto Escobar Mesa y otros
(editores), Narrativa de las guerras civiles colombianas v. 3: La Guerra de los Mil Días,
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28
Segundo María Del Carmen Morengo (2004) o final do século XIX foi marcado por
diversas manifestações estéticas impulsionando o movimento da história literária
modernista e dando abertura para novos espaços de produções artísticas e novas
tendências culturais, que se desenvolveram em diversas e diferentes correntes em
virtude de acompanharem as transformações econômicas e sociais do mundo em
que os autores literários buscavam a criação a partir de várias correntes literárias,
correntes distintas ao romantismo, como o realismo e o naturalismo (novela e
teatro) na poesia florescendo e despontando no início do século XX, novas formas
e novos pensamentos para serem lapidados e recriados, hora se distanciavam e
hora se misturavam ao romantismo estando seus autores com a preocupação de
colocar em evidência as preocupações com os acontecimentos da época, que
estavam concomitantemente atrelados ao desenvolvimento dos países hispano-
americanos em busca de uma genuína identidade vinculada aos diversos
pensamentos ideológicos, com a disputa entre liberais e conservadores, e as
tendências para renovação do idioma hispânico sem contar, com o avanço
tecnológico em meio ao capitalismo, que se instalava. [...]‖sin duda el siglo XIX fue
el siglo de la revolución liberal, antiautoritario, del maquinismo y la
industrialización‖. Delgado (1992).
Clemente Palma foi o escritor modernista mais importante do Peru no século XX.
Jornalista colaborador no diário El Comercio escrevia para a coluna Excurción
Literaria em que criticava o governo com seus artigos, jornais, contos e críticas
literárias. Nasceu em Lima no dia 3 de dezembro de 1872 e faleceu em sua cidade
natal em 13 de gosto de 1946, tendo como seus pais o escritor Ricardo Palma e
Clementina Ramírez grandes tradicionalistas, estudou no colégio de Maticorena e
o Colegio Nacional de Nuestra Señora de Guadalupe y terminou seus estudos
secundários no colégio de Lima. Formou-se em bacharel e doutor em letras no ano
de (1897) e em 1899 bacharelado em Jurisprudência . Teve muita participação na
vida acadêmica, em 1902 foi nomeado em Barcelona Cônsul de Peru. Dois anos
mais tarde regressou ao Peru voltando ao cargo de conservador da Biblioteca
Nacional sendo que, em 1912 foi desmembrado pelo Ministério de Instrução como
forma de represália aos ataques feitos por ele ao governo através da Revista
Variedades. Foi eleito duas vezes deputado por Lima, sendo deposto pelo governo
que ajudará eleger no segundo mandato. Deportado em Santiago do Chile foi
impulsionado dentro da observação do contexto social em que sentia a necessidade
de criticar a sociedade em transformação, pois tinha adquirido bastante
conhecimento em sua vida acadêmica.
31
Clemente Palma publicou em seu percurso literário entre 1894-1901 relatos numa
revista fundada por ele El Iris (1892) na qual dirigiu esta revista dedicando-se aos
periódicos de sua autoria, sendo o primeiro meio de comunicação no Peru a fazer
abordagem de uma nova literatura mencionada e denominada por Ruben Darío de
modernismo em 1888 na revista chilena Artes y Letras. Fundou a revista Prisma
escrevendo artigos, contos e crítica literária tendo publicação na seção de Notas de
Artes e Letras. A Revista Variedades foi lançada por ele e trazia seu pseudônimo
John Apapucio Corrales intitulado, esta editoria tinha como titulação de quinta-
feira a quinta-feira na seção literária Correo Franco.
Variedades fora uma das revistas do Peru de mais importância naquela época de
transformação e aprendizado literário. Clemente Palma colaborou com várias
publicações entre estas Actualidades, Mercurio Peruano, El País entre outras podemos
destacar suas Crônicas político-doméstico-taurinas tendo teor de comentários a
política do Peru. Publicou vários livros entre eles Conto Malévolos em que deixa
marcado um estilo semelhante ao seu inspirador Allan Poe a quem Palma seguia
os pensamentos, ideias e caminhos contrários aos que predominavam na época
romântica até a segunda metade do século XIX.
núcleo para levar ao leitor, um fato satisfatório, sem nenhum percurso mais longo,
sem sentimentos de explosão romântica se distinguindo do romantismo.
Transmitia suas ideias sobre a vida a partir de seus contos e talvez estivessem
ligada estas ideias ao mundo dolorido de sua vida desde a infância usando como
mecanismo quiçá seus contos para externar seus pensamentos sobre a vida.
reflexões interrogativas, mas que ao mesmo tempo carrega intenções das ideias de
oposição do autor em desconstruir a filosofia do mestre em relação os opostos:
filosofia, loucura, a deformação e desconstrução realizada pelos pensamentos de
Palma quando inicia o conto é marcante, expressivo e inovador em relação a contra
posição do que se tinha de mais rico conhecimento no campo da ciência filosófica
moderna. O conto La Granja Blanca é um clássico da literatura fantástica e está
contido no livro de Contos Malévolos (1904) retratando a união de dois primos,
numa trágica união entre o narrador e uma mulher jovem e bonita centralizando
numa temática de morte e vida depois, que está seguro das suas ideias e que até o
filósofo mudaria sua lógica ao pensar sobre filosofia e loucura o narrador relata
que, desde menino sua prima teria sido prometida para ele e o amor fora crescendo
desde infância. A mulher fugia totalmente aos padrões de beleza existentes na
sociedade do final do século XIX.
[...] De tal modo llegamos a compenetrarse nuestros espíritus que experimentábamos las
mismas impresiones ante las mismas lecturas y ante los mismos objetos. Yo era su maestro
de matemática y de filosofía, y ella me enseñaba la música y el dibujo. Naturalmente lo que
yo enseñaba a Cordélia era una detestable tergiversación de la ciencia de mi maestro.
(Palma, 1904, parte I).
Na juventude dos primos, um era professor do outro, isso revela que Cordelia era
uma mulher culta e, portanto diferente dos padrões da época se igualando ao seu
enamorado em grau de instrução de conhecimento. Evidenciamos paradigmas
entre essa diferenças sobre o real e a personagem Cordelia em sua subjetividade.
O narrador autor, critica o seu grande maestro em filosofia com sua própria
opositividade se contrapondo ideologicamente a ciência filosófica aplaudida
naquela sociedade do século XIX indo de encontro com sua formação ironicamente
a área da ciência de formação do narrador era transgredida e rebatida, não sendo
aceita por ele próprio deixando prevalecer as ideias da sua própria essência dentro
da sua visão do que viria ser realidade e verdade.
constataremos, que o sangue representa a vida e aquela mulher Cor/ de/ Lia
parecia um ser que, estava perdendo a vida à medida que o tempo passava, isso
inexplicavelmente era motivo de grande valorização do narrador, aquelas
características tão sobrenatural, mórbida, que no mundo da sua imaginação
ganhava grande valor, pois as características de Cordelia não era motivo para o
narrador deixar de amá-la.
Conclusão
Desse modo, em seus contos, Clemente Palma une esses pensamentos e cria o
clássico da literatura fantástica com a presença forte da vida de Poe de sofrimento
e de produções de horror, mas que encantava e levava os leitores à catarse. Poe foi
o precursor no gênero de contos na época que havia preconceito quanto aos contos
devido às curtas narrativas. Clemente Palma um inovador em estética, um
modernista, que resiste, não ao processo de modernismo do final do século XIX e
início do século XX, mas de criticidade através de suas produções literárias a
sociedade tradicional em transformação e inovação no mundo das artes literárias,
com destaque em que deve ser conhecido e reconhecido na historicidade dos
países hispânicos e nas artes literárias do mundo.
Bibliografía
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Ediciones Rialp, 1992.
36
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Santanna, Sílvio. Manifest der Kommunistischen Partei (1848). Editora: Claret. (2000).
La visión de lo exótico en los grabados de las novelas libertinas del siglo XVIII
francés: una aproximación a la naturaleza del hombre salvaje39
¿Qué es un grabado libertino? Antes de dar una respuesta, Jean Pierre Dubost
señala en la misma pregunta un impase:
―Es un grabado libre, es decir, indecente (o licencioso, lascivo, obsceno, etc.) en el cual su
roll es acompañar bajo la forma de ilustración, novelas o diálogos que conviene llamar
libertinos. Tal definición, tan simple, conduce a un impase.41‖
El impase es evidente porque no todos los grabados que acompañan los textos o las
novelas libertinas, tienen una connotación indecente. Hay ilustraciones del siglo
XVIII que no representan lo lascivo que los textos describen en palabras. La
ilustración libertina, según Dubost, no se trata de un mundo cerrado sino de un
mundo que ―el grabado hace de las diversas representaciones anteriores que él
mismo socaba desde el interior.42‖ Podemos entonces preguntarnos: ¿Cómo
encontrar las características que señalan un lugar determinado para el grabado
libertino en la ilustración del siglo XVIII, en relación a las novelas libertinas?
39 Este texto hace parte de mi tesis de doctorado sobre los grabados libertinos de las novelas
libertinas en la Universidad Paris 8.
40 Bassy, Alain- Marie. ―L‘image et le texte‖ en: Le libre Triomphant (1660-1830), Mi traducción, Paris:
Según Jean Pierre Dubost. El grabado libertino tiene sus orígenes bien fundados en
los gravados italianos del Renacimiento. El aspecto del cuerpo humanoocupa un
lugar fundamental en la sociedad de la Europa del siglo XV: La época en donde
Dios era el centro del mundo, cede su lugar a esa donde el sentido del hombre en
tanto que centro del mundo se convierte en un principio guía.
Don Quijote salió de su casa, para descubrir que su mundo no correspondía con
ese mundo que se le presenta ante sus ojos43.Sin ninguna duda el universo del
hombre del renacimiento fue fuertemente marcado por la búsqueda del
conocimiento de un territorio, que en la Edad Media estaba lleno de seres
simbólicos. Toda la experiencia de la vida Activa de la Edad Media estaba basada
en la intensidad de la vida Contemplativa, es después de haber tomado conciencia
de la inmensidad o más bien de la infinitud del mundo, que el hombre tomó la vía
de la búsqueda de su lugar en el universo, con el fin de conocer el mundo con su
único y solo útil: su propio cuerpo.
43 Ver Michel Foucault ―Don Quichotte‖ en: Les mots et les choses, Paris : Gallimard, 1972.
44 Dubost, Jean Pierre. ―Notice sur les gravures libertines‖ P. LXXV.
39
El cuerpo encuentra una nueva forma de ser representado en las artes del siglo
XVI, y se debe tener en cuenta que en las artes clásicas, tanto profanas como
religiosas, el cuerpo desnudo es el símbolo de la belleza universal de la naturaleza,
es en las imágenes de los cuerpos desnudos y en posturas sexuales que la
expresión corporal comienza a mostrar una nueva aproximación que romperá
límites.
45Wald Lasowski, Patrick. ―Préface‖ en: Romanciers Libertins du XVIII siècle, Mi traducción, Paris :
Gallimard, 2002. P. XLVII.
40
género, es sin duda más centrado sobre las cuestiones de estética: La expresión de un
mensaje, es menos su función, puesto que su objetivo es la creación formal. Mientras que el
grabado quiere sobretodo traducir una idea.46‖
No es nada raro que dentro de la iconografía libertina del siglo XVIII se encuentren
mujeres recostadas con un pequeño libro en la mano (algunas veces el libro está en
el piso) y la otra mano sobre su vientre, dando la impresión del gozo del cual va a
disfrutar con su propio cuerpo47. Un gozo inspirado en la lectura del libro, una
lectura muy atenta cuya visión de las imágenes transmite e invita al lector al logro
del acto sexual.48
Si bien la imagen y el texto dan una idea precisa en la novela libertina, esta idea no
es siempre expresada de la misma manera por dos medios de comunicación que le
llegan al lector-espectador. Tanto la imagen como el texto son complementarios el
uno con el otro, y pueden, en todo caso, existir independientemente, ya que la
imagen y la escritura ofrecen discursos diferentes sobre el mismo tema: en el caso
de la novela y del grabado libertino, el tema que nos interesa es el cuerpo sexual.
Para hacer énfasis en esta problemática, vamos a estudiar la relación entre texto e
imagen en la novela libertina Angola: Histoire Indienne (Historia india), escrita por
La Molière y publicada en 1746.
médecins et des pornographes sur le désir feminin » en : Le corps des lumières : de la médicine au roman,
Paris : Centre des Sciences de la littérature Université Paris X-Nanterre, 1997. P. 143-159.
48 Ver el capitulopor Jean M. Goulemot a Le Midi de Ghendt en su libro Ces libres qu‘on ne lit que
La respuesta puede ser, que en el siglo XVIII existe una figura esencial para las
representaciones de los pueblos o de las comunidades lejanas: la figura del buen
salvaje. Esta representa una idea nacida en medio del Renacimiento con la filosofía
utópica. Para los utopistas el elemento principal de su contestación social es la
negación de la propiedad privada, única condición que podía promover la
igualdad de los hombres. En el siglo XVIII varios viajeros escribieron relatos de
viajes con un tinte común: mostrar los pueblos como un conjunto de personajes sin
ningún interés económico et una profunda relación con la naturaleza como fuente
de vida.
―No es una sorpresa encontrarse con la imagen del buen salvaje y su contrapartida. La
crítica de nuestra sociedad, abundantemente presentada en los relatos de viaje. Este tipo de
expresión conlleva un pensamiento automático. Prueba el hecho de que para todos los
viajeros franceses, todos los salvajes se parecen: Poco importa que ellos vivan en América o
en Asia, que ellos vengan del océano Indico o pacifico: Lo que cuenta, en efecto, es que ellos
se oponen a Francia.51‖
Esto quiere decir que si el título de la novela Angola: histoireindienne, no define una
locación, ni precisa exactamente el lugar donde se va a desarrollar la historia, es
porque todos los territorios que están fuera de Francia son concebidos como
lugares equivalentes y por lo tanto intercambiables,52 precisamente porque ellos no
50Todorov, Tzvetan, Nous et les autres. Mi traducción, Paris : Editions du Seuil, 1989. P.356.
51Ibid.
P.363.
52Ver Edward Saïd. L‘Orientalisme: L‘Orient crée par l‘Occident, paris: Editions du Seuil, 1994.
42
son Francia. Entonces, desde el comienzo del libro, se puede ver el primer aspecto
de la mentalidad francesa del siglo XVIII: el lector está situado no importa dónde
pero no en Francia, y por lo tanto en un lugar extranjero.
El lector que comienza a leer la novela libertina de Angola se traslada, viaja, visita a
los pueblos que presume conocer el comportamiento, él está listo para saber cuáles
son las libertades sexuales propias de los pueblos salvajes.
Esas son las palabras de la novela, el anécdota del texto que es descrito desde el
principio de la historia, describe lo que le interesa tanto al lector del libro como a
la pareja que se junta a leerlo, no es la anécdota sino más bien los sucesos sexuales
que van a pasar y que el autor del texto describe. Ahora bien la pregunta es: ¿Qué
tipo de imágenes corresponden a una historia exótica en donde los protagonistas
son los dos lectores y el príncipe de l‘Histoireindienne?
53Todorov, Tzvetan, Nous et les autres. Mi traducción, Paris : Editions du Seuil, 1989. P.368.
54La Molière, ―Angola : histoire indienne‖ en: Romanciers libertins du XVIII siècle, Mitraducción,
Paris : Gallimard, 2002. P. 677-678.
43
Con el fin de resolver esta pregunta, se debe señalar que no es sino después de la
primera edición del texto en 1746, es decir en 1751, que se encuentran imágenes
hechas específicamente para la edición de este año55. Con el desfase temporal entre
la edición del texto y la impresión de las imágenes se ve el aspecto que ya se había
explicado, y es el de que si bien la imagen acompaña el texto, ésta no tiene que ser
la copia del mismo. La función de la imagen no es explicar sino de ilustrar una idea
del texto. El relato de Angola muestra al lector el exotismo de los territorios lejanos,
mientras que los grabados de 1751 afirman que lo exótico no es del interés del
ilustrador: La idea que el grabado quiere concretar es más que todo esa de la
lectura que conduce al saber sexual.
¿Por qué no existe ninguna ilustración que muestre un paisaje exótico o un hombre
o una mujer extranjeros? ¿Por qué imágenes tan cotidianas si la historia habla de
territorios lejanos? Se puede decir que el objetivo de la novela libertina no es hacer
conocer, como los relatos de viaje, sino de alimentar los prejuicios respecto de la
idea del exotismo como fuente de elementos para mostrar una experimentación
con el cuerpo, el cual debe ser utilizado por los lectores que no son habitantes de
un territorio lejano, sino franceses que se instalan en una nueva filosofía: La
ilustración.
La figura de una mujer desnuda en un grabado libertino del siglo XVIII sobrepasa
los límites de la moral, pero exalta los valores del libertinaje, mostrando el placer
del cuerpo; mientras que la figura de una mujer desnuda de una cultura diferente
a la europea, es vista como la idea de la humanidad siempre ligada a la naturaleza.
De ahí que las imágenes de la segunda mitad del siglo XVIII muestren mujeres
extranjeras en su paisaje de costumbre sobre un fondo donde la naturaleza expresa
la idea misma de lo cotidiano. El hombre que vendrá a descubrir nuevos territorios
en el siglo XIX tendrá en su mente la percepción del otro como objeto de
conocimiento bajo el auspicio de esa mirada omnipresente propia del imperialismo
occidental moderno.56 El hombre salvaje será descifrado y dominado por el
imperio:
55 Según la Noticia de los grabados d‘Angola su grabador fue Charles Eisen hijo del pintor Francois
Eisen. ―Notice sur les gravures‖ en: Romanciers libertins du XVIII siècle. P.1234.
56 Ver Edward Said, Culture et Impérialisme, Paris: Fayard. 2000. ―Imperialismo designa la práctica, la
―Para los ciudadanos británicos y franceses del siglo XIX, el imperio, era un gran centro de
interés cultural que no tenía nada de molesto. La india británica y el África del norte
Francés, jugaron un papel inestimable en la imaginación, la economía, la vida política el
tejido social de la Gran Bretaña y de Francia.57‖
Ciertamente no se puede trazar una línea definitiva entre les dos siglos,
diferenciando el siglo XVIII como ese donde la visión del otro se reducía a la del
buen salvaje, mientras que el siglo XIX se concentraría en la misión civilizadora; sin
embargo, se puede constatar que en el siglo XVIII, existe un índice preliminar de la
concepción de civilización que sube con potencia en el siglo XIX. Esta idea se
encuentra In nuce en la novela libertina que analizamos: ―El príncipe se casa con la
princesa Arsénide, pariente del lado izquierdo del hada Lumineuse, reina del país
vecino. En ese tiempo, no había como hoy, les protecciones y las alianzas
poderosas que rectificaban y determinaban las uniones; hoy en día eso parecería
monstruoso.58‖
El juicio que el narrador porta sobre los sucesos va más allá del relato y muestra las
diferencias entre la cultura de la cual el habla y la cultura del lector, afirmando la
evidencia de diversas concepciones sobre la unión entre dos personas. El texto
insiste sobre el desajuste temporal de la historia para explicar esta monstruosidad,
que consiste precisamente en la idea de explicar al lector que todo lo que sucede en
el territorio lejano es producto del desconocimiento de las leyes de una civilización
que da reglas de comportamiento a las culturas dominadas. Es ahí donde se
constata finalmente que esa novela exótica y libertina al mismo tiempo, se
encuentra en un punto de intermedio entre la visión social del otro en el siglo XVIII
y la legitimación de una dominación por venir.
Bibliografía
Bassy, Alain- Marie. ―L‘image et le texte‖ en: Le libre Triomphant (1660-1830), Paris: Fayard, 1990.
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Goulemot, Jean M. Ces libres qu‘on ne lit que d‘une main. Paris : Minerve. 1994.
57Ibíd.P. 43
58La Molière, ―Angola : histoire indienne‖ en: Romanciers libertins du XVIII siècle, Mi traducción,
Paris : Gallimard, 2002. P. 681.
45
________ : L‘Orientalisme: L‘Orient crée par l‘Occident, paris: Editions du Seuil, 1994.
Vulpilliéres, Catherine de. Le corps des lumières : de la médicine au roman, Paris : Centre des Sciences
de la littérature Université Paris X-Nanterre, 1997.
46
Haciendo uso del contexto histórico, que existe en la memoria colectiva, en torno a
los hechos históricos del período independentista, la película revisa el cómo se ha
instaurado la imagen heroica de Bolívar, a través de un discurso oral que Manuela
sustenta a través de una escritura epistolar. Aunque el título de la película
pareciera indicar que Manuela Sáenz es la protagonista plena de la historia que se
cuenta, en realidad, los hechos narrados por ella tendrán valor siempre y cuando
estén a la sombra de Bolívar. Como bien lo ilustra Inés Quintero, en ―Manuela
Sáenz: una biografía confiscada‖, el desarrollo de la trama se centra en dos
momentos cruciales en la vida de Manuela Sáenz: el día que conoce a Bolívar y el
día que él muere. Según Quintero esta representación corresponde a la forma en
que Sáenz ha sido excluida de los textos de historia nacional,por distintos autores:―
En el caso particular de Manuela, esta actitud historiográfica se vio intervenida por
una restricción estilística adicional: ocultar intencionalmente su actuación,
básicamente porque no resultaba ejemplarizante ni acorde con la visión impoluta
de los héroes, que Bolívar, la máxima figura de la Independencia, se hubiese liado
con una mujer de comportamiento irregular y censurable‖ (1).
Ampliando su cita, Quinteroagrega que Manuela Sáenz era una activista política
antes y después de haber conocido a Bolívar, pero que distintos autores la
excluyeron de los textos de historia por una actitud chovinista que rechazaba que
las mujeres actuaran de tal modo. En diálogo con Quintero, hay que agregar que
en una sociedad como la de fines de siglo XVIII y principios del siglo XIX
latinoamericano, una mujer que participa, abiertamente, en política, se viste con
47
Observa Murray que por haber actuado de esa manera, a Manuela la catalogaban
como una mujer masculinizada. En el análisis de Murray lo que se pone de relieve
es que existían muchos prejuicios por parte de los historiadores y escritores en
cómo debían actuar y comportarse las mujeres de esa época. En la crítica tan severa
que le hacen estos escritores a Manuela Sáenz se nota además una visión bastante
cerrada sobre cómo se percibían las normas sociales y el total rechazo que había
hacia las mujeres que no las cumplieran. Según lo muestra Rísquez en su película,
Manuela siempre tuvo intereses políticos y por oponerse tan fuertemente a las
ideas del gobierno de turno, al entonces presidente Francisco de Paula Santander,
fue desterrada de Colombia y sacada de la historia nacional. En la película esta
observación de Murray se aprecia en la intervención que hace Manuela Sáenz en
hechos políticos cuando aparece vestida con uniforme militar demostrando que a
ella le interesaba la milicia. Risquez, por su parte, presenta a Manuela como una
mujer muy inmersa en el entorno político de su época y como alguien que toma
48
Esta exaltación que Rísquez hace de Manuela no es ajena al entorno venezolano del
siglo XXI. Según se vio el 3 de julio del 2010, la imagen de Manuela Sáenz fue
homenajeada por los presidentes Hugo Chávez de Venezuela y Rafael Correa de
Ecuador, tierra natal de Sáenz, honrándola por todo el apoyo que ofreció a la causa
libertadora. En ese homenaje dichos presidentes recibieron en Venezuela los restos
simbólicos de Manuela Sáenz para ponerlos al lado del sarcófago de Bolívar en
Caracas. Esta actitud de elogio de estos presidentes no es muy lejana a lo que
describe Murray al decir que en contraste con los escritores que la atacaron
también existe un grupo que al exaltar cada acción de Bolívar también la han
exaltado como heroína. Tal actitud destaca la labor de Manuela como mujer que
acompañó a Bolívar durante tanto tiempo en la lucha por la independencia pero,
además, afirma Murray, caen en el mismo tema al hacerla igualmente figura de un
culto heroico. En el grupo de historiadores que han enaltecido la labor de Manuela
Sáenz, Murray cita a José María Cordovez quien en defensa de Manuela dice que el
amor entre ella y Bolívar era ―un amor justificado‖ ya que el matrimonio entre ella
y su esposo el doctor Thorne había sido impuesto por su padre.
Murray también cita a Eduardo Posada quién presenta a Manuela Sáenz como
heroína al ser víctima de los enemigos políticos de Bolívar quienes la expulsaron
de Colombia por haberse mantenido fiel al libertador todo el tiempo. Por último,
esta crítica cita a Vicente Lecuna quién exalta a Sáenz como una salvadora del país
al impedir que Bolívar fuera asesinado. Todas estas posiciones han buscado
reivindicar la imagen de Manuela Sáenz sólo por anteponerse a lo que otros
historiadores han dicho en contra de ella. Sin embargo, lo más importante de
destacar,según Murray, es cómo la imagen de Manuela Sáenz sirve para promover
una idea de nacionalismo al presentar su valentía y apoyo a la causa
independentista y ampliar, consecuentemente, la mirada en torno a las mujeres, en
ese momento histórico. De igual modo, observa Murray que tal imagen
reivindicadora ha servido para promover una idea de feminismo, y
almimsotiempo a convertirse en una figura que permite una nueva inscripción de
49
El hecho de mostrar a Bolívar a través de los ojos de Manuela invita a crear una
admiración hacia ella como el modelo a seguir en cuanto a su tesura y deseo de
lucha hasta el final. También, Manuela, desde su destierro se convierte en un sujeto
que engloba varios sujetos que podrían reconstruir la nación de una manera
distinta, una mujer sola, desplazada, convencida de su causa, desde su ilusión
propone un proyecto de nación por terminar.De este modo, Rísquez no sólo revisa
el pasado histórico sino que cuestiona sutilmente cuáles han sido las razones para
que algunas personas como Manuela hayan quedado por fuera de la historia.
Desde las diferencias políticas tan marcadas que muestra Rísquez entre Manuela y
los enemigos políticos de Bolívar, la representación de Manuela sirve para hacer
una revisión de la historia en cuanto a las consecuencias de acciones bipartidistas
que no respetan a personas que tengan ideologías distintas. También sugiere la
obra de Rísquez para cuestionar sí en ese momento histórico y en el momento en
que lanza su película (2000) hay apoyo político para quienes no estén de acuerdo
con el gobierno de turno. Por medio de una Manuela que se queda en la periferia,
Rísquez revisa la condición de sujetos a los que se les hace marginales por
prejuicios sociales y acciones políticas mal llevadas.
El baúl, luego entonces, al ser visto como el único archivo al que se puede acceder,
obtiene una forma de poder. Manuela Sáenz podrá contar la historia, a su modo,
porque ella es quien tiene el baúl y por lo tanto es ella la única persona que ha
heredado el legado del Libertador. De igual modo, al ser Manuela quien hace de
cronista será quien pueda registrar la información tal y como ella la quiera dar a
conocer. A su modo, ella cuenta lo que pasó con Bolívar en el último viaje de su
vida. Así, las cartas no sólo le dan poder sino que le permiten mostrar que quienes
tienen los documentos originales son los verdaderos conocedores de la historia.
Complementando esta idea, vale la pena señalar que Roberto González Echevarría
en Myth and Archive, afirma que muchas de las novelas latinoamericanas hacen
uso del archivo para sustentar la trama que desarrollan y así pueden crear una idea
de verosimilitud.González Echevarría encuentra que los documentos de los que se
habla en las novelas que él analiza se basan en un discurso antropológico que
busca presentar tales escritos como una prueba de legalidad o autoridad. A través
de ejemplos como el pergamino de Melquiades en Cien años de soledady los folios
despezados que se encuentran en la alcaldía de Riohacha, como parte de la
denuncia al asesino de Santiago Nazar, en Crónica de una muerte anunciada se
observa cómo el hallazgo de un documento escrito avala una historia que ha sido
contada oralmente, como ha sido el caso de Manuela en esta película. Además,
demuestra cómo tales documentos pretenden mostrar cuál es el principio y cuál es
el final de tal historia oficial.
Por otra parte, al mostrar un final donde todas las personas perecen a causa de una
enfermedad tipo peste se pueden hacer otras interpretaciones mas. Primero, tener
en cuenta que tal enfermedad la trajeron unos extranjeros. Así, la película señala
sutilmente que el deseo de acoger ideas foráneas podría dejar consecuencias tan
desastrosas como las que ha sufrido Manuela. La enfermedad da una señal de
alerta, desde la contaminación que ésta podría causar.Estos viajeros que infectan a
todas las personas de la isla, incluyendo a Manuela Sáenz también mueren a causa
de tal enfermedad. Melville,elviajero principal que trae la enfermedad a la isa y
quien es el escritor que publicará la nueva historia de Bolívar muestra que su
contacto con Manuela se ha vuelto contraproducente para ella. Melville quien es
reconocido por ser el autor de la novela Moby Dick hace extensiva la problemática
que él narra en su novela de varias maneras. Melville ha sacrificado la vida de su
tripulación en busca de su sueño por hablar con Manuela Sáenz. Paralelamente, el
capitán que dirige el barco en la novela Moby Dick también sacrificará la vida de
sus acompañantes por su insistente deseo de lograr su sueño, cazar a la ballena
blanca Moby Dick. Como consecuencia de haber recibido a Melville en su casa,
Manuela termina perdiendo su vida y la de sus dos acompañantes, sus criadas
Jonatás y Natán. Por su parte, la historia que narra Manuela, la de Bolívar,
tampoco tiene un final feliz. Bolívar por ir en busca de su sueño de conformar una
gran nación, terminó enfermo y en precarias condiciones que lo llevarían a la
muerte. En los cuatro casos, el de Bolívar, Manuela, Melville y el capitán Ahab del
libro Moby Dick, se aprecia un hilo conductor que une todas las historias en el
fracaso por obtener un sueño. El desastroso final conlleva a pensar que tal
propósito sugiere, implícitamente, el final de una utopía. En consonancia, el sueño
bolivariano quedará entonces como las cartas de Manuela al final de la película,
flotando en el aire. Los papeles que quedan por el aire no serán entonces solamente
las cartas de Bolívar sino también las notas de Melville en torno a una nueva
historia que no se hará posible. Así, tanto el pasado representado en las cartas
flotantes como el futuro que pretendía contar Melvilleen su documento se
convierten en textos por terminar. Al no tener una culminación, el documento de
Melville invita al público de la película a que puedan encontrar un mejor final para
esta historia, que se ha trazado desde un pasado que a su vez se ha visto como
inconcluso. De este modo, Risquez propone que el sueño bolivariano que se debe
culminar sea uno que pueda juntar las distintas partes de su historia para poder
darle un mejor final.
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59
Introducción
Este artículo tiene como objetivo discutir la identidad criolla venezolana desde una
perspectiva en la obra En este país, de Luis Miguel Urbajena Achelpohl, también
verificar las diversas articulaciones teóricas que llegó en el complejo tema de
concepto criollo dentro de la literatura venezolana, con el objetivo de proponer un
cronograma o secuenciación que sirva para reflejar las transformaciones históricas
del concepto y, sobre todo, para brindar una actualización sobre el tema previsto,
no sólo de los diferentes enfoques teóricos, sino también en la incorporación de
análisis crítico de la obra literaria em cuestión de la visibilidad del campo de
investigación. Haciendo una verificación sobre algunos expertos que han escrito
sobre la obra del escritor Luis Miguel Urbaneja Achelpohl, encontramos Angarita
Arvelo que defiende la posición de Urbaneja Achelpohl, jugó un papel decisivo en
la orientación de la tendencia arraigada en el paisaje y el color local, el escritor fue
fiel en la teoría y en la praxis en dicha dirección. El ideario lo ha esbozado
anteriormente en sus artículos Sobre literatura Nacional y Más sobre literatura
nacional.
El autor de la obra En este país, Luis Miguel Urbane Alchepohl, domina el manejo
del lenguaje y conoce a fondo los regionalismos de vocablos sintácticos, que utiliza
sin prejuicios en sus obras. Los diálogos entre los personajes se caracterizan por el
60
Literatura Postcolonial
Este panomara tiene como fin introducir algunas críticas ya establecidas tanto en el
mundo anglosaxone como en el específico latinoamericano, y a la vez analizar dos
o tres catergorías de los teóricos postcoloniales y su posible utilidad en los estudios
literarios coloniales del periodo de dominación española en la región,
particulamente en relación al criollismo.
Lo criollo
La palabra criollo suele tener origen en el término crioulo, que servía para identificar
a los africanos nacidos fuera de África. La asociación del término criollo con
descendientes de esclavos negros traídos de África también aparece en diccionarios
de lengua portuguesa. Por ejemplo, Ferreira (2004, p. 276) define la palabra crioulo
de la siguiente manera: ―Dizia-se de indivíduo negro nascido na América‖.
Uno de los efectos que la atribución auto-identitaria del criollo buscaba construir y
delimitar era la conflictiva relación entre el pasado indiano en América, las
conquistas venezolanas, en el caso de Venezuela.
El criollo forma parte de una nueva subjetividad social que surgirá en los
intersticios y ambigüedades de estas oposiciones identitarias racializadas. La
identidad criolla brotará, rodeada de connotaciones peyorativas y degradantes.
Este momento particular en la história del término, también puede relacionarse con
lo que Moraña (1994) llama de surgimiento del espíritu criollo o la consciencia criolla.
De acuerdo con la crítica la emergencia de ese espíritu se encuentra emparentado
con el resentimiento de los conquistadores y primeros habitantes americanos que
se sentian mal recompensados por la Corona y afirmaban sus derechos en
contraposición a los residentes de la península, quien controlaba los mecanismos
de poder, dotes y recompensas destinadas a los habitantes de las Indias.
militar), se suma en los últimos veinte años del siglo XVIII la conjura de los
intelectuales y la culta burguesía urbana que empiezan a advertir – como Espejo en
el Ecuador, Nariño en Nueva Granada, Rojas y Salas en Chile, Gual y España en
Venezuela – que se precipita sobre la historia una profunda época de cambios, y
que hay que dirigirla y aprovecharla.
Ese aspecto abarca casi todo el siglo XVIII y finaliza em el principio del siglo
siguiente, atravesando las diferentes fases que tienen su origen en las reformas
borbónicas de Carlos III, y que desembocarán en lo largo proceso secular de las
distintas independencias nacionales en Latinoamérica.
La imagen del paisaje es en gran parte un marco patrio. El paisaje está en constante
reescrito, reinventa y ofertas y una imagen de lo que requiere el perfil cívica de la
nación, el pensamiento y animado por el abogado de la industria que asumió la
responsabilidad establecer lineamientos para la ciudadanía, es decir, describir las
formas de identidad podrían firmar tanto el espacio privado y público.
Para Quijano (2014, p. 741) afirma que en América Latina, la lucha contra la
dominación de clase, contra la discriminación de color, contra la dominación
cultural pasa también por el camino de devolver la honra a todo lo que esa cultura
63
Por lo tanto, su situación social cambia de repente. Los padres de su novia es feliz
con su matrimonio y un sinnúmero de aduladores se quema incienso. Sin lugar a
dudas, Urbaneja plantea en esta novela el ascenso de las clases populares y la caída
inmediata de las clases privilegiadas, por la gracia del conflicto interno, como la
Guerra Federal, por ejemplo, donde se firmaron acuerdos militares. En él se
manifiestan muchas de nuestra social, espiritual y político expuesto en el sentido
con una delicadeza con gran desconfianza y con grandes problemas de valores
estéticos.
Frente del esteticismo modernista contra la preciosidad de la prosa y la forma de
abordar nuestros problemas con los ojos en exótico, Urbaneja crea así lo que podría
llamarse la semilla de una verdadera novela venezolana.
Hay sin duda una posición política-ideológica particular, aun cuando los autores
que, en nombre de la neutralidad imposible o sabe de un propósito particular de la
historia, tratan de negar. Esto es cierto para diferentes tiempos y espacios, por lo
que el historicismo en sus diferentes manifestaciones y el supuesto fin de la
ideología, lo que hacen es dar una versión errónea y políticamente interesado en
un número de fenómenos que son determinación de nuestras vidas.
Una de las marcas criollas dentro de la obra que habla sobre el perfil del persoanje
Paulo Guarimba (Urbaneja, 1997, p. 53): Un mocetón alto y fornido daba tales
voces, en aquel amanecer húmedo y friolento. Se llamaba Paulo Guarimba. La faz
era ovalada y tristona, con una tristeza displicente, que arecía arrancar de las
entrañas hacia fuera y eso siempre que los párpados caían sobre los ojos y la vista
vagaba errabunda, pues cuando miraba de frente, los ojos de un verde y amarillo
indefinidos tenían una expresión ruda y fiera bajo las cejas gruesas y castañas. En
la nuca, asomaban por entre el pañuelo con que protegía la cabeza, mechones de
pelo amarillento, de un color de oro muerto, tostado, melcochudo y áspero como la
greña de un africano.
Para romper el paradigma que los criollos que no eran hijos de los grandes dueños
de tierras jamás podrían arribar de clase social en Venezuela, Urbaneja rota en su
obra que la posición dentro de la sociedade se puede cambiar. El narrador de la
obra que se llama Gonzalo, es juzgado como un producto el grupo social al que
pertenece. En los fragmentos que él narra son contrastados Gonzalo con Paulo
Guarimba de forma indirecta, carácter étnicamente mixta y protagonista de la
65
Esta es una historia ubicada en la historia de la guerra civil en Venezuela, que nos
dice como esta nación fue diezmada y en condiciones muy precarias hecho de las
diversas guerras. El autor a través de sus veinte capítulos, muestra el estado de
miseria en que estaban sumergidos los campos y los campesinos. También muestra
una aristocracia local (criolla), que lo ve como desaparecer gradualmente sus
privilegios como resultado de las constantes peleas para el control de un territorio
que se redujo a fragmentos.
Este rato en la historia fue utilizado por varios hombres para conquistar el
esperado subida social. El personaje, Paulo Guarimba, es uno de ellos, un héroe
criollo que se puso y luchó ante la decadente aristocracia venezolana.
66
Consideraciones finales
Bibliografía
Ferreira, Aurélio B. de Holanda. Minidicionário da língua portuguesa. São Paulo: Positivo, 2004.
Urbaneja Achelpohl, Luis Manuel. En este país…! Caracas: Monte Ávila, 1997.
67
La novela sobre Juancho Polo Valencia. Una historia del Caribe colombiano
El hombre, con la historia, es Sísifo con la roca. Teje su interpretación, la corona, la presenta, llega a la cima.
Y después, con otra interpretación distinta, vuelve a partir de los mismos hechos, para sacar otras
consecuencias. Todo vuelve a comenzar, la historia se reescribe siempre. Cada época la reescribe.
Pedro Gómez Valderrama, Confesión personal
Y puedo transportarme a ella no tanto porque he conocido e investigado esta historia como si se tratara del
árbol genealógico de mi propia familia, sino porque Juancho Polo Valencia me la ha contado sin contármela a
través de su canción, de la misma manera en que la pena y el dolor han trascendido por los tiempos y los
lodazales: por el vallenato
Ernesto Mcausland, Un vallenato, 9 senderos
En esta ponencia analizaré cómo los personajes y hechos narrados tienen una
profunda conexión con nuestra realidad y nos remiten a varias épocas históricas
que, no sólo nos han entrañado, sino que además nos obligan a volver a ellas
incansablemente. En este sentido, la novela ayuda a completar esa historia porosa
que nos atraviesa. Gómez Valderrama (1995) en ―Confesión personal‖ usa la
imagen de la ruina para explicar la construcción histórica, proceso que también
está implicado en una novela:
La historia es tentadora. Es, por una parte, la historia posible, aquella de la cual pueden
derivarse las hipótesis, que son un armazón que sustenta buena parte de la historia, y
aquella historia fragmentaria, llena de vacíos, de sombras, que solicita al escritor para llenar
esos vacíos, iluminar esas sombras. La construcción sobre la ruina, o la construcción que
completa un edificio inacabado. En la interpretación histórica hay siempre, por otra parte,
varias posibilidades. En ocasiones, es fascinante tratarlas todas. Y de allí surgen maneras de
explicar la historia. (p. 186)
El alma del acordeón propone un largo y cuidadoso recorrido por algunos poblados
del Caribe colombiano y nos muestra varios contextos políticos, sociales,
económicos y culturales de finales del siglo XX y principios del XXI de la región.
68
Por ejemplo, las descripciones que los personajes alemanes hacen de Colombia
están cargadas de monstruosidad, barbarie, lo que resalta mucho más la lejanía. A
estas connotaciones acuden incluso para describir el croquis de la nación: ―El país
tiene la forma de una criatura horrorizada que corre dando alaridos‖ (Mcausland,
2007, p. 13). El continente, lo que antaño fue concebido como un ―Nuevo mundo‖,
aún se sigue representando como la tierra de todos los males. Estas observaciones
además de resultar anacrónicas, suponen una continuidad del pensamiento del
mundo colonial. Lo más angustiante es cuando Karlheinz Birk y su novia Helga
acuden a Google y los resultados de búsqueda que arroja sobre Colombia van en el
siguiente orden: Juan Valdez, Gabriel García Marquez y Pablo Escobar. Es así
como llegan a la conclusión de que se trata de ―una tierra de monstruos. Hay
guerrilleros, escuadrones de la muerte, serpientes venenosas, secuestros,
narcotraficantes‖ (Mcausland, 2007, p. 22). Por eso los colegas de Karlheinz Birk lo
alarman con la cantidad inexacta de vacunas a las que, supone, tendrá que
someterse, e imaginan las hazañas más peligrosas como la de integrarse a una
selva con fusil, por el peligro de los caimanes. Claro está que los peligros siempre
han existido, sólo que con el tiempo van adoptando nuevos nombres: antes eran
salvajes y caimanes, luego se empezaron a llamar paracos y guerrilleros. Pero de
esta exageración sobre la tierra, los colombianos son víctimas y victimarios porque
también tienen una imagen prefabricada del alemán, una vez pisa territorio
colombiano, y lo meten en aquella amalgama imprecisa donde cabe todo lo
extranjero, e incluso lo despojan de su identidad y lo llaman gringo, como a todos
los de naturaleza foránea. Este desconocimiento de un lugar y de sus habitantes
conduce a una reducción y generalización de los mismos, produciendo falsos
imaginarios como síntoma de una incomprensión
69
Una vez superada esta transición de un país a otro, Colombia figura como el
escenario principal, común a todos los personajes, que será descrito a lo largo de la
novela. Entonces empieza a haber una intención de mapear la región Caribe, no
tanto en términos geopolíticos, sino teniendo en cuenta cada una de las
circunstancias que puedan modificar el paisaje, ya sea su gente, la flora y fauna, los
conflictos armados, la negligencia gubernamental y las lluvias torrenciales. Todos
los personajes se están moviendo, emprenden pequeños viajes y nos van contando
su experiencia en cada paraje. Leila Ustáriz, médica del inmaculado hospital de
San Rafael de Chimila, en su afán por verificar que todos los puestos médicos de la
región estén operando correctamente, realiza un recorrido por los pueblos:
Mochila, Puentecito, Sagrado Corazón, Cuatro de enero y Paraíso. Se topa con
muchas decepciones, no sólo en el ámbito de salud pública, sino con la miseria en
su máxima expresión: la intranquilidad de quienes viven bajo el yugo de unos
paramilitares, la escases de agua potable y la impresión que se llevó con Paraíso,
una tierra malsana llena de cerdos muertos y pestilentes con agujeros de bala por
los costados.
-Los periodistas éramos nosotros -dice Villa señalándose altivo el pecho con el dedo índice.
Afligidos, convencidos de que la noticia era cierta, los padres iniciaron de inmediato las
nueve noches de velorio. En la quinta noche, al llegar desprevenidamente al pueblo, Villa se
encontró con la noticia de su propia muerte y su propio funeral. El velorio terminó en
fiesta. (Mcausland, 2007, p 152)
70
Hasta hace medio siglo las bestias ensilladas, algunas de paso fino, eran las dueñas de las
vías, sus chalanes hombres jactanciosos que mostraban el rostro con meridiano orgullo.
Luego llegaron los Willys, con ellos el progreso y también la escoria. Sus conductores,
también visibles en sus vehículos abiertos, recorrían indómitamente todos los pueblos de la
región, llamada desde entonces zona bananera. Llevaban y traían pasajeros y banano de
pueblo en pueblo, y subían a la Sierra Nevada a transportar negociantes y recolectores de
café. (Mcausland, 2007, p. 104)
Estos cambios también van acompañados de unas nuevas filosofías de vida en las
personas, como la de hacerse llamar paraco porque resultaba una etiqueta de
prestigio: ―en la zona cualquiera se autoproclama paraco con tal de ganar respeto y
dotarse de un blindaje de terror‖ (Mcausland, 2007, p. 113).
dinámicas que cada tanto integra nuevas gentes y ve partir a otros, es pensar el
espacio como un lugar común donde convergen muchas historias, una tierra que
tiene un pasado que muchos recuerdan y otros olvidan, en fin, pensando en
Benedict Anderson (1983), es una comunidad imaginada donde no todos se
conocen pero saben que existen y por tanto los incluyen en aquel gentilicio alegre
que los enorgullece. Es en este acto de imaginar y pensar un lugar donde opera la
novela en general. El escritor abre caminos donde antes no los había, o vuelve a
pasar por ellos en un intento de ver otras cosas que antes había ignorado:
Bajo las mismas premisas con que se imagina un lugar, también se imagina a una
persona afamada. Es el caso del legendario Juacho Polo Valencia y su amada
Alicia. En San Juan del Cesar, en Flores de María, en Chimila, en Caimán hay un
Juancho Polo diferente para cada ocasión: hay un Juancho orgulloso de su apellido
de presidente, hay un borrachín desaliñado que vive perdiendo y recuperando su
acordeón, hay un poeta que entonó un canto fúnebre que contagió con su lamento
a todos quienes lo escucharon, hay un mujeriego que siempre exigió una botella de
ron para cantar y hay un hombre con el sombrero ladeado para tapar su oreja
incompleta. Juancho Polo en boca del pueblo es la unión de todas las pequeñas
historias que se entretejen en su nombre, leyenda andante. Alicia es una mujer
mítica por su aspecto físico indescifrable, lleno de esa sabia vaguedad que inunda a
los muertos: "ni muy alta ni muy bajita, ni muy gorda ni muy flaquita, ni muy clara
ni muy morenita". (Mcausland, 2007, p. 124). De Alicia se dice que ―lo
verdaderamente bello de ella, lo que la hacía inolvidable, era su sonrisa, con unos
dientes grandes, brillantes, perfectos. Aunque todavía vaga, es tan vívida y tan
emotiva su descripción, que Karlheinz Birk ha dejado de percibirla como un
arrume de polvos de muerto‖ (Mcausland, 2007, p. 157).
Procede entonces Ana a contar la vieja historia de la familia, la misma que les ha venido
relatando a hijos y nietos desde tiempos inmemoriales, y con tantas pequeñas adiciones,
tantos pequeños deslices de ficción, que ya ni ella misma sabe qué es verdad y qué es
invento. (Mcausland, 2007, p. 31)
En términos más generales, pensemos la historia como una masa gigantesca que
amoldamos según lo convenga, y cuyo peso no puede ser atribuido a una sola
persona; ya se acabó el tiempo de titanes y no contamos con un Atlas que pueda
cargar al mundo sobre sus hombros. Muchas veces no nos conformamos con el
cuento que nos cuentan, no aceptamos la idea de que, por ejemplo, sólo una
persona haya descubierto América. Es ahí cuando entran en juego los escritores,
con ese deseo que los quema por dentro y los impulsa a escribir otras historias
posibles. En este sentido, me parece muy iluminador lo que dice Ana Lydia Vega
(1994), pensando en su oficio de escritora:
La historia que deseamos, que soñamos, que inventamos, que falsificamos los
escritores puede, de alguna extraña manera, colmar las expectativas de un público
tan sediento de epopeya como privado de referencias historiográficas concretas. La
literatura se convierte así, en la interlocutora privilegiada de ese diálogo de sordos
que establece el lector ávido de milagros con su propia verdad. (p. 105)
civilización por una trocha casi intransitable y un teléfono que permanece dañado,
Sin agua corriente, sin alcantarillado, sin servicios médicos elementales, sin un
buen colegio y ni siquiera una flor que justifique su pomposo nombre. No obstante
los ve tan jubilosos, con sus historias inverosímiles, sus relatos de acordeón, sus
pequeños mitos, sus incendiarios rones dorados, felices con tan poco. Y está seguro
de que si no estuviera tan atormentado por la ausencia de Bodo, quizá se otorgaría
el lujo de una sonrisa (Mcausland, 2007, p. 153).
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Universidad de Puerto Rico. pp. 101-111.
74
59 Cf. a Lukazs Grutzmacher, en ―Las trampas del concepto la ―nueva novela histórica y de la
retórica de la historiapost oficial‖, donde comenta: ―Seymour Menton en su ya famoso libro, enumeró
seis rasgos de lo que llamó <<nueva novela histórica>>e hizo dos listas: una de las novelas
históricas tradicionales, y otra, de las nuevas novelas históricas latinoamericanas. Al parecer, la idea
de Menton fue indicar los puntos en los que las novelas históricas clasificadas como <<nuevas>>
rompen con el esquema de la novela histórica tradicional o <<clásica>>. No obstante, las
distinciones hechas por el crítico norteamericano resultan bastante superficiales y, en consecuencia,
a pesar de que aclaren algunas cuestiones, en general más bien causan confusión‖, p. 143-144.
75
Bajo este tenor, que Pons califica como ―condición posmoderna‖ (Pons, 1996, p. 22)
Alejo Carpentier escribe su segunda novela, El reino de este mundo. Publicada en
1949 constituye, según Seymour Menton, la obra que va a inaugurar la tradición de
la nueva novela histórica en América Latina pues subordina los hechos históricos
que se cuentan a una propuesta filosófica atinente a la lucha por la libertad de los
oprimidos. Destaca también el crítico norteamericano entre los rasgos que hacen de
El reino de este mundo la primera nueva novela histórica del continente, la categoría
historiográfica ―relativamente mediana‖ (Menton, 1993, p. 38) de los protagonistas
a excepción del rey Henri Christophe, la incorporación de una propuesta cíclica de
la Historia y la distorsión de ésta ―por la ausencia de los próceres Toussaint l‘
Overtoure, Jean Jaques Dessalines y Alexandre Pétion‖ (Menton, 1993, p. 38).
Por otra parte, ―la lucha por la libertad y la justicia social […] pese a los muchos
obstáculos y pese a la improbabilidad de conseguirlas‖ (Menton, 1993, p. 38) se
relaciona estrechamente con el carácter cíclico de la historia que la novela
evidencia y que Menton señala como uno de los rasgos distintivos de la nueva
novela histórica. Implícito en el recorrido vital del personaje que surca toda la
narración, éste continuo volver al punto de partida a pesar de los esfuerzos del
hombre por modificar los acontecimientos de la Historia se constata en el cotidiano
vivir de Ti Noel. Héroe anónimo y paradigma de la lucha por la libertad, el esclavo
es testigo, tanto presencial como participante, de las continuas revueltas sucedidas
en Saint Domingue60. Sorprende, como apunta Menton, que Carpentier haya
dejado fuera de la narración héroes de la Historia haitiana como Jean Jaques
Dessalines y Alexandre Petión; por el contrario, la narración se estructura a partir
de la vida de Ti Noel y la resignificación de los acontecimientos históricos
encuentra en éste personaje uno de sus puntos de apoyo, en la medida en que es el
elemento elegido por el cubano para hablarnos de la toma de conciencia que cobra
el pueblo negro esclavo al verse apto, no sólo para tomar una posición ante los
acontecimientos que le toca vivir, sino también para ejercer sobre éstos la iniciativa
histórica que la colonización le había negado. La Historia en la novela
carpenteriana deja de ser el telón de fondo de lo narrado para convertirse en algo
que se manipula y redimensiona en función de los propósitos ideológicos del
60 Según el propio ―Prólogo‖ a El reino de este mundo (Carpentier, 2007) la novela se estructura
temporalmente a partir del relato de una época que ―no alcanza el lapso de una vida humana‖, y
que Ti Noel recorrerá, a lo largo de aproximadamente setenta años padeciendo y participando de
los acontecimientos y circunstancias seleccionadas por el cubano para el desarrollo de la narración.
El lapso elegido comprende aproximadamente el período histórico sucedido entre 1757, año de la
revuelta emprendida por el cimarrón Mackandal y 1830, año de la llegada de la familia Cristophe a
Europa. Durante este período de tiempo los acontecimientos que detonan el acontecer narrado son
principalmente cuatro, primero, el levantamiento liderado por el cimarrón Mackandal cuya
revuelta responde al ciclo histórico de los colonos franceses quienes gobernaron la isla hasta 1791,
año en que tiene lugar el segundo acontecimiento; la revuelta organizada por Bouckman durante la
noche del Pacto Mayor celebrado en Bois Caiman, ésta habría de convertirse posteriormente en
Revolución gracias al apoyo de España y la participación de los personajes haitianos más
representativos de la época, tercero, el reinado de Henri Cristophe, monarca negro que gobernó
Haití entre 1816 y 1820 y finalmente, la instauración de los mulatos republicanos durante la
presidencia de Jean Pierre Boyer iniciada en 1818.
77
novelista61. Sin duda, no se trata de un mero manejo de los hechos a favor de los
oprimidos, puesto que también se cuestiona la posición que toma el individuo de
cara a los acontecimientos de su tiempo, a partir de la compleja relación entre las
revueltas emprendidas por el colectivo negro esclavo y el sentido y la concreción,
en la práctica y más allá del proyecto ideológico inicial, que toman estas acciones
revolucionarias.
61 Tales propósitos ideológicos se encuentran largo de los ensayos de Carpentier, que en múltiples
ocasiones se ofrecen como textos programáticos y confirmados en la práctica novelística, baste
señalar aquí que la pregunta por el actuar del individuo frente a la Historia surca toda la narrativa
de carpenteriana, cuestión estrechamente vinculada a la pregunta sobre la configuración del ser
latinoamericano y su identidad. Cf. Oscar Velayos, Historia y mito en la obra de Alejo Carpentier.
78
Y comprendía, ahora, que el hombre nunca sabe para quién padece y espera. Padece y
espera y trabaja para gentes que nunca conocerá y que a su vez padecerán y esperarán y
trabajarán para otros que tampoco serán felices […] Pero la grandeza del hombre está
precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse Tareas. En el Reino de los cielos no
hay grandeza que conquistar […]. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro
de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su
grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo (Carpentier, 2007, pp. 118-
119).
Para concluir, me gustaría recapitular los rasgos distintivos que según Seymour
Menton hacen de El reino de este mundo una nueva novela histórica. La
subordinación de una idea filosófica a los hechos históricos, y una propuesta cíclica
de la Historia. Estas indicaciones han servido para detonar la reflexión sobre un
discurso que tiende a evidenciar que la Historia no es un conocimiento concluido y
demostrado sino más bien constituye un entramado discursivo cuya interpretación
depende de la lectura que se haga de éste y, al igual que ocurre con la literatura,
sus propios códigos de verosimilitud pueden ser puestos en duda.
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la historia postoficial‖ en Acta Poetica (p. 141-167). Recuperado en:
www.revistas.unam.mx/index.php/rap/article/viewFile/17399/16592 el 20 de Junio de 2011.
El dolor como catarsis liberadora del ser en la poesía de Adrián Santos Tirado en
el contexto antillano de la generación del 1960
Iván Segarra-Báez
Universidad Metropolitana de Puerto Rico
Introducción
El dolor siempre ha sido una preocupación para todas las sociedades del mundo.
El dolor es un tema inherente al ser humano. Dondequiera que exista un ser
humano, las manifestaciones del dolor estarán presentes, ya que todo ser humano
es portador de esta mortal condición, tanto es así, que en las teorías de la teología,
el humanismo, la sociología y el estructuralismo está presente.
El dolor se puede examinar desde diversas y distintas teorías literarias como desde
el ensayo ―El existencialismo es un humanismo‖ (1946) de Jean Paul Sartre, la
62Krivoy, Saul; Tabasca, Magalys; Adelaide, Wallens; Díaz, Marlon. El dolor en la historia, Colección
Razetti, Volumen X, Editorial Ateproca; Caracas, Venezuela, 2010:163. Impreso.
81
Esperamos que este trabajo pueda abrir nuevos surcos tanto teóricos como de
investigación literaria sobre cómo el dolor surge en nuestras sociedades caribeñas
y cómo el mismo se manifiesta desde y dentro de la literatura de la zona en
general. En fin, las islas caribeñas guardan una constante entre sí. Esta gran
constante es el dolor. Hay que ver el dolor como el proceso creador de unas islas
oceánicas, apartadas, lejanas, marginadas, aisladas, ―olvidadas‖ si se quiere decir;
islas de mar y sol, islas de una cuenca de perlas donde la emigración, la
inmigración, la transculturación y el abandono de ―Nos vamos y regresamos‖ es
una constante más del dolor. El Caribe como unas islas símbolos del dolor, ya que
el dolor se da en casi todos sus procesos: políticos, religiosos, sociales, morales,
históricos, literarios y culturales. El dolor está presente en el pueblo caribeño como
una gran analogía del ―pueblo-óvulo‖ versus ―los pueblos desechados‖.
La perspectiva teológica
63 Sagradas Escritura.―Desobediencia del hombre‖, Génesis, Sociedades Bíblicas Unidas, Brasil, art. 3,
vers.16, 2006:4.
64 Ibíd., pág. 4.
82
La perspectiva oceánica
Todos sabemos que el dolor existe desde las primeras manifestaciones del hombre
sobre la tierra. Diferentes investigadores evolucionistas sostienen que la vida
surgió en el mar, y que durante varios milenios de años, los microrganismos
unicelulares se fueron transformando y multiplicando hasta lograr diversidad de
mutaciones, las cuales generaron organismos celulares más complejos como
nucleoproteínas, protoplasmas, etcétera. Estos organismos degeneraron en otras
transformaciones filogenéticas, fisiológicas y anatómicas, las cuales pasaron a la
tierra mediante los diversos cuerpos de aguas, como ríos, mares, charcas y lagunas.
El dolor está íntimamente relacionado con el desarrollo histórico de los pueblos del
Caribe. Todas Las Antillas son hijas del dolor desde sus procesos históricos como
literarios. En la gran cuenca del Caribe solo basta con ver el desarrollo del dolor en
la literatura en sus principales antillas: Cuba, Haití, República Dominicana, Puerto
Rico y Jamaica. Para tener una idea más clara de cómo se va desarrollando el tema
dentro de estas islas hay que estudiar sus culturas y sus ideologías.
Estas ediciones de las obras de Reinaldo Arenas son las recientes publicaciones de la Editorial Tus
65
Por último, otros grupos que merecen una atención particular son la generación de
escritores del 1960 en Cuba, mejor conocida como los escritores de la Revista El
Puente o los puenteros. Otro círculo de escritores que se destaca también es el
grupo conocido como los caimanes, los cuales forman el suplemento cultural El
Caimán Barbudo. Vale la pena mencionar al grupo cubano los cincuenteros, los cuales
constituyen o forman los escritores de la década del 1950 en Cuba, y los origenistas,
para los integrantes del Grupo Orígenes.
Haití y República Dominicana no están lejos del dolor, ya que con la lucha de la
frontera entre los dos países o naciones, es cuando Trujillo decidió matar
aproximadamente a 30,000 mil haitianos por considerarlos que se entrometían en
los asuntos y en el territorio de la República Dominicana y con miles de
justificaciones; masacró, fusiló y destruyó a un hermano pueblo que solo buscaba
sobrevivir de la nefasta situación que vivía esta colonia del imperio francés. Haití
fue uno de los primeros territorios que gritó el estallido de la revolución negra en
América (1804), pero para ello tuvo que entregar toda su riqueza para poder ser
libre. Ahora mismo es una de las repúblicas más pobres de América. Esto se
ejemplifica con el terremoto de Haití el pasado 12 de enero de 2010, el cual le dio la
vuelta al mundo y todavía luchamos por levantar a ese país. Para una
aproximación más justa sobre el tema del dolor como catarsis de ambos pueblos,
valdrá la pena leer Over (1942) de Ramón Marrero Aristy; El Masacre se pasa a pie
(1973) de Freddy Prestol Castillo, Cosecha de huesos (2004) de Edwidge Danticat y el
libro El cuerpo de la patria: intelectuales, imaginación geografía y paisaje de la frontera en
la República Dominicana durante la Era de Trujillo (2010) de Carlos D. Altagracia
Espada.
La República Dominicana tan poco se salva de este doloroso designio del Mar
Caribe. La cuentística de Juan Bosch y su producción criollista con los cuentos:
―La mujer‖, ―Los amos‖ y ―En un bohío‖; Thomas Hernández Franco con el poema
―Yelidá‖, Héctor Incháustegui Cabal con los poemas ―Canto triste a la patria bien
amada‖, ―Los dioses ametrallados‖, ―Diario de la guerra‖, ―Poemas de una sola
angustia‖ y ―El pozo muerto‖; Aída Cartagena Portalatín con el poema ―Una mujer
está sola‖ y las obras Escalera para Electra(1970) yLa tarde en que murió Estefanía
(1983); Freddy Gastón Arce con el poema ―Vlía‖, Pedro Mir con los poemariosHay
85
En Puerto Rico, Emilio S. Belaval con el libro Cuentos para fomentar el turismo (1946),
Abelardo Díaz Alfaro con Terrazo (1947), Manuel Zeno Gandía con sus cuatro
novelas donde se retratan las crónicas de un mundo enfermo, La Charca (1894),
Garduña (1896), El Negocio (1922) y Redentores (1925). José Luis González con el
ensayoEl país de los cuatro pisos y otros ensayos (1980) y el cuento ―En el fondo del
caño hay un negrito‖, Enrique A. Laguerre con su novela La Resaca (1949), José de
Diego con el poema ―En la brecha‖, Antonio Corretjer con el poema ―Aubao-
Moin‖, Antonio S. Pedreira con el ensayo Insularismo (1934), René Marqués con la
obra teatral La Carreta (1951) y el ensayo ―El puertorriqueño dócil‖ (1953), Luis
Rafael Sánchez con su celebrada novela La guaracha del Macho Camacho (1976) y
Mayra Santos Febres con su reciente novela Nuestra señora de la noche (2006), entre
otros.
66Fontana Belenguer, Sara. Jamaica: en busca de la huella española Literatura, Tesis para el Máster
Diploma Internacional de Profesor de Lengua Española de la Fundación para la Investigación y
Desarrollo de la Cultura Española (F.I.D.E.S.C.U.) en colaboración con la Universidad Pontificia de
Salamanca, junio, 15 de 2013:75.
86
Desde esta perspectiva, la isla de Jamaica es otra isla víctima más del dolor como
proceso de subsistencia en el Caribe ―plurilingüe‖ o donde se hablan varias
lenguas. Todavía quedan algunos vestigios de cultura española en la isla como
nombres de lugares, edificios y zonas. Cuando buscamos entender su literatura y
su conexión con el resto del Caribe, el primer obstáculo es el idioma inglés para
todas aquellas otras islas donde no se habla. Para entender un poco mejor el tema
del dolor en la cuenca caribeña y su relación con Jamaica, Nair María Anaya
Ferrerira (2011) afirma:
Sin embargo, la vida ha trazado un camino muy distinto a las relaciones entre
Santo Domingo, Cuba y Puerto Rico. Se ha creado entre estas tres naciones una
corriente de afectos tan sublime y al mismo tiempo tan solidas y fraternas, que no
hay obstáculo que no pueda ser vencido cuando uno de estos pueblos ha
necesitado de la ayuda del otro.68
67Anaya Ferreira, Nair María. ―Historia de la literatura del Caribe de expresión inglesa‖, Historia de
las Antillas no hispánicas, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S.I.C.), Coord. Ana
Crespo Solana & Ma. Dolores González-Ripoll, Editorial Doce Calles, 2011:273.
68 Franco, Franklin. ―Presentación‖. Entre islas: homenaje puertorriqueño a Juan Bosch. Ediciones
El segundo gran dolor para los nativos de la isla se inició con la llegada de los
españoles (quienes se convirtieron en amos), y solo buscaban el preciado oro. Los
españoles llegaron a destruir todo el cacicazgo indígena al esclavizar a los nativos
de la isla de Puerto Rico y la región del Caribe. Esto degeneró en el abuso y ultraje
de las mujeres indígenas. Los españoles fomentaron el gran dolor de la conquista y
colonización al imponer su cultura y su religión. Los españoles hicieron que los
indios le rezaran al dios blanco llamado ―Jesucristo‖, que ellos impusieron en estas
tierras de América, logrando, en cierta medida, que los indígenas se olvidaran de
sus divinidades como ―Juracán‖, ―Yukiyu‖, y tantos otros dioses, de la cultura
indigenista. Esto fue el primer dolor religioso, moral y social de nuestros
antepasados. El hombre puertorriqueño ya lleva en sus genes el tema del dolor
como el resto de América Latina.
El afán del oro llevó al español a traer a la isla la mano de obra africana, y es
cuando se da uno de los episodios más dolorosos de nuestra historia, ya que se
subyugan dos razas a favor de una sola. Desde aquí se agudiza el tema del dolor y
el paternalismo en la literatura que establece Juan G. Gelpí en su libro Literatura y
paternalismo (2005). Surge la mezcla de tres razas: indio, español y africano. De las
tres razas, una sola es superior, la española. Las otras dos razas son las que se
69Scarano, Francisco A. ―La rebelión, Oro y rebelión, 1511-1521‖. Puerto Rico, cinco siglos de historia.
Editorial Mc Graw Hill, México, 2000:193-218. Impreso.
88
Valdrá estudiar también las obras de los cronistas de Indias: Pedro Mártir de
Anglería (1457-1526 italiano) con Décadas del orbe novo, Bartolomé de Las Casas con
Historia de las Indias (1470-1566), Fernández de Oviedo con Historia general y natural
de las Indias (1478-1557), Hernando Colón con Vida del Almirante Don Cristóbal Colón
(1488-1539) y Fray Ramón Pané o Paner (1494 a 1499) con su Relación acerca de las
antigüedades de los indios recogerán los bailes, las costumbres y los rituales del
areyto o areíto. Recogerán la vida y cultura indígena de aquellas épocas. Aun
cuando todas las crónicas de América exaltan a los hombres de la conquista o a los
hombres conquistados. Estas crónicas son la simiente depositaria del dolor en la
literatura caribeña. Las crónicas presentan las luchas y las batallas entre el bando
español y el bando indígena.
La obra Relación acerca de las antigüedades de los indios del religioso jerónimo catalán
Fray Ramón Pané o Paner, quien vive en La Española (1494 a 1499), escribe esta
crónica por encargo del almirante Cristóbal Colón. Esta obra se divide en cuatro
partes importantes: (1) el relativo a las divinidades, (2) el origen del cosmos, (3) los
orígenes de la humanidad taína y la vida después de la muerte, y (4) la historia de
los gemelos divinos. Debemos destacar que desde la parte tres, comienza el tema
del dolor en la literatura aborigen puertorriqueña.
El periodo de las letras durante los siglos XVI al XVIII se rige por varias obras
importantes las cuales también portan el tema del dolor; aunque las mismas se
rigen por tres temas centrales o tendencias de la literatura española: el
enciclopedismo, la ilustración y el neoclasicismo. Debemos recordar que en Puerto
Rico todavía no había llegado la imprenta y las obras se publicaban fuera del país.
Estas primeras obras de los criollos puertorriqueños adelantan la conciencia
puertorriqueña por el amor a la literatura y coloca a los escritores como los
portadores de las primeras piedras de la cultura puertorriqueña. Un ejemplo de
ello es la Memoria de Melgarejo (1582) escrita por Juan Ponce de León Troche (1525-
1590, nieto del conquistador Juan Ponce de León) quien conjuntamente con
Antonio de Santa Clara, escriben esta memoria donde se describe al país colocando
a Juan Ponce de León Troche como el primer historiador del país.
De esta crónica se desprende el tema del dolor en el sufrimiento del padre, el tema
religioso y lo sobrenatural cuando la niña sobrevive tanto tiempo, y el tema
místico-religioso con la aparición de la Virgen de Hormiguero. Debemos recordar
que cuando el hombre no puede explicarse el mundo, por lo regular, recurre al
camino teológico y espiritual del ser; no es de extrañar que en la literatura
72Manrique Cabrera, Francisco. ―Los primero siglos: soneto‖. Historia de la Literatura Puertorriqueña.
Editorial Cultural. Río Piedras, PR. 1977:25-26. Impreso.
91
Dentro de los tentáculos de este nuevo dolor, surgen la lucha por el territorio y la
identidad nacional. El hombre puertorriqueño se enfrenta a las cruzadas del
idioma, la intervención política y militar, el nacionalismo que va germinando, poco
a poco; la ideología anglosajona, los emblemáticos y discursivos conceptos de:
―patria, nación, terruño, identidad, nacionalidad; y ese fuerte elemento de ―amor-
odio‖, son todos detonados y accionados desde la perspectiva del dolor al
enfrentarse la isla de Puerto Rico contra el pueblo norteamericano en 1898.
73 Scarano, Francisco A. ―La invasión y sus consecuencias, 1898-1900‖. Puerto Rico, cinco siglos de
historia. Editorial Mc Graw Hill, México, 2000:628. Impreso.
92
Como bien dijimos el dolor en la literatura puertorriqueña está presente desde sus
inicios, se agudizará a partir de 1898 y se seguirá presentando en todas las demás
décadas literarias de una forma u otra. Algunas veces cambiará de forma,
perspectiva, de ambiente, de objetivo o de mirada, pero siempre se asomará entre
sus escritores más consabidos y estudiosos. La literatura puertorriqueña es una
literatura que emana desde el dolor, surge en el dolor y se proyecta en el dolor
porque busca en sus orígenes y trasmutaciones la liberación suprema del hombre
puertorriqueño. Por ello, hemos entendido que el dolor es una constante en
nuestra literatura que cambia de forma, pero no de objetivo, ser libres a toda costa,
a capa y espada, a cielo y tierra, a luz y conciencia. El dolor como una metáfora,
como una forma, como un sonido que ulula en el viento de las cosas y de los seres.
El dolor está esparcido por el Caribe con múltiples matices y colores.
Esta distribución nos lleva a la primera conclusión de que Adrián Santos Tirado es
un poeta eminentemente de arte mayor, lo cual se confirma por el aspecto métrico
del verso y por lo que se desprende de este análisis sobre las estructuras métricas
de sus versos. Adrián Santos Tirado es un poeta de verso libre, cultivador de la
décima popular puertorriqueña y el soneto clásico. Puede notarse que el verso de
arte mayor es el que predomina en su registro poético ya que va desde el verso
93
libre (alejandrino), pasando por el cultivo del verso de diez sílabas (décimas) hasta
el uso del verso donde se manifiesta el dominio del soneto clásico o la undécima
sílaba. El registro literario demuestra el conocimiento del metro clásico y de la
cultura popular del pueblo puertorriqueño que posee el poeta.
Por otro lado, optamos por el estudio de siete de los trece poemarios del autor,
debido a que en estos siete poemarios se centran las dimensiones literarias del
tema del dolor en la obra del autor. Para ello, hemos seleccionado los siguientes
poemarios: El decir infinito (1967), Raíz de soledad (1971), El ser involucrado (1975), La
flecha vino del alba (1980), Collar de piedras (1983), Doce variaciones de conciencia sobre
un mismo tema (1988) y Nuestra lengua castellana (1989). Como nos resulta imposible
realizar un análisis detallado de la obra poética del escritor, optamos por un breve
análisis del tema del dolor en el poema titulado ―Poema del dolor sencillo‖ del
poemario El ser involucrado (1975), dicho sea de paso, este libro de poesía ganó el
premio nacional del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
Conclusión
Podemos concluir que el tema del dolor en la zona de la cuenca del Caribe es una
constante que todavía no se ha estudiado a profundidad por los historiadores de la
zona ni por los estudiosos de la literatura contemporánea, pero que tiene grandes
vínculos con la historia y la literatura. La presente investigación El dolor como
catarsis liberadora del ser en la poesía de Adrián Santos Tirado en el contexto antillano de
la Generación del 1960 presenta una invitación a explorar y estudiar el tema del
dolor dentro de la historia y la literatura latinoamericana moderna, puesto que
todos nuestros países proceden de diversas conquistas y colonizaciones, las cuales
marcaron y marcan el proceder de nuestros pueblos latinoamericanos.
Recomendaciones generales
Bibliografía
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Universidad de Oporto. Vol. 11. No. 2. 2000: 83-104. ISSN: 1130-2496.
99
Clinton Ramírez C
Universidad Sergio Arboleda
En ―Carmona‖ el lector puede constatar una más rica socialidad, que cobra forma
en la interacción de las distintas ideologías vigentes en las sociedades de referencia
actuantes en el texto, además de la asunción por el autor de una mayor
generosidad en el tratamiento de las categorías del relato y el abandono de un
realismo afecto al tratamiento cronológico de los hechos.
Este viraje en su narrativa, dado luego de un silencio editorial de veinte años, —los
años que median entre El tambor ambulante (1963) y Monopolio de ataúdes (1983) —
explicaría la mayor legibilidad y la vigencia de esta última obra.
74 Este trabajo hace parte de la investigación Sociocrítica de la obra narrativa de Rafael Caneva Palomino,
tesis del autor para optar al título de magister en Literatura Hispanoamericana y del Caribe,
Universidad del Atlántico, Barranquilla, 2013. El texto fue leído en el programa Caribe Literario
2013, que la Agencia Cultural del Banco de la República Santa Marta organizó para homenajear la
obra de Teobaldo Noriega.
75 A la sociocrítica, a diferencia de otras posturas dentro de la llamada Sociología de la Literatura, le
interesa definir, más que la evidente naturaleza social del fenómeno literario, la presencia de lo
social en el texto literario, la circulación de los discursos sociales en la dinámica de la práctica
literaria. Su objeto de estudio no es el texto literario en sí sino las prácticas culturales de la época
que emergen en el sociotexto, sin cuya comprensión el valor de este no sería entendido.
76 Libro editado por Iván Caneva Rincón, hijo del poeta.
100
77Jorge Adoum, El realismo de la otra realidad. En C. Fernández Moreno. (Comp.), América Latina
en su literatura México, Siglo Veintiuno Editores, 1972, pp.204-216
101
Si la obra narrativa anterior, Y otras canoas bajan el río… (1957) y El tambor ambulante
(1963), estuvo dominada por el compromiso político expresado en la reivindicación
de los pescadores del bajo Magdalena —de un grupo colectivo que sufría su
paulatina transformación en asalariados—, la defensa de los obreros petroleros y la
promoción del socialismo, en ―Carmona‖ el cuestionamiento de las instituciones,
de la sociedad y de la historia permanece, solo que aquí, al cambiar el contexto
histórico y social de la ficción, el hombre a reivindicar es Carmona —héroe de la
Independencia de Colombia y Venezuela— y la bandera a enarbolar es la de la
autonomía, tema con el que la región Caribe se identifica históricamente. La
reivindicación se efectúa de una manera sutil, en un tono distante del registro
altisonante, propagandístico e ingenuo de Ego en El tambor ambulante. En
―Carmona‖, Caneva Palomino toma distancia y recurre a la estrategia de
camuflarse, de esconderse detrás de la voz de un humilde Pepe Azcoa, servidor del
Supremo Carmona. ―Sí, Ismenia: tu padre, ¿no te acuerdas de él? Era General: fue
general‖. Interrogación que trasciende, llamada a alertar al lector sobre el héroe,
su violenta muerte y, por esta vía, indagar en los mecanismos menos visibles de
las luchas por el poder. Ha operado sin duda, sin modificar el credo estético y
político, un cambio significativo en la beligerancia del autor. La humildad de este
Caneva Palomino, igual que su sabiduría, está en las antípodas de un Ego
impulsivo, al que la vida todavía no termina de moler, y quien debe aún aprender
mucho antes de convertirse en un conductor de hombres. La ideología del autor no
desaparece ni cambia de signo contestatario. Caneva Palomino pareciera en esta
etapa haber renunciado al sueño compartido con Ego de cambiar la historia, pero
no al deber de la ficción de interpelarla, de denunciar sus vacíos, de poetizarla.
Sigue siendo fiel a una mirada que prefiere imaginar la historia para recuperar de
ella aquello que la misma escamoteó o la institucionalidad prefirió silenciar, en un
llamado a la reflexión sobre la inconsecuencia de un poder siempre presto a tomar
los atajos que ofrece la violencia.
En esta última etapa productiva del autor, en la que escribe los relatos de Monopolio
de ataúdes, operó un cambio en su postura ideológica que permite una lectura más
amplia sobre las pugnas de los sujetos transindividuales de la sociedad recreada.
―Carmona‖, además de la simple reivindicación de un héroe histórico olvidado,
actitud que muestra una notoria interpelación a la historia oficial, tiene el mérito
indudable de proponer una reflexión sobre los orígenes de la violencia política en
el país, fenómeno que hunde raíces en una historia marcada por las disputas de
poder y el uso de la violencia contra el adversario ideológico en los mismos inicios
de la época republicana en Colombia.
103
Hay que indicar que el relato, a pesar del cambio técnico operado con la
introducción de varias voces y la ruptura del orden de los hechos, mantiene un
fuerte sabor a crónica, a documento histórico, en detrimento de la independencia
del discurso literario, síntoma ello de un autor realista, interesado en enfatizarle al
lector las coordenadas del hecho recreado y de llamar la atención sobre los
orígenes de una violencia recurrente, que pareciera girar en círculos. Carmona, el
protagonista del relato, es un héroe sacrificado, y al autor le interesa, más que
mostrar el episodio de sangre, ahondar en sus motivaciones y, sin duda, proponer
una astuta reflexión sobre la violencia social y política del país en el que vivió. Es
un relato civilizado que denuncia, que interpela a la historia y a la truculencia que
dominó la literatura de la violencia del país, dos décadas atrás. Explicita, además,
una interpelación a su narrativa anterior, en la que el compromiso político maniató
al creador y a la creación literaria.
78En el sentido que a este término le da Gerard Genette (Figuras III), es decir, el enunciado que da
cuenta de los acontecimientos según la disposición que hace el autor, y, por lo tanto, distinto de la
noción de diégesis o historia.
104
—Recuerda, Pepe Azcoa, que muertos los Capitanes, a quienes les sobreviven nos
toca consolidar su obra. Al país hay que organizarlo, y no de cualquier manera. El
centralismo debe ser morigerado contraponiéndole un sistema federal, que
tampoco debe ser absoluto pero sí que les dé a las provincias una cierta autonomía.
Y yo me he quedado acá en el Norte, a la orilla del mar, no como un simple
espectador de este espléndido paisaje sino como un vigía para dar la clarinada
cuando ella sea necesaria. (p.62)
San Juan es una tierra fértil cuyas ventajas comparativas le hacen abrigar al
hacendado grandes expectativas. Allí tiene, además de sus huestes y militares
amigos, fincas y casas, es decir, el capital económico y social en los que
fundamenta su alternancia como fuerza beligerante en el campo político.
La cuarta secuencia entrega información sobre las diferencias entre Taironita y San
Juan. La primera, sede del gobierno y residencia de ―gamonales hispánicos‖ y de
Pero, adelante, vamos con empuje y esta elección que se aproxima será nuestra por
las buenas o por las malas, que ya los capitanes están listos para la pelea si de
nuevo hay que empuñar las armas. María, ten paciencia. Dedícate a la niña y
déjame actuar, que siempre he sido un hombre de lucha. (p. 65)81
Debe ser en su propio nido. Se me ocurre que se le debiera hacer una provocación.
Él es quisquilloso, cascarrabias, la soberbia lo domina, monta en ira rápido y
seguro que morderá el anzuelo. En el mismo San Juan hay que liquidarlo, que sea
entre su gente82. (p.65)
El viejo veterano volvió a sus bríos juveniles de Las Queseras del Medio. Entró a su
casa. Erguido y agigantado de coraje sacó de la cubierta el sable que siempre
esperaba en la mesa de la sala. Un gladiador rodeado de leones embriagados y
orientados con determinadas consignas azuzantes. Desarmó a tres, hizo rodar al
suelo a otros tantos, moribundos. Y en el acto mató a dos. Batalla entre un héroe
solitario y una poblada. Un pequeño hombre gigante entre cientos de borrachos
movidos al grito de la enseña... ‗acabemos con él, que no es de aquí...‘. Solo una
piedra cobarde lo doblegó golpeándole en la sien, y, sin ver el cielo de la región
más transparente con que siempre había soñado, fue convertido en picadillos de
cuerpo humano, en un montoncito formado por la carne, la sangre y los huesos de
un hombre de verdad. (p.69)83
El protagonista del relato es una figura de la historia de la Colombia del siglo XIX,
venezolano de origen, quien participó al lado de Páez, Bolívar y Santander, en
batallas decisivas de la Independencia del país.
A la antigua aldea realista de San Juan había llegado en calidad de coronel durante
la Batalla de Ciénaga, el 10 de noviembre de 1820, episodio clave para la toma de
Santa Marta y la liberación de la costa litoral del dominio español. El gobierno de
la Nueva Granda, en 1839, incluyó su nombre en la nómina de los generales de la
Esta guerra civil, iniciada por motivos religiosos en el sur del país, en Pasto, pronto
prendió en otras regiones (Santander, Antioquia, Boyacá), y Carmona, en la Costa,
no dudó en sumarse, aportando a la guerra, hombres, armas y recursos de su
hacienda. En Sitio Nuevo, a orillas del Magdalena, estableció uno de sus cuarteles
de campaña.
84 Ismael Correa, Anotaciones para una historia de Ciénaga. Medellín: Lealón, 1996, p. 87.
108
asumir el gobierno José Hilario López, amigo suyo, Carmona regresó a Ciénaga
con el propósito de dedicarse a la vida de las haciendas y la política. En Venezuela,
en 1848, había peleado en contra y a favor de Páez, antiguo jefe suyo, pero al final
de esta incursión al país natal fue expulsado o se vio obligado a huir. En Ciénaga,
irascible, orgulloso, siguió en la política, al parecer sumando nuevos enemigos,
debido al carácter hostil, los malos tratos y la bebida.
La suya es una historia común a muchos de los caudillos regionales y locales que
mantuvieron fuertes disputas en las décadas siguientes a la disolución de la Gran
Colombia. Carmona, rico hacendado, adverso al centro político, fue uno de los
caudillos que, apoyados en nutridos sentimientos regionalistas, dieron al traste con
el proyecto bolivariano de construir un sólido Estado unificado. Aunque vencido,
minado en su fortuna, con enemigos al acecho, continuaba siendo un hombre al
que había que vigilar. Ciénaga era su fortín de cierta manera y un hombre como él,
de su prestigio y arrojo, tenía que ser un rival incómodo.
Son estas las circunstancias que el autor explota al construir el relato. Hace parte de
su proyecto como autor no solo llamar la atención sobre una figura olvidada, sino
sobre las motivaciones y actores que pudieron estar detrás de su muerte violenta,
el domingo 24 de febrero de 1852. Caneva Palomino, por tanto, aporta como
motivación una conspiración orquestada en Taironita, es decir, Santa Marta, contra
la principal figura política de San Juan de la Ciénaga y máximo dirigente en la
región de la fracasada revuelta de los Supremos.
Salta a la vista que este cuento, vecino de la crónica histórica, recrea un episodio
trágico, real. Es notorio que el autor, en la producción del relato, echó mano de los
pocos textos que dan cuenta del tremendo episodio.
—La versión de Ismenia Carmona García, recogida por Ismael Correa Díaz
Ganados en su libro ya citado: Según el testimonio de la hija de Carmona86, el
general, en la noche del domingo 24 de febrero, salió de su vivienda interesado en
averiguar quiénes habían ido a buscarlo en horas de la tarde. En un extremo de la
85 Rey, E. (2002, 10, febrero). Hace 150 años, un asesinato en medio del carnaval cienaguero. Revista
Dominical El Heraldo, 4-5.
86Ismenia, hija del general Carmona y de Rita García. Nació en Ciénaga y murió, muy anciana, en
Santa Marta.
109
antigua plaza de tierra de San Juan de la Ciénaga es, abordado por una turba de
malquerientes, enfurecida a raíz de los golpes que él le propinara a un negro que
iba disfrazado con sus arreos marciales, a imitación suya.
Anota Correa87:
No se esperaba la reacción de tanta gente por causa del incidente ocurrido en horas
de la mañana con un borracho irrespetuoso. Una vez se vio atacado e inerme trató
de regresar a su casa en busca de una de sus lanzas y de esta manera tener
posibilidad de defenderse. No le dieron tiempo, porque en esos precisos momentos
angustiosos, fue derribado del caballo por una certera pedrada (…). (p.89)
—La versión de Manual José del Real88, quien conoció del hecho por tradición
oral, sugiere en su libro que la muerte de Carmona fue el producto de una
conspiración tendida por sus enemigos, aunque sin aportar ningún nombre
específico:
Carmona, como todos los hombres que se levantan del nivel común, tenía
enemigos y estos según se nos ha contado, le tendieron un lazo que originó la
tragedia que puso fin a su vida el 24 de febrero de 1852. Jamás en las proezas
humanas se verá un solo hombre combatiendo con un pueblo entero; encorralado
en su casa, se defendía con el florete, pero en la lucha tan desigual era imposible
salir vencedor; al fin fue derribado por un golpe de ladrillo y en el suelo ultimado
a machetazos. (1992, p.82)89
—La versión del historiador José C. Alarcón (1963)90. En su obra, Alarcón señala
que la muerte de Carmona sobrevino debido a la golpiza que el militar le propinó a
un hombre del común, al ver que llevaba puestas las charreteras que él le había
facilitado a un amigo para disfrazarse. La golpiza fue el origen de la asonada que
concluyó con la muerte horrible de Carmona. Puntualiza Alarcón que en el
desigual combate, ―el uno certificó ser de los 150 de Las Queseras del Medio, nada
menos que el segundo de Páez. Pudo vencerlo la muchedumbre por una pedrada
que lo echó a tierra.‖ (p.212)
La última versión que Rey Sinning cita la extrae de Fals Borda ((1981). En el libro
que dedica a Juan José Nieto, luego de revisar el papel de Carmona en la referida
Guerra de los Supremos en la Costa y de enfatizar el mal carácter del militar, Fals
Borda indica que el Supremo le hizo frente solo, ―con un palo de cerca, a la gavilla
de matones que lo asesinó en su casa."93 Jocosa y creíble versión, porque un
hombre que enfrente armado de un florete a una multitud no está en mejores
condiciones que si la enfrentara con un palo de cerca.
A estas versiones, Rey Sinning opone la versión oficial, la que rinde el Jefe Político
de Ciénaga, Joaquín Munive, al Gobernador de la Provincia. El informe fue
publicado, según averiguaciones de Rey, en el semanario La Situación, el 29 de
febrero, cinco días después de los hechos. En la versión del Jefe Político, una
multitud enfurecida violentó la casa de Carmona. Explica haber tratado de
oponerse. Finalmente, la turba, ya en la casa, procedió a darle muerte al veterano
militar. Una ―multitud de ellos se arrojaron a la pieza donde estaba Carmona, y
después de una lucha de pocos minutos, apareció el cadáver de este, lleno de
heridas. Consumado que fue el asesinato ha seguido la calma, habiéndose retirado
todos de aquel acto, sin que haya aparecido ningún otro desorden." El Jefe Político
estima en unos cuatrocientos el número de hombres armados de machetes que
1981.
111
La Gobernación procedió, a partir del informe del Jefe Político, a redactar una nota
el 27 de febrero, con destino al Presidente de la República, José Hilario López, viejo
amigo de Carmona.
Esta postura es la que el autor explota al sugerir en la ficción que Carmona fue
víctima de una conspiración. El texto de Rey Sinning deja claro que Caneva
Palomino siguió para escribir el relato las versiones de Del Real, Alarcón y la
recogida por Valdeblánquez, pero no la tranquila versión oficial del Jefe Político
del cantón de San Juan de La Ciénaga. Asume como fuentes, en otro gesto
contestatario, las versiones más literarias, más legendarias que pervivieron en las
voces de algunos testigos y contemporáneos de la insólita pelea de un hombre
contra una poblada.
Fue Carmona un hombre de armas tomar, de decisiones rápidas, factores a los que
algunos atribuyen el desastre en Tescua (abril de 1841), batalla que sacó a flote
según sus críticos y algunos estudiosos las fisuras de Carmona como estratega.
Logró, sin embargo, una vez se pronunció en contra de José Ignacio Márquez,
conformar el Estado de Manzanares y liderar en pocos meses los Estados
Federados de la Costa, imponiendo sin miramientos su orgullosa voluntad de
libertador y la fuerza de sus recursos y hombres, empresa en la que lo siguieron
Juan José Nieto, Joaquín Riascos, Manuel Murillo Toro y Rafael Núñez, hombres
que llegaron a ocupar la presidencia del país.
Santa Marta, en la otra orilla, mantiene sus pretensiones de ciudad de blasones, con
una influencia de la Iglesia fuerte y asiento de ideas conservadoras. Santa Marta —
Taironita— es ―la que administra‖, tierra en la viven viejos ―gamonales hispánicos
y retrecheros republicanos‖ (p.63). Ciénaga, más liberal, más esquinera y tropelera,
fue el asiento de aventureros, comerciantes, de ―pequeños industriales del tabaco
y el cacao‖ (p.64) y militares que, concluidas las luchas de la Independencia,
decidieron establecerse en ella, tales como Gerónimo Carbonó y Francisco
Carmona. Este último, en su condición de héroe, tuvo que ser, por prestigio,
bravura y dinero, un hombre de cuidado, capaz de capturar, a través de la vía
electoral, posiciones de poder, y tener acceso de esta manera a los mayores
96Según Duchet, este nivel, resultante de las interacciones ideológicas de las sociedades que
emergen en los textos literarios, permite examinar las relaciones del proyecto ideológico del autor
con el marco ideológico y con las ideologías y grupos o aparatos institucionales dominantes al
momento de escribir su obra. La ideología del texto corresponde a la manipulación que el autor
hace de su historia para ofrecer las confrontaciones ideológicas de la sociedad recreada y su propio
proyecto ideológico.
114
ingresos fiscales que permitían las reformas del presidente López. Caneva
Palomino, conocedor de la historia política y económica del Magdalena, consciente
de las relaciones de afinidad y rechazo que unen a Ciénaga y Santa Marta, usa tal
conocimiento para urdir una ficción que denuncia la violencia y reivindica al
héroe de Las Queseras del Medio.
El sociotexto97, pues, auspicia una lectura amplia de las ideologías del cotexto98, en
este caso de las sociedades de referencias y sus grupos. La oposición de los
cronotopos Taironita y San Juan responde al enfrentamiento de dos grupos sociales
perfectamente diferenciados, cuyas ideologías tensionan el relato: una aristocracia
retrechera, supérstite de la Colonia, que vivía aferrada a los puestos de poder,
partidaria de las ideas centralistas, con asiento en Taironita (Santa Marta); y otra
clase emergente, de pequeños capitalistas, comerciantes y agroindustriales del
tabaco, inmigrantes y sin abolengos, que soportaban sus capitales en el
emprendimiento económico exportador, partidarios de las ideas federales, con
asiento en San Juan (Ciénaga). La reforma administrativa y fiscal que emprendiera
el gobierno de José Hilario López, al generar más recursos, predisponía a una
disputa por los mismos al interior del conflictivo campo político de entonces,
entendido según Bourdieu.
(…) es un sistema competitivo de relaciones sociales que funciona de acuerdo con su propia
lógica interna, compuesta por instituciones o individuos que compiten por lo mismo. Lo
que generalmente se encuentra en juego en estos campos es la realización del máximo
dominio dentro de ellos, un dominio que permite a quienes lo obtienen conferir legitimidad
a otros participantes, o retirársela‖. (p.250)99
97 El sociotexto es el texto en el que toman expresión las distintas voces del discurso social que
existe previamente en la sociedad recreada o de referencia.
98 El cotexto viene a ser el recorte que el autor produce de la realidad social y cultura a su
disposición al momento de estructurar la obra literaria. Hace parte del proceso de intervención a
que todo autor somete los materiales que le son ofrecidos por su época, su sociedad y su historia al
concebir y formar sus textos literarios.
Estos conceptos participan de una relación interdiscursiva permanente. Uno y otro coexisten y se
explican mutuamente a través de la propuesta de significación que efectúa el autor en su obra y que
el lector debe reconstruir. C. Duchet llama a ese movimiento de referente-referencia, operante
siempre en ambos sentidos, proceso de significancia.
99 Terry Eagleton, La ideología y sus vicisitudes. En S. Zizek. (Comp.), Ideología: un mapa de la
El sociotexto, merced al viraje técnico expresado en las distintas voces que animan
el relato, permite que las ideologías en disputa afloren sin la interferencia del
proyecto ideológico del autor100, no obstante compartir este la visión de Carmona.
El autor, de un modo natural, pleno de su juego estético, ha sabido repartirse entre
las conciencias de sus criaturas. El resultado feliz no puede ser otro que el de una
socialidad más rica, que recoge el complejo el clima político e ideológico
dominante en las sociedades de referencia (Ciénaga y Santa Marta), a la muerte de
Carmona.
100 Este nivel de las ideologías hace referencia a la postura ideológica que el autor adopta y que le da
sentido al texto literario. El sociotexto, sin embargo, alberga más de una ideología, distintas
posturas que chocan y coexisten, más allá del proyecto ideológico del autor.
101 El articulador semiótico y discursivo de E. Cros. El ideologema permite observar, en la materia
textual, las distintas prácticas sociales y visiones de mundo que entran en disputa en la sociedad
recreada en el sociotexto. Cros, en otro momento de su proyecto sociocrítico, sustituye la noción por
la de ideosema.
116
Entre las rentas que se cedían a las provincias, estaban los diezmos y los quintos; se
esperaba que aquellas pudieran eliminarlos más fácilmente que el gobierno central.
Además se transferían los ingresos por aguardientes, peajes, fundición de oro y
otras menores. Quedaban a cargo de las provincias los gastos correspondientes a
sus propios funcionarios políticos, al sistema judicial local, a las vías de
comunicaciones regionales, a la educación y al mantenimiento del culto. (p.89)102
circunstancias así exigieron solapar los personalismos, como queda probado con el
hecho de que Obando, al expedirse la medida que cerraba unos conventos en
Pasto, hubiera aprovechado la misma para reivindicar la bandera de la autonomía,
en contra del centralismo de su opositor, el presidente José Ignacio de Márquez,
transformando así una guerra cristera y local en una guerra política de alcance
nacional, antecedente de que las ideas federalistas tenían vigencia, como sucedería,
a la vuelta de pocos años, cuando en 1863 el país adoptó el modelo de estado
federal.
El poder y la política han dividido o unido las historias de Ciénaga y Santa Marta.
