Hacia la mitad del segundo año, los niños empiezan a pensar en
alternativas a la realidad, no están limitados a pensar en el mundo sólo como se les presenta, pueden anticipar y planear. El juego simbólico se empieza a desarrollar entorno a esta edad. Hay distintas interpretaciones del significado del juego simbólico. Para Piaget la aparición del juego simbólico supone la aparición de la capacidad de representación simbólica. Para Leslie, es el primer signo claro de la capacidad de los niños para comprender el estado mental de otras personas; permite la formación de representaciones secundarias o metarrepresentaciones, estos es, de creencias sobre nuestras propias creencias y las de otros. Esto es posible gracias a un mecanismo innato del cerebro, que llamó módulo de la teoría de la mente. Toma la representación como entidad mental. Perner, sin embargo, no piensa que los niños puedan comprender la representación. Comprender que algo podría ser otra cosa no implica comprender que se pueda utilizar algo para representar otra cosa. Toma la representación como actividad de la mente. En todo caso, el juego simbólico muestra cómo los niños distinguen entre realidad y ficción; no confunden pensamientos y cosas. A los 3 años los niños pueden distinguir entre las entidades mentales y las cosas reales, pero no comprenden que los objetos mentales los construye la mente: saben qué es la mente pero no qué hace. Predicción y explicación de la conducta humana. El lenguaje nos permite compartir nuestros estados metales. Su función en la interacción humana es de gran importancia. Permite expresar las creencias, intenciones y deseos, a través de lo cual podremos predecir y explicar el comportamiento de las personas. Inferimos los estados mentales a través de su expresión en el lenguaje y el comportamiento. (En el caso de los niños pequeños, conocen los estados mentales de otras personas por la expresión en la acción, no en el lenguaje). En la teoría de la mente se ha de distinguir entre creencia, deseo y acción. Dadas dos de ellas se puede inferir la tercera. Las creencias reflejan cómo consideramos que es el mundo y se forman normalmente a través de la percepción de los acontecimientos del mundo. Los deseos reflejan cómo queremos que sea el mundo. Nos motivan a actuar para conseguirlo. Esto se realiza a través de la intención, que es una creencia sobre cómo satisfacer el deseo. Se distingue del deseo en que debe causar la acción que logra el resultado. Los deseos se cumplen sólo en tanto se logre el resultado querido. Así, creencias y deseos se relacionan con el mundo a través de la percepción y la intención. La teoría de la mente se podría esbozar de la siguiente manera: Los deseos proceden de impulsos y emociones básicos que forman parte de nuestra naturaleza biológica y de otras emociones que son producto de las credencias y los deseos. Los deseos pueden llevar a intenciones y acciones, que dan lugar a resultados que son acontecimientos en el mundo. Los deseos se pueden satisfacer por acontecimientos que ocurren sin más que no son resultado de nuestras acciones. Las creencias se forman por la percepción de estos hechos y otros sucesos en el mundo, a veces de forma directa, a veces a través de la inferencia.