Sucedió igual, dos décadas después, cuando en Ciénaga los partidarios de Aquileo
Parra y de Rafael Núñez alinearon sus efectivos en dos facciones. En Ciénaga los
bandos tomaron los nombres de El Caimán y La Tortuga, huestes irreconciliables
que, en sus cruentas batallas, recurrieron tanto al machete limpio como al fuego de
los fusiles.
esta parte del país y que en la fecha en que publica el volumen (1983), están de
vuelta debido al ostensible atraso de la región Caribe en el contexto de la economía
nacional.
Estas luchas regionales por el poder, por el control de porciones del Estado,
correspondían a las disputas que, por entonces, se libraban en el país y el
continente. Las ciudades latinoamericanas (Romero, 1976)105 constituían el terreno
en que las clases dominantes medían fuerzas. Bogotá, su famoso barrio las Nieves,
entre 1851 y 1853, fue escenario del enfrentamiento entre familias burguesas y
artesanos organizados y aglutinados en torno a la figura del militar José María
Melo. Sucedió igual, meses más tarde, durante la elección de José Hilario López.
Romero, siguiendo al colombiano Cordovez Moure, recrea el clima tenso que
rodeó la elección de José Hilario López, candidato popular, enfrentado al
conservador Rufino Cuervo (pp.242-243). Ciénaga y Santa Marta, en el más amplio
cotexto del relato de Caneva Palomino, responden a una dinámica nacional y
continental que enfrentaba a las élites que surgieron después de las guerras de
independencia. Intereses económicos, personalismos, rivalidades territoriales
expresaban la manera confusa en que los países configuraban sus proyectos de
nación. Ciénaga y Santa Marta, para decirlo esquemáticamente con Romero,
expresan, en el sociotexto caneviano, el choque de dos modelos de ciudad: la
ciudad plebeya y republicana (Ciénaga) y la ciudad patricia y colonial (Santa
Marta). Carmona representó el peligro que, en periodos de intensa revolución y
cambio, asumen para las clases establecidas y amenazadas los nuevos pobres, cuyo
principal capital es el talento aventurero (p.242). Carmona, al menos el Carmona
de Caneva Palomino, se siente algo más, representa la mística y la utopía de los
grandes capitanes (Bolívar). Esta concepción del héroe, romántica sin ninguna
duda, une a Ego y Carmona. La literatura deriva en compromiso y aventura. El
campo en el que la indagación de la historia, la cultura y el hombre responde,
según la concepción caneviana de la literatura, a la certeza de pensar que ―a partir
del lenguaje se puede crear una realidad ficticia autosuficiente, capaz de penetrar
105 José Luis Romero, Latinoamérica: las ciudades y las ideas. México: Siglo Veintiuno Editores, 1976.
121
El relato debe leerse, además, como una interpelación que el autor hace a la
postura regionalista que inspira la etapa productiva de Y otras canoas bajan el río… y
El tambor ambulante, proponiendo otras búsquedas, agenciando otras indagaciones,
esta vez en la historia regional, para plantear una reflexión sobre la pervivencia de
una violencia que está en el origen de las instituciones del país, expediente al que
el poder acude a efectos de eliminar adversarios, como sucedió en el pasado con
Antonio José de Sucre, Rafael Uribe, Jorge Eliécer Gaitán y, muy cerca a nosotros,
con Luis Carlos Galán, víctima de otra conspiración alimentada esta vez con los
dineros del narcotráfico. Literariamente es un texto limpio que aborda la violencia
en sus motivaciones menos visibles y huye de la estridencia de la sangre. En este
sentido es una obra que, en su tratamiento de la violencia, guarda vecindad con el
credo que auspicia La casa grande107, de Álvaro Cepeda Samudio. En ambos textos,
el poder y la violencia están hermanados, y en ambos, sus protagonistas, Carmona
y El Padre, tienen muertes similares, tratadas con indudable mesura, sin
estridencias. Uno muere picado a machete y el otro, El Padre, miembro de la clase
aristocracia que apoyo la masacre de obreros de 1928, víctima de los cavadores
vengativos de los obreros sobrevivientes. Ambos son asesinados en sus feudos:
106 Teobaldo Noriega, La novelística de Carlos Droguett: Aventura y compromiso. Madrid: Editorial
Pliegos, 1983.
107 Álvaro Cepeda, La casa grande. Bogotá: El Áncora Editores, 2012.
122
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124
Consideraciones teóricas
Este nuevo escenario conceptual, brinda nuevas herramientas que permiten llegar
a otras conclusiones.La semiótica y las narrativas de la imagen, en sí misma,
exponen un mundo mudo que carece de las propiedades semánticas del lenguaje,
en tal sentido la imagen del leproso se estructura desde la simbología del pecado
en forma de narrativa visual y sirve de puente comunicativo. La puesta teórica de
Lotman, permite llegar a reflexiones de lo que él determina como ―Negociaciones
de Frontera‖ a partir de las configuraciones de las semiosferas108 traducidas en el
espacio social de la ciudad, en consecuencia los análisis semióticos no parten desde
el arte, sino desde la configuración del espacio en la urbe para mostrar, cómo
diferentes narrativas se hacen presente en el escenario colonial.
108 Este universo semiótico, como lo llamara Lotman (1996), está a su vez determinado por una serie
de rasgos distintivos que lo delimitan, sin hacer de él un círculo hermético donde las cosas que se
desarrollan en su interior lo hacen sin reparo ni colaboración del exterior. Esta delimitación,
entonces, debe ser abierta, aquí el concepto de "frontera" (24) se apersona de esa circulación que ha
de ser siempre recíproca y constante, este espacio de intercambio entre dos semiosferas, lugar no-
físico, abstracto, en el cual ocurren fenómenos muy particulares.
Para determinar ese espacio no físico (lo que no quiere decir que no sea real) es necesario primero
determinar la relación entre centro-periferia-frontera-periferia-centro. La fijación de este tránsito se
da vitalmente en la frontera, allí es donde dos espacios culturales, conscientes de su producción y
proyecto histórico, pueden traducir información y pueden intercambiar en un crecimiento mutuo
que a la vez permite que cada semiosfera conserve su identidad. Aquí podemos afirmar que el
concepto de frontera es imprescindible para explicar el dinamismo del sistema (organismo,
universo semiótico) y los continuos desplazamientos que en su interior se producen.
125
109 Significó un reto para esta investigación tratar de ubicar a los autores de las pinturas que
sirvieron de fuente para esta propuesta, teniendo en cuenta que durante este período la mayoría de
estas obras eran anónimas (Ver anexo 1).
126
Éste cuestionamiento abrirá el contexto del que se quiere dar cuenta, políticas
criminales e higiénicas como el degredo110 y las formas de relacionarse entre sanos
y leprosos bajo el concepto de la caridad cristiana. Las disposiciones reales de
fundar hospitales para leprosos en los nuevos territorios por parte de la naciente
potencia de ultramar, España hicieron parte de la logística sanitaria del proceso de
conquista. Es por ello que, durante las primeras décadas de este período, se
fundaron hospitales para enfermos ―del mal de San Lázaro‖ en las ciudades
enclaves para el imperio o ciudades puertos como Lima que fundó su hospital para
dichos enfermos en 1563, Filipinas en 1577, Guatemala 1640, la Habana 1667 y
Cartagena en 1608.
110 Degredo. (Del. Port. Degredo, lugar de destierro). 1.m. Ven. Hospital de enfermos contagiosos
(Diccionario de la Real Academia Española)
111 Sobre la historia de estos hospitales, véanse: Guijarro Oliveras, J. Historia de los hospitales
coloniales españoles en América durante los siglos XVI-XVIII, Archivos Iberoamericanos de Historia de
la Medicina y Antropología Médica, 1950, 2, 536-539, 550-552, 559-564 y 573-587; Fidel Aguirre
Medrano: Historia de los hospitales coloniales hispanoamericanos, Volumen 1 (Santo Domingo-
Panamá), CENAPEC, México 1991; Gallent, Mercedes; ―Historia e historia de los hospitales‖,
Revista de Historia Medieval DEBAT, Universidad de Valencia- N°7, página 179-191; Pedro Laín
Entralgo: Historia de la medicina, (Barcelona Salvat: 1977).
127
Todos estos factores hicieron que estas ciudades desde un principio estuvieran
enfrentadas a epidemias y enfermedades, y fueron un espacio donde se llevaron a
cabo todas las experimentaciones de orden urbano, cuarentena y control de la
circulación de población y de mercancías.Esta característica económica, aunque nos
sirve para ubicar el problema en términos espaciales, no nos daría las herramientas
conceptuales para brindar una panorámica más completa. Por ello, se conducirá la
discusión inicialmente a las representaciones simbólicas del leproso durante el
período medieval para comprender desde esta óptica, cómo se van configurando
las prácticas sociales de la sociedad sana hacia el leproso, el degredo y los circuitos
de asistencia social.
112Sobre la información sobre el degredo: Alzate Adriana, Marina, Suciedad y Orden, Reformas
sanitarias borbónicas en la Nueva Granada 1760-1810, Bogotá 2007; Rodríguez González, Ana Luz;
Cofradías, capellanías, epidemias y funerales, editores Banco de la Republica y Ancora, 1999 y
Silva, Renán; Las epidemias de Viruela de 1782 y 1802 en el virreinato de Nueva Granada, Medellín
2007.
128
113113Los adjetivos que se utilizan en este documento para referirse a los leprosos, no son un uso
irresponsable del autor. Estos son un elemento fundamental de las narraciones e información de las
fuentes utilizadas para esta investigación y reposan en el Fondo Lazareto del Archivo General de la
Nación de Colombia.
129
La caridad fue la acción práctica que significó un puente de comunicación entre las
semiosferas representadas por los Sanos y los Leprosos; estas formas de asociación
no solo variaron según los espacios permitidos por la comunidad sana sino que
también en sí mismos, estas formas de relación significaron lo que Lotman (1996)
determina como las ―negociaciones de frontera‖. Los hospitales, la limosna, los
auxilios sociales y la disposición de crear ciertos impuestos destinados para la
manutención de los leprosos fueron configurando un circuito de asistencia social
hacia estos enfermos a mediados del siglo XVIII, que se entienden no solamente
desde la virtud del buen cristiano sino también a partir de las negociaciones de
frontera.
Iuri Lotman aporta una serie de conceptos desde la semiótica para comprender
este fenómeno de caridad para el caso de los leprosos. En tal sentido, abordará la
comprensión de este fenómeno desde la virtud del buen cristiano y la pobreza,
como virtud cristiana, dignificada por el evangelio y utilizada como instrumento
de salvación. Aquí se gesta el concepto del ―pobre de cristo‖ como objeto básico
del sistema de caridad medieval. Junto a la pobreza se sacraliza la caridad; ésta
virtud cristiana constituía otro medio primordial de salvación. De aquí el
encuentro de ambas en los monasterios, cabildos, obispados y entorno a los nobles.
Se impuso, la práctica sagrada de la libre mendicidad, lo cual condujo a la
proliferación de instituciones permanentes, como los hospicios, hospitales para
pobres y peregrinos (Soriano, 1996, 168).
Así mismo, como las prácticas de asistencia social (caridad) de sanos hacia leprosos
significaron una serie de negociaciones en los que hemos tipificado cómo frontera
a partir de la propuesta de Lotman. La figura de Jesús entra como un mediador
entre estas dos semiosferas. Según los análisis de Sennet, se plantea que Francisco
de Asís recuperó la naturaleza para el cristianismo: Dios está en el mundo, Dios es
carne al tiempo que luz. ―Al preocuparnos por los sufrimientos de otros
reproducimos nuestros sentimientos hacia Jesús en la cruz: San Francisco reafirmó
esa identificación con los y marginados que caracterizó al cristianismo primitivo‖
(Sennet, 1994, 174). Esta afirmación expuesta en San Francisco de Asís, tiene su
representación en el escenario colonial Cartagenero encarnado en la figura de San
Pedro Claver (ver anexo #2).
con una problemática social. Todos estos mecanismos, por incipientes que
parecieren, estructuraron una lógica de interacción social entre sanos y leprosos.
Esta realidad permite afirmar que, aunque los leprosos eran conscientes de las
consecuencias de su enfermedad tanto sociales como físicas, esto no representó un
proceso de invisibilización social, ya que se estaría desconociendo el andamiaje
social que se configuró a partir de ciertas negociaciones permitidas en un espacio
determinado por la sociedad sana, para lidiar con los enfermos en la escena social
colonial cartagenera.
Conclusión
Las relaciones sociales entre sanos y leprosos se estructuraron con base en una
doble narrativa, por un los mecanismos higiénicos y de control de enfermedades
como el degredo, qué solo hasta finales del siglo XVIII puede entenderse como la
invisibilidad social total de los enfermos de este mal y por el otro lado, todo la
estructura social de asistencia que se gestó con base en el discurso del buen
cristiano. Ambas narrativas, la del Estado y la ideológica (religiosa) configuraron
los espacios urbanos y la concepción del cuerpo infestado de lepra en Cartagena de
Indias en el siglo XVIII. En consecuencia, la semiosfera y la relación centro-
periferia fueron configurando una frontera a partir de la práctica de la caridad, con
tres actores definidos (sanos, leprosos, mediador).
Anexo 1
Obra: Anónima
http://stravaganzastravaganza.blogspot.com/2014/05/l
eprosos-en-la-edad-media-morir-en-vida.html
Pintor: Anónimo.
Título: ―La curación de los leprosos‖. 1320-1330.
Miniatura del códice ―Sermones de Mauricio
de Sully‖
Características: Biblioteca Nacional Francesa,
París.
Anexo 2
Obra: Anónima
Característica: El Claustro, Museo e Iglesia de
San Pedro Claver (1580-1654) Cartagena-
Colombia
133
Bibliografía
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Republica y Ancora, 1999
Silva, Renán; Las epidemias de Viruela de 1782 y 1802 en el virreinato de Nueva Granada, Medellín 2007.
134
En las últimas décadas del siglo XX el Teatro Santander era la última oportunidad
que tenía el público de disfrutar de las películas que estaban próximas a salir de la
cartelera de exhibición. Estas eran interrumpidas por el vuelo de los murciélagos y
los pasos poco sigilosos de las ratas, en aquella época el parque del Centenario,
situado frente al teatro, albergaba las chabolas del mercado negro ―San Andresito‖.
Por la falta de público el teatro fue abandonado a su suerte y así fue como este
bello edificio de estilo republicano recibió el nuevo siglo, sirviendo de refugio a
todo tipo de ocupantes marginales y sus muros exteriores convertidos en fétidas
letrinas públicas.
Este es un momento coyuntural para llevar a cabo estudios de este tipo ya que hoy
día se encuentra en proceso la restauración del teatro Santander, del parque
Centenario y de otro edificio de gran importancia en esta historia, el antiguo
colegio San Pedro Claver, hoy día Centro Cultural del Oriente. Además de rescatar
el patrimonio arquitectónico es importante rescatar algo del espíritu que lo habitó.
―Tal vez no haya un símbolo más cabal de nuestra política que la sierra de Palonegro.
Ella domina a Bucaramanga con cierta intención pedagógica.
Pudiera decirse que ella nos ha enseñado la interpretación épica de la vida.‖
Jaime Barrera Prada, Algunas reflexiones sobre el Santander actual.
En la historia política colombiana, los años treinta del siglo XX fueron marcados,
con la elección Enrique Olaya Herrera como presidente de Colombia, por el final
135
Para el poeta, con la muerte de Uribe Uribe, la nación y el continente perdían a uno
de sus mejores hombres:
Gonzalo Buenahora ( 1910- 1991), educado en el Colegio San Pedro Claver, pero de
filiación marxista, trabajó como medico en la ciudad de Barrancabermeja en
donde ayudó a formar la U.S.O. (Unión Sindical Obrera de la industria del
petróleo) en la década de 1920 y participó en las marchas obreras. La influencia de
su postura política la podemos apreciar en algunos de sus poemas enfocados en el
tema social y la denuncia:
Pablo Zogoibi (1909-1995) quien, como Rimbaud, realizaría el viaje a pie hacía la
capital de la republica a forjar su destino y lo único que encontró fue un trabajo de
secretario en la embajada de la U.R.S.S. es otro de los poetas que se centró en el
aspecto testimonial, Pablo Zogoibi era el seudónimo utilizado por Sebastián
Antolínez el cual proviene del nombre de pila de Pablo Neruda, famoso por su
poesía y su adhesión al partido comunista y la novela Zogoibi ―El dolor de la
tierra‖ del argentino Enrique Larreta de 1926, de la cual dice el autor:
"En Zogoibi -declara Enrique Larreta- he querido decirle adiós al gaucho, a nuestro gaucho, que
acaba en esos campos alambrados antes suyos y ahora ajenos y hostiles, a nuestro gaucho, acorralado
y humillado‖
(Larreta. E, citado en Campanella, H. N., Enrique Larreta: el hombre y el
escritor, citado en Llorca. Jesús. Zogoibi, de Enrique Larreta. p. 174)
El origen del pseudónimo ya indica con claridad la filiación del poeta (Antolínez),
quien a principio de su carrera influenciada por su hermano Enrique Antolínez
fluctuaba entre el romanticismo y el modernismo, como podemos leer en el
extracto de su poema ―Canción del Navegante‖ en donde expone con vehemencia
la bipolaridad de sus propios estados psicológicos:
En, ―Canto a la mujer colombiana‖, Zogoibi, rinde tributo a la mujer de ese pueblo,
que para el poeta, y la estética del realismo soviético, su belleza está representada
en la abnegación y el compromiso para cumplir con las labores diarias,
contrastando así con las ideas de belleza femenina modernas postuladas a través
de los medios de comunicación y los conceptos estéticos anquilosados,
provenientes de las academias de bellas artes. La postura de Zogoibi resulta un
poco ingenua considerando que, el mayor consumo de la producción cultural
popular y por lo tanto de aquellos postulados sobre la belleza femenina, proviene
de las clases trabajadoras. Zogoibi, sin querer termina atacando aquello que esa
mujer abnegada y trabajadora admira y sueña con ser:
En su poema ―El minero‖, Carlos García Prada (1898-1980) expone el drama del
trabajador de la era industrial:
La paz impuesta al final de la guerra de los mil días abona el campo para renovar
la confianza en la idea moderna del progreso como un fin histórico, así que tres
décadas después, en la década de los treinta, la ciudad será moderna,
modernizada y modernista.
2. Encrucijada de la modernidad.
142
Gracias a las rutas comerciales abiertas durante el siglo XIX, a principios del siglo
XX Bucaramanga se había convertido en un centro importante para el comercio
regional, por lo tanto, muchas industrias se aposentaron en la ciudad, lo cual
impulsó la migración de trabajadores, estudiantes, intelectuales, políticos y
buscavidas, que en pos de oportunidades llegaron a esa, la ciudad promesa,
convirtiéndola en un crisol en donde se encontraron algunas de las mentes más
lucidas de Santander: Alfonso Otero Muñoz, Jaime Barrera Parra, Rafael Ortiz
González, Carmen de Gómez Mejía, Tomás Vargas Osorio, Elvia García de
Bodmer, Alfonso Acevedo Díaz, Carlos Torres Duran, Juan de Dios Arias, Ángel
Ribot, Juan Cristóbal Martínez, Horacio Gonzales Reyes, Arturo Regueros Peralta,
Luis Emilio Duran y Carlos García Prada. Excluyendo de la lista a aquellos que
eran oriundos de la ciudad.
―En Bucaramanga, el aumento poblacional y la industria del tabaco señalaban los primeros
pasos de una categorización de OBREROS en la ciudad. Al margen de la discusión teórica,
nos interesa señalar que era real el problema de vivienda construida para las clases bajas y,
que tras estos intentos, se alargaba la mano de los proto urbanizadores especulativos.‖
(Rueda y Álvarez p. 150, 2012)
―(…) Pero en definitiva, no sabemos ante esa agonía de la casa que era vigía de la ciudad,
puerto de ensueño, atalaya romántica desde la cual se divisa hacia el Sur el pasado y hacia
el Norte el porvenir (…)‖ (Puyana, Luis Ernesto, 30, 1987)
La idea de progreso impregnó a esa generación inquieta de principios del siglo XX,
para Carmen de Gómez Mejía (1916- 2002), el progreso llevará a la creación de un
nuevo hombre. En su poema de tintes futuristas, ―Ataúdes de Hielo‖ (Publicado
originalmente en el libro ―La casa de los Espejos‖ de 1975) nos presenta a un tecno-
humano, metahumano o posthumano un producto de la modernidad, más que un
ser:
Gómez Mejía cuestiona, tal vez, a la misma modernidad como un fin valido, a su
gestor, y al hombre, convirtiéndolo en su propio producto de consumo:
(Ibíd., p. 157)
Aparece este nuevo hombre reinventado, más tecnología que hombre, al cual
Gómez Mejía, como una nueva Marie Shelley, se resiste románticamente contra
este nuevo monstruo de Frankenstein, y apela a Dios, planteando la contradicción
existencialista, raíz de la discusión ética sobre la ontología del cyborg:
y la palabra muerte
¿Y Dios permitirá estas cosas?
Para entonces yo no estaré aquí
y otros nombres llenarán las vacantes.
Todavía no se han dado a la venta
Los ataúdes de hielo (…) ‖
(Ibíd., p. 157)
Ortiz González narra en su poema el destino urbano del hombre moderno, quien,
abandonando el campo, representado románticamente en este poema, busca la
prosperidad en la ciudad, prosperidad que resulta siendo una quimera. En cambio
este sujeto se enfrentará a una realidad tan extraña que es puesta en duda. Tal vez
el poeta veía como el mismo se iba transformando en la nueva sociedad, como
todavía anclado al campo de origen ha de enfrentar los retos de la vida moderna, la
―carrera de ratas‖ ―la guerra del centavo‖ y el sentimiento de vacío y soledad que
siente el hombre cuando deja su hogar y se convierte en un número más,
sentimiento que busca llenar junto a otros solitarios en los bares de la ciudad:
Vargas Osorio empeña su sueño en un progreso que sería una utopía amazónica y
suramericana, en donde el hombre encuentra equilibrio y felicidad.
―(…) una patria de hierro, pero que no entristezca los ojos de los niños (…)‖
(Ibíd., p. 175)
3. Meridiano diáfano.
Lo más importante del romanticismo, y tal vez una de las razones por las cuales
este espíritu resurge cada generación, es la expresión de los sentimientos íntimos
ante el drama humano, evidenciados desde la tragedia griega, la poesía
trovadoresca del amor cortés y las grandes obras románticas del siglo XIX. En
Bucaramanga de 1908 el romanticismo revive de la mano de Luis Enrique
Antolínez (1891-1920) en su poema ―Evocación‖.
Juancé, seudónimo utilizado por Juan Cristóbal Martínez (1896-1959) sufre también
de la ausencia del ser querido en ―Para una despedida‖:
Ángel Ribot, no se permite un meloso y simplón final feliz y añade al poema una
interesante nota de nostalgia que guía al poema hacia un final más abierto:
En este punto del poema no se puede evitar que surjan preguntas sobre esa única
amante, Ángel Ribot cierra su poema magistralmente generándo más interés al
describir aquel encuentro como una apoteosis erótica.
(Ibíd., p. 244)
Lejano está este valle idílico a las realidades geográficas e históricas de Santander,
pero ese tipo de representaciones no son ajenas al gusto de la sociedad de la época,
ya que en la década (1930-39) se mantenían en Bucaramanga paradigmas estéticos
anclados aun en la dicotomía entre el clasicismo y el romanticismo. Rosalina Barón
Wilches (1918.1996) hace expreso el conflicto íntimo, tan propio del romanticismo,
ante la modernidad en ―Unas razones‖:
Las razones expresadas por Barón Wilches son la base de un planteamiento muy
interesante y que sirve para perfilar el pensamiento de un sector de la sociedad
bumanguesa de principios del siglo XX, el cual, como se ha escrito antes, prefería
mantenerse dentro un sistema económico y social tradicionalista, por lo tanto el
cambio no es ni imperativo, mucho menos algo apetecible. Curiosamente era
Rosalina Barón Wilches era la nieta del General Solón Wilches, quien fuera uno de
los presidentes más progresistas del Estado de Santander.
Pero el modelo estético que logró definir con más propiedad el momento histórico
es el modernismo ya que sus características que se mueven entre simbolismo, la
representación clásica de las formas, la indagación sicológica del sujeto y el
decadentismo sintetizan ese espíritu de los años treinta del siglo XX, cuando el país
152
Vale la pena mencionar la influencia que tuvo el señor Francisco A. Paillié (1881-
1930) en los jóvenes escritores locales, el organizaba una clase de retórica en la cual
se traducían y estudiaban las obras de los principales autores del decadentismo
francés, las sesiones se llevaban a cabo en el desaparecido Liceo Comercial
(Antolínez, 3, 2010) (Lagos, 114, 1974)
―Francisco A. Paillié dictaba allí, gratuitamente, una clase de retórica, en forma amena,
original y jugosa, con la elegante despreocupación con que pudiera hacer una hora de
charla entre amigos. Así aprendió una veintena de muchachos a dislocar símiles, metáforas
y sinécdoques a la manera de los escritores franceses. Se estudiaba allí, en sus textos
originales, a Mallarmé, Verlaine, Regneir, todos los modernos y también, de cuando en
cuando, uno que otro clásico español, sólo ―como para enjuagarse la boca‖.‖ (Carlos
Torres citado en Antolínez, p. 8, 2010)
También se tener en cuenta las traducciones de los poetas franceses, sobre todo
Baudelaire, Rimbaud, Verlaine y Mallarmé y poetas modernistas como
153
Conclusión:
Esta investigación tuvo como fin revivir el interés en la producción lírica la cual
representa un momento importante e irrepetible en la historia de la ciudad, los
primeros años del siglo XX y sobre todo la década de los treinta podrían ser
considerados como una Belle Époque aquella de la ―Ciudad de los parques‖,
interrumpida por el hastío de la era atómica, el recrudecimiento de la violencia
política y el pragmatismo de las sociedades de la Guerra Fría y la revolución
industrial.
La guerra llevó a que las sociedades fueran más pragmáticas lo cual favoreció el
desarrollo de los institutos tecnológicos en donde el hombre-culto dará paso al
hombre-técnico más acorde con las necesidades de la revolución tecnológica, pero
cada vez más alejado de las humanidades.
Otro cambio drástico lo marca el asesinato en 1948 del líder liberal Jorge Eliecer
Gaitán, evento que llevará a el recrudecimiento de la violencia política en
Colombia, la cual ahora dentro del esquema de la polarización política global de
posguerra se trasformará de lucha entre partidos políticos a una confrontación
social más compleja financiada por los dos grandes bloques políticos (el capitalista
y el comunista) en donde las formas poéticas ya se comenzaron a percibir
anticuadas y anquilosadas ante el advenimiento de los manifiestos, discursos y
156
proclamas más directos. Tal vez fueron esos cambios drásticos en la historia los
que arroyaron a la nación y a la ciudad que se encontraba en pleno proceso de
consolidación, cambios que dejaron sus marcas en el teatro Santander.
Bibliografía
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157
EL PENSAMIENTO Y LA VISIÓN
HISTÓRICA DE LO REGIONAL EN
LA LITERATURA
158
Con más precisión, Restrepo, Carranza, Cobo Borda, Jaramillo, Fernando Garavito
y Cobo Borda, pertenecen a los denominados por Jaramillo como antipoetas, ya
que, enfundados en un lenguaje y temas cotidianos, con énfasis desenfadados,
llenos de ironía, humor, nostalgia y metatextualidad, miraban, desde un ángulo
más contemporáneo, a la sociedad, lejos de las ideologías imperantes desde finales
de los sesentas y los setentas. Sin embargo, en unas declaraciones (2005:4), el poeta
Mercado se incluye entre los integrantes de la Generación del Bloqueo o del Golpe
Estado, o Generación sin Nombre o también del Frente Nacional, a la que
pertenecieron, entre otros, Gustavo Álvarez Gardeazábal, Arturo Álape, Óscar
Collazos, Jairo Mercado, Germán Santamaría, Roberto Montes Mathieu, Guillermo
Tedio, Álvaro Medina, Benhur Sánchez e Isaías Peña Gutiérrez.
político, no solo en sus dos primero libros readopta todos los tics de la poesía
latinoamericana de los años 60s, sino que muestra una ―dura‖ y anacrónica arenga
política, aires de didactismo y tono épico. Aun más: adopta años después (2008)
una postura abierta en otros poemas, esencialmente en Poemas recurrentes que a
simple vista revelan la ruina del alma de la ciudad y la pobreza de los barrios de estratos
bajos.
Quizá La casa entre los árboles es el poemario más logrado, más unitario de los
escritos por Mercado. Asumir la vida, la memoria, revitalizar y revivir una saga
familiar a través de ―biografemas‖ —en el lenguaje de Roland Barthes (1997) —,
construidos a través de los detalles, gustos, inflexiones, relacionados con la muerte,
pero a las que Mercado les da una vuelta de tuerca a través de la vida, en tanto
memoria, y revelan el retorno de lo reprimido, de lo pequeñamente expuesto en
otros poemarios, sesgado, pero ahora espectacularmente expuesto y de manera
unitaria. Si en los poemarios anteriores revelaba en uno que otro poema su
entorno, en estos se dibujan bajo líneas de fuga, mejor, en forma acendrada, una
―novela familiar‖ freudiana en sentido positivo, aunque algunas veces se destaque
lo doloroso; en fin, se define una narrativa ya no tan secreta. Esta poesía de la
experiencia familiar la retoma Mercado, acogiendo, yuxtaponiendo las palabras de
Barthes: ―Toda biografía es una novela que no quiere decir su nombre‖ (1971: 89).
Poesía del recuerdo convertido en memoria, esta saga comienza desde el abuelo y
termina en el nieto. Surge de allí una poesía donde se celebra la conjunción de lo
épico y de lo mítico, de los sagrado y de la muerte, de lo épico en tanto ―narración
mítica de lo vivido‖ (Paladines, 1991: 110). Pero también lo histórico en tanto relato
e impresión personal convertido en retrato y conversión de lo público. De lo
personal a lo comunitario, lo lírico se convierte en mítico e histórico.
En Tratado de soledad (2009) se prolongan los dos poemarios mencionados, mas sin
embargo, ahora le agrega un sesgo nuevo: una poesía testimonial, en la que un
hablante lírico entrega su voz a las víctimas de la violencia surgida en el país, y en
esa región del Caribe colombiano, los departamentos de Sucre y Bolívar,
especialmente. En este poemario acude otro tipo de memoria: la del duelo y la
traumatizada, poniendo en escena lo público, la de fabulaciones históricas o
historizadas mediante una ―identidad narrativa‖ que da una visión unitaria a los
testimonios:
Al otro lado de la calle suceden muertos traqueteados
Nadie debería morir de esa manera adrede
Cada segundo nos ronda un paraje desolado […]
A la mañana siguiente surge el rumor perceptible del día
Un día que se levanta como un juglar para la fiesta
(―La ciudad y otros lugares‖, 2004: 32).
163
Esta se constituye en una poesía (especialmente los cinco poemas dedicados a las
masacres de Macayepo, Chengue, El Salado, Los Montes de María y los de un
pueblo innombrado), en resumen de todas las muertes que ya había dibujado
Mercado en otros poemarios y en los cuentos de Perros de presa. Bajo un lenguaje
recio muchas veces, pero con una selección más mesurada y efectiva, este también
se eleva a poesía de la identidad de los lugares, a una poesía de la memoria, a una
poesía entrañable como una geografía de la memoria, el espacio, la violencia y la
historia.
Las claves acerca de la solidez estética alcanzada por José Ramón Mercado las da
Manuel Guillermo Ortega en el prólogo de Tratado de soledad: esta se ha logrado
―purificando en el fuego de los contextos las direcciones de su estilo, los anclajes de
sus temáticas, los sentidos de su visión de mundo, las fortalezas de su lenguaje‖
(2009: 11). Atrás queda la crítica a los políticos y a su sistema, a la beligerancia,
pero sin perder el resquemor y el sentido crítico.
Más que en cualquiera de sus poemarios, en esta se presenta una poesía, que, antes
que de la soledad, es de la desolación; una poesía escéptica con un tono de
desamparo. Los términos e imágenes que aparecen en el primer cuarto del
poemario apelan a la caída y la herrumbre: ―Una porción de amargura que nos
consume‖ (2009: 22), ―el mundo ruinoso de los cachivaches‖ (23); ―Siempre vuelvo
a la infancia desolada / Como saliva alegre en la ceniza del tiempo‖(―Cenizas de
tiempo‖, 25), a una yuxtaposición metonímica de imágenes y metáforas
evaluativas: ―El patio es inmenso como una cuadra de árboles /Está el perro y
yo‖(27).
Ese paisaje conmovido, ese aquí, se va a conjugar con otros cuatro poemas de
Tratado de soledad, especialmente en los dedicados a los asesinatos sucedidos en la
región de Montes de María, los municipios y zonas aledañas de Chengue,
Macayepo y El Salado, sucedidos en un ahora, entre los años 2008 y 2010. El poema
se constituye en testimonio de la historia, en memoria: geografía y tiempo
cruzados en el departamento de Sucre. Es por ello que quizás el hablante lírico
afirme en ―Carta‖: ―La poesía se sobrepone a todos los desastres‖. También lo
confirma en ―Poesía‖, con el cual abre este poemario:
Apunta mucho más al objetivo del libro: ―La historia inerte está llena de estatuas /
Que preservan el silencio y el tiempo‖ (―Cenizas de infancia‖, p. 27). El hablante
empieza a trazar una geografía del desconsuelo de sí mismo. De alguna forma
alcanza a dar luces sobre el hablante lírico ideal que subyace en los poemarios de
José Ramón Mercado:
Sin huella la duda es mito en la hojarasca
Testimonio de olvido
Tiempo ridículo que relumbra la oquedad
Esa nada que niega otros días […]
La historia es hito alienado del tiempo
El mito no otorga la razón a nadie
Nadie tiene la razón que alude el tiempo […]
(―Escepticismo‖, 2009: 29)
Narrar, poetizar, implica retornar el tiempo, dialogar con él. La poesía implica
retornar la memoria dolorosa; leer y retrotraer lo descrito implica reconfigurar,
expiar, liberar. La poesía implica liberación, un movimiento, un sentido moral y
ético, una hermenéutica del deber, una poesía del trabajo, en el mejor sentido ético. Ella
166
El segundo poema ―Un pueblo de sombras‖ realiza una descripción, una ubicación
contextualizada del lugar de la violencia. El panorama ominoso representa el de
cualquier pueblo colombiano, de cualquier lugar del mundo donde la violencia
arrecie, pero acá es atribuido a uno del Caribe colombiano. Su narración comienza
con una metáfora:
Sombras muertas sobre sombras insepultas
Nadie se acuerda de este pueblo de brumas
Sus ojos ciegos sobre la tierra
Descuartizada
Al pie de la carretera negra
Sediento sin esquinas
Parece un pueblo de siglos
Bajo su sombra muerta
Sin raíces (2009: 38).
grupos armados ilegales (GAI), las Farc, el ELN y las AUC‖ (Arias Ortiz, sf, p. 2).
Entre el año 2000 y el 2002 Sucre sufre el mayor número de enfrentamiento entre
las Autodefensas Unidas de Colombia y la guerrilla. Tras ello suceden masacres,
tortura, terrorismo, extorsión, desplazamientos, secuestros y asesinatos selectivos
por supuesta cooperación con la guerrilla o con los paramilitares, registrándose en
el municipio de Chengue en el año 2002 los más sangrientos enfrentamientos.
Los poemas de José Ramón Mercado de Tratado de soledad titulados ―La masacre de
Chengue‖, ―Los caídos de El Salado‖, ―Muchacha aldeana‖, ―Imprecación por los
caídos de los Montes de María‖ y ―El miedo que sembraron en Macayepos‖ (sic)
revelan ese estado de violencia. Se constituyen en una revisión acerca de la poesía
como testimonio, de incorporarle un componente de la memoria acerca de lo que
pasó de verdad, pero también de lo que permanece, en los términos de Ricoeur (2003).
Busca, también, dar identidad territorial a las masacres. Este tipo de identidad se
corresponde con una identidad histórica: afrontar la estrategia de la
―factualización‖ a que alude Amílkar Caballero como estrategia de búsqueda de
verdad de la poesía del Caribe. El objetivo es parecido al que propone en el Canto
de las moscas (versión de los acontecimientos) María Mercedes Carranza. En sus 18
poemas, cortos, la escritora bogotana nomina a sus textos con 18 nombres de la
geografía del país donde el terror se ensañó a través de las muertes violentas:
Necloclí, Mapiripán, Dabeiba, Encimadas, en fin… Carranza no nombra ninguna
zona del Caribe colombiano, y presenta versiones (¿ficcionalización?, ¿reversión?).
Nos habla de una verdad estética, de una mirada reveladora, pero también de una
meditación lírica:
Canto 2
Dabeiba
El río es dulce aquí
en Dabeiba
y lleva rosas rojas
esparcidas en las aguas.
No son rosas,
es la sangre
que toma otros caminos.
(Carranza, 1998: 188)
168
En ello tiene razón Ricoeur cuando afirma que ―el testimonio constituye una
estructura fundamental de transición entre la memoria y la historia‖ (2010: 101).
Aquí y ahora, espacialidad y temporalidad, localización y datación son
representaciones simétricas, muy parecidos a los deícticos yo o tú que contribuyen
a remarcar el acto de vivir y el acto de dolor (Ricoeur: 64-65). En este relato directo,
la experiencia vicaria no existe: lo actores cuentan su experiencia; la víctimas
hablan desde su dolor. Cuentan un pasado que permanece o retorna, que invade el
presente y amenaza con bloquear el futuro. De allí una conclusión: como
testimonio, la poesía en el caso de Mercado se constituye en ―memoria
traumática‖: ―En la memoria traumática el pasado no es la historia pasada y
superada. Continúa vivo en el nivel experiencial y atormenta o posee al yo o la
comunidad‖ (LaCapra, citado por Ennis (2009, párr. 6), en memoria de ―lo que
permanece‖ (Ricoeur, 2010), en su demoledora intensidad, y el poeta, en este caso,
169
Pero todo ello no sería posible sino a través de otra versión de lo sucedido; en este
caso a través de una ficcionalización dramatúrgica, conjugándola con una
cosmovisión trágica, como la presenta Mercado, pues se trata de hablar del pasado
reciente desde el presente, a través de una interpelación del presente. En este
sentido, son precisas las palabras de Lezama Lima: ―Una técnica de la ficción
tendrá que ser imprescindible cuando la técnica histórica no pueda establecer el
dominio de sus precisiones. Una obligación casi casi de volver a vivir lo que ya no
se puede precisar‖ (Lezama Lima, citado por del Valle, 2011: 169). Esta, entonces,
se puede considerar una poesía, en los términos de Edmund Husserl, de la
―presentificación‖, es decir, ―una modificación específica de la presentación‖ de los
recuerdos, de la re-presentación (Ricoeur, 2003: 73).
Hay varios versos donde la oralidad cobra elocuencia y el giro semántico adopta
un sentido macondiano, confiriéndole una profundidad dramática: ¨―Y uno por
uno los fueron despescuezando‖ (63); ¨―Néstor Meriño cayó aplastado ni una cepa
de plátano‖; y en los otros: ¨―A Manuel Mendoza lo soslayaron con un golpe del
hacha / En el aire / Y salió corriendo con la cabeza en las manos / Creyendo que
se había salvado‖¨ (63). La oralidad traslada mayor peso, explicitación que busca
mostrar, subrayar, apelar a la conciencia.
170
atmósfera de concentración del poema, para invitar a que se lean estas palabras
con la misma atención que se presta a la poesía‖ (Jiménez, 1998: 56). A una
geografía ominosa se une, se conjuga, en apenas varios versos, la metáfora ante un
espectáculo tan desolador, y a su vez el sentido homenaje a una oda, pero una oda
actualizada en pos de la reconstrucción de la memoria:
Pero estos poemas retratan el morir, pues alguna forma el poeta realiza y gana una
apuesta: traducir la muerte, traducir los sentidos, los sentimientos, reconstruir un
clima, una ambiente, el terror, y la apuesta se muestra ganada, pues en medio del
dolor del drama, la reconstrucción de la memoria del dolor se observa en su mayor
tragicidad. Así, el hablante en el poema ―Imprecación por los caídos de Los Montes
de María‖ observa: ―Los muertos ahora hablan por mi voz‖ (p. 70). Aunque
también, en tiempos de barbarie, el hablante afirma de manera contradictoria: ―el
poema es anacrónico. / El recuerdo arruina la memoria‖ (p. 72); y expone que
también la creación contiene un carácter beneficioso, una paradoja, lo irónico, al
final: ―Va creciendo la hierba buena florece el tomillo / Aunque el poema trae
las lluvias‖. Traducir la barbarie no solo conlleva traducir el mal, sino
reelaborarlo, darle dimensión humana, dramatizarlo, y en estos poemas la
reconstrucción de significaciones simbólicas y alegorías adquiere su sentido pleno
y abierto de depósito de experiencias instauradas a través del dolor.
Representación de este, se conservan como hechos vívidos, pero, a su vez, la
memoria se inscribe en un plano de reconstrucción de lo social, en historia. El
carácter histórico de la poesía de la memoria adquiere aquí un juego de
representación de un hecho no solo en lo colectivo sino en su labor de reescritura
de un evento que emplea sus funciones simbólicas, sicológicas y de creación de
sentidos del pasado.
173
Con los dos mismos planos, muerte y resurrección, ―Imprecación por los caídos de
Los Montes de María‖ describe muchos lugares donde imperó la destrucción fatal:
Naranjal, Ovejas, Toluviejo, Marialabaja, San Onofre, Chengue, Colosó, Chalán. En
el poema de Mercado, sin embargo, muestra, al igual que en ―Los caídos de El
Salado‖, un retorno esperanzador:
Esta poesía de José Ramón Mercado constituye una alta cima en su obra, además
de los otros poemas comentados de Tratado de soledad, y busca, como el poema
citado de Vallejo, que se incorpore el cadáver, ―abrazó al primer hombre; echóse a
andar...‖ (1980:339). En este caso, esta obra se asocia al concepto de ecceitas, del
―heme aquí‖, y, así, esta poesía tendría el carácter y presencia interpelante, a partir
de ―una experiencia negativa que no se resigna a la insignificancia, sino que nos
asalta como lo que da que pensar‖ (Reyes Mate, 2011: 467).
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179
Tengo miedo torero expone un momento que pudo ser crucial en la historia de Chile:
el año de 1986, en el que se planea emboscar a Pinochet en el camino hacia su casa
de campo. La manera como se pretende contar esto es a travésdel escenario de
unpersonajeque resulta de lo más marginal: La loca del frente, un travesti viejo,
escaso de recursos, con poco pelo y sin algunos dientes, quien a partir de su
imaginación exaltada y romántica, transforma una realidad sórdida, en medio de
la represión y lo siniestro.
La historia fluctúa entre los flirteos patéticos y decadentes de la Loca con Carlos,
un universitario que participa en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez y las
escenas que presenta el autor del dictador al lado de su esposa, una guacamaya
que sólo habla bagatelas.
La loca del frente no está inmersa en los aconteceres políticos, cuando por la radio
dan avisos de la situación, ella cambia presurosa de estación o la apaga,
prefiriendo no violentarse con noticias que la alarmen. Por el contrario, Carlos está
114
Manifiesto: Hablo por mi diferencia. Este texto fue leído en un acto político de la izquierda en Santiago de
Chile, en septiembre de 1986.
180
metido hasta las fauces en la organización que se prepara para realizar el atentado
contra el dictador, de alguna forma, personajes tan dispares se ven unidos gracias a
lo que representan ambos en términos sociales, a pesar de las obvias diferencias,
los une su condición de segregados: uno por sus preferencias sexuales, sin
miramientos para esconderlo, y el otro, por estar inconforme con la situación que
se experimenta.
En esta obra se habla a partir de la tercera persona, no obstante, sin previo aviso, la
voz narrativa se ve interrumpida por la voz de La Loca, del dictador o de Carlos,
quienes por momentos, toman el mando del lenguaje confundiéndose con la voz
principal, es decir, la que relata. En el texto esto sólo se sabe por una intromisión
del tú o del yo, puesto que no hay señalamientos en cursiva, comillas o guiones que
indiquen diálogos o soliloquios.
En esta novela Valentín es un idealista que fue capturado como militante político,
Molina es otraloca acusada de corromper a menores de edad, a lo largo de la obra
se observa las diferencias muy marcadas entre los dosreos, principalmente en la
carga ideológica que cada uno trae consigo: Molina funge como el sensibleroalgo
estrecho de mente, indiferente ante el devenir histórico, Valentín como el
revolucionario que pretende leer todo entre líneas y así encontrar más evidencias
para señalar una sociedad corrompida, de esta manera justificar los motivos de su
lucha.
181
Mariela Peller, autora del ensayo Los cuerpos mártires. Subjetividad, sexualidad y
revolución en El beso de la mujer araña de Manuel Puig, comienza su texto con el
Manifiesto Hablo por mi diferencia del escritor Pedro Lemebel, quien lo escribe 10
años después de publicada El beso de la mujer araña. Años más tarde, en el 2001,
Lemebel sacará a la luz Tengo miedo torero, que si bien fue escrita mucho tiempo
después que la novela del escritor argentino, el argumento central de la historia
ocurre en el año 86, cuando grupos de izquierda planean una celada para Pinochet.
El paralelismo entre ambas novelas es francamente notorio: Molina es un personaje
despreocupado por la situación político-social que se vive en su país, su memoria
está plagada de películas que ha visto a lo largo de su vida y también de boleros al
igual queLa loca del frente, los dos personajes -en medio de un contexto crudo y
violento- se procuran una cornisa donde puedan vivir ajenos, no sólo a las
adversidades políticas, sino a un mundo que desprecia a lo que se sale de la
norma.
Resulta interesante que tanto Puig como Lemebel den cuenta depersonajestan
parecidos en medio de una realidad de violencia y censura, podría decirse queLa
loca del frentey Molina sonheroínas al estilo de Madame Bovary, puesto que ambos
son figuras un tanto románticas en novelasde tinte realista, no obstante, en vez de
autoconcebirse como personajes literarios, una vive a través de los deleites que le
proporcionan los boleros que escucha en la radio,mientras que Molina se deja
embelesar por las historias del cinehollywoodensecon las que se identifica.
La Teoría queer surge en 1990, cuando un grupo que se hacía llamar QueerNation
decidieron revelarse en vista de los estragos que provoca una sociedad
homofóbica. Más allá de exigir igualdad de derechos independientemente de las
inclinaciones sexuales, pone en pie la cuestión de la identidad sexual: si esta es de
índole natural o cultural, una de las principales hipótesis de esta teoría es que
lasinclinacionessexuales bien podrían ser tan sólo el resultado de un constructo
social.
En Tengo miedo torero, se observa que el dictador, como principal figura del poder
dominante, no sólo se ve amenazado por aquéllos que disienten de sus maniobras
políticas, algunos pasajes dan muestra de su desprecio ante lo gay, por ejemplo,
hay una escena en la hace despedir a un sirviente por tener características de
afeminado. De igual modo, en la novela de Puig, encontramos a Molina como una
figura pasiva frente a una cultura donde lo patriarcal resulta subyugante.
Mariela Peller identifica que El beso de la mujer araña está regido por binarismos
tales como: mente/cuerpo, deseo/política, femenino/masculino, etc., dicotomías
que durante el curso de la novela se pretenden suavizar, del mismo modo, las
principales propuestas de los integrantes de QueerNation era romper con las
clasificaciones: homo/hetero, femenino/masculino, pasivo/activo y demás, pues
defendían una libertad sexual en las que sus preferencias no se vieran encasilladas,
ya que en los seres humanos lo que rige es la multiplicidad y el autodefinirnos
puede resultarnos como una limitante. En ambas novelas se transgreden estos
linderos, tal como sostiene Peller: la literatura da cuenta de nuevos valores que
pretenden provocar una ruptura con el orden social establecido. (c.f, Peller, 2009: 5)
Es innegable que Lemebel ha creado un lenguaje único, pletórico de barroquismo
entremezclado con el argot chileno, parte de la marginalidad que pretende retratar;
se evidencia a partir de la forma que utiliza al exponerla, si esta discriminación es
de naturaleza sexual , es imposible que su prosa tenga un carácter ordinario o
formal, no sólo en el contenido el autor plasma la segmentación de los personajes
frente al mundo que los rodea, sino que es menester expresar desde la forma otro
tipo de sensibilidad que provoque en el lector sentirse ajeno y a la vez atraído por
sus experimentos lingüísticos:
Tomo prestada una voz, hago ventriloquía con esos personajes. Pero también soy yo: soy
pobre, homosexual, tengo un devenir mujer y lo dejo transitar en mi escritura. Le doy el
espacio que le niega la sociedad, sobre todo a los personajes más estigmatizados de la
homosexualidad, como los travestis (Lemebel, 2006: web)
Gracias a la gran nota al pie apócrifa que encontramos al final en la novela de Puig,
la Dra.Taube, autora danesa del libro ―Sexualidad y revolución‖, sostiene que la
homosexualidad es una práctica revolucionaria, de igual manera asegura que la
liberación sexual constituye una parte fundamental para que el cambio social sea
posible, por tanto, es comprensiblequeestos autores nos presentan situaciones
similares: tratan el autoritarismo que se vive en sus respectivos entornos a través
de figuras como la loca y el militante idealista, cada cual firmemente convencido de
su rol. Más adelante se evidencia que entre la heterosexualidad absoluta y la
homosexualidad, hay demasiados grados intermedios.
lo femenino; llama la atención que para expresar esto en lugar de utilizar a una
mujer como personaje principal, utilicen ambos a una loca, quizá porque esta figura
se encuentra en el limbo de los géneros y resulta de lo más marginal, precisamente
por esto, pero también podría representar una conciliación entre las polaridades
hombre/mujer, es decir, un punto intermedio.
¿Por qué en la actualidad sería relevante abordar estos tópicos? Estamos viviendo
una época en que la sociedad está abierta a numerosos cambios y tendencias,
desde la tecnologíahasta las inclinaciones de diferente índole, y no obstante, en
pleno siglo XIX siguen existiendo casos como el del presidente ruso Vladimir
Putin, quien ha declarado que ser homosexual es un crimen contra el estado en
Rusia, que se pena con el ostracismo y te imposibilita para cualquier tipo de apoyo
legal (cf. Larsson, 2012: web). De igual manera los crímenes de odio no han cesado
en países como Estados Unidos, a quien se le considera de lo más progresista.
Si bien estos libros fueron escritos décadas atrás y en nuestra realidad inmediata
no tenemos la experiencia de una dictadura, es necesario resaltar la
deshumanización que traen consigo los regímenes de cualquier tipo, donde lo
último que éstos buscan es gobernar seres humanos sino autómatas desprovistos
de la capacidad de hacer uso desus libertades básicas como la elección de ejercer
como nos plazca nuestra sexualidad. En el caso de Molina y La loca de enfrente, este
186
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pendientedemigracion.ucm.es/info/nomadas/22/marielapeller.pdf
Introducción
Este artículo tiene como objetivo analizar cuatro poemas (La carta, La Voz, El Otro
y Última estación de las ruinas) por el escritor cubano Roberto Fernández Retamar.
Estos poemas narran el yo-lírico sobre el grito de libertad en la guerra civil cubana
que comenzó en el año 1959. Este trabajo se basó a través de la tendencia literaria
postcolonial y de la teoría de Sartre, habiendo una ruptura con el mundo del
colonizador.
Así, los poemas que se analizarán aquí, siguen una orden por la que el autor, en su
proceso creativo, deconstruye para crear, o mejor dicho, re-significa sus
experiencias de sus preocupaciones y permite, a través del texto, el diálogo con el
lector que se está estudiando el texto como un centro de referencia para múltiples
acciones de constitución de significado, incluyendo la acción creadora del autor no
necesariamente mantiene una posición de prioridad.
El ser humano está hecho en las relaciones con otras personas, la naturaleza y todo
el contexto en que se inserta el tema. Los sujetos se construyen en la sociedad con
establecidas relaciones. Para comprender a los seres humanos y su desarrollo
189
Para entender los procesos históricos que serán un tema, de acuerdo con Vygotsky
(1991, 37) "a sus empleados favorecieron el estudio de los signos, sobre todo de los
signos lingüísticos, para la comprensión de este proceso." Los signos dan al niño la
posibilidad de acceso a la colectiva, es decir, aquellos sentidos que se experimentan
y comparten un tema determinado.
Según Sartre (1987, p. 152): "Para nosotros el hombre se caracteriza, ante todo,
mediante la superación de una situación en la que se pone a hacer lo que fue de él,
aunque no siempre reconoce en su objetivación".
190
Sin duda fue uno de los filósofos más influyentes de Europa. Su pensamiento es
muy importante para la historia de la filosofía. La metafísica de Hegel ejerció una
fuerte influencia como ni ultra un sistema filosófico.
Hegel (1995, p.84) afirma que "los africanos no poseen la divinidad o la conciencia
de algo superior, a continuación, excluye el análisis de la razón, porque su modo
de vida es considerado irrelevante por la cultura europea de la época, por lo tanto,
no puede hacer parte del mundo civilizado".
191
Por lo tanto, el importante señalar que el significado político de las obras casi
siempre se pasa por alto. Sería posible llevar a cabo la beca académica de Hegel y
el contenido histórico de la región, "sin tomar en cuenta el hecho de que hay una
conexión explícita en estos escritores clásicos, justificaciones raciales filosóficas y
teóricas de la teoría racional, justificaciones de la esclavitud y la defensa de
explotación colonial". (SAID, 1990, p.25). El objetivo es estudiar cómo estas
representaciones, construido y publicado ensalzando la cultura de los pueblos
europeos, en detrimento de los demás, es decir, el no europeo.
Escapar del eurocentrismo nos lleva a no ignorar la cultura europea, por no hablar
de descalificarla, sino vence con el fin de tener la libertad de criticarlo. Entenderlo
como una forma autónoma de expresión intelectual, pero no puede considerarse
superior a todos los demás pueblos.
Como intelectual europeo del siglo XVIII, Hegel cometió errores al crear
representaciones reduccionistas deloriental. Por lo tanto, es imperativo que los
intelectuales de hoy debe cuestionar la autoridad de tales representaciones. La
cúpula institucional conjunto que todavía lleva a cabo este tipo de representación
que puede ser una de las razones por las que muchas personas tienen una imagen
reductiva de ti mismo.
Un análisis de los poemas (La carta, La voz, El otro, última estación las ruinas),
del escritor Roberto Fernández Retamar con analogía a Revolución Cubana
En julio (1955), 82 cubanos marcharon con Fidel hacia el México, allí se encontró
muchos refugiados cubanos y varios fueron reclutados para el movimiento del 26
de julio. Entre los nuevos miembros fue el médico argentino Ernesto Guevara,
conocido como Che Guevara. La población sufrió de graves problemas sociales a
partir de los poemas escritos por escritores latinoamericanos que fueron tomadas
por estas inspiraciones, en un momento de profunda transformación. Sirviendo
como heraldos de la Revolución Cubana, posicionándose en relación con el
importante tema de los años 40 y 50, incluyendo el fascismo, la Guerra Civil
española y los problemas raciales de su época. Destacando el escritor cubano
193
El libro Vuelta de la esperanza antigua (1959) comienza con las notas para un futuro
poético, la nota de presentación, lo que indica que tal vez hay más poesía que la
circunstancia, la experiencia, y el poema original; continúa con una especie de
Génesis retamareano.
LA CARTA
Hoy llegó la carta del amigo que regresara
A la poderosa ciudad de Santiago.
En un abrumador día del verano nos despedimos.
Lo vi saltar, ligero y jovial, al auto.
Entre oscuras maletas, su mano rauda me sonreía.
Y el atestado carro, de cantarino designio nupcial,
Fue tapado por un ómnibus, por otro,
empequeñecido, ido.
LA VOZ
Qué extraños graznidos de pájaro agonizante,
Qué destrozos, qué revoloteo
Contra las rítmicas jaulas del aire,
Entre deshilachados tangos y sopranos rapidísimas,
Qué borboteo, qué impaciencia
En los rostros que agolpa la febril
Mirada, en la minuciosa mano
Que escruta amorosamente el país
Fragmentario donde, al cabo,
Soliviantando los ojos,
Emerge distante,
Reconocida, familiar, la voz
Que nos anuncia: Cuba libre
EL OTRO
(Enero 1, 1959)
Nosotros, los sobrevivientes,
¿A quiénes debemos la sobrevida?
¡Quién se murió por mí en la ergástula,
quién recibió la bala mía,
la para mí, en su corazón?
¿Sobre qué muerto estoy yo vivo,
sus huesos quedando en los míos,
los ojos que le arrancaron, viendo
por la mirada de mi cara,
y la mano que no es su mano,
que no es ya tampoco la mía,
escribiendo palabras rotas
donde él no está, en la sobrevida?
un contexto sociohistórico. Y es que el colonizador que nos une, que lo hace ver
más allá de nuestras más profundas similitudes de diferencias accesorios.
Basta leer los grandes poemas de Retamar a darse cuenta de que en ellos se
encuentran en el acto metafórico de la escritura misma, esta inauguración de la
realidad, el misterio de su transparencia, hecha en nombre de todos, con la
autoridad que le da el derecho de dominio cautivante de todo lenguaje y su propia
capacidad de decir la íntima como una experiencia colectiva, o viceversa.
Consideraciones finales
Este trabajo tuvo como objetivo hacer una analogía entre los poemas analizados del
escritor cubano Roberto Fernández Retamar con los acontecimientos de un tiempo
vivido por la Revolución cubana, como la cultura, la política y social de un pueblo
oprimido, lo que generó un movimiento revolucionario popular.
Bibliografía
HISTORIA, LITERATURA Y
GÉNERO
199
Introduccion
La emergencia de las mujeres como grupo social con una voz propia que hacer oir
en los debates planteados al conjunto de la sociedad tradicionalmente se había
identificado como un hecho característico del mundo contemporáneo. La moderna
historiografía como dice Capel y ―sobre todo los avances en los estudios de
mujeres, feministas y de género están mostrando que el proceso señalado hunde
sus raíces en etapas anteriores, donde cabe encontrar voces femeninas
pronunciándose acerca de los más variados temas y reivindicando una nueva
valoración para su sexo‖115
Las voces femeninas se han dejado escuchar bastante poco a lo largo de los siglos
fuera de los ámbitos más o menos domésticos en donde, mas se les oye que se les
escucha. No obstante, a lo largo de este siglo la voz y la palabra escrita por mujeres
han logrado irrumpir casi violentamente en los espacios antes reservados a la
opinión masculina116. Esta presencia cultural femenina resulta particularmente
importante en el campo de la literatura ya que es aquí donde, de manera
privilegiada se establece una suerte de dialogo interpersonal e incluso
internacional que, buscándolo o no, logra que se creen nuevos consensos en torno a
la condición de las mujeres y en torno a la condición humana en general. Las
colombianas que escribieron en la prensa como plantea Pinzón, registraron a través
de la palabra escrita un nuevo lugar que se estaba construyendo para ellas y así lo
defendieron.117 Ángela Robledo afirma que la ―escritura femenina implica asumir
un hecho básico de la cultura, las mujeres conciben el mundo de manera diferente
a los hombres. Indagar sobre lo no dicho en una cultura y un país en el cual las
mujeres han hecho de todo pero siempre al margen de lo que se considera grande e
importante es una apuesta subversiva‖118.
115 Capel Martínez, Rosa. Prensa y escritura femenina en la España Ilustrada. Fundación Ortega y
Gasset. Universidad Complutense de Madrid, 1999, pp 2.
116 Pastor, Marina. Otramente. Escritura y literatura feministas., México. Fondo de Cultura Económico,
La realidad sociopolítica en que fue producida la literatura femenina del siglo XIX,
explica en gran parte los temas y modelos que predominaban en las escritoras, que
en su mayoría pertenecían a las elites neogranadinas120. Después de la
Independencia de la Nueva Granada de España la mayor parte de la producción
literaria fue escrita por los hombres que subieron al poder es decir la elite criolla.
Como señala Flor Rodríguez "la escritura de ficción estuvo controlada por los
hombres hasta la 1850 tanto en su producción como en su temática puesto que
muchos de estos escritores eran, a la vez eminentes políticos, líderes militares y
literatos"121.
A partir de 1850, es decir la mitad del siglo XIX irrumpen las mujeres con su
producción literaria. La mayoría de ellas eran de familias de tradición literaria, de
clase alta, con una educación privilegiada, hablaban dos y tres idiomas, y habían
recorrido el mundo acompañando a sus esposos o en condición de hijas de
prestantes diplomáticos y políticos de los partidos liberal y conservador. Ellas se
mostraron capaces e interesadas en escribir de los temas de la época como son; la
patria, la familia, la religión, el amor, y el matrimonio, través de una variedad de
géneros que incluyen la novela, el cuento, la poesía, el ensayo, el teatro122. Muchas
de ellas sus escritos aparecen en los periódicos de las capitales de las provincias.
Rodríguez (eds) ¿Y Las mujeres? Ensayos sobre la literatura colombiana. Universidad de Antioquia,
Medellín, 1991, pp. 110-111
122 Dejong Jana Marie, Op Cit, p. 138.
201
Para el siglo XIX son muy pocas las mujeres que se encuentran vinculadas a la
escritura y también son escasos los trabajos sobre escritoras mujeres. Isidoro
Laverde en su Bibliografía Femenina125 hace alusión a Josefa Gordon, María
Martínez de Nisser, María Josefa Acevedo y Gómez, Eva Ceferina Verbel, Agripina
Samper de Ancizar, Bertilda Samper Acosta, Espinosa de Rendón, Waldina Dávila,
María Montes del Valle, todas ellas fueron colaboradoras de Periódicos como La
Caridad, El Iris, El Rocío, La Familia, El Vergel Colombiano, El Hogar, La Mujer,
Biblioteca de Señoritas, La Familia, La Guirnalda, La Luz, El Mensajero, El Deber, La
Velada126.
De Josefa Gordon de Jove se sabe muy poco, Soledad Acosta se refiere a ella en La
Mujer en la sociedad Moderna en los términos siguientes:
"Olvidada en gran parte por sus conciudadanos, Josefa Gordon de Jove nació en Cartagena
de Indias en 1776, emigro a Caracas donde murió en 1850. Se distinguió por su cultura, su
123 Buenahora Guiobanna Las publicaciones dirigidas al ―bello sexo‖ y la educación femenina en Cartagena,
1871-1893. Tesis pregrado Lingüista y Literatura. Cartagena, Universidad de Cartagena. 2001, p. 2.
124 Buenahora Guiobanna, Op cit, p.1
125 Laverde Isidoro. ―Bibliografía Femenina‖. Revista Literaria No 3. Bogotá, 5 de marzo de 1893, pp.
642-651
126 Bermúdez Susy. El Bello Sexo. Mujer y familia en el Olimpo Radical. Ediciones Universidad de los
Andes, Bogotá, 1993, pp. 181,183. Dejong Jana Marie Op Cit, pp. 142,143. Buenahora, Op cit, p. 2.
202
instrucción y por las poesías que compuso, algunas de las cuales se publicaron y la mayor
parte quedo inédita"127
127 Acosta de Samper, Soledad: La mujer en la sociedad moderna. Paris, Garnier Hermanos, 1895, pp. 3-
4
128 Martínez de Nisser María. Diario de los sucesos de la revolución en la provincia de Antioquia.
Medellín, Imprenta La Nación, 1843.
129 Rodríguez Arenas Flor. Op cit, p. 95 y Dejong Jana Marie. Op cit, p. 139.
130 Acevedo y Gómez María Josefa. Cuadros de la vida privada de algunos granadinos. Bogotá, Imprenta
Rivas, 1857.
131 Acevedo y Gómez María Josefa. Oráculo de las flores y de las frutas. Bogotá, 1857. Acevedo y
Gómez María Josefa. Poesías de una granadina, Bogotá, 1854. Ensayos sobre los deberes de los casados.
Bogotá, 1844. El amor conyugal en Biblioteca de señoritas, Enero 5 de 1858. Acevedo y Gómez María
Josefa. Tratado sobre economía doméstica para el uso de las madres de familia i las amas de casa, Bogotá,
1848.
132 Gómez Restrepo, Antonio. La literatura colombiana. Nueva York, Paris, Bogotá, Imprenta
Entre las escritoras de la segunda mitad del siglo XIX vale destacar a Soledad
Acosta de Samper (1833-1913)135 fundadora y directora del periódico La Mujer en
su interés por resaltar la escritura femenina escribía:
"En primer lugar empezaremos por anunciar que no escribirían en ella sino mujeres, y en lo
posible se tratara de que sean solo colombianas y sudamericanas. Hay en Inglaterra,
Alemania y Francia y en Europa muchos periódicos redactados publicados e impresos solo
por mujeres, igual en estados unidos de Norteamérica, pero no tenemos noticia de empresa
igual en Hispanoamérica. Tócanos a nosotras, pues, el haber iniciado en Bogotá esta obra, el
haber abierto este camino a nuestra literatura".136
―La lectura de las biografías de hombres grandes y virtuosos es excelente pero esta nada
enseña a la niña para su propia conducta, y la mejor para la joven de estos países será
aquella que le presentara ejemplos de mujeres que han vivido para el trabajo propio"144.
Ya en 1878 en la revista Mujer resumía las ideas de Carolina de Barrau al decir que
la fuerza moral de la mujer se desarrolla con la educación, el acopio de
conocimientos útiles, la instrucción, que le procuran los medios para cumplir con
sus deberes diarios145. Su indagación sobre el problema de la educación femenina
también se manifiesta en la Novela de Cuadros y Costumbres de la vida
suramericana.
Vanderhaeghen, 1869.
142 Otero Muñoz, Gustavo. "Soledad Acosta de Samper". Boletín Cultural y Bibliográfico, No 7, Banco
La revista La Mujer servirá de base para este apartado por ser la de mayor tiempo y
frecuencia de publicación, y en la que desarrolló más profusamente sus
apreciaciones sobre los géneros. Esta fue una publicación quincenal que circuló en
nuestro país entre septiembre de 1878 y mayo de 1881. Su objetivo fue expresado
claramente por la directora en un artículo titulado ―Prospecto‖:
"La Mujer será un órgano dedicado al bello sexo y al bien y servicio de él bajo todos los
aspectos. No solamente procuraremos agradar a la mujer sino que nos esforzaremos
principalmente por consolarla en sus penas y amarguras. Alentarla en el cumplimiento de
sus obligaciones y procurarla (...) un corto solaz en medio de la vida de arduos deberes
íntimos y ocupaciones domésticas"146.
Para Soledad Acosta era muy importante la educación de las mujeres de las clases
pobres y eso lo expresa cuando planeta que debía tener dos componentes; uno
moral y uno práctico: ―Dar instrucción útil, dar buenos principios de moralidad,
dar una religión que sirva de freno a las pasiones y consuelo en sus desgracias y
darla (sic) una industria que la proporcione los medios para subsistir‖149. Las
ciencias y las artes eran exclusividad de la clase alta; por eso no estuvo de acuerdo
con la política educativa promulgada por los gobiernos liberales y atacó
146Acosta de Samper, Soledad. ―Prospecto‖. En: La Mujer. Vol. 1, No. 1, septiembre de 1878. P. 1.
147 Nuñez Espinel Ángela. Concepciones de lo femenino y masculino en Soledad Acosta de Samper. Tesis
de Grado Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, 2000.
148 Nuñez Espinel Ángela. Concepciones de lo femenino y masculino en Soledad Acosta de Samper. Tesis
La causa del inconveniente era que el Estado quería educar señoritas elegantes y
científicas que luego serían cocineras y aplanchadoras, y este contraste, entre lo
que les enseñaban y su vida151, las desesperaría y tendrían que entregarse a los
vicios y los crímenes152. Su ideal era una educación que permitiera a las pobres,
―aprender a leer, escribir, contar, algo de gramática y ortografía y costura, lavado,
aplanchado, arte culinaria e higiene para que puedan ser madre de familia
laboriosas y servir en las casas‖153.
Para ella ―la idea de que la mujer no debería tener una industria y sólo adornar la
casa del marido, sólo sirve para degradar el sexo femenino y pervertirlo, pues en
tiempos pasados nadie decía que no debía tener una industria‖154. Debía seguirse
el modelo europeo donde había mujeres en todas las profesiones, por eso desde la
revista alentó a sus congéneres para que se decidieran a seguir una profesión y se
mantuvieran firmes en su resolución pese a los obstáculos155.
150 Acosta de Samper Soledad. ―La instrucción pública en Cundinamarca ―. En: La Mujer. Vol.1.
No.6, noviembre 25 de 1878. pp. 125 - 127.
151 Aguirre, Beatriz. ―Soledad Acosta de Samper y su perfomance narrativo, 2000, p. 22.
152 Acosta de Samper, Soledad. ―La educación de las hijas del pueblo‖. En: La Mujer. Vol.3, No.26,
octubre 1 de 1879. p. 17
155 Nuñez Espinel, Ángela. Concepciones de lo femenino y masculino en Soledad Acosta de Samper. Tesis
Soledad Acosta de Samper al deber ser femenino, trato de incorporar la idea que la
mujer debía ser útil y más independiente. No podía ser simplemente ornato de la
sociedad, sino que debía estar preparada para administrar los bienes de su familia
o ganar su sustento en caso de quedar viuda o desamparada, debería ocupare de
los hijos, por eso va a insistir en una educación practica sobre todo en las jóvenes
pobres, tener una educación útil. La estrategia adecuada para lograrlo era mayor y
mejor instrucción, y por eso desde la revista emprendió una campaña bastante
enérgica en favor de la educación de la mujer de todas las clases sociales. Tal
educación no podía hacerla olvidar de sus deberes sino convertirse en una
herramienta para cumplirlos mejor.
Otra escritora cuya obra también se desvía de los patrones establecidos es Waldina
Dávila de Ponce (1820-1900) en su cuento Los próceres158 se enfoca en las viudas de
los héroes de la Independencia, por encontrarse solas, con hijos, sin medios
económicos y se ponen a trabajar. Publico otras novelas El trabajo (1884), La luz de
la noche (1891) La muleta (1892). Herminia Gómez Jaime de Abadía (Tunja (1861-
1926) se destaca por una tendencia religiosa y patriótica sus novelas Dos religiones o
Mario y Frinea, El ultimo día de Aquiminzaque, Bajo la Bandera las tramas están
atravesadas por el tema religioso y la conversión al cristianismo y la exaltación al
patriotismo159. Otra narradora es Pomaina Camacho de Figueredo (1814-1879) de
quien se conoce solo una novela Escenas de nuestra vida160 . Otras que también
aparecen Evangelina Correa de Rincón (1846-1900), María Mercedes Victoria,
1873.
208
Seguramente en el siglo XIX existieron más poetas y narradoras que siguen siendo
desconocidas. Varios factores estarían mercando esta situación tales como: "su
clase social, el uso de seudónimos, la falta de acceso a vías de publicación, y
escasez de investigaciones. Señalar que lo casos de escritoras en el siglo XIX, son
los inicios de visibilizar la voz femenina en la literatura colombiana aunque en
algunas sea un refuerzo de lo que era la imagen de la mujer, la madre, la hija y la
esposa en este momento.
Desde la segunda mitad del siglo XIX en Colombia, las mujeres de la élite habían
comenzado a mostrarse inconformes debido a la precaria condición y la carencia
de educación, que iba en aumento por las restricciones basadas en el género. Ellas,
señala Norma Villarreal, en "especial las que habían alcanzado cierto nivel
educativo, veían en la educación una frontera entre la subordinación y la
liberación"162
"Es lamentable el estado de ignorancia que reina en el bello sexo. Lejos estoy de hacer
inculpaciones a la mujer que en tamaña oscuridad se encuentra, más sí a los que no han
sabido dar impulso que pudieran ofrecer un brillante porvenir a la patria, por sus buenas
capacidades, desgraciadamente oscurecidas o viciadas. La mujer no puede solo manejar la
161 Dejong., Jana Marie Mujeres en la literatura del siglo XIX. En: Velásquez., Magdala (Ed) Las
mujeres en la historia de Colombia. Editorial Norma, 1995, pp. 137-140. Jaramillo, Mercedes y Betty
Osorio. Escritoras colombianas en el siglo XIX. En Velásquez, Magdala (Ed). Las mujeres en la historia
de Colombia. Editorial Norma, 1995, pp. 158-161. Rozo-Moorhouse, Teresa. Las mujeres y la poesía.
En: Magdala Velásquez (Ed). Las mujeres en la historia de Colombia. Editorial Norma, 1995, pp. 213-
220. Patricia Londoño. ―Publicaciones periódicas dirigidas a la mujer 1958-1930‖. En: Boletín
Cultural y Bibliográfico, No 23, Bogotá, Banco de la República, Bogotá, 1990.
162 Villarreal., Norma Género y clase. Participación política de las mujeres colombiana. XI Jornadas de la
casa y atender los quehaceres domésticos, papel ridículo, ellas deben educarse para jugar
un papel significativo en la sociedad moderna y responder los retos de hoy" .164
"Es considerada inferior sociológica y fisiológicamente por el hombre quien es el que legisla
a su favor. Por tanto la mujer tiene doble motivo de rebeldía en la doble tiranía que
sufre"167
"La mujer está llamada a grandes destinos de los que nos ha cabido en suerte. La mujer en
proporción a su talento y al mayor grado de cultivo de su inteligencia, está en capacidad de
desempeñar muchos puestos y de hacerlo con gran competencia" 168
164 Uribe, Fita ¿La educación de la mujer necesaria? El Correo Liberal, Medellín, enero 7 1930, p. 3.
165 Jaramillo, Mercedes y Betty Osorio. ―Escritoras del siglo XX‖. En: Velásquez Magdala (Ed). Las
mujeres en la historia de Colombia, Norma Editores, Bogotá, 1995, pp. 158-211.
166 Jaramillo, Mercedes y Betty Osorio, Op Cit, p. 167.
167 Luna, Clara. "La mujer oprimida". La Humanidad, Bogotá, Julio 5 de 1925.
168 Eatsman, María. Educar a la mujer. El Correo Liberal, Medellín, octubre 19 de 1924.
210
Otras mujeres destacadas fueron María Cano (1930), María Eatsman,(1931) Fita
Uribe Fabiola Aguirre de Jaramillo, Olga Salcedo de Medina(1926), Blanca Isaza de
Jaramillo, María Cárdenas Roa (1924), Cleonice Nanetti (1923).170
169 Santamaría de González, Teresa Letras y Encajes. Medellín, Julio 2, 1925. y Pedro Pérez.
Embelecos de bachilleras. El Conservador, Medellín, agosto 3 de 1925
170 Mercedes Jaramillo y Betty Osorio. Op Cit, p, 3. Escritoras antioqueñas. El Espectador, Bogotá,
Enero 2 1924, p. 4.
171 Rozo-Moorhouse, Teresa. Las mujeres y la poesía. En: Velásquez, Magdala. (Ed) Las mujeres en la
Es posible que la mujer de la élite vivencie espacios para sí misma, pues comienza
a ser reconocida su escritura. Tal es el caso de Concepción Jiménez de Araujo, más
conocida en la literatura regional como Mary Faith176, quien en su condición de
esposa de Antonio Araujo, dueño y director del periódico El Porvenir ―se dedicaba
a la poesía, el cuento, la escultura, leía literatura romántica. Su nieto recordaba que
leía a George Sand, Barbara Kartland, Charles Dickens, dos de sus novelas las
publicaron en España y Argentina. Era una mujer especial, excepcional, en
tiempos en que el común de las mujeres no escribían y poco leían Ella había
viajado por Europa y Estados Unidos‖177. Otras mujeres que escribían para El
Porvenir eran Rosa Amelia de Delgado y Violeta del Valle, ambas esposas de
personalidades reconocidas en la ciudad y vinculados a los periódicos de la ciudad
como Camilo Delgado y Jacobo del Valle178.
Consideraciones Finales
176 Mary Faith: Ideas y sentimientos, Tipografía de Vapor de Araujo, Cartagena, l901.
177 Entrevista realizada al maestro Enrique Grau, nieto de doña Concepción Jiménez de Araujo
(1852-1929) Hija de una familia acomodada de la ciudad, sus hermanos y tíos estudiaron en estados
Unidos y Europa. Ella desde muy niña también viaja al exterior lo que le permite acercarse a un
mundo que otras mujeres de su condición y clase no tuvieron acceso.
178 Valiente, Francisco., Cartagena Ilustrada, Cartagena. Francisco Valiente e Hijos Editores. 1911, p.
89.
212
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216
Danaé Michaud-Mastoras
Université de Montréal
Introducción
¿Por qué Juana Manuela Gorriti hace esta reflexión, que surge de la nada el 30 de
noviembre de 1890, en torno a la función del historiador?¿Por qué tal discurso se
encuentra así, sin más explicaciones, casi al final de Lo íntimo? ¿Estima Juana
Manuela Gorriti que los historiadores han fallado en su misión de contar el pasado
por carecer de pensamiento crítico? ¿Nos está concientizando sobre la importancia
de desconfiar del discurso oficial de la Historia? ¿Nos está diciendo que todo es
manipulación histórica y, por lo tanto se quiere convertir ella misma en
historiadora de su propia existencia para restablecer la verdad y así ―trazar el
camino de la humanidad en el porvenir‖? Difícil de contestar en su lugar. Sin
embargo, trataré de dar unas interpretaciones plausibles a la naturaleza de su obra
autobiográfica poco convencional en su forma, caracterizada por una escritura
dialógica compleja, híbrida179 y caótica180.
179 Lo íntimo es una mezcla de recuerdos, anécdotas, pensamientos, relatos, cartas, conversaciones,
notas sobre sus producciones literarias, críticas de libros…
180 No escribió de modo regular. Por ejemplo, no hay ninguna entrada para los años 1880 y 1891.
217
―Algunos días más y la luz se apagará para siempre…‖ (2012: 132), anuncia Juana
Manuela Gorriti al cerrar el último libro de su vida, el 25 de octubre, y tal como lo
había predicho, muere el 6 de noviembre. Lo íntimo (Lima, 1874 – Buenos Aires,
1892) se corresponde con los dieciocho últimos años de vida activa de la escritora
sudamericana más popular de su época quien viviera de su pluma hasta el final,
infatigable, a pesar de una delicada salud, realizando una verdadera carrera contra
el reloj. En efecto, Lo íntimo representa la urgencia de escribir para contarse y
publicar, representa el combate cotidiano contra el olvido, la lucha constante por el
reconocimiento de una gran nómada que, poco a poco, se está preparando para el
viaje eterno. El diario de carácter didáctico da muestra de la determinación de
Juana Manuela Gorriti a ser actriz de la historia, y no figurante sin más,
rehuyendo, dentro del patriarcado, de una existencia normativizada. Constituye
una ventana abierta a la experiencia de una mujer que, a través de sus actividades
intelectuales, ha logrado conquistar un espacio público normalmente reservado a
los hombres y eso, a pesar del gran peso de su pasado.
218
Asombra verme salir de zambullones terribles, que diariamente matan a tanta gente joven,
con una fortaleza que parecería milagrosa, si no tuviera causa muy natural la prolongada
lactancia.
Engolosinada con este primer alimento de la infancia, hasta la edad de siete años,
merodeaba no sólo en los pechos de mi madre la leche que daba a mis hermanos menores,
sino en los de mi hermana y de las criadas, en perjuicio de los hijos que amamantaban.(15)
Así la leche materna la habría protegido, inmunizado contra las grandes desgracias
encontradas en su largo camino. El ―primer alimento de la infancia‖ dado de
manera prolongada la habría salvado milagrosamente, según ella, pero al mismo
tiempo, le habría transmitido una moralidad dudosa, unos vicios como la
desobediencia, la indisciplina,al provenir de varias madres de leche (de su madre
biológica, de su hermana Juana María y de las criadas). (D‘Oliveira 2001: 17). De
ahí habría nacido su carácter rebelde. De hecho, desde muy joven, Juana Manuela
Gorriti se habría mostrado salvaje, rebelde, resistente, indómita frente al sistema
disciplinario: los recuerdos de su afrenta con su tía abuela mamá Dolores y con su
madre, la servidumbre y el padre Guzmán, por ejemplo, lo atestiguan,mostrando
su capacidad sin límites para desafiar la autoridad,y para cumplir sus deseos más
profundos.
181Explica en el prólogo: ―Huyendo del intolerable YO, eliminé de mis libros y hasta El Mundo de los
Recuerdos muchos sucesos inseparablemente ligados al enfadoso pronombre, resuelta a pasarlos en
silencio, por más que anhelara confiar a un oído amigo, gratas o dolorosas memorias.‖ (Gorriti
2012: 15)
219
Por lo tanto, la vida heroica de los Gorriti se resume a una vida de sacrificios y de
privaciones en nombre de los suyos: un compromiso tan grande que les merecerá
aparecer en la lista de proscritos y los condenará al exilio eterno en el caso de José
Ignacio, el padre de Juana Manuela, de Juan Ignacio e Isabel Gorriti, sus tíos;un
destino injusto que toda la familia Gorriti sufrirá como bien lo significa este
fragmento de una carta de Rafael, uno de los hermanos de la autobiógrafa: ―[…]
nosotros, los que quedamos, restos infelices del tremendo naufragio, no tenemos
otro partido que tomar sino el de la resignación; inclinar la cabeza y sufrir los
golpes, ése es nuestro patrimonio: suframos, pues, resignados, ya que la
resignación es meritoria.‖ (Gorriti 2012: 28) Palabras que manifiestamente
comparte su hermana, publicándolas en Lo íntimo y volviendo varias veces sobre el
tema. Por ejemplo, el cuento espantoso del Castillo de Miraflores (94-96), que pone
en escena a su padre y a unos aparecidos, será un pretexto para abordar de nuevo
la fatalidad que alcanzó a su familia: José Ignacio Gorriti pensaba terminar sus días
en el Castillo de Miraflores182, antigua reducción que había comprado al Estado.
Sin embargo, como le ocurrió a los jesuitas de la expulsión de 1767, le fue
confiscado y conoció el mismo destino de destierro, lo que Juana Manuela Gorriti
denuncia, exclamándose al concluir el relato de tradición oral183: ―El castillo yace
allí en ruinas, las tierras en poder de un extraño y mi padre, el viejo veterano, ¡no
tuvo un solo día de reposo hasta aquel en que descendió a descansar, eternamente,
182El Castillo de Miraflores ―[h]abía sido construido por los indios de la reducción bajo la dirección
de la poderosa orden de los jesuitas que lo plantearon en ese paraje selvático como fortaleza que
contenía las invasiones de los indios del Chaco y como importante centro de producción agraria
donde se cultivaban el trigo y la uva y se criaba el ganado.‖ (13-14)
183 Juana Manuela Gorriti cuenta: ―[l]a historia del Castillo de Miraflores es una de las mil
espantosas consejas que a su respecto sabían las gentes de la comarca, y que yo, cuando aún lo
habitábamos, antes de aquel soplo devastador de la guerra civil lo convirtiera en ruinas, he oído
referir a las viejas en las noches de luna, bajo los árboles de las vecinas cabañas.‖ (94) Lo íntimo
demuestra la contribución de la familia Gorriti en la historia nacional así como en la tradición oral a
través del cuento fantástico sobre el Castillo de Miraflores que incluye en su libro. En efecto, como
lo indica Terrón de Bellomo, con este cuento Gorriti quiere ―insistir en la idea del sufrimiento de la
patria por las guerras intestinas‖ (1999: 289) y, así, criticar ―la violencia política como fuerza que
irrumpe y destruye el ámbito familiar‖. (294)
220
Recordar esta conseja fantástica es una manera de salvar a los Gorriti del olvido, de
hacerlos entrar en la leyenda nacional así como de acusaral gobierno tiránico
deJuan Manuel Rosas, responsable de su desdicha, y a quien más de una vez lo
criticará bajo diferentes formas184. Incluir este cuento popular es una manera de
pedir reparación para una familia protagonista de la Independencia que merece
ocupar un lugar importante en la memoria colectiva. Al mismo tiempo es una
manera, para la autora, de manifestar, de modo indirecto, su propia identidad
caracterizada, entre otros, por su compromiso social, su perseverancia y su
patriotismo y mantener con mucho orgullo el apellido Gorriti, este linaje de héroes
admirables.Ella misma se convertirá en una figura heroica, siguiendo las huellas de
su prestigiosa familia. Tomará parte en diversas luchas, defendiendo ideales de
justicia y libertad, por lo que será condecorada, recompensa que luego
redistribuirá a la patria185, siempre pensando en el porvenir de los suyos.Lo
íntimorelata entonces la historia pasada y elmomento presente de los conflictos
bélicos de tres naciones flamantes de Hispanoamérica a través de la mirada crítica
de Juana Manuela Gorriti. Además, es la ocasión, para la autobiógrafa,de emitir
opiniones sobre temas como la ―doble cara‖ de la Doctrina Monroe y Estados
Unidos, un gran país que a la vez admira y temepor su ―egoísmo nacional
superlativo. Todo por ellos, todo para ellos‖ (58), afirma ella. También, comentar la
actualidad política es un pretexto para subrayar de modo astuto un hecho que
parece molestarla, tratándose de la situación en Perú:
Aquí también el elemento político empieza a agitarse; terribles luchas se preparan para
Febrero y el aspecto de los clubs, los meetings y las asambleas populares anuncian
deplorables y sangrientos sucesos.
En medio del vaivén social, he hecho una observación: las mujeres no se mezclan aquí para
nada en la política. Hablan de ella con la más desapasionada tranquilidad y conservan
amistosas relaciones de salón con los antagonistas de sus hermanos y esposos.
El otro día hice esta misma observación a una amiga mía.
184 Pensamos, entre otros, en la historia de la vajilla de los antepasados (123-124) y en este pasaje de
Lo íntimo (48-49), en el que reproduce un diálogo que tuvo lugar entre ella, su prima y la hermana
del dictador en torno al gobierno Rosas que hizo decir a su prima: ―[…] quizá la tiranía sea la
aplicación del tratamiento necesario a un caso de patología moral. Un país que está mortalmente
enfermo necesita operaciones dolorosas. ¿Cómo llamaremos al que la practica: Tirano o salvador?‖
Y a este comentario de contar la autobiógrafa: ―Aún (sic) en broma, aquella doctrina era tan atroz
que la misma hermana de Rosas la castigó con un abanicazo.‖ (49)
185 Para el reemplazo de una nave peruana destruida, ofreceráal Obispo Bandini su medalla de
-Es necesario -respondiome-verter una gota de miel en ese terrible acíbar; si nosotras
azuzáramos a los nuestros, se devorarían.
Yo hallé en ello dulcísima razón.
¡Cuán bueno y adorable es el corazón de la mujer! Puedo hablar así, sin que se me tache de
alabanciosa, pues, según Ricardo Palma, las viejas no somos mujeres… (74)
-Vengo edificando –entra diciendo el poeta Villarán- con la sabiduría de la estrofa que
acaba de oír a un cantor callejero:
La mujer que a los treinta
186 Trabaja sin parar según sus dichos: ―Una vez que se ha entrado en el camino de las letras, es
necesario marchar, marchar siempre. Nada de reposo. Todo descanso parece una deserción.
Además, nada consuela en las penas de la vida, como este paréntesis que la pluma nos impone en
medio del trabajo. Cuando, acabadas las clases, con la mente abrumada de fatiga me refugio en el
rinconcito donde está mi carpeta, paréceme un oasis delicioso que brinda sombra, frescura y
melodía.‖ (39) Así que procede a contar en la última obra de su vida sus veladas limeñas (38-43, 75),
sus lecturas (47-48, 64-66, 72-73, 79-80, 82, 85-86, 88, 90, 91, 96-98, 106, 108), sus trabajos literarios
(Perfiles Contemporáneos y Salta, 78, 98, 108, 122; La tierra natal, 89, 122; Cocina Ecléctica, 92, 98, 108; El
mundo de los recuerdos, 122; Oasis en la vida, 122; Lo íntimo, 108, 122, 129-130; Veladas literarias, 123;
proyecto de escritura con Cabello y Matto, Los dos Senderos, 131).
187 Por ejemplo, menciona a las autoras Carbonera, Buendía (39), Mercedes Belzú de Dorado (40),
No tiene novio,
Ya puede echarle llave
A su escritorio.
-Al contrario –repuso Josefina O., grande inocentona- es precisamente en ese tiempo y en
ese caso que yo abriría de par en par la puerta de mi escritorio y empuñaría la pluma y la
haría trabajar sin descanso.
Villarán la miró con tamaños ojos y haciendo un ademán de dominusvobiscum:
-Oh, riquísima idea, -exclamó- ¡me ha inspirado un catorceno! (49)
En este pasaje Juana Manuela Gorriti describe todos los obstáculos a los que deben
enfrentarse las mujeres de esta época para lograr escribir: una vida mundana
frívola, una vida de ángel del hogar, una vida siguiendo la doxa, lo que critica
fuertemente, creyendo en el impacto de sus palabras sobre sus amigas escritoras.
188Quizás por compartir una misma pasión, la autobiógrafa consagra varias páginas a Mercedes
(31-33, 38, 53-54), quien demostró muy joven talentos en escritura, escribiendo a la edad de 8 años
dos novelas: ―[…] a la edad de ocho años, Mercedes escribió dos novelas: Vellón de Cordero y Diente
de Lobo y Un Verano en Chorrillos que ella apellidaba novelas y eran sólo, el primero, el recuerdo de
la perversidad de una compañera de colegio y el segundo, plácidas escenas de la vida de los indios
223
solicitada y consultada por todos lados hasta sus últimos días 189. Por ejemplo,
recibirá ejemplares en prueba190 o novelas recién publicadas tales comoBlanca Sol y
Las Consecuencias de Mercedes Cabello para las que hará un sermón191. Para la
primera novela, la autobiógrafa escribe:
Probablemente me tendrá a mal esta franqueza que ella provocó pidiéndome opinión sobre
el libro. No me canso de predicarle que el mal no debe pintarse con lodo sino con nieblas. El
lodo hiede y ofende tanto al que lo maneja como a quien lo percibe.
Además se crea enemigos, si incómodos para un hombre, mortales para una mujer.
El honor de una escritora es doble: el honor de su conducta y el honor de su pluma. (90)
Después de Blanca Sol, yo le advertí que tuviera cuidado con las represalias.
Un hombre puede decir cuánto le dicte la justica: el chubasco que le devuelvan caerá a sus
pies sin herirlo.
No así una mujer, a quien se puede herir de muerte con una palabra… aunque sea ésta una
mentira.
Creo que no le gusto la advertencia, pues, nada me contestó. Desde entonces me he
impuesto silencio. (106)
que habitaban los ranchos de un pueblo, convertido después en una ciudad de espléndidos
palacios.‖ (31-32) Mercedes Belzú de Dorado participará en sus veladas literarias.
189 El 15 de septiembre de 1892, escribe: ―Si no fuera este fiero dolor que me aqueja sin descanso,
habría de charlas como una cotorra y referir muchas cosas de la sociedad. Pero cada día me
encuentro peor y el ¡ay! es mi aliento. Me están cayendo pedidos de todas partes para escribir en
periódicos que deben salir el doce del entrante Octubre en las fiestas de Colón. Yo contesto: no, no,
no… Hoy quisiera compaginar algunos originales de Lo íntimo para darlos a la copia… Tengo que
llenar muchos, muchísimos vacíos, entre ellos, no sé si lo podré hacer. Tal es el estado de mi
postración… Al menos sirvan los avisos que os deje a señalaros el camino en el piélago de la vida.‖
(130)
190Pensamos por ejemplo en Días amargos de su amigo Santiago Vaca Guzmán, ―un estudio
psicológico profundo y de alta enseñanza‖ (120) que Juana Manuela Gorriti comenta brevemente.
191 En cuanto a la novela Blanca Sol, ―indigna de la pluma de cualquier mujer, mucho más de una
persona tan buena como ella‖, dirá: ―Creo, y casi tengo la certeza, pues poseo en la mano un hilo
conductor: pienso que una influencia mal intencionada ha empujado a este desaguisado la pluma
candorosa de Mercedes y por eso le he escrito un sermón. Y a las protestas que en su carta, al
enviarme el libro, hace de no haber retratado a nadie, dígole: ¡Bendita criatura!, ¿quién va a
desconocer la semejanza de esos dibujos? Ahí están el padre de las propinas, el marido bien
retratado, la mujer con tanto encima, las viejas marras, el enamorado con las deudas pagadas a
condición de despejar el campo. Todos… y… ¡horror! ese epílogo, lúgubre predicción de
abajamiento, miseria y desastre!‖ (90) Y, en Las Consecuencias, ―más que en Blanca Sol, apalea al
mundo entero. Y no así como se quiera sino con más valor aún que Zola: no se detiene en las bajas
esferas; se sube a las etéreas y la emprende a palos con los astros. ¡Qué levantamiento de faldas a las
señoronas de las sociedades piadosas! ¡Qué azotainas a los clérigos!‖ (106)
224
Según Juana Manuela Gorriti, estas novelas son ―la exposición del mal sin que
produzca ningún bien social‖(90) además de ser una amenaza a la reputación de la
propia autora: son el productode una pluma indigna de una mujer, peor que la de
Émile Zola, y que le podría ser fatal. En estos fragmentos, la autobiógrafa se
muestra de acuerdo con el discurso social que dice que la mujer debe ser guardiana
de la fe y de la moral. Aun a través de la escritura, queda su misión. Marca aquí
una distinción clara entre la escritura femenina y masculina. No obstante, a los
jóvenes fundadores del diarioEl Derecho de la Mujer, Mohr y Llanos, que la visitan
para pedirle su opinión sobre su nueva publicación periodística, les aconseja:
Hijos míos, no edifiquéis sin cimientos. Decid a las mujeres: Ilustraos cual lo hacen los
hombres; estudiad, adquirid los conocimientos necesarios para usar de nuestros derechos,
que nadie os contesta; y que cuando los queráis tomar, estén en vuestra mano. Pero
desterrad de vuestra vida las fruslerías a que la consagráis; aprended y heos entonces, sin el
permiso de nadie, en la posesión y el goce de vuestros derechos ¡Derechos! –Concluí riendo
con aquellos jóvenes, que eran ya mis amigos-. ¿Creen ustedes, hijos míos, que la mujer
tiene para mandar el mundo necesidad de que se los declaren? ¡Bah! Todos saben bien que
desde el fondo de su alcoba, lactando a su hijo y arreglando el banquete para el esposo,
ordena la confección de las leyes y la caída de los imperios. ( 63)
Conclusión
Juana Manuela Gorriti siente que ha llegado la hora para ella de ―dejar a los
jóvenes el campo de acción‖ (121), orientándolos y, en cierta medida, Lo íntimo
puede constituir una guía, por ejemplo, para cualquier persona interesada por
hacer su entrada en el mundo de las letras y, particularmente, las mujeres por las
que reivindicasu igualdad ante el hombre. En efecto, su obra íntima se ve
constituida por varias lecciones tomadas de su experiencia de mujer intelectual
primero consagrada en Perú y luego reconocida en Argentina.El motor de su vida
radica indudablemente en la escritura que, con todas sus actividades
socioculturales, le permite sobrevivir a tristes acontecimientos como la pérdida de
seres queridos, así como a graves enfermedades como el cólera, el tifus y la fiebre
amarilla (110). En 1889, confiesa que le gustaría consagrarse a la novela que
considera como el ―género más agradable de manejar en literatura, para la mujer‖:
225
¡Cuánto desearía seguirlo! pero ya soy muy vieja para esas lindezas de color claro. No me
quedan sino muy leves lucecitas en el crepúsculo de la vida que muy pronto apagará la
noche eterna…
Se ríen cuando me oyen hablar así los que me escuchan charlar alegre en un círculo porque,
habituados a las cobardes quejumbres de la gente, no pueden persuadirse de que pueda
ocultar en escenario social los dolores físicos y morales para representar la comedia de la
vida. (99)
Con Lo íntimo entonces, Juana Manuela Gorriti muestra la mujer vulnerable que
realmente es mientras en la realidad cotidiana debe guardar las apariencias192,
siendo ―mujer en todos los actos de su vida‖ (81).Esta conducta le permite
conservar de modo estratégico una posición femenina dentro del espacio público.
Lo íntimo presenta así a un yo pecador, transgresor y perseverante en su lucha
constante por el reconocimiento de la palabra femenina en el patriarcado y valida
la posibilidad para la mujer de desempeñar un rol importante en la nación
emergente además del de madre y esposa. El proceso de subjetivación de la
autobiógrafa lo prueba muy bien, dando la imagen de una persona que ha sabido
imponerse en el mundo intelectual y político a pesar de su pertenencia al sexo débil,
lo ―más despiadado para una mujer‖ (97): ―[d]etrás de la máscara de mujer
abatida, marcada por la fatalidad y el infortunio que muchas veces propone como
imagen de su propia persona, descubrimos a una mujer independiente, hábil,
valiente, [competitiva]193 y exitosa en un siglo dominado fundamentalmente por
los hombres.‖ (Bucuré 2012: 24) Por lo tanto, Juana Manuela Gorriti aparece aquí
como ―una figura ejemplar de liberación femenina‖ (Berg 1997: 131), como
escritora modelo en sus actos como en sus escritos194, una inspiración para otras
mujeres. En efecto a través de la escritura indica cómo esquivar la norma, llevar
una vida independiente y tener éxito como mujer pensadora y creadora influyente,
aun con un pasado atravesado de escándalos en la opinión de mucha gente (como
haber tenido hijos extramaritales por ejemplo).
192 El primero de diciembre de 1885, Juana Manuela Gorriti afirma: ―Me siento profundamente
enferma, aunque en apariencia ágil y fuerte.‖ (73)
193 Por ejemplo, enterándose, por medio de su amigo Santiago Estrada, de que la española Emilia
Pardo Bazán iba a imitarla escribiendo igualmente un libro de cocina, Juana Manuela Gorriti dice
cambiar sus planes: ―Cuando, ¿quién me dice que ―La Nación‖, de esta ciudad, anunciaba al
siguiente día la idea próxima a realizarse de esta escritora? Esa publicación, precediendo la mía, iba
a arruinarla, suspendí Perfiles y me puse a dar cima a CocinaEcléctica.‖ (98)
194 Afirma ella que ―[e]l honor de una escritora es doble: el honor de su conducta y el honor de su
pluma.‖ (90)
226
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195Por ejemplo, acercadel movimiento literario en Perú (79) y Argentina (88), Juana Manuela Gorriti
lamentará un fenómeno común: el hecho de que los escritores estén atrapados en el remolino de la
especulación. Además, comentará sus propias creaciones literarias en proceso de edición, así como
los últimos libros publicados, un excelente indicio de la circulación de las obras literarias
latinoamericanas en esta época. También rendirá homenaje a actores famosos del mundo literario
recién fallecidos tales como su querida colaboradora y amiga Josefina Pelliza (87-88).
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229
El hostigante verano de los dioses: las bananeras en la voz de cuatro mujeres del
común
Juliana Javierre
Pontificia Universidad Javeriana
―Débiles y poderosos, vencidos y vencedores, todos son producto y fin de la raza del hombre. La ciudad es real
y gris desde mi ventana. El pueblo de Ópalo existe junto al mar, en el olvido
(Cola de zorro)
cuyo ceno se gesta. Este hecho no es nada insignificante si consideramos que, como
lo señaló Antonio Benítez Rojo años atrás, en La isla que se repite, son las
Plantaciones ―el fenómeno de mayor importancia histórica que ha ocurrido en el
Caribe, al punto que si no hubiera[n] sucedido, quizá las islas de la región fueran
hoy réplicas en miniatura –al menos en términos demográficos y etnológicos– de
las naciones europeas que las colonizaron‖ (9). Y es que, como señala, no solo
significaron la llegada de gran cantidad de esclavos provenientes del continente
africano, sino que también establecieron nuevas relaciones de poder en la sociedad,
así como una forma otra de relacionarse con el entorno, de entender las religiones,
de concebir la familia e, incluso, de percibir el tiempo: su llegada a la región Caribe
significó el cambio de un tiempo lineal de acontecimientos únicos e irrepetibles, a
un tiempo cíclico, mitológico, repetitivo, que permite la coexistencia del mundo
ancestral, en el que el río determina las leyes de la existencia y los bananos son el
único tema de conversación posible entre las gentes, con el mundo racional,
occidental, de Universidades y conversaciones en el café; la convivencia del mundo
hablado, cantado, mutable, transmitido de padres a hijos, y el mundo escrito,
permanente, asequible solo para determinadas élites que sin embargo cobra
nuevos sentidos según quién sea el lector que le de vida, que lo re-vitalice.
Pero eso no resulta, sin embargo, tan significante como el hecho de que Fanny
Buitrago elija la voz de cuatro personajes femeninos para narrar los hechos 196:
vemos, a través de ellas, el fenómeno de las Plantaciones desde perspectivas que
antes nos eran ajenas, desde voces silenciadas por la Historia misma; por medio de
la escritura, código de poder, las subyugadas se sublevan. Ellas, las excluidas por
su género–que, como veremos, no lo son tanto– se encargarán de conservar por
medio de sus narraciones las historias de ellos, los excluidos por su pertenencia a
una clase social –determinada más por la raza que por el dinero–, proponiendo
una nueva y distinta concepción de la región caribeña y de sus cuestiones
identitarias, en donde las nociones de ―frontera‖, ―ciudad y periferia‖, ―individuo
y sociedad‖ adquieren también nuevos sentidos. Es la historia matria, de la que
hablaba ya González y González (1973, p. 14)
196Las narradoras son: la Forastera, Isabel, Hade e Inari; sin embargo, en esta ponencia se mirará
fenómeno de las Plantaciones bananeras desde la perspectiva de la Forastera (que de alguna forma
asume el papel que asumimos nosotros), Hade (de fundamental importancia a la hora de releer la
imagen de la mujer), Dalia (en quien se replantea la imagen de la maternidad y quien siendo mujer
detenta en la ciudad, después de Abia, el más grande poder) y, evidentemente, Abia, centro en
torno a quien giran todos, siendo la mujer ante la que absolutamente todos los personajes
masculinos se doblegaron.
232
Por esto no resulta extraño que para los esclavos y trabajadores de la tierra, cuya
relación con en ella no ha dejado de ser fuerte, solo existan el río y las Plantaciones:
allí surgió y allí terminará su existencia; son estos la fuente de su diario sustento y
de su condescendencia, o de su falta de ella, depende su bienestar. Este río, que
también es cíclico, dinámico, surge así como una nueva frontera: una frontera que
tiene que ver más con la cuestión racial, en el surgimiento de nuevos grupos
sociales, y que está determinada por la relación que se tiene con el espacio:
mientras unos lo ―usan‖, otros le sirven; mientras los blancos ven al río como el
medio para transportar su mercancía y conseguir dinero, los negros y los hombres
del bananolo ven como una fuerza viva que puede determinar sus destinos y ante
la que humildemente deben rendirse; al que le dan y del que también reciben,
como sucedió con la casa de los De Patiño, terratenientes que explotaron a tal
punto a sus esclavos que ocasionaron la muerte de 200 negros y sobre los que, a
causa de esto, cayó una maldición que se perpetuó por generaciones (203).
La voz desde la que la Forastera narra no deja de ser distante. Ella lo ve, como lo
vemos nosotros, desde afuera, tras un velo de objetividad que no se libra, sin
embargo, de una serie de prejuicios. Y, sin embargo, resulta reveladora en tanto
que las relaciones que se han establecido a nivel nacional, entre un centro
(caracterizado principalmente por su clima templado, en donde es posible pensar
racionalmente, ubicado en el interior y poblado por hombres blancos, tal y como
señala, en su libro Fronteras imaginadas, Alfonso Múnera) y una periferia (de clima
cálido, en la zona costera, invadida por negros cuyo rasgo principal es la
promiscuidad y la pereza) quedan allí en evidencia, aunque no por eso dejan de
ser cuestionadas adquiriendo, hacia el final, un nuevo sentido: la culpa de la
decadencia, de la ruina que de repente invade la ciudad y de la pobreza de sus
234
habitantes se la atribuye Dalia Arce al ocio de los jóvenes que se reunían todos los
días a discutir en el café. Los jóvenes entre quienes se encuentra el escritor de la
obra que la periodista está buscando; el ocio que es la escritura, en un mundo que
vive de los hechos, que depende de las producciones. Ese ocio que también es el
pensamiento y que, según esa concepción dicotómica de la nación sería solo
posible, o por lo menos válido, para los miembros del centro: ¿Significa entonces
eso que ciertas clases sociales están condenadas a vivir solo en función de su
cuerpo y de lo que puedan producir con él, mientras que a otras les es lícito pensar,
les es permitido el uso de la palabra? Esa es una pregunta que en la novela no deja
de tener una respuesta vaga.
Dalia Arce nos ofrece, pues, una perspectiva muy diferente: es la mujer más rica de
la ciudad, dueña de casi toda la tierra. Tiene dos hijos a los que nunca ve y lleva
once años y algunos meses encerrada en su casa, manejando las Plantaciones por
medio de mensajeros y respondiendo a las protestas con absoluta indiferencia. Uno
de sus hijos, Fernando, maneja también algunos negocios y, sin advertirle a nadie,
inicia negociaciones con inversionistas extranjeros197. Esteban, su gemelo, sostiene
una relación extraña con la gente del pueblo, a la que ayuda sin que se sepa muy
bien cuáles son sus verdaderas motivaciones. Dalia, una mujer que aunque parezca
fría es en realidad sumamente susceptible, se refugia, en medio de su soledad, en el
alcohol. Aunque no deja de manifestar su odio hacia los negros (incluso, por
algunos comentarios, queda sugerido que en las Plantaciones –por lo menos en las
que ella manejaba– no trabajaba ningún negro), hacia el final será Isaías Bande, el
hijo ilegítimo de su esposo con una esclava negra, quien se encargará de todos sus
negocios.
Desde ella podemos ver un lado del fenómeno de las bananeras muy interesante:
como mujer, ha resistido las presiones de la sociedad, que ha intentado, de todas
las formas posibles, hacerla salir del negocio. No solo eso: también ha dado empleo
dentro de la compañía a otras mujeres, entre las que está, por ejemplo, Inari198, y
aun cuando por asuntos que están fuera de su alcance tiene que despedirla (en la
exposición de Anabiel, artista de repente reconocidísimo, hay un retrato de ella
desnuda), no deja de manifestarle su apoyo ni de darle una liquidación económica
nada egoísta. Y hasta ahí no llega: después de que Fernando, su hijo, causa la ruina
de la ciudad (pues los inversionistas extranjeros se llevan a los hombres del banano
al golfo de Urabá prometiéndoles tierras y garantías laborales que nos les dan) ella,
lejos de rendirse o de decaer, decide montar un prostíbulo que resulta tan rentable
197 Y por eso Esteban afirma que se le ha visto, de pronto, ―paseando por la ciudad, vistiendo
camisas de seda y trajes de casimir. El bigote perfumado, corbatas oscuras y dos costosos brillantes:
uno en el dedo meñique y otro en la solapa‖ (151)
198 Aunque en una ocasión se sugiere que ella es la única mujer empleada en la Compañía.
235
que, cuando los trabajadores vuelven rogando trabajo, ella se niega a retomar el
negocio del banano. Sin embargo, además de esta información que no deja de
resultar sumamente valiosa, el personaje de Dalia nos obliga a reflexionar sobre la
mujer y sus caracterizaciones: su forma de comportarse cuestiona por completo el
rol del ser sumiso que, como las mujeres de Fernando, está ahí para servir al
hombre, para ―acariciar y servir buen café‖, para ser maltratado y humillado, para
agradecer que les den golpes y les hagan hijos (121).
199Estos hombres del banano no son los esclavos negros, pues ellos ocupaban un estrato menor de
la sociedad y se encontraban escindidos de esta por completo, habitando, incluso, en zonas
particulares destinadas para ellos.
236
por alto, sin sentir ningún tipo de preocupación por ello, las manifestaciones
obreras. Finalmente, un tercer y último momento, de decadencia, en el que los
trabajadores, impulsados por un sinfín de promesas de nuevos inversionistas
extranjeros, emprenden el éxodo hacia la región del Urabá antioqueño200, para
regresar un tiempo después, desilusionados, cuando ya las Plantaciones se han
acabado, a buscar un trabajo que ya no encuentran.
Hade, la mujer morena de la que hablamos, esa joven de veinte años que se quema
los brazos con cigarrillos, nos habla de la llegada del capital extranjero: ―Dos
barcos bananeros, extraños en el caño –dice–, entraban lentamente en el puerto. Y
en las cercanías del muelle, colosos camiones enviados por el Gobierno, acarreaban
piedra; los obreros de espaldas desnudas reforzaban las paredes del dique‖ (222).
Dicha información no solo señala la responsabilidad del gobierno sino que
también sirve de preámbulo a lo que será la decadencia.
Pero ninguno de estos personajes resulta, sin embargo, tan complejo como Abia, a
la que más de una vez se señala como la persona más poderosa de la ciudad, pese a
que no detenta ninguna autoridad especial. Es en ella en donde se confluyen
historias de todos los personajes y su forma de actuar es tan impredecible como el
caudal del rio. Aunque tiene dinero, no vive según los preceptos de la gran sociedad
sino según los suyos propios: por eso puede ir descalza, hablar con la boca llena,
comportarse como una niña de cinco años aunque es posible advertir que tiene
muchos más. Hace lo que quiere, cuando quiere, y nadie (ni siquiera Fernando, el
machista por excelencia) es capaz de contradecirla o de negarle algo. En ella,
parecen confluir los dos mundos: por un lado, el mundo ―bárbaro‖ e―incivilizado‖,
que se niega a ser domesticado por una cultura occidental que le es ajena (y acaso
por eso ella pueda relacionarse naturalmente con la gente de las clases inferiores) y,
por otro lado, un mundo heredado que la hace, sin que medie en ello su decisión,
parte de una clase determinada, regida por unas normas también determinadas, un
mundo ―educado‖, racional, con acceso a la cultura y posibilitado para moverse
libremente entre las diferentes esferas de la sociedad.
Un asunto resulta en este caso relevante: el hecho de que el presente de casi toda la
novela suceda el día de la fiesta del Río: la fiesta, el carnaval que es, según Benítez
Rojo, el espacio en el que la pluralidad puede encontrar una identidad colectiva,
200Ya antes se había advertido, en una conversación entre Dalia y Estaban que traduce la forastera:
―– ¿Nota usted que se hace más escaso conseguir hombres que trabajen a jornal y que compren la
mercancía de segunda mano que les suministra el comisario? Una firma norteamericana… […]
acaba de destinar varios millones de dólares para fomentar el cultivo de banano en la región del
golfo. Cada familia de colono recibirá un pedazo de tierra, herramientas, ropa, medicinas y dinero.
¡Un paraíso! ¡Estamos perdidos…! El valor de nuestra fruta descenderá al mínimo y escaseará quien
lo corte‖
237
Sabemos después, por una carta de Hade, que los hombres del banano regresan
cuando ya ―no hay banano que explotar ni dinero para pagarles‖ y, al final, la
decadencia de la ciudad, y acaso también del río, es también, sin duda, la
decadencia de sus habitantes: una Dalia muriendo (319), una Abia muy enferma,
238
Estas otras miradas de la historia nos llegan pues desde las voces de cuatro
mujeres del común y lo hacen para contarnos la realidad, no de quienes por su
pertenencia a un estrecho grupo social o por sus heroicos y consagrados actos
tienen su nombre asegurado en los libros, sino para decirnos la vida de los que no
se dicen, de los que se silencian porque son indignos, porque son los eternos
vencidos, porque si difícilmente valen en la vida, ¿cómo valdrían en el discurso? Y
el medio a través del cual lo hacen es, sí, la palabra, que no deja de ser un código
de limitado acceso pese a que podría justificarse su uso a favor de la conformación,
pero de una palabra literaria, es decir, poseedora no solo de un valor eterno sino
también de un carácter (que no puede quitarse) de libertad y subversión. Su
discurso, el que, como mujeres, no tendría según la ―retórica masculina‖ ninguna
validez (como no la tiene el de los locos, ni el de los poetas) cobra pues aquí el
valor que merece y el resultado, la novela que, como se ha visto, es más realidad,
en ocasiones, que la realidad misma, se establece como testimonio de lo no dicho,
queda como huella del tiempo ido y se vuelve fuente de conocimiento que permite
―reconstruir la vida del [ser humano] común, de carne y hueso‖ pero hacerlo en
todas sus dimensiones… retratarlo en toda su humanidad.
201 Aunque la causa de la decadencia de este último parece ser más Abia que cualquier otra cosa.
239
Bibliografía
Benitez Rojo, Antonio. La isla que se repite: el Caribe y la perspectiva posmoderna. Ediciones del Norte:
Hanover, New Hampshire, 1996
Buitrago, Fanny. El hostigante verano de los dioses. Plaza & Janes: Barcelona: 1976.
Castellanos, Rosario. ―La mujer y su imagen‖ de Mujer que sabe latín. Fondo de cultura económica:
México D.F. 2000. Págs. 9-18
González Echevarría, Roberto. Mito y archivo: una teoría de la narrativa latinoamericana. Fondo de
cultura económica: México D.F., 1998
Introdução
masculina vinha sendo apagada aos poucos, as mulheres tentam romper com a
representação que limitavam o espaço. O feminismo evoca a igualdade de direitos
e Delmira Agustini marcou a primeira fase do modernismo com um estilo de
grande ousadia e coragem para o contexto social que estava inserida.
A historicidade do século XX
A situação das mulheres até o final do século XIX era de total submissão, opressão
e escandalosos desprezos sociais. O discurso feminista é formado em todo o
mundo pelo resultado das lutas geradas pela necessidade de liberdade na qual
iremos focar nas mulheres Uruguaias, que se destacaram pela participação ativa no
processo de produção intensa e inovadora, com as contribuições nas
transformações sociais do século XX. As mulheres quebram as correntes da
liberdade rompendo com os padrões impostos pelo modelo de pensamento da
sociedade advindos um pouco antes desta época, focada aos diferentes
manifestos partindo das classes média, em que havia mulheres estudantes, que
frequentavam universidades na época. Delmira Agustini desenvolve importante
papel na literatura Uruguaia na sua forma de expressão e na sua postura artística
242
Delmira Agustini foi casada com Erique Job Reyes abandonando um mês e meio
depois o marido e logo se divorciou em 5 de junho de 1914, e foi em jullho do
mesmo ano assassinada por seu ex marido, que depois do crime cometeu suicídio
deixando ela uma grande carreira com apenas 28 anos. Nesta época o divorcio já
era legalizado no Uruguai. Esse triste fim, dessa jovem poeta reafirmava um
mundo repleto de violência contra a figura da mulher na historicidade, em que o
homem deveria lavar sua honra com sangue e que o desejo feminino não seria de
necessário respeito para os homens e para sociedade ainda conservadora. Na
oposição desse pensamento entre outros a luta pela igualdade feminina naquela
época se atrelava ao pensamento do novo, do moderno, das multiplicidades
consideradas para reconstruir a partir dos diversos elementos que se renovam, as
produções nas diversas áreas, impulsionadas pela explosão das lutas sociais em
busca da igualdade entre homens e mulheres na sociedade Uruguaia e nos
demais países hispânicos, assim como também, no mundo em movimento diante
das explosões nas diversas áreas das ciências, artes literárias, sociais, econômicas e
políticas.
Vanguardas E O Feminismo
Conclusão
Bibliografía
Agustini, Delmira. Obras poéticas. Montevideo: Talleres Gráficos de Institutos Penales, 1940.
Agustini, Delmira. Poesías Completas. Manuel Alvar, Ed. Barcelona: editorial Labor, 1971.
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Marshall, Berman (1986): Tudo que é Sólido Desmancha no Ar. Aventura da Modernidade. Editora:
Schwarcz Ltda. Rua Barra Funda, 296 01152-São Paulo-SP.
http://seebook.com.br/uploads/1337739268.pdf. Acessado em: 27/09/2014.
246
Pinto, García, Magdalena (Julio-diciembre 1998). Núm. 184-185. Vol. LXIV: El Retrato de
uma Artista Joven: La Musa de Delmira Agustini.
HISTORIOGRAFÍA LITERARÍA.
PERPECTIVAS DE ANÁLISIS Y
ABORDAJE
248
Si bien Fernández no aclara qué entiende por literatura y por ―nuestra América‖, a
la luz del conjunto de la Historia es posible deducir algunas conclusiones. En
primer lugar, la obra de Fernández, Millares y Becerra pretenden distanciarse de
una idea esencialista del ser hispanoamericano, así como del hecho de que la
literatura sería el lugar donde es posible encontrar esa esencia. En ese sentido, se
tendería a escribir una historia que tenga en cuenta el carácter heterogéneo de esta
literatura y que al mismo tiempo no sea algo definitivo que pretenda llegar a
conclusiones generales sobre ella . Este aspecto es relevante en la lectura que se
puede hacer de la Historia debido a que ésta, además de no tener una introducción
donde se discutan y aclaren los conceptos que van a regir su desarrollo , empieza
directamente con la mención de las literaturas prehispánicas como origen de la
literatura hispanoamericana y termina con un recuento del teatro
hispanoamericano del siglo XX, sin que se llegue a una conclusión general sobre la
250
Este planteamiento que hago sobre el hecho de que la Historia oscila entre la
unidad y la dispersión de sus partes puede ser entendido mejor a la luz de lo que
Enrique Anderson Imbert, por un lado, y Enrique Pupo-Walker y Roberto
González Echavarría, por otro, plantean en las introducciones a sus historias de la
literatura hispanoamericana. Escojo estas dos historias para iluminar un poco lo
que se plantea en la Historia que estoy analizando debido a que las dos son muy
claras en sus planteamientos sobre las herramientas conceptuales que usan, a pesar
de que la manera como entienden la literatura y la forma en que pretenden escribir
su historia son muy distintas. En la introducción a Historia de la literatura
hispanoamericana (1954), Enrique Anderson Imbert dice directamente que su ―objeto
es la Literatura, o sea, esos escritos que se pueden adscribir a la categoría de la
belleza‖ (8), y más adelante aclara que para él la literatura hispanoamericana son
las obras narrativas, poéticas y dramáticas escritas en castellano, razón por la cual
se excluyen del estudio obras escritas en otros idiomas (indígenas o latín) y los
autores que escribieron en español pero sin experiencia americana (9). Es decir que
para Anderson Imbert la empresa de escribir ―una historia de los usos expresivos
de la lengua española en América‖ implica que la literatura hispanoamericana se
entiende como aquello que está escrito en español y que es americano en la medida
en que parte de una experiencia en el continente. Así mismo Anderson Imbert es
conciente del carácter inacabado de su historia y de la condición limitada del
historiador que emprende la tarea de escribir él solo una historia de la literatura
hispanoamericana, razón por la cual reconoce la adopción de ideas y criterios de
otros con respecto a obras que él mismo no ha leído.
hispanoamericana (2006), lo cual puede ayudar a entender el lugar que podría tener
la Historia de Fernández, Millares y Becerra en este contexto de historias de la
literatura. La obra editada por Pupo-Walker y González Echavarría es una historia
que se asemeja a la editada por Teodosio Fernández, en que ambas son obras
colectivas y cada capítulo está escrito por un especialista en el tema. No obstante,
Pupo-Walker y González Echavarría problematizan este carácter colectivo de su
obra y explican cuáles son las ventajas de éste, así como las implicaciones que esto
tiene en la forma en que es concebida la Historia como unidad. Según los editores, a
pesar de que la libertad que cada uno de los autores tuvo en el desarrollo de su
tema puede desembocar en una desigualdad entre los capítulos, están
―convencidos de que este eclecticismo aumenta el valor de la Historia, tanto a nivel
de referencia intelectual como a nivel de aventura intelectual‖ (26).
Otro de los aspectos relevantes en los géneros que Fernández, Millares y Becerra
consideran como los constituyentes de la literatura hispanoamericana de los siglos
XIX y XX es la inclusión del ensayo y formas de escritura que no siempre son
consideradas como literarias. Como lo mencionaba, Anderson Imbert incluye en su
Historia sólo los géneros que él considera puramente literarios: la poesía, la novela
y el drama (9). En sus palabras, ―a medida que nos acercamos a nuestro tiempo
debemos ser más exigentes en el deslinde entre lo que es y lo que no es literatura.
Cuando llegamos a nuestro tiempo sólo nos interesan los escritores que cultivan la
poesía, el poema en prosa, el cuento, la novela, el teatro… A los ensayistas sólo los
consideremos en tanto hombres de letras‖ (8). A pesar de que Anderson Imbert
valora la importancia que tienen algunos ensayistas y críticos para algunos grupos
literarios, este tipo de textos no son considerados como literatura debido
probablemente a que es una forma de escritura que a pesar de poder tener valores
estéticos, establece una relación con lo social que es distinta y que no sería
autónoma y ficcional. En ese sentido, la consideración del ensayo como género
literario por parte de Fernández, Millares y Becerra implica una concepción
253
Otro de los puntos que plantea Anderson Imbert sobre por qué no incluir el ensayo
dentro de los géneros literarios es que ―si en vez de una apretada historia de la
literatura hubiéramos escrito una amplia historia de la cultura, aparecerían
también los críticos, los filósofos, los historiadores, los animadores; y aun daríamos
noticias sobre revistas literarias, tertulias, premios y así‖ (8). Por tal motivo, se
podría decir que la inclusión de géneros problemáticos como el ensayo y la
mención de las revistas y grupos que forman el ambiente cultural de un momento
haría que la historia tienda más hacia una historia de la cultura que hacia una
historia estrictamente literaria y estética. En la historia de Fernández, Millares y
Becerra, además de que llama la atención la inclusión del ensayo y otros tipos de
textos críticos que mantienen una relación distinta con la realidad, es importante
también el hecho de que la literatura anterior al siglo XIX (la literatura
prehispánica y colonial) no se clasifica en los mismos cuatro géneros en que se
divide la literatura de los siglos XIX y XX, sino que los límites son aun más difusos.
En el primer capítulo de la primera parte que, como lo decía, se llama ―Las culturas
prehispánicas‖, se incluyen algunas manifestaciones de algunas culturas
indígenas y en esa medida se las considera como parte del corpus de la literatura
hispanoamericana. El autor del capítulo nos dice:
asignar una condición literaria a escritos que sólo pueden tenerla desde una perspectiva
ajena al mundo en que surgieron. Aun con esas previsiones, es indudable que la literatura
precolombina constituye un legado de excepcional interés y que ya forma parte de la
tradición hispanoamericana, al menos en lo que se refiere a las grandes culturas
prehispánicas: la de los aztecas y mayas en Mesoamérica, y la del mundo incaico en la
cordillera andina. (15)
Fue necesario citar este amplio fragmento debido a que en él se condensan algunos
de los problemas que tiene la historia de Fernández, Millares y Becerra, así como lo
que ellos consideran como literatura hispanoamericana y la forma en que
entienden sus géneros. En primer lugar, aunque Fernández problematiza el
carácter literario de estas manifestaciones precolombinas, concluye que son parte
de la tradición hispanoamericana y posteriormente analiza algunas de esas
manifestaciones en términos de las categoría literarias europeas, al decir que hay
una suerte de poemas y de dramas en esas culturas. Sin embargo, el autor es
prudente en su breve recorrido por estas manifestaciones, debido a que aclara que
sólo pueden ser consideradas como literatura si se las mira con un marco
epistemológico extraño a ellas y teniendo en cuenta otros ―géneros‖ como las
leyendas y las narraciones histórico-míticas. La explicación de Teodosio Fernández
en relación con la literatura precolombina parece oscilar entre un reconocimiento
de los problemas que esta ―literatura‖ propone y la consideración de estos textos
como parte de la literatura y su consecuente análisis como tal. Es decir que aunque
Fernández menciona lo problemático de considerar las manifestaciones
precolombinas como parte de la literatura hispanoamericana, en el momento de
analizarlas lo hace con esquemas literarios europeos y los valora por su calidad
estética, por sus reflexiones lírico-filosóficas, más que por su lugar en el medio
social en el que surgieron.
En este mismo orden de ideas, la literatura colonial, que es estudiada entre los
capítulos II y V de la primera parte, plantea problemas de orden genérico que nos
conduce nuevamente a la pregunta sobre lo que se considera literatura e
Hispanoamérica. En estos cuatro capítulos, Fernández hace una suerte de división
genérica de la literatura colonial en donde parece que ésta fuera un punto
intermedio entre lo confuso y problemático de los ―géneros‖ de la ―literatura‖
precolombina y la claridad y decisión en la división genérica de la literatura de los
siglos XIX y XX. Digo que el estudio de la literatura colonial parece ser un límite
entre ambos polos, debido a que hay una tentativa de dedicar cada uno de los
cuatro capítulos a un género específico, pero esta división no se da a partir de los
cuatro géneros mencionados (ensayo, poesía, narrativa y teatro), sino que tienen la
característica de ser una especie de géneros híbridos y los autores hacen énfasis en
lo problemático de considerarlos como puramente literarios. Tal es el caso de los
textos estudiados en el capítulo ―Crónicas de Indias‖ y ―Prosas diversas‖ en los
255
Otro de los aspectos relevantes para entender la forma en que estos tres
historiadores piensan la literatura hispanoamericana es el de la relación que se
establece entre literatura e historia. Al principio de este ensayo decía que una de
las cosas que llaman la atención en la lectura de una historia de la literatura es ver
cómo los autores piensan el tiempo y lo moldean en su escritura. En primer lugar,
el manejo del tiempo se puede ver en la Historia en lo que Fernández llama
―momentos culturales‖, cuyas poéticas les han interesado más que los autores o los
títulos que representan (11). Por esta razón, la historia una vez se ha dividido en
las dos grandes partes que he mencionado (―La conquista de una tradición‖ y
―Una literatura para Hispanoamérica‖), se divide por géneros y dentro de cada
capítulo de los géneros hay una estructura diacrónica que no corresponde a
fragmentos de tiempo claramente delimitados, sino que en ella se desarrollan esos
momentos culturales a los que Fernández se refiere en la introducción. Este
258
desarrollo se puede ver más claramente en la segunda parte del libro, donde la
literatura hispanoamericana del siglo XX se divide en ensayo, poesía, narrativa y
teatro. En cada parte, cada uno de los autores desarrolla el género correspondiente
organizándolo por unidades de pensamiento dominantes y, en esa medida, al
referirse, por ejemplo, al desarrollo de la poesía después de las vanguardias no se
ponen fechas rígidas sobre las cuales se va a hablar sino que se hace referencia a las
tendencias que se desarrollaron, como la del nuevo humanismo. Así mismo, en el
caso de la narrativa del siglo XX, que para Becerra inicia con el Modernismo, hay
un desarrollo en el que se mantienen unas ideas regentes (como la de modernidad
en la narrativa) y se van desarrollando diferentes temas y manifestaciones de esa
narrativa. De esta forma, vemos que hay una estructura en donde los periodos de
la historia de cada género son reemplazados por nuevos bloques temporales que
ya no corresponden a fechas rígidas, sino a momentos en los que predominan
ciertas tendencias y formas de pensamiento, los cuales se pueden superponer unos
con otros.
Además, la relación entre literatura e historia se puede ver en la manera como los
tiempos y las formas de pensamiento que crea la literatura se vuelcan sobre la
forma en que los autores conciben la temporalidad de la historia. Este hecho se ve
259
más claramente en el capítulo dedicado a la poesía del siglo XX, en el que Selena
Millares hace un recorrido por los ―Itinerarios poéticos‖ del continente y los
organiza de una forma que recuerda las formas de los textos literarios mismos. La
autora usa, por ejemplo, la imagen de la elipsis para describir la forma en que se
desarrolla el modernismo, la cual, según ella, no es lineal, sino que hay momentos
que vuelven y en un mismo autor (como Lugones) se pueden dar diferentes
momentos de un proceso que es lineal y cíclico. Más adelante, la autora usa un
esquema temporal que recuerda el que propone Octavio Paz en Los hijos del limo
para desarrollar la poesía que se dio después de las vanguardias, de la que el
mismo Paz hace parte. Así pues, la autora titula este momento cultural como
―Continuidad de la ruptura: entre el cántico y el diálogo‖, con lo que muestra una
afinidad con la manera en que Paz concibe la temporalidad en la poesía moderna y
problematiza la linealidad de los periodos literarios, debido a que éstos no
necesariamente se suceden unos a otros, sino que pueden ser simultáneos, se
pueden dar síntesis entre ellos y se puede volver a algo que parecía haber quedado
atrás.
que se adopte una nueva postura. Se puede ver la discusión mencionada que
Millares entabla con sus antecesores con respecto a la cronología del Modernismo:
―Su evolución no es lineal sino elíptica: se ha hablado de precursores y de
posmodernistas, pero el repliegue hacia lo esencial, el antirretoricismo y los
motivos autóctonos se repiten en ambos momentos de la elipsis: de Martí a
Gabriela Mistral‖ (166). Así mismo, cuando Becerra aborda la narrativa que él
titula ―El viaje de regreso: orientaciones tras la etapa modernista‖ aclara que la
novela que se ha denominado ―regionalista‖ se ha dividido generalmente en
―novela de la tierra‖, ―narrativa indigenista‖ y ―novela de la revolución mexicana‖,
y que a pesar de que él adoptará esa clasificación ―por simple comodidad
metodológica‖, explica que esta división no es muy precisa porque en algunas
obras pueden aparecer preocupaciones de los tres tipos de novelas, además de que
existen subdivisiones que son importantes, pero que él no tendrá en cuenta. La
relación que se establece con los antecedentes críticos e historiográficos es
problemática ya que aunque se discuta con ellos y en algunos momentos se
proponga algo distinto o simplemente se adopte lo precedente con la aclaración de
que es problemático, los autores no nos muestran abiertamente cuáles son esas
propuestas precedentes y quiénes son sus autores.
Para terminar, se podría plantear una conclusión que puede ayudar a entender un
aspecto de la Historia de la literatura hispanoamericana de Fernández, Millares y
Becerra. Si recordamos los planteamientos de Anderson Imbert y Pupo-Walker y
González Echavarría con respecto al tipo de historia que pretenden hacer,
podríamos proponer que la Historia analizada en este trabajo podría oscilar entre
estas dos propuestas teóricas y metodológicas. Esta hipótesis se podría justificar
con el hecho de que a pesar de que la historia de Fernández, Millares y Becerra no
llega a ampliar el corpus de lo literario y los métodos con los que se analiza ese
corpus a tal punto de construir una historia de la cultura (como la entiende
Anderson Imbert) en donde se tengan en cuenta otras formas de escritura y se
estudien de manera interdisciplinaria, sí pretende incluir o al menos mencionar
literaturas que no son escritas en castellano o que no son valoradas exclusivamente
por lo estético. Además, se hace referencia a algunos contextos sociales en los que
las obras fueron producidas y recibidas, aunque no se desarrolla el cómo esos
contextos de producción y de recepción modifican la manera en que se pueden
analizar esos textos. Así pues, la Historia parece distanciarse de lo puramente
estético, sin llegar a una historia de la cultura, al mismo tiempo que oscila entre
una unidad metodológica y conceptual y una dispersión debido a que no concluye
de manera general ni se hacen explícitos los presupuestos que la rigen. Esta
Historia podría ser leída como una tentativa de aportar una nueva visión de la
historia de la literatura, con la conciencia de la imposibilidad de abarcarlo todo y
261
Bibliografìa
Invertir los términos: el pasado como desenlace del presente en las narrativas
históricas ―afrodescendientes‖ del siglo XXI202
Silvia Valero
Universidad de Cartagena
Mi punto de partida, entonces, es que la lectura que las narrativas de los últimos
años hacen de la historia alrededor de ―lo afrodescendiente‖, actúa como sostén de
una realidad que fue previamente producida desde lo político y lo legal. En otros
términos, estamos hablando de una retroalimentación en el orden del discurso por
la cual, las narrativas que avalan la producción y representación de la realidad en
torno a ―lo afrodescendiente‖ desde hace aproximadamente quince años, son las
que hacen posible la emergencia de una revisión de la historia orientada a tal fin.
De hecho, ello se pone en evidencia cuando Sheila Walker, en la introducción del
libro Conocimiento desde Adentro. Los afrosudamericanos hablan de sus pueblos y sus
202Este trabajo forma parte del proyecto Afroetnicidades: producción de identidades políticas, llevado a
cabo en la Universidad de Cartagena con mi colega Alejandro Campos García de la Universidad de
York, Canadá, y cuyo resultado se vuelca en un libro próximo a ser publicado.
263
―No se puede pretender que todos [los autores de los artículos] llegaron al primer
encuentro en 2002 con la conciencia clara de tener tales pedazos [del rompecabezas que es
la diáspora africana], ni que en ese entonces todos tuvieran una idea clara de lo que es la
diáspora africana, o de cuál era el papel de su comunidad en ella. Fue como resultado de
cuatro reuniones‖. (7)
Lo que intento significar con lo anterior es que, como afirmé en otro trabajo, el
proceso previo llevado adelante por los activistas de las poblaciones ―negras‖, el
marco jurídico desarrollado, el discurso científico —sociológico, antropológico,
histórico— y los estudios de críticos literarios norteamericanos asumidos como
autoridad, han ido estableciendo una configuración cultural dentro de las políticas
de identidad que se constituyó en el campo de posibilidad para la emergencia de
una serie discursiva en el ámbito literario (Valero 2013, 27). Esta fue posible,
entonces, como producto de una dinámica de cambio en el discurso social, la cual,
aunque de manera reducida, se corresponde con los parámetros de la teoría del
discurso social esgrimida por el belga Marc Angenot (2010). Según este teórico,
existen ―sistemas genéricos‖, ―repertorios tópicos‖, ―reglas de encadenamiento de
enunciados‖ que ―organizan lo decible, lo narrable y opinable‖ que en un
momento y una sociedad dados tienen aceptación, eficacia social y público.
Siguiendo este criterio es posible discernir que la mayoría de las novelas
enumeradas se autoasumen como espacio propicio para la representación de la
negritud en tanto permiten exponer estéticamente la continuidad histórica de la
imagen subalterna del ―afrodescendiente‖.
Esto no significa que cada uno de los escritores voluntaria y/o automáticamente
esté respondiendo a una agenda preestablecida, pero sí que sobrevuela un ―deber
ser‖ en cuanto a los parámetros de escritura que terminan estableciendo patrones
difícilmente eludibles. Lo que se argumenta, en general, es que la historiografía
formó parte de ―ficciones orientadoras‖ asentadas en ―concepciones eurogénicas‖.
Como contrapartida, lo que se propone desde estas narrativas es una ―perspectiva
afrogénica‖ que enfoque el panorama ―desde adentro‖.
La crítica, por otro lado, como instancia fundamental en la dinámica del campo
literario, abona dicha concepción de la historia como continuidad en la medida en
que comúnmente no atiende especificidades locales ni rupturas históricas, sino que
configura un mismo campo discursivo estableciendo causalidades a través del
tiempo y el espacio, y desde el cual se constituye el sujeto étnico. A tal punto ha
adquirido peso aquella retórica que algunos autores asumen la estrategia de
incursionar en ciertos esquemas ideoestéticos con el propósito de que la entrada en
determinados referentes etnorraciales les permita construir una voz con suficiente
265
Entiendo que esto también sucede con aquella literatura cuyos autores no hablan
desde una ―subjetividad afrodescendiente‖ sino que se han acoplado al tema en la
medida en que el campo literario, por las condiciones de posibilidades antes
expuestas, lo permite y hasta casi lo reclama. Es el caso de Argentina, donde, en los
últimos años se han publicado algunas novelas, todas históricas, concentradas en el
protagonismo de los ―negros‖ en la historia nacional.
En los escritores a los que aludo, que, vale recalcarlo, son escasos, es notable el
esfuerzo por corresponder con un campo discursivo que les asegura un
decodificador, en tanto, si volvemos a lo expuesto por Angenot, este momento
establece una hegemonía sígnica, en el sentido de instaurar parámetros de
lecto/escritura en torno a la ―afrodescendencia‖, que da cuenta de una manera de
decir, argumentar y narrar que se asegura un público receptor/decodificador. Esta
normativa, que modela los discursos como operaciones cognitivas, define los
términos desde los que se presupone una narrativa paradigmática.
Con una mirada ambigua, en tanto él mismo zigzaguea entre lo que ironiza y su
propio trabajo, quien da en el clavo es el escritor argentino Miguel Rosenzvit
(1968), cuya novela Fiebre negra (2008) pone en boca de sus personajes la dinámica
del momento:
―-Estamos un poco de moda, ¿no? –Eva sonrió. –Sí, […]. Yo no estaba muy
enterada pero por estos días conocí a mucha gente de mi facultad que eligió el
tema para la tesis‖ (177). Con este diálogo entre una ―afroargentina‖ y la
protagonista, una antropóloga, Rosenzvit le hace un guiño al doble sentido del
título mismo de la novela que se corresponde con los dos períodos históricos
representados: la epidemia de fiebre amarilla que asoló a la ciudad de Buenos
Aires en 1871 y una metafórica ―fiebre‖ por los estudios ―afrolatinoamericanos‖ a
principios del siglo XXI. De alguna manera, es posible leer también una
autoironización con respecto a su propia escritura aunque ni siquiera esa ironía
logre eliminar la ―moda‖ de su escritura porque el texto permanece dentro del
mismo ―espíritu‖ de la época.
Esta última frase hace pie en lo potente que resultaron las verdades históricas de
los discursos oficiales a través de la historia escrita. Tal como todas las narrativas
que se inscriben dentro de ―lo afro‖ actualmente, desandar ese camino es el
propósito de Fiebre negra. Rosenzvit escribe una novela en la que el período
histórico va desde 1820 hasta el desenlace fatal en 1871. Esto le permite dar cuenta
de todas las facetas públicas y privadas por las que pasó el ―negro‖ en la
Argentina: su participación en las guerras civiles y por la independencia; su
organización en naciones; la animación de los carnavales pero también los malos
tratos. Al intercalar capítulos ambientados en el 2008, estos le sirven para poner de
manifiesto ese campo de retroalimentación que se da entre la producción literaria y
la teoría social en torno a ―lo afro‖ en las últimas décadas. No casualmente la
protagonista es una antropóloga que pertenece al Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). A partir de heredar la casa en la
que murieron los ex esclavos Joaquín y Lucas, frente al hallazgo arqueológico
comienza a explorar en las fuentes históricas de la Biblioteca Nacional y se
encuentra con periódicos escritos por ―negros‖, con lo cual hecha por tierra mucha
idea instalada alrededor de su analfabetismo. Es en esta serie de capítulos no
históricos que se pone en evidencia la postura teórica que comenzó a abrirse en el
discurso social alrededor de ―lo afro‖ en Argentina a fines del siglo XX: la crítica al
blanqueamiento histórico oficial del país y la creencia instalada de inexistencia de
―negros‖ en el territorio.
Bibliografía
268
Angenot, Marc. El discurso social. Los límites históricos de lo pensable y lo decible. Buenos Aires: Siglo
XXI, 2010.
Ricoeur, Paul. La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido. Madrid: Arrecife, Ediciones de la
Universidad Autónoma de Madrid, 1999.
Valero, Silvia. ―¿De qué hablamos cuando hablamos de literatura ‗afrocolombiana‘? O los riesgos de
las categorizaciones. Revista Estudios de literatura colombiana 32, (2013): 7-15. En línea
http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/elc/article/view/16290
269
Introducción
No son pocos los escritores que han desarrollado exhaustivos trabajos en torno a
estas dos disciplinas y la manera en que son vistas actualmente. Un poco menos
son los que han abordado la discusión en torno al cruce y los límites
multidisciplinares, específicamente, los que aquí se han planteado. Dichos trabajos
han abierto nuevos espacios para replantearse el concepto de ―historia en la
posmodernidad‖, como también la función de la novela histórica y las variantes
que se presentan en la actualidad. El historiador y teórico estadounidense, Hayden
White, desarrolla un pensamiento que ha provocado bastantes pugnas entre
historiadores y críticos literarios. La idea de White se basa, principalmente, en que
la historiografía es, en su base, un discurso, al igual como lo es la literatura. Los
argumentos que presenta White avalan, en gran medida, esta idea que desacredita,
de alguna forma, la historiografía como discurso oficial al posicionarlo al mismo
nivel que un discurso ficcional. Todo esto lleva a plantearse algunas
interrogantes.¿Hastaqué punto se puede establecer un límite entre historiografía y
narrativa histórica? ¿Qué función cumple la narrativa histórica? Y si es que acaso
¿Es posible que la literatura supere a la historiografía a través de la nueva novela
histórica?
Uno de los primeros autores en referirse y demarcar los posibles límites entre
historia y literatura es Aristóteles. El filósofo afirma que es posible identificar una
diferencia entre las dos disciplinas, otorgándole un lugar más elevado a la
literatura:
270
―La tarea del poeta204 es describir no lo que ha acontecido, sino lo que podría haber
ocurrido, esto es, tanto lo que es posible como probable o necesario. La distinción entre el
historiador y el poetano consiste en que uno escriba en prosa y el otro en verso; se podrá
trasladar al verso la obra de Heródoto, y ella seguiría siendo una clase de historia. La
diferencia reside en que uno relata lo que ha sucedido, y el otro lo que podría haber
acontecido. De aquí que la poesía sea más filosófica y de mayor dignidad que la historia,
puesto que sus afirmaciones son más bien del tipo de las universales, mientras que las de la
historia son particulares.‖ (1451b:10)205
Todas las críticas que han surgido desacreditando el discurso histórico se basan en
la siguiente idea. La historiografía, como textualidad, es una narración. Los
acontecimientos que se quieren plasmar requieren de un trabajo que en nada se
diferencia al proceso de creación literaria. Es necesario que el historiador consigne
uno o varios personajes, establezca una secuencia temporal y nos vaya relatando la
manera en que los hechos fueron ocurriendo. Con respecto a esta idea White
afirma que los acontecimientos no solo han de registrarse dentro del marco
Antonia Viu, realiza un estudio exhaustivo de los límites entre historia y ficción, y
afirma que ―ambas habitarían el común territorio de la imaginación‖. (2007:39). Es
decir, reafirma lo que se ha planteado en torno a la historiografía como un proceso
que, si bien, tiene puntos de referencialidad de una verdad comprobable, o un
texto oficial autorizado por un testigo, una buena parte corresponde a un proceso
de imaginación y creación ficticia. El historiador estadounidense que,
probablemente, es uno de los que más ha escrito sobre la necesidad de revisar el
modo en que los acontecimientos pasan a ser parte del discurso historiográfico, es
mucho más crítico en lo que tiene que ver con el procedimiento utilizado por los
historiadores, en este punto White se refiere al modo en que se construye la trama
dentro del texto historiográfico:
207 White, Hayden. (1992) El contenido de la forma. Narrativa, discurso y representación histórica.
Barcelona, España. Ediciones Páidos
208 Hayden White. (2003). El texto histórico como artefacto literario y otros escritos. Barcelona, España.
Ediciones Páidos
272
Un artículo de White que se titula El texto histórico como artefacto literario (2003),
hace directa alusión a un género que desde hace varias décadas ha ido ganando
terreno y expositores en la literatura Hispanoamericana. George Lukács, junto a
otros críticos establecen que el inicio de este género tiene a Walter Scott como uno
de los primeros exponentes en la narrativa de carácter histórico. Se ha estipulado
que la novela histórica tradicional (en adelante NHT) se remonta al siglo XIX y se
identifica principalmente con el romanticismo. Después, en el siglo XX, evolucionó
dentro de la estética del modernismo, del criollismo y del existencialismo. Los años
sugerido para la producción de NHT oscila entre 1826 y 1849209. La característica
principal del género era tomar un hecho histórico determinado y tratar de
apegarse lo más posible a la historiografía, con la diferencia que en el texto literario
se retratan otros aspectos, siempre, de los grandes héroes o acontecimientos
históricos, mostrando un punto de vista que en la historiografía ―objetiva‖ no se
deja ver. Pero, en ningún caso, el texto literario podía incurrir en la desacreditación
de personajes y sus hazañas, ya que estos se encuentran insertos en el imaginario
colectivo, y esta práctica haría perder verosimilitud a su texto. En el ensayo de Luis
Veres210 encontramos una definición que coincide bastante con lo que,
personalmente, he considerado como novela histórica tradicional: ―La novela
histórica se presenta como un discurso histórico, como un discurso semejante a la
historia, un discurso de verdad, como un discurso que pretende una versión lo más
fidedigna posible de los procesos, acontecimientos o personajes del pasado
histórico.‖(2007) Hace falta añadir, en esta definición, que el propósito de la NHT
era el de ―configurar nacionalidades emergente‖ (1986:56) como bien lo afirma
Aínsa en el libro que refiere a la identidad cultural de Iberoamérica211.
209 Seymour Mentón, haciendo una cronología de la narrativa histórica en la literatura, toma estas
fechas directamente del texto escrito por George Lukács.
210 Veres, Luis. (2007) La novela histórica y el cuestionamiento de la Historia.En Espéculo. Revista de
Gredos 1986.
273
Lo que queda claro es que esta ficción histórica, que se encuentra al servicio de la
historia, juega un papel importante en la sociedad, lo que respondería,
parcialmente, una de la interrogante planteada al inicio de este análisis, ¿qué
función cumple la narrativa histórica?, la que, como sostiene Anderson Imbert,
configura, crea, mantiene y reafirma, imaginarios colectivos en torno a la nación
que se quiere fomentar, vale decir, por más que el carácter de la literatura sea
ficcional, a diferencia de la historiografía y su carácter verídico, ésta cumple una
función primordial para la consolidación de naciones.
En 1993, Seymour Menton escribe un libro que titularía La nueva novela histórica de
la América Latina, 1979 - 1992. La propuesta del investigador se consolida a tal nivel
que, desde entonces, el concepto nueva novela histórica, se ha tomado como el foco
principal en los estudios literarios relacionados con este subgénero, desarrollando
un tema que ya algunos estudiosos habían adelantado. La novela histórica
tradicional comienza a ver su decadencia en el momento que empieza a
distanciarse del discurso histórico oficial, es aquí donde Menton ve un quiebre y
afirma que es posible identificar seis características presentes en la producción
literaria contemporánea, los que provocarían un salto y una renovación de la
anterior NHT. El crítico avoca su estudio en la producción literaria que se da en
Hispanoamérica, entre los años 1979 (que para él, es el año en que surge la nueva
novela histórica) y el año 1992, un año antes de publicar el libro. Las obras más
representativas que incluye para su estudio son; El arpa y la Sombra (1979) de Alejo
Carpentier, La Guerra del fin del Mundo (1981) de Mario Vargas Llosa, Los perros del
paraíso (1983) de Abel Posse y Noticias del imperio (1987) de Fernando del Paso. Cabe
señalar que Menton hace mención a la obra de Alejo Carpentier, El reino de este
mundo (1949), como una de las obras precursoras de la nueva novela histórica. Esto
274
Para este análisis, el hecho de que una novela sea inscrita como NHT o NNH, se
hace en cierto modo irrelevante, debido a que el foco de estudio que aquí se busca,
apunta hacia otro objetivo. Pero es necesario entregar una breve contextualización
de lo que son los pilares de esta discusión.Además, insistimos en que una obra
puede ser en parte NHT como NNH, solo que varía el grado de acercamiento entre
uno y otro. Esto también nos dice que el hecho de haber demarcado una nueva
novela histórica, luego de una novela histórica tradicional, en ningún caso sería
indicador de que la primera ha desaparecido por completo.Aún en la literatura
contemporánea del siglo XXI, se verán novelas que, bien se podrían encasillar
dentro de lo que conocemos como NHT, pero hay que admitir que es un género
que se identifica más con el romanticismo.
Para Viu este nuevo paradigma en la narrativa histórica, concuerda con la idea de
releer la historia, ―en virtud de un presente fracturado‖. También afirma que hay
un ―despertar de una conciencia‖ descolonizadora en intelectuales y escritores de
gran importancia‖, menciona a Carpentier, Borges y Augusto Roa Bastos; situación
que se agudizaría con la conmemoración del quinto centenario del descubrimiento
de américa en el año 1992.Pero, afirmar que la nueva novela histórica estaría ligada
en su totalidad a la conmemoración del quinto centenario del descubrimiento de
américa, nos llevaría a excluir algunos textos. Si bien, existe una producción
literaria que toma esta situación como temática central, no todas las novelas
históricas se refieren al proceso de descubrimiento, conquista o colonización de
américa.Otro grupo de escritores, no menos importante, toma materias
relacionadas con acontecimientos recientes que han impactado en los respectivos
países de Latinoamérica, nos basta con mencionar la dictadura de Videla en
Argentina, y la escritora Laura Restrepo quien narra, en la novela Demasiados
Héroes la historia de Mateo y su madre Lorenza, una mujer activista en contra de la
dictadura de Videla. Por otra parte, Pinochet en Chile ve su imagen desacralizada
en la novela Cadáver Tuerto de Eduardo Labarca o Gonzales del valle con la novela
El viento negro, donde se retrata un episodio oscuro en la historia paraguaya con la
dictadura de Stroessner en Paraguay, solo por mencionar algunos. Hechos que han
dejado heridas abiertas en el presente y que los novelistas han tomado como temas
con el fin de rememorar, condenar y criticar dichos periodos oscuros en la historia
de cada país.
Una de las características de la NNH es que toma personajes anónimos, (ya sean
inventados o se tenga algún registro de ellos) y les entrega voz a aquellos que no la
tenían, para que estos puedan referirse a un determinado acontecimiento. Además
de presentar historias posibles, como bien lo afirmó Aristóteles al referirse a la
literatura, narrando lo que ―podría haber sucedido‖. La NNH nos presenta
historias paralelas que nos invitan a releer la historia al igual como el escritor la
está reescribiendo. O en el caso que los personajes principales no sean anónimos,
veremos a aquellos que no son dignos de memoria, a lo dictadores o torturadores,
que verán parodiada, sacralizada y desmitificada su imagen, proponiendo al lector
una revisión de hechos oscuros acontecidos en los países Latinoamericanos.
Ahora bien, si el texto literario se puede tomar como realidad o ficción es una de
las mayores problemáticas que, no creemos, será fácil de responder. Lo que sí
278
afirmamos es que, al igual que la historia, el texto literario, muchas veces, ocupa el
terreno opuesto, en este caso el de la historiografía, valiéndose de estrategias
narrativas, referencialidades, fechas, metaficción entre otros recursos. Pero hay que
clarificar que el literato no tiene, en ningún caso, la obligación de hacer un texto
apegado a la verdad histórica, éste tiene la libertad para mezclar historia y ficción
de manera indiscriminada, no se debe juzgar una novela porque se aleje del hecho
histórico debido a que su función, no se remite a dar cuenta de un acontecimiento
verídico. A pesar de esto, en la nueva novela histórica existen recursos literarios e
ideológicos que permiten dar una imagen de veracidad a los textos, (lo que se
mencionó anteriormente como contrato de veracidad) pero estos pueden incluirse
como también pueden estar ausentes.
212Antonia Viu y Eduardo Barraza, abordan el tema sobre el folletín histórico en la literatura
chilena, dejando a la luz el encubrimiento que se produce a través de un acontecimiento histórico
que, finalmente, termina hablando de temas dignos del folletín.
280
Similar a la novela de Allende, pero ya con otro foco, tenemos la obra de Hernán
Rivera Letelier, Santa María de las flores negras. El epígrafe cita un texto de la
conocida cantata interpretada por el conjunto Chileno Quilapayún: ―Señoras y
señores, venimos a contar, aquello que la historia, no quiere recordar‖. La novela
toma un episodio negro de la historia de Chile para que este sea recordado en el
presente. En este caso, creemos que el autor pretende mantener una conciencia
histórica y ―dar voz a quienes no la tienen‖, si bien esto no es una alternativa al
discurso histórico, cuestiona los acontecimientos a los que se da mayor auge y
pone de manifiesto una matanza a la que la historia no le ha dado mayor cabida.
Aunque este episodio se entremezcla con historias amorosas que se van tejiendo
durante el camino que los mineros deben realizar al puerto de Iquique, vale decir,
por una parte se presenta el acontecimiento histórico a modo de reflexión, crítica y
conciencia histórica, y por otro lado somos partícipes de historias amorosas.
Situación similar se ve en otra novela de Restrepo La multitud errante, donde se ve
la situación que debió pasar la gente durante la llamada guerra chica en Colombia
y por otro lado, está la historia del protagonista y la búsqueda de la mujer que lo
crío de la cual se perdió entre la multitud que camina en busca de un lugar donde
establecerse debido al desplazamiento forzoso del que son partes.
castellano de siglo XVI). En La fiesta del chivo presenciamos tres ejes argumentales;
en el primero Urania Cabral nos relata desde el presente, cuál fue su
traumatizantes experiencia con el dictador Dominicano Rafael Trujillo, el segundo
eje le da voz a los conspiradores y el modo en que estos organizan el atentado que
daría muerte al chivo, mientras que la tercer línea argumental le da voz al mismo
dictador quien relata sus últimos momentos de vida. Las estrategias puramente
literarias son evidentes, la polifonía de voces para narrar la historia. Mientras que
por otra parte se desmitifica la imagen del dictador otorgándole voz a él mismo
quien nos relata situaciones que dejan al descubierto la parte humana de este
personaje. A través de un personaje anónimo, de un grupo de conspiradores y del
mismo dictador conoceremos el modo en que operó la dictadura en república
dominicana; las muertes, las torturas, los desaparecidos.
En este último caso, sí podemos identificar una novela que toma como eje central
un acontecimiento histórico y a través de varias líneas argumentales hace una
relectura de dicho acontecimiento. Evidentemente, a través del libro se está
haciendo una fuerte crítica a las dictaduras latinoamericanas y el modo en que
estas operaban. Existe un presente fracturado por hechos históricos de este tipo, y
la literatura es la encargada de conciliar algunos aspectos. El límite de esta novela
por sobre la historiografía no se ve exageradamente ocupada, la obra de Vargas
Llosa se vale en su totalidad de las características que rigen la narrativa histórica
contemporánea, y de la historiografía solo toma un acontecimiento.
Por otra parte, no podemos identificar hasta qué punto una novela de este tipo
puede superar el discurso histórico oficial. Pero sí hay que tomar en cuenta lo
siguiente: debido a que el trabajo del historiador se ve, constantemente,
problematizado por la imposibilidad de conocer la totalidad de los
acontecimientos históricos, debe completar el relato historiográfico a través de la
imaginación, lo mismo que hace por su parte el escritor, quien no conoce más allá
de lo que pueda saber un historiador, la diferencia se centra en que en la obra
literaria, es el mismo dictador quien nos hablas, quien nos relata cómo se
realizaron las torturas y las muertes, a su vez, los mismo conspiradores nos
cuentan como idearon el plan para matar a al dictador. En este sentido el novelista
cuenta con la ventaja y permiso para ficcionar a su libre albedrío. Es por ello que a
falta de datos historiográficos donde los historiadores deben ficcionar en la medida
de lo posible, y el literato lo hace, como le parece más acertado, bajo esta falta de
información por parte de la historiografía es que el relato histórico pasa a
completar los espacios vacíos y a posicionarse por sobre la historiografía, ya que es
poseedor de un relato más completo y donde dan testimonios los mismos
involucrados. No se pueden tener testigos que den fe de la verdad más que ellos.
Es por esta situación que el escritor tiene la capacidad, y la ocupa, para
282
Conclusión
Bibliográfía
Aínsa, Fernando. (1986). Identidad Cultural de Iberoamérica en su narrativa. Madrid España. Editorial
Gredos 1986.
Aristóteles, (1947, 1950 y 1963) Poética, trad. de E. Schlesinger, Bs. Aires Argentina
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Viu, Antonia. (2007). Imaginar el pasado, decir el presente. La novela histórica chilena 1985.2003. Santiago
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España. Ediciones Páidos
------------------- (2003). El texto histórico como artefacto literario y otros escritos. Barcelona, España.
Ediciones Páidos
284
En 1931 nacía Antonio Benítez Rojo en Cuba, pero sin duda, estaban listos los
antecedentes de lo que consideraría ―red de conexiones‖ y ―recurrencias‖ como
parte de los ―Archivos de los pueblos del mar‖. Con este nombre Benítez Rojo
presenta una compilación de textos que le publica ediciones Callejón en 2010217,
complementarios a su ―Isla que se repite‖ de 1989. Se trata de una serie de
reflexiones en las que discute las inevitables relaciones que sigue encontrando
entre la literatura y la música a través del ritmo.
En esta misma compilación reaparece Pales de Matos con su análisis ¿Cómo narrar
la nación?, estudio con el queanaliza el círculo cubano de Domingo Del Monte, en
el que un grupo de criollos impulsan, en los años 30 pero del siglo XIX, una serie
reformas en la que aparece un proyecto nacional que postula la concepción del
negro como una cuestión inherente a la nación. La otra cara de la moneda, es
justamente el debate del blanqueamiento de la misma a través de la inmigración
europea.
216 Brathwaite, Edward Kamau. Presencia africana en la literatura del Caribe, en Manuel Moreno
Fraginals (ed.) África en América Latina, México, Siglo XXI editores. 1977, p. 182.
217 Benítez Rojo, Antonio. Archivo de los pueblos del mar. San Juan, Ediciones Callejón, 2010.
286
Este movimiento de fines del siglo XIX en las islas, en Colombia debe esperar a
mediados de siglo XX para ser consolidado con el programa del Club Negro que
buscaba, como en una sintonía tardía, afirmar la pertenencia racial como elemento
característico de la mayoría de la población. Por supuesto, las incontables
manifestaciones negativas que se desataron en la prensa, dejaron ver los
desacuerdos y la persistencia de la marginación y exclusión hacia los negros.
En 1932 nacía Kingston, Jamaica, Stuart Hall, quien también vivió el conflicto entre
lo local e imperial en el contexto colonial. Se educó en Inglaterra, pero no se asume
inglés. Se formó en Oxford y aunque nunca regresó a su país natal, la labor
intelectual en sus estudios culturales ha estado siempre enmarcada en el Caribe.
Las categorías de raza y de etnicidad a partir de su uso en Gramcsi, han hecho
aportes desde racialización e identidad hasta lo poscolonial y diaspórico, tal como
lo reveló en su clásica referencia a las identidades caribeñas negociadas.219
1987-1988, p. 267.
287
propios por los intelectuales y escritores para que puedan lograr una función
―educativa nacional‖221.
Reasunción de África
Estas conexiones del Caribe insular se articulan con las producciones del Caribe
colombiano en la prosa y poesía de Jorge Artel (1909-1994) y Manuel Zapata
Olivella (1920-2004). Jorge Artel, seudónimo de Agapito de Arcos, más errante y
bohemio que abogado, padeció también el desarraigo y el exilio y su poesía se une
a las voces de protesta social y rescate de las raíces ancestrales.
Figuras antillanas como Edouard Glissant, René Depestre, Jacques Stéphen Alexis
se surten como los abanderados del rechazo a la desculturación efectuada por los
imperios. Sus producciones representadas en poemas, novelas, dramas, teatro,
ensayos, ha sido escuela e interlocución de autores como FrantzFanon
(Martinica)223 y AimeCesaire, al tiempo que el mismo Glissant se ha nutrido y ha
compartido el reconocimiento de los clásicos Eric Williams, y C. L. R. James. En los
años 50, el pensamiento Caribe está sustentado en construcciones a partir de la
cultura de Fanon y de Cesaire y a partir de la economía de Williams y de James, a
la vez que se está dando un movimiento para hacer de las islas del Caribe una
unidad.
Este rechazo evidencia aquellos ecos que desde el campo literario hispanófono,
reflejan los versos de Artel y Zapata Olivella en el Caribe Colombiano, José Martí y
Nicolás Guillén en Cuba, Manuel del Cabral en Santo Domingo y Palés de Matos
en Puerto Rico, quienes sellan en sus escritos todo un compromiso social y político
que trascendió su propia época y contexto y siguen articulando la unidad del
Caribe aún en su diversidad.Cabe precisar que la poesía de Guillén se considera un
instrumento de reivindicación negra pero también de los procesos de mestizaje y
transculturación, con aseveraciones como que el «color cubano», no es ni negro, ni
blanco sino mestizo, cualidad que comparte toda América Latina. Cada uno de sus
versos y poemas representan formas de resistencia frente a los valores culturales
europeos. Guillén exhibe en su obra poética el léxico de los negros y el rescate de
todo tipo de rituales africanos. Así lo evidencia Motivos de son (1930),
Songorocosongo (1931) o Balada de los dos abuelos (1934).
años, entre los que se encuentran Manuel Zapata Olivella, Oscar Collazos, Candelario Obeso, entre
otros.
223 Autor de Pieles negras, Máscaras blancas. Cuba, Ensayos Inst. del Libro, 1968.
292
En Ecuador, la literatura afro se asume como herencia del movimiento del realismo
social de los años 30. En este campo se sobresale la novela Juyungo (1942) de
Adalberto Ortiz, quien combinando realismo y mito, relata la lucha del negro por
sus derechos y su rechazo a la dominación del blanco. También en el caso
ecuatoriano encontramos a Nelson Estupiñán Bass, con su novela Cuando los
guayacanes florecían (1954), una denuncia frontal a la explotación del negro
sometido por el concertaje, al tiempo que muestra cómo el racismo y la
discriminación forman parte de la sociedad ecuatoriana.
En este mismo contexto sociopolítico de los años treinta del siglo XX colombiano,
hacia 1938, Alfonso Romero Aguirre afirma que por esos años, en ―Cartagena
escaseaban los liberales de posición social y que ser liberal casi equivalía a ser
negro y plebeyo‖226. Quizá un caso que demuestra esta aseveración, es el de
Francisco de Paula Vargas, nombrado por Alfonso López Pumarejo gobernador de
Bolívar en 1948 y posteriormente Senador. Este afrodescendiente getsemanicense
padeció, en distintos grados y escenarios, marginamientos y desprecios por su
condición socioracial; pero ello no limitó la prestancia política y acogida liberal que
logra en el contexto lopista y en las filas gaitanistas.
227 Flórez Bolívar, Francisco Javier,Iluminados por la educación: los ilustrados afrodescendientes del Caribe
colombiano a comienzos de siglo XX, Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica, Vol. 8,
N°8, Barranquilla, Ediciones Universidad del Atlántico, 2010
228 Pietro, Pisano, El liderazgo político negro en Colombia 1943-1964. Colección general Biblioteca
Consideraciones Finales
Para concluir con un plano historiográfico, uno de los más agudos investigadores
de este campo, Tzvetan Todorov, planteó desde finales de los años ochenta en el
libro Nosotros y los otros229, en coautoría con EttieneBalivar, buena parte de los
fundamentos del multiculturalismo y la diversidad humana. Debatiendo y
dialogando con autores clásicos, Todorov aborda el etnocentrismo, el cientificismo
y el relativismo; y analizando los conceptos de raza, racismo, racialismo, nación,
nacionalismo, entre otros, es quien introduce reflexiones y cuestionamientos a los
orígenes y efectos de la radicalización de tales categorías, llevando sus
cuestionamientos a lo que se ha asumido como exotismo. A partir de esta postura
teórica podemos entender el diálogo con la literatura ―afro‖. Ambos caminos nos
llevan a sustentar que las relaciones históricas han estado marcadas por la
dominación. Por supuesto, esta expresión así trazada no es una novedad. Lo
interesante es mostrar con ella que en el mismo contexto de nuestro objeto de
229Todorov, Tzvetan. Nosotros y los otros. Reflexión sobre la diversidad humana. México, Siglo XXI,
1991. Título original: Nous et les autres. La reflexión française sur la diversitéhumaine, publicado en 1988.
295
Bibliografìa
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Brathwaite, Edward Kamau. Presencia africana en la literatura del Caribe, en Manuel Moreno
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Flórez Bolívar, Francisco Javier. Iluminados por la educación: los ilustrados afrodescendientes del Caribe
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Wallerstein, Immanuel, Balibar, Etienne. Raza, Nación y Clase. Madrid, IEPALA, 1991.
297
Michel Schultheiss
Université de Lausanne
Introducción
Con estas frases inicia el poema dedicado a la Ciudad de México, un texto que
forma parte de la novela Luz de luciérnagas de Edson Lechuga. El narrador, un
poeta, se refiere al sismo que sacudió el valle de México el 19 de septiembre de
1985. En aquel desastre fallecieron aproximadamente 10 mil personas, pero la cifra
exacta sigue siendo desconocida. La catástrofe dejó una marca tanto en las
biografías de los afectados como en el aspecto de la ciudad y tuvo también una
resonancia en la literatura. De acuerdo con la egiptóloga y filóloga alemanaAleida
Assmann, hay que distinguir entre una memoria comunicativa y una memoria
cultural: la primera es transmitida de manera oral, la segunda trasgrede más de
tres generaciones y por lo tanto se mantiene por ejemplo en las leyendas, los
monumentos, museos etc. (2009:13). El terremoto en México como acontecimiento
relativamente reciente todavía se encuentra en la fase de la memoria comunicativa,
es decir, la mayoría de los escritores, entre ellos Edson Lechuga, fueron de una
manera directa o indirecta testigos de este acontecimieno, lo cual influye en la
representación cultural del sismo.
230 Véase p.ej. Berenice Villagómez Castillo (2009) y Mark Anderson (2011). Hay también tesis
doctoral que se concentra en las tendencias post-apocalípticas en la narrativa mexicana después del
sismo: Julia Garner-Prazeres (2012).
231 p.ej. Carlos Monsiváis: Entrada libre (1987), Cristina Pacheco: Zona de desastre (1986), Elena
232Otras posiciones, por ejemplo del historiador Reinhart Koselleck y del filólogo Hans Robert Jauss
trataron de rescatar el término y subrayaron que hay una relación dialéctica entre el acontecimiento
y el proceso. (2013: 34).
300
Las dos tendencias descritas por Deupmann se ven también en las reacciones
literarias al terremoto en México: por un lado, el sismo figura como experiencia
traumática concreta en la cual se condensa toda una estructura o un proceso
histórico. Por otro lado, el escritor se enfrenta con el problema descrito por
Nietzsche y Derrida de representar el acontecimiento concreto de una manera
adecuada.
233―Wofür wir Worte haben, darüber sind wir auch schon hinaus― (Deupmann 2013:41)
234 Lo cual es una crítica a Jean Baudrillard: ―Je n‘ai pas du tout le même point du vue que
Baudrillard qui dit que la guerre n‘a pas eu lieu. L‘événement, qui est irréductible finalement à
l‘appropriation médiatique ou à la digestion médiatique, c‘est qu‘il y a eu des milliers de morts. Ce
sont des événements chaque fois singuliers, qu‘aucun dire de savoir ou d‘information n‘aura pu
réduire, ni neutraliser. Je dirais qu‘il faut interminablement analyser les mécanismes de ce que je
viens de surnommer la trans-formation ou la réappropriation, le devenir-simulacre ou télévisuel de
ces événements. Il faut analyser cela sur le plan politico-historique, sans oublier, si possible, que
l‘événement a eu lieu qui ne s‘y réduit en aucun cas. De l‘événement qui ne se réduit peut-être à
aucun dire. C‘est l‘indicible: ce sont les morts, par exemple, les morts.― (Derrida 2001: 110/111)
301
católicos o para los cristianos en general (Lauer/Unger 2008: 24). Sin embargo, se
nota un cuestionamiento de ciertos fundamentos teológicos, por ejemplo de la
cosmovisión leibniziana en los textos de Voltaire (Walter 2010: 103). Además, se
observa una dislocación paulatina de la cuestión de la teodicea hacia una
secularización de la interpretación del desastre: el cuestionamiento del papel del
ser humano frente a la catástrofe empieza a ganar importancia. Uno de los
primeros pensadores con este acercamiento es Jean-Jacques Rousseau. Este filósofo
ya no se dedica a la cuestión de la teodicea, sino que explica la alta cantidad de
muertos en el sismo de Lisboa con la densidad de población en esta ciudad. Esta
interpretación constituye una ruptura en la percepción del riesgo: elmal ya no está
simplemente en el ser humano, sino en la relación recíproca entre la civilización y
la naturaleza y ya no es Dios quien castiga, sino que la intervención humana en el
mundo causa problemas (Walter 2010: 104). Hasta el término catástrofe natural es
específicamente moderno porque se genera a través de la diferencia bastante
reciente entre la cultura y la naturaleza (Nitzke 2012: 12). Para expresarlo con las
palabras del escritor suizo Max Frisch: «Solamente el ser humano conoce las
catástrofes si es que las sobrevive – en cambio, la naturaleza no conoce catástrofes»
(Utz 2013: 13).235
―(...) adelanto que el terremoto de 1985 fue entendido porvarios autores como una por la
pasividad ciudadana ante la corrupcióngubernamental y donde el equilibrio sólo sería
restaurado mediante la activa participacióncivil en las decisiones fundamentales para el
desarrollo del país―(2009:4).
235«Katastrophen kennt allein der Mensch, sofern er sie überlebt; die Natur kennt keine
Katastrophen»
302
Pese a la importancia de este punto, no todos los textos narrativos sobre el sismo
adoptan dicho enfoque. Existen representaciones realistas, fantásticas y hasta
satíricas del terremoto. Además hay novelas de autoficción comoEntre fantasmas de
Fernando Vallejo o escenarios post-apocalípticos, por ejemplo en el cuento El año de
los gatos amuralladosde Ignacio Padilla (1994) y en la novela Mantra de Rodrigo
Fresán (2001). Incluso existen formas humorísticas de tratar la catástrofe: por
ejemplo en el cuento El desvalido Roger de Enrique Serna (1991), La visión de
Magdalena de Guillermo Fadanelli (2011) o enLa mujer que camina para atrás(2012) de
Alberto Chimal que además incursiona en lo fantástico.En cambio, la novela que
vamos a analizar, Luz de luciérnagas de Edson Lechuga, maneja un enfoque que se
distingue tanto de las crónicas como de los cuentos y novelas anteriormente
mencionados. Se trata de uno de los textos literarios en que el sismo goza de mayor
presencia e importancia. Por lo tanto vamos a aplicar las consideraciones
anteriormente formuladas a esta novela de ficción.
236Un fenómeno de la naturaleza que según el imaginario popular anuncia un cambio político está
también presente en otras ocasiones: ―Como nos recuerda Guadalupe Pacheco, la imaginación
popular—por medio de rumores—también explicó otros fenómenos naturales del siglo XX como
presagios de cambios políticos. Por ejemplo, la aparición del cometa Halley en 1910 ó el terremoto
de ese mismo año se consideraron anuncios del estallido de la revolución mexicana o de la entrada
de Francisco I. Madero a la Ciudad de México, respectivamente.― (Villagómez 2009: 5)
303
el pasado. Germán se acuerda de una carta de Alma, que nunca abrió durante
todos los años para ya no tener que enfrentarse con lo sucedido. Dejó la carta en
casa de un amigo en México y le pide que se la mande a España. Al final de la
novela, la carta revela que Alma ni siquiera estuvo en la ciudad durante el día del
sismo y que, por consiguiente, sigue viva sin que se haya dado cuenta durante
todo este tiempo.
237 Se mencionan lugares que con frecuencia figuran también en otros textos literarios sobre el
terremoto, p.ej. las fábricas de costura, el Hospital General, el Hotel Regis (2010: 111)
238 Edson Lechuga, correo del 19-9-2014
239 Dice que probó ―la sangre viva de esta ciudad― dos años después del terremoto, cuando tenía 17
años, es decir la edad de su protagonista Germán, decidió quedarse en el DF (Lechuga, correo del
19-9-2014).
240 Edson Lechuga, correo del 19-9-2014
241 La foto de la página 61 es del fotógrafo con seudónimo ―gilbertgy―
http://gilbertgil.wordpress.com La otra en la p. 71 pertenece al archivo fotográfico del sismo de la
Fototeca Nacional.
304
―Por fin, salí de la azotea en busca de los salvajes gavilanes imaginarios, pero lo que
encontré fue otra cosa más retorcida: vi al maravilloso y caótico DF ardiendo y derruido,
como si encima de la ciudad se hubiera enfrentado a mordidas una jauría de perros en
brama― (2010: 57).
amaba― (2010: 101). Al mismo tiempo, la ciudad no solamente es una bestia, sino
que quiere comunicarse con el protagonista: el narrador dice que el día anterior al
sismo, que coincide justamente con su cumpleaños, ―las calles del DF habían
intentado advertirle sobre la catástrofe― (2010: 75). Se nota una relación conflictiva
con su tierra. Es decir, el narrador maneja una relación de amor-odio con respecto
a su ciudad: Germán dice que el DF no es madre de nadie, sino más bien una
ciudad que ―ama con amor de madrastra― (2010: 69). Antes de irse a Barcelona,
halaga a su ciudad con todos los espacios significativos para su vida, lo cual
destaca su importancia (2010: 144/145). Incluso le dedica un poema titulado
―ardes― en el cual se manifiesta la relación ambigua con ella diciendoque pese a
todo ama a su ―madre postiza― que arde (2010: 110).Como comenta Lechuga, ―la
ciudad es una entidad― que respira, siente y que ―no piensa, pero miente.―244
―No encontré nada, sólo gente desesperada (...) y un hombre que, sostenido por su
voluntad más que por su esqueleto, vomitaba. Después de la arcada se limpió la boca con el
dorso de la mano y me miró. Sólo eso. Años más tarde supe su nombre. Ariel Horus, el
hombre.halcón que anidaba en el Gran Hotel de la Ciudad de México.― (2010: 106)
―Horus vomita. Tras una arcada levanta la vista. Un hombre lo observa. Dos segundos son
suficientes para mirar alguien por primera y por última vez. A diferencia de nosotros, el
maestro constructor nunca sabrá que ese hombre se llama Germán Canseco Rott, que esa
mañana ha visto una paloma muerta a los pies de su cama, que lleva toda la mañana
buscando a una mujer y que en el pecho lleva una carta que tardará veintidós años en
abrir― (Raphael 2013:56/57).
Para los personajes de las dos novelas, el terremoto implica una incisión trágica. La
metáfora de las aves rapaces está presente en los dos libros: en ―Luz de
luciérnagas―, los gavilanes simbolizan el terremoto; en la otra novela, el nombre
Horus del dios egipcio se asocia con los halcones. Además, el protagonista siempre
observa los halcones en la ciudad (2013:22/23).
―Si he de ser sincero, la idea original no era escribir una novela sobre el sismo del 85, al
menos conscientemente, sino que, más bien, fue un elemento con el que tropecé en el
proceso de escribir. Sin embargo, el tema apareció ahí, de repente, vertical e imperioso, a
ponerse delante de mis ojos. Y me di cuenta de que en realidad lo que yo necesitaba es
justamente escribir una novela que escarbara en ese acontecimiento social tan importante,
ya que se había incrustado en alguna parte esencial de mí. Fue durante este proceso de
escritura que pude entender la magnitud social política y personal de este suceso. ―245
Aparte de ser un hecho histórico importante para México, el sismo tiene una carga
semántica. Para Lechuga, este desastre representa ―el derrumbe total del
personaje―: de su conciencia, de su idiosincrasia, sus motivos y su presente. Por
consiguiente, ―ante esta ausencia del presente el único sitio donde el personaje
puede asirse es el pasado.―246La frase con la cual inicia la novela y que se repite
varias veces aclara este problema:
―Alejarte demasiado de aquello que amas es meter la cabeza en un hoyo negro: si no eres
capaz de salir de tanto en tanto y dejar que la luz acaricie tus pupilas, empiezas a perder la
vista hasta que tus ojos enceguecen y olvidan― (2010: 11).
―Las culpas mal curadas se prolongan, se eternizan, se adhieren a tus órganos intentando
pudrirte el alma. Vayas donde vayas ahí están, pegadas a la piel, zurciéndote los recuerdos
al pensamiento. No obstante, intentaba olvidar; construir una tumba imaginaria donde
depositar sus besos y sus caricias y sus sonrisas. Las de ella― (2010: 132).
―Los autores de la generación del crack escribieron condicionados e impulsados por una
sensación de optimismo que hoy –eso se sabe – se ha perdido irremediablemente. La
construcción afortunada de un proyecto nacional se ve en perpetuo entredicho. La
literatura hecha por mexicanos habrá de ser síntoma de esta angustia si no quiere ser
estéril.―248
250 Becerra, José Carlos: «El espejo de piedra», en: El otoño recorre las islas, Obra poética 1961-1970, ,
México D.F.: Era, 1973, pp.214-216.
251 Edson Lechuga, ibid.
309
Además, Álvarez Solis opina que el sismo fue algo que ―interrumpió la historia
espectral del acontecimiento 68― (2012: 23). Según él, el sismo ―es otro de los
acontecimientos no resueltos por el Estado mexicano, pero es uno de lossíntomas
mejor tematizados por la literatura de la posmemoria―, es decir de la generación
que no vivió el 68.252 Para ellos, el sismo ―constituye uno de los horizontes estéticos
de la generación de la posmemoria―(2012: 23). En el caso de Edson Lechuga, que
nació después del 68,el sismo del 85 sirve también como acntecimiento clave y abre
la puerta a otros capítulos problemáticos de la historia de México.
Conclusión
―En mi caso tuve que dejar pasar veinte años incubando (inconscientemente) el hecho; hasta
que el ejercicio literario me puso frente a él y entonces resultó inevitable atravesarlo con la
cabeza alta y la mayor dignidad posible.―254
252 Por ser un acontecimiento aún más difuso e inesperado, en la obra de escritores como Juan
Villoro, Ignacio Padilla o Guadalupe Nettel, ―tres narradores mexicanos pertenecientes a la
generación de la posmemoria - el sismo aparece como subtexto en varias de sus novelas: emerge
como un síntoma reprimido que ninguno explicita pero que todos perciben― (2012: 23)
253 Edson Lechuga, correo del 26-5-2014
254 Edson Lechuga, ibid.
310
Según Padilla urge que demos ―al olvido tanta importancia como al recuerdo―
porque ―hoy en día los hechos que parecían borrados de la memoria colectiva
emergen con toda la fuerza del rencor― (2010:46).255 Esto justamente lo que pasa en
Luz de luciérnagas: el acontecimiento traumático tanto para el protagonista como
para la sociedad emerge de nuevo a pesar de la distancia temporal. Para acercarse
al sismo de 1985, el escritor aplica varios recursos: la novela incluye poemas, fotos
y relatos basados en entrevistas con testigos. Para decribir el sismo, el narrador
maneja por un lado un enfoque documental que se basa en testimonios y otras
fuentes. Por otro lado, aplica muchas metáforas y personificaciones para enfatizar
la carga semántica del desastre. Además, con algunos nexos intertextuales se
establece una conexión con otro acontecimiento traumático, con el 68, para
completar así una topografía de la memoria.
Bibliografía:
Textos literarios:
Chimal, Alberto: «La mujer que camina para atrás», en: Siete, Madrid, Salto de Página, 2012, pp.
235-243.
Fadanelli, Guillermo: «La visión de Magdalena», en: Mariana Constrictor, Oaxaca: Almadía, 2011,
pp. 7-17.
Leñero, Estela: Las máquinas de coser, México D.F.: Universidad Autónoma Metropolitana, 1989.
Martré, Gonzalo: «Fantasmas de Tlatelolco», en: La emoción que paraliza al corazón. Cuentos, México
D.F.: Edamex, 1994, pp. 101-109.
255Según Ignacio Padilla, este ―arte de olvidar―, es decir el derecho de la humanidad a olvidar
acontecimientos dolorosos se justifica ―por las mismas razones que otrora se aducían para insistir
en nuestra obligación de recordar―(2010:47). De acuerdo con Padilla, una cosa requiere la otra:
―Elogiar a la memoria no requiere vilipendiar al olvido. Se trata más bien de reconocer el papel
cardinal del segundo como coadyuvante de la primera, pues lo que se olvida es también
constitutivo del ser―(2010:47).
311
Monsiváis, Carlos: Entrada libre. Crónicas de sociedad que se organiza, México D.F.: Era, 2001.
Padilla, Ignacio: «El año de los gatos amurallados», en: Esquinca, Bernardo/ Quirarte, Vicente
(eds.): Ciudad fantasma. Relato fantástico de la Ciudad de México (XIX-XXI), Oaxaca, Almadía, 2013, pp.
219-228.
Poniatowska, Elena: Nada, nadie. Las voces del temblor, México D.F.: Era, 1988.
Quezadas, Juan Carlos: Ciudad Equis 1985, México D.F., Ediciones SM, 2010.
Serna, Enrique: «El desvalido Roger», en: Amores de segunda mano, México D.F.: Cal y arena, 2009,
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Charlottesville/ London: University of Virgina Press, 2011.
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C.H.Beck, 2009.
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Gad, Soussana/Nouss, Alexis: Dire l‘événement, est-ce possible? Paris: L‘Harmattan 2001, pp.81-112.
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September 2001, Göttingen: V&R unipress, 2013.
Garner-Prazeres, Julia: After the Earthquake: Literary Responses to Catastrophe in Mexico City, 1985-
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312
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Erdbeben von Lissabon und der Katastrophendiskurs im 18. Jahrhundert, Göttingen: Wallstein, 2008,
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Ruisánchez Serra, José Ramón: Historias que regresan. Topología y renarración en la segunda mitad del
siglo XX mexicano, México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2012.
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Wilhelm Fink, 2013
Villagómez Castillo, Berenice: De la utopía de la solidaridad al dolor del cambio: discursos alrededor de un
terremoto, tesis doctoral, Toronto: University of Toronto, 2009.
Walter, François: Katastrophen : eine Kulturgeschichte vom 16. bis ins 21. Jahrhundert, Stuttgart: Philipp
Reclam, 2010.
313
La barbarie invade la ciudad. Bogotá en el día del odio de J.A. Osorio Lizarazo256
Introducción
Dicho carácter crítico y evocativo revelaron a ésta novela como una fuente de
información y análisis para la comprensión de la realidad social, cultural y espacial
de Bogotá en la década de los 40s. Sin embargo, su lectura debía hacerse según
256Este trabajo surge de la monografía: ―Bogotá, una ciudad entre cafés y chicherías‖.
257 José Antonio Osorio Lizarazo nació el 30 de diciembre de 1900 en Bogotá y murió el 12 de
octubre de 1964. Experimentó varias figuras literarias como la novela, el cuento, la crónica y el
ensayo político donde Bogotá con su miseria, crueldad y sordidez, aparece como protagonista.
Colaboró en la redacción de varios periódicos locales como El Mundo al Día, y fue director del
Diario Nacional y El Heraldo de Barranquilla. Trabajó en los Ministerios de Guerra y Educación
como secretario. En 1946 viajó a Argentina y colaboró con el gobierno de Juan Domingo Perón
quien premió su novela El hombre bajo la tierra. Posteriormente viajó a Chile y luego a Republica
Dominicana donde escribió una biografía del dictador Leónidas Trujillo. Escribió otras obras de
tinte político dedicadas a las figuras de Francisco de Paula Santander y Jorge Eliecer Gaitán. En
1961 regresó a la ciudad y escribió su novela El camino en la sombra con la que ganó el premio Esso
en 1963.
314
Novela y ciudad
Para R.H. Moreno Durán (1988) la novela tiene la función de captar, aprehender y
suscitar la comprensión de una realidad; mediante la palabra ésta se supera como
mero dato empírico y texto referencial para ser expresión de un universo, de una
totalidad armónica y conflictiva representada en diferentes planos de ficción y
realidad que se han ordenado coherente y estéticamente para visualizar una
sociedad a través de sus formas y elementos.La novela entonces reconstruye y
ordena estéticamente ciertos elementos para convertirlos en materia, conciencia y
expresión de esa misma realidad.
315
La novela seleccionada para el análisis de ciudad fue El día del odio (1998) de J.A.
Osorio Lizarazo porque constituye una memoria de Bogotá en la primera mitad del
siglo XX que expresa las condiciones y contradicciones de su construcción cuando
ésta emergía como ciudad moderna. Como novela citadina ofrece un panorama de
la vida social y urbana en la década de los 40s donde trata de representar el paisaje
de la ciudad, la marginalización y acoso que presentaba para las clases populares
desde la implantación de una imagen de ciudad delineada por las clases
dominantes que encontraban en los referentes burgueses europeos y
estadounidenses su marco cultural y simbólico. En ella son perceptibles los bordes
y límites de una ciudad en construcción que segmenta y niega su pasado
tradicional, campesino e indígena.
planes e imágenes de ciudad impuestos por una élite, sino que también expresa las
sensaciones y experiencias de aquellos que la caminaban con hostilidad y miedo
cuando sus sueños en la urbe se habían desvanecido, evidenciando una particular
imagen de ciudad que problematiza la esgrimida oficialmente.
258Archila Neira (1989) plantea que casi el 80% de la población urbana en la década de los 40s
provenía de Cundinamarca, Boyacá y Tolima.
319
Por todas partes veía gentes al acecho de su paso, zarpas tendidas que se alargaban
para desgarrar sus carnes, muecas horribles que se burlaban de su terror, como si
se hubiese extraviado para siempre en una selva poblada de monstruos. (Osorio
Lizarazo, 1998, p.76)
La ciudad representa para la protagonista una ―selva‖ en la que tiene que andar
con zozobra en lucha constante por su vida y dignidad cual si estuviera en ―estado
de naturaleza, pues tanto autoridades estatales representadas en policías, jueces y
321
La ciudad no era un espacio habitado por ciudadanos guiados por marcos cívicos
modernos, sino que estaba por un lado, invadida por el bajo pueblo, una población
anómica, irracional, torpe, débil y colmada de vicios, y por otro por una sociedad
vanidosa, egoísta e hipócrita. Las vivencias de sus personajes constantemente se
relacionan con la animalidad puesson comogusanillos rojos, larvaso perras canchosas,
viven como comadrejas, se comportan como jabalís o serpientes y son tratados por el
conjunto social como ratas o piojos.
Para estos habitantes que constituyen una masa deforme de prostitutas, ladrones,
limpiabotas, tinterillos, vendedores de mercado y de insignificantes objetos, de
obreros ínfimos, zorreros y cargadores; para ellos la ciudad constituía un mundo
de miseria y horror, una ciudad de orfandad, abandono, hambre, ignorancia,
abyección e ignominia; una ciudad donde el progreso se solidificó en el fracaso, en
una ―mendicidad encubierta‖. La ciudad para ellos más que ser un símbolo del
progreso y bienestar, constituye un sofisticado –aunque moralista y racial-
engranaje que engulle sus vidas, las tritura en un abismo, las corroe y desprecia
para depositarlas en un mísero y espantosocurso.
Es por ello que el hambre y el frío son sensaciones frecuentes en los personajes, ya
sea en los patios de cemento de La Central o La Correccional, o en la calle donde
además se siente la brutalidad de la autoridad policial con golpes de bolillo; sus
vidas gravitaban en satisfacer necesidades básicas como refugio y alimento. La
angustia y la incertidumbre nublan sus pensamientos y acciones en una constante
búsqueda elemental, que muchas veces se veía satisfecha con el pago de veinte
centavos para un ―junco piojoso‖ o en la adquisición de cuevas pegadas de los
cerros que parecían más ―madrigueras‖, y para quienes eran más pudientes de un
cuarto ciego sin luz, ni agua ni alcantarillado, sin ―higiene o moral‖ construido con
latas, plástico, madera u otro material precario.
259Es interesante la selección de instituciones estatales que realiza Osorio Lizarazo ya que
representan las preocupaciones del Estado en dicho momento histórico, donde la higiene, la justicia
y el cumplimiento del orden se esgrimen como los ámbitos claves de su accionar.
322
Un estilo de vida que no es deseado por aquellos que migran a la ciudad en busca
de mejores condiciones, sino que es impuesto por los rígidos marcos culturales y
morales de una sociedad que rechaza aquellos que no ostentan o simulan una vida
civilizada; vida que se constituye en relación con el tono de piel, el uso de la lengua
323
y los gustos de los que se ufanaba, y para quienes en efecto había cierto margen de
libertad, pero para la población restante por su ―barbarie‖ debían sufrir la incisiva
amenaza y control policial.
Cada personaje plantea este deseo y rabia contenida, deseo de comer lo que los ―de
arriba‖ comen, deseo de trabajar, deseo de no ser perseguido y de vivir como gente
decente no como ―piojos‖ o ―perros canchosos‖. La única solución ante su
desventura es la destrucción total, la conflagración, la explosión de bombas de
dinamita, las apuñaladas con cuchillo para ver si hay diferencia entre unos y otros:
324
La plebe entumecida por el frío, inerte por la inanición, embrutecida con chicha,
envilecida por la ignorancia, está ahí con su carga de odio y coraje, dispersa,
sufriente, hundida, esperando que una chispa incendie sus harapos para que su
fuerza plutónica estalle, arrase, perturbe, derribe y transforme. (Osorio Lizarazo,
1998, p.127)
Este odio según Herbert Braun (1985) fue un sentimiento que al parecer fue
amalgamado a partir de los discursos de Gaitán y su proyecto político, quien tenía
tal poder sobre el pueblo que era capaz de sembrar incertidumbre, controlar y
desatar sus pasiones; mediante su voz, sus gestos, sus rasgos físicos y su lenguaje
fue capaz de representar al pueblo y un ideal de restauración moral e institucional
en el país que se fue socavado con su asesinato.
Para Braun (1987) el saqueo que fue la expresión de una revolución fallida y por lo
cual se despreció al pueblo, denoto varios significados. En primer lugar, fue un
simple consuelo ante la muerte de Gaitán que hizo de la apropiación de lujos y
vestimenta burgueses una retribución momentánea de igualdad y justicia donde el
260Po el contrario, Pedro Gómez Carena en El 9 de abril (1951) plantea que el asesinato de Gaitán fue
producto de un sabotaje de comunistas internacionales a la Conferencia Panamericana. Lo cual en
efecto fue la postura oficial enunciada por el presidente Mariano Ospina.
325
una modernización física, pero que guarda y encubre en sus márgenes todo signo
de atraso y pobreza.
Conclusiones
Con su realismo social presenta las nuevas formas de vida que surgen con la
explosión urbana, donde tensiones como tradición/Modernidad, masificación-
/diferenciación, civilización/barbarie, ciudad/campo, progreso/degeneración
están latentes en su caracterización de la anomia, la pobreza, la crisis de valores y
marcos simbólicos de la tan vanagloriada Atenas suramericana.Refleja esa otra
ciudad que crece en los márgenes, de aquellos que la construyen desde la exclusión
y anonimato, del desarraigo y la ruptura de la experiencia de los migrantes y del
choque cultural y social producto de una idea implantada de desarrollo.
y cualquier expresión artística según sus términos, que era el de tener una función
social, de interpretar las angustias e injusticias colectivas, revelar la complejidad
social, condensar los anhelos comunes hacia la búsqueda de la justicia social, en
últimas ser la expresión viva de la épica y tragedia del pueblo con el objetivo de
dar voz a los excluidos y mediante esta voz conciliar mecanismos de
transformación y justicia social. Y en El día del odio se cumple ello en demasía dado
el fracaso, abatimiento y desdichas que nublan la vida de sus míseros personajes.
La función social de su narrativa si bien develan el encubrimiento de una ciudad
ostentosa, denunciando la masificación y la pobreza que acompaña el fenómeno
urbano, ésta al hacer referencia sólo a esa ciudad marginal, presentando lugares y
paisajes concretos, como autor omnipresente da testimonio de esa ciudad de
manera realista, de tal modo que aunque satiriza y critica los postulados de la élite
política e intelectual, se sigue moviendo en los mismos conceptos y nociones con la
intención de generar sensaciones dramáticas y dolorosas en sus lectores. Su
narrativa en este sentido tiene una función moralizadora y lúdica, lo cual aunque
es coherente con la postura política del autor, de alguna manera le resta
imaginación narrativa cuando sus personajes y el ―hábitat‖ donde se desenvuelven
participan en función de ésta.
Bibliografía
Archila N. (1989) Ni Amos ni Siervos. Memoria Obrera de Bogotá y Medellín (1910-1945). Bogotá:
CINEP, Controversia 156-157
Berman, M. (1988) Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la Modernidad. México: Siglo
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Braun H. 81985) Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia. Bogotá: Aguilar
Cobo Borda J. (1977) ―J.A. Osorio Lizarazo. Inmerso dentro de una clandestinidad inmerecida‖ En
Semanario Cultural (Nº 63) 6-7
Cruz Kronfly F. (1996) ―Las ciudades literarias‖ En Giraldo, F. & Viviescas F. (Compiladores) Pensar
la ciudad, Bogotá: Tercer Mundo Editores
Fundación Misión Colombia (1988) Historia de Bogotá, Vol.3; director de la obra Fabio Puyo Vasco,
Bogotá: Villegas Editores.
Moreno Durán R.H. (1988) De la barbarie a la imaginación. La experiencia leída. Bogotá: Tercer Mundo
Editores
Neira E. (2004) La gran ciudad latinoamericana, Bogotá en la obra de José Antonio Osorio Lizarazo.
Medellín: Fondo Editorial Universidad Eafit.
Osorio Lizarazo J.A. (1998). El Día del Odio, una novela sobre el 9 de abril. Bogotá: el Áncora Editores.
Romero J. (2011) Latinoamérica, las ciudades y las ideas, Buenos Aires: Siglo XXI Editores
328
Introducción
Queremos por un lado trazar una historia social, que dé cuenta del proceso
histórico en que se inscribe el autor y sus obras, en donde se pueda ver las
relaciones con las instituciones culturales y de poder, que permiten que todo sea
un reflejo (Lenin), una mediación (Taine), una subordinación de estructuras
(Marx), en las que las posibilidades que condicionan históricamente la época y al
autor expliquen por sí mismas y limiten el sentido de interpretación. Propone
Rafael Gutiérrez que cada obra provee su método propio, no es fortuito que la
forma en que Vergara haya escrito su Historia, sea desde la historia social, es decir,
en forma de relaciones interinstitucionales de poder: la imprenta, la educación, la
literatura, la política, por poner algunas. Tiene este estudio por título principal una
empresa que vengo desarrollando hace algún tiempo, que más debido a una
necesidad de reivindicación que de hacer historia, me propuse demostrar que hay
una Tradición de críticos en Colombia: Baldomero Sanín Cano, Antonio Gómez
Restrepo, Rafael Maya y Gutiérrez Girardot, además de Vergara, que es el primero.
Durante los cincuenta años agitados que transcurren entre 1820 y 1870,
emprendióse una tarea titánica. Se cambió la estructura de la sociedad. Pedro
Henríquez Ureña. Las corrientes literarias en la América Hispánica. 1977. p. 116
330
En una gran frase se puede resumir el método crítico de Vergara y Vergara, así
como el propósito del presente ensayo: ―La literatura en América está de tal modo
enlazada con los sucesos políticos, que no se puede seguir la marcha de aquella sin
buscar su causa en estos‖ (1867, p.416). De modo que se abre la necesidad de dar
cuenta en forma de historia social del período en que vivió Vergara. Para
comprender sus obras, su estilo, su talante conservadora, se hace menester
presentar qué ocurrió desde la Patria boba, hasta la década del 70, en que el
federalismo estaba en marcha y nuestro autor estaba con su proyecto literario
nacionalista (romántico), de dotar de identidad a un país fragmentado.
El interés más que trazar una fehaciente historia, es dar luces a cómo se configuró
la nación en lo educativo a partir de lo político, las relaciones bipartidistas con la
iglesia, el problema de los jesuitas, la llegada de extranjeros, la creación de colegios
privados y lo que se leía en estos momentos. Más que demarcar una historia es
articular procesos. No nos interesa delimitar los dos romanticismos que hubo en el
siglo, mucho menos dar cuenta del origen del costumbrismo, elementos que
consideramos secundarios para comprender el devenir de Vergara.
Antes que entrar a la aporía de elegir entre Bolívar y Santander, es evidente que
fue el gobierno del general Santander quien trajo comisiones de franceses e
ingleses para educar y planear el país, que tras salir de un proceso de escisión con
el Reino de España, quedó en fragmentos, provincias con sus hombres letrados y
terratenientes que nunca perdieron la esperanza de ser dirigentes de la parte que
creían correspondiente; no sucedía esto en la provincia de Cundinamarca, en
donde hombres como don Camilo Torres, abogaba por el centralismo. Este
problema heredado de la patria boba, fue un hecho que daría junto a la rivalidad de
Santander y su propuesta progresista y de liberalismo frente al Bolívar héroe y
tirano: una nación que además de estar fragmentada territorialmente lo estaba
ideológicamente. La década del treinta formó las raíces de un país letrado, se
reorganizó la Universidad en Bogotá, los planes de estudio de derecho, carrera por
excelencia de los hombres ilustres en Colombia.
Empero, el problema bien lo anoto Daniel Samper Ospina: ―Sin telégrafo, sin
prensa organizada, sin caminos, nuestros abuelos se enteraban muy a medias de
los acontecimientos y no siempre por conductos veraces‖ (1931, p.50), esto es, una
nación incomunicada, en donde las decisiones se tomaban sin el consentimiento de
las partes y se perdía la confianza, no era de esperarse sino que se gestaran, a razón
de temores, guerras civiles por territorio y por odios.
Fue así como la paz se gestó en la República de la Nueva Granada por unos
cuantos años (1931-7) en que Santander, más que organizar, posibilitaba una
331
Pasar de ser una villa medieval, ese fue el reto para Santander. De 1829 a 1837, bajo
una constituyente liberal, el país liberalmente se reconstruía, con educación,
cultura e industria, buscaba ser una Nación y Bogotá una urbe. Declinada la
dictadura de Bolívar, Santander y la constitución conservadora del 33, ―Fomentó el
desarrollo de las manufacturas, apunta Jaramillo Uribe. […] Se fundaron en Bogotá
fábricas de lozas, textiles, fundiciones de hierro, jabones y productos químicos‖
(1996, p.25). Con préstamos de los ingleses obtenidos en 1821 y 1824, hubo forma
de invertir. A su vez, Santander vicepresidente y luego presidente, restableció el
recaudo fiscal y empréstitos voluntarios. ―Trató de reanimar el comercio
fomentando la marina y dando facilidades para la inversión, de capitales
extranjeros, especialmente ingleses. Creó las escuelas públicas de primeras letras
[…] Organizó colegios de enseñanza media en varias ciudades del país y estableció
universidades en Bogotá, Medellín y Cartagena‖ (1996, p.19). Afirma Vergara que
el gran hombre de la Nueva Granada, fue José Celestino Mutis, pues fue quien
―verdaderamente abrió las puertas del saber‖ (1931, III, p.57). De modo que
existente la academia y la prensa, carecíamos de la legitimidad de un gobierno que
pusiera el empeño en ello. Existía el teatro, el arte religioso, la Biblioteca Nacional
tenía abiertas sus puertas, una generación con todas las posibilidades se gestaba.
Y aun estando claras las condiciones para avanzar, dos grandes guerras civiles
redujeron el eventual progreso de la República de la Nueva Granada conseguida
por Santander: la de mayor impacto fue la Guerra de los Supremos (1840-41),
causada ―En mayo de 1839 [cuando], el Congreso determinó suprimir los
conventos menores de Pasto y destinar sus rentas a la instrucción pública de esa
332
Tras 1841 superando aquella guerra, Alcántara Herrán, ―dio al país una nueva
constitución que reforzó el carácter centralista [y conservador] del Estado‖ (1996,
p.26) y por medio de Mariano Ospina Rodríguez devolvió el poder a la iglesia 262 y
su lugar en la educación pública, principalmente con el regreso de los Jesuitas.
Siguió este espíritu Tomas Cipriano de Mosquera263, modernizando Colombia de la
mano del positivismo: ―contrató los servicios de matemáticos, químicos y
naturalistas europeos para impulsar la enseñanza de las ciencias‖ (1996, p.27) y
permitió que los hombres letrados, como Manuel Ancízar, dirigieran los estudios
sobre el territorio que conformaba nuestro país. Habían pasado las épocas de
Antonio Nariño en que habían libros prohibidos, tanto por el contacto con Europa,
como por la baja influencia de la iglesia.
―La juventud que pululaba en los claustros a raíz de la muerte de Santander fue, por tanto,
impetuosa y fanática: de allí salió el tipo cachaco literato desde la adolescencia, partidario
de Bentham y de Tracy o de Balmes; católico de todo a todo o libre pensador, a la manera
de José María Vergara de un lado, y de Teodoro Valenzuela del otro. El plan de estudios de
don Mariano Ospina apasionaba a aquellos formidables lectores de Víctor Hugo, de
Alejandro Dumas, de Espronceda y de Zorrilla, de Lamartine, Chateubriand y Bernardino
de Saint Pierre, o de Eugenio Sué [..] Y al abandonar las aulas, ebrios de romanticismo y
fuertemente teñidos en política, iban a engrosar las huestes de las sociedades
democráticas…‖ (1931, I, p.50-51)
Fue de forma alterna que la política dio lugar otro tipo de educación, o sea, que se
modificó el antiguo sistema en que las órdenes religiosas determinaban según sus
261 Eugenio Gutiérrez, ―Márquez y la guerra de los supremos‖, En: Revista Credencia, N° 45,
consultada 1/9/2014,
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/septi1993/septi1.htm
262 Es menester, por tanto, revisar aquellos juicios (como el de J.M. Samper), que afirman a
Santander como el líder definitivo del partido Conservador. Hecho contradictorio con su postura de
liberalismo económico y centralismo, la necesidad que observó de educarnos con hombres de
ciencia extranjeros, y si se revisa bien su lejanía con la iglesia. Se conocen de este punto algunas
cartas desde su exilio en Europa para V. Azuero, indicándole el peligro que era la separación
radical con la iglesia, le decía, que era mejor hacerlo despacio.
263 Don Tomás Cipriano, el segundo caudillo dictatorial y paradójico, quien subió al poder primero
como conservador y recatado godo y volvió al poder como el fratricida de Dios y de los jesuitas.
333
―Hasta 1842 la instrucción pública había sido principalmente obra del liberalismo,
organizada y dirigida conforme a las ideas y tendencias del General Santander y su partido;
y era notorio el influjo ejercido por el sistema de educación adoptado, sobre la juventud que
se había formado en las Universidades y particularmente en Bogotá. Aquella juventud
había sido más o menos revolucionaria, desde 1828 hasta 1841, y no poco la habían
inclinado hacia el sensualismo de las enseñanzas de legislación dictadas según los textos de
Jeremías Bentham. El doctor Mariano Ospina, alma de la administración nacional presidida
por el General Herrán de 1841 a 1845, y encarnación del antiguo conservatismo, al mismo
tiempo que acometió y llevó a cabo otras muchas y graves reformas de las instituciones, en
el sentimiento de sus ideas, comprendió que una gran parte de la resolución del problema
político y social debía estar en la dirección que se diese a la instrucción pública. De aquí el
Plan de enseñanzas universitarias elaborado y expedido en 1842 […] Tres ideas cardinales
dominaban en aquel plan: la primera, sujetar los alumnos a severa disciplina, así en sus
costumbres y moralidad como en sus estudios y adquisición de grados profesionales; la
segunda, introducir el elemento religioso en la dirección universitaria, complementando la
instrucción con la educación; y tercera, reorganizar las enseñanzas de manera que en ellas se
introdujesen elementos conservadores (como estudio del derecho romano, por ejemplo) y
algunos de literatura y humanidades que habían sido muy descuidados, y que al mismo
tiempo se proscribiesen ciertas enseñanzas calificadas de peligrosas por el Gobierno, tales
como las de ciencia de la legislación, ciencia constitucional y administrativa y táctica de las
asambleas. ¿Anduvo acertado el doctor Ospina en sus propósitos? El tiempo me hizo ver
con claridad que él tenía sobrada razón en lo tocante a la primera de las ideas apuntadas,
pues la juventud había carecido totalmente de disciplina que la moralizase y de reglas
severas en lo relativo a estudios y colación de grados, que sirviesen de verdaderas garantías
de idoneidad…‖ (1971, p.122-3)
Bartolomé salió, entre 1844 y 1852, una falange numerosísima de poetas y literatos,
oradores y publicistas, abogados y médicos muy distinguidos, mientras que ya en
el Colegio Militar se formaba un interesante núcleo de ingenieros civiles y oficiales
entendidos. Lo más brillante de nuestras generaciones data de aquel tiempo‖
(1971, p.132)
Es Frank Safford quien advierte que ―Entre 1831 y 1845 surgieron los dos partidos
políticos rivales que desde entonces han dominado la historia de la nación‖ (2002,
p.275) e irresolutamente la juventud debía tomar un lugar en la contienda. Ya
veremos la posición de Vergara en 1859 contra Manuel Murillo Toro y su obra La
cuestión española. Porque lo que estaba ocurriendo entonces era la fiel muestra de
cómo para siempre Colombia no podría convivir en paz.
―En cuanto a la organización política, a partir de 1837 los liberales tendieron a promover
una mayor autonomía regional, mientras que sus rivales conservadores preferían una
estructura más centralista. […] Los dos partidos se diferenciaron mucho más en sus
actitudes frente al poder y la influencia de la Iglesia, sobre todo después de la guerra civil
de 1839-1842. Los liberales, si bien en su mayor parte católicos, pensaban que la Iglesia
como institución era demasiado poderosa […] al contrario, casi todos los políticos
conservadores creían que la Iglesia debía desempeñar un papel preponderante en la
preservación del orden social y moral…‖ (Safford, 2002, p.313).
Así fue como más allá de los intereses de terratenientes (que produjeron las
guerras civiles entre las provincias antes de 1939), la década del 40, fue el período
en que se edificaron ambos partidos. Pedro Alcántara (1841-1845) y Tomás
264 Sin embargo, esta relación de intercambio comercial tuvo gran relevancia en el intercambio
intelectual. La paradoja se desarrolla en el hecho de ser españoles y devenir la influencia de la
lengua y escritores, en especial del siglo de oro, y buscar otros registros, fuese el liberalismo en
Bentham o el positivismo o romanticismo francés e inglés.
335
El único error de estos años, era la política económica que fue dando mayor
independencia a las provincias y esto deformó en federalismo, es decir, su lucha
contra los terratenientes y monopolios, la contradijeron al perder un gobierno
central, autónomo y encargado del ejército, es decir, con la legitimidad del poder
(idea imperante de Mosquera, al crear el Colegio Militar unos años atrás). Bien
señala Frank Safford la reducción que tuvo el ejército nacional durante estos años,
hasta alcanzar un punto en que las provincias junto con sus esclavos podían hacer
frente al gobierno central fue la catástrofe. Pero a su vez añade un punto sustancial
para comprender el predominio que asumió el partido liberal en Colombia: en la
―campaña presidencial de 1848 todos los candidatos presidenciales se empeñaron
en su apoyo a la autonomía regional‖ (2002, p.388), ayudando a explicar este
fenómeno, como señalamos arriba con Melo, el federalismo más que un
acontecimiento fue un proceso, la predominancia del pensamiento social francés
que abogaba por la autonomía de las partes (provincias) y la descentralización del
poder y de la economía.
Los recursos fiscales se aplicaron entonces ante todo a mejorar la red de comunicaciones de
país (telégrafos, caminos, ferrocarriles), con lo que contribuyeron los liberales federalistas a
crear bases reales para un sistema político más centralista, y a impulsar la educación
pública, que tenía una alta prioridad en la agenda liberal, por la posibilidad de que sirviera
de contrapeso ideológico a la Iglesia. También la educación pública sirvió para impulsar los
procesos de unificación cultural del país y para implantar un mínimo de valores comunes
en los principales núcleos del territorio nacional (1989, p.22-3).
Y en efecto, Colombia al verse entre el abismo que hacían divergir ambos partidos,
padeció a razón de un simple punto álgido que era el leitmotiv discrepante: ―el
problema religioso‖ como lo llama Álvaro Tirado Mejía, que puede resumirse en el
temor de los liberales por el sentido popular que arraiga la iglesia y por el carácter
formativo que ésta impulsaba. Desde dos hechos centrales este problema fue punto
de discusión: La compañía de Jesús y la relación Iglesia-Estado. A los jesuístas los
expulsaron tras la independencia, puesto que ―era muy grande el poder de la
Iglesia y muy fuerte la influencia de los clérigos sobre el sector popular… [empero]
337
En 1851 con el general López al poder, se ataca aun más la hegemonía de la Iglesia:
―la ley del 27 mayo de 1851 dispuso que los curas párrocos serían nombrados por
votación en el cabildo municipal, anota Tirado Mejía […] la ley del 14 de mayo de
1851, por la cual se suprimió el fuero eclesiástico, es decir, que los eclesiásticos
serían juzgados por los tribunales civiles […] la ley del 20 de abril de 1850, por la
cual se cedían los diezmos a las provincias, con facultad de administrarlos…‖
(1982, p.360), leyes claras de un gobierno que quería libertad de pensamiento, en
donde la educación pública garantizada por una educación libre sería el pilar,
como lo demuestra ―la ley de mayo de 1850: ―Es libre en la República la enseñanza
de todos los ramos de las ciencias, de las letras y de las artes. El grado o título
científico no será necesario para ejercer profesiones científicas […] Suprímense el
grado de bachiller. Suprímense las universidades…Para optar grados no es
necesario haber estudiado en los colegios nacionales o provinciales, o en los
seminarios‖ (1982, p.363), se había llegado, entonces, al punto ―especulativo‖ como
refiere Samper. Los hombres de letras, médicos que se formaron en la universidad
de Santander, eran para los liberales del gobierno de José Hilario López,
innecesarios. Era, sin más, la forma de llevar la contraria al plan impuesto por
Mariano Ospina en 1842, un plan donde la moral y el rigor de la ciencia
imperaban.
Es así como Samper, siendo liberal reconoce el valor del impulso de Ospina
(advirtiendo, claro está, que una educación católica abría la brecha para ser aun
más liberal) y arremete contra un gobierno ―especulativo‖ –y temeroso- como fue
el de López. Temerosos porque como apunta Safford, ―Muchos liberales
desconfiaban de los jesuitas porque percibía a los hijos de Loyola como un
instrumento político del partido conservador. [llegando al punto tal de que] creían
que la Iglesia católica, con su estructura jerárquica, era incompatible con la
democracia‖ (2002, p.390-1). Y no obstante, según Safford, el error que no pudo
superar la era liberal ni el Olimpo Radical y que fue el motivo para que Núñez
338
subiera al poder, fue que ―Se esperaba que, con el poder fragmentado entre un
gobierno nacional débil y estados más o menos autónomos, el interés por acceder
al poder y, por ende, los motivos para rebelarse o fraguar un golpe de estado
disminuirían. Infortunadamente, el sistema federal fragmentado no solo no atenuó
el conflicto partidista sino que más bien lo generalizó‖ (2002, p.421), más en
aquella época no hubo vencedores, se dejó un país devastado, con caudillos que
atemorizaban hasta a sus copartidarios de muerte. La Iglesia perdió sus bienes, su
legitimidad, Roma misma condenó aquellos gobiernos, pero una vez cerrado el
congreso, encarcelados los opositores y reducidos todos los oponentes no tardaron
en alzarse las provincias clericales por excelencia, Antioquia y Tunja; fueron años
en los que entre guerras Vergara escribió su Historia de la literatura en Nueva
Granada.
―El mayor de los méritos de Vergara [si es que tuvo alguno para sus críticos] es
haber sido un hombre sin rencores, que sirvió con sus compañeros del Mosaico, de
‗puente sobre el abismo‘ de odios y de luchas, abierto entre las juventudes de uno
y otro partido.‖(Daniel Samper, 1931, p.55)
―¿De qué causas provinieron las desventuras de Vergara? Lo diré sin escrúpulo, dice don
José María Samper, por mucho que la verdad pueda desalentar a las almas generosas:
Vergara era demasiado bueno para la sociedad y el tiempo en que vivió, y, en mi sentir,
vino al mundo, en nuestra pobre patria, sobrado tarde o sobrado temprano. Ni encontró la
nobleza de costumbres de que debía estar rodeado su bello carácter, ni halló la suma de
progreso intelectual necesaria para que su poderosa y fecunda inteligencia fuera
debidamente apreciada.‖ (Citado por Alfonso Hernández de Alba, 1931, III,
p.22)
Don J.M. Vergara y Vergara nació en la sabana de Bogotá, parte de una familia
española, espíritu que siempre defendió, tanto en la lengua como en su fe. Hijo de
don Ignacio Manuel y doña Ignacia Calixta de Vergara y Nantes, primos
hermanos. Vergara se educó en el Colegio de Nuestra Señora del Rosario hasta
tomar clases con los jesuitas de quienes tomaría el acertado juicio y responsable
estilo. Carlos Martínez, biógrafo de su padre y suyo, nos refiere muy bien su
devenir:
Aprendió José María Vergara a leer y a escribir con el bondadoso señor don Rafael
Villoria, a cuya escuela entró en 1839. De allí pasó al Colegio de Nuestra Señora del
Rosario, donde permaneció solo seis meses. […] Su educación literaria escolar
empezó y terminó en el colegio de los padres jesuitas […] fundaron en esta ciudad
desde el año de 1844 y que conservaron hasta su expulsión, durante la
339
administración liberal del general López. Vergara permaneció por seis años al lado
de aquellos inimitables institutores […] condiscípulos de Vergara fueron […]
Carlos Holguín, Sergio Camargo, Antonio y José Joaquín Borda, Diego Fallón,
Mario Valenzuela… (1931, IV, p.XXIII)
De modo que estudió Vergara entre dos de las épocas educativas expuestas por
Samper, la de las universidades libres, en donde aprendió éste sobre literatura
castellana –como refiere en su famoso prólogo- y la de los colegios disciplinados,
obra de Mariano Ospina, a quien cuestiona Vergara por no haber puesto más que
una clase de gramática y los cursos mínimos de poética y retórica (a los que él
asistió), estando ausente la literatura. De esto también nos trae noticia Martínez:
―Del colegio de los jesuitas pasó a la universidad central, donde completó el curso
de retórica y poética, en el cual fue aprobado con plenitud [… por] el ilustrísimo
señor arzobispo Mosquera [hermano del caudillo] y el doctor Rufino Cuervo‖
(1931, IV, p.XXIV). Para el momento Vergara no contaba ni con los 18 años, época
en la que se dedicó a leer sus aficiones románticas entre lo francés y lo español.
Ninguno de sus comentaristas nos habla de que Vergara se halla graduado en la
universidad. Esto, a raíz de las leyes que a partir de 1851, dictaminó el gobierno, de
no necesitar títulos para regentar puestos.
De tal forma que fue, según Jaramillo Uribe ―El pathos romántico cristiano del
pensamiento social del 48, tal como se presentaba en las figuras más incluyentes en
Francia y en los países que recibían su influencia, fue precisamente el que dio al
movimiento de las ideas de 1850 en la Nueva Granada‖ (1977, p.184). Y por tanto,
aquel pathoscristiano (que se difuminó con el tiempo y los liberales se hicieron casi
―ateos‖), dominó, por su formal social como nacionalista. Al punto que la anécdota
–que parece ficticia-, de Víctor Hugo cuando leyó la constitución de 1863, expresó
que ésta parecía hecha para ángeles.
Partamos de una paradoja con la que Vergara estaría muy de acuerdo. Sentencia
Pedro Henríquez Ureña que por un lado ―Nuestra emancipación [política en
primera instancia y luego] literaria demostró ser cierta en lo que se refería a
341
España; adoptamos el nuevo movimiento [romántico] sin esperar a que nadie nos
diera la señal‖ (1978, p.122), hecho evidente, incluso en Vergara que admiró
profundamente las poesías y prosas de Chateaubriand, Manzini y Lamartine; ―Y,
por otra parte, continua Henríquez Ureña, los lazos con España nunca llegaron a
romperse en realidad, y, cuando su propio romanticismo llegó a pleno
florecimiento, Larra, Espronceda y Zorrilla encontraron muchos imitadores entre
nuestro jóvenes escritores‖ (1978, p.125), postula así, en consecuencia, que el
espíritu español estaba de nuevo en vigencia respecto a Francia.
Haré, pues, un pequeño recuento de los argumentos con que Vergara defiende su
fe y su amada España, contra los términos, degradada y decadente de Murillo. Da
inicio a su postura así: ―Soi americano español, i tengo profunda admiración por
mis projenitores: soi cristiano i profeso veneración por mi gremio cat6lico: soi
padre i esposo, i respeto altamente lasleyes de la familia inventadas por el
cristianismo, i guardadas como un tesoro por el catolicismo‖ (1859, p.5)265. Se ve
que Vergara –a lo largo de las cartas- como Nietzsche, diferenciará al cristianismo
del catolicismo, esto es, a la Iglesia de Las escrituras. Por ello dice: ―soi cristiano‖.
Son reveladoras estas cartas además para efecto de su biografía, ―Las simpatías de
mis corelijionarios me acompañan desde 1850 porque saben que soi sinceramente
su hermano, arguye Vergara; las de los partidos contrarios jamás me seguirán
porque saben que desde 1850 me he separado, libre i espontáneamente, de sus
filas: separado, no porque hubiera pertenecido a. ellas, sino porque entonces
empezaba a vivir en la sociedad e iba a elegir camino para mi vida social‖ (1859,
p.5). Sabemos que en tuvo problemas con el partido conservador, a no apoyar la
carta federalista de 1858, que por su humanitario tinte apoyó a liberales en
momentos de penuria, hechos que incluso lo llevaron a la cárcel algunos días.
Desde entonces Vergara tomó distancia de los partidos e incluso –apolíticamente-
fue amigo del tirano Mosquera en los años del Olimpo Radical. Partimos del
supuesto en que Vergara afirma ―defiendo la causa de España cuando es moda
atacarla o insultarla‖ (1859, p.6), y allí es preciso la retórica para reducir toda
estulticia preguntando ―…i ha llegado la ocasión bien oportuna de preguntaros,
señor, a qué raza perteneceis? Sois español americano? Sois español europeo? Sois
indio? Sois anglo-sajon? Soisyankee?‖ (1859, p.7). Es cuando vemos el real matiz
agudo de Vergara, quien advierte la presencia ―yankee‖en el horizonte. A lo que
bien responde, que si algo nos dejó la colonización española más que algún
ferviente espíritu, fue el ―amor a la relijión romana‖, a lo que le inquiere al señor
Murillo, ¿bajo qué instituciones sociales, religiosas y políticas sino de las españolas
se formaron aquellos a los que llamamos próceres? Hasta aquí la primera Carta.
265Sigo para efectos de citación la edición conservada por la Biblioteca Nacional, disponible en su
catálogo digital. La cuestión española. Cartas dirigidas al señor M. Murillo. Bogotá, Imprenta de la
Nación, 1859.
342
266 Se presenta apenas un esbozo de estas cartas, tan reveladoras en su genio como en el devenir
crítico de su autor, con gracia y retórica singulares, con erudición y claras convicciones;
imprescindibles para el conocimiento de la época bipartidista.
343
inconvenientes para su impresión al final de la década del 60. Sin duda, una fuente
para el estudio de la literatura y cultura colombiana, en donde el costumbrismo y
el romanticismo, como en nuestro autor, cobraron una unión esclarecedora del
espíritu de la época, que dio a genios literarios como Rafael Pombo, Jorge Isaacs y
Gregorio Gutiérrez González.
Caparroso cita un artículo en que J.M. Samper habla de las reuniones del mosaico:
―Nos reuníamos sin distinción de creencias religiosas ni opiniones políticas a
departir en la intimidad sobre todas las cosas imaginables, y particularmente sobre
historia patria y literatura, y todos hacíamos lecturas sometidas a la afectuosa pero
severa y franca crítica de El Mosaico; sin perjuicio de pasar largas horas en hacer las
más variadas y chispeantes improcisaciones, así escritas como verbales, en prosa y
en verso, en dibujos y caricaturas, y hasta en música, canto y representaciones
cómicas‖ (1980, p.76). Así como es valioso el juicio que hace Caparroso sobre la
mezcla original que surgió en estos autores de El Mosaico, pues ―El romanticismo,
con su programa nacionalista y su fuerte inclinación a la evocación del pasado, le
suministró ricas esencias a aquel costumbrismo. De lo que fue un paradigma muy
significativo Vergara y Vergara. El romanticismo de Vergara y Vergara tuvo una
personalísima expresión en el homenaje que le rindió a una de las más altas crivras
de aquella tendencia en Francia, el vizconde de Chateaubriand. Se trata de un
escrito Manojito de hierba¸ descripción de su visita a la tumba, en Saint-Malo, del
príncipe de la tristeza romántica‖ (1980, p-76-7).
La Historia del Literatura en la Nueva Granada (1867), tan citada –al no haber más
fuentes- y reeditada ha sido, sin duda, poco leída por los críticos colombianos. Esto
se evidencia al ver que ninguno de ellos haya abstraído su método: el de hacer una
―historia social‖, si es que puede llamarse de otra manera al hecho de que un
hombre de letras escriba por primera vez sobre autores completamente raros,
clérigos y monjas, de la colonia hasta la independencia, y se haya preocupado a par
de analizar y comparar el estilo de éstos con los méritos de los españoles, de
narrarnos en forma amena la creación de colegios, la llegada de la imprenta, la
344
267Revísese El Mosaico: 1) Vol.2 no.18 (abril 25 de 1859); 2) Vol.4 no. 47 (noviembre 26 de 1859); y
3) Vol.5 no.33 (agosto 13 de 1859), que se encuentran todos en la Biblioteca Nacional.
345
nacional, por la expresión nuestra (de allí es su condena a toda imitación española
o al influjo reciente de Francia, este es un punto álgido en Vergara, su radicalidad
no tiene antecedentes, y el punto por donde todos sus críticos le han juzgado, su
intransigencia, siendo él un claro ejemplo de la influencia de Chateubriand y la
lengua francesa). Además es el primer crítico literario que tenemos, no solo hace el
prólogo a Manuela, a María, de Eugenio Díaz e Isaacs, respectivamente, sino que es
el reseñador de la época, además del ―puente‖ como lo llama Daniel Samper, entre
los jóvenes y sus mosaicos se leyó a Gutiérrez González, impulsó lo que sería la
gran novela costumbrista del XIX con Marroquín, en poesía no se quedó corto
como señalan sus críticos modernos, sus contertulios no dejan de resaltar sus dotes
de ingenio y parodia (hasta una anécdota de J. M. Samper es increíble, pues cuenta
que habiendo leído unos versos sobre el Cultivo del maíz don Gregorio en un
mosaico, inmediatamente acabó ya Vergara estaba leyendo una magnánima
imitación, tan perfecta como la del antioqueño, pero que por modestia la quemó al
instante), de sus versos rescato quizá su más bella poesía El Olvido268.
Que puede encontrarse en sus Versos en Borrador, Bogotá, Imprenta Gaitán, 1869. Pág. 194-5.
268
269Dice Carlos Martínez Silva que ―…razonaba siempre con el corazón‖ (1931, IV, XXXII) como
Pascal.
346
Vergara recordaba aquello por lo que deberían estar en el paraíso. El lenguaje que
usa en aquellos esbozos e incluso críticas (como la de Manuel del Socorro
Rodríguez, que publicó en El Hogar en 1868, que es más un comentario con
rectificaciones a una biografía cubana sobre Rodríguez de Calcagno) no es el de la
historia, racional y objetivo, sino por el contrario, un lenguaje poético maravilloso,
en donde se entremezcla como en toda su obra, tanto la crítica romántica (es decir,
la que rescata unos valores morales, nacionales y se propone exaltarlos) como el
tono costumbrista, cotidiano, de un hombre con ingenio, esto es, la visión de un
hombre que domina la lengua a la par que tiene gracia, agudeza e intuiciones en lo
que dice. Véase este párrafo en que cuenta una escena de la vida de Nariño:
El autor de la Historia de la literatura, además de este libro que hubo de demandarle una
paciencia infinita, compuso muchos versos, recogidos en parte en un tomo intitulado Versos
en borrador; cuatro novelas: Olivos y aceitunos, todos son unos, impresa en la imprenta de
Foción Mantilla en 1868, y Mercedes, Un chismoso y Un odio a muerte, que manuscritas se
perdieron junto con [el esbozo de] la segunda parte de la Historia de la literatura […] Todos
esos títulos los tomó el doctor Carlos Martínez Silva de un papel de puño y letra de Vergara
que afirma él haber visto antes de que se extraviase también.‖ (1931, I, p.84-85)
Los últimos tres años de su vida, en los que ―su lira se había roto‖, los dedicó a El
Mosaico, que desapareció tras su muerte, dejando ver quién era su eximio gestor.
Viajo, entonces, a Londres, París, Roma y Madrid, como secretario de la legación
colombiana del presidente Santos Gutiérrez. ―Su permanencia en Europa no fue
para él un ocio y descanso, refiere Martínez. Todo el tiempo que le dejaban libres
los quehaceres de la legación lo consagraba al estudio y al conocimiento y trato de
347
hombres notables‖ (1931, IV, p. LVII), además de conocer a grandes exponentes del
romanticismo español, pasó por hombre docto y dio a conocer su obra y nuestra
literatura a partir de ella, ¿qué otra obra habría demostrado en el siglo XIX que
había en la América Hispánica literatura, pensamiento y con ellas la posibilidad de
establecer una nación? Dejamos abierto este estudio, al acabársenos el espacio para
terminar de examinar la obra de Vergara y Vergara.
270La lira granadina: colección de poesías nacionales escojidas i publicadas, (en 1860 en Bogotá por la
imprenta El Mosaico, 199 páginas) por José Joaquín Borda y José María Vergara y Vergara, contenía
la biografía y es unas poesías de Silveria Espinosa, Julio Arboleda, Gregorio Gutiérrez González,
Santiago Pérez, Manuel Pombo, Mario Valenzuela, Joaquín Pablo Posada, José Manuel
Marroquín, Lorenzo María Lleras, Domingo Díaz Granados, Felipe Pérez, Juan Francisco Ortiz,
Benjamín Pereira Gamba, Andrés María Marroquín, Manuel María Madiedo, José Caicedo Rojas,
José Joaquín Ortiz, Rafael Pombo, Ricardo Carrasquilla, José Fernández Madrid, Luis Vargas
Tejada, José Eusebio Caro. Esta obra puede consultarse en la Biblioteca Nacional.
271 Editado en Bogotá en 1866, por Foción Mantilla, editor del Parnaso Colombiano.
272 El Parnaso Colombiano, tres tomos que logró publicar Vergara y Vergara con el apoyo de la
imprenta de Foción Mantilla: el primero con las poesías de José Manuel Marroquín (136 páginas),
con prólogo de nuestro crítico en donde afirma ―en estas colonias francesas en que vivimos, les ha
pasado la moda a los versos‖, no queriendo decir otra cosa que el influjo francés había hecho decaer
la buena poesía de antaño, y en modo de manifiesto, se pronuncia el gran gestor de la literatura del
siglo XIX, que, tras haber inaugurado con La lira granadina una cantidad de antologías, arguye en
este prólogo ‖El argumento de que los versos no producen plata, y que por lo tanto es tiempo
perdido el que se gasta en componerlos, y dinero mal gastado el que se emplea en imprimirlos, lo
dejamos sin respuesta. Quitadle a un individuo o a un pueblo todas las artes que no producen
dinero; dejadle solamente las que sirven para cambista o buhonero y obtendréis un zafio
comerciante, si es un individuo; y si es un pueblo, obtendréis un pueblo zafio. No; ni los versos, ni
las música, ni las flores, ni todas las artes de adorno, pro improductivas que sean entre nosotros,
son cosa de despreciarse: lo que interesa es que esos adornos de la vida intelectual sean obras de
arte‖ (1867, p.IV-V). En el segundo tomo (en 1868) aparecen las poesías del señor Gregorio
Gutiérrez González, de quien Vergara se expresa en el corto prólogo como ―el más popular de
nuestros poetas‖ (1868, p.1). Hasta el tercer tomo se alcanzó a imprimir, allí las poesías de don José
Caicedo Rojas (1869, 200 páginas).
273 Obra publicada por Vergara en 1859, en la Imprenta de Pizano i Pérez. Vida y escritos del jerenal
Antonio Nariño.
349
Los cuadros de costumbres, hoy simples esbozos y chistes de antaño, deberían ser
el objeto mayor de estudio del siglo XIX para una historia social, como bien
propone Rafael Gutiérrez Girardot en las conferencias que realizó en 1987 en la
Universidad Nacional de Colombia, que fueron publicadas en 1989 como Temas y
problemas de una historia social de la literatura hispanoamericana. Más que esbozos, son
fieles retratos de la forma en que se manejaba la política, la agricultura y el
ciudadano en aquellos momentos. O como claramente escribió Pedro Henríquez
Ureña: ―El cuadro de costumbres era una crítica de la vida social, a menudo con un
propósito público declarado, la corrección de hábitos anticuados y perjudiciales.
Tuvo relación con la literatura política, con los escritos de hombres que querían dar
nuevos moldes a la sociedad y al estado […] El costumbrista se convierte
declaradamente en escritor político y sociólogo…‖ (1978, p.129). Eso era Vergara,
propiamente un historiador social de la literatura.
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351
Bernardo Couto Castillo, muerto a los veintiún años de edad, fue miembro de la
segunda generación modernista mexicana, conocida también como Decadentismo;
además de escritor de relatos y de textos cortos de filiación poética, fue conocido
por la leyenda negra que cubre su nombre como uno de los escritores que
personificó la decadencia en sí mismo, y que fue llamado por algunos de sus
contemporáneos y posteriores críticos ―el malogrado‖. A pesar de ello, su estética
es de las más acabadas representaciones de aquella poética, tal como lo vislumbró
Juan Sánchez Azcona (7 de diciembre de 1901) meses después de la muerte de
Couto:
Pero nótese bien una cualidad de que carecen las creaciones de malogrados de otras
generaciones literarias: en la obra de Couto Castillo, hay una personalidad artística,
definida con relativa precisión, fiel a determinados cánones de Belleza, sobria en sí misma,
cual conviene al arte mayor, y abstracto en arte, cual conviene al poeta artista.
Couto Castillo sólo publicó en forma de libro una antología de doce cuentos en
1897, titulada Asfódelos, la cual se reeditó por primera vez hasta 1984 por Premià
Editora, más recientemente, en 2001, en una recopilación hecha por Ángel Muñoz
Fernández –un aficionado a la literatura de la época–, bajo el sello editorial Factoría
Ediciones; en 2011 se hizo un rescate académico en forma de antología que
contiene los textos de Asfódelos y otros más; finalmente este año será publicada por
la Universidad Nacional Autónoma de México el volumen de la obra reunida, que
en este momento es la recopilación más completa hecha de su obra en edición
crítica especializada. Además de tales rescates bibliográficos o antologías algunos
de sus relatos han sido recogidos en compilaciones de cuentos fantásticos (2000-
2008). Empero, se le conoce más bien por aquellas narraciones que sus
contemporáneos mencionaron más: ―Rayo de luna‖, ―¿Asesino?‖ y otras que,
generalmente, son textos tomados de Asfódelos.
Manuel Ugarte (2ª quincena 1900) describió a Couto Castillo como ―el más joven
del grupo, el más inquieto, el más vicioso y el que escribe más hermosos cuentos,
inverosímiles y encantadores, donde hay siempre el fulgor de un rayo de luna.
Bernardo Couto es casi un personaje de Baudelaire‖. Otro de sus colegas de la
Revista Moderna, Rubén M. Campos (1996), no sólo leyó en sus historias aquellas
influencias literarias que determinaban su escritura, sino también vio su proceder,
algo desordenado, plasmado en ellos: ―no piensa más que en perder el tiempo
como entre la garzonía latinoamericana en los jardines de Lutecia, mientras en su
cerebro van incubándose sueños siniestros del sopor del Nirvana en que vive para
darle forma en bellos cuentos‖ (p. 38). A cada momento el autor nos intenta
convencer de que la prosa de Couto fue una consecuencia directa de su anárquica
existencia, cuyo final inevitable sería la muerte prematura; ―la segunda víctima del
bar‖ lo llamó Campos:
Solamente Couto, el precoz pasional que debía morir temprano, contaba en sus bellos
cuentos los amores de su adolescencia, sus fugas de escapado del Colegio de Francia para ir
con Nina los domingos a bogar en el río y cortar las flores del mal. Pero tal precocidad nos
hacía sonreír, y tomábamos como un alarde de la imaginación aquella pasión que con tanto
fuego describía el pequeño escritor en sus notas encandecidas. Su hastío de intelectual
353
quedaría consignado a fuego en su preciosa prosa ―¿Mujer, qué hay de común entre tú y
yo?‖, y tal revelación nos hacía pensar en que Couto había vivido ya su vida y pasaba
desencantado como una sombra a pesar de su cabellera florida y de sus veinte años (p. 84).
las opiniones de sus coetáneos. Cinco décadas después tenemos a Julio Torri con su
Discurso de ingreso a la Academia Mexicana (1954), apuntando sobre Couto:
Couto murió antes de cumplir los veintiún años, víctima lamentable de la vida irregular
que arrastraban los bohemios y artistas del tiempo.
Una de sus últimas narraciones –―Pierrot sepulturero‖– es de las mejores que salieron de su
pluma, así como ―Un recuerdo‖, que tiene todas las trazas de ser una página vivida por su
talentoso autor y que debiera figurar con merecimiento en las colecciones de cuentos
mexicanos escogidos (p. 8).
Una década más tarde, el crítico Luis Leal (1966) apenas lo menciona y considera
que había ―muerto demasiado joven para ser juzgado‖. Un año después, apareció
el ―Estudio preliminar‖ de Héctor Valdés (1967) al Índice de la ―Revista Moderna‖;
éste es una gran aportación a los estudios del siglo xix; sin embargo, aún es notorio
el estigma que carga la figura de Couto, cuando nos dice:
Bernardo Couto y Pierrot llegan a hacerse amigos; ―La alegría de la muerte‖ (II, 295-97) se
convierte en su propia y equívoca alegría de querer terminar con el género humano para
gozar plenamente de la soledad, única que le daría felicidad […]. La obra de Couto es muy
importante en la primera época de la RM; los ―paraísos artificiales‖ fueron para él –como
para otros de sus compañeros– el tónico de la inteligencia y el excitante de la sensibilidad;
en ellos encontró la muerte, tal vez verdaderamente deseada, siendo casi un adolescente ( p.
68).
En esa misma década, Tola de Habich (1986) recopiló diversos textos de autores
mexicanos en su Museo literario. El crítico no pretendió analizarlos, sólo dedicó sus
páginas a dar una muestra y rescatar materiales casi olvidados; su trabajo es muy
355
útil porque además de incluir un cuento de los diferentes escritores, nos presenta
una reseña biográfica de cada uno, dejando al lector darse cuenta de cuál era, y es,
la idea difundida sobre los mismos. En el caso específico de Couto, menciona datos
que no me ha sido posible localizar en ningún archivo o memoria de sus
contmporáneos:
Sin embargo, también existen trabajos, aunque aún muy pocos, que, a pesar de
tratar de manera tangencial al autor, lo circunscriben en una poética y le otorgan
un mérito particular, sin querer atribuirlo a su vida personal. Mario Martín, por
ejemplo, menciona que ―en algunos cuentos de Couto Castillo se devela al
individuo como un campo irracional de posibilidades de ser y deber ser en
conflicto‖ y analiza su obra desde un punto de vista filosófico y muy analítico;
mientras que, Ana Laura Zavala (2012) revisa los aspectos decadentistas de
algunas de sus narraciones y se refiere al autor en estos términos:
Couto creó un complejo universo textual, repleto de presencias atormentadas, con las
cuales buscó organizar la realidad circundante a partir de métodos alternos a los
positivistas, como la intuición, el uso de enervantes, la locura el ensueño y la violencia; vías
―irracionales‖ en las que se sustenta, por lo general, su visión estética de la vida.
356
como obra literaria de época, con sus influencias y objetivos. Obra reunida de
Bernardo Couto Castillo, es el resultado final de ese esfuerzo. Espero no sea el
último, pues todavía hay muchos autores por rescatar, pues la historia de las letras
mexicanas y, a mi parecer, de las latinoamericanas, necesita una revaloración de
sus autores decimonónicos (por hablar sólo de la época que me ocupa) a través de
la búsqueda de los materiales hemerográficos y bilbliográficos que estos
produjeron, siempre tomando en cuenta el contexto literario, histórico y filosófico
en que se desenvolvió el escritor; sin pretender que la luz que ilumine la obra de
un autor sea su propia vida, sino que el rescate de su obra traiga los reflectores
sobre quién fue como persona y se valore de manera justa su papel en la historia de
la literatura nacional e internacional.
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359
Los estudios sobre historia de la literatura en Colombia durante el siglo XIX como
el Manual de Literatura Colombiana275, que por su profundidad y alto nivel
académico, se convierten en una obligatoria fuente de consulta para entender la
historia de la literatura en Colombia, lo tomo como referencia a partir de dos
ensayos de Carlos José Reyes y Jaime García Maffla (El Costumbrismo y La Poesía
Romántica) que me permiten empezar a comprender la ausencia histórica y
literaria de Tejada en textos de referencia como éste, pues no aparece ninguna
mención al autor ni a su obra; lo cual evidencia y demuestra la fragilidad del papel
periódico, del manuscrito y la memoria literaria en la historia de la nación
colombiana durante el siglo XIX, pues su obra ―desaparecida‖ y ―ausente‖ durante
más de un siglo, hoy nos da luces sobre este autor y su contexto, y es fundamental
para la comprensión del movimiento romántico y costumbrista en Colombia.
Las primeras y escasas fuentes que comienzan a develar la vida de Tejada las
podemos tomar de políticos e intelectuales de la época que mencionan la
importancia y brillantez de su obra. Estos personajes publicaron en periódicos,
274 Tejada, Temístocles. ―Obras del Poeta Mártir, Cantos Poéticos‖ Tomo 1. Manuscrito que por
ahora hace parte del inventario de la fundación Jischana Huitaca como veeduría ciudadana,
mientras se publica esta obra y se depositan los manuscritos en la Biblioteca Nacional como
biblioteca patrimonial idónea para albergar este tipo de documentos.
275 Manual de literatura colombiana, Autores consultados, García Maffla, Jaime. ―La Poesía
Romántica‖, Reyes, Carlos José. ―El Costumbrismo‖. Procultura. Editorial Planeta. Bogotá 1988.
360
―El Obrero y El Patriota, hojas de la capital escritas por Manuel Briceño y José María
Samper, en su orden, y El Regenerador, que en Sogamoso redactó en 1873 el poeta
Temistocles Tejada, fueron todos boletines de ardiente lucha eleccionaría en la pugna
entablada entre las dos fracciones del liberalismo que aspiraban al predominio en la
república.‖276.
Letras y Política
276 Otero Muñoz, Gustavo.‖Historia del Periodismo en Colombia‖. Selección Samper Ortega de
Literatura Colombiana. Periodismo, Numero 61 Tercera edición, editorial Minerva. s.a Bogotá p. 86
277 Sommer, Doris. ―Ficciones Fundacionales, las novelas nacionales de América Latina‖, Fondo de
Cultura Económico, p.21, 2004. Aunque la obra de Tejada se encuentra ausente de la literatura
nacional por ende de las ficciones fundacionales, Sommer logra enfocar la relación erótica entre la
patria (femenina) y los literatos políticos (masculino), permitiendo comprender mejor los versos
relacionados en el capítulo de Tejada ―Cantos de Patriotismo‖, donde se siente plenamente el
profundo amor a la patria.
361
El amplio número de políticos con aficiones literarias durante ese periodo ubica a
Tejada en medio de una élite política – intelectual a lo largo y ancho del
continente, donde ubicaríamos al autor entre esta clase política con unas prácticas,
usos, y costumbres propias. Esta élite amante de la poesía se caracterizó por estar
inmersa en la producción de textos políticos y culturales tanto franceses como
ingleses, que ―cumplían‖ con ciertos patrones de consumo basados en tener una
experiencia de clase lo mas similar posible a la élite económica, política e
intelectual parisina o londinense. Estos políticos buscaban que el país encajara en
sus imaginarios y modelos europeizantes creando así una pequeño grupo
intelectual que se encontraba divorciado de la realidad del país.
―… una de las más consultadas por el público que visita la hemeroteca de la Biblioteca
Nacional, constituye un aporte a la historia de la prensa y la historia intelectual en
Colombia, en la medida en que ilumina una época poco conocida de la intelectualidad
colombiana, los años 1858-1872‖ 278
El Mosaico con sus tertulias va a lograr consolidarse como una revista que busca el
fomento de las artes y la literatura, y va a dar muestra de la importancia de las
formas asociativas de la élite en el siglo XIX, que logran materializar proyectos
como realizar la primera edición de la novela mas importante durante gran parte
de la historia de la República: La María de Jorge Isaacs. Tejada compartió allí
páginas con personajes como Ezequiel Uricoechea, Jorge Isaacs, Miguel Antonio
Caro, José María Samper, Manuel Ancízar, Rafael Pombo, Soledad Acosta de
Samper y José María Vergara y Vergara, entre otros.
Diplomacia y Letras
279 Fondo Pineda, Biblioteca Nacional de Colombia, Pineda Anselmo (1805-1880), Homenajes
Póstumos, Fondo Pineda 845, Folio 95, ―En El Álbum De Mi Amigo El Señor Coronel Don Anselmo
Pineda‖ 1880.
280 Tejada, ―Obras del Poeta Mártir, Cantos Poéticos‖ p.139.
281 Corona de honor que la República y la amistad dedican al señor don Temístocles Tejada,
eminente poeta americano, imprenta Echavarría hermanos Bogotá. 1879, disponible en biblioteca
virtual:
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/biograficos/corona-de-honor-que-la-republica-y-la-
amistad-dedican-al-senor-temistocles-tejada p.12
363
La otra carta dice lo siguiente: ―Aviso a usted recibo de su nota circular de fecha 14
del mes de mayo, por la cual se sirve participar que el congreso de la república
negó la partida correspondiente al sueldo fijo de este consulado‖284. Esta situación
para Tejada en la cual asume el cargo y el mismo día responde el acuse de recibo
de la nota circular, solo podría agravarse con su enfermedad lo cual efectivamente
sucedió y se puede observar en su poema ―El Extranjero Miserable‖:
(Fragmento)
¡Oh cambios de la fortuna,
De ayer cuan distinto soy,
Ayer rico… hoy mendigando
Un pan por amor de Dios!
¡Para el mísero extranjero,
Se cansa la compasión,
Con hambre, con sueño y frio,
Ya me abandono el valor!
Ay! Mañana ya sin vida
Iré al común panteón,
Porque el término ya siento
De esta vida de dolor!...285
282 The Edimburg Gazzette, published by authority, Tuesday july 14, FOREIGN OFFICE,‖ July 8,
1868.The Queen has been pleased to approve of Señor Jesus Temistocles Tejada as Consul at
Liverpool for the United States of Colombia, 1868.
283 Archivo General de la Nación, Fondo Ministerio Relaciones Exteriores, Consulado en Liverpool,
La búsqueda exhaustiva en mas registros sobre la literatura del siglo XIX para
argumentar su posible importancia condujo a la relación epistolar entre el poeta y
traductor Rafael Pombo y el poeta americano Henry Wadsworth Longfellow, en la
cual Pombo incluye una traducción al español realizada por Tejada del poema de
Longfellow, ―Daybreak‖, donde Pombo anota:
―En prueba de que continúo aficionado a cuanto Ud. escribe, ahora tengo el honor de
remitir a Ud. unas 19 traducciones de cortas poesías suyas, doce de ellas hechas por mí y
siete por compatriotas míos. La primera, por M. A. Caro, creo que ya Ud. la conoce; yo no
conozco el original, pero la traducción suena magnífica; T. Tejada es un mártir, enfermo de
elefancia‖286
La inclusión de esta traducción dentro de esta relación epistolar del gran traductor
y poeta colombiano hace ver en primer lugar un reconocimiento de los dotes en la
traducción de poesía de Tejada y ubicarlo inmediatamente detrás del filólogo
Miguel Antonio Caro, además sugiere una valoración de su calidad como literato.
Sumado a ello, en esa brevísima descripción que Pombo hace de Tejada, revela
286 Instituto Caro y Cuervo, boletín Thesaurus, John E Englekirk. ―El epistolario Pombo-
longfellow.‖ (1954), año 10, núm. (1-3). pp. 1-58. Disponible en:
http://www.bibliodigitalcaroycuervo.gov.co/232/ p. 25
287 Ibíd., p. 55
365
Esta condición de deformidad es la que permite entender aún más, una serie de
metáforas que existen en relación con su enfermedad, donde el martirio constante,
la melancolía y la depresión, dan un tono diferencial en su poesía. Su deformidad
también permite comprender la reacción que tenia la gente conservadora del
común ante su presencia, ya que posiblemente adjudicaran su monstruosa
deformación física al hecho de ser un radical.
¡Yo ya soy un cadáver para mis compatriotas! Nadie se acuerda de mí! Como un recuerdo
para ti no más, amigo mío, pues que sí vivo en tu memoria, allá te envió esa poesía: al
288 La elefantiasis es un síndrome caracterizado por el aumento enorme de algunas partes del
cuerpo, especialmente de las extremidades inferiores y de los órganos genitales externos. Puede
producirse por diversas enfermedades inflamatorias persistentes, producida por diversas
espiroquetas, treponemas y parásitos, muy especialmente en los países cálidos.
http://es.wikipedia.org/wiki/Elefantiasis
289 Corona de honor que la República y la amistad dedican al señor don Temístocles Tejada,
eminente poeta americano, imprenta Echavarría hermanos Bogotá. 1879, disponible en biblioteca
virtual : http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/biograficos/corona-de-honor-que-la-
republica-y-la-amistad-dedican-al-senor-temistocles-tejada
366
escribirla exprimí, el zumo de mis desgracias; esa tinta amarga me sirvió. Guárdala: ¡yo no
quiero nada! ¡Si muero de hambre, no seré yo el primero que así muera! ¿Para qué quieres
datos biográficos? ¿No estoy ya hecho un cadáver? Nada, amigo mío, comprendo tu cariño;
pero haces mal en golpear a la tumba de los muertos." He aquí su contestación: no habiendo
obtenido de él lo que pedía, lo pedí a sus amigos.290
También entre los amigos y periódicos que aparecen hablando sobre Tejada en el
documento, se encuentran: Arturo Páez, Carlos Calderón, José María Gutiérrez del
Alba (el espía) y varias editoriales de diferentes diarios como: El Debate, El
Pasatiempo, La Reforma, Diario de Cundinamarca, El Heraldo y El Zipa. También se
encuentran dos cartas de agradecimiento por parte de Tejada y el informe de la
comisión revisora del Senado del proyecto de ley, donde se cita lo siguiente: ―La
herida que recibió en Susacón produjo el efecto de atrofiarle una pierna, que fue la
parte afectada; y eso ha contribuido a que Tejada se encuentre hoy en incapacidad
completa de moverse por sí mismo.‖291 La explicación de la complicación de la
herida de combate como inicio de su deterioro físico, llevaría a formular varias
hipótesis, una sobre el padecimiento de elefantiasis, otra un tumor o una infección
causada por dicha herida.
Estos escritos también demuestran las formas de elogios públicos entre la élite
intelectual donde era recurrente la dedicatoria de poemas en los periódicos. La
desconocida influencia de Tejada en la poesía colombiana hasta ahora, no es
indicativo que su poesía pasara por alto en otros lugares de Hispanoamérica, ya
que se sabe de varias publicaciones en periódicos internacionales. Sobre esto
Leónidas Flórez anota:
―Desde niño empezó á escribir en verso y artículos políticos, morales y de crítica social, y
apenas hay periódico del país, desde 1858 para acá, en que no haya algún escrito suyo. Ha
colaborado en muchos del extranjero, como El Correo de Ultramar, La Elegancia de París, El
Eco Hispano Americano, El Americano, La Época de Madrid, La estrella de Chile, El Nacional de
Caracas, y otros muchos de América y Europa.‖294
292 Jorge Isaacs, antología poética, universidad externado de Colombia facultad de comunicación
social-periodismo 2005, p. 53
293 Tejada, ―Obras del Poeta Mártir, Cantos Poéticos‖ p.161.
294 Corona de Honor., p.10
368
―La manía de imitar Bécquer (…) Unos pocos lo han hecho bien; la gran mayoría mal. Entre
los primeros nos es grato citar á Manuel del Palacio, Carlos Coello y Pacheco en España (…)
á Joaquín González Camargo y á Temístocles Tejada, en Colombia y Venezuela. Sobre todo
este último ha hecho una poesía tan hermosa que no podemos resistir al deseo de copiarla:
Aunque la obra de Riso – Patron no es una de las obras clásicas ni cúspides sobre la
literatura chilena, pero permite ver como circulaba la poesía en el siglo XIX y la
divulgación internacional que tuvo Tejada, "Tan bella poesía dice el escritor
colombiano José Parloán, sería timbre de gloria hasta para el mismo Bécquer (…),
hacen que la rima de Tejada sea una de las mejores imitaciones de Bécquer que se
han publicado en Hispano- América.296".
295 Riso-Patron Sánchez, Alberto. ―ensayos literarios‖, Imprenta Victoria san diego, 71, .p.118,
Santiago de Chile 1891. Disponible en Biblioteca del Congreso Nacional de Chile.
296 Ibíd., p. 119
369
Verso Enfermo‖297 cuando se indaga por las posibles razones por las que Silva no
publicaba en los periódicos de la época. Así, me encontré con el siguiente párrafo:
―Santos Molano nos da una versión que la sensatez debe acoger: que Silva es un auténtico
carpintero de su obra y que por respeto al lector, es decir a sí mismo, no publicaba lo que no
consideraba: ni digno del Dante ni igual a los versos de Ricardo Carrasquilla o de
Temístocles Tejada, por mencionar dos de los preferidos de los principales periódicos de los
ochenta‖298
Sobre la posibilidad que al igual que Silva, el poeta Julio Flórez también hubiese
tenido la oportunidad de conocer la obra de Tejada, no solo por su reconocida
amistad con José Asunción, sino también gracias a la entrañable amistad que su
hermano mayor Leónidas Flórez sostenía con Tejada:
El Ruiseñor y la Alondra.
En las bodas de Leónidas Flórez y Mercédes Alvarez
Cantaba acongojado
Un ruiseñor entre el laurel florido:
- Alondra de la fuente y del collado
Por tu amor y tu canto, enamorado
Mi sér te diera, mi cantar, mi nido!
Y la alondra canora
De hechicero plumaje dulce y pura
- A quien dijo tu gracia seductora
Y tu sentido canto no enamora,
Cuando en este me ofreces la ventura?
Entonces sus clamores
Las dos aves oyendo se abrazaron;
Y en himno universal, himno de amores,
Brisas y fuentes, pájaros y flórez,
Tu epitalamio por doquier cantaron!299
Conclusiones preliminares.
297 ―Escritos sobre su obra. José asunción Silva‖ en ―José Asunción Silva: El Verso Enfermo‖ Oscar
torres Duque, Recopilación libros Taurus argentina disponible en:
soldemayo.es/libros/ApX/SilvaJose-Asuncion/EscritosSobresuObra.doc
298 Enrique Santos Molano, El corazón del poeta: Los sucesos reveladores de la vida y la verdad
inesperada de la muerte de José Asunción Silva (Bogotá: Nuevo Rumbo, 1992); Citado en ―José
Asunción Silva: El Verso Enfermo‖ Oscar torres Duque‖, p.513
299 Tejada, ―Obras del Poeta Mártir, Cantos Poéticos‖ p.185 - 186.
370
Isaacs; el posible gusto de Silva y Flórez por sus versos y la inclusión dentro de
críticas literarias en otros países; ubican a Tejada entre lo más selecto de la poesía
latinoamericana para su momento.
Bibliografía
Brown, Jonathan, ―The Genteel Tradition of Nineteenth Century Colombian Culture‖, The
Americas, Vol. 36, No. 4 (Apr., 1980), pp. 445-464 Published by: Academy of American Franciscan
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http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/biograficos/corona-de-honor-que-la-republica-y-la-
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mitad del siglo XIX.‖ Fronteras de la Historia 8 ICANH 2003
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Tejada Temístocles, ―Obras del Poeta Mártir, Cantos Poéticos‖ tomo 1, manuscrito personal, 1880
The Edimburg Gazzette published by authority, Tuesday July 14,‖ July 8, 1868.
372
Introducción
La literatura hondureña y sus poetas son una rica parte de la historia de Honduras
y no se puede disociarlos cuando leemos de alma y corazón, típicos ingredientes
de los amantes de la lectura y que están siempre en busca de leer lo que no está
escrito visiblemente en las hojas de papel y si lo que está oculto entre las palabras.
Las características territoriales de Honduras también reflejan en su literatura a
través de sus personajes, sus simbologías, su contexto socio cultural, etc. Honduras
es el territorio más montañoso de la América Central, un terreno muy accidentado
donde más de sesenta e cinco por ciento es constituido por montañas, pero la
formación que se presenta no es motivo para una tierra infértil, al revés, cruzada
por ríos los valles permiten que una población estimada en ocho millones de
habitantes puedan desarrollar y tengan como fuente de sustento la actividad rural
desde el periodo colonial hasta los días de hoy.
La Dictadura Hondureña
―Encierro, destierro o entierro‖
General Tiburcio Carias Andino
Honduras venía sufriendo una grande crisis política, económica y social. Todo eso
causaba una sucesión de gobiernos interinos y provisorios partiendo desde la
independencia del país en 1839, pero vamos destacar a partir del año 1919 con
Salvador Aguirre, Vicente Mejía Colindres, Francisco Bográn Barahona, Francisco
Bueso y Vicente Tosta, esto último gobierno provisorio en los años de 1925. Hasta
que en noviembre del año de 1932, el abogado, profesor, militar y político Tiburcio
Carías Andino, representante del Partido Nacional de Honduras (PNH), asume la
373
presidencia del país con una margen de aproximadamente veinte mil votos, a
partir de entonces la vida y la historia de un país y de millares de familias
hondureñas, cambiaron y traen en su genética la marca de un régimen dictatorial.
El General Carías encuentra una situación económica que se queda peor a lo largo
de la década de 1930, más exactamente en 1935, pues el principal producto agrícola
de explotación, la banana, estaba amenazada por diferentes epidemias y por una
específicamente considerada una de las más graves enfermedades que la
agricultura puede sufrir, y que es responsable por pérdidas de hasta la mitad en el
rendimiento de toda la plantación: la sigatoka. Más un grande desafío para el
gobierno de Carías que enfrentó y consiguió controlar las zonas afectadas, fueron
dos años de mucha lucha, que dejó miles de hondureños sin trabajo y el mercado
de explotación comprometido.
Poco a poco Carías hace la economía volver a crecer, la deuda externa continua
siendo paga regularmente, un acuerdo establecido entre gobierno y los
monopolios bananeros explotando la producción directamente para la United Fruit
Company y la Cuyamel Fruit (ambas empresas estadounidenses); la suma del
capital extranjero y una política conservadora de Carías resulta en un
fortalecimiento del dictador en el poder en su propio país y el respecto del mundo
financiero reconociendo todo el esfuerzo del presidente en mantener el orden
económica.
Durante los años siguientes después de la reelección fue un periodo marcado por
revueltas populares contra la dictadura regimental que le fue impuesta, civiles y
militares en 1943 articulaban planes para derrocar Carías, pero sin suceso. En 1944
una grande manifestación organizada por mujeres exigía la libertad de los presos
políticos. Un clima de tensión toma cuenta del país entero, Carías se ve en medio
de un caos social y político casi incontrolables y concede la libertad para algunos
pocos presos políticos, medida esta que no deja los ánimos menos estimulados al
revés ganas en busca de más espacio y participación popular eran los ingredientes
de esta lucha. Nada de eso impide que incontables manifestantes fuesen
asesinados, otros exilados, hasta que Carías cedió a las presiones populares y
anunció elecciones libres para octubre de 1948.
La Generación de la Dictadura
¡Gracias a Dios que hemos salido de estas honduras!
Cristóbal Colón, 1502.
―En Centroamérica la poesía está arraigada en un terreno fértil por su historia, su herencia
precolombiana, la tradición literaria cultivada por españoles y criollos, y una notable base
popular. Como en muchas otras culturas, su abundancia tiene mucho que ver con el género
mismo y sus medios de transmisión: los cantos, las coplas populares, las quejas y lamentos
375
Son muchos escritores hondureños frutos de esta época, período que ofrece una
temática tan rica con diferentes vertientes de trabajo y estudio, podemos aquí citar
algunos autores de La Generación de la Dictadura como: Daniel Lainez,
Clementina Suárez, Marcos Carías Reyes, Argentina Díaz Lozano, Óscar
Castañeda Batres, Alejandro Castro Hijo, Claudio Barrera y tantos otros más, que
encontraron en la producción escrita la única salida para expresar sus puntos de
vista sobre la situación económica, política y social de un país que vivió años
ininterrumpidos de un régimen dictatorial. La narrativa oriunda de la Generación
de 35 es presentada en diferentes formatos, ora como poesía, ora como prosa,
ensayo, novela, teatro etc. Pero, tienen una temática casi común en todas ellas, la
indignación por los sufrimientos de una población vividos paradojamente en su
propia patria; entonces podemos concluir, en este caso, que la política y literatura
caminaron lado a lado y fue utilizada como herramienta critica de la realidad
social, creo que hasta los días de hoy la literatura continua teniendo ese objetivo
entre otros.
En esta presente investigación tenemos como objetivo de estudio una obra del
escritor hondureño reconocido por la crítica literaria como el más destacado
miembro de La Generación de 35, Claudio Barrera y su poema ―Un pedazo de
tierra‖.
Vicente Alemán Alemán y Delfina Gómez fueran casados y formaron una familia
compuesta por siete hijos. En el día 17 de septiembre de 1912, en la Ceiba capital
del departamento de Atlántida, nació el poeta, dramaturgo, periodista, narrador y
ganador del Premio Nacional de Literatura ―Ramón Rosa‖, el segundo hijo mayor
de la familia Alemán, recibió el nombre Vicente Alemán y años más tarde, por
influencia principalmente de Pablo Neruda y Federico García Lorca, surge en el
escenario literario con seudónimo de Claudio Barrera en sustitución al su nombre
de bautismo.
―(…) una extraordinaria opera prima que le reveló, cuando aún no había cumplido los
veinte años de vida, como una de las voces más prometedoras de la lírica centroamericana.
El libro es, en sí, un largo poema de casi trescientos versos, dividido en varios cantos que
conforman una única línea argumental: el abandono del mundo de los vivos y el paso de a
los dominios de la muerte. Dedicado al poeta Marco Antonio Ponce, La pregunta infinitase
articula como un texto con cierta vocación teatral, cercano a la estructura de la tragedia
griega, en el que aparecen tres coros y las anotaciones explícitas acerca de qué personaje
toma la palabra en cada momento.‖ (parr. 2)
Vale resaltar una curiosidad, el libro ―La pregunta infinita‖ no fue publicado en
Honduras y sí en la ciudad japonesa de Kobe, la razón para eso es que el hermano
mayor de Claudio Barrera, Francisco Alemán, fue nombrado Cónsul de Honduras
en Japón, y manteniendo contacto con Marcos Carías Reyes, Secretario Privado de
Honduras hizo posible la publicación de varios libros de autores hondureños entre
ellos ―Crónicas Frívolas‖ del propio Marcos Carías Reyes.
Relacionamos aquí, por orden de publicación, otras obras del poeta Claudio
Barrera que también se destacan en la literatura hondureña como: ―Brotes hondos‖
(1942), ―Cantos democráticos al General Morazán‖ (1944), ―Fechas de sangre‖
(1946), ―La liturgia del sueño‖ (1949) ―Recuento de la imagen‖ (1951), ―La niña de
Fuente Rosa‖ (Teatro, 1952), ―Antología de poetas jóvenes de Honduras‖
(Antología, 1950), entre otras.
Algunos sitios de la web traen la fecha de 1931, pero fue una obra publicada en la misma época
300
que el hermano mayor de Claudio Barrera, fue nombrado Cónsul de Japón, en la ciudad de Kobe.
377
Un pedazo de tierra,
es también paz y sombra y compañía.
En las frases siguientes podemos observar que hay un sentimiento oprimido entre
la presencia y la ausencia de alguien o de alguna cosa que podríamos interpretar
paradójicamente como estar sólo y acompañado al mismo tiempo, como tener algo
y perderlo al mismo tiempo; las palabras utilizadas por Claudio Barrera fueron ―la
ausencia (…) da la compañera‖, que demuestran tal complejidad de sentimientos:
Los mayas adoraban varios dioses, y específicamente, dos dioses están presentes
en este corto trecho, son ellos: Tepeu (Dios del Cielo, de La Noche y Del Día) y
Gucumatz (Dios Supremo), según la cultura maya son dioses de la creación de la
vida en la Tierra; el primer hombre nació de barro pero no fue resistente y él
mismo se deshizo, entonces un segundo hombre fue creado no más de barro y si de
madera, pero no tenía alma, no interesaba tener un hombre sin alma; y también fue
sustituido, ahora una tercera y última experiencia de creación que finalmente tuvo
suceso, un hombre que nació a partir de una espiga de maíz, un trabajo de creación
que contó con la fuerza de tres dioses, son ellos: Tepeu301, Gucumatz y de Huracán
301De acuerdo con el sitio web http://culturamaya.unblog.fr/, Tepeu es citado como Itzamná
(Señor de los cielos); Gucumatz es citado como Hunab Kú (el principal dios maya, creador del
mundo a partir del maíz) y Hurucán es Kukulkán (Dios Viento).
378
(Dios del Viento, Tempestad y Fuego). Los poderes de cada dios fueron suficientes
para dar la vida y el alma al hombre, comienzo de la humanidad.
En esta última parte del poema Claudio Barrera concentra su inspiración poética
para temáticas muy diversificadas como: principios cristianos, la soledad, el exilio,
la muerte. Tenemos una descripción de la trilogía cristiana: agua, sangre y espíritu.
Según Persona (2014) ―(…) el agua como elemento esencial de la vida, la sangre
conductor de la vida y el espíritu que da sentido y significado para ambos (parr.
8)‖, partiendo del principio de que la dictadura de Tiburcio Carias dejó millones de
muertos, y volviendo a la letra del himno nacional de Honduras donde tenemos la
siguiente expresión: ―(…) Serán muchos, Oh Honduras tus muertos,/Pero todos
caerán con honor.‖; podemos pensar que el poeta en el momento que producía
―Un pedazo de tierra‖, buscó varios caminos para dar fluidez a sus diferentes
sentimientos hasta entonces sofocados por el régimen dictatorial.
379
El tan soñado ―pedazo de tierra‖ parece un sueño distante que solo es real a través
da ―la diafanidad de la poesía‖, tal vez el único camino a seguir para alcánzala sea
la muerte cuando definitivamente la pose de un pedazo de tierra será concretizado
en un sepulcro, entonces verdadera y para siempre suya.
Algunas conclusiones
El mayor desafío para producir este artículo fue la falta de materiales impresos
para investigación, los libros y revistas consultados en esta búsqueda y que dan
cuenta de la historia de la literatura hispanoamericana, tampoco hacen cualquier
referencia a los poetas que no hayan recibido premio literario de grande
expresividad en el mundo de la literatura, y cuando esos poetas son mencionados
los comentarios se quedan limitados a cortos trechos de la biografía, bibliografía y
no más que eso.
Nuestra primera grande fuente de búsqueda fueron los ―blogs‖ de los amantes de
la literatura y específicamente en Honduras existen ―blogueros‖ que contribuyen
con un trabajo para mantener encendida la historia olvidada de nombres
importantes no solo para la historia de un país, pero importante también para la
historia de la literatura hispanoamericana. Según Henríquez (2006) ―Honduras se
presenta como una rica tierra para la poesía. Los poetas hondureños elevan sus
voces para destacar los grandes temas de la literatura: la soledad del hombre, el
amor, la desesperanza, las grandes luchas populares.‖ (pp 151).
Literatura e historia están unidas de manera que una contribuye con la otra
mutuamente con elementos para construcción de grandes textos que solo las
personas que están realmente envueltas en la temática literaria y que tengan pasión
por descubrir y caminar por pasillos desconocidos hasta entonces, que se sientan
confortables en dialogar con el autor y su historia, estos estudiosos podrán
comprender las entrelineas no en su totalidad pero con mayor plenitud.
380
Bibliografía
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Recuperado de http://culturamaya.unblog.fr/
381
Persona, Mario. (20 de septiembre de 2014). O que significam o sangue e a água? Recuperados
desde http://www.respondi.com.br/2013/12/o-que-significam-o-sangue-e-agua.html
382
Pese a lo qué han planteado algunos analistas que han tildado su obra literaria
como un fracaso, las polémicas generadas a causa de sus ensayos críticos políticos,
y la aceptación de sus novelas poesías y escritos literarios en el contexto de
América latina dicen otra cosa, pues, su producción se exaltaba como unas de las
mejores en países como Venezuela y Chile.
302 Este artículo hace parte de un proyecto de investigación titulado: ―Intelectuales y políticos en la
formación del Estado Nación colombiano en el siglo XIX‖, que se trabaja el grupo de investigación
de Humanidades e Idiomas de la Universidad de Cartagena, en la línea: Historia intelectual de
Colombia en el siglo XIX.
303 El Día, La civilización, el Neogranadino, El Pasatiempo, El tiempo, El Catolicismo, El orden, La
En la administración del gobierno de José Hilario López, fue nombrado Fiscal del
tribunal superior de Neiva y en 1854, durante la presidencia del general José María
Obando, se propuso su nombre para la oficialía mayor de la secretaria de Guerra;
pero Madiedo decepcionado de la política en la Nueva Granada, rehusó del cargo,
y el presidente le nombro como Fiscal del Tribunal Superior de Mariquita.308
306 La ciencia Social o el socialismo filosófico, se constituye como el libro que recoge gran parte de
sus ideas.
307 Hombres como Ezequiel Rojas, Francisco Soto, Salvador Camacho, Florentino Gonzales,
Francisco Javier Zaldúa, Bernardo Herrera, y Zoilo Silvestre fueron algunos de sus profesores en el
proceso de formación de abogado.
308 Ver el prologo escrito por Manuel Barrera, al libro Ecos de La Noches donde expone un
Barrera señalo, que el motivo de su partida fue las alteraciones que en su autonomía sufrieron estas
provincias, y que de allí en adelante se entrego a sus aficiones intelectuales escribiendo en la
prensa; como redactor de varios periódicos, algunos de sus escritos han sido incluso publicados en
la prensa extranjera en Venezuela, Ecuador, Perú, Chile, New York y Paris.
384
Pero los debates con Madiedo son constantes en la prensa de la época, estas
discusiones no solo fueron con miembros del partido liberal, sino también del
partido conservador, por lo tanto de esto no se puede deducir la tendencia política
de este intelectual311. Sobre todo cuando sabemos que en 1858, Madiedo es
presentado por el partido liberal como candidato a la asamblea de Cundinamarca
(Arboleda: 1935, p, 421) y a principio de 1859 aparece respaldando la candidatura
del liberal de draconiano Ramón Marcado.
Ensayista político.
310 La polémica entre estos los dos intelectuales fue narrada por José María Samper expresando
que Madiedo decidió refugiarse en Ibagué para eludir la ofendida familia del primero, y que allí no
hiso sino colaborar con él gobierno provincial, de orientación conservadora. SAMPER, Historia de un
alma (Medellín, 1971)
311 El historiador Melo reconoce también esto cuando expresa que Madiedo en el año de 1852
aparece encabezando la declaración del radical Manuel Murillo Toro, que era entonces candidato a
la presidencia, pero de esto, no puede deducirse que se hubiera pasado al liberalismo; ya que entré
quienes lo acompañan se encuentra también varios conservadores como Rufino Vega, quien había
sido uno de los revolucionarios de 1851
385
Sus escritos de prensa son ensayos dirigidos a evaluar los problemas que
aquejaban en ese momento a la sociedad colombiana. Esta ponencia aborda tres de
sus publicaciones en prensa: ―El evangelio social y político‖, ―Un puente sobre el
abismo‖ y ―El dedo en la llaga‖, los ensayos son controvertidos por la posición
crítica que asumió frente a los dos partidos políticos existentes en la Nueva
Granada y a los males que aquejaban a los países hispanoamericanos.
beneficios, sin atender ningún tipo de interés por la nación. ―Entre la mira de
propender á que la sociedad no se destruya y el esfuerzo constante y tenaz de granjear
ventajas personales para ciertas familias y para ciertos apellidos de hombres enemigos de los
intereses legítimos de una Nación, cabe un infinito‖ (Madiedo: 1876, p 31,32)
Aseguraba además que esta que estos hombres gente cuando gobiernan son
temible en sus luchas para adueñarse de los puestos públicos, ―hacían amenazas,
fraudes eleccionarios, falsificaciones de piezas para acreditar una elección popular, e
introducían votos falsos en las urnas… y si esto fuera poco, reparten los empleos entre sus
parientes afiliados y continúan sirviendo sus destinos con visos de regularidad y con
aparente honradez, hasta que una nueva elección ponga en peligro las ventajas que han
adquirido‖. (Madiedo: 1980, p106)
En toda esta reflexión, es evidente que Madiedo juzgaba a los partidos políticos
como si se mantuviera independiente de estas asociaciones, en este sentido tiene
razón Alfredo Gómez Muller al afirmar que Madiedo tomó cierta distancia frente
a la escuela conservadora como frente al escuela liberal, ya que en sus reflexiones
proyectó un liberalismo ideal desde el cual juzgó la realidad del liberalismo
existente en Hispanoamérica y específicamente el de la Nueva Granada. (Gómez
Muller: 2009. p, 335)
Hay que anotar, sin embargo que para el año de 1876 cuando el país había pasado
por dos transformaciones de regímenes, primero en 1858 y luego 1863 cuando se
abandonó la organización central y se instituyó un gobierno federal, Madiedo,
parece estar convencido de que los gobiernos liberales en la Nueva Granada, no
lograron establecer la armonía y orden nacional con la organización federal que
le dieron a la república. Las constantes confrontaciones civiles, unidas a las
pasiones políticas que cada vez eran más frecuentes, generó en él, la convicción de
que cada vez más se debilitaba el poder público y se ponía en peligro la vida de la
república.
¿Por qué no podía hacer eso mismo aquella parte honrada del partido liberal que
aún ama á la Patria, a la moral y á la virtud? Esa empresa le sería sumamente
difícil. Esa parte honorable del partido liberal que aún ama á la patria y respeta sus
destinos, ha tenido en algún tiempo comunes intereses con la masa corrompida de
los libertinos del partido. La parte sana del partido liberal no es la mayoría; en la
cual ha cundido el desenfreno de un egoísmo sordo de todo respeto divino y
humano. Esto arguye impotencia en la minoría leal del partido para poder refrenar
y hacer volver á las vías del deber á una gran masa de hombres y menos honrados
imaginables; y en caso de una lucha, se necesita de una fuerza material suficiente
contra hombres que nada escrupulizan en materia de medios para obtener sus
miras constantes: ¡el éxito! (Madiedo: 1876, p, 9)
Madiedo es enfático al manifestar que los hombres que necesita la república deben
ser verdaderos reformadores, severos para llenar rectamente el deber y deben ser
inexorables con los que profesan la corrupción como doctrina.
Poeta y novelista
Como escritor de poemas, Manuel María Madiedo tuvo predilección por la poesía
romántica donde exhibe el culto a la mujer, a lo religioso, expresado
especialmente en el canto a la virgen y Jesucristo, y una gran parte de sus poemas
es dedicado al entorno geográfico del Caribe, sus ríos, su mar, y especialmente a
Cartagena. Publico un libro titulado: ―Ecos de la Noche‖ donde presentó una
colección de artículos y varios poemas.
388
Manuel Barrera en el prologo al libro, refiriéndose a sus poesías, dice que estos no
tienen la dulzura y flexibilidad que requieren, porque ellos se ciñen más a la idea
moral que a la composición misma. ―sus versos no siempre logran cautivar, i esto se
explica perfectamente: el señor Madiedo es como Balmes, es poeta en prosa; i los versos de
este último no son una obra acabada‖.
Entre sus poesías hay una que ha sido bastante elogiada, fue dedicada al rio
Magdalena y a los bogas, hombres cuyo oficio era la circulación de los bienes y de
los viajeros.
El Magdalena
Yo los he visto en una oscura noche
Dando a aires la robusta espada,
Yo los he visto en derredor del fuego
Danzar al eco de sonora gaita.
Yo guardo tu memoria
Como tu nombre santo:
Yo aré a ese nombre un canto que dure como el sol.
Al mágico arrebol.
Como escritor de novelas hay que destacar dos publicaciones importantes referidas
al Caribe colombiano, ―Nuestro Siglo XIX‖, y la novela la ―Maldición‖. La primera
es un cuadro de costumbres de la sociedad caribeña, donde con gran colorido,
describe situaciones, prácticas cotidianas de las poblaciones caribeñas, una pelea
de gallos, un baile en Cartagena, o un viaje por el magdalena. La segunda es una
novela que apareció por entrega en periódico de Cartagena, narra la historia de
una tragedia que ocurre en el Caribe colombiano, específicamente en pueblo
cercano a las riberas del Magdalena.
Los cuadros de costumbres expuestos en Nuestro siglo XIX, son narraciones que en
el fondo resaltan unas enseñanzas, por ejemplo las disertaciones sobre educación
de la mujer, la exaltación de la patria, entre otras. En uno de esos cuadros describió
una conversación entre un personaje llamado Braulio y un jesuita. En ella se
enaltece algunos hechos relacionados con el sitio de Pablo Morillo en Cartagena.
La descripción se refiere a sus puestos hechos en la localidad de Turbaco, un
municipio hoy en Cartagena.
312 Ha sido un gran aporte para la historia y para la literatura los relatos de los viajeros que
recorrieron a Colombia en los siglos XVIII, XIX y XX dejando testimonios escritos de su tránsito por
estos territorios. El viajero en los inicios de la república servía como instrumento para el
reconocimiento de lo geográfico y de lo poblacional. Es este el sentido en que este ponencia se
interesa en el autor, pues su narración se enmarcar en las descripción de las costumbres en el Caribe
colombiano.
313 Existen otros autores que resaltan las costumbres locales colombianas como son: José Caicedo
Rojas, costumbres de la sociedad bogotana, Salvador Camacho Roldán y Adriano Páez, las de tierra
caliente, Eugenio Díaz, costumbres nacionales, José Rufino Cuervo y Juan Francisco Ortiz, las
costumbres andinas, y Manuel María Madiedo quien junto con Candelario Obeso resaltan las
costumbres en el Caribe en algunas de sus obras.
390
hermanos cayeron en sus manos, pero como eran jóvenes i habían servido sino como simples
voluntarios, los pusieron de soldados y los obligaron a asear la ciudad, es decir a cargar los
innumerables cadáveres que llenaban las plazas, las calles para darle sepulturas i quemarlos
fuera de las murallas‖ ( Madiedo: 1868, p 322)
Más adelante dice Braulio - Un día como consecuencia de las conocidas opiniones de mi
padre como patriota, nos llego la horrible noticia de que lo habían muerto a lanzazos en la
mitad de una calle pública, los españoles i sobre todo los godos de Cartagena aplaudieron
con hazaña ese bárbaro crimen y los asesinos de mi padre se quedaron riendo (Madiedo,
1868, p 322)
…la literatura es como lo que quiere Don Alvaro Levi, la expresión de la humanidad. Será moral
cuando exhibe al hombre moralizado, es decir, cuando pinta los desmanes o las virtudes de la
humanidad o del individuo, recibiendo el castigo que se han merecido por sus maldades; i
reconociendo que esos castigos son justos y merecidos; o recibiendo el premio a que es acreedor el
hombre virtuoso. Será inmoral cuando pinta el vicio, el crimen impune, triunfante; i la honradez, la
virtud sucumbiendo definitivamente bajo los manejos, bajo los golpes de los malvados‖
(Madiedo, 1870, p. 84)
Lo que se resalta aquí es que toda literatura debía contribuir a la mejora del
hombre como ser moral, y ser útil para propósitos educativos fomentando las
buenas costumbres.
…procurando inspirar bajo una forma agradable, con hechos sacados de la historia
universal, de la historia particular, de la crónica del mundo i de la literatura, las ventajas, la
belleza i la tranquilidad de la observancia de una vida inocente, benévola i hermosa. Como
la moral abraza en su vasto circunferencia la historia i la política, los usos i las costumbres
del jenero humano, no puede haber un terreno más amplio, ni más fecundo en que trabajar
con facilidad i provecho e in pirar al hombre, la posesión de su DIGNIDAD personal, el
amor a la JUSTICIA, al DERECHO i al HEROISMO. La historia universal, la crónica intima
391
de las naciones, i los hechos constantes i contemporáneos del pueblo en que se vive, ofrece
un vasto artesanal de acontecimientos oportunos i elocuentes, para hacer patente la
atrocidad del HOMICIDIO i del ASESINATO; la infamia de la TRAICION, la indignidad de
la PERFIDIA i del FRAUDE, la bajeza del HURTO i del ROBO, el escándalo del
ADULTERIO, la torpeza de la EMBRIAGUEZ, los tormentos del JUEGO, i el desprecio de la
HOLGANAZERIA. Al mismo tiempo se ofrecen cuadros en que hacer venerar la VIRTUD,
exponiendo a la adoración pública, el espectáculo de las ACCIONES HEROICAS del
PATRIOTISMO la belleza de la PROBIDAD, la santidad de la FIDELIDAD, la armonía
noble, justa i pacifica de la TOLERANCIA, los encantos de la CARIDAD, la grandeza del
PERDON i óptimos frutos del TRABAJO… (Madiedo: 1980, p, 193)
Los dos personajes carlós y Diego desconocen que están marcados por la misma
tragedia, Carlos perturbado por ese trágico recuerdo que lo lleva al suicidio. Y
Diego un viejo pescador y boga del rio, obtiene en Carlos la amistad que lo lleva a
perdonar a quien le causó también su desdicha.
En esta historia el narrador quiere dejar como enseñanza a los lectores, que la
trágica muerte de Lesbia y la situación de Carlos obedecen a las acciones que como
pareja cometieron los dos enamorados, tener una relación sin consentimiento de
sus padres. Esto que es claramente resaltado en la novela, y es utilizado para
enseñar esquemas sociales impuestos, pero también el significado de un actuar
basado en el perdón, y la misericordia que siente un viejo pescador hacia un
hombre que considero su enemigo, y posteriormente en un fiel amigo. Ese
perdón se resalta de manera especial al final de la novela cuando Diego con una
oración implora por el alma de Carlos.
Aunque la novela tiene un fin didáctico, resulta ser una gran fuente para estudiar
las tensiones y márgenes sociales que se construyeron en el siglo XIX, en la novela
se describe a un supuesto pueblo real observado, caótico, desordenado y un
pueblo ideal que podía ser moldeado, ordenado y llevado a civilizar, ese pueblo
392
habita en las riberas del Magdalena, particularmente el autor se refiere a los bogas
ribereños.
Aunque el boga era apreciado por ser motor del país, en juzgado en la novela
como reflejo de atraso. ―Semejantes a dos toros que desean el dominio de rebaño y
sangriento los ojos, la narices hinchadas por el juego de los celos, se acometen cien veces, se
traban al fin con encanecimiento, se levantan encorvados sobre sus patas, pierden el
equilibrio y vienen a tierra con sorda caída‖. (Madiedo, 1860)
En otro pasaje describiendo a los bogas decía: ―El boga no tiene ambición: la avaricia
es menos conocida. Es perezoso; pero la necesidad le obliga a trabajar como una bestia: sus
raterías no pasan nunca de poca cosa. Un cargamento de cien mil pesos de valor, no tentará
jamás su integridad; pero algunas sartas de chorizos, el pan, el chocolate y sobre todo su
predilecto anisao, son para él más tentadores que mil legiones de diablos‖. (Madiedo: 1860)
Cada mujer tenía su pareja que iba siguiendo su movimiento circular y bailándole
por delante a guisa de mono, pero que digo mono! ¿Dónde habría monos capaces
de aquella extremada expresión de lubricidad? las mujeres con el cabello bien
encerao adornados con unas flores de azucena y de ashar, las frentes bañadas de
sudor, los ojos casi cerrados o abiertos con una expresión delirante, ejecutando con
la parte flexible de su cuerpo los más impúdicos movimientos al compás de la
gaita, parecían entregadas a la contemplación mental de un goce licencioso.
(Madiedo: 1860)
Se puede decir que Manuel Madiedo, al igual que otros letrados del siglo XIX
como José María Samper, Rufino Cuervo, reproducen la línea discursiva de las
narrativas del siglo XIX donde se describe a estas poblaciones a través de rasgos
que lo configuran como irracional, incivilizado, salvaje, como contracara al hombre
―blanco y culto‖, (Valero 2014) que viene de la ciudad, estas narrativas que se
construyen desde el observador intelectual, sobrio y de buenos modales.
Bibliografía
Madiedo Manuel María. (1856). El evangelio social y político. En: el porvenir. Bogotá, 12 febrero.
----------- La ciencia social o el socialismo filosófico. (1982) Derivación de las Grandes Armonías del
Cristianismo, Ed. Incunables, Bogotá.
------------. (1867) Un puente sobre el abismo: en: el comercio de Cúcuta, marzo/ 8 / p. 255.
------------ (1877). Un bello horizonte del partido conservador. Bogotá: Imprenta Torres Amaya.
----------- (1868). Nuestro siglo XIX. Cuadros Nacionales. Bogotá, Nicolás Pontón, 447p
----------- (1876).El dedo en la llaga. Quienes son los responsables de las guerras civiles y de todos los
Crímenes y desgracias de los pueblos de América española, Caracas, Imprenta Federal.
Páez, Adriano. (1973). ―Recuerdos de tierra caliente‖ ―En‖ Museo de Cuadros de Costumbres.
Tomo IV. Bogotá: Biblioteca Banco Popular, p. 95-109.
Samper, José María. (1969) Ensayo sobre las revoluciones políticas y la condición social de las
repúblicas colombianas hispanoamericanas. Con un apéndice sobre la orografía y la población de la
Confederación Neogranadina. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Valero, Silvia. (2014) Mirar atrás. La importancia del pasado en los relatos de nación y negritud en
la literatura afrocubana de entre siglos.) Córdoba: Alción Editora.
394
―Ya he dejado de ser un niño; pero sigo viviendo en este cuarto‖: la metáfora de
la infancia en la obra de Fernando Molano Vargas
―Fui hasta el jardín del Amor, y vi lo que jamás había visto: una Capilla construida en su centro, sobre el
verde donde de niño jugaba.
Los portales de la Capilla estaban cerrados, y escrito sobre la puerta había un "No lo harás", así que me volví
hacia el jardín del Amor donde crecían tantas delicias floridas.
Y vi que estaba lleno de tumbas, con lápidas donde debían verse flores; y Curas de sotanas negras rondaban y
ponían vallas a mis gozos y deseos‖.
(―El jardín del amor‖. William Blake)
―Ya he dejado de ser un niño; pero sigo viviendo en este cuarto‖ (Molano, 2012:
111) no es solo una frase que describe la situación de Fernando en Vista desde una
acera: el momento en el que un joven pobre reconoce que debe permanecer en un
lugar que no es suyo y que pertenece a sus padres; es, también, la expresión de la
angustia por no hallar un refugio y saber que aquel ―cuarto de afuera [que] se
llama el mundo‖ (Id. 110) es, realmente, el único espacio que existe; y que ha
desaparecido, para siempre, el pequeño paraíso de la infancia que se creía propio.
No obstante, la nostalgia por lainocencia infantil pervive en los personajes
principales de Molano: como deseo de restitución de esa sensación de libertad que,
después de la experiencia en un mundo hostil, se convierte en una utopía. Por lo
tanto, estos, no anhelan las condiciones particulares de la infancia–en las que ya
podría existir el maltrato y el sometimiento–, sino la visión de la realidad que se
tenía en este momento de la viday que, gracias a la imaginación y a la perspectiva
desinteresada y sin prejuicio de los fenómenos, permitía cuestionar lo establecido y
percibirla existencia de manera auténtica. En este sentido, los héroes de Molano
buscan un lugar en el que se―pueda ser‖: este ideal, frustrado una y otra vez, se
convierte en su principio, estos no acceden a obedecer la normatividad absurda de
la sociedad. Y aunque renuncian a participar activamente, y a su favor, de la
crueldad de los otros, nunca lo hacen a su propia visión de las cosas, así
elloimplique asumir, casi estoicamente, su vulnerabilidad.
retornar: ―Oh, Diego, en largas jornadas papá hizo de mí una / fortaleza. Y es una
maravilla cómo se sostienen sus / muros ahora que entras en mí como un duende,
y / podemos a solas jugar y amarnos como dos niños‖(Molano, 1997:23).El regreso
a una nueva niñez, después de la experiencia de ser adulto, es, además, la única
salida para deshacerse, aunque sea por un instante, de las convenciones y retomar
la primera naturaleza del amor: sólo, de este modo, es que un hombre puede
enamorarse de otro hombre y el placer y el cuerpo son comprendidos sin ningún
tipo de malicia.
La infancia recordada
Además del verde prado de juegos, del cuarto propio: paraíso que solo existe en la
mirada del niño; la infancia, o una parte de ella, puede sobrevivir gracias al lugar
que ocupa en la memoria: pequeñas escenas que, después de la entrada en el
mundo, se convierten para los personajes en una suerte de presagio de lo
quellegarán a ser; o sensaciones innombrables, en ese entonces,que se identifican
indiferenciadamente, en el futuro, como placer y amor. En la ―Primera parte:
memoria de dos niños‖ de Vista desde una acera, Fernando describe los juegos con
sus hermanos y, posteriormente, el goce solitario que le sigue a estos:
[…] por fin yo estaba solo. Buscaba entonces uno de los pantalones de Alberto para
ponérmelo: eran mucho más pequeños que los míos. Me fascinaba ver cómo me quedaban
más altos y mis piernas se veían largas, larguísimas, y yo no resistía el deseo de acariciarlas
(lo siento: sencillamente, me parecían bellas). Y más que otra cosa me encantaba sentir el
396
ajuste de mi pantalón, recio como un castigo hermoso, y aun pasar por los ojales las
tirantas, tirarlas hacia arriba y amarrar muy fuerte, cada vez más fuerte…Siempre me
ocultaba en el armario para que nadie me viera (¡como si hubiese alguien para ver!), y
permanecía allí, extasiado con las caricias de mis manos, con el dolor de mi pantalón entre
los muslos, cuando aún no existían ―el placer‖ ni el ―sexo‖, tampoco ―el amor‖: sólo mi
corazón excitado. (Molano, 2012: 39)
314 En otro episodio de Vista desde una acera, Fernando recuerda a Miguel, su compañero de la
escuela, quien ya ha sido mencionado en el primer numeral de ―Memoria de dos niños‖: ―Yo no vi
más a Miguel desde el día de la clausura de mi primero de primaria. Mamá llevaba orgullosa en su
mano mi libreta de calificaciones con esa bonita palabra que decía ―Aprobado‖ aquella mañana en
la puerta de la escuela, desde donde vi a Miguel, lejos, sentado junto a la caseta de gaseosas,
solitario como casi siempre, por última vez sintiendo eso de ah usted ahí sentado tan solo y tan
bonito Miguel si yo pudiera tener esa cara y ese pelo negro y si fuera así de alto y escribiera con la
mano zurda ya no estaría triste si yo fuera usted ya no querría mirarlo tanto y qué me importaría
que se acabara este año y usted se fuera donde es su casa porque yo no sé dónde queda y mi mamá
ya me llama Fernando porque nos vamos y usted sigue ahí Miguel y si yo pudiera quedarme y si
yo supiera qué es lo que quiero y por qué quiero quedarme para mirarlo y yo qué voy a saber cómo
se llama esto Miguel y adiós y allá se queda porque mamá me agarra la mano y yo quiero regresar
y me suelto porque yo le debo una plata a un amigo mamá y ya vuelvo y regreso a la puerta y usted
sigue ahí ¡pero cómo puede ser usted tan bonito! Y yo tengo cincuenta centavos en el bolsillo y no
tengo más y le digo a esta niña que se los lleve porque cómo voy a entregárselos yo mismo si usted
me va a preguntar que por qué y no voy a poder decir que porque sí porque son míos y no tengo
más y no sé porque quiero y mamá otra vez me llama Miguel quédese con los cincuenta centavos
son suyos no tengo más Miguel adiós (te amo).
Ah, claro que yo amaba a ese niño; pero entonces a mí todavía no me habían dado las palabras:
aquello no se llamaba ―amor‖, su nombre sólo era ―estar pensando siempre en él‖. (Molano, 2012:
45, 46)
397
Este éxtasis irrepetible por ser iniciador, se convierte, para el Fernando adulto, en
una parte orgánica de su identidad: él encontrarásu verdad en la excitación de los
sentidos, en el amor, y en lo más humano, lo cual entradirectamente en conflicto
con el mundo de las prohibiciones y del trabajo, que se sostiene gracias a la
alienación de los individuos y de sus cuerpos: seres separados de su propio sentir
y de su intimidad. Quizás, por ese motivo, el personaje hace explícito su temor a la
sociedad adulta: ―Les contaré algo: siempre me produjo miedo crecer, siempre me
produjo una especie de aversión llegar a la madurez. Ser niño es como ser un
árbol, o una piedra, un pajarito. Ellos no tienen que ir al trabajo, conseguir dinero,
pagar cuentas […] Así es la niñez, es una felicidad porque se es irresponsable‖.
(Molano 2012 148); este miedo, sin embargo, sólo puede ser un síntoma de la
entrada al mundo, del contacto con lo social, porque únicamente a partir de ese
momento se intuye el funcionamiento de los códigos establecidos y se descubre,
por lo tanto, la gran distancia que guardan frente a los ideales propios. La
responsabilidad es vista como una forma de ―asumir el mando‖ de sí mismo, y
representa la posición ―incuestionable‖ que deben tomar los hombres, frente a su
malestar, en una sociedad secular en la que son huérfanos; es el modo por el cual
se aceptan las reglas, como si se tratara de axiomas, no tanto para integrarse al
mundocomo para hacerse cargo de la propia persona, es decir, para ser
―funcional‖, dentro de la lógica esperada por el sistema, y no un ―peligro‖ para el
statu quo. Pero Fernando no desea esto –―Yo me sentía capaz de vivir, capaz de
luchar, quería producir algo bueno […] Pero no quería tener el mando‖. (Ibid)–
que, en apariencia, es la única posibilidad de salvación y de dominio de su propia
vida; él sabe que su idea de libertad no puede hallarse en el cumplimiento de lo
convencional, su utopía solo puede ser pensada en la sencillez y en la entrega, en el
gozo y amor ideales, que disfrutaba sin miedo, y sin ningún tipo de
conceptualización, en su infancia:
―La felicidad que yo buscaba se convirtió en un sueño simple: todo lo que yo fuese, todo lo
que yo lograse, tendría sentido si, al llegar a casa, hubiese un hombre al que amara para
entregárselo todo, para que el me tomase a mí y a todas mis cosas, e hiciera con ellas y
conmigo lo que le viniera en gana[…] Pero era un sueño difícil de lograr en este mundo
estúpido donde el placer es una vergüenza; como si el dolor fuera el sentido, como si el
propósito de vivir fuera solo sufrir cristianamente. Yo sentía que éste era un maldito
mundo enamorado del dolor. Y no lo entendía‖. (Ibid)
Con el desayuno, los que debían salir, salían, y quedábamos los tres en casa. Lyda
empezaba a hacer oficio para ordenarla, y Alberto y yo a hacer el oficio para deshacerla.
Mamá guardaba la ropa sucia en un barril de cartón que llamábamos el túmbilo, y a
nosotros nos gustaba desocuparlo, tirarlo sobre el piso de la sala, donde no había un solo
mueble, y echarlo a rodar para allá y para acá turnándonos para empujarlo o estar adentro
y dar vueltas hasta emborracharnos: ¡eso era una maravilla! Hasta que llegaba la Lyda muy
cantaletosa a dañarnos el juego. Pero yo ya tenía su estatura y me le enfrentaba; pero como
ella era astuta, me daba con un palo de escoba, y entonces (yo no era propiamente un
caballero) se lo quitaba y de paso le tiraba del pelo; y la muy mujercita me arañaba la cara
así: muy duro; y al final era mejor dejarla, porque uno sabía que ella era bastante quejetas y
yo ya tenía suficientes nalgas para el cinturón de papá. Entonces: ¡rumbo a la piscina! La
piscina era la cama de mis padres, más grande que un potrero, con sus barandas altísimas
como trampolines. Alberto se tiraba al agua de primeras, pero…todo era un engaño: la
piscina no era una piscina, sino un foso lleno de serpientes donde ha caído Robin-
Alberto…¿Devorarán las serpientes a Robin? ¿Podrá Batman salvarlo de la muerte?,
¿desaparecerá para siempre su fiel amigo? No aguarden mucho el desenlace, ¡aquí no hay
baticomerciales! Ya llega el valiente Batman Fernando con su poderoso baticinturón y su
hermosa capa… ¿Será éste el fin de Batman? En un arduo forcejeo se enfrenta sin una pizca
315Aunque, para Schérer y Hocquenghem, el rapto contenga una doble dimensión: de temor y
atracción, simultáneamente; en el caso del niño pobre es prácticamente una condena, ya que no
―[…]hay ni uno solo de ellos que tenga la posibilidad de ser secuestrado[…]‖ (1979 13), es decir, de
ser ―provechoso‖ por su valor de cambio. Esto no supone ninguna ventaja, pues pese a que el rapto
interrumpe esa ―red de semiconsentimientos y reticencias que es el pan nuestro de cada día del
niño de familia[…]‖ (Id. 11), y en esa medida, lo ―desinfantiliza‖ (lo extrae del atontamiento y de la
sumisión); tambiénconvierte, al pequeño, en una posible víctima de quien pueda ejercer poder
sobre él, ya sea el Estado o, en el caso de los personajes de Molano, la institución educativa o la
figura del violador.
399
de temor a ese nido de serpientes-cobijas que parecen devorarlos; su fiel amigo le pide
ayuda, ¡cáspita!: está atrapado; pero Batman lo toma del brazo entre ese horrible mar de
serpientes hambrientas y lo agarra a cosquillas en el preciso instante en que aparece la
malvada Gatúbela-Lyda con su mortal palo de escoba…¿Se salvarán Alberto y Fernando de
la paliza?
—¡Esperen a que llegue mi papá y verán!—nos amenazaba ella. (Molano 2012 38)
Hugo se murió. Eso sí me pone triste. En serio. Yo quería más a Hugo…Claro que a él no le
gustaba el fútbol; y por eso casi no lo querían en la cuadra. Como si fuera un extraterrestre
por no jugar fútbol. Yo sí lo quería, porque eso qué tiene…Pero se murió. ¡De doce años!
Nadie debería morirse de doce años: Dios es tan raro…Y Hugo era todo lindo: cuando
dormíamos juntos, él siempre me iba robando las cobijas, y me destapaba todo. Y yo no le
tiraba de las cobijas porque me daba miedo que él se despertara. Yo soy como muy bobo.
Pero entonces Hugo se daba cuenta, yo no sé cómo, y se volvía y me arropaba como cuando
mamá me arropaba. Y a mí me mataba siempre que él hacía eso…
-Hugo…
¿Por qué tuvo que enfermarse? Nadie debería enfermarse. Se puso muy flaco y todo. La
segunda vez que fuimos a visitarlo con mamá al hospital ya no parecía él. Sino que su cara
sí era como la de él. Má salió del cuarto.Má es muy nerviosa a veces. Yo sí me quedé. Y le
dije: «Quiubo, Hugo». Pero él no dijo nada porque estaba dormido. Y le moví el hombro y
400
Y después má entró toda asustada con otra enfermera y me sacaron del cuarto: porque
Hugo ya estaba muerto. Hacía poquito estaba muerto Hugo. (Molano, 2011:109-110)
Felipe revive la imagen de Hugo y establece la relación entre amar y morir no sólo
por lo que significa la figura de su amigo para él (un primer enamoramiento), sino
porque, después,aese recuerdo, vincula lo que piensa Leonardo sobre la
muerte:(―[…]Que de [esta] uno sólo sabe lo que no será‖ (Molano 1992:110) y la
respuesta que da el profesor de religión a la visión de este: ―[…]que lo que pasaba
era que él no podía entender ciertas cosas. Ciertos «conceptos»[…]‖ (Ibid); con su
enamoramiento, que es auténtico, y lo que expresa la psicóloga respecto aél:
―«Ciertas cosas»: así me dijo[…]. Más o menos, ¿cómo fue lo que me dijo?: que yo
estaba confundido […] y que con el tiempo yo iba a entender cuál era mi
verdadero papel. ¡Tan boba!: como si yo estuviera en una película…‖ (Ibid). Así, las
dos visiones sobre la muerte y el amor de cada uno de los protagonistas,
respectivamente, se contraponen con la convención de los adultos que se revela,
para Felipe, como un sinsentido; la supuesta experiencia que se posee en la
―madurez‖ no es siempre garantía del entendimiento de la vida, de hecho, es –en
este caso– la aceptación de la normatividad: una manera de rendirse ante el orden
impuesto por la sociedad, de negarse a buscar explicaciones más allá de este.
La muerte de Dios
316.Este puede entenderse como una continuación de ―Desde mi ventana‖, pese a que, en el índice
del libro, se titule: ―Sentado a la puerta‖. La descripción parece referirse a los mismos muchachos
que el narrador ve, en un principio, en el poema anterior: ―Sentado frente a la puerta de mi casa /
sin mirarme / frente a mí pasan‖. (Ibid)
402
Cómo recuerdo aquel día. Era en cuarto de primaria. Era un día lunes. Era la clase de
educación religiosa.
Y era la profesora Norma, una especie de bruja espantosa. Ella siempre nos hacía copiar
letra por letra cada una de las lecciones del catecismo para esa clase. Pero ese día llevé mi
tarea sin el dibujito que traía la lección en el libro; al parecer, eso era como no haber hecho
nada. Y la bruja ésa me dio un soberano reglazo en la palma de la mano que me descoyuntó
hasta el hombro. Nunca he podido olvidar ese dolor.
Lo triste era que a mí me gustaba hacer esos dibujos. Porque los dibujos siempre son
divertidos. Sólo que el de aquella lección no me lo pareció tanto. Tenía a Nuestro Señor
Jesucristo acariciando la nuca de un reguero de niños felices en un parque con arbolitos y
403
montañas, y un ojo de mi Dios entre un triángulo botando luz desde una nube. Todo eso
ilustraba no sé qué cuentos sobre el amor, y las familias dichosas, y niños juiciosos, buenos
y bonitos, con su perra Lassie, y la vida entera tan hermosa como un cielo. En fin: como
para vomitarse. Verán, todo eso no me parecía más que una mentira de estafa. ¡Como si
uno no tuviera a la mano este mundo para saber cómo son las cosas!
Porque el caso es que aquel día llegaba yo de un fin de semana de infierno, de un sábado y
un domingo de puligato en esa familia mía que por entonces más parecía un caldo de
enemigos a muerte. Cualquiera comprendería que en esas condiciones resultaba un tanto
difícil tener cabeza para hacer tareas, y no sentir un poco de tedio para transcribir una
lección, justamente, sobre la familia cristiana. Cualquiera lo comprendería, excepto una
profesora como ésa. Si quieren un consejo, nunca esperen compasión de un cretino vestido
de profesor de religión. Frente a ellos, a veces no queda más remedio que poner la parte
que nos corresponde para que[…] les funcione la maquinita de la disciplina de Dios: una
mano extendida para recibir el golpe de la regla (no vayan luego a sentirse deprimidos por
no estar cumpliendo con su trabajo). Y hay que tener un corazón fuerte para regresar al
pupitre y sentarse humillado a descansar la frente sobre el brazo libre; y un poco de dureza
para no dejar salir las lágrimas, para apretar el puño mientras se sopla uno la palma
ardiente y se reza por primera vez que Dios no existe, mi buen Dios no existe…
Por eso recuerdo tanto ese día. Porque no todos los días se le muere a uno Dios…
Son los adultos quienes personifican el rapto, con un gesto cruel: demostración de
que la disciplina es otro de los medios de represión; si algo quieren enseñar, a los
héroes de la obra de Molano, es que es necesario someterse a la lógica del mundo y
que habrá siempre alguien, algo, que tendrá poder sobre ellos. Por eso los
recuerdos dolorosos de la infancia, el primer vistazo a los abusos, adquieren
sentido con relación a la madurez: en el caso de Vista desde una acera, la
discriminación que padecen los protagonistas, por su homosexualidad y por su
pobreza, eran ya un hecho anunciado en el rapto de la niñez (probablemente, por
ello, el libro intercala los años escolares y de inocencia con la vida adulta,
caracterizada por la enfermedad y la estigmatización). En la tercera parte de la
404
novela, titulada ―Adrián‖, Fernando hace una suerte de monólogo que hace
explícita esta idea:
―No sé… De mi gusto hacia los hombres, nunca entendí el disgusto de otros por mi gusto.
Quiero decir, entiendo (con claridad meridiana y todo) que la homofobia es sólo un
capítulo más de la erotofobia. Y entiendo que la erotofobia es un instrumento social,
utilizado para raptar los cuerpos, aún en flor, de los niños y de los jóvenes, a fin de dejar
sus pobres almas desprotegidas y expuestas a los daños‖. (Molano; 2012: 222)
Y, después, continúa con lo que cree que significa, en parte, el ingreso al mundo de
la adultez: ―La madurez es una muerte porque a ella arribamos sin nuestro cuerpo.
El cuerpo del adulto es un cuerpo raptado, un cuerpo triste. Él lo mantiene oculto.
Únicamente lo usa en los burdeles. A escondidas. Su felicidad es vergonzante. No
la del niño, no la del púber, no la del adolescente (no la del buen cínico maduro)‖.
(Molano, 2012:222). La homofobia es, en cierta forma, otra manera de violentar la
individualidad, de mantener aquella desprotección, gracias a la cual se puede
despojar a los hombres de su propia naturaleza (que, claramente, no se vincula en
nada con aquello que se ha designado como ―lo natural‖, cuyo cumplimiento a
cabalidad consiste en reproducir los roles de género, o la utilización de los cuerpos
para el trabajo; predispuestos por el sistema dominante), es decir, de alienarlos, de
separarlos de su propio sentir, de su placer y de todo aquello que pertenece a su
subjetividad. La instrucción317, ejemplificada en la novela en el episodio con la
profesora del personaje, es la cómplice de la muerte de Dios –entendida como la
desilusión personal, como el descreer en lo que se había esperado del mundo–,
dado que es el instrumento para advertir al niño que debe someterse a las
exigencias, que no hay excusas para no hacerlo; es el espacio en el que el adulto se
complace de mostrar al inocente que está abandonado. La madurez es, entonces, el
instante en que muere una parte del ―yo‖, en el que todas las convenciones se
aceptan sin vacilar; y el placer se transforma en algo vergonzante, algo que causa
rechazo. No obstante, esta designación del gozo como un elemento repudiable no
es ―[…] connatural al alma, como el amor […]‖ (Ibid); es, en cambio, lo no-orgánico
y, por ello, el monólogo de Fernando finaliza desvirtuando esta segunda
naturaleza, que es el ―ideal‖ de la adultez: ―[…]a veces pienso que el odio es un
artificio, una invención cuidadosa, sofisticada: ninguna fobia social es inocente. Es
como una prótesis fría montada en la conciencia de las personas. Yo lo creo […]
Acaso porque toda fobia colectiva aniquila la facultad de pensar y el bello don de
sentir. Su eficacia para aniquilar todo lo humano es sorprendente‖. (Ibid) El
rechazo y la aversión, por ende, son otra cara de la enajenación.
el conflicto, entre la interioridad (lo íntimo) y la realidad. Mientras que Felipe aún,
por momentos, se debate entre ―lo correcto‖ y su deseo por Leonardo:
―[…]¡Maldición!: ¿por qué tiene que haber gente triste por mi alegría, Dios?... o sea:
querido Dios. Tal vez también Él esté triste …: ¿será?; ¿por besarme con
Leonardo?... Yo no creo: porque fue muy rico‖ (Molano 2011 51) y vacila,
asimismo, sobre el valor de aquello que se le dice en sus clases de colegio, por el
contraste con su experiencia amorosa: ―[…]El profe de religión siempre dice que es
malo eso de estar cayéndose uno en las bajezas de la carne; pero yo no sé de cuáles
bajezas dice: ese profe debe ser como un demente o algo así…O quién sabe: tal vez
Dios esté mirándome feo por andar queriendo tocar a Leonardo mientras él habla
esas cosas bellas de la poesía…¡Pero, Dios: él es más bello que todos los poemas y
todos los cuadros bellos!‖. (Molano 2011 94); Fernando ya no duda de la
legitimidad del placer y del amor y no oculta sus deseos, pese a las consecuencias.
Recuerda un episodio del pasado y reflexiona sobre este en su juventud, pero lo
verbaliza como si aún fuese un niño y estuviera enfrentado todavía con su profesor
de religión del colegio, que se caracterizaba por exponer cómo la masturbación era
una ofensa contra la sabiduría de Dios:
[…]A quien podría dolerle mi felicidad? Si les molesta mi alegría, ¡por qué tienen que abrir
mi puerta para mirarme cuando estoy solo…? Sí, no está mal eso de ser un cochino
pervertido, ¡Qué diablos! Así que, esta noche estemos tranquilos cuando todos duerman,
cuando me tienda bajo mis cobijas imaginándome a su lado, mientras me acaricio hasta
hacer regar el vaso, enfrente de mi buen Dios que estará mirándome y diciéndole a mi
corazón: «Sí, mi niño, disfruta de lo que te he dado, vacía tu vaso de dicha, que no quede
una sola gota; y mañana ve al colegio con tus ojos encendidos como dos soles, muéstralos a
ese farsante demoníaco que en mi nombre desdice de mi propia obra. Gózate, muchacho;
hónrame, sé feliz…»‖. (2012, p. 159)
El ideal del universo de Molano es,entre otras cosas, la no-escisión entre el amor y
el placer; y entre este último y la inocencia. El gozo del cuerpo se concibe como la
posibilidad de regresar, un poco, a lo orgánico, a lo auténticamente connatural y
por ello–aunque en el caso de Un beso de Dick, Felipe dude, por miedo,en el umbral
de la adolescencia– nunca hay culpa por el deseo sexual, por querer entregarse
sumiso a otro hombre o por enamorarse de alguien ―prohibido‖, según lo
―acostumbrado‖. De esta manera, y frente al episodio citado, la muerte de Dios es
también la absorción de cualquier tipo de misticismo y de la fe por la
convencionalidad, por la institución religiosa; es otro modo de control, es la falsa
espiritualidad al servicio de lo que Molano define como el ―patologario‖.
Y la orfandad es, a su vez, el abandono del padre o la negativa de este ante los
deseos de su hijo: el padre que, condescendiente, dice a su hijo homosexual que
―aquello‖ no es ―normal‖. La conciencia de la orfandad y del abandono puede
manifestarse, en todo su esplendor, en la muerte, como en el Cristo de Jean Paul;
puede revelarse, repentinamente, en el momento final, que, por lo general, debería
406
318Traducción, de estos versos, al español por Aníbal Núñez: ―Con los pies en los lirios / duerme,
sonriendo como / un niño enfermo sonreiría; está / echando un sueño: acúnale cálidamente, /
Naturaleza: tiene frío‖. ( Rimbaud 2001 103)
407
—Su presentación personal deja mucho que desear […] Vea por ejemplo usted el aspecto de
sus uñas: llenas de mugre[…]No es mugre —le dije al prefecto—, es pasta XW-100
que…[…]—¡Usted cierre la boca! ¡Quien le ha preguntado nada! ¿Piensa que está en su
casa?—…que es una pasta para pulir metales en la pulidora del taller de mi papá…—. ¡A
mi oficina no va a venir con insolencias!—…y es muy difícil de quitar, tiene uno que lavarse
mil veces con thinner y…—.Yo no soy tan blando como su profesor, ¡aquí me respeta el
colegio, pendejito! —y verá: es una pasta que uno tiene que pegar al disco de trapo y la
pasta suelta un polvillo que se le pega a uno en la piel y es muy difícil de quitar porque uno
no puede echarse thinner en la cara, porque se irrita, y por eso…—.¡Me imagino que así será
409
siempre en sus clases!—…y por eso, imagínese, el otro día ese profesor me dijo delante de
todos que si acaso yo me maquillaba los párpados con sombra como las mujeres y…—.
Pues le diré que se está exponiendo a una matrícula condicional. Y no venga ahora con
lloriqueos, éste no es un colegio de niñas…—…y…pues, no…si no son lloriqueos […].
(Molano, 2012: 155)
De hecho, después de este evento, Fernando reconoce, una vez más, el predominio
de la injusticia, ya que nunca importaron sus razones ante aquellas primeras
figuras de poder, no fue necesario saber lo que ocurrió para que el profesor de
religión lo enviara hacia el prefecto, no fue ni siquiera relevante el hecho de que
trabajara. Y, entonces, concluye: ―En esos casos, como en otros y en otros lugares,
nunca importa llegar a la verdad. Allí lo importante era humillar al sedicioso,
hacerle sentir cuál debía ser su despreciable lugar en la ordenada columna de los
mandos del colegio. Y de la vida‖ (Molano, 2012:155). Él intuye, no obstante, que
no puede ceder y abandonar su propia verdad, pese a los ultrajes del mundo; sabe
que ―[…] jamás les endosar[á] la vida a otros‖ (Id. 157)‖. Luego de irse de su
colegio esa tarde, sale hacia las calles y ve un muchacho a medio vestir tirado en la
calle, ―[…] como si ya estuviera vencido a su suerte y a su muerte‖ (Id. 156) y siente
que es, de este modo, como quiere verlo la sociedad adulta. Entonces, se dice a sí
mismo: ―Por el momento…bien está el andar un poco solo metido en ti jugando al
incomprendido, imaginando historias para tu libro…Sí, nunca olvidas tu libro‖
(Id.157). Fernando, el recordado por su ―yo adulto‖, se percata, desde ese
momento, que para cumplir lo que desea (en este caso, escribir), debe enfrentarse a
todo tipo de opresión; para satisfacer su deseo más íntimo, debe tener una mirada
no-individualista. De nuevo, este episodio se nos presenta como un presagio, dado
que la literatura será el lugar en el que el personaje podrá hallar, no sólo lo que ha
perdido, sino un aliciente para no acceder a la voluntad de quienes quieren
someterlo.
―Petición‖, uno de los poemas de la cuarta parte de Toda mis cosas en tus bolsillos:
―En el remanso de los que sólo pasan‖; sintetiza la noción de utopía del universo
de Molano. Frente a la hostilidad de la realidad, el ―yo‖ todavía es obstinado y
sigue esperando algún sentido en la vida, algún tipo de amor desinteresado: ―Aún
así, a mi la vida me seduce, y siempre aguardo / a que en cualquier esquina me
asalte la bondad de /algún extraño‖ (Molano, 1997: 66). Existe también un
fragmento de Por el camino de Swannen el que, en vano, el narrador espera
encontrar, por azar, a una campesina que aparezca repentinamente de entre los
árboles del bosque de Roussainville para estrecharla entre sus brazos; se trata de
una mujer que no conoce, pero que desea e idealiza en su imaginación. Este sale a
caminar con la idea de hallarla y, después, resignado regresa a Combray
golpeando los árboles. Quizás la comparación descontextualice un tanto la obra de
Proust, pero a hay una gran similitud entre los dos deseos, pues ambos surgen de
la ilusión y se enfrentan a la imposibilidad de su realización inmediata. Y,
probablemente, esto transmita otra parte de esa verdad de la obra de Molano, que
410
es, precisamente, ―verdad‖ porque recuerda a los hombres que todavía siguen
esperando algo de piedad en el azar: la bondad de un extraño o a una campesina
que sale en medio del bosque, lista para nuestro abrazo; lo cual, representa, en el
fondo,la esperanza por un mundo distinto. Más adelante, en ―Petición‖, el
―narrador‖ contrapone su desilusión y su vivencia con la promesa de lo que espera
e imagina: ―De mi fragilidad ya ha sacado su provecho este / mundo en que he
nacido: no creo amarlo mucho. / Pero adoro sus utopías, en especial las que han
muerto, / y no he dejado de soñar el día en que triunfe alguna / revolución de
hombres buenos, y pudiera en ella sentirme a gusto, / aun cuando nadie me ame y
yo esté solo‖ (Molano, 1997:66). Este poemarevela el sentido general de la obra de
Molano, dado que ninguno de sus héroes desisten frente a su propia búsqueda,
pese a las dificultades que se han entorpecidola autenticidad de su experiencia;
estos no se rinden como el adulto filisteo, no renuncian, ni siquiera ante la certeza
de la enfermedad y de la muerte, al sentido de su vida, que en ese caso es el amor;
no solo el amor individual y, por ello, su aspiración íntima es también
desinteresada, porque solo se completa en un cambio total del mundo. En este
orden de ideas, la misma enfermedad de Adrián (Vista desde una acera) hace que
elcamino, hacia su verdad, sea esencial para dar sentido a lo que fue su vida,
porque la conciencia de que pronto morirá319no le permite creer ni apegarse a la
falsedad ni a las exigencias de la segunda naturaleza.
Eliseo Diego observa La virgen de las rocas de Da Vinci: una mujer sentada, entre
piedras, con tres niños que la acompañan: Cristo, Juan el Bautista, huérfano, y el
ángel que lo protege. Sin embargo, al leer ―Lippi, Angélico, Leonardo320‖,
entendemos que aquellas imágenes, las del cuadro, también lo contemplan a él, a
todos los hombres. Lo que escribe el poeta es que, aunque no nos ven, nos miran,
nos aman. Razón por la cual, Leonardo (Un beso de Dick) –que ―mira‖, a su vez, el
poema de Diego– dice, en su clase de español, a propósito de este: ―[…]lo que más
me gustaba[…] era esa pregunta de la mitad…que es como si el que escribió ese
poema me preguntara a mí si yo odiaba esas imágenes desde el desgarramiento de
319 Idea igualmente presente en Un beso de Dick, y que se puede evidenciar en lo que afirma Felipe, a
propósito de la película que desea hacer: ―[…] Ese sería un final malísimo: solo para que la gente no
rompa las sillas. Pero no importará, porque ya se habrá visto el final bueno: el final donde la muerte
llega a cualquier hora, sin importarle que uno no haya vivido su vida: como es la muerte de los
niños[…] como la que podría llegarme un día de estos a mí, y dejarme muerto‖ (Molano, 2002:146)
320―No hieden, las imágenes, ni cimbran / de dolor —las imágenes. Serenas / miran desde las rocas
el tumulto / de las horas hiriéndonos, el ansia / del lunes yéndose. Las aguas / no arrullan a su
espalda muertes / sino que van de vida en vida, eternas / en su perfecta identidad. ¿Las odias /
desde el desgarramiento de tus días / y el hambre de ti mismo, a las imágenes / —impasibles,
quizás? Y entonces, / el alivio brota, y sacia, / en la raíz del alma, ¿no es ya el aire / libérrimo del
oro, no es la fiesta / de las hebras finísimas? Sus ojos, / que no te ven, miran / —te aman‖.
411
mis días[…] Y entonces yo sentía como si Eliseo Diego fuera alguien que se
preocupaba por mí preguntándome eso…, porque era como si de alguna manera él
supiera que yo andaba mal[…]‖. (Molano, 2011: 92). Él, igual que el poeta que sabe
que las imágenes ―miran y aman‖, siente que este último no es indiferente a su
sufrimiento. Así, esta serenidad que, en un principio, parece alejarse tanto de
nuestro dolor que quisiéramos odiarla, nos devuelve nuestro gesto, cuando
notamos por fin su belleza, y hallamos en ella alivio y piedad. Es posible que por
esto, para Fernando, en Vista desde una acerca, los libros sean ―[…] como una voz
familiar tras la pared de una prisión‖ (Molano, 2012: 99), el presidio que es, sin
duda, el mundo de la adultez. De ahí que lo poético sea el nuevo lugar de refugio
para los héroes de Molano, porque contiene una parte restituida del paraíso de la
imaginación y de la infancia. Sin embargo, es un resguardo que no puede estar
fuera del mundo, ya que no tendría cómo ofrecer algún tipo de consuelo a la
angustia de la experiencia; es profundamente consciente de él, porque habita,
igualmente, en el pensamiento (y, por qué no, en el niño violentado) de los
personajes mismos: debido a que ―[…]la poesía pertenece a ese orden de atributos
que siendo predicados de las cosas, no les pertenecen a ellas, pues existen sólo en
el alma de aquél quien las contempla y como su imagen a un espejo, se los presta‖.
(Molano, 2012: 248) y, de esta forma, como las imágenes de ―Lippi, Angélico,
Leonardo‖, no evade ese ―tumulto de las horas hiriéndonos‖. La doble mirada: los
personajes que contemplan y, a su vez, son contemplados por lo poético del
mundo321 –puesto que proyectan su dolor en ―el cuarto de afuera‖, visto desde la
inocencia, o en ―las imágenes serenas cuando se conmueven por sus penas– es lo
que delata la no-separación entre la permanencia del ethos de la infancia y la
posición crítica ante la realidad. La poesía se convierte, entonces, en aquel extraño
bondadoso que se espera en ―Petición‖ y que, por fin, llega para revelar algún
sentido de la vida.
Bibliografía
Benjamin, Walter. La metafísica de la juventud. Trads. Luis Martínez de Velasco. Barcelona: Paidós
Ibérica, 1993.
Molano Vargas, Fernando. Todas mis cosas en tus bolsillos. Medellín: Editorial Universidad de
Antioquia, 1997.
________. Vista desde una acera. Colección Biblioteca Breve. Bogotá: Seix Barral, 2012.
Rimbaud, Arthur. Poesías completas. Trads. Aníbal Núñez y David Conte. Madrid: Visor, 2001.
321Lo poético del mundo depende exclusivamente de la perspectiva de los personajes, pues la
realidad en sí misma es prosaica: los juegos de la niñez, en los que estos captan los objetos desde su
imaginación, ejemplifican esto.
412
Schérer, René y Guy Hocquenghem. Co-ire: álbum sistemático de la infancia. Trads. Albeto Cardín.
Barcelona: Editorial Anagrama, 1979.
413
322 Este trabajo constituye un borrador de un estudio que adelanto sobre Ramiro Guerra. Por lo
tanto, las anotaciones aquí planteadas podrían adolecer de ambigüedades y otras dificultades.
323 Rojas, Rafael (1992). ―La memoria de un patricio‖, en: revista Op.cit., No. 7, Boletín del Centro de
Este ensayo se propone analizar una de las obras más importantes de Ramiro
Guerra y Sánchez: Mudos Testigos: crónica del ex-cafetal Jesús Nazareno.324 Analiza en
la narrativa de Ramiro Guerra las figuras y metáforas que encuadran una idea
idílica del campo cubano, pero el campo cubierto por una particular figura: la
pequeña propiedad, el pequeño propietario. En el sustrato de esta narrativa
sobresale el aval a una tradición específica, la española, y, el rechazo a otra, la
tradición estadounidense, que en su criterio, constituye un riesgo para el proyecto
de nacionalidad cubana.
La primera edición de Mudos Testigos estuvo a cargo de la Editorial Lex hacia 1948.
El documento, originalmente, es una composición de 11 piezas o apartados
narrativos, dos de las cuales cumplen las funciones de introducción, la una, y
epílogo, la otra. Es un cuadro pintoresco, nostálgico e idílico del mundo rural del
occidente cubano y del campesino libre, donde el análisis, basado en el empleo de
la evidencia histórica y el despliegue de la imaginación creadora, hacen de la obra
un híbrido complejo donde racionalidad e imaginación se sitúan para abordar los
diversos planos de la realidad que remiro Guerra inquiere.
324 Para este ensayo, utilizamos la publicación de Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1974.
415
El principio
Ramiro Guerra sitúa el origen del cafetal Jesús Nazareno a principios del siglo XIX,
cuando don Agustín Valdez, conde de San Esteba de Cañongo, se hace propietario
de los terrenos y decide fundar un cafetal sustentado en la mano de obra esclava.
Por entonces la producción de café resultaba ser un negocio atractivo, dado los
altos precios en el mercado, y Jesús Nazareno, fue uno de los tantos cafetales que
proliferaron Cuba, tanto en occidente como oriente. Incluso, el mismo Agustín
Valdez fue propietario de muchos otros cafetales en la región occidental según
Guerra (1948). Desde un principio en Mudos Testigos las descripciones son
completamente idílicas y románticas, sobre la tierra, por ejemplo, decía Guerra
(1947, 27-28).
―La tierra colorada de Jesús Nazareno, es buena tierra. En Jesús Nazareno se da de todo…
los árboles frutales crecen bien, se conservan sanos y tienen buena parición. Plantados
algunos de ellos hace ciento veinte, ciento treinta años o más, mudos testigos de cuanto ha
ocurrido en Jesús Nazareno, sus troncos robustos, carcomidos y rugosos, se aferran con
numerosas y fuertes raíces a la tierra‖.
Con estas imágenes Ramiro Guerra funda el cafetal en su narrativa, y esta última
metáfora posee una carga significativa en los enunciados de la obra.
hecho, el negocio con esclavos, es una mácula indeleble del predio rústico. Por
esto, en la narrativa de Mudos Testigos, hay una fractura de la linealidad de la
historia, que alcanza una expresión clara con la demolición del cafetal, por las crisis
económicas, y después de la furia intensa de un huracán, que dejó desolación en
toda la Isla, une especie de diluvio universal que apagó una historia para crear
otra, Guerra (1947, p. 81-82).325 Es una partición que cumple una misión de
limpieza histórica. El Jesús Nazareno de don José Guadalupe no es el cafetal, ahora
es un predio rústico dedicado al cultivo de la vida, este Jesús Nazareno se concibe
para el sustento de la familia de don Guadalupe. Hay dos elementos importantes a
este respecto que Ramiro Guerra registra: uno es el hecho de que el Jesús Nazareno
de don Guadalupe es propiedad de una persona no absentista326, y el otro, es el
término recurrente demolido cafetal. Con estas dos nociones que se articulan en la
crónica el autor propone es una especie de refundación de Jesús Nazareno.
Para el autor resultaba imperativo fijar estas fronteras que separarían dos
momentos en la línea del tiempo de Jesús Nazareno. ―Al pasar Jesús Nazareno a
manos de un agricultor no absentista, don José Guadalupe, el demolido cafetal
entraba en una nueva, estrecha y trabajosa vida‖, Guerra (1947, p. 90). Este pasaje
marca efectivamente un cambio, una transformación, en otras palabras, fija dos
instancias definitivas. Refiriéndose a la instancia del Jesús Nazareno de don
Guadalupe, recalca que ―este no será ya, como lo había sido desde 1801, tierra
cultivada con el sudor y sangre del esclavo, con fines de lucro exclusivamente, del
propietario‖, Guerra (1947, p.90). Durante la época del Jesús Nazareno propiedad
de don Guadalupe el predio ―iba a servir de asiento a familias dedicadas a la
labranza de la buena tierra, con el propio trabajo personal, para asegurarse el
necesario sustento y demás medios de vida y criar los hijos, generación tras
generación‖, Guerra, (1947, p. 90). Esta familia limpia, trabajadora y atada, como
los árboles que dan frutos para la vida, a la tierra es la gran metáfora del relato de
Ramiro Guerra. Por esto la protege, y la encuadra fuera de toda mancha.
Aunque el autor se preocupa por trazar una línea divisoria entre el antiguo cafetal
y el ahora predio rústico, por el empleo del sudor y sangre esclava, por el carácter
absentista de los propietarios Agustín Valdés, primero, luego Rafael Valdés,
Ramiro Guerra no deja de reconocer que hay un vínculo fino y definitivo,
imborrable entre un momento y otro. Entonces, para salvar la prestancia de Jesús
Nazareno recurre a la despersonalización de la responsabilidad por la mácula de la
325 Sobre el problema del agro en Puerto Rico durante el siglo XIX cfr. Bergad, L. (1989). ―Hacia el
grito de Lares: café, estratificación social y conflicto de clase 1828-1868‖. En Scarano F. Inmigración y
clases sociales en el Puerto Rico del siglo XIX. Rio Piedras: Ediciones Huracán.
326 Este término posee una connotación peyorativa, y hace referencia a los propietarios de
plantaciones que no residían en las empresas agrícolas, por ser extranjeros la mayor de las veces,
por dedicarse a la atención de muchos negocios semejantes. Las plantaciones, por su puesto, fueron
estructuras productivas sustentadas con mano de obra esclava.
417
Hasta aquí el autor reconoce el vínculo entre las dos etapas de Jesús Nazareno, y
destaca el papel histórico de la familia Valdés, pero, los primeros tiempos del
cafetal difieren notoriamente de los tiempos en que dejó de serlo, es decir, durante
la época en que se convirtió en un predio rústico. En un tono poético Ramiro
Guerra subrayaba que ―los mudos testigos sobrevivientes (de la demolición del
cafetal) iban a dar fe de la creación por ellos realizada‖, en esta misma línea de
ideas complementaba ―[los mudos testigos iban también] a contemplar nuevas y
distintas cosas y a ser un vínculo espiritual y material entre el pasado muerto y los
tiempos por venir, llenos de vida, pero también de dificultades, problemas y
luchas‖, Guerra (1947, p. 91). Estos enunciados, observemos, son apartes de una
obra publicada en 1947; seguramente, fue redactada uno o dos años antes, es decir,
el autor está narrando desde un presente, por tanto, todo el plan de la trama
debería ser conceptuado como pasado, como historia. Sin embargo, cuando el
autor registra un pasado muerto, esta noción posee una doble significación: asocia
el pasado, o sea lo que fue y ya no es, con la muerte, y, por otro lado, relaciona la
muerte con esa etapa del cafetal donde el trabajo cruel de la esclavitud había sido
la garantía y el sustento de los Valdés. Del mismo modo, Ramiro Guerra otorga a
los mudos testigos una dimensión simbólica, destaca que éstos ―eran la tradición
del esfuerzo constructivo, materializada en el árbol benéfico que da sombra, brinda
sus frutos y ofrece asilo a las aves y ramas para los nidos‖, Guerra, (1947, p. 91).
El nudo intermedio
En este segmento quiero analizar dos piezas de la obra que realmente cumplen un
papel central en la crónica, puesto que es aquí donde Ramiro Guerra sugiere que
se forjó el sujeto verdaderamente nacional en Cuba. Me refiero a los capítulos
quinto y sexto de la obra. En ellos el autor emplea una mezcla de drama y
romanticismo con las que enuncia la forja de la gran metáfora, es decir, el autor
propone que el sujeto que encarna la nacionalidad cubana fue un producto del
418
trabajo duro en y con la tierra, dentro del marco de las dificultades más adversas
que les impuso las circunstancias históricas.
327Podría escucharse para este caso la música jíbara y guajira, particularmente La loma del Tamarindo
y La libertad del campo. Ambos discos hace alusión a este idilio por el campo y la familia campesina.
328 Cfr. Fraginal M. (1978). El Ingenio. Complejo económico social cubano del azúcar. La Habana:
Estas diferencias marcadas entre los hijos del país, los campesinos libres, y los
peninsulares, registradas en Mudos Testigos, es uno de los binomios que atraviesan
efectivamente la obra de Guerra, y que alcanza una mayor relevancia cuando el
autor sitúa la trama de la crónica en el cauce de las independencias. Ramiro Guerra
registra las independencias como los actos más legítimos de afirmación de la
cubanidad. Y al mismo tiempo termina la composición dramática de Mudos
Testigos con la guerra de independencia de 1895.
De la primera independencia dijo ―el cubano había sido durante los diez años de
guerra‖, Guerra (1947, p. 157). Esta expresión es bastante sugerente, en el sentido
que fue durante una república en armas en la que el campesino libre realizó su
condición de cubano.
Todo era desolación y ruina. Sólo los viejos árboles de las dos guardarrayas, las dos grandes
ceibas, algunas palmas y otros árboles cercanos al batey, se erguían entre la maleza. Tan
impresionante como las ruinas y la invasión de éstas por la vegetación a sus anchas,
resultaba ser la soledad y el pavoroso silencio. En la tierra yerma, sin un alma viviente,
oíase sólo el rumor del viento entre los árboles y el canto de los pájaros . Guerra (1947, p.
217).
El silencio resultaba tan desolador como los restos calcinados de cuanto habían creado las
generaciones. En las horas del mediodía… reverberaba un sol inclemente, en un cielo
vacío… comenzando el crepúsculo, el silencio hacíase más y más grave… ya más tarde,
obsesionada por las oscuras siluetas de los árboles cercanos, la mirada no tenía otro escape
que hacia lo alto, a lo más alto, a la célebre bóveda, resplandeciente de estrellas, en la
solemne majestad de la noche; pero abajo quedaba también, en el barrio mudo y desolado,
una riqueza y una esperanza, la tierra fecunda, Guerra (1947, p. 217-218).
De este binomio, cielo y tierra, se deriva la nueva vida, la promesa de una nueva
Cuba. Estas hermosas figuras cargadas de una profunda significación política, ética
y religiosa se encuentran en el fondo narrativo de esta crónica. Hay aquí una
420
Consideraciones finales
Bibliografía
Diario de la Marina, año CXV, domingo 5 de enero de 1947, p. 44. (C.I.H.) (U.P. R.).
Diario de la Marina, año CXV, domingo 5 de enero de 1947, p. 44. (C.I.H). (U. P. R.).
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Guerra Sánchez, R. (1947) ―Desarrollo instintivo, irregular e incompleto‖. En: Diario de la Marina,
viernes 8 de abril de 1947, año CXV, p. 18, C.I.H., U.PR.
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Moreno Fraginal M. (1978). El Ingenio. Complejo económico-social cubano del azúcar. 3 vols., La Habana:
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Ortiz F. (1973). ―Los factores humanos de la cubanidad‖. En: Orbita. La Habana: Unión de Escritores
y Artistas de Cuba.
421
Rojas, R. (1992). ―La memoria de un patricio‖, en: revista Op.cit., No. 7, Boletín del Centro de
Investigaciones Históricas (C.I.H.), Universidad de Puerto Rico (U.P.R).
Scarano F. (1989). Inmigración y clases sociales en el Puerto Rico del siglo XIX. Rio Piedras: Ediciones
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Santamaría García A. y Mora García L. (1998). ―Colonos. Agricultores cañeros, ¿Clase media rural
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Días Quiñones A. 1992. ―El enemigo íntimo: cultura nacional y autoridad en Ramiro Guerra y
Sánchez y Antonio Pedreira‖. En: Op.cit, No. 7, Boletín (C. I. H), (U. P. R) .
422
Herlinda Ramírez-Barradas
Purdue University Calumet
La historia de fines del siglo XIX a los inicios de la Revolucio ́n Mexicana, tiene en
las hojas volantes impresas una fuente de conocimiento poco estudiada.329 Durante
el gobierno de Porfirio Díaz, las hojas volantes eran un medio de propagar noticias
de sucesos coetáneos. Esta publicidad fue fomentada en la capital mexicana por la
imprenta de Antonio Vanegas Arroyo,330 quien dio a conocer los exepcionales
grabados de Manuel Manilla y José Guadalupe Posada y la de Eduardo Guerrero
que, siguiendo los procedimientos de la primera funcionó a partir de 1901
(Mendoza, El Romance español, 156). Muestra de la popularidad de Valentín
Mancera es la publicación de su corrido por esas exitosas casas editoras. Para el
estudio del corrido, durante largo tiempo, los investigadores se valían de las
versiones que las imprentas populares suministraban. Textos más recientes como
el artículo de Antonio Avitia Hernández ―El país de las hojas sueltas,‖ señala la
importancia de ese medio y con toda razón (31-35). Un conocimiento de la prensa
popular ayuda a precisar cómo fue consignada parte de la historia y ofrecen el
transfondo de costumbres sobre los que destacan algunos hechos.
A finales del siglo XIX, cuando la alfabetización y los gustos musicales de los
habitantes de las zonas urbanas se hicieron más sofisticados, la difusión de los
corridos se asociaba cada vez más a la prensa popular que a los cantantes
ambulantes. Así, antes de que una composición llegara al público, había muchas
personas que intervenían en su producción y distribución: el poeta, el grabador o
ilustrador, el impresor y los vendedores ambulantes. A esta breve descripción del
proceso hay que añadir que muchas veces, un corrido se imprimía como encargo
de un ―poeta‖ en particular o de los vendedores ambulantes o eran copiados de la
producción de otras impresoras. Por los años cincuenta, el mejoramiento técnico de
los métodos de impresión la amplia distribución de discos y cassettes, aminoraron
Ahora bien, el corrido mexicano se entiende como una forma poética compuesta,
por lo regular, por cuartetas octosílabas, con rima propia —asonante o
consonante— en los versos pares. A las características de forma estrófica hay que
añadir que comúnmente se le distingue como una composición ― épico-lírico-
narrativa‖ donde la historia es el elemento más importante. Al mismo tiempo, el
corrido es un género que permite la reinterpretación del contenido original. Esto
es, en lugar de mantener intacto la ―historia‖ que refiere, un texto adquiere nuevos
significados. En el caso del corrido de Mancera tanto la versión de Vanegas como
la de Guerrero constituyen importantes piezas de un rompecabezas que remiten a
una compleja red de relaciones históricas y culturales que vale la pena señalar.
Worth, Texas: Library of Congress in Cooperation with the Amon Carter Museum of Western Art,
1979) 150. El corrido fue ilustrado con dos grabados distintos: para la elaboración del más antiguo
se usó la técnica de grabado en madera y para el más reciente metal.
333 Los datos biográficos de Valentín Mancera se encuentran en varias obras sobre el corrido: Merle
E. Simmons (The Mexican Corrido as a Source for Interpretative Study of Modern Mexico, Bloomington:
Indiana University Press, 1957) 44. Juan Diego Razo Oliva (Rebeldes populares del Bajío, Editorial
Katún, 1983) 25-34. Antonio Avitia Hernández (Corrido histórico mexicano, Editorial Porrúa, 1997)
425
español Eusebio González. Cuando tenía más o menos 25 años de edad tuvo un
altercado con uno de los capataces de la hacienda y evitando mayores represalias,
se fue a San Juan donde vivían sus padres y su esposa Nicolasa.
Antes de hacer un análisis textual del texto de Vanegas Arroyo, conviene describir
el ambiente histórico en el que se publicó el texto de Vanegas.334 Porfirio Díaz
gobernó en México de 1876 a 1911. Parte de la agenda de su gobierno fue
transformar a la sociedad mexicana, primordialmente rural, en una sociedad
industrializada. Partiendo de la idea de que uno de los defectos crónicos de México
era su población indígena, el gobierno de Díaz impuso medidas que fomentaron la
inmigración de extranjeros para que contribuyeran a la construcción de una nación
moderna. La inmigración española fue la más favorecida por los miembros de la
élite política mexicana por considerar que los españoles se adaptarían mejor al
país. Desde los primeros años del porfiriato, el gobierno ofreció estímulos
materiales a familias enteras de labradores extranjeros que quisieran radicar en
México. Como esta medida no tuvo los resultados esperados, a partir de la
segunda presidencia de Díaz, se fomentó la inmigración de individuos, sin tomar
178. Sin embargo, de este personaje no se tiene una biografía basada en documentos históricos
como se tiene de otros llamados bandidos como Macario Romero (estudiado por Alvaro Ochoa
Serrano); Heraclio Bernal (estudiado por Nicole Girón) y Benito Canales (estudiado por Alejandro
Pinet).
334 Para tener una idea sobre el tema de la inmigración española, ver el libro cuya coordinación
estuvo a cargo de Clara E. Lida Tres aspectos de la presencia española en México durante el porfiriato:
Relaciones económicas, comerciantes y de población, El Colegio de México, 1981.
426
En principio, para entender los versos de Valentín Mancera, ―traídos del estado de
Guanajuato‖ hay que reconocer que este texto se encuentra fuertemente ligado al
ámbito de la oralidad. Se quiere decir con esto que, aunque impreso, este corrido
estaba destinado a ser recitado o cantado para divertir o interesar al público. Sin
duda, el interés comercial llevaba a los compositores a enfatizar determinados
temas y adoptar fórmulas, estilos y vocabulario de acuerdo al gusto de sus oyentes.
Vista como una manifestación artística (sin forma o estructura definida) permite
analizar la variedad de recursos de los que se vale el juglar que como dice Díaz
Roig ―no se siente de ninguna manera obligado a transmitir una visión exacta del
pasado, sino una visión poética de él‖ (20).
335La Acordada era la policía rural que operó en México desde 1710 hasta 1930 para aprehender y
juzgar a los llamados ―salteadores de caminos.‖
427
La despedida colocada a la mitad del texto presenta tanto vigor dramático como el
estribillo. Estas dos cuartetas líricas, el estribillo y la despedida, establecen entre sí
una relación de contraste: mientras el estribillo presenta a Mancera como víctima
solitaria al que ―nadie le tiene compasión,‖ con la frase antagónica ―padre de los
gachupines‖ el personaje gana en valentía.
Sin duda, un auditorio sensible a los abusos del gobierno de Porfirio Díaz podía
deducir que Valentín Mancera fue injustamente asesinado y puede concluir que las
circunstancias del asesinato incluyen una trampa.
El corrido de Mancera, al presentar el tema del héroe débil ante la mujer, realiza
muy poco el retrato clásico del héroe revolucionario pues no hace la guerra ni
muere en terrible confrontamiento armado. Sin embargo, gran parte del sabor
popular de las baladas dedicadas a un personaje heroico se deriva del carácter del
narrador poético.
cuando se dirige al público pidiendo una participación que va más allá de ser un
receptor pasivo de los acontecimientos:
Ya se vio cómo en Vanegas el poeta o editor se guía por una intención comercial.
En lo que se refiere a la composición de corridos hay que recordar que, a menudo,
se presentan como correcciones de las composiciones transmitidas oralmente. La
versión de Eduardo Guerrero, a diferencia de la de Vanegas Arroyo, representa
una composición bien organizada y por lo tanto inteligible. La virtud de las
composiciones de este tipo reside en que la accio ́n se presenta como un
acontecimiento completo, finalizado, y con todos los elementos de los que, la
mayoría de las veces, se carece. Aquí se tienen no solo las acciones sino también
sus consecuencias, se conoce el carácter de los actores y, en medida suficiente, sus
430
La figuración didáctica puede, sin embargo, ser eclipsada por una de las
principales nociones que desde sus orígenes se tiene del corrido mexicano: el culto
al macho.
La mayoría de los corridos que presentan una trama ingeniosa y bien llevada,
incluyen versos donde el protagonista se dirige a un oyente implícito al que desafía
dando desplantes de marcada bravuconería. En la versión de Vanegas, por
ejemplo, se presenta desafiante:
luego, como en otras versiones, aquí todavía se encuentra al hombre valiente; sin
embargo, el énfasis está en la tragedia del protagonista. Según apunta María del
Carmen Garza de Koniecki (41-50), el corrido de Valentín Mancera cabe dentro de
los corridos-tragedia. Los corridos tragedia, dice Garza, tienen como norma
personajes emocionalmente interactuantes con lo cual demuestra algo esencial
sobre la naturaleza del género: en el corrido se trata de relaciones, no solo de
acciones.
Esa primera cuarteta perturba el carácter reportero del género al sustituir la fecha
de los acontecimienos (año de mil ochocientos) por una exhortación y, como señala
Herrera-Sobek, la invitación a ―escuchar‖ los ―tristes versos,‖ inmediatamente
conduce al auditorio por el camino trágico que recorrerá el protagonista (69). Su
madre premonitoriamente habla con su hijo:
338 Aurelio González dice que ―la religiosidad también puede interpretarse con un elemento de
identificación del héroe‖ y esa religiosidad ―lo define como fiel a los valores superiores‖ (El corrido
del siglo XIX, 512)
432
dramas trágicos - aunque no todos - representan la muerte del héroe como una
especie de purga, una forma de marcar el comienzo de un nuevo orden moral. El
narrador lamenta la pérdida:
Por otro lado, conviene recordar que en el México prerevolucionario, en que el que
se había afianzado el poder dictatorial de Porfirio Díaz, los corridos servían como
medio para propagar los valores nacionales. El nuevo recreador reconoció el
potencial aleccionador de este corrido, lo amplió para complacer al oyente o lector
al mismo tiempo que utilizó los elementos trágicos existentes para impartir una
lección.
339En la composición de corridos, hay que recordar, no siempre está en manos de poetas populares.
En este proceso se deben incluir a los editores de pliegos sueltos como Constancio Suárez (de la
casa de Vanegas Arroyo) y el mismo Eduardo Guerrero que, como dice Aurelio González, "con
mayor o menor fortuna y acierto recrearon textos populares o incluso los produjeron y difundieron"
("¿Cómo vive el corrido..?," 26).
433
340 Lillian Briseño Senosiain. ―La moral en acción.‖ (Teoría y práctica durante el Porfiriato: Historia
Mexicana. El Colegio de México. Vol. LV, núm. 2, octubre-diciembre, 2005) 428.
341 Briseño Senosiain señala que ―la labor educativa y moralizante no se redujo a aquella que
emprendieron las autoridades eclesíasticas y gubernamentales, sino que se veía reforzada tanto por
la información que se suponía que se debía transmitir dentro de los hogares, como por las revistas,
diarios y literatura de la época.‖ (442).
342 Álbum para Damas: Revista Quincenal 4.1 (1907) 8.
343 Según Alfonsina Pérez que escribía para la revista El Hogar consideraba como ―verdadera mujer‖
a la que reunía las siguientes características: pureza, recato, dulzura, modestia y ser bella como
requisito indispensable. (―La mujer verdadera,‖ 1911) 11
434
Bibliografía:
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Vanegas Arroyo, Antonio. "Versos de Valentín Mancera." Hoja suelta. Colegio de México: signatura
CE 784.4972 C8255 Nº 178.
436
Introducción
Los trabajos historiográficos para Colombia suelen hacer una seguidilla de autores,
que bien empiezan con Jiménez de Quesada como en la ―historiografía
tradicional‖o con Restrepo para la ―nueva historia‖, omitiéndose textos como las
crónicas, realizadas especialmente en las dos últimas décadas del siglo XIX. Lo que
llamamos aquícomo crónicas (para el siglo XIX), no es más que una cierta forma de
tensionar lo que se ha dicho hasta ahora sobre esas escrituras. Este tipo de textos,
por ejemplo, podrían denominarse como ―crónicas ideales‖, al estar después de un
presente determinado, que les ofrece una diferencia entre la experiencia y la
escritura. Ello nos impone problemas de mayor complejidad, que no se resuelven
al considerárseles como ―fuentes‖y ofrecerles asíuna cierta condición aséptica
respecto a posturas sobre el pasado. Allí radica precisamente la hipótesis
movilizadora de la presente ponencia, pues al evitar considerárseles como
―neutras‖, y optar por leerlas como ejercicios metonímicos de escritores que
buscaron con sus reminiscencias hacer colectivos sus intereses, nos enfrentamos a
ideas respecto del pasado. En resumen, lo que se pretende mostrar, en un marco de
relaciones entre literatura, historia y, parcialmente, filosofía, es una escritura como
reminiscencia, con sonoridades e iconicidades múltiples. Buscando superar una
antigua dicotomía, que termina por reducir a un sinnúmero de textos a
―fuentes‖del historiador.
―Vistos a la distancia, puede afirmarse que los letrados decimonónicos escribieron poco
más que crónicas de los acontecimientos de la capital y sus alrededores y prescindieron de
la realidad de los demás territorios que llegaron a conformar el Estado colombiano. El
carácter que se les ha atribuido a algunos de estos trabajos como ‗textos canónicos‘dentro
de las tradiciones disciplinares, se debe a una recepción posterior que los convirtióen
referentes básicos‖. (Betancourt, 2007)
―En los tiempos modernos se le exige a la historia más que lo que solía exigírsele en
los antiguos. No nos satisface hoy la relación de fundaciones de imperios, de
conquistas, de guerras, de cambios de gobierno y dinastía, y de sucesión de
soberanos, que han solido ser única materia de la historia. Actualmente queremos
saber cómo han sido y cómo han vivido los hombres de quienes hace mención
aquella Emula del tiempo, y tambiéncómo eran y cómovivían los que ella no
menciona; queremos no ignorar el modo, la forma y los incidentes de cada uno de
los acaecimientos que narra; queremos penetrar en los aposentos, no solo de los
palacios, sino de las viviendas comunes; queremos conocer a nuestros antecesores
como conocemos aquellos contemporáneos nuestros con quienes vivimos en íntima
438
Este peso era ejercido, entre otros, por el mismo primer presidente de la Academia
Colombiana de Historia, Pedro María Ibáñez, con su obra justamente titulada
como Crónicas de Bogotá. Es probable que la inducción a cierto equívoco de
autores como Betancourt, provenga de la forma cómo se comprende lo que con el
término de ―crónica‖se designa, ya que Ibáñez buscóaproximarse a las Crónicas de
Indias y desde luego, él mismo posicionarse como cronista, en tanto supone que
dar cuenta de toda la historia, como si se hubiese presenciado los acontecimientos.
En la crónica, que se vinculaba profundamente al periodismo, era casual que la
mayoría de textos fueran primero artículos de algún periódico y más tarde,
compilados, sin mayores modificaciones, para componer libros.
344Richard Morse nos ha mostrado cómo con posiciones algo distintas autores denominados como
―positivistas‖tenían observaciones similares, por ejemplo Miguel Samper, quien guiado por la
influencia inglesa en su pensamiento escribióun célebre texto, La miseria de Bogotá en 1867 y lo
continuóen 1898 con Retrospecto, en donde indicaba algunas mejoras materiales pero manteníamás o
menos estable su percepción sobre las condiciones morales. Richard Morse, ―Los intelectuales
americanos y la ciudad (1860-1940)‖. (Morse, 1968).
345Carrasquilla decía: ―Cuando uno se echa áandar por esas calles de Dios, con paso lento y
mesurado y rostro circunspecto, llevando las manos metidas en los bolsillos, áfalta de otra cosa que
meter en ellos, y repara en las gentes que van y viene, en otras que se van y no vuelven y mira hacia
los balcones y ventanas, se detiene en las esquinas, conversa en los almacenes, penetra en los
templos, visita las casas; siente revoletear incesantemente crecido enjambre de personas,
desocupadas las unas y las otras ocupadas en averiguar en quése ocupan las demás.‖ (Carrasquilla,
1882a)
440
―En 1891, cuando empezaron a rescribirse las Reminiscencias, los gustos habían
cambiado en España y en América, y la preocupación por las formas era lo que se
imponía. En Colombia, sobre todo, el purismo se exageróa la obra del genio de
346Tres días antes de morir, 01 de julio de 1918, la revista Cromos publicósu último artículo titulado
―Los personajes de antaño‖, donde se concentra en cuatro ―locos‖, Susunuga, Chapecillo, Lasso de
la Vega y Gonzalón
441
―La experiencia es luz y guía que la sociedad necesita, lo que mismo que cada
individuo; y sin conocer lo pasado no pueden adquirirla ni individuos ni
sociedades. Muchas cosas hay que por sobrado menudas e insignificantes parecen
poco dignas de ser comunicadas a la posteridad; pero lo cierto es que el conocer las
satisface cierta curiosidad que nos aqueja a todos los hombres y que debe contarse
entre las necesidades naturales más imperiosas a lo menos para la gente culta.
Entre ésta apenas hay quien deje de experimentar intenso placer con la satisfacción
de esa necesidad (Cordovez, 2006).‖
Por otra parte, en la medida que la separación entre historia y literatura en el siglo
XIX no era para nada clara, lo que le pasaráa la segunda –literatura–tenía un efecto
considerable en la primera –historia–. Especialmente, en la construcción de su
lugar institucional, que apenas comenzaba a gestarse. Uno de los casos que vale
considerar, al menos muy parcialmente, fue el de JoséAsunción Silva. En su obra
De sobremesa, este dandi que llegóa Bogotáa comprar antigüedades y vender
cachivaches que habíatraído desde París, rompía precisamente con la capital del
mundo decimonónico. Mientras el modernismo hablaba de Versalles, y el
costumbrismo se refería a burros, aguadoras, calentanas, Silva procuraba construir
una visión que no se radicaba en ninguna de las dos, aunque de ellas estuviese
impregnada. Arciniegas comentaba al respecto que,
Las reminiscencias
En las dos últimas décadas del siglo XIX aparecieron obras como las de
Carrasquilla y Cordovez Moure, en particular la de este último contaba con un
título bastante interesante, Reminiscencias de Santaféy Bogotá, en donde se
445
mostraba desde una perspectiva fragmentaria la ―crisis‖en la que se vivía ante las
transformaciones especialmente materiales que se observaban. Pero al detenerse
tanto en el título de la obra de Cordovez, como en su contenido, es posible fijarse
en que las reminiscencias tienen mucho que ver con esos ruidos, imágenes y olores,
cuando menos, que se divisan en este texto. Semejantes reminiscencias347 pueden
leerse desde varias perspectivas, por ahora nos interesan las observaciones de la
neurología, en particular las hechas por Oliver Sacks ante su proximidad con
análisisfilosóficos y psicológicos, y las de orden especialmente filosófico con las de
Platón. Para Sacks, muchas de estas reminiscencias son un tipo de ―epilepsias‖en el
lóbulo temporal, es decir, en el sector reminiscente del cerebro, que termina por
producir una ―duplicación de conciencia‖ (Sacks, 2011). Este lóbulo trabaja en
acciones visuales complejas –como el reconocimiento de caras–, al mismo tiempo
que procesa información auditiva, asícomo regula emociones y motivaciones como
la ansiedad, el placer, la ira, y ayuda, también, a mantener la memoria de largo
plazo.
347En la última versión del diccionario producido por la Real Academia de la Lengua se indica:
Reminiscencia. (Del lat. reminiscentĭa). 1. f. Acción de representarse u ofrecerse a la memoria el
recuerdo de algo que pasó. 2. f. Recuerdo vago e impreciso. 3. f. En literatura y música, aquello que
es idéntico o muy semejante a lo compuesto anteriormente por otro autor. 4. f. Fil. Facultad del
alma con que se trae a la memoria aquellas imágenes de que estátrascordado o que no se tienen
presentes. 5. f. Psicol. Mejora del aprendizaje que se produce como resultado de un periodo de
descanso.
446
De ese estado de ―ensueño‖se pasa a un despertar, que entre otras cosas era para
Benjamin (Benjamin, 2005) la tarea del historiador. Lo que tenemos es un
importante repertorio –no un archivo–de fragmentos icónicos. No es casual que
para Sacks exista un vínculo entre mnesis y gnosis, en donde las condiciones
―melódicas‖y ―escénicas‖–icónicas–dan la idea de que cada experiencia fuese una
escena de una película en la que no falta la respectiva banda sonora, aunque dicha
escena puede resultar cambiante, a la manera de un caleidoscopio.348 Aunque
todavía no sepamos muy bien, de manera similar a como la indica el prologuista
de la obra de Cordovez Moure, esto sea cosa mayoritariamente de viejos, y
másaún, diferente en todos ellos. Pareciera entonces, en el sentido antes indicado,
que se produjera para el caso de Bogotá–como ejemplo–una búsqueda de una
ciudad de la infancia a fines del siglo XIX e inicios del XX, con el propósito de
poder vivir esa ciudad que se transforma materialmente, de encontrar el alma en
un ensueño, como precisamente lo son las reminiscencias –―una irrupción
convulsiva de recuerdos del pasado remoto‖ (Sacks, 2011)–. Sacks nos sugiere
pensar no solo en los términos de lo que deviene, también en la obstrucción,
bloqueo que es al menos superado parcialmente por estímulos que es posible
observar en las crónicas de los últimos años del siglo XIX, en la medida que
contienen sonidos, imágenes, olores, propios de las calles donde la excitación es
significativa y pueden generar una ―re-experimentación y una re-presentación del
pasado‖, como dice el mismo Sacks.
348Para Sacks ―la experiencia no es posible hasta que no estáorganizada icónicamente‖y donde ―la
forma final de la representación cerebral debe ser ´arte´o debe permitirlo: la melodía y el decorado
artístico de la experiencia y de la acción‖. (Sacks, 2011).
447
algún momento anterior‖, sostiene Platón en Fedón. Pero surge un obstáculo, una
aporía, que produce cierta ―perplejidad‖al procurarse de manera más o menos
precisa al establecer el lugar de dicho momento anterior, no muy diferentes los
intentos de Wallace por intentar hallar La puerta en el muro.
Sin embargo, no hay que olvidar quién habla y en nombre de quéo quién. Aunque
hemos indicado que las biografías de ciudad -denominadas como crónicas por sus
autores- que procedieron a las crónicas, y que desecharon estas últimas por su
supuesta falta de rigor y ―verdad‖, aquellos intentos de narrar una ciudad
fragmentada tienen un importante parecido a la obra de Wells. La razón para esta
indicación se radica en que la crónica es una búsqueda individual de ese goce
ubicado en la infancia de quien escribe, pero que por medio de un texto se hace
colectivo y gracias a ello se lee como la historia. Cuando no es otra cosa que un
fragmento, donde se presenta la tensión entre las reminiscencias –Santafé, por
ejemplo en Cordovez–y un presente agobiante –Bogotá–, también en Cordovez.
Este tipo de obras son búsquedas de un goce individual ante un presente que se
suponía adolecer de alma, ante una cierta infelicidad que notaban los autores en su
vida diaria y que se hacía notable en el caos urbano (Carrasquilla, 1886).
349 Sobre esta ausencia es posible ver la obra de Michel de Certeau (De Certeau, 1993).
448
Las crónicas
Según Danto (Danto, 1989), lo que suele hacerse es considerar la crónica como una
descripción, de condiciones bastante limitadas en cuanto a la obra del historiador,
y la cual debe llegar a cierta pureza que la crónica no posee.350 La principal
motivación para este reproche radica en la idea de Danto de que ―la historia es una
sola‖, ya que no existe algo parecido a una ―descripción pura‖. Uno de los pilares
de dicho autor es su concepción de narración, respecto a lo cual sostiene:
―Diré entonces que una narración es una estructura que se impone a los
acontecimientos agrupándolos y prescindiendo de otros como irrelevantes. Por lo
que no puede haber una característica de una clase de narración que la haga tal
clase de narración. Si se quiere terminar de un modo trivial, se puede decir que una
narración menciona solo los acontecimientos significativos. Pero, en cuanto a esto,
cualquier narración está interesada en el hallazgo de la significación de los
acontecimientos, idealmente cualquier narración quisiera incluir solo las cosas
relevantes con respecto a otros acontecimientos, o significaciones en cuanto a ellos.
Difícilmentepodríamos dividir las narraciones en clases, con este criterio, excepto,
quizás, en malas y buenas, siendo las malas las que contienen detalles que no son
significativos.‖(Danto, 1989).
350 El diccionario producido por la Real Academia de la Lengua indica: Crónica. (Del lat. chronĭca, y
este del gr. χρονικά[βιβλία], [libros] en que se refieren los sucesos por orden del tiempo), tomo
1, f. Historia en que se observa el orden de los tiempos, tomo 2, f. Artículo periodístico o
información radiofónica o televisiva sobre temas de actualidad. Danto por ejemplo muestra que de
la crónica suele indicarse dos condiciones básicas: a) La de relatar acontecimientos que en realidad
no sucedieron; b) Relatarlos en el orden en que sucedieron o permitir decir en quéorden ocurrieron.
(Danto, 1989).
351 Melo omite por ejemplo un detalle que de cierta forma puede sugerir un sendero algo diferente,
y es la discusión sobre hacer el pasado entre Fray Pedro Simón y Fray Pedro de Aguado y otros,
contra López de Velasco y Herrera, quien ostentaría el cargo de Cronista Oficial tras la creación de
ese cargo por parte del Consejo de Indias. Semejante disputa no se diferencia mucho de la ya
sostenida por Gonzalo Jiménez de Quesada contra Paolo Jovio, en donde aparece la concepción del
primero sobre el pasado como algo acaecido, pues a diferencia de sus contendores Velasco y
Herrera no había estado en el Nuevo Mundo, sin embargo controlaba lo que se decía respecto a él,
junto con su archivo. Ver sobre esta confrontación: (Ramos, 1963).
449
352 Juan–Luis Pintos ha mostrado de una manera un tanto más amplia, aunque no necesariamente
en el sentido exacto supuesto por Danto, que la construcción de realidades ha estado dependiente
de un meta–código de relevancia/opacidad. Para este autor lo que tenemos es una fábrica de
realidades que cuando menos ha contado con cuatros programas o ―accesos‖, el teológico, el
filosófico ilustrado, el sociológico crítico y el constructivismo sistémico. Sin ahondar en ellos
podemos decir que tienen en común el hecho de que la construcción de un campo de relevancia
dentro del cual se asegura la realidad –y la verdad–provienen de instituciones que pugna entre
sípara hacer creíbles ciertas ―realidades‖y hacer ―opacas‖otras. En este marco, las ideas de Pintos
son importantes porque nos sugieren es el peso de esas construcciones de realidad en la distinción
en lo que puede ser o no historia. (Pintos, 2003).
450
Lo que llamamos aquícomo crónicas para el siglo XIX no es más que una cierta
forma de tensionar lo que se ha dicho sobre los textos, bien de la colonia, bien del
periodo decimonónico. Lo anterior por diversas razones. Una de ellas, porque
podrían llamarse, en particular las del siglo XIX, ―crónicas ideales‖ (Danto, 1989) al
estar después de un presente determinado, que les ofrece una diferencia entre la
experiencia y la escritura, y no porque eso no sea común, sino porque estaban
planteadas con otros propósitos, como las reminiscencias observadas antes. Otra
más, es que dichos textos nos imponen problemas de mayor complejidad, que no
se resuelven al considerárseles como ―fuentes‖y ofrecerles con ello una cierta
condición aséptica respecto a posturas sobre el pasado. Ya hemos sugerido como se
les considera ―neutras‖, y junto con ello, el tiempo y el espacio en donde se
realizan. En cambio, lo que tenemos con las denominadas crónicas, son ejercicios
metonímicos de escritores que buscaron en la historia una puerta a su infancia y
que terminaron por hacer colectivos sus intereses al singularizar a sus personajes
en una especialidad determinada -un ciudad para la mayoría de los casos.
Entonces, al verse que se había convertido en un ente, debía caminar junto con su
guía en el tiempo para encontrar un alma perdida que les permitiera a ambos vivir
unos ―años del cambio‖, como los ha llamado Germán Mejía a esas últimas
décadas del siglo XIX. En resumen, lo que tenemos es una escritura como
reminiscencia, con sus sonoridades e iconicidades. Unas crónicas que contaban con
sus propias percepciones del pasado, que han terminado por rotularse como
―fuentes‖.
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3531891 es la fecha en la que Cordovez Moure se inicióen la escritura en El Telegrama, dos años
después se inició la publicación de su obra Reminiscencias de Santafé y Bogotá.
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Ricoeur, P. (2006). Tiempo y narración. III. El tiempo narrado. México: Siglo XXI Editores.
A modo de introducción.
Este texto deriva de la investigación El crítico de lo cultural en las publicaciones periódicas de 1900 a
1960. Una forma histórica del intelectual colombiano. La investigación se ejecuta con recursos de la
Convocatoria de proyectos de investigación de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes 2012,
financiada por el Comité para el Desarrollo de la Investigación (CODI), de la Universidad de
Antioquia; también se inscribe en el marco de la Estrategia de sostenibilidad para grupos de
investigación CODI 2013-2014.
354 En este sentido, una publicación periódica puede ser pensada a manera de memoria de las
En los pocos análisis de crítica literaria que se han realizado en relación con la
prensa colombiana, se ha dejado de lado el aspecto de la entrevista, una de las
razones probablemente sea que esta no era muy frecuente en la prensa de finales
del siglo XIX y principios del XX, sin embargo, este formato tiene un lugar
importante en la revista Cromos a tal punto que sirve como insumo para
determinar la recepción de la literatura nacional, las concepciones de los escritores
y el funcionamiento del sistema literario del momento.
Se hace necesario tener ciertas claridades acerca del concepto de crítica, como
punto de partida para el análisis de la los textos metaliterarios, publicados en la
revista durante el periodo comprendido entre 1916 y 1930, en términos de García y
Hernández (2004). En un sentido amplio, el término de Crítica Literaria llega a
significar en general pensamiento y reflexión sobre la literatura; con lo que engloba
no sólo el campo propio de la Teoría literaria, sino […] que se llega a igualar en la
práctica con el total de la Ciencia Literaria (24).
Como gran parte de las revistas culturales de finales del siglo XIX, y principios del
siglo XX, la revista Cromos tenía el objetivo más que de informar, de educar a su
comunidad de lectores e insertarla en la vida cultural y literaria del país; de allí el
alto porcentaje de artículos, estudios, ensayos, entrevistas y notas sobre los géneros
y los movimientos culturales y artísticos, dichos escritos en muchas ocasiones
buscaban emitir un juicio sobre lo que se estaba publicando en el momento. De esta
manera, las revistas de la época publicaban información propia de la enciclopedia
temática general, por lo mismo en muchas ocasiones el editor incluía las pastas,
guías e índices para que los cuadernillos de la revista fueran encuadernados. En el
455
caso específico de Cromos, esta contaba con una portada y una contraportada, las
contraportadas casi siempre eran reproducciones de obras de arte, tanto nacionales
como internacionales y en el reverso, se encontraba promoción alusiva a la revista
donde advertía acerca de las obras de arte publicadas, lo siguiente: ―Cromos tiene
en Europa una oficina destinada exclusivamente al envío de las fotografías de los
sucesos más interesantes y de los personajes más celebres, en artes, ciencia y letras‖
(Número 1, contraportada), además asiendo alusión a la censura, tan usual en la
época, se recomendaba la revista como una lectura ideal para hijas y esposas y por
otra parte se le aseguraba a los lectores que eran el mejor medio para hacer
anuncios, ya que su circulación era la más extensa de cuantas publicaciones se
realizaban en el país.
En la revista uno de los temas principales fue la moda, de tal manera que durante
todo el periodo estudiado y de manera constante se publicó la sección Elegancias,
allí tenían lugar los figurines en fotografías, con descripciones extensas de las
prendas, casi todas ellas procedentes de París. En elegancias no sólo se público
sobre moda sino también ―consejos a las damas‖ los cuales consistían casi siempre
en recetas para la reparación de alimentos, otra sección que era dedicada a las
mujeres fue Bellezas nacionales, allí se publicaba una foto del tamaño de la página
de la revista con la figura de una mujer diferente en cada número, dichas mujeres
eran de diversas ciudades del país y en la parte inferior se publicaba el nombre y la
ciudad de procedencia.
Es de anotar que la revista ha sido poco estudiada, sobre todo en sus años iniciales,
tal como lo señala Aguirre (2004), y ello a pesar de ser una de las pocas
456
En el trabajo Teoría literaria y literatura comparada (2005) se afirma que mas allá de
los cambios históricos ―puede concluirse que la noción misma de autor es parte de
la literatura entendida como conjunto de instituciones, es decir, de construcciones
sociales articuladas entorno del lugar que ocupan los agentes sociales dentro de la
cultura‖ (42), lo que nos permite decir que es el entorno social el cual legitima o no
el papel del escritor dentro de una sociedad o cultura. Además es necesario resaltar
que la revista Cromos como institución tuvo su propia noción de autor y le dio un
lugar en la cultura
Con respecto a los textos críticos es necesario indicar que por ellos se entenderá
todo documento que tiene como objeto la exposición, el comentario, o el estudio y
análisis del arte en general, de algún suceso político o cultural, sea cual fuere su
razón o sus procedimientos metodológicos. De esta manera, en Cromos se percibe
un gran número de textos sobre el arte pictórico (noticia de una exposición,
biografía de un artista, etc.); junto con textos críticos sobre acontecimientos sociales
y culturales (artículo sobre la necesidad de impulsar el arte nacional, denuncia
sobre el estado precario de algún instituto, entre otras), como autor de este tipo de
textos sobresale Guillermo Manrique Terán.
458
Los ensayos crítico literarios de la revista Cromos tenían como foco de interés lo
relacionado con la formación de un público lector, es decir, de lectores que
apreciaran la importancia de la literatura en la fundación de una identidad
nacional, además de la exaltación de los logros a nivel nacional e internacional de
los escritores colombianos. Por otra parte en ninguno de sus números se descuido
la literatura internacional, principalmente la española y la francesa. Entre lo que
hemos identificado como textos críticos se encuentran los que hemos llamado
textos crítico-literarios; estos versan directa o indirectamente, sobre lo literario, es
decir, sobre todos aquellos elementos relacionados con la literatura, desde su
creación, reproducción, lectura, condición de publicación y estudio, hasta los
sucesos más nimios relacionados con la vida personal de los escritores. Los
comentarios críticos que versaban sobre literatura tenían como orientación la
formación de un público lector interesado en la construcción de una literatura
nacional, sin descuidar lo que sucedía en el ámbito internacional, de esa manera se
tenía un referente en los escritores españoles y franceses principalmente. Además
las publicaciones críticas estaban encaminadas a fortalecer la profesionalización del
escritor, cuando estos daban a conocer los procesos de creación literaria y cuando
los mismos críticos reclamaban el debido reconocimiento para los poetas como una
labor digna de ser remunerada tanto a nivel económico como social, sin que se le
diera dicho título a todo quien realizara escritos en verso. Es de resaltar que la
revista reconocía el poder de la literatura en tiempos de guerra y de ahí se derivaba
una mirada a la literatura como importante elemento social que puede transformar
procesos de comprensión de la realidad, así como lo propuso la revista en términos
de sociedad cosmopolita, que a través de la literatura y la crítica literaria se
comprendían procesos de las naciones europeas.
Los textos que se referían a concursos como los juegos florales, las tertulias e
incluso las mismas entrevistas permitían el reconocimiento de los escritores, de sus
producciones y la configuración de un círculo literario donde se perfilaba el
reconocimiento de los escritores y como sus ideas impregnaban el medio social y
cultural.
Los textos críticos hallados en estos años iniciales (1916 - 1930) que responden al
carácter literario son: reseñas, entrevistas a escritores, noticias sobre veladas y
eventos literarios, ensayos y estudios, biografías, discusiones, etc. El análisis de lo
literario ocupa un lugar mayor en número que los propios textos poéticos y
narrativos. El nombre que más resalta es el de Eduardo Castillo, con estudios tales
como ―La poesía y los poetas jóvenes de Colombia‖ y ―Vargas Vila en Bogotá‖;
junto con Guillermo Manrique Terán y sus análisis: ―El libro de Eduardo Castillo
[se refiere a El árbol que canta]‖ y ―La literatura y el Estado‖. Finalmente sobresale
Jorge Mateus y sus textos ―El libro de los libros‖ y ―La propiedad literaria‖.
459
Cromos fue una publicación versátil en cuanto a la crítica literaria, ella se construyó
a partir de varias formas, por ejemplo en la construcción de reseñas sobre literatura
nacional recién publicada, los comentarios laudatorios sobre determinado autor e
incluso la publicidad, permitió dar cuenta de la recepción de la literatura, como fue
el caso de la novela de Manuel Briceño, la cual fue publicada por entregas y antes
de que se terminara de publicar en la revista, se promocionaba en el número 409
de julio de 1924 la edición completa de la novela La nube errante cuya edición
constaba de una portada a color con diseño exclusivo y podía obtenerse en la Casa
Editorial de Cromos; la primera entrega de la novela se realizó en el número 390,
en febrero de 1924 y a menos de seis meses ya estaba disponible en formato libro.
En el número 109 se publica Hablando con Tomás Rueda Vargas, esta entrevista tiene
un carácter de reportaje, donde se pretende retratar las impresiones del escritor con
respecto a la política y la vida literaria del país donde se le pregunta por los que
para él son en el momento los mejores escritores del país, a lo cual responde con
los nombres de Juan de Dios Uribe y José Manuel Marroquín, habla de política y su
decisión de no participar en la misma, además de la publicación en España de unas
conferencias dictadas en el salón Samper acerca de Bogotá, las cuales realizó por
encargo de la redacción de la revista Cultura. Además en dicha entrevista Rueda
Vargas expresa sus ideas acerca de la intervención en asuntos políticos cuando le
preguntan:
Una publicación de este carácter requiere volver en repetidas ocasiones sobre ella,
en la búsqueda de procesos que deben abarcarse uno a uno, como la traducción y
su influencia en la recepción y producción literaria de la revista, este fue un tópico
importante y constante, en el periodo revisado todos los números cuentan con al
menos una texto traducido. Otro aspecto importante es el estudio de la figura de la
mujer como icono de moda o como productora de material cultural e intelectual,
además se encuentra la publicidad como un elemento que crea un estereotipo
tradicional de mujer en contraposición con las figuras y modelos franceses, donde
la mujer se considera más libre de las responsabilidades que en el ámbito nacional
pesan sobre ella. En Cromos resulta de sumo interés el estudio de las imágenes, ya
que más de la mitad de la publicación está compuesta de ellas, ya sean grabados o
fotografías, allí también converge la mixtura de lo nacional y lo extranjero, lo cual
463
Bibliografía
Fuentes primarias
Bibliografía
Aguirre, L. (2004). Cromos. Revista Semanal Ilustrada y la crítica de arte en Colombia: 1916-1936. Tesis de
Maestría. Universidad de Antioquia, Colombia, Medellín.
Bedoya, G. (2010). ―La publicación de Dos libros‖ de José Asunción Silva en El Nuevo Tiempo
Literario. La emergencia y los límites del comentario crítico‖, en: Observaciones históricas de la
literatura colombiana. Elementos para la discusión. Cuadernos de trabajo III. (187-214) Medellín: La
Carreta Editores.
Castro, S. (2009). Tejidos Oníricos. Movilidad, capitalismo y biopolítica en Bogotá (1910-1930). Bogotá:
Editorial Pontificia Universidad Javeriana.
Gutiérrez, R. (1989). Temas y problemas de una historia social de la literatura hispanoamericana. Bogotá:
Cave Canem.
Llovert, J., Caner, R., Catelli, N., Martí, A., y Viñas, D. (2005) Teoría literaria y literatura comparada.
España: Editorial Ariel.
Uribe de H., M. y Álvarez J.M. (2002). Cien años de prensa en Colombia 1840-1940. Catálogo indizado de
la prensa existente en la Sala de Periódicos de la Biblioteca Central de la Universidad de Antioquia.
Medellín: Editorial Universidad de Antioquia.
464
Introducción
Las categorías se definieron desde este rastreo: (1) Pensamiento crítico y debate
(PCD), (2) Participación abierta de sectores populares (PAP), (3) Revisión histórica
(RH), (4) Cuestionamiento institucional (CI), (5) Inquietud social (IS), (6) Visión de
mundo (VM) y El hombre en el mundo (HM).
La metodología (categorías).
Desde esas categorías, entonces, se advirtió que la literatura encajaba, más que
nada, en el Pensamiento crítico y el debate y la Visión de mundo. También en los
tres volúmenes publicados por los editores del Magazín, donde se incluía una
selección exhaustiva de las notas publicadas durante una década, se advertía en el
prólogo:
Por eso, se entendió que el análisis de contenido constituía el más acertado método
de análisis, y Marisol Cano Busquets, directora de la publicación, lo corrobora al
contar cómo se pretendía en el Magazín Dominical ―abrir al máximo la reflexión en
espacios de opinión pública, tan restringidos en Colombia…‖. Ahora ―la crítica
desapareció prácticamente de los medios; están muy contaminados, muy
empobrecidos. Puedo ser injusta: quizás en las redes están haciendo cosas…‖
(2012). Y el poeta Juan Manuel Roca decía: ―Vemos que desaparece la crítica en
Colombia; ahora la única crítica es la situación en Colombia (2012).
Por su parte, el escritor Roberto Humberto Moreno Durán, en otro apartado del
MD, dice: ―En Colombia, la calidad [literaria] es una forma de clandestinidad‖ (1,
39)356. Con la ―clandestinidad‖, se ratifica la manera en que cualquier idea distinta
al discurso generalizado debe ser concebida: agazapada, oculta en la penumbra,
como una dosis de droga ilegal que una vez consumida podría agudizar los
sentidos y estimular la lucidez.
En la literatura, por tanto, con un lenguaje libre, aparecen otras formas del
pensamiento y del debate. Sin embargo, el analfabetismo funcional357 también se
confabula para impedir la percepción de propuestas novedosas, que son
novedosas solo porque apenas se las descubre, no porque antes nadie haya
centrado su atención en estas y luego las haya expuesto. Con ello, el pensamiento
crítico se disfraza y el debate se extingue.
Hay un momento en que uno debe saber debatir con uno mismo, no casarse con
ningún dogma, con ninguna idea fija; mantener la mente alerta y fluida como
356 Este estilo de citación, de aquí en adelante, corresponde al volumen y la página, respectivamente,
de los tres volúmenes titulados Memoria Impresa, publicados por los miembros del consejo editorial
del Magazín Dominical del diario El Espectador (N. del A.)
357 ―Analfabetismo funcional‖ se califica a la limitación para acceder habitualmente a la literatura
como costumbre y, aun accediendo a esta, no contar con las bases conceptuales para interpretar con
suficiente aproximación las intenciones finales de cada autor (N. del A).
466
Las personas apartadas del hábito de la lectura, desde esa perspectiva, contarán
con menos elementos de juicio para calificar una obra literaria, y menos validez
tendrán sus opiniones.
Sin embargo, más que una suposición de que se cree, la creencia pasa a convertirse,
para cada quien, en ―conocimiento‖. La complacencia y la admisión generalizadas
de tales posturas entre los miembros de una comunidad refuerzan la convicción de
que las propias concepciones del mundo son las reales. Es decir, ―su mundo‖ (el de
cada quien) es el mundo que tiene la ―razón‖. Por tanto, desde esa afirmación, para
467
muchas personas las posiciones distintas (las otras) tienden a ser las equivocadas, y
esa es otra equivocación.
Ahondar en el papel que cumple la literatura permite redescubrir que esta resulta
uno de los más efectivos caminos para aportar más elementos de juicio a los
hombres, en todos los lugares y en todos los tiempos, para recordarles a todos que
cada uno constituye, por sí mismo, un mundo aún ineluctable. Sin embargo,
algunos de los condicionantes para salvaguardar la validez y el aporte
enriquecedor de la literatura están en la sinceridad y en la reflexión profunda y
cuidadosa que deben aplicar los autores para interpretar y disponer allí la realidad.
Cada muestra literaria, por supuesto, no puede escaparse de las características que
han envuelto las experiencias de un escritor, en medio de su propio ambiente y de
las influencias que ha absorbido de su cultura; las creaciones literarias llevan
también la individualidad de sus respectivos autores. Sin embargo, el ser humano,
por ser el protagonista siempre inevitable de la obra literaria, reafirma la
universalidad de este instrumento para representar una VM; las letras se
constituyen en creación de un hombre y se destinan para los demás.
Recordando al escritor argentino Julio Cortázar (por alusión al título de uno de sus
cuentos358), el poeta JMR señala cómo ―todo escritor verdadero… crea también con
jirones de su piel la casa que invita a ser tomada‖ (1, 46). Esa casa tomada ha de
asumirse como el hogar, el ambiente propio donde cada persona se despliega y es
desplegada por las influencias de su entorno; es el espacio para sumergirse en el
mundo y permitir que este se sumerja en cada quien. Las revelaciones que nacen
de la percepción provienen de allí.
Sin embargo, una ironía permite advertir que ese nombre ha resultado
rimbombante y exagerado; para la cultura occidental, la Grecia clásica constituye
un paradigma ineludible de pensamiento y grandiosidad humanística, que ha
irrigado durante más de 20 siglos los modos de pensar de miles de millones de
seres humanos en el mundo. JMR dice que a Bogotá ―hubiera sido mejor llamarla
Apenas Suramericana‖.
cuyos puntos cardinales siempre limitan con el olvido. Pareciera que la historia
nuestra fuera más escrita por el lado del borrador que por la punta del lápiz‖ (1,
53).
Aunada a esta propuesta que desde la literatura sirve para configurar la VM, se
cita al escritor mexicano Juan Rulfo para explicar cómo desde el sincretismo de su
obra literaria, con base en el ―tiempo indígena y tiempo español‖, se consideraba
de manera distinta el concepto del tiempo y del más allá, antes de la llegada de los
españoles a América: ―Para ellos [los indígenas] no existe el cielo, sólo el infierno.
Pero es preferible el infierno en otra vida, que el infierno en esta vida‖ (1, 109).
A ellos no les preocupa morir. Saben que van a morir, pero mientras tanto no les
preocupa, se burlan de la muerte. Con la calaveras de azúcar, que se comen el día
de los muertos… y finalmente se convierte en borrachera‖ (1, 110).
…los sacerdotes [españoles] les obligaron [a los indígenas] a entregar todos sus
códices, pensando que eran libros para adorar al demonio, y resulta que ahí estaba
la historia de ellos, estaban los cantos de ellos, estaban la poesía, la filosofía de
ellos‖ (1, 112).
Esa fuerza para imponer una manera de ver e interpretar la existencia disminuye
con el paso del tiempo si los registros de esa primera manera de pensar han
desaparecido: ―se sabe de las culturas que aniquilaron los españoles, pero de las
que ya no existían cuando llegaron los españoles, no se sabe nada359‖ (1, 113).
469
Juan Rulfo alude a la muerte, no solo como aniquilamiento biológico, sino como
extinción total de aquello que tiene vida y permanencia, en cuanto tiene también
vigencia y aplicación cotidianas. La fuerza de este misterio, el de la muerte,
consiste en el temor que genera entre quienes reconocen su presencia latente.
Como no hay respuestas certeras acerca de sus características, la muerte sigue
siendo un enigma, y se aprende a convivir, desde las referencias de cada cultura,
con esa potencial culminación de la vida: ―En el fondo, en el fondo se tiene miedo
de la muerte, pero se convive con la muerte‖ (1, 116).
Carlos Fuentes, otro escritor mexicano, para ratificar que las percepciones de la
existencia, incluida la misma muerte, son diversas, ha fijado un punto de vista
acerca de Rayuela, una de las más destacadas obras del escritor argentino Julio
Cortázar. Corroborando la riqueza de la literatura para enriquecer de igual forma
la VM, dice Carlos Fuentes que allí se había intentado ―un libro capaz de suplantar
la vida, o bien de convertir nuestra vida en una vasta lectura de todas las
combinaciones de los escrito‖ (1, 133).
La cultura arraigada por siglos pone un cerco y limita las posibilidades de fijar
visiones distintas en otros espacios. ―Yo era tan machista como cualquiera de los
otros latinoamericanos; el sentido crítico de esto me ha venido después; si lo
hubiera tenido en ese momento jamás hubiera utilizado la expresión lector hembra
para designar un lector pasivo‖ (1, 134), reconoce Carlos Fuentes.
Para buscar su propia identidad, su autenticidad, Julio Cortázar dice que para ello
debe salir de sí mismo, ir en busca del prójimo, buscar al semejante, inclusive en
las formas multitudinarias, en lo que puede llamarse el propio pueblo, toda
América Latina y todo el planeta (1, 135).
Es verdad que todos los países latinoamericanos han necesitado matar a España en
el sentido freudiano en que el adolescente tiene que matar a sus padres,
simbólicamente, para adquirir su identidad, para lanzarse en el mundo como un
individuo y no ya como el hijo de papá y mamá (1, 138).
No obstante, establecer diferencias entre esos signos modélicos y las ideas que
estos connotan demanda de exámenes juiciosos, que no todos los hombres están en
posibilidad de configurar. La VM, por tanto, desde estas precisiones, debe ser real,
no artificial, de acuerdo con la precisión de Julio Cortázar:
El error mayor en este tránsito de las ideas se configura al dejar solo en la mente,
en la VM, las representaciones y no lo representado. Julio Cortázar también aclara
que ―en ese sentido lo fantástico enriquece la realidad, pero sin la realidad lo
fantástico se disuelve y no tiene sentido‖ (1, 139).
Entre las muchas referencias históricas para mantener la ignorancia de buena parte
de la población ya dominada, con el impedimento de reducir esa VM, los Estados
Unidos, por ejemplo, prescribieron ciertas leyes: ―Los códigos para los esclavos, en
la mayoría de los estados, prohibían enseñarles a leer‖ (1, 162).
En ese tránsito de concebir la propia realidad desde las letras, han cumplido un
papel relevante las obras de Octavio Paz, Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes, Juan
Carlos Onetti, Gabriel García Márquez, Juan Rulfo y Augusto Roa Bastos, entre
otras figuras de la literatura latinoamericana. La VM que ellos han publicado, por
supuesto, parte de las vivencias del entorno de cada uno, pero sus inferencias han
sido universales: ―El provincianismo es la ignorancia de los demás. El pobre
provinciano que lee las líneas de su ombligo, no pertenece al mundo de la
literatura sino a la irrisión del narcisismo‖ (1, 183).
A pesar de ello, ―el arte tiene su espacio propio‖; aun en un ambiente cerrado, ―se
ha ejercido una influencia incuestionable sobre otras actitudes y producciones
472
posteriores‖ (1, 225). La recursividad de los literatos para expresarse sale a relucir
cuando las alternativas están cerradas.
Los clásicos
Entre los inmortales maestros de las letras, como Cervantes, aquellos que abrieron
con 360º la panorámica de la vida, hay una seguridad frente a ellos para señalarlos
como las fuentes más probas de conocimiento y reflexión. Las reconocidas grandes
obras de la literatura han de provenir, por fácil inferencia, de las grandes mentes
de todos los tiempos. Acerca de Shakespeare, dice el poeta cubano Eliseo Diego:
―Es un abuso… No hay derecho a tener tanto genio‖ (1, 323).
A veces toma tiempo hallar los enlaces que unen las distintas propuestas en la
literatura, pero es más fácil determinar que las intenciones son las mismas. Entre
personas que reconocen la diversidad humana en toda su magnitud, resulta más
360 Estas afirmaciones son citadas por el crítico colombiano Álvaro Marín (N. del A.).
473
sencillo hallar los puntos comunes; todas ellas piensan que todo hombre es distinto
y, por eso, son más conciliables y más tolerantes entre sí; no por ello dejan de ser
(porque en el fondo no pueden) el resultado de una influencia cultural muy fuerte.
En un encuentro de poetas, decía el cubano Víctor Rodríguez Núñez: ―García
Márquez es un escritor incambiablemente colombiano. Vargas Llosa es un escritor
peruano, Carlos Fuentes no puede ser más mexicano de lo que es y, sin embargo,
los vemos desde una perspectiva global‖ (1, 332). Son como gigantescos y fuertes
robles plantados en latitudes bien apartadas las unas de las otras, pero, frente a
frente, entre ellos reconocen que provienen de la misma naturaleza y cuentan con
el mismo privilegio en cada una de sus culturas para contemplar la realidad desde
niveles más altos, la VM: ―Los panoramas no son idénticos, pero los elementos sí
son similares, están ligados, barajados de manera diversa‖ (1, 332).
JMR recuerda que el poeta español Federico García Lorca se refería a los
ciudadanos de Nueva York como ―hombres fríos que hablan como patos…‖, en
una ciudad donde se oyen ―ambulancias que llevan a los suicidas con las manos
llenas de anillos‖, en medio de una visión distinta que da la cultura de comienzos
del siglo XX (1, 353). Es una alusión de crimen y delito.
Los años que pasó Federico García Lorca en Nueva York conforman una VM que
se ha replicado en casi todo el mundo, y que el mundo asumió. En cambio, la
sensibilidad del poeta, y García Lorca lo es, sabe que las luces no son flores y las
columnas no son árboles. Quizás la luz oscura es este modernismo: ―La civilización
mecánica espejeando bajo flores de neón, conmueven al poeta por su precariedad,
por su ficción de paraíso sin luz, de belleza sin raíces‖ (1, 355).
Del asedio de esa dura ciudad que él siente como grandes ríos de oro y de miseria
desembocando en Wall Street… Yo tuve la suerte de ver por mis ojos el último crac
en que se perdieron varios billones de dólares (¿la crisis de 1929?), un verdadero
tumulto de dinero muerto que se precipitaba al mar, y jamás, entre varios suicidas,
gente histérica y grupos de desmayados, he sentido la impresión de la muerte real,
la muerte sin esperanza, la muerte que es podredumbre y nada más, como en aquel
instante, porque era un espectáculo terrible pero sin grandeza‖ (1, 356).
El escritor Héctor Rojas Herazo dice: ―[Rimbaud] vino y contempló con furia el
espectáculo de la tierra y luego se fue con el asco quemándole los labios‖ (1, 363).
Entre esas concepciones genéricas del bien y del mal, donde la recompensa y el
El temor sobre esas supuestas sanciones que recibirán los hombres malos permite
que muchos de ellos se sometan a los dictámenes de las doctrinas. También la idea
y la esperanza de un eterno placer como compensación para los actos buenos han
encarrillado en gran medida el proceder de pueblos enteros durante muchos
siglos. Ana María Moix dice del mismo Rimbaud, como de Lord Byron:
―Imprescindible es que, de vez en cuando, algunos espíritus díscolos se dediquen a
soliviantar a los infiernos para que siga pareciendo dotada de sentido la falaz
existencia de un cielo nítido‖ (1, 365).
Esa VM que cada persona concibe y propaga desde las letras debe estar disponible
para que los demás lleven a cabo su escrutinio, sin que otros lo asuman como
verdad irrefutable y sin que la libertad sea restringida. Algunas ideas han sido
preservadas y replicadas durante muchos siglos, mantenidas para incubar el temor
en otros y lograr su obediencia ciega. Para eso se inventan el infierno: ―…con el fin
de que ese hombre actual siga creyendo en la imposibilidad de ser pera de un olmo
que lleva siglos neciamente orondo y satisfecho de ser olmo‖ (1, 366).
Las representaciones del mundo que concreta cada autor en sus obras parecen
tener la condición de última palabra, de discurso reverenciado e incontrovertible.
Es solo una creencia, pero ―habrá que convenir en que en la literatura, en poesía,
quizás en todas las artes, la simulación adquiere categoría estética y religiosa‖ (1,
368).
Conclusiones
476
Hay también un papel falseado de la literatura, porque se hace llamar ―oficial‖: eso
no es literatura. La auténtica literatura debe gestarse como un remedio contra el
sometimiento intelectual, para posibilitar la formación de criterios propios,
rompiendo las apariencias e intentando llegar a la esencia de las percepciones de la
realidad.
discursos, sobre todo por la gran cobertura y porque las audiencias asumen en alto
grado de credibilidad las versiones que de allí emanan, sostenidas en un lenguaje
repetitivo, cotidiano, que pretende moldear el pensamiento, acallar otras
propuestas discursivas y obtener ganancias materiales.
Bibliografía
Cano B., M. (1991) Nuestra líneas de fuga. En el MD de EE. Bogotá 16 de junio. Pp. 14-16.
Cano, Marisol; Roca, J.M.; Arcila, C. A. (1997) Memoria impresa: Antología de artículos del Magazín
Dominical de El Espectador. Bogotá. Cooperativa Editorial Magisterio.
Para llevar a cabo esta investigación, hemos hecho una selección de distintos
números del periodo ya mencionado y de las secciones del periódico en las que
aparecía lo literario y lo político (la editorial ‗La Luz‘, el Folletín, Variedades y los
Anuncios) y también incluimos los Folletines de ‗La Luz‘, una publicación anual y
separada del periódico, que recopilaba los textos literarios y científicos aparecidos
en éste. Las categorías utilizadas (―periodismo‖, ―esfuerzo racional‖, ―luz‖ o
―atmosfera política‖) han sido extraídas directamente de la fuente y vinculadas al
contexto en el que se enmarca investigación. No hemos encontrado ningún estudio
sobre a La Luz que podamos referenciar. Hay menciones marginales en trabajos
dedicados a sus editores y colaboradores, como Núñez y Merchán, sin que se
profundice en el periódico como tal o en su relación con la literatura.
En 1881, Núñez junto con Rafael María Merchán fundan La Luz: periódico político,
literario e industrial, una publicación bogotana que serviría para dar a conocer las
ideas de la Regeneración. Surge como una publicación semanal, pero casi de
inmediato pasa a aparecer dos veces por semana. Tuvo una duración de cuatro
años (1881-1884) y más de 360 números. Comienza en un formato pequeño, mas
con el paso del tiempo se extiende y cambia de tamaño varias veces, abrigando
más espacio para una mayor cantidad de avisos publicitarios y de notas
periodísticas o literarias más extensas. Esto se nota después del cambio de
imprenta: pasan de Zalamea Hermanos a poseer su propia imprenta, la Imprenta de la
Luz.
362Los radicales sostenían la idea de una republica por construir. Sus esfuerzos estaban en sentar las
bases que prepararan poco a poco los cimientos de dicho porvenir. Es por esto que trataban de
preservar las instituciones que habían creado, aun cuando no estaba siendo plenamente efectivas en
su momento, pues solamente sosteniéndolas podrían cumplir su objetivo a largo plazo. Es por esta
misma esperanza en el futuro que los Radicales justificaron los fraudes y la exclusividad en el
campo político, la tarea que se proponían era larga y sólo podrían cumplirla si mantenían el poder.
Para profundizar sobre la idea de república del Radicalismo y su diferencia a la propuesta por la
Regeneración, véase Cruz.
482
éste, y logrando una sociedad armónica y ordenada: ―es un mal sin duda (la
corrupción de los partidos por la ambición) que no tiene otro remedio que la
difusión de la luz en la oscura indiferencia de las masas‖ (S/N, 1881a, p. 1). Lo que
se busca, en últimas, es una ―pacificación racionalizada‖ del pueblo colombiano,
una plena confianza en que el uso de la razón corregirá los serios errores de la
política ―bárbara‖ imperante en el pasado.
363 Es necesario aclarar que el periódico nunca cumplió realmente ese deseo de presentar con
transparencia los sucesos de Colombia a finales del XIX. Es manifiesto el desprecio con el que se
trata al Radicalismo –cuestión que se acrecienta con el tiempo–, ligándolo a la anarquía y la
―barbarie‖ (mírese por ejemplo el manejo del atentado a Ricardo Becerra en las editoriales de los
números 149 y 150), y el exceso de confianza y optimismo con el que se habla de las promesas de la
Regeneración. Para el periodo de 1881 a 1882, todo esto se encarna en el intenso apoyo que el
periódico le brinda a la candidatura presidencial de Francisco Zaldúa, el candidato independiente
regeneracionista. En palabras del periódico, prácticamente Zaldúa hará efectivos los designios del
destino respecto al futuro del país: ―La adopción de la candidatura del señor Zaldúa es un primer
paso que conducirá lojicamente (sic) a otros encaminados a poner de manifiesto que la corriente nos
ha traído a la superficie del movimiento político, dándonos en él culminante puesto, no se ha
dirigido a producir un simple cambio de personal, sino que entraña en sí misma designios
providenciales de que somos solamente escojidos instrumentos (sic)‖ (S/N, 1881c, p.1).
483
Hay un gran interés en La Luz por traer para todos sus lectores textos de otras
partes del mundo, de autores reconocidos y otros que no lo son tanto. Se trata de
poesías o de fragmentos extraídos de alguna obra más larga, como una novela o
una pieza de teatro. Estos textos provienen de otros periódicos, principalmente
cubanos, y la mayoría de las veces se omite el nombre del traductor y la versión en
el idioma original.
Se nota claramente que existe un enorme esfuerzo por conseguir esas traducciones
y divulgarlas. Es una fuerte voluntad de tratar de compartir y dar a conocer textos
a los cuales un ciudadano promedio de este país no podría tener acceso por el
abismo lingüístico que hay. Por ejemplo, el primer número de La Luz trae en el
Folletín una selección de ‗Poetas extranjeros‘, que reúne una pequeña antología de
poetas románticos: Hugo, Tennyson, Barbier y Moore.
Pero no todo son traducciones. Hay también una buena cantidad de poesía
internacional escrita directamente en español. Por lo general son poetas españoles,
pero prima una gran producción poética cubana. Esta también respondería al
esfuerzo de internacionalización ilustrado, aunque hace parte a la vez de las
preocupaciones que Merchán mantenía acerca de los procesos que
simultáneamente se llevaban a cabo en su patria364.
Para ahondar en las relaciones tejidas por Merchán entre la crítica literaria colombiana y cubana,
364
véase Sedeño.
484
Escritos en prosa
-Biografías: las biografías son textos un poco largos, que ganan su lugar en el
periódico después de que se ha aumentado su extensión. Básicamente, se cuenta la
vida de grandes personajes europeos y norteamericanos, haciendo énfasis en sus
logros particulares.
-Ensayos críticos: de lo publicado en prosa, tal vez los ensayos críticos sean los más
importantes. Son textos de reflexión sobre obras literarias concretas, escuelas
literarias (el Realismo, por ejemplo) o sobre lo que es la poesía. Decimos que son
los más importantes, porque no sólo está en juego la difusión de autores o ideas,
sino que también se implica un segundo nivel: se propone una reflexión e
interpretación. Concretamente, se invita al lector a un ejercicio crítico, a tomar
posición respecto de lo que lee.
365Aun así no sobra considerar la postura de Núñez sobre la poesía expuesta por Jiménez (1992).
Para él, la poesía era capaz de transmitir conocimiento de una manera diferente a la de las ciencias
naturales. En este sentido, el contenido de un poema estaría por encima de la forma como este fuera
escrito. Prueba de esto sería los intentos poéticos del antiguo mandatario, en los que se ve un
despliegue de contenido ideológico expuesto con poca habilidad poética.
485
novelas a las que se refieren. El público que se requiere exige un cierto grado de
cultura previo, no es un individuo del pueblo en general. Se trataría más de
perfeccionar el nivel de ilustración de aquellos que pueden ingresar al
conocimiento, de internacionalizarlos, que de tratar de culturizar a la totalidad de
las masas como en un principio se pretendía.
Anuncios publicitarios
En 1882, después del cambio de imprenta, surge la iniciativa de recopilar todos los
textos literarios y científicos que durante ese año fueron publicados en La Luz. Los
lectores habían solicitado esto, ―ora porque no siempre pueden los suscriptores
mismos leer todos los números del periódico, ora porque es más fácil y cómodo
conservarlos así, que en las voluminosas colecciones de aquel‖ (S/N, 1882, p. 3). La
idea es comenzar a partir del número 117 hacia adelante, aunque existe la promesa
incumplida de hacer una con los números anteriores. Estos tenían un costo de 2
fuertes, y era promocionado como un objeto limitado, ideal para la ser regalado o
coleccionado.
En los Folletines de ‗La Luz‘, los textos parecen estar organizados a partir de su
aparición en el periódico. La única manera de determinar un orden para ellos se da
en el índice, donde sí se realiza una clasificación más precisa de ellos: se los divide
entre prosa y poesía, juntando en la parte de prosa los textos literarios con las notas
científicas. En términos generales, esto permite un panorama global de lo que se
publicaba durante el año y de los autores recurrentes en el periódico.
importantes de las letras colombianas del XIX: Rafael Pombo, Miguel Antonio
Caro, Silveria Espinoza de Rendón, Jorge Isaacs, José María Samper, Soledad
Acosta de Samper, el joven Ismael Enrique Arciniegas, el mismo Rafael Núñez,
entre otros renombrados personajes de nuestras letras. No significa que se haya
dejado de divulgar textos extranjeros, solamente que ahora se ha fortalecido el
deseo de promocionar la literatura colombiana.
Lo que resulta interesante de los Folletines de ‗La Luz‘ es la manera cómo lo literario
y lo científico adquieren una autonomía parcial respecto del resto del periódico. Se
le da un espacio propio fuera de cualquier ejercicio político explícito; pero al
mismo tiempo, se tendería a mostrar la literatura como un divertimento. La
publicación se vende como un objeto de lujo adecuado para llevar a las vacaciones,
para entretener a las mentes curiosas con notas de los avances técnicos recientes o
con un par de versos bien logrados. No es un objeto al que todo el mundo pueda
acceder, antes bien, es más costoso que un par de series del periódico. La ―luz‖ se
sigue restringiendo a un público muy limitado; los ―esfuerzos racionales‖ no
tienen alcance fuera de un círculo social privilegiado: aquellos que sean capaces de
pagar el costo monetario de su ilustración.
Bibliografía
Jiménez, D. (1992). Historia de la crítica literaria en Colombia: siglos XIX y XX. Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia, Instituto Colombiano de Cultura.
487
Múnera, L. (2011). ―El estado en La Regeneración (¿La modernidad política paradójica o las
paradojas de la modernidad política?)‖. En Múnera, L. & Cruz, E. (Eds.), La Regeneración revisitada:
pluriverso y hegemonía en la construcción del Estado-nación en Colombia (pp. 13 - 77). Medellín: La
Carreta Editores.
S/N (1881a, febrero 15). Editorial. La Luz: periódico político, literario e industrial. Pp. 1.
S/N (1881b, febrero 22). Ojeada política. La Luz: periódico político, literario e industrial. Pp. 1.
S/N (1881c, febrero 15). Ojeada política. La Luz: periódico político, literario e industrial. Pp. 1.
Así, las situaciones que se desencadenan en sus obras no son producto únicamente
de la creatividad o la imaginación, sino que también se debe a la influencia que ha
recibido de otras fuentes literarias, culturales e históricas de su entorno. En el caso
de Soledad Acosta de Samper, se encuentra en sus obras huellas de escritores como
Walter Scott, Benito Pérez Galdós y Víctor Hugo, por mencionar algunos, pero, en
el caso concreto de ―Un crimen‖ es posible señalar la presencia del legado de la
tragedia griega, no solo en su superestructura, sino también en su configuración
más profunda. En este cuento, se halla una relación con una de las obras más
importantes de Sófocles: Antígona, así como también se encuentra una ruptura o
transformación de este mito con la aparición de un aspecto clave para la movilidad
de las acciones de los personajes: la impunidad.
―Un crimen‖ está divido en cuatro partes por una numeración romana, dentro del
cual se configura el asesinato de Rafael, quien vivía en el ―Mirador‖, una casita
alejada del pueblo y rodeada de una vasta vegetación, junto a su esposa Luz e
hijos. Antes del asesinato, esta familia se mostraba feliz y satisfecha a pesar de la
pobreza y alejamiento en la que estaban, a causa de la persecución por parte de
don Bernandino, quien luego de haber sido humillado por Rafael en la plaza, quien
además se había casado con la mujer que deseaba, prometió vengarse de él.
Rafael es hallado en su casa por hombres armados que son enviados por el alcalde
del pueblo, don Bernandino, con el pretexto de llevarloa declarar como presunto
491
En este punto es pertinente señalar un elemento clave para esta propuesta que se
encuentra en el texto pero que no nace propiamente en él, sino que se debe a la
influencia de otros discursos que vienen a ser la materia prima con la que trabaja
el autor (Robin, 1993). En ―Un crimen‖ una de las referencias cotextualesse
relaciona con el legado trágico griego, más concretamente, con Antígona,de
Sófocles.
Dentro de la forma estructural del cuento, se puede encontrar una división con
numeración romana de cuatro partes. Al final del relato, aparece una subdivisión
con un símbolo que difiere en los diferentes libros en los que se encuentra. En ella
es posible hallar el cierre del cuento con una frase que bien puede señalarse como
de enseñanza: ―esperando la justicia de Dios, ya que la de los hombres le había
faltado‖ (Acosta, 2004, p. 400). Lo anterior tiene semejanza con la estructura que se
desarrolla en la tragedia griega; esta cuenta con varias particiones que se
denominan episodios y, al final, se sitúa un éxodo que es la despedida del Coro
mientras sale del teatro, diciendo una frase significativa con un fin de enseñanza.
Ahora bien, según Sören Kierkegaard (Citado en de Quinto, 1962), existen dos
elementos con los cuales se identifica la presencia de la tragedia clásica o moderna.
Estos tienen que ver con el sufrimiento, como la expresión de la tragedia antigua, o
el dolor, como la interpretación moderna de ese sufrimiento. Kierkegaard señala:
―El sufrimiento antiguo es la pena impuesta por causas externas; el dolor, el
sufrimiento que se impone el individuo por propia reflexión‖ (de Quino, 1962, p.
34). En ―Un crimen‖ se puede notar una influencia por parte de la tragedia clásica,
puesto que el sufrimiento al que se ve sometida Luz se produce por motivos ajenos
a ella, es una desgracia que es provocada por otro personaje que, al parecer, es don
Bernandino. Sin embargo, la influencia no termina allí, pues también se encuentra
en este cuento la presencia del dolor cuando Luz ve cómo se llevan a su esposo,
tiempo en el cual ella se permite cavilar sobre lo que, posiblemente, está
sucediendo y las causas que los pudo llevar a esa situación. En esos instantes, Luz
deja conocer su subjetividad, en tanto que no se resigna al destino fatal de su
492
Este dolor al que se entrega el mismo sujeto por la reflexión de los males que le
aquejan y su misterioso origen (de Quino, 1962), gira alrededor de dos cuestiones
importantes de la tragedia moderna: culpabilidad e inocencia. Culpabilidad en
tanto realiza un acto trasgresor e inocencia porque este acto compete el bienestar
de otros. En ese juego de la culpabilidad e inocencia del héroe es que se encuentra
el epicentro de la tragedia. En Luz, la culpabilidad se genera en la cavilación a la
que tiene lugar mientras observa el horizonte y comenta con Prudencia (su
ayudante) su verdadera preocupación. Ella expone una posible causa de la
culpabilidad de su esposo que fue el haberse casado con ella y haber hecho quedar
en ridículo a don Bernandino en la plaza del pueblo; pero a su vez, impera la
inocencia de estos actos, pues significaban el resguardo de su amory su futuro
familiar. La inocencia en Luz es lo que hace que se produzca horror y piedad en el
lector, siendo estos elementos propios de la tragedia griega.Así, dentro de la
estructura textual de ―Un crimen‖ se halla la presencia de las dos influencias
trágicas, pero más concretamente, surge transformado uno de los mitos
representativos de la cultura griega: Antígona.
Creonte, por el contrario, asume la tiranía del poder, en tanto que sus leyes no son
consultadas, sino impuestas, incluso, por encima de las creencias religiosas y
filosóficas establecidas desde mucho antes en el lugar. Así, en su figura política se
encuentra un corte divisorio con relación a las leyes eternas, puesto que, como lo
menciona George Steiner ―En los orígenes del cuerpo político hay, como lo había
visto Rousseau, un trágico aunque necesario y progresivo mecanismo de ruptura:
el mecanismo por el cual el hombre se divorcia de la naturaleza‖ (1987, p. 30). La
posición de Creonte se muestra desafiante ante lo preestablecido, es decir, ante lo
religioso, lo ético y familiar, para afirmar su predominio en Tebas.
poder se utiliza para alcanzar intereses propios, afectando los de los demás y en la
segunda, porque al ser generalizado el flagelo de la impunidad no queda más que
luchar por un bien personal. En este sentido, este conflicto es movilizado no tanto
por razones de gobierno, sino por cuestiones pasionales entre los personajes, lo que
lleva a don Bernandino a pensar el crimen como forma de reivindicación del honor
que le fue burlado por Rafael aquel día en la plaza.
En esta misma línea, George Steiner propone en su libro Antígonas. Una poética y
una filosofía de lectura (1987) cinco tipos de enfrentamientos que se dan en este mito,
de los cuales trataré tres de ellos, que involucran directamente a los dos personajes
ejes de esta propuesta. Estos son: hombre-mujer; individuo-comunidad; y vida-
muerte. A partir de ellos se busca identificar la transformación del mito de
Antígona en ―Un crimen‖, así como la configuración que surge de la impunidad en
él.
De allí que se le atribuya una masculinidad a esos personajes femeninos que tienen
la posibilidad de expresarse, de tener una voz en la tragedia griega. Antígona, por
lo tanto, adquiere este estado varonil configurado desde los mismos personajes del
mito. Creonte, antes de descubrir el autor que desobedeció sus leyes, pregunta:
¿Qué hombre ha tenido tal audacia? (Sófocles, 2001, p. 9). El acto no corresponde a
los deberes y licencias de una mujer, por lo que Antígona encarna, para la sociedad
494
En el caso del conflicto hombre-mujer que surge entre Luz y don Bernandino se
pueden encontrar algunos rasgos similares a la configuración de la mujer griega de
la época antigua. Luz es una mujer dedicada a su espacio permitido: el hogar. La
educación de sus hijos se encuentra bajo su responsabilidad, ellos se mueven bajo
las órdenes de ella las cuales corresponden a los roles establecidos para lo
femenino y lo masculino; ―-Juliana, gritó la madre; ¡baja el almuerzo que aquí está
tu padre!‖ (Acosta, 2004, p. 388), le dice luz a su hija mayor como oficio propio de
su sexo. Así mismo, Luz declara: ―-Deja a lo menos que te acompañe Pepito y no
vuelvas esta noche; es decir, si te dejan libre -añadió con un suspiro-. Pepito llevará
un racimo de plátanos guineos que me encargó el señor cura, y así te podrás
quedar en su casa‖. (Acosta, 2004, p. 392). Los trabajos que significaban salidas de
la esfera hogareña a una pública y con más peso de responsabilidad pertenecían
propiamente al género masculino.
Luz, entonces, cumple con los deberes de su condición femenina establecidos por
la sociedad de la obra, pero también realiza actos que en la antigua tragedia griega
son denominados como masculinos. Lo anterior ocurre cuando decide acusar
públicamente a don Bernandino, configurándose una voz propia que revela su
subjetividad. Es en ese punto donde se halla una de las trasformaciones del mito
original de Antígona, pues ella no es vista en ese acto como un personaje que ejerce
una masculinidad, sino que, busca a través de él ser definida como mujer, como
víctima de una horrenda tragedia la cual denuncia y sobre la que desea se haga
justicia.
Así, entonces, Luz contiene la capacidad de ―ver‖en el relato, pero carece, por las
condiciones sociales de su época, de otros sentidos primordiales: la voz y el oído
de los otros. Aunque ella, en medio de su desesperación, acusa a don Bernandino
495
Así, este conflictotiene que ver con un elemento esencial que es el tiempo.
Antígona como defensora de lo eterno, de las fuerzas arcaicas sagradas del
hombre, de lo ―anterior a la Historia y fuera de la Historia‖(Steiner, 1987, p. 192);
mientras que Creonte se muestra como defensor de lo temporal, de lo legal, del
sistema político creado para el orden de la polis.
Al igual que en Antígona, Luz configura esas leyes eternas, que tienen que ver con
la familia, con la vida y la ética. No obstante, aunque ella actúa bajo la influencia
de estas normas también busca la definición deun individuo mujer, de una
feminidad con voz, con eco en la sociedad. En este punto es donde entra a jugar
parte importante una forma narrativa que subyace en ―Un crimen‖, la testimonial.
Esta aparece al finaldel cuento cuando la voz narrativa confiesa que ese drama le
fue referido por la misma Luz, mientras se alojaban en su casa en la villa del
496
Guamo, con lo que se quiere enfocar en una historia individual, pero que puede
llegar a ser representativa para un grupo social.
porque el régimen liberal no fuera católico, sino porque esta institución prolongaba
los ideales contra los que habían luchado en la guerra civil de 1860 a 1863 y de la
que habían resultado victoriosos.
Por esta razón, la obra configura a Luz desde una religiosidad que no linda con el
fanatismo católico, pero sí recurre a ella como único amparo para su condición de
víctima. Contrario a don Bernandino, que es un personaje que se muestra sin
escrúpulos de ningún tipo al utilizar el poder bajo sus intereses, propio de la
situación de separación que vive el Estado de la Iglesia. Así, es posible pensar que
Soledad Acosta de Samper más que posicionarse en uno u otro partido político y
ser o no religiosa, lo que pretende es mostrar cómo la mujer es marginada desde
esos discursos. En aquel periodo la figura femenina siguió ocupando el mismo
ámbito privado que se le había asignado por influencia del catolicismo, aunque con
algunas reformas que buscaban hacer que cumpliera mejor su papel de hija, esposa
y madre, como lo fue la posibilidad de educarse.
Desde ese punto, es posible encontrar una crítica al rol al que estaba sometida la
mujer a causa de la Iglesia y de los partidos políticos que pregonaban una libertad
de conciencia que en la práctica no se respetaba. Es por esta razón que, en aras de
un proyecto nacional, que debía sentarse a partir de la identificación de problemas
sociales como la impunidad, en las obras de Soledad Acosta de Samper ―el ámbito
doméstico trasciende lo privado para ser garante de la esfera pública y de los
ideales nacionales‖ (Restrepo, 2009, p. 18). Ella misma se convierte en un ejemplo
de mujer que busca opciones más allá de las preestablecidas, no para rebelarse sino
para tener la posibilidad de aportar sus ideales. Acosta de Samper también se sale
499
de lo establecido como propio para su género, como lo era el leer y escribir poemas
(Mataix, 2003); y se convierte en escritora de novelas, ensayos, y otro tipo de textos
que comprendían un desacato a los modelos sociales imperantes en la época. En
cierta medida, ella es una desobediente a los cánones sociales, no para hallar una
satisfacción personal, sino para buscar un bien común, uno que ayudaría a
denunciar lo que estaba oculto porlas voces dominantes para el bien de su patria.
Es así como, la política ejerce su verdadera función, más allá de cualquier
identidad partidista, busca el bienestar de un pueblo, de una nación entera, no solo
el de unos cuantos.
Así, Soledad Acosta de Samper toma la literatura como herramienta que, como lo
señala RegineRobin, ―dice sencillamente otra historia posible, pero sin ―lugar‖,
―desterritorizada‖ (1993, p. 297); por sus mismos lectores, pero que sería esa
imagen del pasado al que deberían recurrir los que habían de venir para
reconocerse y poder dar un diagnóstico para continuar con la construcción del
presente y el futuro.
Ahora bien, existe un detalle interesante que se muestra en ―Un crimen‖ que tiene
que ver con una cierta incoherencia relacionada con don Bernandino. Él en la
mañana aparece siendo candidato y en la tarde-noche ya es alcalde y manda por
Rafael a su casa. Aunque para algunos de sus lectores esto se trata de una
confusión de la autora (Ordóñez en Acosta, 2004), desde otro punto,este aspecto
puede leerse como una crítica a las múltiples incoherencias que se hallan en el
poder político. Así como se supone que en un mismo día don Bernandino se hace
alcalde, se puede ver el proceder de los partidos que más que buscar el bienestar
de los ciudadanos, decidieron someter al país a un desorden gubernamental que al
fin y al cabo reflejaba más los intereses propios por adquirir el poder, que la
búsqueda del bienestar de sus compatriotas. Desde allí se denuncia la corrupción
de los individuos políticos que no son consecuentes con el compromiso adquirido,
sino que por el contario, se alejan del discurso fundacional que pregonan, pues, en
realidad utilizan su poder para satisfacerse a ellos mismos.
En este sentido, flagelos como la impunidad son comunes en aquella época, frente
a lo que Soledad Acosta de Samper decide escribir relatos como ―Un crimen‖ para
tratar de hacerlos públicos, eso sí, a partir de estrategias de escritura que no
rebatían directamente el discurso patriarcal de la época (Alzate), pero que,
veladamente, con la escritura en los márgenes, le permitiría decir lo no dicho,
mostrar lo oculto y, así mismo, conservarla imagen de mujer creíble y respetada.
Conclusión
Por esta razón, escritores del siglo XIX como Soledad Acosta de Samper se dieron a
la tarea de crear textos desde los cuales se pueda construir una memoria no solo de
las cosas que querían que se formaran como el ideal de identidad nacional, sino
también de aquello que debía ser denunciado y expuesto públicamente para que
en un horizonte de espera no se cometieran los mismos errores. Sin embargo, como
se muestra en el mismo cuento, la impunidad responde a elementos arcaicos que
están arraigados a la naturaleza del hombre, lo cual hace que trasciendan hasta
nuestros días y configuren, tristemente, lo que somos hoy como patria colombiana.
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502
Introducción
366Trabajo avalado por el Grupo de Investigaciones históricas sobre el estado Nacional Colombiano,
clasificado en B por Colciencias, bajo la dirección del profesor Juan Alberto Rueda Cardoso, de la
Escuela de Historia de La Universidad Industrial de Santander.
367 Profesora titular Escuela de Idiomas, Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga,
Colombia. Líder del grupo de investigaciones Históricas sobre el Estado Nacional Colombiano.
503
Este primer acercamiento a los reclutas como sujetos sociales se lleva a cabo en su
ambiente de origen, es decir, antes de entrar a las filas del Ejército, gracias a que
tanto en el cuadro de Doña Josefa como en el drama de Soledad las historias
muestran en primera instancia a los personajes objeto de análisis desde su
cotidianidad, dejando al descubierto los sujetos colectivos de los cuales hacen
parte; desde esta perspectiva, en "El soldado" se configura a los personajes de Luis
y Adriano, conocidos como los hermanos Molina y, en Las víctimas de la guerra, a
Juan, Manuel y Lorenzo.
Así pues, como resultado del análisis del discurso a nivel léxico y textual se
identifican cuatro sujetos trasindividuales comunes a las dos obras que interactúan
en la cotidianidad con los personajes que son: una Institución familiar, que se
caracteriza por su origen campesino y humilde; una Institución religiosa,
representada por la figura del cura y de los feligreses; la Comunidad campesina,
representada por los aldeanos y allegados de su misma condición y, por último, los
hacendados propietarios de las tierras para los cuales trabajan los personajes.
Otros grupos presentes en las obras son: una clase social aristócrata en "El soldado"
referida con el sintagma: clase del pueblo y, en el drama, se cuentan también otras
tres colectividades: la Institución política, la Institución militar y una sociedad
partidista, propias de su momento histórico que hace que Juan, Manuel y Lorenzo
tengan una conciencia más amplia de la sociedad y de la política que los hermanos
Molina. Además de la configuración que aportan los sujetos trasindividuales a los
personajes como sujetos sociales, aparece también la construcción que de ellos hace
el discurso de la instancia narrativa, como sucede en la obra de doña Josefa, pues
504
Dimensión afectiva: tanto los hermanos Molina en "El soldado" como Juan,
Manuel y Lorenzo en Las Víctimas de la Guerra se configuran en esta dimensión
como sujetos románticos, que conciben el amor que nace de sus corazones como el
mayor sentimiento, suficiente para unirse en matrimonio. En estas relaciones
amorosas existe un determinismo social que fija los lazos entre sujetos de la misma
clase social. Además, las creencias religiosas se muestran como aliadas del amor,
pues la figura de Dios se concibe en el pensamiento de los personajes como el
dador de los hijos que bendice de esta forma su sagrada unión. Otra característica
de este romanticismo sentimental es el carácter idílico de la naturaleza, pues en las
dos obras significa para los campesinos el lugar propicio para la bondad y la
felicidad, un espacio de paz, armonía, deleite y gozo.
Todas estas virtudes pueden reducirse a dos clases: la de los atributos del ciudadano
moderno (solidaridad, igualdad, dignidad, educabilidad, integración) y la de los atributos
del buen cristiano (amor al prójimo, humildad, temor de Dios, sencillez, perdón,
veracidad). El buen patriota tendría que ser entonces un buen ciudadano, pero también un
buen cristiano. (p. 74)
505
De acuerdo a estos principio, se puede decir que Luis y Adriano son dos sujetos
que representan el modelo de hombre para el romanticismo de corte liberal
americano, pues es claro que para los hermanos las normas morales parten de la
religión católica y que la interiorización de los valores cristianos mencionados por
Garnica les configura como modelo de ciudadanos tanto para su comunidad
campesina como para la clase del pueblo. En definitiva, la dimensión afectiva de
los sujetos sociales analizados está limitada solo a los sujetos trasindividuales más
próximos como son: la Institución familiar, la Comunidad campesina y la
Institución religiosa que, como se demuestra, los afecta tanto en su vida privada
como pública.
Dentro de las divergencias se cuenta que en los campesinos del drama hay una
conciencia de un poder político y militar que no hay en los personajes de "El
soldado". En Juan, Manuel y Lorenzo esta conciencia se efectúa en la medida en
que ya han asumido la guerra; hay una tendencia más realista en estos personajes
como personas que hacen parte no solo del campo sino de una sociedad en
conflicto que en cualquier momento puede cambiar su destino, pero ello no
significa que se sientan políticos ni identificados con estos procesos. Sin embargo,
aunque en el drama hay una conciencia más amplia de la sociedad y de la política ,
en ambas obras los campesinos no tiene posiciones políticas ni participación en
ella, pues esta esfera aparece como un campo ajeno a sus vidas.
Este ejemplo basta para comprender cómo Matilde pasa por encima de sus
sentimientos por una cuestión política que la aleja de los valores auténticos que ella
defendería o tendrían si no estuvieran alineada por la ideología partidista de su
familia.
mediante el uso de la violencia y los AIE, que actúan por la ideología. Sin embargo,
no existen Aparatos puramente represivos ni ideológicos, por lo cual Instituciones
como el Ejército que tienen el poder de la represión utilizan también la ideología,
tanto para asegurar su propia cohesión y reproducción, como por los ―valores‖ que
propone hacia afuera. (Althusser, 1969)
Según estos rasgos teóricos y de acuerdo a la forma como los personajes de ambas
historias son arrebatados de su ambiente para entrar al Ejército se puede empezar a
configurar a los reclutas como sujetos que son sometidos de forma violenta por la
Institución militar como ARE, a través del reclutamiento forzado, como se puede
corroborar en los siguientes fragmentos:
Tanto en el cuadro como en el drama, el mal trato a los reclutas opera como una
práctica estructurante de carácter dominante que ejercen los militares amparados
en el cargo que ostentan dentro de la Institución; el siguiente es un ejemplo de esta
situación:
510
El Ejército como todo ARE está organizados por unidades de mando o jerarquías
que ponen al recluta en suma inferioridad ante los Sargentos, Tenientes, Capitanes
y Coroneles, quienes se sienten con el poder de maltratar y subyugar a los que se
encuentran en rangos inferiores. Como se alude en un principio, la figura del
militar es el polo opuesto al recluta, pues ellos manifiestan un comportamiento
diferente que pone en evidencia otros intereses e ideologías que los mueve a hacer
parte de forma voluntaria de la Institución; los militares están representada en "El
soldado" por el Capitán Torneros, el Sargento Aguilar, el Sargento Anguiano y el
Coronel Salon; en Las Víctimas de la Guerra por el Teniente Carlos y el capitán
Felipe. De todos ellos, este último es el que ofrece un mayor acercamiento a las
ideologías que configuran al militar; así que de acuerdo a la forma como determina
su inserción al Ejército se puede decir que en su pensamiento existen principios
románticos de orden político en los que defender la patria es una cuestión de
honor; es así como Felipe asume una romanticismo político que sublima el amor a
la Patria y en donde el valor, el honor y la gloria representan los mayores ideales,
por tanto, el hecho de ser nombrado Capitán y defender su partido le significa
mayor importancia que conservar el compromiso de matrimonio con la mujer que
ha amado toda la vida. De esta manera, el personaje afirma un fanatismo que lo
lleva a obedecer a las inquietudes políticas y sociales, expresando unas visiones
enajenadas impuestas por otros grupos sociales que lo manipulan, en este caso un
partido político:
Felipe: "Pero todo, todo acabó bajo el soplo esterilizador del ábrego inclemente de
las pasiones políticas; todo sentimiento del corazón se apaga cuando hablan los
odios de partido; todo se olvida, todo pasa... Solo queda el desengaño que pulsa
nuestro pecho con acervo e incógnito sufrimiento. (Se oye una corneta tocando
llamada de oficiales) ¿Pero qué oigo? Mis deberes, mi honor, mi Patria... O más
bien mi partido me llama, me necesita.. Es preciso obedecer! (Volviéndose a la casa)
Adiós, mansión de mis ensueños, de mis amores, de mi dicha! Adiós, Matilde, para
siempre! (Samper, 2000, p. 604)
Felipe es un militar que actúa bajo la ideología, razón por la cual se muestra más
justo y condescendiente con los reclutas, hasta el punto de enfrentarse con el
Teniente Carlos cuando este le da muerte injustamente a Juan. La presencia al
interior de la Institución de militares con distintas visiones hace que los miembros
de un mismo cuerpo entren en conflicto y lleguen a tener rivalidades que
511
En "El soldado" aparecen también las dos posiciones, unos militares más justos
como el caso del Coronel Salón que acepta el reemplazo de Adriano y le concede la
licencia a Luis, y otros crueles como el capitán Torneros y el Sargento Aguilar que
se muestran despiadados, soeces e injusto con los reclutas; los militares violentos
provocan el fusilamiento de Luis, el asesinato de Juan, y la muerte de Felipe. Como
he analizado hasta el momento, hay una gran polaridad y contradicción ideológica
entre el recluta y el militar que determinan su inserción a la guerra, como lo
expresa el personaje del drama:
Ramona: Jesús! Y qué distintos son los señores de nosotros... Los pobres van
forzados a pelear... y hasta amarrados los tiene que llevar, mientras que los amos
todo lo dejan, todo lo abandonan por hacer lo que los otros no quieren ni a palos...
Qué mundo tan disparatado es éste!... (Samper, 2000, p. 598)
Del romanticismo político hacen parte los militares que persiguen valores
republicanos y patriarcales, por tanto, se configuran como hombres de acción
política y guerrera; del romanticismo liberal, los sujetos del campo que dentro de
su vida familiar y social eran ejemplo de buenos ciudadanos y cristianos al poner
en práctica los principios liberales, de libertad, igualdad y justicia, sin tener
participación alguna en la política, sino hasta el momento en que se les arrebata la
libertad por medio del reclutamiento y conducidos a defender causas que ellos no
comprenden, como también lo expresa el narrador en "El soldado": "el amor de la
patria i el entusiasmo por la gloria penetran rara vez en la desnuda choza del
pobre". (Acevedo, 1861, p. 54).
La Institución militar como ARE les arrebata a los personajes la libertad y los
condena a sufrir el encierro, el maltrato, la miseria y la soledad del cuartel, como
en el cuadro de Doña Josefa, o a la muerte en batalla como en el drama de Soledad;
en el proceder de los militares se observan contradicciones, pues los principios
liberales que niegan con sus actos, fueron los que los inspiraron para libertar la
Patria. En esa medida, el héroe romántico liberal es doblegado por el hombre
militar, alineado por un romanticismo político que le conduce a actuar
despóticamente sobre los sujetos sociales que como los campesinos no poseen
recursos ni poder para resistirse. De estas contradicciones dan cuenta las palabras
de Matilde:
Matilde: .... ¿Pero quién se acuerda de los míseros reclutas sino en tiempos de
guerra? Dicen que la República es para hacer el bien al pueblo, que la
Independencia se hizo para libertar a los desgraciados de la tiranía; ¿y qué tirano
Español es comparable a la costumbre de reclutar al infeliz campesino o artesano y
512
llevarlo a pelear por causas que ellos no entienden, ni les importa? (Soledad, 2000,
p. 599)
En el caso del cuadro de Doña Josefa aparecen referencias muy precisas como el
nombre de República de Colombia, provincia de Tunja, provincia de Antioquia,
provincia de Popayán, pero la más importante es la fecha del reclutamiento de
Luis: mes de mayo de 1821, que coincide precisamente con el año en que surge la
República de Colombia que existió entre 1821 y 1831 y que remite específicamente
al congreso de Cúcuta que expide la constitución de 1821, en la cual se nombra
como presidente a Simón Bolívar y vicepresidente al General Santander. Este
contexto histórico permite comprender las ideologías que están en juego en la obra,
pues en esta década, 1821-1831, es donde nacen las posiciones bipartidistas que
problematizaron la Historia política del país durante todo el siglo XIX, pues
empezaron a surgir disputas entre la forma cómo Bolívar dirige la República y los
partidarios de los principios liberales; una de las causas de la rivalidad fue
precisamente el tema del fuero militar de que gozaban los militares respaldados
legal y personalmente por la figura del libertador desde la década de 1810, época
donde las campañas de independencia le otorgaron a la Institución militar un
poder supremo que desestabilizaba la igualdad de los ciudadanos, como lo
menciona el historiador Juan Alberto Rueda Cardoso (2008):
Según este autor, esta fue una década en que los liberales, entre ellos el General
Santander, trataron por vía legal de restar poderes a los militares, sin embargo, se
presentaron contradicciones porque no hubo claridad en la legislación; como
ejemplo de la situación el historiador menciona la ley del 14 de enero de 1820 que
otorgaba poder de última instancia a una Alta Corte de Justicia en calidad Marcial
sobre los Consejos de Guerra, como una especie de retaliación contra el decreto
Bolivariano que en 1817 le concede las funciones judiciales a los militares de
campaña. No obstante, en la ley Orgánica del Poder Judicial del 14 de octubre de
1821, no fue reconocida constitucionalmente la ley de 1820, vacío que le permitió a
Bolívar impugnarla legalmente. Para aumentar más la contienda, el decreto del 9
de Oct. de 1821 le concede a Bolívar facultades extraordinarias que le dan poder
para administrar la Justicia y el orden de la Institución sin las formalidades de la
ley. (pp. 122-123)
Sin duda alguna, los poderes dictatoriales de Bolívar, sumado a los fueros militares
y eclesiásticos fueron los principales focos de discordia política que originaron
todo un siglo de guerras partidistas, puesto que para los libre pensadores y
abanderados del liberalismo se debían eliminar todos los rastros coloniales que
causaran desigualdad en la nueva República para no causar malestares en la vida
civil. A pesar de las intenciones de los liberales de la década del veinte, la
República de Colombia fue una época en la que se fortaleció el fuero militar
provocando la violación de los derechos del ciudadano por parte de los oficiales
del Ejército, los cuales a despecho de sus crímenes no podían ser juzgados con las
mismas leyes que regían a los demás, dejando los delitos militares en su mayor
parte en la impunidad.
olvidaron por la clase gobernante. Su cuadro es una denuncia sobre las injusticias
que trae la existencia del ARE para los civiles desprotegidos, más aún cuando los
militares gozan del poder de administrar justicia sin intervenciones externas, que
llevan a cometer arbitrariedades contra ciudadanos inocentes y pobres como Luis,
que ante la difícil supervivencia en el cuartel y los terribles deseos de volver a ver a
su familia lo llevan hacia la muerte en fusilamiento por intentar escapar de las
represiones tanto físicas como emocionales a que es sometido el recluta.
Matilde: He oído decir a mi padre que se debería hacer lo que se usa en Francia, en
Alemania y en otros países civilizados, pero aquí no quieren hacerlo, porque
dizque aquello es anti- republicano y poco liberal.
Ramona: ¿Es decir, señorita, que ser liberal es maltratar al pobre y avasallar al
desvalido?
(Se oye una música militar cuyo sonido se va haciendo más y más fuerte.)
En toda la obra no se menciona nada al respecto del Ejército contrario, aspecto que
le niega la imparcialidad de la escritora ante los hechos representados, pues la
historia se centra en configurar las desgracias de la guerra desde un solo bando,
desde un Ejército liberal, que a la final resulta vencedor; razones por las cuales el
drama de Soledad se puede ubicar históricamente en la guerra civil de 1861-1863
en la cual ganan los liberales y empieza en la Historia de Colombia el radicalismo
liberal.
En este sentido, aunque la obra explícitamente pone como víctimas a las mujeres
viudas y solas como Ramona y Matilde, implícitamente está configurando como
víctimas a las familias conservadora, terratenientes representados en la familia de
Matilde, quienes al perder la guerra son desterrados y expropiados sus bienes y
haciendas. Además la salida religiosa de Matilde al final del drama corrobora una
vez más que pertenece a una familia conservadora, puesto que el convento al que
acude en busca de refugio la acepta gustosamente por las recomendaciones que
lleva y pues no se puede pasar por alto que la guerra civil de 1861-1863 fue
motivada por medidas fuertemente anticoloniales, sobre todo la expropiación de
515
las tierras de la Iglesia, lo cual pone a todas las Instituciones católicas en defensiva
contra los liberales.
Por otro lado, si tomamos en cuenta en esta relación la formación social del
momento de producción de la obra,1884, se puede percatar que en la época está
otra vez resucitando la ideología conservadora con la Regeneración, lo cual influye
en la formación discursiva de los intelectuales de la época, ya que las ideologías en
el poder influyen en lo que debe decirse, además teniendo en cuenta que Doña
Soledad era la esposa de José María Samper, uno de los redactores de la
constitución de 1886, y por tanto era una mujer influyente dentro del contexto
político, lo cual pudo haberla llevado a tomar distancia con el partido liberal,
denunciando en su obra las desgracias que le causaron al país su ambición de
poder. De lo anterior se puede rotular a Doña Soledad Acosta de Samper como
conservadora, pero sí se puede reafirmar que en su obra Las víctimas de la Guerra sí
hay una toma de partido a favor de esta ideología política y una fuerte crítica a los
Ejércitos liberales; aunque deja también entre dicho que en este bando liberal hubo
también personas justas como Felipe quien es simplemente arrastrado a la guerra
por unas pasiones políticas que dominan conscientemente sus decisiones y que
también son víctimas de la guerra y de una Institución militar corrupta.
Consideraciones finales
Al comparar los proyectos ideológicos de las dos autoras se puede decir que
Soledad Acosta de Samper hace una crítica al partido liberal e igualmente a la
Institución militar que le servía como fuerza represiva en la guerra de 1861-1863,
mientras Josefa Acevedo de Gómez aunque arremete igualmente contra el Ejército,
lo hace desprestigiando el mando conservador que encabeza de Bolívar ejercía el
poder del Estado en la primera República de Colombia que existió entre 1821-
1831.Conviene subrayar que desde posiciones distintas y épocas distintas, ambas
autoras se empeñan en configuran en sus obras los abusos de la Institución militar
contra los reclutas que por lo general eran campesinos como Luis, Adriano, Juan,
Manuel y Lorenzo. La crítica es un poco más directa en Doña Josefa ya que el
cuadro configura la vida del recluta dentro de la Institución, mostrando toda las
problemáticas e injusticias que se cometían al interior de sus cuarteles; en Soledad
aunque se trata de representar las frialdades de la guerra cometidas por los
liberales, el drama es muy diciente en cuanto a las arbitrariedades cometidas por
las milicias, que en la segunda mitad del siglo XIX seguían teniendo fuerza a pesar
de los avances en la legislación.
Las dos obras configuran las contradicciones entre las ideologías y las prácticas
que se presentan en la época que les compete. En "El soldado" el Ejército
Bolivariano ejerce una fuerza coercitiva contra los derechos del ciudadano y de los
valores liberales que proclamaron en la independencia; en el drama los liberales se
516
Asimismo, los partidos políticos más que ideología representaron en siglo XIX la
lucha de las clases dominantes por alcanzar el poder del Estado y desde allí
controlar a los Aparatos como la Institución militar y la Institución religiosa como
aliadas del poder para contrarrestar cualquier ofensiva que desestabilizara la
superestructura del Estado. Esto permite entender porque una de las disputas
entre los partidos del XIX fue el poder de la Iglesia ya que esta como AIE
representaba para el partido conservador la difusión y reproducción de sus ideales,
por eso el ataque del partido liberal a la Iglesia no fue contra el credo religioso,
sino contra la influencia que mantenían sobre el pueblo para sostener los principios
del partido conservador. Los liberales atacaron sus propiedades, el poder que tenía
sobre la educación, ya que las escuelas también fueron usadas por el Estado como
medios para difundir y reproducir sus ideas.
En otras palabras el partido liberal ataca en el siglo XIX los AIE; de allí la
constitución civil del clero, la confiscación de los bienes de la Iglesia y el logro más
fuerte del partido liberal al respecto: la separación de la iglesia y el Estado en 1853
y el desafuero eclesiástico en 1851 por José Hilario López. Después de la relación
entre la Historia y lo social inscrito en el texto se puede decir que la literatura en la
medida que deja implícitas unas consideraciones ideológicas del autor, se puede
decir que funciona también como un AIE que influye dentro de la formación social
donde se produce, tal el caso del proyecto ideológico de Doña Josefa que con la
escritura de sus cuadros pretendió contradecir la maledicencia y resaltar las
bondades de los granadinos. En Doña Soledad se puede pensar en un proyecto
ideológico que surge ante la transición que vive la época del Radicalismo liberal a
la Regeneración conservadora, pues su obra implícitamente justifica el cambio al
recordar la violencia de los adversarios políticos.
517
Las víctimas de la guerra, 1884: drama escrito en prosa y organizado en cinco actos
por Soledad Acosta de Samper (1833-1913), recuperado del olvido por el
dramaturgo bogotano Carlos José Reyes en la antología Teatro colombiano del siglo
XIX; su importancia radica en que es la primera pieza teatral decimonónica que
recoge el tema de las guerras civiles, por tanto tiene por tanto una doble
importancia: teatral e histórica. El drama fue representado en 2013 por motivo de
los cien años de la muerte de la escritora, por el teatro Tierra, bajo la dirección de
Juan Carlos Moyano; el estreno se realiza en el teatro Jorge Eliecer Gaitán en la
ciudad de Bogotá y posteriormente en la ciudad de Quito, Ecuador, lugar al que
fue invitada por motivo de la feria internacional del libro de la ciudad.
Bibliografía
Acevedo, J. (1861). ―El soldado‖, En: Cuadros de la vida privada de algunos granadinos,
copiados al natural para instrucción i divertimiento de los curiosos: obra póstuma, Imprenta de
―El Mosaico‖: Bogotá - Colombia.
Martínez, A. (2006).La agenda liberal temprana en la Nueva Granada (1800 - 1850). Colección:
Temas y Autores Regionales: Dirección Cultural, Universidad Industrial de Santander:
Bucaramanga - Colombia.
Palacio, M. & Safford, F. (2013). Historia de Colombia. País fragmentado, sociedad dividida.
Universidad de los Andes. Facultad de Administración: Bogotá - Colombia.
Al hacer una paráfrasis concluyente del texto Historia y Literatura (1994, p.28), de la
maestra en letras Françoise Perus, podemos reconocer que la exploración del
ámbito fronterizo e incierto de compenetraciones y lazos equívocos entre historia y
literatura tiene como única razón de ser el mantener vivas tensiones que por tantas
vías vinculan nuestro presente con su pasado.
Por tanto, es presentada esta reflexión bajo el título Héroes Anónimos de la Cartagena
no Historiografiada en la: Cohesión Literaria entre José María Samper y Soledad Acosta de
Samper (Acercamiento) que se orienta, como toda investigación,bajo una pregunta
problema orientadora: ¿Cómo se relaciona la ficción de Soledad Acosta de Samper
en Los Piratas en Cartagena con la narración histórica de José María Samper en El
sitio de Cartagena para contar una realidad pasada? A su vez, para darle respuesta,
deducir a través de las sub-preguntas ¿Cómo se configuran los héroes de la ciudad
colombiana amurallada en el texto El sitio de Cartagena, de José María Samper
Agudelo?, ¿Cómo se configuran los héroes de la ciudad colombiana amurallada en
el texto Los Piratas en Cartagena, de Soledad Acosta de Samper?; y para dar
coherencia al propósito principal del trabajo¿Cuáles son los elementos
representativos de la cultura de Cartagena a mediados del siglo XIX paralelos
dentro de las obras citadas anteriormente? con el fin derelacionar la ficción y la
historia como testigos inmanentes de los hechos pasados.
Así las cosas, de un lado tenemos El Sitio de Cartagena, de 1885 (1885), de don José
María Samper, donde podemos encontrar narraciones histórico-descriptivas
referentes a Cartagena desde la colonización hasta el año que está inscrito en su
título. Texto que cuenta con una patente de privilegio por parte del entonces
Presidente de los Estados Unidos de Colombia, Rafael Núñez, ―que asegura por
cierto tiempo la propiedad de las producciones literarias y algunas otras‖ (1885).
Le sucede el Prefacio, donde el autor aclara el carácter histórico y verídico de lo
que menciona en la escritura que lo compone. Está divido en dos grandes
fragmentos, uno en verso y el otro en prosa.
Y del otro lado, contamos con Los Piratas en Cartagena (1886), queha sido escrito por
Soledad Acosta de Samper. Nos es presentado como una compilación de crónicas
histórico-novelescas, en las cuales la autora nos señala algunas de las expediciones
más importantes que atacaron las costas de los territorios que hoy forman la
República de Colombia. En la edición de la Imprenta La Luz, 1886, se presenta el
Índice que lleva su nombre, un apartado dedicado a la vida y obra deSoledad
Acosta, por Gustavo Otero Muñoz. Luego se encuentra una Carta dedicatoria de
parte de la autora para don Rafael Núñez, Presidente de Colombia; de seguido su
contestación de gustoso agrado y aceptación.
(…) los acontecimientos ocurridos durante aquellos ataques, todos más o menos
dramáticos, dan una idea de lo que eran las costumbres y los caracteres de aquellos
pasados siglos (…) se leerán a continuación algunos de los sucesos más
interesantes que hemos hallado en la historia de Cartagena, una de las ciudades
que más odiaban los piratas, y la única que logró defenderse con brío contra sus
enemigos, aunque no siempre con éxito feliz. (Soledad Acosta de Samper,
Presentación. Los piratas en Cartagena. 1886)
Después de describir los textos escogidos para hacer la relación comparativa extra-
textual, es pertinente aclarar que debido a la extensión y complejidad de ellos, se
han seleccionado apartados y capítulos de cada uno para realizar el estudio.De
modo que para desarrollar el presente planteamiento que tiene que ver con la
heroicidad no escrita formalmente dentro de la disciplina de la Historia que puede
extraerse de la escritura de los dos autores, en el marco de lo explícito e implícito,
se ha tomado para la relación extra-textual: la segunda composición en verso de El
522
sitio de Cartagena, de 1885, Tradiciones -poema que hace menciones grosso modo de
los ataques y la guerra que ha tenido que afrontar la ciudad cartagenera, aludiendo
a tiranos, a héroes, a patriotas y a acciones que cada uno ejerció, todo ello en medio
de la descripción romántica de su entorno natural- junto con la cuarta narración
histórica Topografía de la ciudad y sus términos -que hace referencia a la
descripción territorial y geográfica de Cartagena, que explica detalladamente los
lugares que la rodean (la bahía y los islotes) y los que la componen (la ciudad
principal y su arrabal Jetzemaní). Además, de darnos a conocer sus características
territoriales y las edificaciones más reconocidas – como el cerro de La Popa y el
Edificio que le ha dado e nombre al cerro, su cementerio o el Castillo de San Felipe,
entre otros- y los baluartes- y la quinta narración La bahía -relato histórico que
cuenta cómo estaba distribuida con sus puertos, penínsulas, su fortaleza, la isla
Tierra-Bomba con sus caseríos y el canal Estero construido por los españoles, entre
otros datos importantes-para la ubicación territorial de los lugares en que aconteció
la historiayubicarlos ataques piratas mencionados en las crónicas de Soledad
Acosta.
De modo que para esta reflexión podríamos aludir a las palabras de Samper, citado
por el antropólogo Carl Langebaek en su trabajo La obra de José María Samper vista
por Élisee Reclus,―la conquista, en efecto había destruido o embrutecido a los
nativos, ´excluyéndolos de toda personalidad´ y ayudando a fundar una sociedad
viciosa, profundamente pervertida por el hábito de la violencia" (Samper, 1945, p.
25), en lo que respecta a la pre y a la colonización.Sin embargo, ―la Colonia había
impuesto como resultado fatal, lógico, riguroso, pero a la vez esperanzador, la
mezcla de razas‖ (Samper, 1945, pp. 70 y 75) y ese mestizaje era la esperanza de
una organización democrática y una civilización mestiza. En palabras del geógrafo
francés Reclus (2007) ―Todas las razas tenían cabida (…) cada una con sus
peculiaridades‖.
Hay una necesidad ontológica de dar forma a la experiencia humana, que en razón
de sus implicaciones históricas, en relación con el pasado mediato e inmediato, 300
años de colonización y con el futuro inmediato y lejano, necesitaba y reclamaba
por parte de sus literatos dejar testimonio organizado, configurado, de lo pensado,
sentido y padecido, por lo hombres y mujeres que protagonizaron ese momento
fundamental. (2011, p. 18)
En consecuencia, vale la pena escribir, sobre todo leer, sobre hechos de esta ciudad
colombiana, fundada por Pedro de Heredia en 1533, desde sus inicios se posicionó
como puerto estratégico para la defensa de las posesiones españolas en América
del Sur, para el comercio exterior y como caja fuerte del oro en tránsito camino a
España, como podemos datarnos del artículo La independencia de Cartagena
publicado virtualmente en la página oficial de la Biblioteca Luis Ángel
Arango,lugar quefue blanco de guerra y avaricia por su ubicación estratégica ya
que se convirtió―en un centro comercial y militar‖.(Alzate y Ordóñez, 2005: p. 351),
como lo estipula Nina Gerassi-Navarro en su artículoPirateando un lugar en la
historia: Crónica de mujeres en la historia de Cartagena.
(…), es la hermenéutica del tiempo narrado (Ricoeur p. 140)‖. En este punto viene
a entrar en juego el planteamiento principal que ha desbordado el presente
análisis.
Pero ¿qué es lo que hace heroica a esta ciudad?La tenacidad y esperanza de los
sitiados cartageneros son quienes la hacen heroica, por supuesto, ellos son los
héroes trágicos, y por la Poética de Aristótelesconocemos que un héroe trágico es
un ―hombre que, sin ser eminentemente virtuoso ni justo, viene a caer en la
desgracia‖ (1970, p.88). En este caso, la desgracia de la imposición cultural, el
empoderamiento de unos por la subyugación de otros y el saqueo desmedido.
El jefe español remplazó al cacique, pero en lugar de ejercer como éste una
autoridad patriarcal, se convirtió en el verdugo de las manadas de indígenas que le
correspondían por derecho. En efecto, era imposible que el soldado aventurero,
tras haber conquistado una provincia con la espada, supiera también conquistarla
con el hacha y el arado; puesto que no sabía trabajar y su única costumbre era la
destrucción, sólo le interesaba enriquecerse cuanto antes a expensas de los
indígenas esclavos. (Élisee Reclus, 1945)
Casi toda la población circulaba por las calles y plazas, y entraba en las iglesias y
salía de ellas, llevando sobre la frente la ceniza, señal de la humildad, pues era
miércoles de ceniza, y los devotos españoles no perdonaban ceremonia religiosa
527
ninguna, y cumplían todos, sin excepción, con los piadosos deberes del fiel católico
(Acosta de Samper, 1886: p. 40)
También, podemos conocer de los saqueos que fueron víctimas los indígenas
cartageneros, como se cuenta en los versos 79 a 92 de la segunda estrofa:
La riqueza de su tierra y fruto del trabajo artesanal de las tribus fue saqueado en
los navíos españoles, que bajo protección bélica se trasladó a Europa, a la madre
patria, para satisfacer la avaricia de muchos, tan generalizadaen todo el mundo.
Surge el segundo hecho patético que nos lleva a reflexionar sobre lo vivido por las
familias de quienes ponían el pecho en la batalla, pobladores que cumplían una
528
Al atravesar la ciudad halló que estaba preparada como para sufrir un asalto; todas
las bocacalles tenían parapetos de tierra, y en algunas veíanse cañones que las
defendían; (…) En algunas partes el oficial hizo notar al recién desembarcado que
habían enterrado flechas envenenadas en el suelo, a usanza de los indios, y muchas
casas tenían guarnición dentro de ellas (Acosta de Samper, 1886: p. 40).
Qué vida podría ser esta para las iniciadas generaciones que representaban los
pequeños, para las damas y para las débiles personas ancianas que poblaron en esa
época la ciudad, quienes vivían atrincherados en medio de una guerra que les
amenazaba con arrancarles la vida. Entonces ese heroísmo por enfrentar aquellas
dificultades se convierte en una heroicidad comunal, en palabras de Carlos García
Gual, en su texto Destino y libertad del héroe trágico quien cita a Ch. Segal (2006, p.
186) en cuanto al héroe, que ya no es simplemente un individuo que sufre sino
―una figura paradigmática, cuyo destino no puede por menos que conmovernos,
porque concierne al problema fundamental del orden y del caos en el mundo y a la
capacidad inherente a las construcciones sociales y espirituales para dominar ese
caos‖, en este caso un caos que se generalizó en la comunidad cartagenera y que se
promovió a través del tiempo con la evolución natural de los sucesos bélicos, sin
distinguir género, raza o edad.
Los más indefensos sufrían violentas consecuencias, así representa este fragmento:
―Los que no quieran o no puedan pelear, tomarán a su cargo las mujeres y los
niños con todo lo que se ha prevenido para el caso, e irán a acampar en el alto de
La Popa, en el monte y en las casas que se han preparado para albergar a los que
salgan de la ciudad.‖ (Acosta de Samper, 1996; p. 47), quienes se veían obligados a
huir desplazados mientras la tormenta de cañones cesaba, bajo el riesgo que
representaba la selva, donde tenían que resguardarse. Recordemos que ―La Popa y
el cerro en que después levantaron el castillo de San Felipe, y todo el sitio cercano
al mar que llaman Crespo, era una montaña espesa, poblada de fieras y
529
frecuentada por los indios que aún no habían aceptado la religión y soberanía de
los españoles‖(Acosta de Samper, 1996; p. 54).
Es así como podemos imaginarnos lo que pudo ser parte de una realidad, podemos
visualizar mentalmente que―Llevando en pos suya los enfermos, los ancianos y los
niños, las mujeres habían emprendido marcha hacia medio día, no llegando al sitio
escogido para ellas sino ya caída la tarde.‖(Acosta de Samper, 1996; p. 54), como
un acto heroico donde todos ponían a prueba su valor, su amor, su apego por la
vida.
En palabras de la autora ―los cartageneros vieron con alegría que los bajeles
corsarios salían uno en pos de otro por Boca Grande, y que, impelidos por un
viento favorable, en breve sus velas desaparecieron en el horizonte.‖ (Acosta de
Samper, 1885: p.65)se representa a la población optimista que vio su territorio
como el ave fénix, renaciendo de sus cenizas para empezar de nuevo después de
―las amenazas, las voces de mando por una parte y otra, los toques de corneta, el
redoble de los tambores, el estrépito de la fusilería, el estruendo de los cañonazos,
los gritos de dolor y de rabia que se oían‖ (Acosta de Samper, 1885: p. 207) como se
narra en El asalto,último capítulo del último cuadro.
A estos conflictos pasados, podemos añadir la guerra que fue incentivada, tiempo
después, por la sumisión, explotación e injusticia vivida por los nativos del
territorio cartagenero; quienes se cansaron del maltrato y la desigualdad y pidieron
530
a gritos la independencia. Esto nos lo cuenta José María Samper en los versos
iniciales de la tercera estrofa (primero al décimo): ―Aquí también, de tus mares /
Al tormentoso estridor, / Y en medio á tus altos muros / Que envidia del tiempo
son, / Un día el profundo grito /De los pueblos resonó, / La libertad invocando /
Como eterno galardón / Que á la virtud de los hombres / Otorga, clemente,
Dios.‖(Samper, 1885: p.13), que enmarcael suceso ocurrido el 11 de noviembre de
1811 liderado por los hermanos Gutiérrez de Piñeres, influyentes políticos y
hombres de negocios cartageneros que lideraronun movimiento contra los
defensores de la sujeción al rey, que exigía la conformación de tres ramas del poder
público, la ocupación de cargos públicos y militares por parte de los criollos y la
abolición de la Inquisición, según el artículo La independencia de Cartagena
publicado en la página web oficial de la Biblioteca Luis Ángel Arango.
Pues bien, con este planteamiento se consolida lo que Michel De Certeau concibe
como la tarea de la historiografía―conectar lo real y el discurso, y si este vínculo no
puede ser imaginado, su tarea es funcionar como si los dos términos estuvieran
unidos‖, así citado en el artículo Pirateando un lugar en la historia: Crónica de mujeres
en la historia de Cartagena, de Nina Gerassi-Navarro (Alzate y Ordóñez, 2005 p. 347).
Dicha relación complementaria puede estipularse en la escritura y lectura
comparada que se desarrolló a lo largo del presente artículo de reflexión que tiene
que ver con la heroicidad cartagenera no historiografiada, la de todos y cada uno
de los sitiados allí en sus momentos de agitación.
Por esta razónse pretende concluir el estudio con el apoyo de la teoría Hacia una
hermenéutica de la conciencia histórica que, en palabras de su autor Paul Ricoeur, nos
enseña que ―el vínculo entre la acción histórica y un pasado recibido y no hecho es
precisamente lo que preserva la relación dialéctica entre horizonte de espera y
espacio de experiencia‖ (En Historia y Literatura, 1994: p. 80).
Así, al ser consecuentes con Ricoeur al entender que ―Toda proposición de sentido
es al mismo tiempo una pretensión de verdad‖ (Ricoeur, 1994: p. 95), podemos no
sólo dejar memoria de los héroes uniformados o líderes que combatieron a los
enemigos que hicieron correr sangre por poder, sino también de todos aquellosque
sufrieron estos hechosyfueron héroes desde el momento en que por azares de la
vidarecomenzaban tras la lucha.
Finalmente, queda invitar al lector a que se adentre en los mares de letras que
ambos autores se han esforzado en heredarnos, cada uno desde su bagaje cultural,
para que intente deducir por cuenta propia qué pasó con nuestros antecesores, de
dónde venimos y sustentar la gran riqueza cultural de nuestro país tras la gallardía
que lo caracteriza.Los esposos Samper quisieron contarnos los hechos que
acontecieron para inmortalizarlos…―La VERDAD unida a un estilo ameno será
siempre popular y tendrá más larga vida que toda narración que se dirige a esas
pasiones falsas, inconstantes, ligeras, que pasan como las modas, sin dejar rastro ni
huella, y que se olvidan como se olvida el corte del vestido del año pasado. (La
mujer en la sociedad moderna. París, 1895, p. 82) y como testimonio de este intento de
memoria permanente contamos con el poema Tradiciones y con las crónicas de Los
Piratas en Cartagena como corolario de una operación asumida en el recorrido
mimético de la prefiguración a la refiguración por medio de la configuración que lo
escritores hacen de los hechos pasados sucedidos en Cartagena.
Bibliografía
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Ricoeur, Paul. Tiempo y narración IIIEl tiempo narrado. México: Siglo XXI editores S.A.2006.
364 p.
Samper, José María. Ensayo sobre las revoluciones políticas y la condición social de la república
colombiana. Bogotá: Biblioteca Popular de la Cultura Colombiana.1945.
534
para mencionar algunos, también se evidencia esta relación con los diversos proyectos políticos de
la época. Se puede decir, que el uso de la geografía, la literatura y la historia como estrategia
política de la elite tenía como objetivo común la construcción de la nación colombiana durante el
siglo XIX.
373 La espacialidad de la obra se sitúa en municipios del Tolima como Natagaima, Espinal, Honda
la vía del ferrocarril. El paisaje que lo rodea está lleno de atractivos por sus complejas formaciones
montañosas, cuevas y cascadas y hermosos ríos afluentes del Magdalena. Sus fiestas populares
siguen muy vivas hoy en día. Natagaima fue además capital del Estado Soberano del Tolima entre
1863 y 1866. Sin embargo la autora recurre algunas veces a la inicial ―N‖ para referirse a personajes
y pueblos cuyos nombres no desea especificar‖ (2004: 410). El contexto de producción de la obra es
durante el periodo del Federalismo (1850-1886) donde se presentaron transformaciones sociales,
políticas y culturales. Por ejemplo, se implementaron reformas liberales como la libertad de prensa,
lo que permitió la difusión y creación de la prensa con la circulación de artículos literarios. También
se dio la apertura de importantes expediciones como la Comisión Corográfica (1850-1859), así como
las primeras obras de historia de los autores José Manuel Restrepo (1858) y José María Samper
(1861) entre otros.
374 Ver: Acosta, C y Álzate, C. (2010). Relatos Autobiográficos y otras formas del yo. Bogotá: Siglo del
En relación a las lecturas sobre la novela Dolores se han enfocado más en revelar el
estilo narrativo de la obra, los personajes femeninos en la narrativa, la enfermedad
en la protagonista Dolores y se ha comparado la obra con la novela María de Jorge
Isaac que también se publico en ese mismo año para mostrar las similitudes y
diferencias en el manejo de los personajes y el tema de la enfermedad y la historia.
Dolores, la obra de Soledad Acosta de Samper es una novela escrita por entregas375
en una época en la cual las mujeres no eran los individuos de expresión por
excelencia en Colombia. Es escrita en un momento en el cual Colombia se
configuraba más allá de las fronteras y se transformaba con los inicios de una
nación376 con todo lo que este término indica, una compleja urdimbre de sentidos y
significados culturales que se manifiestan a través de su escritura como hilos
invisibles que hoy aparecen como testigos de ese proceso.
375 Esto quiere decir que se publica en partes, fragmentada en las secciones de la prensa dedicadas a
la literatura, variedades o folletín, esta última se encontraba por lo general en la parte inferior de la
página. También podía ser complemento de un periódico o cuadernillo obtenido de forma
independiente en alguna imprenta. (Acosta, 2009: 34) Esta técnica de producción era bastante
común para la época por el reciente desarrollo de la imprenta y la publicación implicaba un
ejercicio de recepción de la lectura de manera fragmentada en la sociedad ilustrada.
376 Se asume la perspectiva desde el teórico Homi K. Bhabha que propone entender la Nación como
una forma de narrativa de la representación cultural que contiene en sí misma una ambivalencia en
―el lenguaje de quienes escriben sobre ella y que vive en quienes viven en ella‖ la cual se manifiesta
en múltiples narrativas que generan sentidos y reproducen nociones sobre el entramado de la vida
social. En palabras de Bhabha ―Estudiar la nación a través de su discurso narrativo no llama
meramente la atención sobre su lenguaje y su retorica; también intenta alterar el objeto conceptual
en sí mismo. Si el problemático ―cierre‖ de la textualidad cuestiona la ―totalización‖ de la cultura
nacional, entonces su valor positivo yace en desplegar la amplia diseminación a través de la cual
construimos un campo de significados y símbolos asociados con la vida nacional‖. Ver: Bhabha, H.
(2000). ―Narrando la nación‖. En Bravo, A. (Comp.). La invención de la nación, (211-214). Buenos
Aires: Manantial. Para ampliar la mirada consultar: Benedict, A. (1993). Comunidades Imaginadas.
Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. México D.F: Fondo de Cultura Económico.
También ver los debates y las distintas perspectivas analizadas en la construcción de nación por
Ingrid Johanna Bolívar. (2001). ―La Construcción de la nación y la transformación de lo político‖. En
Cuadernos de nación. Nación y Sociedad contemporánea Bogotá: Ministerio de Cultura.
377 En el texto se presenta la novela Dolores en la narrativa costumbrista de mediados del siglo XIX
que describe elementos de la cultura y enfatiza en lo local y regional, sin embargo, la obra tiene
rasgos del romanticismo.
537
Acosta, publica su novela Dolores, cuadros de la vida de una mujer en el año de 1867
en el periódico El mensajero de Bogotá y fue una de sus primeras producciones
como escritora. La novela en su forma se divide en tres partes y cada una empieza
con un epígrafe de autores extranjeros como Víctor Hugo, Balzac, Vicenta
Maturana y Gilbert, teniendo como firma final el seudónimo de Aldebarán, según
la autora Cristina Valcke por la difícil tarea de ser escritora y además de ser mujer
en una sociedad patriarcal.
Ser escritora en el siglo XIX era, según el imaginario de la época, transgredir una
ley natural. El mundo literario pertenecía por entero a los hombres, entre otras
cosas, porque el acto creador se asociaba con la virilidad. La mujer que se diera a la
tarea de probar la pluma era señalada como una especie de criatura deforme. No es
de extrañar que, en tales condiciones, la mayoría de escritoras encubrieran su
identidad bajo seudónimos, muchos de ellos masculinos, ni que, tanto en las
novelas como en la vida real, las mujeres manifestaran sus frustraciones a través de
la enfermedad. (Valcke, 2005: 63)
378 Con respecto al tema de la Otredad, es significativo el aporte metodológico desarrollado por el
historiador Michel de Certeau en los interrogantes sobre la escritura del pasado y la importancia de
ese ―Otro‖ que fabrica la historia; De Certeau analiza la escritura como practica histórica, reflexiona
sobre el oficio del historiador y critica la forma en la cual un poder escriturario separa la figura del
Otro ausente de voz en la historia, de allí su interés por una nueva interpretación ―hermenéutica‖
que permita rescatar la voz de aquellos que en ese proceso de escritura han sido silenciados. Este
autor plantea que en las narraciones de los letrados se puede leer lo Otro en lo mismo, lo Otro
refiriéndose a las mujeres, los bogas y los oprimidos, y lo mismo en este caso a la escritura de la
elite; lo anterior se puede observar mediante sonidos, síntomas y acciones que los Otros provocan al
momento de escribir.
538
del romanticismo español que se configuraba como una corriente más dramática y
con la característica y la necesidad de construir un proyecto de nación.
A ese tiempo pasó, como antes dije un grupo de gente a caballo, en medio del cual
lucía, como un precioso lirio en medio de un campo, la flor más bella de aquellas
comarcas, mi prima Dolores.
-Lo que más me admira –añadió Antonio-, es la cutis tan blanca y el color tan
suave, como no se ve en estos climas ardientes.
-Efectivamente. Los negros ojos de Dolores y su cabellera de azabache hacían
contraste con lo sonrosado de su tez y el carmín de sus labios.
-Es cierto lo que dice usted- exclamó mi padre que se hallaba a mi lado-; la cutis
de Dolores no es tan natural en este clima. (Acosta, 1867: 45)
Se trata entonces de una mujer que representa un ideal imposible de alcanzar pero
aun así visible en un breve instante, una figura que intenta mostrar la idea
379 Según la propuesta de la autora Doris Sommer, la obra Dolores tiene características de una novela
fundacional romántica que desarrolla historias de amor y dos uniones socialmente convenientes la
de don Basilio y Antonio y que permite visualizar la relación de la política y la ficción en el proceso
de invención de las naciones latinoamericanas.
380 Ver: Arias, J. (2005). Nación y diferencia en el siglo XIX Colombiano, orden nacional, racialismo y
generalizada para las elites sobre la imagen simbólica de nación, vista en este caso
como una joven bellísima, sobre natural, a través de quien se puede ver un intento
de construcción nacional basado en la limpieza y la blancura, iconos sobresalientes
para la sociedad de la época. Puede percibirse durante la lectura de la obra la
necesidad de presentar a Dolores como una joven llena de gracias y dones aparte
de su belleza, inteligente, abnegada, pudorosa, religiosa y conservadora entre
otras, una señorita que comporta las características que no solo las jóvenes debían
tener sino que se profesaban para una nación prospera y creciente, libre de vicios y
dualidades.
Sin embargo, es inevitable tanto para la historia de Dolores como para la propia
autora negar que en esa nación se presentaban una serie de características y
desmanes que enturbiaban esa pureza que se deseaba perpetuar, de este modo
aparece la enfermedad de Dolores, el peor mal de época desde los tiempos
antiguos, la lepra, una perversa herencia que reposaba en su interior y amenazaba
con salir de su frágil cuerpo en cualquier momento. De esta forma, en el transcurso
de la vida del personaje se van presentado diversos sucesos que llevarán a un
inevitable final, que se van tejiendo desde las muestras culturales y sociales que se
dan a su alrededor desde las cuales se van mostrando los males de una nación que
se concentraban en el profundo ser de Dolores.
Es ese orden de ideas se develan algunas prácticas culturales a partir de las cuales
se construía la nación en el territorio del Tolima durante mediados del siglo XIX.
Especialmente las festividades, los cantos, los bailes y los instrumentos musicales
característicos de la región eran un componente clave que en la obra de Acosta se
muestran de la siguiente manera:
A medida que nos acercábamos al poblado el silencio del campo fue cambiando en
alegre bullicio: se oían cantos al compás de tiples y bandolas, gritos y risas sonoras
[…] Antonio y yo nos acercamos a casa de la tía Juana que, situada en la plaza, era
la mejor del pueblo. En la puerta y sentadas sobre silletas recostadas sobre la pared,
reían y conversaban muchas de las señoritas del lugar, mientras que las madres y
señoras respetables estaban adentro discutiendo cuestiones más graves, es decir,
enfermedades, víveres y criadas. Los cachacos del lugar y los de otras partes que
habían ido a las fiestas, pasaban y repasaban por frente a la puerta sin atreverse a
acercarse a las muchachas, que gozaban de su imperio y atractivo sin mostrar el
interés con que los miraban. […] La plaza estaba cubierta de mesas de diferentes
juegos de lotería, bisbis, pasadiez, cachimona, etc. En los que con la módica suma
de un cuartillo se apuntaban todos aquellos que querían probar la suerte. En otras
mesas y bajo de toldos algunos tomaban licores de toda especie: chicha de coco,
guarapo, anisado, mistela y hasta brandy y vino no muy puros; mientras que otros
encontraban el ideal de sus aspiraciones en suculentos guisos, ajiacos, pavos asados
y lechonas rellenas con ajos y cominos. (Acosta, 1867: 47-49)
540
381 Las principales fiestas que se celebran en la región del Tolima son las del San Juan el día 24 de
Junio, sobre ellas hay un cuadro de costumbres titulado Un día de San Juan en tierra caliente del
escritor David Guarín, en el cual Guarín realiza un balance de las fiestas y las demarca como
practicas barbarás que para nada se comparaban con las tertulias y el teatro de la civilizada Bogotá
o con las costumbres francesas. Así mismo, en el cuadro El Tiple de José Caicedo Rojas se presenta
una reflexión hacia la música y los instrumentos, pero se enfatiza muy cercano a Guarín en el
discurso de la degeneración de la nación que no solo se representa en la ―raza‖, si no en todo lo
material y cultural, pues según Rojas el tiple era una degeneración de la vihuela o guitarra española
importada por los contrabandistas de las ciudades de Sevilla-España. También se recomienda ver el
cuadro Algo sobre tierra caliente del autor Salvador Camacho.
382 La referencia a la ciudad de Bogotá como el centro civilizador proporcionaba también un valor
de ―prestigio social‖ que se puede leer en el siguiente fragmento. ―Me acerqué a la falange
femenina con todo el ánimo que me inspiraba el haber llegado de Bogotá, grande recomendación en
las provincias, y en la persuasión de ser bien recibido como pariente‖ (Acosta, 1867: 48).
541
383Siguiendo las observaciones del historiador Félix Martínez, para el siglo XIX la mayoría de
viajeros colombianos visitaban la ciudad de París, considerada la ―capital de la civilización y el
542
Disgustado, pero decidido a poner todos los medios que tenia a su alcance para
hacer olvidar su origen, partió para Europa y permaneció algunos años en París.
Sin relaciones ni posición, se entrego a los vicios y acabo de corromper el escaso
corazón con que la naturaleza lo había dotado. Alimentando su espíritu con la
lectura de obras escépticas como las que entonces estaban de moda, imitaciones de
los nuevos sistemas filosóficos de la moderna Alemania, el joven americano se
convirtió en un materialista sin ningún sentimiento de virtud. (Acosta; 1867: 52)
Resuelto a crearse una carrera brillante en su país, volvió con mil proyectos
ambiciosos, y muy pronto se hicieron notar sus artículos en los periódicos de uno y
otro partido. Poseía una memoria muy feliz, una instrucción regular y cierta
elocuencia irónica, aunque superficial, con que se engaña fácilmente. Se firmaba B.
de Miraflores, y decían que en París había pasado por barón. Hablaba francés e
progreso‖, la ―ciudad deseada‖, con el objetivo no solo de educarse, sino de extraer una imagen
estética de ciudad, una experiencia urbana que luego pudieran narrar en sus textos y además
comparar y proyectar con su lugar de origen, Bogotá. Esa ciudad natal que a su retorno impacta al
viajero en lo estético y moral, una Bogotá que se hace necesario rehacer al modelo de París.
Aunque, París también representaría ampliamente la ―inmoralidad‖, la ―ciudad del placer‖, para
―Tocqueville, las ciudades, y en particular París, sintetizaban el caos, la sangre y el posicionamiento
de las ideas socialistas‖ (Martínez, 2013: 21). El historiador Frederic Martínez señala que para
algunas elites colombianas, Francia encarnaba ―la quintaesencia del mal europeo y el arquetipo de
la corrupción social y moral. En 1861 Nicolas Tanco denuncia desde París la influencia destructora
de los utopistas, -Fourier, Saint-Simon, Cabet- como absurdos e ineficaces, y de los socialistas –
Proudhon, Leroux-, quienes hacen de Francia un país, perpetuamente amenazado por los crímenes
del socialismo bárbaro.‖(2001: 438). Este autor menciona a Soledad Acosta como una figura
promotora de la retorica de la Regeneración ―Incansable publicista conservadora […] sobresale por
su ferviente defensa de la hispanización de la cultura colombiana en contra de la nefasta influencia
de Francia‖ (2001.450).
543
Se alió con los hombres más corrompidos de uno y otro partido y logró por medio
de intrigas formarse cierta reputación entre los escritores públicos del país. Su
pluma siempre estaba al servicio de los que gobernaban: con los conservadores,
llamados entonces retrógrados, era partidario del orden absoluto; hablaba con
elocuencia de las garantías individuales y del ejército permanente; se mostraba
partidario de la pena de muerte y vilipendiaba la libertad de imprenta. Con los
llamados progresistas, peroraba sobre la necesidad de la libertad del pensamiento y
de la democracia pura; se enternecía al hablar de la causa sagrada del pueblo
soberano y del sufragio universal. (Acosta, 1867: 53-54)
Esta cita señala al personaje de Basilio como un sujeto sin una visión política clara,
que se organizaba de acuerdo a los intereses del gobierno de turno y quien podía
ser reconocido como una persona incorrecta y con falta de ética respecto a sus
ideas y posturas dado que para la segunda mitad de siglo ya se habían asumido
con claridad las diferencias y los principios de uno y otro partido y de sus
defensores en el escenario político. Sin embargo, aun no se permite en ningún
momento que la voz narrativa incluya la visión de lo Otro.
544
384 Según Gayatri Spivak en su texto titulado ¿puede hablar el subalterno? La autora indica que no
es posible, precisamente porque si habla dejaría de perder tal condición. Esta afirmación no ha sido
del todo compartida en especial por el historiador Mauricio Archila quien sostiene que el
subalterno nunca pierde su voz y que de ahí sea tan importante la pregunta trazada en varias
investigaciones por Silvia Rivera Cusicanqui de la siguiente manera ¿el problema no es si habla o
no habla el subalterno, el problema es si este es escuchado? Planteado este tema de otra manera,
para el autor Homi Bhabha el interés por el uso del lenguaje y la imagen del Otro es un punto
central ―El otro no está nunca afuera o más allá de nosotros; emerge necesariamente en el discurso
cultural, cuando pensamos que hablamos más íntimamente y autóctonamente ―entre nosotros‖
(1990: 216) Propósito que lo relaciona con Michel de Certeau en el sentido de interpretar al Otro que
está ahí, que actúa y provoca la escritura.
385 Las tácticas son acciones ―calculadas‖ que no posen un lugar propio, su único lugar es el del
―Otro‖ en el cual los sujetos aprenden a movilizarse bajo el dominio de quien impone el control,
estas acciones se desprenden desde abajo a diferencia de las Estrategias que tienen un lugar propio
en el cual se ejercen practicas y discursos a través de centros de poder y agentes letrados. (De
Certeau, 1996: 42).
545
Entonces, la pregunta ahora es ¿Cual era esa lepra que estaba consumiendo la
posibilidad de construir nación? según Magdalena García Pinto, el problema de la
enfermedad en Dolores obedece a un producto de sangre contamina de herencia
paterna, ya que en la novela su padre también padecía aquella enfermedad, por
esta razón la protagonista lo asume como una condena genética y social, busca el
refugio y el aislamiento ante la sociedad y en estado de delirio crítica y pone a
prueba la existencia de Dios, el amor y la eventualidad del suicidio. Esta autora
aclara que ―Aunque la lepra no es una enfermedad hereditaria y su contagio solo
se produce por contacto directo con el enfermo, la novela asume que es un defecto
de la herencia‖ (2005: 310).
Por otro lado, la autora Nina M. Scott (2005:463) retoma a partir de varios autores
el camino histórico de la enfermedad y revela como ha sido una particularidad en
la escritura Latinoamérica del siglo XIX que los personajes femeninos se enfermen;
además precisa en Dolores características del porque Acosta escogió este malestar
para su protagonista argumentando que es una enfermedad endémica en
Colombia; también dice que a pesar de contraer Dolores este mal se establece una
distinción social y termina planteando la relación entre enfermedad y escritura
observada al final cuando más se apropia la protagonista de la palabra.
546
Abril de 1845
«…¡Dios, la religión, la vida futura! ¡Cuestiones insondables! ¡Terribles vacilaciones
de mi alma! ¡Si mi mal fuera solamente físico, si tuviera solamente enfermo el
cuerpo! Pero cambia la naturaleza del carácter y cada día siento que me vuelvo
cruel como una fiera de estos montés, fría y dura ante la humanidad como las
piedras de la quebrada. […] Otras veces mi alma se rebela, no puede creer en que
un Dios bueno me haga sufrir tanto, y en mi rebeldía niego su existencia:
después…me humillo, me prosterno y caigo en una adoración sin fin ante el Ser
Supremo. (Acosta, 1867: 98)
Y continúa:
Marzo de 1846
A veces me propongo estudiar, leer, aprender para hacer algo, dedicarme al trabajo
intelectual y olvidar así mi situación: procuro huir de mi misma, pero siempre,
siempre el pensamiento me persigue, y como dice un autor francés: Le chagrín
monte en croupe et galope avec moi‖. (Acosta, 1867: 99)
547
Conclusiones
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550
MEMORIAS Y MEMORIA
HISTÓRICA. ESTRATEGIA DE
RESCATE Y PRESERVACIÓN DEL
PATRIMONIO LITERARIO
551
386 ―A finales de 1889 empezarán a publicarse, por entregas, las Memorias de Sebastián Lerdo de Tejada
en el periódico El Mundo, de Laredo, Texas, y circularán profusamente en el norte de México. El
Mundo publicará de inmediato las entregas juntas como libro (1890, Laredo, Tipografía de El
Mundo)‖, (Lujambio en Carrillo: 2011, 21).
387 Memorias del marqués de San Basilio. San Francisco: [The International Publishing Co.] 1897.
552
Las dos obras que planteo analizar no son propiamente unas memorias, sino que
agregan un grado más de hibridación e indeterminación genérica a las ya de por sí
diluidas fronteras del género autobiográfico, dado que el principal pacto que
delimitó teóricamente Philipphe Lejeune es violado con conocimiento de causa: no
hay una referencialidad directa entre autor y contenido, la primera persona en este
caso es suplantada, se ve despojada de su identidad enunciativa y discursiva para
abrir las posibilidades expresivas del género de las Memorias, al tiempo que se
hace una crítica política con el fin de minar la reputación de los principales actores
del régimen del Porfiriato. Adolfo Carrillo se revela posteriormente como el
memorialista que hace circular las contramemorias de dos actores políticos
representativos para el contexto mexicano finisecular: Jorge Carmona, el marqués
de san Basilio, y el ex presidente Sebastián Lerdo de Tejada; uno de los objetivos
del autor era contar otras versiones de la historia oficial avalada por el régimen de
Porfirio Díaz a partir de impostar la voz de un escandaloso aliado, Carmona, y de
un incómodo antecesor, Lerdo de Tejada, tanto en el plano del discurso cuanto en
el de la enunciación.
Para las últimas dos décadas del siglo xix en México es posible hablar de una fuerte
tradición del género de las memorias, como herencia del contacto de tradiciones
literarias como la francesa; contexto por el que se crean obras que se alejan del
pacto de verosimilitud a partir de un uso específico de la ficción que transgrede los
acuerdos de construcción del género. Por ejemplo, el caso de Carmen (1882) de
Pedro Castera, cuyo subtítulo: Memorias de un corazón, con que la obra circuló
contextualmente da cuenta de este uso del género de las memorias desde un
préstamo discursivo para revestirlo completamente de ficción narrativa; sin
embargo, Carmen no entra dentro de la propuesta de contramemorias sino que
demuestra el auge y al mismo tiempo las licencias por las que el género se va
desgastando hasta flexibilizar sus límites, de acuerdo con Tynianov y retomando
también la propuesta del crítico Manuel Alberca, quienhabla de la construcción de
un pacto ambiguoentre la ficción y la verosimilitud en la expresión moderna del
género autobiográfico.
José Negrete, otro escritor desconocido, quien fuera amigo, compañero periodista e
importante influencia para el autor que nos ocupa, Adolfo Carrillo, publicó dos
ejercicios de contramemorias: Memorias de Paulina (1874) y Memorias de Merolico
(1880), ambos personajes de ficción que transgreden pactos sociales; en el primero,
aparece una prostituta que escandaliza a la sociedad decimonónica y que no recibe
condena ni siente ningún peso por lo que hace, y en el segundo, se presenta una
crítica paródica a la oficialidad de la medicina como disciplina científica gracias a
los desfiguros del personaje principal, joven médico estafador, lo que resulta
también en una parodia de la novela fantástica y de aventuras. El sentido de
lascontramemorias es su activación como acto de habla performativo que busca la
confrontación o la respuesta paródica de un género y de ciertos pactos sociales
vigentes, es decir, lascontramemorias, desde esta propuesta, buscan la crítica y la
apertura al cuestionamiento del sistema de valores vigente en la época.
fuerzas republicanas y más tarde se une al Imperio. Protagonista de varios episodios legendarios.
Casa con Dolores Arriaga viuda de Béistegui, con quien procrea un hijo: Emilio Jorge Carmona
Arriaga. Reside varios años en Francia, donde adquiere notoriedad, obtiene un título nobiliario y
pierde a su esposa, quedando como heredero de una parte de su fortuna. Temporalmente funge
como su apoderado legal en el juicio sucesorio el licenciado Diego Falgar, quien reclama en su
nombre el albaceazgo de la herencia. Gana en París una demanda judicial por difamación y retorna
a México, donde se ve envuelto en litigios de diversa índole. A los sesenta años de edad, muere de
un ataque cerebral, siendo diputado por Zacatecas y socio de su hijastro Manuel Béistegui Arriaga.
Tuvo varios hijos fuera del matrimonio, cuatro de ellos con María Matiana Zubieta‖ (Canales, 313).
390 Los medios generadores de cierto tipo de discurso también condicionan la enunciación
Lerdo era una figura pública que significaba el recuerdo de una época de
instauración de leyes que buscaban restaurar el pacto democrático y la jurisdicción
del Estado en México, así como la memoria viva de los mecanismos de despojo y
violencia del poder, por los que Díaz había tomado la presidencia. Esa es la
situación que Carrillo propone testimoniar desde la parodia histórica de la voz de
Lerdo, que denuncia en la ficción de sus memorias las alianzas, traiciones e
hipocresías de los hombres que lo rodeaban y que después le dieron la espalda, a
raíz del encumbramiento de la nueva efigie nacional, Díaz, el llamado por la voz
de Lerdo-Carrillo ―zar zapoteco‖, en atención a una parodia dictatorial y a
enfatizar sus rasgos indígenas.
hacia el otro, hacia el desfavorecido, en este caso Lerdo de Tejada, silenciado por el
régimen de Díaz, que intentaba encumbrarlo en la distancia oportuna que al
mismo tiempo representaba una incapacidad de acción, discursiva y real, por la
decisión geopolítica de autoexiliarse en Nueva York.
Díaz es, en los falsos recuerdos de Lerdo, un hombre que usa todas las estrategias
inmorales y de poca reputación para legitimarse en el poder: asesinar inocentes,
llorar para templar la ocasión, desposar a una jovencita hija de su otrora acérrimo
enemigo y ahora compadre y suegro político, comprar y vender favores. Es decir,
las estrategias que desprestigian a cualquier personaje público, con mayor razón al
presidente de una república democrática en ese entonces (y tal vez ahora)
claramente simulada, a partir de la degradación de la reputación del hombre más
público de México en el contexto finisecular.
Uno de los elementos que utilizó a su favor con mayor fuerza Carrillo en las
Memorias de Sebastián Lerdo de Tejadafue su intención de transgredir por el
escándalo a la peculiar pareja presidencial, Porfirio Díaz y Carmelita Romero
Rubio, puesto que la estrecha relación de padrinazgo que el impostado Lerdo
mantenía con la primera dama (en el referente verosímil) lo favorecía. De acuerdo
con Thomspon en El escándalo político la rigidez de la fuerza moral de ciertas
coyunturas políticas favorece la profusión del escándalo (40), si no hubiera un
sistema de valores sólido y rígido que intenta instaurarse, el escándalo sería
mediado. En ese sentido, el contexto finisecular y la rigidez de valores morales
impuesta por la pareja presidencial favorecía el clima de subversión por el
escándalo, y la incomodidad moral se hizo sentir por medio de varios movimientos
de censura y represión hacia periodistas y escritores. Uno de los casos más famosos
es la censura que recibió el artista mexicana decimonónico José Juan Tablada por la
publicación de su poema ―Misa negra‖, represión que se ha señalado
tradicionalmente dictada por Carmelita Romero Rubio de Díaz, directamente.
En esta coyuntura, las varias cartas que dirige Carmelita a su padrino Lerdo de
Tejada en las contramemorias, y que Carrillo incluye como capítulos, van
encaminadas a la polémica y al escándalo, a desestabilizar el silenciamiento
discursivo de una mujer privada y pública que se va a atrever a hablar de la parte
más íntima de Díaz; en ellas Carmen cuenta su noviazgo con José Negrete, en el
que deja ver un enlace amoroso y cifra su posterior matrimonio con Porfirio
Díazcomo una decisión política y distanciada de la esfera del amor y la pasión:
En el proceso por el que se conforma la esfera pública, sus reglas y pactos con el
poder mediático, se da una opresión a la libertad expresiva en diversos medios de
producción, lo que provoca un movimiento de estiramiento subversivo de la
misma expresión para confrontar y desestabilizar una paz simulada y simbólica
como la del Porfiriato, por medio de la crítica directa a una ficción de la vida
privada del presidente dictador en la propuesta desestabilizadora de Adolfo
Carrillo.
391El Correo del Lunes, semanario, tuvo como su director en su segunda época (1882-1885) a Adolfo
Carrillo. Antes había pertenecido a José Negrete, amigo e influencia literaria fundamental en
Carrillo, y fue, en los dos momentos que circuló un periódico de oposición que se metía con la vida
privada de los hombres más públicos de la esfera política con el fin de denunciar y escandalizar a la
sociedad de su época (Olea, 301).
559
Voy a llegar al punto más escabroso de estas Memorias, y será necesario, antes de
proseguir adelante, el refutar en unas cuantas líneas la infame y vil calumnia que
ulteriormente acaparó mi existencia. No niego que hubo extraordinarias
coincidencias en mi contra que dieron pábulo a la maledicencia, pero una o muchas
coincidencias no constituyen la culpabilidad. Mis enemigos, y principalmente los
envidiosos, se preguntaban unos a los otros señalándome con el dedo: -―¿A quién
aprovecha el crimen?‖ Aludían a mi matrimonio con la opulenta señora Bestiahago
y al nefando crimen del asesinato de Bola Dura. Ese aforismo de jurisprudencia
penal no es infalible, y puedo citar casos extractados de las Causas célebres de Europa
y América en los que el crimen ha beneficiado al inocente. Puede haber regla
cuando hay excepción, pero cuando hay muchas cesa de ser regla y se convierte en
una hipótesis más o menos plausible. (133-134).
Conclusiones
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563
antes del golpe militar, el nombre de ―Carlos Wieder‖, el infiltrante militar quien
se ocupó de desmantelar a los grupos marxistas a los que pertenece el narrador y
sus compañeros, y por último, la duda del tiempo.La incertidumbre en el aspecto
temporal nos representa uno de los síntomas de una ciudad enferma, una ciudad
que trabaja a partir de un olvido. El olvido, obliga al narrador a crear una narrativa
fragmentada, nutriéndola de lo que escucha ya que su propia mirada ante los
eventos no es confiable ya que la misma nos expresa que su relato se va a nutrir,
básicamente, de conjeturas.
Pero no son solo las conjeturas lo que arman la narración, Rimmon-Kenan, nos
explica que la ficción narrativa implica dos cosas: la naturaleza verbal de la
comunicación y la representación de un suceso de eventos. La comunicación por el
cual se nos presenta el suceso de eventos es por la voz a quien no podemos
adjudicarle un nombre. Pero esta voz recibe su información por otro medio:
Bibiano, el mejor amigo. En otras palabras, los eventos que se están llevando a cabo
en el Chile están siendo armados por dos voces, el que pasa la información de lo
que jura ver, Bibiano, y la voz que nos narra lo que escucha a pesar que el mismo
reconocer que su narrativa no es confiable. Hay que tomar en consideración que a
pesar que desde el inicio se ve la fragmentación por parte de la voz narrativa esto
se debe a que es un relato que se da desde el presente hacia un pasado. Un
presente que ha sido afectado por una memoria que no obtuvo suficiente
información como para llevar a cabo una narración coherente y segura sobre lo
ocurrido. Entonces, ha de recurrir agentes externos para poder atar los cabos
perdidos y es aquí donde podemos introducir la memoria y el olvido como
síntomas que fragmentan la narración como consecuencias de la dictadura.
La primera vez que vi a Carlos Wieder fue en el 1971 o tal vez en 1972. […] Lo que
siguió a continuación es difícil de explicar (aunque en esta historia todo es difícil de
explicar) […] Corría el año 1974, si la memoria no me engaña. […] Se dice […] Se
dice […], pero yo me entere por una carta de Bibiano […] A partir de esa noche las
noticias sobre Carlos Wieder son confusas, contradictorias […] (13,47, 53, 67, 88,
103).
afectado una vez por dos o varios cuerpos simultáneamente, en cuanto el alma
imagine más tarde uno de los dos, se acordara también del otro‖ (21).
Bolaño, nos presenta este cambio en el mundo artístico a partir de los espacios de
creación literaria que, con la ocupación militar, son erradicados. La voz que nos
narra la novela, a quien nunca se le da nombre, es un joven marxista que asiste a
dos grupos de creación literaria: el taller de escritura Soto y el de Diego Soto,
donde se encuentran para recitar sus poemas. Es precisamente en este espacio de
creación donde encontramos uno de los elementos del golpe de estado ante la
erradicación de los grupos marxista presentados en la novela como ―Carlos
Wieder‖, quien se presenta ante ellos como Ruiz-Tagle para poder infiltrar los
espacios a ser destruidos.
[…] Hay que hacer una cirugía, hablan todos con términos de enfermedad, la
sociedad está enferma, hay que erradicar el tumo, y el tumor ¿Quiénes eran?, todas
esas personas que no estaban de acuerdo, o no tenían el mismo discurso ni la
misma manera de pensar o sentir de los que estaban en el gobierno (Hernán, 144).
Otro caso, son los cuerpos de las hermanas Garmendia. Las hermanas eran una
representación de los movimientos marxistas de Chile, la poesía Marxista.
Buscando huir del chaos que se estaba dando en la universidad, estas se van a vivir
con su tía donde el narrador crea la imagen del asesinato de ellas por parte de
Wieder: ―Tuvo que ser así‖ (Bolaño, 29), la conjetura de un evento que no podrá
ser probado. A partir del cuerpo de ellas que será castigado por sus ideologías es
que nace la nueva poética de Chile. El mismo castigo que se enfrentan los cuerpos
de Soto y Stein: ambos pierden sus talleres literarios y se ven obligados abandonar
el país. Los literatos se dividen en dos, en el huir de Chile o hacer frente a la
dictadura. Soto, quien huyendo de la dictadura termina en Europa donde es
asesinado por las cuchillas de unos jóvenes al buscar defender al pobre cuerpo que
estos pateaban dentro de un bulto, o Stein quien es, según lo encontrado por
Bibiano, un cuerpo desaparecido que pudo haber tenido dos finales: militante en
contra de la dictadura o un tal Juan Stein quien huyo también de Chile. Ambos
Soto y Stein son una representación de los cuerpos que, al no volver en dóciles han
de ser aniquilados: ―Es dócil un cuerpo que puede ser sometido, que puede ser
utilizado, que puede ser transformado y perfeccionado‖ (Foucault, Vigilar y
castigar, 140). A falta de poder ser transformada las mentes de las hermanas, Soto y
Stein lo que les sigue es la masacre por parte del poder (como aconteció con las
hermanas Garmendia que las encontraron muertas en la casa de la tía) oel exilio,
que te puede llevar a otra ciudad, con otra enfermedad, y la muerte. Quedarse no
es una opción, porque conlleva el castigo en el encarcelamiento de la ciudad. Para
estos cuerpos, la ciudad se vuelve la cárcel que estipula Foucault:
Tomando así por entendido que la ciudad que parte del golpe militar será
moldeada a partir de una ideología que permita presentar como anormal aquello
que se salga de la norma de las nuevas leyes que se van a ir implementando en el
momento. El cuerpo junto a la memoria trabajan a partir de un no ser. No hay
567
memoria presente para escribir lo que está aconteciendo, por ende se busca un
agente externo que nutra la memoria y se escribe desde un olvido. Por otro lado, si
hay cuerpos que pueden ser castigados a través de la creación de unas nuevas
leyes y un sometimiento por parte del golpe militar que lleva al desplazamiento de
la temporalidad. Volvemos entonces al juego con el concepto del tiempo y la
necesidad de crear un cierre al régimen de terror, la duda del presente.
Luego de haber hecho un recorrido por el pasado en la novela nos movemos hacia
el presente donde el narrador es contactado por Romero. Romero, siendo pagado
por una fuente que nunca conocemos, busca al narrador para que lo ayude
encontrar a Wieder para matarlo. Es a partir de esta última narrativa sobre el
encuentro del personaje con Wieder que descubrimos el desdoblamiento en la
obra. La duda ante el otro es lo que proporciona, durante la obra, la fragmentación
sobre el espacio del tiempo y la ciudad de Chile. Pero, en las afueras Chile, una vez
se encuentra con Weider, la duda del tiempo y lo acontecido se desplaza para
entrar a un momento de realización: ―Tenía la cara de los tipos que saben esperar
sin perder los nervios o ponerse a soñar, desbocados. No parecía un poeta. No
parecía un ex oficial de las Fuerzas Aéreas Chilena. No parecía un asesino de
leyenda‖ (Bolaño, 153). En las afueras de Chile, el causante del terror, el símbolo de
la dictadura, una vez visto fuera de Chile y años luego de la dictadura, carece de
fuerza una vez sacado del sistema opresivo carcelario. En las afueras de un posible
régimen de terror, el posible Wieder toma aspecto humano y comienza a carecer su
ficción. Esto nos lleva a concluir que es en el espacio de la dictadura, y por medio
de fuentes externas, que un cuerpo militante puede tomar un aspecto tan sombrío
como el que había presentado el narrador sobre Wieder en la novela.
Bibliografía
Bianchi, Soledad. ―La imagen de la ciudad en la poesía chilena reciente‖ Revista Chilena de
Literatura. (1987). 171-187.
Errázuriz, Luis Hernán. "Dictadura Militar en Chile: Antecedentes del golpe estético-
cultural." Latin America Reaserch Review (2009): 136-157.
Foucault, Michel. Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. México D.F.: Siglo veintiuno,
2003.
García, José. "Sobre la competencia del narrador en la ficción" Atlantis (1997): 77-101
Historia abscóndita.-Todo gran hombre posee fuerza retroactiva: por él vuelve a ponerse toda la
historia en la balanza y salen de su escondrijo mil secretos del pasado para que su sol les ilumine.
No es enteramente posible adivinar todo lo que será aún la historia. Tal vez lo pasado permanece
aún inexplorado. Se necesitan todavía muchas fuerzas retrospectivas.
-Friedrich Nietzsche- (La Gaya ciencia)
Cada época tiene su historia, porque cada nuevo evento transforma la visión de lo
ya contado.En otras palabras, los nuevos hechos, sumados al dialogo con visiones
del pasado, actualizan nuestra visión de la historia y nos permiten entender
asuntos que sólo cobran sentido si son articulados en un discurso y en un relato.
Evidentemente estas relaciones no se basan solamente en las relaciones de causa y
consecuencia que sustentan una visión caduca de la ciencia, más bien se basan en
una lógica que puede ser pensada como una red, o, como Walter Benjamin lo
proponía en Tesis de la filosofía de la historia, constelaciones en las que cada nuevo
hecho reconfigura las relaciones y el valor de todos los hechos anteriores. Este
pensamiento desafía la visión de la historia positivista moderna, la cual, además de
la pretensión de un conocimiento científico y sistemático de la historia, ignora la
posición misma del historiador en la construcción del discurso historiográfico,
además de poner un cuestionable énfasis en la noción de progreso.
La ficción, igualmente, toma los métodos del estudio histórico, pero en un sentido
distinto. Este es el caso de Respiración Artificial de Ricardo Piglia, novela en la que
los límites entre la historia y literatura se ponen a prueba, al hacer una
transposición de las técnicas históricas en el relato literario con una intención
crítica y, podríamos decir, lúdica.
Esta novela es publicada en 1980, en medio de uno de los periodos más violentos
de la Argentina. En ella encontramos un contra-relato de la historia oficial, que se
presenta en oposición a lo que los diarios, los medios oficiales y la misma
dictadura difundían por aquellos tiempos. A pesar de las duras medidas de
censura que la dictadura militar aplicaba en ese entonces, logró pasar todos los
censores que emitían juicios sobre aquellos discursos que podían ir en contra de los
intereses de ―La junta militar‖. Para el autor de la novela, la literatura es un espacio
de confrontación, capaz de reconfiguran realidades y de poner en tela de juicio los
relatos que aparecen como grandes paradigmas de la vida de un pueblo, pero que
esconden, en muchas ocasiones, situaciones dolorosas, injusticias, mentiras y
manipulaciones.La orientación de lo histórico y de lo literario, en ese sentido,
posee una fuerte carga ética. Aquellos discursos hegemónicos son develados por la
escritura, que aparece como el acto fundamental ideológico y por el ejercicio crítico
y meticuloso.
letras o la literatura, más bien disfrazauna verdad que permanece oculta ante los
ojos de la opinión pública pero que sólo puede ser dicha de tal manera que el
receptor del mensaje (un receptor con la competencia descifradora e interpretativa,
por ser no solo lector sino crítico) lo decodifique.
Antes de comenzar vale la pena hacer un pequeño recuento de esta novela, la cual
se divide en dos partes.
En la primera parte, Emilio Renzi un escritor de Buenos Aires ha hecho una novela
basada en un viejo secreto familiar: su tío Marcelo Maggi, profesor de historia,
abandonó a su esposa años atrás para irse con otra mujer, posteriormente, su
esposa lo acusaría de robo y sería encarcelado. Al principio de la novela, Marcelo
decide ponerse en contacto con el joven escritor para aclararle algunas cosas sobre
lo que realmente pasó y además contarle el porqué de su exilio en la provincia. De
esta forma, la historia de la argentina se va entrecruzando con la historia de
Marcelo y con la genealogía familiar de su ex esposa. La intriga familiar será
fundamental para entender la historia de la Argentina, país en el cual las
oligarquías y las dictaduras militares se disputaron el poder. En la segunda parte,
Emilio Rienzi viaja a la provincia a encontrarse con su tío. Aquí aparecen
personajes importantes como Tardewski,quien guía a Emilio por una serie de
lugares en los cuales se encuentran con personajes con los cuales Emilio tiene
acaloradas discusiones sobre la historia literaria y el desarrollo de la vida
intelectualde la Argentina. Además conocemos la historia de Tardewski, un polaco
que fue alumno del filósofo Ludwig Wittgesteiny que por cosas del azar terminó
viajando al país del sur. Sus teorías sobre la relación entre la obra de Kafka y el
holocausto Nazi cierran el libro.
573
―We had the experience but missed the meaning, an approach to the meaning
restores the experience‖.(7)
como Tardewski -un polaco exiliado-, Tokray- un hijo de un noble ruso- o Maier –
un nazi alemán-. Estos personajes representan visiones e idiosincrasias que
terminaron amalgamándose en la cultura Argentina y que terminan configurando
una identidad que no aparece del todo clara. Por eso el lector se encuentra con las
largas discusiones sobre la historia de la literatura y de las ideas, de la construcción
de una vida cultural nacional en la cual es imposible la defensa de lo puro y hay
una visión de la Argentina que se sustenta en la idea de ―lo periférico‖. Edgardo
Bergen su artículo ―La búsqueda del archivo familiar: Notas de lectura sobre
Respiración artificial‖ menciona:―El debate de lo propio y de lo ajeno; además en
tanto defensa del plagio, se sientan las bases de una posición ideológica: la
propiedad en literatura entendida como robo‖ (Berg, 118). No solo la historia de la
cultura argentina se presenta como una superposición de otras culturas, sino
también su literatura. Por eso la preocupación por saber si Borges es un escritor
europeo del siglo XIX o si RobertoArlt, por el hecho de ser hijo de inmigrantes y
un escritor que leía traducciones, es el primer escritor con rasgos modernos de la
Argentina.
Todos nos inventamos historias diversas (que en el fondo son siempre la misma),
para imaginar que nos ha pasado algo en la vida. Una historia o una serie de
historias inventadas que al final son lo único que realmente hemos vivido.
Historias que uno mismo se cuenta para imaginarse que tiene experiencias o que en
la vida nos ha sucedido algo que tiene sentido. Pero ¿quién puede asegurar que el
orden del relato es el orden de la vida? De esas ilusiones estamos hechos, querido
maestro, como usted sabe mejor que yo. (34)
No obstante, a medida que pasamos las hojas nos damos cuenta que la novela
también se presenta como una especie de instrucción histórica por parte de
Marcelo a su sobrino. Si bien el relato es un tejido discursivo que no concuerda con
la experiencia ―real‖, a medida que avanzamos nos vamos dando cuenta de que la
tesis que el autor plantea es que la comprensión del pasado ejerce una fuerza
profunda sobre el presente. La ―mirada histórica‖, como la llama Marcelo, tiene
que ver no solo con la comprensión del pasado, sino de lo que puede ocurrir en el
porvenir:
Los ecos y huellas de este trabajo escriturario, pueden encontrarse en los diversos
mecanismos del discurso doble: como la parodia, el pastiche satírico, la práctica de
la citación o la captura y estilización de ciertos códigos literarios. Como ejemplo,
puede recorrerse la práctica de la citación que se ejerce en la novela. Los modos de
esta práctica van desde la descontextualización y el montaje, la falsa atribución, a
procedimientos como la inversión y el desplazamiento propios de citas paródicas.
Algunos de los nombres propios y palabras privilegiadas en este ejercicio de
piratería verbal provienen de James Joyce, Walter Benjamin, Bertolt Brecht, Ludwig
Wittgestein, George Steiner, Roberto Arlt, o Jorge Luis Borges. (118)
objeto puede alterar los vínculos de sentido de los demás. Lo anterior se puede
trasladar a la historia, pues las relaciones entonces no se establecen necesariamente
de una manera sistemática o jerárquica, sino que el sentido es revelado o
interpretado a la luz de los nuevos hechos y de la conciencia del presente. No
obstante, como Benjaminlo expone en el noveno apartado de Tesis de la filosofía de la
historia, el pasado es algo que no se puede comprender del todo, el historiador sólo
trata de reconstruir las ruinas de eso que ya fue; atrás de él se encuentra el futuro
como algo aterrador:
De esta forma, lo que hace Piglia es muy ―benjaminiano: el juego de las citas
fraguadas, las referencias a grandes filósofos y literatos y la descontextualización
de las citas, nos brindan una interpretación del pasado que revela su condición
artificial, una que debe ser al menos puesta en tela de juicio por el lector. Para
desarticular los mecanismos de construcción histórica tradicionales, en la novela
tenemos múltiples perspectivas que nos dan visiones parcializadas de las cosas. El
narrador no es uno, todo lo contrario, que las cartas aparezcan como el dispositivo
articulador del relato significa, por un lado, que la escritura es el punto fuga de la
experiencia particular, y, por otro, los rastros de diferentes visiones de los hechos:
―¿Cómo descifrar entonces esas cartas? ¿De qué modo comprender lo que
anuncian? Están en clave: encierran mensajes secretos. Porque eso son las cartas
del porvenir: mensajes cifrados cuya clave nadie tiene‖ (97).
Las cartas refuerzan la idea de la historia como montaje. En las cartas encontramos
digresiones, vueltas al pasado e impresiones del futuro, cada una significa un
encuentro con un fragmento de ese enigma, que como lectores, debemos ir
descifrando. Otro asunto que resulta importante, es que en la segunda parte
encontramos una narración en estilo libre indirecto que indica que no hay un relato
de la historia, sino que la perspectiva subjetiva transforma la experiencia y el relato
mismo, multiplicando las narraciones. De esta forma, cada personaje hace un
nuevo relato con aquello que le han contado, para articularlo a su propia
perspectiva de las situaciones. Es común en la novela que Emilio cuente lo que
Tardewski le dijo quele sucedió a un amigo suyo:
Pero no era, dijo, sobre las leyes del azar que me interesa reflexionar, hoy, aquí, con
usted. A todos nos fascina pensar en las vidas que podíamos haber vivido y todos
tenemos nuestras encrucijadas edípicas (en el sentido griego y no vienés de la
palabra), nuestros momentos cruciales. A todos nos fascina, dijo, pensar en eso y a
algunos esa fascinación les cuesta cara. Por ejemplo, dijo, a un amigoese tipo de
fascinación le costó la vida. (203)
Ese es el comienzo de un nuevo relato en la novela. Uno que explora una situación
potencial Las citas y las referencias se vuelven parte constitutiva de los
dispositivos narrativos. Un texto cuya originalidad consiste en la organización del
relato de otro relato. De la posibilidad de estructurar saberes y discursos que no se
sustentan en los discursos hegemónicos, sino que aparecen como subversivos en
cuanto a que exploran otras posibilidades del pasado. Obviamente nos
encontramos con situaciones hipotéticas, citas y situaciones falsas, pero ello
también tiene que ver con exponer que los límites entre una supuesta historia
fáctica y la realidad es una ficción.
políticos que se imponen de forma arbitraria ante las voces de los que no son
escuchados o ―de los de abajo‖. De aquellos que no tienen voz y cuya historia es
aplastada por la maquinaria del discurso oficial. La conciencia histórica es un
deber del sujeto que quiere comprender su tiempo, esto es algo que tiene que ver
con un trabajo arduo, con la toma de conciencia y con un sentido crítico de los
acontecimientos. Por otra parte, el escritor de ficción también tiene un compromiso
con la verdad, y una gran voluntad para poder enfrentar y decir lo que se ha
ocultado a los ojos de todos, la literatura se vuelve un campo discursivo en el que
se sublevan los discursos hegemónicos. Piglia (1986) lo expone de la siguiente
forma:
Vemos así que para Piglia no hay diferencia como tal entre ―relato‖ y ―discurso‖,
pues para Piglia todas las teorías, los sistemas filosóficos e históricos se mueven
también dentro del ámbito de lo narrativo y pueden ser leídos de esa forma. De
esta manera, se señala la matriz artificial de los discursos históricos, filosóficos y
psicológicos. Lo anterior implica el establecimiento de nuevas posibilidades de leer
e interpretar lo discursivo.
Para cerrar el texto, señalaré algunos elementos importantes del tipo de lector que
plantea Respiración artificial. Para ello tomaré el concepto de ―lector implícito‖ de
Wolfang Iser. Este concepto, acuñado por el escritor alemán en El acto de leer,
permite asumir al lector textual como parte constitutiva de las estructuras del texto
literario, pero, a la vez, se remite a las posibles actualizaciones e interpretaciones
que sobre el texto se dan atendiendo a factores históricos, que se condicionan por
las perspectivas y los horizontes de expectativa de unos determinados lectores.
Comprendió de entrada dos cosas. Primero: que en el título de los libros y en los
libros mismos no podía estar la clave; era demasiado evidente. Segundo: que
trataban de distraerlo con esa historia. La clave estaba en otro lado. Las palabras
que iniciaban los párrafos tenían once letras, todas empezaban con una vocal
distinta. Las once letras marcaban el orden de las frases y daban el código que regía
el mensaje cifrado. Arocena trabajó con calma y una hora después había
reconstruido el texto oculto (101).
sociedades secretas y sus espías, con sus envidias, sus enemistades y sus robos.
(15)
Para concluir me gustaría recalcar que, al igual que en los escritos de Benjamin, en
Respiración Artificial la estructura de la narración se ve plagada de citas que son
transpuestas a diversos contextos, el discurso se presenta como un discurso que
puede ser interpretado de múltiples formas y aquella verdad que se presenta no se
hace de forma abierta. El peso de lo interpretable recae sobre el lector, allí reside en
realidad la conciencia crítica del pasado para poder pensar el presente y la
situación actual de aquellos que no tienen voz, así como un porvenir que no se vea
pervertido por la imposición de los grandes relatos hegemónicos. No nos pueden
imponer la historia: sólo mediante el ejercicio de la conciencia crítica podemos
descubrir aquellas verdades que no han salido a la luz, juzgar el presente y darnos
cuenta de la posibilidad de que la lucha por una situación distinta también se da en
el campo de lo discursivo.
Bibliografía
Berg, Edgardo. La búsqueda del archivo familiar: Notas de lectura sobre ―Respiración artificial‖ de
Ricardo Piglia. En ―Itinerarios entre la ficción y la historia‖. Ed. Latinoamericano. Colección
Temas, (n.f)
Aridjis, Vigilia del Almirante (1992) de Augusto Roa Bastos y El rostro oculto del
Almirante (1996) de José Rodolfo Mendoza.
Cabe preguntarse, entonces, si las decenas de textos históricos que abordan la vida
u obra del Almirante o los centenares de textos y documentos en los que se refiere
su nombre incluso estando él vivono permiten tener una idea cabal de él.No basta
con que la historia misma del Almirante tenga grandes huecos y que hayan sido
cubiertos con leyendas, como lo señala Jaques Heers en el proemio a su Cristóbal
Colón?:
Estas preguntas sin duda remiten a otra: ¿el Almirante es también un símbolo
cargado ideológicamente? Esto es, ¿las representaciones ficcionales constituyen
más bien una mera proyección de las creencias políticas del escritor amparado por
los fueros de la ficción? Sin duda alguna, las constantes elecciones que implica la
construcción global del personaje lo indican claramente. Y con otros matices, lo
mismo sucede en la historia.
Para pensar en una respuesta a las preguntas formuladas es claro que al recurrir a
este personaje los novelistas sustentan la necesidad de repensar la historia a través
de la ficción, pero no dirigen su escritura mediante un programa epistemológico
orientado a la explicación el cual exige, entre otras cosas, proponer una
representación del pasado probada con documentos. Es claro que no pretenden ―la
representación presente de las cosas ausentes del pasado‖ (Ricoeur, 1994, p.178),
sino una representación imaginativa de las cosas ausentes del pasado.
Veamos las respuestas de los novelistas que estudiamos a las pregunta, que pese a
las diferencias, van en el mismo sentido. Para este propósito fue oportuno
explorarlas incluso más allá de los paratextos. Se advierte que el factor común es el
compromiso. Los escritores se sienten vinculados con causas políticas americanas
que pueden ser consideradas como izquierda de matices diversos. Resumida en
trazos muy gruesos el intento de esta posición es forjar una conciencia histórica y
favorecer la identidad cultural de los lectores latinoamericanos. Los novelistas
emprenden, entonces, la ficcionalización de la historia para arremeter contra
formas de pensamiento que proporcionan una versión de Colón sin el sustento
documental pertinente y al mismo tiempo esta falta de solidez permite proyectar
valores censurables radicados de una mentalidad que podría resumirse de derecha
y que soslaya de u modo u otro la ―destrucción de las Indias‖, como diría Las
Casas. Así, la idea que prima en estos novelistas al abordar al Almirante es la de
desenmascarar al Colón que emerge de tal género de discursos y proponer una
versión encaminada a mostrar o apuntalar su ―verdadero ser‖ a través de la
representación ficcional ¿Vendría al caso introducir aquí el concepto de verosímil y
pensar que a través de la ficcionalización de Colón subyace la idea de proporcionar
una imagen del Almirante más apegada a la que proporcionan los documentos o
las interpretaciones históricas más recientes más sólidas.
585
Cabe preguntarse, por otro lado, si el mundo de las posibilidades está abierto en la
ficción, ¿no valdría lo mismo la propuestala imagen de Colón como un héroe
enviado por la providencia para predicar el Evangelio y que cuenta con virtudes,
586
como lo proponía Claudel? Para Carpentier no. Hay incluso una especie de verdad
ficcional en su novela que nace del rechazo a la propuesta de Colón de Claudel
porque, además, ―está en su poder [del novelista] de ser juez de la historia‖ desde
el poder y perspectiva de lo posible, por supuesto.Y esto es así porque para el
cubano el novelista latinoamericano se halla―políticamente comprometido por la
fuerza de las circunstancias, no puede darle la espalda a la historia‖ (1990, pp. 246-
247). Así, no duda en describir a Colón con las tintas contrarias a las de Claudel,
León Bloy y Roselly des Lorgues o a los papas que querían canonizar al Almirante,
sin simplificar por completo la riqueza de la figura de Colón pues en todo
momento lo describe como un embaucador:
En estas novelas [se refiere a su trilogía de novelas que tocan personajes históricos]
ingresa el tema de los histórico de una forma muy especial. Yo no me propuse
escribir una novela histórica de ninguna manera. Voy más allá de la historia, a la
metahistoria si quieres, para comprender nuestra época, para comprender nuestra
raíz, nuestra ruptura, nuestra adolescencia eterna (1989, p. 500).
En fin, lejanos están los procedimientos del novelista que investigó algunos años
sobre la vida del Almirante para asir su personaje del de Margarita Yourcenar, por
ejemplo, en cuyos ―Cuadernos de notas‖ señala que cuando trata de entrar y
reconstruir el mundo de Adriano a través de sus lecturas y esfuerzo imaginativo:
587
Tratar de leer un texto del siglo II con los ojos, el alma y los sentimientos del siglo
II; bañarlo en esa agua-madre que son los hechos contemporáneos; separar, si es
posible, todas las ideas, todos los sentimientos acumulados en estratos sucesivos
entre aquellas gentes y nosotros [...] deshacerse de las sombras que se llevan con
uno mismo, impedir que el vaho de un aliento empañe la superficie del espejo;
atender sólo a lo más duradero, a lo más esencial que hay en nosotros, en las
emociones de los sentidos o en las operaciones del espíritu, como punto de
contacto con esos hombres que, como nosotros, comieron aceitunas, bebieron vino,
se embadurnaron los dedos de miel, lucharon contra el viento despiadado y la
lluvia enceguecedora y buscaron en verano la sombra de un plátano y gozaron,
pensaron, envejecieron y murieron (1981, p. 347).
Cómo plantear, pues, el diálogo de la historia con las tres novelas que
consideramos. Desde Aristóteles se ha afirmado que la ficción se escribe para abrir
posibilidades a la interpretación de la praxis humana. Esto significa, dice Ricoeur,
que la ficción no intenta describir el mundo sino re-describirlo, reconfigurarlo,
para tener la perspectiva de lo posible, para no cerrarse ante lo factual y su
inmediatez. Pero, ¿qué significa lo posible? ¿Hacia dónde apunta esta idea? O,
más aún, por qué los diferentes mundos posibles se oponen y de alguna manera
se contradicen con el argumento de que hay ciertas visiones erróneas o imposibles
o inverosímiles porque no corresponde a la realidad.
En principio es preciso recordar que las novelas sobre Colón no son creación pura
pues el personaje principal existió, aunque la ficción tiene sus fueros. Esto significa,
en principio, que la construcción de Colón se hace a través de la mediación de
otros textos o discursos que en una sociedad dada se considera que refieren o
conocen la realidad.
Bibliografía
García Pinto, M. (1989), ―Entrevista con Abel Posse‖, en Revista Iberomericana 55 (146-147)
1989, pp. 493-506.
Posse, A. (1989). Los perros del Paraíso. La Habana: Editorial Arte y Literatura.
Este trabajo tiene que ver, de principio a fin, con el sufrimiento. Sin embargo, a
diferencia del epígrafe citado, no explora la dimensión universal de la
pesadumbre; más bien, se detiene en acontecimientos delimitados socio-histórica y
geográficamente, que han sido re-construidos de forma literaria por la haitiana
Edwidge Danticat. De inmediato, cabe afirmar que la narrativa de esta escritora
revela una preocupación por la violencia que sus compatriotas y descendientes
africanos han sobrellevado a lo largo de la historia. En efecto, la autora elabora un
conjunto de relatos que remiten directa o indirectamente a episodios sociopolíticos
y económicos, en los que la atrocidad, la pérdida y el dolor adquieren una nota
prevaleciente. A este respecto, cabe destacar el naufragio de los esclavos negros, la
invasión de Estados Unidos en pleno siglo XX, la dictadura de Rafael Leonidas
Trujillo en República Dominicana y de Francois y Jean Claude Duvalier en Haití,
los efectos de la expulsión del presidente Jean-Bertrand Aristide, entre otros
eventos dramáticos.
En tal sentido, su obra puede ser entendida como un intento de subrayar lo que
Judith Butler denomina vulnerabilidad o precariedad, y se refiere al hecho de que
los seres humanos, en tanto "cuerpos socialmente constituidos" (Butler, 2006, p. 46),
se encuentran expuestos, sujetos a (dependientes de) los demás (2006, 2010). Valga
aclarar: expuestos a la agresión, al daño, al exterminio. Y adicionalmente, como ya
se señalaba, dependientes del alimento y el amparo que los otros mortales puedan
suministrarles.
Ahora bien, aunque la vulnerabilidad sea un rasgo compartido por todos los
humanos, adquiere semblantes disímiles entre las poblaciones. Existen ciudades,
países, pueblos o personas que, debido a agendas sociopolíticas y económicas
393 Vale la pena aclarar que el texto que se propone para el Congreso Historia y Literatura ha sido
previamente aceptado en la revista Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica, del
Centro de Estudio e Investigaciones Literarias del Caribe (CEILIKA). Saldrá publicado
próximamente (en una versión un poco más extensa) en el número 19, correspondiente al periodo
julio-diciembre de 2014.
590
Una vez aclarado este marco teórico mayor en donde puede inscribirse la escritura
danticatiana, conviene mencionar el objetivo de nuestra ponencia. El presente
trabajo sugiere que uno de los modos a través de los cuales Danticat representa el
daño sufrido por los haitianos es mediante la relación entre recuerdo doloroso y
paisaje. Inspirados en los trabajos de Elvira Pulitano (2008), Patrick Samway (2003)
y en las reflexiones de la crítica literaria Elsa Noya395, hemos postulado la
existencia de unos paisajes exteriores (el río y el mar como territorios de la muerte);
interiores (la casa como lugar penetrado o invadido); y corporales (zonas del abuso
sexual y del maltrato). La presentación explora tal vínculo en cinco narraciones,
saber: Brother, I´m dying (Hermano, estoy muriendo) (2007), Cosecha de Huesos (1999);
¿Cric?¡ Crac! (1999); Palabra, ojos, memoria (1998); y El quebrantador (1995396).
394 Es necesario destacar el trabajo de Eduardo Mattio (2010), que nos permitió comprender con más
profundidad los términos propuestos por Butler. Con respecto a los términos mencionados, el autor
dirá lo siguiente:
"En la ―Introducción‖ de Marcos de guerra (2010), la autora vuelve sobre algunos de los temas
planteados en Vida precaria e introduce una distinción que conviene resaltar, en tanto permite
esclarecer el mayor grado de precarización al que son expuestas ciertas vidas. Frente a la común
condición ontológica de vulnerabilidad –la precariedad–, Butler opone una noción más
específicamente política de ―precaridad..." (Mattio, 2010, p. 167).
395 El primero de ellos, escrito por Patrick Samway (2003), postulaba la existencia de imágenes-
(HEM), Cosecha de Huesos (CH), Palabra, ojos, memoria (POM); Cric Crac (CC) y El quebrantador (EQ.)
591
Un abordaje de esta naturaleza implica aclarar lo que se entiende por paisaje. Para
tal efecto, acudiremos a la propuesta de Jean Nogué (2008, pp. 10-11), quien llama
la atención sobre dos dimensiones:
Asimismo, conviene aclarar que todas las citas de la primera obra serán traducidas del inglés al
español por nosotros.
592
Ahora bien, tal como señalaban los teóricos mencionados más arriba, el análisis de
los paisajes exteriores incita a pensar el vínculo entre representación estética y
realidad. Cuando se intenta trasladar tal preocupación a la obra de Danticat,
397 De manera posterior a nuestra iniciativa, se descubrió que tal expresión ha sido usada en un
concurso de fotografía convocado por la Alianza Francesa de Madrid entre el 28 de febrero y el 28
de abril del 2013, y también, de alguna manera, en el texto "Corporeidad mutilada: Violencia-
muerte y socialidad de resguardo en el escenario de la ciudad fronteriza del norte de México", de
Salvador Salázar Gutiérrez. Este último se encuentra disponible en el siguiente link:
http://www2.uacj.mx/iit/culcyt/Mayo-agosto%202011/5%20Articulo.2.pdf
398 También se trata de espacios en los que surgen posibilidades de olvido o de redención. Pero este
aparecen de inmediato dos aspectos: si por un lado la escritora tiene una fuerte
propensión a relatar el horror vivido por los haitianos (algo que podría concebirse
como una empresa ético-política); por el otro persigue una apuesta estética: ¿cómo
narrar literariamente la tragedia? En tal sentido, los espacios que aparecen en sus
novelas y cuentos asumen diversos ―registros‖: unas veces más realistas; otras, más
simbólicos. Al mismo tiempo, la propia escritora nos da pistas sobre los niveles de
ficción y realidad que hay en una parte de su obra. Esta información sirve para
conocer la ―anatomía semiótica‖ de su narrativa. Con respecto a El quebrantador ha
dicho:
Leí mucho sobre los veintinueve años del periodo de la dictadura, aunque he
fusionado ciertos años y he movido ciertos eventos para formar el periodo que el
libro refiere. Leí una cantidad de narraciones personales, textos académicos, viejos
informes de periódico, hablé con mucha gente y les pedí que compartieran sus
memorias por haberse criado durante la dictadura de Duvalier. Yo crecí en 1969, y
estuve los primeros veinte años de mi vida bajo las dictaduras, por eso también he
usado mis propias memorias. Por ejemplo, hay un incidente en el libro donde un
ministro es arrestado por la guardia de Papa Doc. Esto realmente pasó cuando yo
estaba creciendo. El ministro fue golpeado severamente tan pronto salió de sus
iglesia y luego fue asesinado, entonces yo uso mis memorias de ese tiempo. El
ministro de la vida real también tenía un programa en Radio Lumiere, la estación
religiosa mencionada en el libro, aunque él nunca usó las palabras que mi ministro
ficticio usa en la radio y en los sermones399.
Algo similar ha expresado con relación a su novela Ojos, palabra y memoria, que es
considerada por la autora como ―...un collage de gente y eventos reales y ficticios‖.
Es importante decir, a este respecto, que para Danticat, la literatura entraña cierta
autonomía y libertad: ―Lo que yo hago no es sociología, no es antropología ni
historia. Yo pienso que a los artistas les está permitido justo eso: ser gente que crea,
que inventa‖400. Y en este orden, su universo estético ofrece ciertos procedimientos
narrativos que ayudan a construir el vínculo entre recuerdos dolorosos y paisajes.
Siguiendo la conceptualización ofrecida por Mieke Bal (1990), uno de los
principales recursos corresponde a la anacronía mediante retrospecciones 401, las
cuales pueden surgir cuando un personaje camina por determinado espacio o
cuando viaja, cuando ve algún objeto o parte de su cuerpo, y como resultado del
encuentro con otro personaje.
http://www.bookbrowse.com/author_interviews/full/index.cfm/author_number/1022/edwidge
-danticat. La traducción es nuestra
401 Dice Bal (1990, 62): ―Contemplado desde el momento de la fábula en que hace acto de presencia
la anacronía, el acontecimiento que en ella se nos cuenta se sitúa en el pasado o en el futuro. Para la
primera categoría se puede usar el término retrospección".
594
Oigo sin cesar el peso del río. Cruje bajo las voces como una plataforma de tablas
bajo una tonelada de rocas. El río se abre para tragarse a todos los que entran,
hombres, mujeres y niños por igual, como si tuvieran el vientre lleno de piedras
(CH, p. 263).
402De acuerdo con Martin Munro (2010, 23): ―this novel is inspired in part by her great predecesor
Jacques Stephen Alexis Compare general Soleil (1955) and by René Philoctèté‖s Le people des terres
melées (1989).
595
Tampoco se trata de un río naturalmente vil, que acecha por sí mismo, sino de un
paisaje que ha devenido macabro como consecuencia del poder humano. Allí, el
ruido pareciera servir de índice del masacrado: señala su oscura presencia, a pesar
de su contundente desaparición. Por su parte, el cuerpo lleno de piedras resulta
significativo, por cuanto subraya una entidad hueca, carente de órganos, muerta.
Así, Danticat vuelve una y otra vez sobre la cruda imagen del asesinato.
El paisaje de la sangre como río o del río como sangre puede ser rastreado en
diferentes libros de Danticat y se vuelve, a veces, un fluido subterráneo. En uno de
los cuentos del libro Cric Crac se registra esta acepción. Una niña va camino a casa
y decide detenerse en el cementerio. Entonces, comienza a recordar. Este es, en
verdad, uno de los procedimientos textuales más usados por la escritora a la hora
de narrar el recuerdo. Los personajes transitan por espacios en los que sucedió
algún evento dramático. A partir de tal recorrido, se despliega su memoria:
Apretando el paso dejé atrás un cementerio donde a veces los agentes de seguridad
enterraban cadáveres del antiguo régimen. Lo rodeaba una valla con candado. Pero
de tanto en tanto, si una miraba con atención, veía asomar del suelo una cabeza
enmarañada.
Detrás del cementerio, en el camino había un lecho de hibiscos rojos. Me tapé la
nariz, arranqué unas flores y con ellas corrí a casa.
Delante de la casa, sentada en una mecedora, mi abuela hacía nudos en la cuerda
de sisal que le rodeaba la cintura. Me quitó los hibiscos de las manos y los tiró al
suelo.
403El paisaje del río propicia y es el objeto de los recuerdos nefastos. Aunque Anabelle sugiere
levemente la posibilidad de olvidarlo, toda la novela afianza la idea de que la masacre se resiste al
olvido.
596
Cuantas veces tengo que decírtelo-dijo- . Eso crece juntando sangre (CC, p. 79).
El paisaje del río de sangre que viaja por debajo de la tierra y contamina a las
flores sirve para construir una dramática representación de Haití como reservorio
de muertos. Hace suponer que todo lo que nace está untado de pasado; que el ayer
sigue alimentado (de manera aciaga) cada instante; que la tragedia se transforma
en un principio vital. Y en realidad, el cuento citado contiene más sangre de la que
parece: hace referencia a los desgracias (sobre todo a los cadáveres) que dejó el
golpe de Estado contra el presidente Jean Bertrand Aristide en 1991; un líder
político derrocado por los militares, con el consentimiento de la elite nacional y la
ayuda del gobierno estadounidense:
El antropólogo Paul Farmer, en su libro Haití para qué: usos y abusos… (2002, p. 186)
cita un informe de Lee Hockstader (reportero del Washington Post) que expone el
horror de los asesinatos:
Algunos haitianos y analistas dijeron que fue la peor matanza de los 30 últimos
años. Como dijeron los habitantes de Lamentin: era una escena de terror
indescriptible. Dispararon a dos hombres que estaban jugando dominó en una
mesa bajo un frondoso mango… Una pareja de párvulos murieron en casa cuando
la incendiaron… Las estimaciones del número de muertos varían entre 200 y 600 o
más. Gran parte de la carnicería tuvo lugar en los barrios más pobres de los
alrededores de la capital y en el Cité Soleil cerca del centro de Puerto Príncipe,
donde Aristide es tremendamente popular…
De esta manera, el paisaje de la tierra ensangrentada (tierra que se funde con el río)
posee la doble valencia que hemos destacado antes: un componente referencial y
otro figurativo. Ello corrobora que el acercamiento de la escritora haitiana a las
realidades sociopolíticas y económicas de Haití se hace desde la orilla de la
literatura. Pero además de las representaciones anteriores, Danticat nos invitar a
pensar el "Masacre" como padre o madre de los haitianos. Y enseguida, conviene
preguntarse: ¿qué quiere decirnos tal filiación? Si ser hijo es de alguna manera
llevar algo del progenitor, en este caso se trata de cargar con todos los muertos, con
el miedo, la desesperación, las imágenes de 1937. También significa que el río te
quitó a tu madre o padre: lo sustituyó. El río es eso que se tragó a la gente, un
En las últimas líneas emerge otro sentido: la representación del río como comienzo.
Recapitulando un poco, y en palabras de Stecher y Oliva (2011), el torrente de agua
es ―inicio, encuentro y conmemoración‖406 (p. 119). Se trata, a nuestro parecer, de
un lugar a partir del cual el sobreviviente trata de reorientar el sentido existencial.
Y uno de los sucesos que abre esa posibilidad es el nacimiento de una hija. Sin
embargo, tal como se logra entrever en la historia, a pesar de que esta mujer se
transforma emocionalmente con la maternidad, no deja de enseñarle a la criatura la
mácula del pasado. Entonces, aparece un tema importante en la obra de Danticat.
En diversas ocasiones, el recuerdo doloroso se compone de un tensión: es una
bestia difícil de domar (generalmente indeseable) y, al tiempo, un deber. Para
Más adelante, en la misma historia, la niña es visitada por una amiga de la madre
que se identifica como otra hija del río sangriento: ―-Soy una hija de ese lugar-
respondió- vengo de ese largo rastro de sangre‖ (p. 39). De manera que las tres
mujeres trazan una genealogía que incluye y rebasa el lazo familiar con su pariente
fallecido. Al volverse parte de una cadena de asesinados, articulan una familia más
grande, cuyo epicentro es el agua. Así las cosas, Danticat erige un paisaje que aloja
y engendra cuerpos; que produce (y sacude) las identidades. María Julia Daroki
(2005) ha expresado una idea sobre Cosecha de huesos que bien puede extenderse a
otros textos de la autora haitiana, especialmente al que nos atañe por el momento.
La cita es importante en dos sentidos, pues no sólo subraya el carácter simbólico de
las representaciones espaciales en Danticat, sino que también resalta la condición
de sobreviviente y testigo que marca a varios de sus personajes:
…es una escritura que no solo devela escenas del proyecto de exterminio en el río
Masacre, sino que se constituye por sí misma en un acto de simbolización y
deconstrucción de los actos genocidas, y que además reescribe dicha escritura en el
universo genealógico de los sobrevivientes y sus herederos (p. 22).
Bien sea como cementerio, como savia que alimenta las flores, o como sustancia
que penetra y arrasa la tierra, el paisaje del río que se vuelve sangre y sus
variaciones configuran un foco de recuerdo amargo. Esto ratifica lo que ha dicho
Edward Glissant sobre la naturaleza en el Caribe: ―nuestro paisaje es nuestro
monumento... Es todo historia‖407 (citado por Pulitano, 2008, p. 7). La misma
Elvira Pulitano (2008) advierte una naturaleza que se resiste a la construcción
estereotipada y eurocéntrica del jardín pre-edénico y se revela como memoria:
…la mayor memoria cultural del Caribe está alojada en el medio ambiente…
...podemos conceptualizar mejor el paisaje del Caribe como ―un Personaje en el
proceso de creación de historias‖408, más que una elemento decorativo bajo el cual
el primer Mundo proyecta sentimientos nostálgicos de precontacto edénico (p. 5).
El mar y el regreso
407 Todas las citas del texto de Elvira Pulitano fueron traducidas de forma libre.
408 El fragmento entrecomillado corresponde a una cita de Glissant realizada por Pulitano.
599
Glissant escribe que el mar ―es Historia‖ en el sentido sugerido por un epónimo
poema de Dereck Walcott; ―una bodega gris‖ que encierra las batallas, martirios y
memoria tribal de millones de gente que viajó por la famosa ruta del ―Paisaje del
Medio‖. En las formulaciones de Glissant, el mar es tanto un poderoso tropo que
sirve para reconfigurar la complejidad espaciotemporal de la región Caribe como
también un poderoso sitio de violencia histórica.
Ahora voy hacia ellos como si siempre hubiera debido ser así, como si desde el día
mismo en que me dio a luz mi madre me hubiera elegido para vivir eternamente
entre los hijos del mar profundo, esos que han huido de las cadenas de la
esclavitud para formar un mundo por debajo del cielo y de la tierra ensangrentada
donde vives tú (CC, p. 28).
Hijos del mar, como dice Margarita Vargas Canales (2011), son, de cierta manera, los
que tratan de escapar de la isla, especialmente por motivos políticos y económicos.
Pero también los numerosos esclavos que murieron tratando de escapar de la
violencia colonial. De manera que Danticat funda una genealogía trágica (una
familia) entre los unos y los otros. En este orden de ideas, Jana Evans Braziel (2010)
ha dicho que los personajes del cuento aludido son ―física y metafísicamente
transfigurados en ancestros africanos reviviendo el viaje a través del Atlántico,
navegando la ruta trasatlántica de El pasaje del medio (Middle Passage)‖ (p. 80).
Sin embargo, al nombrar el mar como repositorio de paz, la escritora haitiana nos
recuerda, tal como señala Braziel, que ―los refugiados…están destinados unirse
con las víctimas del pasaje del medio en Ginea, el lugar de la muerte ancestral bajo
el mar, que es el dominio de Agwé…‖409 (p. 81). En resumidas cuentas, el final de
ambas figuras (esclavos y fugitivos) resulta abrumador: las posibilidades de
obtener libertades se dan con la muerte, como si la vida fuese incompatible con la
plenitud.
De acuerdo con Gutiérrez y Álvarez, en el libro Haití: un país ocupado (1997, p. 48),
el presidente
Así las cosas, puede ratificarse que los paisajes del agua y del río condensan
episodios álgidos de la historia de Haití y el Caribe: la memoria de los esclavos y
los balseros ahogados, de las víctimas y sobrevivientes a la dictadura de Trujillo, al
régimen duvalierista y al golpe de Estado de 1991.
Además del río y del mar, se ha propuesto el análisis del paisaje (o espacio)
doloroso de la casa. En Cosecha de huesos, por ejemplo, aparece la imagen de la casa
expropiada tras la invasión estaunidense. Con ello, Danticat subraya la relación
entre poder y espacio íntimo411. Paralelamente, señala formas de colonización
contemporánea:
Después de eso los yanquis nos quitaron la casa; querían que por aquí pasara un
camino, solo nos la devolvieron tiempo después de que se marcharan. Como no
teníamos techo, mi hijo decidió largarse para allá mientras yo, que estaba débil de
los pulmones, me iba a vivir con mi hermano en Port-au-Prince (CH, p. 236).
411 En este sentido, es interesante el trabajo de Blake Willem (2010) sobre la casa y la dictadura en
Chile. También el ensayo de Beatriz González Stephan (1995) sobre cuerpo y poder en el siglo XIX
Venezolano.
412 Con relación a este periodo, Álvarez y Gutiérres (1997, pp. 95-96) han señalado que:
En 1910, invocando la Doctrina Monroe, el Presidente William Howard Taft, envío los "marines", en
lo que en adelante sería una práctica reiterativa en todo el mundo, con la misión de proteger
funcionarios del National City Bank de Nueva York, principal accionista del Banque Nationale d
Haití, que nueve años después adquirió en su totalidad.
La siguiente intervención de los Marines ocurrió en 1915, nuevamente so pretexto de proteger las
vidas y propiedades de ciudadanos norteamericanos en la isla, a raíz de disturbios ocasionados por
protestas populares contra el gobierno del presidente William Guillaume Sam. Esta vez los marines
permanecieron allí, convirtiendo la isla en un protectorado de los Estados Unidos, situación que no
fue modificada hasta 1933, cuando las tropas norteamericanas fueron retiradas como consecuencia
de la aplicación de la "Política del Buen Vecino", implementada por el Presidente Franklin Delano
Roosevelt…
602
Por su parte, el ya citado cuento ―Hijos del mar‖, que pertenece al libro Cric Crac,
continúa este inventario de perversiones, a través un recurso narrativo particular.
Danticat construye la historia de una pareja de novios separados espacialmente: él
se encuentra a bordo de una balsa; ella, en una ciudad haitiana. Ambos escriben
una carta para el otro, a sabiendas de que nunca llegarán a leerla. Lo curioso es que
aunque apartados físicamente, sus cartas van narrando situaciones similares. Una
de ellas corresponde a la práctica del incesto obligado que venían efectuando los
macoutes. Por un lado, la mujer escribe: ―ahora les ha dado por hacer algo nuevo. Si
entran en una casa donde hay una madre y un hijo, les ponen una pistola en la
cabeza, obligan al hijo a acostarse con la madre. Lo mismo hacen con las hijas y los
padres‖ (CC, p. 17)413. Por el otro, el novio cuenta el recuerdo traumático de una
chica embarazada (Celianne) que viaja en la misma balsa, quien fue víctima del
acceso carnal violento:
Una noche estaba con su madre y su hermano Lionel cuando irrumpieron diez o
doce soldados. Le pusieron un arma en la cabeza y le ordenaron que se acostara
con la madre. Lionel se negó. La madre le dijo que obedeciera a los soldados
porque temía que mataran a Lionel… Después… se turnaron para violar a
Celianne… (CC, p. 25).
entrevista a una famosa costurera haitiana. A partir del recurso del diálogo (uno de
los procedimientos narrativos que sirven de antesala a las retrospecciones), la vieja
mujer describe lo que sucedía en el espacio interior, mientras, afuera, el rocío se
posaba inocente sobre las hojas:
Le decíamos shouket laroze, quiebra rocío- dijo Beatrice y la funda plástica chilló
debajo de ella. Entraban a tu casa por la fuerza. Casi siempre de noche, pero a veces
también venían antes del amanecer, mientras el rocío caía sobre las hojas, y te
llevaban (EQ, pp. 144-145).
Este fragmento, por lo demás, explica el nombre del libro. La propia escritora ha
dicho en una entrevista que el protagonista de la obra sería el tonton macoute,
asumido desde diferentes perspectivas. Una de ellas es la del invasor de casas.
Imagen mediante la cual Danticat pone de relieve nuevamente que las nociones de
lo privado y lo público se desdibujan en medio de la persecución y el poder
dictatorial414.
414Esta idea se encuentra inspirada en el estudio que realiza Beatriz Gonzalez Stephan (1995) sobre
los manuales de educación y el disciplinamiento del cuerpo.
604
Paisajes corporales
Con un grado de complejidad (tal vez) mayor, Danticat nos relato el caso de
Martine, la madre de Sophie en Palabra, ojos, memoria. En ella se superponen dos
marcas terribles: su cuerpo es un paisaje que activa recuerdos dolorosos, porque
fue objeto de la violación sexual y de la prueba de virginidad practicada
tradicionalmente por su familia haitiana. Esta última consistía en que su madre
introducía los dedos en su vagina, para constatar la conservación del himen. De
modo que el cuerpo de Martine ha sido atravesado por el poder desquiciado del
macoute y el poder familiar. Ambas imágenes (cuerpo violado, cuerpo
inspeccionado) se entrecruzan para generar una relación conflictiva con la carne y
con la vida: ―Aquí he comprendido que los mayores sufrimientos de mi vida están
relacionados. Lo único bueno de que me violaran fue que me dejaran de hacer la
prueba. La prueba y la violación. Cada día revivo ambas cosas‖ (POM, p. 166). Las
palabras de Martine surgen durante un viaje a su tierra natal. Allí se reencuentra
con su madre y con su hija, y recuerda todo el legado cultural de ―la prueba‖. Este
contacto interpersonal y espacial -que, entre otras cosas, pone de plano el
procedimiento narrativo del viaje y del diálogo- la conduce a recapitular sus dos
grandes tragedias.
605
―Papá, ¿eres realmente tú?‖ ella susurró. Ahora él podría ver que sus piernas
estaban cubiertas con ronchas llenas de pus, abiertas y descoloradas heridas. Su
demacrada cara estaba caliente y húmeda. Ella tenía fiebre. ―Él me golpea. Él me
golpea en las piernas, con una escoba, con piedras calientes cuando yo trato de
escapar‖ Comenzó a llorar, sus lágrimas estaban incluso más calientes en su brazo
que su piel (HEM, p. 85).
yo pude ver fue Jonas, Gladys, Samuel y los cientos de hombres y mujeres que
habían muerto, sus cuerpos mutilados eternamente podridos rodando bajo el sol
ardiente‖ (HEM, p. 141). Es necesario destacar la expresión ―eternamente
podridos‖, porque sugiere, a nuestro juicio, la condición imborrable de lo
sucedido. Aunque los cuerpos de los muertos se hayan desvanecido, la memoria
los habrá registrado e instalado en un eterno presente: allí siguen vivos,
derramando un dolor que agita todas las cosas. Tales cadáveres forman, a fin de
cuentas, un paisaje de la atrocidad.
415A su vez cabe destacar que el la expresión "trayectos biográficos" es de LLuís Duch. Pero la
hemos rastreado en la reflexión que Bech y Quintero (2010) desarrollan en torno al pensamiento de
dicho autor.
607
agua, hay que coser la carne rasgada y aplicar tinturas antisépticas, la gasa y el
yeso; entonces, la espera febril mientras cicatriza: supurando, siempre supurando.
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de Edwidge Danticat‖. Revista Casa de las Américas No. 264 julio-septiembre. pp. 106-
120
Introducción
Si la historia consigue asimilar a la literatura (…)
puede aspirar a un futuro resplandeciente
en el campo del conocimiento de la cultura.
François Dosse
Los historiadores que han abordado este tipo de reflexiones han trazado una línea
de tiempo y espacio, mediante la cual siguieron con puntualidad la cronología de
la ciencia histórica desde su génesis (siglo XIX) hasta su aparente apocalipsis
(último cuarto del siglo XX); paralelamente construyeron un intrincado mapa para
dar seguimiento a los pioneros en reconocer la esencia y el potencial literario de la
historia, a través de propuestas teóricas que en su momento cimbraron las bases de
la reflexión histórica y en la actualidad han abierto nuevas posibilidades para la
investigación, la reflexión y la teoría de la historia desde el enfoque que plantea la
cuestión narrativa en la Historia.
Por otra parte tenemos los trabajos de Hartog, Stone y Iggers, compilados por
Moreno (2005) en una obra que reúne un conjunto de trabajos reflexivos sobre el
desarrollo de la historiografía a partir de 1968, en los diversos contextos
académicos e institucionales en que se produjo el debate sobre la emergente –en
ese entonces- condición posmoderna y su impacto en las prácticas de configuración
del conocimiento histórico, que al ser cuestionadas en esos años, replantearon la
necesidad de definir los límites y los alcances de una Historia que, a partir del
reconocimiento de la condición comunicativa de una visible e innegable narrativa
histórica -situada en los linderos de una narrativa literaria-, ha redefinido el oficio
613
del historiador y cuestionado la pertinencia del añejo debate sobre la función social
de la Historia:
La literatura constituye (…) un instrumento eficaz para comprender la sensibilidad de otra época,
pero no es más que un elemento de un puzzle mucho más complejo.
Lucien Febvre
Este resulta quizá uno de los pocos puntos sobre los que los teóricos y académicos
de la Historia se han detenido a reflexionar moderadamente. Considerando que el
proceso de formación del historiador contempla tres dimensiones dentro del perfil
de egreso (Investigación, Docencia y Divulgación de la Historia), hasta el momento
no se ha argumentado con suficiencia sobre la relación directa entre la formación
profesional del historiador y su posible vinculación con la Literatura como
complemento de esa formación.
Más bien, al plantear un análisis como el que aquí se ofrece, se busca señalar que la
experiencia del historiador profesionista permite bosquejar la posibilidad de volver
la mirada hacia la Literatura para ofrecerle al futuro historiador, una formación
abierta al intercambio inter, multi y trans disciplinario, que posibilite su inserción
en el mercado laboral, además de integrar en su ejercicio profesional y laboral las
habilidades propias de la investigación, la docencia y la divulgación.
habrán de convertir en sustento de una nueva dimensión para ejercer el oficio del
historiador, reconociendo que desde las últimas tres décadas aproximadamente
Es falso pensar que este tipo de narración [la novela histórica] requiere de la
simplificación, que trae como compañera inseparable la superficialidad. En un
trabajo novelado no se puede excluir el tratamiento implícito de estructuras y
procesos, ni una sólida investigación en archivos y bibliotecas, como tampoco
615
La vieja rivalidad entre la historia ―posible‖ que escriben los novelistas y la historia
―real‖ a la que aspiran los historiadores se suaviza: aquéllos se acercan cada vez
más a la verdad de los hechos y los clíonautas reconocen que la ―loca de la casa‖, la
imaginación, se mete más a la verdad de lo que quisieran en sus tareas de sólo
contar realmente lo sucedido. Entre la historia y la novela comienzan los
intercambios, principalmente entre la microhistoria y la novela costumbrista. Aquí
y ahora se puede llegar a un modus vivendi entre novelistas e historiadores. La
historia seguramente aportará, sin duda, las maneras de comunicación más
adecuadas entre el autor y su público. (González en Hernández, 2004: p. 28)
De manera individual, los historiadores que optaron por el trabajo literario como
nueva experiencia de investigación se han visto insertos en una dinámica
interesante -quizá por cuestiones de conciencia- de justificar este nuevo quehacer a
través de sendos textos -hasta cierto punto absolutorios-, donde hablan de los
cómo y los porqué recurrir al discurso literario para representar el saber histórico,
617
Hablamos de textos cuya riqueza radica en que a lo largo de sus páginas se «trata
de hacer imperceptible la frontera que separa la realidad de la ficción: el mundo
imaginario de esos relatos es igual al mundo en que vivimos; los autores de esas
novelas eran muy cautelosos; no querían incurrir en anacronismos y cuando
inventaban, lo hacían en las ―áreas oscuras‖ del pasado que no estaban
documentadas» (Barrientos, 2001: 19).
Desentrañada entre otros por Menton (1993), Pons (1996), Corral (1997) y
Barrientos (2001) la llamada Nueva novela histórica ofrece un producto literario con
la etiqueta de ―histórico‖ que, en aparente desafío a la disciplina histórica rompe
con la lógica de los acontecimientos, personajes, procesos y contextos históricos al
sobredimensionarlos, parodiarlos o desvirtuarlos deliberadamente.
En la década de los 80, se empieza a leer la Historia desde la Literatura, pero una
Literatura producto de la imaginación de algunos científicos sociales, entre ellos,
algunos historiadores que marcarían la pauta en la narrativa literaria de corte
histórico:
A los largo los testimonios dejados por historiadores novelistas ya sea en sus obras
como en sus discursos expuestos en seminarios foros u otro tipo de encuentros
académicos, el concepto que gira insistentemente y que ha sido retomado en otros
momentos por O‘Gorman (1995), Rubial (2000), Iglesias (2002) y Salazar (2006) es el
de la imaginación histórica. En un texto publicado en 1995, Edmundo O‘Gorman
criticaba la falta de atrevimiento del historiador para abandonar lo que denominó
como fantasmas en la narrativa historiográfica, identificando a la imaginación
como uno de esos elementos que habría que empezar a considerar, o más a bien
que había que reconocer como parte sustantiva del quehacer historiográfico ya que
En ese tenor, encontramos que Julia Salazar (2006: p. 45) abona a la presencia de la
imaginación histórica en el discurso historiográfico cuando refiere que
Cabe señalar que lo dicho por Salazar se afirma desde el lugar social configurado
por la didáctica de la Historia en las últimas décadas y que, como ya se ha
mencionado, reconoce la utilización de la imaginación histórica como una
herramienta funcional en la articulación de la interpretación que hace el
historiador de las fuentes que definen e identifican su objeto de estudio, y lo hacen
manifiesto a través de una narración. Lo anterior quiere decir que tal ha sido el
nivel de aceptación de la narrativa en la Historia, que los historiadores no han
dudado en definir propuestas que apuntan hacia la mejora de los procesos de
enseñanza y aprendizaje de la historia, sin por eso desmerecer significado y
significatividad.
Adentrarse a explorar y explotar el terreno literario se hace con una clara intención
de reivindicar los usos literarios del conocimiento histórico, pues existe una
tendencia de estos historiadores-novelistas, en primer lugar, por acercar el
conocimiento histórico a un público no especializado a través de un lenguaje
fluido, ameno y lejos del rigor academicista, sin denuedo de la comprensión del
proceso histórico relatado ofreciendo
Este nuevo rol literario del historiador, parece haber hallado la respuesta a la
cuestión sobre «cómo puede convertirse el conocimiento concreto de unos hechos
en algo significativo e interesante para los lectores» (Egan, 1994: p. 57).
Por último, huelga decir que en esta nueva faceta el historiador trascendió desde la
historiografía su rol de intérprete de intencionalidades y horizontes de
enunciación, para buscar perfilarse como un observador participante que no se
queda ―desde fuera‖ analizando cómo la Literatura se enriquece de las
aportaciones de la Historia; en lugar de ello, de manera deliberada, se aleja de los
viejos paradigmas tradicionalistas que magnificaban la función social de la
Historia, al tiempo que la reducían al espacio de la academia. Con ello se definió
un perfil profesional de acentuado carácter reflexivo, apartado de una
racionalidad-científica dogmática que, sustentada en los principios de una
emergente didáctica de la historia (todavía poco clara para el historiador
profesional), una teoría de la historia y con una clara función docente-
investigadora-divulgadora, va ganando terreno en un contexto social que durante
mucho tiempo miraba a la Historia y al historiador con una evidente y justificada
desconfianza.
Bibliográfìa
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XIX mexicano: una lectura historiográfica. México: Universidad Autónoma Metropolitana;
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[Acceso 20 de junio de 2013]
625
Introducción
Una pesquisa literaria puede surgir a partir de un elemento tan primordial como la
colocación de una obra en cierta colección por parte de un sello editorial. Es el caso
de nuestra investigación.
uno de los espacios donde la concurrencia entre ambas es más notoria, es decir,
donde los límites entre ambas quedan difuminados, llegando a realizarse una
simbiosis.
Georg Lukács señala en su clásico estudio, La novela histórica, que la novela de tema
histórico está presente desde los siglos xvii y xviii, pero el surgimiento de la novela
histórica como tal se dará hasta el siglo xix, de la mano del escritor británico Walter
Scott, teniendo en cuenta que lo que se busca en este subgénero literario es el
tratamiento literario de los momentos cúspide de la historia.
Para efectos prácticos, utilizaremos esta definición propuesta por Antonio Gómez
Rufo: ―una novela histórica es una historia de ficción que, aprovechando un
acontecimiento histórico o la vida de un personaje del pasado, crea una trama
novelística con una finalidad de entretenimiento o de reflexión.‖ (Gómez en
Morales, 2006: 54).
Hay tres elementos que apunta Lukács respecto al porqué del fuerte impulso que
se le dio a la novela histórica en el siglo xix: el nacionalismo, 417 pues se traen a la
mente momentos de esplendor; la historia y las masas,418 a manera de propaganda
en los grandes ejércitos; y el concepto de progreso.419
416 ―La novela comienza con una situación desfavorable para el héroe novelesco, que se instala a su
vez dentro de una situación histórica de desgracia, desorden o equilibrio perdido. Sólo la
restauración del equilibrio y orden político, a través de una serie de aventuras en que se aúnan los
destinos individuales y colectivos, hará posible la felicidad personal de los protagonistas
novelescos.‖ (Almela en Morales, 2006: 102)
417 ―La invocación de independencia e idiosincrasia nacional se halla necesariamente ligada a una
resurrección de la historia nacional, a los recuerdos del pasado, a la pasada magnificencia, a los
momentos de vergüenza nacional, no importa que todo ello desemboque en ideologías progresistas
o reaccionarias.‖ (Lukács, 1977: 23)
418 ―Así se crean las posibilidades concretas para que los individuos perciban su propia existencia
como algo condicionado históricamente, para que perciban que la historia es algo que interviene
profundamente en su vida cotidiana, en sus intereses inmediatos.‖ (Lukács, 1977: 22)
419 ―El progreso no se conceptúa ya como una lucha esencialmente ahistórica de la razón humana
contra la irracionalidad feudal absolutista. La racionalidad del progreso humano se explica cada
vez más por las oposiciones internas de las fuerzas sociales en la historia misma, es decir, la propia
historia ha de ser portadora y realizadora del progreso humano.‖ (Lukács, 1977: 25-26)
420 ―El ῾héroe᾿ de las novelas de Scott es siempre un gentleman inglés del tipo medio. Posee
generalmente una cierta inteligencia práctica, nunca extraordinaria, una cierta firmeza moral y
627
decencia que llega en ocasiones a la disposición del autosacrificio, pero sin alcanzar jamás una
pasión arrobadora ni tampoco una entusiasta dedicación a una gran causa.‖ (Lukács, 1977: 32)
628
Sin importar que los elementos de las novelas y de la Historia sean antitéticos, hay
autores, como Hayden White, que señalan que son tipos de discursos semejantes.
Luego del surgimiento de la novela histórica en continente europeo, este
subgénero se trasplantó a tierras americanas y gozó de gran aceptación entre el
público, principalmente por la referencialidad que la llega a caracterizar.
Insistió en crear una literatura nacional, exhortando a los escritores jóvenes a que
enfocaran la vida de México con una interpretación del ―alma‖ de su país como
ideal. Altamirano, como Fenimore Cooper y Walter Scott, opinó que los novelistas
mexicanos tenían la obligación de que la historia fuera conocida por sus
compatriotas (Jiménez, 1974: 30).
Antes de concluir con este apartado, consideramos útil recordar que el realismo
también es parte fundamental de la poética inserta en las novelas históricas, ya
que, como señala Rogelio Jiménez, ello permite crear un efecto de con-fusión,
mismo que une a los mundos ficticio y referencial, es decir, a los espacios propios
de la Historia y de la literatura.422
Una vez que hemos expuesto algunas nociones respecto a la novela histórica, las
cuales estarán presentes en los Episodios nacionales mexicanos, pasemos a delinear
un esbozo biográfico de nuestro autor.
Este escritor poliédrico nació en Teocaltiche, Jalisco, en 1867, mismo año en que
finaliza la empresa imperialista con el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo,
hecho que corona la Restauración de la República que estuvo encabezada por
Benito Juárez y otros importantes liberales.
422 ―En el realismo se crea un efecto de ᾿con-fusión῾ que unía al mundo in-tensional con el mundo
referencial, es decir, cada personaje participante de la trama literaria (mundo in-tensional) se
circunscribe a un ῾mundo vivido᾿ (mundo referencial). Con ello la novela realista consiguió unir en
una trama y en un tiempo comunes a la historia y a la literatura.‖ (Jiménez, 2007: 81)
423―Victoriano Salado nació el 30 de septiembre de 1867 en Teocaltiche, poblado ubicado entre los
límites de los estados de Guadalajara y Zacatecas. Los Salados eran conocidos por ser buenos
abogados y escribanos. Victoriano acabó la enseñanza primaria a los diez años, asunto que causó un
terrible dilema en su casa, pues no se sabía que hacer con un niño enfermizo, carente de aptitudes
para la vida del campo y sin posesiones que pudiera administrar. Aunque se pensó que debía hacer
una carrera eclesiástica, al final se decidió que estudiara una carrera profesional en Guadalajara. En
1881 ingresó al Liceo de Varones.‖ (Jiménez, 2007: 74-75)
424 ―En las colaboraciones saladistas podemos admirar al periodista versátil: escribe artículos que
sorprenden por su forma y contenido, traduce obras de autores franceses, italianos e incluso los
compara señalando coincidencias, errores y diferencias entre ellos.‖ (Arciniega, 2005: 131) En esta
cita podemos ver el trabajo incluso filológico que desplegó nuestro autor.
630
425 ―Sus dos primeros libros, que fueron leídos con interés y le dieron fama, los publicó en
Guadalajara. El primero De mi cosecha (1899), es una colección de estudios críticos en la que se
recoge la polémica que sostuvo Salado Álvarez con Jesús E. Valenzuela y Amado Nervo, es decir
con la famosa Revista Moderna. Con refinamiento, Don Victoriano defendía la tradición nacionalista
frente a las innovaciones y refinamientos de los modernistas.
Dos años más tarde publicó una colección de cuentos. De autos (1901), con prólogo muy
encomiástico y agudo de su paisano, José López Portillo y Rojas.‖ (Martínez, s.f.)
426 ―Acaso el mayor elogio para su persona y su obra sea Don Victoriano Salado Álvarez y la
conversación en México, que Artemio de Valle-Arizpe escribió inmediatamente después del deceso
de quien posiblemente haya sido el iniciador del colonialismo, con ῾este es el enjemplo del monjé
Bernabé, yoglar de Nuestra Sennora᾿, relato escrito en español antiguo.‖ (Mata, 2010: 38)
631
427 ―Un mes estuvo Salado Álvarez al frente de nuestra Cancillería. El 28 de junio entrega la
Subsecretaría a don Bartolomé Carbajal y Rosas y don Victoriano se dispone a salir para
Centroamérica. El 7 de julio telegrafía su llegada al puerto salvadoreño de Acajutla y el 16 presente
credenciales al Presidente de El Salvador; se dirige luego a Guatemala y el 29 presenta credenciales
al Presidente Estrada Cabrera.‖ (Garcidueñas, 1968: 575)
428 Abordó otros géneros y asuntos, entre ellos temas históricos, lingüísticos, sociales, muestra de
ello sus obras: Breve historia de algunos manuscritos de interés histórico para México que se encuentran en
los archivos y bibliotecas de Washington (1908), La conjura de Aaron Burr y las primeras tentativas de
conquista de México por americanos del Oeste (1908), Lista de documentos que acerca de México se
encuentran en los archivos y Bibliotecas de Washington (1908),Sobre la inmoralidad de la literatura (1909),
El tratado de Florida y los límites de Texas (1913), La guerra de Texas y la Esclavitud (1916), Méjico
peregrino. Mejicanismos supervivientes en el inglés de Norteamérica (1908, posteriormente sería su
discurso de entrada a la Academia Mexicana de la Lengua), La vida azarosa y romántica de Don Carlos
María de Bustamante (póstuma, aparecida en 1933) y otras más que compilan parte de sus trabajos,
destacando El agrarismo, ruina de México y México en tierra Yanqui, quedando por rescatar muchas
publicaciones.
429 ―Victoriano Salado Álvarez (1867-1931) usó más de cuarenta y cinco seudónimos; entre los más
conocidos se hallan los siguientes: Querubín de la Ronda, don Quijote de la Ronda, Gil de las calzas
verdes, Serafín de la Ronda, Un aprendiz de retratista, Archimede, Lorenzo Márquez, Palombaro,
Saladino, Doctor Piccolo (que compartió con Jorge Delorme y Campos).‖ (García, 2004: 41)
430En la primera página además del título ―De Santa Anna a la Reforma‖, aparecen las leyendas
Memorias de un veterano; Relato anecdótico de nuestras luchas y de la vida nacional desde 1851 a
1861, recogido y puesto en forma amena e instructiva por el Lic. D. Victoriano Salado Álvarez. El
632
Juan Pérez ofrece la visión desde el bando liberal, pero para dar una sensación de
pluralidad a su texto, específicamente para conocer lo que pasa en el partido
conservador, Pérez de la Llana inserta otras voces (Nicolás Cuevas, Buenaventura
Ortiz –su rival de amores– y el cura Rafael Herrera) en su relato, pero actúa como
mediador de éstas,433 además de que persigue un afán de totalidad en cuanto al
título de Episodios aparecerá hasta el tercer tomo, cuando los editores anuncian la segunda serie de
los mismos, debido a los resultados positivos: ―El éxito que ha alcanzado la primera serie de
Episodios históricos mexicanos, que el Sr. Lic. don Victoriano Salado Álvarez escribió por encargo de
esta casa…‖ (Salado, 1984: 446) Ya la segunda serie aparecerá titulada como Episodios nacionales
mexicanos.
431Su Alteza Serenísima yMemorias de un polizonte (I),El golpe de Estado yLos mártires de Tacubaya (II),
referencia opuesta; establece una posición ligada a un origen y a unas relaciones de mayor nivel
social.‖ (Sánchez, 2005: 70)
433 ―La voz narrativa establece una supremacía sobre todo lo narrado, pues se trata de una práctica
de tipo autobiográfico: los acontecimientos pasan por la mirada siempre vigilante y definitiva del
narrador, por más que él pretenda autorrestringirse.‖ (Sánchez, 2007: 63)
633
Por esta historia de amor que en momentos se complica, la serie ―De Santa Anna a
la Reforma‖ tiene un sabor novela bizantina, a melodrama, a comedia de enredos,
que al final se resuelve positivamente, pues gracias a sus méritos y tesón, Juan
Pérez logra alcanzar el amor de la mujer que siempre anheló, 435resolución que se
alcanza a la par del encumbramiento liberal a finales de 1860 y principios de 1861,
al triunfar los milicianos de este partido en la batalla de Calpulalpam, misma que
definió el rumbo final de la Guerra de Reforma o Guerra de los Tres Años.
434―Sé ya la manera con que te portas y el modo con que pagas a nuestros beneficios. Eres un
desagradecido y un mal sujeto. Quizás pensabas comprometer a la niña, dar un escándalo y
obligarnos a un casorio desigual. Ya la hemos llamado, la hemos amonestado, y está conforme con
que sólo su inexperiencia la hizo dar oídos a tus insensateces. Como hija sumisa, está dispuesta a
casarse con el novio que le tenemos arreglado y que corresponde por su hacienda y por su sangre a
las de ella. […] Gente baja te conocí y gente baja sigues siendo. […] ¿La mano? Se la doy a mis
iguales o a mis inferiores honrados; tú eres un pillo y un granuja.‖ (Salado I, 1984: 73-74)
435Es interesante el papel que juega la mujer en esta primera serie de los Episodios nacionales
mexicanos, por razones de espacio omitimos este análisis pero apuntamos que la mujer –
específicamente Trinidad– aparece como motivadora de acciones, caracterizada por su pureza y
fidelidad, aunque también funge –Anarda– como directora política afín al programa liberal: ―Juan
Pérez, guiado por Anarda y Trini (el protagonista descubre después que su novia no se ha casado)
defiende la causa de la Reforma de manera valiente y patriótica. Acepta su deber militar y renuncia
a sus placeres personales para servir a la patria.‖ (Jiménez, 1974: 66)
436Las ranas pidiendo rey y Puebla (IV), La corte de Maximiliano (V), Porfirio Díaz y Ramón Corona (VI), y
mayo de 1862, la caída de Puebla un año después, el exilio al que son sometidos
quienes se niegan a jurar el Segundo Imperio mexicano, la batalla del 2 de abril de
1867, el sitio de Querétaro, entre otras. El caso de Francisco es singular, ya que se
convierte en el asistente personal y amigo de Porfirio Díaz, además de que la
galería de liberales destacados se enriquece con la aparición de Ramón Corona,
Guillermo Prieto, Benito Juárez, Ezequiel Montes, Ignacio Zaragoza, Nicolás
Romero, entre otros.
Hay otros personajes ficcionales que son parte del fresco que se realiza respecto de
los liberales, quienes presencian la huida del gobierno juarista de la ciudad de
México rumbo al norte, así como las vicisitudes que en el camino les acontecen, tal
es el caso de José Brambila, quien también vive la caída de Querétaro, último
bastión en el que se refugió Maximiliano de Habsburgo y parte de su ejército, ante
el empuje de los liberales, una vez que la tropas francesas se retiraron del territorio
nacional.
437―Pareceres de personas sensatas me inclinaban a no mencionar con sus nombres a los que
tomaron parte en los sucesos que relato; más estudiando detenidamente el caso, me he convencido
de que tan acreedores a la benevolencia son los personajes de primera fila como los más humildes
comparsas; es decir que no hallo por qué habían de salir a plaza Maximiliano, Carlota o Almonte, y
no tal o cual dama o caballero que viven o tienen descendientes.‖ (Salado, 1984-IV: 8)
438 ―Incluso, el haber apelado al parlamento teatral, recurso relativamente innovador por otra parte,
era indicio de la prisa por terminar que atacó a ambos, al catalán y al criollo jalisciense.‖ (Vital,
2002: 141)
439 ―Estas aclaraciones son pertinentes para entender a nuestro novelista, pues, sobre todo en estos
años, su personalidad iba a oscilar entre las responsabilidades políticas y las vocaciones del
humanista (historiador, filólogo, bibliófilo) que se entrega de lleno a la investigación documental
por el valor que tiene ésta en sí o por las repercusiones que en determinados momentos,
particularmente durante los doce meses en Chihuahua, posee para la realidad inmediata del país‖
(Vital, 2002: 101-102)
635
Diputado, además de que tuvo que trasladarse a Chihuahua para asumir el cargo
de secretario general de gobierno.440
Para finalizar este apartado, nos gustaría añadir un comentario extra acerca de la
génesis de los Episodios saladinos. No estamos ciertos sobre si fue el editor de
origen catalán, Santiago Ballescá –cuya casa editorial fue responsable de la
publicación de México a través de los siglos, obra que se considera la biblia liberal
mexicana–, quien le solicitó a Salado Álvarez la realización de esta empresa
editorial, o si fue éste quien la ofreció. La cuestión es que se pagó un peso por cada
una de las páginas de esta obra.
Desde nuestra perspectiva, creemos que los Episodios nacionales mexicanos pueden
ser caracterizados como relatos liminales –ya que en el momento de su
configuración, Salado Álvarez se empeña en darles visos de verismo, no obstante
el proceso de ficcionalización que lleva a cabo–. Los Episodios navegan entre las
aguas de la historia –que vendría a ser el momento preliminal, el material base
para la narración– y la literatura –estadio postliminal, ya que, a pesar de que las
No aventuramos nuestra idea tan sólo por el material histórico que relata, sino que
trataremos de sustentarla con referencias de los propios Episodios, en los que
debemos recordar que se presenta una intensa práctica epistolar, hay inclusión de
poemas y textos periodísticos de la época reseñada, además de que hay una serie
de fragmentos que aparecen entrecomillados, de los cuales desconocemos las
fuentes, lo que fortalece nuestra hipótesis sobre la liminalidad de esta obra.
En ―De Santa Anna a la Reforma‖, existe una ―Advertencia‖ por parte del propio
Salado Álvarez en la que indica que relata de manera novelesca los
acontecimientos del movimiento reformista, además de indica la inclusión textual
de algunos elementos, con el fin de que no perdieran su fuerza original:
Siempre que logré encontrar un diálogo o una frase que dieran idea de lo que
pensaban, querían u opinaban las gentes que vivieron en aquel agitado periodo, las
aproveche a la letra; no fueran a desvirtuarse y a perder su frescura al caer bajo los
puntos de mi torpe pluma. (Salado, 1984-I: 7)
441Al respecto del enunciado saladino inserto en la ―Advertencia‖, el cual señala ―He acometido la
tarea de relatar en forma novelesca los episodios del gran movimiento reformista…‖, la especialista
en los Episodios nacionales mexicanos, María Guadalupe Sánchez Robles, indica respeto a estos dos
elementos (forma novelesca/gran movimiento reformista): ―De esa manera, dicho binomio
discursivo formaliza una de las oposiciones fundadoras de De Santa Anna a la Reforma: el texto
semiótico falso vs. verdadero. Lo literario –ficción– es un útil y se le enfrenta a lo histórico,
presuntamente objetivo. La disociación de los materiales con los que estas dos disciplinas se
manifiestan opera ya en el texto. Mientras que en el discurso literario funciona el recurso
primordial de la imaginación, para la formación del discurso historicista el elemento fundador es el
referente de lo real, de lo verídico. Y ambos discursos son apartados un tanto de su despliegue
original,‖ (Sánchez, 2007: 20)
637
1984-II: 114) y ―Los diálogos que siguen son auténticos.‖ (Salado, 1984-II: 267), lo
que demuestra el afán de alcanzar un suficiente grado de verosimilitud.
442Aquí un ejemplo en el episodio―El golpe de Estado‖, sobre los acontecimientos previos a la jura
de la Constitución de 1857: ―La voz del presidente de la Comisión de Constitución [Ponciano
Arriaga], al principio vacilante, sin expresión, sin colorido, sin fuerza, subió de todo:
˂˂Tengo fe en el pueblo, no en su instrucción teológica, no en su ilustración en jurisprudencia, sino
en los instintos que lo inclinan al bien. Uno de los impugnadores se ha atrevido a decir en el calor
de su improvisación que las Constituciones deben acomodarse, no sólo a la ignorancia y a las
preocupaciones del pueblo, sino también a sus vicios. ¡Y el orador que así se ha expresado, ha
tenido la osadía de calificar de inmoral la idea del artículo!˃˃‖(Salado, 1984-II: 36)
443Una muestra de estas inclusiones es la siguiente: ―Al margen dos placas negras, arriba un
angelón con una faja que dice: Requiescat in pace, al pie un renglón de góticas que reza: Tremendo
acontecimiento; y luego con tipo de atanasia, esta relación:
˂˂Un terrible acontecimiento, de esos que sólo ocurren en épocas como la presente, de relajamiento
de todas las energías, acaba de sumir en el desconsuelo a una familia respetabilísima. Los jóvenes
Pedro y Andrés Ruiz de Esparza, pertenecientes a la parte más selecta de nuestra sociedad, e hijos
de padres distinguidísimos, han muerto en circunstancias verdaderamente trágicas.
[…] ˂˂Enviamos nuestro pésame al señor licenciado Ruiz de Esparza, nuestro respetable amigo, y a
su digna y virtuosa compañera, haciéndolo extensivo a toda la familia herida con tan espantosos
sucesos.˃˃
(Diario de Avisos, correspondiente al del 23 de mayo de 1857).‖ (Salado, 1984-II: 239, 241)
444En carta de Juan Pérez a Anarda –mujer que fungirá como su directora política y respaldo al
enterarse que su amada Trini se ha casado con Buenaventura Ortiz, noticia que posteriormente se
desmentirá–, incluida en el apartado ―Estafeta política y social‖, dentro del episodio ―Memorias de
un polizonte‖, le expone lo que pasa en el bando liberal, sitiado en Acapulco: ―Señora: Cuanto
refería a usted acerca de la proclamación del plan de Ayutla, lo supe por noticias fidedignas; lo que
voy a relatarle, pasó en mi presencia y tiene el carácter de impresión personal. […]
El diez y nueve de Abril se supo la llegada de Santa Anna, y ya pudimos disparar cañonazos hacia
su real. Comonfort, activo, nervioso y vigilante, no cesaba de recorrer los parapetos y líneas de
defensa, excitando a los valientes, animando a los irresolutos, exaltando el valor de los indios y
hablando al alma de los oficiales.‖ (Salado, 1984-I: 330-331)
También en las informaciones epistolares hay elementos de historia cultural, como lo es esta reseña
de Anarda, enviada a Juan Pérez el 24 de mayo de 1854, sobre la presencia de compañías de opera
en la capital mexicana: ―Tenemos aquí dos compañías, dos compañías de opera con personal
selectísimo, que se disputan el campo, riñen batallas, se dan mutuos disgustos y a nosotros nos
proporcionan inmensas satisfacciones.
En Puesto Nuevo tiene usted a la Steffenone, la Salve y la Beneventano: en Santa Anna a la divina
Enriqueta Sontag, a Claudina Fiorentini, a Pozzolini, Rocco y Badiali. La pugna ha sido terrible; la
cuestión se ha llamado nada menos que oriental, y entre rusos, como se llama a los Santanistas, y
turcos, como se apellida a los de oriente, se han librado verdaderas batallas.‖ (Salado, 1984-I: 344-
345)
638
445En la primera serie, Juan Pérez, en ocasiones se asume como historiador y en otras reniega de
hacer historia o ser novelista, además de que Salado Álvarez presenta su texto como una relación y
se insiste en la veracidad de los hechos. Aquí algunas de estas contradicciones: ―Ahora, como
historiador fiel y puntual, voy a hacer algunas explicaciones que aclaren y completen lo que no está
bien determinado en mi relación, que puede tachar de inverosímil alguno de esos que les gusta
llevar las cosas por el cabo que no se les halla.‖ (Salado, 1984-III: 203-204; resaltado nuestro); ―Pero
en fin, esto no es una historia, sino algo más humilde y de menos aliento, la narración de la odisea
de un viejo soldado que se complace en recordar tiempos malísimos, pero que fueron los que
antecedieron naturalmente a los mejores que ahora pasamos.‖ (Salado, 1984-II: 158; resaltado
nuestro); ―Si fuera un poco mentirosillo, nada más que un poco, y esta narración no fuera la pura y
desnuda verdad, aquí pondría la relación de portentosos hechos de armas en que intervine,
destruyendo ejércitos, capturando convoyes y dando muestras de serenidad e hidalguía.‖ (Salado,
1984-II: 496; resaltado nuestro); ―Si escribiera una novela, quizás encontraría modo de evitar la
relación de lo que va a leerse, y daría como causa de los trastornos que acontecieron la enemiga de
algún poderoso, que envidiando mis altas y soberanas prendas, había determinado causarme daño;
el celo que tenía que producir en el gobierno o en el clero, la noticia de que apuntaba un astro que
podía con sus fulgores obscurecer los astros que estaban revolucionando, o cualquiera de tantas
fantochadas como podían ocurrírseme. Nada de esto hubo, y quien lea esta verídica historia, se
convencerá de que todo fue tan común y corriente como que salga el sol o que llegue la noche.‖
(Salado, 1984-I: 59; resaltado nuestro)
639
El hecho de que los narradores de estas novelas históricas aludan a sus textos como
relaciones446 es indicador del grado de liminalidad que existe en ellas,
principalmente si echamos un ojo a la tradición hispanoamericana, en la cual las
crónicas, las cartas y otras obras navegan entre las aguas históricas y literarias.
Solamente como botón de muestra, traemos a colación el caso de los Infortunios de
Carlos de Sigüenza y Góngora, que podría ser una relación, una crónica, una
protonovela o un híbrido genérico.
En este entendido, podemos argumentar que este ciclo novelístico da una visión
más humana, de carne y hueso de los personajes relevantes de la Historia, tal como
lo hacen con Porfirio Díaz, Benito Juárez, Antonio López de Santa Anna, Lucas
Alamán, Ignacio Comonfort, Aquiles Bazaine, Maximiliano de Habsburgo, Carlota
de Bélgica, pues se concede voz a todos los bandos.447
Consideramos que los elementos hasta aquí expuestos sostienen nuestra hipótesis
en torno al carácter liminal de los Episodios saladinos, sólo reiteraremos que la
elección del subgénero de novela histórica es determinante para hablar de esta
característica en torno a estos textos, que dejan en claro que la Historia y la
literatura, a pesar de parecer divergentes, corren sendas tan paralelas que en
ocasiones llegan a confundirse.
446También Josefina Hernández, una de las narradoras de ―La Intervención y el Imperio‖ vacila en
la definición genérica de su texto, pues en ocasiones indica que se trata de una relación y en otros
momentos se asume como historiadora: ―mi deber de historiadora me obliga a decir que esas son
meras suposiciones, que no tienen el apoyo de ningún documento.‖ (Salado, 1984-IV: 156)
447 ―La multiplicidad y la confluencia de voces en el texto novelesco-histórico es el punto central de
este análisis. La novela histórica funciona como vehículo privilegiado para tener acceso a una
determinada época en una historia nacional.‖ 139
640
Conclusiones
Este desconocimiento se debe, como quedó claro, al tesón con el que el autor
defendió al Porfiriato, una vez que éste fue derrocado por la Revolución Mexicana,
y a la extensión de los Episodios; resulta una tarea titánica la lectura a cabalidad de
las aproximadamente cinco mil cuartillas que componen las dos series saladinas,
pero una manera de comenzar a darlos a conocer es fomentar la lectura de alguno
de los episodios, principalmente de los más logrados, como ―Su Alteza
Serenísima‖ o ―El golpe de Estado‖, con la intención de dar muestra de la maestría
con la que Salado ejerce la novela histórica, en la que conjunta elementos históricos
y ficcionales.
Nuestro autor llevó a cabo la tarea de escribir sus Episodioscon tal conciencia, a
través del acopio de información periodística, bibliográfica y vital, ya que
entrevistó a soldados veteranos, que logra que su obra literaria se erija como fuente
histórica, lo que demuestra una vez más la relación tan constante que se da entre la
Historia y la literatura: ―La exactitud con la que Salado delinea a las figuras
históricas y su efectividad para retratarlas, queda comprobada por historiadores
tales como Wilfrid Hardy Callcott, que empleó a los Episodios para su libro Santa
Anna.‖ (Vital, 2002: 136)
Aún queda mucho por decir en torno al nexo innegable entre literatura e Historia,
así como también respecto a los Episodios nacionales mexicanos, como pudiera ser
una comparación con los Episodios nacionales de Benito Pérez , ya que aunque la
poética de estos autores llega a tener similitudes, la de Salado Álvarez va más allá,
pues consigna la totalidad de un par de épocas mexicanas, dando apertura a los
bandos que se confrontan, a diferencia del español, quien también pasa revista a
los partidos que chocan, como en toda buena novela histórica, aunque sólo alude a
momentos críticos, no a un período total.
641
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643
El arte da vida a lo que la historia ha asesinado. El arte da voz a lo que la historia ha negado,
silenciado o perseguido. El arte rescata la verdad de las mentiras de la historia.
Carlos Fuentes, ―Cervantes o la crítica de la lectura‖
Difícilmente se puede concebir un ser humano que no sienta la fascinación del «relato», de
la narración de acontecimientos significativos, de lo que ha sucedido a hombres provistos de
la «doble realidad» de los personajes literarios (que a la vez reflejan la realidad histórica y
psicológica de los miembros de una sociedad moderna y disponen del poder mágico de una
creación imaginaria).
Mircea Eliade, Mito y realidad
Entre tantos investigadores que han discutido las diferencias y semejanzas entre
historia y ficción,450 resultan referencia ineludible el uruguayo Fernando Aínsa y el
norteamericano Hayden White. El primero considera que ambos discursos utilizan
estrategias narrativas similares para comunicar la información y constituyen
relatos que estructuran la realidad a través de fuentes documentadas
históricamente. Sin embargo, la intención con la que se escribe un texto es –para
Aínsa– la que define las características del discurso histórico y las del ficcional.
Criterio este que resulta muy problemático porque las lecturas de un tipo de
discurso pasan, en última instancia, por convenciones culturales y epocales. Cada
lector asiste a dos discursos diferentes en cuanto a la estructuración de los
contenidos utilizados pero, no existe (afortunadamente) una fórmula para
considerar qué es lo histórico o qué lo ficcional. Por tanto, los distintos motivos por
los que se considera en una u otra época un texto como historia o como historia
novelada develan, no solo las mutaciones de sentido, sino también el objetivo
último de la literatura: producir diversas maneras de mirar un texto.
448 Esta novela fue Premio Internacional ―Rómulo Gallegos‖, 2009. Además, pertenece a una trilogía
compuesta por Ursúa (primera novela) y La serpiente sin ojos (tercera novela), aún sin publicar.
449 Esencialmente los que tienen que ver con el período del Descubrimiento y la Conquista
americanos.
450 Siempre que me refiera en el texto a ―ficción‖, estaré apuntando hacia la reinterpretación de la
historia a través de recursos textuales que le son muy particulares a la ciencia literaria, como por
ejemplo: el narrador, los personajes, las descripciones poco objetivas de los ambientes
645
Con el devenir del tiempo, las distintas maneras de abordar la historia fueron
transformándose. Los siglos XIX y XX en América, muestran el desarrollo
vertiginoso de la narrativa histórica. En el primero de estos siglos, este tipo de
451Entre los que se pueden mencionar: Los diarios de navegación de Cristóbal Colón, las Cartas de
Relación de Hernán Cortés, La Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del
Castillo, los Naufragios, de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, la Crónica del Perú, de Pedro Cieza de León
y la Historia general y natural de las Indias, de Gonzalo Fernández de Oviedo.
646
Diez años más tarde de la aparición del libro de Menton, Fernando Aínsa, en
Reescribir el pasado: Historia y ficción en América Latina, agregó de manera muy
lúcida otros elementos a partir de los cuales puede analizarse una nueva novela
histórica. En el mencionado libro apunta los siguientes aspectos:
Tanto las clasificaciones de Menton como las de Aínsa son válidas para el análisis
de una nueva novela histórica. Puede verse uno y otro modelo como
complementario; uno no excluye al otro. De hecho, la textualidad histórica del
discurso de la que habla Aínsa establece una estrecha relación con la
intertextualidad que propone Menton. Estas dos características tienen un común
objetivo: utilizar el texto histórico como sustento para la narración. Otro tanto
sucede con la multiplicidad de puntos de vista (Aínsa) y lo dialógico (Menton) ya
que a través de diversas perspectivas se enriquece el discurso de una novela. Estos
investigadores en sus clasificaciones consideran a la parodia como un principio
estructurador de la nueva novela histórica. Este recurso se concibe a partir de la
existencia de un texto que pueda criticarse, deconstruirse. El carácter metaliterario
e intertextual de esta produce un discurso bi-textual, dialógico relacionado con un
452Autores como Seymour Menton, sitúan el inicio de la Nueva Novela Histórica con El reino de este
mundo, de Alejo Carpentier, es decir, en 1949. Otros autores -Aínsa, por ejemplo- alejan más el
tiempo y colocan el comienzo alrededor de 1970.
647
La nueva novela histórica de América Latina ofrece una visión crítica del pasado;
permite reconocer al héroe desde su instancia más vital; se sustenta a partir de una
documentación histórica o desde la invención; se diluye en un tiempo histórico y
otro ficcional; permite la confluencia entre lo histórico/cotidiano y lo
simbólico/real; relee la historia a partir de las necesidades del presente.
La más reciente novela del joven escritor colombiano William Ospina se inserta en
estos presupuestos de la nueva novela histórica. Ella constituye una
reinterpretación de la expedición de Gonzalo Pizarro y Francisco de Orellana en
busca del país de la canela. A partir de una prosa fragmentada en partes (33
capítulos), pero construida coherentemente y relacionada con lo engorroso de una
travesía de fracasos, el discurso total de la novela adquiere relevancia formal y
estilística. Está relatada desde de la voz mestiza de un narrador que habla
constantemente con un tú que resulta, al final del texto, Pedro de Ursúa. El
narrador de la historia –aunque la nota del ―editor‖ parezca aclararlo- nunca
devela su personalidad, por lo cual podemos inferir que no es más que un
constructo de la propia ficción.
Estas son algunas de las características que presenta la novela de Ospina y por las
cuales he admitido que constituye una nueva novela histórica. Sin embargo, me
parece muy acertado el señalamiento de Fernando Aínsa cuando refería que cada
autor posee su propio estilo y que por tanto no hay un modelo único de nueva
novela histórica.
453 William Ospina: El País de la Canela, Monte Ávila Editores, Venezuela, 2009, p. 266.
649
Por último, habría que apuntar la relación que adquiere la novela de Ospina con la
creación del mito del País de la Canela. El complicado proceso de las mitificaciones
que se lleva a cabo en América debe verse a partir de los dos lados protagónicos: el
europeo/el americano.
En suma, la novela de Ospina presenta –por sobre todas las técnicas estilísticas y
formales, que ya he apuntado más arriba– un discurso que va encaminado al
enriquecimiento de la perspectiva latinoamericana ante el resto de las culturas
(europea, oriental, africana). Subyace una intencionalidad muy marcada de
reconstruir una historia ―oficial‖ con el objetivo de juzgar un texto historiográfico y
aportar una perspectiva más cercana a la tradición histórico-literaria de América
Latina. De ahí que no sea casual la narración de un sujeto mestizo que va
desentrañando las esencias desde una posición dual, es decir, de un hombre que ha
estado en América y en Europa y que es capaz de proyectar un discurso más
plural, heterogéneo y dialógico por cuanto tiene en cuenta los traumáticos procesos
de uno y otro espacio.
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655
Si don fernando nuestro príncipe y sus capitanes han muerto, como habeis visto, ha
sido por no se haber sabido regir ni gobernar, por se mozos y no haber querido
tomar mi consejo. (…) Acabado el razonamiento y bando que habemos visto, luego
se osó llamar príncipe, y su título era el más bravo y soberbio de todos (…)
llamándose Lope de Aguirre, la ira de Dios. Príncipe de la libertad y del reino de
tierra Firme y provincias de Chile. (González y Escandell, 1981, p. 108-109).
Ya el paratexto de la novela de Otero Silva indica los signos que establecen una
diferencia con la crónica oficial y un contacto comprometedor, participativo, con el
lector. Como dice Marcela Beatriz Sosa refiriéndose a otros textos literarios:
Para la distinción entre los conceptos de ‗autonomía‘ e ‗independencia‘, véase Pierre Macherey,
455
Pour une théorie de la production littéraire, París, Maspero, 1966, pp. 65-68.
657
No es sólo el título del texto la pista que orienta al lector sobre la historia que se
contará, sino los títulos de las partes. Así, por ejemplo, la segunda parte ―Lope de
Aguirre, el traidor‖, este paratexto guiará al lector/espectador por la serie de
acontecimientos pasados y presentes en la expedición ya citada.
Miguel Otero Silva al igual que, Adolfo Briceño Picón, Casto Fulgencio López,
Ramón J. Sender, José Sanchis Sinisterra y otros escritores que ficcionalizan a
Aguirre, reescribió así el hipotexto de la expedición de Omagua. Esta jornada
histórica también conocida como la jornada de El Dorado, fue encomendada al
Gobernador Ursúa en el año 1559 por el virrey del Perú. En el nuevo texto, o en el
hipertexto del novelista, se da el caso de una reescritura a partir de la historia de
un texto antiguo que registra la crónica de Indias, y muy particularmente de la
crónica de Francisco Vázquez y de la carta de desnaturalización de Lope de
Aguirre dirigida al Rey Felipe II. Lope de Aguirre. Príncipe de la Libertad es un texto
dependiente porque se sostiene en una historia ya contada.
Sin embargo, como dice la ya citada investigadora Sosa, para analizar en forma
cabal una reescritura se debe atender el sujeto de la enunciación, el
lector/espectador, el enunciado y las modalidades. En este sentido, si quisiéramos
juzgar las condiciones desde las cuales el novelista reescribe, podríamos
interpretar muchos aspectos: en primer lugar, Otero responde a un lector
hipertrofiado y a un escritor informado que es capaz de inventar, imaginar,
trasponer, reescribir, rellenar. El enunciado de Otero, que centra obviamente su
atención en Aguirre, deja muchas interpretaciones de la participación militar del
soldado vasco en la expedición de Omagua. La presencia de Aguirre en el texto
narrativo dramático y la reescritura parcial de su carta transcrita entre una de las
partes, se convierte en una resemantización de la historia oficial, en un nuevo
significado.
Es obvio que en el plano temático trata de ser fiel al texto antiguo, por lo menos
mantiene la trama y la intriga esencial de la expedición. Lope de Aguirre. Príncipe de
la Libertad no descuida su objetivo en destacar las aventuras, hazañas y
desventuras de los conquistadores durante la jornada; en síntesis quiere distinguir
la complejidad de la expedición, desmitificarla, subrayar las voces discriminadas,
según las crónicas, de la criada, de soldados desconocidos, de Llamoso, de Elvira,
de Inés, en fin de personajes aparentemente grises, sin importancia, pero que
adquieren una dimensión trascendente. La mayoría de los pasajes son tomados de
las crónicas de indias, como ya lo hemos señalado varias veces, y otros son
extraídos o inspirados de las referencias de textos biográficos, históricos y
literarios. De allí que el texto novelístico está construido de varios hipotextos,
como ya advertimos, que permiten su heterogeneidad o hibridización, como
gustan decir ahora, e incitan a la búsqueda de los orígenes de la expedición, y a la
reivindicación y reinterpretación de algunos personajes. Los ejemplos son muchos.
El principal es la figura de Lope de Aguirre, al igual que la de otro soldado, el
gobernador Pedro de Ursúa, y la de don Fernando de Guzmán, todas figuras
históricas y protagonistas esenciales de la malograda expedición de los Omaguas.
Nuestras orientaciones teóricas en cuanto a los elementos intertextuales se basaron,
principalmente, en las interpretaciones y estudios de Kristeva y Genette, quienes
han definido la intertextualidad
Como una relación de copresencia entre dos o más textos, es decir, eidéticamente y
frecuentemente, como la presencia efectiva de un texto en otro. Su forma más
explícita y literal es la práctica tradicional de la cita (con comillas o sin referencia
precisa) en una forma menos explícita y menos canónica, el plagio […] que es una
copia no declarada pero literal; en forma todavía menos explícita y menos literal, la
alusión, es decir, un enunciado cuya plena comprensión supone la percepción de su
relación con otro enunciado a la que remite necesariamente tal o cual de sus
inflexiones, no perceptibles de otro modo. (Genette, 1989, p.10)
de su relación con otro enunciado‖. Una de las partes que ilustra ese tipo de
intertextualidad en la novela es, por ejemplo, el perteneciente a los comentarios
que sostienen varios de los personajes como el de Francisco Esquivel cuando alude
a los doscientos azotes que ordenó para Lope por traficar con esclavos sin la
licencia correspondiente. Veamos parte del texto del alcalde:
Francisco Esquivel:
(…) Soy el alcalde y es mi encargo hacer respetar las leyes y valer mi autoridad. El
reo llamado Lope de Aguirre recibirá doscientos azotes en escarmiento de su
desdén a las ordenanzas y en castigo de la grosera respuesta que ha dado a mis
palabras. Tales son mi voluntad y mi sentencia. (Otero Silva, 1979, p.59)
Yo quería reescribir esa historia, recrearla, tratar de vivir esa situación (…) Ursúa
que es casi un abre boca de lo que va a ser esa aventura por el Amazonas es la
660
El autor no sólo describe a su protagonista de Ursúa sino que además nos otorga
pistas para entender mejor su propuesta estética.
Desde el prólogo se presume la voz del cronista que contará las diferentes
historias de Ursúa cuando inicia el relato: ―Cincuenta años de vida en estas tierras
llenaron mi cabeza de historias. Yo podría contar cada noche del resto de mi vida
una historia distinta‖ (Ursúa, p 13) y en el capítulo inicial señala que: ―Yo nunca vi
esas cosas, pero aquí estoy copiando sus recuerdos‖ (19). Esa voz narrativa sigue
reiterándose en la diegésis del personaje y es en el numeral 8 rememorando a
muchos de los conquistadores, entre ellos, a Pizarro y a Aguirre, dice:
Recuerdo la primera vez que intenté contar esta historia. Fue en El Tocuyo, poco
después de escapar de la selva y de los ojos viscosos de Aguirre (…) Ahora aquí,
en San Sebastián del Gualí, junto a los balsos de grandes hojas, he vuelto a leer mis
cuadernos y encontré estas palabras escritas hace más de doce años, cuando
Aguirre acababa de ser derrotado. (Ospina, 2005, p. 126)
Por las características que presenta este narrador, mitad mestizo y mitad europeo
podríamos pensar que se trata de un conquistador español que terminó
conquistado, y que vive un dilema entre la ―Europa Civilizada‖ y la ―América
Bárbara‖ cuando afirma:
Es importante destacar que el padre de una de las voces narradoras, fue otro de los
hombres, que bajo el mando de Francisco Pizarro asesinó a incas:
Los hombres de Pizarro (no puedo olvidar que mi padre era uno de ellos en esa
tarde infame) masacraron a siete mil incas lujosos del cortejo real en las montañas
662
A manera de conclusiones:
Bibliografía
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Otero Silva, Miguel, Lope de Aguirre, Príncipe de la Libertad, Barcelona, Seix Barral, 1979.
Sosa, Marcela Beatriz, Las fronteras de la ficción. El teatro de José Sanchis Sinisterra, Valladolid,
Universidad, 2004.
663
Romina Magallanes
Universidad Nacional de Rosario
Carolina Romero Saavedra
Universidad Autónoma de Bucaramanga
Introducción
Este trabajo se centrará en dos textos del escritor Héctor Abad Faciolince: Traiciones
de la memoria (2009) y El olvido que seremos (2005). Por una parte, nos detendremos
en la peculiaridad de la escritura testimonial que presenta ―Un poema en el
bolsillo‖, perteneciente a Traiciones de la memoria, texto que analizaremos desde el
punto de vista de una escritura testimonial material. Por otra parte, nos
enfocaremos en el modo de escritura testimonial íntima ligada a la elaboración del
duelo presente en El olvido que seremos.
en www.linkillo.blogspot.com
459 Considerando a la literatura como aquello que debe tener formato de libro, venderse en librerías,
por internet o en ferias del libro, conservar el nombre del autor, incluirse en algún género, ser
reconocidas y definidas como literatura, por otra parte, literatura también es aquello ligado a la
autonomía abierta por Kant y la modernidad: un discurso con una lógica interna, un poder de
autodefinirse y autolegislarse, con instituciones propias de crítica, enseñanza y academia, donde se
debatan su valor, sentido, relación con esferas políticas, económicas, etc. Literatura también es
aquello susceptible de categorizarse en nacional, cosmopolita, realismo, vanguardia, pura,
comprometida, rural, urbana, etcétera. Literatura es también un discurso ligado al valor, así la
buena literatura hará presentes las relaciones especulares, el libro dentro del libro, las
recursividades, paralelismos, citas y referencias, finalmente, literatura era aquella de los clásicos
latinoamericanos del siglo XIX y XX, literatura en relación de tensión con la historia, lo histórico
664
Estas problemáticas son abordadas, también, desde otras perspectivas entre las que
destacan los estudios culturales. John Beverly, por ejemplo, lo hace analizando la
escritura testimonial latinoamericana (Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la
conciencia). En ―¿Posliteratura? Sujeto subalterno e impasse de las humanidades‖
propone un ―pos‖ diferente al de Ludmer, el cual ―sugiere no tanto la superación
de la literatura como forma cultural sino una actitud más agnóstica ante ella (…)
Justamente es el testimonio, que es y no es literatura, el que enseña que hace falta
―leer no sólo a contrapelo, como en la práctica de la deconstrucción académica,
sino contra la literatura misma‖ como forma cultural de dominio (Beverly, 1996,
165).
Es innegable que pasa algo, que asistimos a un momento inquietante en que todos
quieren hablar en primera persona. Éste no es un fenómeno exclusivamente
colombiano, el show del yo está latente y en el ojo de los críticos. La literatura de la
violencia inundó los anaqueles de aventuras de narcotraficantes, peleas de sicarios
y mafia política; la tentación de la primera persona tocó a los ex secuestrados, a
periodistas, incluso a expresidentes bajo la forma de la autobiografía. Algunos
escritores como Vallejo, Abad -por momentos- o Jaramillo aparecen enredados en
la autoficción o en el relato del desarraigo. Sin embargo, dentro de este grupo es
difícil identificar el testimonio, sin confundirlo con el recuento de un secuestro o
con una crónica literaria.
entendido como lo real político social y lo literario como fábula, símbolo, mito, alegoría o pura
subjetividad (Ludmer, 2009, ).
665
conviene tener en cuenta que las formas producen sentido y que un texto está
revestido de un significado y un estatuto inéditos cuando cambian los soportes que
le proponen a la lectura. Toda historia de la lectura es, pues, necesariamente una
historia de los objetos escritos y de las palabras lectoras (p. 12)
en la escritura, como otra de sus facetas, los esquemas, los mapas, las fotografías,
las postales (p. 20).
460―es lo que hace que la lengua crezca por en medio, como si fuera hierba, lo que le convierte en
rizoma en vez de árbol, lo que pone la lengua en perpetuo desequilibrio: Mal vu mal dit [mal visto
mal dicho] (contenido y expresión). Decir las cosas tan bien dichas nunca ha sido lo propio ni la
tarea de los grandes escritores‖ (Deleuze, 1996, p. 155). ―El lector sólo verá desfilar los medios
inadecuados: fragmentos, alusiones, esfuerzos, búsquedas, que no trate de encontrar una frase bien
relamida o una imagen perfectamente coherente, lo que se imprimirá en las páginas será un
discurso turbado, un balbuceo…>> La obra balbuciente de Biely, Kotik Letaiev, lanzada en un
devenir-niño que no es yo, sino cosmos, explosión del mundo: una infancia que no es la mía, que no
es un recuerdo, sino un bloque, un fragmento anónimo infinito, un devenir siempre
contemporáneo‖ (pp. 158-9)
667
Una experiencia originaria, lejos de ser algo subjetivo, no podría ser entonces sino
aquello que en el hombre está antes del sujeto, es decir, antes del lenguaje: una
experiencia ―muda‖ en el sentido literal del término, una in-fancia del hombre
cuyo límite justamente el lenguaje debería señalar‖ (Agamben, 2007, p. 64)
(…) es el sentido manual del término el que quiero abordar, es la <<escritura>> (el
acto muscular de escribir, de trazar letras) lo que me interesa: ese gesto por el cual
la mano toma un instrumento (punzón, lápiz, pluma), lo apoya sobre una
superficie y de manera pesada o acariciante traza formas regulares, recurrentes,
ritmadas (no es necesario decir más: no hablamos necesariamente de <<signos>>)
(p. 12)
Algo de esto ocurre con el libro de Abad; invita, como Urribarri en el Prólogo a
Lecturas de infancia de Lyotard, a un ―un lector de ojos infantiles- capaces de
escuchar lo que es imposible escribir- dispuesto a hacer jugar según sus propias
resonancias esta potencial figura deseante‖ (1997, 10); invita como Chartier, a otra
forma de crítica (de lectura – escritura), a reivindicar la incumplida importancia de
las condiciones materiales de la escritura, que sin ser un mero medio, son parte,
son justamente aquello que rescata lo no dicho, el testimonio infantil, operando y
motivando en lo dicho; el ―in‖, tanto como la privación de la potencia humana,
antes del ser y ser no (―confabulación de la memoria‖, ―experiencias que en
realidad no han tenido lugar‖, p. 45); como el ―in‖ en sus manifestaciones de
collages, recortes, notas, cartas, y todas las formas donde el Sentido siempre está
acechando, afuera, para cercarlas en las conocidas tierras del Significado. En el libro
de Abad, por su exposición y concepción de la letra, y también por su idea de una
memoria traicionada, "el paradigma más tenaz y decisivo del sentido retenido,
traer a la luz lo oculto mediante un esfuerzo de atención y de fidelidad que
permitiría evitar tanto la inventio como la ficción" (Ritvo, 1992, p. 19), se tambalea,
y se muestra en su tambalear. ―Un poema en el bolsillo‖ confronta la tradicional
concepción platónica aristotélica de la jerarquía ontológica entre ―el original‖ de la
vida, la ―copia‖ del recuerdo, y ―el apunte como copia del recuerdo‖ (2009, p. 15).
Las cosas se revierten. La vida queda en el lugar del efecto, no de la causa de la
memoria, y lo determinante no será la historia sino el ―apunte-recuerdo‖, el
testimonio.
Yo, por ejemplo, no me acuerdo ya del momento en que esta historia empieza para
mí. Sé que fue el 25 de agosto de 1987, más o menos a las seis de la tarde, en la calle
Argentina de Medellín, pero ya no me acuerdo bien del momento en que metí una
668
Como también queda claro en el comienzo mismo del ensayo que no es una
cuestión de voluntad lo que da lugar a este memorizar:
La pasividad honda que gravita en estas palabras dejan en una posición muy débil
a ese ―querer‖ final, que, más bien, es casi un efecto de lo inolvidable. Un efecto
invectivo -―me impusieron‖- que lo obliga de malas formas hasta ese ―querer‖. Es
lo inolvidable incumplido lo que insiste con sus materialidades de cosa. Son los
ayudantes los que lo impelen a recordar, a testimoniar con ellos la zona de reino. A
mostrar el reino. ―Reinar no significa cumplir con todo. Significa que lo
incumplido es aquello que permanece‖ (Agamben, 2000, 43). El no pude resistirse
porque no hay en todo este asunto Voluntad de un Sujeto.
Por esto es crucial la noción que Abad mantiene de los ―papeles sueltos‖. Como en
Benjamin, para Abad son tanto método crítico (una escritura portátil, que se lleva a
todo lugar en un bolsillo, como lo hizo el propio padre de Abad), como cosas
objetos ayudantes: el poema encontrado (y perdido), su diario (expuesto en su
original fotografiado, sin la transcripción del poema), el poema escrito a máquina
en otro papel –superpuesto a un artículo fotografiado escrito por su padre sobre
―Filosofía de la Salud Pública‖-, sus artículos anteriores sobre el tema, el poema
escrito, otra vez, en el libro mismo, la fotografía del poema escrito como Epitafio en
la tumba de su padre; la publicación mendocina de la revista Ediciones Anónimos;
las versiones de los cinco poemas conservados por Jaime Correas, las copias, las
copias corregidas, las copias de copias del poema por Franca beer, y Jean-
Dominique Rey. Como coleccionistas, también su madre (―Mi mamá le quitó la
argolla del matrimonio‖, p. 17) se muestra una relación con las cosas, en la que no
ocupa un primer plano su valor funcional, su aprovechamiento, su utilidad, sino
que [las cosas] son estudiadas y amadas en el escenario que componen, en el teatro
de su destino (en Wizisla, 2010, p. 23)
Quien asume la carga de testimoniar por ellos sabe que tiene que dar testimonio de
la imposibilidad de testimoniar. Y esto altera de manera definitiva el valor del
testimonio, obliga a buscar su sentido en una zona imprevista‖ (Agamben, 2005,
669
Lo que diferencia a los géneros literarios unos de otros, es la necesidad de la vida que les ha
dado origen. No se escribe ciertamente por necesidades literarias, sino por necesidad que la
vida tiene de expresarse.
La confesión: género literario. María Zambrano.
En 2005 Héctor Abad Faciolince publica El olvido que seremos. Allí con una voz
infantil, el niño Héctor habla acerca de la relación con su padre, el médico Héctor
Abad Gómez asesinado por un sicario en una calle de la Medellín de los años 80. El
escritor habla de la muerte de su padre. El texto aborda la pérdida de un ser
querido, en parte es una reconstrucción del dolor y como veremos, testimonio.
hilo y detonante de las hipótesis con las que venimos leyendo a Abad Faciolince.
Es claro que el testimonio vale por lo que falta en él, quien asumió, o asume la
posibilidad de testimoniar en este caso tendría que dar cuenta de la imposibilidad
de testimoniar y esto altera de manera definitiva el valor del testimonio, obliga a
buscar su sentido en una zona fuera de lo previsto, de la reivindicación y del nunca
más. En los dos casos que nos ocupan el lugar desde el cual se escriben estos
testimonios es la vergüenza. Vergüenza es –con Agamben- lo que siente el justo
ante la culpa cometida por otro y ante la imposibilidad de contrarrestar la
injusticia.
Sin duda decir yo, usar el nombre propio, es el primer requisito de algo que
podemos llamar narración testimonial. El personaje de Héctor hijo es fuerte en la
narración porque los hechos se transforman en escenas que le permiten
fortalecerse, ponerse en pie sobre lo que más les duele y sacar a escena el obligado
testimonio.
―El yo, en consecuencia, está aquí desarmado y superado por su misma pasividad,
por su sensibilidad más propia; y, sin embargo, este ser expropiado y
desubjetivado es también una extrema e irreductible presencia del yo a sí mismo‖
(110)
Lo que yo sentía con más fuerza era que mi papá tenía confianza en mí, sin
importar lo que yo hiciera, y también que depositaba en mí grandes esperanzas
(aunque siempre corría a asegurarme que no era necesario que yo lograra nada en
la vida, que mi sola existencia era suficiente para la felicidad de él, mi existencia
feliz y fuera como fuera). (2005: 141)
Este vuelco al testimonio solo es posible desde el lugar que aun conserva las
situaciones de violencia que dieron origen al testimonio latinoamericano, sólo allí
es posible pasar de la narración de la primera persona, al testimonio de lo
inclumplido por decir lo que se reclama como inolvidable. Como dijimos atrás, en
sociedades que conviven con la idea de la muerte resaltar la desaparición de
alguien puede pasar -pese a lo doloroso- desapercibido. El testimonio se da
solamente en un momento y en un lugar tan complejos en los cuales ya hablar de
672
dignidad del muerto, de homenaje, apología no tiene sentido. Por ello alejamos los
textos que ayudan a titular la ponencia de los recuentos de secuestro o modos de
autobiografías. Si bien los escritores convocan la figura de su ser querido, siempre
terminan siendo ellos, sobrevivientes, ―los que testimonian, se testimonian‖. Estas
estrategias narrativas son las que testimonian pues en medio de ellas se pueden ver
destellos de experiencia.
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Introducción
A partir del intento perpetuo de los partidos políticos para construir una memoria
y un uso público y partidista de la historia, instrumentalizando las cuestiones
políticas, sociales y culturales más importantes del país en beneficio de sus propios
intereses, cobra importancia seguir pensando las guerras entre liberales y
conservadores. Decantadas las imágenes de horror dejadas por el conflicto civil
más largo en la historia de Colombia la mal llamada guerra de los mil días, se
comienza desde muy temprano a tejer las tramas de una controvertida memoria
sobre esta guerra. La reconstrucción de esa catástrofe nacional ha ido acompañada
de resistencias y reinterpretaciones que apuntan a restablecer viejos protagonismos
y nuevos proyectos. En el marco de esos intentos se ha presentado una vigorosa
revisión de valores políticos y culturales que se enfrentan y hacen de este universo
de memorias sobre la guerra un verdadero campo de combate simbólico.
461. Ver: Bourdieu, Pierre. La Dominación Masculina. Anagrama, Barcelona 2002 Pág. 54-55, 66-67
675
Muy temprano se inició una guerra interpretativa. Desde 1904 se dio a conocer la
obra de Rafael Uribe Uribe, ―Documentos Políticos y Militares‖, que aspiraba a
convertirse en la obra más destacada sobre el particular. Esta obra que acentuaba el
desempeño ejemplar de su autor, desmeritó las acciones de muchos hombres que
lo acompañaron y habían participado quizá con mayor número de triunfos en esta
contienda. La obra de Justo L. Durán publicada en 1920 nace como una refutación a
los supuestos y al exclusivo protagonismo de Uribe Uribe en las contiendas de la
Costa Caribe. Como él mismo lo señala:
―la obra documentos militares y políticos del general Uribe Uribe hacen una
descripción completamente falsa de la campaña en la costa cuando estuvo bajo
nuestra dirección y arroja cargos calumniosos contra reputaciones inmaculadas,
que por sobre cualesquiera otras consideraciones debemos desmentir con
documentos fehacientes, nos sentimos doblemente obligados a ser nuestra
publicación para poner en claro la verdad.‖462
462 Duran, Justo: La Revolución del 99. Tipografía El Día 1920 Pag. III. Ver: Uribe Uribe, Rafael –
Urueta, Carlos Adolfo: Documentos políticos y militares. Medellín, Beneficencia de Antioquia 1982
Tomo IV ( 1 edición 1904)
463 Hasta el momento se ha estudiado el papel de los niños y las mujeres y otros aspectos de la
guerra, pero se ha prestado muy poca atención a la composición racial de los participes de esta, la
única referencia racial recae sobre uno de los personajes mas destacados de esta ―El negro Marín‖
quién es rescatado de las memorias y presentado en algunos análisis como un destacado
guerrillero. Ver: Jaramillo, Carlos Eduardo: El guerrillero del ―paraíso‖ General Tulio Varón.
publicaciones de la Contraloría General del Tolima. Ibagué 1987. por otro lado a pesar de que
existen algunas afirmaciones sobre la diversidad de la que estaban compuestas las guerrillas no ha
existido una preocupación en torno a que hizo que estas gentes participaran de la guerra, al
respecto Fernán Gonzáles asegura que las guerrillas fueron constituidas principalmente por
iletrados, del campo, campesinos sin tierra, pequeños propietarios y colonos, trabajadores
independientes, negros de las dos costas, indios de la Guajira, sur del Tolima, del Cauca y Panamá
y asegura que muchos de estos iban movidos por el poder terrateniente. el espíritu aventurero,
afán de venganza o sectarismos políticos. Ver: Gonzalez, Fernán: ―De la Guerra Regular de los
Generales Caballeros a la Guerra Popular de los Guerrilleros. En: Sanchez- Agilera, Op. Cit .
676
Por esta razón cobra importancia desde el punto de vista literrario y desde las
narrativas históricas el libro ―Daguerrotipos liberales‖. Publicado en 1936 por Rafael
Redondo Mendoza,464 liberal oriundo del Carmen de Bolívar, es una memoria
totalmente desconocida en el país y por tanto silenciada por los estudiosos de la
guerra. Este escrito toma parte en los enfrentamientos por legitimar las acciones de
algunos actores de la guerra, en éste, se destaca la participación de los sectores
populares, negros y mulatos y los sucesos que tuvieron como epicentro diferentes
localidades del Departamento de Bolívar.
464 Rafael Redondo Mendoza, se auto define como un liberal simpatizante del socialismo, quien
llegó a Cartagena en los años veinte del siglo XX con la intención de adelantar estudios en la
Universidad de Cartagena donde participó como parte del grupo de estudiantes Republicanos que
se oponían al reinado y a la elección de una reina como representante de los estudiantes, aunque
no se sabe con certeza su vinculo con ―El Bodegón‖ grupo de tertulia literaria, si son verificables sus
nexos con Aníbal Esquivia Vásquez quien realiza el prologo de su libro figura representativa del
grupo señalado, del cual hacían parte Jorge Artel y Eustorgio Martínez Fajardo entre otros.
465 Redondo Mendoza, Rafael: Daguerrotipos Liberales. Imp. Departamental Cartagena, 1936. Pág. 47
677
Yo situó la revolución de los mil días en San jacinto, porque en la villa de las
hamacas el valor se derramó a cántaros... a Solano y a Manrique hombres de
carísima estirpe, no les quedó carne para el último machetazo... aquello era un
montón de carne olorosa a humanidad. Brazos despedazados con el fusil en la
mano. Cabezas truncas, intestinos y viseras palpitantes, toda la biología de un
escuadrón se hallaba en tierra iluminada por la fuerza embellecedora del fuego466
Sin duda alguna, Joaquín Mercado Robles fue el jefe de milicias revolucionarias
más respetado por los generales conservadores en el departamento de Bolívar y
probablemente en toda la costa caribe. Mercado Robles logró movilizar
aproximadamente 2000 hombres provenientes de diferentes localidades del
466Ibid, Pág. 24
467 Ibid. Pág. 15 en otros apartes puede apreciarse la idea ―las cargas de Mercado Robles resonaran
siempre en la montaña como un canto de lealtad al exterminio y a la muerte. El metal que empuño su mano
merece simplemente una estatua. Hay tantas inútiles!! Cómo son de abominables esas mujeres gordas y
tetonas que simbolizan la libertad, o esos caballos con jinetes sobre planchas anónimas falsificadas!! Ibid Pág.
32
678
Mercado Robles fue un opositor de importancia para los fines del partido
conservador en la costa y de quien de pendía en gran parte el partido liberal para
logras sus objetivos, y pese a que la historiografía sobre la Guerra de los Mil Días
ha silenciado no sólo a Mercado R, sino a muchos otros personajes, las acciones de
este hombre le permitieron tener un lugar en la historia. La eliminación de
Mercado Robles, pasó a convertirse en un objetivo prioritario de los generales
conservadores. En un telegrama enviado al Secretario de Hacienda puede verse la
trascendencia de las acciones del Negro Mercado Robles y el significado de su
eliminación para los conservadores. ―Viva, satisfacción me ha causado la lectura de
importante telegrama de usted fechado el 11 con el aniquilamiento del Cabecilla Robles que
parece indudable, las partidas de merodeadores, llamadas guerrillas desaparecerán o serán
destruidas y el departamento quedará pacificado‖469
A diferencia de lo que supone José Antonio Ocampo sobre los motivos que
tuvieron los guerrilleros de las zonas cafeteras de Cundinamarca y Tolíma, para
participar en la Guerra de los Mil Días, donde los trabajadores permanentes de las
haciendas, por su independencia frente a ésta, visualizaron nuevas fronteras de
lucha política en la contienda, y se convirtieron en población disponible para el
reclutamiento de caudillos guerrilleros, en la Costa Caribe y en especial en el
departamento de Bolívar, donde el sistema de haciendas ha sido casi inexistente,
el patrón de poblamiento disperso, otros factores explican la participación en la
contienda.
468 Salazar, Victor Manuel: MEMORIAS DE LA GUERRA (1899-1902) Ed A.B.C. Bogotá 1943
469 El Porvenir. Cartagena, Octubre 25 de 1901
679
―la Guerra de los Mil Días fue una guerra de principios e ideales llevó bordada en
su estandarte la reivindicación de muchos derechos del hombre.... Fue un
movimiento de verdadera fe democrática, donde el valor y la dignidad del hombre
supieron ponerse de presente. No fue un levantamiento de masas ignaras que
buscaran ni el mejor salario, ni el descanso dominical, sino una lucha de todo
corazón y verdadero y justo reclamo por los derechos pisoteados‖ 470
Por esta razón, estas guerrillas pelearon y se enfrentaron en muchos casos por
fuera de las directrices del partido, e imponiendo su propio significado de la
violencia que, mezclado con los elementos del oficio cotidiano de muchos de los
combatientes, forjaron una tradición del machete como elemento de combate y
dignidad masculina, gráficamente representadas en las memorias. Franco hace la
siguiente referencia: ―Fue una guerra para morir como hombres dignos, donde la vida no
tuvo precio más digno que el de la razón y en la que el carácter y la arrogancia se soldaron
para combatir contara la iniquidad‖471.
Frente a los sucesos de 1899 a 1902, Redondo como porta voz de una generación de
políticos e intelectuales, introdujo nuevos elementos legitimadores de la violencia,
más allá de la defensa de la República y las libertades. Introdujo como justificación,
la reivindicación de la igualdad social y política, del honor familiar y las virtudes
masculinas. Para él, los viejos odios y la venganza ennoblecían la muerte y
postulaba la transformación mística y heroica de la patria. En referencia hecha a
Oscar Augusto Domínguez, otro negro que participó de la guerra, retoma los
siguientes elementos:
Domínguez es alto y en los labios lleva un rictus oscilante entre el dolor y el odio
Domínguez no fue el astuto traga caminos, coleccionador de sortijas y aretes. Ni
siquiera tuvo tiempo para violar mujeres determinación biológica que en guerra
470 FRANCO Pedro E. MIS ANDANZAS EN LA GERRA DE LOS MIL DIAS. Imprenta
Departamental Barranquilla 1964 P 12. para un análisis sobre la búsqueda de la igualdad social de
negros y mulatos en el caribe colombiano, ver: MUNERA Alfonso EL FRACASO DE LA NACIÓN.
El Ancora Editores-Banco de la República. Santafé de Bogotá 1998. Pág. 213
471 Ibid. Pág. 13
472 Ibid. Pág. 22
680
473 Ibid Pag 31- 33. para un análisis sobre como la fortaleza del Estado, especialmente en lo
concerniente al monopolio de la violencia facilita el desarrollo de una nueva masculinidad y
nociones espirituales del honor Ver: Spierenburg, Pieter ―Violencia, Castigo, el Cuerpo y el Honor
una Reevaluación‖. En: Wailer, Vera. Figuraciones en Proceso. Fundación Social, Santafé de Bogotá
1998.
474 ibid 18
475 Tamayo, Joaquín. La Revolución de 1899. Ed, Cromos 1938. Pag. 160. Bordieu, señala que ―el
hombre realmente hombre es aquel que se siente obligado ha estar ala altura de la posibilidad que
se le ofrece de incrementar su honor buscando la gloria y la distinción en la esfera pública. Bordieu.
Op. Cit. Pág. 68-69
681
en el Carmen. La tierra del tabaco acogieron la guerra con la emoción sensual de quien
espera la noche para raptarse una campesinita de anchas caderas y senos agrarios 476 Para
referirse a Enrique Watts, un mulato que participó en la contienda, anotaba lo
siguiente: No podía con el rifle y el ―vergajo‖ se metió en la guerra. Tenía la edad en que
la masturbación se agarra a las manos con toda la fuerza primitiva del deseo. 477
Daguerrotipos Liberales hizo parte de una reserva intelectual y política crítica frente
a las nuevas generaciones de liberales en Colombia. Buscaba iniciar un programa
de acciones del partido liberal que subrayaba la necesidad de buscar alternativas,
por esto, Redondo, situó a su propia generación en la inestabilidad de los valores
liberales y las virtudes de la masculinidad que caracterizaron las generaciones de
la Guerra de los Mil Días y muchas anteriores
―Quien lo creyera, de bandidos vienen siendo calificados por los liberales de fines
del año treinta y por los aparecidos de la política y por los nuevos ricos y por los
barbilindos que tiemblan ante la posibilidad de que se les desacomode la raya del
pantalón... los ultimaos representantes que quedan en Colombia de ese liberalismo
mártir y héroe que en 1899 se lanzo a los campos de batalla y fue protesta y fue
castigo de la iniquidad conservadora. 480
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686
LA HISTORIA Y LA LITERATURA
COMO OBJETO DE ESTUDIO,
PRÁCTICA, ENSEÑANZA Y
APRENDIZAJE DE LA CIENCIAS
SOCIALES Y HUMANAS
687
481Ver: Segura Escobar, Nora., & Camacho Guizado, Álvaro. (1999). En los cuarenta años de la
Sociología Colombiana. Revista de Estudios Sociales, 23-35.
688
No puede negarse que la lectura de una obra literaria nos produce un inmenso
placer y goce personal,encontrarnos con un texto que pensamos es bello, hace que
nos apropiemos de su mundo y terminemos viviéndolo y disfrutándolo
intensamente.Sin embargo, hacer nuestro un relato va más allá del gozo
individual, pues hay algo que nos hace estimarlo como poético,esto es, un
constructo estético inserto en élque no se refiere solo a la palabra,
constructofuertemente relacionado con lo que consideramos como ‗lo literario‘.La
experiencia de lo literario es, entonces, una experiencia hermenéutica (Piña, 2005).
En este sentido, siguiendo a Gadamer (en Piña, 2005)482:
482Gadamer en La actualidad de lo bello (1991), reflexiona sobre la manera en que el sujeto se apropia
de la obra de arte dependiendo de su ―experiencia vivencial, estética y cultural‖ (Piña, 2005, p.65).
Por tanto, la autora se parará en la posición hermenéutica de Gadamer, que es quien mejor
representa su concepción de mundo, de arte y de belleza.
689
autores, obras y lectores, sino que insiste en que estos últimos, mediante su lectura
activa y competente, reconstituyen la trayectoria histórico-literaria y transforman
las convenciones literarias de una sociedad‖.
T.S. Eliot (1964) se refiere a esta dialéctica entre escritor, texto y lector, al pensar en
el sentido y el significado de un poema, pues afirma que éste ―depende tanto de lo
que significa para los demás como de lo que significa para su autor‖ (p. 170), pues
aunque el poeta es quien conoce su historia y sabe lo que quería decir, es el lector
quien le da el sentido final al texto, teniendo en cuenta que el escritor, en muchas
ocasiones, llega a convertirse en un lector más.
Pasamos así del placer individual producido por la lectura a la interpretación dada
por el lector, en la que éste se apropia del texto narrativosegún sus especificaciones
culturales y sociales. De este modo, la literatura adquiere funciones
socialespuestoque ella ofrece testimonio de un periodo histórico dado, por ello se
vuelve fundamental en la tarea de estudiar el pasado o el presente como fuente
alternativa de estudio a la que ofrece la historia oficial.
Tenemos entonces, obras literarias que contribuyen a sostener el statu quo, y las
que representan fuertes críticas al periodo histórico en el que han sido producidas,
las que han permitido que los lectores, tanto quienes viven en la época en que se
escribe el texto, como quienes vendrían años o décadas después, conozcan
versiones diferentes a las que ofrecen los medios oficiales. Federico García Lorca,
por ejemplo, en su poemario Poeta en Nueva Yorkpublicado cuatro años después de
su muerte, muestra un fuerte desencanto y cuestionamiento a la sociedad moderna
estadounidense que conoció en su paso por la Universidad de Columbia entre 1929
y 1930. En su última obra La Casa de Bernarda Alba escrita en 1936, el mismo año en
que Lorca fue asesinado tras el estallido de la guerra civil española, se expone una
crítica a los juicios morales de una España fuertemente marcada por el catolicismo;
el poeta mismo advierte que esta obra es acerca del drama de mujeres en los pueblos
de España, donde la protagonista luchará incansablemente por la posibilidad de
amar libremente.
Es menester, por tanto, plantear las relaciones entre literatura y sociedad para así
considerar el texto literario dentro de un marco social específico.
En 1808, De Bonald (citado por Llanos de los Reyes, 1978, p. 35) afirmaba que ―la
literatura es la expresión de la sociedad‖; pues en ella se refleja la realidad social
que vive quien escribe. No obstante, es imposible que el escritor plasme la realidad
en su completud, lo que él hace, en cambio, es plasmar su realidad. Refiriéndose a
la investigación social –también podemos aplicarlo a la literatura-, Jaime Osorio
(2001), siguiendo a Marx, plantea que si bien no se puede alcanzar la comprensión
completa de la realidad, sí se puede pensar como totalidad:
691
El hombre existe rodeado por una sociedad, inmerso en una sociedad, sufriendo en
una sociedad, luchando o escondiéndose en una sociedad. No ya sus actitudes
voluntarias o vigilantes son la consecuencia de ese comercio perpetuo con el
mundo que lo rodea: hasta sus sueños y pesadillas están producidos por ese
comercio. Los sentimientos de ese caballero, por egoísta y misántropo que sea, ¿qué
pueden ser, de dónde pueden surgir sino de su situación en ese mundo en que
vive? Desde este punto de vista, la novela más extremadamente subjetiva es
692
‗social‘, y de una manera más o menos tortuosa o sutil nos da un testimonio sobre
el universo en que su personaje vive. […] En suma, toda novela es social. (p. 33-34)
Por consiguiente, debe reconocerse que este individuo que está lleno de problemas
y cuestionamientos morales es también un ser social, pues existe dentro de una
sociedad de la que no puede escapar, se interrelaciona –aunque tal vez no quiera–
con los otros y, depende en cierta medida de ellos y ellos de él.
Francisco Ayala alega que la novela nace como instrumento de saber ante los
nuevos interrogantes que se plantean, es decir, ante un mundo que cambia su
fisionomía y constitución, y en el que el ser humano, en tanto ser cuya ontología le
impone la necesidad de conocer, sentirá la urgencia de condensar a través de la
prosa toda su comprensión e interpretación de los nuevos desafíos que propone el
mundo. (Gaspar, 2009, p. 66)
Esta cita hecha por Berman de La nueva Eloísanos muestra que, efectivamente, en
primer lugar, la literatura que se escribe recibe influencias del mundo social, tanto
en el nivel material como en el subjetivo, pues no sólo describe las contradicciones
de la sociedad y los fenómenos sociales existentes en determinado contexto –las
migraciones, en este caso-, sino también las contradicciones internas del ser
humano que vive esta realidad que se le presenta como nueva, misteriosa,
excitante y a la vez, atemorizante. Y que por tanto, en segundo lugar, la literatura
como objeto de estudio para la sociología, por ejemplo, puede constituir un
elemento de análisis significativo en la comprensión del entramado social.
Dentro del mundo de la literatura converge una gran variedad de géneros y estilos
narrativos, modos de escribir y plasmar nuestros sentimientos, pensamientos y
emociones; lo que percibimos y pensamos del mundoque tenemos a nuestro
alrededor. Hay quienes intentan poner en el papel la realidad exacta en la que
viven, hay quienes justifican las cosas tal cual son, pero hay quienes también
cuestionan ese estado de cosas e, incluso, quienes a través de la escritura proyectan
posibilidades futuras.
Para López Keller (1991), la utopía tiene tres funciones fundamentales. La primera
de ellas se trata de denunciar los males y las faltas de la sociedad; la segunda
función es la de analizar, pues en muchas ocasiones las utopías son análisis
sociológicos detallados de las sociedades que les sirven como fundamento; y,
tercero, incentivan, de ahí que no sólo muestren las limitaciones de la realidad en la
que se producen, sino que muestren o intenten mostrar maneras alternativas de
vida.
De ahí que esté claro que no solamente la literatura recibe influencias del mundo,
sino que el mundo puede ser transformado desde las consideraciones que a partir
de la literatura se hacen. Es entonces como ―la literatura se carga de proyección
social‖ puesto que―es capaz de fomentar el establecimiento de nuevas formas
sociales‖ (Llanos de los Reyes, 1978, p. 36).
Las historias contadas a través de la literatura sugieren los puntos de vista y las
perspectivas de mundo de quienes las escriben. Los temas tratados son siempre
numerosos y diversos; temas como el amor, la política, la vida, la muerte, etcétera,
fluyen y confluyen a lo largo de la narración. Temas que, así mismo, son abordados
de maneras distintas por cada uno de los autores dependiendo de sus modos de
percibir la realidad en la que viven.
Que toda reflexión acerca de las ciencias humanas se efectúa, no desde el exterior,
sino desde el interior de la sociedad y que es una parte –más o menos importante
según los casos, por supuesto– de la vida intelectual de la sociedad y, a través de
ésta, de la vida social en su totalidad. Además, el simple desarrollo del
pensamiento en la medida misma en que éste es una parte de la vida social,
transforma más o menos, conforme a su importancia y a su eficacia, la vida social
misma. (Goldmann, 1971, p. 11)
Es posible también que en una obra literaria se exprese más de una visión de
mundo, pues en ella se da cabida a una multiplicidad de voces que se relacionan y
se contradicen entre sí; se trata, según Mijaíl Bajtín (1989),de un dialogismo
existente dentro de la obra literaria
Si miramos novelas tan importantes para América Latina como Doña Bárbara (1929)
de Rómulo Gallegos, conocemos unos llanos venezolanos caracterizados por el
fenómeno del latifundismo y el autoritarismo en la usurpación de tierras para la
acumulación de capital –representado por doña Bárbara–; así como el complejo
proceso de transición de la barbarie a la civilización donde, por ejemplo, se
empieza a plantear la propiedad privada con la instalación de cercas que dividen
las tierras, proceso que empieza a instaurarse con la llegada del hombre de la
ciudad, el civilizado –representado por Santos Luzardo–.486
Mi intención aquí es mostrar sólo un ejemplo pues, sin duda, dentro de la novela se narran
486
Pues ha sido justamente la literatura el lugar desde el cual se han cuestionado las
estructuras de poder, las relaciones entre dominantes y dominados y, en general, la
injusticia de un mundo devastador. Pero ha sido también el lugar de la esperanza,
el lugar desde el que se han proyectado otras posibilidades, ha sido el lugar en el
que se ha cumplido el sueño de la liberación humana y el que propone llevarlo a
cabo en la realidad concreta.
Esta constituye, quizá, una propuesta por construir una nueva sociología de la
literatura, esta vez desde América Latina, donde se planteen problemas de método
y metodología ya no tan rígidos como los de quienes proponían una investigación
positiva de la literatura. Hay quienes se han preocupado por esto, pero considero
que la literatura y, en general, el arte, debe ser tratado como objeto de estudio en
ciencias sociales como la sociología, que se pretenden objetivas aún después de
largos debates dados al respecto en todo el mundo. Parece como si todavía los
científicos sociales se consideraran aislados de sus objetos de estudio y no como
parte de ellos, cuando es de sobra sabido que hacemos parte y somos producto de
esa sociedad que debemos investigar. Falta mucho terreno por abonar en este
campo, y más cuando enfoques como el de la sociología de la literatura no son
tratados en las universidades –en particular, en los programas de sociología–, tal
vez porque se considera un campo demasiado subjetivo para ser abordado desde
la investigación social.
El resto está, entonces, en plantear esta nueva sociología de la literatura desde las
universidades, para las universidades y para la sociedad. Una nueva sociología de
la literatura que nos permita acercarnos de manera reflexiva y flexible, a través de
700
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Rodrigo López-Martínez
Universidad de Cundinamarca
Introducción
El tema de estas líneas es fruto de las inquietudes por las que ha pasado la
investigación actual que desarrollo, centrada en el análisis de las representaciones
estudiantiles en Bogotá en 1960 y en Medellín en 1970, rastreadas a partir de las
novelas El dedo índice de Mao y Compañeros de viaje.
En tal sentido, una de las tareas que debía desarrollarse antes de realizar la
investigación propiamente dicha sobre las representaciones a partir de la novela,
era explorar, a la luz de una sintética referencia historiográfica y conceptual,
aquellas ideas o argumentos que hacían la defensa de la novela tratada como
documento histórico, y que a la vez ponían de manifiesto algunas características o
propiedades de la novela, ya fueran las determinadas por su momento de
concepción, o por la experiencia que la fragua y que constituye la sustancia de su
contenido, es decir, propiedades que tenían que ver más con el contenido de lo
narrado que con sus formas, en dónde, según creo, radica el uso de la novela como
fuente y no su estudio en tanto objeto. De eso trata este documento.
703
Creo entonces que el objetivo de este documento es doble y continuo: por un lado,
construye un balance o inventario de argumentos sobre los cuales pueda ser
sustentable el uso de la novela como fuente de información en la investigación en
historia cultural y, como resultado, espera realizar una contribución para la
consolidación de un consenso, en lo que respecta a la validez, la complejidad y la
legitimidad de la novela así tratada, que sea útil como acervo para los estudios
históricos que contemplen acudir a la novela en esta dirección.
Para esto, el documento se divide en dos partes. En la primera reviso con brevedad
las concepciones del término cultura, encaminado a acercarme a la noción de
Clifford Geertz, que contemplada como entramado simbólico que orienta las
percepciones, actitudes y prácticas del sujeto en el mundo, fortalece el sentido de
examinar la novela como un documento que nos comunica con las culturas del
pasado. Este apartado finaliza de la mano de Roger Chartier con la definición de lo
que comprendemos por Historia Cultural, y con algunas consideraciones reflexivas
sobre un análisis cultural de la novela.En la segunda parte, sin pretender acotarlos, se
defienden los argumentos centrales que componen el inventario, incipiente aún e
ineludible en el contexto de la historia y de la historiografía colombiana (y
latinoamericana) dada la especial índole de nuestras narrativas ancladas fuerte y
explícitamente en nuestra historia, sobre los cuales encuentro necesariorealizar una
exploración que genere claridades orientadas a la consolidación de un gozne
riguroso sobre el cual gire con soltura el uso de la novela como fuente en la
investigación en historia cultural. Finalmente, pese a la gran extensión de estos
asuntos, realizo unas consideraciones finales.
487Es el caso de Mauricio Archila (Archila, 2008). En un artículo titulado El maoísmo en Colombia: la
enfermedad juvenil del marxismo-leninismo el autor refiere un episodio de la novela El dedo índice de
Mao de Juan Diego Mejía con el fin de sugerir una alusión literaria que ejemplifique su tesis acerca
de la doble moral que se escondía tras la clandestinidad de los maoístas de los años 70.
704
inválidas para descartarla, ya que precisamente son estás cualidades las que
constituyen gran parte de su riqueza.
En ese sentido, por parte de los historiadores488 y a lo largo del siglo XX —e incluso
desde el XIX, o más aún desde el XVIII—hasta la actualidad, la comprensión del
termino cultura ha ido presentando una transformación gradual, y ha terminado
por acercarse al significado construido por los antropólogos sociales, en especial
aquellos cercanos a lo que se conoce como antropología simbólica. Veamos.
488Un trabajo central en el tema de la Historia Cultural, en el cual pueden observarse, entre otros
asuntos de relevancia, la trasformación del quehacer histórico relacionado con la cultura desde el
siglo XIX, y las diferentes concepciones de cultura mantenidas por los historiadores, es el libro de
Peter Burke titulado ¿Qué es la historia cultural? (Burke ,2006).
705
arte que comienza en 1930 según la división que hace P. Burke, el termino cultura
(principalmente en Suiza, Holanda, Alemania e Inglaterra)se usó, primero, para
referirse a expresiones artísticas, especialmente en pintura y en literatura, y se
emparentó con las ideas de la alta cultura y del espíritu de la época, que solamente
podrían captar y expresar con profundidad los espíritus más elevados, y cuyo
retrato era tarea del historiador; posteriormente se amplió al terreno a los valores,
la conductas, el control y el autocontrol, las creencias, los modos de vida (caso de M.
Weber, N. Elias, M. Bloch, L. Febvre, etc.,) para luego, sobre la década de 1960, incluir
la cultura baja o popular, y usarse —siguiendo a P. Burke—―para describir los
equivalentes populares de las artes y las ciencias: música popular, medicina
popular, etc. En la última generación—prosigue— la palabra ha pasado a referirse
a un vasto repertorio de objetos (imágenes, herramientas, casas, etc.) y prácticas
(conversación, lectura, juego)‖ (p.44-45).
489En palabras de P. Burke, ―tanto su cultura humanística como su elegante prosa y su defensa de la
interpretación de los significados (en contraposición al análisis de las funciones sociales de las
costumbres, cultivado por tantos de sus colegas antropólogos en las décadas de 1960 y 1970)‖
(p.56), así como el uso que hace de la analogía dramatúrgica para interpretar la cultura, la descripción
densa y la teoría interpretativa de la cultura, le han asignado a la obra de este antropólogo un fuerte
impacto en el mundo de la historia cultural.
490Cursiva nuestra.
706
amplia noción, sino que es algo así como una entidad generadora, una escena
fundante que está en la base misma de los pensamientos, conductas y actitudes491.
Por este mismo camino, la historia de corte cultural debe tener en cuenta
precisamente esta red de significados que conforman la cultura. Roger Chartier es
uno de los historiadores culturales que incluye el aporte de C. Geertz en sus
investigaciones, y define la historia de la cultura como la historia de los ―modos de
articulación entre las obras o las prácticas y el mundo social, sensibles a la vez a la
pluralidad de divergencias que atraviesa una sociedad y a la diversidad de empleo
de materiales o códigos compartidos‖492, o como lo ha sabido decir otro
investigador, como ―la historia de la construcción de la significación, la historia de
las representaciones y las prácticas, la historia de las formas y mecanismos por los
cuales las comunidades perciben y comprenden su sociedad y su historia‖ (Ruiz
Guadalajara, 2003, 29). Por esta vía, la novela encuentra un asidero para traer de
vuelta el pasado, y permitirnos reconstruir algunos aspectos de los estudiantes que
harán más completa nuestra percepción.
491 Esta idea es importante, por cuanto contrasta con el viejo planteamiento de los historiadores de
Annales de mitad del siglo XX (basados en la concepción marxista de la sociedad a partir de la
estructura, la superestructura y la determinación de la primera sobre la segunda), según el cual la
sociedad podía comprenderse en tres niveles jerarquizados, donde la cultura hacía parte del último,
determinado por los otros dos (económico y socio-político). A su vez, esta idea ha sido perpetuada
por muchos historiadores colombianos actuales que hacen apropiaciones en exceso pasivas de las
teorías europeas. Se trata más bien de comprender la cultura (además de como concepto) como escena
fundamente de la realidad social, en donde se funden lo económico, lo social y lo político, en una
compleja mezcla indisoluble, cuyos elementos interactúan entre sí y dependen mutuamente. Este
tipo de planteamientos es sugerente y provocativo, por ejemplo, si se piensa que la cultura, como
escena fundante del pensamiento y las actitudes, no ha sido suficientemente tenida en cuenta al
momento de indagar sobre los estudiantes u otros actores sociales.
492 Roger Chartier, El mundo como representación. Estudios de historia cultural (Barcelona: Gedisa,
2005), 50.
493 Un punto obligado de referencia acerca de las representaciones y la historia cultural, es el libro
titulado El mundo como representación, del historiador Roger Chartier (Chartier, 2005).
494 Un excelente trabajo de historia cultural y análisis socio-lingüístico en sociedades europeas, en
dónde se exploran asuntos como el silencio o las formas de hablar permitidas, exigidas o
desaprobadas socialmente, es el libro titulado Hablar y callar del historiador Peter Burke (Burke,
2001).
707
Desde que el giro lingüístico495 puso en escena asuntos como el trabajo literario, las
prácticas de escritura histórica y literaria, y a la literatura misma como objeto
reavivado de estudio, son diversos los trabajos que la han abordado desde una
óptica social y cultural496, privilegiando los acercamientos al libro literario más
ampliamente como objeto que como fuente. Los libros han sido vistos como objetos
a través de los cuales los investigadores pueden indagar acerca de la cultura de un
momento determinado, a partir de los procesos de edición y las prácticas de
lectura, principalmente. Pero poco se han detenido a examinar el contenido
narrado en las obras de la misma manera que se examina el contenido narrado en
495 Se conoce como giro lingüístico al desarrollo y afianzamiento de un movimiento filosófico nacido
en occidente en la década de 1970, cuyos postulados relacionados con la primacía del lenguaje (esta
vez ya no de la razón) como fuente legítima del saber, han logrado un efectivo impacto en las
ciencias sociales y puesto en entredicho las bases mismas de la ciencia. En el terreno de la Historia,
el impacto más perceptible, y negativo en mi opinión, se encuentra en la concepción de la historia
como efecto de la textualidad del relato histórico y de las representaciones del historiador y del
lenguaje de su tiempo, lo que a su vez asimila a la historia con el texto literario, entendiendo este
último como un referente en sí mismo que no tiene la posibilidad de acceder al pasado, y con ello
se arriesga la cientificidad de la historia, al tiempo que cuestiones como la verdad y la versión quedan
fácilmente resueltas. La primera, negada si se trata de acceder al pasado mediante el trabajo
histórico, y la segunda, que relativiza a la historia como una referencia al pasado, como una versión
entre otras, cuyo grado de verdad no es mayor que ninguna en tanto ―pasa a ser un efecto de la
presencia creada por la textualidad‖. No obstante, también tuvo consecuencias positivas como el
―perfeccionamiento de las técnicas del relato y la narración histórica‖, al dotar de un remozado
papel central a la narrativa (esta vez diferenciada del relato cronista contra el que se erigió la
historiografía del siglo XIX), para la cual las prácticas de escritura de la historia, en cuanto a su
organización y coherencia, ganaban una importancia privilegiada. Jaume Aurell, ―Los efectos del
Giro Lingüístico en la historiografía reciente‖, (Aurell, 2004, págs. 6-7)
496 Recordemos, por ejemplo, el trabajo de Robert Darnton, titulado La gran matanza de gatos y
otros episodios en la historia de la cultura francesa (Darnton, 1987). Especialmente el capítulo Los
campesinos cuentan cuentos: el significado de Mamá Oca (págs.15-80), dónde el autor utiliza los
cuentos de Mamá Oca, (que muy populares se hicieron en nuestro país en la versión adaptada a dibujos
animados a partir de los cuentos de los hermanos Grimm) para analizar la cultura y el mundo mental de
los campesinos en Francia y en el siglo XVIII.
708
los folios de un archivo. Creo conveniente acudir al desglose del libro que hace R.
Chartier para explicarme mejor: para él, el libro es el encuentro entre dos mundos,
el de los editores y los escritores, por un lado, y por el otro, el mundo del lector
y/o los escuchas. (Chartier, 2005, p. 50)
Los trabajos que investigan el fenómeno del libro centraron su atención en esos dos
mundos (mecanismos de producción y reproducción culturales a partir de la figura
del editor, o las prácticas de lectura en voz alta, por ejemplo), y en el libro como tal,
por supuesto, como el lugar en donde se encontraban los dos y se generaba el
sentido.
Lo anterior, para el caso de los libros literarios que han recibido este tratamiento, se
resume en que han sido vistos como un objeto de estudio (en su calidad de
discurso, por ejemplo), y como un producto cultural que dialoga con la sociedad
(mediador de conductas).
Ahora bien, aunque lo narrado en una novela pueda ser leído y apropiado de
manera tal que modifique comportamientos o pensamientos en el lector, y pese a
que el libro pueda evidenciar algunas facturas de edición que lo conviertan en
producto intencionado, lo narrado mismo es una referencia histórica, un acceso al
pasado, que mediante la experiencia de vida o el trabajo de búsqueda del autor,
previos y condicionantes a la obra, contiene informes del pasado susceptibles de
un análisis verídico497.
497 Los trabajos de Emanuel Le Roy Ladurie se acercan en esta perspectiva, pero lamentablemente
aún no han sido traducidos al castellano en su totalidad.
498 La novela no conforma un sistema cerrado, sino que por el contrario sus formas y sus contenidos
son un acceso al pasado, gracias, en primer medida, a la experiencia de vida y la memoria de los
autores que condicionan la obra y, en segundo lugar, al trabajo de búsqueda y escritura que
despliegan para realizarla, y que no solo es fruto del deseo de verosimilitud, sino del deseo de
contar, de narrar, para el cual no existe solamente la invención fantasiosa, sino también la referencia
histórica. De otra parte, no es equivoco asimilar la historia a la literatura, siempre y cuando
tampoco se reniegue de la referencialidad externa de la literatura.
499 No exagero con esta última expresión, pues toda manifestación humana contiene una referencia
temporal, ya sea el tiempo de enunciación o el tiempo evocado. En la novela, sus formas, aunque
709
El tercer mundo del libro literario es el mundo narrado, el mundo de los personajes
y su contexto. En él, épocas y situaciones pasadas parecen revivir, así como
personajes cuyo pensamiento pueda incluso hoy parecer extraño podemos
encontrarlos a la vuelta del anaquel500, y podemos justamente observar, por
ejemplo, las revueltas y las actitudes estudiantiles de mediados de los años 60 en la
Universidad Nacional en Bogotá a partir de Compañeros de viaje de L. Fayad, o los
pensamientos de un estudiante maoísta en Medellín que se dispone a irse al monte,
o de otros que terminan militando más por intereses amorosos que por
convicciones revolucionarias en El dedo índice de Mao de J. Mejía.
Ahora bien, estas descripciones que contiene la novela no son de una índole
general, allí no pueden encontrarse lo que se consideran como datos duros, por
ejemplo. En este sentido la novela es un documento histórico de la cultura
entendida como se ha visto en este apartado, de donde puede extraerse evidencia
cultural que no es habitual encontrar en otras fuentes. De otra parte, la novela no es
tampoco una materia homogénea, y este trabajo se centra específicamente en las
novelas cuyo contenido narrado ofrecen una puerta al análisis de una sociedad y
una cultura determinada. Novelas que requieren un tratamiento particular, y sobre
difíciles para el análisis, permiten la comprensión del ser y su tiempo, al igual que sus contenidos,
por intrincados que parezcan, de la misma manera que sus géneros. Se trata de afinar las
herramientas de investigación, como ha sugerido el historiador Dipesh Chakrabarty en Una pequeña
historia de los Estudios Subalternos (Chakrabarty, 2010, p. 25-52).
500 Recordemos al respecto las palabras traducidas de Peter Burke cuando llama la atención sobre
una cita que al decir de él, gusta a los historiadores angloparlantes: ―el pasado es un país extranjero
porque hacen las cosas de forma diferente allá‖. (Chicangana, 2009, 18).
710
La primera idea que quiero mencionar, tiene que ver con las relaciones que
mantienen sociedad-cultura y novela, aduciendo que poseen el mismo vínculo que
existe entre realidad y fuentes. En principio, estas se relacionan mediante una
influencia o condicionamiento que ejerce la sociedad y la época sobre el autor, pues
este, además de escritor (Lanzuela Corrella, 2000, p. 259), es también ciudadano,
está vinculado a las dinámicas de un grupo social, mantiene opiniones y prácticas
políticas, interactúa con el sistema de producción, desarrolla esquemas mentales de
su mundo, lo representa, y lo vierte en su discurso y en sus prácticas, entre ellas la
literaria, lo que conforma a la novela como un vestigio histórico, en la medida en
que es fruto de la interacción del hombre y su tiempo, del autor y su época. Pero
además, los autores son también sujetos de experiencia y de memoria, que en el
transcurso del tiempo, de la historia de la que forman parte, apilan experiencias y
recuerdos que terminan encontrando un asidero en la novela, a partir de la cual
pueden reconstruirse, y a la vez dotar de un carácter testimonial al relato literario,
lo que, en últimas, convierte a la obra en testimonio y al escritor en algo similar a un
nativo informante.
Pongamos por caso El dedo índice de Mao de Juan Diego Mejía (Mejía, 2003), que es
una de las novelas utilizadas como fuente en la investigación de la que hace parte
este documento. En ella se narra y se reconstruye la atmosfera política y cultural
estudiantil de la Universidad de Antioquia en los primeros años de la década de
1970. El relato realiza una descripción sociológica de los estudiantes vinculados
con diferentes grupos políticos de izquierda, especialmente al maoísmo, y explora
aspectos de sus vidas tales como las conductas, las actitudes hacia la vida
influenciadas por su filiación política, la moral, los valores, o los motivos no
políticos de su militancia, entre otros aspectos que, debido a que el autor fue
estudiante en la Universidad Nacional en Medellín durante esa época, y a que su
actividad estudiantil lo llevaba a frecuentar el claustro de la UdeA, pueden gozar
de amplia credibilidad, pues la novela está basada principalmente en su
experiencia estudiantil y familiar.501
De esa manera, la novela tiene efectos en el mundo social y cultural a través de las
prácticas de lectura, a la vez que promueve o censura comportamientos, impone
501 De otra parte, además de la experiencia y la memoria, en la creación literaria incide otro asunto
que no puede soslayarse tampoco, y que contribuye a prestarle solidez al planteamiento de la
novela como fuente: este es el trabajo de búsqueda que desarrollan los escritores. Ellos en algunos
casos despliegan una actividad investigativa rigurosa para darle mayor coherencia histórica a la
obra (sobre todo ocurre en obras cuyo contenido narrado se refiere a una época distante, en la que
el autor no tuvo lugar), y esto, claro, logra el efecto de verosimilitud de lo narrado, pero no siempre
renuncia a lo verídico. Este asunto fortalece la visión de que las creaciones literarias no son
producto de una imaginería especulativa de los autores, sino que realmente conlleva un trabajo de
investigación, además del vínculo con la experiencia histórica y la memoria. Pensemos por ejemplo
en El general en su laberinto de Gabriel García Márquez, en el que el autor refiere al final de su libro
una mención de la actividad de búsqueda que llevó a cabo para contextualizar el personaje de su
obra, además de dar agradecimientos a los historiadores que aportaron en esa labor(García
Márquez, 1989). Creo que este trabajo desplegado por los escritores se parece al trabajo histórico: el
autor se plantea interrogantes, consulta fuentes de dónde extraer información, la analiza y la
interpreta, construye hipótesis y reconstruye una historia y elabora un relato, etc. Para ver un
trabajo que aborda la relación entre el método histórico y el trabajo literario, en el caso particular de
Margarite Yourcenar puede consultarse: Ayala Diago, C. (2005). Margarite Yourcenar: el método
histórico y la literatura. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura(32), 309-315.
712
Pese a que esta contracara de la primera relación nos muestra a la novela más
como un objeto de estudio que como una fuente, es útil mencionarlo en la medida
en que ilustra la doble vía en que oscila el flujo entre la sociedad, la cultura y la
novela, es decir, en la medida en que evidencia la existencia de un intercambio de
influencias y condicionamientos entre estas, lo que contribuye a la asimilación de
la pertinencia de la novela como fuente, alentados por la presencia vigente y
reciproca de lo uno en lo otro.
sus representaciones, es: Correa Gutiérrez, D. (2010). La extrema izquierda armada colombiana
representada en los relatos de ficción de la novela y el cuento, décadas de 1970 y 1990. Estudios
Políticos, 36, 111-139. Allí el autor se orienta hacia el análisis de las representaciones literarias, es
decir, de cómo vieron el fenómeno específico la novela y el cuento durante el período acotado, y
para ello aborda la literatura en tanto discurso dotado de múltiples significados, testimonio politizado, y
hace énfasis en la utilidad de la función testimonial del relato para el estudio de fenómenos
sociopolíticos. Es un interesante trabajo, pero en conjunto, aunado a otros que abordan la novela o
el cuento colombiano desde una óptica social o cultural, acuden a la evasión de la fiabilidad del
contenido narrado. Y es que este supuesto, hace incluso parte paradigmática de un conjunto de
nociones tácitas que tienen los investigadores, y que utilizan en muchos casos para dictaminar el
valor, la veracidad, o el aporte de una investigación, y en su cuestionamiento y negación radica una
gran contribución para la legitimidad de la novela como fuente.
713
Cierto es que de la ficción puede valerse el novelista para llevar más lejos la
realidad como expresión artística, pero esta misma acción ficcionaria es
potencialmente un objeto de estudio en la medida en que posee historicidad, y no
obstante, no alcanza a tener el vuelo suficiente para ser un relato y un discurso
falsos.
La literatura colombiana posee particularidades que aún están por aclararse, pero
una de ellas es que tiene por gran cantera la realidad histórica nacional, lo que, con
o sin pretensiones de verosimilitud, hace que la novela en Colombia tenga un alto
contenido histórico y vivencial, que la hace apta como fuente para la investigación.
504 Real Academia Española (2001). Ficción. En Diccionario de la lengua española (22.a ed.).
Recuperado el 10 de octubre de 2013, de http://lema.rae.es/drae/?val=ficcion. Existen otras
referencias más especializadas para el caso, como por ejemploBeristáin, H. (1995). Diccionario de
retórica y poética. México: Porrúa S.A. Dónde puede encontrarse el estudio de cuestiones como la
ficción desde la perspectiva de la teoría literaria, que discutiremos brevemente en este documento, y
que valga decir como adelanto que la ficción como categoría merece que la historia la adopte y la
redefina con el fin de que preste utilidad al análisis social y cultural.
714
Y por supuesto que no podemos dar por verdadero todo lo narrado, pero tampoco
podemos despreciarlo en su totalidad: la selectividad en este caso constituye uno
de los retos del investigador, que puede comenzar a suplirse acudiendo a la
relaciones entre novela y sociedad que ya he mencionado.
A partir de la ficción así comprendida, pueden rastrearse varias huellas, como por
ejemplo las demandas culturales del tiempo en que se escribe la obra, a partir de
las formas determinadas que toma la ficción en el relato literario, propias de una
época, o más precisamente para el caso de esta investigación, puede encontrarse
evidencia cultural y social, fruto de la experiencia del autor.
En este sentido, más que un elemento falso o cuyo efecto pretenda la verosimilitud,
la ficción mantiene una relación con la realidad social y cultural del tiempo en que
se narra o del tiempo narrado, en un grado variable de acuerdo con el tipo de
novela.
A su vez, el contenido de la ficción está signado por el trabajo propio del autor y su
tiempo, y sin embargo, ello no compone un elemento de menos veracidad, pero sí
de una amplia complejidad.
Por ejemplo: Gabriel García Márquez menciona una cifra exagerada de muertos en
un episodio de Cien años de soledad relacionado con la Masacre de las Bananeras de
1928. Allí, la ficción no puede constituirse en una ilusión del realismo mágico cuyo
fin sea la verosimilitud, sino que más bien es una creación del autor, caracterizada
por la hipérbole, que pugna no solo por crear a partir de un hecho histórico, sino
por hacer énfasis en su atrocidad, tarea a la que tampoco pueden renunciar los
historiadores. En esta novela, existen referencias útiles para aproximarnos a la
masacre de 1928, así como también elementos para reflexionar acerca de la figura
de los escritores como intelectuales, y evidentemente allí también se encuentran
715
La tercera idea que quiero desarrollar posee dos aspectos, por un lado está
asociada con la mutación del trabajo histórico en las tres últimas décadas del siglo
XX y la consecuente necesidad de nuevos escenarios de estudio, y por otro lado, se
vincula con el giro hacia la literatura, la cientificidad de la historia y su ética, en
momentos en que tiende a ignorar la complejidad de la realidad, a fuerza de
romper con viejos preceptos.
De otra parte, del giro hacia la literaturase pudo desprender la hipótesis de que la
historia fuera un género literario, y esto ha dado en llamarse el retorno a la narrativa,
505 A saber, según Chartier son: proyecto de una historia global; definición territorial de los objetos de
investigación; división social diferenciadora de diferencias culturales. (Chartier, 2005, p. 49).
506 Otro documento del mismo autor, que relaciona historia y novela, es: Avilés Farré, J. (1996). La
novela como fuente para la historia, el caso de Crimen y Castigo. Historia Contemporánea, 337-360.
716
Si bien resulta de interés este aspecto por cuanto acerca aún más la ciencia social a
la literatura, a sus prácticas, a su mundo, resulta también complejamente inestable
en el orden del discurso, en las mismas luchas de clase, de representación
(Chartier, 2005, p. 57), económicas y de poder, pues de ahí se desprende que el
problema de lo verdadero y lo falso, de la versión y de la veracidad en el relato
histórico, es superfluo o subsidiario, y por lo tanto, que ninguna narración del
pasado es más o menos cierta que otras, en tanto todas son representaciones del
pasado (nótese la frialdad que evocan los términos del debate, por ejemplo, para
con aquellas personas que vivieron la historia que nosotros recordamos y
estudiamos).
Así, por ejemplo, irónicamente la versión del general Cortez Vargas acerca de la
Masacre de las Bananeras—en donde los 300 muertos son reducidos a 8 y es
tiránicamente legitimada la arremetida asesina contra los trabajadores—, sería tan
válida como los testimonios, la intervención de Jorge Eliecer Gaitán al respecto en
el senado, y tan veraz como los estudios académicos al respecto,507 de la misma
manera que los variados y rigurosos trabajos sobre el 9 de abril de 1948 serían una
representación más del pasado, comparadas y clasificadas en el mismo nivel que la
narración ramplona de Joaquín Estrada Monsalve (Estrada Monsalve, 1948).
Tal discusión debe tenerse en cuenta a la hora de querer realizar una investigación
histórica teniendo por fuente la novela, pues aunque se acuda a la ficción, a la
subjetividad y a la evidencia cultural en la novela, términos que pueden parecer
bastante vaporosos, no se puede esperar terminar construyendo un relato verosímil
de los hechos, sino que precisamente acudimos a lo novela, en busca de sustraer
esa verdad al pasado que no podemos encontrar en otros documentos.
Para un mirada amplia sobre el tema de la Bananeras, puede consultarse: Archila, M., & Torres
507
Cendales, J. (2009). Bananeras: Huelga y Masacre 80 años. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
717
Esto cual hace posible generar un sistema de ideas que permiten equipar al
investigador en la comprensión de la relaciones entre sociedad/cultura y novela,
en la retracción de la concepción torpe de ficción que ha imposibilitado los
acercamientos, y en la mutación del trabajo histórico y giro hacia la literatura, que
hacen posible y necesario el uso de la novela como fuente de investigación en la
historia de la cultura, resaltando, claro, la mencionada importancia de los temas
vinculados con la subjetividad y por tanto con la cultura.
Y de otro lado, aún con los trabajos producidos en las últimas décadas del siglo XX
y lo que va del XXI en lo que respecta al estudio de fuentes, de literatura, de
historia cultural, e inclusive pese a algunos que vinculan estas situaciones a la par,
cabe considerar también que este documento es apenas la exploración acotada de
algunos argumentos, y de ninguna manera compone enunciados concluyentes,
sino que por el contrario, realiza una invitación a continuar trabajando en esta
dirección.
Para concluir, digamos entonces que las ideas aquí discutidas son apenas algunas
de las más relevantes que he encontrado en el transcurso de la búsqueda que
desplegó esta investigación, y las cuales, de ninguna manera agotadas, y por el
contrario apenas en ciernes, pueden concluir con el enunciado de una cuarta: ―no
existe una diferencia epistemológica absoluta entre las fuentes que describen
acontecimientos supuestamente reales y aquellas que revelan ideas, sentimientos o
valores‖(Avilés Farré, 1988-1989, p. 73), evidencia cultural, como lo es la novela,
siempre y cuando se admita la validez que tiene el estudio de la cultura, la
necesidad de los nuevos métodos, nuevos objetos y nuevas fuentes.
Bibliografìa
Archila, M., & Torres Cendales, J. (2009). Bananeras: Huelga y Masacre 80 años. Bogotá:
Universidad Nacional de Colombia.
Aurell, J. (2004). Los efectos del Giro Lingüistico en la historiografía reciente. RILCE Revista
de filología hispánica, 1(20), 1-16.
718
Avilés Farré, J. (1988-1989). Fuentes literarias e historia social. Studia Histórica. Historia
Contemporánea (6-7), 67-78.
Avilés Farré, J. (1996). La novela como fuente para la historia, el caso de Crimen y Castigo.
Historia Contemporánea, 337-360.
Burke, P. (2001). Hablar y callar. Funciones sociales del lenguaje. Barcelona: Gedisa.
Darnton, R. (1987). La gran matanza de gatos y otro episodios en la historia de la cultura francesa.
México: FCE.
Lanzuela Corrella, M. L. (2000). La literatura como fuente histórica, Benito Pérez Galdós.
Actas del XIII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas.2, págs. 259-266. Madrid:
Fundanción Duques de Soria.
Serna, J. (1996). Por qué los historiadores deberiamos leer novelas. Una historia de la
imaginación. Revista Eutopias. Recuperado el 5 de julio de 20014, de
http://www.uv.es/jserna/Porqueloshistoriadores.htm.
720
Introducción
El petróleo en Venezuela ha sido el motor de desarrollo desde finales del siglo XIX
y todo el siglo XX hasta el presente. Esta condición de país permitió el desarrollo
científico y social de la sociedad. Sin embargo, un amplio sector de la geografía
nacional quedó relegado de la distribución de la riqueza de la renta petrolera,
originándose grandes cinturones de miseria. En este sentido, no solo se trata de
reconocer al petróleo como motor de la economía nacional, sino dilucidar los
efectos perversos que se produjo en los inicios y desarrollo de la industria petrolera
en puntos específicos de la geografía nacional.
hombres, las relaciones que se establecen entre ellos y las estructuras económicas,
sociales, políticas y culturales que se han creado en determinado tiempo y lugar.
Historia y Literatura
Al respecto, Uslar Pietri (1990), expresa que dada la más completa y extraordinaria
transformación de contenido y conceptos en la literatura, no se puede ―hablar de
géneros caracterizados y distinguibles sino que se entiende por la esencia y lo
característico el discurso literario (p.113). Por lo tanto, no se puede admitir referirse
a la novela histórica como una división neta y distinta con características propias.
En este sentido, se hace una clara diferencia entre discurso literario y discurso
histórico. Ambas formas, son sistemas de producción distintos e independientes,
condicionadas por la intención y la actividad intelectual, bajo las cuales se aborda
la realidad.
La producción literaria sobre el tema del petróleo se fue incrementando a la par del
desarrollo de la industria petrolera dada la importancia como elemento
significativo en la economía venezolana desde principios del siglo XX hasta la
actualidad.
Todo cuanto el hombre dice o escribe, todo cuanto fabrica, cuanto toca puede y
debe informarnos acerca de él.‖ (p.55).
El testimonio es la voz que intenta dejar la huella de una determinada situación para
lograr propósitos bien definidos. Creación de conciencia, búsqueda de solidaridad,
función ejemplarizante o (antiejemplarizante), denuncia de los abusos de poder, de
represión, de la marginalidad, son los fines que persigue. De allí que el testimonio
sea considerado una pieza de singular importancia que permite el acercamiento de
una parte de la historia de un colectivo, historia que, muy frecuentemente,
permanece silenciada, olvidada, enmascarada, por las historias oficiales (p. 42).
Se afirma que Casas Muertas refleja la Venezuela agropecuaria y rural, desde Ortiz,
un pueblo del estado Guárico, cuya trama se remonta a finales del siglo XIX,
específicamente hasta 1890 y penetra, en los tiempos del petróleo, en el oriente del
país, bajo el régimen gomecista. La segunda, Oficina N° 1, refleja el nacimiento de
una ciudad que surge al calor de la explotación petrolera en el Oriente venezolano,
durante la última etapa de la dictadura de Juan Vicente Gómez, específicamente
725
desde 1928 y se extiende hasta el inicio del gobierno de Isaías Media Angarita, en
1941. Estas obras reflejan en retrospectiva, la decadencia de una sociedad, aun
anclada en ciertos patrones de la vida colonial, agropecuaria y rural, con
predominancia de un nuevo estilo de sociedad, producto de la irrupción violenta
de la explotación petrolera.
En esta primera aproximación a las obras de Miguel Otero Silva se establecen los
vínculos entre Historia y Literatura; es decir, la intencionalidad del autor, al
apropiarse del hecho histórico y crear un mundo imaginario para describir e
interrogar al pasado.
Antecedentes de la Investigación
También se encontraron varios trabajos (Bracho, 1999; Frías, 2002; Valentinez, 1996;
Rego, 1996), relacionados con la novela, como reflejo de las circunstancias
económicas, sociales, políticas y culturales de una sociedad y como recurso
didáctico para diseñar estrategias para el proceso de enseñanza y aprendizaje de la
Historia de Venezuela. La metodología de investigación, en la cual se circunscribe
estas producciones, es cualitativa, de base documental y con un enfoque
interdisciplinario del conocimiento.
De estos se derivan dos etapas: (a) descubrir la estructura interna de todo el texto
literario; (b) explicar el carácter funcional de la obra, en relación con el contexto
producción recepción en el cual aparece, su interconexión con el proceso literario
del país y otros aspectos inherentes que determinan su presencia. Cada etapa
consta de dos pasos para realizar el análisis sistemático
y científico de las novelas.
Gráfico 1. Relación de los tres tiempos históricos que subyacen en la novela Casas Muertas y la
articulación con los personajes.
Fuente: Otero Silva. (1955). Casas Muertas. Buenos Aires. Editorial Lozada. Elaborado por:
Junguittu, Rosa (2005)
Gráfico 2. Relación de los tres tiempos históricos que subyacen en la novela Oficina N° 1 y la
articulación con los personajes.
Secundino Silva
Carmen Rosa Villena
Fuente: Otero Silva. (1961). Oficina N° 1. Buenos Aires. Editorial Lozada.Elaborado por: Rosa
Junguittu (2005)
729
momento, se ubica en 1941, cuando regresa a Venezuela con el ascenso del general
Isaías Medina Angarita a la presidencia de la República (Otero Silva, 2001).
Consideraciones Finales
Este trabajo documental, de base teórica, centrado en la revisión crítica del estado
de conocimiento de la Historia como asignatura escolar, pretendió dar una
contribución al desarrollo de las investigaciones actuales, fortaleciendo el enfoque
interdisciplinario de las ciencias, al aplicar el método sociológico de la literatura
para el análisis de las novelas Casas Muertas y Oficina N° 1 y realizar una
propuesta teórica y metodológica para la enseñanza y aprendizaje de la Venezuela
petrolera para la educación media, diversificada y profesional.
Bibliografía
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736
Introducción
En España, los avances más relevantes que en el campo de la edición crítica se han
dado,se deben a la denominada Escuela de Filología Española liderada por el maestro
Ramón Menéndez Pidal y varios de sus alumnos, entre otros: A.G. Solalinde,
Tomás Navarro, o Américo Castro. La postura teórica de esta Escuela,
caracterizada por su actitud un tanto neutral frente a las propuestas de Karl
Lachmann y de Joseph Bédier, propendió hacia la construcción de las directrices de
Lanueva Filología: proclamar abiertamente la naturaleza histórica de la ciencia
filológica y el fundamento de su estudio en la tradición textual. El trabajo que debe
desarrollar el crítico y el historiador de la literatura es el de desentrañar los
problemas textuales que presenta la obra en su nivel escritural y tratar, en lo
posible, de subsanarlos para evitar la obstaculización del proceso de
interpretación.
A propósito, Pérez (2011, p.16) señala que el editor crítico, ante todo, asume el rol
de intérprete, de «‗hermeneuta‘, de mensajero y mediador entre la obra y el lector
[…] Para que sea posible la interpretación hay que partir primero del texto: el
reconocimiento de la preeminencia de la letra y del espíritu del texto». Por
consiguiente, el objeto de estudio de la Edición crítica de textos se ha centrado en la
reconstrucción del original o del texto más cercano a este, hasta llegar a fijar, con el
mayor rigor posible, un texto más limpio, depurado y próximo al que salió de
manos del autor, puesto que para lograr una interpretación adecuada, no
tergiversada, es necesario que el texto sea fiable.
508Este trabajo hace parte de mi tesis doctoral intitulada Edición crítica de la obra completa del poeta
colombiano Julio Flórez, sustentada en la UNED, España, en el año 2013.
738
Describir los contextos de autor: vida, obra y estilo poético de Julio Flórez.
Así las cosas, es de apuntar que esta tesis doctoral se desarrolló a partir de la
siguiente hipótesis: una edición crítica de la obra completa de Flórez permitirá
identificar su tradición, depurarla y presentarla a los lectores para que también la
conozcan, la interpreten, juzguen su esteticidad y, desde luego, su calidad.
739
Metodología
Como se anunció ya, para la elaboración de esta edición crítica se adoptó el método
de la Nueva Filología que, de acuerdo con Blecua (1983), Pérez (2011)y Estévez
(1998), se centra en la combinación del rigor estemático de Karl Lachmann con el
estudio de la historia de la tradición de los textos particulares, individualizando así
cada problema. Estos filólogos contemporáneos toman en cuenta las fases que
adoptamos aquí del siguiente modo:
509 Estas nueve obras aparecen registradas en las Referencias bibliográficas de este documento.
740
En síntesis, son diversos los problemas que debe afrontar y resolver el editor crítico
de una obra; esas problemáticas van desde el análisis de las peculiaridades
puramente lingüístico-gramaticales al de los contenidos y referencias culturales,
sociales, crítico-literarias, semióticas, históricas, etc. que encierra. A continuación,
se expone una pequeña muestra de la manera como se abordó la edición crítica de
un poema extraído del total de la producción poética de Flórez (303 poemas).
Recorrido metodológico
1. Octavio Luque, 1931: Julio Flórez. Poesías. Barcelona: Casa Editorial Sopena,
pp. 147-153 (SO).
741
Añadimos a lo anterior un recorte de periódico, rotulado con bajo la n°. 169, sin
fecha ni datos de la fuente, hallado en los archivos de la Casa Museo Julio Flórez.
La Araña511
510Este era un estilo de puntuación característico de los poetas de los siglos XVIII y XIX.
511Esta composición del poeta colombiano Julio Flórez ha sido considerada por la crítica literaria
nacional y extranjera como una de sus mejores producciones literarias. Aurelio Martínez M. (1973,
pp. 94) aduce que «Cuando Flórez escribió La araña se encontraba en lo más granado de su
juventud y en la plenitud de su inspiración genial», pues incluyó este poema en la primera edición
de Fronda lírica publicada en España, 1908, y también en la segunda, 1992, en Barranquilla;
además, lo declamó en Paris, el 20 de julio de ese mismo año, con ocasión de la celebración de la
Fiesta Nacional de Colombia, invitado por Evangelista Manrique, Ministro de Colombia en
Francia. Pedro Peña (1997, p. 62), por su parte, señala que «El corte simbolista y la perfección
estilística de este poema, lo ubican al lado de obras universales como ―El cuervo‖ de Edgar Allan
Poe, el ―Nocturno‖ de José Asunción Silva, o ―Los Camellos‖ de Guillermo Valencia, entre otros».
Varios críticos de la época trataron de hallar en él la realidad política que angustiaba a Flórez,
opiniones que provocaron su enojo. Al respecto, Serpa (1994, p. 126-127) indica que en respuesta a
algunas de esas interpretaciones, Flórez le escribió a Eduardo Castillo, en el año 1922, lo siguiente:
«No sé por qué afirma Castillo que mi araña es una mixtificación y que yo no soy ahora sino un
apacible burgués. La araña la vieron muchos compañeros míos, Valencia, entre otros, en una de las
coronas que colgaba bajo mi mesa de trabajo y que se perdió el día en que por algún asunto político
me lanzaron a la calle […] Sé bien que en el fondo no hay otra cosa que el deseo de mortificarme
[…] ¿Es esto que tan cerca está de la poesía lo que da lugar a que me llamen burgués?».
743
15 He querido matarla:
Mas… imposible! Al verla
con sus patas peludas
y su cabeza negra,
la compasión invade (ACABOYH: invada)
mi corazón, y aquella
criatura vil, entonces, (Serpa: vil, entonces)
como si comprendiera
mi pensamiento, avanza
sin temor, se me acerca
como queriendo darme
las gracias, y se aleja
después, a su escondite,513 (AP: á)
desde el cual me contempla.
Bien sabe que la odio (Serpa: Bien sabe lo que la odio)
por lo horrible y perversa;
y que me alegraría
si la encontrase muerta;
mas ya de mi no huye,
ni ante mis ojos tiembla;
un leal enemigo
quizás me juzga, y piensa (ACABOYH: quizá)
al ver que la ventaja
es mía, por la fuerza,
que no extinguiré nunca
su mísera existencia!
512Se respetaron las comas empleadas para separar la frase incidental, explicativa, tal como aparece
en la copia del texto original, apógrafo.
513Se modernizó la acentuación para el caso de la preposición –a, puesto que de acuerdo con la
Ortografía de la lengua española (2010, p. 231), los vocablos de una sola sílaba no se acentúan nunca
gráficamente, salvo en los casos de tilde diacrítica.
744
67 Es compasiva?, es mala?
Indiferente? Vela
mi sueño, y, cuando escribo,
silenciosa me observa.
Me compadece acaso?
De mi dolor se alegra?
Dime quién eres ¡monstruo!
En tu cuerpo se alberga
un espíritu? Dime:
Es el alma de aquella
mujer que me persigue
todavía, aunque muerta?
La que mató mi dicha
y me inundó en tristezas?
514 Se modernizó la ortografía del vocablo adjetival "obscuras" y se fijó ―oscuras‖, puesto que el
Diccionario panhispánico de dudas (2005, p. 478) establece lo siguiente: «Se recomiendan las grafías
simplificadas por ser más acordes con la articulación real de estas palabras y las más extendidas en
el uso actual».
515En la edición ACABOYH se omite este verso.
746
«La araña» es uno de los pocos poemas de Flórez que no presenta, en su proceso
de transmisión, graves problemas textuales de edición, puesto que Flórez no tuvo
suerte, toda vez que tanto en la mayoría de sus obras como en las antologías
posteriores, los editores intervinieron abiertamente para introducir variantes de
todo tipo sin que mediara justificación alguna, lo que, en muchos casos, deturpó y,
por ende, distorsionó el sentido de sus poesías.
Conclusiones
516Observamos que Flórez, representante del romanticismo tardío en Colombia, incursiona con este
poema en la estética modernista-simbolista, pues introduce varias innovaciones: ausencia de la
rima, libertad del verso, musicalidad poética y la intención de explicar su visión de la realidad y sus
experiencias personales mediante un símbolo: la araña. Recurre a este arácnido por su poder
creativo que se manifiesta en el hilar de su red, lo que, indudablemente, guarda similitud con su
propio quehacer poético, el tejido con las palabras; su agresividad y, paradójicamente, su capacidad
destructora simbolizan la manera como el poeta fue tratado por algunos estamentos
gubernamentales y por la sociedad de la época en la que escribió esta composición.No fueron pocos
los estudiosos de la obra de Flórez, quienes indicaron que el génesis y motivo de inspiración para
la creación del poema «La araña» fue el siguiente incidente referido en Serpa (1994): el presidente
de Colombia Migue A. Caro organizó en Bogotá, en 1897, un concierto de caridad, que se realizaría
en el Teatro Colón, y para conformar la agenda del evento pensó en la declamación de una poesía
por parte del mismo Julio Flórez, y aprovecharía para, una vez terminada la velada, obsequiarle
una corona de laurel por sus triunfos poéticos. Flórez aceptó colaborar con la causa, pero como el
presidente conocía su carácter rebelde y su ideología política (contraria a la suya) ordenó a sus
asesores que le solicitaran, con antelación, el texto escrito del poema que recitaría. A esta petición,
Flórez se negó, por cuanto el poema ya elegido para esa velada sería «¡Oh poetas!», una
composición contestataria, en la que se incita al pueblo a reclamar justicia y equidad. Julio Flórez la
declamó en un ensayo previo, ante los asesores del Presidente, pero estos lo increparon
argumentando que ese poema no sería aprobado por Caro, a lo cual Julio contestó: «entonces no iré
al teatro» y se retiró hacia su casa. Ismael Enrique Arciniegas, citado por Serpa (1994), relata así lo
que ocurrió en dicha velada:
Cuando en el concierto llegó el número del programa que le correspondía [a Julio Flórez] y se vio que en lugar
de él salía a escena un cantante y un pianista, los gritos de la galería fueron ensordecedores: ‗¡Flórez!‘,
‗¡Flórez!‘, decían arriba y en la platea: ‗¡Que salga Flórez!‘. Aquella algarabía espantosa duró diez minutos. Y
si hubiera recitado los versos, muchos se habrían salido del teatro, con ánimo de tomarse los cuarteles a
puñetazos o con bastones. Al día siguiente, muy temprano, varios amigos le llevaron a su cuarto la corona de
laurel […] (pp. 124-125).
747
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